El documento es el pregón de las fiestas del Carmen en Figueras pronunciado por Alipio Hernández Guerra. En él, Hernández Guerra resume algunos de sus recuerdos de la infancia en Figueras, incluyendo detalles sobre la división social del pueblo, las actividades favoritas de los niños como ir al cine o al muelle los domingos, y recuerdos específicos como presenciar el naufragio y rescate de un barco. A través de estos recuerdos, intenta transmitir su profundo cariño y nost
Desarrollo y Aplicación de la Administración por Valores
Pregon fiestas del Carmen de Figueras
1. 1
PREGON DAS FESTAS DEL CARMEN
Alipio Hernández Guerra
2019
Cuando Francisco Martínez, Fran, me llamó, en nombre de la Comisión de
Fiestas, y me hizo el honor inmenso de invitarme a pronunciar el pregón de las
fiestas de Nuestra Señora del Carmen de este año, acepté conmovido, aterrado
y honradísimo. Enseguida, en cuanto recuperé el aliento, me asaltaron dos
dudas: cómo y de qué podría hablar yo sobre Figueras, yo, que, creedme, no
dejo de hablar de Figueras… (Mis amigos más cercanos lo saben, y aun debería
decir que lo padecen…).
La primera duda la resolví tomando la decisión salomónica de utilizar las dos
lenguas, el castellano y el figueirolo1…
La segunda cuestión -de qué hablar- parecía más peliaguda. Mi familia se
trasladó a Oviedo a finales de la década del cincuenta, cuando yo tenía ocho
años. Señaldá es una palabra que en nuestra lengua significa algo así como
nostalgia devastadora; y eso, una nostalgia devastadora, me acompañó durante
los primeros años de mi vida en la ciudad. Como la memoria es selectiva y suele
negar lo que disgusta, cuando pienso en mi infancia, hallo solo recuerdos de mis
primeros años, los vividos en Figueras y, en todo caso, de los veranos
figuerenses que vinieron con posterioridad. Hay también, como es natural,
algunos recuerdos de la vida en Oviedo, pocos e insípidos, carentes de interés…,
con el tiempo, además, se van volviendo más y más borrosos… Y es que la
infancia, única y verdadera patria de los hombres, es un territorio irreal, como la
Nayundes de Moncho Martínez, un país imaginado, un espejismo que fabrica
1 Sigo a Quique Roxíos, , cuando dice “Pero, toda comunicación literaria,sempre se diferencia,muito ou
pouco, del sistema oral e, nel noso caso,por non contarmos cúa tradición escrita unificada,hai veces que
debemos elixir entre dúas ou varias opciois. Por esta razón,direi que opto por formas populares del tipo
verdá, propiedá, quietú, etc. […], utilizadas tanto en Asturias coma en toda Galicia.[…] Del mismo xeito,
escribo faragullas, follas, ollos, etc., xa que pensó que a grafía <ll> non impide úa llectura yeísta;pero sí
al revés. E, para evitar falsas lecturas, escribo sempre non, tanto en posición tónica como en posición
átona, a pesar de que neste caso poida articularsecomo nun” ( Personaxe desconocido, 2018,páx. 15).
2. Uso unha, nunha…, en lugar de úa,núa…, porque así falo.Por a misma razón uso “y” como conxunción,
en lugar de “e” y fago os participiosda primeira conxugación en –ado, en lugar de en –ao.
2. 2
tenaz la memoria, en el que se mezclan y confunden lo efectivamente vivido y lo
soñado, el recuerdo de las vivencias propias con el recuerdo de lo vivido por
otros. No esperéis, pues, que el pueblo que recuerdo, y del que voy a hablar, sea
el mismo que recordáis vosotros. Y sin embargo, por extraña paradoja, aun
siendo una simple invención, somos memoria: nada hay más sólido, ni más
cierto, que la memoria que nos habita. Cuando se desvanecen nuestros
recuerdos, nos desvanecemos con ellos. En el mejor de los casos, queda de
nosotros una sombra de lo que fuimos. Desaparece también la sombra, y
desaparecemos nosotros definitivamente, cuando dejamos de ser recordados
por otros, cuando dejamos de estar en la memoria de otros.
