Este documento analiza la idea de que los conquistadores españoles trajeron una ideología anti-islámica de la Reconquista y asimilaron a los indígenas americanos con los musulmanes. El autor argumenta que aunque había temas y lenguaje de la Reconquista en las crónicas de la conquista, estos eran más bien decorativos y superficiales. Dicha ideología desapareció pronto del discurso de los criollos y fue reciclada por otros grupos, incluso algunos opuestos a los conquist
Mentalidad de reconquista en los primeros conquistadores
1. Mentalidad de reconquista y primeros conquistadores
Author(s): Hernán G. H. Taboada
Source: Revista de Historia de América, No. 135 (Jul. - Dec., 2004), pp. 39-48
Published by: Pan American Institute of Geography and History
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20140150
Accessed: 17/03/2010 12:11
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2. MENTALIDAD DE RECONQUISTAY PRIMEROS
CONQUISTADORES
Hern?n G.H. TABOADA*
Abstract
Very repeated has been the opinion that Conquistadores brought to America
an anti-Muslim ideology, originated from the Reconquista, that induced
them to assimilate Indians and Muslims. Such opinion is simplistic: Recon
quista themes and language exist in the chronicles, but are decorative and
superficial. They disappeared soon from the Criollo discourse, being recy
cled by other groups, sometimes opposed to the conquistadores.
Resumen
Repetida es la opini?n que los conquistadores y sus descendientes criollos
eran portadores de una ideolog?a antiisl?mica, originada en la Reconquista,
que les hizo asimilar indios con moros. Tal opini?n es simplista: temas y
de la Reconquista en las cr?nicas; pero
aparecen son decorativos y
lenguaje
superficiales. Desaparecieron pronto del discurso criollo, siendo reciclados
por otros grupos, a veces contrarios a los conquistadores.
La continuidad entre la guerra de moros y la guerra de indios era tan evidente que
los conquistadores llamaron mezquitas a los templos paganos del Nuevo Mundo.
Jacques Lafaye
Esta cita bastante adecuadamente ejemplifica la idea de una continuidad
ideol?gica entre Reconquista y Conquista. En la base de tal idea, muy di
CCYDEL, Universidad Nacional Aut?noma de M?xico, haroldo@servidor.unam.mx
1
A lo largo de este texto utilizo la palabra Reconquista por la comodidad que le ha dado su
su misma es un t?r
largo uso en la literatura hist?rica, sabiendo que ya desde etimolog?a
mino tendencioso que traduce una concepci?n muy parcial de la historia medieval espa
?ola.
3. Hern?n G.H. Taboada R.H.A.N?m. 135
fundida, encontramos una constelaci?n
de supuestos, y a su alrededor cono
cidos debates acerca o capitalista de la Am?rica
del car?cter feudal colonial.
Se trata de debates de envergadura que requerir?an una indagaci?n m?s a
fondo de la continuidad, pero la oferta habitual se limita a algunos pocos
testimonios, bastante obvios, que pueden revelar un tipo de herencia mental
de los siglos medievales, o por el contrario otras influencias y desarrollos,
de car?cter "moderno", para retomar el vocabulario de la pol?mica aludida.
Ir m?s all? de las generalidades requiere el an?lisis de varios subtemas: el
de la herencia imaginaria de la Reconquista en Indias me ocupa en las p?gi
nas que siguen
Los indios como muslimes
Como se se?ala,
frecuentemente en los escritos de la Conquista es t?pica la
alusi?n a geograf?as o sociedades isl?micas como recurso de explicaci?n de
lo americano: el calor africano y las especias de Arabia, camellos, casas
moriscas, albornoces, lanzas africanas, adornos, zambras, lengua ?rabe, la
costumbre de cubrirse la cara con tatuajes, tizne o herrajes, la vida n?mada,
los santones, el empalamiento, la circuncisi?n, las leyes de la herencia, la
formaci?n de los ej?rcitos, los se?alamientos mediante fuegos son algunos
de los s?miles utilizados para explicar las que se consideraban an?logas
peculiaridades Para hacer inteligible
americanas. a Tlaxcala, se la compara
con Granada, con Estambul,
a Tenochtitl?n a la corte de Moctezuma con la
de los moros de Granada, de aposentos "muy amoriscados" y con riquezas
"cual no las vio jam?s de Arabia el Moro", mientras la triste suerte del mo
narca es semejante a la de Boabdil. Los ejemplos se pueden multiplicar con
facilidad y tambi?n se puede ver c?mo, adem?s de la comparaci?n expl?cita,
asoma la asimilaci?n directa: los indios se convierten en "al?rabes", sus
templos en "mezquitas", sus sacerdotes en "alfaqu?es" y sus jefes en "je
.
