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Índice
U.D 1 Yo, mi, me, conmigo ……………...............………...................…..........4
U.D 2 Mi circunstancia: Un punto partida ……….................….......................8
U.D 3 Nuestro paso por el mundo: ¡Qué bello es vivir! ……....................….12
U.D 4 La eutanasia ……………………………........…………….....................16
U.D 5 Aprender a vivir ………………………………………….…....................22
U.D 6 Aprender a amar …………………………………......……....................26
U.D 7 ¡Qué jóvenes dejamos al mundo! ………………………......................30
Índice
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UD1
La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus
mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los
mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran
en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.
Sócrates
ACTIVIDAD
Esta primera actividad consiste en una reflexión grupal en torno a las primeras reacciones de
Alma en esta novela gráfica. Por lo tanto, proponemos algunas preguntas que pueden orien-
tarnos hacia unos objetivos explicados posteriormente.
1. Realizar un cuadro conjuntamente con los alumnos sobre los protagonistas y los hechos
acaecidos en estos primeros momentos de la novela gráfica.
a. ¿Quiénes forman la familia de Alma?
b. ¿En qué crees que destaca Alma? ¿Qué aptitudes tiene?
c. ¿Cuáles son las preocupaciones de Alma?
d. ¿Qué temas de su vida no quiere afrontar?
b. Piensa en qué cosas busca Alma para distraerse, refugiarse en sí misma.
2. ¿Cómo definirías la actitud de Alma al inicio de la historia?
3. ¿Por qué crees que se comporta así?
4. ¿Dirías que su actitud es habitual entre los jóvenes de hoy en día? ¿Por qué?
5. Piensa en tus amigos y en la gente de tu edad; cuando no quieren afrontar problemas o
situaciones qué es lo que hacen, en qué se refugian.
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REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 1
Alma es una joven que ha vivido circunstancias difíciles en poco tiempo: la muerte de su
padre, los malos resultados académicos, la “incomprensión” en casa y una cierta incon-
formidad con su propio cuerpo. Alma es una chica que se siente incomprendida y que
fácilmente se preguntará por qué le pasan todas estas cosas a ella. La actitud de Alma
es legítima, normal y se encuentra en pleno derecho “a no sentirse feliz” Es importante
diferenciar entre estado de ánimo y, como definía Aristóteles la felicidad “actividad”. El
estado de ánimo es algo sobrevenido, la felicidad es una decisión que no siempre es pla-
centera ya que “hay placeres que no son buenos, y buenas acciones que no son placente-
ras” (Aristóteles. “Ética a Nicómaco”). Es humano estar “de bajón” en momentos tan com-
plicados. Además, en la adolescencia estos altibajos inciden con mucha más potencia por
los pocos recursos que tienen en sus manos y viven una montaña rusa de sentimientos.
La actitud de Alma es, por un lado, de resignación hacia las circunstancias que vive. No
quiere aceptar la realidad que la rodea y esto es fácilmente observable en el momento
en el que separa la mano de su madre, se pone los auriculares y “rehuye” el diálogo y la
situación que vive. Alma está en su derecho de no sentirse feliz. Muy acertado hacer re-
ferencia a la Realidad, la realidad se da con independencia del sujeto, no es una proyec-
ción, no es ni relativa ni subjetiva. La realidad es la que es, lo que es relativo u objetivo es
cómo la percibimos…por eso hay modos correctos de percibirla y reaccionar ante ella y
otros que no lo son. Sí existe el BIEN, como existe el MAL (aunque este último, tal y como
dice San Agustín, como ausencia del BIEN, no tiene entidad positiva).
Por otro lado, la actitud de desagradecimiento y su ensimismamiento impiden que se
dé una transformación anímica. Porque la Realidad tiene sentido en sí misma, porque “la
palabra se ha hecho carne” (San Juan) todo lo que es y todo lo que existe, tiene sentido,
tener sentido de la Realidad y abrirnos a ella, nos permite conocer su sentido y nos pre-
para la para la verdad, la verdad revelada. A veces, las dimensiones de los problemas nos
parecen mayores de lo que en realidad son cuando los estamos viviendo. Es necesario
tener la valentía de hablar, de compartir nuestras vivencias y fiarnos de las personas que
nos quieren bien. Alma, en cambio, rechaza cualquier conversación y compartir cual-
quier sentimiento poniendo un muro (auriculares) entre ella y la realidad.
