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MAMAMORFOSIS
Las 200 caras de la Luna
Un libro que recoge testimonios reales
sobre maternidad consciente de 200 madres
de todo el mundo.
Promotora y coordinadora:
Maribel Jiménez Espinosa (Aguamarina,
autora del blog De mi casa al mundo).
Mamamorfosis, las 200 caras de la Luna
I edición digital 15 de septiembre de 2015.
Idea original, promotora y coordinadora del proyecto:
Maribel Jiménez Espinosa (Aguamarina, del blog
De mi casa al mundo).
Ilustración y diseño de portada: Mommo
Diseño de interior: Editorial Minis
Mamamorfosis. Las 200 caras de la Luna by Maribel
Jiménez Espinosa is licensed under a Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual.
4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en:
http://www.demicasaalmundo.com/p/mamamorfosis
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Dedicado a:
Todos los hijos e hijas de las 200 caras de la Luna
Por orden alfabético y nombrándolos a todos:
	 Abril, Abril, Abril, Abril, Ad., Adam, Adrián, Adriana, Agustín, Aiko, Aila,
Aitana, Aitana, Alba, Alba, Alba, Alegría, Alejandro, Alia, Alicia, Alicia, Alma,
Amalia, Amanda, Ana, AnaMa, Ananda, Ángel, Ángel, Ángela, Anka, Antía,
Aquiles, Ara, Arán, Ariadna, Arnau, Aurora Luna, Axel, Azul, Berta, Bichito,
Biel, Bruno, Candela, Cangrejito, Carlota, Carolina, Celeste, Ciruelina Azul,
Ciruelina Marrón, Clara, Claudia, Cloe, Daibel, Dalia, Daniel, Daniel, Daniel,
Daniel, Didac, Doan, Eduardo, Elena, Elisa RG, Ella, Eloi, Eloísa, Elsa, Elsa, Elsa,
Emma, Emma, Enara, Enrique, Eric, Eric, Erik, Esteban, Estel, Eva, Fátima, Flor,
Franc, Gabriel, Gaby, Gael, Garbancita, Gema, Gerard, Guille, Guim, Héctor,
hijo de Raquel Galavís, hijos de Abedul, hijos de Wikitoria, Hugo, Indio, Inés,
Irene, Iria, Iris, Iris, Israel, Iu, Izan, J., J., Jade, Jaime, Jara, Javier, Jorgeras,
Juan Pablo, Juan Pablo, Juanjo, Julia, Julia, Júlia, Júlia, Julián, Julieta, Julieta,
Kaelí Arnau, Kai, Kenji, Kerala, Kilian, Kimetz, Kiran, Krzyś, L., Lao, Laura, Layla
Yumari, Leo, Leo, Leonardo, Li., Liam, Lila, Little D., Little Light of Love, Lluc,
Lluna, Lola, Lola, Lorenzo, Luca, Lucas, Lucía, Lucía, Luis, Luna, Lur, M., M., M.,
Maia, Maití, Manuel, Manuel, Marc, Marc, Marco Hoang, Marcos, María, María,
Mariana, Mariano, Marina, Marina, Marta, Martí, Martín, Martín, Martín, Mateo,
Mateo, Mathias, Matilde, Matis, Mauro, Maya, Mía, Milena, Mirulina, Moon,
Muhammad Gabriel, Nala, NaradaAgustín, Naya, Nerius, Nico, Nicolás, Nicolás,
Nicolás, Nina, Noa, Nohan, Nora, Nuara, Nur, Núria Queralt, Oier, Ojos Negros
Saltimbanqui, Ojospardos, Oliver, Olivia, Olmo, Pablo, Pablo, Pablo, Pau, Paula,
Paula, Penélope, Perdigón, Pestiño, Petunia, Pirata, Queen Elsa, Quim, Quim,
Rafael, Rainbow, Raúl, Rayo, Rodrigo, Roger, Roger, Romeo, Rosa Linda, Ruby,
Sachayoj, Samuel, Santiago, Santiago, Sara, Sarah, Sary, Saule, Sebastián, Sofía,
Sol, Sol, Sonrisas, Sun, Sunflower, Superboy, Suyay, Talia, Tao, Teo, Tommaso,
Uma, Uma, Unai, Valeria, Vega, Vera, Vida, Zoe.
Dicen de Mamamorfosis…
Había una vez un lugar fuera del tiempo y
del espacio en que se alinearon las mentes,
los cuerpos y los corazones de un puñado
de mujeres convertidas en madres, que quis-
ieron contar al mundo sus propios cuentos y
sus propios llantos. Fueron atraídas por cier-
tas melodías que resonaban en sus verdades
internas y —dejándose fluir— fueron llegando
a un mismo jardín cuya dueña era la mismí-
sima naturaleza femenina. Sucedió que la
música era tan agradable que otros espíritus
se hicieron presentes formando un círculo tan
invisible como mágico. Entonces aconteció lo
inevitable: se sumaron espontáneamente los
bebés que gateaban, los niños que trepaban,
las niñas que corrían y los jóvenes que enam-
oraban. Incluso aparecieron otras criaturas
celestiales que lanzaban gotitas con perfume
de rosas y perlas rociadas con agua de aza-
har. Las mujeres abrazaban a los niños y los
niños abrazaban la vida. La felicidad fue tal,
que todos comprendieron que no habría fies-
ta más divertida, reunión más exitosa ni even-
to más interesante que reunir las conciencias
de las mujeres que aman a sus hijos. A partir
de ese acontecimiento singular, el mundo ya
no fue el mismo. Esas memorias fueron escri-
tas en un libro sagrado y lanzado a los cuatro
vientos.
	
	 Y hubo otra vez más en un lugar fuera
del tiempo y del espacio en que se alinearon
las mentes, los cuerpos y los corazones de un
puñado de mujeres convertidas en madres.
Fue cuando Mamamorfosis volvió a contar sus
cuentos, sus llantos y sus sueños. Y la rueda
de la vida siguió girando.
	 Mis bendiciones y todo mi amor para
las mujeres y los varones de Mamamorfosis.
Laura Gutman
Terapeuta y escritora
Laura Gutman
Madres que te abren la puerta de sus casas
aunque los muebles tengan polvo y hayan
pelusas.
Madres que se juntan para contarse sus histo-
rias de parto, sus lactancias, sus crianzas, sus
heridas, sus imperfecciones, sus deseos y sus
miedos más profundos.
Madres que crean —de la nada— una Tribu a su
alrededor.
Madres que teniendo historias complejas de
desamparo y violencia siendo niñas, son ca-
paces de poner un poco más de Amor en cir-
culación para con sus hijos.
Madres que, aun sabiéndose perfectamente
imperfectas, no se esconden de ellas mismas.
Madres que se dan a sí mismas el Amor que
nadie les dio.
Madres que anteponen el deseo de un niño
pequeñito a la mirada crítica de un adulto.
Madres que aprenden a dar lo que no reci-
bieron.
Madres que se ríen de sus propias rigideces y
fluyen con la Vida.
Madres que aprenden de sus hijos a vivir ple-
namente el presente.
Madres de carne y hueso, de sangre y de le-
che.
Madres despiertas que sueñan cuando todos
duermen.
Madres dispuestas a sumergirse en la mater-
nidad hasta encontrarse a ellas mismas.
Madres vulnerables y poderosas.
Madres en transformación, madres en meta-
morfosis.
A todas vosotras gracias. Gracias por dar valor
a lo que aún tan pocos valoran.
Gracias por poner palabras a una realidad
compartida por tantas mujeres pero invisible
aún a los ojos de esta sociedad, que tanto
desprotege a la maternidad y a la crianza.
Cristina Romero
Directora de la revista Tu Bebé, autora del
libro Pintará los soles de su camino.
Despertar en la luz
Cuando estaba embarazada por pri-
mera vez, todo el mundo tenía consejos para
mí: “aprovecha ahora para leer”, “aprovecha
para dormir”, “aprovecha para salir”, etc. Yo
pensaba que exageraban, que a mí no me pa-
saría lo mismo que a ellos, yo sabría hacer las
cosas diferente. Pero no, no supe. Tendría que
haberles hecho caso. Entonces no sabía que a
todos los padres nos pasan las mismas cosas.
	 La maternidad cambió la forma en la
que vivo. Ahora mis decisiones no sólo me
afectan a mí; ahora soy responsable y sin em-
bargo me siento también más libre. Desde el
principio he querido ser la mejor madre para
mis hijas y he puesto todo mi empeño, ener-
gía e ilusión en relacionarme con ellas con
amor y ternura, responder a sus necesidades,
darles mi apoyo e intentar no hacerles daño.
No siempre he sabido hacerlo. Y en esas oca-
siones he sentido mucha frustración e impo-
tencia. Me he sentido culpable y he pensado
que era la peor madre que mis hijas podrían
tener. He sentido vergüenza y me he sentido
muy, muy sola. En esas ocasiones siempre se
me olvida que a todos los padres nos pasan
las mismas cosas.
A través de los testimonios de madres
conscientes, Mamamorfosis nos proporciona
una ayuda fundamental: nos recuerda que no
estamos solas y nos insufla la energía para se-
guir buscando nuestro camino.
Laura Díaz de Entresotos Bajo
Psicóloga especializada
en educación consciente
Aware Parenting


No es fácil ser madres hoy, en la era de la
máxima información y de la mayor desco-
nexión con el instinto maternal. Este libro no
te ofrecerá aún más información, sino que te
acercará a los corazones de madres llenas de
instinto, que se confrontan con éste, con su
amor y con su sombra. Madres dispuestas a
vivir (y a sufrir) plena y conscientemente su
maternidad, más allá de los estándares esta-
blecidos.
Tamara Chubarovsky
Experta en desarrollo sensomotriz y del len-
guaje en niños y desarrollo personal
a través de la voz
Voz y movimiento
Soy amante de la inteligencia colectiva y
los proyectos colaborativos. Me encanta ver
cómo todo fluye cuando de forma desintere-
sada pones en marcha un proyecto útil y bo-
nito, implicando a otra gente. Por eso cuando
me invitaron a amadrinar #mamamorfosis no
lo dudé ni un minuto. Solo el nombre ya me
parece absolutamente sugerente: creo que
en mayor o menor medida toda mujer experi-
menta una auténtica metamorfosis al ser ma-
dre. 
Yo, que soy una persona muy activa, que no
puedo pasar un minuto sin hacer nada, de-
diqué los cuatro meses de la baja maternal a
mirar a mi hijo y a tratar de entender lo que
pasaba a mi alrededor, a repasar mi pasado
y replantearme mi futuro, a restablecer mi
orden de prioridades y valorar lo verdadera-
mente importante.
Ser madre me ha hecho conocerme mejor.
Saber quién soy y quién quiero llegar a ser.
Mi hijo me ha enseñado a vivir despacio, a
disfrutar de las pequeñas cosas, a redescubrir
el mundo…Me ha enseñado que una flor de
papel huele tan bien como la rosa más fres-
ca del jardín, que se puede hacer música con
cualquier cosa y que un ratón de ordenador
puede ser un aspirador. ¡La imaginación no
tiene límites! 
Son tantas las cosas que me ha enseñado, tan-
tas las cosas que he aprendido desde que soy
madre, que me gustaría haber sido una de las
200 caras de la luna. Ahora estoy deseando
sumergirme en estas líneas para conocerlas a
todas. 
Usúe Madinaveitia
Promotora del movimiento social
#mamiconcilia
Mami concilia
“Ser madre no te cambia la vida, le da sentido
a tu existencia”.
Recuerdo una conversación con mi amigo
Miguel, Doctor en Biología, cuando le conté
que estaba embarazada de mi primer hijo, a
lo que él me contestó que para eso realmente
veníamos a este mundo, para reproducirnos.
Es el acto más animal, natural y orgánico que
un ser humano puede hacer y que te llena de
una felicidad tan inmensa que uno solo pue-
de llegar a entender cuando ha pasado por
lo mismo. Tener un hijo es un acto de gene-
rosidad y más en la época en la que vivimos,
donde uno va posponiéndolo para más ade-
lante demasiado atareado en proyectos que
no acaban. Y con esa sensación, que nos ha
pasado a muchos, de que nunca es el buen
momento.
Y ahora estoy convencida de que siempre es
el buen momento.
Los hijos llegan cuando tienen que llegar.
Y a pesar de la noches de insomnio, los dolo-
res, los miedos y de abandonar y retrasar un
montón de planes que tenías entre manos,
son el mejor regalo. Es un proyecto fruto del
amor y de la necesidad de transmitir y dar
todo lo que tienes sin pedir nada a cambio.
Bueno sí, a cambio de que me obedezcan y
de que no sean contestones por favor.
Tengo la suerte de tener a mi lado a un hom-
bre maravilloso, lleno de amor, de energía y
que me quita todos mis miedos. Somos un
equipo. Le encanta la familia y hacer planes
familiares. Él hace que todo sea más fácil.
Después de que naciera nuestro primer hijo,
León, teníamos claro que queríamos tener
otro y entonces llegó Catalina a los 2 años.
El día que di a luz a Catalina, cuando entré en
el “paritorio”, ese lugar que tantas veces se ha
retratado en las películas y que es tan cinema-
tográfico, ese lugar que recuerdo con tanto
cariño, ya que es la meta de un viaje muy lar-
go en el que la recompensa está a punto de
llegar a tus brazos, en ese instante supe que
no era la última vez que iba a estar allí. Lo últi-
mo que podía pensar en ese momento era en
otro embarazo, pero la idea de otro hijo pasó
por mi mente como algo secreto que no pue-
des compartir con nadie porque van a pensar
que estás loca.
Tengo dos hijos preciosos, que me enseñan
cada día y me hacen descubrir y aprender co-
sas nuevas.Mi único deseo es que estén sanos
y que sean felices. Y estoy casi segura de que
todas la madres que han participado en #ma-
mamorfosis, este proyecto tan bonito, desean
lo mismo para sus hijos. Qué bueno encontrar
un espacio en el que poder compartir con las
demás madres nuestras experiencias.
¡Enhorabuena por el proyecto!
Lucía Jiménez
Actriz y cantante española
@luciajimeneztv
De momento, en mi corta vida como madre,
entre otras muchas confusiones, he llegado a
dos conclusiones bastante claras:
La primera, y la menos buena, es que cuando
nace tu primer hijo, al principio, dejas de ser
tú. No sé si poca gente lo vive o poca gente se
atreve a hacerlo público, pero quizás este avi-
so pueda servir a futuras madres. Al principio,
tu independencia se ve mermada a cero, por-
que ya no tienes tiempo real ni para ti, ni para
tus hobbies y si se da el caso de que puedas
seguir haciéndolos, siempre tienes esa par-
te de tu mente y de tu corazón que están en
otro lugar que no es el tuyo, sino en el de tu
hijo, en el de su propio bien. Puede parecer
exagerado, pero una vez aceptas que ya no
vas a volver a lo de antes y maldices no haber
hecho no sé qué viaje pendiente de aventuras
antes de parir (aunque lo hagas ahora ya no
será lo mismo que ir sola), la cosa va mucho
más rodada. Sí que habrá algunos momentos
de angustia que surgen de tu inconsciente,
explosiones súbitas de mal humor o desespe-
raciones varias que se alternan entre lloros o
peticiones a Dios para que te ayude a supe-
rar alguna situación, pero tu parte consciente
estará recordándote que quieres hacer de tu
hijo una buena persona para este planeta y
que vas a ayudarle a forjar los cimientos para
que sea un ser feliz.
El segundo fenómeno que tengo claro es lo
que aprendo cada día tras ser madre. La ma-
nera en que Kilian, nuestro hijo, descubre y se
sorprende por cosas que yo había olvidado
que eran extraordinarias: un simple interrup-
tor, resultado de horas y horas de estudios
y laboratorios. El viento que hace volar una
hoja recién caída, demostrando leyes básicas
de la física. El vuelo de un avión, desafiando
la gravedad. Una simple mirada, lo que tanto
puede expresar. La pureza de un animal, la
belleza de una flor o el sabor de un tomate re-
cién cogido del huerto. ¡Tantas y tantas cosas!
Veo su cara llena de alegría pura, de sorpre-
sa por la vida misma y al observarle siempre
descubro con él algún nuevo acontecimiento.
Es increíble que alguien tan pequeño e inex-
perto tenga la más sabia de las actitudes: re-
cordarte cada día que hay que agradecer vivir
en este precioso planeta y sobretodo no dejar
de admirar cada uno de sus sucesos.
Gracias por vuestra iniciativa.
Andrea Fuentes
Medallista olímpica española
Andrea Fuentes
Este es un libro sobre maternidad y crianza es-
crito por las principales expertas: las madres.
Las mujeres llevamos decenas de años, por
no decir algún siglo que otro, ocupando un
lugar subordinado con respecto a los profe-
sionales, siendo objeto de sus intervenciones,
no siempre acertadas, y recibiendo instruc-
ciones y consejos sobre todo lo concernien-
te a la maternidad: cómo llevar el embarazo,
como parir, como criar a nuestros hijos, como
amamantar, cuanto tiempo amamantar, si co-
ger en brazos a nuestros bebés o no, como
gestionar el sueño de nuestros hijos, cómo
educarles…
Esto es así no sólo por motivos culturales. Hay
un momento crítico en la vida de toda madre
que tiene una influencia decisiva en todo lo
que ocurre después: el parto. Que la atención
al parto convencional reprima nuestra fisiolo-
gía, ignore nuestras necesidades y sustituya
nuestras maravillosas hormonas por sustan-
cias químicas de síntesis que desvirtúan la ex-
periencia no es algo inocuo.
Una de las consecuencias es la desconexión
de nosotras mismas y de nuestras hijas e hijos,
la extrañeza ante nuestro cuerpo o ante nues-
tro bebé, la desconfianza hacia la propia na-
turaleza. No damos crédito a nuestra intuición
porque nos hemos desconectado, no con-
fiamos en ella, no es “científica”. Los “exper-
tos” nos dicen entonces cómo deben ser las
madres, cómo debemos de comportarnos,
qué debemos hacer o no hacer, qué es nor-
mal y qué no; en suma, como portarnos bien.
Nos recuerdan constantemente todo lo que
puede ir mal, pero no nos dicen que muchas
reacciones y situaciones consideradas pato-
lógicas son en realidad reacciones normales
a situaciones anormales, no previstas por la
naturaleza, contrarias a nuestras necesidades.
Hoy ya sabemos que muchos postulados de
la cultura convencional de la maternidad y la
crianza están más basadas en creencias que
en la ciencia, en los prejuicios personales más
que en la observación de lo que es, en autén-
ticos mitos, más que en la verdad. A pesar de
ello, muchas madres siguen recibiendo una
asistencia y unos consejos obsoletos que per-
petúan la desconexión de su naturaleza y de
su bebé, y que se siguen transmitiendo a las
siguientes generaciones de madres, aunque
ya se haya demostrado cuan equivocados es-
tán.
Afortunadamente, eso ha empezado a cam-
biar. Ha llegado el momento de hablar con
libertad, de escucharnos unas a otras, de ob-
servar y aprender de lo que observamos, de
poner voz a las legítimas demandas de nues-
tras hijas e hijos y a nuestras necesidades, de
entender el valor de la tribu y encontrar nue-
vas fórmulas para re-encontrarla, de re-gene-
rar una cultura de la maternidad y la crianza
propia, basada en nuestra propia experiencia,
en el conocimiento profundo de nuestra pro-
pia naturaleza. Una cultura que reconozca el
valor de escuchar y satisfacer las necesidades
profundas de los bebés y las familias, y la im-
portancia de transmitir esta cultura entre no-
sotras y a nuestros hijos e hijas sin intermedia-
rios, traductores ni “expertos” que en realidad
transmiten sus propias creencias y opiniones.
Volver a ser protagonistas de nuestra mater-
nidad.
El premio es para todos: una sociedad más
saludable no sólo física sino emocional y
mentalmente. Estamos criando futuros ciuda-
danos, la sociedad de mañana. Nada menos.
Eso tiene un valor, merecemos todo el apoyo.
Vivimos un momento histórico: por primera
vez, la ciencia respalda de forma unánime la
intuición de las madres. Por primera vez, la
ciencia está demostrando que detrás de los
comportamientos instintivos de los bebés
y las madres está la inteligencia innata de la
naturaleza, que se manifiesta a través de una
psicofisiología precisa, perfecta y autorregu-
lada, de unos instintos afinados a lo largo de
milenios, si se dan las condiciones apropia-
das. Por primera vez vamos sabiendo cuáles
son esas condiciones apropiadas. Por primera
vez sabemos que no necesitamos saber cada
detalle de lo que dice la ciencia, porque te-
nemos un acceso directo a esa información a
través de nuestra capacidad de observación,
de nuestra intuición, del sentido común, de la
sabiduría heredada de nuestras antepasadas
y escrita en nuestras células. Pero además te-
nemos la ciencia que corrobora todo eso, una
ciencia por una parte tan accesible y por otra
tan lejana e ignorada por ciertas estructuras.
Pero las cosas están cambiando. Por eso este
libro, que recoge la voz de las auténticas ex-
pertas en maternidad y crianza: las madres.
Estamos escribiendo nuestra propia historia.
Por fin.
Isabel Fernández del Castillo
Autora de La nueva revolución del nacimiento
Isabel Fernández del Castillo
PRÓLOGO
—”Sé el cambio que quieres ver en el
mundo”. 
Gandhi
Una vez tuve un sueño, casi una epifanía, muy
vívida, en la que una tribu de madres conec-
tadas se unían para alzar la voz. Era un grupo
de mujeres muy dispares, pero todas con una
misma motivación, recuperar el valor social
de la maternidad, acompañando y sostenien-
do amorosamente a toda madre que lo pu-
diera necesitar.
Probablemente aquella tribu que visualicé en
mi sueño era un anhelo escondido de algo
que deseé encontrar cuando yo misma me
convertí en madre.
¿Acaso sería posible constituir una tribu así?
Dejándome llevar por la intuición, y sin pen-
sármelo demasiado, publiqué un llamamien-
to urgente en mi blog.
Buscaba mamás, pero  mamás conscientes,
aquellas que han utilizado el gran poder de
autoconocimiento y transformación vital que
supone su nacimiento como madres.
Y a todas ellas les hice una petición, una única
cosa, que compartieran su testimonio con el
mundo en un proyecto literario conjunto.
Mi llamamiento se escuchó, se compartió y se
propagó de forma viral por las redes en un
efecto inesperado y súbito.
En pocos días reuní a más de  500 mujeres
de 19 países distintos  que me cedían su
voz y compartían conmigo su devenir como
madres.
Así fue como nació este libro que tienes en
tus manos, un libro de testimonios reales so-
bre maternidad consciente.
Llegados a este punto, te puedes preguntar
¿pero, qué es ser madre consciente?
Me aventuro a decir en pocas frases que…
  …una mamá consciente y consecuente, es
aquella que gracias a la maternidad reconec-
ta con su verdadera esencia.
…que gracias al privilegio de ser madre ad-
quiere una consciencia profunda y comienza
un camino de aprendizaje.
…que es  responsable profundamente  de la
manera en la que cría a sus hijos.
…que  comprende y respeta sus necesi-
dades y sus procesos evolutivos.
…que no hace lo que se espera, influenciada
por las modas o las costumbres.
…que tiene momentos de auténtica conexión
con sus hijos.
…que cría a sus hijos en libertad.
…que se encuentra en el camino de ir con-
siguiendo todo esto. Porque es un proceso,
que no se genera de un día para otro.
	 Este libro está escrito por madres que
han experimentado todo este despertar en
sus vidas y sin embargo son muy distintas en-
tre ellas; desde madres “estándar” a madres
solteras, madres separadas e incluso viudas,
madres enfermas, madres con hijos enfer-
mos, madres heterosexuales y también ho-
mosexuales, madres adoptivas, madres muy
jóvenes, y por supuesto más mayores…. con-
forman las 200 caras de la Luna.
	 Mamamorfosis es un libro concebido
de madre a madre, y está organizado para ir
mostrando el camino de transición que sub-
yace a la maternidad, desde el primer deseo
de serlo hasta las últimas fases de la crianza.
Por eso, todas las historias que se plasman
aquí son reales, están escritas desde el cora-
zón, desde el coraje y la valentía de 200 ma-
dres generosas y comprometidas. Y lo más
importante, son historias compartidas que
buscan acompañar a otras mamás, darles
sostén y apoyo, no solo en estas realidades
que aquí se plasman, en las que pueden sen-
tirse identificadas y encontrar referencias, si
no que las coautoras se ofrecen desinteresa-
damente a escuchar, alentar, acoger, orientar
a toda madre que lo requiera, y por ello al fi-
nal del libro se incluye un apartado con todos
sus datos de contacto.
	 Cuando promoví este proyecto, nunca
pensé que fuese un viaje tan increíble y sor-
prendente, en el que a cada paso que daba,
sentía que el universo se alineaba para que
todo fluyera. Pero debo reconocer también
que ha sido un trayecto duro y complejo, de
un desgaste emocional con el que no contaba.
	 Durante todo el proceso he conec-
tado profundamente con cada una de estas
mujeres; me he emocionado, he llorado, he
sufrido, se me ha puesto la piel de gallina, he
compadecido, he empatizado, me he visto
arropada y a la vez que las arropaba a todas
ellas en sus procesos personales, tan íntimos
pero tan comunes para todas.
	 Ha habido momentos en los que me
sentía pequeña e indefensa ante la grandeza
de estas historias genuinas, tan llenas de amor
de madre, y me he sentido una justiciera ante
la ingrata tarea de deber seleccionar los tex-
tos más representativos. Todos merecían estar
al completo, si bien he actuado en todo mo-
mento desde el corazón, y pensando en aque-
lla mujer desorientada, perdida y sola que yo
misma era cuando me convertí en madre.
	 Puedo decir que la producción de Ma-
mamorfosis ha sido como revivir mi puerpe-
rio, casi en toda su intensidad en pocos me-
ses, pero ha sido un viaje sanador, del que he
salido fortalecida y mucho más sabia. Por eso
sé que este libro va a ayudar a muchas ma-
más, se encuentren en el momento en el que
se encuentren, permitiéndoles aprender, en-
tender, sanar, despertar, encontrarse, cambiar
y dirigir conscientemente el rumbo de sus vi-
das y de su maternidad.
La energía femenina, dadora de amor,
que envuelve este libro se percibe desde el
primer testimonio que aparece hasta el últi-
mo, lo que te brinda una energía invisible que
te mueve a tomar conciencia de quién eres y
a dónde te diriges. Me parece extraordinario
y sin duda ha marcado un antes y un después
en mi vida.