ques
En algunos casos, conviene aclarar de entrada, nos hallamos ante una
simple migraci?n terminol?gica: cuando Crist?bal Col?n habla de almad?as,
alfaneques y almaizares, usa palabras ya s?lidamente incorporadas al caste
llano, aunque tuvieran un origen ?rabe, que de todos modos los hablantes
sol?an ignorar, por lo que no implicaban un referente isl?mico, como tam
2
Este est? sacado de mi libro La sombra del Islam en la conquista de Am?rica,
p?rrafo
M?xico, fce/unam, 2004, p. 224. Remito a esta obra para el contexto de las presentes
afirmaciones.
40
4. julio- diciembre 2004 Mentalidad de reconquista y primeros conquistadores
poco cuando refiere acerca de un "arco de turquesco". Juan Gil ha recorda
do c?mo Bernai D?az cree que la palabra "adive" es de origen nahua, igno
rando que deriva del t?rmino ?rabe con que se designa al lobo; la confusi?n
es comprensible para una ?poca en que tales ?timos empezaban a disminuir
mientras penetraban en las lenguas de Espa?a las palabras americanas: Co
l?n empieza por nombrar "almad?as" a las embarcaciones de los tainos,
luego r?cure al aut?ctono nombre "canoa". Pero tambi?n se apea del augus
to nombre de "reyes" hacia el m?s adecuado de "caciques".
Pero a veces las asimilaciones eran conscientes, nacidas de la necesidad
de explicaci?n: el islam y el cristianismo (as? como el judaismo) tienen
ra?ces comunes que hac?an posible la intercomunicaci?n (pol?mica siem
pre), mientras la simbolog?a de las culturas americanas resultaba ajena. Para
explicar, el mundo isl?mico no era el ?nico t?rmino de referencia utilizado
y aparecen frecuentemente con la misma funci?n lamisma Espa?a, la anti
g?edad cl?sica o todo lo que pudiera despertar alguna asociaci?n: las Ama
zonas indianas adoran a Apolo, como anta?o los sarracenos de la Canci?n
de Rolando. Cuando Su?rez habla de los s?trapas de los aztecas o
de Peralta
Guti?rrez de Santa Clara
asegura que nombrar a los aculhuaques nahuas es
"como decir cesares o faraones", ninguno estar?a pensando en oscuras co
nexiones entre Fars, el Nilo y el An?huac, sino buscando que sus lectores
los entendieran y quiz?s ostentando erudici?n.
En los casos m?s numerosos, sobre todo para quienes escrib?an lejos de
Am?rica, estamos frente a una borrosidad de identidades. Bien conocido es
que las novedades americanas fueron asimiladas a los exotismos asi?ticos:
nombres como turkey, granturco o arab?sitos se usaron para distintos pro
ductos americanos. Las colecciones de curiosidades de los museos de Euro
pa presentaban en confusa mezcolanza objetos de Mesoam?rica y del
Jap?n; la iconograf?a nunca tuvo claras las distinciones: el camello
aparece
como distintivo de Am?rica en arcos triunfales, iconograf?as y hasta des
cripciones de viajeros, los edificios mexicas de las ilustraciones exhiben
rasgos morunos; el teatro mezclaba deliciosamente los nombres.
En este contexto, cuando Liz?rraga, entre muchos otros, nos informa que
los mapuches creen en el para?so de Mahoma y fray Diego de Landa supone
3
V?ase el vocabulario colombino situado como ap?ndice en la edici?n de Juan Gil y Con
suelo V?rela, Col?n: textos y documentos completos, Madrid, Alianza, 1982.