Cabe preguntarse por qué Alma escoge, si realmente es una elección, encerrarse en sí
misma y no abrirse hacia los demás. Cabría preguntarse también si Alma es realmente
una chica egoísta, cerrada, triste y melancólica o si, por otro lado, lo está siendo en un
momento concreto de su vida. ¿Por qué Alma reacciona así y no de otra manera?
Observamos al inicio de la novela gráfica cómo la narradora (que es la protagonista de
mayor) se reconoce como una chica “tonta”, con una vida “desastrosa” y con una ten-
dencia a tirarlo todo por la borda (“quitarme de en medio”, suicidarse). La profundidad
UD1
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de estos sentimientos puede parecer irreconciliable con ser feliz, madurar y crecer en
todos los aspectos. ¿No lo creéis? Sin embargo, la narradora nos da a entender ya desde
el primer momento que todo ha cambiado, que aun siendo la misma persona se comporta
de una manera distinta. Ha habido un cambio, una transformación.
A lo largo de la novela gráfica veremos que siempre existe una posibilidad de redención,
de evolucionar y de madurar porque todas las circunstancias, cualquier situación puede
convertirse en un punto de salida para nosotros.
OBJETIVOS
En esta primera unidad nos interesa guiar a los alumnos a través de una reflexión procu-
rando que los alumnos asuman los siguientes objetivos:
- Sentirnos identificados con la situación de la protagonista.
Todos hemos reaccionado injustamente ante una situación que no nos gusta y hemos ter-
minado pagándolo con quien no tiene la culpa. Es fácil desenfocar el problema y centrar la
culpa en alguien que no tiene relación con el problema.
- Ser consciente de que se trata de una reacción normal y no grave en un adolescente.
La realización de la actividad nº1 nos ayudará a objetivizar y poner el foco en la circunstancia
en la que se encuentra Alma. Es un ejercicio de reflexión conjunta que nos ayudará a ver que
realmente conocemos la circunstancia y que podemos analizarla de una manera objetiva
e implicarnos en la búsqueda de una solución práctica. En este momento, veremos que los
alumnos toman conciencia de que ellos mismos podrían ser esta chica, de manera que pue-
dan plantearse la siguiente pregunta: “¿Qué haría yo en su lugar?”
- Mostrar que siempre hay una reacción alternativa.
La razón por la que Alma se comporta así no nace de una elección; nace del desconoci-
miento de la existencia de una alternativa: hablar, comunicar, abrirse a los adultos (pa-
dres, profesores, abuelos…) etc.
UD1
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Mi circunstacia:
un punto de salida
Mi circunstacia:
un punto de salida
SEGUNDA
UNIDAD
DIDÁCTICA:
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UD2
Oh sí… el pasado puede doler. Pero según lo veo puedes o huir de él o aprender.
El Rey León (Rafiki)
ACTIVIDAD
Tan importante es reflexionar a nivel grupal, saber escuchar y saber compartir como
saber extraer una reflexión en un lenguaje que nosotros podamos entender. Por ello, la
propuesta en esta segunda unidad didáctica es la de realizar un ejercicio de autocrítica
en el que se pueda plasmar en un papel y de manera narrativa alguna circunstancia en la
que no reaccionamos de la mejor manera posible. Finalmente, responder a la pregunta:
¿Qué le recomendarías a tu tú de aquel momento?
1. Narrar un acontecimiento en el que no reaccionaste de la mejor manera posible.
2. ¿Qué le recomendarías a tu tú de aquel momento?
REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 2
Todos nos hemos encontrado alguna vez en circunstancias que parecen no tener solución
o que requieren un alto nivel de esfuerzo. Sería injusto decir que todos nuestros problemas
tienen una fácil solución y menos cuando tenemos pocos recursos para hacerles frente.
Hemos visto que la situación que vive Alma es realmente complicada y puede que pre-
cisamente sea eso lo que haga que Alma entienda su circunstancia costumbre y de esta
manera confundirla con su propia manera de ser y diciendo cosas del estilo: “No, es que
yo soy así”. ¡Cuidado! Aunque ya hemos dicho que todos tenemos derecho a estar tristes
y sentirnos infelices, nadie quiere afirmar con veracidad que “yo soy así; yo soy infeliz y
este es el papel que me toca jugar en este mundo”. Rehuimos los problemas o nos excu-
samos porque no tenemos la suficiente valentía para hacerles frente o porque realmente
no tenemos los recursos para enfrentarnos a ellos.
