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Caminando hacia Jesús 1
José L. Caravias sj.
Catequesis bíblicas para jóvenes
I – Primer Testamento
Caminando hacia Jesús
Presentación
1. Abrahán y Sara se fían de un Dios nuevo que les promete felicidad
2. Isaac: A Dios no le gusta que se haga daño a los hijos
3. Jacob y Esaú: Dios no apoya la rivalidad, sino la unión entre hermanos
4. Moisés: Dios presente entre los oprimidos, pide compromiso con ellos
5. La Pascua, celebración de la fe en Dios liberador
6. Yavé y su pueblo realizan una Alianza: dos primeros compromisos
7. Normas básicas de respeto mutuo: 3º al 10º compromisos
8. Josué: Reparto de tierras según las necesidades de cada familia
9. Dios llama al joven Gedeón para que haga justicia
10. Dios llama al niño Samuel para que corrija a sus mayores
11. David y Natán: Un gobernante reconoce sus errores y pide perdón
12. Dignidad de la pareja humana
13. Las ingratitudes e infidelidades con Dios nos causan muchos males
14. Elías y Ajab: Yavé y Baal tienen proyectos opuestos
15. Primer Isaías: Dios santo, a quien ofende los rezos hipócritas
16. Oseas y Gomer: Dios fiel, que sabe perdonar y sanar
17. Dios llama al joven Jeremías para que sea su profeta
18. Ezequiel: Esperanza para los huesos secos
19. Ezequiel: El Buen Pastor nos dará un corazón de carne
20. Isaías júnior: Dios consolador
21. Salmos de confianza en Dios
22. Jonás: Dios universal que ama a todos
23. Rut: Dignidad de toda mujer
24. Job: Rebeldías sinceras contra Dios
25. La amistad, don de Dios
26. El Dios de los enamorados: Cantar de los Cantares
27. Tobías: amor familiar
28. Trabajo y ociosidad
29. Salud: cultura antigua y moderna
30. Daniel, eterno joven, fiel siempre a Dios
31. Los siete jóvenes mártires y la resurrección
32. La Sabiduría de saber reconocer y rechazar la idolatría
33. Esperanzas mesiánicas
Presentación de la catequesis bíblica
Poco a poco Dios fue manifestando su existencia y su forma de ser. Primero a través
de su creación. Más tarde, a partir de Abrahán, fue formando un pueblo especial, en el que
desarrolló un proceso de revelación progresiva a través del cual lentamente fue manifes-
tando su forma de ser y sus proyectos sobre la humanidad. Al final se manifestó de forma
más evidente a través de Jesús, Dios hecho hombre, en todo semejante a nosotros.
Dios nunca se impone a la fuerza. Él se da a conocer muy discretamente, según las ne-
cesidades sentidas de los hombres y su capacidad creciente de entenderle y vivirle. Se
ofrece, se insinúa, entra o se retira, según nuestro grado de aceptación de su presencia. Él
sabe respetar nuestros variados niveles de comprensión y asimilación de su realidad.
Nosotros, a través de la fe, aceptamos su existencia, y tocamos, por decirlo así, su
realidad. Pero cuando pensamos esa fe, y formamos nuestras “creencias”, comprendemos
sólo algo de su realidad, pero tenemos que reconocer que la mayoría de su existencia se nos
queda en la oscuridad y aun muchas de nuestras creencias quizás sean falsas. Dios es siem-
pre mucho mayor y mejor de lo que pensamos.
El pueblo histórico que Dios se fue formando, Israel, recorrió un largo camino de com-
prensión y asimilación de la existencia de Dios en sus vidas y en su historia. Y ellos, a través
de un largo proceso, fueron viviendo y escribiendo la experiencia de su Dios, tan distinto a
los otros dioses en los que creían los pueblos vecinos.
A la colección de libros que fueron escribiendo le llamamos Biblia. En ella se manifiesta
la historia de la maravillosa pedagogía de Dios, que fue paulatinamente manifestándose a
ellos, a partir de las necesidades sentidas de la gente y su capacidad de comprensión y asi-
milación.
Esa pedagogía de Dios es la que intentamos seguir en estos temas catequéticos. La
ciencia bíblica moderna ha investigado con seriedad la belleza de la revelación progresiva de
Dios a través de la historia y los escritos bíblicos. Nos ha aclarado las circunstancias histó-
ricas de muchos pasajes y el estilo literario del lenguaje usado en ellos. Podemos saber, con
suficiente precisión, en qué orden se fueron escribiendo la mayoría de los textos bíblicos. Y
todo ello contribuye a la mejor comprensión de los mensajes que Dios ha querido transmi-
tirnos.
Buscamos, pues, una mayor fidelidad a la experiencia bíblica originaria. Ponemos a dis-
posición de los catequistas de nuestras parroquias los hermosos adelantos bíblicos actuales.
Se escriben muchos libros sobre la Biblia, pero la mayoría de ellos no están al alcance del
pueblo, ni por su precio, ni por su estilo. En estos apuntes, pretendo poner lo mejor de ellos
al alcance de los catequistas, y por consiguiente, de nuestros niños y jóvenes, y por supues-
to, de sus papás.
La tarea no es fácil. Hay algunos pasajes que no se sabe bien cuándo fueron escritos.
Se debate mucho sobre ciertas interpretaciones. Pero podemos afirmar que muchos de los
avances de la ciencia bíblica actual ayudan eficazmente a conocer más claramente y más a
fondo el mensaje que nos quieren transmitir los pasajes bíblicos.
Queremos poner a disposición de los catequistas estas investigaciones bíblicas, pero
en la medida en que puedan ayudarnos en nuestras espiritualidad y nuestra pastoral. Mi es-
fuerzo se centra en expresar todo esto en lenguaje sencillo. He pensado mucho la selección
de los temas. Muchos ha habido que dejarlos fuera. Se podrían ver, ciertamente, otros te-
mas diversos. Pero me he limitado a los que me han parecido más convenientes, dentro de
los estrechos límites de 32 semanas anuales de catequesis.
Un criterio importante de selección han sido las necesidades de los jóvenes de los ba-
rrios marginales. Y siempre que he podido he preferido trozos narrativos. De todas mane-
ras, queda abierto el espacio para nuevos temas y, por supuesto, para todo tipo de sugeren-
cias. Lo importante es esforzarnos por respetar y seguir lo más cerca posible el proceso
pedagógico de formación de la Biblia adaptándolo a nuestro tiempo.
José L. Caravias sj.
Parroquia Sagrada Familia, Asunción 2005
jlcaravias@terra.com
Caminando hacia Jesús 1
1 – Abrahán y Sara se
fían de un Dios nuevo
que les promete felicidad
Texto: Gén 12,1-4; 15,1-6;
17,1-2; 21,1-7
Palabra central: FIARSE DE
DIOS
1. Leer los textos y contarlos.
Leer dos veces las citas se-
guidas, como un solo texto.
Después seleccionar la frase
más importante, mientras en-
tre todos van recordando la narración. Todo ello adaptado a la edad
y conocimientos de los participantes.
2. Aclaraciones sobre el texto
Estamos en el siglo 18 antes de Cristo. Abrahán y Sara eran pastores
ancianos, sin hijos, y por eso se los miraba como malditos de los dioses. Pero
un nuevo Dios les promete la bendición de tener descendencia y tierra propia
en la que poder vivir prósperamente. Y a pesar de las dificultades y la larga
espera, ellos creen en sus promesas. Este Dios nuevo les promete lo que ne-
cesitan para ser felices: hijos y tierra, o sea, familia y trabajo. Él es capaz
de cumplir estas promesas, por difíciles que parezcan, pero a su modo y a su
tiempo...
Ésta es la primera lección que pide Dios para empezar a caminar en su
búsqueda. Es que si no nos fiamos de Dios, todo lo demás es inútil. No se pue-
de seguir a alguien de quien uno no se fía.
Para empezar a formarse un pueblo Dios elige a una pareja que no podía
tener hijos. Pero, con su ayuda, lo consiguen. Con ello quiere comenzar el pro-
ceso de su catequesis bíblica subrayando que con su ayuda todo lo bueno es
posible, por difícil que parezca… Esta imagen inicial de Dios prometiendo y
dando felicidad es básica para iniciar todo proceso de catequesis.
Jamás empecemos la catequesis amenazando con el castigo de Dios. Hay
que suscitar la confianza en el Dios de Abrahán, que nos promete lo que nece-
sitamos para ser felices. Los otros dioses, en cambio, son crueles y castiga-
dores: piden a los pobres resignación ante la miseria que sufren y sumisión a
los poderosos...
La fe de Abrahán es modelo básico para todos nosotros. Tendremos que
esforzarnos en aclarar qué es lo que realmente esperamos de Dios. En el fon-
do es preguntarnos en qué Dios creemos. Tenemos que empezar rechazando
todo tipo de creencias en dioses terroríficos, raros, que sólo piensan en cas-
tigar…
Abrahán es el “padre de los creyentes” en el Dios bíblico.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Conocemos a gente que no se fía de Dios, y por eso tiene miedo de
acercarse a él?
b) ¿También nosotros a veces desconfiamos de Dios? Poner algún ejemplo
nuestro...
c) ¿Qué esperamos nosotros de Dios?
d) ¿Qué promesas nos hace Dios hoy a nosotros? ¿Creemos que se cum-
plirán?
e) ¿Por qué dice San Pablo que Abrahán es el padre de nuestra fe? (Ver
Romanos 4,18-22.
f) ¿Cómo podemos hacer crecer nuestra confianza en Dios?
4. Orar sobre la confianza en Dios:
Credo, esperanza, perdón, peticiones, gracias y alabanzas, como por ejemplo:
• Creemos, Señor, que quieres darnos todo lo que necesitamos para
ser felices.
• Sabemos que si nos fiamos de ti nuestra recompensa será grande.
• Esperamos de ti, Dios de Abrahán, la felicidad que nos prometes.
• Perdón, Señor, porque muchas veces no nos fiamos de ti.
• Te rogamos que lleguemos a ser padres y madres bendecidos.
• Gracias por el don de la tierra, que has creado para todos.
• Te bendecimos porque eres nuestro protector.
• Te prometemos educar a nuestros hijos de forma que sean bendición
para todos.
Cada uno podría decir en voz alta su oración según sus
sentimientos.
5. Despedida con un canto de confianza en Dios.
2 – Isaac: A Dios no le gusta que
se haga daño a los hijos
Texto: Gén 22, 1-19
Palabra central: NO DAÑES A TU HIJO
1. Leer el texto y recordarlo después entre to-
dos.
2. Aclaraciones sobre el texto
Abrahán se fiaba totalmente de su nuevo Dios.
Pero a veces lo confundía con sus antiguos dioses. Una práctica común entre
aquella gente era pensar que sus dioses les pedían sacrificios costosos y
crueles, como era, por ejemplo, sacrificar a sus hijos. Por eso pensó que su
Dios le pedía también a él esta “prueba”. Y este nuevo Dios le dejó hacer los
preparativos para dejarle bien claro al final que a él no le gustaban esas prác-
ticas asesinas.
Pero sí le agradó la disponibilidad de Abrahán para realizar tan gran sa-
crificio sin renunciar a la fe en que su Dios cumpliría sus promesas, deposita-
das en Isaac. La Carta a los Hebreos lo destaca en 11,17-19.
Todavía hoy mucha gente no se fía de Dios porque teme que le pida co-
sas crueles que les van a alejar de su felicidad. Por eso en la catequesis es
necesario insistir en que Dios jamás nos pedirá algo por encima de nuestras
fuerzas o que pueda apartarnos de la felicidad. El Dios bíblico es totalmente
fiable. No tiene nada de dictador caprichoso, que exige a sus devotos cosas
absurdas. Muchas veces confundimos las exigencias de los dioses paganos con
los maravillosos proyectos del Dios de Abrahán, en el que son benditas todas
las naciones.
Es triste cuando algunos padres causan daños a sus hijos creyendo que
así agradan a Dios. Reprimen las cualidades de sus hijos, en lugar de ayudar-
les a desarrollarlas, con lo cual sacrifican el futuro de sus vidas. La gloria del
Dios de Abrahán nunca está en sacrificar algo de la vida del hijo, sino en que
viva a plenitud y su vida sea bendición para muchos. Dios quiere la realización
plena de todas las lindas cualidades que él mismo ha dado a sus hijos, de for-
ma que de adultos mucha gente se alegre al sentir su cariño y sus servicios…
Hay papás que hacen sufrir dolores de muerte a sus hijos, retándolos
sin razón, acomplejándolos, castigándolos con violencia, o dándoles muy malos
ejemplos, como la borrachera o el mal trato entre esposos. Nada de eso
agrada a Dios. Él no es violento, ni antipático, ni represivo, como algunos pa-
dres... La forma de comportarse los padres con los hijos pequeños influirá
poderosamente en la forman en que luego ellos puedan creer en Dios.
Nuestro Dios de ninguna manera quiere, pues, que se haga daño a los hi-
jos, sino que se les ayude a crecer siempre, en edad, en sabiduría y en gracia.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Conozco a gente que no se acerca a Dios porque piensa que le va a pedir
cosas raras y aun violentas? Contar algunos casos concretos.
b) ¿Conozco a padres que hacen daño a sus hijos? ¿Qué pienso que agrada
más a Dios en el trato de los padres con los hijos?
c) ¿Cómo me gustaría que me tratara mi padre?
d) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse Dios?
e) Compromisos concretos que sacamos de este tema, como hijos o como
padres y madres.
4. Orar el mensaje: Credo, perdón, peticiones o acción de gracias:
• Creemos que Dios no quiere que se haga daño nunca a los hijos.
• Creemos que los padres están en lugar de Dios para ayudar a los hi-
jos a crecer en sus cualidades.
• Perdón, Papá Dios, porque muchas veces no creemos en los planes de
felicidad que tienes para con nosotros.
• Perdón por el mal trato que algunos padres dan a sus hijos.
• Te rogamos que ayudes a nuestros padres para que nos comprendan
y nos ayuden.
• Te rogamos que nos sepamos preparar bien para que nosotros lle-
guemos a ser buenos padres y buenas madres.
• Gracias por las ayudas que nos dan nuestros padres.
Siempre se ha de terminar la catequesis con estas oraciones u otras
parecidas, repetidas a coro por todos.
6. Despedida con un canto sobre la familia
Nota: Si los catequistas quieren profundizar en los mensajes de estas dos
semanas, pueden estudiar el folleto de Carlos Mesters llamado
Abrahán y Sara.
3 – Jacob y Esaú:
Dios no apoya la rivali-
dad, sino la unión entre
hermanos
Texto: Gén 32,4-13. 23-32
Palabra central: HERMANOS
UNIDOS
1. Leer el texto y contarlo hasta entenderlo bien.
2. Aclaraciones sobre el texto
Jacob se había portado mal con su hermano Esaú, pues le había engaña-
do para robarle sus derechos. Lo mismo hizo con su padre. Tuvo que irse le-
jos. Y después de mucho, al volver, tiene miedo de la venganza de su hermano.
Por eso le pide al Dios de sus padres que le dé fuerzas para poder vencer a su
hermano, al que reconocía más fuerte que él.
Manda a su familia por delante y antes de entrar en su tierra se queda
luchando con Dios durante una noche para que le fortalezca. Quiere conocer
el nombre de Dios para poder convencerlo. Pero Dios le golpea de forma que
lo deja rengo, o sea, físicamente más débil que antes, pero con una fuerza
interior nueva con la que pueda reconciliarse con su hermano. Por eso le pone
un nombre nuevo: Israel, que significa “fuerza de Dios”.
Le debilita en las fuerzas físicas, que él quería emplear contra su her-
mano, pero le fortalece en unas fuerzas nuevas que capacitan para el perdón
y la unión de hermanos. El Dios de sus padres, siendo fiel a sus promesas, no
estaba dispuesto a que Jacob estropeara con violencias sus planes de bendi-
ción familiar...
A aquel lugar en el que Dios cambió sus planes, Jacob lo llamó “cara de
Dios”, porque en él había entendido mejor los proyectos del Dios de sus pa-
dres. Su hermano dejará de ser un peligro, pero no derrotándolo con violen-
cia, sino abrazándolo. Su ingle herida le ayudó a recorrer los caminos de Dios.
Ahora se vuelve humilde y por ello recompensa con creces las faltas cometi-
das contra su hermano. Así acaban uniéndose aquellas dos familias de herma-
nos tan largamente enemistados.
Muchas veces Dios tiene que golpear nuestra loca insistencia en el orgu-
llo y la violencia, para que nos decidamos a marchar por sus caminos de recon-
ciliación fraterna.
Aquel nuevo Dios se muestra digno de confianza, ya que busca siempre la
felicidad de la familia, no le gusta que se haga daño a los hijos y sólo ayuda a
la reconciliación familiar, sin colaborar jamás con los chismes y las discordias
familiares.
Nuestras catequesis debe que comenzar también insistiendo en la con-
fianza en Dios dentro del ambiente de la felicidad familiar. Dios vive en el
corazón de cada familia: se alegra con todo lo que sea unidad familiar y se
entristece con todo lo que lleve a la desunión.
3. Dialogar sobre el texto
El o la catequista deben seleccionar de antemano las preguntas que cree se
adaptan mejor a sus jóvenes, y quizás también confeccionar algunas nuevas.
a) ¿También nosotros a veces pedimos a Dios que nos ayude para triunfar
con violencia en contra de un hermano? ¿Tenemos miedos y prejuicios
contra algunos de ellos? ¿Queremos discutir y pelear, en vez de buscar
reconciliarnos?
b) ¿Buscamos triunfar a base de engaños y violencias? ¿Cuántas veces he-
mos fracasado por culpa de ello?
c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse
Dios?
d) ¿Por qué a Dios no le gusta la lucha entre hermanos, sino el perdón y la
amistad?
e) ¿Tenemos experiencias de reconciliación familiar cuando buscamos ayu-
da en Dios?
f) Proponer acercarnos y dialogar con algún familiar con el que estamos
enemistados.
4. Orar el mensaje: Actos de fe en la ayuda de Dios para reconciliarnos,
perdón y gracias:
• Creemos que a Dios no le gusta la pelea entre hermanos.
• Creemos que a Dios le gusta vernos unidos.
• Perdón, Papá Dios, porque con frecuencia usamos el desprecio y la
violencia en contra de nuestros hermanos.
• Te rogamos que nos enseñes a reconciliarnos con humildad y respeto.
• Gracias por las ayudas que nos damos como hermanos.
5. Despedida abrazándonos todos como hermanos.
4 – Moisés: Dios presente
entre los oprimidos, pide
compromiso con ellos
Texto: Ex 3,1-17; 4,1.10-14
Palabra central:
DIOS ENTRE POBRES
1. Leer el texto y resumirlo.
2. Aclaraciones sobre el texto
El trasfondo de este nuevo paso en
el conocimiento de Dios es una dura reali-
dad de esclavitud y opresión en Egipto
(Ex 1,13-16), peor aun que la que sufrimos
hoy muchos pueblos. Entonces les reventaban de trabajo de forma que no
tuvieran tiempo ni de pensar. No gozaban ni del derecho a tener hijos varo-
nes.
En la religión egipcia la gente pensaba que los dioses ayudaban con sus
favores sólo a los poderosos. La esclavitud era vista como maldición de los
dioses. El Dios de Abrahán, en cambio, que había pedido que se fiaran de él y
se comportaran como hermanos, dice que él, a diferencia de los otros dioses,
ve la humillación del pueblo, escucha sus gritos, conoce sus sufrimientos y
baja para liberarlos.
Pero esa liberación no la realiza directamente, venida de lo alto en for-
ma milagrosa, sino a través de personas concretas: “Ve, Yo te envío”. Y a pe-
sar de las muchas resistencias que pone Moisés, Dios insiste en comprome-
terlo a favor de sus hermanos oprimidos.
Algo así nos pide también Dios a nosotros. Y, como Moisés, solemos po-
ner como pretexto que no somos nadie, que no estamos instruidos, que no nos
van a creer, que no sabemos expresarnos bien, por lo que rogamos que envíe a
otros, pero el Dios de Moisés insiste en que no tengamos miedo, pues él esta-
rá siempre al lado nuestro para ayudarnos.
Este Dios se llama a sí mismo Yavé, o sea, “Yo soy el que estoy activo en
medio de ustedes, los marginados y explotados...” Su presencia es completa-
mente distinta a la de los otros dioses... Los dioses de Egipto viven en los pa-
lacios, legitimándolos; Yavé vive entre los marginados, ayudándoles a salir de
sus esclavitudes.
3. Dialogo sobre el texto
a) ¿En qué se parecen los problemas de aquellos esclavos a los problemas
que tenemos nosotros hoy? Enumerarlos, si podemos...
b) ¿Conocemos a gente que busca a Dios sólo en medio de los ricos? ¿Qué
pensamos de ellos? ¿Dónde realmente pensamos que actúa Dios?
c) ¿En qué se parecen las resistencias de Moisés a nuestras propias resis-
tencias para escuchar el llamado de Dios para comprometernos a favor
de nuestros hermanos?
d) ¿Por qué el Dios bíblico insiste tanto en el compromiso a favor de los
marginados y explotados?
e) ¿Sentimos el sufrimiento de la gente como un llamado de Dios? ¿Qué
estamos haciendo para ayudar a que nuestra gente se libere de sus es-
clavitudes?
4. Orar el mensaje: Credo, perdón, peticiones, gracias, alabanzas:
• Creemos, Señor, que tú ves la humillación del pueblo,
escuchas sus gritos,
conoces sus sufrimientos y
bajas para liberarnos.
• Creemos que te duele de forma especial el sufrimiento de todos los
oprimidos de la tierra.
• Creemos que estás presente en todo lo que lleve a una auténtica libera-
ción.
• Ayúdanos a superar nuestros miedos para poder aceptar tu llamamiento.
• Ayúdanos a prepararnos bien para poder comprometernos a favor de los
más explotados.
• Gracias por las organizaciones populares que nos ayudan a defender
nuestros derechos.
Seguir improvisando algunas oraciones más…
5. Despedida y canto: Oye, Padre, el grito de tu pueblo.
Si los catequistas quieren profundizar en el tema, pueden leer con provecho
el folleto de Carlos Mesters titulado “Un Proyecto de Dios”.
5 – La Pascua, celebra-
ción de la fe en
Dios liberador
Texto: Ex 5,1-9; 6,1; 12,5-
14
Palabra central:
FE EN LA LIBERACIÓN
1. Leer el texto y contarlo.
El ideal es que cada joven ten-
ga su Biblia y siga en ella las
lecturas.
2. Aclaraciones sobre el texto
Faraón no reconoce al Dios liberador de los esclavos. Por eso, en vez de
dejarlos marchar, les oprime más duramente: “Que se aumente el trabajo de
estos hombres y así no prestarán atención a tonterías”.
Para pasar de la esclavitud a la libertad se necesita realizar un largo
proceso de esfuerzos y sufrimientos, que con frecuencia desaniman a la gen-
te. No deben extrañarnos las dificultades que acarrea todo proceso de libe-
ración. Vienen dificultades de fuera, y también de nosotros mismos.
En los capítulos 7 al 11, el Éxodo narra una serie de prodigios, “plagas”,
que son composiciones literarias, que no hay que tomar al pie de la letra. En
lenguaje simbólico, se trata de una serie de hechos nunca antes vistos, que
pretenden conseguir que el faraón acepte el nuevo proyecto del Dios de Moi-
sés, que demuestra ser más fuerte que los dioses del faraón.
Y al mismo tiempo estos sucesos nuevos van preparando al pueblo para
que se anime a ponerse en marcha. Es normal que las autoridades opresoras
se opongan a todo proceso de liberación. Aquellos esclavos, apoyados en el
Dios de sus padres, superan sus miedos y sus complejos, se organizan y luchan
de forma que consiguen salir libres. Eso es algo nunca visto hasta entonces:
los “mosquitos” y las “ranas” puedan vencer a los poderosos...
Muchos hoy día no se esfuerzan por salir de sus miserias porque piensan
que jamás lo lograrán. Tenemos que superar nuestros complejos de inferiori-
dad e inutilidad. Y ello sólo se consigue a través de pequeños y progresivos
éxitos comunitarios, antes nunca vistos.
La Cena Pascual, realizada de pie, con vestimentas de viaje, en un espe-
ranzador ambiente familiar, simboliza la actitud decidida de aquel pueblo pa-
ra salir de su esclavitud. Al vencer sus miedos y complejos, celebran su fe en
que Dios los acompaña en estos esfuerzos de superación.
Esta lucha, más o menos violenta, acaba con el paso del mar Rojo, símbo-
lo de la salida de las fronteras de la esclavitud. Todavía les falta superar sus
costumbres de esclavos, pero ya están en camino hacia la construcción de una
nueva sociedad de leche y miel para todos.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿En alguna medida somos nosotros esclavos? ¿De qué y de quién? Poner
ejemplos concretos.
b) ¿Tenemos también nosotros miedos y complejos que nos impiden poner-
nos en marcha hacia algo mejor? ¿Cuáles son los “pasos” que debemos
dar para poder superarnos?
c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse
Dios? ¿A qué nos comprometemos con él?
d) ¿Qué luz nos da este texto para entender mejor la Eucaristía de Jesús?
e) ¿Podemos celebrar nosotros una Pascua joven? ¿Cómo? ¿Qué sería lo
más importante?
4. Orar el mensaje:
• Creemos que nuestro Dios quiere que no seamos esclavos de nada ni de
nadie.
• Creemos que Dios, que vive entre los pobres, pide nuestro compromiso a
favor de ellos.
