2. Durante el nacimiento de la Iglesia, se libraron diversas batallas del Gran Conflicto.
Los primeros cristianos tuvieron que lidiar con conflictos personales y oposición.
Conceptos
erróneos
sobre el
Reino
Problemas de
comunicación
Oposición
de los
líderes
• Victoria en
la
oposición.
• Derrotados
por la
oposición.
Prejuicios
nacionales
3. «Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?» (Hechos 1:6)
Después de tres años y medio y cuarenta días,
los discípulos seguían esperando la
restauración política de Israel.
Sus propios conceptos acerca de la obra del
Mesías les impedían ver la verdadera
dimensión del Evangelio (Salmo 22:27;
Isaías 42:1-4).
En lugar de corregir sus conceptos erróneos,
Jesús les asignó una labor que realizar: «me
seréis testigos» (Hechos 1:8).
Pero debían esperar el
Poder: el bautismo del
Espíritu Santo que les
hiciese comprender con
claridad su misión, y les
capacitase para llevarla
a cabo.
4. «Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos,
porque cada uno les oía hablar en su propia lengua» (Hechos 2:6)
Aprovechando esta oportunidad, Pedro
habló con poder sobre la obra de Jesús.
Los oyentes quedaron compungidos y se
les dio la oportunidad de arrepentirse y
aceptar al Salvador.
El resultado: ¡3.000 nuevos conversos
en un solo día!
En Babel (Génesis 11:9), Dios ganó una
batalla del Conflicto confundiendo la
lengua de las fuerzas aliadas del mal.
En Pentecostés, hizo lo contrario.
Todos los problemas de comunicación
causados por las diferentes lenguas
quedaron resueltos en un instante.
Cada cual escuchaba el mensaje del
Evangelio en su propio idioma.
5. «Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo
denuedo hablen tu palabra» (Hechos 4:29)
Después de la curación del cojo, Pedro
amonestó nuevamente al pueblo para que
aceptasen a Jesús (Hechos 3).
Los saduceos, enojados porque se hablase
de la resurrección (en la que no creían),
llevaron a Pedro y Juan ante el Concilio.
Ante el imparable avance del Evangelio
(5.000 se convirtieron aquel día), Satanás
levantó la oposición de los dirigentes para
intentar frenarlo.
Aquella fue una gran victoria. Hombres
ignorantes hablaban poderosas palabras
que hacían callar a los doctos dirigentes.
Durante algún tiempo, el Gran Conflicto se
decantó a favor de la Iglesia. El Evangelio se
extendía en Jerusalén como la pólvora y
ninguna amenaza podía frenarlo.
6. «Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron
sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo» (Hechos 7:58)
Al igual que Pedro y
Juan, Esteban dirigió
un poderoso
llamamiento al
arrepentimiento a
los líderes que le
juzgaban.
En esta ocasión no hubo victoria. Satanás llenó de odio el corazón de los
dirigentes, se ganó la vida (física) de Esteban y encontró en Saulo un
poderoso aliado para perseguir a la Iglesia (Hechos 8:1).
Sin embargo, Dios hizo de esta derrota
una nueva victoria. Utilizó a la misma
persona que Satanás había elegido para
mal como un instrumento para alcanzar
al mundo entero: Pablo/Saulo, el último
de los apóstoles.
7. «Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío
juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios
que a ningún hombre llame común o inmundo» (Hechos 10:28)
¿Cómo le mostró Dios a Pedro a no despreciar a ningún ser humano?
En primer lugar, ¡le hizo tener hambre! Tuvo que esperar a que alguien le
preparase el alimento.
Subió a la terraza y le sobrevino un éxtasis. Se le mostró un lienzo con
animales inmundos. Él se negó a comer, pese a la voz que se lo ordenaba.
Cuando los hombres (gentiles)
enviados por Cornelio llamaron a su
puerta, Pedro ya había aprendido
la lección.
Los hombres no son como los
animales, que pueden ser
clasificados en limpios o inmundos.
Dios quiere limpiar (salvar) a todas
las personas sin distinción.
8. «Esta visión reprendía a Pedro a la vez que le
instruía. Le reveló el propósito de Dios, que por
la muerte de Cristo los gentiles fueran hechos
herederos con los judíos de las bendiciones de la
salvación. Todavía ninguno de los discípulos
había predicado el Evangelio a los gentiles. En
su mente, la pared de separación, derribada por
la muerte de Cristo, existía todavía, y sus
labores se habían limitado a los judíos; porque
habían considerado a los gentiles excluidos de
las bendiciones del Evangelio. Ahora el Señor
trataba de enseñarle a Pedro el alcance mundial
del plan divino»
E.G.W. (Los hechos de los apóstoles, pg. 110