Cuba sehn

Cuba 1869-1909. Síntesis de las
situaciones de “frontera” en las
haciendas de Miguel María Zozaya
e Irigoyen. Nuevas fuentes
José Fermín Garralda Arizcun
Col. Nueva Bermeja nº 25
Pamplona, 2020

Cuba 1869-1909. Síntesis de las situaciones de “frontera” en las haciendas de Miguel María Zozaya e
Irigoyen. Nuevas fuentes
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José Fermín Garralda Arizcun. Dr. en Historia por la universidad de Navarra.
“Cuba 1869-1909. Síntesis de las situaciones de “frontera” en las haciendas de Miguel María
Zozaya e Irigoyen. Nuevas fuentes”. Año 2020
C/ Arrieta nº 2
31002 Pamplona – Navarra - España
rargonz@gmail.com
historiadenavarraacuba.blogspot.com
Colección: Nueva Bermeja nº 25
* Queda prohibida la reproducción total o parcial de este trabajo, texto e imágenes,
del autor sin permiso de él. Está protegido, incluidas las fotografías. Puede ser citado
mencionando autor, título, año, formato de edición y localización en la red.

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Cuba 1869-1909.
Síntesis de las situaciones de “frontera” en
las haciendas de Miguel María Zozaya e
Irigoyen.
Nuevas fuentes.
José Fermín Garralda Arizcun *
Doctor en Historia
Preámbulo a la comunicación presentada
al IX Congreso SEHN, Pamplona 2018
(Conservamos la grafía de la documentación original)
Es de todos conocido que el Valle de Baztán, situado al N.O.
del antiguo y milenario Reino de Navarra, así como los
habitantes del litoral cantábrico, mantuvieron una estrechísima
comunicación con América, y concretamente con la isla de Cuba
–la perla del Caribe-, lo que ha dejado una profunda huella en
la memoria histórica de sus gentes hasta nuestros días, máxime
cuando la raigambre personal de entonces era eminentemente
familiar, aunque también de relación y procedencia. A
diferencia de entonces, hoy predomina el voluntarismo, cuyo
desarraigo es muy posible que no genere raíz ni futuro.
Según esto, el tema que vamos a tratar tiene hoy día su
importancia social.
Recordemos a la hora de hablar de la emigración a América
que, desde 1513 y 1515, Navarra estaba incorporada como Reino
EN SÍ y POR SÍ, mediante una unión eqüe-principal, a la
Corona de Castilla, y que por ello los navarros pudieron emigrar

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a América -a diferencia de los naturales de la Corona de Aragón-
aunque ello no fue del todo fácil, según explica Sánchez-Bella.
Los naturales de la Corona de Castilla se volcaron en la
población y pujanza de América. A esta corriente se sumaron las
gentes del Reino milenario de Navarra, enmarcado para
entonces dentro de la monarquía hispánica.
Navarra se sitúa en el Norte de España, al
Oeste de la cordillera alpina de los Pirineos -
su frontera natural con Francia-, próxima al
mar Cantábrico.
El Valle de Baztán se sitúa al Norte de la
merindad de Pamplona, y está próximo a
Guipúzcoa.
Más aún, al efecto llamada de los que se fueron sobre los
que vivían en los valles pirenaicos, a las posibilidades que
ofrecía la tierra americana con numerosísimos recursos, incidió
el aumento de población en Navarra, pero sobre todo las
consecuencias del minifundio, la pobreza de los recursos
naturales y el régimen de mayorazgo, lo que animaban a sus
gentes a emigrar a América para buscar nuevas posibilidades.
Además, muchos navarros ingresaron vocacionalmente en las
órdenes religiosas dedicadas a la evangelización de los pueblos
americanos.
Con ocasión de la emigración hacia las Américas, los
individuos y familias nucleares de los diferentes valles y pueblos
pirenaicos del Reino de Navarra mostraron un arraigo previo,
entre ellos los pueblos, barrios y caseríos del Valle de Baztán,
sus grupos sociales de parentesco y amistad con relativa
independencia de su estatus social.
La migración puede ser más fácil cuando la persona
muestra un profundo arraigo hacia su familia, casa y entorno de

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pertenencia, o cuando los lazos personales de origen se
mantienen en el propio destino americano. Desde el punto de
vista psicológico, la persona arraigada puede superar fácilmente
el freno o hándicap que consciente o inconsciente se suele sufrir
ante el temor al desarraigo. El arraigo evita la querencia por la
propia casa de los padres desde la lejanía. Es más fácil irse
cuando es fácil volver a la llamada de origen. Por lo general, los
navarros seguían la constante de mantenerse profundamente
navarros por muy lejos que estuviesen, trabajasen y
prosperasen de su lugar de origen.
Sin este arraigo, la aventura americana hubiera sido
diferente en sí misma y en sus consecuencias. Pero también, y
con un efecto de continua retroalimentación, cada individuo
tuvo la oportunidad de fortalecer su personalidad y valía en el
periplo americano, potenciando a su vez la vinculación y lazos
de dependencia de cada habitante.
En el caso del valle de Baztán, a estas motivaciones
generales de los valles pirenaicos, se sumaron la fuerte
personalidad jurídica del valle baztanés que agrupaba todos sus
pueblos en una Junta General de Baztán entorno a sus propias
Ordenanzas. Se sumaba también la situación de este valle,
próxima al Cantábrico, a través de la Provincia Foral de
Guipúzcoa; una mayor población debido a lo benigno del clima
y un bienestar económico debido la abundancia de pastos
propia de un valle abierto, templado y húmedo. Por ello, la
emigración de éste valle fue más intensa y su éxito estuvo más
presente que en otras localidades navarras. Esto explica que la
profunda asociación de dicho Valle con la España de Ultramar
llegue hasta hoy por sus consecuencias.
La migración fue una vivencia habitual en las familias
baztanesas, al igual que tener intereses americanos (Idoate
Ezquieta). Muchas casas del valle deben su prosperidad a la
aventura americana de alguno de sus miembros. También el
palacio de Echeniquea, en el que se entroncó la familia Zozaya.
Los que emigraron con éxito, tuvieron a gala aportar sus bienes
y prestigio para el engrandecimiento de su casa y apellido, la
prosperidad de su familia y el pueblo de nacimiento. Citemos
tres casos. Por un lado, el vástago de Zozaya, Martín (+ 1772),
que ordenó fundar el mayorazgo en Cuba y dejó un dinero para
la escuela de su pueblo Ardanaz -próximo a Baztán-. Asimismo,
en la fuente del barrio de Iñarbil en Errazu, un letrero recuerda:
“Obsequio de Mexico / por los hijos de Aldacoechea / Juan
Martín y José Irigoyen / Iñarbil / 1908). En otro lugar un
letrero dice: “Don José Irigoyen y Echartea/ hijo de

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Aldacoechea/ hizo la borda y prados e la tejería y Larrasca/
Iñarbil Diciembre 1924”.
Enfrente de esta casa se encuentra la fuente, abrevadero y lavadero construido por los
hermanos Aldacoechea con fondos procedentes de México.
Pasará el tiempo, y todo ello redundará en beneficio de la
prosperidad del antiguo Reino, convertido en provincia foral
por la Ley Paccionada de 1841 -Ley defendida después en la
Gamazada por todos los navarros-, pues no hay prosperidad
pública sin casas fuertes, ni sin aumentar la capacidad
financiera dentro de la propia economía.
Por ejemplo, don Miguel María Zozaya comprará una
corraliza en Murillo del Fruto, situado en la Ribera de Navarra,
y, lo que es más importante, de cara al bienestar de toda
Navarra, trabajará con éxito en la creación jurídico-institucional
y financiera del Crédito Navarro, a la vez que realizará fuertes
inversiones financieras. La teoría del librecambio le era
favorable en el envío de remesas monetarias de América a
Navarra y por ser un buen soporte a sus actividades financieras.
La bella y próspera Cuba era un buen destino para el
emigrante, para trabajar, vivir y mejorar su calidad de vida, y
crearse un futuro. Esto hizo que fuese un destino muy frecuente
en el trasiego del pueblo llano, funcionarios y profesionales,
entre la península y la isla.
* * *

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La familia Zozaya poseía varias casas en Aranaz -lugar de
procedencia-, y sobre todo el palacio de cabo de armería
Echeniquea, situado en el barrio Iñarbil, en la jurisdicción del
pueblo de Errazu.
Aranaz es una población de las Cinco Villas de la Montaña
navarra, llamada hoy también Arantza -es la época del prurito
de cambiar nombres-, próxima a Valle de Baztán.
El palacio de Echeniquea, que estaba emplazado en la falda
del soberbio monte Auza, frontera con Francia, vigilaba el paso
pirenaico de Otxondo. El Auza, el más alto de los montes de la
zona con sus 1.306 metros, quizás el más pelado de todos como
el Adi y Ortzanzurrieta por sufrir el azote de los vientos,
enseñoreaba todas las miradas. Las atraía desde allá, las
procedentes de las pequeñas hondonadas con sus verdes y
esmaltados nacederos como el de Sorrosin, desde las pequeñas
colinas y moderadas alturas con suaves pendientes, o desde las
próximas altas cotas del Mendaur y Sayoa, mientras que el
señor del palacio oteaba el amplio paisaje de verdes pastos y las
alturas medias cubiertas de bellos castañares. El Auza se yergue
tan soberbio como distinguidos y seguros de sí mismos eran sus
guardianes.
Repasando estas líneas que completan la comunicación
presentada al IX Congreso de la SEHN en 2018, el 4-VI-2019 recibí
un correo electrónico -que leo ahora el 13-VII-2020- a la dirección
del blog. historiadenavarraacuba.blogspot.com, firmado por
Guillermo Echenique, que se dice “Chileno y descendiente directo el
Palacio Echeniquea de Iñarbil en Errazu en el Valle del Baztán”. La
red nos obliga a ser cautos y prudentes, pero siempre abiertos y
corteses, aunque a la llamada y a nuestra aclaración posterior no
hemos tenido repuesta. Don Guillermo continúa afirmando:
“He encontrado mucha información de nuestra genealogía
pero sigo buscando fotos y cuadros de nuestra familia. Inclusive
he pedido registros en los ayuntamientos Errazu, de
nacimientos de Don Pedro Gregorio Echenique y Echenique
(Caballero de Santiago) y Pedro José Echenique y Echenique al
cual el primero llegó a Chile por 1700 a Santiago y después
enviado como Gobernador de Valdivia para fortalecer dicha
ciudad de los corsarios. Don Pedro Gregorio fue también un
gran Ingeniero formado en Barcelona done estuvo primero en
Cueta, África – Cuba, La Habana en varios enfrentamientos con
los ingleses- Perú, Lima – Chile, Santiago y Valdivia importante
puerto donde llegaban los cargamentos de oro del Callao Perú”.