• Te rogamos, Señor, que aumentes nuestra fe en tu presencia solidaria
en medio de nosotros.
• Perdón por nuestros complejos, que nos hacen pensar que no servimos
para nada.
• Gracias por los éxitos conseguidos y por los que vamos a conseguir.
• Bendito seas porque tú siempre estás dispuesto a ayudarnos.
5. Despedida con un canto de esperanza.
6 – Yavé y su pueblo
realizan una Alianza:
dos primeros compromisos
Texto: Ex 20,1-7; 24,6-8
Palabra central:
SÓLO DIOS
1. Leer el texto y resumirlo entre todos.
2. Aclaraciones sobre el texto
Se trata de algo así como una celebración matrimonial entre desiguales.
Yavé no oculta su grandeza; ni el pueblo acierta a esconder su miseria. Pero, a
pesar de su poder y majestad, Yavé se había acercado y había ayudado a
aquel pueblo a salir de la esclavitud. Ahora, en libertad, celebran los dos unos
compromisos mutuos, firmados con sangre, derramada sobre Dios represen-
tado por la tierra, y sobre el pueblo allá presente.
Esta Alianza de fidelidad tiene diez compromisos. Los dos primeros se
refieren a la relación entre el pueblo y su Dios. Y los otros ocho, a la relación
que, debido a su fe, deben tener entre sí los miembros de este pueblo.
La primera condición que le pone Yavé a este pueblo, fundado por él, es
que no siga a dioses ajenos, pues todos ellos tienen proyectos distintos a los
suyos. No les aclara aun que él es el único Dios: sólo les pide que no se pos-
tren ante los otros dioses, pues ello supone aceptar una jerarquía de valores
y unos comportamientos sociales totalmente distintos a los que él propone.
Los que creen en Yavé han de vivir de forma muy distinta a como lo hacen los
que creen en los dioses del poder y de las riquezas...
Yavé es un Dios al que no se le puede manipular, y por eso exige que na-
die intente hacerse una imagen suya para adorarla, pues ello equivaldría a
considerarlo vulgar y comprable. Dios es infinito, y toda imagen que queramos
venerar se queda en algo ridículo, lejos de su realidad. Querer dibujar o es-
culpir a Dios es como querer manejarlo, haciéndolo a nuestra medida, preten-
diendo adaptarlo a nuestra pequeñez, nuestras vulgaridades y quizás nuestras
suciedades. Sólo Jesús, Dios encarnado, será la imagen válida de Dios mismo.
Y sólo Jesús será el camino para poder llegar hasta Dios...
En aquella Alianza Yavé prohíbe también que se use su nombre en cosas
sucias. No le gusta que se le mezcle en cosas indignas de él. Su única honra es
la felicidad de su pueblo, y sabe que abandonarlo a él supone meterse en du-
ras realidades de opresión y frustración.
Aquel pueblo entiende que este nuevo Dios le ofrece una nueva felicidad,
nunca conocida antes, y por eso jura seguir los caminos indicados para alcan-
zarla. Y Yavé les promete mantenerse fiel a su compromiso, siempre que ellos
guarden la Alianza contraída.
Nosotros tenemos que aprender ante todo a examinarnos del cumpli-
miento del primer compromiso de la Alianza: no poner nuestra confianza en
otros dioses, sino sólo en Yavé...
Más tarde, una vez conocido este Dios nuevo como el único existente, el
primer compromiso tomará una fórmula más profunda: “Amarás a Yavé, tu
Dios, con todo tu corazón, con todo tu ser y todas tus fuerzas...” (Deut 6,4).
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Con qué título se presenta Dios a su pueblo? ¿Por qué? (Ex 20,2).
b) ¿Por qué Dios prohíbe adorar a otros dioses? ¿Qué consecuencias tiene
el adorar a otros dioses? Intentar poner ejemplos para entenderlo me-
jor.
c) ¿Por qué no quiere Dios que adoremos a imágenes suyas? ¿Qué es lo que
está mal?
d) ¿Qué quiere decir usar el nombre de Dios en vano?
e) Compromisos concretos que sacamos de este tema, a escala personal y
familiar.
4. Orar el mensaje:
• Creemos, Señor, que las normas que nos das son sólo pensando en nues-
tra felicidad.
• Creemos que tú eres el único Dios capaz de hacernos de veras felices.
• Tú eres Dios de vida; los demás son dioses de muerte.
• Enséñanos a reconocer y rechazar todas tus imágenes falsas.
• Perdón porque tantas veces seguimos y adoramos a los dioses de la men-
tira, del odio y de la esclavitud.
• Bendito seas porque nos haces libres para amar.
5. Despedida. ¿Sabemos algún canto sobre el primer mandamiento?
7 – Normas básicas de unión
y respeto: 3º al 10º
compromisos
Texto: Ex 20,8-17
Palabra central:
RESPETO FRATERNO
1. Leer el texto hasta poder resumirlo.
2. Aclaraciones sobre el texto
Si Yavé era aceptado como el único Dios
de aquel pueblo, entonces la relación entre todos los que se comprometían con
él tenía que ser de un gran respeto mutuo.
Los compromisos contraídos con Yavé son las condiciones para no volver
a caer en la esclavitud, y así poder vivir como hermanos. Una vez aclarado que
sólo deben adorar al Dios liberador, y no a los otros dioses, opresores de los
pobres, los “mandamientos” 3º a 10º (Ex 20,8-17) insisten en los puntos bási-
cos de relacionamiento mutuo: trabajo durante seis días y descanso semanal
cultivando el espíritu (3º), respeto a los padres (4º), respeto a la vida humana
(5º), fidelidad entre esposos (6º); respeto a la pequeña propiedad ajena (7º) y
a la verdad en los juicios (8º)... Y este respeto debía llegar hasta el nivel de
los pensamientos: por eso ordena no codiciar nada ajeno (9º y 10º).
Hay que insistir en que estas normas básicas suponían un pueblo igualita-
rio, en el que no existían ni grandes propietarios ni nadie en la miseria.
Poco a poco se fue escribiendo después el Código de la Alianza (Ex 21 al
23), que aterriza los Mandamientos en la realidad social que vivían. Podemos
ver una selección de ellos en Ex 21,1-3.15-27; 22,1-6.21-27; 23,1-13. Se trata
de aplicaciones de principios generales a su realidad concreta campesina.
Aunque algunas de estas normas bíblicas nos parezcan duras, de hecho suavi-
zaban la realidad existente entonces.
Un caso especial es la “Ley del Talión” (21,23-25), en la que se iguala el
castigo infligido al causante de un daño, fuera del rango social que fuera. Los
otros dioses favorecían el perdón a los poderosos y el castigo cruel a los po-
bres. Pero ante Yavé todos eran medidos por la misma regla: a todos se casti-
gaba por igual. Con la Ley del Talión se dio un gran paso en la dignificación de
toda persona humana, como fundamento para que Jesús siglos más tarde pu-
diera dar su Mandamiento Nuevo del Amor. Pero no se puede hablar de amor
de hermanos si no se considera a todos con la misma dignidad…
Nosotros debemos realizar también un esfuerzo para poder concretar
las grandes líneas de la Alianza en nuestros actuales problemas de relaciona-
miento mutuo. En la vida concreta se debe notar quiénes creemos de veras en
Dios. Lo primero es cumplir las bases de la Alianza del Sinaí. Después de cum-
plir los Mandamientos del Dios de Moisés, hay que cumplir el Mandamiento del
Amor de Jesús, que es aun mucho más exigente. Pero éste se construye sobre
aquél... No es posible el amor de hermanos si primero no hay respeto y justi-
cia entre todos.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Qué nos enseñan estas normas fraternas sobre cómo debemos de com-
portarnos los que tenemos fe en el Dios de la Biblia?
b) ¿Qué enseñan sobre nuestra dignidad humana? ¿A qué nos llaman?
c) Si hay tiempo, leer la selección del Código de la Alianza indicada más
arriba, y elegir lo que creamos más importante.
d) ¿Por qué el que cree en Dios debe respetar tan en serio a su prójimo?
e) Cada grupo de Catequesis, a su nivel, podría escribir su Código de Alian-
za con Dios, lo más concreto posible. Ojalá se pueda realizar lo mismo
con la propia familia...
4. Orar el mensaje:
• Sabemos, Señor, que no somos felices porque no vivimos según tus pro-
yectos.
• Tenemos Fe en la Alianza celebrada entre Dios y el pueblo que cree en
él.
• Creemos que la fe en Dios nos lleva a respetarnos entre todos.
• Perdón, Señor, por tantas veces como somos infieles a tu Alianza abu-
sando los unos de los otros.
• Te suplicamos que nos fortalezcas para poder vivir según tus lindos pro-
yectos.
• Ayúdanos a entender cómo vivir hoy tus Mandamientos.
5. Despedida con algún canto sobre los Mandamientos.
Nota: Para profundizar los mensajes de estas dos semanas, los catequistas
pueden estudiar el folleto de Carlos Mesters “La Ley de Dios herra-
mienta de la comunidad”.
8 – Josué: Reparto de
tierras según las nece-
sidades de cada familia
Texto: Núm 33,53-54;
Jos 18,1-4
Palabra central:
TIERRA PARA CADA FAMILIA
1. Leer el texto y resumirlo.
2. Aclaraciones sobre el texto
El joven Josué se formó a los pies de Moisés. Éste, antes de morir, le
encomendó realizar con valentía y firmeza el proyecto fraterno de Yavé
(Deut 31,7-8.23). Y Dios así se lo confirmó: “Sé valiente y ten ánimo, porque
tú entregarás a este pueblo la tierra que juré dar a sus padres” (Jos 1,2.5-9).
No sólo tenía que conseguir tierras y repartirlas según la necesidad de
cada familia, sino lograr implantar una nueva forma de ser pueblo, que asegu-
rara leche y miel para todos. No había modelos que imitar. Lo único claro era
que no querían ser esclavos como en Egipto. No quería tener autoridades aca-
paradoras, ni ejército permanente, ni sacerdotes poderosos, ni sabiduría sólo
para unos pocos. Sus nuevas costumbres y leyes tenían que estar al servicio
de la dignidad igualitaria de todos y en defensa de la pequeña propiedad bien
repartida.
Con gran realismo y creatividad, Josué, a partir de asambleas populares,
fue llevando poco a poco a la práctica estos proyectos y esperanzas. Su cora-
zón fue valientemente arriesgado para creer que las promesas de Yavé se
pueden llevar a la práctica. Piensa que cada familia tiene derecho a poseer
una “tierra para vivir”, sin favoritismos ni privilegios.
Por supuesto que esta voluntad divina se extiende también a la posesión
de un pedazo de tierra suficiente donde poder construir una vivienda digna.
La tierra pertenece a Dios y es promesa de él, desde Abrahán a Josué.
Por eso el pueblo ha de esforzarse para conseguir repartos justos. Y han de
cultivarla con admiración y cariño, como algo sagrado, buscando prosperidad
para todos. En momentos de peligro los israelitas se saben organizar para
defender sus propiedades, como lo hizo Débora; o sus cosechas, como en
tiempo de Gedeón. En aquel pueblo reunido alrededor de la fe en el nuevo
Dios Yavé, no podía haber ni acaparadores, ni campesinos sin tierra.
El capítulo 15 del Deuteronomio aclara el ideal de aquel pueblo creyente:
“No debe haber pobres en medio de ti” (Deut 15,4). Pero como de hecho exis-
ten pobres, a causa de los vicios y las injusticias humanas, insiste en la obli-
gación de ser generosos con los necesitados: “No endurezcas el corazón...
Debes abrir tu mano a tu hermano que es pobre en tu tierra” (15,7.11).
A Josué tendríamos que proclamarlo patrono del reparto justo de las
tierras y de todos los dones de Dios, bajo la fe de que él, como buen Padre, lo
ha hecho todo para todos...
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Cómo es nuestra realidad nacional respecto a la propiedad de la tierra?
¿Sabemos cuánto acaparan los terratenientes y cuánto poseen los cam-
pesinos? Investiguemos los porcentajes...
b) ¿Qué nos enseña este texto sobre el proyecto de Dios sobre un pedazo
de tierra para cada familia, en la que poder vivir y trabajar dignamente?
c) ¿Qué relación encontramos entre el derecho de propiedad y la fe en
Dios? ¿En qué circunstancias podemos decir que el derecho de propie-
dad privada es sagrado y en qué caso no lo es?
d) ¿Por qué en la Biblia se insiste tanto en la posesión de “una tierra para
vivir?
e) ¿Podríamos cultivar una pequeña huerta en el patio de nuestra casa, co-
mo expresión de agradecimiento del don de la tierra?
4. Orar el mensaje:
• Creemos, Padre Dios, que tú quieres que todos tengamos tierra suficien-
te para poder vivir dignamente.
• Creemos que tú estás presente, ayudándonos, siempre que los acapara-
dores pierden algo y los marginados progresan.
• Perdón por tantos acaparadores de tierra y tantos campesinos sin tie-
rra. Éste no es tu proyecto.
• Ayúdanos a aclararnos en estos problemas y a comprometernos.
• Gracias por las organizaciones campesinas y barriales.
• Bendito seas por esta tierra tan hermosa que tú has hecho para todos
nosotros.
5. Despedida. ¿Sabemos algún canto sobre la tierra?
Los catequistas podrían profundizar el tema de la tierra en la Biblia vien-
do el libro Yvy Rekavo, En Busca de Tierra, de José Ortega y JL Caravias.
9 – Dios llama al joven Ge-
deón para que haga justicia
Texto: Jue 6,3-6.11-16;
7,2-8.16-21
Palabra central:
DEFENSA DEL TRABAJO
1. Leer el texto y contarlo hasta enten-
derlo suficientemente.
Los catequistas deben leer antes los capí-
tulos 6 y 7 completos, para poder contar
bien la historia. Y seleccionen qué versícu-
los van a leer.
2. Marco histórico del texto
Después de la época de los patriarcas viene la época de los Jueces, que
dura casi 200 años. Ellos eran libertadores, llamados por Yavé en momentos
de crisis para que restauraran la justicia. Uno de ellos es Gedeón, joven al
que Dios le pide, a pesar de sus resistencias y complejos, que resuelva los
problemas de su pueblo. Ellos vivían en la miseria porque los poderosos “ma-
dianitas” les robaban siempre sus cosechas, fruto de sus trabajos. Ellos piden
ayuda a Yavé, que llama al hijo menor de la más humilde de las familias, un
joven sin experiencia, acomplejado y un tanto altanero.
Dios lo llama alabándolo y animándolo. Pero el joven responde primera-
mente con incredulidad: no cree que Dios esté con ellos, pues les va muy mal.
Ante la insistencia de Dios, él activa su complejo de inferioridad: soy lo últi-
mo. Su tercera reacción es la desconfianza, y por ello le pide a Dios pruebas
palpables, y aun caprichosas, de su llamado.
Yavé le responde con insistencia: Yo estaré contigo. Le concede todas
sus exigencias. Y poco a poco le va preparando para poder cumplir la misión
que le pide. En primer lugar le encomienda destruir los ídolos de su familia,
acción que le acarrea ya serios problemas, pero es que Dios sabe que enreda-
dos en idolatrías nunca un pueblo se podrá librar de sus opresores.
Cuando Gedeón pone exitosamente en marcha su campaña, Yavé le hace
caer en la cuenta que lleva demasiada gente inútil con él. Le pide que mande a
sus casas a los cobardes y a los comodones. Pretendían vencer a los ladrones
de sus cosechas siendo más numerosos y fuertes que ellos. Pero Yavé les hace
ver que es un error combatir a sus opresores con sus mismas armas. Su lucha
debe ser desde los valores de su cultura campesina, simbolizados primera-
mente en el pan de cebada rodando cerro abajo, y después en el cántaro, el
cuerno sonoro y la antorcha, que bien usados en el momento oportuno hacen
huir asustados a sus enemigos. Y así consiguieron la paz y la prosperidad por
mucho tiempo.
No se puede vencer a la corrupción con corrupciones, ni a la violencia
con violencias. El pueblo debe aprender a usar su solidaridad y su astucia, a
partir de sus valores culturales.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿También en nuestro tiempo hay gente que roba al pueblo los frutos de
sus trabajos? Poner ejemplos.
b) ¿Qué pasos tuvo que dar el joven Gedeón para poder superar su descon-
fianza, sus complejos y sus miedos? Repasarlos entre todos.
c) ¿En qué se parecen los problemas de Gedeón a los nuestros? Contar ca-
sos concretos.
d) ¿Cómo se comporta Dios con Gedeón? ¿Cuál es su pedagogía para su-
perar sus miedos y comprometerlo?
e) ¿Será posible que siendo los últimos podamos liberar a nuestro pueblo
de las injusticias que sufre?
f) ¿A qué puede ser que nos esté llamando Dios a nosotros?
4. Orar sobre la vocación de los jóvenes:
• Creemos que Dios llama a jóvenes pobres para comprometernos en la li-
beración de los robos de los poderosos que sufrimos todos.
• Creemos que los jóvenes somos la esperanza de un futuro mejor.
• Te pedimos perdón, Señor, por nuestros miedos y complejos.
• Ayúdanos a saber escuchar tu voz exigente.
• Te agradecemos por la confianza que pones en nosotros.
• Te alabamos porque siempre estás a nuestro lado dándonos ánimo.
5. Despedida, animándonos para volver con ánimo la próxima semana.
10 – Dios llama al niño Samuel para
que corrija a sus mayores
Texto: 1 Sam 3,1-19
Palabra central:
SINCERIDAD
1. Leer el texto y contarlo hasta entenderlo bien.
2. Marco histórico del texto
Samuel es el último de los jueces y el primero de
los profetas (siglo XI a.C.). Su madre, Ana, lo educó muy
bien en la fe de sus padres y cuando era un jovencito lo
ofreció para el servicio del Templo.
Siendo criadito del anciano sumo sacerdote Helí,
Dios le encarga que avise a su jefe que está muy enojado
con él porque no sabe corregir a sus hijos, que en el servicio del Templo enga-
ñan y roban a la gente. Muchas veces los niños son los únicos que ven la ver-
dad con ojos limpios, por lo que pueden escuchar lo que quiere Dios y manifes-
tarlo con claridad.
Este niño tan sincero será más tarde el dirigente espiritual de su país, al
que, a la luz de su fe, dirá siempre la verdad y sabrá aconsejarles con acierto
en todos los asuntos que hicieran referencia al bien del pueblo, especialmente
los temas políticos.
Samuel siempre buscó entender lo que Dios quería de él y de su pueblo:
“Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y Dios lo eligió para transmitir su men-
saje a los poderosos. Él criticó el nombramiento de reyes acaparadores (1Sam
8,11-18). No le gustaba que el pueblo pusiera demasiadas esperanzas en sus
posibles autoridades; la esperanza debe estar en la propia honradez del pue-
blo unido, fortalecido por su fe en Dios.
Los niños y los jóvenes tienen que ser conscientes de que es posible que
Dios los llame para que sepan decir a sus mayores la verdad de lo que ven y
sienten, y, cuando sea necesario, denunciar las injusticias que presencian o
sufren. Por eso Dios ha puesto en ellos un sentido de rebeldía a favor de la
verdad y la justicia. Pero al mismo tiempo tienen que ser responsables con
esta llamada que les hace Dios, sin dejarse llevar por miedos, enojos o violen-
cias. El futuro del país depende mucho de los jóvenes, pero para ello hay que
prepararse ahora con sinceridad y valentía.
Y los mayores, especialmente padres y maestros, tenemos que estar
atentos para poder escuchar lo que Dios puede ser que está queriendo decir-
nos a través de los jóvenes...
Este texto pide a los adolescentes valentía para hablar con sinceridad, y
a los mayores, humildad para saber escucharlos.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Existen también hoy entre nosotros gente que engaña y explota al pue-
blo en nombre de Dios?
b) ¿Qué rebeldías sentimos los niños y los jóvenes frente a las mentiras y
los abusos de los mayores?
c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse
Dios?
d) ¿Por qué será que Dios llama a veces a los jóvenes para cumplir misiones
importantes?
e) ¿Sabemos expresar nuestras rebeldías con sinceridad y sencillez, de
forma que sean eficaces, conscientes de que Dios quiere hablar a través
de nosotros?
4. Orar sobre la sinceridad juvenil:
• Enséñanos, Señor, a ser rebeldes según tus criterios.
• Danos fuerzas para poder decir con verdad todo lo que sentimos.
• Creemos que tú te fías de nuestro sentido de la justicia.
• Creemos que a veces tú nos llamas para corregir los defectos graves de
nuestros mayores.
• Gracias, Jesús, porque tú has sido niño y joven, y nos entiendes.
• Bendito seas porque das sentido a nuestras vidas y nos llenas de espe-
ranzas
5. Despedida con algún canto, a ser posible sobre la llamada de Dios a los
jóvenes.
Para profundizar en los personajes bíblicos de los próximos temas,
podrían adquirir el libro De Abrahán a Jesús, de JL Caravias.
11 – David y Natán: Un go-
bernante reconoce sus
errores y pide perdón
Texto: 2Sam 12,1-7.9-14
Palabra central:
RECONOCER ERRORES
1. Leer el texto y contarlo.
2. Marco histórico del texto
Después que el primer rey, Saúl, fraca-
só como gobernante, Dios eligió para rey al
más pequeño de la familia de Jesé de Belén, llamado David, despreciado por
sus hermano y su mismo padre (1Sam 16,1-13). Este joven, pastor y músico,
puesta su confianza en Yavé, dio ejemplo a todos al vencer con su humilde
honda al gigante Goliat, perfectamente armado (1Sam 17,4-10.32-51).
Pero al ser proclamado rey su corazón se enorgulleció y abusó de su po-
der. Embarazó a una mujer ajena y después mató a su esposo a través de en-
gaños. Entonces el profeta Natán, en nombre de Yavé, fue a hacerle ver su
pecado contándole una parábola, en la que le hacía ver la crueldad de un pode-
roso comiéndose lo poco que tenía un pobre. El rey se enojó en contra de
aquel rico y dijo que merecía la muerte, pero Natán le hizo ver que él mismo
era ese bandido. Entonces David reconoció su horrendo pecado y pidió per-
dón.
Otras faltas graves cometió en su gobierno, como asesinatos, traiciones
y guerras internas, pero su fe le llevaba a reconocer sus traiciones a la Alian-
za celebrada con Yavé. Sus hijos cometieron muchos disparates también, por
lo que sufrió una triste vejez. Pero siempre su fe en Dios le ayudó a recono-
cer sus faltas y a levantarse una y otra vez. Cuando le hacen ver sus errores,
él se humilla y cambia de actitud. El profeta Natán sabe criticarle con clari-
dad, pero también con respeto y cariño, de forma que sus críticas siempre
son eficaces.
David nunca fue hipócrita frente a Dios, sino sincero y humilde, y por
eso Dios le promete ser siempre un padre para con él, que le corrige, pero
nunca le abandona (2Sam 7,14-15). La mayor grandeza de este gobernante es
su humildad. En el salmo 51 encontramos sus sentimientos ante Dios, recono-
ciendo sus debilidades y esperando su ayuda sanadora.
David representa nuestras tentaciones y debilidades, nuestras purifica-
ciones y triunfos, nuestros sufrimientos y alegrías, nuestra búsqueda de Dios
a tientas y tropiezos.
Cuanto más poder se tiene, más graves tentaciones y caídas se sufren.
Por eso es tan importante que los poderosos reconozcan con humildad sus
fallos, y sepan pedir perdón a Dios y a su pueblo... También nosotros, a una
escala más chiquita, debemos aprender a reconocer también nuestras faltas y
saber pedir perdón a nuestros padres y profesores o a nuestros hermanos y
amigos. Sin perdón sincero no hay futuro...
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Por qué decimos que David fue infiel e ingrato para con Dios?
b) ¿En qué nos parecemos nosotros a David? ¿Sabemos reconocer nuestros
fallos?
c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de comportarse Dios con
quien se acerca con humildad a pedirle perdón?
d) ¿Cómo se porta Natán ante las injusticias de David? ¿Podríamos noso-
tros hacer algo parecido frente a los abusos de nuestras autoridades,
grandes o pequeñas?
e) ¿Ante nuestros pequeños cargos, qué tentaciones de orgullo sufrimos y
en qué abusos de poder caemos? Reconocerlos y pedir ayuda.
4. Peticiones de perdón: Pidamos perdón usando algunas frases del mismo
David, tomadas del salmo 51:
• Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad,
• Por tu gran corazón, borra mis faltas.
• Para que mi alma quede limpia de malicia, purifícame de mi pecado.
• Contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice.
• Tú ves que malo soy de nacimiento; pecador desde el seno de mi madre.
• Rocíame con agua, y quedaré limpio.
• Haz que sienta otra vez tu alegría y tu felicidad.
• Aparta tu rostro de mis faltas y borra en mí todo rastro de malicia.
• Crea en mí, oh Dios, un corazón puro.
• Renueva en mi interior un firme espíritu.
• Dame tu salvación que regocija, un espíritu noble que me dé fuerzas.
• Te ofrezco mi espíritu quebrantado, un corazón arrepentido y humillado.
• Ante todos, Señor, me comprometo a cantar tus bondades.
5. Avisos y despedida.
12 – Dignidad de la
pareja humana
Texto: Gén 2,18-25
Palabra central:
DOS EN UN SOLO SER
1. Leer el texto y contarlo hasta re-
cordar todas sus partes.
