San Agustín considera que la razón ayuda al hombre a encontrar la fe, pero una vez alcanzada la verdad a través de la fe, la razón queda subordinada a la fe para ayudar a entenderla. Agustín busca fundamentar el conocimiento frente a los escépticos partiendo de la autoconciencia y llegando a través de la interiorización a la conclusión de que las reglas eternas e inmutables que juzgan las cosas proceden de Dios, y que el alma conoce estas ideas a través de la iluminación divina.
Relación entre fe y razón en San Agustín de Hipona
1. Tema 3-Historia de la Filosofía.
La Patrística y San Agustín
Relación fe y razón en Agustín de Hipona.
Ante todo no debemos olvidar que el cristianismo es en primer lugar una religión, y
sólo posteriormente aparece una “filosofía cristiana”. En rigor, se podría decir, incluso,
que no existe una filosofía cristina, sino un uso cristiano de la filosofía. Esto es así
porque el cristiano no se cuestiona (por lo general, salvo de un modo abstracto y
meramente intelectual) los principios fundamentales de su doctrina, y éstos vienen
dados por la fe.
En Agustín de Hipona no aparece todavía una demarcación clara entre fe y razón, ni
esto parece preocuparle. Cuando se refiere al papel de la fe y al de la razón lo hace
teniendo en cuenta su experiencia personal. Así, considera que en un primer momento
la razón ayuda al hombre a encontrar la fe. La búsqueda acaba en el momento de su
conversión que se produce a través de la fe. Pero una vez en posesión de la verdad a
que condujo la fe, la razón tiene por finalidad ayudarle a entender eta verdad; por lo
que, a partir de entonces. La razón acabará subordinada a la fe. (Como lo estará, en
todo el pensamiento cristiano medieval posterior, la filosofía a la teología).
Agustín parte de una concepción de la verdad (y del ser) vagamente platónica: la
verdad (y el ser) se da en lo inmutable, en lo eterno. A partir de esta concepción de la
verdad, Agustín lleva a cabo una fundamentación del conocimiento frente a la postura
de los escépticos. Esta fundamentación del conocimiento parte de la autoconciencia,
pues solo en la autoconciencia podemos encontrar certeza ya que piense lo que piense
e incluso si me engaño: soy. Tenemos, pues algo que es indudable: que soy una
conciencia pensante. Todo conocimiento tiene que comenzar por este proceso de
interiorización que posibilita, al pronto una primera certeza.
Lo sensible es puro devenir, puro cambio. Pues bien, si lo inmutable, lo eterno, no se
halla en el mundo sensible habremos de buscarlo en el interior, en el alma. Pero, tras
este primer paso en la interiorización, descubrimos que el alma también es mutable. En
el alma descubrimos, en primer lugar, las sensaciones, que son representaciones de los
objetos externos, y tan mutables como ellos. Pero si continuamos con el proceso de
interiorización descubrimos que, además de las sensaciones, hay reglas según las
cuales juzgamos acerca de las sensaciones y de las cosas.
Ahora bien, si estas reglas no pueden proceder del exterior, que es puro devenir, ni del
alma, que también lo es, sólo pueden proceder de algo eterno e inmutable: de Dios.
Este viaje a la interioridad nos lleva, pues, al descubrimiento de Dios.
Estas reglas eternas son entendidas como las Ideas platónicas, y Dios ocupa el lugar que
en el sistema platónico (o neoplatónico ocupa la Idea de Bien o Uno).
2. Tema 3-Historia de la Filosofía.
La Patrística y San Agustín
La capacidad de juzgar a las cosas según las reglas eternas es lo que llama Agustín
ciencia (scientia). Al conocimiento de Dios, que es por lo tanto la verdad última de la
que dependen todas las demás, le llama Agustín sabiduría (sapientia).
Pero… ¿cómo podemos conocer las verdades eternas? La tesis platónica de que el
alma preexiste al cuerpo es incompatible con la doctrina cristiana del alma, por lo que
Agustín se ve forzado a dar otra solución, Agustín dice que el alma conoce las Ideas (o
reglas eternas) por iluminación divina. La iluminación consiste en una acción llevada a
cabo por Dios sobre los hombres, y que permite a éstos la captación de lo inteligible en
sí mismo. Es un proceso similar al que realiza la luz con las cosas; pues sin ella, éstas
no podrían ser vistas. La iluminación es un proceso paralelo al de la creación. Así, en
tanto Dios crea el mundo le da ser a todas las cosas, y en tanto ilumina a los hombres
hace que éstos puedan ver las verdades (que es aquello en que reside el ser de las
cosas, su esencia).