Sacarnos de la respuesta “yo soy así” no es tarea fácil y no puede hacerse por la fuerza. Nos
puede servir una propuesta alternativa que logre hacernos entender que, en realidad, que-
remos otra cosa mejor y que también tenemos derecho a ello, a ser felices siendo realmente
quienes queramos ser bajo una perspectiva de servicio a los demás.
No es sencillo. La adolescencia es un momento de extremos, ya lo hemos comentado.
Esta montaña rusa emocional nos conduce de la euforia a la tristeza en pocos momen-
tos y hay que aprender a gestionarnos emocionalmente porque a menudo cometemos
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injusticias y con razón debemos entenderlas como puntos de salida porque los errores
no deben ser motivos de escándalo ni de vergüenza, sino experiencias que vivimos para
hacernos mejores personas.
Ahí juegan un papel importantísimo los abuelos, aunque todavía no se habla de ellos. Entendemos
a los abuelos como aquellas personas con pelos grisáceos o blanquecinos que nos quieren,
nos miman y nos vienen a buscar a la salida del colegio. Cada vez está más extendida la visión
más materialista de nuestros queridos abuelos y se les da una función puramente pragmá-
tica, casi de socorro.
Los abuelos, en cambio, son pozos de experiencia. ¡Cuántas veces más que yo se habrán
equivocado y qué lecciones pueden anticiparnos! Tomarse a la ligera el conocimiento de
los abuelos porque “son mayores” o “más antiguos que la constitución” es un grave error
porque significa menospreciar en parte lo que somos nosotros.
No nos gusta equivocarnos con nada, pero “errar es humano” y “rectificar es de sabios”.
Aprendamos a tomarnos los errores como circunstancias propicias para llegar a buen
puerto y a dejar de escondernos de habernos equivocado o haber hecho cosas malas para
poner un punto y seguido a todas estas situaciones.
OBJETIVOS
En sintonía con una UD1, ahora trabajaremos de manera individual y dejaremos un espacio
a la propia reflexión. Los objetivos son los siguientes:
- Reconocer que siempre hay una alternativa a nuestras decisiones.
- Darnos cuenta que podemos seguir estas alternativas.
- Reconocer los errores como experiencias y puntos de salida.
- Saber que nuestros actos tienen consecuencias.
- Reconocer que nuestros actos tienen un eco en el prójimo.
UD2
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Mi circunstacia:
un punto de salida
Mi circunstacia:
un punto de salida
TERCERA
UNIDAD
DIDÁCTICA:
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UD3
¿Sabe? Un corazón puede estar roto, pero aún así sigue latiendo.
Tomates verdes fritos (Jon Avnet, 1991)
ACTIVIDAD
1. Tomás y Federico son dos amigos del abuelo de Alma. A través de ellos Alma va
descubriendo a algunas de las personas que viven en la residencia. ¿Recuerdas qué
personas son y qué se destaca de ellas?
a. ¿A qué se dedican Tomás y Federico? ¿Qué destacarías de cada uno de ellos?
b. Aparecen también algunos cuidadores y asistentes que trabajan en la residencia.
¿Cuáles crees que son sus funciones?
c. Tomás le regala un libro de a Alma, El Hobbit. ¿Recuerdas por qué le aconseja
este libro?
2. Realizar una entrevista a uno de nuestros abuelos y realizar una noticia sobre un
hecho formidable, loable, interesante o conmovedor.
a. Puede hacerse a ordenador o a mano.
b. Debe constar una fotografía.
REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 3
Nuestro paso por el mundo es efímero y hoy más que nunca está lleno de preguntas,
incógnitas e interrogantes que nos bombardean constantemente. Empezando por qué
hago aquí y terminando por quién soy yo, se nos pueden ocurrir una infinidad de pregun-
tas a las que no sabemos responder más que con aproximaciones o teorías que nos han
dicho otras personas. Pero una cosa es cierta: No somos los primeros en recoger estas
preguntas y elaborar reflexiones en torno a ellas porque, de hecho, la trascendencia es
inherente a la condición humana.