2. Aclaraciones sobre el texto
Estamos en tiempo del rey Salomón,
alrededor del 950 antes de Cristo. Este
hijo de David, sabio cuando joven, de ma-
yor “se portó mal con Yavé”, (1 Reyes 11,6) adorando a otros dioses y, por
consiguiente, acaparando gran cantidad de tierras, banquetes, mujeres y ca-
ballos. Y lo peor era que decía que todas sus riquezas, incluidas sus mujeres,
eran don especial de Dios, por ser su hijo predilecto.
Frente al mal ejemplo de Salomón, un grupo de sabios se reunió para es-
cribir la historia de Israel. La obra que escribieron está ahora metida por
partes en Génesis, Éxodo y Números. De ellos es el relato de la creación que
leemos hoy. Se trata de un género narrativo simbólico. Los hechos y los per-
sonajes no son históricos, pero sus simbolismos son de una gran realidad, ver-
dad profunda para todos los tiempos.
Adán es el nombre simbólico de toda la humanidad, íntimamente unido a
la tierra (adamá). En castellano lo podemos traducir por ser humano o gente.
Toda la naturaleza está hecha para su servicio: por eso Adán le pone nombre
a los animales. Pero necesita una ayuda complementaria semejante a él. Y para
ello Yavé forma otro ser humano a partir de él mismo, que ya no es animal,
sino “carne de su carne”. Desde ese momento, varón y mujer, unidos en forma
complementaria, serán los destinatarios de toda la creación, que Yavé pone en
sus manos para que la dominen y la usen a su servicio.
Desde este primer mensaje se insiste en que los dos tienen que unirse
en pareja, dejando a los padres, de forma que puedan “formar una sola car-
ne”. Y ello con tal sinceridad, que no encuentren nada malo en su desnudez.
Estos mensajes del origen divino de la pareja humana, y la consiguiente
dignidad igualitaria de los dos, tenían un fuerte impacto en aquel ambiente
machista de Salomón. Y entendidos en la profundidad de su simbolismo, pue-
den orientarnos también en nuestro mundo, en el que tanto se idolatra al ma-
chismo y al sexo sin amor. Para llegar a formar entre los dos “una sola carne”
hace falta aprender a desarrollar un auténtico amor de enamoramiento. El
sexo es humano sólo cuando es expresión de amor, y no cuando se ejercita
nada más que por instinto.
Casi quinientos años más tarde, durante el destierro de Babilonia, se es-
cribirá Génesis 1, en el que se avanza en el mensaje afirmando que tanto el
varón como la mujer son los dos semejantes a Dios. Y unos siglos después se
redactará el Cantar de los Cantares en el que se sublima el enamoramiento,
sin restos ya de machismo.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Hay machismo también hoy en nuestro país? ¿Hay autoridades que pre-
sumen de ser mujeriegos? ¿Los miramos como un ideal?
b) ¿Qué nos enseñan estos textos sobre la dignidad de la pareja?
c) ¿En qué nos podemos ayudar varones y mujeres?
d) ¿Cómo superar el machismo? ¿Pensamos que el varón vale más que la mu-
jer? Leer Eclesiástico 37,24-27
e) ¿Cómo debe ser entre nosotros el trato entre chicos y chicas?
f) ¿Cómo podemos prepararnos para poder enamorarnos de veras, de for-
ma que nuestro futuro matrimonio dure para siempre, cada vez con más
amor?
4. Orar sobre la pareja humana:
• Creemos que tanto varones como mujeres somos creados por Dios a su
imagen y semejanza.
• Creemos que varones y mujeres estamos llamados a ayudarnos y com-
plementarnos.
• Perdón, Creador nuestro, por el machismo que nos domina.
• Enséñanos y ayúdanos a respetarnos y querernos, chicos y chicas, como
amigos sinceros y fieles.
• Gracias por habernos hecho varones y mujeres, de forma que nos nece-
sitamos los unos con los otros.
• Bendito seas porque el amor de pareja empieza a florecer entre noso-
tros. Ayúdanos a cultivarlo.
5. Despedida. Se podría cantar algo lindo sobre el amor de pareja.
Los catequistas pueden profundizar el tema viendo José
L. Caravias, Matrimonio y Familia a la luz de la Biblia.
13 – Las ingratitudes
e infidelidades con
Dios nos causan
muchos males
Texto: Gén 3,1-19
Palabra central:
INFIDELIDAD Y DOLOR
1. Leer el texto y contarlo.
2. Aclaraciones
Aquel grupo de escritores del tiempo de Salomón, a quienes los técnicos
llaman “yavistas”, se propusieron dar respuestas básicas a los problemas más
importantes de la humanidad. Uno de ellos es el por qué del sufrimiento hu-
mano. Y en lenguaje simbólico, como siempre hacían ellos, contaron que desde
sus comienzos la humanidad sufre demasiado porque no aceptamos los cami-
nos que Dios nos ha marcado para poder ser felices: eso es el pecado.
El Paraíso es el símbolo de la felicidad que Yavé quiere para todos. Pero
la maldad humana, representada por la serpiente, nos hace tomar decisiones
en contra del proyecto bondadoso de Dios, simbolizado en el árbol del bien y
del mal. Si la primera catequesis bíblica insistió con Abrahán en que había que
fiarse de Dios, la tentación es lo contrario: no fiarse de Dios, mirándolo como
a un contrincante, que nos engaña para que no lleguemos a ser felices como él.
El pecado original es el orgullo humano, que pretende ponerse en lugar
de Dios. Es no creer que siguiendo las normas dadas por nuestro Creador po-
damos realizarnos como personas, y por eso buscar otros caminos diferentes
para poder alcanzar la felicidad. Pero Dios, que es nuestro Fabricante, sabe
cómo debemos comportarnos para funcionar bien. Cambiar las normas de fa-
bricación lleva a un mal funcionamiento o a la autodestrucción. Él puso en
nuestra conciencia, para nuestro bien, “el árbol del bien y del mal”, que no
podemos destruir sin destruirnos a nosotros mismos. Es triste y amargo
abandonar el proyecto de Dios...
Hay sufrimientos que son propios de la fragilidad humano, como la vejez,
por ejemplo; pero otros muchos pueden y deben evitarse, porque son efecto
de nuestros malos comportamientos, como ciertas enfermedades curables,
analfabetismos, opresiones, hambres, infidelidades, malos tratos... Todo ello
es consecuencia del orgullo que reta y quiere sustituir a Dios.
Directamente a Dios no le podemos ofender, pero nuestros pecados le
ofenden precisamente porque nos hacemos daño a nosotros mismos o a nues-
tros semejantes, todos obra querida de sus manos. A Dios le duele y le ofen-
de todo lo que ofenda a la humanidad, todo lo que nos impida crecer como
personas, todo lo que ensucia o degrada a cualquier ser humano. Y le ofende
porque es nuestro Creador y nos quiere, igual que a una madre le ofenden los
maltratos contra sus hijos, aunque no le toquen directamente a ella...
La expulsión del paraíso nos la provocamos nosotros mismos cuando co-
memos frutas que nos envenenan y nos matan. Por eso hay que hacer caso a
Dios, que sabe lo que nos conviene...
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Qué faltas pensamos que ofenden más a Dios? ¿Por qué?
b) ¿Por qué Dios respeta tanto nuestra libertad? ¿Podría él obligarnos a
ser buenos?
c) ¿A quién hacen daño nuestros pecados? ¿Por qué, entonces, ofenden a
Dios?
d) ¿Cuáles son, según Jeremías 2,12-13.17.19 las consecuencias del pecado?
e) Resumir entre todos qué entendemos ahora por pecado.
4. Oraciones de sinceridad: Repetir a coro.
• Vemos lo triste y amargo que es apartarnos de Dios.
• Reconocemos que son nuestras mismas faltas las que nos castigan.
• Nos apartamos de ti, que eres manantial de aguas vivas, y nos hacemos
aljibes secos y agrietados…
• Una parte de nosotros está inclinada al mal y necesitamos, por ello, de
tu ayuda, Señor, para no caer.
• Gracias porque siempre estás dispuesto a perdonarnos, con tal de que
nos acerquemos a ti reconociendo nuestros pecados.
• Bendito seas por habernos enviado a Jesús, en quien encontramos de
cerca tu misericordia.
5. Despedida. Se podría realizar algún canto de perdón.
14 – Elías y Ajab: Yavé y
Baal tienen proyectos
opuestos
Texto: 1 REYES 21,1-23
Palabra central:
LADRÓN Y ASESINO
1. Leer el texto y contarlo.
2. Marco histórico del texto
Elías fue un profeta importante del
siglo nueve antes de Cristo. En medio de
gobiernos crueles, él insistió en que creer en Yavé llevaba a un comportamien-
to muy distinto al de los que creían en otros dioses.
Sus actuaciones, siempre claras y valientes, las podemos leer en 1Re 17
al 19 y el 21. Hoy reflexionamos sobre el caso de Nabot. Este honrado cam-
pesino, creyente en Yavé, cultivaba una linda viña al lado de la casa de vaca-
ciones del rey Ajab, que, queriendo ampliar sus posesiones, le pidió que le
vendiera su viña. Nabot le contestó: “Líbreme Dios de vender la propiedad de
mis antepasados”. Ajab se enojó mucho, pero su esposa Jetsabel, extranjera
creyente en el dios Baal, pensaba que su marido tenía derecho divino a poseer
toda la tierra que quisiera. Y por eso ordena que condenen a muerte a Nabot
por haber ofendido a su dios y al rey.
Pero resulta que el Dios en el que creía Nabot era distinto al de la reina.
El Dios de Nabot, Yavé, ordenaba mantener las propiedades bien repartidas;
el dios Baal, en cambio, apoyaba el acaparamiento de tierras en manos de los
poderosos. Y en nombre de Baal el pueblo, engañado, mató a Nabot, para que
los reyes se apoderaran de su tierra. Pero Yavé ordenó a su profeta Elías que
se presentara en la fiesta en la que Ajab y su gente celebraban el acapara-
miento de aquella tierra, y le dijo públicamente de parte de Yavé que era la-
drón y asesino.
Además, puesto que ante Yavé todas las personas valen lo mismo, Elías
le anuncia que en el mismo lugar en el que el campesino despojado de su tierra
derramó su sangre, el rey derramaría también la suya. Y a Jetsabel, que fue
la intrigante, le anuncia que ahí mismo los perros se comerían su cuerpo. Es
que el Dios bíblico no hace distinción de personas. El que falta en algo grave,
aunque sea gente importante, debe pagar lo mismo que hacen con los pobres.
Los ídolos apoyan los acaparamientos de los poderosos; pero Yavé sólo
ayuda al buen reparto de los bienes de la tierra, que él mismo ha creado para
la prosperidad de todos.
En nuestro tiempo también hay gente que insiste en que toda propiedad
privada es sagrada. Pero ello no es cierto. Es sagrada sólo en los casos en que
se tiene lo suficiente para poder vivir dignamente. Pero de ninguna manera en
los que tienen de más.
Es totalmente contrario al proyecto de Dios el que existan campesinos
sin tierra y familias sin techo.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Existen también hoy gente que mata para robar tierras? ¿Hay pode-
rosos que expulsan a los campesinos de sus tierras o a los inquilinos de
sus casas?
b) ¿Qué diferencias encontramos entre la voluntad de Yavé y la de Baal?
c) ¿Qué nos enseña Nabot, no queriendo vender sus tierras al rey? ¿Por
qué no acepta el negocio que le proponen?
d) ¿Por qué a Dios no le gusta el acaparamiento de tierra y casas? Ver
Isaías 5,8 y Miqueas 2,1-3.
e) ¿Cómo podemos nosotros empezar a cumplir, aunque sea un poco, lo
que hemos aprendido hoy? ¿Puede ser que Dios nos llame, como a Elías,
a decir la verdad a una autoridad?
4. Resumir y concretar el mensaje. Intentemos representar la escena de
forma actualizada.
5. Orar sobre nuestro credo: En qué Dios creemos y en qué dioses no
creemos, como por ejemplo:
• Creo en el Dios que ha creado todo para todos sus hijos.
• No creo en los dioses que sólo ayudan a sus hijos predilectos.
• Creo en el Dios que quiere la felicidad de todo ser humano...
• No creo en los dioses que dan prosperidad a unos pocos y miseria para la
mayoría.
• Creo en el Dios que se alegra con la prosperidad de la gente.
• No creo en dioses castigadores, siempre serios, enigmáticos y crueles.
• Creo en el Dios de la Vida.
• No creo en los dioses de la muerte.
Los catequistas pueden leer con provecho el folleto de Carlos Mesters “El
profeta Elías”.
15 – Primer Isaías: Dios
santo, a quien ofenden
los rezos hipócritas
Texto: Is1,2-3.12-18
Palabra central:
REZOS HIPÓCRITAS
1. Leer el texto y resumirlo.
2. Aclaraciones sobre el texto
A los ídolos se les calma y se les encuentra a través de ritos sagrados,
pero Yavé se manifiesta sólo a través de la vida de los que creen en él. A Dios
no se le puede engañar o “ganar” ofreciéndole rezos o cultos separados de la
vida de cada uno. Él conoce la verdad de nuestras vidas. Isaías experimenta
que Dios es santo, totalmente diferente a nosotros. Y por ello no se le puede
engañar.
Los actos de culto no sirven para nada si es que con esos ritos preten-
demos contentar a Dios, sin tener nosotros que mejorar nuestro comporta-
miento para con los demás y para con nosotros mismos. Peor aun si con los
cultos religiosos pretendemos tapar o justificar actos de irresponsabilidad o
de injusticia. Los fanatismos religiosos ofenden gravemente a Dios, pues pre-
tenden manipularlo haciéndolo cómplice de desprecios e injusticias. A esa
gente dice Dios en Isaías que de ninguna manera puede escuchar sus ruegos y
sus ofrendas, pues ello sería convertirse en cómplice de sus fechorías. Si, por
ejemplo, rezo para aprobar en los exámenes sin haber estudiado, Dios no
puede escucharme. O si rezo para hacer daño a alguien, tampoco.
Los creyentes en el Dios de la Biblia también realizamos algunos ritos
sagrados. Son símbolos y expresiones de nuestra fe, pero no ponemos en los
ritos nuestra esperanza, sino en la fe vivida y manifestada en la honradez de
nosotros mismos. No podemos ofrecer nada a Dios con manos manchadas de
irresponsabilidades, ociosidades y ofensas al prójimo. Él no mira sólo nues-
tras palabras, sino nuestras obras, nuestros servicios a los demás.
Para los creyentes en el Dios de la Biblia, la única forma de acercarnos a
Dios es buscando la justicia y dando sus derechos a los pobres. Sólo así po-
demos suplicar el perdón y la ayuda de Dios. Él es Padre de todos, y lo ha
creado todo para felicidad de todos sus hijos. Por eso no le gustan los lujos
ofensivos, ni las injusticias, ni nada realizado con maldad. Él es santo a cabal,
insobornable, jamás mezclado con nada sucio.
Este mensaje bíblico sigue siendo de mucha actualidad, pues cantidad de
gente pretende blanquear sus injusticias hablando mucho de Dios o mostrán-
dose piadosos. A Dios nadie le engaña... Nada hipócrita vale ante él.
Sólo a través del compromiso solidario con los hijos de Dios, que son to-
dos los seres humanos, podremos tenerlo a él a nuestro favor. Sólo así conse-
guiremos su perdón y su ayuda.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Pensamos también nosotros que podemos engañar a Dios con rezos, sin
tener una vida honrada? ¿Hay gente que piensa así?
b) ¿Qué es lo que Dios rechaza en este texto? ¿Y qué es lo que dice que le
gusta? Si es posible, se puede dar como tarea hacer dos listas, lo que
agrada y lo que desagrada a Dios, ayudados por este texto y además por
Is 58,2-10.
c) ¿Por qué el injusto no puede dar culto a Dios si no cambia su comporta-
miento?
d) Compromisos concretos que sacamos de este tema, tanto a escala per-
sonal como familiar y comunitaria.
4. Oraciones al Dios Santo:
• Creemos que a Dios le ofende todo lo que sea mentira e injusticia.
• Creemos que nunca podremos manipular ni engañar al Dios Santo.
• Perdón, Señor, por lo mucho que te queremos usar para cosas no santas.
• Ayúdanos a buscar siempre la justicia y a dar sus derechos a los oprimi-
dos.
• Bendito seas por lo limpio que es siempre tu amor.
• Gracias porque nos quieres y nos respetas de una forma tan perfecta.
5. Despedida. En corro, abrazados, danzar un poco con una canción de soli-
daridad.
16 – Oseas y Gomer: Dios
fiel, que sabe perdonar
y sanar
Texto: Os 2, 15.9-10.16-22
Palabra central: MISERICORDIA
1. Leer el texto y contarlo.
2. Marco histórico del texto
El pueblo había sido infiel a Yavé, pues
había seguido a dioses ajenos, con proyectos de vida totalmente distintos.
Habían roto la Alianza del Sinaí. Y por eso pensaban que Yavé los había aban-
donado. Parecía que ya no había esperanza para ellos. Se habían prometido
mutua fidelidad, y como el pueblo no había cumplido, pensaban que Yavé ya no
quería nada con ellos.
Esto pasaba en el siglo octavo antes de Cristo. Pero Yavé dio un nuevo
paso dándose a conocer como Dios Misericordioso. Cierto era que el pueblo
había sido ingrato e infiel, pero Dios, a pesar de las suciedades de su pueblo,
seguía queriéndolos y esperándolos, deseando perdonarlos y curar las heridas
de sus rebeldías.
Para dar a conocer esta verdad de su ser, Yavé se sirvió de la experien-
cia de un profeta llamado Oseas. Este señor estaba profundamente enamora-
do de su esposa, llamada Gomer. Pero ella le era gravemente infiel. Y, como
era natural, Oseas estaba muy dolido, con tentaciones de vengarse de su es-
posa ingrata. Pero no lo hizo, sino que la esperó pacientemente. Y cuando ella
volvió a él, la perdonó de corazón y la llevó lejos de sus amantes, y allá, con
mucho amor, la volvió a conquistar, de forma que pudieron celebrar un nuevo
matrimonio, más lindo aun que el primero. “Nuestro matrimonio será santo y
formal, fundado en el amor y la ternura. Tú serás para mí una esposa fiel, y
así conocerás quién es Yavé”.
En esta experiencia tan vital Oseas comprendió que lo mismo que le ha-
bía pasado a él le pasaba también a Yavé. A Dios, como a Oseas, le dolían las
infidelidades de su pueblo-esposa (la palabra pueblo en hebreo es femenina),
con la que había celebrado una alianza matrimonial en el Sinaí. Hasta deseó
abandonarla y castigarla, pero su amor no se lo permitió. Y en cuanto volvió
ella, su amor se desbordó y la cuidó con tanto cariño que logró regenerarla
completamente. La única condición es que reconozca sus infidelidades y vuel-
va humildemente a él. Ante el pecador arrepentido Yavé jamás se quedará
indiferente, sino que su actitud será siempre de comprensión y cariñosa
atención sanadora.
Si hay tiempo y se ve conveniente, se podría leer también el mismo caso
de Dios misericordioso aplicado a la ingratitud entre hijo y padre, en Oseas
11,1-9.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Conocemos a alguna persona que, como Oseas, haya perdonado de cora-
zón a alguien que le ofendió gravemente? Quizás el caso de alguna ma-
dre con un hijo ingrato...
b) ¿Qué nos enseña este texto sobre cómo es la misericordia de Dios?
c) ¿Sentimos que, si volvemos con humildad a Dios, él nos perdona de cora-
zón y nos ayuda con cariño a corregirnos?
d) ¿Por qué Dios es tan misericordioso para con todos los que se le acercan
con humildad?
e) Apliquemos esta enseñanza a la capacidad de perdón que deben tener
entre sí los esposos cristianos. Ayudemos a que nuestros papás se sepan
perdonar siempre...
4. Sentir la misericordia de Dios:
• Creemos que Dios siempre recibe con cariño a todo el que se le acerca
arrepentido de su mal comportamiento.
• Creemos, Señor, que tú eres capaz de regenerarnos, por mala que sea
nuestra conducta.
• Perdón por tantas veces como te hemos abandonado, cambiándote por
cosas inservibles.
• Te suplicamos que nos prepares para un matrimonio santo y formal, fun-
dado en el amor y la ternura.
• Bendito seas porque viendo nuestras miserias se te conmueve el corazón
y se remueven tus entrañas.
• Gracias por tu misericordia y tu ternura sin fin.
5. Despedida con algún canto, a ser posible sobre la misericordia de Dios.
17 - Dios llama al joven
Jeremías para que
sea su profeta
Texto: Jer 1,4-10; 20,7-9
Palabra central: DIOS LLAMA
1. Leer el texto y contarlo.
2. Aclaraciones sobre los textos
En el siglo sexto antes de Cristo la
situación mundial era muy complicada,
pues tres potencias luchaban por adue-
ñarse de todo: Asiria, Babilonia y Egipto.
Y dentro de Judá había grupos políticos opuestos que esperaban la ayuda de
parte de alguna de estas potencias mundiales.
Tendría Jeremías unos 17 años cuando sintió la llamada de Dios. Él se
siente incapaz, pues es joven e inexperto, pero Yavé le insiste con fuerza, y
él se deja por fin “seducir” por Dios, aunque medio a la fuerza. “No les tengas
miedo, pues estaré contigo para protegerte. Pongo mis palabras en tu boca...”
Él experimenta siempre la fidelidad cariñosa y la fortaleza de Dios, que
destruye su timidez: “Hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y un muro
de bronce” (1,18).
Dios lo llama para ser su profeta, hombre experimentado en las cosas de
Dios y en los problemas del pueblo. Tiene que arrancar lo malo y sembrar lo
bueno, destruir y construir. Anunciar el rostro verdadero de Dios, que siem-
pre da esperanzas; y denunciar sus falsos rostros, que siempre llevan a crue-
les injusticias. Con gran valentía, hace entender a su pueblo las actitudes que
deben tomar ante aquel mundo convulsionado. Directamente se mete en polí-
tica, apoyando lo bueno del rey Josías y denunciando después las injusticias
de sus sucesores Joaquín y Sedecías. Les insiste en que si conocen de veras a
Dios deben practicar la justicia (22,13-17).
Jeremías no sólo combate a los gobernantes. Denuncia también al pue-
blo: a los que apoyan las mentiras y los robos de los poderosos (5,31). “Uste-
des son hijos tontos y sin inteligencia, que saben hacer el mal, pero no el
bien” (4,22). Se portan como burra salvaje (2,24). “Es la mentira y no la ver-
dad lo que prevalece en este país. Van de crimen en crimen...” (9,2). Lo prime-
ro que pide al pueblo es que reconozcan sus culpas y cambien de actitudes
(3,12).
Jeremías sufrió muchas incomprensiones, calumnias y malos tratos. Va-
rias veces quisieron matarlo. Por eso entró con frecuencia en crisis. Pero
siempre fue sincero con Dios, contándole todos sus problemas. Y por eso sin-
tió la comprensión y la ayuda de Dios. Él es modelo del joven que dialoga con
Dios con toda sinceridad. Hasta discute con Dios (12,1; 14,8). Pero la amargu-
ra de sus problemas recibe siempre la dulzura de los consuelos de Dios.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿En qué se parecen los problemas de entonces a los problemas que te-
nemos hoy? Se podría analizar en grupos el capítulo 2, comparándolo con
nuestra realidad actual.
b) ¿Cómo comprendemos, a la luz de estos textos, la misericordia de Dios?
c) ¿Por qué Dios es tan exigente y tan comprensivo con Jeremías? ¿Senti-
mos también así nosotros a Dios?
d) ¿Qué será lo que Dios pide a los jóvenes de hoy día? ¿Puede ser que me
esté llamando a mí para que sea su profeta?
e) ¿Qué es lo que tenemos que destruir y qué es lo que debemos construir?
¿Qué tendríamos que hacer y decir para poder ser buenos profetas?
4. Orar el mensaje:
• Vemos que para ser profeta hace falta conocer bien a Dios y conocer
igualmente los problemas de nuestro pueblo.
• Aceptamos que si seguimos de cerca de Dios, tendremos problemas con
los poderosos.
• Perdón, Señor, porque muchas veces tenemos miedo de las tareas que
nos puedes pedir.
• Enciende tu fuego, Señor, en mi corazón, de forma que nunca más lo
pueda ya apagar.
• Gracias porque está con nosotros como poderoso defensor.
• Bendito seas porque saber comprendernos y perdonarnos.
5 Despedida con el canto del profeta Jeremías: Antes que te formaras…
18 - Ezequiel: Espe-
ranza para los
huesos secos
Texto: Ez 37,1-14
Palabra central: ESPERANZA
1. Leer el texto y contarlo.
2. Marco histórico del texto
Una parte del Pueblo de Dios
estaba preso en Babilonia, haciendo
trabajos forzados. Vivían sin esperanza, pensando que Yavé estaba lejos, en
Jerusalén, enojado con ellos, y además sin poder hacer nada contra los pode-
rosos dioses del imperio. Por eso la desilusión y el desánimo se apoderan de
los desterrados.
Pero el profeta Ezequiel siente que Yavé ha dejado su templo en Jerusa-
lén porque estaba lleno de idolatrías (cap. 8) e injusticias (9), y se ha ido a
vivir con ellos dentro de su campamento de desterrados, en el que viven re-
ventados de trabajo.
Ezequiel se esfuerza por hacer entender a los desterrados que están
allá por culpa de ellos mismos. Para ello usa un lenguaje simbólico muy rico.
Entre otras muchas parábolas, les cuenta una en la que se sintió llevado a un
campo lleno de huesos humanos ya secos. Yavé le pide que predique la Palabra
de Dios a aquellos huesos. Y al hacerlo, en medio de un gran ruido, los huesos
se juntaron, se revistieron de nervios, de carne y de piel. Después llamó al
Espíritu: “Sopla sobre estos muertos para que vivan”, con lo que se reanima-
ron y se pusieron en marcha.