4
Juan Su?rez de Peralta, Tratado del descubrimiento de las indias (Noticias hist?ricas
sobre Nueva Espa?a) (1589), edici?n de Teresa Silva Tena, M?xico, CNCA, 1990, p. 89.
5
Jes?s S?enz de Miera, "Curiosidades, maravillas, prodigios y confusi?n: posesiones
ex?ticas en la edad de los descubrimientos", en: Las sociedades ib?ricas y el mar af?na
les del siglo XVI, Madrid: Exposici?n Mundial de Lisboa 1998, 1998, pp. 133-166.
41
5. Hern?n G.H. Taboada R.H.A.N?m. 135
lo mismo de los mayas, no sabemos si se nos propone una analog?a o una
identidad. Cuando las semejanzas son se?aladas por observador tan agudo
como el padre Jos? de Acosta, podemos suponer que va m?s all? de la
an?cdota: "El modo de matar cualquier res, chica o grande, que usaban los
indios, seg?n su ceremonia antigua, es la propia que tienen los moros, que
llaman el alquible"; "se hartaban y zahoraban a usanza de moros"; algunas
ceremonias y ritos de los indios son parecidos a los jud?os, "en otras se pa
recen a las que usan los moros", otras a la ley evang?lica; son sus edificios
"mal repartidos y aprovechados, propiamente como mezquitas o edificios
de b?rbaros". Acosta es reconocido como el primero que intent? un es
quema de comparaci?n estructural de las culturas, y los elementos que
apunta deben entenderse en este sentido.
S?lo en pocos casos podemos suponer que los europeos creyeron real
mente que los indios ten?an alguna identidad con los moros. Motolin?a se
refiere a que "algunos espa?oles, considerados ritos y ceremonias
ciertos de
estos naturales, los juzgan por ser generaci?n de moros". La sospecha debe
de haberse desvanecido r?pidamente, como los mitos sobre cinoc?falos y
amazonas, a diferencia de lamuy persistente que enlazaba a los amerindios
con los jud?os. Pero es decidora de la persistente de algunos esta credulidad
aclaraci?n que juzg? necesaria
religioso peruano: los moros
cierto "nunca
pasaron a estas tierras ni pudieron ense?ar a los peruanos su alquible ni rito
religioso ninguno de su Alcor?n. El mismo enga?o fue decir que los natura
les del Per? se hartaban y zahoraban, a usanza de los moros, al salir la estre
lia".10
La comparaci?n ideol?gica
La imprecisi?n, la ret?rica, el descuido y la ignorancia parecen entonces dar
cuenta de muchos ejemplos de asimilaci?n de lo americano a lo moruno,
pero hay algo m?s: en cantidad de casos la comparaci?n respond?a a reso
6
Relaci?n de las cosas de Yucat?n, M?xico, Porr?a, 1973, cap. 26, p. 44.
7
Jos? de Acosta, Historia natural y moral de las Indias (1590), ed. de Edmundo O'Gor
man, M?xico, FCE, 1962 (Biblioteca Americana), lib. v, cap. 18, pp. 246-247; lib. V, cap.
27, p. 265; lib. vi, cap. 14, p. 298.
8
V?ase los cap?tulos 5 y 6 de La sombra del Islam.
9
de Benavente o Motolin?a, Memoriales o libros de las cosas de la Nueva
Fray Toribio
Espa?a..., edici?n de Edmundo O'Gorman, M?xico, unam, 1971, p. 14.
10
"De las costumbres antiguas de los naturales del Per?" (cr?nica an?nima de 1580-1592
ca), en Francisco Esteve Barba, ed., Cr?nicas peruanas de inter?s ind?gena, Madrid, Bi
blioteca de Autores Espa?oles, 1968, tomo 209, pp. 155-156.
42
6. julio- diciembre 2004 Mentalidad de reconquista y primeros conquistadores
nancias emocionales t?picas del espa?ol del siglo XVI. Se ha visto que Pe
dro M?rtir de Angler?a, italiano ajeno a tales resonancias, aunque depende
de las noticias de Hern?n Cort?s para su relaci?n de la conquista de M?xico,
no copia sus referencias a las mezquitas. Las traducciones de otros cronis
12
tas hablan de "moschee", pero el t?rmino no tuvo m?s fortuna en Italia.