Espero que también lo provoque en la tuya.
Con todo mi amor y gratitud, te deseo un via-
je próspero en esta lectura.
Maribel Jiménez Espinosa
(Aguamarina en la red)
De mi casa al mundo
Promotora y coordinadora del proyecto
de madres conscientes
Mamamorfosis. Las 200 caras de la Luna
INDICE
EL DESEO
DE SER MADRE
MIS FANTASÍAS
SOBRE LA MATERNIDAD
SIEMPRE DESEÉ SER MADRE
¿SER MADRE? NO, POR FAVOR...
EL CAMINO RECORRIDO
HACIA EL EMBARAZO
CÓMO SUPE QUE
ESTABA EMBARAZADA
1
EL EMBARAZO,
ME PREPARO PARA
SER MADRE...
CÓMO VIVÍ MI EMBARAZO
LA PREPARACIÓN AL PARTO CONVEN-
CIONAL ¿SIRVE?
LA PREPARACIÓN AL PARTO
NO CONVENCIONAL
(O ALTERNATIVA)
LAS PRESIONES EXTERNAS
Y LATOMA DE DECISIONES
SOBRE EL PARTO
VIVIR UN EMBARAZO
RESPETADO
O NO…
PREPARARSE EMOCIONALMENTE
PARA LA LLEGADA DEL BEBÉ
CONECTAR CON EL BEBÉ
DURANTE EL EMBARAZO
LA SEXUALIDAD
DURANTE EL EMBARAZO
CUANDO EL EMBARAZO
SE INTERRUMPE
ENTENDIENDO MI ABORTO
VIVIR EL PARTO
MIS FANTASÍAS SOBRE EL PARTO
EL MIEDO A PARIR
EL DOLOR EN EL PARTO
HACERSE RESPETAR EN EL PARTO
MI PARTO FUE INDUCIDO
MI PARTO FUE ANESTESIADO
LAS INTERVENCIONES
EN EL PARTO
Y LAVIOLENCIA OBSTÉTRICA
EL PARTO NATURAL
EN HOSPITAL ES POSIBLE
PARIR EN CASA
CESÁREAS,
¿SON SIEMPRE NECESARIAS?
TÉCNICAS Y PREPARACIONES
NATURALES QUE ME FUNCIONARON
EN EL PARTO
QUÉ HE APRENDIDO DE MI PARTO
SI PUDIERAVOLVER ATRÁS…
MI EXPERIENCIA CON DOULAS
LAVUELTA
A CASA
CON EL BEBÉ
MIS EMOCIONES
DESPUÉS DE PARIR
PENSAR QUE TODO
VOLVERÁA LA NORMALIDAD
DESPUÉS DEL PARTO
LOS CONSEJOS DE LOS DEMÁS
ME VUELVEN LOCA
LA CONFUSIÓN MENTAL,
¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?
LA SOLEDAD
ENTRE CUATRO PAREDES
SENTIR RECHAZO
HACIA EL BEBÉ
CUANDO HAY OTROS
HIJOS QUE ATENDER
LACTANCIA
EL DESEO DE DAR TETA,
O NO…
NO VOYA PODER MÁS,
LOS PRIMEROS 15 DÍAS…
A MIS PECHOS LES PASA ALGO
DAR TETA ME DUELE
MI LECHE NO ES BUENA,
O ESO DICEN…
PROBLEMAS DEL BEBÉ
PARA SUCCIONAR
EL BEBÉ NO ENGORDA
A MÍ NO ME DIERON TETA,
PERO YO SÍ HE PODIDO…
LA ETERNIDAD
DE LAS HORAS DE LACTANCIA
¿LACTANCIAA DEMANDA?
LATETA ES MARAVILLOSA,
LO SOLUCIONATODO
LACTANCIAY OPINIONES EXTERNAS
LACTANCIA DESPUÉS DE CESÁREAS
LACTANCIAYALIMENTACIÓN COMPLE-
MENTARIA
LACTANCIA PROLONGADA
LACTANCIA EN TÁNDEM
LACTANCIAARTIFICIAL CONSCIENTE
LO QUE APRENDÍ
DANDO TETA
EL DESTETE
VINCULAR DESPUÉS DE LATETA
EL PUERPERIO,
UN TIEMPO
HACIAADENTRO
SER MADRE NO ES COMO
ME LO HABÍAN CONTADO
LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD
EL BEBÉ YYO SOMOS UNO
¿TODAS LAS MADRES SE SIENTEN
TAN SOLAS COMO YO?
LA DEPRESIÓN POSTPARTO
Y OTRAS HERIDAS
DEL PUERPERIO
LA BATALLA CON EL BEBÉ:
SUS NECESIDADES VS. LAS MÍAS
CRISIS VITAL
BAILAR CON MI SOMBRA
ENTENDER LO QUE ME SUCEDE
¿QUIÉN ME AYUDA?
LA FALTA DE TRIBU
LA SEXUALIDAD DURANTE
EL PUERPERIO ¿REVOLUCIONADA?
EL PUERPERIO FELIZ
TAMBIÉN EXISTE
ATRAVESAR
LA NOCHE
CON UN BEBÉ
DORMIR CON EL BEBÉ,
EL COLECHO
YO LE DEJÉ LLORAR
PARA ENSEÑARLE A DORMIR
EL BEBÉ LLORA
TODO ELTIEMPO,
¿TIENE CÓLICOS?
CONEXIONES NOCTURNAS
CON EL INCONSCIENTE
LATRANSICIÓN A SU CAMA
EL PADRE
¿TENER UN HIJO ES UNA CRISIS MATRI-
MONIAL O MUESTRA ELVERDADERO
VÍNCULO DE PAREJA?
PADRES MADUROS,
O INMADUROS…
LO QUE YO NECESITABA DE ÉL
EL PAPÁ QUE APOYA
Y COMPRENDE
EL PAPÁ QUE SE SIENTE
EXIGIDO Y SUPERADO
EL PADRE AUSENTE
EL PUNTO DE VISTA DEL PAPÁ
SUPERAR EL DESEQUILIBRIO
EN LA PAREJA
MADURAR COMO PAREJA
Y COMO FAMILIA
CRIANZA
DE HIJOS
PEQUEÑOS
CRIANDO EN BRAZOS
LAVUELTAALTRABAJO
¿QUÉ HAGO CON LA CULPA?
ELTRABAJO COMO REFUGIO
¿QUIÉN CUIDA A MI BEBÉ?
COMO ENTENDÍ Y
ME DI CUENTA
DE LAS NECESIDADES
DE MIS HIJOS
COMO ENTENDÍ Y ME DI CUENTA
DE LOS SÍNTOMAS QUE ME MOSTRABA
CÓMO ENTENDÍ Y ME DI CUENTA
DE QUE MI HIJO ES MI ESPEJO
MIS HIJOS SACAN LO MEJOR Y
LO PEOR DE MÍ
ACEPTAR LAS RABIETAS
ENTENDIENDO SU LLANTO
ENTENDIENDO SUS ENFERMEDADES
MEDICINAALTERNATIVA
PARA MIS HIJOS
¿SÍ O NO?
NO QUIERE COMER
NO QUIERE COMER
LA RETIRADA DEL PAÑAL
¿RESPETANDO SUS RITMOS?
MI ESTILO DE CRIANZA
LAS NORMAS Y LOS LÍMITES
ENTENDIENDO LOS CELOS
ENTRE HERMANOS
REPRESIÓN DE LAS NECESIDADES
DE LOS NIÑOS
EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL
ESCOLARIZACIÓN TEMPRANA
¿SÍ O NO?
EDUCACIÓN ALTERNATIVA
COMO OPCIÓN EDUCATIVA
BENEFICIOS
DE LA CRIANZA RESPETUOSA
A LARGO PLAZO
SER MADRE CONS-
CIENTE
ANTES DE SER MADRE
YA ERA UNA MUJER CONSCIENTE
ANTES DE SER MADRE
ERA DE TODO MENOS CONSCIENTE
EL DÍA EN QUE
MI PERCEPCIÓN CAMBIÓ…
DESTAPANDO
MI CEGUERA EMOCIONAL
DESCUBRO…
QUÉ ES PARA MÍ
LA MATERNIDAD CONSCIENTE
NECESITÉ TENER
MÁS HIJOS PARA APRENDER
LO QUE APRENDO
DE MIS HIJOS CADA DÍA
SITUACIONES
DIFÍCILES
CUANDO EL BEBÉ ES PREMATURO
CUANDO EL BEBÉ ESTÁ ENFERMO
CUANDO LA MAMÁ ESTÁ ENFERMA
CUANDO LA MAMÁ ESTÁ EN DUELO
CUANDO HAY MÁS HIJOS
A LOS QUE ATENDER
(FAMILIAS NUMEROSAS)
CUANDO MAMÁY PAPÁ SE SEPARAN
CUANDO PAPÁY/O MAMÁ
TIENEN OTROS HIJOS
CUANDO PAPÁY MAMÁ
SON DE DIFERENTES CULTURAS
CUANDO MAMÁ
FUE UNA NIÑA ABUSADA
CUANDO MAMÁ ES ADOPTIVA
CUANDO PAPÁ ES AGRESIVO
CUANDO PAPÁ
TIENE OTRA FAMILIA A LAVEZ
AGRADECIMIENTOS
SOBRE AGUAMARINA
DATOS DE CONTACTO
DE LAS CARAS DE LA LUNA
ELDESEO
DE SER MADRE
MISFANTASÍAS
SOBRELAMATERNIDAD
— ”Cuando el bebé real irrumpe en nuestra
vida adulta, nos sorprendemos al constatar
que hay pocos puntos en común entre
el bebé soñado y […] que no es verdad
que los bebés sólo comen y duermen.
[…] Posiblemente la sorpresa tenga que
ver con el desconocimiento con el que
las mujeres llegamos a la maternidad
respecto al fenómeno de la fusión
emocional”.
Laura Gutman
El nacimiento de nuestro ser madre

Desde siempre había considerado que ser ma-
dre era una de las cosas más fantásticas, mági-
cas y maravillosas que me podían ocurrir.
	
	 Mágico porque es increíble cómo fun-
ciona el cuerpo humano. Todos sus engrana-
jes funcionando para crear una vida.
	 Fantástico porque siempre me han
gustado los niños, me parecen seres especia-
les de los que podemos aprender muchas co-
sas, y tener uno “propio”, un pedacito de mí,
debía ser fabuloso.
	 Maravilloso porque nunca pensé que
la maternidad fuera tan cansada, que hubiera
bebés que apenas duermen, que los desper-
tares nocturnos consumieran tanta energía...
ni siquiera creía que existían los bebes de alta
demanda o incluso que se pudiera ser madre
de distintas maneras… Y a pesar de todo sen-
tir ese amor tan puro y sencillo.
	 Por supuesto sigo creyendo que es
todo eso y mucho más, pero he despertado
y visto que los bebés no solo comen y duer-
men, que tengo que enfrentarme a diario a
mis propias sombras y miedos y que la mater-
nidad realmente te remueve hasta los cimien-
tos, cambiándote, haciéndote evolucionar.
Patricia, 34 años, mamá de Alia.
Leganés (España)
No recuerdo el día en que sostuve por primera
vez a un muñeco en mis brazos, pero estoy se-
gura que ese día, deseé e imaginé a mis hijas:
mis Ciruelina. Con los años, y una crianza de
una madre que luchó mucho para poder tener
unos estudios y un trabajo digno, la materni-
dad no fue algo soñado, no volvió a mi cabeza
hasta los treinta años. Tal vez fue la denomina-
da “crisis de los 30” o encontrarme cada vez
más cerca de mí misma, de lo que soy y de lo
que deseo y no de lo que debo ser.
	 Las luchas de la generación de mi ma-
dre no son las mías, y cuando me dijeron que
los sexos somos iguales, ahora grito “NO”. No
lo somos ni tenemos por qué serlo. El emba-
razo, el parto y la crianza (siempre que haya
lactancia materna) deben ser una etapa que
hay que cuidar y respetar por parte de toda la
sociedad. Y actualmente no se está haciendo
como se debe.
	 Antes de ser madre no tenía estas ideas,
de hecho, soñaba con tener un embarazo fá-
cil, tranquilo, rápido, trabajaría hasta el día de
dar a luz y daría biberón para compartir las
tareas con mi compañero. Tendría un bebé
precioso y dormilón con quien compartir mis
planes: ir a museos, leer, dar paseos, tomar
cervezas e infusiones con mis amigas, ir de
tiendas… Nada que ver con la realidad, con
tener que adaptarme a mis hijas, tener que
cambiar mi vida de arriba abajo, con sentirme
mujer y madre y con saberme muy diferente
al hombre.
	 Antes de ser madre, fantaseaba con el
amor, las caricias, la ternura, un mundo bello,
un mundo maravilloso. Todos esos adjetivos
acompañaban mis pensamientos. Y cuán-
tas ganas tenía de abrazar a Ciruelina Azul, y
que bonito era soñarla. Sí, Ciruelina Marrón,
pensaba también en ella desde el principio,
y cuando no lo hacía algo me recordaba que
tenía que venir a este mundo para abrazarla y
amarla sin parar.
Y nacieron mis Ciruelina, pero no fue
como lo imaginé, fue mejor y peor, maravillo-
so y duro. Y cuando nacieron, el contador de
mis días se puso a cero, volvía a nacer. Y aho-
ra soy consciente que nunca antes había sido
más Yo que ahora. Ahora soy consciente que
no soy igual al hombre, y que por primera vez
no quiero serlo. Ahora soy consciente que la
mujer tiene mucho que aportar a este mundo
desde lo femenino y debe abandonar su lu-
cha por meterse en el mundo de los hombres.
Hagamos juntos de este mundo un mundo
femenino donde caben todos los hombres y
todas las mujeres.
Mamá Ciruelina, 36 años,
mamá de Ciruelina Azul y Ciruelina Marrón.
Madrid-Gijón (España)
Desde muy pequeña deseo ser madre. Al me-
nos es esa la memoria emocional que tengo.
Miles de “fotografías mentales” me represen-
taban el momento, los momentos... Lo recuer-
do, la imagen de mi propio embarazo era idí-
lica y de mi rol como madre también.
	 La gestación de mi retoño fue soñada,
disfrutada, vivida a cada instante con amor,
mucho amor. El trabajo preparto increíble
(volvería a hacerlo mil veces más. Sí, así, exa-
geradamente). Parí sin dolor físico pero con
miedo (cesárea de urgencia)... Y de esa “bola”
de sensaciones encontradas nacieron casi
cuatro kilos de amor y cachetitos: nuestra
Lola, la mariposa. Y ahí, justo ahí se vinieron
todas las fotografías previas a la maternidad.
Esas, las idílicas, y con ellas apareció en mí “un
lápiz” con el cual modifico diariamente todas
esas imágenes que en un momento hicieron
de mis fantasías “un tormento”, porque eran
eso, fantasías “hermosamente tormentosas”.
En estas no había trabajos fuera de casa, ni
deseos de mujer más allá de la maternidad,
ni personas opinando de todo en cualquier
momento sobre lo que haces o no haces, no
existían los miedos ni las culpas, benditas cul-
pas.
	 Hoy retomo esas fantasías como inspi-
ración. Ya no me atormentan, no las sufro tan-
to, las cambio, intervengo, vuelvo a rearmar,
me enojo y me amigo, con ellas y conmigo.
Así genero otras que implican el crecimiento
de Lola, de mi familia y el mío propio, enten-
diendo que son para volver a desarmar con
amor y paciencia.
Y las mujeres… las benditas muje-
res-madres que forman mi círculo. Esas que
te aportan desde las similitudes pero también
desde las grandes e inamovibles diferencias.
Ellas, todas ellas, las mujeres-madres (que no
significa que “tengan” hijos propios) son las
que apuntan “mi lápiz” para seguir redibujan-
do (¡reciclando!) las fantasías-realidades que
acompañan mi maternidad.
Guadalupe Trava, 30 años,
mamá de Lola- mariposa, educadora.
Buenos Aires (Argentina)
SIEMPREDESEÉSERMADRE
— “Antes de que fueras concebido te
deseaba. Antes de que nacieras te amaba.
Antes de que estuvieras aquí ya daba mi
vida por ti. Ese es el milagro del amor de
madre.”
Maureen Hawkins
Desde siempre he deseado ser madre. Ya en
su momento, siendo pequeña, jugaba con mis
muñecos y recorría el sendero de la materni-
dad: simulaba estar embarazada, luego juga-
ba a “parir” y, finalmente, me dedicaba a dar
el biberón a mis muñecos. Los dejaba dormir
en su cunita, y listo. Eso era lo que yo entendía
en aquellos años por maternidad, claro.
	 Me encantan los niños y las niñas, for-
man parte de mi mundo (profesional y perso-
nal) y considero la niñez como la principal eta-
pa creadora de las demás. Durante el primer
año universitario, se me quedó grabada una
frase de la educadora y pedagoga italiana
María Montessori: “Si la ayuda y la salvación
han de llegar sólo puede ser a través de los
niños. Porque los niños son los creadores de
la humanidad”.
	 Junto con todas mis motivaciones an-
teriores para convertirme en maestra, aquella
frase hizo clic en mi yo interior, me impulsó a
continuar, mejorar y esforzarme en conseguir
ser maestra. Estando en la carrera, ya notaba
como el “reloj biológico” apremiaba. Pero
tampoco le di mucha importancia, sólo tenía
18 años, ¡aún quedaba mucho mundo que
explorar!
Hisui, 33 años,
mamá de Little Light of Love, maestra.
Barcelona (España)
	
	 Aún recuerdo vívidamente cuando era
una niña de ocho años, y a mi madre emba-
razada de mi hermano. Desde ese momento
sentí el llamado de la maternidad, como un
despertar en lo más profundo del alma, que
me acompañaría hasta el momento de mi
propia maternidad. El deseo de ser madre
siempre estuvo muy claro y muy profundo en
mi interior.
Natalia, 38 años,
mamá de Agustín y Juan Pablo.
Buenos Aires (Argentina)
En realidad no era la maternidad en sí lo que
me atraía sino el tener conmigo un peque-
ñín/a que me quisiera incondicionalmente. El
retrato de volver a casa del trabajo y que me
recibiera con un fuerte abrazo es lo que siem-
pre había soñado.
Noe, 34 años,
mamá de Antía, investigadora (ingeniera).
Barcelona (España)
	
Si me hubieran concedido solo un deseo en
la vida, tendría muy claro que sería ser ma-
dre. Una madre representa el comienzo de la
vida, la protección, la esperanza y la alegría,
ser madre es algo tan valioso, tan hermoso y
tan necesario que el deseo de serlo debe ser
imprescindible.
El papel de una madre (abuela) duran-
te un embarazo es muy importante, para to-
das las que no podemos disfrutar de ello, sen-
timos que en nuestro ser siempre permanece
la esencia de nuestras madres, esa conexión
que nace en un vientre y perdura para siem-
pre.
Ángela Clar,
mamá de Axel, educadora infantil.
Girona (España)
Siempre he querido ser madre. Sentía dentro
de mí que la adopción era mi camino a la ma-
ternidad y, a pesar de poder tener hijos bio-
lógicos, siempre ha sido mi primera opción.
	 He nacido y crecido sin padre, su aban-
dono, su ausencia hizo que me sintiera afor-
tunada de tener una madre valiente y cariño-
sa. Cuando era pequeña imaginaba la suerte
que tenía de contar con el amor de mi madre,
incondicional, puro, limpio y la desdicha de
otros niños que no tenían el calor de una fa-
milia y la seguridad de sentirse amados. Sabía
que estaba preparada para ser madre adop-
tiva y dar todo mi amor a un niño que había
sufrido un abandono y que necesitaba de una
segunda oportunidad para crecer feliz y sin-
tiéndose amado. Siempre supe que la mater-
nidad vendría de la mano de la adopción.
	 Ser madre es toda una revolución. El
hecho de ser madre adoptiva implica aún
mayor responsabilidad y conciencia. Es una
maternidad elegida, meditada y muy busca-
da. Mi deseo de ser madre me ha llevado muy
lejos, hasta Vietnam, país de origen de mi hijo
Marco Hoang. Desde lo más profundo, inclu-
so antes de conocerlo, supe que lucharía por
ser su mamá y darle todo mi amor.
	 No he adoptado por solidaridad, ni por
ayudar. Soy madre adoptiva porque puedo
amar a mi hijo sin límites, respetando su ori-
gen y sus diferencias raciales y porque deseo
y quiero ser su madre, sostenerlo y decirle
que es lo que más amo en mi vida.
	 Para mí es importante transmitir a mi
hijo que soy su madre para siempre y que
le acompaño en su vida desde el respeto, el
amor y la estabilidad de ser una familia.
Muchas veces me dicen lo valiente que
he sido al adoptar y lo afortunado que es mi
hijo de tenerme. En realidad y sin dudarlo, la
afortunada soy yo. Mi hijo me ha convertido
en madre y él es mi orgullo, mi gran maestro.
Si quieres adoptar, si estas decidido y es tu
deseo, lucha por seguir tu camino.
Begoña Machancoses Martínez, 38 años,
mamá de Marco Hoang, periodista.
Valencia (España)
No recuerdo exactamente cuando empecé a
desear ser madre, pero desde bien pequeñi-
ta tenía muy claro que quería tener muchos
hijos.
	 Siempre me veía jugando con ellos
y cuidándolos. Todos mis juguetes los trata-
ba con mucho mimo y me decía a mi misma
esto lo guardaré para que mi hijo/a también
juegue con ellos. Me gustaba tanto la idea de
compartirlo todo con mi futuro hijo que con-
servo absolutamente todos mis juguetes, li-
bros, lápices, estuches… como si fuesen teso-
ros. Tengo algunas cosas hasta sin usar, en su
caja original. Cuando mi madre me pregunta-
ba por qué guardaba todos mis juguetes, por
qué no los usaba. Yo contestaba sin pestañear
que todo eso era para sus futuros nietos. Mi
madre me miraba como si yo estuviese loca,
¿una niña pequeñita diciendo que quería ser
mamá ya? Pero yo sabía que algún día tendría
hijos y me parecía lo más normal del mundo.
Ser madre es lo único que he tenido claro
siempre en mi vida.
Tina, 30 años, mamá de Enrique.
(Suiza)
¿SERMADRE?NO,PORFAVOR...
	 —“Tener un bebé rara vez es una decisión
racional o lógica y no se puede tomar
sólo con el intelecto, pero sí puede
tomarse conscientemente y con el
corazón. Mi deseo para todas las mujeres
es que adquiramos la valentía necesaria
para elegir la concepción consciente
juiciosamente.”
Dra. C. Northurp
Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer
Ya desde adolescente decía que no quería
ser madre. Y que si alguna vez lo fuera, sería
porque habría adoptado a un bebé. Tampoco
entendía cómo las mujeres eran madres, ¡con
la de cosas que hay para hacer en la vida!
Hace cuatro años me enamoré de mi pareja
actual. Nos conocimos, intimamos y al cabo
de un tiempo, compartimos piso. Un día, me
dijo que quería ser papá, y yo, que me había
pasado la vida diciendo que no quería ser
mamá, entré en conflicto. Recuerdo el día que
entré por la puerta gritando ¡vale, quiero ser
mamá! Al tener 36 años creía que tardaría en
quedarme embarazada. El hecho de disponer
de tiempo me tranquilizaba, me podía ir pre-
parando poco a poco.
Elitsibeta, 37 años, mamá de Eric, psicóloga y
maestra, Barcelona (España)
Habíamos hablado de ello. Los dos éramos
un poco mayores ya, con 38 años. La inercia,
la comodidad, el miedo al cambio... todo eso
pesaba. Éramos una pareja sin hijos, feliz y
acomodada en una vida sencilla pero en la
que no sentíamos que faltara nada. Pienso en
ello ahora y me doy cuenta de que podría ha-
ber seguido así, muchos años seguramente,
pero mi vida habría estado tan vacía sin que
me diera cuenta.
Desde las tripas, quizás, en algún momento
nos llamó la maternidad, la paternidad. Fue
por un instante, si acaso. La razón siempre era
más fuerte. La razón de que este mundo no
parece invitar a traer niños y niñas, que es un
mundo hostil, lleno de incertidumbres, de an-
gustias, de horrores incluso. Ese miedo es lo
único que sigo compartiendo con esa no-ma-
dre que fui.
Siempre digo que ella, Jara, fue quien quiso
venir. Aunque quizás me engañe. Yo también
quería que llegase. Pero no me atrevía a de-
cirlo, ni a pensarlo. El deseo estaba ahí, muy
en el fondo, tanto que era casi imperceptible.
El deseo de darle a alguien el cuidado, el ca-
riño, que había recibido, más si podía ser. El
deseo de que nuestro amor, como pareja, se
transformara en un ser a quien poder ayudar
a ser feliz, más de lo que nosotros hubiéra-
mos sido.
Diana de Horna, 42 años, mamá de Jara. Santa
Cruz de Tenerife (España)
En mi estructura mental nunca estuvo ser ma-
dre, mis padres ya estaban resignados a no
ser abuelos y mi esposo lo había aceptado
como una condición previa a dar el “SI”. Mis
amigas me miraban con asombro y desidia
cuando fríamente les decía que eso no estaba
en mis planes, que quería viajar por el mun-
do y disfrutar la vida, que ni siquiera me iba
a casar y bueno… eso fue lo primero que me
permití. Fui formada en el discurso de la ra-
cionalidad, alejada de la comprensión de los
procesos naturales, por tanto la maternidad
era para mí un monstruo de 10 cabezas.
Ahora que soy madre pienso que ese NO
rotundo al que me aferré por 30 años era mi
protección ante el pánico que se instauró so-
cialmente en las mujeres de mi generación.
Hago parte de una generación de mujeres
profesionales que compiten en un mundo la-
boral, en un sistema donde la productividad
se mide en términos del mercado y por ello
el estar en el hogar, cuidar a los nuestros y
desbordarnos de amor no tiene asignado un
valor monetario, por eso no cuenta.
Nos enseñaron a no depender de un hombre.