A partir del versículo 11 Dios le explica que el pueblo de Israel está se-
co, sin ninguna esperanza, como esos huesos. Pero con la fuerza de Yavé, por
más muertos que estén, serán capaces de ponerse de nuevo en pie, salir de su
esclavitud y marchar hacia su patria.
Para poder salir del pesimismo total de los huesos secos, fue necesario
que un profeta al menos creyera que era posible salir de ese estado a partir
del contacto con la Palabra de Dios. Después de ello primero viene la recom-
posición del cuerpo de aquellas personas, y una vez rehabilitada su humanidad,
se llenan del Espíritu, que les capacita para ponerse en pie y marchar ordena-
damente en busca de la prosperidad de su tierra.
Todos pasamos por periodos de crisis, en los que lo vemos todo negro,
sin esperanzas de salir adelante. Ojalá en esos momentos algún profeta esté
cerca nuestro, y crea que tenemos futuro; y sepa hacernos escuchar la Pala-
bra de Dios, de forma que se rehaga nuestra humanidad desecha y se llene de
la vida del Espíritu. En la experiencia de salir de nuestras “tumbas” podemos
dar pasos importantes en el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. Des-
de Abrahán la Biblia nos viene insistiendo en que si nos fiamos de Dios llega-
remos a realizar maravillas jamás soñadas. Con fe en Dios, huesos secos se
pueden convertir en un ejército en marcha.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿También a veces nosotros nos encontramos totalmente desanimados,
sin esperanza de ponernos de nuevo en marcha? Ojalá alguien se atreva
a contar sus desánimos.
b) ¿Según este texto, qué es lo que podemos nosotros esperar de Dios?
c) ¿Qué pasos debemos dar para poder recuperar la esperanza?
d) ¿Creemos que la fuerza del Espíritu Santo trasmitida a través de la Pa-
labra de Dios puede causar en nosotros cambios radicales?
e) ¿Puede ser que Dios nos pida que seamos como Ezequiel, que creamos en
un futuro mejor de gente hundida que vive cerca de nosotros? ¿Cómo
podemos darles ánimo y fuerzas?
4. Orar el mensaje:
• Creemos que la Palabra de Dios puede iluminar nuestra realidad y nues-
tro futuro.
• Creemos que la fuerza del Espíritu puede hacernos caminar hacia una
nueva vida.
• Perdón porque pensamos a veces que ya no hay esperanza y el fin ha lle-
gado para nosotros.
• Llena de carne y de espíritu, por favor, nuestros huesos secos.
• Enséñanos a usar la Biblia de forma que nos comunique nueva vitalidad.
• Bendito seas, Señor, porque tú eres nuestra gran esperanza.
5. Despedida: Cada uno diga a un compañero qué espera que sea él.
19 - Ezequiel: El Buen
Pastor nos dará un
corazón de carne
Texto: Ez 34,11-16; 36,26-28
Palabra central:
CORAZÓN DE CARNE
1. Leer el texto y resumirlo.
2. Marco histórico del texto
Hemos visto que los desterrados en
Babilonia estaban sumamente desanima-
dos. No se sentían con fuerzas para corregirse de sus infidelidades e ingrati-
tudes. Su corazón se volvió demasiado duro como para poder volver a querer
a Dios y a sus hermanos.
Ezequiel reconoce que mucha parte de la culpa la tienen los malos pasto-
res que no saben anunciar el rostro verdadero de Dios, sino que se aprove-
chan de sus ovejas para engordar ellos mismos (34,2-10. Este texto se podría
revisar con los jóvenes, pero quizás no con los niños...).
Frente a las malas enseñanzas de los pastores y la debilidad pesimista
de aquellos esclavos, Yavé les promete enviarle un buen pastor, que les ayude
a cambiar sus corazones. Es un mensaje que hasta hoy día tiene que llenarnos
de esperanza, especialmente a los que creemos y seguimos a Jesucristo, que
es el Buen Pastor anunciado por Ezequiel.
Nosotros solos muy difícilmente podemos superar nuestras malas incli-
naciones. Somos muy débiles. Con frecuencia caemos en palabras y hechos
que no queríamos realizar, pero las tentaciones son más fuertes que nuestra
buena voluntad. Por eso Dios promete enviarnos a un Buen Pastor que nos dé
las fuerzas necesarias para vencer nuestros orgullos y egoísmos, de forma
que podamos desarrollar cada vez con más intensidad nuestra capacidad de
amar, a todos los niveles: que seamos mejores hijos, mejores amigos y compa-
ñeros, mejores parejas, mejores padres... Crecer en el amor es lo más impor-
tante de la vida. Por eso la promesa de ablandar nuestros corazones de pie-
dra.
La primera misión del Buen Pastor es ayudarnos a salir de todo tipo de
opresión y engaño. La segunda es reunirnos alrededor de él.
Ezequiel anuncia la predilección que tendrá Jesús a favor de los más ne-
cesitados: “Buscaré la oveja perdida, traeré a la descarriada, vendaré a la
herida, fortaleceré a la enferma...” (34,16). Tenemos que sentir la cercanía y
el cariño de Dios cuando nos sentimos perdidos, descarriados o enfermos...
Jesús ha venido para darnos fuerzas y luz especiales a los que estamos
atascados en el barro de la vida. Su fuerza es como de un motor de doble
tracción, que nos hace salir de donde antes nos quedábamos. Y su luz es como
de faros alógenos, que penetran las nieblas que antes nos impedían ver el fu-
turo de nuestras vidas. Potencializa de forma inimaginable las energías del
amor: corazón de carne…
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿También entre nosotros hay falta de buenos pastores, que sepan ha-
blarnos con la verdad y el corazón en la mano? ¿Sentimos a veces que no
hay nadie que nos comprenda y nos pueda ayudar?
b) Repasemos las promesas esperanzadoras que da Dios a los esclavos de
entonces. ¿Sentimos que esas promesas están dirigidas también a noso-
tros?
c) ¿Por qué será que usa Dios estas comparaciones tan fuertes de corazón
de piedra y corazón de carne?
d) ¿Cómo hacer para que nuestro corazón de piedra se vaya convirtiendo
en corazón de carne?
e) ¿Sabemos apoyarnos en Jesús, nuestro Buen Pastor, para que el amor
verdadero vaya creciendo en nosotros?
4. Orar el mensaje:
• Creemos, Señor, que buscas a la oveja perdida, traes a la descarriada y
vendas a la herida.
• Tú nos cuidas a todos con justicia.
• Perdona que muchas veces no nos dejamos cuidar por ti.
• Perdón porque nos alejamos de ti y nos perdemos con frecuencia.
• Infinitas gracias por lo mucho que nos has buscado y curado nuestras
heridas.
• Bendito seas, Papá Dios, por habernos enviado a tu Hijo Jesús para
trasmitirnos la fuerza de su resurrección.
4. Salida. Digámonos unos a otros palabras de esperanza.
20 – Isaías júnior:
Dios consolador
Texto: Is 41,10.13-14; 43,1-4
Palabra central: CONSUELO
1. Leer el texto y repasarlo hasta que nos
entre dentro.
2. Marco histórico del texto
Hace ya años que el Pueblo de Dios vive en
el destierro. Ya han reconocido sus pecados de
idolatrías e injusticias. Y en esos momentos de
dolor y humillación, Dios, enternecido, se dedi-
ca a consolar y animar a estos pobres esclavos que ya han pagado todas sus
culpas. Lo hace a través de un joven cantor, nacido en el destierro, pero que
vive la línea espiritual de Isaías. Por eso lo llamamos Isaías júnior.
Sus escritos están en el libro de Isaías desde el capítulo 40 al 55. En
ellos Dios se manifiesta como una madre y como un padrino, siempre com-
prensivo, cariñoso y consolador. Se siente a gusto en medio de su pueblo, ani-
mándole constantemente a que no tema, ni mire con desconfianza, aunque se
vea a sí mismo como un gusano indefenso, pues Dios está a su lado y le toma
de la mano como a hijo querido. “Yo te doy fuerzas, Yo soy tu auxilio, y con mi
mano derecha victoriosa te sostendré”.
A pesar de ser un pueblo de esclavos, Yavé les confiesa su amor entra-
ñable. “Tú vales mucho a mis ojos; Yo te aprecio y te amo en demasía”. Para
con aquel pueblo tan humillado, Dios se muestra como una madre: “¿Puede una
mujer dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque se encontrara
alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti!”.
Es muy importante tomarle gusto a estos mensajes de consuelo que nos
vienen de parte de Dios. También muchos de nosotros vivimos esclavizados y
humillados, desterrados, con trabajos forzados, que apenas nos dan para co-
mer. Y en estas circunstancias es lindo sentir la cercanía amorosa de Dios,
como la de una madre.
Es bueno desahogarse con Mamá-Dios, contándole todas nuestras penas,
sintiendo que nos toma de la mano y nos anima y nos ayuda a levantarnos y
seguir adelante. La amistad indestructible de Dios nos dignifica, nos consuela
y nos anima.
Tenemos que echar fuera de nuestras creencias todas esas imágenes de
Dios que lo presentan con cara de enojado, cruelmente exigente, con el palo
levantado para castigarnos al menor descuido. Dios tiene para con todos sus
hijos la cercanía, la comprensión y la actitud de ayuda de la mejor de las ma-
dres. A nadie se impone a la fuerza: su respeto por nosotros es inmenso; pero
en cuanto nos acerquemos a Mamá-Dios, su corazón, derretido de cariño, nos
consuela, nos anima y nos ayuda a crecer en todo lo que somos su imagen y
semejanza, especialmente en el amor.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿En qué se parecen los problemas de los desterrados a los problemas
que tenemos nosotros hoy?
b) Esforcémonos por mirar a Dios como a una madre comprensiva y amoro-
sa. Intentemos conocer mejor a Dios acordándonos de lo más lindo de
nuestra propia madre.
c) Recordemos los momentos en nuestra vida en los que hemos sentido la
mano amorosa de Dios sacándonos de problemas.
d) ¿Por qué será que el segundo Isaías nos presentan a Dios comparándolo
con el cariño y los cuidados de una madre o de un padrino?
e) ¿Cómo debemos comportarnos en el futuro cuando tengamos problemas,
sabiendo ahora que Dios está siempre cariñosamente a nuestro lado co-
mo la mejor de las madres?
4. Orar el mensaje: Escuchemos las palabras de reproche que nos dice Dios
cuando desconfiamos de él.
• Alguien lee y todos repiten, frase por frase, Is 40,27-31 y 49,14-15.
5. Despedida. Nos despedimos abrazándonos, diciéndonos frases de ánimo.
21 -Salmos de confianza
en Dios
Texto: Salmos 23; 62; 118
Palabra central: CONFIANZA
1. Presentación
Hoy vamos a cambiar el estilo de la ca-
tequesis. En vez de contar una historia y
procurar entender su mensaje, vamos directamente a rezar. Orar es dialogar
con Dios, sabiendo que él es siempre bueno, que nos quiere muchísimo y que
continuamente intenta ayudarnos para que seamos felices, si es que realmen-
te le damos permiso para entrar en nosotros.
Hay muchas maneras de hablar con Dios. Podemos conversar con él so-
bre los temas propios de nuestra vida, todo lo que nos preocupa y lo que nos
anima, nuestros dolores y nuestras esperanzas.
A lo largo de esta catequesis bíblica hemos ido descubriendo poco a po-
co el rostro cercano y amable de Dios; y nos vamos apartando de los rostros
airados y castigadores de los ídolos. Hoy queremos rezar con la Biblia algunos
salmos de confianza en Dios.
Los catequista deben seleccionar de antemano los salmos y los versícu-
los que van a ver, según sean sus catequizandos. Cada participante en la cate-
quesis irá rezando un versículo de cada salmo, y a continuación todos los pre-
sentes repiten, frase por frase, cada versículo. Al acabar un salmo, lo comen-
tamos entre todos, diciendo cuál es la frase que más nos ha gustado. Y así
podemos rezar varios salmos, según el tiempo que tengamos.
Lo importante es que experimentemos la alegría de sentir a Dios tan
cerca, tan comprensivo, tan mamá... Sabiendo que él busca siempre nuestra
felicidad. Y nosotros, ante su amor sin límites, nos mostramos sinceramente
agradecidos y confiados.
Pero tener confianza en Dios no quiere decir que podemos esperarlo to-
do de él sin hacer nosotros nada. Dios no es paternalista, que hace en lugar
nuestro lo que nosotros deberíamos hacer; eso sería fomentar nuestra irres-
ponsabilidad.
Tampoco esperemos cada rato “milagros” de Dios. Él respeta las leyes
de la Naturaleza, que él mismo ha creado; y respeta también nuestro libre
albedrío, o sea, nuestra libertad. A lo que está dispuesto a ayudarnos es a que
aprendamos a hacer las cosas por nosotros mismos, cada vez con mayor res-
ponsabilidad.
Es muy importante que aclaremos de quién nos fiamos. Pues puede ser
que dirijamos nuestras oraciones a dioses falsos, inventados por nosotros o
por nuestra sociedad.
No podemos rezar a dioses que no existen. Sería como hablar por un te-
léfono que no tiene línea. Es perder el tiempo querer pedir algo a un Dios ta-
rado, injusto, cruel, lejano, sencillamente porque no existe… Él no es dicta-
dor, ni de una raza o nación. Jamás será enemigo de la gente, o del progreso
humano. No es vengativo, ni castigador. No es cuadriculado, ni metiche, ni
supersticioso.
Dios es amor, verdad, justicia, libertad, belleza… Es cercano y compren-
sivo, siempre dispuesto a ayudarnos para que seamos personas felices. Su
alegría es nuestra felicidad.
Él es plenitud de amor. Es todopoderoso sólo en el amor… Nosotros es-
tamos llamados por él a crecer sin medida en el amor, como él. Nuestra capa-
cidad de amor es nuestra fuerza más poderosa. Y el gran milagro que Dios
siempre quiere realizar en nosotros es ayudarnos a crecer en el amor, en to-
das las dimensiones y sin fin…
2. Reflexionar sobre los salmos
Lo más importante en esta catequesis es el rezo mismo de los salmos, realizado
con tranquilidad. Si sobra tiempo, podemos realizar las siguientes reflexiones:
a) ¿Cuándo rezamos, cómo nos imaginamos que es Dios? ¿Lo vemos como
juez castigador o como papá cariñoso? ¿Distraído o atento? ¿Enojado o
sonriente?
b) ¿Qué nos enseñan estos salmos sobre la manera de ser y comportarse
Dios?
c) Intentemos resumir qué es lo que entendemos por confianza en Dios.
¿Cuándo la confianza es falsa y no sirve para nada, y cuándo es auténti-
ca?
d) ¿Cómo debemos comportarnos de forma que los demás vean nuestra
confianza en Dios?
3. Resumimos el mensaje repitiendo algunos la frase de confianza en Dios
que más nos ha gustado entre los salmos elegidos.
4. Cantamos: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”...
22 -Jonás: Dios universal
que ama a todos
Texto: Jonás 4.
Palabra central:
DIOS DE TODOS
1. Leer este capítulo de Jonás hasta
ser capaces de contarlo.
2. Marco histórico de Jonás
La historia de Jonás es una narra-
ción popular inventada para enseñar que a
Dios le preocupan todos los seres huma-
nos, y no sólo los de la propia nación de uno. Presenta a un Dios universal, que
está en todos lados y está siempre dispuesto a ayudar a todos, sean de donde
sean.
Aunque ya Isaías júnior había aclarado que Yavé no era solo Dios de Is-
rael, sino de todo el mundo, un siglo más tarde las creencias volvieron a ha-
cerse cerradamente nacionalistas, y comenzaron de nuevo a despreciar a los
extranjeros como gente no querida por Dios.
En este ambiente, los “Pobres de Yavé” redactan este hermoso cuento.
En él Jonás simboliza al judío conservador y cerrado, que no está dispuesto a
predicar conversión a los extranjeros. Y aunque él intenta irse lejos, Dios le
fuerza por todos los medios para que vaya a Nínive, que es el símbolo de la
ciudad muy corrupta. Allá realiza bien su misión y consigue que los ninivitas se
conviertan a Dios, pero Jonás se enoja porque Dios los perdona, y se marcha a
un cerro vecino a ver si Yavé cambia de opinión y decide castigar a aquella
ciudad tan pecadora.
Dios se acerca a Jonás para preguntarle si tiene razón para estar tan
enojado. Él le contesta groseramente. Y entonces Dios le hace crecer rápi-
damente una planta para que le dé sombra. Entonces Jonás se alegra mucho,
pero al día siguiente la planta se seca, y Jonás vuelve a enojarse aun más. En
ese momento se le acerca de nuevo Yavé y le hace reflexionar que si él se ha
alegrado y enojado tanto por una planta que él no había sembrado, por qué
Dios no iba a sentir la muerte de los ninivitas, al menos la de los niños y la de
los animales, que no tenían ninguna culpa.
La lección es maravillosa: Yavé se preocupa de dar vida a todos, tanto al
necio y terco de Jonás, como a los corruptos de Nínive. Para él no hay dife-
rencias. Cualquiera que se acerque con humildad a él, sea quien sea, recibirá
con gusto su misericordia. Para Dios no hay despreciados. Todos los seres
humanos, si lo quieren de veras, tienen derecho a recibir sus atenciones...
Nosotros debemos procurar ensanchar nuestro corazón, superando toda
clase de prejuicios, de forma que no despreciemos a nadie, por más distinto a
nosotros que sea.
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Pensamos que Dios nos quiere a nosotros más que a la gente de otros
países? Recordemos frases que se dicen sobre este tema.
b) ¿A quiénes representa la figura de Jonás? ¿Por qué se enoja él? ¿Encon-
tramos en nuestro ambiente gente que se parece a Jonás?
c) ¿Por qué Dios no quiere castigar a los ninivitas? Leer Hechos 10,34-35.
d) ¿Qué imagen de Dios se manifiesta en este texto?
e) Compromisos que podemos sacamos de este tema, respecto a nuestro
comportamiento ante otros grupos humanos a los que se les suele des-
preciar.
4. Orar el mensaje:
• Reconocemos que Dios no hace diferencia entre las personas.
• Dios acepta a todo el que lo honra y obra con justicia, sea de donde sea.
• Perdón por las veces que despreciamos a los que no son igual que noso-
tros.
• Enséñanos a creer que tú eres Padre amoroso de todos, aun de nuestros
enemigos.
• Bendito seas porque sabes perdonar a todos los que se arrepienten,
sean de la religión que sean.
• Gracias infinitas porque abres tus brazos a todos los seres humanos.
5. Despedida. Cada uno salude con respeto y cariño al que crea que es más
distinto a él o ella.
23 -Rut: Dignidad de
toda mujer
Texto: Rut 4
Palabra central:
DIGNIDAD FEMENINA
1. Leer el texto, más o menos completo,
según sea conveniente.
2. Marco histórico del relato.
Se trata de una novelita popular, escrita
en el siglo cuarto antes de Cristo, que tiene
lecciones muy lindas.
Los catequistas deben leerla como se lee un cuento, intercalando expli-
caciones que ayuden a comprender y dialogar el mensaje. Para ello es impres-
cindible que hayan preparado antes el tema y sepan explicarles las circuns-
tancias que se explican a continuación.
Hace casi un siglo que han vuelto del destierro de Babilonia, y tienen un
gobierno nacionalista muy conservador, que ha decretado que todos los judíos
casados con extranjeras, sobre todo si son moabitas, deben divorciarse de
ellas. Dicen que sólo deben ser respetadas las descendientes de David. Supo-
nen que ninguna extranjera puede ser buena esposa.
En esta narración, escrita por los “Pobres de Yavé”, Rut es el prototipo
de la persona despreciada. Ella es mujer, extranjera, viuda y sin hijos. Pero a
pesar de ello es una maravillosa mujer. Es noble, cariñosa y totalmente solida-
ria con su suegra: “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”.
Los “Pobres de Yavé” se oponen a divorciarse de sus esposas extranje-
ras, y para ello escriben esta hermosa novelita en la que muestran a una moa-
bita que se convierte en una fervorosa judía, respetando y cumpliendo todas
las tradiciones de su pueblo de adopción. Y como ironía final la ponen como
bisabuela del rey David, con lo que el argumento de la pureza de la raza queda
inutilizado. Así combaten el machismo y el nacionalismo de las autoridades de
entonces.
En los Libros Sagrados que existían hasta entonces estaba ya escrito
que lo que quedaba atrás en las cosechas era para los huérfanos, las viudas y
los extranjeros, y por eso Rut va a espigar las sobras de las cosechas para
poder comer ella y su suegra. Existía además la Ley del Levirato que pedía
que cuando una mujer enviudaba sin haber tenido hijos, el pariente más cer-
cano del difunto tenía que casarse con ella para que tuviera herederos el di-
funto, y por eso ella busca al pariente más cercano de su marido para que le
dé hijos que puedan heredar su tierra. De esa unión con Boás nacerá Obed,
que será padre de Jesé, y éste de David.
Nosotros tenemos que esforzarnos para no despreciar a ningún extran-
jero. Puede ser que, como Rut, llegue a ser mucho mejor que nosotros…
3. Dialogar sobre el texto
a) ¿Sufrimos nosotros también las plagas del machismo y el nacionalismo?
¿En qué se notan? Pongamos algunos ejemplos.
b) ¿Qué idea de Dios tienen los “Pobres de Yavé” que escriben este texto?
c) ¿Qué cualidades demuestra tener la extranjera Rut?
d) ¿Por qué Dios apoya tan decididamente a aquella mujer tan despreciada
por la cultura ambiental?
e) ¿Qué lecciones concretas sacamos de este caso para nuestra vida fami-
liar y comunitaria? ¿Cómo podemos combatir el machismo y el naciona-
lismo cerrado?
4. Resumir entre todos el mensaje de esta narración.
5. Orar el mensaje:
• Creemos que Dios aprecia y bendice a toda mujer despreciada.
• Creemos que Dios mira el corazón de las personas, y no su porte exte-
rior.
• Perdón, Señor, porque con frecuencia despreciamos más a los que ya son
despreciados.
• Pidamos a Dios que sepamos respetarnos y apreciarnos, hombres y mu-
jeres, nacionales y extranjeros.
• Gracias porque tú sabes ver lo bueno que hay dentro de nosotros.
• Bendito seas, Señor, porque en tu inmenso corazón podemos entrar to-
dos.
6. Despedida, si es posible con una canción que cante las cualidades del cora-
zón de la mujer.
24 - Job: Rebeldías
sinceras
contra Dios
Texto: Job 7,15-21; 42,2-6
Palabra central: REBELDÍA
1. Leer los textos hasta poderlos
resumir.
2. Marco histórico de los textos
Aunque la niñez y juventud es época de alegrías e ilusiones, también con
frecuencia nos encontramos con fuertes rebeldías y protestas.
Uno de los puntos conflictivos suele ser el de la fe en Dios. Con dema-
siada frecuencia escuchan los jóvenes que sus padres y educadores recurren
a la amenaza del castigo divino para frenarles en sus ímpetus juveniles. No
aceptan las imágenes de un dios demasiado controlador, enemigo y contrin-
cante de su felicidad. Ni a un Dios contrario a todo lo que sea sexo, libertad o
creatividad. O un Dios viejo, al que no le gusta nada nuevo. O el Dios opuesto
a todo avance moderno...
Los problemas de fe se agravan cuando nos tocan desgracias, fracasos,
humillaciones, enfermedades... Y no falta entonces quien nos diga que Dios
nos está probando... En estos casos las rebeldías contra Dios pueden ser mu-
cho más fuertes. Hasta que nos sentimos tentados de rechazar la fe en Dios
como algo absurdo, que nos impide crecer como personas.
Así sintió también Job. En medio de terribles dolores, sus amigos le re-
piten machaconamente que sus sufrimientos son castigo de Dios. Y él siente
una rebeldía terrible contra ese Dios. Le acusa de injusto, le pide que se aleje
de él y le deje tranquilo. Piensa que a Dios se le ha escapado el mundo de las
manos. Pero con toda sinceridad le cuenta a Dios mismo todas sus rebeldías, y
aun sus insultos.
Hasta que poco a poco se va dando cuenta de las falsedades que encie-
rra la idea de Dios que le han transmitido sus antepasados. Se le va aclarando
qué no es Dios. Y así, lentamente, va entendiendo que Dios es otra cosa muy
distinta a lo que pensaba antes. No acaba de comprenderlo; pero acepta el
misterio de Dios, que es muy superior a sus entendederas, y le da un voto de
confianza. Se aclara un poco dónde no está Dios; y deja una ancha ventana
abierta por la que pueda recibir las maravillas y la grandeza de la novedad de
Dios...
Al final del libro Dios reconoce que le ha gustado la sinceridad y la bús-
queda de su amigo Job, y, en cambio, se muestra enojado contra los que tanto
lo querían defender hablando de su justicia y sus castigos (42,7-8).
Nosotros también tenemos que darnos cuenta que es posible que nues-
tras rebeldías en contra de Dios pueden ser legítimas, pues quizás no son di-
rectamente contra la realidad de Dios, sino en contra de las falsas imágenes
de Dios que nos tradicionalmente nos han presentado.