Hablemos, pues de Figueras, que para eso estamos aquí.
Permitidme que comience con unos versos con los que un poeta insigne hablaba
de su tierra:
“Extranjeros, este es mi país
esta es mi patria
aquí nací y aquí viven mis sueños”.
Según unha lenda, nel lago de Sanabria hay sumerxida, sulagada, unha cidá,
coas suas calles, plazas, casas, pazos i iglesias. Dicen que nalgunhas ocasióis
óinse sonar as campás y vense luces debaxo del auga. Parecidas son as
Figueiras sulagadas na mía memoria: si pola mañá me asomo a ventá y miro pra
fora, vexo dous solares; en conto miro un pouco pra dentro, vexo duas casas
enfrente: a casa de Lute y a casa de Matilde de Parapar. Si baxo hasta a calle
da Leña, hoy valeira, sola, y antes chía sempre, vexo na acera de riba, sentadas
en sillías baxas, falando animadas, a Matilde, a Serafina, a Joaquina de
Folecón…; as veces, canta con voz suave y entonadísima Encarnita, que faena
dentro; asomado a ventá da cucía, con medio corpo de fora, tose Casildo el vello;
desde el fondo del calellón; sentada nunha sillía baxa, riñe con él feridoira y
incesante Placeres, a Fabiana, inmensa y sabia…
Nese tempo que perdura na mía cabeza, todo el universo cabía y taba n´As
Figueiras. As Figueiras y a Ría – a nosa Ría- taban nel centro del planeta; y
3. 3
enfrente, Ribadeo y Castropol. Acórdome que oía falar de España y que cheguéi
a conclusión – pensade que non era máis que un rapacín pequeno- de que
España taba detrás del molín de Barres. Así que todo tía un sito y todo taba nel
sou sito.
N´As Figueiras vivían tres clases de personas: os ricos, os labradores y
nosoutros (uso nosoutros non como pronome se non como un sustantivo que
denomina un grupo social; equivale, por exemplo, a ”aristocracia”, ou a
“burguesía”). Os ricos falaban castellano; os labradores y nosoutros, non. Os
labradores vivían da terra; nosoutros, del mar; era neno y nun sabía de qué vivían
os ricos, pero ese nun era un asunto que daquela me preocupara miga. Un caso
distinto era el dos labradores: nun eran exactamente nosoutros, porque nun
vivían del mar, y, sin embargo, andaban tan campantes. Creo que non lo
entendía ben.
Pero el debuxo demográfico das Figueiras era einda máis complicado: a ver,
había nosoutros de dúas clases: os de calle arriba y os de calle abaxo. Había
unla liña imaxinaria que dividía el pueblo en dúas partes como si fose un
ecuador, unha liña que vía desde el este, desde A Lagúa, pasaba por el mismo
mitá da porta da iglesia y seguía por os calellóis – el calellón del Amigo y el
calellón de Foz- hacia el oeste, hasta tropezar nel muro del palacio. Dividía ôs
nenos del pueblo en dous grupos: desde a liña hasta el mar vivían os de
callabaxo; da liña pra riba, vivían os callarriba. Pareceravos cousa de pouco,
pareceravos que nun tía importancia, pero tíala, y ben dela: de resultas desta
división casi todos os que xugaban ben al fútbol eran de callabaxo, os que más
corrían eran de callabaxo, os que más podían nos amarramentos, eran de
callabaxo… Así que si xugábamos a ladróis y civiles, ou a pelota, ou a guerra de
concos nel pósito, y nun se chinglaba, era porque a cousa iba de callarriba contra
callabaxo, y os de callarriba abandonábamos toda esperanza, como os
condenados na porta del inferno.
