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Una campaña de fomento
a la lectura de la secretaría
de cultura recreación y deporte
y el instituto distrital
de las artes – idartes
libro al
viento
ci
rcul ació
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libro al
viento
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a
l i b r o a l v i e n t o i n i c i a l
Ilustradas por
Olga Cuéllar
Fábulas
de Samaniego
alcaldía mayor de bogotá
Gustavo Petro Urrego, Alcalde Mayor de Bogotá
secretaría distrital de cultura, recreación y deporte
Clarisa Ruiz Correal, Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte
instituto distrital de las artes – idartes
Santiago Trujillo Escobar, Director General
Bertha Quintero Medina, Subdirectora de Artes
Valentín Ortiz Díaz, Gerente del Área de Literatura
Paola Cárdenas Jaramillo, Asesora
Javier Rojas Forero, Asesor administrativo
Mariana Jaramillo Fonseca, Asesora de Dimensiones 	
Daniel Chaparro Díaz, Coordinador de Dimensiones
Carlos Ramírez Pérez, Profesional universitario
secretaría de educación del distrito
Óscar Sánchez Jaramillo, Secretario de Educación
Nohora Patricia Buriticá Céspedes, Subsecretaria de Calidad y Pertinencia
José Miguel Villarreal Barón, Director de Educación Preescolar y Básica
Sara Clemencia Hernández Jiménez, Luz Ángela Campos Vargas,
Carmen Cecilia González Cristancho, Equipo de Lectura, Escritura y Oralidad
Primera edición: Bogotá, octubre de 2013
©	 de esta edición Instituto Distrital de las Artes – idartes
©	 Olga Cuéllar, por las ilustraciones, 2013
Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida, parcial o totalmente,
por ningún medio de reproducción, sin consentimiento escrito del editor.
www.institutodelasartes.gov.co
isbn 978-958-58175-0-0
Edición: Antonio García Ángel
Diseño gráfico: Óscar Pinto Siabatto
Impreso en Bogotá por Caliche Impresores
Contenido
Samaniego	 7
Libro primero
El asno y el cochino	 14
La cigarra y la hormiga	 15
El herrero y el perro	 18
El león y la zorra	 21
Los dos amigos y el oso	 24
Libro segundo
La lechera	 27
El zagal y las ovejas	 32
El hombre y la culebra	 34
El asno y el caballo	 35
Libro tercero
Congreso de los ratones	 37
El cuervo y la serpiente	 39
Libro cuarto
El cazador y la perdiz	 40
El enfermo y el médico (grafícable)	 42
La tortuga y el águila	 44
6
El león y el ratón	 46
Los navegantes	 48
Libro quinto
El asno y el lobo	 50
La gallina de los huevos de oro	 53
Los cangrejos	 55
El cuervo y el zorro	 59
Los dos gallos	 62
El lobo y el perro flaco	 64
Libro sexto
El camello y la pulga	 67
Libro séptimo
La mona	 68
La paloma	 69
Libro octavo
El murciélago y la comadreja	 70
Libro noveno
El gato y las aves	 73
Los dos perros	 77
La gata con cascabeles	 80
Los dos cazadores	 84
El ladrón	 87
Glosario	 88
7
Samaniego
Don Félix María Serafín Sánchez Samaniego y
Zabala nació en La Guardia, provincia de La Rioja,
el 12 de octubre de 1745. Era el quinto hijo de los
nueve que tuvieron don Félix Sánchez Samaniego y
doña Juana María Zabala, ambos de rancio abolengo
guipuzcoano.
Gracias a los medios económicos y al celo
educativo de su padre pudo cultivar su intelecto y
conocimientos. Primero estudió con Gaspar Calvo,
licenciado en Artes por Valladolid, paje y maestro
oficial de la casa; luego cursó durante tres años len-
gua y humanidades en la escuela de Gramática de su
pueblo natal. En 1758 viajó a Francia, continuó su
formación en Bayona y luego en Burdeos.
Regresó a España cinco años después y empezó
a frecuentar las tierras de Azcoitia, Azpeitia y Verga-
ra, donde vivía su tío abuelo, el conde de Peñaflori-
da. En Azcoitia el conde solía reunirse con un grupo
fábulas
8
de amigos amantes de la cultura y con inquietudes
intelectuales. Ese grupo impulsó la creación de una
sociedad, entre otras que había en Europa, hijas de
la Ilustración y el deseo de progreso. Fue así como
surgió la Real Sociedad Bascongada de los Amigos
del País, cuyo propósito, según el primero de sus es-
tatutos, era «cultivar la inclinación y el gusto de la
Nación Bascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras
y Artes; corregir y pulir sus costumbres; desterrar el
ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias». En
las tertulias de la sociedad Bascongada, el joven Sa-
maniego, a instancias de su tío, leía algunas de sus
fábulas. El particular éxito que tuvo La mona corrida
lo impulsó a escribir con mayor dedicación el género
que más tarde lo haría célebre.
En 1767 se casa con doña Manuela Salcedo, que
procedía de una familia bilbaína de clérigos y mili-
tares. Los biógrafos antiguos la presentaban como
persona agraciada, grave, decorosa y ordenada. Con
el tiempo descubrieron que ella era estéril y por ello
no pudieron tener descendencia, aunque el fabulista
lo llevó con buen humor. Se fueron a vivir al palacio
de Laguardia, aunque pasaban largas temporadas
en la finca de La Escobosa, lugares donde Samanie-
go llevaba una holgada vida de hidalgo campestre,
alternando entre las tertulias, la buena mesa y la
escritura.
félix maría samaniego
9
En 1776, tras intensas gestiones en las que par-
ticipó Samaniego, la Sociedad Bascongada consiguió
la aprobación real para la fundación del Real Semi-
nario Patriótico Bascongado, colegio en el que Sama-
niego trabajará activamente en tareas pedagógicas y
selección de profesores. Empieza a componer fábulas,
primero casi sólo traducciones de La Fontaine, y se
las lee a sus alumnos. En general son bien recibidas.
En 1780 es elegido director del Real Seminario. A los
alumnos de la institución dedica la primera serie de
sus Fábulas, publicadas en 1781 y escritas siguiendo
el precepto horaciano, propio de la Ilustración, de
utile dulci y prodese et delectare, es decir, la unión de
lo agradable con lo útil, del provecho con el deleite.
Sus escritos se convierten en un éxito rotundo. A la
felicitación de uno de sus alumnos responderá Sa-
maniego «Si el hacer hablar a los animales me ha de
producir tan preciosos frutos, desde luego prometo
tenerlos mucho más tiempo en larga conversación».
En 1782 Samaniego viajará a Madrid con una
difícil misión diplomática. El centralismo borbónico
había recortado los fueros alaveses en cuanto al libre
comercio con América y la introducción a Castilla
de productos y manufacturas de la provincia. A Sa-
maniego lo nombran comisario de la Corte, para que
intente solucionar el difícil problema. Aunque no lo-
gró restaurar los fueros en su plenitud, hizo amistad
fábulas
10
con el conde de Floridablanca, ministro de Carlos III,
consiguió pequeñas ventajas y que el decreto fuera
menos estricto. Su paso por la Corte, en todo caso,
fue fructífero para su producción. Allí publicó la se-
gunda serie de sus Fábulas (1784) y empezó su cé-
lebre enemistad con Iriarte, debido a que éste había
publicado sus Fábulas en 1782, un año después que
las de Samaniego, pero en el prólogo había escrito
que debía «prevenir a los menos versados en nuestra
erudición que ésta es la primera colección de fábu-
las enteramente originales que se ha publicado en
castellano».
En 1786 regresa a Bilbao, retoma las riendas
de su abandonada hacienda y frecuenta viejas amis-
tades. En ocasiones intercambia pullas y epigramas
con Iriarte. En 1792 decidió llevar una vida más
tranquila y regresó a su villa natal, Laguardia. El 7
de marzo de 1793 Francia declara la guerra a Es-
paña, en represalia por haber apoyado a los nobles
contra la Revolución Francesa. Las posesiones de
Samaniego quedaron muy resentidas luego de la in-
vasión francesa a Cataluña y el País Vasco. En Tolosa
se vendieron objetos para evitar su saqueo. El pala-
cio de Yurreamendi fue convertido en cuartel de los
invasores y su archivo fue quemado. Los franceses
avanzan hasta Álava y toman Laguardia, donde sus
posesiones no sufrieron demasiado, a diferencia de
félix maría samaniego
11
las guipuzcoanas que quedaron totalmente desman-
teladas.
Peor fortuna vendría poco después, cuando el
hacendado bilbaíno José María Murga, «para descar-
go de mi conciencia», le denunció ante la Inquisición
el 11 de marzo de 1793 por tenencia de libros pro-
hibidos. El proceso se fue envenenando con viejas
rencillas familiares, intrigas y maniobras por parte
de aliados y acusadores. Inquieto por el camino que
estaba tomando la investigación, Samaniego viaja
a Madrid en 1794. Allí solicitó ayuda de un amigo
que recién había sido nombrado ministro de Gracia
y Justicia, quien interviene ante el inquisidor gene-
ral Manuel Abad y Sierra. Finalmente se soluciona el
asunto de manera privada.
Los últimos episodios militares y políticos ha-
bían minado su salud. Cayó enfermo y se refugió en
la mansión de La Escobosa, para más tarde ir a Lo-
groño, a casa de su hermana Francisca Javiera, que
por su salud también quebradiza moriría en 1799.
Dos años después, el 11 de agosto de 1801, después
de recibir confesión y sacramentos, murió Félix Ma-
ría Samaniego. Antes de expirar, al igual que lo dis-
pusiera su maestro La Fontaine, Samaniego ordenó
quemaran todos sus escritos. Por fortuna se salvaron
las fábulas que estaban publicadas y algunos textos
que poseían sus amigos.
fábulas
Bibliografía
Palacios Fernández, Emilio, Félix María de Samaniego y la lite-
ratura de la Ilustración. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000.
Samaniego, Félix María, Fábulas, edición, apéndice y notas de
Emilio Pascual. Ediciones Generales Anaya, Madrid, 1986.
Samaniego, Félix María, Fábulas, edición, introducción y notas
de Ernesto Jareño. Clásicos Castalia, Madrid, 1973.
Samaniego, Félix María, Obras completas: poesía, teatro, ensayos,
edición y prólogo de Emilio Palacios Fernández. Fundación
José Antonio de Castro, Madrid, 2001.
Fábulas
de Samaniego
fábulas
14
El asno y el cochino
Envidiando la suerte del Cochino,
un Asno maldecía su destino.
—Yo, decía, trabajo y como paja;
él come harina y berza, y no trabaja.
A mí me dan de palos cada día,
a él le rascan y halagan a porfía.
Así se lamentaba de su suerte;
pero, luego que advierte
que a la pocilga alguna gente avanza
en guisa de matanza,
armada de cuchillo y de caldera,
y que con maña fiera
dan al gordo Cochino fin sangriento,
dijo entre sí el Jumento:
«Si en esto para el ocio y los
regalos,
al trabajo me atengo y a
los palos».
félix maría samaniego
15
La cigarra y la hormiga
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno.
Los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí, tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
la dijo: —Doña Hormiga,
pues que en vuestros graneros
fábulas
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
17
las llaves del granero:
—¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿que has hecho en el buen tiempo?
—Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.
—¡Hola!, ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.
fábulas
18
El herrero y el perro
Un Herrero tenía
un Perro que no hacía
sino comer, dormir y estarse echado;
de la casa jamás tuvo cuidado.
Levantábase sólo a mesa puesta;
entonces con gran fiesta
al dueño se acercaba,
con perrunas caricias lo halagaba,
19
mostrando de cariño mil excesos
por pillar las piltrafas y los huesos.
—He llegado a notar, le dijo el Amo,
que, aunque nunca te llamo
a la mesa, te llegas prontamente;
en la fragua jamás te vi presente,
y yo me maravillo
de que, no dispertándote el martillo,
te desveles al ruido de mis dientes.
Anda, anda, poltrón; no es bien que cuentes
que el Amo, hecho un gañán y sin reposo,
fábulas
20
te mantiene a lo conde muy ocioso.
El Perro le responde:
—¿Qué más tiene que yo cualquiera conde?
Para no trabajar debo al destino
haber nacido Perro y no pollino.
—Pues, señor conde, fuera de mi casa;
verás en las demás lo que te pasa.
En efecto, salió a probar fortuna
y las casas anduvo de una en una.
Allí le hacen servir de centinela
y que pase la noche toda en vela,
acá de lazarillo y de danzante,
allá, dentro de un torno, a cada instante
asa la carne que comer no espera.
Al cabo conoció de esta manera
que el destino, y no es cuento,
a todos nos cargó como al jumento.
félix maría samaniego
El león y la zorra
Un León en otro tiempo poderoso,
ya viejo y achacoso,
en vano perseguía, hambriento y fiero,
al mamón becerrillo y al cordero,
que, trepando por la áspera montaña,
huían libremente de su saña.
Afligido de la hambre a par de muerte,
discurrió su remedio de esta suerte:
Hace correr la voz de que se hallaba
enfermo en su palacio, y deseaba
fábulas
22
ser de los animales visitado.
Acudieron algunos de contado;
mas como el grave mal que lo postraba
era una hambre voraz, tan sólo usaba
la receta exquisita
de engullirse al monsieur de la visita.
félix maría samaniego
Acércase la Zorra de callada
y, a la puerta asomada,
atisba muy despacio
la entrada de aquel cóncavo palacio.
El León la divisó, y en el momento
la dice: —Ven acá; pues que me siento
en el último instante de mi vida,
visítame como otros, mi querida.
—¿Cómo otros? ¡Ah, señor!, he conocido
que entraron, sí, pero que no han salido.
Mirad, mirad la huella,
bien claro lo dice ella;
y no es bien el entrar do no se sale.
La prudente cautela mucho vale.
fábulas
Los dos amigos y el oso
A dos Amigos se aparece un Oso:
El uno, muy medroso,
en las ramas de un árbol se asegura;
el otro, abandonado a la ventura,
se finge muerto repentinamente.
El Oso se le acerca lentamente:
Mas como este animal, según se cuenta,
de cadáveres nunca se alimenta,
sin ofenderlo lo registra y toca,
fábulas
huélele las narices y la boca;
no le siente el aliento,
ni el menor movimiento;
y así, se fue diciendo sin recelo:
—Éste tan muerto está como mi abuelo.
Entonces el cobarde,
de su grande amistad haciendo alarde,
del árbol se desprende muy ligero.
Corre, llega y abraza al compañero;
pondera la fortuna
de haberlo hallado sin lesión alguna,
y al fin le dice: —Sepas que he notado
que el Oso te decía algún recado.
¿Qué pudo ser?
—Direte lo que ha sido,
estas dos palabritas al oído:
Aparta tu amistad de la persona
que si te ve en el riesgo, te abandona.
félix maría samaniego
La lechera
Llevaba en la cabeza
una Lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz Lechera,
y decía entre sí de esta manera:
«Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
fábulas
28
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
Llevarelo al mercado,
sacaré de él, sin duda, buen dinero:
Compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabana».
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
félix maría samaniego
fábulas
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía,
qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que, saltando de contento
félix maría samaniego
31
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.
fábulas
32
El zagal y las ovejas
Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
—¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla, ¡linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el Zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
félix maría samaniego
33
y el lobo le devora la manada.
¡Cuántas veces resulta de un engaño
contra el engañador el mayor daño!
fábulas
34
El hombre y la culebra
A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un Labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.
félix maría samaniego
El asno y el caballo
—¡Ah, quién fuese Caballo!,
un Asno melancólico decía,
entonces sí que nadie me vería
flaco, triste y fatal como me hallo.
Tal vez un caballero
me mantendría ocioso y bien comido,
dándose su merced por muy servido
con corvetas y saltos de carnero.
Trátanme ahora como vil y bajo,
de risa sirve mi contraria suerte;
quien me apalea más, más se divierte,
y menos como, cuando más trabajo.
No es posible encontrar sobre la tierra
infeliz como yo. Tal se juzgaba,
cuando al Caballo ve cómo pasaba,
con su jinete y armas a la guerra.
Entonces conoció su desatino,
fábulas
36
rióse de corvetas y regalos,
y dijo: —Que trabaje y lluevan palos,
no me saquen los dioses de Pollino.
félix maría samaniego
37
Congreso de los ratones
Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio,
que después de las aguas del diluvio
fue padre universal de lodo Gato,
ha sido Miauragato
quien más sangrientamente
persiguió a la infeliz ratona gente.
Lo cierto es que, obligada
de su persecución la desdichada,
en Ratópolis tuvo su congreso.
Propuso el elocuente Roequeso
echarle un cascabel, y de esa suerte
al ruido escaparían de la muerte.
El proyecto aprobaron uno a uno;
¿quién lo ha de ejecutar?, eso ninguno.
—Yo soy corto de vista.
—Yo muy viejo.
—Yo gotoso, decían. El concejo
fábulas
38
se acabó como muchos en el mundo.
Proponen un proyecto sin segundo;
lo aprueban; hacen otro. ¡Qué portento!
Pero ¿la ejecución? Ahí está el cuento.
félix maría samaniego
39
El cuervo y la serpiente
Pilló el Cuervo dormida a la Serpiente,
y, al quererse cebar en ella hambriento,
le mordió venenosa. Sepa el cuento
quien sigue a su apetito incautamente.
fábulas
El cazador y la perdiz
Una Perdiz en celo reclamada
vino a ser en la red aprisionada.
Al Cazador, la mísera decía:
—Si me das libertad, en este día
te he de proporcionar un gran consuelo.
félix maría samaniego
Por ese campo extenderé mi vuelo;
juntaré a mis amigas en bandada,
que guiaré a tus redes, engañada;
y tendrás, sin costarte dos ochavos,
doce Perdices como doce pavos.
—¡Engañar y vender a tus amigas!
¿Y así crees que me obligas?,
respondió el Cazador. Pues no, señora;
muere, y paga la pena de traidora.
La Perdiz fue bien muerta, no es dudable.
La traición, aun soñada, es detestable.
fábulas
42
El enfermo y el médico
Un miserable Enfermo se moría,
y el Médico importuno le decía:
—Usted se muere, yo se lo confieso;
pero, por la alta ciencia que profeso,
conozco y le aseguro firmemente,
que ya estuviera sano,
si se hubiese acudido más temprano
con el benigno clíster detergente.
félix maría samaniego
El triste Enfermo, que lo estaba oyendo,
volvió la espalda al Médico, diciendo:
—Señor Galeno, su consejo alabo.
«Al asno muerto, la cebada al rabo».
Todo varón prudente
aconseja en el tiempo conveniente;
que es hacer de la ciencia vano alarde,
dar el consejo cuando llega tarde.
fábulas
44
La tortuga y la águila
Una Tortuga a una Águila rogaba
la enseñase a volar; así la hablaba:
—Con sólo que me des cuatro lecciones,
ligera volaré por las regiones;
ya remontando el vuelo
por medio de los aires hasta el cielo,
veré cercano al sol y las estrellas,
y otras cien cosas bellas;
ya, rápida bajando,
de ciudad en ciudad iré pasando;
y de este fácil, delicioso modo,
lograré en pocos días verlo todo.
La Águila se rió del desatino;
la aconseja que siga su destino,
cazando torpemente con paciencia,
pues lo dispuso así la Providencia.
Ella insiste en su antojo ciegamente.
félix maría samaniego
45
La reina de las aves prontamente
la arrebata, la lleva por las nubes.
—Mira, la dice, mira cómo subes.
Y al preguntarla, dijo «¿vas contenta?»,
se la deja caer y se revienta.
Para que así escarmiente,
quien desprecia el consejo del prudente.
fábulas
46
El león y el ratón
Estaba un Ratoncillo aprisionado
en las garras de un León; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al León, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia.
Al oír implorar la real clemencia,
responde el Rey en majestuoso tono:
—No dijera más Tito, te perdono.
Poco después, cazando, el León tropieza
en una red oculta en la maleza:
Quiere salir, mas queda prisionero;
atronando la selva, ruge fiero.
El libre Ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega: Roe diligente
los nudos de la red de tal manera,
que, al fin, rompió los grillos de la fiera.
félix maría samaniego
Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso,
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
Los navegantes
Lloraban unos tristes Pasajeros
viendo su pobre nave combatida
de recias olas y de vientos fieros,
ya casi sumergida;
cuando súbitamente
el viento calma, el ciclo se serena,
y la afligida gente
convierte en risa la pasada pena.
Mas el Piloto estuvo muy sereno,
tanto en la tempestad como en bonanza:
Pues sabe que lo malo y que lo bueno
está sujeto a súbita mudanza.
fábulas
50
El asno y el lobo
Un Burro cojo vio que le seguía
un Lobo cazador y, no pudiendo
huir de su enemigo, le decía:
—Amigo Lobo, yo me estoy muriendo;
me acaban por instantes los dolores
de este maldito pie de que cojeo;
si yo no me valiese de herradores,
no me vería así como me veo.
Y pues fallezco, sé caritativo;
sácame con los dientes este clavo,
muera yo sin dolor tan excesivo,
y cómeme después de cabo a rabo.
—¡Oh!, dijo el cazador con ironía,
contando con la presa ya en la mano,
no solamente sé la anatomía,
sino que soy perfecto cirujano.
El caso es para mí una patarata,
félix maría samaniego
la operación no más que de un momento;
alargue bien la pata,
y no se me acobarde, buen Jumento.
Con su estuche molar desenvainado
el nuevo profesor llega al doliente;
fábulas
52
mas éste le dispara de contado
una coz que lo deja sin un diente.
Escapa el cojo, pero el triste herido
llorando se quedó su desventura.
—¡Ay infeliz de mí!, bien merecido
el pago tengo de mi gran locura.
Yo siempre me llevé el mejor bocado
en mi oficio de Lobo carnicero;
pues, si puedo vivir tan regalado,
¿a qué meterme ahora a curandero?
Hablemos en razón: No tiene juicio,
quien deja el propio por ajeno oficio.
félix maría samaniego
53
La gallina
de los huevos de oro
Érase una Gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento,
quiso el rico avariento
fábulas
54
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla, abrióla el vientre de contado;
pero, después de haberla registrado,
¿qué sucedió? Que muerta la Gallina,
perdió su huevo de oro y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!
