Este cuento infantil narra la historia de una liebre arrogante que se burla de una tortuga lenta, retándola a una carrera. A pesar de que la liebre toma ventajas descansando a lo largo de la carrera, la tortuga continúa avanzando lentamente pero sin detenerse, logrando ganar la carrera mientras la liebre se queda dormida. El cuento enseña que no se debe subestimar a los demás.
Tema 19. Inmunología y el sistema inmunitario 2024
La liebre y la tortuga
1. LA LIEBRE Y
LA TORTUGA
Fabula dirigida
a niños que
cursan segundo
año de
enseñanza
básica.
2. En el mundo de los animales vivía una
liebre muy orgullosa, porque ante todos
decía que era la más veloz.
3. ¡Miren la tortuga!
¡Eh, tortuga, no
corras tanto que te
vas a cansar de ir
tan de prisa! -
decía la liebre riéndose de la tortuga.
4. Un día, conversando entre ellas, a la
tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una
rara apuesta a la liebre.
5. - Estoy segura de
poder ganarle la
carrera – pensó !!Le propuso la idea a
la liebre y esta feliz
aceptó !
6. - ¿A mí? -preguntó, asombrada, la
liebre.
- Pues sí, a ti. Pongamos nuestra
apuesta en aquella piedra y veamos
quién gana la carrera.
7. La liebre, muy divertida, aceptó. Todos
los animales se reunieron para
presenciar la carrera. Se señaló cuál
iba a ser el camino y la llegada. Una vez
estuvo listo, comenzó la carrera entre
grandes aplausos.
8. Confiada en su ligereza, la liebre dejó
partir a la tortuga y se quedó
remoloneando.
¡Vaya si le sobraba el tiempo para
ganarle a tan lerda criatura!
9. Luego, empezó a correr, corría veloz
como el viento mientras la tortuga iba
despacio, pero, eso sí, sin parar.
Enseguida, la liebre se adelantó
muchísimo. Se detuvo al lado del
camino y se sentó a descansar.
10. Cuando la tortuga pasó por su lado, la
liebre aprovechó para burlarse de ella
una vez más. Le dejó ventaja y
nuevamente emprendió su veloz
marcha. Varias veces repitió lo mismo,
pero, a pesar de sus risas, la tortuga
siguió caminando sin detenerse.
11. Confiada en su velocidad, la liebre se
tumbó bajo un árbol y ahí se quedó
dormida. Mientras tanto, pasito a pasito,
y tan ligero como pudo, la tortuga
siguió su camino hasta llegar a la meta.
12. Cuando la liebre se despertó, corrió con
todas sus fuerzas pero ya era
demasiado tarde, la tortuga había
ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y
aprendió una lección que no olvidaría
jamás: No hay que burlarse jamás de
los demás.