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“Marxismo”:
Friedrich Engels
Karl Marx
El marxismo es el conjunto de movimientos políticos, sociales, económicos y
filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y
periodista revolucionario alemán de origen judío, quien contribuyó en campos
como la sociología, la economía, el derecho y la historia, y de su allegado
Friedrich Engels, quien le ayudó en muchas de sus teorías. Engels acuñó el
término socialismo científico para diferenciar el marxismo de las corrientes
socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico.
También se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y
propuestas específicas del marxismo dentro del marco del socialismo.
El objetivo que se propone es que los trabajadores tengan un acceso a los
medios de producción en forma institucionalizada; es decir, utilizando las
instituciones públicas del Estado para que los trabajadores obtengan medios de
producción y evitar que: "La burguesía va concentrando cada vez más los
medios de producción, la propiedad y la población del país. Reúne a la
población, centraliza los medios de producción y concentra en pocas manos la
propiedad"2
Marx no propone la abolición de la propiedad privada, lo cual es un mito
largamente extendido; lo que propone es la abolición del sistema de
propiedad burguesa; claramente mencionado en su Manifiesto Comunista:
"Lo que caracteriza al comunismo, no es la abolición de la propiedad en
general, sino la abolición del sistema de propiedad burgués"3
ya que la
burguesía viola la ley, corrompe las instituciones u otros mecanismos ilegales
para apropiarse de la propiedad de los trabajadores; así por ejemplo, el robo de
tierras a indígenas, el robo de propiedad intelectual a inventores como Tesla.
Con el acceso a los medios de producción a los trabajadores, el marxismo
concluye que se lograra una sociedad sin clases sociales donde todos vivan
con dignidad, sin que exista la acumulación de propiedad privada sobre los
medios de producción por unas cuantas personas, porque supone que ésta es el
origen y la raíz de la división de la sociedad en clases sociales. Esto implicaría
una enorme competencia y eficiencia en la economía; además, el trabajador no
se puede explotar así mismo ni tampoco puede explotar a otro trabajador,
porque tiene también su medio de producción; lo que ocasionaría es que los
trabajadores se organizarían para crear empresas más grandes a través de
asociaciones justas; por tal motivo Marx expresa "El precio medio del trabajo
asalariado, es el mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que el
obrero permanezca vivo. Todo lo que el obrero asalariado obtiene con su
trabajo, es pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y
reproduciéndose. Nosotros no aspiramos en modo alguno, a impedir los
ingresos generados mediante el trabajo personal, destinados a adquirir los
bienes necesarios para la vida". Y recalca en su Manifiesto "Sólo aspiramos, a
destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la que el obrero
sólo vive para multiplicar el capital". Así entonces, el trabajador o trabajadores
serán dueños de sus propios negocios, iniciando un elevado comercio; por esa
razón en el Manifiesto especifica que "El comunismo, no priva a nadie del
poder adquirir bienes y servicios".
Marx considera que cada país tiene sus particularidades y por tanto las
medidas para proveer a los trabajadores de medios de producción pueden ser
diferentes y que al principio parecerán que no son suficientes. Marx tiene en
claro la ley de la escasez, y por ende, la distribución de medios de producción
en forma institucionalizada y legal se dará poco a poco en una transición lenta
pero efectiva; por tal motivo concluye en su Manifiesto "(...) por medio de
medidas, que aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e
insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor,
y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar todo el
régimen de producción vigente".
En conclusión, Marx propone el uso de las instituciones del estado, como por
ejemplo, el uso de los impuestos para financiar la compra y distribución de los
medios de producción a los trabajadores, que al paso del tiempo formará un
mercado competitivo.
Las raíces filosóficas del marxismo
. Primera edición del Manifiesto del Partido Comunista.
Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó
y afirmó su visión materialista de la historia, y la de Hegel, que inspiró a Marx
acerca de la aplicación de la dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo
de disertación doctoral eligió la comparación de dos grandes filósofos
materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había hecho
suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su
Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista
materialista. Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia
filosófica hizo efecto en Marx: la de Feuerbach, especialmente con su obra La
esencia del cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica
materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas reservas.
Según Marx, el materialismo feuerbachiano era inconsecuente en algunos
aspectos, idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La
ideología alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus
cuentas con sus influencias filosóficas y establecen las premisas para la
concepción materialista de la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas
contradicciones que expresaban el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx
son el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción
las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para los idealistas el
motor de la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base
material de esas ideas y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico.
Influencias intelectuales en Marx y Engels
Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la
economía política inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo
y comunismo francés de Saint-Simon y Babeuf respectivamente, para
desarrollar una crítica de la sociedad que fuera tanto científica como
revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra
más importante dedicada a la sociedad capitalista, El capital: crítica de la
economía política.
Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo
XX, como Louis Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra de
Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.
También diversos sociólogos y filósofos, como Raymond Aron y Michel
Foucault, han rastreado en la visión marxista del final del feudalismo como
comienzo del absolutismo y la separación del Estado y la sociedad civil, la
influencia de Montesquieu y Tocqueville, en particular en sus obras sobre el
bonapartismo y la lucha de clases en Francia.
Karl Marx.
La concepción materialista de la historia
Véase también: Materialismo histórico
Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en
Contribución a la crítica de la economía política4
(1859):
El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue
una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya
introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”, que se
publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto
las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse
por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino
que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo
conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del
siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la
sociedad civil hay que buscarla en la economía política.
En Bruselas, a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro
dictada por el señor Guizot, proseguí mis estudios de economía política
comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez
obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la
producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que
corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma
la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas
formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es
la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser
social es lo que determina su conciencia.
Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto,
con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta
allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se
convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social.
Al cambiar la base económica se transforma -más o menos rápidamente- toda
la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas
transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales
ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden
apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas
jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las
formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto
y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un
individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas
épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay
que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por
el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de
producción.
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las
fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más
elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales
para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por
eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede
alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos
sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las
condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos
designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de
la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno
burgués.
Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del
proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo
individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales
de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la
sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para
la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo
tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
La economía marxista
Adam Smith
David Ricardo
Los economistas burgueses criticados por Marx.
La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los
economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos
clásicos británicos, para ulteriormente criticar su forma de pensar. La
economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de
las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas
considerándolas entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al
afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es el valor agregado por
los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la explotación la
desarrolló en El capital, investigación “dialéctica de las formas que adoptan
las relaciones de valor.
En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el
estudio de la economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue
Marx quien se dedicó principalmente al estudio de la economía política una
vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más conocidos
de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar
la realidad económica y para superar críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones
sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo
XX esta disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el
origen de la riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el
plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había
escrito algunos textos sobre economía política ( Trabajo asalariado y capital4
de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política4
de 1859, Salario,
precio y ganancia4
de 1865) su obra cumbre al respecto es El capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera
edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer
volumen, y particularmente en su primer capítulo (Transformación de la
mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de
producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía
moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de
valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx
expone su teoría del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías
depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor
de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con
otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el
tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va
guiando a través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y
ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una
mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx
utiliza la abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las
leyes fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino,
incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de
determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un
intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones
concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene
un peso extraordinario la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses
reside en que sus análisis económicos son ahistórico (y por lo tanto,
necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía, el dinero, el
comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad
humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y,
por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la
acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia,
son otros elementos importantes de la economía marxista[cita requerida]
.
Análisis de clases
Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases
sociales, de las que toman en consideración principalmente dos:
 La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta
clase como «los individuos que venden su mano de obra y no
poseen los medios de producción», a quienes consideraba
responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios,
puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente
por miembros de esta clase; también los servicios son prestados
por asalariados).
 La burguesía: quienes «poseen los medios de producción»
y emplean al proletariado. Constituyen la clase mercantil por
excelencia: su riqueza proviene de la administración intelectual
de los negocios. Se apropian del excedente económico de toda la
sociedad por el mecanismo de la plusvalía, capaz de confiscar de
forma no coercitiva (mercantil, racional) el valor trabajo, pilar de
todo valor y riqueza.
Subclases
Existen otras clases que integran aspectos de las dos principales, o que estando
asociadas a alguna, manifiestan nuevos rasgos propios particulares.
Lumpenproletariado: los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar
trabajo con regularidad. Abarca desde la amplia masa de indigentes
desocupados y/o con trabajos precarios, hasta sectores en extremo marginales
como las prostitutas y los soldados del crimen organizado, etc.
Pequeña Burguesía: Forman parte del pueblo trabajador, pero en menor o
mayor medida su trabajo crea capital y encuentra en él su sostén, aunque en
niveles de acumulación siempre muy inferiores al de la gran burguesía. Este
capital genera los más diversos segmentos sociales, según sea principalmente
intelectual (profesionales), o mercantil (pequeños comerciantes), o
inmobiliario (pequeños y medianos campesinos, rentistas urbanos) o
financiero (pequeños especuladores) o directamente industrial (pequeños
empresarios).
El marxismo y la religión
El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx
escribió al respecto que "el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser
humano hace la religión; la religión no hace al hombre" y la frase cuyo final se
haría célebre:
La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la
otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura
oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una
situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.5
La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es
-como suele suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un
narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en
una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista. La cita completa
revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión
se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera
ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que
suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de
universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario,
el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de
las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.