Los conquistadores pintaban como muslimes a los amerindios,
entre otras
cosas, porque estaban buscando para s?mismos una legitimidad basada en
el gran relato de la monarqu?a unificada: los ocho siglos de lucha contra el
islam.
lugar com?n en sus escritos
Por ello fue la pretensi?n de haber realizado
haza?as an?logas a las de Pelayo y merecer similares favores. La primera
her?ldica del Nuevo Mundo conoci? el motivo de la "testa de indio", en vez
de la "testa de moro" exhibida en los escudos nobiliariosdel Viejo. En un
an?logo se?alamiento de analog?as, se nos dice que el plano en damero de
las fundaciones indianas retomaba la estrategia de superponer a las an?rqui
cas ciudades isl?micas el racional damero occidental.
Tal suposici?n
arrastra como
defecto de origen un pesado mito orientalista relativo a la
ciudad isl?mica, pero m?s convincente suena, sobre el mismo registro, el
se?alamiento de una toponimia reconquistadora en Am?rica: expl?citamente
reporta Bernai D?az el bautizo de una aldea: "le pusimos Pueblo Morisco...
porque en aquel pueblo hab?an muerto cuarenta y tantos soldados de los de
Narv?ez, y aun de los nuestros... y robado... y Cort?s le encarg? a Sandoval
que no dejase a aquel pueblo sin un buen castigo". Junto a esta equipara
ci?n comprobada, otras lo son menos: Hern?n Cort?s en su segunda carta se
refiere a la ciudad de Nautecal, donde estall? una rebeli?n de indios, como
Almer?a, asimilaci?n que ha hecho pensar en una conexi?n con la Almer?a
11
Jean-Pierre Tardieu, "Las Casas et le 'chemin de Mahomet"', Bulletin n. 2
Hispanique,
12
(die. 2003), pp. 303-319.
Teresa M. "Denominar
Rossi, lo nuevo y volver a denominarlo: un problema a ra?z del
descubrimiento", Rassegna Iberistica, 43 (1992), pp. 3-16.
13
Doy ejemplos en: La sombra del Islam, pp. 191 y ss.
14
Sobre el escudo de Cort?s nos informa Bernai D?az que el monarca dispuso que figuraran
en sus armas "siete reyes"; v?ase: Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa
?a, intr. y notas de Joaqu?n Ram?rez Cabanas, M?xico, Porr?a, 1955, cap. 64, p. 156, cap.
204, p. 327.
15
Erwin Walter Palm, "Los or?genes del urbanismo imperial en Am?rica", en: Contribucio
nes a la historia municipal de Am?rica, M?xico, ipgh, 1951, pp. 239-263, p. 243.
16
Bernai Diaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa?a, cap.
140, p. 296.
43
7. Hern?n G.H. Taboada R.H.A.N?m. 135
espa?ola, donde hab?a comenzado la rebeli?n morisca de 1501; los nom
bres de Castilblanco o Segura de la Frontera habr?an sido trasladados a
18
Am?rica por su importancia militar durante la Reconquista.
Y una vez asentada la sociedad colonial, m?s de un nombre que remon
taba a la divisi?n confesional mediterr?nea se reprodujo en Am?rica: el muy
com?n de "morisco"; el de los indios cristianizados que fueron llamados
"jen?zaros", sin ninguna raz?n aparente; los ladinos y los tornadizos, que
tambi?n se conoc?an
en la Espa?a medieval antes de serlo en Am?rica, y lo
eran unos porque hab?an aprendido el espa?ol, los otros porque se hab?an
tornado del judaismo o gentilidad al cristianismo. El nombre de los mame
lucos brasile?os probablemente deriva de la palabra "maloca" guaran?, pero
su adaptaci?n fon?tica los acercaba a los soldados-esclavos de Egipto. Apa
recen etimolog?as ?rabes para el nombre de otros grupos humanos: imposi
ble, aunque se ha propuesto, la de "gaucho"; quiz?s la de "cholo", nombre
originado en el contexto de la coexistencia de moros y cristianos; con m?s
seguridad los de "albarazado", "cambujo" y "jarocho".