Laura López González, 32 años, mamá de
Muhammad Gabriel, psicóloga, Buenos Aires
(Argentina)
Tras postergarlo durante tres semanas, el mo-
mento de la verdad llegó un frío domingo de
febrero a las once de la mañana. Cuando vi
aquellas dos rayas rosas, no logré encajar mi
mandíbula ni cerrar la boca durante varios
minutos. No podía estar más claro, estaba
embaraza. En ese instante, me invadieron di-
versas emociones entre las que destacaban el
miedo, el enfado y la desesperación. Mi men-
te me repetía furiosa “No es justo, no en este
momento de mi vida, en el máximo potencial
de mi carrera profesional y una semana des-
pués de trasladarme a Berlín con mi nuevo
novio”.
	 En aquel momento, la maternidad su-
ponía para mí la desaparición de todo lo que
había construido en mis 33 años, el declive de
mi carrera profesional y una vida de sacrificio
y abnegación. ¿Cómo podía permitir que eso
pasase? ¡Sería un suicidio! En los siguientes
meses de embarazo, entré en un profundo
proceso de deconstrucción de mi identidad.
Desapareció el suelo bajo mis pies y me sentí
como si fuera la ciudad de Berlín en los años
40, destrozada y sin visión de futuro.
	 Todavía sin amigos y sin hablar alemán,
me dedicaba a pasear por los parques berli-
neses, a observar y a llorar por la pérdida que
ser madre suponía para mí. Cada vez que en
los parques infantiles veía a madres sonrien-
do me preguntaba ¿Cómo podrían ellas sufrir
la maternidad y estar contentas? ¿Por qué no
podía sentirme feliz con la idea de ser mamá?
¿Cuál era mi fallo?
	 En respuesta a estas preguntas, hice
un repaso de los modelos de maternidad
que habían existido a mí alrededor y me di
cuenta, que no tenía ningún ejemplo que me
inspirara. No había conocido ninguna madre
que además fuera una mujer realizada. Triste-
mente, las madres que había encontrado a lo
largo de mi vida, se sentían víctimas, frustra-
das o resentidas con sus hijos, con su mari-
do o con el mundo, incluida mi madre. Ante
aquella revelación, me pregunté si habría una
manera de ser madre en la que pudiera ser
feliz, y si así era ¿cómo podría construirla sin
tener ningún modelo?
	 Necesitaba inspiración. Volví a los par-
ques a observar a las mamás sonrientes, que-
ría conocer su manera de pensar,su sistema de
creencias. Comencé a hablar con ellas, a leer
artículos sobre la percepción de la maternidad
en otros países, y a investigar profundamente
en las teorías feministas de liberación de la mu-
jer y psicología femenina. Obtuve interesantes
claves que me ayudaron a conectar con la ma-
ternidad y lo femenino desde otro lugar, des-
de aquello que nos hace grandes como muje-
res y madres, nuestro poder creativo, nuestra
capacidad para dar, nuestra intuición…
	 Me di cuenta, que durante toda mi vida
solo me habían enseñado a ser una mujer
exitosa profesionalmente, pero nadie me ha-
bía enseñado a ser una mujer integral y una
madre consciente. Todas aquellas madres
sonrientes tenían un factor común que les
ayudaba a mantener su bienestar, a respetar
su espacio personal y a fomentar su autoes-
tima. Me mostraron que independientemente
del tipo de maternidad que decidas ejercer,
del contexto en el que vives, y de tu país de
origen, lo primordial es conocer tus derechos
fundamentales como persona, respetarlos
y ejercerlos activamente en tu maternidad.
Agradezco a todas las mamás musas que me
inspiraron a crear pasito a pasito una materni-
dad liberadora en la que “ser” y desde la que
puedo disfrutar con mis hijas.
Mónica Hetzer, 37 años, mamá de Marta y
Paula. Berlín (Alemania)
ELCAMINORECORRIDO
HACIAELEMBARAZO
	 — “Debes correr tu propia carrera. No
importa lo que la gente pueda decir de
ti. Lo importante es lo que te digas a ti
mismo. […] Decide lo que está bien y
aférrate a ello.”
Robin S. Sharma
El monje que vendió su Ferrari
Tras casi siete años de matrimonio y amor in-
finito con Alex, decidimos que había llegado
el momento de abrir un espacio en nuestro
mundo para un nuevo ser, una nueva luz que
iluminaría aún más nuestras vidas. Para mí la
maternidad se presentaba y se presenta como
un camino lleno de aprendizaje y de Sabidu-
ría de la Naturaleza, de la Vida, y siento que
los hijos vienen a enseñarnos y a armonizar en
nosotros aquellas partes de nuestra alma que
están separadas u olvidadas, y que es necesa-
rio integrar para completar nuestro puzle.
La primera lección no se hizo esperar.
Por mi naturaleza yang y mi pasado de gue-
rrera, y porque me encontraba en una épo-
ca bastante centrada en lo material, desde el
principio quise “controlar y programar” este
embarazo, escogiendo las fechas que a mí
“me venían bien” y creyendo que yo era al-
guien para escoger el signo astrológico de mi
bebé… pensando únicamente en mí, claro.
Tardé unos meses en tomar conciencia de
que tenemos que abandonar el deseo de
controlarlo todo, ¡sobre todo en este caso,
donde otra alma está implicada, donde todo
el cosmos está implicado, pues un nacimiento
es, según mi manera de ver las cosas, un gran
acontecimiento cósmico!
Y así fui regresando a la Madre, a lo femeni-
no, que por circunstancias había tenido algo
abandonado en los últimos meses. Me abrí,
literalmente, a lo femenino en todas sus ver-
siones, en todas sus formas, y muy especial-
mente a lo que representa en cuanto al juego,
a la rendición y al disfrute.
Así fueron los meses en los que fue
concebido nuestro bebé; gozosos, curiosos,
fueron momentos de apertura y de transmu-
tación, de re-descubrimiento de mi cuerpo,
de la sensualidad, del juego y de la confian-
za en lo que no se ve... Agradezco mucho los
encuentros que tuve en aquellos meses aquí
y más allá, sobre todo a partir del Equinoccio
de Primavera, y que me ayudaron a crecer, a
sanar y a comprender y poner más conciencia
en todo el proceso.
Empezaba a sentir cómo mi cuerpo se iba
preparando, de manera natural, para recibir
la maternidad. Mis caderas se fueron abrien-
do y ensanchando (lo cual resultaba bastante
molesto, la verdad), y algo se movía energéti-
camente en mi vientre, pues estuve muy mo-
vilizada sobre todo en la primavera del 2009.
Para mí, el momento de la concepción (no
confundir con fecundación) llegó durante el
Solsticio de verano, en París. Fue un momen-
to muy mágico, en el que tanto Alex como yo
sentimos la presencia de alguien más con no-
sotros, compartiendo una unión muy especial
que teníamos en aquel momento. Fue como
un “acoplamiento a tres”, un momento de mu-
cha conexión, un momento muy amoroso y
eterno...
Todavía pasarían dos o tres semanas para que
se produjera la “fecundación”, o sea, lo que
se suele llamar “quedarse embarazada”, pero
nunca olvidaré el hermoso momento que vivi-
mos en la ciudad de la luz,la ciudad del amor...
Una ciudad también dedicada a la Diosa Isis,
Diosa Madre, también llamada “Gran Maga”,
“reina de los Dioses”, “Fuerza fecundadora de
la Naturaleza”, “Diosa de la maternidad y el
nacimiento”... Y sí, ¡al final va a ser verdad que
los niños vienen de París...!
Noraya Kalam Llinás, 40 años, mamá,
terapeuta, Madrid (España)
Teníamos todo perfectamente planeado; des-
pués de cinco años de relación, la mayoría de
los cuales estuvimos viviendo juntos, íbamos
a casarnos y enseguida intentaríamos ampliar
la familia.
Pero, muchas veces, pensamos que consegui-
remos lo que deseamos cuando queramos.
No tenemos en cuenta que hay cosas que nos
superan y sobre las que no tenemos ningún
control. Y eso es lo que nos ocurrió. Dábamos
por supuesto que en cuanto decidiéramos te-
ner un hijo así sería. Ni por un momento pen-
samos que no pudiera ser de otra forma.
	 Pero las semanas, los meses, fueron pa-
sando y no nos quedábamos embarazados.
Pasó un año, que era el plazo que los médicos
nos dieron como “normal” y empezó el largo
calvario por análisis, citas médicas que pare-
cía que nunca llegaban, resultados de prue-
bas que nos decían que todo estaba bien...
Como no cumplía los parámetros para que se
me incluyera en la lista de reproducción asis-
tida de la sanidad pública, recurrimos a una
amiga médica a la que estaré por siempre
agradecida, que me presentó a un compañe-
ro especialista en ginecología. Con un solo
mes de tratamiento fue suficiente.
	 Hoy creo que la frustración que sentí, el
temor a no poder tener hijos y la felicidad de
saber que estaba embarazada, fue el inicio de
un camino hacia la conciencia de ser madre.
Silvia, 36 años, mamá de Enara, gestora de
banca. Bizkaia (España)
Al cabo de cuatro meses de decidir ser pa-
dres, me quedé embarazada. Recuerdo que
en mayo no me venía la regla. Yo tenía una
sensación extraña, y les comenté a unos ami-
gos que creía estar embarazada. Entonces
con mi pareja nos fuimos fuera el fin de se-
mana y compré un test de embarazo. En el
test no apareció la rayita, pero al cabo de una
hora, apareció una tímida y difusa línea. Fui-
mos a la farmacia para preguntar qué signifi-
caba aquella pequeña línea y nos dijeron que
aunque apareciera una mínima señal, estaba
embarazada. En cambio, en otra farmacia nos
dijeron que era confuso. Aquella noche me
vino la regla.
Como sentía alguna cosa extraña, le
comenté a mi pareja que prefería usar pre-
servativos durante el mes siguiente y luego ya
seguiríamos buscando. Esto fue así, al menos
hasta el día de San Juan. Celebramos la ver-
bena en casa de unos amigos cenando y dis-
frutando de una fiesta. Durante la noche hice
un conjuro para pedir quedarme pronto em-
barazada. Cuando llegamos a casa hicimos el
amor. Y ya no me vino la regla. Estaba emba-
razada desde el la noche mágica de San Juan.
Elitsibeta, 37 años, mamá de Eric, psicóloga y
maestra. Barcelona (España)
Tú, hijo mío, naciste en mis sueños. Allí lle-
gaste. Allí te vi por primera vez. Con mis ojos
cerrados, unas veces por el sueño y otras por
el ensueño, viniste a mí. Yo te busqué. Nos en-
contramos. Y así empezó la historia de tu vida
junto a la mía.
Así lo sentí y, después, sólo di los pasos para
cumplirlo, porque ya estaba sucediendo.
El primero fue buscar la inseminación artifi-
cial, porque no tenía pareja y fue el paso más
coherente para mí. Para mí pensando en ti.
Dar ese paso para cumplir un deseo tan in-
menso fue una de las sensaciones más plenas
que he sentido en mi vida. Abandonarme a
esa pasión por decisión propia, íntimamen-
te, llenó mi alma de fuerza y de una decisión
inamovible de querer, de ser, de buscar, de
encontrar en la esencia. Así se abrieron ante
mí, durante el embarazo, multitud de caminos
insospechados.
Para cuando comencé a sentirte dentro de mi
vientre, tu latir ya era el latir del mundo, de la
humanidad entera, porque nunca antes había
sentido un pulso tan intenso como ese.
Irene, 42 años, madre de Rafael, ingeniera.
Madrid (España)
Mi embarazo no fue planeado, si bien pensa-
do y añorado en algún momento de mi vida,
no fue decidido por mí en aquel momento.
Desde el minuto cero tuve miedo. Pensaba
que por mi personalidad y todo lo que había
leído y descubierto, estaba preparada para
ese momento, pero no fue así. Un miedo que
me paralizaba, mucha emoción retenida, y la
verdad, no sabía cómo expresar mi alegría,
porque en el fondo sentía mucha felicidad,
pero era nublada por mis temores.
Temía ilusionarme, yo misma, mi pareja, mi fa-
milia y amigos. Era un miedo incontrolable a
que ese ser que me había escogido como su
madre, decidiera que no lo merecía, y se arre-
pintiera de su decisión. No me sentía ni tan
buena, ni tan correcta, y con muchas imper-
fecciones para poder llevar a cabo la tarea.
Silvia, 39 años, mamá de Nicolás y Milena,
contable. Buenos Aires (Argentina)
Fue un camino principalmente largo y lento.
Desde que decidimos que nos gustaría ser
padres hasta que supimos del embarazo tu-
vimos que pasar por muchas etapas. La etapa
de probar lo normal, tener relaciones y es-
perar la retirada de la regla, la etapa de las
pruebas simples buscando un problema de
fertilidad aparente, la etapa de ir a por ello
un poco más en firme, cuando pensamos que
era el momento de buscar una clínica espe-
cializada en reproducción, pasando por prue-
bas duras para mí y el sometimiento a dos tra-
tamientos, dos inseminaciones artificiales que
acabaron en negativo las dos. Y para finalizar,
la decisión de someterme al tratamiento que
nos trajo el tan buscado embarazo, la in vitro.
Todo esto pasó en cinco años, en los cuales
nos tomábamos nuestras pausas en el reco-
rrido. Grandes descansos que nos ayudaba a
atravesar el camino con aceptación.
Flappergirls, 39 años, mamá de Pirata, maes-
tra. Madrid (España)
Me quedé embarazada con 23 años. Siem-
pre fui una niña muy madura para todo. Mis
padres siempre me lo decían, pero en el mo-
mento en el que mi test de embarazo dio po-
sitivo me di cuenta de que la mujer que creía
ser o que los demás creían ver, no era más
que una niña llena de miedos y ansiedades.
Mi embarazo no fue buscado, pero tampoco
poníamos medios, era como jugar con fue-
go, con la incertidumbre del qué pasará. Mi
pareja y yo llevábamos un año de relación.
Estábamos ahorrando para comprarnos una
vivienda. Una pareja normal de jóvenes que
empiezan a vivir. Y de repente, ahí estaba,
sentada en el baño de mis padres a escondi-
das, con mi novio haciéndome un test. Ense-
guida las dos líneas se dejaron ver y mi vida
cambió para siempre.
	 Él opinaba que quizás era un poco
pronto, que deberíamos pensar si seguir ade-
lante. Y yo, inmadura, con millones de mie-
dos, de dudas y sintiéndome más pequeña
que nunca, tenía una idea muy clara. Ese ser
que crecía dentro de mí no era culpable de
mis juegos e irresponsabilidad. Mi novio de-
cidió apoyarme y así llegó uno de mis tesoros
más preciados, mi hijo.
Rosa María Sánchez, 29 años, mamá de Israel
y Valeria, dependienta. Sevilla (España)
Una gran escalera de caracol. Esa es la ima-
gen que me viene a la mente si pienso en
cómo ha sido el camino que he (hemos) re-
corrido desde el día en que verbalizamos que
queríamos ser mamá y papá.
	 El primer peldaño de esa espiral de ba-
jada al inframundo más oscuro, la dificultad
para quedarme embarazada. Parece tan fácil,
tan sencillo, todo el mundo lo consigue… y yo
no lo lograba. Un aborto en la semana doce,
mi hija no iba a nacer. Un segundo embara-
zo, un saco gestacional vacío. Bajamos varios
peldaños de golpe. Pruebas genéticas, profe-
sionales que no te ven como una persona y a
los que no les importa tu historia, hospitales,
tecnicismos… Y seguimos bajando; soledad,
llanto, duelo, introspección… Y de repente,
un día, empiezas a darte cuenta que ya no ne-
cesitas bajar más, que puedes subir también.
Y despacito, de la mano, subimos un escalón,
y luego otro y otro, y otro más…
	 Sales al mundo exterior, una mañana,
más sabia, más mujer, mamá al fin y al cabo,
aunque los demás no lo entiendan. Te da el
sol en la cara, aprendes de nuevo a sonreír,
juegas, disfrutas de la vida que llama a otras
puertas, de verdad, de corazón… Y entonces,
apareces tú, primero intuición, luego rayitas
en la prueba de embarazo, y 36 semanas más
tarde, como si de un regalo inesperado se tra-
tara, le digo a papá: “creo que he roto aguas”.
Y vamos de la mano, como siempre, a conti-
nuar con nuestra historia de amor en espiral.
Espe, 42 años, mamá de Nala y Gael, doula y
terapeuta. Zaragoza (España)
Reconocer que la maternidad no es una deci-
sión tomada de forma consciente y meditada
como opción personal, no es fácil. En muchos
casos forma parte de las etapas vitales por las
que una pasa de forma natural casi sin darse
cuenta: crecer, estudiar, trabajar, casarse y…
tener un hijo; así de simple y así de transfor-
mador. Pero eso se aprende después.
	 Así pues, llega ese momento en la vida
en que se desea un “embarazo”. Claro que yo
no lo llamaba así; como muchas otras muje-
res, me decía que quería tener un hijo, aun-
que ahora sé que realmente buscaba alcanzar
un hito en una larga carrera sin haber reflexio-
nado lo suficiente en el siguiente paso: ser
madre; suponía que esto llegaría por sí sólo y
de forma natural una vez conseguido el obje-
tivo marcado.
	 Cuando consideré que era la etapa
adecuada anhelé con gran intensidad “tener
un hijo”. Entonces llegaron los problemas:
después de casi un año intentando conseguir
un embarazo sin éxito, acudimos a los médi-
cos quienes diagnosticaron un problema de
fertilidad importante en mi marido.
	 Una vez asimilada la realidad, sin caer
en la desesperación, iniciamos el largo pro-
ceso de la fertilización asistida. Este proceso,
en el que dejas en manos de terceros el cum-
plimiento del deseo íntimo de tener un hijo,
confronta a cada miembro de la pareja con
sus propios miedos y angustias, pero permi-
te abrir caminos de superación y de conoci-
miento mutuo.
	 Cada uno en la pareja vive esta etapa
de forma diferente. En nuestro caso, él asu-
mió con serenidad su problema de fertilidad
y aceptó iniciar el proceso médico como me-
dio para conseguir nuestra meta. Para mí fue
fundamental ver su actitud confiada y tran-
quila, pero, sobre todo, percibir su propia
autoestima. Él no se sintió menos “hombre”
por descubrir su problema de fertilidad, no se
dejó llevar por la desesperación ni se sintió
humillado o inferior, sentimientos que, tal vez,
podrían haber surgido en su virilidad herida.
	 Intenté no culparle ni rechazarle,le traté
con comprensión y sin recriminación; haberlo
hecho de otra forma hubiera sido completa-
mente injusto. Sin embargo, los sentimientos
pueden salir a borbotones y es fácil mezclar
dudas y reproches, algunos originados por
heridas distintas, por lo que, alguna vez, tuve
que controlarlos para que no lastimar a quien
amaba.
	 Afortunadamente, todo esto permitió
que nuestra relación amorosa y sexual no se
viera dañada y nuestra pareja se mantuvie-
ra fuerte. Así pude aprender, a través de sus
ojos, que si nosotros mismos nos amamos,
nos respetamos y nos valoramos los demás
nos acogerán con la misma comprensión y
aceptación.
En cambio, reconozco que no viví el
proceso médico de forma tranquila, a pe-
sar de los buenos profesionales con los que
tratamos. Aunque éramos jóvenes, el proce-
dimiento fue lento y cada paso se me hizo
eterno, parecía que nunca se acababan las
pruebas. El problema original era de él, pero
sentía que era yo la que debía sufrir las con-
secuencias: pinchazos con altas dosis de hor-
monas, análisis, ecografías, sedación para la
extracción, reposo en cama, etc. Supongo
que el chute hormonal no ayuda a llevar este
proceso con calma y magnifiqué las dificulta-
des haciendo que viviera esta etapa con cier-
to sentimiento de víctima. Pero una vez más,
aprendí que yo elijo los sentimientos con los
que recubro mis experiencias y que en mi in-
terior está la capacidad de decidir los colores
con los que pinto las escenas de mi lienzo.
	 Felizmente, tras un largo proceso, na-
ció un bebé precioso y, aunque no lo sabía,
también nació una madre nueva, que no era
la misma mujer que deseaba un embarazo,
pero que desnuda como su bebé recién sa-
lido, tendría que aprender mucho sobre ella
misma, sobre la personita que viviría pegada
a ella los próximos años y sorprenderse por la
gran transformación que la maternidad ejer-
cerá en su vida.
Marta García RN, 39 años, mamá de Jaime,
Daniel y Guille, ingeniera agrónoma. Madrid
(España)
CÓMOSUPEQUE
ESTABAEMBARAZADA
	 —“Nunca es más evidente la conexión
o desconexión de la mujer con su guía
interior que durante el embarazo”.
Dra. Christiane Northrup
Sé que mi historia de cómo lo supe a algunos
les resultará un tanto rara, pero es así y creo
que debo compartirla. Fue en mi primer em-
barazo.
Una mañana de verano, al levantarme y cuan-
do me disponía a vestirme, noté como una
fuerza arrolladora de amor me rodeaba y en-
traba en mí; Supe en ese mismo momento
que era mi hijo, y que había quedado emba-
razada por el fuerte sentimiento maternal que
me embargó; lo sabía mi cuerpo, lo sabía mi
espíritu, y todo mi ser se llenó de gozo.
No me hice prueba alguna para corro-
borarlo, el embarazo se manifestó por sí mis-
mo, claro está.
Abedul, 52 años, 5 hijos.
Antas de lla, Lugo. (España)
		
Llevaba unos días un poco rara, me encon-
traba bastante sensible por todo, cualquier
cosa me hacía llorar o emocionarme al extre-
mo. Estaba convencida de que era mi particu-
lar síndrome premenstrual, que siempre me
arrancaba alguna que otra lágrima.
	 Sin embargo esa noche al acostarme
tuve un sueño. Estaba en un lugar descono-
cido para mí, pero a la vez me resultaba muy
familiar. Era un sitio hermoso, lleno de una
vegetación cuya belleza rozaba lo irreal. Yo
me encontraba muy tranquila y caminaba casi
flotando, me sentía muy ligera. En un abrir y
cerrar de ojos me encontré en otro sitio, den-
tro de una especie de cúpula que hacía la fun-
ción de templo y allí estaba mi abuela. Ella iba
toda vestida de blanco, era muy joven, su pelo
muy bonito con un peinado sencillo pero muy
bello. Me dijo que estaba embarazada y que
se alegraba mucho por mí. Yo la miré incré-
dula al principio y muy ilusionada después,
sabiendo que era cierto y que en unos meses
me convertiría en madre.
	 Al despertar me encontré sonriendo
y con una paz infinita. Dos días después me
hice un test de embarazo y aparecieron las
dos rayitas que me cambiarían la vida.
María Sánchez Mateo, Mamá de Gema y re-
cientemente de Elisa. Cartagena (Murcia)
	
	
La forma en que me llegó la certeza de estar
embarazada fue para mí una confirmación
muy hermosa de mi conexión con mi intuición
y mi cuerpo, y el comienzo de una relación
mágica con mi hijo que tanto disfruto y por
supuesto pude disfrutar en esos meses de ab-
soluta fusión.
En ese momento estaba haciendo un
trabajo personal a través de los arquetipos
femeninos. En una meditación, frente a una
copa con agua, me resultó muy curioso per-
cibir que algo me inquietaba. Era como si a
la copa “le faltara algo”. Así que abrí los ojos y
sentí el impulso de meter un huevo de cuarzo
en ella. Y me escuché a mí misma decir: “¡Eso
es!”. En ese momento sentí que muy pronto
llegaría ese embarazo que tanto deseába-
mos.
	 Y fue unas semanas más tarde en un
viaje en crucero cuando recibí la confirmación
de que estaba embarazada, también de una
forma un tanto curiosa. Estaba algo revuelta,
con mareos puntuales, pero mi “consciente”
me decía que era algo normal, cuántas perso-
nas no se marean cuando van en barco. Una
noche soñé que iba a la consulta de la mé-
dica del crucero, una mujer hermosa, sabia y
amable. Me sentaba delante de ella y antes
de decirle ni una sola palabra me decía: “Tú
sabes muy bien que tu mareo no es por viajar
en barco. Estás embarazada. ¡Enhorabuena!”.
Aunque tuve que esperar unas semanas aún
para confirmarlo, mi mente subconsciente,
que siempre tiene un contacto mucho más
directo con el cuerpo, ya lo tenía claro. Y yo
sentí esa certeza, ahora unos años después
me encanta contarle a mi hijo esa forma tan
especial de recibir la noticia de su llegada a
mi cuerpo y a nuestras vidas.
Esther Santiago Hernández, 36 años, mamá de
Nohan, psicóloga y musicoterapeuta.
Pinto, Madrid (España)

ELEMBARAZO,
ME PREPARO PARA
SER MADRE...
CÓMOVIVÍMIEMBARAZO
	— “Cada uno de nosotros sabe en un
nivel celular profundo cómo nuestra
madre se siente como mujer, lo que ella
cree acerca de su cuerpo, cómo cuida
su salud, y lo que cree que es posible en
la vida ... Si estaba temerosa, ansiosa, o
profundamente infeliz en su embarazo,
nuestro cuerpo lo sabe. Si se sentía
segura, feliz, y satisfecha, también lo
sentimos”.
Dra. Christiane Northrup
Antes de quedarme embarazada pensaba
que este período de la mujer era como una
época de estado de gracia. Me fijaba en las
que ya habían iniciado esta etapa de prema-
má, con sus redondas barrigas, y tenían un
halo tan mágico y radiante, que creía que de-
bían sentirse especiales.
	 A los veintisiete años me quedé emba-
razada de Roger y no encontré el estado de
gracia por ningún sitio. Vomité a menudo du-
rante los cinco primeros meses y sufrí de le-
ves mareos durante todo el embarazo. Cuan-
do me quedé embarazada de Alba la cosa no
fue diferente a nivel orgánico. Más mareos,
más vómitos y mucho más cansancio y debi-
lidad. Un día llegué a pensar incluso que no
saldría, que me moriría. Ese día comencé con
vómitos continuados por la noche, una vez,
dos, tres, cuatro, seis, doce… Llegué a contar
en una hora siete paseos al lavabo, y siempre
conseguía echar algo de mi cuerpo aunque
no hubiese ingerido nada. Fue increíble. Aún
recuerdo claramente la sensación, como si
fuese ayer, de estar sentada en el suelo del
baño, abrazada a la taza del váter, pensan-
do que si seguía así no iba a poder resistirlo.