El refrán dice de tal palo tal astilla y se repite en tantas circunstancias que se ha vuelto
popular, de allí que a estas sentencias las llamemos refranes populares. Podemos cono-
cernos mucho en nuestros padres y en nuestros abuelos. Su paso por este mundo nos
abre una ventana para reconocernos en nuestro pasado, vernos en nuestro presente y
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hasta cierto punto orientarnos hacia nuestro futuro. ¿Estamos determinados? Pues en
cierto modo no, y sí. De lo que estoy seguro es que me parezco más a mis padres que a
los padres de mis amigos. Y aunque eso no me determina, me ha dado un temperamento
y una actitud que debo conocer porque nos condiciona.
La vida está llena de circunstancias a las que hacemos frente y la actitud lo es todo en
el cómo les hacemos frente. Somos capaces de convertir en buena o mala una situación
con tan solo nuestra actitud. Decíamos en la U.D 2 que las situaciones negativas pode-
mos convertirlas en costumbre, pero también las positivas. Nuestro paso por el mundo,
como el de nuestros padres y abuelos, nos han llevado hasta hoy y nos afectan en mayor
o menor medida: la elección del colegio nos puede dar amigos, la decisión de un traslado
por motivos bélicos o laborales nos permite conocer el mundo, la decisión de educarnos
en una fe católica nos puede brindar una comunión con el Señor y así tantas otras cosas
quizás no tan espectaculares.
Hablamos de nuestro paso por el mundo como un camino que deja una estela, como di-
ría Antonio Machado. La estela que dejamos y el camino que abrimos delante nuestro
es maravilloso porque la vida, por qué no decirlo, es preciosa y está llena de sorpresas.
Cuando hablamos de pasar por el mundo es inevitable pensar en la película atemporal
de Frank Capra, ¡Qué bello es vivir! (1946) donde muestra precisamente la importancia,
no solo de pasar, sino de estar en el mundo y los ecos de nuestra existencia. ¿Qué sería
el mundo sin nosotros o nuestros padres o abuelos? Sería un mundo incompleto, un
mundo carente, defectuoso y pobre.
Como Iglesia Militante que somos, debemos asumir que la vida es también una lucha.
Precisamente en la adolescencia empezamos a formarnos como soldados y forjamos
nuestras armas para luchar contra el pecado, es decir, todo aquello que nos ata y no
deja que nos abramos al mundo para expresar todo aquello que somos: pereza, concu-
piscencia, tibieza, soberbia, ego y tantas otras cosas que nos alejan, no solo de Dios,
sino de nosotros mismos.
Desde jóvenes, y esto es muy potente, nos formarnos como hijos de nuestros padres, pero
también empezamos a formarnos como padres y madres de nuestros hijos y en el mejor de
los casos como Sacerdotes de la Iglesia Católica. La educación en la adolescencia es transi-
toria, no queremos educar a los adolescentes para que sean perfectos adolescentes, sino para
que sean adultos: padres y madres de familias, sacerdotes, monjas… y al mismo tiempo hijos
y nietos, en definitiva, para que sepan tomar decisiones.
Recuerdo un cuento de Enrique Anderson Imbert que habla sobre este punto, sobre apro-
vechar los talentos que Dios nos ha encomendado y ser perfectamente nosotros, con nues-
tras virtudes y nuestras carencias, pero en una lucha constante a pesar de que otros puedan
reírse de mi.
UD3
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Yo ejercía entonces la medicina en Humahuaca. Una tarde me trajeron un niño
descalabrado; se había caído por el precipicio de un cerro. Cuando para revisarlo le
quité el poncho vi dos alas. Las examiné: estaban sanas. Apenas el niño pudo hablar
le pregunté:
-¿Por qué no volaste, mi hijo, al sentirte caer?
-¿Volar? -me dijo- ¿Volar, para que la gente se ría de mí?
Alas, Enrique Anderson Imbert
Tomamos muchas decisiones, algunas acertadas y otras que no lo son tanto. De alguna
manera, todas ellas construyen y dejan una herencia para los que están y pueden dis-
frutarla y para todos los que vendrán. Es una herencia valiosísima de experiencias, co-
nocimientos y reflexiones de la que se desprende una humanidad, una familia y un ser
nosotros mismos que no podemos pasar por alto.
Podemos ver esta herencia en la película de Tomates verdes fritos, concretamente en las
distintas escenas en las que se narra la historia de El lago y los patos.