Y, aunque esto requerir?a de mayor extensi?n, podemos relacionar estos
usos de la lengua con algunos intentos de aplicar con los amerindios pol?ti
17
Hern?n Cort?s, Cartas y documentos, introd. de Mario Hern?ndez S?nchez-Barba, M?xi
co, Porr?a, 1963, pp. 24, 60-61; William Mej?as-L?pez, "Hern?n Cort?s y su intolerancia
hacia la religi?n azteca en el contexto de la situaci?n de los conversos y moriscos", Bulle
tinHispanique, tome 95 (1993), pp. 623-646; cf. Pedro M?rtir de Angler?a, D?cadas del
Nuevo Mundo, trad. Augusto Millares Cario, M?xico, Porr?a, 1964-1965, dec. V, lib. i, p.
443, donde el autor se?ala que Almer?a fue as? llamada "en recuerdo de la ciudad mar?ti
ma del reino de Granada, rescatada pocos a?os antes del poder de los moros".
18
Luis Weckmann, La herencia medieval de M?xico, 2a. ed., M?xico, fce, 1992, p. 114.
19
Sobre ladinos y tornadizos se puede consultar el Tesoro de la lengua castellana o espa?o
la de Sebasti?n de Covarrubias (1610), ss. vv., adem?s del art?culo de G. Cirot "'Ladino'
et 'aljamiado'", Bulletin Hispanique, 38 (1936), pp. 538-540; el nombre de gen?zaros,
tras su sentido primitivo adquiri? tambi?n "en Italia al que es nacido de espa?ol y de ita
liana, o al rev?s" (Covarrubias) y en Am?rica pasa al vocabulario de las castas en la tra
ducci?n latina de las ordenanzas del Tercer Concilio Mexicano, v?ase Stafford Poole,
"Church law on the ordination of indians and castas in New Spain", Hispanic American
Historical Review, 61:4 (1981), pp. 637-650; sobre cholo v?ase a Elena Pezzi, Los moris
cos que no se fueron, Almer?a: 1991 (Biblioteca de autores y temas almerienses,
Cajal,
20), pp. 62-63, quien asigna su etimolog?a a partir del ?rabe shaul (?gil, dispuesto, listo y
que sirve con
prontitud [dom?stico]); de los mamelucos habla Maxime Haubert, La vie
quotidienne au Paraguay sous les j?suites, Paris: Hachette, 1967, p. 302; en general, y
espec?ficamente sobre "albarazado", "cambujo" y "jarocho", Manuel Alvar, "Las castas
en: Humberto del I Congreso
coloniales", L?pez Morales y Mar?a Vaquero, eds., Actas
Internacional sobre el Espa?ol de Am?rica (1982), San Juan, Academia Puertorrique?a
de la Lengua Espa?ola, 1987, pp. 17-32; este autor suscita la cuesti?n del supuesto genti
licio "marab?" utilizado por Carpentier en una de sus novelas.
44
8. julio- diciembre 2004 Mentalidad de reconquista y primeros conquistadores
cas que ya se hab?an ensayado con los moriscos: en forma sistem?tica para
la evangelizaci?n, donde directivas y manuales se refieren con frecuencia a
la experiencia morisca; m?s err?tica y oscuramente en el caso de algunas
prohibiciones, como la de montar a caballo, usar armas de fuego, vender
20
carne.