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Ignoramos totalmente esto porque no participa de la familia
Zozaya y no poseer nosotros -si lo hubo- el archivo Echenique.
Hemos contestado al dicho señor esperando su respuesta:
Muy Sr. Mio: Leo ahora este mensaje. Muchas gracias. No
tenía ni idea de la actividad de tale Echenique en Chile. Una
heredera de la casa, casó con un Zozaya a comienzos del s. XIX,
y desconozco el archivo de lo Echenique. En 1980 falleció el
último Zozaya directo, Migue María de Zozaya e Iturralde. He
retrasado la respuesta a Vd. porque por otros motivos (…). Me
alegraría que me remitiese un documento de Echenique-barrio
Iñarbil- Chile.
La familia Zozaya también poseía en Cuba tres grandes
haciendas con un total de unas 4 leguas de extensión,
vinculadas a la familia desde 1778 en calidad de mayorazgo, por
orden de su comprador Martín Zozaya (+ 1772). Dichas
propiedades estaban en la fertilísima Provincia de Matanzas,
jurisdicción de Colón, al Oeste de La Habana.
Las haciendas se llamaban Soledad, Nueva Bermeja y El
Mulato. En esta riquísima tierra, los ingenios cultivaban caña
de azúcar, y estaban repartidos entre colonos en un régimen de
censo reservativo del 5% anual (en Derecho hay otros tipos de
censos). Esto era una venta condicionada al pago de un canon
por año. En 1896 don Miguel María Zozaya añadió la cuarta
hacienda de “Ariguanabo” -poco más de 100 caballerías
repartidas a censo- en pago por deudas de los herederos del que
fue su administrador, el bueno de don Agustín Saavedra,
concretamente por las irregularidades de un pícaro yerno suyo.
Estas líneas sugieren algunos aspectos introductorios que
no estaban en la comunicación escrita para el IX Congreso de
Historia general de Navarra, titulada: “Cuba 1869-1909. Miguel
María Zozaya y las situaciones de “frontera” de sus haciendas.
Nuevas fuentes”. Dicha colaboración ya ha sido publicada en las
Actas del Congreso en la revista “Príncipe de Viana” del
Gobierno de Navarra (nº 273, I-IV 2019). La limitación exigida
en los Congresos son un hándicap para la investigación, aunque
más vale eso que nada. Esto indica que tal comunicación es una
pieza importante de un estudio más amplio al que hoy día es
difícil dar salida editorial. Por ello, hemos preferido utilizar la
red internauta a dejar en el cajón del olvido los frutos del mucho
tiempo invertido. Sólo se pide respeto por el trabajo ajeno.
* * *

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1. Las fuentes. El archivo utilizado en esta investigación
es un archivo familiar. Además de una abundante
correspondencia y cuentas, existen dos copiadores personales
de cartas con noticias sobre las propiedades y los ingresos
monetarios cobrados en Cuba, Navarra, Madrid, etc. De ellos,
en su día consultamos el copiador de 1890 a 1909, que sirvió de
base para nuestra ponencia al VIII Congreso de la SEHN en el
año 2014.
Ahora, en 2018, nos ha llegado un segundo copiador,
mucho más extenso, de 1870 a 1890 (vid. Fuentes), que recoge
199 cartas que don Miguel María Zozaya e Irigoyen envió a su
administrador y el entorno humano de éste en Cuba. Estas
cartas arrojan mucha luz sobre los grandes problemas
generados por algunos administradores de la familia en la isla,
también completan los envíos en dinero por los censos de las
haciendas, y permiten valorar mejor la incidencia de las
guerras en la prosperidad o desgracias de los colonos y su
solvencia ante los censos. Por eso hemos puesto como subtítulo
de la citada comunicación: “nuevas fuentes”, que completan las
ya analizadas, y hemos ceñido las fechas entre 1869 y 1909.
Entre ambos copiadores -dejamos de lado la
documentación anterior a 1869-, primero Miguel María
Zozaya hasta 1896, y luego su hijo Pedro Victoriano hasta
1909, enviaron a Cuba un total de 314 cartas (199 en el primer
copiador y 115 el segundo), que son la principal fuente primaria
de este trabajo. Por su parte, los administradores dirigieron 375
cartas a los Zozaya en dichas fechas, completadas con otras 61
de otros destinatarios.
En total tenemos 750 cartas consultadas de 1869 a 1909,
fecha ésta última en que fallece don Pedro Zozaya y Maritorena.
Le sucederá su hijo Miguel María Zozaya e Iturralde, que
permaneció soltero, hermano de amachi María Pilar. La
memoria de éste último Miguel María llega con fuerza hasta
hoy, porque gracias a él muchos sobrinos nietos suyos pudieron
estudiar en la universidad en las décadas de los sesenta a
ochenta, y el primogénito de uno de ello lleva conscientemente
ese mismo nombre.
2.El tema
Esta comunicación aborda unas situaciones límite muy
variadas. Los términos límite o frontera, aplicados de forma
literaria, expresan bien unas dificultades de todo tipo
aparentemente casi insuperables.

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Nos referimos a una amplia situación de “frontera”
cronológica (1898) y territorial, a una “frontera” militar y
política (Cuba), a una situación límite en el ámbito económico,
familiar, psicológico y moral, y desde luego personal, cada una
por sí y entrecruzadas, abarcando todos o casi todos los
ámbitos. Se trata de una situación complicada, en la que el
término “frontera” es por lo menos inquietante, máxime en el
entorno temporal de la independencia de la isla de Cuba.
1º El tema propuesto abarca el ámbito personal del
historiador. Trabajar un archivo por entregas es uno de los
límites o fronteras del historiador, es una gran molestia e
implica espera y algo de habilidad para salvar la documentación
dispersa en manos de distintos particulares. En nuestro caso la
dispersión fue tras el fallecimiento de don Miguel María Zozaya
e Iturralde (+ 1985), hermano de amachi Pilar. Esta última me
conoció cuando yo era muy pequeño (- “Pero María Luisa, ¿aún
vas con él en brazos”?), y la recuerdo en el momento en que se
abría una gran puerta corredera del salón del tercer piso de la
casa de la plaza del Castillo (nº 7) de Pamplona, donde estaba el
árbol de Navidad con los regalos de los Reyes Magos para los
abundantes nietos, sin saber yo cuál elegir.

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Hemos tenido que esperar con dolor a que falleciesen casi
todos los herederos de Zozaya, para reunir en un solo archivo
las distintas partes en las que fue dividido –práctica frecuente
ésta, por desgracia-, completando así los documentos que tomé
hace 31 ó 32 años, con permiso familiar de tía Pilar -casada con
don Rafael Santesteban, preso largo tiempo en Vizcaya durante
la última guerra- y cierto arrojo -así me pareció-, del gran
armario de la derecha del gran salón de Echeniquea en Iñarbil
(Errazu). Es posible que no haya más documentación. Esa tarde
llené el maletero del coche y dejé los papeles que me parecieron
inservibles -craso error aunque fueran recibos de pequeños
pagos anuales en concepto de propiedades- por un inconcebible
retraimiento.
Este mismo retraimiento de nuevo lo experimenté cuando,
al preguntar a los herederos por libros o folletos antiguos en
relación con los conflictivos temas ideológicos y políticos
barajados en el s. XIX, me ofrecieron una sala inmensa con
multitud de ellos colocados en mesas corridas, y, una mañana,
dándome un brevísimo paseo entre las mesas, concluí con
rapidez que nada había sobre los temas que me interesaban.
Pasemos a otra situación que podemos considerar límite,
después que tía Rosarito me pasase los papeles que tenía para el
recuerdo. Y es cuando una parte de los documentos originales
consultados que poseía la tía Carmen, y que afortunadamente
consulté y fotocopié en su día, desaparecieron en los últimos
años aunque creía que estaban en manos seguras. Sin embargo,
esta pérdida casi irreparable ha sido en buena parte
compensada con la recuperación de otros documentos de la
misma persona que no habíamos consultado.
Esta es mi pequeña aventura personal: recoger o salvar
documentos de un pasado histórico lejano, abandonados en un
gran armario de ese enorme palacio de Echeniquea, palacio que
sigue como colgado del cielo en aquel milenario solar. Secretos
del ayer que el mundo llamado moderno y liberal, tan ocupado
por el presente, los negocios y la incertidumbre que todo ello
encierra, pudiera fácilmente ignorar.
Simplemente hemos intentado con cierto éxito reunir las
partes en las que este interesantísimo archivo familiar se dividió
comprensible pero indebidamente. La detección y asimilación
del pasado no radica en los objetos mismos, sino en el
conocimiento –y más si le acompaña cierta emoción filial- de lo
que informan los documentos.

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Al prestigio personal de los Echenique se unió la fortuna de
los Zozaya por vía matrimonial con la heredera del palacio, y
todo ello, desde el sustrato familiar, interaccionó en las
circunstancias epocales del ámbito navarro, español y cubano.
¿Cuáles son éstas? Estamos después de la última guerra carlista
mantenida por don Carlos VII, coincidente en dos años con la
monarquía parlamentaria de Alfonso XII, a la que siguió la
Regencia de doña Mª Cristina, y en la última etapa de Cuba
como parte real -no propiamente colonial- de España. Era
heroico que el señor de Zozaya echase por la borda bienes y
prestigio que tanto había costado tener y mantener, eligiendo
una fidelidad dinástica equivocada en cuanto contraria al poder
fáctico que señoreaba Madrid. Ahora bien, otros conocidos
suyos de mayor prestigio que él lo hicieron.
Isla de Cuba. En rojo el lugar donde se situaban las tres extensas haciendas de
Don Miguel María Zozaya e Irigoyen, del mayorazgo fundado por orden de
Martín Zozaya (+ 1772) en 1776. Las haciendas se llamaban “Soledad”, “Bermeja”
-alias “Bemba”, a la que se unió el sitio “San Miguel”- y el “Mulato”. El primer
beneficiario fue su hermano Pedro y luego el hijo de éste, Martín José, que casará
con la heredera de Echeniquea, Mª Juana Echenique y Echenique, en 1790.
2º El tema abarca el ámbito personal de don Miguel
María Zozaya e Irigoyen (+ 1896) y su hijo don Pedro Victoriano
Zozaya Maritorena (+ 1909). Es decir, se extiende hasta el límite
o frontera psicológica, moral, y del esfuerzo por vivir a pesar
de las dificultades generadas por otros del entorno.