En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica
de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas
condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvincula de la
condición biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina en una
parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo,6
en vez de
construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la
división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la
religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte
de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser
marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés
James Connolly y a diversos autores dentro de la teología de la liberación
como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia cualquier
religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción
de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas
ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción
económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que
tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas
donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la
religión son: La ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como
arma de la revolución de Louis Althusser. Marx describe a la religión como un
ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible
para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la
humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría
conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es
solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos
de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser
así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían
conformistas respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente
a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en
particular la cristiana- siempre exige una lucha en este mundo en función de
una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la
entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la
resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios,
ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una
muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera
hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección
cristiana), ya que la salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro
del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con la eternidad y la
participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para el
ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al
menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la
izquierda cristiana (marxista o no), como para las originarias posiciones
ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en particular
dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la
religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de
fusión entre "sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por
Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la
opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista-
weberiano sobre la influencia económica de la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la
de una forma de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus
virtudes para adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx,
esto es lo que ocurriría en particular con la religión monoteísta: el hombre
toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la atañe
a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando
su ser y propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada
por su existencia.
Partidos, movimientos y gobiernos inspirados en el marxismo

Mao Zedong (China)

Vladímir Ilich Lenin (URSS)

León Trotsky (URSS)
Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han
apelado al marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser
radicalmente distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre
los reformistas, también denominados socialdemócratas, que alegaban que la
transición al socialismo puede ocurrir dentro de un sistema pluripartidista y
capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad
socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del proletariado.
La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista y del
Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos; en tanto que el
comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas; en 1918 en
Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
dimanan dos partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el
Partido Comunista, formación comunista, y el Partido Social Demócrata de
Rusia.
En la actualidad sigue habiendo muchos movimientos revolucionarios y
partidos políticos en todo el mundo, desde el final de la Unión Soviética,
aunque el internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis. Aunque hay
partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace
mucho que se distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con
Marx y sus ideas. En la actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba,
la República Popular China y Moldavia hay en el poder gobiernos que se
autoproclaman marxistas.
Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos
académicos han afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos
particularmente importantes son los movimientos socialdemócratas de la
Europa del siglo XX, el bolchevismo ruso, la Unión Soviética (Lenin, Trotsky,
Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao Zedong, Fidel Castro, Ernesto
"Che" Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Julius Nyerere, Thomas Sankara
y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas luchas han
agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el
marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste. Actualmente las
transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al marxismo en
una línea llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores como Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe.
La Revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas
figuras principales eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento
a gran escala de poner en práctica las ideas socialistas de un Estado obrero.
Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente
breve duración, impulsados por revueltas proletarias con activa participación
de los partidos comunistas locales, inspirados en el modelo de república de
consejos obreros. La mayoría de estos son aplastados por las fuerzas de la
reacción capitalista de las distintos gobiernos y potencias burguesas y
fracasan. Son el caso de la Revolución de noviembre de 1918, encabezada por
los espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919, la
República Soviética Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos
de fábrica del norte de Italia de 1919 a 1920, el Sóviet de Nápoles, la
República Socialista Soviética Galiciana en 1920, la República Popular
Soviética de Bujará de 1920 a 1925, la República Socialista Soviética de
Persia o República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de
poder en sus manos en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético,
el cual fue fortaleciendo en detrimento de los propios soviets (ya de por sí
debilitados durante el hambre, la bancarrota económica y las masacres
ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su muerte, numerosas purgas se
vivieron en la URSS, bajo consignas tales como la "lucha contra el
trotskismo", "los sabotajes", o "los agentes del fascismo", en las que se logró
inhabilitar a los principales elementos críticos del PCUS y la sociedad
soviética, muchos de ellos comunistas, testigos directos de la Revolución y
opositores en mayor o menor medida a la deriva burocrática y la
concentración de poderes que se estaba generando en seno de la URSS,
encarnada en una casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya
divergencia de intereses respecto a la clase trabajadora y el peligro que
entrañaban para la revolución obrera comienzan a manifestarse desde la
primera mitad de los años 20, aún en vida del propio Lenin. Dichas purgas
sólo logran fortalecer el poder de la nueva dirección del PCUS, encabezada
ahora por Stalin, y pronto se extenderán a las secciones nacionales del
Komintern, que, a nivel internacional, comienza a ser dirigido desde el
comisariado de asuntos exteriores en Moscú.
Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y
sus seguidores se caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus
métodos y posicionamientos tácticos y políticos, encaminados al
fortalecimiento del control sobre los medios de producción y administración
del Estado por parte de la burocracia y dirección central del partido, a través
de la falsificación o la adaptación de los principios ideológicos del marxismo
y del leninismo a sus propios fines. Esto derivará en un sistema de gobierno y
pensamiento formulado bajo el nombre de marxismo-leninismo y la teoría del
socialismo en un solo país, también llamado estalinismo, considerado por sus
críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los postulados y
principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin;
particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en
los planteamientos de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado
comunismo de izquierda, el marxismo libertario o el comunismo de consejos,
también críticos en este sentido con la denominada corriente del leninismo (y
por ende el trotskismo). A raíz de la muerte de Stalin, esta burocracia termina
por acaparar el poder y afianzarse en la llamada nomenklatura. Ésta
comenzará a medio plazo un proceso de progresiva liberalización de la
economía, que culminará con la perestroika.
Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar,
del poder político de la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento
de los llamados Estados satélites o del Pacto de Varsovia, en los países del
Este que quedaron bajo su zona de influencia tras los acuerdos de Yalta y de
Potsdam. Estos Estados reprodujeron estructuras políticas y sociales y tipos de
economía y de gobierno muy similares a los de la Unión Soviética. Fueron
gobernados mediante la formación de Partidos Comunistas, encuadrados en la
Komintern, y adscritos a las fórmulas del marxismo-leninismo oficial.
Algunos de los partidos adscritos a la Internacional Comunista que llegaron a
formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el poder a través de
insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y
establecer un estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas
naciones comprendían a la República Popular China, Vietnam, Corea del
Norte, Yugoslavia, Albania, Etiopía, Yemen del Sur, Angola, y otros. Después
de la invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea Democrática,
gobernada por el Jemer Rojo, un gobierno de estructura similar a aquél será
establecido en Camboya.
En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende,
que duró desde 1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte
inspiración marxista. Si bien cambió radicalmente la formas de lucha
conocidas al concretar un gobierno por la vía electoral, la revolución a la
chilena buscaba la transformación de la sociedad hacia el socialismo. Al
mismo tiempo, la coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida
por la unión del Partido Comunista y el Partido Socialista, ambos declarados
marxistas-leninistas en ese tiempo.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se
identificó con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo
camino. Actualmente el socialismo científico ha dejado de ser una fuerza
política prominente en la política mundial. China, donde gobierna el Partido
Comunista, relajó su concepción económica del marxismo en 1978 avanzando
progresivamente hacia un sistema económico más cercano al libre comercio.
Este proceso continúa hoy en día.
Desde el comienzo de la democracia en España, en 1975, el PSOE se presentó
a las elecciones como un partido marxista, proclamándose primera fuerza de
oposición en el gobierno. Posteriormente, en 1982, con Felipe González a la
cabeza, el PSOE abandonó su postura marxista; ese mismo año el partido ganó
las elecciones.
Corrientes surgidas del marxismos
Durante el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, el marxismo se divide en
varias corrientes, algunos se alejan con fuerza:
 El Auto Marxismo.
 El leninismo (incluyendo el trotskismo y el marxismo-leninismo).
 La izquierda comunista (incluyendo luxemburguismo y el comunismo
de consejos).
 La socialdemocracia
 El marxismo libertario
 El marxismo autónomo (incluyendo el operaismo, que consiste en un
análisis y movimiento político heterodoxo y antiautoritario cuyo
análisis empieza por observar el poder activo de la clase obrera para
transformar las relaciones de producción).
Críticas al marxismo
Artículo principal: Críticas al marxismo
El marxismo, tomado como cosmovisión, implica por su propia naturaleza un
sistema de pensamiento y un sistema de organización política dirigido a la
realización particular y socialmente consciente de un orden social mediante la
planificación central de la economía (p.e. un socialismo políticamente
establecido) que según éste es un necesario paso de la historia del hombre. El
marxismo funciona, según su propia doctrina, a manera de catalizador e
impulsor de la transición para la clase que de otra manera no podría ver
edificado para sí el socialismo y la realización posterior del comunismo. Es
por esto que es difícil de separar a sus más importantes críticos en categorías,
siendo que estos se han confrontado por separado o a la vez con los regímenes
marxistas instaurados por diferentes partidos únicos, usualmente comunistas,
con los movimientos que los llevaron al poder y con la teoría marxista del
mundo (i.e., el materialismo dialéctico y el materialismo histórico), sin que
nunca termine de quedar suficientemente claro si estos tres aspectos del
marxismo son verdaderos corolarios. En términos generales se puede, sin
embargo, diferenciar a efectos prácticos las críticas al marxismo por las
disciplinas de estudio más comprometidas en ellas.