Por lo demás, os nenos daquela queríamos ser mariñeiros en sendo grandes.
Entendíamos que había dúas clases de mariñeiros: os que iban al mar, os
pesacadores, y os que navegaban. Todos soñábamos con medrar, embarcarnos
y irnos navegar… Tíamos as cousas tan claras que sabíamos incluso el nome
del barco nel que queríamos ir: chamábase Campogrande…Pra mayoría del
4. 4
grupo social al que chamo nosoutros a vida apoyábase en cuatro columnas: a
da pesca, a da lama, a das libretías azules de Alejandro y de Camila nos invernos
y, abofé, a del Campogrande. Nun extraña por eso que aquel barco de nombre
tan campanudo alcanzara unhas dimensiois colosales na imaxinación dos
nenos. Hay unha escena que teño grabada na memoria: unhos rapacíus
tábamos sentados nel resbalo da esquina da casa de mia abola, na calle da
Leña. Os de Delfina da Narcisa, Suso de Sarita de Folecón, Gilo, Antonín de
Segis y eu. Tíamos seis ou sete anos. Un, que nun nombro por non sinalar,
levaba a voz cantante. Afirmaba que se chamaba Campogrande porque era un
barco enorme, grandísimo. “É tan grande que na cuberta hay una campo de
fútbol pra que xoguen os mariñeiros” “¿Un campo de fubol? Un campo de fúbol
¿Tan grande como el campo del Carballo? Einda más, dixo impertubable.
Anoitecía y unos rapacius falábamos del futuro en latín.
Non se ta sempre ben. Nesos momentos oscuros axuda recordar el tempo nel
que fomos felices, plenamente felices. Vouvos contar algún:
.Os domingos por a tarde íbamos al cine de Alejandro. Os mayores
sentábanse nunha especie de butacas de madeira con respaldo y brazos. Os
nenos nunhos bancos corridos con capacidad pra cinco ou seis. El que nun tían
de cómodos tíanlo de prácticos pras grandes cabaladas: condo aparecía el 7º de
caballería a galope tendido, abanigábamos os bancos puxando con el cul de
detrás pra delantre y organizábamos un ruido de mil demos. Si a situación se
prolongaba máis de lo tolerable, aparecía a luz da linterna del bueno de
Alejandro, que profería amenazas que nunca cumplía. As copias das películas
solían ser malas: vellas y gastadas, mil veces rotas, mil veces pegadas, con un
sonido deficiente. De resultas, al finalizar repetíase unha pregunta nel angosto
pasillo de salida: “¿Entendíchela?...
Con todo, aquel cine fue un elemento esencial en nuestra educación sentimental.
Por su pantalla pasó lo más granado del cine mejicano de los años 50, unos
filmes llenos de corridos, rancheras y de tangos -Libertad Lamarque-, tremendos
dramas de amores desgraciados, imposibles, crueles…Miguel Aceves Mejía, un
cantante metido a actor, era el preferido del público figuerense; bastaba que se
dijese “El domingo botan unha mejicana; el mucín é Miguel Aceves Mejía”, para
5. 5
que el lleno estuviera garantizado. También garantizaban el éxito de público y
crítica las películas de Cantinflas, las de Imperio Argentina y Miguel Ligero, las
películas del oeste…, pero el éxito de los éxitos fue, según mi memoria, Dónde
vas Alfonso XII, con Vicente Parra y Paquita Rico de mucín, y mucía,
respectivamente. Gustó tanto y el público lo manifestó con tanta vehemencia,
que Alejandro accedió a repetir las dos funciones al día siguiente, lunes y día de
garabullos.