Ya en otro
lugar he expuesto c?mo, a mi juicio, la serie de referencias a
la lucha contra el islam rara vez fue resultado de una experiencia directa,
sino resultado de tradiciones familiares y de los nuevos mitos que originaba
la creciente producci?n de las imprentas. La observaci?n de Lafaye citada
al principio es en este sentido inexacta. Junto a los motivos de la Recon
quista peninsular, figuran con m?s viveza los m?s actuales de la lucha en el
Mediterr?neo: podemos sospechar que el griego Pedro de Cand?a hab?a
actuado en el Mediterr?neo oriental, y de ah? sus primeras explicaciones
relativas al Per?. En otros casos fue el mundo otomano y berberisco, la
experiencia de los presidios. Conocidas f?bulas del enemigo muslime se
trasladaron al historial de los conquistadores: Ponce de Le?n busc? la fuen
te de Juvencia que anta?o griegos y ?rabes, un motivo presente en Ibn Batu
ta, el del "alminbar cansado", se reproduce en Diego de Oca?a, cuando se
dijo que Cort?s "quem? las naves", se usaba una figura ret?rica originada
en el mundo cl?sico pero aplicada tambi?n a Tariq cuando de ?frica pas? a
conquistar Espa?a. Descubrimos imprecisiones e inexactitudes: Cervantes
de Salazar explica que llama mezquitas a los templos mayas por la seme
janza con "las casas de Meca que los moros ten?an", en t?pico enredo.
Una confusa mezcla de tradiciones orales y noticias librescas estaba
siendo reciclada entre ciertos conquistadores que ansiaban crear una socie
dad se?orial en el Nuevo Mundo, en oposici?n a los afanes centralizados de
la Corona. Quiz?s sea pertinente notar que los h?roes m?s invocados, Pela
yo, el Cid, Bernardo del Carpi?, mostraran una actitud entre rebelde y leal,
que refleja la de los conquistadores mismos, pero no podemos asegurar que
los invocadores fueran conscientes de este rasgo de car?cter, que aparece
desde la primera ?pica castellana.
20
Antonio Garrido Aranda, Moriscos e indios: de la evangelizaci?n
precedentes hisp?nicos
de M?xico, M?xico, unam, 1980.
21
Taboada, La sombra del Islam.
22
Proviene de su compendio Los conquistadores, M?xico, Siglo XXI, 1970, p. 143.
23
Lo not? el arabista Seraf?n Fanjul, "FrayDiego de Oca?a: el largo brazo de Guadalupe en
Indias", Cuadernos Americanos, n. 91 (2002), pp. 105-119; hay un relato en
parecido
torno a la Virgen de Lujan en Argentina.
45
9. Hern?n G.H. Taboada R.H.A.N?m. 135
Ante tal situaci?n, el discurso elaborado debi? resultar tan ef?mero como
las pretensiones de los conquistadores: Cort?s parece al final cansarse de
hablar de mezquitas y quienes le siguieron ya utilizaron preferentemente la
palabra "templo", dejando tambi?n de referirse a jeques y alfaqu?es; la to
ponimia reconquistadora no perdur? y los nombres de castas vieron borrar
se las connotaciones isl?micas de los comienzos: en un conocido
documento (1696) los funcionarios imperiales se asombraban de la presen
cia de "moriscos" en Indias, a lo cual se les contest? que tal era el nombre
de un grupo humano que nada ten?a que ver con los descendientes de Is
mael, aunque los celosos funcionarios prohibieron, sin ?xito, el uso del t?r
mino "morisco" en Indias;" cuando el siglo XVIII populariz? los cuadros de
castas, nada en ellos nos permite recordar al islam. Los romances fronteri
zos se fueron perdiendo, o cambiaron significativamente de tema y prota
gonistas, y hasta los nombres de Pelayo y el Cid cayeron en un relativo
olvido, reducidos a meras sombras, como observ? Humboldt a comienzos
del siglo XIX.25
Los usos del relato
Pero antes de ocultarse,
los nombres prestigiosos ya hab?an ganado curso y
fueron incorporados en discursos con distinta intenci?n. Vemos que los
antiguos h?roes mexicas tambi?n reciben una heroizaci?n espa?ola; Tlaca?
lel, como el Cid, venci? batallas despu?s de muerto, afirma Dorantes de
Carranza, y Gonzalo Fern?ndez de Oviedo no encuentra mejor prueba del
valor de los guerreros amerindios que decir de ellos "que tal es un H?ctor, o
un Bernardo del Carpi?, o un Cid Ruy D?az". Puede tratarse de simple
recurso ret?rico, pero debemos recordar que La Araucana de Ercilla presen
ta a los indios con un velo de hero?smo ausente entre los espa?oles: Am?ri
ca aparece as? como refugio de los valores
caballerescos que la modernidad
27
estaba haciendo desaparecer del Viejo Mundo.