3. Dialogar sobre el ejemplo de Job
a) ¿Cuántas veces hemos sentido rebeldías en contra de ciertas imágenes
castigadoras de Dios que nos presentan nuestros mayores?
b) ¿Qué es lo que no nos gusta del Dios que a veces nos predican? ¿Dios
castigador, enemigo de nuestra creatividad y nuestra felicidad...?
c) ¿Por qué será que a Dios le gustan las rebeldías de Job, pero le des-
agradan las defensas que le hacen los tres “entendidos?
d) Hagamos un credo al revés: en qué dioses no creemos.
e) Intentemos construir un nuevo credo sobre Dios. ¿Qué podemos intuir
acerca de las maravillas y la grandeza de Dios? ¿Le damos un voto de
confianza, aunque por ahora no lo podamos entender del todo?
4. Orar el mensaje:
• Perdón, Señor Dios, porque nos pasamos la vida echándote la culpa de
todo lo malo que nos pasa.
• Ayúdanos a rechazar tus rostros falsos y a andar siempre buscando tu
verdad.
• Gracias, Señor, porque entiendes la verdad de nuestras rebeldías.
• Bien sé yo que ni Defensor vive, y que él hablará el último. Job 19,25
• Yo me podré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios.
• Reconozco que lo puedes todo y que eres capaz de realizar todos tus
proyectos. Job 42,2
5. Como final, podríamos cantar, si sabemos, una canción de protesta, pen-
sando en cuáles de esas protestas estaría de acuerdo Dios.
Si algún catequista quiere profundizar en el tema del sufri-
miento, podría ver Fe y Dolor, de JL Caravias.
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José Luis Caravias, sj - Catequesis bíblica para jóvenes. AT

  • 1. Caminando hacia Jesús 1 José L. Caravias sj. Catequesis bíblicas para jóvenes I – Primer Testamento Caminando hacia Jesús Presentación 1. Abrahán y Sara se fían de un Dios nuevo que les promete felicidad 2. Isaac: A Dios no le gusta que se haga daño a los hijos 3. Jacob y Esaú: Dios no apoya la rivalidad, sino la unión entre hermanos 4. Moisés: Dios presente entre los oprimidos, pide compromiso con ellos 5. La Pascua, celebración de la fe en Dios liberador 6. Yavé y su pueblo realizan una Alianza: dos primeros compromisos 7. Normas básicas de respeto mutuo: 3º al 10º compromisos 8. Josué: Reparto de tierras según las necesidades de cada familia 9. Dios llama al joven Gedeón para que haga justicia 10. Dios llama al niño Samuel para que corrija a sus mayores 11. David y Natán: Un gobernante reconoce sus errores y pide perdón 12. Dignidad de la pareja humana 13. Las ingratitudes e infidelidades con Dios nos causan muchos males 14. Elías y Ajab: Yavé y Baal tienen proyectos opuestos 15. Primer Isaías: Dios santo, a quien ofende los rezos hipócritas 16. Oseas y Gomer: Dios fiel, que sabe perdonar y sanar 17. Dios llama al joven Jeremías para que sea su profeta 18. Ezequiel: Esperanza para los huesos secos 19. Ezequiel: El Buen Pastor nos dará un corazón de carne 20. Isaías júnior: Dios consolador 21. Salmos de confianza en Dios 22. Jonás: Dios universal que ama a todos 23. Rut: Dignidad de toda mujer 24. Job: Rebeldías sinceras contra Dios 25. La amistad, don de Dios 26. El Dios de los enamorados: Cantar de los Cantares 27. Tobías: amor familiar 28. Trabajo y ociosidad 29. Salud: cultura antigua y moderna 30. Daniel, eterno joven, fiel siempre a Dios 31. Los siete jóvenes mártires y la resurrección 32. La Sabiduría de saber reconocer y rechazar la idolatría 33. Esperanzas mesiánicas
  • 2. Presentación de la catequesis bíblica Poco a poco Dios fue manifestando su existencia y su forma de ser. Primero a través de su creación. Más tarde, a partir de Abrahán, fue formando un pueblo especial, en el que desarrolló un proceso de revelación progresiva a través del cual lentamente fue manifes- tando su forma de ser y sus proyectos sobre la humanidad. Al final se manifestó de forma más evidente a través de Jesús, Dios hecho hombre, en todo semejante a nosotros. Dios nunca se impone a la fuerza. Él se da a conocer muy discretamente, según las ne- cesidades sentidas de los hombres y su capacidad creciente de entenderle y vivirle. Se ofrece, se insinúa, entra o se retira, según nuestro grado de aceptación de su presencia. Él sabe respetar nuestros variados niveles de comprensión y asimilación de su realidad. Nosotros, a través de la fe, aceptamos su existencia, y tocamos, por decirlo así, su realidad. Pero cuando pensamos esa fe, y formamos nuestras “creencias”, comprendemos sólo algo de su realidad, pero tenemos que reconocer que la mayoría de su existencia se nos queda en la oscuridad y aun muchas de nuestras creencias quizás sean falsas. Dios es siem- pre mucho mayor y mejor de lo que pensamos. El pueblo histórico que Dios se fue formando, Israel, recorrió un largo camino de com- prensión y asimilación de la existencia de Dios en sus vidas y en su historia. Y ellos, a través de un largo proceso, fueron viviendo y escribiendo la experiencia de su Dios, tan distinto a los otros dioses en los que creían los pueblos vecinos. A la colección de libros que fueron escribiendo le llamamos Biblia. En ella se manifiesta la historia de la maravillosa pedagogía de Dios, que fue paulatinamente manifestándose a ellos, a partir de las necesidades sentidas de la gente y su capacidad de comprensión y asi- milación. Esa pedagogía de Dios es la que intentamos seguir en estos temas catequéticos. La ciencia bíblica moderna ha investigado con seriedad la belleza de la revelación progresiva de Dios a través de la historia y los escritos bíblicos. Nos ha aclarado las circunstancias histó- ricas de muchos pasajes y el estilo literario del lenguaje usado en ellos. Podemos saber, con suficiente precisión, en qué orden se fueron escribiendo la mayoría de los textos bíblicos. Y todo ello contribuye a la mejor comprensión de los mensajes que Dios ha querido transmi- tirnos. Buscamos, pues, una mayor fidelidad a la experiencia bíblica originaria. Ponemos a dis- posición de los catequistas de nuestras parroquias los hermosos adelantos bíblicos actuales. Se escriben muchos libros sobre la Biblia, pero la mayoría de ellos no están al alcance del pueblo, ni por su precio, ni por su estilo. En estos apuntes, pretendo poner lo mejor de ellos al alcance de los catequistas, y por consiguiente, de nuestros niños y jóvenes, y por supues- to, de sus papás. La tarea no es fácil. Hay algunos pasajes que no se sabe bien cuándo fueron escritos. Se debate mucho sobre ciertas interpretaciones. Pero podemos afirmar que muchos de los avances de la ciencia bíblica actual ayudan eficazmente a conocer más claramente y más a fondo el mensaje que nos quieren transmitir los pasajes bíblicos. Queremos poner a disposición de los catequistas estas investigaciones bíblicas, pero
  • 3. en la medida en que puedan ayudarnos en nuestras espiritualidad y nuestra pastoral. Mi es- fuerzo se centra en expresar todo esto en lenguaje sencillo. He pensado mucho la selección de los temas. Muchos ha habido que dejarlos fuera. Se podrían ver, ciertamente, otros te- mas diversos. Pero me he limitado a los que me han parecido más convenientes, dentro de los estrechos límites de 32 semanas anuales de catequesis. Un criterio importante de selección han sido las necesidades de los jóvenes de los ba- rrios marginales. Y siempre que he podido he preferido trozos narrativos. De todas mane- ras, queda abierto el espacio para nuevos temas y, por supuesto, para todo tipo de sugeren- cias. Lo importante es esforzarnos por respetar y seguir lo más cerca posible el proceso pedagógico de formación de la Biblia adaptándolo a nuestro tiempo. José L. Caravias sj. Parroquia Sagrada Familia, Asunción 2005 jlcaravias@terra.com
  • 4. Caminando hacia Jesús 1 1 – Abrahán y Sara se fían de un Dios nuevo que les promete felicidad Texto: Gén 12,1-4; 15,1-6; 17,1-2; 21,1-7 Palabra central: FIARSE DE DIOS 1. Leer los textos y contarlos. Leer dos veces las citas se- guidas, como un solo texto. Después seleccionar la frase más importante, mientras en- tre todos van recordando la narración. Todo ello adaptado a la edad y conocimientos de los participantes. 2. Aclaraciones sobre el texto Estamos en el siglo 18 antes de Cristo. Abrahán y Sara eran pastores ancianos, sin hijos, y por eso se los miraba como malditos de los dioses. Pero un nuevo Dios les promete la bendición de tener descendencia y tierra propia en la que poder vivir prósperamente. Y a pesar de las dificultades y la larga espera, ellos creen en sus promesas. Este Dios nuevo les promete lo que ne- cesitan para ser felices: hijos y tierra, o sea, familia y trabajo. Él es capaz de cumplir estas promesas, por difíciles que parezcan, pero a su modo y a su tiempo... Ésta es la primera lección que pide Dios para empezar a caminar en su búsqueda. Es que si no nos fiamos de Dios, todo lo demás es inútil. No se pue- de seguir a alguien de quien uno no se fía. Para empezar a formarse un pueblo Dios elige a una pareja que no podía tener hijos. Pero, con su ayuda, lo consiguen. Con ello quiere comenzar el pro- ceso de su catequesis bíblica subrayando que con su ayuda todo lo bueno es posible, por difícil que parezca… Esta imagen inicial de Dios prometiendo y dando felicidad es básica para iniciar todo proceso de catequesis. Jamás empecemos la catequesis amenazando con el castigo de Dios. Hay que suscitar la confianza en el Dios de Abrahán, que nos promete lo que nece- sitamos para ser felices. Los otros dioses, en cambio, son crueles y castiga- dores: piden a los pobres resignación ante la miseria que sufren y sumisión a los poderosos... La fe de Abrahán es modelo básico para todos nosotros. Tendremos que esforzarnos en aclarar qué es lo que realmente esperamos de Dios. En el fon- do es preguntarnos en qué Dios creemos. Tenemos que empezar rechazando todo tipo de creencias en dioses terroríficos, raros, que sólo piensan en cas- tigar… Abrahán es el “padre de los creyentes” en el Dios bíblico.
  • 5. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Conocemos a gente que no se fía de Dios, y por eso tiene miedo de acercarse a él? b) ¿También nosotros a veces desconfiamos de Dios? Poner algún ejemplo nuestro... c) ¿Qué esperamos nosotros de Dios? d) ¿Qué promesas nos hace Dios hoy a nosotros? ¿Creemos que se cum- plirán? e) ¿Por qué dice San Pablo que Abrahán es el padre de nuestra fe? (Ver Romanos 4,18-22. f) ¿Cómo podemos hacer crecer nuestra confianza en Dios? 4. Orar sobre la confianza en Dios: Credo, esperanza, perdón, peticiones, gracias y alabanzas, como por ejemplo: • Creemos, Señor, que quieres darnos todo lo que necesitamos para ser felices. • Sabemos que si nos fiamos de ti nuestra recompensa será grande. • Esperamos de ti, Dios de Abrahán, la felicidad que nos prometes. • Perdón, Señor, porque muchas veces no nos fiamos de ti. • Te rogamos que lleguemos a ser padres y madres bendecidos. • Gracias por el don de la tierra, que has creado para todos. • Te bendecimos porque eres nuestro protector. • Te prometemos educar a nuestros hijos de forma que sean bendición para todos. Cada uno podría decir en voz alta su oración según sus sentimientos. 5. Despedida con un canto de confianza en Dios.
  • 6. 2 – Isaac: A Dios no le gusta que se haga daño a los hijos Texto: Gén 22, 1-19 Palabra central: NO DAÑES A TU HIJO 1. Leer el texto y recordarlo después entre to- dos. 2. Aclaraciones sobre el texto Abrahán se fiaba totalmente de su nuevo Dios. Pero a veces lo confundía con sus antiguos dioses. Una práctica común entre aquella gente era pensar que sus dioses les pedían sacrificios costosos y crueles, como era, por ejemplo, sacrificar a sus hijos. Por eso pensó que su Dios le pedía también a él esta “prueba”. Y este nuevo Dios le dejó hacer los preparativos para dejarle bien claro al final que a él no le gustaban esas prác- ticas asesinas. Pero sí le agradó la disponibilidad de Abrahán para realizar tan gran sa- crificio sin renunciar a la fe en que su Dios cumpliría sus promesas, deposita- das en Isaac. La Carta a los Hebreos lo destaca en 11,17-19. Todavía hoy mucha gente no se fía de Dios porque teme que le pida co- sas crueles que les van a alejar de su felicidad. Por eso en la catequesis es necesario insistir en que Dios jamás nos pedirá algo por encima de nuestras fuerzas o que pueda apartarnos de la felicidad. El Dios bíblico es totalmente fiable. No tiene nada de dictador caprichoso, que exige a sus devotos cosas absurdas. Muchas veces confundimos las exigencias de los dioses paganos con los maravillosos proyectos del Dios de Abrahán, en el que son benditas todas las naciones. Es triste cuando algunos padres causan daños a sus hijos creyendo que así agradan a Dios. Reprimen las cualidades de sus hijos, en lugar de ayudar- les a desarrollarlas, con lo cual sacrifican el futuro de sus vidas. La gloria del Dios de Abrahán nunca está en sacrificar algo de la vida del hijo, sino en que viva a plenitud y su vida sea bendición para muchos. Dios quiere la realización plena de todas las lindas cualidades que él mismo ha dado a sus hijos, de for- ma que de adultos mucha gente se alegre al sentir su cariño y sus servicios… Hay papás que hacen sufrir dolores de muerte a sus hijos, retándolos sin razón, acomplejándolos, castigándolos con violencia, o dándoles muy malos ejemplos, como la borrachera o el mal trato entre esposos. Nada de eso agrada a Dios. Él no es violento, ni antipático, ni represivo, como algunos pa- dres... La forma de comportarse los padres con los hijos pequeños influirá poderosamente en la forman en que luego ellos puedan creer en Dios. Nuestro Dios de ninguna manera quiere, pues, que se haga daño a los hi- jos, sino que se les ayude a crecer siempre, en edad, en sabiduría y en gracia. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Conozco a gente que no se acerca a Dios porque piensa que le va a pedir
  • 7. cosas raras y aun violentas? Contar algunos casos concretos. b) ¿Conozco a padres que hacen daño a sus hijos? ¿Qué pienso que agrada más a Dios en el trato de los padres con los hijos? c) ¿Cómo me gustaría que me tratara mi padre? d) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse Dios? e) Compromisos concretos que sacamos de este tema, como hijos o como padres y madres. 4. Orar el mensaje: Credo, perdón, peticiones o acción de gracias: • Creemos que Dios no quiere que se haga daño nunca a los hijos. • Creemos que los padres están en lugar de Dios para ayudar a los hi- jos a crecer en sus cualidades. • Perdón, Papá Dios, porque muchas veces no creemos en los planes de felicidad que tienes para con nosotros. • Perdón por el mal trato que algunos padres dan a sus hijos. • Te rogamos que ayudes a nuestros padres para que nos comprendan y nos ayuden. • Te rogamos que nos sepamos preparar bien para que nosotros lle- guemos a ser buenos padres y buenas madres. • Gracias por las ayudas que nos dan nuestros padres. Siempre se ha de terminar la catequesis con estas oraciones u otras parecidas, repetidas a coro por todos. 6. Despedida con un canto sobre la familia Nota: Si los catequistas quieren profundizar en los mensajes de estas dos semanas, pueden estudiar el folleto de Carlos Mesters llamado Abrahán y Sara.
  • 8. 3 – Jacob y Esaú: Dios no apoya la rivali- dad, sino la unión entre hermanos Texto: Gén 32,4-13. 23-32 Palabra central: HERMANOS UNIDOS 1. Leer el texto y contarlo hasta entenderlo bien. 2. Aclaraciones sobre el texto Jacob se había portado mal con su hermano Esaú, pues le había engaña- do para robarle sus derechos. Lo mismo hizo con su padre. Tuvo que irse le- jos. Y después de mucho, al volver, tiene miedo de la venganza de su hermano. Por eso le pide al Dios de sus padres que le dé fuerzas para poder vencer a su hermano, al que reconocía más fuerte que él. Manda a su familia por delante y antes de entrar en su tierra se queda luchando con Dios durante una noche para que le fortalezca. Quiere conocer el nombre de Dios para poder convencerlo. Pero Dios le golpea de forma que lo deja rengo, o sea, físicamente más débil que antes, pero con una fuerza interior nueva con la que pueda reconciliarse con su hermano. Por eso le pone un nombre nuevo: Israel, que significa “fuerza de Dios”. Le debilita en las fuerzas físicas, que él quería emplear contra su her- mano, pero le fortalece en unas fuerzas nuevas que capacitan para el perdón y la unión de hermanos. El Dios de sus padres, siendo fiel a sus promesas, no estaba dispuesto a que Jacob estropeara con violencias sus planes de bendi- ción familiar... A aquel lugar en el que Dios cambió sus planes, Jacob lo llamó “cara de Dios”, porque en él había entendido mejor los proyectos del Dios de sus pa- dres. Su hermano dejará de ser un peligro, pero no derrotándolo con violen- cia, sino abrazándolo. Su ingle herida le ayudó a recorrer los caminos de Dios. Ahora se vuelve humilde y por ello recompensa con creces las faltas cometi- das contra su hermano. Así acaban uniéndose aquellas dos familias de herma- nos tan largamente enemistados. Muchas veces Dios tiene que golpear nuestra loca insistencia en el orgu- llo y la violencia, para que nos decidamos a marchar por sus caminos de recon- ciliación fraterna. Aquel nuevo Dios se muestra digno de confianza, ya que busca siempre la felicidad de la familia, no le gusta que se haga daño a los hijos y sólo ayuda a la reconciliación familiar, sin colaborar jamás con los chismes y las discordias familiares. Nuestras catequesis debe que comenzar también insistiendo en la con- fianza en Dios dentro del ambiente de la felicidad familiar. Dios vive en el
  • 9. corazón de cada familia: se alegra con todo lo que sea unidad familiar y se entristece con todo lo que lleve a la desunión. 3. Dialogar sobre el texto El o la catequista deben seleccionar de antemano las preguntas que cree se adaptan mejor a sus jóvenes, y quizás también confeccionar algunas nuevas. a) ¿También nosotros a veces pedimos a Dios que nos ayude para triunfar con violencia en contra de un hermano? ¿Tenemos miedos y prejuicios contra algunos de ellos? ¿Queremos discutir y pelear, en vez de buscar reconciliarnos? b) ¿Buscamos triunfar a base de engaños y violencias? ¿Cuántas veces he- mos fracasado por culpa de ello? c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse Dios? d) ¿Por qué a Dios no le gusta la lucha entre hermanos, sino el perdón y la amistad? e) ¿Tenemos experiencias de reconciliación familiar cuando buscamos ayu- da en Dios? f) Proponer acercarnos y dialogar con algún familiar con el que estamos enemistados. 4. Orar el mensaje: Actos de fe en la ayuda de Dios para reconciliarnos, perdón y gracias: • Creemos que a Dios no le gusta la pelea entre hermanos. • Creemos que a Dios le gusta vernos unidos. • Perdón, Papá Dios, porque con frecuencia usamos el desprecio y la violencia en contra de nuestros hermanos. • Te rogamos que nos enseñes a reconciliarnos con humildad y respeto. • Gracias por las ayudas que nos damos como hermanos. 5. Despedida abrazándonos todos como hermanos.
  • 10. 4 – Moisés: Dios presente entre los oprimidos, pide compromiso con ellos Texto: Ex 3,1-17; 4,1.10-14 Palabra central: DIOS ENTRE POBRES 1. Leer el texto y resumirlo. 2. Aclaraciones sobre el texto El trasfondo de este nuevo paso en el conocimiento de Dios es una dura reali- dad de esclavitud y opresión en Egipto (Ex 1,13-16), peor aun que la que sufrimos hoy muchos pueblos. Entonces les reventaban de trabajo de forma que no tuvieran tiempo ni de pensar. No gozaban ni del derecho a tener hijos varo- nes. En la religión egipcia la gente pensaba que los dioses ayudaban con sus favores sólo a los poderosos. La esclavitud era vista como maldición de los dioses. El Dios de Abrahán, en cambio, que había pedido que se fiaran de él y se comportaran como hermanos, dice que él, a diferencia de los otros dioses, ve la humillación del pueblo, escucha sus gritos, conoce sus sufrimientos y baja para liberarlos. Pero esa liberación no la realiza directamente, venida de lo alto en for- ma milagrosa, sino a través de personas concretas: “Ve, Yo te envío”. Y a pe- sar de las muchas resistencias que pone Moisés, Dios insiste en comprome- terlo a favor de sus hermanos oprimidos. Algo así nos pide también Dios a nosotros. Y, como Moisés, solemos po- ner como pretexto que no somos nadie, que no estamos instruidos, que no nos van a creer, que no sabemos expresarnos bien, por lo que rogamos que envíe a otros, pero el Dios de Moisés insiste en que no tengamos miedo, pues él esta- rá siempre al lado nuestro para ayudarnos. Este Dios se llama a sí mismo Yavé, o sea, “Yo soy el que estoy activo en medio de ustedes, los marginados y explotados...” Su presencia es completa- mente distinta a la de los otros dioses... Los dioses de Egipto viven en los pa- lacios, legitimándolos; Yavé vive entre los marginados, ayudándoles a salir de sus esclavitudes. 3. Dialogo sobre el texto a) ¿En qué se parecen los problemas de aquellos esclavos a los problemas que tenemos nosotros hoy? Enumerarlos, si podemos... b) ¿Conocemos a gente que busca a Dios sólo en medio de los ricos? ¿Qué pensamos de ellos? ¿Dónde realmente pensamos que actúa Dios? c) ¿En qué se parecen las resistencias de Moisés a nuestras propias resis-
  • 11. tencias para escuchar el llamado de Dios para comprometernos a favor de nuestros hermanos? d) ¿Por qué el Dios bíblico insiste tanto en el compromiso a favor de los marginados y explotados? e) ¿Sentimos el sufrimiento de la gente como un llamado de Dios? ¿Qué estamos haciendo para ayudar a que nuestra gente se libere de sus es- clavitudes? 4. Orar el mensaje: Credo, perdón, peticiones, gracias, alabanzas: • Creemos, Señor, que tú ves la humillación del pueblo, escuchas sus gritos, conoces sus sufrimientos y bajas para liberarnos. • Creemos que te duele de forma especial el sufrimiento de todos los oprimidos de la tierra. • Creemos que estás presente en todo lo que lleve a una auténtica libera- ción. • Ayúdanos a superar nuestros miedos para poder aceptar tu llamamiento. • Ayúdanos a prepararnos bien para poder comprometernos a favor de los más explotados. • Gracias por las organizaciones populares que nos ayudan a defender nuestros derechos. Seguir improvisando algunas oraciones más… 5. Despedida y canto: Oye, Padre, el grito de tu pueblo. Si los catequistas quieren profundizar en el tema, pueden leer con provecho el folleto de Carlos Mesters titulado “Un Proyecto de Dios”.
  • 12. 5 – La Pascua, celebra- ción de la fe en Dios liberador Texto: Ex 5,1-9; 6,1; 12,5- 14 Palabra central: FE EN LA LIBERACIÓN 1. Leer el texto y contarlo. El ideal es que cada joven ten- ga su Biblia y siga en ella las lecturas. 2. Aclaraciones sobre el texto Faraón no reconoce al Dios liberador de los esclavos. Por eso, en vez de dejarlos marchar, les oprime más duramente: “Que se aumente el trabajo de estos hombres y así no prestarán atención a tonterías”. Para pasar de la esclavitud a la libertad se necesita realizar un largo proceso de esfuerzos y sufrimientos, que con frecuencia desaniman a la gen- te. No deben extrañarnos las dificultades que acarrea todo proceso de libe- ración. Vienen dificultades de fuera, y también de nosotros mismos. En los capítulos 7 al 11, el Éxodo narra una serie de prodigios, “plagas”, que son composiciones literarias, que no hay que tomar al pie de la letra. En lenguaje simbólico, se trata de una serie de hechos nunca antes vistos, que pretenden conseguir que el faraón acepte el nuevo proyecto del Dios de Moi- sés, que demuestra ser más fuerte que los dioses del faraón. Y al mismo tiempo estos sucesos nuevos van preparando al pueblo para que se anime a ponerse en marcha. Es normal que las autoridades opresoras se opongan a todo proceso de liberación. Aquellos esclavos, apoyados en el Dios de sus padres, superan sus miedos y sus complejos, se organizan y luchan de forma que consiguen salir libres. Eso es algo nunca visto hasta entonces: los “mosquitos” y las “ranas” puedan vencer a los poderosos... Muchos hoy día no se esfuerzan por salir de sus miserias porque piensan que jamás lo lograrán. Tenemos que superar nuestros complejos de inferiori- dad e inutilidad. Y ello sólo se consigue a través de pequeños y progresivos éxitos comunitarios, antes nunca vistos. La Cena Pascual, realizada de pie, con vestimentas de viaje, en un espe- ranzador ambiente familiar, simboliza la actitud decidida de aquel pueblo pa- ra salir de su esclavitud. Al vencer sus miedos y complejos, celebran su fe en que Dios los acompaña en estos esfuerzos de superación. Esta lucha, más o menos violenta, acaba con el paso del mar Rojo, símbo- lo de la salida de las fronteras de la esclavitud. Todavía les falta superar sus costumbres de esclavos, pero ya están en camino hacia la construcción de una
  • 13. nueva sociedad de leche y miel para todos. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿En alguna medida somos nosotros esclavos? ¿De qué y de quién? Poner ejemplos concretos. b) ¿Tenemos también nosotros miedos y complejos que nos impiden poner- nos en marcha hacia algo mejor? ¿Cuáles son los “pasos” que debemos dar para poder superarnos? c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse Dios? ¿A qué nos comprometemos con él? d) ¿Qué luz nos da este texto para entender mejor la Eucaristía de Jesús? e) ¿Podemos celebrar nosotros una Pascua joven? ¿Cómo? ¿Qué sería lo más importante? 4. Orar el mensaje: • Creemos que nuestro Dios quiere que no seamos esclavos de nada ni de nadie. • Creemos que Dios, que vive entre los pobres, pide nuestro compromiso a favor de ellos. • Te rogamos, Señor, que aumentes nuestra fe en tu presencia solidaria en medio de nosotros. • Perdón por nuestros complejos, que nos hacen pensar que no servimos para nada. • Gracias por los éxitos conseguidos y por los que vamos a conseguir. • Bendito seas porque tú siempre estás dispuesto a ayudarnos. 5. Despedida con un canto de esperanza.