En mi vida me había sentido tan débil y tan
mal, me dolía todo el cuerpo especialmente
el estómago, tenía la tráquea ardiendo y no
podía más. Llevaba muchos días pasándolo
mal pero aquellas horas que llevaba así eran
el colmo, quizá debería haber ido al hospital,
pero era de noche, tenía a mi hijo de dos años
durmiendo a mi lado y no tenía con quien de-
jarlo. Así que le pedí a mi marido que me pre-
parase una botella de agua de mar isotónica
para hidratarme y con mucha paciencia iba
bebiendo sorbito a sorbito.
	 Poco antes de pedirle a mi marido el
agua de mar estaba en el cuarto de baño, vi-
viendo uno de los peores momentos del em-
barazo, llorando de puro cansancio. Pensaba
en esos momentos que yo tenía que poder
con el embarazo, que tenía que llegar al final
en esta carrera de fondo y quería llegar bien
junto a mi hija. Sentí en esos momentos mucha
fuerza y determinación y si bien no sabía qué
iba a pasar en el camino, tenía la certeza de
que yo estaría dispuesta a luchar por las dos.
	 Creo que fue por mi decisión, entre
otras cosas, que a partir de ese momento em-
pecé a encontrarme mejor. Todo pasa y llega
a su fin, y en general me queda un buen re-
cuerdo de ambos embarazos ya que aprendí
muchísimo en el transcurso. Y ambos fueron
el revulsivo inicial que me permitieron con-
vertirme en la mujer que soy hoy día, mucho
más consciente, valiente, realista y capaz.
Elisabet Fernández Ruiz, 31 años, mamá de
Roger y Alba, consultora y terapeuta holística.
Tortellà (España)
	
El embarazo fue todo un viaje de reencuentro
con mi cuerpo, llevaba algunos años hacien-
do danza y Yoga, pero jamás había sentido mi
cuerpo tan poderoso y tan vivo. En mí desper-
tó la consciencia de la vida, los árboles, las flo-
res, las aves y sus cantos, las mariposas y todo
lo que se manifestaba de la vida en la tierra
me conmovían profundamente. Empecé a
sentir una fusión entre mi cuerpo, el cuerpo
de mi hija, el de mi pareja y todo lo que habita
la tierra. Cuidar de mi era cuidar de mi bebé,
como cuidar a la tierra. Las plantas de la casa
comenzaron a crecer, a estar más verdes. Mi
cuerpo junto con el de mi bebé crecía, sen-
tía, el amor hacia todo se manifestaba con el
sólo hecho de sentir los movimientos de Ma-
ría dentro de mí.
Lila, 25 años, mamá de María. (México)
Al principio cuando me enteré que estaba
embarazada sólo quería abortar. Mi parte ra-
cional me decía que no podía tener un hijo
con una persona que apenas conocía en la
intimidad y con las circunstancias económicas
restrictivas.
	 Sin embargo, el día que me realicé la
primera ecografía mi ginecólogo me aconse-
jó que reflexionara sobre abortar puesto que
no era coherente querer abortar y proteger
el estado psicofísico del feto. Y vamos si re-
flexioné, me hice hasta un DAFO de esos que
tanto practiqué en la carrera de Trabajo Social
para tomar con conciencia el compromiso de
ser madre. Desde ese momento viví mi emba-
razo con consciencia, me comuniqué con pro-
fundidad con mi bebé y disfruté de cada eta-
pa. Cuidando mi mente y mi cuerpo aunque
viviendo con tristeza la ausencia de un padre
que cada vez se hacía más evidente que no
quería asumir este compromiso.
Almudena, 37 años, mamá de Ángel, trabaja-
dora social y profesora de Yoga. Los Abrigos,
Tenerife (España)
Mi situación emocional a lo largo del embara-
zo no fue fácil, me embaracé a los tres meses
de estar en una relación, bella y chispeante,
me embaracé enamorada y me embaracé sin
planearlo de un hombre algunos años mayor
que yo. Él acababa de perder a su padre y una
relación de siete años, de la cual aún no es-
taba desenganchado. Esto hizo que la deci-
sión de continuar el embarazo no fuera fácil.
El amor y la vida se impusieron ante la confu-
sión mental y emocional. El embarazo fue sa-
ludable salvo mi presión que bajaba mucho.
Yo seguí mi vida bailando, dando clases, has-
ta que a los siete meses, un sangrado fuera
de lo común me hizo parar e irme a mi casa a
ordenar el nido, tanto interno como externo,
a descansar, a conectar con mi bebé y con mi
cuerpo, a prepararme para dar a luz.
Alhelí Pérez, 38 años, mamá de Layla Yumari.
(México)
	
Quedé sin aire. En un estado de profundo y
absoluto silencio. Suspendida en una burbu-
ja. Todo se detuvo en ese mutismo. Todo co-
menzó a girar más lento. Floté dentro de esta
burbuja durante nueve meses.
Me costaba mucho ubicarme en el
tiempo y el espacio. No era dueña de mis
emociones y sin embargo avanzaba dentro
de esa burbuja, en ese silencio, en ese hacer-
se todo más lento. Todos esperaban de mí
cosas distintas, lo que “normalmente” deben
hacer las mujeres que están embarazadas. Yo
sonreía poco. Mis ojos redondos y nostálgi-
cos eran ausentes.
	 Dos amigas contemporáneas estaban
también embarazadas. Cada niño con un mes
de diferencia. Sentí un gran alivio de poder
compartir este suceso paralelamente con
dos grandes amigas. Tres procesos distintos
de maternidad. Yo no podía entender ni co-
nectar ni sentir lo que ellas me expresaban.
Muchos me señalaban porque no podía mirar
de otro modo, sentir de otro modo, respirar
de otro modo ni vivir como mariposa de flor
en flor. Quedé sin voz. No podía interiorizar
mi nuevo estado. Estaba en una gran burbuja
de silencio que hacia involuntariamente todo
más lento y desde que me recuerdo he gira-
do en mil revoluciones. Pero aquella burbuja
en la que me sentía suspendida me obliga-
ba a ir en cámara lenta. No podía controlar
mis emociones, cualquier cosa era más fuerte
y hacía un gran ruido, por ejemplo el sueño
que se apoderaba de mí sin darme cuenta.
Por ejemplo las lágrimas que brotaban sin
razón. Algunos callaban por prudencia. Otros
murmuraban sobre lo extraña que era. Me ob-
servaban como a una extraterrestre y así me
sentía algunas veces frente a mis preguntas
sin respuestas. Afortunadamente había un
cómplice, mi compañero, la palabra fecunda
me acompañaba y con una sonrisa cargada
de ternura parecía entenderme. Esto era un
oasis de gran fortuna pues mi olfato estaba
increíblemente sensible y percibía cualquier
olor a largas distancias. No soportaba el olor
de ningún otro hombre diferente a este abra-
zo que me acompañaba y consolaba en silen-
cio de día y de noche.
	 Diariamente me preguntaban, ¿Puedo
tocar? ¿Ya se siente? ¿Ya se mueve? Yo no po-
día sentirlo, en realidad no podía creerlo. Casi
no se notaba. Pensaba que tal vez dormía pro-
fundamente. Me sentía perpleja y curiosa.
	 Me sentía una niña que tímidamente
intenta introducir muy lentamente su pie des-
calzo en el lago profundo, misterioso y que
observa si alguien la mira.
Es que no me lo esperaba. Lo creó su
padre con su palabra fecunda. Lo creó una
noche fría frente a una fogata en medio de un
bosque oscuro, acompañó la palabra con su
armónica y con sus ojos de miel que endulza-
ban el olor del viento. Nació de la palabra an-
tes que de la carne. Las estrellas, fecundaron
la palabra mucho antes de hacerse semilla.
Había escuchado que cada ser nace del sue-
ño y el anhelo de su madre. Puedo decir que
mi hijo ha nacido de la palabra de su padre
cuando yo… ya había perdido el sueño y el
anhelo era lejano tras dos pérdidas justifica-
das medicamente y sin mucha esperanza.
	 Soñamos con milagros pero cuando
ocurren quedamos mudos. Me sentía una
niña asustada y taciturna. A la vez sentía una
llama sagrada dentro de mí que anunciaba
una gran transformación, el asomo de una
Mujer-Loba fuerte y valiente que ahora tenía
una manada por la cual podría dar la vida.
	 Mi hijo nació de la palabra de su padre
y de mi silencio. Me costaba mucho hablar-
le. No podía creer nada de lo que pasaba, ni
cuando veía la ecografía, simplemente no lo
creía…ni cuando de repente comenzó a cre-
cer y mutar todo mi cuerpo… me sentía ex-
traña. No podía conectarme y muchas veces
en soledad mi elipsis se transformaba en es-
truendosa culpa.
	 Todo esto pasaba de modo incom-
prensible. Apareció algo que lo cambió todo.
Una gran excepción; En la cita de control mé-
dico, por primera vez, en un aparato amplifi-
cador escuchaba el sonido del tambor de su
corazón dentro de mí… un sonido galopan-
te y fuerte… era el sonido de la vida misma
con toda su imperiosidad. Entonces sentía el
llamado, entonces ese sonido hacía eco per-
manente en mi corazón y retumbaba todo
dentro y fuera expandiéndose… y esta músi-
ca me llevo a un nuevo mundo… al encuentro
conmigo misma. A una búsqueda sagrada, a
recorrer un camino para llegar a mí misma,
era la antesala para mirar y sentir este nuevo
ser y su significado. No tenía idea de lo que
ocurriría tras el miedo.
	 Era el sexto mes de gestación, aun no
podía hablarle, era mucho más sencillo para
su padre leerle un poema, hacerle chistes,
saludarlo, tocarle un instrumento y cambiarle
cien veces el nombre en un día, yo solo me
reía y aún me sentía extraña. No tenía idea de
cuál sería su nombre, no creía aún que dentro
de mi pudiese haber un ser que al llevar un
nombre se convierte en persona. No tenía un
solo pañal comprado, ni sentía temor del par-
to ni emoción por el baby shower y los prepa-
rativos y listas interminables de pendientes en
el que andaban mis amigas embarazadas.
	 Yo prefería resguardarme en mi casa,
en mi sigilo y con mi compañía más cercana
y aromatizada. Para bailar, cocinar, darme ba-
ños interminables de agua caliente, caminar
desnuda en casa y así mismo bailar zamba y
disfrutar el único lugar donde me sentía plena
y sin murmuraciones ni miradas. Donde dis-
frutaba mi increíble metamorfosis. Intentando
escuchar aquel galopante sonido sin poder
conseguirlo… observaba durante largos ins-
tantes mi cuerpo cambiante.
	 Al mismo tiempo, mi sentido de res-
ponsabilidad aumentó a su nivel más alto.
Todos los cuidados al orden del día, vitami-
nas, comida sana, y excelentes hábitos hacían
parte de mi vida ahora, una fuerza me movía
instintivamente a hacerlo.
Pero entraba al mes octavo y aun no te-
nía ni el nombre de mi primogénito varón, ni
pañales, ni podía hablarle a mi barrigota. Aún
continuaba sin creerlo completamente, para
mí era el misterio más increíble del universo.
	 Sucesos inesperados sacudieron mi
burbuja y necesitaba escuchar esa música de
ese tambor de fuego. Añoraba y proponía
visitas a la ginecóloga para escucharlo una y
otra vez hasta interiorizarlo y llevarlo conmigo
cada instante. Este sonido me curaba. Me sa-
naba. Era un encuentro con algo fuerte y sa-
grado.
	 Este sonido fuerte era una clave tonal
que hacia vibrar algo dentro de mí y encen-
derse. Acudí al llamado. Inicie esta búsqueda
hermosa, de lectura, de conexión con todo a
seguir el sonido y el camino que me señala-
ba. Inicié paso a paso lentamente y todo fluía
comencé a escuchar mis latidos a danzar con
este tambor todo era un puente necesario,
inicié Yoga, asistí a terapias de reiki y a cere-
monias de temazcales, comencé a pintar un
mandala hermoso para él que hoy adorna su
espacio.
Todo comenzó a fluir con el impulso
de este tambor, el camino se hacía hermoso,
a mis pasos brotaban personas hermosas, un
camino acompañado de mujeres todas ma-
dres de todas las edades, sabias y fecundas,
me enseñaron a escuchar cuencos tibetanos
y hasta mi propia voz, mi propio latir, compar-
tieron conmigo su sabiduría como madres y
me llevaron a lograr conectar a ser parte de la
creación, fue un renacimiento y pude hacer-
lo. Pude comenzar a llamarlo por su nombre,
de la manera más hermosa comencé a soñar y
escuchar la fuerza de este latido en mi interior.
Cerca del nacimiento en un sueño muy bello
sentí a mí hijo, no lo vi, lo pude sentir y me
reveló su nombre: Alejandro. No había duda.
Ese era su nombre. Valiente, Fuerte, Poderoso
“El grande” y fue él quien me susurró al alma
y allanó el camino para llegar y hacerse carne.
Ahora podía verlo claramente desde la bur-
buja en perfecta perspectiva.
Brisa, 35 años, mamá de Azul, Medellín (Co-
lombia)
Durante el embarazo, la conexión con el bebé
fue surgiendo con mucha lentitud.
No me desesperé ni me esforcé, viví y valo-
ré cada situación. Con mi panza también cre-
cían incertezas y dudas. Busqué mantenerme
tranquila y fui descubriéndome en un nuevo
formato, una nueva diosa aparecía y se iba
apoderándose de mí. Al ir descubriéndome,
empecé a sentir la necesidad de diferenciar-
me de lo que no coincidía conmigo (tenía en
claro qué cosas no me agradaban por algún
motivo), fui aislándome de los comentarios
de experiencias ajenas donde no coincidía
ideológicamente y buscando transitarlo a mi
manera. Si bien todo conocimiento nutre,
sentía que ciertos comentarios me hacán cier-
to ruido interior.
	 Es tan diferente el embarazo para cada
mujer. En mi primer trimestre me dormí todo.
Infinitas horas, solo así lograba mantener mi
rutina diaria. Sabía lo que estaba viviendo, y si
bien no dudaba, tampoco demostraba felici-
dad. ¿Conexión? Cero. Ni siquiera quería en-
frentar la situación de contarlo y menos que
menos ¡recibir las felicitaciones! Decir que
estaba embarazada era reconocer que había
tenido sexo. Es obvio que las parejas adultas
mantienen relaciones sexuales, pero no lo an-
damos gritando por ahí. Si me preguntaban
si lo había buscado, entonces tenía que reco-
nocer que había tenido mucho sexo, si ¿eso
quería saber? Si se alegraban por mi emba-
razo ¿se alegran de que me esté por defor-
mar, se alegran de saber que tuve sexo, o que
ya no voy a poder hacer lo que quiera? Me
surgían muchas dudas de las frases que escu-
chaba. Y, sobre todo, me daba ¡vergüenza! Sé
que en las preguntas había buena intención,
pero no podía evitar sentirme muy incómoda.
	 El segundo trimestre fue de mayor ple-
nitud, ya era evidente mi embarazo y no me
felicitaban tan regularmente. Con ciertos re-
caudos logré hacer muchas cosas y disfrutar-
las sin miedos. Viajamos, lideré una campaña
de investigación en la Patagonia, me fui de
campamento, bailé, caminé, probé comidas
nuevas... Llevé adelante mis proyectos, sabía
que debía aprovechar mi independencia. En
las ecografías, hasta ese entonces, prefería no
mirar la pantalla. Saber que todo estaba bien
era suficiente. Me decían que disfrutara la co-
nexión, pero no entendía a que se referían.
	 En un recital de cuencos tibetanos sen-
tí que el cachorro se movía por primera vez.
Si bien me alegró, también me sentí poseída.
Esta ambivalencia me acompañó hasta el fi-
nal del embarazo. Fue por eso que empecé a
indagar sobre qué estaba pasándome, pero
con una mirada más fisiológica y de autoco-
nocimiento que dé cómo va el desarrollo. Y
claro, las páginas sobre maternidad no me
ofrecían nada de lo que buscaba. Sentí que
esas páginas y libros me trataban como una
tonta que entiende poco de su cuerpo, a la
que hay que decirle todo como a una nena
pequeña. Entonces, busqué por otros lados.
Y de a poco fui encontrando información que
me informó de la manera que necesitaba. Bá-
sicamente eran blogs de mamas o de doulas.
Así, de la fisiología pasé a la neurobiología, al
parto respetado, a valorar el cuerpo, a enfren-
tar los miedos y las sombras, a buscar lo na-
tural. No eran autores que hablaban de algo
que les pasaba a los demás, sino relatos de
mujeres y sus experiencias. Científicos que
intentaban encontrar explicaciones a las re-
laciones que veían o ellos mismos sintieron.
De esta manera, con cada movimiento del
cachorro en mi vientre se me sacudían ideas
previas y rompían estructuras viejas y sociales.
Pero fueron cambios muy internos, que tardé
mucho en asimilar y más en reconocer. ¿Yo,
la que no iba a tener hijos, disfrutar del em-
barazo? ¡Ja! De ninguna manera iba a reco-
nocérselo fácilmente a nadie. Tal vez por eso,
del estado de desconexión pasé a una sutil e
intermitente conexión, y sobretodo, muy ínti-
ma entre mi panza y yo. Creo que respetar mi
propio ritmo y evitar a rajatabla compararme
fue una clave.
	 El tercer trimestre coincidió con las
vacaciones de verano. Muchos se fueron de
vacaciones y yo seguí con mis averiguacio-
nes navegando en la web y auto-reconocién-
dome, ya anticipando el futuro próximo. Di
con información sobre el llanto en los niños
y su necesidad de apego, de piel, de olor a
mamá. Descubrí las telas de porteo y entendí
que eso era lo que yo necesitaba. Esa cone-
xión por cercanía que me permitía movilidad.
Siempre me pareció horrible el llanto de los
bebés y los papás que no actuaban, la lejanía
que imponen los cochecitos de bebés. Com-
prendí que lo veía poco natural. Eso no pasa
entre los demás mamíferos.
	 Pero mi gran punto de cambio fue des-
cubrir que la placenta estaba mal ubicada e
impedía la salida del cachorro por vía vaginal,
nos ponía en riesgo. Esa fue una ruptura in-
terna, terminé por doblegarme. Ahí terminé
de entender que necesitaba comprender lo
que ese ser que me bailaba por dentro me
enseñaba: calma y reposo, armonía y char-
la, reflexión y comprensión. Mi tristeza por el
parto natural que no iba a ser y las explica-
ciones para que él dentro mío no se angustia-
ra, poner en palabras todo lo que sentía y lo
esperaba y también todo lo dispuesta a reci-
birlo y cuidarlo que estaba, permitieron la co-
nexión y el vínculo que debíamos establecer.
Cuando nació aun no sabía todo lo que ya me
había cambiado al elegirme y dejarme ser du-
rante esos nueve meses que lo llevé dentro y
sentí crecer.
Cecilia D, 38 años, mamá de Sachayoj y en
espera de otro bebé, bióloga. Buenos Aires
(Argentina)
Eran tantas las ganas de tener a mi hijo ya,
que la idea de estar embarazada no me gus-
taba nada. Tuve sentimientos contradictorios.
Al principio recuerdo que lo pasaba fatal, no
quería estar embarazada, no quería pasar por
ese proceso.
Cuando empezó a moverse, me sentía
incómoda sabiendo que tenía alguien dentro
de mí. Me daba repelús. Pero con el tiempo,
si no sentía que se movía, me volvía loca pen-
sando si estaba bien. En uno de sus estira-
mientos vi como sobresalía la forma de una
manita en mi barriga y me alteré tanto, que
no quería tenerlo más en la barriga. Soñaba
con tenerlo ya entre mis brazos. Pero al mis-
mo tiempo, me gustaba cogerme la barriga y
abrazarla sabiendo que dentro estaba mi hijo.
	 El embarazo se me hizo eterno, me sen-
tía impaciente y no quería estar tanto tiempo
embarazada. Quería tener a mi hijo ya.
Tina, 30 años, mamá de Enrique. (Suiza)
Recuerdo el momento de la confirmación: en-
valentonada, asustada, expectante, ilusiona-
da, asustada….y casi todos los adjetivos que
terminan en “-ada”. Domingo, 9 de la mañana,
Clear Blue en el lavabo, yo en el salón, el papá
vigilando el test...Y “Embarazo 2-3 semanas”,
el papá se acerca, me mira y me dice ¡que
sí! Cara de sorpresa, y abrazo de fusión. En
ese momento sentí que firmaba un contrato
de preocupación de permanencia vital don-
de la primera cláusula era “¿estará bien todo
dentro del saco? Lo siguiente que recuerdo
es sentarnos y preguntarnos “¿Y ahora qué se
hace?”, como dos niños que acaban de des-
cubrir un tesoro.
	 El embarazo lo viví muy ilusionada,
emocionada y alucinada con que el cuerpo
humano pudiera crear vida de esa forma. En-
tendí que realmente esto era el milagro de la
vida, porque tenían que darse tantas circuns-
tancias para que el espermatozoide fecunda-
ra el óvulo y todo empezara a marchar. Los
primeros tres meses se vieron enturbiados
por las famosas náuseas, pero aun así me en-
contraba tan feliz de haberlo conseguido (en
esa época la felicidad la demostraba desde
el sofá de mi casa sintiendo un revuelto cons-
tante). La expectación fue una nota común en
todo el embarazo, nuevas sensaciones, agra-
dables, menos agradables, alguna preocu-
pación del tipo ¡madre mía, he comido una
albóndiga un poco cruda!¡Me he comido una
anchoa, pero ¿no se puede? ¡Si no sé ni cómo
son las anchoas en origen!
Blanca,35 años,mamá de Daniel,Madrid (España)
El embarazo lo viví con mucha paz y sereni-
dad. Mi cuerpo me lo pidió. Me sentía muy
capaz y madura para hacerlo, además había
vivido de cerca otros embarazos y eso es una
gran ayuda. Confiaba plenamente en que
todo iba bien, así lo sentía y las pruebas de
los médicos para mí eran simples confirma-
ciones. Tuve algún desacuerdo con ellos por
no querer hacerme un par de pruebas, pero
consideré que era más perjudicial que bene-
ficioso y no veía la necesidad de hacerlo con
las razones que me daban.
	 Voy a contar mi experiencia al respecto
por si le puede ser útil a alguna mujer. En pri-
mer lugar, soy una mujer sana que me alimen-
to saludablemente, hago ejercicio y no tengo
antecedentes de diabetes. Y en el embarazo
me estaba cuidando más aún si cabe. Pues
bien, en la semana 12 quisieron hacerme la
prueba del azúcar sólo porque era mayor de
35 años, cuando todos los demás valores es-
taban correctos. Me negué y todo fue bien. En
la semana 20 pasé la prueba corta del azúcar
sin ningún problema (prueba que no hubiese
querido hacerme si no fuera porque mi pareja
me lo pidió, a lo cual accedí), y todo fue bien.
Y en las últimas semanas quisieron hacerme
la prueba larga del azúcar porque, según la
ginecóloga, el niño era un poco grande. El
ecógrafo dijo que estaba en los límites nor-
males pero a veces son un poco cuadricu-
lados y en vez de mandarme una ecografía
futura, me mandó la maldita prueba. Le pedí
si podía medirme el azúcar durante una se-
mana o 10 días a cambio, ya que me habían
informado de que daba el mismo resultado y
se negó. Aun así conseguí un aparato de me-
dir el azúcar y con ayuda de otras personas e
información lo hice. Pasé unos días bastante
angustiada por este tema, tuve que dar expli-
caciones a la gente que me veía pinchándo-
me durante esa semana y aguanté varios co-
mentarios sobre el tema, pero no quería por
nada del mundo darle un “chute” de azúcar
a mi bebé… Me sentía fuerte por él. Mi pa-
reja me apoyó con la decisión y eso también
me ayudó. Qué contradictorio que te estén
diciendo que no tomes azúcar y te manden
esas pruebas a la primera de cambio, no pue-
do entenderlo. Cuando le llevé los resultados
a mi ginecóloga me dijo que lo había hecho
muy bien aunque insistió en que era más par-
tidaria de la prueba… Espero mi experiencia
pueda servir a otras mujeres, al menos para
que puedan tener la opción de elegir. Mi pa-
reja y su familia son grandes y mi hijo tam-
bién, cosa que mi ginecóloga nunca tuvo en
cuenta, siendo algo tan lógico.
Súperhada, 39 años, mamá de Jorgeras.
Madrid (España)
LAPREPARACIÓNALPARTO
CONVENCIONAL¿SIRVE?
—”Necesitamos encarnar la sabiduría
que se filtra a través de todas nosotras,
incluyendo lo que nos dicen nuestra
mente corporal y nuestra guía interior.”
Dra. Christiane Northrup
Jamás olvidaré mi primera clase de prepara-
ción al parto. Acudí muy ilusionada, la idea de
un grupo de mujeres embarazadas sentadas
en círculo y hablando sobre el parto me infun-
día poder, hermandad femenina, empatía…
Sin embargo, al llegar nos comunicaron que
la clase consistiría en el visionado de un par
de documentales. Cuando la matrona fue a
poner el DVD y se dirigió a la sala diciendo “a
ver, un hombre que nos lo ponga” supe que la
cosa ya sólo podría ir a peor…
Nos tuvimos que tragar un documental muy
antiguo de imagen granulada en la que el na-
rrador protagonista era un doctor muy serio
con bata blanca y bigotito propio de épocas
franquistas, explicando básicamente que “el
parto es un proceso muy doloroso”, interca-
lando en sus explicaciones imágenes de mu-
jeres tumbadas en las camillas con brillantes
camisones de raso celestes y rosas rematados
con lacitos y el cabello de peluquería carda-
do estilo años 70, todas ellas llorando en sus
camillas como si estuvieran absolutamente
desvalidas. No eran gritos desgarrados de es-
fuerzo y poder, no eran rugidos de leona de
parto salvaje a cuatro patas, eran llantos silen-
ciosos de mujer-niña muerta de miedo, quieta
y triste. Desolador.
	 Tras varios minutos de estas imágenes
acompañadas de la típica música de docu-
mental antiguo, llegaba el mensaje salvador:
“Pero no os preocupéis porque hoy en día la
mujer no tiene por qué sufrir en el parto gra-
cias a la epidural”. Y acto seguido ya todo fue
información sobre la anestesia epidural: colo-
cación, imágenes de la aguja clavándose en
la espalda, acción de la anestesia, etc. Ningu-
na imagen de parto, ni de cuerpo femenino,
ni de bebés si quiera… Y ya las mujeres con
los camisones horteras impolutos aparecían
con una sonrisa de mona lisa y el niño vestido
de batón impecable a su ladito en una cuna
de metacrilato, en un supuesto posparto en el
que ellas ni se habían despeinado.