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Así llegamos a la frontera donde se quebraron amistades,
como la lamentable ruptura personal provocada por don Fermín
Calbetón, cuya calle descubrí hace poco en el casco antiguo de la
hermosa San Sebastián. Es una singular frontera el palpar la
limitación humana, pues allá donde los donostiarras recuerdan
con gusto al señor Calbetón, sin embargo Zozaya sufrió mucho
de él por un mal hacer de juventud.
Frontera el fallecimiento de ambos Zozaya, en los años del
Desastre. Si de don Miguel no se conoce enfermedad alguna, sin
embargo, don Pedro falleció tras “la grave enfermedad que
venía padeciendo nuestro querido y respetable amigo” (1).
3º El tema también aborda la frontera en un
sentido organizativo de la administración de tres grandes
haciendas. El esfuerzo de don Miguel María fue grande para
tener los planos de las haciendas -que no se han conservado-,
las escrituras de venta de la tierra a censo (finca, colono, año,
extensión, cantidad del censo, pagos y pagos pendientes de
cobro), la inscripción de las fincas en el registro de la propiedad,
razón de los pagos efectuados y las deudas pendientes, el
mantenimiento y final de pleitos etc.
4º Otra es la frontera que supone el contaste entre la
apariencia de cada hombre y el cómo se conduce realmente en
la vida, pues hay ciertas actuaciones inmorales, sospechosas o
negligentes que se ocultan con descaro en un mar de palabras y
promesas, protegidas por la enorme distancia y el oleaje de la
Mar Océana.
Es la frontera de quienes, ajenos a la familia Zozaya,
recibieron su confianza y quisieron aprovecharse material e
indebidamente de la riqueza en derechos de don Miguel María.
Es la frontera entre el buen y mal administrador, entre el
buen o mal quehacer profesional y moral, expresado en los
enredos y gravísimos conflictos que Zozaya tuvo con dos de
sus administradores. En realidad, estos suponen la mitad de la
colaboración presentada al IX Congreso y cuyo preámbulo
ofrecemos en esta exposición.
5º Se aborda la frontera económica del ámbito
familiar de los Zozaya, debido a la grave amenaza que
sufrieron los recursos financieros de esta familia, necesarios
para vivir conforme a su posición y rango social, del cual don
Miguel María era celoso. En primer lugar, la familia sufrió con
motivo de la tercera guerra carlista, que provocó su marcha o

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exilio a Francia y ciertas pérdidas económica de las que,
después del conflicto, querrá resarcirse con el resto de liberales
navarros. Otros Zozaya siguieron a don Carlos VII. En segundo
lugar, la familia sufrió, aunque en menor medida, por los
efectos de la primera guerra cubana de 1868 a 1878/79. Poco
después y durante años, experimentará los desfalcos de algún
administrador, el final la segunda guerra de Cuba, y las
consecuencias del Desastre final.
6º Se aborda la frontera del ámbito laboral, es decir, la
negligencia o imposibilidad de los colonos para pagar los censos
anuales. Podía pensarse que los colonos eran socialmente
irrelevantes, pero en realidad entre ellos había personas de
importancia social por ocupar cargos municipales en la
localidad. Esta relevancia es significativa y obliga a modificar la
percepción social del simple colono. Por lo mismo, también nos
sorprende que un administrador de Zozaya sea el joven Fermín
Calbetón, que será diputado por Matanzas -en cuya provincia
Zozaya tenía sus fincas- en las Cortes de Madrid, y, más tarde,
dos veces ministro de España de un Gobierno liberal. Después
de estudiar la documentación de Zozaya, hemos cotejado su
resultado con el importante curriculum de Calbetón y,
verdaderamente, el contraste impresiona. Digamos como
atenuante que, en su conflicto con Zozaya, Calbetón era un
joven de 30 años, mientras que Zozaya pertenecía a la
generación de su padre, siendo con él con quien trató para
admitir los servicios de su hijo. Calbetón sabría mucho Derecho,
pero poco o nada de administrar bienes ajenos.
7º Como ámbito de frontera también se aborda la
situación política y económica de la isla de Cuba antes y
después de finalizar la guerra hispano-yankee en 1898, lo que
hace referencia a los conocidos de Zozaya en Cuba que vivieron
la guerra en primera persona y aparecen en su correspondencia
privada.
8º Asalta al lector la frontera militar, que surge en las
cartas enviadas por Zozaya. En ella Don Miguel María
recomienda a sus parientes con empleo de oficiales y a los hijos
de otros amigos destinados como mozos de filas.
En las cartas recibidas, se siente el fragor de los
movimientos militares del Ejército y voluntarios cubanos por un
lado, y la guerrilla insurreccional por otro. Así son las extensas y
detalladas cartas en las que el administrador Javier Peralta

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narra con todo detalle la segunda y última guerra de
independencia cubana a petición del mismo Zozaya. Lo
comentarios personales son mínimos. Seguramente, la fuente
de información de Peralta eran las crónicas de prensa local, y el
mismo ambiente social que denuncia a los yankees, critica a los
políticos liberales -conservadores o fusionistas-, aplaude al
honroso y heroico Ejército español, y se asombra y lamenta la
pérdida de la isla para España y de España misma. Será el
llamado Desastre. Seguramente todo esto lo compartían los
mismos Zozaya, porque a la hora de la verdad las
interpretaciones partidarias nada justifican rotundamente.
9º Por último, nuestra aportación destaca también
el límite y frontera del patriotismo español ante el
Desastre de 1898, que aparece compensado con la guerra de
Marruecos. Esta última aparece emotivamente y con breves y
firmes rasgos en las cartas de don Pedro Zozaya y Maritorena.
Estos nueve ámbitos originaron unas situaciones límite, de
frontera global, apasionante y de alguna manera triste
para el historiador, por el dolor y reto que implicaron para
quienes las vivieron.
De todos estos ámbitos, nuestra aportación se centra en la
administración de las tres grandes haciendas, en el impacto de
las sucesivas guerras, en la inseguridad coyuntural por la que
atravesaba Cuba, en la calidad de las cosechas y la variación
de los precios, y en los cobros realizados a los colonos o
pendientes de pago.
Aunque habíamos publicado algunos trabajos sobre las
haciendas de Zozaya en Cuba, que recogemos en la bibliografía
final, ahora lo hacemos desde las nuevas fuentes.
Don Miguel María Zozaya e Irigoyen

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Nos preguntamos: ¿cuál fue el factor que más dañó la
tranquilidad, seguridad y solvencia de los ingresos de la familia
Zozaya de Errazu? ¿Fueron las dos guerras, la inseguridad
política de la isla, la caída del precio del azúcar debido a la
competencia del azúcar de remolacha y la manipulación de los
precios entre los yankees, o bien las trampas y líos de dos
administradores y algunos de sus asistentes?
Adelantamos a modo de conclusión que los problemas de
los administradores fueron gravísimos y que la segunda guerra -
no la primera que en realidad afectó poco las rentas de Zozaya-
supuso un parón absoluto de los ingresos producto de los
censos, hasta su recuperación a partir de 1902.

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3. El protagonista propietario
Miguel María Zozaya (1821, + 15-IX-1896) era una persona
segura de sí misma y de su valer. Era activo, amigo de mejorar
lo recibido y consciente de su responsabilidad ante sus
herederos.
Hagamos un breve repaso de la familia en relación con el
mayorazgo en Cuba el palacio de Echeniquea en Errazu.
El mayorazgo en Cuba fue fundado por orden de Martín
Zozaya (+ 1772) en 1776. El primer beneficiario y poseedor del
mayorazgo fue su hermano Pedro y luego el hijo de éste, Martín
José Zozaya Michelena procedente de Aranaz (1757-1832), que
casará con la heredera del palacio de Echeniquea, Mª Juana
Echenique Echenique, en 1790. Así pues, el bellísimo palacio
de Echeniquea (Errazu) procedía de línea femenina. Ese
mismo año nacía Pedro José (que fallecerá asesinado en Cuba
en 1823; como para decirle “mejor no vayas a Cuba”) y al año
siguiente su hermano Juan José (1791-1852). Este último será el
heredero del mayorazgo de Cuba y del palacio de Echeniquea, y
casará con Manuela Irigoyen Dolarea de casa Buztinaga
(Errazu), de cuyo matrimonio es fruto nuestro protagonista
Miguel María.
Por su parte y llegado a la edad adecuada, Miguel María
casó con Micaela Maritorena Aldecoa de Irurita (1819-1891), y
su hijo primogénito, Pedro Victoriano, lo hizo con Micaela
Iturralde Alzueta de Errazu (casa Buztinaga) en 1880. Fruto de
este último matrimonio fueron el último Miguel María (1895-
1985) y amachi Pilar (+ 1963), casada en Iñarbil con Manuel
Arizcun Moreno (+ 1936).

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Localizamos una errata: donde dice Micaela Iturralde Irigoyen/ Buztinaga (Erratzu) (c.
1850?); debe decir Micaela Iturralde Alzueta (+ 1-VII-1953). Esta era la amachi que decía
la madre de quien esto escribe. Se decía que debía de ser muy guapa como muestra su
retrato familiar.

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En la familia se ha dicho que don Miguel Mª era bajito y
que tenía mucho genio, y que era “de armas tomar”. Su retrato
lo demuestra. Persona de mucho carácter, buscaba la claridad y
medía lo que decía y escribía. No daba rodeos y comunicaba
directamente. Sus cartas son serias y eficaces. En ella existe
algún rasgo de lenguaje familiar, que sólo en alguna ocasión
llega a ser coloquial. Don Miguel María era ordenado, metódico
y detallista en sus asuntos.
Su letra muestra su personalidad, es regular, clara, muy
igual y angulosa en los copiadores de cartas, pero tiene mala
caligrafía en cierta carta que envía al destinatario.
A veces don Miguel María se mostrará por carta algo
susceptible, consciente de su propia valía y situación.
Siguió el criterio de lo prudente y razonable, consultando
con frecuencia a sus abogados y consejeros de familia. Ya hemos
dicho que sobre todo prefería la tranquilidad, el orden y la
estabilidad, lo que le permitía el buen manejo de los negocios.
En los conflictos que mantiene por sus haciendas no cede
en sus derechos, y lucha por ellos frente los colonos, y sobre
todo –lo que es paradójico- frente a sus administradores.
Es más, pleiteará en el año 1863 por su herencia en Cuba
con su hermana Francisca Micaela Zozaya, casada con el
general Fco. Ortigosa, que había sido carlista en la primera
guerra, reinsertado tras Vergara, y que será gobernador militar
de la plaza fuerte de Pamplona. Quizás a éste pleito se deba la
abundante documentación conservada sobre los comienzos del
mayorazgo y propiedades en Cuba.
Don Miguel María se rodeó de la alta sociedad a la que
pertenecía por el palacio de Echeniquea y su fortuna personal.
Primero fue pariente del Obispo Irigoyen (casa Buztinaga de
Errazu), que ocupó el cargo de vicario general de Pamplona en
ausencia de su obispo Arias y Teixeiro (+ 1824), allá por 1823, y
que a diferencia de éste último, será de tendencia
gubernamental. En adelante, los motivos de su relación con
personas de categoría social fueron de amistad personal,
relaciones económicas y políticas, facilitando grandes sumas de
dinero a varios nobles titulados y a su primo el político liberal
José Mª Gastón.
Estaba suscrito a “La Época”, periódico de la Unión Liberal
de 1849-1869, será afín a los moderados y centristas y tras 1875
será alfonsino. Luego será copropietario de “El Liberal” navarro
(García Sanz), sin que haya razón de ello en su archivo privado.
Sobre todo -y esto creo que es clave- era partidario de la
tranquilidad pública, de evitar a toda costa sobresaltos, de lo

21
“prudente”, lo razonable y útil, de mantener y mejorar su vasta
hacienda, y de ahí el término “moderantismo” que en su día le
apliqué.
Será diputado a Cortes en dos legislaturas, de noviembre de
1863 a junio de 1864, y de diciembre de 1864 a octubre de 1865
por el distrito navarro de Santesteban de Lerín. Tiempo
después, será diputado foral de Navarra el 20-IV-1881,
sustituyendo a su primo José María Gastón cuando éste sea
nombrado gobernador civil por pertenecer al partido liberal, y
después de enero de 1883 a noviembre de 1884. En la
restauración alfonsina, formará parte del sector liberal en
Navarra –no del conservador liberal-, al que ayudaba en las
elecciones, reconociendo él que eran una dedicación
desagradecida, seguramente por los malos resultados objetivos
electorales de “el puñadico”.
El salto a la política le hizo situarse socialmente muy bien y
codearse con la élite política y económica, favorecido por su
prestigio económico y social en la zona del valle de Baztán y
Cinco Villas de la Montaña.
Dicha Fca. Micaela -ya viuda- y sus hijos Ortigosa, serán
carlistas en la tercera guerra, apreciando uno de ellos por ese
motivo cierta frialdad en su trato con Miguel María Zozaya,
según carta de don Miguel María a su hermana Fca. Micaela
(2). Algo antes, don Miguel María había actuado contra los
carlistas en la segunda guerra, y fue nombrado por eso
Caballero de Isabel la Católica. En el tercer levantamiento
general por Carlos VII huyó a Francia con su familia. Esta
misma tendencia política de tales Ortigosa Zozaya o los que les
sigan, se apreciará en 1936 y con posterioridad. Recuerdo que
siendo pequeño, en una ocasión escuché a mi madre: “Los
Ortigosa…”, como si fuesen los singulares de la familia, aunque
por entonces no sabía quiénes eran ni que tuviesen una relación
familiar (3).
En su larga vida, Zozaya se centró en su familia y
haciendas, y fue un político per accidens, seguramente y sobre
todo por influencia de su primo José María Gastón, fortalecida
por su yerno Ramón Badarán, ambos del partido político liberal
fusionista (4). Al parecer, su hijo Pedro tomará un nuevo
rumbo -se decía que su padre amenazó con desheredarle-, y su
nieto Miguel María ayudará financieramente a los carlistas en
1936, aún sin ser carlista. Blinkorn afirma que lo era en datos
que erróneamente toma de Redondo y Zavala, pues nada en
ambos indica que lo fuese.