  • 14. 6 – Yavé y su pueblo realizan una Alianza: dos primeros compromisos Texto: Ex 20,1-7; 24,6-8 Palabra central: SÓLO DIOS 1. Leer el texto y resumirlo entre todos. 2. Aclaraciones sobre el texto Se trata de algo así como una celebración matrimonial entre desiguales. Yavé no oculta su grandeza; ni el pueblo acierta a esconder su miseria. Pero, a pesar de su poder y majestad, Yavé se había acercado y había ayudado a aquel pueblo a salir de la esclavitud. Ahora, en libertad, celebran los dos unos compromisos mutuos, firmados con sangre, derramada sobre Dios represen- tado por la tierra, y sobre el pueblo allá presente. Esta Alianza de fidelidad tiene diez compromisos. Los dos primeros se refieren a la relación entre el pueblo y su Dios. Y los otros ocho, a la relación que, debido a su fe, deben tener entre sí los miembros de este pueblo. La primera condición que le pone Yavé a este pueblo, fundado por él, es que no siga a dioses ajenos, pues todos ellos tienen proyectos distintos a los suyos. No les aclara aun que él es el único Dios: sólo les pide que no se pos- tren ante los otros dioses, pues ello supone aceptar una jerarquía de valores y unos comportamientos sociales totalmente distintos a los que él propone. Los que creen en Yavé han de vivir de forma muy distinta a como lo hacen los que creen en los dioses del poder y de las riquezas... Yavé es un Dios al que no se le puede manipular, y por eso exige que na- die intente hacerse una imagen suya para adorarla, pues ello equivaldría a considerarlo vulgar y comprable. Dios es infinito, y toda imagen que queramos venerar se queda en algo ridículo, lejos de su realidad. Querer dibujar o es- culpir a Dios es como querer manejarlo, haciéndolo a nuestra medida, preten- diendo adaptarlo a nuestra pequeñez, nuestras vulgaridades y quizás nuestras suciedades. Sólo Jesús, Dios encarnado, será la imagen válida de Dios mismo. Y sólo Jesús será el camino para poder llegar hasta Dios... En aquella Alianza Yavé prohíbe también que se use su nombre en cosas sucias. No le gusta que se le mezcle en cosas indignas de él. Su única honra es la felicidad de su pueblo, y sabe que abandonarlo a él supone meterse en du- ras realidades de opresión y frustración. Aquel pueblo entiende que este nuevo Dios le ofrece una nueva felicidad, nunca conocida antes, y por eso jura seguir los caminos indicados para alcan- zarla. Y Yavé les promete mantenerse fiel a su compromiso, siempre que ellos guarden la Alianza contraída. Nosotros tenemos que aprender ante todo a examinarnos del cumpli-
  • 15. miento del primer compromiso de la Alianza: no poner nuestra confianza en otros dioses, sino sólo en Yavé... Más tarde, una vez conocido este Dios nuevo como el único existente, el primer compromiso tomará una fórmula más profunda: “Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con todo tu ser y todas tus fuerzas...” (Deut 6,4). 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Con qué título se presenta Dios a su pueblo? ¿Por qué? (Ex 20,2). b) ¿Por qué Dios prohíbe adorar a otros dioses? ¿Qué consecuencias tiene el adorar a otros dioses? Intentar poner ejemplos para entenderlo me- jor. c) ¿Por qué no quiere Dios que adoremos a imágenes suyas? ¿Qué es lo que está mal? d) ¿Qué quiere decir usar el nombre de Dios en vano? e) Compromisos concretos que sacamos de este tema, a escala personal y familiar. 4. Orar el mensaje: • Creemos, Señor, que las normas que nos das son sólo pensando en nues- tra felicidad. • Creemos que tú eres el único Dios capaz de hacernos de veras felices. • Tú eres Dios de vida; los demás son dioses de muerte. • Enséñanos a reconocer y rechazar todas tus imágenes falsas. • Perdón porque tantas veces seguimos y adoramos a los dioses de la men- tira, del odio y de la esclavitud. • Bendito seas porque nos haces libres para amar. 5. Despedida. ¿Sabemos algún canto sobre el primer mandamiento?
  • 16. 7 – Normas básicas de unión y respeto: 3º al 10º compromisos Texto: Ex 20,8-17 Palabra central: RESPETO FRATERNO 1. Leer el texto hasta poder resumirlo. 2. Aclaraciones sobre el texto Si Yavé era aceptado como el único Dios de aquel pueblo, entonces la relación entre todos los que se comprometían con él tenía que ser de un gran respeto mutuo. Los compromisos contraídos con Yavé son las condiciones para no volver a caer en la esclavitud, y así poder vivir como hermanos. Una vez aclarado que sólo deben adorar al Dios liberador, y no a los otros dioses, opresores de los pobres, los “mandamientos” 3º a 10º (Ex 20,8-17) insisten en los puntos bási- cos de relacionamiento mutuo: trabajo durante seis días y descanso semanal cultivando el espíritu (3º), respeto a los padres (4º), respeto a la vida humana (5º), fidelidad entre esposos (6º); respeto a la pequeña propiedad ajena (7º) y a la verdad en los juicios (8º)... Y este respeto debía llegar hasta el nivel de los pensamientos: por eso ordena no codiciar nada ajeno (9º y 10º). Hay que insistir en que estas normas básicas suponían un pueblo igualita- rio, en el que no existían ni grandes propietarios ni nadie en la miseria. Poco a poco se fue escribiendo después el Código de la Alianza (Ex 21 al 23), que aterriza los Mandamientos en la realidad social que vivían. Podemos ver una selección de ellos en Ex 21,1-3.15-27; 22,1-6.21-27; 23,1-13. Se trata de aplicaciones de principios generales a su realidad concreta campesina. Aunque algunas de estas normas bíblicas nos parezcan duras, de hecho suavi- zaban la realidad existente entonces. Un caso especial es la “Ley del Talión” (21,23-25), en la que se iguala el castigo infligido al causante de un daño, fuera del rango social que fuera. Los otros dioses favorecían el perdón a los poderosos y el castigo cruel a los po- bres. Pero ante Yavé todos eran medidos por la misma regla: a todos se casti- gaba por igual. Con la Ley del Talión se dio un gran paso en la dignificación de toda persona humana, como fundamento para que Jesús siglos más tarde pu- diera dar su Mandamiento Nuevo del Amor. Pero no se puede hablar de amor de hermanos si no se considera a todos con la misma dignidad… Nosotros debemos realizar también un esfuerzo para poder concretar las grandes líneas de la Alianza en nuestros actuales problemas de relaciona- miento mutuo. En la vida concreta se debe notar quiénes creemos de veras en Dios. Lo primero es cumplir las bases de la Alianza del Sinaí. Después de cum- plir los Mandamientos del Dios de Moisés, hay que cumplir el Mandamiento del Amor de Jesús, que es aun mucho más exigente. Pero éste se construye sobre
  • 17. aquél... No es posible el amor de hermanos si primero no hay respeto y justi- cia entre todos. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Qué nos enseñan estas normas fraternas sobre cómo debemos de com- portarnos los que tenemos fe en el Dios de la Biblia? b) ¿Qué enseñan sobre nuestra dignidad humana? ¿A qué nos llaman? c) Si hay tiempo, leer la selección del Código de la Alianza indicada más arriba, y elegir lo que creamos más importante. d) ¿Por qué el que cree en Dios debe respetar tan en serio a su prójimo? e) Cada grupo de Catequesis, a su nivel, podría escribir su Código de Alian- za con Dios, lo más concreto posible. Ojalá se pueda realizar lo mismo con la propia familia... 4. Orar el mensaje: • Sabemos, Señor, que no somos felices porque no vivimos según tus pro- yectos. • Tenemos Fe en la Alianza celebrada entre Dios y el pueblo que cree en él. • Creemos que la fe en Dios nos lleva a respetarnos entre todos. • Perdón, Señor, por tantas veces como somos infieles a tu Alianza abu- sando los unos de los otros. • Te suplicamos que nos fortalezcas para poder vivir según tus lindos pro- yectos. • Ayúdanos a entender cómo vivir hoy tus Mandamientos. 5. Despedida con algún canto sobre los Mandamientos. Nota: Para profundizar los mensajes de estas dos semanas, los catequistas pueden estudiar el folleto de Carlos Mesters “La Ley de Dios herra- mienta de la comunidad”.
  • 18. 8 – Josué: Reparto de tierras según las nece- sidades de cada familia Texto: Núm 33,53-54; Jos 18,1-4 Palabra central: TIERRA PARA CADA FAMILIA 1. Leer el texto y resumirlo. 2. Aclaraciones sobre el texto El joven Josué se formó a los pies de Moisés. Éste, antes de morir, le encomendó realizar con valentía y firmeza el proyecto fraterno de Yavé (Deut 31,7-8.23). Y Dios así se lo confirmó: “Sé valiente y ten ánimo, porque tú entregarás a este pueblo la tierra que juré dar a sus padres” (Jos 1,2.5-9). No sólo tenía que conseguir tierras y repartirlas según la necesidad de cada familia, sino lograr implantar una nueva forma de ser pueblo, que asegu- rara leche y miel para todos. No había modelos que imitar. Lo único claro era que no querían ser esclavos como en Egipto. No quería tener autoridades aca- paradoras, ni ejército permanente, ni sacerdotes poderosos, ni sabiduría sólo para unos pocos. Sus nuevas costumbres y leyes tenían que estar al servicio de la dignidad igualitaria de todos y en defensa de la pequeña propiedad bien repartida. Con gran realismo y creatividad, Josué, a partir de asambleas populares, fue llevando poco a poco a la práctica estos proyectos y esperanzas. Su cora- zón fue valientemente arriesgado para creer que las promesas de Yavé se pueden llevar a la práctica. Piensa que cada familia tiene derecho a poseer una “tierra para vivir”, sin favoritismos ni privilegios. Por supuesto que esta voluntad divina se extiende también a la posesión de un pedazo de tierra suficiente donde poder construir una vivienda digna. La tierra pertenece a Dios y es promesa de él, desde Abrahán a Josué. Por eso el pueblo ha de esforzarse para conseguir repartos justos. Y han de cultivarla con admiración y cariño, como algo sagrado, buscando prosperidad para todos. En momentos de peligro los israelitas se saben organizar para defender sus propiedades, como lo hizo Débora; o sus cosechas, como en tiempo de Gedeón. En aquel pueblo reunido alrededor de la fe en el nuevo Dios Yavé, no podía haber ni acaparadores, ni campesinos sin tierra. El capítulo 15 del Deuteronomio aclara el ideal de aquel pueblo creyente: “No debe haber pobres en medio de ti” (Deut 15,4). Pero como de hecho exis- ten pobres, a causa de los vicios y las injusticias humanas, insiste en la obli- gación de ser generosos con los necesitados: “No endurezcas el corazón... Debes abrir tu mano a tu hermano que es pobre en tu tierra” (15,7.11). A Josué tendríamos que proclamarlo patrono del reparto justo de las
  • 19. tierras y de todos los dones de Dios, bajo la fe de que él, como buen Padre, lo ha hecho todo para todos... 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Cómo es nuestra realidad nacional respecto a la propiedad de la tierra? ¿Sabemos cuánto acaparan los terratenientes y cuánto poseen los cam- pesinos? Investiguemos los porcentajes... b) ¿Qué nos enseña este texto sobre el proyecto de Dios sobre un pedazo de tierra para cada familia, en la que poder vivir y trabajar dignamente? c) ¿Qué relación encontramos entre el derecho de propiedad y la fe en Dios? ¿En qué circunstancias podemos decir que el derecho de propie- dad privada es sagrado y en qué caso no lo es? d) ¿Por qué en la Biblia se insiste tanto en la posesión de “una tierra para vivir? e) ¿Podríamos cultivar una pequeña huerta en el patio de nuestra casa, co- mo expresión de agradecimiento del don de la tierra? 4. Orar el mensaje: • Creemos, Padre Dios, que tú quieres que todos tengamos tierra suficien- te para poder vivir dignamente. • Creemos que tú estás presente, ayudándonos, siempre que los acapara- dores pierden algo y los marginados progresan. • Perdón por tantos acaparadores de tierra y tantos campesinos sin tie- rra. Éste no es tu proyecto. • Ayúdanos a aclararnos en estos problemas y a comprometernos. • Gracias por las organizaciones campesinas y barriales. • Bendito seas por esta tierra tan hermosa que tú has hecho para todos nosotros. 5. Despedida. ¿Sabemos algún canto sobre la tierra? Los catequistas podrían profundizar el tema de la tierra en la Biblia vien- do el libro Yvy Rekavo, En Busca de Tierra, de José Ortega y JL Caravias.
  • 20. 9 – Dios llama al joven Ge- deón para que haga justicia Texto: Jue 6,3-6.11-16; 7,2-8.16-21 Palabra central: DEFENSA DEL TRABAJO 1. Leer el texto y contarlo hasta enten- derlo suficientemente. Los catequistas deben leer antes los capí- tulos 6 y 7 completos, para poder contar bien la historia. Y seleccionen qué versícu- los van a leer. 2. Marco histórico del texto Después de la época de los patriarcas viene la época de los Jueces, que dura casi 200 años. Ellos eran libertadores, llamados por Yavé en momentos de crisis para que restauraran la justicia. Uno de ellos es Gedeón, joven al que Dios le pide, a pesar de sus resistencias y complejos, que resuelva los problemas de su pueblo. Ellos vivían en la miseria porque los poderosos “ma- dianitas” les robaban siempre sus cosechas, fruto de sus trabajos. Ellos piden ayuda a Yavé, que llama al hijo menor de la más humilde de las familias, un joven sin experiencia, acomplejado y un tanto altanero. Dios lo llama alabándolo y animándolo. Pero el joven responde primera- mente con incredulidad: no cree que Dios esté con ellos, pues les va muy mal. Ante la insistencia de Dios, él activa su complejo de inferioridad: soy lo últi- mo. Su tercera reacción es la desconfianza, y por ello le pide a Dios pruebas palpables, y aun caprichosas, de su llamado. Yavé le responde con insistencia: Yo estaré contigo. Le concede todas sus exigencias. Y poco a poco le va preparando para poder cumplir la misión que le pide. En primer lugar le encomienda destruir los ídolos de su familia, acción que le acarrea ya serios problemas, pero es que Dios sabe que enreda- dos en idolatrías nunca un pueblo se podrá librar de sus opresores. Cuando Gedeón pone exitosamente en marcha su campaña, Yavé le hace caer en la cuenta que lleva demasiada gente inútil con él. Le pide que mande a sus casas a los cobardes y a los comodones. Pretendían vencer a los ladrones de sus cosechas siendo más numerosos y fuertes que ellos. Pero Yavé les hace ver que es un error combatir a sus opresores con sus mismas armas. Su lucha debe ser desde los valores de su cultura campesina, simbolizados primera- mente en el pan de cebada rodando cerro abajo, y después en el cántaro, el cuerno sonoro y la antorcha, que bien usados en el momento oportuno hacen huir asustados a sus enemigos. Y así consiguieron la paz y la prosperidad por mucho tiempo. No se puede vencer a la corrupción con corrupciones, ni a la violencia
  • 21. con violencias. El pueblo debe aprender a usar su solidaridad y su astucia, a partir de sus valores culturales. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿También en nuestro tiempo hay gente que roba al pueblo los frutos de sus trabajos? Poner ejemplos. b) ¿Qué pasos tuvo que dar el joven Gedeón para poder superar su descon- fianza, sus complejos y sus miedos? Repasarlos entre todos. c) ¿En qué se parecen los problemas de Gedeón a los nuestros? Contar ca- sos concretos. d) ¿Cómo se comporta Dios con Gedeón? ¿Cuál es su pedagogía para su- perar sus miedos y comprometerlo? e) ¿Será posible que siendo los últimos podamos liberar a nuestro pueblo de las injusticias que sufre? f) ¿A qué puede ser que nos esté llamando Dios a nosotros? 4. Orar sobre la vocación de los jóvenes: • Creemos que Dios llama a jóvenes pobres para comprometernos en la li- beración de los robos de los poderosos que sufrimos todos. • Creemos que los jóvenes somos la esperanza de un futuro mejor. • Te pedimos perdón, Señor, por nuestros miedos y complejos. • Ayúdanos a saber escuchar tu voz exigente. • Te agradecemos por la confianza que pones en nosotros. • Te alabamos porque siempre estás a nuestro lado dándonos ánimo. 5. Despedida, animándonos para volver con ánimo la próxima semana.
  • 22. 10 – Dios llama al niño Samuel para que corrija a sus mayores Texto: 1 Sam 3,1-19 Palabra central: SINCERIDAD 1. Leer el texto y contarlo hasta entenderlo bien. 2. Marco histórico del texto Samuel es el último de los jueces y el primero de los profetas (siglo XI a.C.). Su madre, Ana, lo educó muy bien en la fe de sus padres y cuando era un jovencito lo ofreció para el servicio del Templo. Siendo criadito del anciano sumo sacerdote Helí, Dios le encarga que avise a su jefe que está muy enojado con él porque no sabe corregir a sus hijos, que en el servicio del Templo enga- ñan y roban a la gente. Muchas veces los niños son los únicos que ven la ver- dad con ojos limpios, por lo que pueden escuchar lo que quiere Dios y manifes- tarlo con claridad. Este niño tan sincero será más tarde el dirigente espiritual de su país, al que, a la luz de su fe, dirá siempre la verdad y sabrá aconsejarles con acierto en todos los asuntos que hicieran referencia al bien del pueblo, especialmente los temas políticos. Samuel siempre buscó entender lo que Dios quería de él y de su pueblo: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y Dios lo eligió para transmitir su men- saje a los poderosos. Él criticó el nombramiento de reyes acaparadores (1Sam 8,11-18). No le gustaba que el pueblo pusiera demasiadas esperanzas en sus posibles autoridades; la esperanza debe estar en la propia honradez del pue- blo unido, fortalecido por su fe en Dios. Los niños y los jóvenes tienen que ser conscientes de que es posible que Dios los llame para que sepan decir a sus mayores la verdad de lo que ven y sienten, y, cuando sea necesario, denunciar las injusticias que presencian o sufren. Por eso Dios ha puesto en ellos un sentido de rebeldía a favor de la verdad y la justicia. Pero al mismo tiempo tienen que ser responsables con esta llamada que les hace Dios, sin dejarse llevar por miedos, enojos o violen- cias. El futuro del país depende mucho de los jóvenes, pero para ello hay que prepararse ahora con sinceridad y valentía. Y los mayores, especialmente padres y maestros, tenemos que estar atentos para poder escuchar lo que Dios puede ser que está queriendo decir- nos a través de los jóvenes... Este texto pide a los adolescentes valentía para hablar con sinceridad, y a los mayores, humildad para saber escucharlos. 3. Dialogar sobre el texto
  • 23. a) ¿Existen también hoy entre nosotros gente que engaña y explota al pue- blo en nombre de Dios? b) ¿Qué rebeldías sentimos los niños y los jóvenes frente a las mentiras y los abusos de los mayores? c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de ser y comportarse Dios? d) ¿Por qué será que Dios llama a veces a los jóvenes para cumplir misiones importantes? e) ¿Sabemos expresar nuestras rebeldías con sinceridad y sencillez, de forma que sean eficaces, conscientes de que Dios quiere hablar a través de nosotros? 4. Orar sobre la sinceridad juvenil: • Enséñanos, Señor, a ser rebeldes según tus criterios. • Danos fuerzas para poder decir con verdad todo lo que sentimos. • Creemos que tú te fías de nuestro sentido de la justicia. • Creemos que a veces tú nos llamas para corregir los defectos graves de nuestros mayores. • Gracias, Jesús, porque tú has sido niño y joven, y nos entiendes. • Bendito seas porque das sentido a nuestras vidas y nos llenas de espe- ranzas 5. Despedida con algún canto, a ser posible sobre la llamada de Dios a los jóvenes. Para profundizar en los personajes bíblicos de los próximos temas, podrían adquirir el libro De Abrahán a Jesús, de JL Caravias.
  • 24. 11 – David y Natán: Un go- bernante reconoce sus errores y pide perdón Texto: 2Sam 12,1-7.9-14 Palabra central: RECONOCER ERRORES 1. Leer el texto y contarlo. 2. Marco histórico del texto Después que el primer rey, Saúl, fraca- só como gobernante, Dios eligió para rey al más pequeño de la familia de Jesé de Belén, llamado David, despreciado por sus hermano y su mismo padre (1Sam 16,1-13). Este joven, pastor y músico, puesta su confianza en Yavé, dio ejemplo a todos al vencer con su humilde honda al gigante Goliat, perfectamente armado (1Sam 17,4-10.32-51). Pero al ser proclamado rey su corazón se enorgulleció y abusó de su po- der. Embarazó a una mujer ajena y después mató a su esposo a través de en- gaños. Entonces el profeta Natán, en nombre de Yavé, fue a hacerle ver su pecado contándole una parábola, en la que le hacía ver la crueldad de un pode- roso comiéndose lo poco que tenía un pobre. El rey se enojó en contra de aquel rico y dijo que merecía la muerte, pero Natán le hizo ver que él mismo era ese bandido. Entonces David reconoció su horrendo pecado y pidió per- dón. Otras faltas graves cometió en su gobierno, como asesinatos, traiciones y guerras internas, pero su fe le llevaba a reconocer sus traiciones a la Alian- za celebrada con Yavé. Sus hijos cometieron muchos disparates también, por lo que sufrió una triste vejez. Pero siempre su fe en Dios le ayudó a recono- cer sus faltas y a levantarse una y otra vez. Cuando le hacen ver sus errores, él se humilla y cambia de actitud. El profeta Natán sabe criticarle con clari- dad, pero también con respeto y cariño, de forma que sus críticas siempre son eficaces. David nunca fue hipócrita frente a Dios, sino sincero y humilde, y por eso Dios le promete ser siempre un padre para con él, que le corrige, pero nunca le abandona (2Sam 7,14-15). La mayor grandeza de este gobernante es su humildad. En el salmo 51 encontramos sus sentimientos ante Dios, recono- ciendo sus debilidades y esperando su ayuda sanadora. David representa nuestras tentaciones y debilidades, nuestras purifica- ciones y triunfos, nuestros sufrimientos y alegrías, nuestra búsqueda de Dios a tientas y tropiezos. Cuanto más poder se tiene, más graves tentaciones y caídas se sufren. Por eso es tan importante que los poderosos reconozcan con humildad sus fallos, y sepan pedir perdón a Dios y a su pueblo... También nosotros, a una escala más chiquita, debemos aprender a reconocer también nuestras faltas y
  • 25. saber pedir perdón a nuestros padres y profesores o a nuestros hermanos y amigos. Sin perdón sincero no hay futuro... 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Por qué decimos que David fue infiel e ingrato para con Dios? b) ¿En qué nos parecemos nosotros a David? ¿Sabemos reconocer nuestros fallos? c) ¿Qué nos enseña este texto sobre la manera de comportarse Dios con quien se acerca con humildad a pedirle perdón? d) ¿Cómo se porta Natán ante las injusticias de David? ¿Podríamos noso- tros hacer algo parecido frente a los abusos de nuestras autoridades, grandes o pequeñas? e) ¿Ante nuestros pequeños cargos, qué tentaciones de orgullo sufrimos y en qué abusos de poder caemos? Reconocerlos y pedir ayuda. 4. Peticiones de perdón: Pidamos perdón usando algunas frases del mismo David, tomadas del salmo 51: • Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, • Por tu gran corazón, borra mis faltas. • Para que mi alma quede limpia de malicia, purifícame de mi pecado. • Contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. • Tú ves que malo soy de nacimiento; pecador desde el seno de mi madre. • Rocíame con agua, y quedaré limpio. • Haz que sienta otra vez tu alegría y tu felicidad. • Aparta tu rostro de mis faltas y borra en mí todo rastro de malicia. • Crea en mí, oh Dios, un corazón puro. • Renueva en mi interior un firme espíritu. • Dame tu salvación que regocija, un espíritu noble que me dé fuerzas. • Te ofrezco mi espíritu quebrantado, un corazón arrepentido y humillado. • Ante todos, Señor, me comprometo a cantar tus bondades. 5. Avisos y despedida.