. Cuando llegaba el buen tiempo, a la salida del cine, familias completas
en buen número, parejas de novios, niños se dirigían al muelle. El espacio que
va del Pósito al muelle Viejo, convertido en lugar de paseo y en una especie de
plaza mayor se llenaba de gente endomingada. En algún momento del 57 o 58,
José del Peñalba hizo pisar de cemento el espacio que había entre el bar, la
Casa del Sal y las escaleras de Carmen del tío Enrique. La música procedente
de un pequeño altavoz colocado en una de las ventanas del bar comenzó a
inundar el lugar. Se trataba de una pequeña colección de discos–no más de una
docena a juzgar por lo que se repetían- y un viejo tocadiscos. Recuerdo dos de
gran éxito: “Allá en el rancho grande” en la versión de los Chimbero, y Madelón
-una marcha militar francesa de la Primera Guerra Mundial en una versión
adaptada a la Legíón española- y se organizó espontáneamente un pequeño
baile. Se convirtió en costumbre que se mantuvo durante meses tal vez. Así que
yo conocí los domingos perfectos: fútbol en el Carballo, cine, paseo y baile en el
muelle...
. Recuerdo vívidamente el momento en que mi madre irrumpió de súbito
en la habitación en la que dormía y una luz blanquísima entró a raudales
inundándolo todo, la luz de los días de vendaval, al tiempo que decía: “Levántate,
Alipín, que varóu un barco nel Tesón”. Era el Dragonera, había varado frente a
la playa del Humeiro, hoy desaparecida. Fue emocionante asistir a la agonía del
barco, al que durante semanas devoró un temporal inclemente, seguir los
intentos fallidos de sacarlo del arenal, y, por fin, el salvamento de lo que quedaba
de la nave. Seguir todo esto día a día desde Os Piníus, un sitio precioso encima
del Humeiro, tal que el palco de un teatro. No quiero parecer presumido pero con
seis o siete años yo fui testigo de una gesta que aún hoy me parece descomunal:
6. 6
el naufragio y rescate de un barco, la más hermosa, magnífica y, sobre todo, la
más humana de las máquinas que el hombre ha creado…
¡Ahora, decidme, cómo no me iba a tener “señaldá”!
. Hai algunhos meses que Pedro Almodóvar estrenóu unha película
conmovedora en muitos sentidos, Dolor y gloria. Y hai nela unha escena
fermosísima na que unhas mulleres lavan nun río. Rinse y cantan a coro unha
copla bellísima, famosa nos anos cincuenta . El tratamiento da luz, tan brillante,
a composición claramente pictórica y a intensa sensación de plenitud vital, de
felicidadque trasmite, fain pensar que ta concebida como un cuadro de Sorolla.
Taba víndola, y pensaba en Berbesa: as mulleres lavando nel río y poñendo a
roupa a secar nos prados, as risas das mulleres entre comentarios maliciosos
(“hay roupa tendida”, decían), os nenos metidos nel auga perseguindo en vano
as truitas que se acercaban descaradas, as carreiras, os xogos, a comida en
grupo -tortilla de pataca, pan, viño con gaseosa, fruita…
. Si repaso na memoria y busco días de felicidá completa, aparece sempre
unha mañá de primavera con cuatro ou cinco botes a vela salindo del Muelle
Novo con el pleamar primeiro cargados de mulleres novas, de nenos y de tinas
con roupa. Acórdome de seguro que el bote nel que iba con mia madre
gobernábalo Julián de Santa…
Y agora decídeme: ¡Cómo nun había de ter señaldá!
. Tamén guardo na memoria amorosamente muitas das historias que
contaban, con dominio pleno dos recursos expresivos propios da comunicación
oral y dos sabios procedimientos narrativos, cada un nel sou estilo, un feixe de
narradores. Nun los vou nomear: fíxenme vello y acoro a chorar con facilidad.