22
Don Miguel María Zozaya e Irigoyen vio fallecer a su
madre, esposa y dos hijas. De ellas, asistió a su hija Gumersinda
que pasó a mejor vida en 1878. Luego estuvo dos veces en París,
en total algo más de dos años (1885-1888), para la curación de
su hija pequeña Dolores, que a pesar de los esfuerzos y
recuperaciones, falleció de enfermedad en 1888. También una
tercera hija estuvo gravemente enferma.
El drama familiar que vivió don Miguel María, del cual
participa el historiador -que siente el ángel que aletea entre las
cartas y copiadores-, fue simultáneo a los problemas límite
mantenidos con sus dos administradores, Saavedra y Calbetón,
y con un tal Ibáñez.
No pararon ahí las cosas, porque una vez solucionados
estos problemas, sufrió las consecuencias del hundimiento
económico de la isla durante la última guerra civil cubana e
hispano-yankee finalizada en 1898. La copa de escanciar los
males no se colmó porque seguramente la edad hizo aprender a
Zozaya las virtudes de la paciencia y resignación cristianas. Sin
embargo, las cartas que dirige desde París a su administrador
producen una profunda lástima, pues en ellas, además de tratar
el obligado tema de la salud de su hija, le solicitaba un auxilio
económico que nunca llegaba y le era del todo necesario.
Sobre los Saavedra dice a su nuevo administrador:
“Los Sres de Saavedra gozan el concepto de ser ricos, pero
son malos pagadores y poco celosos de la memoria de su Padre.
Saben y el hijo mayor me ha confesado la deuda que conmigo
tienen y transcurren años sin satisfacer, por lo que no son
acreedores a que les guarde mas consideraciones. Es asunto
urgen del que me tomaré la libertad de molestarle otro dia”
(Zozaya, 9-XI-1888).
“esa gente no quiere pagar y todo será pretestos para dar
largas al asunto” (Z, 15-V-1891). “De muy allá tengo la
convicción de que los herederos de Saavedra no quieren pagar y
solo tratan de ganar tiempo y aburrirme, es la mala fé mas
refinada y desprecio mas grande de la memoria del difunto, no
espere nada correcto de esas gentes” (Zozaya, 6-VII-1891).
Firme, don Miguel María era muy comedido en sus
expresiones escritas, de modo que sólo tuvo palabras duras para
los herederos de su administrador don Agustín Saavedra, para
su administrador don Fermín Calbetón y para Ibáñez -ayudante
de éste- en momentos extremos y de dramática queja. Ya hemos
dicho que sus dos yernos de Pamplona, Ramón Mª Badarán y
Félix Ubillos le ayudaron eficazmente en sus problemas
cubanos.

23
En otra carta escribe a Fermín Calbetón, hijo de su amigo
Joaquín:
Vd. “me manifestaba sus apuros, lo mal que iban sus
negocios y recurria, por su familia, a mis sentimientos: carta
que me desarmó, pues ante la desgracia me descubro y la
comparto, y que solo se la recuerdo, asi como aquella situación
angustiosa mia, y mi comportamiento, porque creo notar, quizá
erróneamente, en su ultima carta cierto dejo de altivez y no sé si
de ingratitud” (Zozaya, 23-III-1888).
Dos años antes había escrito a Barroeta que “Dn. Fermin
Calbeton me ha tenido sitiado por hambre, tengo absoluta
necesidad de cinco mil duros y aunque los tributos empiezan á
vencerse no le sea á V. fácil su cobro”; puede comenzar a vender
las acciones” (Zozaya, 23-III-1886).
Como tributo a la materialidad de la vida, su afición
personal era fumar y, para ello realizaba importantes encargos
en cigarros. También hacía encargos de aguardiente cubano con
los que sin duda homenajear a sus invitados.
4. Propiedades.
El bellísimo palacio de Echeniquea (Errazu) procedía
de línea femenina. El caserón de grandes proporciones, bello
alero, escudo de Armas y amplio portón, se amplió por la parte
posterior con dos hermosas torres y una pequeña escalinata
estilo colonial. Estas obras parecen ser anteriores a nuestro

24
personaje y su proyecto y gastos no se reflejan en su
documentación.
Por su parte, don Miguel María compró el palacio de
Goyeneche (Pamplona, Plaza del Castillo nº 7) al comerciante
Ribed, uno de cuyos descendientes vive hoy en Zaragoza.
En el copiador de carta de repente se descubre que el tal
Pedro José Zozaya Echenique (1790-1823), tío de Miguel María
Zozaya, fue a Cuba y que “según noticias debió ser asesinado”
en 1823 (Z, 25-XII-1883). Hasta esta noticia, la documentación
simplemente indicaba su fallecimiento el 29-VI-1823.
De toda la saga Zozaya sólo tres de ellos estuvieron en
Cuba. Primero, Martín (+ 1772) que encargó a un amigo la
fundación del mayorazgo que se hizo efectiva en 1778. En
segundo lugar, el citado Pedro José. Por fin -y de oídas en casa-,
el último Zozaya llamado Miguel María (+ 1985), nieto de
nuestro protagonista y tío-abuelo nuestro, que perdió de facto
todos sus derechos en censos con la revolución de Fidel Castro.
Tenía propiedades y censos en diversos pueblos de la
montaña (Aranaz, Errazu, Echalar, y Ainhoa en Francia…).
Adquirió la corraliza del Soto de Murillo de las Limas -hoy
despoblado- en la Ribera de Navarra -junto Arguedas-, dedicada
al ganado menor. Nos hemos enterado por un vecino de Tudela
y suegro mío, que la tierra de esta extensa finca no era buena
para el cultivo porque tenía mucho salitre, pues a uno de sus
antepasados se le ofreció la compra avanzado el siglo XX. Ya
puede observar el lector cómo con el tiempo los hilos de la vida
se cruzan de una forma sorprendente.
Don Miguel María manejaba mucho dinero en sus cuentas,
y tenía importantes inversiones financieras. Desde luego,
seguía sus propiedades con todo detalle y al céntimo.
5. Amistades. En el copiador de 1870-1890 desfilan
discretamente todas sus amistades. Entre ellos no faltan
algunos ilustres conservadores y carlistas, todos ellos alto
estatus social.
Tenía como amigos al diputado a Cortes Juan Modet
(Estella), a Valentín Garralda, Ciriaco García Herreros (liberal),
Luis Iñarra (liberal), Carriquiri, el Barón de Bigüezal, a los
Peralta de Pamplona, a Joaquín y Fermín Calbetón (ambos
liberales, de San Sebastián y la Habana), a Tiburcio García, a
Juan Martín y Miguel José Fagoaga ambos de Errazu, y a Babil
Berrueta. Se relaciona con el político conservador marqués de
Vadillo, y con el marqués de Góngora. También entregó una
fuerte suma al marqués de Torrecilla y María Salomé

25
Mendinueta, y, en 1875 y 1876, a su primo José María Gastón
(liberal). Fue amigo de conde viudo de Rodezno, José María de
Arévalo y Fernández de Navarrete, que era carlista, poniendo a
su disposición 80.000 reales. Este último será diputado carlista
a las Cortes por Tudela de noviembre de 1863 a octubre de 1865,
y quizás de ahí su amistad. También recibirá cartas afectuosas y
con “dejes” políticos, del conde de Villafranca de Gaytán,
carlista, algo antes de 1872.
6. Administradores en Cuba
El origen de la riqueza de los Zozaya era básicamente sus
tres haciendas en Cuba, vendidas a los colonos a un censo
reservativo del 5% anual. El prestigio de Zozaya era
consecuencia de sus propiedades en la gran Antilla, de la gran
extensión de estas, del régimen de mayorazgo creado con ellas,
del palacio cabo de Armería de Echeniquea recibido por línea
femenina y del título de caballero de la Real Orden de Isabel la
Católica (1848) que recibió de Isabel II. A ello añadiríamos sus
cargos políticos como diputado a Cortes y diputado foral, y
especialmente su capacidad financiera.
Sus administradores en Cuba de 1869 a 1909 fueron los
siguientes: Agustín Saavedra, Fermín Calbetón (luego será
político), Santiago Barroeta Seheidnagel, Jorge Arellano, Emilio
Presas de Morales y Javier Peralta. Todos ellos se servían de
cobradores para recaudar los censos. En las cartas que se
entrecruzan para su elección se reflejan sus redes de amistad y
solvencia económica.
A pesar de ello, los conflictos que Zozaya tuvo con algunos
de estos administradores fueron gravísimos. El conflicto contra
los herederos de Saavedra duró y perduró durante trece largos
años (1883-1896), y, luego, el conflicto contra Fermín Calbetón
ocupó seis años (1885-1891). El caso Calbetón impedía a su vez
resolver el caso Saavedra. Ambos conflictos fueron largos y
complicados, y terminaron en un acuerdo, aunque Zozaya
cobrase fondos de los Saavedra tarde y mal, y de Fermín
Calbetón ignoro si cobró los varios miles de pesos que al final
acordaron.
A su vez, el caso Calbetón generó otros dos nuevos
problemas, el de Ibáñez y Aparicio, que terminaron en juicio: el
caso Ibáñez –que lo inició éste último- fue favorable a Zozaya, y
el de Aparicio fue contrario a nuestro patricio.
Los cuatro casos le dieron muchos quebraderos de cabeza y
le hicieron sufrir durante largos años. Si hemos constatado
con detalle las fechorías de un yerno de Agustín Saavedra y