  • 26. 12 – Dignidad de la pareja humana Texto: Gén 2,18-25 Palabra central: DOS EN UN SOLO SER 1. Leer el texto y contarlo hasta re- cordar todas sus partes. 2. Aclaraciones sobre el texto Estamos en tiempo del rey Salomón, alrededor del 950 antes de Cristo. Este hijo de David, sabio cuando joven, de ma- yor “se portó mal con Yavé”, (1 Reyes 11,6) adorando a otros dioses y, por consiguiente, acaparando gran cantidad de tierras, banquetes, mujeres y ca- ballos. Y lo peor era que decía que todas sus riquezas, incluidas sus mujeres, eran don especial de Dios, por ser su hijo predilecto. Frente al mal ejemplo de Salomón, un grupo de sabios se reunió para es- cribir la historia de Israel. La obra que escribieron está ahora metida por partes en Génesis, Éxodo y Números. De ellos es el relato de la creación que leemos hoy. Se trata de un género narrativo simbólico. Los hechos y los per- sonajes no son históricos, pero sus simbolismos son de una gran realidad, ver- dad profunda para todos los tiempos. Adán es el nombre simbólico de toda la humanidad, íntimamente unido a la tierra (adamá). En castellano lo podemos traducir por ser humano o gente. Toda la naturaleza está hecha para su servicio: por eso Adán le pone nombre a los animales. Pero necesita una ayuda complementaria semejante a él. Y para ello Yavé forma otro ser humano a partir de él mismo, que ya no es animal, sino “carne de su carne”. Desde ese momento, varón y mujer, unidos en forma complementaria, serán los destinatarios de toda la creación, que Yavé pone en sus manos para que la dominen y la usen a su servicio. Desde este primer mensaje se insiste en que los dos tienen que unirse en pareja, dejando a los padres, de forma que puedan “formar una sola car- ne”. Y ello con tal sinceridad, que no encuentren nada malo en su desnudez. Estos mensajes del origen divino de la pareja humana, y la consiguiente dignidad igualitaria de los dos, tenían un fuerte impacto en aquel ambiente machista de Salomón. Y entendidos en la profundidad de su simbolismo, pue- den orientarnos también en nuestro mundo, en el que tanto se idolatra al ma- chismo y al sexo sin amor. Para llegar a formar entre los dos “una sola carne” hace falta aprender a desarrollar un auténtico amor de enamoramiento. El sexo es humano sólo cuando es expresión de amor, y no cuando se ejercita nada más que por instinto. Casi quinientos años más tarde, durante el destierro de Babilonia, se es- cribirá Génesis 1, en el que se avanza en el mensaje afirmando que tanto el
  • 27. varón como la mujer son los dos semejantes a Dios. Y unos siglos después se redactará el Cantar de los Cantares en el que se sublima el enamoramiento, sin restos ya de machismo. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Hay machismo también hoy en nuestro país? ¿Hay autoridades que pre- sumen de ser mujeriegos? ¿Los miramos como un ideal? b) ¿Qué nos enseñan estos textos sobre la dignidad de la pareja? c) ¿En qué nos podemos ayudar varones y mujeres? d) ¿Cómo superar el machismo? ¿Pensamos que el varón vale más que la mu- jer? Leer Eclesiástico 37,24-27 e) ¿Cómo debe ser entre nosotros el trato entre chicos y chicas? f) ¿Cómo podemos prepararnos para poder enamorarnos de veras, de for- ma que nuestro futuro matrimonio dure para siempre, cada vez con más amor? 4. Orar sobre la pareja humana: • Creemos que tanto varones como mujeres somos creados por Dios a su imagen y semejanza. • Creemos que varones y mujeres estamos llamados a ayudarnos y com- plementarnos. • Perdón, Creador nuestro, por el machismo que nos domina. • Enséñanos y ayúdanos a respetarnos y querernos, chicos y chicas, como amigos sinceros y fieles. • Gracias por habernos hecho varones y mujeres, de forma que nos nece- sitamos los unos con los otros. • Bendito seas porque el amor de pareja empieza a florecer entre noso- tros. Ayúdanos a cultivarlo. 5. Despedida. Se podría cantar algo lindo sobre el amor de pareja. Los catequistas pueden profundizar el tema viendo José L. Caravias, Matrimonio y Familia a la luz de la Biblia.
  • 28. 13 – Las ingratitudes e infidelidades con Dios nos causan muchos males Texto: Gén 3,1-19 Palabra central: INFIDELIDAD Y DOLOR 1. Leer el texto y contarlo. 2. Aclaraciones Aquel grupo de escritores del tiempo de Salomón, a quienes los técnicos llaman “yavistas”, se propusieron dar respuestas básicas a los problemas más importantes de la humanidad. Uno de ellos es el por qué del sufrimiento hu- mano. Y en lenguaje simbólico, como siempre hacían ellos, contaron que desde sus comienzos la humanidad sufre demasiado porque no aceptamos los cami- nos que Dios nos ha marcado para poder ser felices: eso es el pecado. El Paraíso es el símbolo de la felicidad que Yavé quiere para todos. Pero la maldad humana, representada por la serpiente, nos hace tomar decisiones en contra del proyecto bondadoso de Dios, simbolizado en el árbol del bien y del mal. Si la primera catequesis bíblica insistió con Abrahán en que había que fiarse de Dios, la tentación es lo contrario: no fiarse de Dios, mirándolo como a un contrincante, que nos engaña para que no lleguemos a ser felices como él. El pecado original es el orgullo humano, que pretende ponerse en lugar de Dios. Es no creer que siguiendo las normas dadas por nuestro Creador po- damos realizarnos como personas, y por eso buscar otros caminos diferentes para poder alcanzar la felicidad. Pero Dios, que es nuestro Fabricante, sabe cómo debemos comportarnos para funcionar bien. Cambiar las normas de fa- bricación lleva a un mal funcionamiento o a la autodestrucción. Él puso en nuestra conciencia, para nuestro bien, “el árbol del bien y del mal”, que no podemos destruir sin destruirnos a nosotros mismos. Es triste y amargo abandonar el proyecto de Dios... Hay sufrimientos que son propios de la fragilidad humano, como la vejez, por ejemplo; pero otros muchos pueden y deben evitarse, porque son efecto de nuestros malos comportamientos, como ciertas enfermedades curables, analfabetismos, opresiones, hambres, infidelidades, malos tratos... Todo ello es consecuencia del orgullo que reta y quiere sustituir a Dios. Directamente a Dios no le podemos ofender, pero nuestros pecados le ofenden precisamente porque nos hacemos daño a nosotros mismos o a nues- tros semejantes, todos obra querida de sus manos. A Dios le duele y le ofen- de todo lo que ofenda a la humanidad, todo lo que nos impida crecer como personas, todo lo que ensucia o degrada a cualquier ser humano. Y le ofende porque es nuestro Creador y nos quiere, igual que a una madre le ofenden los
  • 29. maltratos contra sus hijos, aunque no le toquen directamente a ella... La expulsión del paraíso nos la provocamos nosotros mismos cuando co- memos frutas que nos envenenan y nos matan. Por eso hay que hacer caso a Dios, que sabe lo que nos conviene... 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Qué faltas pensamos que ofenden más a Dios? ¿Por qué? b) ¿Por qué Dios respeta tanto nuestra libertad? ¿Podría él obligarnos a ser buenos? c) ¿A quién hacen daño nuestros pecados? ¿Por qué, entonces, ofenden a Dios? d) ¿Cuáles son, según Jeremías 2,12-13.17.19 las consecuencias del pecado? e) Resumir entre todos qué entendemos ahora por pecado. 4. Oraciones de sinceridad: Repetir a coro. • Vemos lo triste y amargo que es apartarnos de Dios. • Reconocemos que son nuestras mismas faltas las que nos castigan. • Nos apartamos de ti, que eres manantial de aguas vivas, y nos hacemos aljibes secos y agrietados… • Una parte de nosotros está inclinada al mal y necesitamos, por ello, de tu ayuda, Señor, para no caer. • Gracias porque siempre estás dispuesto a perdonarnos, con tal de que nos acerquemos a ti reconociendo nuestros pecados. • Bendito seas por habernos enviado a Jesús, en quien encontramos de cerca tu misericordia. 5. Despedida. Se podría realizar algún canto de perdón.
  • 30. 14 – Elías y Ajab: Yavé y Baal tienen proyectos opuestos Texto: 1 REYES 21,1-23 Palabra central: LADRÓN Y ASESINO 1. Leer el texto y contarlo. 2. Marco histórico del texto Elías fue un profeta importante del siglo nueve antes de Cristo. En medio de gobiernos crueles, él insistió en que creer en Yavé llevaba a un comportamien- to muy distinto al de los que creían en otros dioses. Sus actuaciones, siempre claras y valientes, las podemos leer en 1Re 17 al 19 y el 21. Hoy reflexionamos sobre el caso de Nabot. Este honrado cam- pesino, creyente en Yavé, cultivaba una linda viña al lado de la casa de vaca- ciones del rey Ajab, que, queriendo ampliar sus posesiones, le pidió que le vendiera su viña. Nabot le contestó: “Líbreme Dios de vender la propiedad de mis antepasados”. Ajab se enojó mucho, pero su esposa Jetsabel, extranjera creyente en el dios Baal, pensaba que su marido tenía derecho divino a poseer toda la tierra que quisiera. Y por eso ordena que condenen a muerte a Nabot por haber ofendido a su dios y al rey. Pero resulta que el Dios en el que creía Nabot era distinto al de la reina. El Dios de Nabot, Yavé, ordenaba mantener las propiedades bien repartidas; el dios Baal, en cambio, apoyaba el acaparamiento de tierras en manos de los poderosos. Y en nombre de Baal el pueblo, engañado, mató a Nabot, para que los reyes se apoderaran de su tierra. Pero Yavé ordenó a su profeta Elías que se presentara en la fiesta en la que Ajab y su gente celebraban el acapara- miento de aquella tierra, y le dijo públicamente de parte de Yavé que era la- drón y asesino. Además, puesto que ante Yavé todas las personas valen lo mismo, Elías le anuncia que en el mismo lugar en el que el campesino despojado de su tierra derramó su sangre, el rey derramaría también la suya. Y a Jetsabel, que fue la intrigante, le anuncia que ahí mismo los perros se comerían su cuerpo. Es que el Dios bíblico no hace distinción de personas. El que falta en algo grave, aunque sea gente importante, debe pagar lo mismo que hacen con los pobres. Los ídolos apoyan los acaparamientos de los poderosos; pero Yavé sólo ayuda al buen reparto de los bienes de la tierra, que él mismo ha creado para la prosperidad de todos. En nuestro tiempo también hay gente que insiste en que toda propiedad privada es sagrada. Pero ello no es cierto. Es sagrada sólo en los casos en que se tiene lo suficiente para poder vivir dignamente. Pero de ninguna manera en los que tienen de más.
  • 31. Es totalmente contrario al proyecto de Dios el que existan campesinos sin tierra y familias sin techo. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Existen también hoy gente que mata para robar tierras? ¿Hay pode- rosos que expulsan a los campesinos de sus tierras o a los inquilinos de sus casas? b) ¿Qué diferencias encontramos entre la voluntad de Yavé y la de Baal? c) ¿Qué nos enseña Nabot, no queriendo vender sus tierras al rey? ¿Por qué no acepta el negocio que le proponen? d) ¿Por qué a Dios no le gusta el acaparamiento de tierra y casas? Ver Isaías 5,8 y Miqueas 2,1-3. e) ¿Cómo podemos nosotros empezar a cumplir, aunque sea un poco, lo que hemos aprendido hoy? ¿Puede ser que Dios nos llame, como a Elías, a decir la verdad a una autoridad? 4. Resumir y concretar el mensaje. Intentemos representar la escena de forma actualizada. 5. Orar sobre nuestro credo: En qué Dios creemos y en qué dioses no creemos, como por ejemplo: • Creo en el Dios que ha creado todo para todos sus hijos. • No creo en los dioses que sólo ayudan a sus hijos predilectos. • Creo en el Dios que quiere la felicidad de todo ser humano... • No creo en los dioses que dan prosperidad a unos pocos y miseria para la mayoría. • Creo en el Dios que se alegra con la prosperidad de la gente. • No creo en dioses castigadores, siempre serios, enigmáticos y crueles. • Creo en el Dios de la Vida. • No creo en los dioses de la muerte. Los catequistas pueden leer con provecho el folleto de Carlos Mesters “El profeta Elías”.
  • 32. 15 – Primer Isaías: Dios santo, a quien ofenden los rezos hipócritas Texto: Is1,2-3.12-18 Palabra central: REZOS HIPÓCRITAS 1. Leer el texto y resumirlo. 2. Aclaraciones sobre el texto A los ídolos se les calma y se les encuentra a través de ritos sagrados, pero Yavé se manifiesta sólo a través de la vida de los que creen en él. A Dios no se le puede engañar o “ganar” ofreciéndole rezos o cultos separados de la vida de cada uno. Él conoce la verdad de nuestras vidas. Isaías experimenta que Dios es santo, totalmente diferente a nosotros. Y por ello no se le puede engañar. Los actos de culto no sirven para nada si es que con esos ritos preten- demos contentar a Dios, sin tener nosotros que mejorar nuestro comporta- miento para con los demás y para con nosotros mismos. Peor aun si con los cultos religiosos pretendemos tapar o justificar actos de irresponsabilidad o de injusticia. Los fanatismos religiosos ofenden gravemente a Dios, pues pre- tenden manipularlo haciéndolo cómplice de desprecios e injusticias. A esa gente dice Dios en Isaías que de ninguna manera puede escuchar sus ruegos y sus ofrendas, pues ello sería convertirse en cómplice de sus fechorías. Si, por ejemplo, rezo para aprobar en los exámenes sin haber estudiado, Dios no puede escucharme. O si rezo para hacer daño a alguien, tampoco. Los creyentes en el Dios de la Biblia también realizamos algunos ritos sagrados. Son símbolos y expresiones de nuestra fe, pero no ponemos en los ritos nuestra esperanza, sino en la fe vivida y manifestada en la honradez de nosotros mismos. No podemos ofrecer nada a Dios con manos manchadas de irresponsabilidades, ociosidades y ofensas al prójimo. Él no mira sólo nues- tras palabras, sino nuestras obras, nuestros servicios a los demás. Para los creyentes en el Dios de la Biblia, la única forma de acercarnos a Dios es buscando la justicia y dando sus derechos a los pobres. Sólo así po- demos suplicar el perdón y la ayuda de Dios. Él es Padre de todos, y lo ha creado todo para felicidad de todos sus hijos. Por eso no le gustan los lujos ofensivos, ni las injusticias, ni nada realizado con maldad. Él es santo a cabal, insobornable, jamás mezclado con nada sucio. Este mensaje bíblico sigue siendo de mucha actualidad, pues cantidad de gente pretende blanquear sus injusticias hablando mucho de Dios o mostrán- dose piadosos. A Dios nadie le engaña... Nada hipócrita vale ante él. Sólo a través del compromiso solidario con los hijos de Dios, que son to- dos los seres humanos, podremos tenerlo a él a nuestro favor. Sólo así conse- guiremos su perdón y su ayuda.
  • 33. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Pensamos también nosotros que podemos engañar a Dios con rezos, sin tener una vida honrada? ¿Hay gente que piensa así? b) ¿Qué es lo que Dios rechaza en este texto? ¿Y qué es lo que dice que le gusta? Si es posible, se puede dar como tarea hacer dos listas, lo que agrada y lo que desagrada a Dios, ayudados por este texto y además por Is 58,2-10. c) ¿Por qué el injusto no puede dar culto a Dios si no cambia su comporta- miento? d) Compromisos concretos que sacamos de este tema, tanto a escala per- sonal como familiar y comunitaria. 4. Oraciones al Dios Santo: • Creemos que a Dios le ofende todo lo que sea mentira e injusticia. • Creemos que nunca podremos manipular ni engañar al Dios Santo. • Perdón, Señor, por lo mucho que te queremos usar para cosas no santas. • Ayúdanos a buscar siempre la justicia y a dar sus derechos a los oprimi- dos. • Bendito seas por lo limpio que es siempre tu amor. • Gracias porque nos quieres y nos respetas de una forma tan perfecta. 5. Despedida. En corro, abrazados, danzar un poco con una canción de soli- daridad.
  • 34. 16 – Oseas y Gomer: Dios fiel, que sabe perdonar y sanar Texto: Os 2, 15.9-10.16-22 Palabra central: MISERICORDIA 1. Leer el texto y contarlo. 2. Marco histórico del texto El pueblo había sido infiel a Yavé, pues había seguido a dioses ajenos, con proyectos de vida totalmente distintos. Habían roto la Alianza del Sinaí. Y por eso pensaban que Yavé los había aban- donado. Parecía que ya no había esperanza para ellos. Se habían prometido mutua fidelidad, y como el pueblo no había cumplido, pensaban que Yavé ya no quería nada con ellos. Esto pasaba en el siglo octavo antes de Cristo. Pero Yavé dio un nuevo paso dándose a conocer como Dios Misericordioso. Cierto era que el pueblo había sido ingrato e infiel, pero Dios, a pesar de las suciedades de su pueblo, seguía queriéndolos y esperándolos, deseando perdonarlos y curar las heridas de sus rebeldías. Para dar a conocer esta verdad de su ser, Yavé se sirvió de la experien- cia de un profeta llamado Oseas. Este señor estaba profundamente enamora- do de su esposa, llamada Gomer. Pero ella le era gravemente infiel. Y, como era natural, Oseas estaba muy dolido, con tentaciones de vengarse de su es- posa ingrata. Pero no lo hizo, sino que la esperó pacientemente. Y cuando ella volvió a él, la perdonó de corazón y la llevó lejos de sus amantes, y allá, con mucho amor, la volvió a conquistar, de forma que pudieron celebrar un nuevo matrimonio, más lindo aun que el primero. “Nuestro matrimonio será santo y formal, fundado en el amor y la ternura. Tú serás para mí una esposa fiel, y así conocerás quién es Yavé”. En esta experiencia tan vital Oseas comprendió que lo mismo que le ha- bía pasado a él le pasaba también a Yavé. A Dios, como a Oseas, le dolían las infidelidades de su pueblo-esposa (la palabra pueblo en hebreo es femenina), con la que había celebrado una alianza matrimonial en el Sinaí. Hasta deseó abandonarla y castigarla, pero su amor no se lo permitió. Y en cuanto volvió ella, su amor se desbordó y la cuidó con tanto cariño que logró regenerarla completamente. La única condición es que reconozca sus infidelidades y vuel- va humildemente a él. Ante el pecador arrepentido Yavé jamás se quedará indiferente, sino que su actitud será siempre de comprensión y cariñosa atención sanadora. Si hay tiempo y se ve conveniente, se podría leer también el mismo caso de Dios misericordioso aplicado a la ingratitud entre hijo y padre, en Oseas 11,1-9.
  • 35. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Conocemos a alguna persona que, como Oseas, haya perdonado de cora- zón a alguien que le ofendió gravemente? Quizás el caso de alguna ma- dre con un hijo ingrato... b) ¿Qué nos enseña este texto sobre cómo es la misericordia de Dios? c) ¿Sentimos que, si volvemos con humildad a Dios, él nos perdona de cora- zón y nos ayuda con cariño a corregirnos? d) ¿Por qué Dios es tan misericordioso para con todos los que se le acercan con humildad? e) Apliquemos esta enseñanza a la capacidad de perdón que deben tener entre sí los esposos cristianos. Ayudemos a que nuestros papás se sepan perdonar siempre... 4. Sentir la misericordia de Dios: • Creemos que Dios siempre recibe con cariño a todo el que se le acerca arrepentido de su mal comportamiento. • Creemos, Señor, que tú eres capaz de regenerarnos, por mala que sea nuestra conducta. • Perdón por tantas veces como te hemos abandonado, cambiándote por cosas inservibles. • Te suplicamos que nos prepares para un matrimonio santo y formal, fun- dado en el amor y la ternura. • Bendito seas porque viendo nuestras miserias se te conmueve el corazón y se remueven tus entrañas. • Gracias por tu misericordia y tu ternura sin fin. 5. Despedida con algún canto, a ser posible sobre la misericordia de Dios.
  • 36. 17 - Dios llama al joven Jeremías para que sea su profeta Texto: Jer 1,4-10; 20,7-9 Palabra central: DIOS LLAMA 1. Leer el texto y contarlo. 2. Aclaraciones sobre los textos En el siglo sexto antes de Cristo la situación mundial era muy complicada, pues tres potencias luchaban por adue- ñarse de todo: Asiria, Babilonia y Egipto. Y dentro de Judá había grupos políticos opuestos que esperaban la ayuda de parte de alguna de estas potencias mundiales. Tendría Jeremías unos 17 años cuando sintió la llamada de Dios. Él se siente incapaz, pues es joven e inexperto, pero Yavé le insiste con fuerza, y él se deja por fin “seducir” por Dios, aunque medio a la fuerza. “No les tengas miedo, pues estaré contigo para protegerte. Pongo mis palabras en tu boca...” Él experimenta siempre la fidelidad cariñosa y la fortaleza de Dios, que destruye su timidez: “Hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y un muro de bronce” (1,18). Dios lo llama para ser su profeta, hombre experimentado en las cosas de Dios y en los problemas del pueblo. Tiene que arrancar lo malo y sembrar lo bueno, destruir y construir. Anunciar el rostro verdadero de Dios, que siem- pre da esperanzas; y denunciar sus falsos rostros, que siempre llevan a crue- les injusticias. Con gran valentía, hace entender a su pueblo las actitudes que deben tomar ante aquel mundo convulsionado. Directamente se mete en polí- tica, apoyando lo bueno del rey Josías y denunciando después las injusticias de sus sucesores Joaquín y Sedecías. Les insiste en que si conocen de veras a Dios deben practicar la justicia (22,13-17). Jeremías no sólo combate a los gobernantes. Denuncia también al pue- blo: a los que apoyan las mentiras y los robos de los poderosos (5,31). “Uste- des son hijos tontos y sin inteligencia, que saben hacer el mal, pero no el bien” (4,22). Se portan como burra salvaje (2,24). “Es la mentira y no la ver- dad lo que prevalece en este país. Van de crimen en crimen...” (9,2). Lo prime- ro que pide al pueblo es que reconozcan sus culpas y cambien de actitudes (3,12). Jeremías sufrió muchas incomprensiones, calumnias y malos tratos. Va- rias veces quisieron matarlo. Por eso entró con frecuencia en crisis. Pero siempre fue sincero con Dios, contándole todos sus problemas. Y por eso sin- tió la comprensión y la ayuda de Dios. Él es modelo del joven que dialoga con Dios con toda sinceridad. Hasta discute con Dios (12,1; 14,8). Pero la amargu- ra de sus problemas recibe siempre la dulzura de los consuelos de Dios.
  • 37. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿En qué se parecen los problemas de entonces a los problemas que te- nemos hoy? Se podría analizar en grupos el capítulo 2, comparándolo con nuestra realidad actual. b) ¿Cómo comprendemos, a la luz de estos textos, la misericordia de Dios? c) ¿Por qué Dios es tan exigente y tan comprensivo con Jeremías? ¿Senti- mos también así nosotros a Dios? d) ¿Qué será lo que Dios pide a los jóvenes de hoy día? ¿Puede ser que me esté llamando a mí para que sea su profeta? e) ¿Qué es lo que tenemos que destruir y qué es lo que debemos construir? ¿Qué tendríamos que hacer y decir para poder ser buenos profetas? 4. Orar el mensaje: • Vemos que para ser profeta hace falta conocer bien a Dios y conocer igualmente los problemas de nuestro pueblo. • Aceptamos que si seguimos de cerca de Dios, tendremos problemas con los poderosos. • Perdón, Señor, porque muchas veces tenemos miedo de las tareas que nos puedes pedir. • Enciende tu fuego, Señor, en mi corazón, de forma que nunca más lo pueda ya apagar. • Gracias porque está con nosotros como poderoso defensor. • Bendito seas porque saber comprendernos y perdonarnos. 5 Despedida con el canto del profeta Jeremías: Antes que te formaras…
  • 38. 18 - Ezequiel: Espe- ranza para los huesos secos Texto: Ez 37,1-14 Palabra central: ESPERANZA 1. Leer el texto y contarlo. 2. Marco histórico del texto Una parte del Pueblo de Dios estaba preso en Babilonia, haciendo trabajos forzados. Vivían sin esperanza, pensando que Yavé estaba lejos, en Jerusalén, enojado con ellos, y además sin poder hacer nada contra los pode- rosos dioses del imperio. Por eso la desilusión y el desánimo se apoderan de los desterrados. Pero el profeta Ezequiel siente que Yavé ha dejado su templo en Jerusa- lén porque estaba lleno de idolatrías (cap. 8) e injusticias (9), y se ha ido a vivir con ellos dentro de su campamento de desterrados, en el que viven re- ventados de trabajo. Ezequiel se esfuerza por hacer entender a los desterrados que están allá por culpa de ellos mismos. Para ello usa un lenguaje simbólico muy rico. Entre otras muchas parábolas, les cuenta una en la que se sintió llevado a un campo lleno de huesos humanos ya secos. Yavé le pide que predique la Palabra de Dios a aquellos huesos. Y al hacerlo, en medio de un gran ruido, los huesos se juntaron, se revistieron de nervios, de carne y de piel. Después llamó al Espíritu: “Sopla sobre estos muertos para que vivan”, con lo que se reanima- ron y se pusieron en marcha. A partir del versículo 11 Dios le explica que el pueblo de Israel está se- co, sin ninguna esperanza, como esos huesos. Pero con la fuerza de Yavé, por más muertos que estén, serán capaces de ponerse de nuevo en pie, salir de su esclavitud y marchar hacia su patria. Para poder salir del pesimismo total de los huesos secos, fue necesario que un profeta al menos creyera que era posible salir de ese estado a partir del contacto con la Palabra de Dios. Después de ello primero viene la recom- posición del cuerpo de aquellas personas, y una vez rehabilitada su humanidad, se llenan del Espíritu, que les capacita para ponerse en pie y marchar ordena- damente en busca de la prosperidad de su tierra. Todos pasamos por periodos de crisis, en los que lo vemos todo negro, sin esperanzas de salir adelante. Ojalá en esos momentos algún profeta esté cerca nuestro, y crea que tenemos futuro; y sepa hacernos escuchar la Pala- bra de Dios, de forma que se rehaga nuestra humanidad desecha y se llene de la vida del Espíritu. En la experiencia de salir de nuestras “tumbas” podemos dar pasos importantes en el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. Des- de Abrahán la Biblia nos viene insistiendo en que si nos fiamos de Dios llega-
  • 39. remos a realizar maravillas jamás soñadas. Con fe en Dios, huesos secos se pueden convertir en un ejército en marcha. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿También a veces nosotros nos encontramos totalmente desanimados, sin esperanza de ponernos de nuevo en marcha? Ojalá alguien se atreva a contar sus desánimos. b) ¿Según este texto, qué es lo que podemos nosotros esperar de Dios? c) ¿Qué pasos debemos dar para poder recuperar la esperanza? d) ¿Creemos que la fuerza del Espíritu Santo trasmitida a través de la Pa- labra de Dios puede causar en nosotros cambios radicales? e) ¿Puede ser que Dios nos pida que seamos como Ezequiel, que creamos en un futuro mejor de gente hundida que vive cerca de nosotros? ¿Cómo podemos darles ánimo y fuerzas? 4. Orar el mensaje: • Creemos que la Palabra de Dios puede iluminar nuestra realidad y nues- tro futuro. • Creemos que la fuerza del Espíritu puede hacernos caminar hacia una nueva vida. • Perdón porque pensamos a veces que ya no hay esperanza y el fin ha lle- gado para nosotros. • Llena de carne y de espíritu, por favor, nuestros huesos secos. • Enséñanos a usar la Biblia de forma que nos comunique nueva vitalidad. • Bendito seas, Señor, porque tú eres nuestra gran esperanza. 5. Despedida: Cada uno diga a un compañero qué espera que sea él.