55
Los cangrejos
Los más autorizados, los más viejos
de todos los Cangrejos
una gran asamblea celebraron.
Entre los graves puntos que trataron,
a propuesta de un docto presidente,
como resolución la más urgente
tomaron la que sigue: —Pues que al mundo
estamos dando ejemplo sin segundo,
el más vil y grosero
en andar hacia atrás como el soguero;
siendo cierto también que los ancianos,
duros de pies y manos,
causándonos los años pesadumbre,
no podemos vencer nuestra costumbre.
Toda madre, desde este mismo instante,
ha de enseñar a andar hacia delante
a sus hijos; y dure la enseñanza
fábulas
hasta quitar del mundo tal usanza.
—Garras a la obra, dicen las maestras,
que se creían diestras.
Y, sin dejar ninguno,
ordenan a sus hijos uno a uno
que muevan sus patitas blandamente
hacia adelante sucesivamente.
Pasito a paso, al modo que podían,
ellos obedecían;
pero al ver a sus madres que marchaban
al revés de lo que ellas enseñaban,
olvidando los nuevos documentos,
imitaban sus pasos, más contentos.
félix maría samaniego
57
Repetían las madres sus lecciones,
mas no bastaban teóricas razones;
porque obraba en los jóvenes Cangrejos,
sólo un ejemplo más que mil consejos.
Cada maestra se aflige y desconsuela,
no pudiendo hacer práctica su escuela;
de modo que en efecto
abandonaron todas el proyecto.
fábulas
58
Los magistrados saben el suceso,
y en su pleno congreso
la nueva ley al punto derogaron,
porque se aseguraron
de que en vano intentaban la reforma,
cuando ellos no sabían ser la norma.
Y es así: Que la fuerza de las leyes
suele ser el ejemplo de los reyes.
félix maría samaniego
59
El cuervo y el zorro
En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras
a poco más o menos:
—Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
60
félix maría samaniego
61
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios.
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto Zorro,
después de haberlo preso,
le dijo: —Señor bobo,
pues sin otro alimento
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras digiero el queso.
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.
fábulas
62
Los dos gallos
Habiendo a su rival vencido un Gallo,
quedó entre sus gallinas victorioso,
más grave, más pomposo
que el mismo gran Sultán en su serrallo.
Desde un alto pregona vocinglero
su gran hazaña. El gavilán lo advierte,
lo pilla, lo arrebata, y por su muerte,
quedó el rival señor del gallinero.
Consuele al abatido tal mudanza:
Sirva también de ejemplo a los mortales,
que se juzgan exentos de los males
cuando se ven en próspera bonanza.
félix maría samaniego
fábulas
64
El lobo
y el perro flaco
Distante de la aldea,
iba cazando un Perro
flaco, que parecía
un andante esqueleto.
Cuando menos lo piensa,
un Lobo lo hizo preso.
Aquí de sus clamores,
de sus llantos y ruegos.
—Decidme, señor Lobo,
¿qué queréis de mi cuerpo,
si no tiene otra cosa
que huesos y pellejo?
Dentro de quince días
casa a su hija mi dueño,
y ha de haber para todos
arroz y gallo muerto.
félix maría samaniego
65
Dejadme ahora libre;
que, pasado este tiempo,
podrás comerme a gusto,
lucio, gordo y relleno.
Quedaron convenidos;
y, apenas se cumplieron
los días señalados,
el Lobo buscó al Perro.
fábulas
66
Estábase en su casa
con otro compañero,
llamado Matalobos,
Mastín de los más Fieros.
Salen a recibirlo;
al punto que lo vieron,
Matalobos bajaba
con corbatín de hierro.
No era el Lobo persona
de tantos cumplimientos;
y así, por no gastarlos,
cedió de su derecho.
Huía, y lo llamaban;
mas él iba diciendo
con el rabo entre piernas:
«Pies, ¿para qué os quiero?».
Hasta los niños saben
que es de mayor aprecio
un pájaro en la mano
que por el aire ciento.
félix maría samaniego
67
El camello y la pulga
Al que ostenta valimiento,
cuando su poder es tal
que ni influye en bien ni en mal,
le quiero contar un cuento.
En una larga jornada
un Camello muy cargado
exclamó, ya fatigado:
—¡Oh que carga tan pesada!
Doña Pulga, que montada
iba sobre él, al instante
se apea, y dice arrogante:
—Del peso te libro yo.
El Camello respondió:
—Gracias, señor Elefante.
fábulas
68
La mona
Subió una Mona a un nogal,
y, cogiendo una nuez verde,
en la cascara la muerde;
conque la supo muy mal.
Arrojola el animal,
y se quedó sin comer.
Así suele suceder
a quien su empresa abandona,
porque halla, como la Mona,
al principio qué vencer.
félix maría samaniego
69
La paloma
Un pozo pintado vio
una Paloma sedienta:
Tiróse a él tan violenta,
que contra la tabla dio.
Del golpe, al suelo cayó,
y allí muere de contado.
De su apetito guiado,
por no consultar al juicio,
así vuela al precipicio
el hombre desenfrenado.
70
El murciélago
y la comadreja
Cayó, sin saber cómo,
un Murciélago a tierra;
al instante le atrapa
la lista Comadreja.
Clamaba el desdichado,
viendo su muerte cerca.
Ella le dice: —Muere,
que por naturaleza
soy mortal enemiga
de todo cuanto vuela.
El avechucho grita,
y mil veces protesta
félix maría samaniego
71
que él es ratón, cual todos
los de su descendencia.
Con esto, ¡qué fortuna!,
el preso se liberta.
Pasado cierto tiempo,
no sé de qué manera,
segunda vez le pilla:
Él nuevamente ruega;
mas ella le responde
que Júpiter la ordena
tenga paz con las aves,
con los ratones guerra.
—¿Soy yo ratón acaso?
Yo creo que estás ciega.
¿Quieres ver cómo vuelo?
En efecto, le deja,
y a merced de su ingenio
libre el pájaro vuela.
Aquí aprendió de Esopo
la gente marinera,
fábulas
72
murciélagos que fingen
pasaporte y bandera.
No importa que haya pocos
ingleses comadrejas;
tal vez puede de un riesgo
sacarnos una treta.
félix maría samaniego
73
El gato y las aves
Charlatanes se ven por todos lados,
en plazas y en estrados,
que ofrecen sus servicios, ¡cosa rara!,
a todo el mundo por su linda cara.
Éste, químico y médico excelente,
cura a todo doliente;
pero gratis: No se hable de dinero.
El otro, petimetre caballero,
canta, toca, dibuja, borda, danza,
y ofrece la enseñanza
gratis, por afición, a cierta gente.
Veremos en la fábula siguiente
si puede haber en esto algún engaño.
La prudente cautela no hace daño.
Dejando los desvanes y rincones
desiertos de ratones,
el señor Mirrimiz, Gato de maña,
74
se salió de la villa a la campaña.
En paraje sombrío,
a la orilla de un río
de sauces coronado,
en unas matas se quedó agachado.
El Gatazo callaba como un muerto,
escuchando el concierto
de dos mil Avecillas,
que en las ramas cantaban maravillas;
pero callaba en vano,
mientras no se acercaban a su mano
los músicos volantes, pues quería
Mirrimiz arreglar la sinfonía.
félix maría samaniego
Cansado de esperar, prorrumpe al cabo,
sacando la cabeza: —Bravo, bravo.
La turba calla: Cada cual procura
alejarse o meterse en la espesura;
mas él les persuadió con buenos modos,
y al fin logró que le escuchasen todos.
—No soy Gato montes o campesino.
Soy honrado vecino
de la cercana villa:
Fui Gato de un maestro de capilla;
la música aprendí, y aun, si me empeño,
veréis cómo os la enseño,
pero gratis y en menos de una hora.
fábulas
76
¡Qué cosa tan sonora
será el oír un coro de cantores,
verbigracia calandrias, ruiseñores!
Con estas y otras cosas diferentes,
algunas de las Aves inocentes
con manso vuelo a Mirrimiz llegaron:
Todas en torno de él se colocaron.
Entonces, con más gracia
y más diestro que el músico de Tracia,
echando su compás hacia el más gordo,
consigue gratis merendarse un tordo.
félix maría samaniego
77
Los dos perros
Procure ser en todo lo posible,
el que ha de reprender, irreprensible.
Sultán, perro goloso y atrevido,
en su casa robó, por un descuido,
una pierna excelente de carnero.
Pinto, gran tragador, su compañero,
le encuentra con la presa encarnizado,
ojo al través, colmillo acicalado,
fruncidas las narices y gruñendo.
—¿Qué cosa estás haciendo,
desgraciado Sultán?, Pinto le dice.
¿No sabes, infelice,
que un Perro infiel, ingrato,
no merece ser perro, sino gato?
fábulas
78
¡Al amo, que nos fía
la custodia de casa noche y día,
nos halaga, nos cuida y alimenta,
le das tan buena cuenta
que le robas, goloso,
la pierna del carnero más jugoso!
Como amigo te ruego
félix maría samaniego
79
no la maltrates más: Déjala luego.
—Hablas, dijo Sultán, perfectamente.
Una duda me queda solamente
para seguir al punto tu consejo:
Di, ¿te la comerás, si yo la dejo?
fábulas
La gata con cascabeles
Salió cierta mañana
Zapaquilda al tejado
con un collar de grana,
de pelo y cascabeles adornado.
Al ver tal maravilla,
del alto corredor y la guardilla
van saltando los gatos de uno en uno.
félix maría samaniego
Pero, cesando al fin el sonsonete,
dijo que por juguete
quitó el collar al perro su señora,
y se lo puso a ella.
Cierto que Zapaquilda estaba bella:
A todos enamora,
tanto, que en la gatesca compañía,
cuál dice su atrevido pensamiento,
cuál se encrespa celoso;
riñen éste y aquél con ardimiento.
fábulas
82
Congrégase al instante
tal concurso gatuno
en torno de la Dama rozagante,
que entre flexibles colas arboladas
apenas divisarla se podía.
Ella, con mil monadas,
el cascabel parlero sacudía.
Pero, cesando al fin el sonsonete,
dijo que por juguete
quitó el collar al perro su señora,
y se lo puso a ella.
Cierto que Zapaquilda estaba bella:
A todos enamora,
tanto, que en la gatesca compañía,
cuál dice su atrevido pensamiento,
cuál se encrespa celoso;
riñen éste y aquél con ardimiento,
félix maría samaniego
83
pues con ansia quería
cada gato soltero ser su esposo.
Entre los arañazos y maullidos
levántase Garraf, Gato prudente,
y a los enfurecidos
les grita: —Novel gente,
¡Gata con cascabeles por esposa!
¿Quién pretende tal cosa?
¿No veis que el cascabel la caza ahuyenta,
y que la dama hambrienta
necesita sin duda que el marido,
ausente y aburrido,
busque la provisión en los desvanes,
mientras ella, cercada de galanes,
porque el mundo la vea,
de tejado en tejado se pasea?
Marchose Zapaquilda convencida,
y lo mismo quedó la concurrencia.
¡Cuántos chascos se llevan en la vida
los que no miran más que la apariencia!
fábulas
84
Los dos cazadores
Que en una marcial función,
o cuando el caso lo pida,
arriesgue un hombre su vida,
digo que es mucha razón.