24
Richard Konetzke, Colecci?n de documentos para la historia de la formaci?n social de
Hispanoam?rica, Madrid, CSic, 1958, vol. 3, pp. 61 y ss., 81 y ss.
25
Alexander von Humboldt, Personal narrative of travels to the equinoccial regions of the
New Continent during the years 1799-1804, Philadelphia, M. Carey, 1815, p. 429.
Gonzalo Fern?ndez de Oviedo, Historia general y natural de las Indias (1548 ca.), ed. y
est. preliminar de Juan P?rez de Tudela Bueso, Madrid, Biblioteca de Autores Espa?oles,
1959, libro xxv, cap. 19 (III: 53); cf. libro xxv, cap.22 (111:60).
27
Michael R?ssner, "?Am?rica como refugio de los ideales caballerescos?: apuntes sobre la
Numancia de Cervantes, la Araucana de Ercilla y algunos textos americanos en torno a
46
10. julio- diciembre 2004 Mentalidad de reconquista y primeros conquistadores
Abrevando en las mismas fuentes, Bartolom? de Las Casas hall? un recur
28
so eficaz en su repetida asimilaci?n entre los conquistadores y los moros.
Se ha notado que el nombre de "lobos" (de reminiscencia evang?lica) que
aplica a los primeros (mientras los indios son "tiernas ovejas") se encuentra
29
en las cr?nicas medievales referido a los moros que atacaban poblaciones
cristianas; el nombre de "destrucci?n", aplicado a la "destrucci?n de Espa?a"
por obra de Muza y Tariq y que fue objeto de muchos comentarios en la ?po
ca, es el que aparece en el t?tulo de su famoso tratado y en numerosas p?ginas
de otros autores. Tambi?n sostuvo muchas veces Las Casas que las guerras
contra los indios son peores que las que hacen turcos y moros contra el pue
blo cristiano, que la conversi?n por la fuerza es t?pica de los sarracenos y no
30
debe serla de los cristianos. Con todo ello, Las Casas termin? comparando
cada vez m?s a los conquistadores con los muslimes.
31
El motivo sigui? siendo socorrido por los seguidores de Las Casas,
pero con el tiempo los religiosos, lascasistas o no, terminaron tambi?n por
abandonar la referencia ret?rica al islam: llegaron a percibir a los indios
m?s bien como v?ctimas del diablo que como sus agentes, y de posible con
versi?n, por lo que falt? en el enfrentamiento el odium theologicum del
Viejo Mundo. Del mismo modo que en el imaginario, en el terreno de la
legislaci?n relativa a los indios hubo una continuidad inicial, pero la misma
oculta cambios radicales de contenido, o bien la implantaci?n de meras
formas fantasmales en las Indias.
Fueron los amerindios los que de ella se apropiaron, y m?s duraderamente
iban conservaron sus temas. Al asumir la identidad de cristianos, la utilizaron
en ocasiones para alterizar a sus enemigos: as?, los tarascos en su combate
contra los chichimecas los representaron como b?rbaros atrincherados en
1600", en: Jules Wickler, ed., Actas del XII Congreso Internacional de Hispanistas, III
Estudios ?ureos II, University of Birmingham, 1998, pp. 194-203.
28
Las sobre los muslimes abundan en los escritos de Las Casas, y re?ne mu
expresiones
chos de ellos c?modamente Juha Pekka Helminen, "Las Casas, los jud?os, los moros y los
negros", Cuadernos Hispanoamericanos, 512 (febrero 1993), pp. 23-28.
29
Andr? Saint-Lu, "Des brebis et des loups (? propos d'une image lascasienne)" (1975), en:
Las Casas indig?niste: ?tudes sur la vie et l'oeuvre du d?fenseur des Indiens, Paris:
L'Harmattan, 1982, pp. 35-44, n. 22.