  • 40. 19 - Ezequiel: El Buen Pastor nos dará un corazón de carne Texto: Ez 34,11-16; 36,26-28 Palabra central: CORAZÓN DE CARNE 1. Leer el texto y resumirlo. 2. Marco histórico del texto Hemos visto que los desterrados en Babilonia estaban sumamente desanima- dos. No se sentían con fuerzas para corregirse de sus infidelidades e ingrati- tudes. Su corazón se volvió demasiado duro como para poder volver a querer a Dios y a sus hermanos. Ezequiel reconoce que mucha parte de la culpa la tienen los malos pasto- res que no saben anunciar el rostro verdadero de Dios, sino que se aprove- chan de sus ovejas para engordar ellos mismos (34,2-10. Este texto se podría revisar con los jóvenes, pero quizás no con los niños...). Frente a las malas enseñanzas de los pastores y la debilidad pesimista de aquellos esclavos, Yavé les promete enviarle un buen pastor, que les ayude a cambiar sus corazones. Es un mensaje que hasta hoy día tiene que llenarnos de esperanza, especialmente a los que creemos y seguimos a Jesucristo, que es el Buen Pastor anunciado por Ezequiel. Nosotros solos muy difícilmente podemos superar nuestras malas incli- naciones. Somos muy débiles. Con frecuencia caemos en palabras y hechos que no queríamos realizar, pero las tentaciones son más fuertes que nuestra buena voluntad. Por eso Dios promete enviarnos a un Buen Pastor que nos dé las fuerzas necesarias para vencer nuestros orgullos y egoísmos, de forma que podamos desarrollar cada vez con más intensidad nuestra capacidad de amar, a todos los niveles: que seamos mejores hijos, mejores amigos y compa- ñeros, mejores parejas, mejores padres... Crecer en el amor es lo más impor- tante de la vida. Por eso la promesa de ablandar nuestros corazones de pie- dra. La primera misión del Buen Pastor es ayudarnos a salir de todo tipo de opresión y engaño. La segunda es reunirnos alrededor de él. Ezequiel anuncia la predilección que tendrá Jesús a favor de los más ne- cesitados: “Buscaré la oveja perdida, traeré a la descarriada, vendaré a la herida, fortaleceré a la enferma...” (34,16). Tenemos que sentir la cercanía y el cariño de Dios cuando nos sentimos perdidos, descarriados o enfermos... Jesús ha venido para darnos fuerzas y luz especiales a los que estamos atascados en el barro de la vida. Su fuerza es como de un motor de doble tracción, que nos hace salir de donde antes nos quedábamos. Y su luz es como de faros alógenos, que penetran las nieblas que antes nos impedían ver el fu-
  • 41. turo de nuestras vidas. Potencializa de forma inimaginable las energías del amor: corazón de carne… 3. Dialogar sobre el texto a) ¿También entre nosotros hay falta de buenos pastores, que sepan ha- blarnos con la verdad y el corazón en la mano? ¿Sentimos a veces que no hay nadie que nos comprenda y nos pueda ayudar? b) Repasemos las promesas esperanzadoras que da Dios a los esclavos de entonces. ¿Sentimos que esas promesas están dirigidas también a noso- tros? c) ¿Por qué será que usa Dios estas comparaciones tan fuertes de corazón de piedra y corazón de carne? d) ¿Cómo hacer para que nuestro corazón de piedra se vaya convirtiendo en corazón de carne? e) ¿Sabemos apoyarnos en Jesús, nuestro Buen Pastor, para que el amor verdadero vaya creciendo en nosotros? 4. Orar el mensaje: • Creemos, Señor, que buscas a la oveja perdida, traes a la descarriada y vendas a la herida. • Tú nos cuidas a todos con justicia. • Perdona que muchas veces no nos dejamos cuidar por ti. • Perdón porque nos alejamos de ti y nos perdemos con frecuencia. • Infinitas gracias por lo mucho que nos has buscado y curado nuestras heridas. • Bendito seas, Papá Dios, por habernos enviado a tu Hijo Jesús para trasmitirnos la fuerza de su resurrección. 4. Salida. Digámonos unos a otros palabras de esperanza.
  • 42. 20 – Isaías júnior: Dios consolador Texto: Is 41,10.13-14; 43,1-4 Palabra central: CONSUELO 1. Leer el texto y repasarlo hasta que nos entre dentro. 2. Marco histórico del texto Hace ya años que el Pueblo de Dios vive en el destierro. Ya han reconocido sus pecados de idolatrías e injusticias. Y en esos momentos de dolor y humillación, Dios, enternecido, se dedi- ca a consolar y animar a estos pobres esclavos que ya han pagado todas sus culpas. Lo hace a través de un joven cantor, nacido en el destierro, pero que vive la línea espiritual de Isaías. Por eso lo llamamos Isaías júnior. Sus escritos están en el libro de Isaías desde el capítulo 40 al 55. En ellos Dios se manifiesta como una madre y como un padrino, siempre com- prensivo, cariñoso y consolador. Se siente a gusto en medio de su pueblo, ani- mándole constantemente a que no tema, ni mire con desconfianza, aunque se vea a sí mismo como un gusano indefenso, pues Dios está a su lado y le toma de la mano como a hijo querido. “Yo te doy fuerzas, Yo soy tu auxilio, y con mi mano derecha victoriosa te sostendré”. A pesar de ser un pueblo de esclavos, Yavé les confiesa su amor entra- ñable. “Tú vales mucho a mis ojos; Yo te aprecio y te amo en demasía”. Para con aquel pueblo tan humillado, Dios se muestra como una madre: “¿Puede una mujer dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti!”. Es muy importante tomarle gusto a estos mensajes de consuelo que nos vienen de parte de Dios. También muchos de nosotros vivimos esclavizados y humillados, desterrados, con trabajos forzados, que apenas nos dan para co- mer. Y en estas circunstancias es lindo sentir la cercanía amorosa de Dios, como la de una madre. Es bueno desahogarse con Mamá-Dios, contándole todas nuestras penas, sintiendo que nos toma de la mano y nos anima y nos ayuda a levantarnos y seguir adelante. La amistad indestructible de Dios nos dignifica, nos consuela y nos anima. Tenemos que echar fuera de nuestras creencias todas esas imágenes de Dios que lo presentan con cara de enojado, cruelmente exigente, con el palo levantado para castigarnos al menor descuido. Dios tiene para con todos sus hijos la cercanía, la comprensión y la actitud de ayuda de la mejor de las ma- dres. A nadie se impone a la fuerza: su respeto por nosotros es inmenso; pero en cuanto nos acerquemos a Mamá-Dios, su corazón, derretido de cariño, nos consuela, nos anima y nos ayuda a crecer en todo lo que somos su imagen y semejanza, especialmente en el amor.
  • 43. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿En qué se parecen los problemas de los desterrados a los problemas que tenemos nosotros hoy? b) Esforcémonos por mirar a Dios como a una madre comprensiva y amoro- sa. Intentemos conocer mejor a Dios acordándonos de lo más lindo de nuestra propia madre. c) Recordemos los momentos en nuestra vida en los que hemos sentido la mano amorosa de Dios sacándonos de problemas. d) ¿Por qué será que el segundo Isaías nos presentan a Dios comparándolo con el cariño y los cuidados de una madre o de un padrino? e) ¿Cómo debemos comportarnos en el futuro cuando tengamos problemas, sabiendo ahora que Dios está siempre cariñosamente a nuestro lado co- mo la mejor de las madres? 4. Orar el mensaje: Escuchemos las palabras de reproche que nos dice Dios cuando desconfiamos de él. • Alguien lee y todos repiten, frase por frase, Is 40,27-31 y 49,14-15. 5. Despedida. Nos despedimos abrazándonos, diciéndonos frases de ánimo.
  • 44. 21 -Salmos de confianza en Dios Texto: Salmos 23; 62; 118 Palabra central: CONFIANZA 1. Presentación Hoy vamos a cambiar el estilo de la ca- tequesis. En vez de contar una historia y procurar entender su mensaje, vamos directamente a rezar. Orar es dialogar con Dios, sabiendo que él es siempre bueno, que nos quiere muchísimo y que continuamente intenta ayudarnos para que seamos felices, si es que realmen- te le damos permiso para entrar en nosotros. Hay muchas maneras de hablar con Dios. Podemos conversar con él so- bre los temas propios de nuestra vida, todo lo que nos preocupa y lo que nos anima, nuestros dolores y nuestras esperanzas. A lo largo de esta catequesis bíblica hemos ido descubriendo poco a po- co el rostro cercano y amable de Dios; y nos vamos apartando de los rostros airados y castigadores de los ídolos. Hoy queremos rezar con la Biblia algunos salmos de confianza en Dios. Los catequista deben seleccionar de antemano los salmos y los versícu- los que van a ver, según sean sus catequizandos. Cada participante en la cate- quesis irá rezando un versículo de cada salmo, y a continuación todos los pre- sentes repiten, frase por frase, cada versículo. Al acabar un salmo, lo comen- tamos entre todos, diciendo cuál es la frase que más nos ha gustado. Y así podemos rezar varios salmos, según el tiempo que tengamos. Lo importante es que experimentemos la alegría de sentir a Dios tan cerca, tan comprensivo, tan mamá... Sabiendo que él busca siempre nuestra felicidad. Y nosotros, ante su amor sin límites, nos mostramos sinceramente agradecidos y confiados. Pero tener confianza en Dios no quiere decir que podemos esperarlo to- do de él sin hacer nosotros nada. Dios no es paternalista, que hace en lugar nuestro lo que nosotros deberíamos hacer; eso sería fomentar nuestra irres- ponsabilidad. Tampoco esperemos cada rato “milagros” de Dios. Él respeta las leyes de la Naturaleza, que él mismo ha creado; y respeta también nuestro libre albedrío, o sea, nuestra libertad. A lo que está dispuesto a ayudarnos es a que aprendamos a hacer las cosas por nosotros mismos, cada vez con mayor res- ponsabilidad. Es muy importante que aclaremos de quién nos fiamos. Pues puede ser que dirijamos nuestras oraciones a dioses falsos, inventados por nosotros o por nuestra sociedad. No podemos rezar a dioses que no existen. Sería como hablar por un te- léfono que no tiene línea. Es perder el tiempo querer pedir algo a un Dios ta- rado, injusto, cruel, lejano, sencillamente porque no existe… Él no es dicta-
  • 45. dor, ni de una raza o nación. Jamás será enemigo de la gente, o del progreso humano. No es vengativo, ni castigador. No es cuadriculado, ni metiche, ni supersticioso. Dios es amor, verdad, justicia, libertad, belleza… Es cercano y compren- sivo, siempre dispuesto a ayudarnos para que seamos personas felices. Su alegría es nuestra felicidad. Él es plenitud de amor. Es todopoderoso sólo en el amor… Nosotros es- tamos llamados por él a crecer sin medida en el amor, como él. Nuestra capa- cidad de amor es nuestra fuerza más poderosa. Y el gran milagro que Dios siempre quiere realizar en nosotros es ayudarnos a crecer en el amor, en to- das las dimensiones y sin fin… 2. Reflexionar sobre los salmos Lo más importante en esta catequesis es el rezo mismo de los salmos, realizado con tranquilidad. Si sobra tiempo, podemos realizar las siguientes reflexiones: a) ¿Cuándo rezamos, cómo nos imaginamos que es Dios? ¿Lo vemos como juez castigador o como papá cariñoso? ¿Distraído o atento? ¿Enojado o sonriente? b) ¿Qué nos enseñan estos salmos sobre la manera de ser y comportarse Dios? c) Intentemos resumir qué es lo que entendemos por confianza en Dios. ¿Cuándo la confianza es falsa y no sirve para nada, y cuándo es auténti- ca? d) ¿Cómo debemos comportarnos de forma que los demás vean nuestra confianza en Dios? 3. Resumimos el mensaje repitiendo algunos la frase de confianza en Dios que más nos ha gustado entre los salmos elegidos. 4. Cantamos: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”...
  • 46. 22 -Jonás: Dios universal que ama a todos Texto: Jonás 4. Palabra central: DIOS DE TODOS 1. Leer este capítulo de Jonás hasta ser capaces de contarlo. 2. Marco histórico de Jonás La historia de Jonás es una narra- ción popular inventada para enseñar que a Dios le preocupan todos los seres huma- nos, y no sólo los de la propia nación de uno. Presenta a un Dios universal, que está en todos lados y está siempre dispuesto a ayudar a todos, sean de donde sean. Aunque ya Isaías júnior había aclarado que Yavé no era solo Dios de Is- rael, sino de todo el mundo, un siglo más tarde las creencias volvieron a ha- cerse cerradamente nacionalistas, y comenzaron de nuevo a despreciar a los extranjeros como gente no querida por Dios. En este ambiente, los “Pobres de Yavé” redactan este hermoso cuento. En él Jonás simboliza al judío conservador y cerrado, que no está dispuesto a predicar conversión a los extranjeros. Y aunque él intenta irse lejos, Dios le fuerza por todos los medios para que vaya a Nínive, que es el símbolo de la ciudad muy corrupta. Allá realiza bien su misión y consigue que los ninivitas se conviertan a Dios, pero Jonás se enoja porque Dios los perdona, y se marcha a un cerro vecino a ver si Yavé cambia de opinión y decide castigar a aquella ciudad tan pecadora. Dios se acerca a Jonás para preguntarle si tiene razón para estar tan enojado. Él le contesta groseramente. Y entonces Dios le hace crecer rápi- damente una planta para que le dé sombra. Entonces Jonás se alegra mucho, pero al día siguiente la planta se seca, y Jonás vuelve a enojarse aun más. En ese momento se le acerca de nuevo Yavé y le hace reflexionar que si él se ha alegrado y enojado tanto por una planta que él no había sembrado, por qué Dios no iba a sentir la muerte de los ninivitas, al menos la de los niños y la de los animales, que no tenían ninguna culpa. La lección es maravillosa: Yavé se preocupa de dar vida a todos, tanto al necio y terco de Jonás, como a los corruptos de Nínive. Para él no hay dife- rencias. Cualquiera que se acerque con humildad a él, sea quien sea, recibirá con gusto su misericordia. Para Dios no hay despreciados. Todos los seres humanos, si lo quieren de veras, tienen derecho a recibir sus atenciones... Nosotros debemos procurar ensanchar nuestro corazón, superando toda clase de prejuicios, de forma que no despreciemos a nadie, por más distinto a nosotros que sea.
  • 47. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Pensamos que Dios nos quiere a nosotros más que a la gente de otros países? Recordemos frases que se dicen sobre este tema. b) ¿A quiénes representa la figura de Jonás? ¿Por qué se enoja él? ¿Encon- tramos en nuestro ambiente gente que se parece a Jonás? c) ¿Por qué Dios no quiere castigar a los ninivitas? Leer Hechos 10,34-35. d) ¿Qué imagen de Dios se manifiesta en este texto? e) Compromisos que podemos sacamos de este tema, respecto a nuestro comportamiento ante otros grupos humanos a los que se les suele des- preciar. 4. Orar el mensaje: • Reconocemos que Dios no hace diferencia entre las personas. • Dios acepta a todo el que lo honra y obra con justicia, sea de donde sea. • Perdón por las veces que despreciamos a los que no son igual que noso- tros. • Enséñanos a creer que tú eres Padre amoroso de todos, aun de nuestros enemigos. • Bendito seas porque sabes perdonar a todos los que se arrepienten, sean de la religión que sean. • Gracias infinitas porque abres tus brazos a todos los seres humanos. 5. Despedida. Cada uno salude con respeto y cariño al que crea que es más distinto a él o ella.
  • 48. 23 -Rut: Dignidad de toda mujer Texto: Rut 4 Palabra central: DIGNIDAD FEMENINA 1. Leer el texto, más o menos completo, según sea conveniente. 2. Marco histórico del relato. Se trata de una novelita popular, escrita en el siglo cuarto antes de Cristo, que tiene lecciones muy lindas. Los catequistas deben leerla como se lee un cuento, intercalando expli- caciones que ayuden a comprender y dialogar el mensaje. Para ello es impres- cindible que hayan preparado antes el tema y sepan explicarles las circuns- tancias que se explican a continuación. Hace casi un siglo que han vuelto del destierro de Babilonia, y tienen un gobierno nacionalista muy conservador, que ha decretado que todos los judíos casados con extranjeras, sobre todo si son moabitas, deben divorciarse de ellas. Dicen que sólo deben ser respetadas las descendientes de David. Supo- nen que ninguna extranjera puede ser buena esposa. En esta narración, escrita por los “Pobres de Yavé”, Rut es el prototipo de la persona despreciada. Ella es mujer, extranjera, viuda y sin hijos. Pero a pesar de ello es una maravillosa mujer. Es noble, cariñosa y totalmente solida- ria con su suegra: “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Los “Pobres de Yavé” se oponen a divorciarse de sus esposas extranje- ras, y para ello escriben esta hermosa novelita en la que muestran a una moa- bita que se convierte en una fervorosa judía, respetando y cumpliendo todas las tradiciones de su pueblo de adopción. Y como ironía final la ponen como bisabuela del rey David, con lo que el argumento de la pureza de la raza queda inutilizado. Así combaten el machismo y el nacionalismo de las autoridades de entonces. En los Libros Sagrados que existían hasta entonces estaba ya escrito que lo que quedaba atrás en las cosechas era para los huérfanos, las viudas y los extranjeros, y por eso Rut va a espigar las sobras de las cosechas para poder comer ella y su suegra. Existía además la Ley del Levirato que pedía que cuando una mujer enviudaba sin haber tenido hijos, el pariente más cer- cano del difunto tenía que casarse con ella para que tuviera herederos el di- funto, y por eso ella busca al pariente más cercano de su marido para que le dé hijos que puedan heredar su tierra. De esa unión con Boás nacerá Obed, que será padre de Jesé, y éste de David. Nosotros tenemos que esforzarnos para no despreciar a ningún extran- jero. Puede ser que, como Rut, llegue a ser mucho mejor que nosotros…
  • 49. 3. Dialogar sobre el texto a) ¿Sufrimos nosotros también las plagas del machismo y el nacionalismo? ¿En qué se notan? Pongamos algunos ejemplos. b) ¿Qué idea de Dios tienen los “Pobres de Yavé” que escriben este texto? c) ¿Qué cualidades demuestra tener la extranjera Rut? d) ¿Por qué Dios apoya tan decididamente a aquella mujer tan despreciada por la cultura ambiental? e) ¿Qué lecciones concretas sacamos de este caso para nuestra vida fami- liar y comunitaria? ¿Cómo podemos combatir el machismo y el naciona- lismo cerrado? 4. Resumir entre todos el mensaje de esta narración. 5. Orar el mensaje: • Creemos que Dios aprecia y bendice a toda mujer despreciada. • Creemos que Dios mira el corazón de las personas, y no su porte exte- rior. • Perdón, Señor, porque con frecuencia despreciamos más a los que ya son despreciados. • Pidamos a Dios que sepamos respetarnos y apreciarnos, hombres y mu- jeres, nacionales y extranjeros. • Gracias porque tú sabes ver lo bueno que hay dentro de nosotros. • Bendito seas, Señor, porque en tu inmenso corazón podemos entrar to- dos. 6. Despedida, si es posible con una canción que cante las cualidades del cora- zón de la mujer.
  • 50. 24 - Job: Rebeldías sinceras contra Dios Texto: Job 7,15-21; 42,2-6 Palabra central: REBELDÍA 1. Leer los textos hasta poderlos resumir. 2. Marco histórico de los textos Aunque la niñez y juventud es época de alegrías e ilusiones, también con frecuencia nos encontramos con fuertes rebeldías y protestas. Uno de los puntos conflictivos suele ser el de la fe en Dios. Con dema- siada frecuencia escuchan los jóvenes que sus padres y educadores recurren a la amenaza del castigo divino para frenarles en sus ímpetus juveniles. No aceptan las imágenes de un dios demasiado controlador, enemigo y contrin- cante de su felicidad. Ni a un Dios contrario a todo lo que sea sexo, libertad o creatividad. O un Dios viejo, al que no le gusta nada nuevo. O el Dios opuesto a todo avance moderno... Los problemas de fe se agravan cuando nos tocan desgracias, fracasos, humillaciones, enfermedades... Y no falta entonces quien nos diga que Dios nos está probando... En estos casos las rebeldías contra Dios pueden ser mu- cho más fuertes. Hasta que nos sentimos tentados de rechazar la fe en Dios como algo absurdo, que nos impide crecer como personas. Así sintió también Job. En medio de terribles dolores, sus amigos le re- piten machaconamente que sus sufrimientos son castigo de Dios. Y él siente una rebeldía terrible contra ese Dios. Le acusa de injusto, le pide que se aleje de él y le deje tranquilo. Piensa que a Dios se le ha escapado el mundo de las manos. Pero con toda sinceridad le cuenta a Dios mismo todas sus rebeldías, y aun sus insultos. Hasta que poco a poco se va dando cuenta de las falsedades que encie- rra la idea de Dios que le han transmitido sus antepasados. Se le va aclarando qué no es Dios. Y así, lentamente, va entendiendo que Dios es otra cosa muy distinta a lo que pensaba antes. No acaba de comprenderlo; pero acepta el misterio de Dios, que es muy superior a sus entendederas, y le da un voto de confianza. Se aclara un poco dónde no está Dios; y deja una ancha ventana abierta por la que pueda recibir las maravillas y la grandeza de la novedad de Dios... Al final del libro Dios reconoce que le ha gustado la sinceridad y la bús- queda de su amigo Job, y, en cambio, se muestra enojado contra los que tanto lo querían defender hablando de su justicia y sus castigos (42,7-8). Nosotros también tenemos que darnos cuenta que es posible que nues- tras rebeldías en contra de Dios pueden ser legítimas, pues quizás no son di- rectamente contra la realidad de Dios, sino en contra de las falsas imágenes
  • 51. de Dios que nos tradicionalmente nos han presentado. 3. Dialogar sobre el ejemplo de Job a) ¿Cuántas veces hemos sentido rebeldías en contra de ciertas imágenes castigadoras de Dios que nos presentan nuestros mayores? b) ¿Qué es lo que no nos gusta del Dios que a veces nos predican? ¿Dios castigador, enemigo de nuestra creatividad y nuestra felicidad...? c) ¿Por qué será que a Dios le gustan las rebeldías de Job, pero le des- agradan las defensas que le hacen los tres “entendidos? d) Hagamos un credo al revés: en qué dioses no creemos. e) Intentemos construir un nuevo credo sobre Dios. ¿Qué podemos intuir acerca de las maravillas y la grandeza de Dios? ¿Le damos un voto de confianza, aunque por ahora no lo podamos entender del todo? 4. Orar el mensaje: • Perdón, Señor Dios, porque nos pasamos la vida echándote la culpa de todo lo malo que nos pasa. • Ayúdanos a rechazar tus rostros falsos y a andar siempre buscando tu verdad. • Gracias, Señor, porque entiendes la verdad de nuestras rebeldías. • Bien sé yo que ni Defensor vive, y que él hablará el último. Job 19,25 • Yo me podré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios. • Reconozco que lo puedes todo y que eres capaz de realizar todos tus proyectos. Job 42,2 5. Como final, podríamos cantar, si sabemos, una canción de protesta, pen- sando en cuáles de esas protestas estaría de acuerdo Dios. Si algún catequista quiere profundizar en el tema del sufri- miento, podría ver Fe y Dolor, de JL Caravias.