2. Un hombre trabajaba en una
fábrica distante cincuenta
minutos de ómnibus de su
casa.
3. En la siguiente parada entraba una
señora anciana que siempre se
sentaba junto a la ventana.
Ella abría la bolsa, sacaba un paquetito y se pasaba
todo el viaje arrojando alguna cosa para fuera.
4. La escena siempre se repetía y un día,
cursioso, el hombre le preguntó qué arrojaba
por la ventana.
- Tiro semillas, respondió ella.
- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?
-De flores. Es que veo para afuera y la calle está tan vacía...
Me gustaría poder viajar viendo flores coloridas
por todo el camino. ¡Imagine cuán bello sería!
5. -Pero las semillas caen sobre el asfalto, son
Pero
aplastadas por las ruedas de los autos, devoradas
por los pájaros...
¿Cree usted señora que las semillas germinarán a
la vera de la calle?
-Así es, hijo mío. Aunque muchas se
pierdan, algunas acaban cayendo en la
tierra y con el tiempo van a brotar.
6. -Aún así... Demorarán en crecer...necesitan
agua...
-Ah, yo hago mi parte. Siempre hay días
Ah,
de lluvia. Y si alguien arroja las semillas,
las flores nacerán.
7. Diciendo esto, se dió vuelta hacia la
ventana y recomenzó su trabajo.
El hombre descendió luego más
adelante, pensando que la señora ya
estaba senil.
8. Un tiempo después...
Un día, en el mismo ómnibus, el hombre al mirar
para afuera percibió flores en la vera del camino ...
Muchas flores... ¡El paisaje colorido, perfumado y
lindo!
9. Se acordó entonces de aquella señora. La
buscó en vano. Le preguntó al chofer, que
conocía a todos los pasajeros de viaje.
- ¿La viejecita de las semillas?....
Pues ... Murió hace cerca de un mes.
10. el hombre se volvió a su lugar y continuó mirando el pasisaje florido por
la ventana
“Quién diría, ¡las flores han brotado!”
“¿Pero de qué le valió su trabajo? Murió y no pudo
ver toda esta belleza.”
11. En ese instante, oyó risas de criatura. En el asiento
de enfrente, una niña señalaba por la ventana,
entusiasmada:
-¡Mirá qué lindo! Cuántas flores
por la calle... ¿Cómo se llaman
aquellas...?
12. Entonces, entendió lo que aquella señora
había hecho.
Aunque no estaba ahí para ver, hizo su parte, dejó
su marca, la belleza para la contemplación y la
felicidad de las personas.
13. Al día siguiente, el hombre subió al
ómnibus, se sentó junto a la ventana,
sacó un paquetito de semillas del
bolso...
Y así dió continuidad a la Vida,
Vida,
sembrando con entusiamso y alegría
sus semillas...
14. E lfuturodepende de nuestras acciones
presentes
Y si sembramos buenas semillas, los
frutos serán igualmente buenos