26
luego, según Zozaya y Calbetón, las de Ibáñez -al servicio de
dicho Calbetón-, a ellas se sumaron los errores de los herederos
de Saavedra, del propio Calbetón, la distancia entre la isla y la
península, el profundo océano por medio, las dificultades con
los colonos, las crisis agrarias y económicas por las que atravesó
la isla, la necesidad de perseguir durante años a los deudores
huidizos, los grandes silencios en la correspondencia que
Zozaya debía recibir desde Cuba, los viajes de Juan Saavedra a
París y de Fermín Calbetón a Madrid y La Habana, el acceso a
Calbetón a través de Badarán pues ambos eran diputados
liberales, la necesidad y dificultades para obtener documentos, y
el problema del tiempo para evitar prescripciones, así como la
extrema conveniencia de evitar el recurso a los tribunales. Los
herederos de Saavedra así como Fermín Calbetón, con buenas
formas, dieron largas y además omitían datos: se instalaban en
la nebulosa, según Zozaya. Ello hubiera vencido a cualquiera,
salvo al señor Zozaya.
En toda la correspondencia, sólo desentonó literalmente
alguna carta de Agustín de Saavedra y de Ibáñez. Lo cierto es
que Miguel María Zozaya era fuerte y perseverante, mostrará
amor propio, y exigirá responsabilidades. Llevado al límite,
endurecerá la expresión de sus cartas cuando se refiera a los
responsables de sus agudos y prolongados males. Sin duda, era
una persona de carácter, lo que –repetimos- se refleja en su
retrato fotográfico aunque con la técnica del retocado.
Los problemas, dimes y diretes, confesiones personales etc.
de estos casos, ocupan el 60% de mi aportación a las actas del
Congreso.
6.1. Agustín Saavedra. Fue administrador de Zozaya de
1869 a 1882. El conflicto de sus herederos -que no suyo- se
prolongó de 1883 a 1896.
Este abogado de la Habana envió muchos fondos al
propietario Zozaya durante los primeros años de su
administración, siendo el año 1871 óptimo por el cobro de
cuantiosos atrasos.
Llegó un momento en el que algo empezó a extrañar a
Zozaya, aunque los informes que solicitará de él en 1877
siempre fueron excelentes.
En realidad, el abuso de confianza por ciertas
irregularidades y descuidos se debió al yerno de Saavedra,
Arcadio Segreira, que ayudaba a éste último. Luego uno se
entera que el tal don Arcadio ejercerá más tarde arquitecto en
San Sebastián.

27
Zozaya informó de todo ello a Joaquín Calbetón –no a su
hijo Fermín, que era su administrador- por ser aquel quien le
había recomendado a Saavedra.
¿Qué había ocurrido? Leídas las cartas de Saavedra, en
ellas se observan dos etapas. En la primera son informativas y
precisas, y luego (h. 1880-1883) abundan las excusas y los
detalles secundarios. Este cambio coincide con los desfalcos
cometidos. En este período, Zozaya pasó escasez monetaria
debido a las pérdidas sufridas en la guerra carlista, al embargo
de sus bienes por los legitimistas españoles, y a los elevados
gastos de la “migración” con su familia al otro lado de la
frontera con Francia.
Desde 1875 Zozaya apreciará una notable disminución de
los envíos monetarios. De ésta manera, urgirá a su
administrador para que cobrase a los colonos sin
contemplaciones, que le envíe fondos, una relación de los
morosos, y solucionar la falta de comunicación. Esto último lo
solucionará exigiendo al administrador el envío de dos cartas al
mes. Al ultimátum de Zozaya el 23-IX-1877, Saavedra le envió
una información clave para lo que ocurrirá después. De nuevo,
el 4-XI-1880 y 25-III-1881, Zozaya dará dos ultimátum a
Saavedra debido al escaso envío de dinero. El problema que se
había originado era muy grave.

28
Saavedra dejó 88.857 pesos sin cobrar, y con otras sumas
debía a Zozaya, un total de 93.269 pesos. No aportó
justificantes de la morosidad de los colonos, y lo peor es que en
1881 y 1882 no pocos colonos que aparecían como morosos ya
habían pagado sus censos. ¿Dónde estaban y cuántas eran las
sumas sustraídas?
Para calcular la deuda, el punto de partida probado era que,
según Saavedra, las fincas producían 21.617 pesos anuales.
¿Los Saavedra reconocían la deuda?: sí. Según Zozaya
debían 93.269 pesos. ¿Querían resolver el conflicto?: también.
¿Querían pagar?: sí, salvo -según el administrador Calbetón- la
viuda, el hijo Juan y el yerno “al que atribuyen el desfalco” de
40.000 pesos. ¿Cuánto querían pagar? inicialmente sólo 1.155
pesos, luego 32.000, 40.000, 43.000 y más tarde sólo 5.000
pesos aunque en este último caso “su deuda (era) por lo menos
diez veces mayor no contando los intereses que me
corresponden” (Z, 16-IX-1891).
Como para el nuevo administrador Calbetón la deuda
alcanzaba los 43.000 pesos, había que saber si los 53.269 pesos
restantes hasta alcanzar los 93.269 los debían ellos o bien el
propio Calbetón. Por eso serán importantes las cuentas de
Calbetón, quien nunca las dará formalmente.
¿Tenían los Saavedra cómo pagar?: parecía que sí pero, en
realidad, no les era fácil, salvo que mientras daban largas al
asunto estuviesen poniendo sus bienes a salvo. La viuda de
Saavedra falleció a comienzos de octubre de 1895.
¿Cómo iban finalmente a pagar? Con casas y fincas a censo,
y aunque Zozaya sólo admitía dinero contante y sonante, al final
será con censos.
Además de ser malos pagadores, Juan Saavedra -el hijo
mayor y representante de la familia- tuvo la desfachatez de decir
al Señor Zozaya que iba a tener siete pleitos, pues tres de la
familia eran abogados y de esta manera se ahorrarían los costes.
En 1889 (15-XI) Zozaya ordenó al administrador Presas de
Morales que demandase a los Saavedra por vía de conciliación,
sin “contemplaciones, en el momento que reciba esta carta”.
Aun así, en 1890 (24 y 25-XI) Zozaya escribía su ultimátum a
Juan de Saavedra, urgiendo a Presas de Morales la demanda a
conciliación de los Saavedra, sin “contemplaciones, en el
momento que reciba esta carta” –insistía de nuevo-. Era
fundamental encontrar algún recibo de pago entre los colonos.
Pasaron trece años. El asunto de los Saavedra terminó en el
acuerdo del 25-I-1896 cediendo capitales a Zozaya, esto es, los

29
censos de la hacienda Ariguanabo que arrojaban un valor de
13.581 pesos:
si “los herederos se limitaron siempre á facilitarnos los
censos para que escogiéramos de entre ellos 12.000 (…) he
conseguido que (…) me hayan cedido capitales por valor de
13.581” pesos (Peralta, 29-I-1896, y Zozaya, 29-VII-1896).
Esta cantidad anual era considerable, pues las tres fincas de
Zozaya producían 21.617 pesos anuales, sin contar impagos y
atrasos. En seis o siete años del cobro total de esa suma se
cubrirían las deudas de los Saavedra; otra cuestión es cuánto se
iba a poder cobrar. Los censos de Saavedra gravados sobre
tierras estaban cerca de las tierras acensuadas de Zozaya, esto
es, en la provincia de La Habana, en los registros de Bejucal y
Guanajay.
Digamos que Agustín Saavedra fue leal y trabajó bien, y que
su fallo fue delegar en su calamitoso yerno y aconsejar como
sustituto al joven Fermín Calbetón que sólo tenía 30 años.
Hemos dicho que tiempo después, dicho yerno trabajará como
arquitecto en San Sebastián, redimido de sus responsabilidades
con el paso de la Mar Océana.
6.2. Caso Fermín Calbetón Blanche. Este hombre de
leyes fue administrador de Zozaya del 26-II-1883 al 20-XI-

30
1885, y el conflicto que se mantuvo con él fue siendo joven de
1885 a 1891.
Nacía en 1853. Tenía a honra ser guipuzcoano. Ya con edad,
será político, llegando nada menos que a ser diputado, senador
y dos veces ministro.
Su enredo fue mayor que el de Saavedra, pues si su
problema monetario fue menor, sin embargo implicó a otras dos
personas a su servicio, a un tal Ibáñez y a otro llamado Aparicio.
Debido a la amistad que tenía con esta familia, la ruptura
personal con los Calbetón supuso un gran disgusto para Zozaya.
Está claro que los negocios pueden ser independientes de las
ideas políticas, pues Fermín Calbetón, lo mismo que Ramón Mª
Badarán -el yerno de Zozaya que le ayudará a resolver el
enredo-, eran del partido liberal.
Decía Calbetón sobre los Saavedra:
“Como es buena gente, no tengo miedo ninguno con ellos:
el estafador que en su familia entró por matrimonio, no puede
ni un momento oscurecer la honradez inmaculada de D. Agustin
que murió al saber estas hazañas” (Calbetón Fermín s.f. 5 y 15-
III-1884 y Z, 26-V-1884). Ya el 25-I-1884 había aclarado que la
familia de Saavedra “es gente muy honrada”, que uno de la
familia estafó “cobrando los tributos adelantados y con
descuento”, que la deuda ascenderá a unos 20.000 pesos, y que
Saavedra murió del disgusto. Luego subió la cantidad a 43.000.
Zozaya exigirá a Calbetón aclaraciones, justificantes,
devoluciones monetarias, y que reconociese su deuda.
También quería que Calbetón: 1º Aclarase si los 53.269
pesos ya citados debía pagarlos los Saavedra o él. Ello dependía
de sus cuentas, que se resistía dar en la debida forma.
A eso se añadía: 2º Que justificase por qué no cobró 56.851
pesos en sus tres años (de los 21.617 pesos anuales). 3º Que
justificase la devolución de 13.780 pesos por diferentes asuntos,
incluidos los 8.076 cargados en la cuenta de 1885 y no enviados
a Zozaya. 4º Que justificase el excesivo pago en contribuciones.
5º Que aclarase con justificantes de morosidad por qué
Saavedra y él no cobraron otros 150.000 pesos. 6º Que
devolviese a su padre Joaquín, amigo de Zozaya, 253 pesos de
los fondos de Zozaya para cubrir los gastos de un recomendado.
7º Que localizase los planos de las haciendas, pues Zozaya debía
entregarlos al siguiente administrador. 8º La anulación de la
escritura de transacción que Calbetón hizo con el colono Piqué,
a quien se le ganó en juicio aunque finalmente se llegó a un