Así que, pesar da escola, que odiaba, y das frieiras dos invernos, os nenos d´As
Figueiras tíamos muitas razóis pra ser felices. A ver, tíamos el millor sito de xogos
del mundo: A Ribeira, con el Carolino, que nun era de naide, varado encima del
Muelle Vello y a nosa disposición tíamos botes, chalanos, remos, nasas,
aparellos…; conocíamos un mundo de rayas, rilóis, patarroxas, múxeles,
panchos, robalizas, pulpos, anguilas, mógaros, cangrexos, esquilas, marfollos,
mofos; conocíamos os ventos …; tíamos el Muelle Vello para bañarnos, y
7. 7
enfrente a Berlinga, y detrás Castropol y Figueirúa…,y de vez en cuando, al
fondo, el paso del tren de Vilaodrid que se asfixiaba botando fume camín de
Ribadeo. Conocíamos y, en gran medida, comprendíamos el mundo en que
vivíamos.
Hai unhos días decíame un amigo: ¿Y vas falar únicamente del pasado? ¿Nun
vas faer nel pregón nin siquiera unha crítica del presente das Figueiras? ¿Criticar
nel pregón das festas el presente das Figueiras, que tan tan cuidadas, tan
guapas?, ¿destas Figueiras con unha espléndida cohesión cívica: asociaciónde
mayores con talleres ambute, el admirable taller de escritura que cuida da
memoria del pueblo, viaxes colectivos como nunca houbo...?, contestéi eu muy
charrusqueiro…¿Y el desastre del colmatamiento da ría que lougo chega el
arena a San Feliz nun che parece un problema?...Parécemo, mi alma… ¿Y os
cables da luz y del teléfono colgando das casas de cualquier maneira non son
un peligro?, sí que lo son, así Dios me vala. Y os solares abandonados durante
decenios convertidos noutros lateiros, en vertedeiros, nel medio del que chaman
con rimbombancia casco histórico ¿Qué che parecen?... Pero, ¿hay tal?, dixen
eu incrédulo. “Hay, ho”, dixome muy seguro. “Así que dilo”… El caso é que nun
me atrevo, lle contestéi, y asina quedóu a cousa. Non lo penso decir.
Quedóuchevos un pouco anoxado comigo.
Todos os que tamos aquí y vivimos aquelos tempos éramos novos. A vida bulía
en nosoutros; éramos felices sin traballo ningún; éramos felices porque ser feliz
é fácil condo se tein poucos anos… Pero además, taban as festas, que, esa sí,
taban concebidas para producir felicidá. Y producíanla, así Dios me salve. Y
síguenla producindo. Hai un par de días, coméntábame un amigo forasteiro que
os vecíus con os que falaba esperaban encantados de que chegaran as festas:
“Viene toda la familia que está fuera. Se reúnen todos. Se juntan y son
felices”… ¡Home xa!... Y é que as festas de Nuestra Señora del Carmen y del
Corpus das Figueiras son singulares: primeiro, porque las faemos condo
queremos y segundo porque os vecíus comparten el esfuerzo de organizar y
sufragar el festexo solos, y al faerlo, celébranse a sí mismos. Condo chegan
as Festas fain un alto pra reconocerse, pra disfrutar xuntos y en paz, como
debe ser. A eso vos invitan ahora el pregoneiro y a Comisión de Festas:
8. 8
disfrutade das festas, compartide a alegría, sede bos unhos con outros, sede
amables y gozade sin perder ni un minuto. Hay muitos anos, un día da festa del
Carmen baxaban por a calle da Leña dúas nenas, apenas adolescentes –hoy
son mulleres espléndidas- y unha reñía con el outra porque, al parecer,
chegara tarde. “Xa podíamos tar ligadas y requeteligadas”, lle decía
enfadadísima. Serían as seis da tarde, había un testeirazo de sol y de seguro
nun se paraba na Ribeira. Pois fagamos todos como decía aquela nena,
deixémonos de historias que é tardísimo; ¡vámonos pra festa que xa podíamos
tar ligadas y requeteligadas!.