Antropológicamente, el marxismo se confrontaría con el darwinismo quien
rechazaría que dicha teoría se analogara con el materialismo histórico7
y con
Sigmund Freud quien llegaría decir que "las obras de Marx, como una fuente
de revelación, han tomado el lugar de la Biblia y el Corán, a pesar de que éstas
no están más libres de contradicciones y oscuridades que aquellos antiguos
libros sagrados"8
En contraposición a la antropología del americano Lewis H.
Morgan que Marx y Engels hicieran suya en El origen de la familia y según la
cual todas las economías primitivas serían de carácter comunista, la
antropología contemporánea de autores como Bronisław Malinowski y Fustel
de Coulanges entre otros, presenta una visión casi opuesta del origen de la
propiedad privada, que es resumida en la obra del historiador Richard Pipes
Propiedad y libertad. Respecto de la noción marxista de "ideología de clase",
el autor liberal-conservador Kenneth Minogue fue uno de los primeros en
invertirla en La teoría pura de la ideología, volviendo contra las propias
doctrinas sistémico-clasistas (que tratan de "ideológico" a todo pensamiento)
la acusación de reificación ideológica por parte de intereses revolucionarios en
una lucha de clases cuya existencia no puede ser puesta en duda sin apelar a
una instancia neutral.
El sociólogo clásico Max Weber continuaría la afirmación de Engels acerca de
la evolución propia, autónoma e interactiva de cada uno de los factores
determinantes del progreso histórico,9
pero insistiría en que no podría haber
entonces un determinante económico-tecnológico de última instancia: si se
acepta, con Engels, que la historia es la suma de todos estos factores entonces
necesariamente la influencia recíproca de fuerzas en un todo debe implicar
que, si la religión y la cultura no se adaptan necesariamente a la producción
económica, la economía como producción debe adaptarse a estas.
Implícitamente en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo se
demostró la independencia de la superestructura ideológica respecto a la
infraestructura tecnológica, tesis usualmente malentendida como una suerte de
reverso del marxismo, como sí sería el caso del espiritualismo histórico de
Werner Sombart. Esta exposición weberiana creó un cisma dentro de la
sociología académica respecto del marxismo más dogmático, y la apertura a
posiciones más complejas como la del historiador Eric Hobsbawm o las
amistosamente separadas del marxismo como las esbozó el sociólogo analítico
Charles Wright Mills.
El economista y sociólogo austríaco Joseph Schumpeter revisó los orígenes
del capitalismo y rechazó la noción marxista de acumulación originaria como
una contradicción autorreferente que requiere capital inicial para la actividad
de una supuesta burguesía violenta originaria. A su vez, el institucionalista
Douglass North ha ofrecido en sus estudios una revisión paralela de la historia
del capitalismo que ha sido tenido muy en cuenta entre los historiadores
marxistas.
La deontología marxista respecto de la praxis revolucionaria se enfrentaría a
serios problemas filosóficos que intentarían ser resueltos por pensadores como
Sartre desde una vía existencialista. Éticamente Marx llegó a considerar que
"un fin que requiere medios injustificables no es un fin justificable",10
sin
embargo dentro del marxismo como sistema la moral es en sí misma
consecuencialista ya que en éste los fines juzgan a los medios,11
luego toda
justificación depende de su funcionalidad para un fin determinado (fin que
tampoco es juzgado desde un set de principios morales salvo el interés
"históricamente determinado" de un grupo de pertenencia: en su caso, una
clase social). Contra este historicismo predeterminado (con sus
contradicciones éticas para un interés individual enfrentado al interés del
progreso histórico), el epistemólogo y filósofo Karl Popper realizaría sus más
agudas críticas en La sociedad abierta y sus enemigos, obra que podría
considerarse a su vez una de las principales réplicas globales al marxismo, y
que junto con las objeciones de Bertrand Russell sería la más representativa de
entre las críticas epistemológicas al marxismo como un "dogma reforzado"
imposible de ser puesto a prueba mediante falsación, lo que llevaría a muchos
marxistas a volcarse a una posición epistemológica en las ciencias en general
cercana a la de Thomas Kuhn por la cual las contradicciones del marxismo
deberían ser probadas dentro de la misma teoría, y no frente a hechos que
serían en sí expresiones de una carga teórica previa.
En lo económico, V. K. Dmitriev en 189812
y Ladislaus von Bortkiewicz en
1906-0713
y subsecuentes críticos expusieron que la teoría del valor de Marx y
su ley de tedencia a la baja en la tasa de beneficio eran internamente
inconsistentes. Como contrapropuesta, los más importantes economistas
marxistas y/o sraffianos, tales como Paul Sweezy, Nobuo Okishio, Ian
Steedman, John Roemer, Gary Mongiovi y David Laibman, propusieron sus
propias versiones correctas de lo que debería ser la economía marxista
abandonando como inadecuado el intento de Marx en El capital para el mismo
fin, confrontándose así con los marxistas que defienden a aquel y que en
respuesta se apoyan en una segunda teoría desarrollada a fines del siglo XX
para interpretar, según ellos en forma más adecuada, las últimas obras de
Marx.14
En el ambiente académico las críticas a la teoría económica de Marx derivaron
principalmente de su incompatibilidad (nunca resuelta por ninguna de las
partes) con los descubrimientos microeconómicos del marginalismo. El
conflicto con la visión marxista de la producción tomó forma en la obra de dos
de los más importantes sistematizadores del marginalismo, representantes de
las variantes austríaca y británica: primero Eugen von Bohm-Bawerk, que
dirigiría las más conocidas críticas a la teoría del valor-trabajo y con ésta la
explotación por adquisición de plusvalía, tanto dentro de la teoría marxista15
como desde el subjetivismo austríaco (por el cual incluso los costos dependen
de la demanda); y luego Alfred Marshall que insistiría en la utilidad del capital
y la gestión en la creación del valor,16
así como la consideración de la
demanda como autónoma de la oferta aunque ésta se reconozca determinada
por los costos.
Desde la macroeconomía, John Maynard Keynes llegaría a decir que El
capital era "un manual obsoleto" al cual no sólo encontraba "científicamente
equivocado sino además sin interés o aplicación para el mundo moderno",
consideración que Joan Robinson criticaría como consecuencia de una pobre
lectura de Marx, así como de Say. Una aproximación macroeconómica
compatible con el marxismo fue esbozada por el economista polaco Michał
Kalecki.
Respecto a la aplicación práctica del método marxista y a sus resultados
políticos, las críticas usuales han sido menos a la doctrina marxista y más a los
aspectos empíricos contra el movimiento Comunista y sus regímenes. Estas
críticas se sostienen en términos humanistas y objetan el sacrificio en vidas
humanas en persecuciones sociales y políticas, y además sólo se han dirigido
al fenómeno totalitario como una situación circunstancial impuesta
deliberadamente por los dirigentes marxistas, o sea, como un fenómeno
aislado o al menos aislable de la teoría. Sin embargo algunas de estas críticas
han tenido una dimensión teórica (especialmente por parte de liberales
clásicos como Mises, Hayek, Isaiah Berlin y Raymond Aron, y anarquistas
como Proudhon, Bakunin, Piotr Kropotkin y Noam Chomsky)17
según las
cuales el fracaso político del totalitarismo, la interdependencia entre la falta de
propiedad personal y libertad personal, el colapso de la planificación
centralizada de la economía y la doctrina marxista-leninista serían elementos
inseparables y codependientes, por lo cual, o la teoría marxiana del progreso
histórico debe de estar equivocada y la dictadura científica pasaría a ser una
profecía autocumplida con resultados perjudiciales para la clase obrera, o bien
la noción de un "necesario progreso histórico" puede ser mayormente
verdadera pero sin embargo el marxismo la habría malinterpretado a su favor:
ésta última opción sería planteada por el heredero de la crítica hegeliana al
marxismo de Alexandre Kojève, el neoconservador Francis Fukuyama.
Finalmente, diversos autores de orientación centrista y socialdemócrata han
hecho profundas reflexiones críticas de las bases filosóficas del marxismo, a
saber Jürgen Habermas,18
Hannah Arendt,19
Anthony Giddens, y
particularmente –por recordar las implicancias de que las relaciones sociales
de producción no pueden determinar la superestructura jurídico-política ya
que la presuponen– el jurista y pensador político Hans Kelsen quien, en su
libro La teoría comunista del derecho y el Estado, realizaría la que tal vez
pueda considerarse la objeción más incisiva a casi todos los aspectos
relevantes de la doctrina marxista, tanto en sus facetas políticas, su teoría
jurídica e institucional, social y económica.20
Conceptos y nociones abstractas principales de Karl Marx
Marx, observador de la evolución de las sociedades humanas[editar]
El concepto de clase social no fue inventado por Karl Marx, sino por los
fundadores de la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la
tradición de la historia política francesa (Alexis de Tocqueville), y de la
historia de la revolución francesa (Guizot, Mignet, Thierry). Para los teóricos
ingleses, los criterios de identidad de una clase social, se encuentran en el
origen de los ingresos: los tipos de ingresos, la renta de la tierra, las ganancias
y los salarios. Estos tres grupos son los principales para la nación;
terratenientes, trabajadores y empresarios.
Entre los pensadores franceses, el término de “clase” es un término político.