OBJETIVOS
- Reflexionar sobre la importancia de nuestro pasado en nuestros padres y abuelos.
- Admirar sus obras y honrar esa memoria.
UD3
distintas escenas en las que se narra la historia de El lago y los patos.
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UD4
¡Ser, o no ser, es la cuestión! —¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?
Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así! Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar!—
Translated into Spanish by the Instituto Shakespeare directed by Manuel Ángel Conejero.
ACTIVIDAD
1. Presentaciones de algunos de los trabajos de la UD3.
2. ¿Sabes qué es la eutanasia? Intenta definir con tus propias palabras qué es la
eutanasia.
3. ¿Qué crees que supone para la familia la práctica de la eutanasia?
4. ¿Qué crees que supone para el paciente la práctica de la eutanasia?
5. ¿Sabes qué son los cuidados paliativos?
6. ¿Qué gracias crees que pueden derivarse de una situación de sufrimiento?
7. ¿Crees que es posible amar y ser feliz en el sufrimiento?
8. Piensa en los retos y dificultades que tienes por delante. ¿Crees que puedes
acompañarlos de alegrías y buenos momentos?
9. A lo largo de la novela gráfica vemos situaciones de sufrimiento y de dificulta-
des. ¿Crees que estas situaciones fortalecen o debilitan a las personas?
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REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 4
Entendemos por eutanasia “una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención
causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. Es una grave violación de la ley de Dios,
en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana.” 1
Seguro que todos estamos de acuerdo en que preferimos estar sanos a enfermos, todos prefe-
rimos el placer al dolor; preferimos el bienestar al malestar. Es lógico porque todo ello apunta
de alguna manera hacia un bien que también tiene una afectación en nuestra persona y a las
personas que nos rodean. Además, también queremos ese bien para nuestros padres o abuelos
porque cuando estamos enfermos, queremos sanarnos y valoramos más que nunca la salud
porque, en realidad, “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
En La residencia de los vividores tenemos varios ejemplos de ancianos que sufren, que no se
encuentran bien, que tienen alguna tara física o psicológica. Por si fuera poco, es probable
que estas enfermedades o taras vayan in crescendo a medida que los abuelos se hacen más
mayores. De alguna manera, pues, nos encontramos ante alguna enfermedad que no tiene
cura: no andarán más como adolescentes, no podrán leer sin gafas, no podrán escuchar
como antaño, se olvidarán de algunos detalles y tantas otras cosas. ¿Qué sentido tiene en
nuestra vida o en la vida de otros este sufrimiento?
Se habla de la eutanasia como «la buena muerte o la muerte digna» porque, según se dice,
elimina estos sufrimientos con la muerte de la persona que los sufre o, quizás, elimina a la
persona y con ello también los sufrimientos que tenía. La eutanasia se presenta en apariencia
como un bien al que todos podemos aspirar. Es cierto que la cultura del bienestar no ayuda a
entender el sentido de la muerte y menos aún de una muerte dolorosa.
La muerte, ciertamente, es una violentación de nuestra persona como también lo es el naci-
miento ya que, de alguna manera, somos sacados de un lugar a la fuerza y trasladados a otro
para vivir con mayor plenitud. La muerte no es un traslado únicamente, no es una mudanza ni
tampoco un paso a otro mundo. Estas expresiones edulcoran lo que la muerte es en realidad
porque morir es nacer al Padre como lo hemos hecho en este mundo. En el morir se da un
nuevo parto a la vida eterna. Pero en cualquier caso y se mire como se mire, el nacer y el morir
están contenidos en aquello a lo que nosotros llamamos “vida”.
Una de las preguntas más justas que todo hombre se hace es: ¿Qué es la vida? De la cual se deduce
fácilmente la siguiente: ¿Para qué vivimos? Son cuestiones muy complicadas de resolver y de aceptar
porque cuando tienes la respuesta te ves envuelto en una misión heroica. Tanto es así que hay que
tener una gran valentía para preguntárselo dos veces: ¿Para qué vivimos… sino para los demás?