Pero el que por diversión
exponer su vida quiera
a juguete de una fiera,
o peligros no menores,
sepa de dos Cazadores
una historia verdadera.
Pedro Ponce el valeroso
y Juan Carranza el prudente
vieron venir frente a frente
al lobo más horroroso.
El prudente, temeroso,
a una encina se abalanza,
y cual otro Sancho Panza,
félix maría samaniego
85
en las ramas se salvó.
Pedro Ponce allí murió.
Imitemos a Carranza.
fábulas
86
félix maría samaniego
87
El ladrón
Por catar una colmena
cierto goloso Ladrón,
del venenoso aguijón
tuvo que sufrir la pena.
—La miel, dice, está muy buena:
Es un bocado exquisito.
Por el aguijón maldito
no volveré al colmenar.
¡Lo que tiene el encontrar
la pena tras el delito!
88
Glosario
Abatido: vencido, derrotado.
Acicalado: pulido, afilado.
Aduladores: que halagan, lisonjean, adulan.
Afligida: que sufre.
Al remo: sufriendo penalidades y trabajos.
Alarde: demostraciones ruidosas, vistosas.
Anatomía: conocimiento de las diferentes partes del cuerpo de
los animales.
Apea: baja, desmonta.
Aposento: casa, habitación.
Arboladas: como árboles.
Ardimiento: con valentía, con intrepidez.
Asno: burro, que también se puede decir pollino o
jumento.
Atisbar: mirar, observar con cuidado.
Avechucho: ave de figura desagradable.
Bandada: número crecido de aves que vuelan juntas.
Berza: verdura parecida al repollo.
Bonanza: tiempo tranquilo o sereno en el mar. También puede
significar buena suerte o éxito en lo que se hace u ocurre.
(De) cabo a rabo: por completo, entero.
Calandria: pájaro de pico grueso, cantor.
Campaña: campo.
félix maría samaniego
89
Cantarillo: se refiere al cántaro en que lleva la leche.
Cántaro: vasija grande de barro o metal, barrigona y de boca
estrecha.
Cautela: tener cuidado y algo de desconfianza hacia lo
sospechoso y desconocido.
Ceres: diosa romana de la agricultura, las cosechas y la
fecundidad.
Clamar: quejarse, dar voces lastimosas, pidiendo favor
o ayuda.
Clamores: voces de tristeza y derrota.
Clemencia: compasión, moderación al aplicar justicia.
Collado: tierra que se levanta como un cerro, menos elevada
que el monte.
Colmenar: lugar donde están las colmenas.
Cóncavo: que se asemeja al interior de una circunferencia o
una esfera.
(De) contado: al instante, inmediatamente.
Convenidos: que hicieron un convenio, una promesa.
Corvetas: andar con las patas delanteras levantadas.
Coz: patada.
Denuedo: brío, esfuerzo, valor, intrepidez.
Derogar: abolir, anular una norma establecida, una ley o una
costumbre.
Desatino: locura, despropósito o error.
Desenfrenado: que se comporta sin moderación, sin pensar en
las consecuencias.
(Se) desgañita: se esfuerza violentamente gritando.
Desproveída: sin alimentos.
Desván: altillo, guardilla. La parte más alta de la casa, debajo
del techo, que se usa para guardar cosas.
Digerir: comer.
Donoso: que tiene gracia, elegancia.
Empresa: acción o tarea difícil. Para hacerla se requiere decisión
y esfuerzo.
fábulas
90
Enajenada: que ha perdido la razón de manera permanente o
transitoria.
Encarnizado: untado de sangre y feroz.
Encina: es un tipo de árbol.
Escarmentada: prevenida, consciente del anterior engaño.
Escarmiente: aprenda.
Esopo: fue un famoso escritor de fábulas griego. Es el padre de
todos los fabulistas.
Espesura: lugar muy poblado de árboles y matorrales.
Estrado: sitio de honor, algo elevado, en un salón de actos.
Exentos: a salvo, protegidos.
Fallezco: muero.
Fénix: ave fabulosa que se consumía por el fuego cada 500 años
y luego renacía de las cenizas.
Galeno: médico.
Gorjeo: hacer sonidos con la voz o la garganta.
Goloso: que tiene gula, come más de lo necesario.
Gotoso: que padece gota, una enfermedad de las articulaciones.
Grana: semillas menudas de varios vegetales.
Grillos: ataduras. Las cuerdas de la red que lo aprisionaban.
Guardilla: desván.
(En) guisa de: con intenciones de.
Halagüeño: que halaga, que dice cosas elogiosas, bonitas.
Herradores: encargados de poner las herraduras en las
pezuñas de burros y caballos.
Implorar: suplicar, rogar.
Importe: ganancias.
Insolencia: atrevimiento, descaro.
Irreprensible: que no merece reprensión, no merece que lo
corrijan.
Jornada: camino que se anda regularmente en un día de viaje.
félix maría samaniego
91
Jumento: burro.
Júpiter: dios principal de la mitología romana. Su nombre
significa «Padre de la luz».
Lazarillo: perro que guía o acompaña al ciego.
Lisonjas: alabanzas exageradas para ganar la voluntad de
alguien.
Lucio: suave, terso.
Magistrados: los que asistieron a la asamblea de cangrejos.
Maña: destreza, habilidad, astucia.
Marcial función: se refiere a la guerra.
Mastín: perro de caza.
Medroso: miedoso.
Monada: gesto o ademán gracioso.
Monsieur: en francés, señor.
Mudanza: cambio.
Músico de Tracia: se refiere a Orfeo, el músico más famoso de
la mitología griega.
Nogal: árbol de tronco grueso.
Novel: nuevo. Inexperto, sin experiencia.
Ochavo: moneda española de cobre.
Paraje: lugar.
Parlero: que habla mucho. En este caso se refiere a que hace
ruido.
Patarata: cosa ridícula y despreciable. Fácil.
Perdiz: ave un poco más grande que una paloma, común en
España.
Petimetre: persona que se ocupa mucho de su compostura y de
seguir las modas.
Piltrafas: restos de comida, carne flaca que es casi pellejo.
Pocilga: el lugar donde guardan a los cerdos.
Poltrón: flojo, perezoso, haragán, enemigo del trabajo.
fábulas
92
Pollino: burro.
(A) porfía: mucho.
Portento: cosa, acción o suceso que por su extrañeza o
novedad causa admiración.
Pregona: dice en voz alta, para que lo oigan todos.
Presteza: rapidez, diligencia.
Prorrumpe: sale rápidamente, con ruido y fuerza.
Próspera: abundante.
Providencia: se refiere a Dios.
Recado: mensaje o respuesta.
Recelo: sospecha, desconfianza.
Remontar el vuelo: ascender por el aire.
Rozagante: vistosa, bella.
Saciar: satisfacer, llenar, complacer.
Saña: furia, rencor.
Sauce: árbol que crece hasta 20 metros y se da a la orilla de los
ríos.
Serrallo: harén; palacio donde viven las esposas del sultán (el
sultán era un rey que tenía varias).
Soguero: los sogueros, o mozos de cordel, arrastraban cosas
con cuerdas, de espaldas.
Sombrío: oscuro, lleno de sombras.
Súbitamente: de repente.
Tabique: pared.
Teóricas razones: que sólo eran ideas, pero no se ponían en
práctica.
Tordo: pájaro muy común en España.
Traza: modo, apariencia o figura de alguien o algo.
Treta: engaño sutil e ingenioso para conseguir algo.
Turba: multitud de gente confusa y desordenada.
Ufano: arrogante, presuntuoso, engreído.
Usanza: costumbre.
félix maría samaniego
93
Valimiento: valía, importancia.
Vano: inútil. «En vano», también significa lo mismo.
Verbigracia: por ejemplo.
Villa: pueblo o ciudad.
Vocinglero: que habla mucho, pero dice cosas sin importancia.
Zagal: pastor joven.
l i b r o a l v i e n t o
t í t u l o s m á s
r e c i e n t e s
Colección Universal
Es de color naranja y en ella se agrupan todos textos que tienen
valor universal, que tienen cabida dentro de la tradición literaria
sin distinción de fronteras o épocas.
Colección Capital
Es de color morado y en ella se publican los textos que tengan
como temática a Bogotá y sus alrededores.
Colección Inicial
Es de color verde limón y está destinada al público infantil y pri-
meros lectores.
Colección Lateral
Es de color azul aguamarina y se trata de un espacio abierto a
géneros no tradicionales como la novela gráfica, la caricatura, los
epistolarios, la ilustración y otros géneros.
83	 Calidez aislada
	 Camilo Aguirre
	 Premio Beca de Creación Novela Gráfica 2011
84	 Ficções. Ficciones desde Brasil
	 Joaquim María Machado De Assís
	 Afonso Henriques De Lima Barreto
	 Graciliano Ramos · Clarice Lispector
	 Rubem Fonseca · Dalton Trevisan
	 Nélida Piñón · Marina Colasanti
	 Tabajara Ruas · Adriana Lunardi
85	 Lazarillo de Tormes
	 Anónimo
86	 ¿Sueñan los androides con alpacas eléctricas?
	 Antología de ciencia ficción contemporánea latinoamericana
	 Jorge Aristizábal Gáfaro · Jorge Enrique Lage
	 Bernardo Fernández · José Urriola
	 Pedro Mairal · Carlos Yushimito
87	 Las aventuras de Pinocho
	 Historia de una marioneta
	 Carlo Collodi
	 Traducción de Fredy Ordóñez
88	 Recetario santafereño
	 Selección y prólogo de Antonio García Ángel
89	 Cartas de tres océanos 1499-1575
	 Edición y traducción de Isabel Soler e Ignacio Vásquez
90	 Quillas, mástiles y velas
	 Textos portugueses sobre el mar
91	 Once poetas brasileros
	 Selección y prólogo de Sergio Cohn
	 Traducción de John Galán Casanova
92	 Recuerdos de Santafé
	 Soledad Acosta de Samper
93	 Semblanzas poco ejemplares
	 José María Cordovez Moure
94	 Fábulas de Samaniego
	 Félix María Samaniego
	 Ilustradas por Olga Cuéllar
f á b u l a s d e s a m a n i e g o f u e
e d i t a d o p o r e l i n s t i t u t o
d i s t r i t a l d e l a s a r t e s - i d a r t e s
p a r a s u b i b l i o t e c a libro al viento
b a j o e l n ú m e r o n o v e n t a y c u a t r o
y s e i m p r i m i ó e l m e s d e n o v i e m b r e
d e l a ñ o 2 0 1 3 e n b o g o t á
libro al
viento
Este
ejemplar de
Libro al Viento es
gratuito, pero además es
un bien público. Después
de leerlo devuélvalo a los
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  • 1.