Por ejemplo para autores como Tocqueville, existen diferencias entre clases
cuando los diversos grupos sociales compiten por el control de la sociedad.
Por lo tanto, Marx toma prestado de los economistas clásicos la idea implícita
de clases como un factor de producción, la historia de las clases y el conflicto
como productor de la historia. A todas estas teorías, Marx aporta el concepto
del estado de la clase social como su lucha intrínseca: sin lucha no hay clases.
Las clases sociales se consiguen con las luchas perpetuas históricamente
determinadas. Marx señaló su contribución a la comprensión de las clases
sociales:
Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento
de la existencia de las clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha
que se dedica a ella. Los historiadores burgueses habían puesto delante de mí,
el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos economistas
burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la
demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las
fases históricas a través del desarrollo de la producción, que la lucha de clases
conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado y que esta misma
dictadura no representa una transición hacia la abolición de todas las clases ni
hacia una sociedad sin clases.
Carta a J. Weydemeyer. 5 de marzo de 1852.
Para Marx, las clases sociales son parte la realidad social. Las luchas de estas
clases sociales, señalan el cambio social como un fenómeno duradero. Estas
clases son el resultado de un mecanismo de división del trabajo, que se
desarrolló al mismo tiempo que la privatización de los medios de producción.
Las clases sociales surgen cuando la diferenciación de las tareas y las
funciones dejan de ser cosa del azar para convertirse en una herencia . Hay
una tendencia hacia la polarización entre las dos clases más antagónicas entre
sí. Este antagonismo es la base de toda transformación que afecte al
funcionamiento de la organización social y que modifique el curso de la
historia. Para Marx, el proceso de producción capitalista crea dos posiciones:
la de los explotadores (empresarios) y los explotados (trabajadores). Los
comportamientos individualistas y colectivos se explican a través de estas
posiciones en la reproducción de un sistema. El conflicto de clase es un rasgo
cultural de la sociedad. Estos conflictos son el motor de los grandes cambios
sociales. Marx se interesa por los cambios endógenos, es decir, aquellos que
nacen del funcionamiento de la sociedad.
Las fuerzas productivas, relaciones sociales de producción y el modo de
producción
Cada etapa de la sociedad que se ha dado a lo largo de la historia se puede
caracterizar a través de un modelo de producción diferente.
Un modelo de producción se basa en el conjunto formado por las fuerzas
productivas y las relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad.
En cada una de las etapas de la evolución, el modelo de producción demuestra
un estado de la sociedad. Este es tomado como algo social, ya que sin fuerzas
productivas, no puede haber ninguna duda sobre la falta de producción.
Dichas fuerzas productivas son: los instrumentos de la producción, la fuerza
de trabajo de los hombres, los objetos de trabajo, los conocimientos y las
técnicas, la organización… Con motivo de todas estas actividades de
producción y a través de ellas, los hombres entran en las relaciones sociales.
El modelo de producción no puede ser reducido a un simple aspecto técnico,
ya que es uno de los conceptos más importantes para Marx.
La sucesión de modos de producción a lo largo de la historia se puede resumir
de la siguiente manera: se pasa de un comunismo primitivo al modelo de
producción esclavista, de este al feudal, después al capitalista y finalmente al
socialista/comunista (ambos son sinónimos). En la sociedad
comunista/socialista, la contribución productiva será aplica al principio
resumido en la frase: “a cada cual su capacidad, a cada cual según sus
necesidades”.
Sin embargo, Marx forma parte de un pensamiento dialéctico, en
contraposición al mecanismo que está presente en el materialismo anterior, ve
la convivencia entre clases, como un papel determinante en el desarrollo de la
historia. A través de esta visión, el proletariado se transforma en una clase en
sí y para sí, se vuelve consciente de sus interese de clases, que son: socializar
los medios de producción (socialismo) con el fin de maximizar las fuerzas
productivas, la extinción de las diferentes clases sociales y la existencia de un
estado político (comunismo). La historia sigue siendo la suma de las
contingencias sujetas a los vaivenes de las luchas sociales de clases. La
historia no es una evolución lineal entre los modos de producción, sino que es
una transformación dialéctica de tomar conciencia de clases que experimentan
fluctuaciones de lucha de clases en determinados momentos de la historia. En
este desarrollo, las fuerzas productivas son cada vez más contradictorias con
respecto a las relaciones sociales de producción, ya que no evolucionan al
mismo ritmo.
Más allá de un cierto nivel de producción, los sistemas sociales se bloquean.
Una época de revolución social que comienza a funcionar, permite eliminar las
viejas relaciones de producción para dar paso al desarrollo de relaciones más
coherentes al nivel alcanzando por las fuerzas productivas.
La acumulación de capital, trabajo, mano de obra excedente y la
alienación
La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación
de las condiciones para el nacimiento del capitalismo. La creación del
capitalismo supone el uso de dos condiciones anteriores: la existencia de un
grupo social (formado por hombres desprovistos de medios de producción y
obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario) y la
acumulación de la riqueza indispensable para crear negocios capitalistas.Esta
creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el nacimiento
de dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados
(trabajadores) y explotadores (empresarios).
La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la
distribución. La retribución del obrero se establece en un nivel
correspondiente a los gastos socialmente necesarios para asegurar su
renovación. Es una mercancía cuyo valor está determinado por la cantidad de
trabajo social que pide la producción de cada obrero.
Lo que afirma Marx, se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que,
distingue el valor de uso (utilidad del objeto) del valor de cambio (lo que el
objeto nos permite conseguir). En el proceso de intercambio se produce tanto,
una inversión en el valor de cambio como, una inversión en el valor de uso.
El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la
existencia de un valor añadido al producto en el que los beneficios son
obtenidos por los capitalistas, pero no por el trabajador. Los salarios a partir
del valor social del producto (el valor social del objeto producido es una
función de las materias primas, las herramientas de producción y la mano de
obra necesaria para la producción).
El valor de cambio de un producto, es el valor social que se aplica a una
ganancia como resultado de un exceso de trabajo. Es en torno a los beneficios
del valor agregado, que está emergiendo la lucha de clases, como proletarios
capitalistas. Marx va a demostrar que el trabajador está en su derecho de
reclamar el beneficio de este valor añadido, ya que este es un valor del mismo
uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del trabajo un producto
que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se requiere en la
mano de obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado, que
el capitalista se apropia gratuita y legalmente.
El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener
mediante la ampliación de la jornada laboral, aumentando la intensidad de
trabajo o reduciendo los salarios de desempleo, el cual es la presión a la baja
sobre los salarios. Esta ganancia es la forma de expoliación del proletariado en
el capitalismo. Es la ganancia modificada que se produce como una forma
excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo principal del capitalismo.
Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de
beneficio obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La
acumulación de capital conlleva una disminución a largo plazo de la tasa de
beneficio y una bajada en la tendencia de la tasa de provecho. Es un índice de
los límites históricos del capitalismo.
Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre
el " trabajo muerto " y "trabajo vivo”. En este momento sólo existe el trabajo
vivo, que está creando valor, el trabajo muerto no anima al capital por medio
de la fuerza de trabajo. La acumulación excesiva de capital, dará como
resultado el empobrecimiento de la clase obrera.
El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad
de manejar sus contradicciones y avances hacia una crisis inevitable.
La teoría marxista del trabajo
El trabajo no se trata solo de la transformación de una persona física (puesto
que también podemos encontrarlo en los animales), esto implica una facultad
de representación por parte de las personas.
La razón por la que Marx se dio cuenta de que esta actividad es totalmente
aristotélica (ya que comienza por la representación de un fin), fue mostrando
por lo que el fin es un mismo principio. El trabajo es principalmente una
representación comprensiva que comprende la finalidad del objeto y difiere a
este respecto al caso de los animales. El producto del trabajo humano debe
existir en la representación ideal del trabajador, es decir, el trabajo deseado es
un objeto que cumple perfectamente una de las funciones de la vida humana.
En el capítulo VII de El Capital, Marx toma el esquema aristotélico en el que,
es el trabajador el que está subordinado al mismo fin que el mismo da. El
trabajo es tal, que el individuo se identifica y se reconoce con lo que hace: al
realizar el trabajo, el hombre también lleva a cabo su propio poder, su poder
de conceptualización y puede mejorar, por lo tanto, su capacidad de
producción. La Inteligencia, puesto que es relevada a través de la realización
del trabajo, en tanto que el hombre actualice en su trabajo las facultades que le
son propias, será conducido a un proceso de identificación: en el producto del
trabajo, el individuo una parte de su identidad.
Como el trabajo participa en la identidad de la persona, podemos decir que, el
trabajo no es solamente tener (la producción), pero igualmente debe de ser una
dimensión ontológica adecuada al trabajo.
Por eso Marx acusa al modelo de producción industrial capitalista de alienar a
los trabajadores. En efecto, el trabajador ya no se encuentra en este caso, en el
de la representación comprensiva, ya que se ignora el producto final y por lo
tanto, la razón de su actividad. La cuestión relativa a la identidad es entonces
anulada porque el único problema es el de la remuneración. Lo humano se
convierte en animal, revelando un reflejo del automatismo mecánico (véase la
película "Tiempos modernos" de Charlie Chaplin) . En este sentido, se puede
entender la abolición de la esclavitud, no como una cuestión ética, sino más
bien como un cuestión de interés económico, ya que cuesta más mantener a la
gente en la servidumbre bajo el marco de la esclavitud que en el del trabajo
bajo marco del asalariado (véase la película “Queimada” de Gillo Pontecorvo
con Marlon Brando).