	 Después la matrona puso la parte final
del documental “En el vientre materno” de la
BBC, cuando se ve a la madre pariendo de
pie con el cuerpo apoyado en la cama. Con
los pujos resoplaba, gruñía, jadeaba y apreta-
ba con mucha fuerza. La matrona entonces se
apresuró a decir “no os asustéis porque gri-
te, ahí ya no duele porque ya han puesto la
epidural, está sólo gritando por el esfuerzo...”
y muchas de las chicas sentadas a mi lado
adoptaron expresión de “Ah menos mal, qué
alivio…”.
	 Yo estaba cada vez más perpleja y des-
ilusionada con todo aquello, no podía creer-
me que se enfocara el tema desde esa pers-
pectiva tan deprimente. Después nos puso a
mover los pies en círculos porque era bueno
para la circulación y nos enseñó una especie
de respiración jadeo que me dejó bastante
mareada. Definitivamente, ésta es una prepa-
ración al parto que NO SIRVE. En aquel mo-
mento sabía que la epidural era una opción
a mi alcance durante el parto y que si lo veía
conveniente recurriría a ella, pero no me es-
peraba en absoluto que la “preparación al
parto” fuera así, parecía que nos iban a llevar
a todas al matadero. No se habló nada del
bebé, de lo que íbamos a sentir de verdad, de
la importancia que tienen las contracciones,
de nuestro cuerpo y nuestra naturaleza fe-
menina, del momento inolvidable del primer
encuentro, del piel con piel, del amor que te
atraviesa incandescente desde el alma hasta
los pies (madre mía qué poco sabía enton-
ces...).
	 Me atreví entonces a indagar un poco
más en otras perspectivas: “¿Y qué pasa si
no te pones la epidural?”. Todas me miraron
fijamente con esa mezcla de sonrisita con-
descendiente y expresión de “pobre criatura
ignorante”. Una de las mujeres se apresuró a
decir que lo mejor es ponérsela, que el dolor
no se aguanta, que para qué, a ella le había
ido fenomenal, salvo por que le entró fiebre
bastante alta y perdió un poco de sensibili-
dad durante unos días en un ojo, detalles sin
importancia, pero por lo demás genial... En-
tonces, viendo que nadie tomaba en serio mi
pregunta, dije (y que se me perdone la men-
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  • 1.
  • 2. MAMAMORFOSIS Las 200 caras de la Luna Un libro que recoge testimonios reales sobre maternidad consciente de 200 madres de todo el mundo. Promotora y coordinadora: Maribel Jiménez Espinosa (Aguamarina, autora del blog De mi casa al mundo).
  • 3. Mamamorfosis, las 200 caras de la Luna I edición digital 15 de septiembre de 2015. Idea original, promotora y coordinadora del proyecto: Maribel Jiménez Espinosa (Aguamarina, del blog De mi casa al mundo). Ilustración y diseño de portada: Mommo Diseño de interior: Editorial Minis Mamamorfosis. Las 200 caras de la Luna by Maribel Jiménez Espinosa is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual. 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en: http://www.demicasaalmundo.com/p/mamamorfosis http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
  • 4. Dedicado a: Todos los hijos e hijas de las 200 caras de la Luna Por orden alfabético y nombrándolos a todos: Abril, Abril, Abril, Abril, Ad., Adam, Adrián, Adriana, Agustín, Aiko, Aila, Aitana, Aitana, Alba, Alba, Alba, Alegría, Alejandro, Alia, Alicia, Alicia, Alma, Amalia, Amanda, Ana, AnaMa, Ananda, Ángel, Ángel, Ángela, Anka, Antía, Aquiles, Ara, Arán, Ariadna, Arnau, Aurora Luna, Axel, Azul, Berta, Bichito, Biel, Bruno, Candela, Cangrejito, Carlota, Carolina, Celeste, Ciruelina Azul, Ciruelina Marrón, Clara, Claudia, Cloe, Daibel, Dalia, Daniel, Daniel, Daniel, Daniel, Didac, Doan, Eduardo, Elena, Elisa RG, Ella, Eloi, Eloísa, Elsa, Elsa, Elsa, Emma, Emma, Enara, Enrique, Eric, Eric, Erik, Esteban, Estel, Eva, Fátima, Flor, Franc, Gabriel, Gaby, Gael, Garbancita, Gema, Gerard, Guille, Guim, Héctor, hijo de Raquel Galavís, hijos de Abedul, hijos de Wikitoria, Hugo, Indio, Inés, Irene, Iria, Iris, Iris, Israel, Iu, Izan, J., J., Jade, Jaime, Jara, Javier, Jorgeras, Juan Pablo, Juan Pablo, Juanjo, Julia, Julia, Júlia, Júlia, Julián, Julieta, Julieta, Kaelí Arnau, Kai, Kenji, Kerala, Kilian, Kimetz, Kiran, Krzyś, L., Lao, Laura, Layla Yumari, Leo, Leo, Leonardo, Li., Liam, Lila, Little D., Little Light of Love, Lluc, Lluna, Lola, Lola, Lorenzo, Luca, Lucas, Lucía, Lucía, Luis, Luna, Lur, M., M., M., Maia, Maití, Manuel, Manuel, Marc, Marc, Marco Hoang, Marcos, María, María, Mariana, Mariano, Marina, Marina, Marta, Martí, Martín, Martín, Martín, Mateo, Mateo, Mathias, Matilde, Matis, Mauro, Maya, Mía, Milena, Mirulina, Moon, Muhammad Gabriel, Nala, NaradaAgustín, Naya, Nerius, Nico, Nicolás, Nicolás, Nicolás, Nina, Noa, Nohan, Nora, Nuara, Nur, Núria Queralt, Oier, Ojos Negros Saltimbanqui, Ojospardos, Oliver, Olivia, Olmo, Pablo, Pablo, Pablo, Pau, Paula, Paula, Penélope, Perdigón, Pestiño, Petunia, Pirata, Queen Elsa, Quim, Quim, Rafael, Rainbow, Raúl, Rayo, Rodrigo, Roger, Roger, Romeo, Rosa Linda, Ruby, Sachayoj, Samuel, Santiago, Santiago, Sara, Sarah, Sary, Saule, Sebastián, Sofía, Sol, Sol, Sonrisas, Sun, Sunflower, Superboy, Suyay, Talia, Tao, Teo, Tommaso, Uma, Uma, Unai, Valeria, Vega, Vera, Vida, Zoe.
  • 5. Dicen de Mamamorfosis… Había una vez un lugar fuera del tiempo y del espacio en que se alinearon las mentes, los cuerpos y los corazones de un puñado de mujeres convertidas en madres, que quis- ieron contar al mundo sus propios cuentos y sus propios llantos. Fueron atraídas por cier- tas melodías que resonaban en sus verdades internas y —dejándose fluir— fueron llegando a un mismo jardín cuya dueña era la mismí- sima naturaleza femenina. Sucedió que la música era tan agradable que otros espíritus se hicieron presentes formando un círculo tan invisible como mágico. Entonces aconteció lo inevitable: se sumaron espontáneamente los bebés que gateaban, los niños que trepaban, las niñas que corrían y los jóvenes que enam- oraban. Incluso aparecieron otras criaturas celestiales que lanzaban gotitas con perfume de rosas y perlas rociadas con agua de aza- har. Las mujeres abrazaban a los niños y los
  • 6. niños abrazaban la vida. La felicidad fue tal, que todos comprendieron que no habría fies- ta más divertida, reunión más exitosa ni even- to más interesante que reunir las conciencias de las mujeres que aman a sus hijos. A partir de ese acontecimiento singular, el mundo ya no fue el mismo. Esas memorias fueron escri- tas en un libro sagrado y lanzado a los cuatro vientos. Y hubo otra vez más en un lugar fuera del tiempo y del espacio en que se alinearon las mentes, los cuerpos y los corazones de un puñado de mujeres convertidas en madres. Fue cuando Mamamorfosis volvió a contar sus cuentos, sus llantos y sus sueños. Y la rueda de la vida siguió girando. Mis bendiciones y todo mi amor para las mujeres y los varones de Mamamorfosis. Laura Gutman Terapeuta y escritora Laura Gutman
  • 7. Madres que te abren la puerta de sus casas aunque los muebles tengan polvo y hayan pelusas. Madres que se juntan para contarse sus histo- rias de parto, sus lactancias, sus crianzas, sus heridas, sus imperfecciones, sus deseos y sus miedos más profundos. Madres que crean —de la nada— una Tribu a su alrededor. Madres que teniendo historias complejas de desamparo y violencia siendo niñas, son ca- paces de poner un poco más de Amor en cir- culación para con sus hijos. Madres que, aun sabiéndose perfectamente imperfectas, no se esconden de ellas mismas. Madres que se dan a sí mismas el Amor que nadie les dio. Madres que anteponen el deseo de un niño pequeñito a la mirada crítica de un adulto. Madres que aprenden a dar lo que no reci- bieron. Madres que se ríen de sus propias rigideces y fluyen con la Vida. Madres que aprenden de sus hijos a vivir ple- namente el presente. Madres de carne y hueso, de sangre y de le- che.
  • 8. Madres despiertas que sueñan cuando todos duermen. Madres dispuestas a sumergirse en la mater- nidad hasta encontrarse a ellas mismas. Madres vulnerables y poderosas. Madres en transformación, madres en meta- morfosis. A todas vosotras gracias. Gracias por dar valor a lo que aún tan pocos valoran. Gracias por poner palabras a una realidad compartida por tantas mujeres pero invisible aún a los ojos de esta sociedad, que tanto desprotege a la maternidad y a la crianza. Cristina Romero Directora de la revista Tu Bebé, autora del libro Pintará los soles de su camino. Despertar en la luz
  • 9. Cuando estaba embarazada por pri- mera vez, todo el mundo tenía consejos para mí: “aprovecha ahora para leer”, “aprovecha para dormir”, “aprovecha para salir”, etc. Yo pensaba que exageraban, que a mí no me pa- saría lo mismo que a ellos, yo sabría hacer las cosas diferente. Pero no, no supe. Tendría que haberles hecho caso. Entonces no sabía que a todos los padres nos pasan las mismas cosas. La maternidad cambió la forma en la que vivo. Ahora mis decisiones no sólo me afectan a mí; ahora soy responsable y sin em- bargo me siento también más libre. Desde el principio he querido ser la mejor madre para mis hijas y he puesto todo mi empeño, ener- gía e ilusión en relacionarme con ellas con amor y ternura, responder a sus necesidades, darles mi apoyo e intentar no hacerles daño. No siempre he sabido hacerlo. Y en esas oca- siones he sentido mucha frustración e impo- tencia. Me he sentido culpable y he pensado que era la peor madre que mis hijas podrían tener. He sentido vergüenza y me he sentido muy, muy sola. En esas ocasiones siempre se me olvida que a todos los padres nos pasan las mismas cosas.
  • 10. A través de los testimonios de madres conscientes, Mamamorfosis nos proporciona una ayuda fundamental: nos recuerda que no estamos solas y nos insufla la energía para se- guir buscando nuestro camino. Laura Díaz de Entresotos Bajo Psicóloga especializada en educación consciente Aware Parenting 
 No es fácil ser madres hoy, en la era de la máxima información y de la mayor desco- nexión con el instinto maternal. Este libro no te ofrecerá aún más información, sino que te acercará a los corazones de madres llenas de instinto, que se confrontan con éste, con su amor y con su sombra. Madres dispuestas a vivir (y a sufrir) plena y conscientemente su maternidad, más allá de los estándares esta- blecidos. Tamara Chubarovsky Experta en desarrollo sensomotriz y del len- guaje en niños y desarrollo personal a través de la voz Voz y movimiento
  • 11. Soy amante de la inteligencia colectiva y los proyectos colaborativos. Me encanta ver cómo todo fluye cuando de forma desintere- sada pones en marcha un proyecto útil y bo- nito, implicando a otra gente. Por eso cuando me invitaron a amadrinar #mamamorfosis no lo dudé ni un minuto. Solo el nombre ya me parece absolutamente sugerente: creo que en mayor o menor medida toda mujer experi- menta una auténtica metamorfosis al ser ma- dre.  Yo, que soy una persona muy activa, que no puedo pasar un minuto sin hacer nada, de- diqué los cuatro meses de la baja maternal a mirar a mi hijo y a tratar de entender lo que pasaba a mi alrededor, a repasar mi pasado y replantearme mi futuro, a restablecer mi orden de prioridades y valorar lo verdadera- mente importante. Ser madre me ha hecho conocerme mejor. Saber quién soy y quién quiero llegar a ser. Mi hijo me ha enseñado a vivir despacio, a disfrutar de las pequeñas cosas, a redescubrir el mundo…Me ha enseñado que una flor de papel huele tan bien como la rosa más fres- ca del jardín, que se puede hacer música con
  • 12. cualquier cosa y que un ratón de ordenador puede ser un aspirador. ¡La imaginación no tiene límites!  Son tantas las cosas que me ha enseñado, tan- tas las cosas que he aprendido desde que soy madre, que me gustaría haber sido una de las 200 caras de la luna. Ahora estoy deseando sumergirme en estas líneas para conocerlas a todas.  Usúe Madinaveitia Promotora del movimiento social #mamiconcilia Mami concilia “Ser madre no te cambia la vida, le da sentido a tu existencia”. Recuerdo una conversación con mi amigo Miguel, Doctor en Biología, cuando le conté que estaba embarazada de mi primer hijo, a lo que él me contestó que para eso realmente veníamos a este mundo, para reproducirnos. Es el acto más animal, natural y orgánico que
  • 13. un ser humano puede hacer y que te llena de una felicidad tan inmensa que uno solo pue- de llegar a entender cuando ha pasado por lo mismo. Tener un hijo es un acto de gene- rosidad y más en la época en la que vivimos, donde uno va posponiéndolo para más ade- lante demasiado atareado en proyectos que no acaban. Y con esa sensación, que nos ha pasado a muchos, de que nunca es el buen momento. Y ahora estoy convencida de que siempre es el buen momento. Los hijos llegan cuando tienen que llegar. Y a pesar de la noches de insomnio, los dolo- res, los miedos y de abandonar y retrasar un montón de planes que tenías entre manos, son el mejor regalo. Es un proyecto fruto del amor y de la necesidad de transmitir y dar todo lo que tienes sin pedir nada a cambio. Bueno sí, a cambio de que me obedezcan y de que no sean contestones por favor. Tengo la suerte de tener a mi lado a un hom- bre maravilloso, lleno de amor, de energía y que me quita todos mis miedos. Somos un
  • 14. equipo. Le encanta la familia y hacer planes familiares. Él hace que todo sea más fácil. Después de que naciera nuestro primer hijo, León, teníamos claro que queríamos tener otro y entonces llegó Catalina a los 2 años. El día que di a luz a Catalina, cuando entré en el “paritorio”, ese lugar que tantas veces se ha retratado en las películas y que es tan cinema- tográfico, ese lugar que recuerdo con tanto cariño, ya que es la meta de un viaje muy lar- go en el que la recompensa está a punto de llegar a tus brazos, en ese instante supe que no era la última vez que iba a estar allí. Lo últi- mo que podía pensar en ese momento era en otro embarazo, pero la idea de otro hijo pasó por mi mente como algo secreto que no pue- des compartir con nadie porque van a pensar que estás loca. Tengo dos hijos preciosos, que me enseñan cada día y me hacen descubrir y aprender co- sas nuevas.Mi único deseo es que estén sanos y que sean felices. Y estoy casi segura de que todas la madres que han participado en #ma- mamorfosis, este proyecto tan bonito, desean lo mismo para sus hijos. Qué bueno encontrar
  • 15. un espacio en el que poder compartir con las demás madres nuestras experiencias. ¡Enhorabuena por el proyecto! Lucía Jiménez Actriz y cantante española @luciajimeneztv De momento, en mi corta vida como madre, entre otras muchas confusiones, he llegado a dos conclusiones bastante claras: La primera, y la menos buena, es que cuando nace tu primer hijo, al principio, dejas de ser tú. No sé si poca gente lo vive o poca gente se atreve a hacerlo público, pero quizás este avi- so pueda servir a futuras madres. Al principio, tu independencia se ve mermada a cero, por- que ya no tienes tiempo real ni para ti, ni para tus hobbies y si se da el caso de que puedas seguir haciéndolos, siempre tienes esa par- te de tu mente y de tu corazón que están en otro lugar que no es el tuyo, sino en el de tu hijo, en el de su propio bien. Puede parecer exagerado, pero una vez aceptas que ya no vas a volver a lo de antes y maldices no haber
  • 16. hecho no sé qué viaje pendiente de aventuras antes de parir (aunque lo hagas ahora ya no será lo mismo que ir sola), la cosa va mucho más rodada. Sí que habrá algunos momentos de angustia que surgen de tu inconsciente, explosiones súbitas de mal humor o desespe- raciones varias que se alternan entre lloros o peticiones a Dios para que te ayude a supe- rar alguna situación, pero tu parte consciente estará recordándote que quieres hacer de tu hijo una buena persona para este planeta y que vas a ayudarle a forjar los cimientos para que sea un ser feliz. El segundo fenómeno que tengo claro es lo que aprendo cada día tras ser madre. La ma- nera en que Kilian, nuestro hijo, descubre y se sorprende por cosas que yo había olvidado que eran extraordinarias: un simple interrup- tor, resultado de horas y horas de estudios y laboratorios. El viento que hace volar una hoja recién caída, demostrando leyes básicas de la física. El vuelo de un avión, desafiando la gravedad. Una simple mirada, lo que tanto puede expresar. La pureza de un animal, la belleza de una flor o el sabor de un tomate re- cién cogido del huerto. ¡Tantas y tantas cosas! Veo su cara llena de alegría pura, de sorpre-
  • 17. sa por la vida misma y al observarle siempre descubro con él algún nuevo acontecimiento. Es increíble que alguien tan pequeño e inex- perto tenga la más sabia de las actitudes: re- cordarte cada día que hay que agradecer vivir en este precioso planeta y sobretodo no dejar de admirar cada uno de sus sucesos. Gracias por vuestra iniciativa. Andrea Fuentes Medallista olímpica española Andrea Fuentes Este es un libro sobre maternidad y crianza es- crito por las principales expertas: las madres. Las mujeres llevamos decenas de años, por no decir algún siglo que otro, ocupando un lugar subordinado con respecto a los profe- sionales, siendo objeto de sus intervenciones, no siempre acertadas, y recibiendo instruc- ciones y consejos sobre todo lo concernien- te a la maternidad: cómo llevar el embarazo, como parir, como criar a nuestros hijos, como amamantar, cuanto tiempo amamantar, si co-
  • 18. ger en brazos a nuestros bebés o no, como gestionar el sueño de nuestros hijos, cómo educarles… Esto es así no sólo por motivos culturales. Hay un momento crítico en la vida de toda madre que tiene una influencia decisiva en todo lo que ocurre después: el parto. Que la atención al parto convencional reprima nuestra fisiolo- gía, ignore nuestras necesidades y sustituya nuestras maravillosas hormonas por sustan- cias químicas de síntesis que desvirtúan la ex- periencia no es algo inocuo. Una de las consecuencias es la desconexión de nosotras mismas y de nuestras hijas e hijos, la extrañeza ante nuestro cuerpo o ante nues- tro bebé, la desconfianza hacia la propia na- turaleza. No damos crédito a nuestra intuición porque nos hemos desconectado, no con- fiamos en ella, no es “científica”. Los “exper- tos” nos dicen entonces cómo deben ser las madres, cómo debemos de comportarnos, qué debemos hacer o no hacer, qué es nor- mal y qué no; en suma, como portarnos bien. Nos recuerdan constantemente todo lo que puede ir mal, pero no nos dicen que muchas reacciones y situaciones consideradas pato-
  • 19. lógicas son en realidad reacciones normales a situaciones anormales, no previstas por la naturaleza, contrarias a nuestras necesidades. Hoy ya sabemos que muchos postulados de la cultura convencional de la maternidad y la crianza están más basadas en creencias que en la ciencia, en los prejuicios personales más que en la observación de lo que es, en autén- ticos mitos, más que en la verdad. A pesar de ello, muchas madres siguen recibiendo una asistencia y unos consejos obsoletos que per- petúan la desconexión de su naturaleza y de su bebé, y que se siguen transmitiendo a las siguientes generaciones de madres, aunque ya se haya demostrado cuan equivocados es- tán. Afortunadamente, eso ha empezado a cam- biar. Ha llegado el momento de hablar con libertad, de escucharnos unas a otras, de ob- servar y aprender de lo que observamos, de poner voz a las legítimas demandas de nues- tras hijas e hijos y a nuestras necesidades, de entender el valor de la tribu y encontrar nue- vas fórmulas para re-encontrarla, de re-gene- rar una cultura de la maternidad y la crianza propia, basada en nuestra propia experiencia,
  • 20. en el conocimiento profundo de nuestra pro- pia naturaleza. Una cultura que reconozca el valor de escuchar y satisfacer las necesidades profundas de los bebés y las familias, y la im- portancia de transmitir esta cultura entre no- sotras y a nuestros hijos e hijas sin intermedia- rios, traductores ni “expertos” que en realidad transmiten sus propias creencias y opiniones. Volver a ser protagonistas de nuestra mater- nidad. El premio es para todos: una sociedad más saludable no sólo física sino emocional y mentalmente. Estamos criando futuros ciuda- danos, la sociedad de mañana. Nada menos. Eso tiene un valor, merecemos todo el apoyo. Vivimos un momento histórico: por primera vez, la ciencia respalda de forma unánime la intuición de las madres. Por primera vez, la ciencia está demostrando que detrás de los comportamientos instintivos de los bebés y las madres está la inteligencia innata de la naturaleza, que se manifiesta a través de una psicofisiología precisa, perfecta y autorregu- lada, de unos instintos afinados a lo largo de milenios, si se dan las condiciones apropia- das. Por primera vez vamos sabiendo cuáles
  • 21. son esas condiciones apropiadas. Por primera vez sabemos que no necesitamos saber cada detalle de lo que dice la ciencia, porque te- nemos un acceso directo a esa información a través de nuestra capacidad de observación, de nuestra intuición, del sentido común, de la sabiduría heredada de nuestras antepasadas y escrita en nuestras células. Pero además te- nemos la ciencia que corrobora todo eso, una ciencia por una parte tan accesible y por otra tan lejana e ignorada por ciertas estructuras. Pero las cosas están cambiando. Por eso este libro, que recoge la voz de las auténticas ex- pertas en maternidad y crianza: las madres. Estamos escribiendo nuestra propia historia. Por fin. Isabel Fernández del Castillo Autora de La nueva revolución del nacimiento Isabel Fernández del Castillo
  • 22. PRÓLOGO —”Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.  Gandhi Una vez tuve un sueño, casi una epifanía, muy vívida, en la que una tribu de madres conec- tadas se unían para alzar la voz. Era un grupo de mujeres muy dispares, pero todas con una misma motivación, recuperar el valor social de la maternidad, acompañando y sostenien- do amorosamente a toda madre que lo pu- diera necesitar. Probablemente aquella tribu que visualicé en mi sueño era un anhelo escondido de algo que deseé encontrar cuando yo misma me convertí en madre. ¿Acaso sería posible constituir una tribu así? Dejándome llevar por la intuición, y sin pen- sármelo demasiado, publiqué un llamamien- to urgente en mi blog.
  • 23. Buscaba mamás, pero  mamás conscientes, aquellas que han utilizado el gran poder de autoconocimiento y transformación vital que supone su nacimiento como madres. Y a todas ellas les hice una petición, una única cosa, que compartieran su testimonio con el mundo en un proyecto literario conjunto. Mi llamamiento se escuchó, se compartió y se propagó de forma viral por las redes en un efecto inesperado y súbito. En pocos días reuní a más de  500 mujeres de 19 países distintos  que me cedían su voz y compartían conmigo su devenir como madres. Así fue como nació este libro que tienes en tus manos, un libro de testimonios reales so- bre maternidad consciente. Llegados a este punto, te puedes preguntar ¿pero, qué es ser madre consciente? Me aventuro a decir en pocas frases que…   …una mamá consciente y consecuente, es aquella que gracias a la maternidad reconec- ta con su verdadera esencia. …que gracias al privilegio de ser madre ad- quiere una consciencia profunda y comienza un camino de aprendizaje.
  • 24. …que es  responsable profundamente  de la manera en la que cría a sus hijos. …que  comprende y respeta sus necesi- dades y sus procesos evolutivos. …que no hace lo que se espera, influenciada por las modas o las costumbres. …que tiene momentos de auténtica conexión con sus hijos. …que cría a sus hijos en libertad. …que se encuentra en el camino de ir con- siguiendo todo esto. Porque es un proceso, que no se genera de un día para otro. Este libro está escrito por madres que han experimentado todo este despertar en sus vidas y sin embargo son muy distintas en- tre ellas; desde madres “estándar” a madres solteras, madres separadas e incluso viudas, madres enfermas, madres con hijos enfer- mos, madres heterosexuales y también ho- mosexuales, madres adoptivas, madres muy jóvenes, y por supuesto más mayores…. con- forman las 200 caras de la Luna. Mamamorfosis es un libro concebido de madre a madre, y está organizado para ir mostrando el camino de transición que sub-
  • 25. yace a la maternidad, desde el primer deseo de serlo hasta las últimas fases de la crianza. Por eso, todas las historias que se plasman aquí son reales, están escritas desde el cora- zón, desde el coraje y la valentía de 200 ma- dres generosas y comprometidas. Y lo más importante, son historias compartidas que buscan acompañar a otras mamás, darles sostén y apoyo, no solo en estas realidades que aquí se plasman, en las que pueden sen- tirse identificadas y encontrar referencias, si no que las coautoras se ofrecen desinteresa- damente a escuchar, alentar, acoger, orientar a toda madre que lo requiera, y por ello al fi- nal del libro se incluye un apartado con todos sus datos de contacto. Cuando promoví este proyecto, nunca pensé que fuese un viaje tan increíble y sor- prendente, en el que a cada paso que daba, sentía que el universo se alineaba para que todo fluyera. Pero debo reconocer también que ha sido un trayecto duro y complejo, de un desgaste emocional con el que no contaba. Durante todo el proceso he conec- tado profundamente con cada una de estas mujeres; me he emocionado, he llorado, he
  • 26. sufrido, se me ha puesto la piel de gallina, he compadecido, he empatizado, me he visto arropada y a la vez que las arropaba a todas ellas en sus procesos personales, tan íntimos pero tan comunes para todas. Ha habido momentos en los que me sentía pequeña e indefensa ante la grandeza de estas historias genuinas, tan llenas de amor de madre, y me he sentido una justiciera ante la ingrata tarea de deber seleccionar los tex- tos más representativos. Todos merecían estar al completo, si bien he actuado en todo mo- mento desde el corazón, y pensando en aque- lla mujer desorientada, perdida y sola que yo misma era cuando me convertí en madre. Puedo decir que la producción de Ma- mamorfosis ha sido como revivir mi puerpe- rio, casi en toda su intensidad en pocos me- ses, pero ha sido un viaje sanador, del que he salido fortalecida y mucho más sabia. Por eso sé que este libro va a ayudar a muchas ma- más, se encuentren en el momento en el que se encuentren, permitiéndoles aprender, en- tender, sanar, despertar, encontrarse, cambiar y dirigir conscientemente el rumbo de sus vi- das y de su maternidad.
