La familia Otis se muda al Castillo de Canterville a pesar de las advertencias sobre un fantasma. Descubren una mancha de sangre que no se puede quitar y al fantasma llorando, el cual le dice a Virginia que un corazón puro necesita llorar con él para ir en paz. Virginia decide ayudarlo y cuando regresa la familia se alegra al saber que el fantasma ahora está en paz y podrán vivir felices en el castillo.