  • 2. Una campaña de fomento a la lectura de la secretaría de cultura recreación y deporte y el instituto distrital de las artes – idartes libro al viento ci rcul ació n libro al viento g r a t u i t a
  • 3. l i b r o a l v i e n t o i n i c i a l
  • 5. alcaldía mayor de bogotá Gustavo Petro Urrego, Alcalde Mayor de Bogotá secretaría distrital de cultura, recreación y deporte Clarisa Ruiz Correal, Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte instituto distrital de las artes – idartes Santiago Trujillo Escobar, Director General Bertha Quintero Medina, Subdirectora de Artes Valentín Ortiz Díaz, Gerente del Área de Literatura Paola Cárdenas Jaramillo, Asesora Javier Rojas Forero, Asesor administrativo Mariana Jaramillo Fonseca, Asesora de Dimensiones Daniel Chaparro Díaz, Coordinador de Dimensiones Carlos Ramírez Pérez, Profesional universitario secretaría de educación del distrito Óscar Sánchez Jaramillo, Secretario de Educación Nohora Patricia Buriticá Céspedes, Subsecretaria de Calidad y Pertinencia José Miguel Villarreal Barón, Director de Educación Preescolar y Básica Sara Clemencia Hernández Jiménez, Luz Ángela Campos Vargas, Carmen Cecilia González Cristancho, Equipo de Lectura, Escritura y Oralidad Primera edición: Bogotá, octubre de 2013 © de esta edición Instituto Distrital de las Artes – idartes © Olga Cuéllar, por las ilustraciones, 2013 Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida, parcial o totalmente, por ningún medio de reproducción, sin consentimiento escrito del editor. www.institutodelasartes.gov.co isbn 978-958-58175-0-0 Edición: Antonio García Ángel Diseño gráfico: Óscar Pinto Siabatto Impreso en Bogotá por Caliche Impresores
  • 6. Contenido Samaniego 7 Libro primero El asno y el cochino 14 La cigarra y la hormiga 15 El herrero y el perro 18 El león y la zorra 21 Los dos amigos y el oso 24 Libro segundo La lechera 27 El zagal y las ovejas 32 El hombre y la culebra 34 El asno y el caballo 35 Libro tercero Congreso de los ratones 37 El cuervo y la serpiente 39 Libro cuarto El cazador y la perdiz 40 El enfermo y el médico (grafícable) 42 La tortuga y el águila 44
  • 7. 6 El león y el ratón 46 Los navegantes 48 Libro quinto El asno y el lobo 50 La gallina de los huevos de oro 53 Los cangrejos 55 El cuervo y el zorro 59 Los dos gallos 62 El lobo y el perro flaco 64 Libro sexto El camello y la pulga 67 Libro séptimo La mona 68 La paloma 69 Libro octavo El murciélago y la comadreja 70 Libro noveno El gato y las aves 73 Los dos perros 77 La gata con cascabeles 80 Los dos cazadores 84 El ladrón 87 Glosario 88
  • 8. 7 Samaniego Don Félix María Serafín Sánchez Samaniego y Zabala nació en La Guardia, provincia de La Rioja, el 12 de octubre de 1745. Era el quinto hijo de los nueve que tuvieron don Félix Sánchez Samaniego y doña Juana María Zabala, ambos de rancio abolengo guipuzcoano. Gracias a los medios económicos y al celo educativo de su padre pudo cultivar su intelecto y conocimientos. Primero estudió con Gaspar Calvo, licenciado en Artes por Valladolid, paje y maestro oficial de la casa; luego cursó durante tres años len- gua y humanidades en la escuela de Gramática de su pueblo natal. En 1758 viajó a Francia, continuó su formación en Bayona y luego en Burdeos. Regresó a España cinco años después y empezó a frecuentar las tierras de Azcoitia, Azpeitia y Verga- ra, donde vivía su tío abuelo, el conde de Peñaflori- da. En Azcoitia el conde solía reunirse con un grupo
  • 9. fábulas 8 de amigos amantes de la cultura y con inquietudes intelectuales. Ese grupo impulsó la creación de una sociedad, entre otras que había en Europa, hijas de la Ilustración y el deseo de progreso. Fue así como surgió la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, cuyo propósito, según el primero de sus es- tatutos, era «cultivar la inclinación y el gusto de la Nación Bascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras y Artes; corregir y pulir sus costumbres; desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias». En las tertulias de la sociedad Bascongada, el joven Sa- maniego, a instancias de su tío, leía algunas de sus fábulas. El particular éxito que tuvo La mona corrida lo impulsó a escribir con mayor dedicación el género que más tarde lo haría célebre. En 1767 se casa con doña Manuela Salcedo, que procedía de una familia bilbaína de clérigos y mili- tares. Los biógrafos antiguos la presentaban como persona agraciada, grave, decorosa y ordenada. Con el tiempo descubrieron que ella era estéril y por ello no pudieron tener descendencia, aunque el fabulista lo llevó con buen humor. Se fueron a vivir al palacio de Laguardia, aunque pasaban largas temporadas en la finca de La Escobosa, lugares donde Samanie- go llevaba una holgada vida de hidalgo campestre, alternando entre las tertulias, la buena mesa y la escritura.
  • 10. félix maría samaniego 9 En 1776, tras intensas gestiones en las que par- ticipó Samaniego, la Sociedad Bascongada consiguió la aprobación real para la fundación del Real Semi- nario Patriótico Bascongado, colegio en el que Sama- niego trabajará activamente en tareas pedagógicas y selección de profesores. Empieza a componer fábulas, primero casi sólo traducciones de La Fontaine, y se las lee a sus alumnos. En general son bien recibidas. En 1780 es elegido director del Real Seminario. A los alumnos de la institución dedica la primera serie de sus Fábulas, publicadas en 1781 y escritas siguiendo el precepto horaciano, propio de la Ilustración, de utile dulci y prodese et delectare, es decir, la unión de lo agradable con lo útil, del provecho con el deleite. Sus escritos se convierten en un éxito rotundo. A la felicitación de uno de sus alumnos responderá Sa- maniego «Si el hacer hablar a los animales me ha de producir tan preciosos frutos, desde luego prometo tenerlos mucho más tiempo en larga conversación». En 1782 Samaniego viajará a Madrid con una difícil misión diplomática. El centralismo borbónico había recortado los fueros alaveses en cuanto al libre comercio con América y la introducción a Castilla de productos y manufacturas de la provincia. A Sa- maniego lo nombran comisario de la Corte, para que intente solucionar el difícil problema. Aunque no lo- gró restaurar los fueros en su plenitud, hizo amistad
  • 11. fábulas 10 con el conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, consiguió pequeñas ventajas y que el decreto fuera menos estricto. Su paso por la Corte, en todo caso, fue fructífero para su producción. Allí publicó la se- gunda serie de sus Fábulas (1784) y empezó su cé- lebre enemistad con Iriarte, debido a que éste había publicado sus Fábulas en 1782, un año después que las de Samaniego, pero en el prólogo había escrito que debía «prevenir a los menos versados en nuestra erudición que ésta es la primera colección de fábu- las enteramente originales que se ha publicado en castellano». En 1786 regresa a Bilbao, retoma las riendas de su abandonada hacienda y frecuenta viejas amis- tades. En ocasiones intercambia pullas y epigramas con Iriarte. En 1792 decidió llevar una vida más tranquila y regresó a su villa natal, Laguardia. El 7 de marzo de 1793 Francia declara la guerra a Es- paña, en represalia por haber apoyado a los nobles contra la Revolución Francesa. Las posesiones de Samaniego quedaron muy resentidas luego de la in- vasión francesa a Cataluña y el País Vasco. En Tolosa se vendieron objetos para evitar su saqueo. El pala- cio de Yurreamendi fue convertido en cuartel de los invasores y su archivo fue quemado. Los franceses avanzan hasta Álava y toman Laguardia, donde sus posesiones no sufrieron demasiado, a diferencia de
  • 12. félix maría samaniego 11 las guipuzcoanas que quedaron totalmente desman- teladas. Peor fortuna vendría poco después, cuando el hacendado bilbaíno José María Murga, «para descar- go de mi conciencia», le denunció ante la Inquisición el 11 de marzo de 1793 por tenencia de libros pro- hibidos. El proceso se fue envenenando con viejas rencillas familiares, intrigas y maniobras por parte de aliados y acusadores. Inquieto por el camino que estaba tomando la investigación, Samaniego viaja a Madrid en 1794. Allí solicitó ayuda de un amigo que recién había sido nombrado ministro de Gracia y Justicia, quien interviene ante el inquisidor gene- ral Manuel Abad y Sierra. Finalmente se soluciona el asunto de manera privada. Los últimos episodios militares y políticos ha- bían minado su salud. Cayó enfermo y se refugió en la mansión de La Escobosa, para más tarde ir a Lo- groño, a casa de su hermana Francisca Javiera, que por su salud también quebradiza moriría en 1799. Dos años después, el 11 de agosto de 1801, después de recibir confesión y sacramentos, murió Félix Ma- ría Samaniego. Antes de expirar, al igual que lo dis- pusiera su maestro La Fontaine, Samaniego ordenó quemaran todos sus escritos. Por fortuna se salvaron las fábulas que estaban publicadas y algunos textos que poseían sus amigos.
  • 13. fábulas Bibliografía Palacios Fernández, Emilio, Félix María de Samaniego y la lite- ratura de la Ilustración. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000. Samaniego, Félix María, Fábulas, edición, apéndice y notas de Emilio Pascual. Ediciones Generales Anaya, Madrid, 1986. Samaniego, Félix María, Fábulas, edición, introducción y notas de Ernesto Jareño. Clásicos Castalia, Madrid, 1973. Samaniego, Félix María, Obras completas: poesía, teatro, ensayos, edición y prólogo de Emilio Palacios Fernández. Fundación José Antonio de Castro, Madrid, 2001.
  • 15. fábulas 14 El asno y el cochino Envidiando la suerte del Cochino, un Asno maldecía su destino. —Yo, decía, trabajo y como paja; él come harina y berza, y no trabaja. A mí me dan de palos cada día, a él le rascan y halagan a porfía. Así se lamentaba de su suerte; pero, luego que advierte que a la pocilga alguna gente avanza en guisa de matanza, armada de cuchillo y de caldera, y que con maña fiera dan al gordo Cochino fin sangriento, dijo entre sí el Jumento: «Si en esto para el ocio y los regalos, al trabajo me atengo y a los palos».
  • 16. félix maría samaniego 15 La cigarra y la hormiga Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno. Los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del preciso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. Habitaba la Hormiga allí, tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto la dijo: —Doña Hormiga, pues que en vuestros graneros
  • 17. fábulas sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que, alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudéis en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo. La codiciosa Hormiga respondió con denuedo, ocultando a la espalda
  • 18. 17 las llaves del granero: —¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, ¿que has hecho en el buen tiempo? —Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento. —¡Hola!, ¿conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.
  • 19. fábulas 18 El herrero y el perro Un Herrero tenía un Perro que no hacía sino comer, dormir y estarse echado; de la casa jamás tuvo cuidado. Levantábase sólo a mesa puesta; entonces con gran fiesta al dueño se acercaba, con perrunas caricias lo halagaba,
  • 20. 19 mostrando de cariño mil excesos por pillar las piltrafas y los huesos. —He llegado a notar, le dijo el Amo, que, aunque nunca te llamo a la mesa, te llegas prontamente; en la fragua jamás te vi presente, y yo me maravillo de que, no dispertándote el martillo, te desveles al ruido de mis dientes. Anda, anda, poltrón; no es bien que cuentes que el Amo, hecho un gañán y sin reposo,
  • 21. fábulas 20 te mantiene a lo conde muy ocioso. El Perro le responde: —¿Qué más tiene que yo cualquiera conde? Para no trabajar debo al destino haber nacido Perro y no pollino. —Pues, señor conde, fuera de mi casa; verás en las demás lo que te pasa. En efecto, salió a probar fortuna y las casas anduvo de una en una. Allí le hacen servir de centinela y que pase la noche toda en vela, acá de lazarillo y de danzante, allá, dentro de un torno, a cada instante asa la carne que comer no espera. Al cabo conoció de esta manera que el destino, y no es cuento, a todos nos cargó como al jumento.