  • 27. La energía femenina, dadora de amor, que envuelve este libro se percibe desde el primer testimonio que aparece hasta el últi- mo, lo que te brinda una energía invisible que te mueve a tomar conciencia de quién eres y a dónde te diriges. Me parece extraordinario y sin duda ha marcado un antes y un después en mi vida. Espero que también lo provoque en la tuya. Con todo mi amor y gratitud, te deseo un via- je próspero en esta lectura. Maribel Jiménez Espinosa (Aguamarina en la red) De mi casa al mundo Promotora y coordinadora del proyecto de madres conscientes Mamamorfosis. Las 200 caras de la Luna
  • 28. INDICE EL DESEO DE SER MADRE MIS FANTASÍAS SOBRE LA MATERNIDAD SIEMPRE DESEÉ SER MADRE ¿SER MADRE? NO, POR FAVOR... EL CAMINO RECORRIDO HACIA EL EMBARAZO CÓMO SUPE QUE ESTABA EMBARAZADA 1
  • 29. EL EMBARAZO, ME PREPARO PARA SER MADRE... CÓMO VIVÍ MI EMBARAZO LA PREPARACIÓN AL PARTO CONVEN- CIONAL ¿SIRVE? LA PREPARACIÓN AL PARTO NO CONVENCIONAL (O ALTERNATIVA) LAS PRESIONES EXTERNAS Y LATOMA DE DECISIONES SOBRE EL PARTO
  • 30. VIVIR UN EMBARAZO RESPETADO O NO… PREPARARSE EMOCIONALMENTE PARA LA LLEGADA DEL BEBÉ CONECTAR CON EL BEBÉ DURANTE EL EMBARAZO LA SEXUALIDAD DURANTE EL EMBARAZO CUANDO EL EMBARAZO SE INTERRUMPE ENTENDIENDO MI ABORTO VIVIR EL PARTO MIS FANTASÍAS SOBRE EL PARTO EL MIEDO A PARIR
  • 31. EL DOLOR EN EL PARTO HACERSE RESPETAR EN EL PARTO MI PARTO FUE INDUCIDO MI PARTO FUE ANESTESIADO LAS INTERVENCIONES EN EL PARTO Y LAVIOLENCIA OBSTÉTRICA EL PARTO NATURAL EN HOSPITAL ES POSIBLE PARIR EN CASA CESÁREAS, ¿SON SIEMPRE NECESARIAS? TÉCNICAS Y PREPARACIONES NATURALES QUE ME FUNCIONARON EN EL PARTO
  • 32. QUÉ HE APRENDIDO DE MI PARTO SI PUDIERAVOLVER ATRÁS… MI EXPERIENCIA CON DOULAS LAVUELTA A CASA CON EL BEBÉ MIS EMOCIONES DESPUÉS DE PARIR PENSAR QUE TODO VOLVERÁA LA NORMALIDAD DESPUÉS DEL PARTO LOS CONSEJOS DE LOS DEMÁS ME VUELVEN LOCA
  • 33. LA CONFUSIÓN MENTAL, ¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO? LA SOLEDAD ENTRE CUATRO PAREDES SENTIR RECHAZO HACIA EL BEBÉ CUANDO HAY OTROS HIJOS QUE ATENDER LACTANCIA EL DESEO DE DAR TETA, O NO… NO VOYA PODER MÁS, LOS PRIMEROS 15 DÍAS… A MIS PECHOS LES PASA ALGO DAR TETA ME DUELE
  • 34. MI LECHE NO ES BUENA, O ESO DICEN… PROBLEMAS DEL BEBÉ PARA SUCCIONAR EL BEBÉ NO ENGORDA A MÍ NO ME DIERON TETA, PERO YO SÍ HE PODIDO… LA ETERNIDAD DE LAS HORAS DE LACTANCIA ¿LACTANCIAA DEMANDA? LATETA ES MARAVILLOSA, LO SOLUCIONATODO LACTANCIAY OPINIONES EXTERNAS LACTANCIA DESPUÉS DE CESÁREAS
  • 35. LACTANCIAYALIMENTACIÓN COMPLE- MENTARIA LACTANCIA PROLONGADA LACTANCIA EN TÁNDEM LACTANCIAARTIFICIAL CONSCIENTE LO QUE APRENDÍ DANDO TETA EL DESTETE VINCULAR DESPUÉS DE LATETA EL PUERPERIO, UN TIEMPO HACIAADENTRO
  • 36. SER MADRE NO ES COMO ME LO HABÍAN CONTADO LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD EL BEBÉ YYO SOMOS UNO ¿TODAS LAS MADRES SE SIENTEN TAN SOLAS COMO YO? LA DEPRESIÓN POSTPARTO Y OTRAS HERIDAS DEL PUERPERIO LA BATALLA CON EL BEBÉ: SUS NECESIDADES VS. LAS MÍAS CRISIS VITAL BAILAR CON MI SOMBRA ENTENDER LO QUE ME SUCEDE
  • 37. ¿QUIÉN ME AYUDA? LA FALTA DE TRIBU LA SEXUALIDAD DURANTE EL PUERPERIO ¿REVOLUCIONADA? EL PUERPERIO FELIZ TAMBIÉN EXISTE ATRAVESAR LA NOCHE CON UN BEBÉ DORMIR CON EL BEBÉ, EL COLECHO YO LE DEJÉ LLORAR PARA ENSEÑARLE A DORMIR
  • 38. EL BEBÉ LLORA TODO ELTIEMPO, ¿TIENE CÓLICOS? CONEXIONES NOCTURNAS CON EL INCONSCIENTE LATRANSICIÓN A SU CAMA EL PADRE ¿TENER UN HIJO ES UNA CRISIS MATRI- MONIAL O MUESTRA ELVERDADERO VÍNCULO DE PAREJA? PADRES MADUROS, O INMADUROS… LO QUE YO NECESITABA DE ÉL EL PAPÁ QUE APOYA Y COMPRENDE
  • 39. EL PAPÁ QUE SE SIENTE EXIGIDO Y SUPERADO EL PADRE AUSENTE EL PUNTO DE VISTA DEL PAPÁ SUPERAR EL DESEQUILIBRIO EN LA PAREJA MADURAR COMO PAREJA Y COMO FAMILIA CRIANZA DE HIJOS PEQUEÑOS CRIANDO EN BRAZOS LAVUELTAALTRABAJO
  • 40. ¿QUÉ HAGO CON LA CULPA? ELTRABAJO COMO REFUGIO ¿QUIÉN CUIDA A MI BEBÉ? COMO ENTENDÍ Y ME DI CUENTA DE LAS NECESIDADES DE MIS HIJOS COMO ENTENDÍ Y ME DI CUENTA DE LOS SÍNTOMAS QUE ME MOSTRABA CÓMO ENTENDÍ Y ME DI CUENTA DE QUE MI HIJO ES MI ESPEJO MIS HIJOS SACAN LO MEJOR Y LO PEOR DE MÍ ACEPTAR LAS RABIETAS ENTENDIENDO SU LLANTO
  • 41. ENTENDIENDO SUS ENFERMEDADES MEDICINAALTERNATIVA PARA MIS HIJOS ¿SÍ O NO? NO QUIERE COMER NO QUIERE COMER LA RETIRADA DEL PAÑAL ¿RESPETANDO SUS RITMOS? MI ESTILO DE CRIANZA LAS NORMAS Y LOS LÍMITES ENTENDIENDO LOS CELOS ENTRE HERMANOS REPRESIÓN DE LAS NECESIDADES DE LOS NIÑOS EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL
  • 42. ESCOLARIZACIÓN TEMPRANA ¿SÍ O NO? EDUCACIÓN ALTERNATIVA COMO OPCIÓN EDUCATIVA BENEFICIOS DE LA CRIANZA RESPETUOSA A LARGO PLAZO SER MADRE CONS- CIENTE ANTES DE SER MADRE YA ERA UNA MUJER CONSCIENTE ANTES DE SER MADRE ERA DE TODO MENOS CONSCIENTE EL DÍA EN QUE MI PERCEPCIÓN CAMBIÓ…
  • 43. DESTAPANDO MI CEGUERA EMOCIONAL DESCUBRO… QUÉ ES PARA MÍ LA MATERNIDAD CONSCIENTE NECESITÉ TENER MÁS HIJOS PARA APRENDER LO QUE APRENDO DE MIS HIJOS CADA DÍA SITUACIONES DIFÍCILES CUANDO EL BEBÉ ES PREMATURO CUANDO EL BEBÉ ESTÁ ENFERMO CUANDO LA MAMÁ ESTÁ ENFERMA
  • 44. CUANDO LA MAMÁ ESTÁ EN DUELO CUANDO HAY MÁS HIJOS A LOS QUE ATENDER (FAMILIAS NUMEROSAS) CUANDO MAMÁY PAPÁ SE SEPARAN CUANDO PAPÁY/O MAMÁ TIENEN OTROS HIJOS CUANDO PAPÁY MAMÁ SON DE DIFERENTES CULTURAS CUANDO MAMÁ FUE UNA NIÑA ABUSADA CUANDO MAMÁ ES ADOPTIVA CUANDO PAPÁ ES AGRESIVO CUANDO PAPÁ TIENE OTRA FAMILIA A LAVEZ
  • 45. AGRADECIMIENTOS SOBRE AGUAMARINA DATOS DE CONTACTO DE LAS CARAS DE LA LUNA
  • 46. ELDESEO DE SER MADRE MISFANTASÍAS SOBRELAMATERNIDAD — ”Cuando el bebé real irrumpe en nuestra vida adulta, nos sorprendemos al constatar que hay pocos puntos en común entre el bebé soñado y […] que no es verdad que los bebés sólo comen y duermen. […] Posiblemente la sorpresa tenga que ver con el desconocimiento con el que las mujeres llegamos a la maternidad respecto al fenómeno de la fusión emocional”. Laura Gutman El nacimiento de nuestro ser madre

  • 47. Desde siempre había considerado que ser ma- dre era una de las cosas más fantásticas, mági- cas y maravillosas que me podían ocurrir. Mágico porque es increíble cómo fun- ciona el cuerpo humano. Todos sus engrana- jes funcionando para crear una vida. Fantástico porque siempre me han gustado los niños, me parecen seres especia- les de los que podemos aprender muchas co- sas, y tener uno “propio”, un pedacito de mí, debía ser fabuloso. Maravilloso porque nunca pensé que la maternidad fuera tan cansada, que hubiera bebés que apenas duermen, que los desper- tares nocturnos consumieran tanta energía... ni siquiera creía que existían los bebes de alta demanda o incluso que se pudiera ser madre de distintas maneras… Y a pesar de todo sen- tir ese amor tan puro y sencillo. Por supuesto sigo creyendo que es todo eso y mucho más, pero he despertado y visto que los bebés no solo comen y duer-
  • 48. men, que tengo que enfrentarme a diario a mis propias sombras y miedos y que la mater- nidad realmente te remueve hasta los cimien- tos, cambiándote, haciéndote evolucionar. Patricia, 34 años, mamá de Alia. Leganés (España) No recuerdo el día en que sostuve por primera vez a un muñeco en mis brazos, pero estoy se- gura que ese día, deseé e imaginé a mis hijas: mis Ciruelina. Con los años, y una crianza de una madre que luchó mucho para poder tener unos estudios y un trabajo digno, la materni- dad no fue algo soñado, no volvió a mi cabeza hasta los treinta años. Tal vez fue la denomina- da “crisis de los 30” o encontrarme cada vez más cerca de mí misma, de lo que soy y de lo que deseo y no de lo que debo ser. Las luchas de la generación de mi ma- dre no son las mías, y cuando me dijeron que los sexos somos iguales, ahora grito “NO”. No lo somos ni tenemos por qué serlo. El emba- razo, el parto y la crianza (siempre que haya lactancia materna) deben ser una etapa que hay que cuidar y respetar por parte de toda la
  • 49. sociedad. Y actualmente no se está haciendo como se debe. Antes de ser madre no tenía estas ideas, de hecho, soñaba con tener un embarazo fá- cil, tranquilo, rápido, trabajaría hasta el día de dar a luz y daría biberón para compartir las tareas con mi compañero. Tendría un bebé precioso y dormilón con quien compartir mis planes: ir a museos, leer, dar paseos, tomar cervezas e infusiones con mis amigas, ir de tiendas… Nada que ver con la realidad, con tener que adaptarme a mis hijas, tener que cambiar mi vida de arriba abajo, con sentirme mujer y madre y con saberme muy diferente al hombre. Antes de ser madre, fantaseaba con el amor, las caricias, la ternura, un mundo bello, un mundo maravilloso. Todos esos adjetivos acompañaban mis pensamientos. Y cuán- tas ganas tenía de abrazar a Ciruelina Azul, y que bonito era soñarla. Sí, Ciruelina Marrón, pensaba también en ella desde el principio, y cuando no lo hacía algo me recordaba que tenía que venir a este mundo para abrazarla y amarla sin parar.
  • 50. Y nacieron mis Ciruelina, pero no fue como lo imaginé, fue mejor y peor, maravillo- so y duro. Y cuando nacieron, el contador de mis días se puso a cero, volvía a nacer. Y aho- ra soy consciente que nunca antes había sido más Yo que ahora. Ahora soy consciente que no soy igual al hombre, y que por primera vez no quiero serlo. Ahora soy consciente que la mujer tiene mucho que aportar a este mundo desde lo femenino y debe abandonar su lu- cha por meterse en el mundo de los hombres. Hagamos juntos de este mundo un mundo femenino donde caben todos los hombres y todas las mujeres. Mamá Ciruelina, 36 años, mamá de Ciruelina Azul y Ciruelina Marrón. Madrid-Gijón (España) Desde muy pequeña deseo ser madre. Al me- nos es esa la memoria emocional que tengo. Miles de “fotografías mentales” me represen- taban el momento, los momentos... Lo recuer- do, la imagen de mi propio embarazo era idí- lica y de mi rol como madre también. La gestación de mi retoño fue soñada, disfrutada, vivida a cada instante con amor,
  • 51. mucho amor. El trabajo preparto increíble (volvería a hacerlo mil veces más. Sí, así, exa- geradamente). Parí sin dolor físico pero con miedo (cesárea de urgencia)... Y de esa “bola” de sensaciones encontradas nacieron casi cuatro kilos de amor y cachetitos: nuestra Lola, la mariposa. Y ahí, justo ahí se vinieron todas las fotografías previas a la maternidad. Esas, las idílicas, y con ellas apareció en mí “un lápiz” con el cual modifico diariamente todas esas imágenes que en un momento hicieron de mis fantasías “un tormento”, porque eran eso, fantasías “hermosamente tormentosas”. En estas no había trabajos fuera de casa, ni deseos de mujer más allá de la maternidad, ni personas opinando de todo en cualquier momento sobre lo que haces o no haces, no existían los miedos ni las culpas, benditas cul- pas. Hoy retomo esas fantasías como inspi- ración. Ya no me atormentan, no las sufro tan- to, las cambio, intervengo, vuelvo a rearmar, me enojo y me amigo, con ellas y conmigo. Así genero otras que implican el crecimiento de Lola, de mi familia y el mío propio, enten- diendo que son para volver a desarmar con amor y paciencia.
  • 52. Y las mujeres… las benditas muje- res-madres que forman mi círculo. Esas que te aportan desde las similitudes pero también desde las grandes e inamovibles diferencias. Ellas, todas ellas, las mujeres-madres (que no significa que “tengan” hijos propios) son las que apuntan “mi lápiz” para seguir redibujan- do (¡reciclando!) las fantasías-realidades que acompañan mi maternidad. Guadalupe Trava, 30 años, mamá de Lola- mariposa, educadora. Buenos Aires (Argentina)
  • 53. SIEMPREDESEÉSERMADRE — “Antes de que fueras concebido te deseaba. Antes de que nacieras te amaba. Antes de que estuvieras aquí ya daba mi vida por ti. Ese es el milagro del amor de madre.” Maureen Hawkins Desde siempre he deseado ser madre. Ya en su momento, siendo pequeña, jugaba con mis muñecos y recorría el sendero de la materni- dad: simulaba estar embarazada, luego juga- ba a “parir” y, finalmente, me dedicaba a dar el biberón a mis muñecos. Los dejaba dormir en su cunita, y listo. Eso era lo que yo entendía en aquellos años por maternidad, claro. Me encantan los niños y las niñas, for- man parte de mi mundo (profesional y perso- nal) y considero la niñez como la principal eta- pa creadora de las demás. Durante el primer año universitario, se me quedó grabada una frase de la educadora y pedagoga italiana
  • 54. María Montessori: “Si la ayuda y la salvación han de llegar sólo puede ser a través de los niños. Porque los niños son los creadores de la humanidad”. Junto con todas mis motivaciones an- teriores para convertirme en maestra, aquella frase hizo clic en mi yo interior, me impulsó a continuar, mejorar y esforzarme en conseguir ser maestra. Estando en la carrera, ya notaba como el “reloj biológico” apremiaba. Pero tampoco le di mucha importancia, sólo tenía 18 años, ¡aún quedaba mucho mundo que explorar! Hisui, 33 años, mamá de Little Light of Love, maestra. Barcelona (España) Aún recuerdo vívidamente cuando era una niña de ocho años, y a mi madre emba- razada de mi hermano. Desde ese momento sentí el llamado de la maternidad, como un despertar en lo más profundo del alma, que me acompañaría hasta el momento de mi
  • 55. propia maternidad. El deseo de ser madre siempre estuvo muy claro y muy profundo en mi interior. Natalia, 38 años, mamá de Agustín y Juan Pablo. Buenos Aires (Argentina) En realidad no era la maternidad en sí lo que me atraía sino el tener conmigo un peque- ñín/a que me quisiera incondicionalmente. El retrato de volver a casa del trabajo y que me recibiera con un fuerte abrazo es lo que siem- pre había soñado. Noe, 34 años, mamá de Antía, investigadora (ingeniera). Barcelona (España) Si me hubieran concedido solo un deseo en la vida, tendría muy claro que sería ser ma- dre. Una madre representa el comienzo de la vida, la protección, la esperanza y la alegría, ser madre es algo tan valioso, tan hermoso y tan necesario que el deseo de serlo debe ser imprescindible.
  • 56. El papel de una madre (abuela) duran- te un embarazo es muy importante, para to- das las que no podemos disfrutar de ello, sen- timos que en nuestro ser siempre permanece la esencia de nuestras madres, esa conexión que nace en un vientre y perdura para siem- pre. Ángela Clar, mamá de Axel, educadora infantil. Girona (España) Siempre he querido ser madre. Sentía dentro de mí que la adopción era mi camino a la ma- ternidad y, a pesar de poder tener hijos bio- lógicos, siempre ha sido mi primera opción. He nacido y crecido sin padre, su aban- dono, su ausencia hizo que me sintiera afor- tunada de tener una madre valiente y cariño- sa. Cuando era pequeña imaginaba la suerte que tenía de contar con el amor de mi madre, incondicional, puro, limpio y la desdicha de otros niños que no tenían el calor de una fa- milia y la seguridad de sentirse amados. Sabía que estaba preparada para ser madre adop-
  • 57. tiva y dar todo mi amor a un niño que había sufrido un abandono y que necesitaba de una segunda oportunidad para crecer feliz y sin- tiéndose amado. Siempre supe que la mater- nidad vendría de la mano de la adopción. Ser madre es toda una revolución. El hecho de ser madre adoptiva implica aún mayor responsabilidad y conciencia. Es una maternidad elegida, meditada y muy busca- da. Mi deseo de ser madre me ha llevado muy lejos, hasta Vietnam, país de origen de mi hijo Marco Hoang. Desde lo más profundo, inclu- so antes de conocerlo, supe que lucharía por ser su mamá y darle todo mi amor. No he adoptado por solidaridad, ni por ayudar. Soy madre adoptiva porque puedo amar a mi hijo sin límites, respetando su ori- gen y sus diferencias raciales y porque deseo y quiero ser su madre, sostenerlo y decirle que es lo que más amo en mi vida. Para mí es importante transmitir a mi hijo que soy su madre para siempre y que le acompaño en su vida desde el respeto, el amor y la estabilidad de ser una familia.
  • 58. Muchas veces me dicen lo valiente que he sido al adoptar y lo afortunado que es mi hijo de tenerme. En realidad y sin dudarlo, la afortunada soy yo. Mi hijo me ha convertido en madre y él es mi orgullo, mi gran maestro. Si quieres adoptar, si estas decidido y es tu deseo, lucha por seguir tu camino. Begoña Machancoses Martínez, 38 años, mamá de Marco Hoang, periodista. Valencia (España) No recuerdo exactamente cuando empecé a desear ser madre, pero desde bien pequeñi- ta tenía muy claro que quería tener muchos hijos. Siempre me veía jugando con ellos y cuidándolos. Todos mis juguetes los trata- ba con mucho mimo y me decía a mi misma esto lo guardaré para que mi hijo/a también juegue con ellos. Me gustaba tanto la idea de compartirlo todo con mi futuro hijo que con- servo absolutamente todos mis juguetes, li- bros, lápices, estuches… como si fuesen teso- ros. Tengo algunas cosas hasta sin usar, en su caja original. Cuando mi madre me pregunta-
  • 59. ba por qué guardaba todos mis juguetes, por qué no los usaba. Yo contestaba sin pestañear que todo eso era para sus futuros nietos. Mi madre me miraba como si yo estuviese loca, ¿una niña pequeñita diciendo que quería ser mamá ya? Pero yo sabía que algún día tendría hijos y me parecía lo más normal del mundo. Ser madre es lo único que he tenido claro siempre en mi vida. Tina, 30 años, mamá de Enrique. (Suiza)
  • 60. ¿SERMADRE?NO,PORFAVOR... —“Tener un bebé rara vez es una decisión racional o lógica y no se puede tomar sólo con el intelecto, pero sí puede tomarse conscientemente y con el corazón. Mi deseo para todas las mujeres es que adquiramos la valentía necesaria para elegir la concepción consciente juiciosamente.” Dra. C. Northurp Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer Ya desde adolescente decía que no quería ser madre. Y que si alguna vez lo fuera, sería porque habría adoptado a un bebé. Tampoco entendía cómo las mujeres eran madres, ¡con la de cosas que hay para hacer en la vida! Hace cuatro años me enamoré de mi pareja actual. Nos conocimos, intimamos y al cabo de un tiempo, compartimos piso. Un día, me dijo que quería ser papá, y yo, que me había pasado la vida diciendo que no quería ser mamá, entré en conflicto. Recuerdo el día que
  • 61. entré por la puerta gritando ¡vale, quiero ser mamá! Al tener 36 años creía que tardaría en quedarme embarazada. El hecho de disponer de tiempo me tranquilizaba, me podía ir pre- parando poco a poco. Elitsibeta, 37 años, mamá de Eric, psicóloga y maestra, Barcelona (España) Habíamos hablado de ello. Los dos éramos un poco mayores ya, con 38 años. La inercia, la comodidad, el miedo al cambio... todo eso pesaba. Éramos una pareja sin hijos, feliz y acomodada en una vida sencilla pero en la que no sentíamos que faltara nada. Pienso en ello ahora y me doy cuenta de que podría ha- ber seguido así, muchos años seguramente, pero mi vida habría estado tan vacía sin que me diera cuenta. Desde las tripas, quizás, en algún momento nos llamó la maternidad, la paternidad. Fue por un instante, si acaso. La razón siempre era más fuerte. La razón de que este mundo no parece invitar a traer niños y niñas, que es un mundo hostil, lleno de incertidumbres, de an- gustias, de horrores incluso. Ese miedo es lo
  • 62. único que sigo compartiendo con esa no-ma- dre que fui. Siempre digo que ella, Jara, fue quien quiso venir. Aunque quizás me engañe. Yo también quería que llegase. Pero no me atrevía a de- cirlo, ni a pensarlo. El deseo estaba ahí, muy en el fondo, tanto que era casi imperceptible. El deseo de darle a alguien el cuidado, el ca- riño, que había recibido, más si podía ser. El deseo de que nuestro amor, como pareja, se transformara en un ser a quien poder ayudar a ser feliz, más de lo que nosotros hubiéra- mos sido. Diana de Horna, 42 años, mamá de Jara. Santa Cruz de Tenerife (España) En mi estructura mental nunca estuvo ser ma- dre, mis padres ya estaban resignados a no ser abuelos y mi esposo lo había aceptado como una condición previa a dar el “SI”. Mis amigas me miraban con asombro y desidia cuando fríamente les decía que eso no estaba en mis planes, que quería viajar por el mun- do y disfrutar la vida, que ni siquiera me iba a casar y bueno… eso fue lo primero que me
  • 63. permití. Fui formada en el discurso de la ra- cionalidad, alejada de la comprensión de los procesos naturales, por tanto la maternidad era para mí un monstruo de 10 cabezas. Ahora que soy madre pienso que ese NO rotundo al que me aferré por 30 años era mi protección ante el pánico que se instauró so- cialmente en las mujeres de mi generación. Hago parte de una generación de mujeres profesionales que compiten en un mundo la- boral, en un sistema donde la productividad se mide en términos del mercado y por ello el estar en el hogar, cuidar a los nuestros y desbordarnos de amor no tiene asignado un valor monetario, por eso no cuenta. Nos enseñaron a no depender de un hombre. Laura López González, 32 años, mamá de Muhammad Gabriel, psicóloga, Buenos Aires (Argentina) Tras postergarlo durante tres semanas, el mo- mento de la verdad llegó un frío domingo de febrero a las once de la mañana. Cuando vi aquellas dos rayas rosas, no logré encajar mi
  • 64. mandíbula ni cerrar la boca durante varios minutos. No podía estar más claro, estaba embaraza. En ese instante, me invadieron di- versas emociones entre las que destacaban el miedo, el enfado y la desesperación. Mi men- te me repetía furiosa “No es justo, no en este momento de mi vida, en el máximo potencial de mi carrera profesional y una semana des- pués de trasladarme a Berlín con mi nuevo novio”. En aquel momento, la maternidad su- ponía para mí la desaparición de todo lo que había construido en mis 33 años, el declive de mi carrera profesional y una vida de sacrificio y abnegación. ¿Cómo podía permitir que eso pasase? ¡Sería un suicidio! En los siguientes meses de embarazo, entré en un profundo proceso de deconstrucción de mi identidad. Desapareció el suelo bajo mis pies y me sentí como si fuera la ciudad de Berlín en los años 40, destrozada y sin visión de futuro. Todavía sin amigos y sin hablar alemán, me dedicaba a pasear por los parques berli- neses, a observar y a llorar por la pérdida que ser madre suponía para mí. Cada vez que en los parques infantiles veía a madres sonrien-
  • 65. do me preguntaba ¿Cómo podrían ellas sufrir la maternidad y estar contentas? ¿Por qué no podía sentirme feliz con la idea de ser mamá? ¿Cuál era mi fallo? En respuesta a estas preguntas, hice un repaso de los modelos de maternidad que habían existido a mí alrededor y me di cuenta, que no tenía ningún ejemplo que me inspirara. No había conocido ninguna madre que además fuera una mujer realizada. Triste- mente, las madres que había encontrado a lo largo de mi vida, se sentían víctimas, frustra- das o resentidas con sus hijos, con su mari- do o con el mundo, incluida mi madre. Ante aquella revelación, me pregunté si habría una manera de ser madre en la que pudiera ser feliz, y si así era ¿cómo podría construirla sin tener ningún modelo? Necesitaba inspiración. Volví a los par- ques a observar a las mamás sonrientes, que- ría conocer su manera de pensar,su sistema de creencias. Comencé a hablar con ellas, a leer artículos sobre la percepción de la maternidad en otros países, y a investigar profundamente en las teorías feministas de liberación de la mu- jer y psicología femenina. Obtuve interesantes
  • 66. claves que me ayudaron a conectar con la ma- ternidad y lo femenino desde otro lugar, des- de aquello que nos hace grandes como muje- res y madres, nuestro poder creativo, nuestra capacidad para dar, nuestra intuición… Me di cuenta, que durante toda mi vida solo me habían enseñado a ser una mujer exitosa profesionalmente, pero nadie me ha- bía enseñado a ser una mujer integral y una madre consciente. Todas aquellas madres sonrientes tenían un factor común que les ayudaba a mantener su bienestar, a respetar su espacio personal y a fomentar su autoes- tima. Me mostraron que independientemente del tipo de maternidad que decidas ejercer, del contexto en el que vives, y de tu país de origen, lo primordial es conocer tus derechos fundamentales como persona, respetarlos y ejercerlos activamente en tu maternidad. Agradezco a todas las mamás musas que me inspiraron a crear pasito a pasito una materni- dad liberadora en la que “ser” y desde la que puedo disfrutar con mis hijas. Mónica Hetzer, 37 años, mamá de Marta y Paula. Berlín (Alemania)
  • 67. ELCAMINORECORRIDO HACIAELEMBARAZO — “Debes correr tu propia carrera. No importa lo que la gente pueda decir de ti. Lo importante es lo que te digas a ti mismo. […] Decide lo que está bien y aférrate a ello.” Robin S. Sharma El monje que vendió su Ferrari Tras casi siete años de matrimonio y amor in- finito con Alex, decidimos que había llegado el momento de abrir un espacio en nuestro mundo para un nuevo ser, una nueva luz que iluminaría aún más nuestras vidas. Para mí la maternidad se presentaba y se presenta como un camino lleno de aprendizaje y de Sabidu- ría de la Naturaleza, de la Vida, y siento que los hijos vienen a enseñarnos y a armonizar en nosotros aquellas partes de nuestra alma que están separadas u olvidadas, y que es necesa- rio integrar para completar nuestro puzle.