31
acuerdo con él. 9º Que Calbetón reconociese su deuda sin que
ello supusiera obligarle a pagar todo en el acto.
El problema fue acumulativo. El yerno de Saavedra dejó
por cobrar y además robó. Calbetón complicó todo quizás por
tener la administración tan sólo como una fuente de ingresos
particulares, por ir luego como diputado a Madrid, por dejadez
personal o peor, y por su falta de educación hacia Zozaya.
Digamos también que Ibáñez -que nunca fue admitido por
Zozaya a su servicio-, estafó a Calbetón según éste, y exigirá sin
motivo dinero a Zozaya. Ninguno de estos problemas podía
recaer sobre el propietario don Miguel María.
El 23-III-1888, Zozaya dio el ultimátum a Fermín Calbetón
antes de emplazarle en los tribunales. Se lo comunicó a su padre
don Joaquín Calbetón y redactó dos cartas con mucho tacto.
Sabía muy bien que por respetos humanos el hijo iba a acceder a
un arreglo, como así fue. Zozaya tenía que cobrar varios miles
de pesos de don Fermín, pero sospecho que no pagó porque no
tenía fortuna en Cuba. También él regresará a la península, irá a
Guipúzcoa, pero la Mar océana no supuso el olvido de su mal
hacer.
6.3. Caso Ibáñez. El caso de Faustino Ibáñez Huarte, que
no fue administrador de Zozaya, fue sin duda muy molesto para
Don Miguel María. El conflicto fue de 1888 a 1891. Su caso se
cruzó con el de Calbetón y, aunque sólo afectaba a éste último,
salpicó a Zozaya porque reclamo a éste lo que quizás Calbetón
no le pagaba.
¿Qué relaciones tenía Zozaya con él? Ninguna. Zozaya era
un mero un sujeto pasivo. La historia empezó cuando Don
Miguel María rechazó los servicios de Ibáñez en la visita que le
hizo en Pamplona para solicitar el puesto de administrador.
Zozaya dirá que, desde el primer momento, no se fió de él.
Siempre le consideró un intruso en sus asuntos y además decía
que era un terco. Por otra parte eran políticamente contrarios:
Ibáñez había sido carlista en la tercera guerra, según le escribe a
Zozaya. En el momento álgido del conflicto, Zozaya dirá que en
dicha visita le pareció “que si loco no estaba le faltaba poco”
(Zozaya, 16-VII y 1-X-1886, 16-III-1887). Su única relación era
“la de quererme robar por medido de los tribunales (…) (y) si
algo tiene que reclamar será á Calbeton” (Zozaya, 13-II-1889).
Calbetón tenía tres quejas contra él, pues Ibáñez: 1ª Había
percibido cantidades sin rendirle cuentas. 2ª Le exigía 4.000
duros. 3ª Le había sustraído 6.000 duros, incluyendo en ellos
los 2.000 que le dio para pagar los servicios de Aparicio y que

32
no pagó. Así de enredadas estaban las cosas. Más todavía, según
el siguiente administrador Barroeta:
“Ibañez tenia la mala maña de esplotar a los colonos
evitándoles el apremio á condición de una cantidad que a
él le daban, quedando mis rentas sin cobrar y
aprovechandose él con la comisión” (Barroeta, 15-VI-
1890).
El pleito en primera instancia en Cuba se sentenció a favor
de Zozaya en noviembre de 1891. Ibáñez apelará a la Audiencia,
“y dice que llegará hasta el Supremo, porque si no cobra, quiere
tener el placer de que ha de hacerle gastar a V, mucho mayor
cantidad que la que reclamaba” (Presas de Morales, 18-XII-
1891).
Zozaya ganó el pleito que le puso Ibáñez. No pagó a Ibáñez
reclamación alguna, pues, en el caso de existir, el pago le
correspondería a Calbetón.
Ibáñez viajó a España, diciendo que pensaba establecerse
en Tafalla (Navarra) para dar “mucha guerra en un folleto que
piensa publicar” contra Zozaya (Peralta, 28-V-1892). Luego,
nada de nada. El 15-VII-1892 Zozaya informaba a Presas que
Ibáñez estaba “en Madrid tratando de interponer el recurso de
casación”. Plazo perdido.
6.4. Caso Aparicio. Fue de 1886 a 1887. Fue una
consecuencia más del mal hacer de Calbetón. Luis Aparicio y
Fernández surgía como un extraño en nuestra historia cuando
se presentó ante Zozaya en Pamplona hacia 1883:

33
“con carta de recomendación de Dn. Fermin Calbeton
extrañandome sus manifestaciones dirigidas á quitar la
administracion á Calbeton, posteriormente me escribió tres
cartas desde esa Isla á las que dejé de contestar por creer no
debia tener trato alguno con el que abusaba de la confianza de
quien le recomendaba” (Zozaya, 14-VI-1886).
Cuando por segunda vez apareció en la vida de Zozaya, fue
promoviendo un juicio ejecutivo contra él en el año 1886. ¿Por
qué? El motivo era que Calbetón no le había pagado las
inscripciones de fincas realizadas en el Registro de la propiedad
de Colón.
El juzgado de Pamplona embargó a Zozaya 3.000 pesos
(15.000 pesetas), cogiéndole desprevenido y motivando
“conversaciones en Pamplona que me conviene acallar”
(Zozaya, 2-VIII-1886). Zozaya perdió este pleito en primera
instancia (1886), luego el pleito ejecutivo (1887) y, tras ello, en
mayo de 1887, el recurso en La Habana (Zozaya, 5-III y 13-V-
1887). Fue un duro revés que le hizo esforzarse para solucionar
sus otros asuntos.
Calbetón, más amigo de palabras que de hechos, decía que
iba a demandar a Aparicio. Se sintió engañado por él porque
sólo eran correctas entre 20 y 30 inscripciones de fincas a censo
y no las 40 ó 50 restantes. También iba a demandar a Ibáñez,
pero parece que nada hizo.
Allá ellos, pero que dejen en paz a don Miguel María.
6.5. Mejoran las perspectivas en la administración.
6.5.1. Santiago Barroeta Seheidnagel (20-XI-1885
hasta el 25-IV-1888) era juez en Cuba.
6.5.2. El Excmo. Sr. Jorge Arellano, intendente general
de Hacienda en Cuba en 1888 y amigo de Badarán, recibió la
administración el 25-IV-1888. Nombró sustituto a su sobrino
Presas de Morales.
6.5.3. Emilio Presas de Morales (antes del 9-XI-1888
al 7-VIII-1894) era sobrino de Arellano. Fue secretario
municipal de Recreo y, a finales de 1893, del ayuntamiento de
Cárdenas.
Fue un buen administrador: cobró lo que pudo y no fue
poco, inscribió muchas fincas en el Registro de la Propiedad (el

34
14-V-1890 había cien o más), y al final formó los estadillos
completos de las haciendas. Como Barroeta, fue cesado por no
cobrar del año corriente unos 35.000 pesos (Z, 17-VIII-1894) y
menos todavía pudo cobrar las deudas, lo que, junto a la falta de
inscripciones en el Registro de la Propiedad, eran los grandes
problemas de las haciendas.
Zozaya fue obligado a tales pleitos y ceses para poner orden
en sus cobros, pues si la cuestión se le iba de las manos perdería
todos sus derechos en la isla. Las consecuencias de la guerra
iban a ser más piadosas con sus derechos que sus propios
administradores.
6.5.4. Javier Peralta (1894-1919). Vecino de Matanzas,
era natural de Navarra. Estaba casado y era corredor de
comercio. Su hermano Serapio era muy amigo de Don Miguel
María desde la niñez. Fue un buen administrador, solucionó
muchos problemas con los colonos, y Zozaya confió plenamente
en él. En sus extensas cartas narró la guerra en Cuba con detalle
-y sin casi subjetivismos- a petición de Zozaya. Tras el
hundimiento de la isla, desde 1902 envió mucho dinero al
heredero Don Pedro.
6.5.5. Cristóbal de la Guardia y Madam (1919 y al
menos hasta 1933).

35
La morosidad será un mal crónico. Saavedra recaudará
mucho -también atrasos- pero al final de los años disminuirá la
cantidad de los envíos dejando además muchos censos sin
cobrar. Calbetón no aumentó gran cosa las cantidades. Barroeta
y Presas de Morales recuperaron el envío de dinero, realizaron
una buena labor inscribiendo censos, y redactaron el estadillo
completo de las haciendas, incluyendo a los morosos y las
deudas. Sin embargo, como cada año había más atrasos y
deudas, Zozaya les revocó sus poderes. Peralta sufrió la guerra y
tuvo más éxito en los cobros tras 1902.
Las cantidades. Zozaya recibió unas cantidades elevadas
por el cobro de los censos, aunque menores que las debidas a
causa de las deudas. Las sumas cobradas varían mucho según la
meteorología, si hay conflictos armados, la eficacia de sus
administradores o los problemas particulares de estos.
Durante la primera guerra cubana, las sumas son
elevadas especialmente en 1871 e incluso en 1875 o 1876.
En 1875-76 hubo una disminución de envíos, según se
advirtió cuando se realizaban los cobros en 1877.
7. Recaudación y envíos. Las deudas de los colonos
La baja de 1877 a 1882 se debe a la postguerra y al
desfalco del yerno de Saavedra hacia 1880-1882.
El alza de 1883 a 1888 se debe a la labor de los dos nuevos
administradores.
Fermín Calbetón -que, según dirá después Zozaya, no era
persona muy creíble- describía así la situación de la Isla:
“arruinada en la que el hambre reina como única
soberana./ Una situación espantosa y que no se registra en los
anales de los pueblos, ha caído sola la Isla y cuanto yo le dijera
de ella resultaría verdaderamente pálido” (Calbetón Fermín CF,
6-VI-1884). ”La crisis económica es terrible ayer se pegó un tiro
el Director de la Caja de Ahorros don Joaquin (…) y el
establecimiento está en quiebra: el azúcar por los suelos y el
pánico indescriptible” (CF 5-III-1884). “(…) en este momento,
tal vez el mas angustioso de la historia” (1885).
Sin embargo, su padre Joaquín Calbetón, persona más
imparcial y bien enterada, decía algo similar.
“Sin ser pesimista, no se puede negar, que la situación (…)
financiera de la Isla y en parte (…) en los hacendados es mala,
pues el precio del azucar es bien bajo que apenas cubre los
gastos del cultivo y elaboracion; de contra, nunca se ha gastado
mas en comprar maquinas ni se ha destinado mas terreno al

36
cultivo de la caña; así, á mi juicio, si en esa no hay grandes
trastornos, saldremos del mal paso. Ojalá no me engañe su buen
deseo” (Calbetón Joaquín CJ, 19-I-1884).
Desde septiembre de 1884 a mayo de 1885 habían
cambiado mucho las circunstancias al bajar los precios del
azúcar a 4 ½ r./arroba (CJ, 12-VIII-1885). Joaquín Calbetón
culpaba de la crisis al bajo precio del azúcar y a la excesiva
deuda pública.
El alza de 1889 hasta la pre guerra en 1894, también se
debió a los nuevos administradores, aunque en esos años
comenzó la crisis por la caía de precios debido a la competencia
del azúcar de remolacha. Esto último fomentó de nuevo el
ambiente independentista.
La última guerra y su posguerra fue un desastre
económico para los ingresos de Zozaya (1896-1899), aunque
tras 1902 se remontaron -aún con altibajos- y hasta
ascendieron a elevadas cantidades. En 1903 (31-VII y VIII)
escribe Pedro Zozaya: “Si menudean las remesas de esta índole,
me tendra V. relativamente contento”.
En resumen, los envíos ascienden a más de 10.000 pesos
anuales en 1869-1976, 1884-1894 y 1902-1909. Las épocas bajas
con menos de 10.000 pesos anuales fueron en 1877-1883 y
1895-1901, y, de ellos, de hundimiento en 1896-1899.
8. Política y guerra.
En relación con la política y la dramática guerra civil en
Cuba, ofrezcamos dos apuntes. Sobre la primera guerra,
Joaquín Calbetón explicará a Zozaya:
“En España no se conoce bien el espiritu de esta
revolucion que desde el principio ha sido separatista. No quiero
(…); el secreto del porvenir es solo de Dios; pero si conocemos el
estado actual de conflagracion, habrá que gobernar de otro
modo el pais” (Calbetón Joaquín, 11-II-1869).
Agustín Saavedra se extrañaba de la manera que el
gobierno liberal -moderado o radical- tenía de gobernar la isla
desde Madrid, y que
“(…) siendo esta Isla una parte integrante de la Nacion
Española, se impongan grandes contribuciones sin anuencia de
las Cortes, por solo un decreto el Capitan General de aqui, que
viene inmediatamente aprobado por el Gobierno Supremo”
(Saavedra, 25-IX-1876).