30
Jean-Pierre Tardieu, "Las Casas et le 'chemin de Mahomet'", Bulletin Hispanique, n. 2
31
(die. 2003), pp. 303-319.
V?anse en: Silvio A. Zavala, Las instituciones jur?dicas en la conquista de
ejemplos
Am?rica, 3. ed., M?xico, Porr?a, 1988, p. 278 n. y p. 405.
47
11. Hern?n G.H. Taboada R.H.A.N?m. 135
castillos donde hab?an aprisionado la Santa Cruz. Y el recurso fue acudido
incluso en sus confrontaciones con ladinos y criollos. Mu?oz Camargo nos
dice en su Historia de Tlaxcala que ciertos hidalgos indios tan plenamente
hab?an asumido los prejuicios hispanos que llamaban al espa?ol que los mal
trataba "villano, moro o jud?o, o vizca?no"; con poca coherencia, los holande
ses que sub?an por el Estrecho de Magallanes fueron denominados por los
araucanos "huincas moros".33 Una de las varias explicaciones que se han
dado de la extra?a identificaci?n entre Hern?n Cort?s y el rey sarraceno en la
obra teatral La conquista de Jerusal?n es que los indios, o los religiosos que
para ellos escribieron la pieza, buscaron as? rebajar la figura principal entre
los conquistadores. Siglos despu?s, una obra teatral ind?gena sobre San Pablo
nos lo muestra como un moro antes de su camino de Damasco.34 Quiz?s por
que era el moro era el infiel por excelencia, pero no podemos dejar de pensar
en la insistente versi?n
peninsular de que Espa?a fue evangelizada precisa
mente por san Pablo.
De forma mucho m?s sistem?tica, Guarnan Poma de
Ayala recurre a comparaciones con moros y jud?os. En los juegos de Moros y
Cristianos de los zinantecas, los cristianos son los ind?genas, frente a los mo
ros-ladinos. Santiago Matamoros termin? auxiliando a grupos ind?genas co
ntra los espa?oles realistas de la guerra de independencia.
El omnipresente Moro de la ?poca de la conquista fue desvaneci?ndose
en Am?rica del mismo modo que lo hizo en Espa?a, y adquiriendo formas
cada vez m?s fantasmales. No s?lo porque fue desapareciendo su presencia
f?sica, sino tambi?n porque sus usos ideol?gicos se fueron borrando. Es
notable que reaparezca a fines de la Colonia, transformado ya en el Orien
tal, no por una mayor presencia real sino por su nueva dimensi?n en los
libros transpirenaicos, y sobre todo por necesidades ideol?gicas.
32
Manuel Guti?rrez Est?vez, "Mayas, espa?oles, moros y jud?os en baile de m?scaras:
y ret?rica de la alteridad", en: Gary H. Gosen et al, De palabra y obra en el
morfolog?a
Nuevo Mundo, 3. Laformaci?n del otro, M?xico, Siglo XXI, 1993, pp. 323-376.
33
Diego Mu?oz Camargo, Historia de Tlaxcala (1590 ca), edici?n de Germ?n V?zquez,
Madrid, Historia 16, 1986, Libro 1, cap. 12, p. 134; "huincas" era el nombre dado a los
cristianos, v?ase Diego de Rosales Historia general del Reino de Chile, Flandes indiano,
2. ed., ?ntegramente revisada por Mario G?ngora, Santiago, Andr?s Bello, 1989, tomo 2,
libro octavo, cap. 15, p. 1168.
34
Toribio de Benavente o Motolin?a, Memoriales o libros de las cosas de la Nueva
Fray
Espa?a, y de los naturales de ella, ed. de Edmundo O'Gorman, M?xico, unam, 1971,
cap. 35, p. 106; Miriam Echeverr?a e In?s Maldonado de Van Oss, "Historia de la conver
si?n de San Pablo", Mesoam?rica, cuad. 6 (1983), pp. 434-499.
35
Sobre el tema v?ase Hern?n G. H. Taboada, "La sombra del Oriente en la independencia
de Am?rica", en la revista electr?nica Palimpszeszt (Hungr?a)
http://magyar-irodalom.elte.hu/palimpszeszt/23_szam/index.html.
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