1 Simó Agullés, Pau (2012): El quinto mandamiento del Decálogo. [En línea] https://opusdei.org/es/article/tema-34-el-quin-
to-mandamiento-del-decalogo/
UD4
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¿Qué sentido tiene mi vida en el Yo, mi, me, conmigo? Estamos constantemente llamados a
darnos, entregarnos al que conocemos, desconocemos, amamos u odiamos. No somos para
nosotros, en nada, y me atrevo a decir que esto no se entiende fácilmente en la cultura del
siglo presente. No somos para nosotros, existimos para los demás. Y esto es vivir: morir cons-
tantemente por el prójimo. Parece absurdo hasta que se practica. Vivir no es morir para ti, es
morir para el otro.
Miremos otra vez a los ancianos de La residencia de los vividores que ansían la vida más inclu-
so que la joven Alma. Esta chica desconoce el sentido de su vida y su misión en este mundo y
por ello está “mustia” y “apagada”. Los abuelos, en cambio, saben que todo tiene un momento
y tratan de exprimirlo al máximo. Los abuelos son la voz de la experiencia, un espejo en el que
todos querríamos vernos reflejados porque son para nosotros la imagen del que da sin pedir
nada a cambio y con el tiempo conoces que no hablamos de juguetes ni de regalos de reyes.
Los que hemos tenido la suerte de ver vivir y morir a nuestros seres queridos hemos enten-
dido que la herencia que nos dejan es su ejemplo, su lucha constante por vivir y por morir al
prójimo que podemos traducir en una palabra: amar. La eutanasia en acción u omisión, en
tanto que privación de vida y muerte, es también una privación del amor que pueden darnos y
podemos dar. Dice Federico que “lo que pasa es que a muchos les molestamos y no nos quie-
ren [...] que resulta mucho más barato ofrecer la eutanasia cuando no hay un buen sistema
de cuidados paliativos” y es que, en realidad, esta molestia no es otra cosa que la incapacidad
del ser humano de hacer frente al sufrimiento (y es importante entender que el sufrimiento y
el dolor es parte de la vida), de amar en la entrega desinteresada y estos son, en realidad, los
cuidados paliativos más necesarios hoy en día.
Es cierto, como dice Federico, que a algunos “les molestamos” y por tanto hablamos de no-
sotros y nuestro interés: es cansado y caro y, en definitiva, nos obliga a preocuparnos y, por
ende, a ocuparnos del asunto. La “sociedad del bienestar” nos ha convertido en una “sociedad
comodona” (donde el dolor, el sufrimiento o el sacrificio no tienen cabida) con una visión pu-
ramente utilitarista: el mayor bien para el mayor número de personas (donde la palabra “bien”
se traduce como la mayor comodidad, cayendo en la “falacia democrática” pues el significado
de lo bueno y lo malo dependerá de cada época, situación o incluso de los intereses de unos
pocos). Empezamos a olvidar al individuo y su razón de ser y estar en cada momento. Pregun-
témonos… ¿quién es este anciano? Mi abuelo, mi padre… ¿para qué está aquí?... ¿Es posible
que esté por mi?
Por otro lado, puede ser que tengamos una visión altruista y miremos por el anciano en
su sufrimiento y por tanto miremos por él y sus intereses: está sufriendo, no quiere sufrir
y yo puedo hacer algo al respecto. Todo es legítimo y, buscando un fin noble, transgrede
la moralidad tratando de buscar un atajo ilícito. Todos hemos sufrido en mayor o menor
medida y siempre sacamos lecciones de allí. “Pasar por la piedra” nos fortalece y nos
construye. Entonces… qué puedo hacer al respecto.
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La muerte, como decíamos, es un nuevo nacimiento a la vida eterna, es un parto al pa-
dre en el que se produce una violentación y una escisión de la persona: cuerpo y alma se
separan. En momentos difíciles queremos tener cerca a las personas a las que amamos:
tender la mano, pedir por él la unión de enfermos, rezar por él y por su alma… al fin y
al cabo, acompañarlo en el traspaso. Es un momento que trae consigo dolor y tristeza,
humanamente hablando, pero que no es incompatible con la alegría.
OBJETIVOS
- Conocer a nuestros abuelos y acercarnos a ellos.
- Reconocer el valor de la vida.
- Conocer qué es la eutanasia y las alternativas.
- Aprender a acompañar en la muerte a nuestros seres queridos.
UD4
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Aprender a vivir
Aprender a vivir
QUINTA
UNIDAD
DIDÁCTICA:
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“Ese es el sacrificio que hizo mi padre. El regalo que tenía para mi”.