  • 68. La primera lección no se hizo esperar. Por mi naturaleza yang y mi pasado de gue- rrera, y porque me encontraba en una épo- ca bastante centrada en lo material, desde el principio quise “controlar y programar” este embarazo, escogiendo las fechas que a mí “me venían bien” y creyendo que yo era al- guien para escoger el signo astrológico de mi bebé… pensando únicamente en mí, claro. Tardé unos meses en tomar conciencia de que tenemos que abandonar el deseo de controlarlo todo, ¡sobre todo en este caso, donde otra alma está implicada, donde todo el cosmos está implicado, pues un nacimiento es, según mi manera de ver las cosas, un gran acontecimiento cósmico! Y así fui regresando a la Madre, a lo femeni- no, que por circunstancias había tenido algo abandonado en los últimos meses. Me abrí, literalmente, a lo femenino en todas sus ver- siones, en todas sus formas, y muy especial- mente a lo que representa en cuanto al juego, a la rendición y al disfrute.
  • 69. Así fueron los meses en los que fue concebido nuestro bebé; gozosos, curiosos, fueron momentos de apertura y de transmu- tación, de re-descubrimiento de mi cuerpo, de la sensualidad, del juego y de la confian- za en lo que no se ve... Agradezco mucho los encuentros que tuve en aquellos meses aquí y más allá, sobre todo a partir del Equinoccio de Primavera, y que me ayudaron a crecer, a sanar y a comprender y poner más conciencia en todo el proceso. Empezaba a sentir cómo mi cuerpo se iba preparando, de manera natural, para recibir la maternidad. Mis caderas se fueron abrien- do y ensanchando (lo cual resultaba bastante molesto, la verdad), y algo se movía energéti- camente en mi vientre, pues estuve muy mo- vilizada sobre todo en la primavera del 2009. Para mí, el momento de la concepción (no confundir con fecundación) llegó durante el Solsticio de verano, en París. Fue un momen- to muy mágico, en el que tanto Alex como yo sentimos la presencia de alguien más con no- sotros, compartiendo una unión muy especial que teníamos en aquel momento. Fue como un “acoplamiento a tres”, un momento de mu-
  • 70. cha conexión, un momento muy amoroso y eterno... Todavía pasarían dos o tres semanas para que se produjera la “fecundación”, o sea, lo que se suele llamar “quedarse embarazada”, pero nunca olvidaré el hermoso momento que vivi- mos en la ciudad de la luz,la ciudad del amor... Una ciudad también dedicada a la Diosa Isis, Diosa Madre, también llamada “Gran Maga”, “reina de los Dioses”, “Fuerza fecundadora de la Naturaleza”, “Diosa de la maternidad y el nacimiento”... Y sí, ¡al final va a ser verdad que los niños vienen de París...! Noraya Kalam Llinás, 40 años, mamá, terapeuta, Madrid (España)
  • 71. Teníamos todo perfectamente planeado; des- pués de cinco años de relación, la mayoría de los cuales estuvimos viviendo juntos, íbamos a casarnos y enseguida intentaríamos ampliar la familia. Pero, muchas veces, pensamos que consegui- remos lo que deseamos cuando queramos. No tenemos en cuenta que hay cosas que nos superan y sobre las que no tenemos ningún control. Y eso es lo que nos ocurrió. Dábamos por supuesto que en cuanto decidiéramos te- ner un hijo así sería. Ni por un momento pen- samos que no pudiera ser de otra forma. Pero las semanas, los meses, fueron pa- sando y no nos quedábamos embarazados. Pasó un año, que era el plazo que los médicos nos dieron como “normal” y empezó el largo calvario por análisis, citas médicas que pare- cía que nunca llegaban, resultados de prue- bas que nos decían que todo estaba bien... Como no cumplía los parámetros para que se me incluyera en la lista de reproducción asis- tida de la sanidad pública, recurrimos a una amiga médica a la que estaré por siempre agradecida, que me presentó a un compañe-
  • 72. ro especialista en ginecología. Con un solo mes de tratamiento fue suficiente. Hoy creo que la frustración que sentí, el temor a no poder tener hijos y la felicidad de saber que estaba embarazada, fue el inicio de un camino hacia la conciencia de ser madre. Silvia, 36 años, mamá de Enara, gestora de banca. Bizkaia (España) Al cabo de cuatro meses de decidir ser pa- dres, me quedé embarazada. Recuerdo que en mayo no me venía la regla. Yo tenía una sensación extraña, y les comenté a unos ami- gos que creía estar embarazada. Entonces con mi pareja nos fuimos fuera el fin de se- mana y compré un test de embarazo. En el test no apareció la rayita, pero al cabo de una hora, apareció una tímida y difusa línea. Fui- mos a la farmacia para preguntar qué signifi- caba aquella pequeña línea y nos dijeron que aunque apareciera una mínima señal, estaba embarazada. En cambio, en otra farmacia nos dijeron que era confuso. Aquella noche me vino la regla.
  • 73. Como sentía alguna cosa extraña, le comenté a mi pareja que prefería usar pre- servativos durante el mes siguiente y luego ya seguiríamos buscando. Esto fue así, al menos hasta el día de San Juan. Celebramos la ver- bena en casa de unos amigos cenando y dis- frutando de una fiesta. Durante la noche hice un conjuro para pedir quedarme pronto em- barazada. Cuando llegamos a casa hicimos el amor. Y ya no me vino la regla. Estaba emba- razada desde el la noche mágica de San Juan. Elitsibeta, 37 años, mamá de Eric, psicóloga y maestra. Barcelona (España) Tú, hijo mío, naciste en mis sueños. Allí lle- gaste. Allí te vi por primera vez. Con mis ojos cerrados, unas veces por el sueño y otras por el ensueño, viniste a mí. Yo te busqué. Nos en- contramos. Y así empezó la historia de tu vida junto a la mía. Así lo sentí y, después, sólo di los pasos para cumplirlo, porque ya estaba sucediendo. El primero fue buscar la inseminación artifi- cial, porque no tenía pareja y fue el paso más coherente para mí. Para mí pensando en ti.
  • 74. Dar ese paso para cumplir un deseo tan in- menso fue una de las sensaciones más plenas que he sentido en mi vida. Abandonarme a esa pasión por decisión propia, íntimamen- te, llenó mi alma de fuerza y de una decisión inamovible de querer, de ser, de buscar, de encontrar en la esencia. Así se abrieron ante mí, durante el embarazo, multitud de caminos insospechados. Para cuando comencé a sentirte dentro de mi vientre, tu latir ya era el latir del mundo, de la humanidad entera, porque nunca antes había sentido un pulso tan intenso como ese. Irene, 42 años, madre de Rafael, ingeniera. Madrid (España) Mi embarazo no fue planeado, si bien pensa- do y añorado en algún momento de mi vida, no fue decidido por mí en aquel momento. Desde el minuto cero tuve miedo. Pensaba que por mi personalidad y todo lo que había leído y descubierto, estaba preparada para ese momento, pero no fue así. Un miedo que me paralizaba, mucha emoción retenida, y la verdad, no sabía cómo expresar mi alegría,
  • 75. porque en el fondo sentía mucha felicidad, pero era nublada por mis temores. Temía ilusionarme, yo misma, mi pareja, mi fa- milia y amigos. Era un miedo incontrolable a que ese ser que me había escogido como su madre, decidiera que no lo merecía, y se arre- pintiera de su decisión. No me sentía ni tan buena, ni tan correcta, y con muchas imper- fecciones para poder llevar a cabo la tarea. Silvia, 39 años, mamá de Nicolás y Milena, contable. Buenos Aires (Argentina) Fue un camino principalmente largo y lento. Desde que decidimos que nos gustaría ser padres hasta que supimos del embarazo tu- vimos que pasar por muchas etapas. La etapa de probar lo normal, tener relaciones y es- perar la retirada de la regla, la etapa de las pruebas simples buscando un problema de fertilidad aparente, la etapa de ir a por ello un poco más en firme, cuando pensamos que era el momento de buscar una clínica espe- cializada en reproducción, pasando por prue- bas duras para mí y el sometimiento a dos tra- tamientos, dos inseminaciones artificiales que
  • 76. acabaron en negativo las dos. Y para finalizar, la decisión de someterme al tratamiento que nos trajo el tan buscado embarazo, la in vitro. Todo esto pasó en cinco años, en los cuales nos tomábamos nuestras pausas en el reco- rrido. Grandes descansos que nos ayudaba a atravesar el camino con aceptación. Flappergirls, 39 años, mamá de Pirata, maes- tra. Madrid (España) Me quedé embarazada con 23 años. Siem- pre fui una niña muy madura para todo. Mis padres siempre me lo decían, pero en el mo- mento en el que mi test de embarazo dio po- sitivo me di cuenta de que la mujer que creía ser o que los demás creían ver, no era más que una niña llena de miedos y ansiedades. Mi embarazo no fue buscado, pero tampoco poníamos medios, era como jugar con fue- go, con la incertidumbre del qué pasará. Mi pareja y yo llevábamos un año de relación. Estábamos ahorrando para comprarnos una vivienda. Una pareja normal de jóvenes que empiezan a vivir. Y de repente, ahí estaba,
  • 77. sentada en el baño de mis padres a escondi- das, con mi novio haciéndome un test. Ense- guida las dos líneas se dejaron ver y mi vida cambió para siempre. Él opinaba que quizás era un poco pronto, que deberíamos pensar si seguir ade- lante. Y yo, inmadura, con millones de mie- dos, de dudas y sintiéndome más pequeña que nunca, tenía una idea muy clara. Ese ser que crecía dentro de mí no era culpable de mis juegos e irresponsabilidad. Mi novio de- cidió apoyarme y así llegó uno de mis tesoros más preciados, mi hijo. Rosa María Sánchez, 29 años, mamá de Israel y Valeria, dependienta. Sevilla (España)
  • 78. Una gran escalera de caracol. Esa es la ima- gen que me viene a la mente si pienso en cómo ha sido el camino que he (hemos) re- corrido desde el día en que verbalizamos que queríamos ser mamá y papá. El primer peldaño de esa espiral de ba- jada al inframundo más oscuro, la dificultad para quedarme embarazada. Parece tan fácil, tan sencillo, todo el mundo lo consigue… y yo no lo lograba. Un aborto en la semana doce, mi hija no iba a nacer. Un segundo embara- zo, un saco gestacional vacío. Bajamos varios peldaños de golpe. Pruebas genéticas, profe- sionales que no te ven como una persona y a los que no les importa tu historia, hospitales, tecnicismos… Y seguimos bajando; soledad, llanto, duelo, introspección… Y de repente, un día, empiezas a darte cuenta que ya no ne- cesitas bajar más, que puedes subir también. Y despacito, de la mano, subimos un escalón, y luego otro y otro, y otro más… Sales al mundo exterior, una mañana, más sabia, más mujer, mamá al fin y al cabo, aunque los demás no lo entiendan. Te da el sol en la cara, aprendes de nuevo a sonreír, juegas, disfrutas de la vida que llama a otras
  • 79. puertas, de verdad, de corazón… Y entonces, apareces tú, primero intuición, luego rayitas en la prueba de embarazo, y 36 semanas más tarde, como si de un regalo inesperado se tra- tara, le digo a papá: “creo que he roto aguas”. Y vamos de la mano, como siempre, a conti- nuar con nuestra historia de amor en espiral. Espe, 42 años, mamá de Nala y Gael, doula y terapeuta. Zaragoza (España) Reconocer que la maternidad no es una deci- sión tomada de forma consciente y meditada como opción personal, no es fácil. En muchos casos forma parte de las etapas vitales por las que una pasa de forma natural casi sin darse cuenta: crecer, estudiar, trabajar, casarse y… tener un hijo; así de simple y así de transfor- mador. Pero eso se aprende después. Así pues, llega ese momento en la vida en que se desea un “embarazo”. Claro que yo no lo llamaba así; como muchas otras muje- res, me decía que quería tener un hijo, aun- que ahora sé que realmente buscaba alcanzar un hito en una larga carrera sin haber reflexio-
  • 80. nado lo suficiente en el siguiente paso: ser madre; suponía que esto llegaría por sí sólo y de forma natural una vez conseguido el obje- tivo marcado. Cuando consideré que era la etapa adecuada anhelé con gran intensidad “tener un hijo”. Entonces llegaron los problemas: después de casi un año intentando conseguir un embarazo sin éxito, acudimos a los médi- cos quienes diagnosticaron un problema de fertilidad importante en mi marido. Una vez asimilada la realidad, sin caer en la desesperación, iniciamos el largo pro- ceso de la fertilización asistida. Este proceso, en el que dejas en manos de terceros el cum- plimiento del deseo íntimo de tener un hijo, confronta a cada miembro de la pareja con sus propios miedos y angustias, pero permi- te abrir caminos de superación y de conoci- miento mutuo. Cada uno en la pareja vive esta etapa de forma diferente. En nuestro caso, él asu- mió con serenidad su problema de fertilidad y aceptó iniciar el proceso médico como me- dio para conseguir nuestra meta. Para mí fue
  • 81. fundamental ver su actitud confiada y tran- quila, pero, sobre todo, percibir su propia autoestima. Él no se sintió menos “hombre” por descubrir su problema de fertilidad, no se dejó llevar por la desesperación ni se sintió humillado o inferior, sentimientos que, tal vez, podrían haber surgido en su virilidad herida. Intenté no culparle ni rechazarle,le traté con comprensión y sin recriminación; haberlo hecho de otra forma hubiera sido completa- mente injusto. Sin embargo, los sentimientos pueden salir a borbotones y es fácil mezclar dudas y reproches, algunos originados por heridas distintas, por lo que, alguna vez, tuve que controlarlos para que no lastimar a quien amaba. Afortunadamente, todo esto permitió que nuestra relación amorosa y sexual no se viera dañada y nuestra pareja se mantuvie- ra fuerte. Así pude aprender, a través de sus ojos, que si nosotros mismos nos amamos, nos respetamos y nos valoramos los demás nos acogerán con la misma comprensión y aceptación.
  • 82. En cambio, reconozco que no viví el proceso médico de forma tranquila, a pe- sar de los buenos profesionales con los que tratamos. Aunque éramos jóvenes, el proce- dimiento fue lento y cada paso se me hizo eterno, parecía que nunca se acababan las pruebas. El problema original era de él, pero sentía que era yo la que debía sufrir las con- secuencias: pinchazos con altas dosis de hor- monas, análisis, ecografías, sedación para la extracción, reposo en cama, etc. Supongo que el chute hormonal no ayuda a llevar este proceso con calma y magnifiqué las dificulta- des haciendo que viviera esta etapa con cier- to sentimiento de víctima. Pero una vez más, aprendí que yo elijo los sentimientos con los que recubro mis experiencias y que en mi in- terior está la capacidad de decidir los colores con los que pinto las escenas de mi lienzo. Felizmente, tras un largo proceso, na- ció un bebé precioso y, aunque no lo sabía, también nació una madre nueva, que no era la misma mujer que deseaba un embarazo, pero que desnuda como su bebé recién sa- lido, tendría que aprender mucho sobre ella misma, sobre la personita que viviría pegada
  • 83. a ella los próximos años y sorprenderse por la gran transformación que la maternidad ejer- cerá en su vida. Marta García RN, 39 años, mamá de Jaime, Daniel y Guille, ingeniera agrónoma. Madrid (España)
  • 84. CÓMOSUPEQUE ESTABAEMBARAZADA —“Nunca es más evidente la conexión o desconexión de la mujer con su guía interior que durante el embarazo”. Dra. Christiane Northrup Sé que mi historia de cómo lo supe a algunos les resultará un tanto rara, pero es así y creo que debo compartirla. Fue en mi primer em- barazo. Una mañana de verano, al levantarme y cuan- do me disponía a vestirme, noté como una fuerza arrolladora de amor me rodeaba y en- traba en mí; Supe en ese mismo momento que era mi hijo, y que había quedado emba- razada por el fuerte sentimiento maternal que me embargó; lo sabía mi cuerpo, lo sabía mi espíritu, y todo mi ser se llenó de gozo.
  • 85. No me hice prueba alguna para corro- borarlo, el embarazo se manifestó por sí mis- mo, claro está. Abedul, 52 años, 5 hijos. Antas de lla, Lugo. (España) Llevaba unos días un poco rara, me encon- traba bastante sensible por todo, cualquier cosa me hacía llorar o emocionarme al extre- mo. Estaba convencida de que era mi particu- lar síndrome premenstrual, que siempre me arrancaba alguna que otra lágrima. Sin embargo esa noche al acostarme tuve un sueño. Estaba en un lugar descono- cido para mí, pero a la vez me resultaba muy familiar. Era un sitio hermoso, lleno de una vegetación cuya belleza rozaba lo irreal. Yo me encontraba muy tranquila y caminaba casi flotando, me sentía muy ligera. En un abrir y cerrar de ojos me encontré en otro sitio, den- tro de una especie de cúpula que hacía la fun- ción de templo y allí estaba mi abuela. Ella iba toda vestida de blanco, era muy joven, su pelo muy bonito con un peinado sencillo pero muy bello. Me dijo que estaba embarazada y que
  • 86. se alegraba mucho por mí. Yo la miré incré- dula al principio y muy ilusionada después, sabiendo que era cierto y que en unos meses me convertiría en madre. Al despertar me encontré sonriendo y con una paz infinita. Dos días después me hice un test de embarazo y aparecieron las dos rayitas que me cambiarían la vida. María Sánchez Mateo, Mamá de Gema y re- cientemente de Elisa. Cartagena (Murcia) La forma en que me llegó la certeza de estar embarazada fue para mí una confirmación muy hermosa de mi conexión con mi intuición y mi cuerpo, y el comienzo de una relación mágica con mi hijo que tanto disfruto y por supuesto pude disfrutar en esos meses de ab- soluta fusión.
  • 87. En ese momento estaba haciendo un trabajo personal a través de los arquetipos femeninos. En una meditación, frente a una copa con agua, me resultó muy curioso per- cibir que algo me inquietaba. Era como si a la copa “le faltara algo”. Así que abrí los ojos y sentí el impulso de meter un huevo de cuarzo en ella. Y me escuché a mí misma decir: “¡Eso es!”. En ese momento sentí que muy pronto llegaría ese embarazo que tanto deseába- mos. Y fue unas semanas más tarde en un viaje en crucero cuando recibí la confirmación de que estaba embarazada, también de una forma un tanto curiosa. Estaba algo revuelta, con mareos puntuales, pero mi “consciente” me decía que era algo normal, cuántas perso- nas no se marean cuando van en barco. Una noche soñé que iba a la consulta de la mé- dica del crucero, una mujer hermosa, sabia y amable. Me sentaba delante de ella y antes de decirle ni una sola palabra me decía: “Tú sabes muy bien que tu mareo no es por viajar en barco. Estás embarazada. ¡Enhorabuena!”. Aunque tuve que esperar unas semanas aún para confirmarlo, mi mente subconsciente, que siempre tiene un contacto mucho más
  • 88. directo con el cuerpo, ya lo tenía claro. Y yo sentí esa certeza, ahora unos años después me encanta contarle a mi hijo esa forma tan especial de recibir la noticia de su llegada a mi cuerpo y a nuestras vidas. Esther Santiago Hernández, 36 años, mamá de Nohan, psicóloga y musicoterapeuta. Pinto, Madrid (España)
  • 89.  ELEMBARAZO, ME PREPARO PARA SER MADRE... CÓMOVIVÍMIEMBARAZO — “Cada uno de nosotros sabe en un nivel celular profundo cómo nuestra madre se siente como mujer, lo que ella cree acerca de su cuerpo, cómo cuida su salud, y lo que cree que es posible en la vida ... Si estaba temerosa, ansiosa, o profundamente infeliz en su embarazo, nuestro cuerpo lo sabe. Si se sentía segura, feliz, y satisfecha, también lo sentimos”. Dra. Christiane Northrup Antes de quedarme embarazada pensaba que este período de la mujer era como una época de estado de gracia. Me fijaba en las que ya habían iniciado esta etapa de prema-
  • 90. má, con sus redondas barrigas, y tenían un halo tan mágico y radiante, que creía que de- bían sentirse especiales. A los veintisiete años me quedé emba- razada de Roger y no encontré el estado de gracia por ningún sitio. Vomité a menudo du- rante los cinco primeros meses y sufrí de le- ves mareos durante todo el embarazo. Cuan- do me quedé embarazada de Alba la cosa no fue diferente a nivel orgánico. Más mareos, más vómitos y mucho más cansancio y debi- lidad. Un día llegué a pensar incluso que no saldría, que me moriría. Ese día comencé con vómitos continuados por la noche, una vez, dos, tres, cuatro, seis, doce… Llegué a contar en una hora siete paseos al lavabo, y siempre conseguía echar algo de mi cuerpo aunque no hubiese ingerido nada. Fue increíble. Aún recuerdo claramente la sensación, como si fuese ayer, de estar sentada en el suelo del baño, abrazada a la taza del váter, pensan- do que si seguía así no iba a poder resistirlo. En mi vida me había sentido tan débil y tan mal, me dolía todo el cuerpo especialmente el estómago, tenía la tráquea ardiendo y no podía más. Llevaba muchos días pasándolo mal pero aquellas horas que llevaba así eran
  • 91. el colmo, quizá debería haber ido al hospital, pero era de noche, tenía a mi hijo de dos años durmiendo a mi lado y no tenía con quien de- jarlo. Así que le pedí a mi marido que me pre- parase una botella de agua de mar isotónica para hidratarme y con mucha paciencia iba bebiendo sorbito a sorbito. Poco antes de pedirle a mi marido el agua de mar estaba en el cuarto de baño, vi- viendo uno de los peores momentos del em- barazo, llorando de puro cansancio. Pensaba en esos momentos que yo tenía que poder con el embarazo, que tenía que llegar al final en esta carrera de fondo y quería llegar bien junto a mi hija. Sentí en esos momentos mucha fuerza y determinación y si bien no sabía qué iba a pasar en el camino, tenía la certeza de que yo estaría dispuesta a luchar por las dos. Creo que fue por mi decisión, entre otras cosas, que a partir de ese momento em- pecé a encontrarme mejor. Todo pasa y llega a su fin, y en general me queda un buen re- cuerdo de ambos embarazos ya que aprendí muchísimo en el transcurso. Y ambos fueron el revulsivo inicial que me permitieron con- vertirme en la mujer que soy hoy día, mucho
  • 92. más consciente, valiente, realista y capaz. Elisabet Fernández Ruiz, 31 años, mamá de Roger y Alba, consultora y terapeuta holística. Tortellà (España) El embarazo fue todo un viaje de reencuentro con mi cuerpo, llevaba algunos años hacien- do danza y Yoga, pero jamás había sentido mi cuerpo tan poderoso y tan vivo. En mí desper- tó la consciencia de la vida, los árboles, las flo- res, las aves y sus cantos, las mariposas y todo lo que se manifestaba de la vida en la tierra me conmovían profundamente. Empecé a sentir una fusión entre mi cuerpo, el cuerpo de mi hija, el de mi pareja y todo lo que habita la tierra. Cuidar de mi era cuidar de mi bebé, como cuidar a la tierra. Las plantas de la casa comenzaron a crecer, a estar más verdes. Mi cuerpo junto con el de mi bebé crecía, sen- tía, el amor hacia todo se manifestaba con el sólo hecho de sentir los movimientos de Ma- ría dentro de mí. Lila, 25 años, mamá de María. (México)
  • 93. Al principio cuando me enteré que estaba embarazada sólo quería abortar. Mi parte ra- cional me decía que no podía tener un hijo con una persona que apenas conocía en la intimidad y con las circunstancias económicas restrictivas. Sin embargo, el día que me realicé la primera ecografía mi ginecólogo me aconse- jó que reflexionara sobre abortar puesto que no era coherente querer abortar y proteger el estado psicofísico del feto. Y vamos si re- flexioné, me hice hasta un DAFO de esos que tanto practiqué en la carrera de Trabajo Social para tomar con conciencia el compromiso de ser madre. Desde ese momento viví mi emba- razo con consciencia, me comuniqué con pro- fundidad con mi bebé y disfruté de cada eta- pa. Cuidando mi mente y mi cuerpo aunque viviendo con tristeza la ausencia de un padre que cada vez se hacía más evidente que no quería asumir este compromiso. Almudena, 37 años, mamá de Ángel, trabaja- dora social y profesora de Yoga. Los Abrigos, Tenerife (España)
  • 94. Mi situación emocional a lo largo del embara- zo no fue fácil, me embaracé a los tres meses de estar en una relación, bella y chispeante, me embaracé enamorada y me embaracé sin planearlo de un hombre algunos años mayor que yo. Él acababa de perder a su padre y una relación de siete años, de la cual aún no es- taba desenganchado. Esto hizo que la deci- sión de continuar el embarazo no fuera fácil. El amor y la vida se impusieron ante la confu- sión mental y emocional. El embarazo fue sa- ludable salvo mi presión que bajaba mucho. Yo seguí mi vida bailando, dando clases, has- ta que a los siete meses, un sangrado fuera de lo común me hizo parar e irme a mi casa a ordenar el nido, tanto interno como externo, a descansar, a conectar con mi bebé y con mi cuerpo, a prepararme para dar a luz. Alhelí Pérez, 38 años, mamá de Layla Yumari. (México) Quedé sin aire. En un estado de profundo y absoluto silencio. Suspendida en una burbu- ja. Todo se detuvo en ese mutismo. Todo co- menzó a girar más lento. Floté dentro de esta burbuja durante nueve meses.