  • 22. félix maría samaniego El león y la zorra Un León en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano perseguía, hambriento y fiero, al mamón becerrillo y al cordero, que, trepando por la áspera montaña, huían libremente de su saña. Afligido de la hambre a par de muerte, discurrió su remedio de esta suerte: Hace correr la voz de que se hallaba enfermo en su palacio, y deseaba
  • 23. fábulas 22 ser de los animales visitado. Acudieron algunos de contado; mas como el grave mal que lo postraba era una hambre voraz, tan sólo usaba la receta exquisita de engullirse al monsieur de la visita.
  • 24. félix maría samaniego Acércase la Zorra de callada y, a la puerta asomada, atisba muy despacio la entrada de aquel cóncavo palacio. El León la divisó, y en el momento la dice: —Ven acá; pues que me siento en el último instante de mi vida, visítame como otros, mi querida. —¿Cómo otros? ¡Ah, señor!, he conocido que entraron, sí, pero que no han salido. Mirad, mirad la huella, bien claro lo dice ella; y no es bien el entrar do no se sale. La prudente cautela mucho vale.
  • 25. fábulas Los dos amigos y el oso A dos Amigos se aparece un Oso: El uno, muy medroso, en las ramas de un árbol se asegura;
  • 26. el otro, abandonado a la ventura, se finge muerto repentinamente. El Oso se le acerca lentamente: Mas como este animal, según se cuenta, de cadáveres nunca se alimenta, sin ofenderlo lo registra y toca,
  • 27. fábulas huélele las narices y la boca; no le siente el aliento, ni el menor movimiento; y así, se fue diciendo sin recelo: —Éste tan muerto está como mi abuelo. Entonces el cobarde, de su grande amistad haciendo alarde, del árbol se desprende muy ligero. Corre, llega y abraza al compañero; pondera la fortuna de haberlo hallado sin lesión alguna, y al fin le dice: —Sepas que he notado que el Oso te decía algún recado. ¿Qué pudo ser? —Direte lo que ha sido, estas dos palabritas al oído: Aparta tu amistad de la persona que si te ve en el riesgo, te abandona.
  • 28. félix maría samaniego La lechera Llevaba en la cabeza una Lechera el cántaro al mercado con aquella presteza, aquel aire sencillo, aquel agrado, que va diciendo a todo el que lo advierte: ¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte! Porque no apetecía más compañía que su pensamiento, que alegre la ofrecía inocentes ideas de contento, marchaba sola la feliz Lechera, y decía entre sí de esta manera: «Esta leche vendida, en limpio me dará tanto dinero, y con esta partida
  • 29. fábulas 28 un canasto de huevos comprar quiero, para sacar cien pollos, que al estío me rodeen cantando el pío, pío. Del importe logrado de tanto pollo mercaré un cochino; con bellota, salvado, berza, castaña engordará sin tino; tanto, que puede ser que yo consiga ver cómo se le arrastra la barriga. Llevarelo al mercado, sacaré de él, sin duda, buen dinero: Compraré de contado una robusta vaca y un ternero, que salte y corra toda la campaña, hasta el monte cercano a la cabana». Con este pensamiento enajenada, brinca de manera
  • 31. fábulas que a su salto violento el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera! ¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero. ¡Oh loca fantasía, qué palacios fabricas en el viento! Modera tu alegría; no sea que, saltando de contento
  • 32. félix maría samaniego 31 al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo la esperanza. No seas ambiciosa de mejor o más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro; mira que ni el presente está seguro.
  • 33. fábulas 32 El zagal y las ovejas Apacentando un Joven su ganado, gritó desde la cima de un collado: —¡Favor!, que viene el lobo, labradores. Éstos, abandonando sus labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; segunda vez los burla, ¡linda gracia! Pero ¿qué sucedió la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el Zagal se desgañita, y por más que patea, llora y grita, no se mueve la gente escarmentada,
  • 34. félix maría samaniego 33 y el lobo le devora la manada. ¡Cuántas veces resulta de un engaño contra el engañador el mayor daño!
  • 35. fábulas 34 El hombre y la culebra A una Culebra que, de frío yerta, en el suelo yacía medio muerta un Labrador cogió; mas fue tan bueno, que incautamente la abrigó en su seno. Apenas revivió, cuando la ingrata a su gran bienhechor traidora mata.
  • 36. félix maría samaniego El asno y el caballo —¡Ah, quién fuese Caballo!, un Asno melancólico decía, entonces sí que nadie me vería flaco, triste y fatal como me hallo. Tal vez un caballero me mantendría ocioso y bien comido, dándose su merced por muy servido con corvetas y saltos de carnero. Trátanme ahora como vil y bajo, de risa sirve mi contraria suerte; quien me apalea más, más se divierte, y menos como, cuando más trabajo. No es posible encontrar sobre la tierra infeliz como yo. Tal se juzgaba, cuando al Caballo ve cómo pasaba, con su jinete y armas a la guerra. Entonces conoció su desatino,
  • 37. fábulas 36 rióse de corvetas y regalos, y dijo: —Que trabaje y lluevan palos, no me saquen los dioses de Pollino.
  • 38. félix maría samaniego 37 Congreso de los ratones Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio, que después de las aguas del diluvio fue padre universal de lodo Gato, ha sido Miauragato quien más sangrientamente persiguió a la infeliz ratona gente. Lo cierto es que, obligada de su persecución la desdichada, en Ratópolis tuvo su congreso. Propuso el elocuente Roequeso echarle un cascabel, y de esa suerte al ruido escaparían de la muerte. El proyecto aprobaron uno a uno; ¿quién lo ha de ejecutar?, eso ninguno. —Yo soy corto de vista. —Yo muy viejo. —Yo gotoso, decían. El concejo
  • 39. fábulas 38 se acabó como muchos en el mundo. Proponen un proyecto sin segundo; lo aprueban; hacen otro. ¡Qué portento! Pero ¿la ejecución? Ahí está el cuento.
  • 40. félix maría samaniego 39 El cuervo y la serpiente Pilló el Cuervo dormida a la Serpiente, y, al quererse cebar en ella hambriento, le mordió venenosa. Sepa el cuento quien sigue a su apetito incautamente.
  • 41. fábulas El cazador y la perdiz Una Perdiz en celo reclamada vino a ser en la red aprisionada. Al Cazador, la mísera decía: —Si me das libertad, en este día te he de proporcionar un gran consuelo.
  • 42. félix maría samaniego Por ese campo extenderé mi vuelo; juntaré a mis amigas en bandada, que guiaré a tus redes, engañada; y tendrás, sin costarte dos ochavos, doce Perdices como doce pavos. —¡Engañar y vender a tus amigas! ¿Y así crees que me obligas?, respondió el Cazador. Pues no, señora; muere, y paga la pena de traidora. La Perdiz fue bien muerta, no es dudable. La traición, aun soñada, es detestable.
  • 43. fábulas 42 El enfermo y el médico Un miserable Enfermo se moría, y el Médico importuno le decía: —Usted se muere, yo se lo confieso; pero, por la alta ciencia que profeso, conozco y le aseguro firmemente, que ya estuviera sano, si se hubiese acudido más temprano con el benigno clíster detergente.
  • 44. félix maría samaniego El triste Enfermo, que lo estaba oyendo, volvió la espalda al Médico, diciendo: —Señor Galeno, su consejo alabo. «Al asno muerto, la cebada al rabo». Todo varón prudente aconseja en el tiempo conveniente; que es hacer de la ciencia vano alarde, dar el consejo cuando llega tarde.
  • 45. fábulas 44 La tortuga y la águila Una Tortuga a una Águila rogaba la enseñase a volar; así la hablaba: —Con sólo que me des cuatro lecciones, ligera volaré por las regiones; ya remontando el vuelo por medio de los aires hasta el cielo, veré cercano al sol y las estrellas, y otras cien cosas bellas; ya, rápida bajando, de ciudad en ciudad iré pasando; y de este fácil, delicioso modo, lograré en pocos días verlo todo. La Águila se rió del desatino; la aconseja que siga su destino, cazando torpemente con paciencia, pues lo dispuso así la Providencia. Ella insiste en su antojo ciegamente.
  • 46. félix maría samaniego 45 La reina de las aves prontamente la arrebata, la lleva por las nubes. —Mira, la dice, mira cómo subes. Y al preguntarla, dijo «¿vas contenta?», se la deja caer y se revienta. Para que así escarmiente, quien desprecia el consejo del prudente.
  • 47. fábulas 46 El león y el ratón Estaba un Ratoncillo aprisionado en las garras de un León; el desdichado en la tal ratonera no fue preso por ladrón de tocino ni de queso, sino porque con otros molestaba al León, que en su retiro descansaba. Pide perdón, llorando su insolencia. Al oír implorar la real clemencia, responde el Rey en majestuoso tono: —No dijera más Tito, te perdono. Poco después, cazando, el León tropieza en una red oculta en la maleza: Quiere salir, mas queda prisionero; atronando la selva, ruge fiero. El libre Ratoncillo, que lo siente, corriendo llega: Roe diligente los nudos de la red de tal manera, que, al fin, rompió los grillos de la fiera.
  • 48. félix maría samaniego Conviene al poderoso para los infelices ser piadoso, tal vez se puede ver necesitado del auxilio de aquel más desdichado.
  • 49. Los navegantes Lloraban unos tristes Pasajeros viendo su pobre nave combatida de recias olas y de vientos fieros, ya casi sumergida; cuando súbitamente el viento calma, el ciclo se serena, y la afligida gente convierte en risa la pasada pena. Mas el Piloto estuvo muy sereno, tanto en la tempestad como en bonanza: Pues sabe que lo malo y que lo bueno está sujeto a súbita mudanza.
  • 50.
  • 51. fábulas 50 El asno y el lobo Un Burro cojo vio que le seguía un Lobo cazador y, no pudiendo huir de su enemigo, le decía: —Amigo Lobo, yo me estoy muriendo; me acaban por instantes los dolores de este maldito pie de que cojeo; si yo no me valiese de herradores, no me vería así como me veo. Y pues fallezco, sé caritativo; sácame con los dientes este clavo, muera yo sin dolor tan excesivo, y cómeme después de cabo a rabo. —¡Oh!, dijo el cazador con ironía, contando con la presa ya en la mano, no solamente sé la anatomía, sino que soy perfecto cirujano. El caso es para mí una patarata,
  • 52. félix maría samaniego la operación no más que de un momento; alargue bien la pata, y no se me acobarde, buen Jumento. Con su estuche molar desenvainado el nuevo profesor llega al doliente;
  • 53. fábulas 52 mas éste le dispara de contado una coz que lo deja sin un diente. Escapa el cojo, pero el triste herido llorando se quedó su desventura. —¡Ay infeliz de mí!, bien merecido el pago tengo de mi gran locura. Yo siempre me llevé el mejor bocado en mi oficio de Lobo carnicero; pues, si puedo vivir tan regalado, ¿a qué meterme ahora a curandero? Hablemos en razón: No tiene juicio, quien deja el propio por ajeno oficio.