La lucha de clases
Para Karl Marx y Friedrich Engels, "La historia de todas las sociedades
humanas hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” 22
(aunque sea
en una nota posterior Engels califica esta afirmación)23
La posición del individuo en las relaciones de producción (trabajador o
explotador) es según él, es el elemento que permite la definición de la clase.
Marx considera que, para que no haya una clase social, debe haber una
conciencia de clases: la conciencia de tener un lugar común en la sociedad.
Marx señaló que no basta con que muchos hombres estén del lado de un solo
plan económico para que se forme el espíritu de clase. Según Marx, los
personajes principales en la lucha de clases son, en la época capitalista, la
burguesía y el proletariado. El comunismo constituye para él, el estado de la
sociedad sin divisiones de clase y por lo tanto, es una sociedad sin lucha de
clases.
Según el análisis marxista, la clase social dominante organiza la sociedad
mediante la protección de sus mejores privilegios.
Para ello, se instaura el Estado, instrumento político de dominación: “policía y
ejército responsable de mantener la seguridad y el orden público, el orden
“burgués”. Marx también habla de "la ideología dominante". En cualquier
sociedad, hay ideas, creencias y valores que dominan la vida social y cultural.
Estas ideas dominantes son producidas por la clase dominante, es decir, la
burguesía. Por lo tanto, estas ideas expresan la opinión de estas clases, es
decir, la justifican y se esfuerzan en perpetuarse. Estas ideas penetran la
mente, y a menudo funcionan como una visión del mundo en contra de sus
intereses reales. Karl Marx no "inventó" el concepto de la lucha de clases. En
realidad, la lucha de clases se ha teorizado mucho antes que él, por
historiadores de la restauración, como François Guizot y Agustín Thierry.
La contribución fundamental de Marx en este concepto, en relación a estos
historiadores, es haber demostrado que la lucha de clases no se extingue en la
Revolución Francesa, sino que se prolonga en oposición
burguesía/trabajadores en la de era capitalista. Así, al final de la lucha de
clases se llegaría a una clase única, una vez extinguidas las clases sociales en
el comunismo.
Algunas de las obras de Karl Marx
• Para una crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843)
• Manuscritos (1844)
• La ideología alemana (1845, con Engels)
• El Manifiesto Comunista (1848, con Engels)
• El capital (1867)
• La guerra civil en Francia (1871).

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El marxismo(marxism).

  • 1. “Marxismo”: Friedrich Engels Karl Marx El marxismo es el conjunto de movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío, quien contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho y la historia, y de su allegado Friedrich Engels, quien le ayudó en muchas de sus teorías. Engels acuñó el término socialismo científico para diferenciar el marxismo de las corrientes socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico. También se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y propuestas específicas del marxismo dentro del marco del socialismo.
  • 2. El objetivo que se propone es que los trabajadores tengan un acceso a los medios de producción en forma institucionalizada; es decir, utilizando las instituciones públicas del Estado para que los trabajadores obtengan medios de producción y evitar que: "La burguesía va concentrando cada vez más los medios de producción, la propiedad y la población del país. Reúne a la población, centraliza los medios de producción y concentra en pocas manos la propiedad"2 Marx no propone la abolición de la propiedad privada, lo cual es un mito largamente extendido; lo que propone es la abolición del sistema de propiedad burguesa; claramente mencionado en su Manifiesto Comunista: "Lo que caracteriza al comunismo, no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del sistema de propiedad burgués"3 ya que la burguesía viola la ley, corrompe las instituciones u otros mecanismos ilegales para apropiarse de la propiedad de los trabajadores; así por ejemplo, el robo de tierras a indígenas, el robo de propiedad intelectual a inventores como Tesla. Con el acceso a los medios de producción a los trabajadores, el marxismo concluye que se lograra una sociedad sin clases sociales donde todos vivan con dignidad, sin que exista la acumulación de propiedad privada sobre los medios de producción por unas cuantas personas, porque supone que ésta es el origen y la raíz de la división de la sociedad en clases sociales. Esto implicaría una enorme competencia y eficiencia en la economía; además, el trabajador no se puede explotar así mismo ni tampoco puede explotar a otro trabajador, porque tiene también su medio de producción; lo que ocasionaría es que los trabajadores se organizarían para crear empresas más grandes a través de asociaciones justas; por tal motivo Marx expresa "El precio medio del trabajo asalariado, es el mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que el obrero permanezca vivo. Todo lo que el obrero asalariado obtiene con su trabajo, es pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y reproduciéndose. Nosotros no aspiramos en modo alguno, a impedir los ingresos generados mediante el trabajo personal, destinados a adquirir los bienes necesarios para la vida". Y recalca en su Manifiesto "Sólo aspiramos, a destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la que el obrero sólo vive para multiplicar el capital". Así entonces, el trabajador o trabajadores serán dueños de sus propios negocios, iniciando un elevado comercio; por esa razón en el Manifiesto especifica que "El comunismo, no priva a nadie del poder adquirir bienes y servicios". Marx considera que cada país tiene sus particularidades y por tanto las medidas para proveer a los trabajadores de medios de producción pueden ser diferentes y que al principio parecerán que no son suficientes. Marx tiene en
  • 3. claro la ley de la escasez, y por ende, la distribución de medios de producción en forma institucionalizada y legal se dará poco a poco en una transición lenta pero efectiva; por tal motivo concluye en su Manifiesto "(...) por medio de medidas, que aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor, y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar todo el régimen de producción vigente". En conclusión, Marx propone el uso de las instituciones del estado, como por ejemplo, el uso de los impuestos para financiar la compra y distribución de los medios de producción a los trabajadores, que al paso del tiempo formará un mercado competitivo. Las raíces filosóficas del marxismo . Primera edición del Manifiesto del Partido Comunista. Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión materialista de la historia, y la de Hegel, que inspiró a Marx acerca de la aplicación de la dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la comparación de dos grandes filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su
  • 4. Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista materialista. Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia filosófica hizo efecto en Marx: la de Feuerbach, especialmente con su obra La esencia del cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus influencias filosóficas y establecen las premisas para la concepción materialista de la historia. Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas contradicciones que expresaban el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material de esas ideas y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico. Influencias intelectuales en Marx y Engels Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la economía política inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo y comunismo francés de Saint-Simon y Babeuf respectivamente, para desarrollar una crítica de la sociedad que fuera tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante dedicada a la sociedad capitalista, El capital: crítica de la economía política. Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza. También diversos sociólogos y filósofos, como Raymond Aron y Michel Foucault, han rastreado en la visión marxista del final del feudalismo como comienzo del absolutismo y la separación del Estado y la sociedad civil, la influencia de Montesquieu y Tocqueville, en particular en sus obras sobre el bonapartismo y la lucha de clases en Francia.
  • 5. Karl Marx. La concepción materialista de la historia Véase también: Materialismo histórico Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la crítica de la economía política4 (1859): El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas, a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es
  • 6. la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma -más o menos rápidamente- toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
  • 7. La economía marxista Adam Smith David Ricardo Los economistas burgueses criticados por Marx. La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para ulteriormente criticar su forma de pensar. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es el valor agregado por los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El capital, investigación “dialéctica de las formas que adoptan las relaciones de valor.
  • 8. En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus errores. Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos. Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política ( Trabajo asalariado y capital4 de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política4 de 1859, Salario, precio y ganancia4 de 1865) su obra cumbre al respecto es El capital. El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una mercancía como equivalente de todas las demás (dinero). Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel.
