Este documento discute cómo Jesús reina desde la cruz a través de varias citas bíblicas. Explica que asumir la cruz significa adherirse a Jesús en su sufrimiento, no solo llevar una cruz vacía. Invitamos a reflexionar sobre el gran misterio de que un Rey reine desde la humildad y el amor a través de su muerte en la cruz. Solo a través de la fe podemos comprender este misterio.
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Jesús reina desde la cruz
1. JESÚS REINA DESDE LA CRUZ<br /> “El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digo de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mt. 10, 38-39)<br />“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mt. 16, 24-25)<br />“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.” (Mc. 8, 34-35)<br />“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.” (Lc. 9, 23-24)<br />“El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.” (Lc. 14, 27)<br />“Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.” (Lc. 17, 33)<br />Es decir: no hay escapatoria. La cruz o la cruz. El dolor o el dolor. Al menos, eso pareciera. Quiere decir que el dolor es inherente al hombre al respecto dice nuestro Padre: “Y todo intento, por bien intencionado que sea, de echar por tierra este principio, sería tan vano como inútil. Más aún perjudicial.”<br />De hecho, no creo que haya alguna persona de las que estamos aquí que pueda decir que nunca haya sufrido en algún punto de su vida algo. Por más mínimo que sea. <br />Estamos acostumbrados a ver cruces por todas partes, pero cruces vacías: sin Jesús. El signo del cristiano es el crucifijo y no la cruz sola, vacía. Del mismo modo no podemos asumir el dolor, asumir la cruz como propia si no nos adherimos a Jesús. <br />“Cristo vino a santificar el dolor, haciendo de él instrumento de nuestra salvación y signo del Amor de Dios. Pero falta una condición: Compartir su Sagrada Pasión”. Recordemos que siempre se nos ha hablado hasta el cansancio de un Cristo Resucitado pero Crucificado. En palabras de San Ignacio: “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí” (N° 203)<br />San Ignacio de Loyola en ese pequeño, pero poderoso libro de “Los Ejercicios Espirituales” nos invita a dialogar con Jesús Crucificado al finalizar la Primera semana y luego de meditar sobre los pecados: <br />[53] Coloquio. Imaginando a Christo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio; cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto, mirando a mí mismo, lo que he hecho por Christo, lo que hago por Christo, lo que debo hacer por Christo; y así viéndole tal, y así colgado en la cruz, discurrir por lo que se offresciere.<br />“Cristo reina desde la Cruz” es el título de esta exposición que se nos ha encomendado. Por cierto, bastante “grande” para lo que humildemente podamos llegar a aportarles. Pido, entonces al Santo espíritu de Dios venga en nuestro auxilio para poder hablarles de tan sublime verdad. Seguramente, no aportaremos nada nuevo a lo que ya conocen y hasta ustedes podrían darnos cátedra respecto del tema. De modo que intentaremos propiciar, entonces, un espacio que nos haga reflexionar acerca del gran misterio de Jesús en la Cruz: de un Rey que reina desde la ignominia, de un Rey que reina desde la humildad, de un rey que reina desde el amor. <br />Es un misterio, en el decir de nuestro Padre Fundador, ante el cual la razón enmudece, el corazón tiembla, y del que sólo la fe puede hablar mientras los labios apenas balbucean.<br />Para poder “entender”, entonces, este misterio y para que se haga carne en nosotros nos queda tan solo creer y ofrecer. Nos queda pensar en Cristo Crucificado muriendo en Cruz cada día por nosotros. Sí, muriendo: es decir en acto. No muerto, sino muriendo. No en pasado sino en presente continuo.<br /> <br />