  • 54. félix maría samaniego 53 La gallina de los huevos de oro Érase una Gallina que ponía un huevo de oro al dueño cada día. Aun con tanta ganancia mal contento, quiso el rico avariento
  • 55. fábulas 54 descubrir de una vez la mina de oro, y hallar en menos tiempo más tesoro. Matóla, abrióla el vientre de contado; pero, después de haberla registrado, ¿qué sucedió? Que muerta la Gallina, perdió su huevo de oro y no halló mina. ¡Cuántos hay que teniendo lo bastante, enriquecerse quieren al instante, abrazando proyectos a veces de tan rápidos efectos, que sólo en pocos meses, cuando se contemplaban ya marqueses contando sus millones, se vieron en la calle sin calzones!
  • 56. 55 Los cangrejos Los más autorizados, los más viejos de todos los Cangrejos una gran asamblea celebraron. Entre los graves puntos que trataron, a propuesta de un docto presidente, como resolución la más urgente tomaron la que sigue: —Pues que al mundo estamos dando ejemplo sin segundo, el más vil y grosero en andar hacia atrás como el soguero; siendo cierto también que los ancianos, duros de pies y manos, causándonos los años pesadumbre, no podemos vencer nuestra costumbre. Toda madre, desde este mismo instante, ha de enseñar a andar hacia delante a sus hijos; y dure la enseñanza
  • 57. fábulas hasta quitar del mundo tal usanza. —Garras a la obra, dicen las maestras, que se creían diestras. Y, sin dejar ninguno, ordenan a sus hijos uno a uno que muevan sus patitas blandamente hacia adelante sucesivamente. Pasito a paso, al modo que podían, ellos obedecían; pero al ver a sus madres que marchaban al revés de lo que ellas enseñaban, olvidando los nuevos documentos, imitaban sus pasos, más contentos.
  • 58. félix maría samaniego 57 Repetían las madres sus lecciones, mas no bastaban teóricas razones; porque obraba en los jóvenes Cangrejos, sólo un ejemplo más que mil consejos. Cada maestra se aflige y desconsuela, no pudiendo hacer práctica su escuela; de modo que en efecto abandonaron todas el proyecto.
  • 59. fábulas 58 Los magistrados saben el suceso, y en su pleno congreso la nueva ley al punto derogaron, porque se aseguraron de que en vano intentaban la reforma, cuando ellos no sabían ser la norma. Y es así: Que la fuerza de las leyes suele ser el ejemplo de los reyes.
  • 60. félix maría samaniego 59 El cuervo y el zorro En la rama de un árbol, bien ufano y contento, con un queso en el pico estaba el señor Cuervo. Del olor atraído un Zorro muy maestro, le dijo estas palabras a poco más o menos: —Tenga usted buenos días, señor Cuervo, mi dueño; vaya que estáis donoso, mono, lindo en extremo; yo no gasto lisonjas, y digo lo que siento; que si a tu bella traza corresponde el gorjeo, juro a la diosa Ceres,
  • 61. 60
  • 62. félix maría samaniego 61 siendo testigo el cielo, que tú serás el fénix de sus vastos imperios. Al oír un discurso tan dulce y halagüeño, de vanidad llevado, quiso cantar el Cuervo. Abrió su negro pico, dejó caer el queso; el muy astuto Zorro, después de haberlo preso, le dijo: —Señor bobo, pues sin otro alimento quedáis con alabanzas tan hinchado y repleto, digerid las lisonjas mientras digiero el queso. Quien oye aduladores, nunca espere otro premio.
  • 63. fábulas 62 Los dos gallos Habiendo a su rival vencido un Gallo, quedó entre sus gallinas victorioso, más grave, más pomposo que el mismo gran Sultán en su serrallo. Desde un alto pregona vocinglero su gran hazaña. El gavilán lo advierte, lo pilla, lo arrebata, y por su muerte, quedó el rival señor del gallinero. Consuele al abatido tal mudanza: Sirva también de ejemplo a los mortales, que se juzgan exentos de los males cuando se ven en próspera bonanza.
  • 65. fábulas 64 El lobo y el perro flaco Distante de la aldea, iba cazando un Perro flaco, que parecía un andante esqueleto. Cuando menos lo piensa, un Lobo lo hizo preso. Aquí de sus clamores, de sus llantos y ruegos. —Decidme, señor Lobo, ¿qué queréis de mi cuerpo, si no tiene otra cosa que huesos y pellejo? Dentro de quince días casa a su hija mi dueño, y ha de haber para todos arroz y gallo muerto.
  • 66. félix maría samaniego 65 Dejadme ahora libre; que, pasado este tiempo, podrás comerme a gusto, lucio, gordo y relleno. Quedaron convenidos; y, apenas se cumplieron los días señalados, el Lobo buscó al Perro.
  • 67. fábulas 66 Estábase en su casa con otro compañero, llamado Matalobos, Mastín de los más Fieros. Salen a recibirlo; al punto que lo vieron, Matalobos bajaba con corbatín de hierro. No era el Lobo persona de tantos cumplimientos; y así, por no gastarlos, cedió de su derecho. Huía, y lo llamaban; mas él iba diciendo con el rabo entre piernas: «Pies, ¿para qué os quiero?». Hasta los niños saben que es de mayor aprecio un pájaro en la mano que por el aire ciento.
  • 68. félix maría samaniego 67 El camello y la pulga Al que ostenta valimiento, cuando su poder es tal que ni influye en bien ni en mal, le quiero contar un cuento. En una larga jornada un Camello muy cargado exclamó, ya fatigado: —¡Oh que carga tan pesada! Doña Pulga, que montada iba sobre él, al instante se apea, y dice arrogante: —Del peso te libro yo. El Camello respondió: —Gracias, señor Elefante.
  • 69. fábulas 68 La mona Subió una Mona a un nogal, y, cogiendo una nuez verde, en la cascara la muerde; conque la supo muy mal. Arrojola el animal, y se quedó sin comer. Así suele suceder a quien su empresa abandona, porque halla, como la Mona, al principio qué vencer.
  • 70. félix maría samaniego 69 La paloma Un pozo pintado vio una Paloma sedienta: Tiróse a él tan violenta, que contra la tabla dio. Del golpe, al suelo cayó, y allí muere de contado. De su apetito guiado, por no consultar al juicio, así vuela al precipicio el hombre desenfrenado.
  • 71. 70 El murciélago y la comadreja Cayó, sin saber cómo, un Murciélago a tierra; al instante le atrapa la lista Comadreja. Clamaba el desdichado, viendo su muerte cerca. Ella le dice: —Muere, que por naturaleza soy mortal enemiga de todo cuanto vuela. El avechucho grita, y mil veces protesta
  • 72. félix maría samaniego 71 que él es ratón, cual todos los de su descendencia. Con esto, ¡qué fortuna!, el preso se liberta. Pasado cierto tiempo, no sé de qué manera, segunda vez le pilla: Él nuevamente ruega; mas ella le responde que Júpiter la ordena tenga paz con las aves, con los ratones guerra. —¿Soy yo ratón acaso? Yo creo que estás ciega. ¿Quieres ver cómo vuelo? En efecto, le deja, y a merced de su ingenio libre el pájaro vuela. Aquí aprendió de Esopo la gente marinera,
  • 73. fábulas 72 murciélagos que fingen pasaporte y bandera. No importa que haya pocos ingleses comadrejas; tal vez puede de un riesgo sacarnos una treta.
  • 74. félix maría samaniego 73 El gato y las aves Charlatanes se ven por todos lados, en plazas y en estrados, que ofrecen sus servicios, ¡cosa rara!, a todo el mundo por su linda cara. Éste, químico y médico excelente, cura a todo doliente; pero gratis: No se hable de dinero. El otro, petimetre caballero, canta, toca, dibuja, borda, danza, y ofrece la enseñanza gratis, por afición, a cierta gente. Veremos en la fábula siguiente si puede haber en esto algún engaño. La prudente cautela no hace daño. Dejando los desvanes y rincones desiertos de ratones, el señor Mirrimiz, Gato de maña,
  • 75. 74 se salió de la villa a la campaña. En paraje sombrío, a la orilla de un río de sauces coronado, en unas matas se quedó agachado. El Gatazo callaba como un muerto, escuchando el concierto de dos mil Avecillas, que en las ramas cantaban maravillas; pero callaba en vano, mientras no se acercaban a su mano los músicos volantes, pues quería Mirrimiz arreglar la sinfonía.
  • 76. félix maría samaniego Cansado de esperar, prorrumpe al cabo, sacando la cabeza: —Bravo, bravo. La turba calla: Cada cual procura alejarse o meterse en la espesura; mas él les persuadió con buenos modos, y al fin logró que le escuchasen todos. —No soy Gato montes o campesino. Soy honrado vecino de la cercana villa: Fui Gato de un maestro de capilla; la música aprendí, y aun, si me empeño, veréis cómo os la enseño, pero gratis y en menos de una hora.
  • 77. fábulas 76 ¡Qué cosa tan sonora será el oír un coro de cantores, verbigracia calandrias, ruiseñores! Con estas y otras cosas diferentes, algunas de las Aves inocentes con manso vuelo a Mirrimiz llegaron: Todas en torno de él se colocaron. Entonces, con más gracia y más diestro que el músico de Tracia, echando su compás hacia el más gordo, consigue gratis merendarse un tordo.
  • 78. félix maría samaniego 77 Los dos perros Procure ser en todo lo posible, el que ha de reprender, irreprensible. Sultán, perro goloso y atrevido, en su casa robó, por un descuido, una pierna excelente de carnero. Pinto, gran tragador, su compañero, le encuentra con la presa encarnizado, ojo al través, colmillo acicalado, fruncidas las narices y gruñendo. —¿Qué cosa estás haciendo, desgraciado Sultán?, Pinto le dice. ¿No sabes, infelice, que un Perro infiel, ingrato, no merece ser perro, sino gato?
  • 79. fábulas 78 ¡Al amo, que nos fía la custodia de casa noche y día, nos halaga, nos cuida y alimenta, le das tan buena cuenta que le robas, goloso, la pierna del carnero más jugoso! Como amigo te ruego
  • 80. félix maría samaniego 79 no la maltrates más: Déjala luego. —Hablas, dijo Sultán, perfectamente. Una duda me queda solamente para seguir al punto tu consejo: Di, ¿te la comerás, si yo la dejo?
  • 81. fábulas La gata con cascabeles Salió cierta mañana Zapaquilda al tejado con un collar de grana, de pelo y cascabeles adornado. Al ver tal maravilla, del alto corredor y la guardilla van saltando los gatos de uno en uno.
  • 82. félix maría samaniego Pero, cesando al fin el sonsonete, dijo que por juguete quitó el collar al perro su señora, y se lo puso a ella. Cierto que Zapaquilda estaba bella: A todos enamora, tanto, que en la gatesca compañía, cuál dice su atrevido pensamiento, cuál se encrespa celoso; riñen éste y aquél con ardimiento.