  • 9. La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que sus análisis económicos son ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la economía marxista[cita requerida] . Análisis de clases Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que toman en consideración principalmente dos:  La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son prestados por asalariados).  La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado. Constituyen la clase mercantil por excelencia: su riqueza proviene de la administración intelectual de los negocios. Se apropian del excedente económico de toda la sociedad por el mecanismo de la plusvalía, capaz de confiscar de forma no coercitiva (mercantil, racional) el valor trabajo, pilar de todo valor y riqueza. Subclases Existen otras clases que integran aspectos de las dos principales, o que estando asociadas a alguna, manifiestan nuevos rasgos propios particulares. Lumpenproletariado: los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo con regularidad. Abarca desde la amplia masa de indigentes desocupados y/o con trabajos precarios, hasta sectores en extremo marginales como las prostitutas y los soldados del crimen organizado, etc. Pequeña Burguesía: Forman parte del pueblo trabajador, pero en menor o mayor medida su trabajo crea capital y encuentra en él su sostén, aunque en niveles de acumulación siempre muy inferiores al de la gran burguesía. Este capital genera los más diversos segmentos sociales, según sea principalmente intelectual (profesionales), o mercantil (pequeños comerciantes), o
  • 10. inmobiliario (pequeños y medianos campesinos, rentistas urbanos) o financiero (pequeños especuladores) o directamente industrial (pequeños empresarios). El marxismo y la religión El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que "el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al hombre" y la frase cuyo final se haría célebre: La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.5 La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista. La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia. En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvincula de la condición biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina en una parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo,6 en vez de construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin. En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas
  • 11. ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser. Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre "sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista- weberiano sobre la influencia económica de la religión. En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la atañe
  • 12. a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia. Partidos, movimientos y gobiernos inspirados en el marxismo  Mao Zedong (China)  Vladímir Ilich Lenin (URSS)  León Trotsky (URSS) Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre los reformistas, también denominados socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir dentro de un sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del proletariado. La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista y del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos; en tanto que el comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas; en 1918 en Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dimanan dos partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el
  • 13. Partido Comunista, formación comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia. En la actualidad sigue habiendo muchos movimientos revolucionarios y partidos políticos en todo el mundo, desde el final de la Unión Soviética, aunque el internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis. Aunque hay partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace mucho que se distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En la actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular China y Moldavia hay en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas. Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes son los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el bolchevismo ruso, la Unión Soviética (Lenin, Trotsky, Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao Zedong, Fidel Castro, Ernesto "Che" Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Julius Nyerere, Thomas Sankara y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste. Actualmente las transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al marxismo en una línea llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. La Revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras principales eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las ideas socialistas de un Estado obrero. Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente breve duración, impulsados por revueltas proletarias con activa participación de los partidos comunistas locales, inspirados en el modelo de república de consejos obreros. La mayoría de estos son aplastados por las fuerzas de la reacción capitalista de las distintos gobiernos y potencias burguesas y fracasan. Son el caso de la Revolución de noviembre de 1918, encabezada por los espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919, la República Soviética Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos de fábrica del norte de Italia de 1919 a 1920, el Sóviet de Nápoles, la República Socialista Soviética Galiciana en 1920, la República Popular Soviética de Bujará de 1920 a 1925, la República Socialista Soviética de Persia o República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
  • 14. Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de poder en sus manos en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, el cual fue fortaleciendo en detrimento de los propios soviets (ya de por sí debilitados durante el hambre, la bancarrota económica y las masacres ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su muerte, numerosas purgas se vivieron en la URSS, bajo consignas tales como la "lucha contra el trotskismo", "los sabotajes", o "los agentes del fascismo", en las que se logró inhabilitar a los principales elementos críticos del PCUS y la sociedad soviética, muchos de ellos comunistas, testigos directos de la Revolución y opositores en mayor o menor medida a la deriva burocrática y la concentración de poderes que se estaba generando en seno de la URSS, encarnada en una casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya divergencia de intereses respecto a la clase trabajadora y el peligro que entrañaban para la revolución obrera comienzan a manifestarse desde la primera mitad de los años 20, aún en vida del propio Lenin. Dichas purgas sólo logran fortalecer el poder de la nueva dirección del PCUS, encabezada ahora por Stalin, y pronto se extenderán a las secciones nacionales del Komintern, que, a nivel internacional, comienza a ser dirigido desde el comisariado de asuntos exteriores en Moscú. Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y sus seguidores se caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus métodos y posicionamientos tácticos y políticos, encaminados al fortalecimiento del control sobre los medios de producción y administración del Estado por parte de la burocracia y dirección central del partido, a través de la falsificación o la adaptación de los principios ideológicos del marxismo y del leninismo a sus propios fines. Esto derivará en un sistema de gobierno y pensamiento formulado bajo el nombre de marxismo-leninismo y la teoría del socialismo en un solo país, también llamado estalinismo, considerado por sus críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los postulados y principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin; particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en los planteamientos de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado comunismo de izquierda, el marxismo libertario o el comunismo de consejos, también críticos en este sentido con la denominada corriente del leninismo (y por ende el trotskismo). A raíz de la muerte de Stalin, esta burocracia termina por acaparar el poder y afianzarse en la llamada nomenklatura. Ésta comenzará a medio plazo un proceso de progresiva liberalización de la economía, que culminará con la perestroika.
  • 15. Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar, del poder político de la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento de los llamados Estados satélites o del Pacto de Varsovia, en los países del Este que quedaron bajo su zona de influencia tras los acuerdos de Yalta y de Potsdam. Estos Estados reprodujeron estructuras políticas y sociales y tipos de economía y de gobierno muy similares a los de la Unión Soviética. Fueron gobernados mediante la formación de Partidos Comunistas, encuadrados en la Komintern, y adscritos a las fórmulas del marxismo-leninismo oficial. Algunos de los partidos adscritos a la Internacional Comunista que llegaron a formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el poder a través de insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y establecer un estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas naciones comprendían a la República Popular China, Vietnam, Corea del Norte, Yugoslavia, Albania, Etiopía, Yemen del Sur, Angola, y otros. Después de la invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea Democrática, gobernada por el Jemer Rojo, un gobierno de estructura similar a aquél será establecido en Camboya. En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende, que duró desde 1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte inspiración marxista. Si bien cambió radicalmente la formas de lucha conocidas al concretar un gobierno por la vía electoral, la revolución a la chilena buscaba la transformación de la sociedad hacia el socialismo. Al mismo tiempo, la coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida por la unión del Partido Comunista y el Partido Socialista, ambos declarados marxistas-leninistas en ese tiempo. En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el socialismo científico ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial. China, donde gobierna el Partido Comunista, relajó su concepción económica del marxismo en 1978 avanzando progresivamente hacia un sistema económico más cercano al libre comercio. Este proceso continúa hoy en día. Desde el comienzo de la democracia en España, en 1975, el PSOE se presentó a las elecciones como un partido marxista, proclamándose primera fuerza de oposición en el gobierno. Posteriormente, en 1982, con Felipe González a la cabeza, el PSOE abandonó su postura marxista; ese mismo año el partido ganó las elecciones. Corrientes surgidas del marxismos
  • 16. Durante el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, el marxismo se divide en varias corrientes, algunos se alejan con fuerza:  El Auto Marxismo.  El leninismo (incluyendo el trotskismo y el marxismo-leninismo).  La izquierda comunista (incluyendo luxemburguismo y el comunismo de consejos).  La socialdemocracia  El marxismo libertario  El marxismo autónomo (incluyendo el operaismo, que consiste en un análisis y movimiento político heterodoxo y antiautoritario cuyo análisis empieza por observar el poder activo de la clase obrera para transformar las relaciones de producción). Críticas al marxismo Artículo principal: Críticas al marxismo El marxismo, tomado como cosmovisión, implica por su propia naturaleza un sistema de pensamiento y un sistema de organización política dirigido a la realización particular y socialmente consciente de un orden social mediante la planificación central de la economía (p.e. un socialismo políticamente establecido) que según éste es un necesario paso de la historia del hombre. El marxismo funciona, según su propia doctrina, a manera de catalizador e impulsor de la transición para la clase que de otra manera no podría ver edificado para sí el socialismo y la realización posterior del comunismo. Es por esto que es difícil de separar a sus más importantes críticos en categorías, siendo que estos se han confrontado por separado o a la vez con los regímenes marxistas instaurados por diferentes partidos únicos, usualmente comunistas, con los movimientos que los llevaron al poder y con la teoría marxista del mundo (i.e., el materialismo dialéctico y el materialismo histórico), sin que nunca termine de quedar suficientemente claro si estos tres aspectos del marxismo son verdaderos corolarios. En términos generales se puede, sin embargo, diferenciar a efectos prácticos las críticas al marxismo por las disciplinas de estudio más comprometidas en ellas. Antropológicamente, el marxismo se confrontaría con el darwinismo quien rechazaría que dicha teoría se analogara con el materialismo histórico7 y con Sigmund Freud quien llegaría decir que "las obras de Marx, como una fuente de revelación, han tomado el lugar de la Biblia y el Corán, a pesar de que éstas no están más libres de contradicciones y oscuridades que aquellos antiguos libros sagrados"8 En contraposición a la antropología del americano Lewis H.