  • 95. Me costaba mucho ubicarme en el tiempo y el espacio. No era dueña de mis emociones y sin embargo avanzaba dentro de esa burbuja, en ese silencio, en ese hacer- se todo más lento. Todos esperaban de mí cosas distintas, lo que “normalmente” deben hacer las mujeres que están embarazadas. Yo sonreía poco. Mis ojos redondos y nostálgi- cos eran ausentes. Dos amigas contemporáneas estaban también embarazadas. Cada niño con un mes de diferencia. Sentí un gran alivio de poder compartir este suceso paralelamente con dos grandes amigas. Tres procesos distintos de maternidad. Yo no podía entender ni co- nectar ni sentir lo que ellas me expresaban. Muchos me señalaban porque no podía mirar de otro modo, sentir de otro modo, respirar de otro modo ni vivir como mariposa de flor en flor. Quedé sin voz. No podía interiorizar mi nuevo estado. Estaba en una gran burbuja de silencio que hacia involuntariamente todo más lento y desde que me recuerdo he gira- do en mil revoluciones. Pero aquella burbuja en la que me sentía suspendida me obliga- ba a ir en cámara lenta. No podía controlar mis emociones, cualquier cosa era más fuerte
  • 96. y hacía un gran ruido, por ejemplo el sueño que se apoderaba de mí sin darme cuenta. Por ejemplo las lágrimas que brotaban sin razón. Algunos callaban por prudencia. Otros murmuraban sobre lo extraña que era. Me ob- servaban como a una extraterrestre y así me sentía algunas veces frente a mis preguntas sin respuestas. Afortunadamente había un cómplice, mi compañero, la palabra fecunda me acompañaba y con una sonrisa cargada de ternura parecía entenderme. Esto era un oasis de gran fortuna pues mi olfato estaba increíblemente sensible y percibía cualquier olor a largas distancias. No soportaba el olor de ningún otro hombre diferente a este abra- zo que me acompañaba y consolaba en silen- cio de día y de noche. Diariamente me preguntaban, ¿Puedo tocar? ¿Ya se siente? ¿Ya se mueve? Yo no po- día sentirlo, en realidad no podía creerlo. Casi no se notaba. Pensaba que tal vez dormía pro- fundamente. Me sentía perpleja y curiosa. Me sentía una niña que tímidamente intenta introducir muy lentamente su pie des- calzo en el lago profundo, misterioso y que observa si alguien la mira.
  • 97. Es que no me lo esperaba. Lo creó su padre con su palabra fecunda. Lo creó una noche fría frente a una fogata en medio de un bosque oscuro, acompañó la palabra con su armónica y con sus ojos de miel que endulza- ban el olor del viento. Nació de la palabra an- tes que de la carne. Las estrellas, fecundaron la palabra mucho antes de hacerse semilla. Había escuchado que cada ser nace del sue- ño y el anhelo de su madre. Puedo decir que mi hijo ha nacido de la palabra de su padre cuando yo… ya había perdido el sueño y el anhelo era lejano tras dos pérdidas justifica- das medicamente y sin mucha esperanza. Soñamos con milagros pero cuando ocurren quedamos mudos. Me sentía una niña asustada y taciturna. A la vez sentía una llama sagrada dentro de mí que anunciaba una gran transformación, el asomo de una Mujer-Loba fuerte y valiente que ahora tenía una manada por la cual podría dar la vida. Mi hijo nació de la palabra de su padre y de mi silencio. Me costaba mucho hablar- le. No podía creer nada de lo que pasaba, ni cuando veía la ecografía, simplemente no lo
  • 98. creía…ni cuando de repente comenzó a cre- cer y mutar todo mi cuerpo… me sentía ex- traña. No podía conectarme y muchas veces en soledad mi elipsis se transformaba en es- truendosa culpa. Todo esto pasaba de modo incom- prensible. Apareció algo que lo cambió todo. Una gran excepción; En la cita de control mé- dico, por primera vez, en un aparato amplifi- cador escuchaba el sonido del tambor de su corazón dentro de mí… un sonido galopan- te y fuerte… era el sonido de la vida misma con toda su imperiosidad. Entonces sentía el llamado, entonces ese sonido hacía eco per- manente en mi corazón y retumbaba todo dentro y fuera expandiéndose… y esta músi- ca me llevo a un nuevo mundo… al encuentro conmigo misma. A una búsqueda sagrada, a recorrer un camino para llegar a mí misma, era la antesala para mirar y sentir este nuevo ser y su significado. No tenía idea de lo que ocurriría tras el miedo. Era el sexto mes de gestación, aun no podía hablarle, era mucho más sencillo para su padre leerle un poema, hacerle chistes, saludarlo, tocarle un instrumento y cambiarle
  • 99. cien veces el nombre en un día, yo solo me reía y aún me sentía extraña. No tenía idea de cuál sería su nombre, no creía aún que dentro de mi pudiese haber un ser que al llevar un nombre se convierte en persona. No tenía un solo pañal comprado, ni sentía temor del par- to ni emoción por el baby shower y los prepa- rativos y listas interminables de pendientes en el que andaban mis amigas embarazadas. Yo prefería resguardarme en mi casa, en mi sigilo y con mi compañía más cercana y aromatizada. Para bailar, cocinar, darme ba- ños interminables de agua caliente, caminar desnuda en casa y así mismo bailar zamba y disfrutar el único lugar donde me sentía plena y sin murmuraciones ni miradas. Donde dis- frutaba mi increíble metamorfosis. Intentando escuchar aquel galopante sonido sin poder conseguirlo… observaba durante largos ins- tantes mi cuerpo cambiante. Al mismo tiempo, mi sentido de res- ponsabilidad aumentó a su nivel más alto. Todos los cuidados al orden del día, vitami- nas, comida sana, y excelentes hábitos hacían parte de mi vida ahora, una fuerza me movía instintivamente a hacerlo.
  • 100. Pero entraba al mes octavo y aun no te- nía ni el nombre de mi primogénito varón, ni pañales, ni podía hablarle a mi barrigota. Aún continuaba sin creerlo completamente, para mí era el misterio más increíble del universo. Sucesos inesperados sacudieron mi burbuja y necesitaba escuchar esa música de ese tambor de fuego. Añoraba y proponía visitas a la ginecóloga para escucharlo una y otra vez hasta interiorizarlo y llevarlo conmigo cada instante. Este sonido me curaba. Me sa- naba. Era un encuentro con algo fuerte y sa- grado. Este sonido fuerte era una clave tonal que hacia vibrar algo dentro de mí y encen- derse. Acudí al llamado. Inicie esta búsqueda hermosa, de lectura, de conexión con todo a seguir el sonido y el camino que me señala- ba. Inicié paso a paso lentamente y todo fluía comencé a escuchar mis latidos a danzar con este tambor todo era un puente necesario, inicié Yoga, asistí a terapias de reiki y a cere- monias de temazcales, comencé a pintar un mandala hermoso para él que hoy adorna su espacio.
  • 101. Todo comenzó a fluir con el impulso de este tambor, el camino se hacía hermoso, a mis pasos brotaban personas hermosas, un camino acompañado de mujeres todas ma- dres de todas las edades, sabias y fecundas, me enseñaron a escuchar cuencos tibetanos y hasta mi propia voz, mi propio latir, compar- tieron conmigo su sabiduría como madres y me llevaron a lograr conectar a ser parte de la creación, fue un renacimiento y pude hacer- lo. Pude comenzar a llamarlo por su nombre, de la manera más hermosa comencé a soñar y escuchar la fuerza de este latido en mi interior. Cerca del nacimiento en un sueño muy bello sentí a mí hijo, no lo vi, lo pude sentir y me reveló su nombre: Alejandro. No había duda. Ese era su nombre. Valiente, Fuerte, Poderoso “El grande” y fue él quien me susurró al alma y allanó el camino para llegar y hacerse carne. Ahora podía verlo claramente desde la bur- buja en perfecta perspectiva. Brisa, 35 años, mamá de Azul, Medellín (Co- lombia) Durante el embarazo, la conexión con el bebé fue surgiendo con mucha lentitud.
  • 102. No me desesperé ni me esforcé, viví y valo- ré cada situación. Con mi panza también cre- cían incertezas y dudas. Busqué mantenerme tranquila y fui descubriéndome en un nuevo formato, una nueva diosa aparecía y se iba apoderándose de mí. Al ir descubriéndome, empecé a sentir la necesidad de diferenciar- me de lo que no coincidía conmigo (tenía en claro qué cosas no me agradaban por algún motivo), fui aislándome de los comentarios de experiencias ajenas donde no coincidía ideológicamente y buscando transitarlo a mi manera. Si bien todo conocimiento nutre, sentía que ciertos comentarios me hacán cier- to ruido interior. Es tan diferente el embarazo para cada mujer. En mi primer trimestre me dormí todo. Infinitas horas, solo así lograba mantener mi rutina diaria. Sabía lo que estaba viviendo, y si bien no dudaba, tampoco demostraba felici- dad. ¿Conexión? Cero. Ni siquiera quería en- frentar la situación de contarlo y menos que menos ¡recibir las felicitaciones! Decir que estaba embarazada era reconocer que había tenido sexo. Es obvio que las parejas adultas mantienen relaciones sexuales, pero no lo an- damos gritando por ahí. Si me preguntaban
  • 103. si lo había buscado, entonces tenía que reco- nocer que había tenido mucho sexo, si ¿eso quería saber? Si se alegraban por mi emba- razo ¿se alegran de que me esté por defor- mar, se alegran de saber que tuve sexo, o que ya no voy a poder hacer lo que quiera? Me surgían muchas dudas de las frases que escu- chaba. Y, sobre todo, me daba ¡vergüenza! Sé que en las preguntas había buena intención, pero no podía evitar sentirme muy incómoda. El segundo trimestre fue de mayor ple- nitud, ya era evidente mi embarazo y no me felicitaban tan regularmente. Con ciertos re- caudos logré hacer muchas cosas y disfrutar- las sin miedos. Viajamos, lideré una campaña de investigación en la Patagonia, me fui de campamento, bailé, caminé, probé comidas nuevas... Llevé adelante mis proyectos, sabía que debía aprovechar mi independencia. En las ecografías, hasta ese entonces, prefería no mirar la pantalla. Saber que todo estaba bien era suficiente. Me decían que disfrutara la co- nexión, pero no entendía a que se referían. En un recital de cuencos tibetanos sen- tí que el cachorro se movía por primera vez. Si bien me alegró, también me sentí poseída.
  • 104. Esta ambivalencia me acompañó hasta el fi- nal del embarazo. Fue por eso que empecé a indagar sobre qué estaba pasándome, pero con una mirada más fisiológica y de autoco- nocimiento que dé cómo va el desarrollo. Y claro, las páginas sobre maternidad no me ofrecían nada de lo que buscaba. Sentí que esas páginas y libros me trataban como una tonta que entiende poco de su cuerpo, a la que hay que decirle todo como a una nena pequeña. Entonces, busqué por otros lados. Y de a poco fui encontrando información que me informó de la manera que necesitaba. Bá- sicamente eran blogs de mamas o de doulas. Así, de la fisiología pasé a la neurobiología, al parto respetado, a valorar el cuerpo, a enfren- tar los miedos y las sombras, a buscar lo na- tural. No eran autores que hablaban de algo que les pasaba a los demás, sino relatos de mujeres y sus experiencias. Científicos que intentaban encontrar explicaciones a las re- laciones que veían o ellos mismos sintieron. De esta manera, con cada movimiento del cachorro en mi vientre se me sacudían ideas previas y rompían estructuras viejas y sociales. Pero fueron cambios muy internos, que tardé mucho en asimilar y más en reconocer. ¿Yo, la que no iba a tener hijos, disfrutar del em-
  • 105. barazo? ¡Ja! De ninguna manera iba a reco- nocérselo fácilmente a nadie. Tal vez por eso, del estado de desconexión pasé a una sutil e intermitente conexión, y sobretodo, muy ínti- ma entre mi panza y yo. Creo que respetar mi propio ritmo y evitar a rajatabla compararme fue una clave. El tercer trimestre coincidió con las vacaciones de verano. Muchos se fueron de vacaciones y yo seguí con mis averiguacio- nes navegando en la web y auto-reconocién- dome, ya anticipando el futuro próximo. Di con información sobre el llanto en los niños y su necesidad de apego, de piel, de olor a mamá. Descubrí las telas de porteo y entendí que eso era lo que yo necesitaba. Esa cone- xión por cercanía que me permitía movilidad. Siempre me pareció horrible el llanto de los bebés y los papás que no actuaban, la lejanía que imponen los cochecitos de bebés. Com- prendí que lo veía poco natural. Eso no pasa entre los demás mamíferos. Pero mi gran punto de cambio fue des- cubrir que la placenta estaba mal ubicada e impedía la salida del cachorro por vía vaginal, nos ponía en riesgo. Esa fue una ruptura in-
  • 106. terna, terminé por doblegarme. Ahí terminé de entender que necesitaba comprender lo que ese ser que me bailaba por dentro me enseñaba: calma y reposo, armonía y char- la, reflexión y comprensión. Mi tristeza por el parto natural que no iba a ser y las explica- ciones para que él dentro mío no se angustia- ra, poner en palabras todo lo que sentía y lo esperaba y también todo lo dispuesta a reci- birlo y cuidarlo que estaba, permitieron la co- nexión y el vínculo que debíamos establecer. Cuando nació aun no sabía todo lo que ya me había cambiado al elegirme y dejarme ser du- rante esos nueve meses que lo llevé dentro y sentí crecer. Cecilia D, 38 años, mamá de Sachayoj y en espera de otro bebé, bióloga. Buenos Aires (Argentina) Eran tantas las ganas de tener a mi hijo ya, que la idea de estar embarazada no me gus- taba nada. Tuve sentimientos contradictorios. Al principio recuerdo que lo pasaba fatal, no quería estar embarazada, no quería pasar por ese proceso.
  • 107. Cuando empezó a moverse, me sentía incómoda sabiendo que tenía alguien dentro de mí. Me daba repelús. Pero con el tiempo, si no sentía que se movía, me volvía loca pen- sando si estaba bien. En uno de sus estira- mientos vi como sobresalía la forma de una manita en mi barriga y me alteré tanto, que no quería tenerlo más en la barriga. Soñaba con tenerlo ya entre mis brazos. Pero al mis- mo tiempo, me gustaba cogerme la barriga y abrazarla sabiendo que dentro estaba mi hijo. El embarazo se me hizo eterno, me sen- tía impaciente y no quería estar tanto tiempo embarazada. Quería tener a mi hijo ya. Tina, 30 años, mamá de Enrique. (Suiza) Recuerdo el momento de la confirmación: en- valentonada, asustada, expectante, ilusiona- da, asustada….y casi todos los adjetivos que terminan en “-ada”. Domingo, 9 de la mañana, Clear Blue en el lavabo, yo en el salón, el papá vigilando el test...Y “Embarazo 2-3 semanas”, el papá se acerca, me mira y me dice ¡que sí! Cara de sorpresa, y abrazo de fusión. En ese momento sentí que firmaba un contrato de preocupación de permanencia vital don-
  • 108. de la primera cláusula era “¿estará bien todo dentro del saco? Lo siguiente que recuerdo es sentarnos y preguntarnos “¿Y ahora qué se hace?”, como dos niños que acaban de des- cubrir un tesoro. El embarazo lo viví muy ilusionada, emocionada y alucinada con que el cuerpo humano pudiera crear vida de esa forma. En- tendí que realmente esto era el milagro de la vida, porque tenían que darse tantas circuns- tancias para que el espermatozoide fecunda- ra el óvulo y todo empezara a marchar. Los primeros tres meses se vieron enturbiados por las famosas náuseas, pero aun así me en- contraba tan feliz de haberlo conseguido (en esa época la felicidad la demostraba desde el sofá de mi casa sintiendo un revuelto cons- tante). La expectación fue una nota común en todo el embarazo, nuevas sensaciones, agra- dables, menos agradables, alguna preocu- pación del tipo ¡madre mía, he comido una albóndiga un poco cruda!¡Me he comido una anchoa, pero ¿no se puede? ¡Si no sé ni cómo son las anchoas en origen! Blanca,35 años,mamá de Daniel,Madrid (España)
  • 109. El embarazo lo viví con mucha paz y sereni- dad. Mi cuerpo me lo pidió. Me sentía muy capaz y madura para hacerlo, además había vivido de cerca otros embarazos y eso es una gran ayuda. Confiaba plenamente en que todo iba bien, así lo sentía y las pruebas de los médicos para mí eran simples confirma- ciones. Tuve algún desacuerdo con ellos por no querer hacerme un par de pruebas, pero consideré que era más perjudicial que bene- ficioso y no veía la necesidad de hacerlo con las razones que me daban. Voy a contar mi experiencia al respecto por si le puede ser útil a alguna mujer. En pri- mer lugar, soy una mujer sana que me alimen- to saludablemente, hago ejercicio y no tengo antecedentes de diabetes. Y en el embarazo me estaba cuidando más aún si cabe. Pues bien, en la semana 12 quisieron hacerme la prueba del azúcar sólo porque era mayor de 35 años, cuando todos los demás valores es- taban correctos. Me negué y todo fue bien. En la semana 20 pasé la prueba corta del azúcar sin ningún problema (prueba que no hubiese querido hacerme si no fuera porque mi pareja me lo pidió, a lo cual accedí), y todo fue bien. Y en las últimas semanas quisieron hacerme
  • 110. la prueba larga del azúcar porque, según la ginecóloga, el niño era un poco grande. El ecógrafo dijo que estaba en los límites nor- males pero a veces son un poco cuadricu- lados y en vez de mandarme una ecografía futura, me mandó la maldita prueba. Le pedí si podía medirme el azúcar durante una se- mana o 10 días a cambio, ya que me habían informado de que daba el mismo resultado y se negó. Aun así conseguí un aparato de me- dir el azúcar y con ayuda de otras personas e información lo hice. Pasé unos días bastante angustiada por este tema, tuve que dar expli- caciones a la gente que me veía pinchándo- me durante esa semana y aguanté varios co- mentarios sobre el tema, pero no quería por nada del mundo darle un “chute” de azúcar a mi bebé… Me sentía fuerte por él. Mi pa- reja me apoyó con la decisión y eso también me ayudó. Qué contradictorio que te estén diciendo que no tomes azúcar y te manden esas pruebas a la primera de cambio, no pue- do entenderlo. Cuando le llevé los resultados a mi ginecóloga me dijo que lo había hecho muy bien aunque insistió en que era más par- tidaria de la prueba… Espero mi experiencia pueda servir a otras mujeres, al menos para que puedan tener la opción de elegir. Mi pa-
  • 111. reja y su familia son grandes y mi hijo tam- bién, cosa que mi ginecóloga nunca tuvo en cuenta, siendo algo tan lógico. Súperhada, 39 años, mamá de Jorgeras. Madrid (España)
  • 112. LAPREPARACIÓNALPARTO CONVENCIONAL¿SIRVE? —”Necesitamos encarnar la sabiduría que se filtra a través de todas nosotras, incluyendo lo que nos dicen nuestra mente corporal y nuestra guía interior.” Dra. Christiane Northrup Jamás olvidaré mi primera clase de prepara- ción al parto. Acudí muy ilusionada, la idea de un grupo de mujeres embarazadas sentadas en círculo y hablando sobre el parto me infun- día poder, hermandad femenina, empatía… Sin embargo, al llegar nos comunicaron que la clase consistiría en el visionado de un par de documentales. Cuando la matrona fue a poner el DVD y se dirigió a la sala diciendo “a ver, un hombre que nos lo ponga” supe que la cosa ya sólo podría ir a peor… Nos tuvimos que tragar un documental muy antiguo de imagen granulada en la que el na-
  • 113. rrador protagonista era un doctor muy serio con bata blanca y bigotito propio de épocas franquistas, explicando básicamente que “el parto es un proceso muy doloroso”, interca- lando en sus explicaciones imágenes de mu- jeres tumbadas en las camillas con brillantes camisones de raso celestes y rosas rematados con lacitos y el cabello de peluquería carda- do estilo años 70, todas ellas llorando en sus camillas como si estuvieran absolutamente desvalidas. No eran gritos desgarrados de es- fuerzo y poder, no eran rugidos de leona de parto salvaje a cuatro patas, eran llantos silen- ciosos de mujer-niña muerta de miedo, quieta y triste. Desolador. Tras varios minutos de estas imágenes acompañadas de la típica música de docu- mental antiguo, llegaba el mensaje salvador: “Pero no os preocupéis porque hoy en día la mujer no tiene por qué sufrir en el parto gra- cias a la epidural”. Y acto seguido ya todo fue información sobre la anestesia epidural: colo- cación, imágenes de la aguja clavándose en la espalda, acción de la anestesia, etc. Ningu- na imagen de parto, ni de cuerpo femenino, ni de bebés si quiera… Y ya las mujeres con los camisones horteras impolutos aparecían
  • 114. con una sonrisa de mona lisa y el niño vestido de batón impecable a su ladito en una cuna de metacrilato, en un supuesto posparto en el que ellas ni se habían despeinado. Después la matrona puso la parte final del documental “En el vientre materno” de la BBC, cuando se ve a la madre pariendo de pie con el cuerpo apoyado en la cama. Con los pujos resoplaba, gruñía, jadeaba y apreta- ba con mucha fuerza. La matrona entonces se apresuró a decir “no os asustéis porque gri- te, ahí ya no duele porque ya han puesto la epidural, está sólo gritando por el esfuerzo...” y muchas de las chicas sentadas a mi lado adoptaron expresión de “Ah menos mal, qué alivio…”. Yo estaba cada vez más perpleja y des- ilusionada con todo aquello, no podía creer- me que se enfocara el tema desde esa pers- pectiva tan deprimente. Después nos puso a mover los pies en círculos porque era bueno para la circulación y nos enseñó una especie de respiración jadeo que me dejó bastante mareada. Definitivamente, ésta es una prepa- ración al parto que NO SIRVE. En aquel mo- mento sabía que la epidural era una opción
  • 115. a mi alcance durante el parto y que si lo veía conveniente recurriría a ella, pero no me es- peraba en absoluto que la “preparación al parto” fuera así, parecía que nos iban a llevar a todas al matadero. No se habló nada del bebé, de lo que íbamos a sentir de verdad, de la importancia que tienen las contracciones, de nuestro cuerpo y nuestra naturaleza fe- menina, del momento inolvidable del primer encuentro, del piel con piel, del amor que te atraviesa incandescente desde el alma hasta los pies (madre mía qué poco sabía enton- ces...). Me atreví entonces a indagar un poco más en otras perspectivas: “¿Y qué pasa si no te pones la epidural?”. Todas me miraron fijamente con esa mezcla de sonrisita con- descendiente y expresión de “pobre criatura ignorante”. Una de las mujeres se apresuró a decir que lo mejor es ponérsela, que el dolor no se aguanta, que para qué, a ella le había ido fenomenal, salvo por que le entró fiebre bastante alta y perdió un poco de sensibili- dad durante unos días en un ojo, detalles sin importancia, pero por lo demás genial... En- tonces, viendo que nadie tomaba en serio mi pregunta, dije (y que se me perdone la men-