  • 83. fábulas 82 Congrégase al instante tal concurso gatuno en torno de la Dama rozagante, que entre flexibles colas arboladas apenas divisarla se podía. Ella, con mil monadas, el cascabel parlero sacudía. Pero, cesando al fin el sonsonete, dijo que por juguete quitó el collar al perro su señora, y se lo puso a ella. Cierto que Zapaquilda estaba bella: A todos enamora, tanto, que en la gatesca compañía, cuál dice su atrevido pensamiento, cuál se encrespa celoso; riñen éste y aquél con ardimiento,
  • 84. félix maría samaniego 83 pues con ansia quería cada gato soltero ser su esposo. Entre los arañazos y maullidos levántase Garraf, Gato prudente, y a los enfurecidos les grita: —Novel gente, ¡Gata con cascabeles por esposa! ¿Quién pretende tal cosa? ¿No veis que el cascabel la caza ahuyenta, y que la dama hambrienta necesita sin duda que el marido, ausente y aburrido, busque la provisión en los desvanes, mientras ella, cercada de galanes, porque el mundo la vea, de tejado en tejado se pasea? Marchose Zapaquilda convencida, y lo mismo quedó la concurrencia. ¡Cuántos chascos se llevan en la vida los que no miran más que la apariencia!
  • 85. fábulas 84 Los dos cazadores Que en una marcial función, o cuando el caso lo pida, arriesgue un hombre su vida, digo que es mucha razón. Pero el que por diversión exponer su vida quiera a juguete de una fiera, o peligros no menores, sepa de dos Cazadores una historia verdadera. Pedro Ponce el valeroso y Juan Carranza el prudente vieron venir frente a frente al lobo más horroroso. El prudente, temeroso, a una encina se abalanza, y cual otro Sancho Panza,
  • 86. félix maría samaniego 85 en las ramas se salvó. Pedro Ponce allí murió. Imitemos a Carranza.
  • 88. félix maría samaniego 87 El ladrón Por catar una colmena cierto goloso Ladrón, del venenoso aguijón tuvo que sufrir la pena. —La miel, dice, está muy buena: Es un bocado exquisito. Por el aguijón maldito no volveré al colmenar. ¡Lo que tiene el encontrar la pena tras el delito!
  • 89. 88 Glosario Abatido: vencido, derrotado. Acicalado: pulido, afilado. Aduladores: que halagan, lisonjean, adulan. Afligida: que sufre. Al remo: sufriendo penalidades y trabajos. Alarde: demostraciones ruidosas, vistosas. Anatomía: conocimiento de las diferentes partes del cuerpo de los animales. Apea: baja, desmonta. Aposento: casa, habitación. Arboladas: como árboles. Ardimiento: con valentía, con intrepidez. Asno: burro, que también se puede decir pollino o jumento. Atisbar: mirar, observar con cuidado. Avechucho: ave de figura desagradable. Bandada: número crecido de aves que vuelan juntas. Berza: verdura parecida al repollo. Bonanza: tiempo tranquilo o sereno en el mar. También puede significar buena suerte o éxito en lo que se hace u ocurre. (De) cabo a rabo: por completo, entero. Calandria: pájaro de pico grueso, cantor. Campaña: campo.
  • 90. félix maría samaniego 89 Cantarillo: se refiere al cántaro en que lleva la leche. Cántaro: vasija grande de barro o metal, barrigona y de boca estrecha. Cautela: tener cuidado y algo de desconfianza hacia lo sospechoso y desconocido. Ceres: diosa romana de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. Clamar: quejarse, dar voces lastimosas, pidiendo favor o ayuda. Clamores: voces de tristeza y derrota. Clemencia: compasión, moderación al aplicar justicia. Collado: tierra que se levanta como un cerro, menos elevada que el monte. Colmenar: lugar donde están las colmenas. Cóncavo: que se asemeja al interior de una circunferencia o una esfera. (De) contado: al instante, inmediatamente. Convenidos: que hicieron un convenio, una promesa. Corvetas: andar con las patas delanteras levantadas. Coz: patada. Denuedo: brío, esfuerzo, valor, intrepidez. Derogar: abolir, anular una norma establecida, una ley o una costumbre. Desatino: locura, despropósito o error. Desenfrenado: que se comporta sin moderación, sin pensar en las consecuencias. (Se) desgañita: se esfuerza violentamente gritando. Desproveída: sin alimentos. Desván: altillo, guardilla. La parte más alta de la casa, debajo del techo, que se usa para guardar cosas. Digerir: comer. Donoso: que tiene gracia, elegancia. Empresa: acción o tarea difícil. Para hacerla se requiere decisión y esfuerzo.
  • 91. fábulas 90 Enajenada: que ha perdido la razón de manera permanente o transitoria. Encarnizado: untado de sangre y feroz. Encina: es un tipo de árbol. Escarmentada: prevenida, consciente del anterior engaño. Escarmiente: aprenda. Esopo: fue un famoso escritor de fábulas griego. Es el padre de todos los fabulistas. Espesura: lugar muy poblado de árboles y matorrales. Estrado: sitio de honor, algo elevado, en un salón de actos. Exentos: a salvo, protegidos. Fallezco: muero. Fénix: ave fabulosa que se consumía por el fuego cada 500 años y luego renacía de las cenizas. Galeno: médico. Gorjeo: hacer sonidos con la voz o la garganta. Goloso: que tiene gula, come más de lo necesario. Gotoso: que padece gota, una enfermedad de las articulaciones. Grana: semillas menudas de varios vegetales. Grillos: ataduras. Las cuerdas de la red que lo aprisionaban. Guardilla: desván. (En) guisa de: con intenciones de. Halagüeño: que halaga, que dice cosas elogiosas, bonitas. Herradores: encargados de poner las herraduras en las pezuñas de burros y caballos. Implorar: suplicar, rogar. Importe: ganancias. Insolencia: atrevimiento, descaro. Irreprensible: que no merece reprensión, no merece que lo corrijan. Jornada: camino que se anda regularmente en un día de viaje.
  • 92. félix maría samaniego 91 Jumento: burro. Júpiter: dios principal de la mitología romana. Su nombre significa «Padre de la luz». Lazarillo: perro que guía o acompaña al ciego. Lisonjas: alabanzas exageradas para ganar la voluntad de alguien. Lucio: suave, terso. Magistrados: los que asistieron a la asamblea de cangrejos. Maña: destreza, habilidad, astucia. Marcial función: se refiere a la guerra. Mastín: perro de caza. Medroso: miedoso. Monada: gesto o ademán gracioso. Monsieur: en francés, señor. Mudanza: cambio. Músico de Tracia: se refiere a Orfeo, el músico más famoso de la mitología griega. Nogal: árbol de tronco grueso. Novel: nuevo. Inexperto, sin experiencia. Ochavo: moneda española de cobre. Paraje: lugar. Parlero: que habla mucho. En este caso se refiere a que hace ruido. Patarata: cosa ridícula y despreciable. Fácil. Perdiz: ave un poco más grande que una paloma, común en España. Petimetre: persona que se ocupa mucho de su compostura y de seguir las modas. Piltrafas: restos de comida, carne flaca que es casi pellejo. Pocilga: el lugar donde guardan a los cerdos. Poltrón: flojo, perezoso, haragán, enemigo del trabajo.
  • 93. fábulas 92 Pollino: burro. (A) porfía: mucho. Portento: cosa, acción o suceso que por su extrañeza o novedad causa admiración. Pregona: dice en voz alta, para que lo oigan todos. Presteza: rapidez, diligencia. Prorrumpe: sale rápidamente, con ruido y fuerza. Próspera: abundante. Providencia: se refiere a Dios. Recado: mensaje o respuesta. Recelo: sospecha, desconfianza. Remontar el vuelo: ascender por el aire. Rozagante: vistosa, bella. Saciar: satisfacer, llenar, complacer. Saña: furia, rencor. Sauce: árbol que crece hasta 20 metros y se da a la orilla de los ríos. Serrallo: harén; palacio donde viven las esposas del sultán (el sultán era un rey que tenía varias). Soguero: los sogueros, o mozos de cordel, arrastraban cosas con cuerdas, de espaldas. Sombrío: oscuro, lleno de sombras. Súbitamente: de repente. Tabique: pared. Teóricas razones: que sólo eran ideas, pero no se ponían en práctica. Tordo: pájaro muy común en España. Traza: modo, apariencia o figura de alguien o algo. Treta: engaño sutil e ingenioso para conseguir algo. Turba: multitud de gente confusa y desordenada. Ufano: arrogante, presuntuoso, engreído. Usanza: costumbre.
  • 94. félix maría samaniego 93 Valimiento: valía, importancia. Vano: inútil. «En vano», también significa lo mismo. Verbigracia: por ejemplo. Villa: pueblo o ciudad. Vocinglero: que habla mucho, pero dice cosas sin importancia. Zagal: pastor joven.
  • 95. l i b r o a l v i e n t o t í t u l o s m á s r e c i e n t e s Colección Universal Es de color naranja y en ella se agrupan todos textos que tienen valor universal, que tienen cabida dentro de la tradición literaria sin distinción de fronteras o épocas. Colección Capital Es de color morado y en ella se publican los textos que tengan como temática a Bogotá y sus alrededores. Colección Inicial Es de color verde limón y está destinada al público infantil y pri- meros lectores. Colección Lateral Es de color azul aguamarina y se trata de un espacio abierto a géneros no tradicionales como la novela gráfica, la caricatura, los epistolarios, la ilustración y otros géneros.
  • 96. 83 Calidez aislada Camilo Aguirre Premio Beca de Creación Novela Gráfica 2011 84 Ficções. Ficciones desde Brasil Joaquim María Machado De Assís Afonso Henriques De Lima Barreto Graciliano Ramos · Clarice Lispector Rubem Fonseca · Dalton Trevisan Nélida Piñón · Marina Colasanti Tabajara Ruas · Adriana Lunardi 85 Lazarillo de Tormes Anónimo 86 ¿Sueñan los androides con alpacas eléctricas? Antología de ciencia ficción contemporánea latinoamericana Jorge Aristizábal Gáfaro · Jorge Enrique Lage Bernardo Fernández · José Urriola Pedro Mairal · Carlos Yushimito 87 Las aventuras de Pinocho Historia de una marioneta Carlo Collodi Traducción de Fredy Ordóñez 88 Recetario santafereño Selección y prólogo de Antonio García Ángel 89 Cartas de tres océanos 1499-1575 Edición y traducción de Isabel Soler e Ignacio Vásquez 90 Quillas, mástiles y velas Textos portugueses sobre el mar 91 Once poetas brasileros Selección y prólogo de Sergio Cohn Traducción de John Galán Casanova 92 Recuerdos de Santafé Soledad Acosta de Samper 93 Semblanzas poco ejemplares José María Cordovez Moure 94 Fábulas de Samaniego Félix María Samaniego Ilustradas por Olga Cuéllar
  • 97. f á b u l a s d e s a m a n i e g o f u e e d i t a d o p o r e l i n s t i t u t o d i s t r i t a l d e l a s a r t e s - i d a r t e s p a r a s u b i b l i o t e c a libro al viento b a j o e l n ú m e r o n o v e n t a y c u a t r o y s e i m p r i m i ó e l m e s d e n o v i e m b r e d e l a ñ o 2 0 1 3 e n b o g o t á libro al viento Este ejemplar de Libro al Viento es gratuito, pero además es un bien público. Después de leerlo devuélvalo a los puntos de distribución para que pueda circular entre los demás lectores.