37
La descentralización y las posiciones foralistas de don
Carlos VII -para los carlistas- podrían ser una alternativa que
los próceres liberales –conservadores o fusionistas- nunca
tuvieron en cuenta en tiempos de Alfonso XII y luego la Regente
María Cristina.
Joaquín Calbetón culpará de la crisis al bajo precio del
azúcar y a la deuda pública:
“(…) V. comprenderá q(ue) sin que á la Isla de Cuba se le
quite el peso abrumador de la deuda, no puede vivir, porque
esta es una causa permanente, asi como la del precio del azúcar
puede variar-/ La campaña de los diputados en el presupuesto
debe ser ardua= el arreglo de la deuda es el punto culminante, y
debo decir con dolor, que es cuestión de muy difícil solución,
p(ues) todos los hombres políticos de Esp(aña) empezando
desde Nocedal y acabando en Pi y Margall han de afirmar “que
la guerra debe ser de Cuba y no de España”. Estoy combatiendo
esta idea desde 1872- en que la vi planteada, y cada dia estoy
mas convencido de que deben variar de opinión, antes la
consideraba injusta, hoy la considero anti-politica y de una
necesidad urgente dar solucion a esta cuestión en la que están
interesados todos los que tienen intereses en Cuba, sean tirios o
troyano” (Calbetón Joaquín, 9-V-1885).

38
De la segunda guerra, algo antes y después (8-IX-1894 a
29-XII-1899), se conservan 46 cartas de Peralta. Hemos dicho
que en ellas narra la guerra por extenso y con detalle. Los
insurrectos tenían la táctica de destrozar todo lo que había de
bueno en el espacio agrario y reducir la isla a escombros. La
insurrección podía haber sido dominada, y si no lo fue se debió
al apoyo de los Estados Unidos en “alientos y armas y
expediciones (…) principales sostenedores de la insurreccion y
causa de todos nuestros males” (Peralta, 18-III, 15-VIII y 2-IX-
1898).
Según el administrador de Zozaya la responsabilidad de los
yankees era plena y a ellos se debió el Desastre.
Al comunicar los preliminares de la paz de París, se temía
por los intereses españoles (Peralta, 15-VIII-1898). Pedro
Zozaya lamentaba igualmente “la guerra inicua de los Yankes
¡Pobre España!” (Zozaya, 2-II-1898, Peralta, 2-IX-1898).
“Veo que no mejora, por desgracia, el estado tristísimo en
que han sumido á esa Isla los aborrecidos Yankis con sus
egoismos. Nos cargaremos (sic.) de paciencia hasta donde cabe,
esperando los susodichos tiempos, cuando Dios N.S. asi lo
disponga” (Zozaya Pedro, 16-II-1902).

39
Las últimas cartas de Pedro Zozaya recogen, entre
cuestiones económicas relativas a Cuba, la guerra de Marruecos
con estas palabras:
“De la cuestión de Melilla o de la guerra con los rifeños
nos hemos animado los españoles con las buenas noticias que
ultimamente van llegando con las tomas por nuestro valiente
ejercito de las posiciones el Gurugu Iduara y el gran avance en
las operaciones la pasada semana, siendo de festejos y regocijos
en toda España que vitoreaba a valiente ejercito y sus jefes”
(Zozaya Pedro, 8-X-1909).
Entre otros muchos textos, terminemos con éste de Pedro
Zozaya al administrador Peralta, que tiene claros reflejos
bíblicos:
“Buena es la paz y tranquilidad material de que me habla;
mas mientras no llegue á la moral, habrá de ser como la de los
impíos -pax… pax… et non erat pax”. (Zozaya Pedro, 8-IV-
1903).
Conclusiones:
1. En el siglo XVIII, los habitantes del valle de Baztán (de
Errazu y Arizcun) habían tenido una importante presencia en la
hora Navarra por lo que respecta a Madrid y otros lugares de la
península (Caro Baroja). Algunos que desearon hacer fortuna en
el Madrid del s. XVIII, fueron los Goyeneche, Gastón, Iturralde,
el marqués de Iturbieta, Arizcun, Mendinueta y Múzquiz,
Uztáriz, Jáuregui y Aldecoa, Basarte, Osambela, Zelaya, Garro,
Echenique, Borda etc..

40
En el siglo XIX surgió un pequeño grupo formado por
Zozaya y otras familias vinculadas sobre todo a la política
nacional, que fueron el relevo, desde luego menos importante
que el anterior. Si los Arizcun gozaron de un significativo
ascenso social en los s. XVI y XVIII, los Zozaya tendrán su
momento en el s. XIX y parte del XX. Quizás no sea de todo
casual que Miguel María Zozaya comprase el palacio de Juan de
Goyeneche en Pamplona, estuviese emparentado con los
Gastón, un hijo suyo casase con una Iturralde y una nieta con
un Arizcun, y que los Arizcun tuviesen relación con los
Iturbieta.
2. Los Zozaya, al igual que los Arizcun, estuvieron muy
pegados a la tierra y proyectados al exterior. En ambos casos
estarán vinculados a las instituciones políticas. En don Miguel
María, el dinero y su aceptación de las nuevas instituciones
estuvieron unidas a su ascenso social.
Hay que reconocer que, en buena parte, don Miguel María
se hizo a sí mismo; lo fue en su ascenso a la política, en la
obtención de un título de nobleza y, sobre todo, en los negocios.
En estos destaca su esmerada atención a sus haciendas en Cuba,
su defensa sobre su propiedad exclusiva de estas frente las
pretensiones de su hermana Francisca, la compra del palacio de
Goyeneche en Pamplona, la compra de una corraliza en Murillo
de Limas, y el reconocimiento que tuvo de sus trabajos para la
creación del Crédito Navarro. Este hacerse a sí mismo, su deseo
de reconocimiento fuera del Valle, la conveniencia del
librecambismo, sus amistades y entorno, le hicieron estar con
las nuevas instituciones políticas. Al parecer su hijo y nieto
fueron más críticos hacia estas hasta el final de la II República.
De todas maneras, la base social y económica de don
Miguel María fue heredada, ya el mayorazgo de Cuba -mejor
dicho, la propiedad exclusiva de los censos repartidos en sus
haciendas-, como el palacio de Echeniquea junto a muchas otras
propiedades rurales en la montaña Oeste de Navarra.
3. El factor que puntual y más negativamente incidió en los
ingresos familiares de los Zozaya fueron las dos guerras en
Cuba. No obstante, si la primera guerra influyó poco en los
envíos, sobre todo influyó la segunda. En la primera, los envíos
de dinero fueron elevados, pero, en la segunda, más aguda y
destructora de los ingenios, no hubo envío alguno. A pesar del
hundimiento del espacio agrario de la isla, tras 1902 hubo una
recuperación económica.
4. En un plazo largo, el problema eran los administradores
y sobre todo las deudas de los colonos. La amenaza mayor fue el

41
aumento de los atrasos, que dependía de la voluntad de los
colonos y ésta, al menos parcialmente, de la caída del precio del
azúcar y las guerras. De todas maneras, la tentación de los
impagos era siempre manifiesta, porque si se prolongaban
darían como resultado rebajas sin fin, luego la desaparición del
censo de facto, luego de iure, y quizás antes, su abandono por
incapacidad del dueño de los censos.
El régimen de censos era jurídicamente saludable frente a
la lejanía física de la isla respecto la península, pero en la
práctica era complicado de mantener para el propietario. En
realidad, como expresión del Derecho más elemental, los censos
se mantuvieron legalmente tras 1898.
5. Unas “fronteras” -según los términos iniciales de este
trabajo- cambiaron en contra de España (la política, militar,
territorial de Cuba y psicológica), otras se recuperaron (la
económica, la organizativa de la propia administración de
Zozaya, y la moral en el sentido del buen comportamiento y
valor del Ejército hispano-cubano), unas terceras desaparecerán
con la vida misma (la cronológica y personal) y, al fin, otras se
transformarán (sobre todo la familiar) en nuevos tiempos y
esperanzas.
6. Si la atención nacional se trasladará de fijarse en las
últimas posesiones americanas y Filipinas al problema de
Marruecos, los Zozaya mantendrán sus intereses en Cuba hasta
la llegada del dictador Fidel Castro. Perdidos los últimos
intereses, el último Miguel María administrará sus cuantiosas
propiedades en la península y dará generosamente estudios
universitarios a sus muchos sobrino-nietos. Pensar en él nos
remite a su abuelo y al fundador del mayorazgo, y sus hechos
nos hablan de la sobriedad, generosidad -y vida cristiana- de su
vida.
José Fermín Garralda Arizcun*
Notas:
(1) “Diario de Navarra”, jueves 4-XI-1909 p.2. Se añade: “Su muerte
es sentidísima; las bellas prendas que concurrían en el finado le
conquistaron unánimes simpatías”. La esquela fue publicada en primera
plana tanto en “Diario de Navarra” como en “El pensamiento Navarro” (7-
XI-1909). Esto significa que su vida no estaba reñida con ninguno de
ambos diarios, el liberal conservador y el carlista, y que era persona
conocida por igual en todos los ámbitos sociales y políticos. Tampoco la loa

