El documento describe la crisis iconoclasta en la que se juzgó que pintar imágenes de criaturas vivas era una blasfemia contra la doctrina cristiana. Luego discute los iconos bizantinos, describiendo sus características como el simbolismo, la idealización expresiva y la rigidez. Finalmente, menciona ejemplos de mosaicos bizantinos tempranos como los de San Vital y Santa Sofía que representaban temas religiosos y cesáricos.