  • 17. Morgan que Marx y Engels hicieran suya en El origen de la familia y según la cual todas las economías primitivas serían de carácter comunista, la antropología contemporánea de autores como Bronisław Malinowski y Fustel de Coulanges entre otros, presenta una visión casi opuesta del origen de la propiedad privada, que es resumida en la obra del historiador Richard Pipes Propiedad y libertad. Respecto de la noción marxista de "ideología de clase", el autor liberal-conservador Kenneth Minogue fue uno de los primeros en invertirla en La teoría pura de la ideología, volviendo contra las propias doctrinas sistémico-clasistas (que tratan de "ideológico" a todo pensamiento) la acusación de reificación ideológica por parte de intereses revolucionarios en una lucha de clases cuya existencia no puede ser puesta en duda sin apelar a una instancia neutral. El sociólogo clásico Max Weber continuaría la afirmación de Engels acerca de la evolución propia, autónoma e interactiva de cada uno de los factores determinantes del progreso histórico,9 pero insistiría en que no podría haber entonces un determinante económico-tecnológico de última instancia: si se acepta, con Engels, que la historia es la suma de todos estos factores entonces necesariamente la influencia recíproca de fuerzas en un todo debe implicar que, si la religión y la cultura no se adaptan necesariamente a la producción económica, la economía como producción debe adaptarse a estas. Implícitamente en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo se demostró la independencia de la superestructura ideológica respecto a la infraestructura tecnológica, tesis usualmente malentendida como una suerte de reverso del marxismo, como sí sería el caso del espiritualismo histórico de Werner Sombart. Esta exposición weberiana creó un cisma dentro de la sociología académica respecto del marxismo más dogmático, y la apertura a posiciones más complejas como la del historiador Eric Hobsbawm o las amistosamente separadas del marxismo como las esbozó el sociólogo analítico Charles Wright Mills. El economista y sociólogo austríaco Joseph Schumpeter revisó los orígenes del capitalismo y rechazó la noción marxista de acumulación originaria como una contradicción autorreferente que requiere capital inicial para la actividad de una supuesta burguesía violenta originaria. A su vez, el institucionalista Douglass North ha ofrecido en sus estudios una revisión paralela de la historia del capitalismo que ha sido tenido muy en cuenta entre los historiadores marxistas. La deontología marxista respecto de la praxis revolucionaria se enfrentaría a serios problemas filosóficos que intentarían ser resueltos por pensadores como Sartre desde una vía existencialista. Éticamente Marx llegó a considerar que
  • 18. "un fin que requiere medios injustificables no es un fin justificable",10 sin embargo dentro del marxismo como sistema la moral es en sí misma consecuencialista ya que en éste los fines juzgan a los medios,11 luego toda justificación depende de su funcionalidad para un fin determinado (fin que tampoco es juzgado desde un set de principios morales salvo el interés "históricamente determinado" de un grupo de pertenencia: en su caso, una clase social). Contra este historicismo predeterminado (con sus contradicciones éticas para un interés individual enfrentado al interés del progreso histórico), el epistemólogo y filósofo Karl Popper realizaría sus más agudas críticas en La sociedad abierta y sus enemigos, obra que podría considerarse a su vez una de las principales réplicas globales al marxismo, y que junto con las objeciones de Bertrand Russell sería la más representativa de entre las críticas epistemológicas al marxismo como un "dogma reforzado" imposible de ser puesto a prueba mediante falsación, lo que llevaría a muchos marxistas a volcarse a una posición epistemológica en las ciencias en general cercana a la de Thomas Kuhn por la cual las contradicciones del marxismo deberían ser probadas dentro de la misma teoría, y no frente a hechos que serían en sí expresiones de una carga teórica previa. En lo económico, V. K. Dmitriev en 189812 y Ladislaus von Bortkiewicz en 1906-0713 y subsecuentes críticos expusieron que la teoría del valor de Marx y su ley de tedencia a la baja en la tasa de beneficio eran internamente inconsistentes. Como contrapropuesta, los más importantes economistas marxistas y/o sraffianos, tales como Paul Sweezy, Nobuo Okishio, Ian Steedman, John Roemer, Gary Mongiovi y David Laibman, propusieron sus propias versiones correctas de lo que debería ser la economía marxista abandonando como inadecuado el intento de Marx en El capital para el mismo fin, confrontándose así con los marxistas que defienden a aquel y que en respuesta se apoyan en una segunda teoría desarrollada a fines del siglo XX para interpretar, según ellos en forma más adecuada, las últimas obras de Marx.14 En el ambiente académico las críticas a la teoría económica de Marx derivaron principalmente de su incompatibilidad (nunca resuelta por ninguna de las partes) con los descubrimientos microeconómicos del marginalismo. El conflicto con la visión marxista de la producción tomó forma en la obra de dos de los más importantes sistematizadores del marginalismo, representantes de las variantes austríaca y británica: primero Eugen von Bohm-Bawerk, que dirigiría las más conocidas críticas a la teoría del valor-trabajo y con ésta la explotación por adquisición de plusvalía, tanto dentro de la teoría marxista15 como desde el subjetivismo austríaco (por el cual incluso los costos dependen
  • 19. de la demanda); y luego Alfred Marshall que insistiría en la utilidad del capital y la gestión en la creación del valor,16 así como la consideración de la demanda como autónoma de la oferta aunque ésta se reconozca determinada por los costos. Desde la macroeconomía, John Maynard Keynes llegaría a decir que El capital era "un manual obsoleto" al cual no sólo encontraba "científicamente equivocado sino además sin interés o aplicación para el mundo moderno", consideración que Joan Robinson criticaría como consecuencia de una pobre lectura de Marx, así como de Say. Una aproximación macroeconómica compatible con el marxismo fue esbozada por el economista polaco Michał Kalecki. Respecto a la aplicación práctica del método marxista y a sus resultados políticos, las críticas usuales han sido menos a la doctrina marxista y más a los aspectos empíricos contra el movimiento Comunista y sus regímenes. Estas críticas se sostienen en términos humanistas y objetan el sacrificio en vidas humanas en persecuciones sociales y políticas, y además sólo se han dirigido al fenómeno totalitario como una situación circunstancial impuesta deliberadamente por los dirigentes marxistas, o sea, como un fenómeno aislado o al menos aislable de la teoría. Sin embargo algunas de estas críticas han tenido una dimensión teórica (especialmente por parte de liberales clásicos como Mises, Hayek, Isaiah Berlin y Raymond Aron, y anarquistas como Proudhon, Bakunin, Piotr Kropotkin y Noam Chomsky)17 según las cuales el fracaso político del totalitarismo, la interdependencia entre la falta de propiedad personal y libertad personal, el colapso de la planificación centralizada de la economía y la doctrina marxista-leninista serían elementos inseparables y codependientes, por lo cual, o la teoría marxiana del progreso histórico debe de estar equivocada y la dictadura científica pasaría a ser una profecía autocumplida con resultados perjudiciales para la clase obrera, o bien la noción de un "necesario progreso histórico" puede ser mayormente verdadera pero sin embargo el marxismo la habría malinterpretado a su favor: ésta última opción sería planteada por el heredero de la crítica hegeliana al marxismo de Alexandre Kojève, el neoconservador Francis Fukuyama. Finalmente, diversos autores de orientación centrista y socialdemócrata han hecho profundas reflexiones críticas de las bases filosóficas del marxismo, a saber Jürgen Habermas,18 Hannah Arendt,19 Anthony Giddens, y particularmente –por recordar las implicancias de que las relaciones sociales de producción no pueden determinar la superestructura jurídico-política ya que la presuponen– el jurista y pensador político Hans Kelsen quien, en su libro La teoría comunista del derecho y el Estado, realizaría la que tal vez
  • 20. pueda considerarse la objeción más incisiva a casi todos los aspectos relevantes de la doctrina marxista, tanto en sus facetas políticas, su teoría jurídica e institucional, social y económica.20 Conceptos y nociones abstractas principales de Karl Marx Marx, observador de la evolución de las sociedades humanas[editar] El concepto de clase social no fue inventado por Karl Marx, sino por los fundadores de la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la tradición de la historia política francesa (Alexis de Tocqueville), y de la historia de la revolución francesa (Guizot, Mignet, Thierry). Para los teóricos ingleses, los criterios de identidad de una clase social, se encuentran en el origen de los ingresos: los tipos de ingresos, la renta de la tierra, las ganancias y los salarios. Estos tres grupos son los principales para la nación; terratenientes, trabajadores y empresarios. Entre los pensadores franceses, el término de “clase” es un término político. Por ejemplo para autores como Tocqueville, existen diferencias entre clases cuando los diversos grupos sociales compiten por el control de la sociedad. Por lo tanto, Marx toma prestado de los economistas clásicos la idea implícita de clases como un factor de producción, la historia de las clases y el conflicto como productor de la historia. A todas estas teorías, Marx aporta el concepto del estado de la clase social como su lucha intrínseca: sin lucha no hay clases. Las clases sociales se consiguen con las luchas perpetuas históricamente determinadas. Marx señaló su contribución a la comprensión de las clases sociales: Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento de la existencia de las clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha que se dedica a ella. Los historiadores burgueses habían puesto delante de mí, el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos economistas burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las fases históricas a través del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado y que esta misma dictadura no representa una transición hacia la abolición de todas las clases ni hacia una sociedad sin clases. Carta a J. Weydemeyer. 5 de marzo de 1852. Para Marx, las clases sociales son parte la realidad social. Las luchas de estas clases sociales, señalan el cambio social como un fenómeno duradero. Estas clases son el resultado de un mecanismo de división del trabajo, que se