42
recogida indica identidad política, porque “Diario de Navarra” también
dijo de Pedro de Ortigosa y Zozaya, que era carlista, lo siguiente: “con
muerte ejemplar, como había vivido (…), persona de costumbres
morigeradas, católico práctico y muy bondadoso de carácter” (DdN, nº
6.124, 20-IV-1921). El diario informa que era natural de Pamplona, que en
esta ciudad ejerció la abogacía durante algunos años, para trasladarse
después a Santesteban, donde vivió bastantes años en compañía de su
distinguida esposa.
(2) Según Melchor Ferrer, Fco. Ortigosa Chávarri luchó en la
campaña realista, fue comandante de caballería en 1834, ascendió a
brigadier y se sumó al Convenio de Vergara. En 1848 fue mariscal de
campo y en 1860 cabo de la Capitanía general de Navarra. FERRER
Melchor, Historia del tradicionalismo español, Sevilla, ECESA, 1941-1979,
29 tomos, T. XIII, pág. 192.
También lo menciona García-Sanz, como alférez en la guerra realista
(1822), ingresó de capitán en el ejército Real en 1834, llegando a ser
brigadier en 1939. Fue condecorado Cruz de San Fernando de 1ª clase en
1834. Tras adherirse al Convenido de Vergara, participó en el alzamiento
de O’Donnell (octubre de 1841) exiliándose de 1841-1843. En este año se le
revalida el empleo de brigadier. En 1850 se presenta a elecciones por el
distrito de Santesteban de Lerín. Se retiró con el empleo de mariscal de
campo en 1862 siendo condecorado con la Cruz de Isabel la Católica en
1848. Esta ficha omite que fue capitán general de Navarra. Sus hijos
militares fueron Juan (siendo teniente deserta a las filas carlistas en 1873),
Luis y Sergio. Otro hijo, Miguel, dirige el periódico Beti-Bat de Bilbao.
GARCÍA SANZ Ángel, RUIZ ASTIR Javier, Militares carlistas navarros
(1833-1849), Pamplona, UPNA, 2017, 572 pp., pág. 428.
Los hijos de Francisco Ortigosa y Francisca Micaela Zozaya fueron:
Pedro, Juan, Luis, Sergio y Miguel. Todos ellos apoyaron por escrito al
diario carlista “El Tradicionalista”. De ellos, Pedro de Ortigosa Zozaya
firma el mensaje de los jóvenes tradicionalistas de Pamplona (“El
Tradicionalista”, nº 23, 18-X-1886).
Nieto del matrimonio Ortigosa-Zozaya será Juan Ángel Ortigosa e
Irigoyen, jefe provincial de Falange Española Tradicionalista y de las
JONS.
Observamos una paulatina confluencia entre los Zozaya y los
Ortigosa, pues el gran distanciamiento que separaba al primer don Miguel
María de los Ortigosa, se irá reduciendo por parte de los Zozaya hasta que
el segundo Miguel María Zozaya -nieto del primero- colabore
económicamente con los carlistas de 1936. Esta evolución también se
observa en otras familias e Pamplona como los Badarán, los Iñarra etc.
(3) Nieto del militar Fco. Ortigosa, será Juan Ángel Ortigosa, jefe
provincial de Falange Española Tradicionalista y de las JONS y sucesor del
primer jefe que fue Martínez Berasain. En “El Pensamiento Navarro” EPN,
nº 12.398 (sic. debiera decir 12.399) jueves, 25-XI-1937, pág. 1 se hace una
reseña extensa de la familia Ortigosa, que traemos aquí como
complemento de las redes familiares navarras de los s. XIX y XX. Dice así:
“Al señor Ortigosa le singulariza, en primer término, su claro y neto
abolengo carlista. En Navarra hay familias que ostentan ésto como timbre

43
de honor, como ejecutoria de nobleza. Una de éstas familias, y de las más
notorias, es la baztanesa de Ortigosa.
Su abuelo, el Mariscal de Campo y Capitán General de Navarra, don
Francisco Ortigosa, hizo toda la primera guerra civil, la de los siete años,
La generación de su padre, pródiga en hermanos, de espíritu guerrero
y aventurero, luchó junto a Carlos VII en la segunda inolvidable gesta. Y
tan leales fueron los Ortigosa, que algunos de sus tíos siguieron en el
destierro a la Familia Real proscripta, con cargos de lealísima condición.
Así don Miguel de Ortigosa, coronel de Artillería y preceptor muchos años
de Don Jaime de Borbón, y el coronel de Caballería don Juan, gentil-
hombre de Carlos VII en Loredán.
Hijo de veterano, el joven abogado don Juan Ángel Ortigosa e
Irigoyen, ha continuado las tradiciones familiares, rindiéndoles culto
caballeroso.
Espíritu moderno, inteligencia cultivada y honradez sin tacha, son las
características del nuevo Jefe (…).
En dicho diario también se menciona a un Ortigosa junto a don
Jaime una vez fallecido éste (EPN, nº 12.694, martes, 15-XI-1938, pág. 2).
Cambiemos ahora de familia. El diario carlista califica como “nuestro
querido y respetable amigo” al pbro. Inocente Iturralde Alzueta,
seguramente por sus simpatías carlistas, siendo hermanos Leoncio,
Micaela y Miguel. Falleció el Errazu el 19-IV-1937 (EPN, nº 121.314, jueves
22-IV-1937). Dicha Micaela será la esposa de Pedro Zozaya Maritorena. En
Errazu había un importante núcleo carlista como indica el funeral por don
Carlos VII el 9-VIII-1909, el funeral de Pedro Irigoyen -primer muerto en
combate del pueblo- celebrado el 14-XII-1936, y también los actos políticos
del 6-X-1936 y 11-IV-1937 (EPN, nº 3.330, domingo 8-VIII-1909 pág. 2; nº
12.110, viernes, 18-XII-1936, pág. 5; EPN nº 12.048, miércoles, 7-X-1936
pág. 4; y EPN nº 12.300, martes 6-IV-1937, pág. 1).
(4) El diario integrista “El Tradicionalista” -antes de 1888 era
carlista- recoge los nombres de Badarán y Calbetón de esta manera: “En el
Congreso, con motivo de las omisiones que se notaban en el acta de la
sesión anterior, ha señalado Nocedal la incongruencia en que incurren
Ansaldo, Calbeton y Badarán llamándose católicos y fueristas y
perteneciendo á partidos liberales y antifueristas” (“El Tradicionalista”, nº
1.367, viernes, 3-VII-1891 p. 4).

44
* José Fermín Garralda Arizcun
(Pamplona, n. 1958). Licenciado en Historia.
Doctor en Historia por la Universidad de
Navarra con su tesis sobre La administración
municipal de Pamplona en el siglo XVIII,
defendida en dicha universidad allá en 1986, por
la que obtuvo Premio extraordinario. Ha
compatibilizado la educación en el Bachillerato
Internacional durante años y el Bachillerato
español, con la investigación universitaria. Ha
presentado comunicaciones a numerosos
Congresos de Historia incluidos los nueve
Congresos de historia de Navarra de la Sociedad
de Estudios Históricos de Navarra. Colabora con
numerosas biografías en el diccionario Biográfico de la Real Academia de la
Historia. Publica numerosos y extensos trabajos en la Revista “Príncipe de
Viana”, “Verbo”, “Aportes” y otras revistas científicas. Durante unos años aporta a
la Red internauta sus trabajos, sin sujeción a editorial alguna, por ejemplo en
historiadenavarraacuba.blogspot.com, callemayorpamplona.blogspot.com y
olatranesanlucar.blogspot.com Sus líneas de investigación fundamentales son:
Pamplona en la renovación del siglo XVIII, Pamplona y Navarra de 1813 a 1833
tras la guerra de la independencia, el Tradicionalismo y Carlismo en España y
Navarra, la Hermandad canónica de Caballeros Voluntarios de la Cruz, la
economía y sociedad cubana según el archivo del mayorazgo Zozaya, y cuestiones
metodológicas.

45
Fuentes documentales:
a) Manuscritas (Archivo privado del autor):
1) Zozaya e Irigoyen, Miguel María, Copiador de cartas. Año 1870 a 1890,
385 pág. enumeradas y escritas, 230 x 360 mm. y 30 mm. de grosor.
Incluye 199 cartas de don Miguel María Zozaya e Irigoyen dirigidas a su
administrador en Cuba.
2) Zozaya e Irigoyen, Miguel María y Pedro Victoriano Zozaya Maritorena,
Copiador de cartas. Año 1891 a 1909, pág., s.n., 124 pág. enumeradas y
escritas + 164 en blanco, 230 x 360 mm. y 24 mm. Son 113 cartas que don
Miguel María y don Pedro enviaron a su administrador en Cuba.
Incluyen 19 cartas de don Miguel María dirigidas a Emilio Presas de
Morales (1891-1894); 13 de Miguel María (fallece el 15-IX-1896) a Javier
Peralta (1894-1896); 79 de Pedro Victoriano Zozaya (+ 1909) a dicho
Peralta. Algunas de ellas son al dictado. Total a ambos administradores:
111 cartas. A ellas se les suman 2 cartas de Miguel María a Jorge Arellano,
que era el administrador que había delegado en Presas de Morales, y otras
2. Por otra parte, digamos que las cartas dirigidas a otras personas de la
ciudad de San Sebastián contienen datos de interés. Total: 115 cartas.
Entre ambos copiadores -dejamos de lado la documentación anterior a
1869-, se enviaron a Cuba un total de 314 cartas (199 en el primer
copiador y 115 el segundo), que son la principal fuente primaria de este
trabajo.
3) Podemos preguntarnos: ¿Y las cartas de los administradores a los
Zozaya?. Son las siguientes:
Cartas de Agustín de Saavedra Sotolongo: 120 (1869-1883)
Cartas de Joaquín Calbeton: 22 (1869-1886)
Cartas de Fermín Calbeton: 16 (1883, 1884 y s.f.)
Cartas de Emilio Presas de Morales: 120 (1888-1894)
Cartas de Javier Peralta a Miguel María son 31 (fallece el 15-IX-1896) y a
Pedro Zozaya son 66, en total 97 (de ellas 29 a máquina de escribir) (1894-
1909).
Cartas de Cristóbal de la Guardia a Miguel María Zozaya Iturralde son 3
(1933)
Dichas cartas de los administradores suman 375 cartas.
Otros destinatarios a los Zozaya: 61
Total: 436 cartas de Cuba a los Zozaya
Así pues, el total de cartas entre el propietario de los censos y los
administradores: 750
A ello se suman las cuentas anuales, los estados de pleitos, y otras cartas

46
b) Impresas:
APUNTAMIENTO y alegación en Derecho presentada por D. Miguel María
Zozaya en su pleito con D. Francisco Ortigosa y Doña Francisca Micaela
Zozaya su consorte sobre partición por derecho de legítima de unos bienes
poseídos en la isla de Cuba, Pamplona, Imp. Francisco Erasun y Rada,
1863, 61 pp. + 58 pp.
OBSERVACIONES sobre el recurso de casación interpuesto por D. Miguel
María de Zozaya, contra la sentencia de algunos de los magistrados de la
Sala Segunda de la Audiencia de Pamplona en el pleito con D. Francisco
Ortigosa y su mujer doña Micaela Zozaya, sobre reclamación de ciertos
bienes vinculados, Madrid, Imp. de Alejandro Gómez Fuentenebro, 1865,
34 pp. Ortigosa era general y gobernador militar de Pamplona y estaba
casado con la hermana de Miguel María.
VILLANUEVA, Pelayo, Colon. Hechos, personas y cosas de este pueblo
que no deben ser olvidados al escribirse su historia, Colon, Imp.
“Paltenghi”, 1931, Tomo I, pág.5-23 y ss.
c) Gráficas: Imágenes del autor, imágenes de “La Ilustración Nacional”
Bibliografía:
a) Del autor sobre el mayorazgo de Zozaya:
Garralda Arizcun, José Fermín, (1991). La fundación del mayorazgo
de Zozaya en Cuba. Príncipe de Viana, 193, pp. 163-179.
_ (1991), La situación económica en Cuba durante la guerra de los
Diez Años (1868-1878) en la correspondencia privada del Mayorazgo de
Zozaya”, Príncipe de Viana, 194, pp. 99-119
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https://es.wikipedia.org/wiki/Ferm%C3%ADn_Calbet%C3%B3n_y_Blan
ch%C3%B3n

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Apéndice Gráfico

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Correspondencia de don Miguel María Zozaya con su administrador
-hombre honrado- don Agustín Saavedra.

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José Fermín Garralda Arizcun
Pamplona, 1-IX-220
L a u s D e o

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