  • 21. desarrolló al mismo tiempo que la privatización de los medios de producción. Las clases sociales surgen cuando la diferenciación de las tareas y las funciones dejan de ser cosa del azar para convertirse en una herencia . Hay una tendencia hacia la polarización entre las dos clases más antagónicas entre sí. Este antagonismo es la base de toda transformación que afecte al funcionamiento de la organización social y que modifique el curso de la historia. Para Marx, el proceso de producción capitalista crea dos posiciones: la de los explotadores (empresarios) y los explotados (trabajadores). Los comportamientos individualistas y colectivos se explican a través de estas posiciones en la reproducción de un sistema. El conflicto de clase es un rasgo cultural de la sociedad. Estos conflictos son el motor de los grandes cambios sociales. Marx se interesa por los cambios endógenos, es decir, aquellos que nacen del funcionamiento de la sociedad. Las fuerzas productivas, relaciones sociales de producción y el modo de producción Cada etapa de la sociedad que se ha dado a lo largo de la historia se puede caracterizar a través de un modelo de producción diferente. Un modelo de producción se basa en el conjunto formado por las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad. En cada una de las etapas de la evolución, el modelo de producción demuestra un estado de la sociedad. Este es tomado como algo social, ya que sin fuerzas productivas, no puede haber ninguna duda sobre la falta de producción. Dichas fuerzas productivas son: los instrumentos de la producción, la fuerza de trabajo de los hombres, los objetos de trabajo, los conocimientos y las técnicas, la organización… Con motivo de todas estas actividades de producción y a través de ellas, los hombres entran en las relaciones sociales. El modelo de producción no puede ser reducido a un simple aspecto técnico, ya que es uno de los conceptos más importantes para Marx. La sucesión de modos de producción a lo largo de la historia se puede resumir de la siguiente manera: se pasa de un comunismo primitivo al modelo de producción esclavista, de este al feudal, después al capitalista y finalmente al socialista/comunista (ambos son sinónimos). En la sociedad comunista/socialista, la contribución productiva será aplica al principio resumido en la frase: “a cada cual su capacidad, a cada cual según sus necesidades”. Sin embargo, Marx forma parte de un pensamiento dialéctico, en contraposición al mecanismo que está presente en el materialismo anterior, ve la convivencia entre clases, como un papel determinante en el desarrollo de la
  • 22. historia. A través de esta visión, el proletariado se transforma en una clase en sí y para sí, se vuelve consciente de sus interese de clases, que son: socializar los medios de producción (socialismo) con el fin de maximizar las fuerzas productivas, la extinción de las diferentes clases sociales y la existencia de un estado político (comunismo). La historia sigue siendo la suma de las contingencias sujetas a los vaivenes de las luchas sociales de clases. La historia no es una evolución lineal entre los modos de producción, sino que es una transformación dialéctica de tomar conciencia de clases que experimentan fluctuaciones de lucha de clases en determinados momentos de la historia. En este desarrollo, las fuerzas productivas son cada vez más contradictorias con respecto a las relaciones sociales de producción, ya que no evolucionan al mismo ritmo. Más allá de un cierto nivel de producción, los sistemas sociales se bloquean. Una época de revolución social que comienza a funcionar, permite eliminar las viejas relaciones de producción para dar paso al desarrollo de relaciones más coherentes al nivel alcanzando por las fuerzas productivas. La acumulación de capital, trabajo, mano de obra excedente y la alienación La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación de las condiciones para el nacimiento del capitalismo. La creación del capitalismo supone el uso de dos condiciones anteriores: la existencia de un grupo social (formado por hombres desprovistos de medios de producción y obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario) y la acumulación de la riqueza indispensable para crear negocios capitalistas.Esta creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el nacimiento de dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados (trabajadores) y explotadores (empresarios). La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la distribución. La retribución del obrero se establece en un nivel correspondiente a los gastos socialmente necesarios para asegurar su renovación. Es una mercancía cuyo valor está determinado por la cantidad de trabajo social que pide la producción de cada obrero. Lo que afirma Marx, se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que, distingue el valor de uso (utilidad del objeto) del valor de cambio (lo que el objeto nos permite conseguir). En el proceso de intercambio se produce tanto, una inversión en el valor de cambio como, una inversión en el valor de uso. El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la existencia de un valor añadido al producto en el que los beneficios son
  • 23. obtenidos por los capitalistas, pero no por el trabajador. Los salarios a partir del valor social del producto (el valor social del objeto producido es una función de las materias primas, las herramientas de producción y la mano de obra necesaria para la producción). El valor de cambio de un producto, es el valor social que se aplica a una ganancia como resultado de un exceso de trabajo. Es en torno a los beneficios del valor agregado, que está emergiendo la lucha de clases, como proletarios capitalistas. Marx va a demostrar que el trabajador está en su derecho de reclamar el beneficio de este valor añadido, ya que este es un valor del mismo uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del trabajo un producto que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se requiere en la mano de obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado, que el capitalista se apropia gratuita y legalmente. El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener mediante la ampliación de la jornada laboral, aumentando la intensidad de trabajo o reduciendo los salarios de desempleo, el cual es la presión a la baja sobre los salarios. Esta ganancia es la forma de expoliación del proletariado en el capitalismo. Es la ganancia modificada que se produce como una forma excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo principal del capitalismo. Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de beneficio obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La acumulación de capital conlleva una disminución a largo plazo de la tasa de beneficio y una bajada en la tendencia de la tasa de provecho. Es un índice de los límites históricos del capitalismo. Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre el " trabajo muerto " y "trabajo vivo”. En este momento sólo existe el trabajo vivo, que está creando valor, el trabajo muerto no anima al capital por medio de la fuerza de trabajo. La acumulación excesiva de capital, dará como resultado el empobrecimiento de la clase obrera. El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad de manejar sus contradicciones y avances hacia una crisis inevitable. La teoría marxista del trabajo El trabajo no se trata solo de la transformación de una persona física (puesto que también podemos encontrarlo en los animales), esto implica una facultad de representación por parte de las personas. La razón por la que Marx se dio cuenta de que esta actividad es totalmente aristotélica (ya que comienza por la representación de un fin), fue mostrando por lo que el fin es un mismo principio. El trabajo es principalmente una
  • 24. representación comprensiva que comprende la finalidad del objeto y difiere a este respecto al caso de los animales. El producto del trabajo humano debe existir en la representación ideal del trabajador, es decir, el trabajo deseado es un objeto que cumple perfectamente una de las funciones de la vida humana. En el capítulo VII de El Capital, Marx toma el esquema aristotélico en el que, es el trabajador el que está subordinado al mismo fin que el mismo da. El trabajo es tal, que el individuo se identifica y se reconoce con lo que hace: al realizar el trabajo, el hombre también lleva a cabo su propio poder, su poder de conceptualización y puede mejorar, por lo tanto, su capacidad de producción. La Inteligencia, puesto que es relevada a través de la realización del trabajo, en tanto que el hombre actualice en su trabajo las facultades que le son propias, será conducido a un proceso de identificación: en el producto del trabajo, el individuo una parte de su identidad. Como el trabajo participa en la identidad de la persona, podemos decir que, el trabajo no es solamente tener (la producción), pero igualmente debe de ser una dimensión ontológica adecuada al trabajo. Por eso Marx acusa al modelo de producción industrial capitalista de alienar a los trabajadores. En efecto, el trabajador ya no se encuentra en este caso, en el de la representación comprensiva, ya que se ignora el producto final y por lo tanto, la razón de su actividad. La cuestión relativa a la identidad es entonces anulada porque el único problema es el de la remuneración. Lo humano se convierte en animal, revelando un reflejo del automatismo mecánico (véase la película "Tiempos modernos" de Charlie Chaplin) . En este sentido, se puede entender la abolición de la esclavitud, no como una cuestión ética, sino más bien como un cuestión de interés económico, ya que cuesta más mantener a la gente en la servidumbre bajo el marco de la esclavitud que en el del trabajo bajo marco del asalariado (véase la película “Queimada” de Gillo Pontecorvo con Marlon Brando). La lucha de clases Para Karl Marx y Friedrich Engels, "La historia de todas las sociedades humanas hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” 22 (aunque sea en una nota posterior Engels califica esta afirmación)23 La posición del individuo en las relaciones de producción (trabajador o explotador) es según él, es el elemento que permite la definición de la clase. Marx considera que, para que no haya una clase social, debe haber una conciencia de clases: la conciencia de tener un lugar común en la sociedad. Marx señaló que no basta con que muchos hombres estén del lado de un solo plan económico para que se forme el espíritu de clase. Según Marx, los
  • 25. personajes principales en la lucha de clases son, en la época capitalista, la burguesía y el proletariado. El comunismo constituye para él, el estado de la sociedad sin divisiones de clase y por lo tanto, es una sociedad sin lucha de clases. Según el análisis marxista, la clase social dominante organiza la sociedad mediante la protección de sus mejores privilegios. Para ello, se instaura el Estado, instrumento político de dominación: “policía y ejército responsable de mantener la seguridad y el orden público, el orden “burgués”. Marx también habla de "la ideología dominante". En cualquier sociedad, hay ideas, creencias y valores que dominan la vida social y cultural. Estas ideas dominantes son producidas por la clase dominante, es decir, la burguesía. Por lo tanto, estas ideas expresan la opinión de estas clases, es decir, la justifican y se esfuerzan en perpetuarse. Estas ideas penetran la mente, y a menudo funcionan como una visión del mundo en contra de sus intereses reales. Karl Marx no "inventó" el concepto de la lucha de clases. En realidad, la lucha de clases se ha teorizado mucho antes que él, por historiadores de la restauración, como François Guizot y Agustín Thierry. La contribución fundamental de Marx en este concepto, en relación a estos historiadores, es haber demostrado que la lucha de clases no se extingue en la Revolución Francesa, sino que se prolonga en oposición burguesía/trabajadores en la de era capitalista. Así, al final de la lucha de clases se llegaría a una clase única, una vez extinguidas las clases sociales en el comunismo. Algunas de las obras de Karl Marx • Para una crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843) • Manuscritos (1844) • La ideología alemana (1845, con Engels) • El Manifiesto Comunista (1848, con Engels) • El capital (1867) • La guerra civil en Francia (1871).