La vida es bella, Giorgio Cantarini
ACTIVIDAD
1. ¿Qué crees que significa aprender a vivir?
2. Cuando Tomás se refiere a la cuidadora Lourdes, dice “yo no veo un trabajo,
sino una vocación” (p.13). ¿Sabes qué significa la palabra “vocación”? ¿En qué se
diferencia de la palabra “trabajo”?
3. Durante la enfermedad de su abuelo, Alma no lo visitó, y ahora cuando lo hace en la
que serán sus últimas horas, no puede hablar con él. ¿Tiene sentido hacerlo ahora?
4. ¿Cómo afrontan los problemas o situaciones los ancianos de la residencia?
¿Crees que un adolescente puede aprender algo de ellos?
5. Realiza un cuadro donde se diferencien las distintas etapas de la vida de una
persona mostrando los aspectos positivos y negativos de cada una.
REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 5
La adolescencia es la etapa en la que surgen con potencia las grandes cuestiones trascen-
dentales y los primeros intentos por resolverlas. Estas preguntas, a menudo relacionadas
con nosotros (quién soy, qué hago aquí, para qué sirvo…), nos convierten en protagonistas
de nuestras vidas desplazando a nuestros padres de este podio tan preciado.
En la adolescencia, “nuestros padres no saben tanto” o “no saben nada” cuando antes eran
los más listos. Los que antes eran el alfa y el omega de nuestras vidas pasan a tener un papel
secundario o circunstancial en la vida del adolescente tal y como vemos, de alguna manera,
en el inicio de la novela gráfica en la relación de Alma con su madre. Los padres, además, se
convierten en el límite de lo que puedo o no puedo hacer, deciden dónde pasaremos el ve-
rano, cómo debemos estar en casa y si tenemos o no más encargos de la cuenta. La relación
de un adolescente con sus padres puede convertirse, desde su perspectiva, en una relación
de mera gestión y convivencia ya que “estos adultos” no son como las demás personas que
conozco en tanto que dictan las leyes, juzgan mis actos y ejecutan las sentencias.
UD5
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Frente a ello, toda reacción del adolescente es normal: seguir las decisiones del adulto,
esconderse de ellos y tratar de pasar desapercibido, rebotarse… Dependerá del carácter
y de cómo nos veamos a nosotros mismos. Aunque, inevitablemente, el adolescente si-
gue siendo el protagonista porque “es mi vida” y de alguna manera “quiero hacer lo que
quiera” porque, además, “Dios me ha hecho libre”. Esta es una manifestación pueril de
querer ser autónomo y ser tu mismo el límite de todas las cosas. Bueno… y también es
ser adolescente: adolecer, tener o padecer algún defecto.
Salir de la adolescencia es también salir de uno mismo. Esto es madurar o crecer. Una de las
mejores escenas de la película La vida es bella no se enmarca en el tiempo mismo de la película,
sino que es la voz de Josué hablando desde el futuro sobre el sacrificio que hizo su padre por
él. Llama la atención que no sea el propio niño quien lo diga, ni tampoco la voz adolescente
de Josué. No, es la voz adulta de la experiencia que ha terminado de entender que, verdadera-
mente, la vida es bella hasta el punto de que uno puede dar la vida por los demás.
Aprender a vivir es aprender a entregarse al prójimo: El niño como niño, el adolescente
como adolescente, el adulto como adulto y el anciano como anciano. Aprender a vivir es
también saberse en el mundo con los demás porque no solo estamos “de paso” en esta
vida, también tenemos un deber para con el resto. De ahí que sea tan importante conocer
nuestra vocación porque para poder darnos debemos saber qué podemos ofrecer ya que,
para poder servir, hay que servir, hay que ser útil a tales propósitos.
La adolescencia es un gran momento para poder conocernos y para educarnos en el arte
de vivir. Todos los niños y adolescentes reconocen una satisfacción en la entrega des-
interesada, pero esta es cada vez más complicada y requiere cada vez de esfuerzos más
grandilocuentes. Este es uno de los puntos que Mufasa, en la película de El rey león, le
recrimina a su hijo: “Has olvidado quién eres, por lo tanto, me has olvidado. Mira en tu in-
terior Simba. Eres más de lo que eres ahora. Debes ocupar tu lugar en el ciclo de la vida”.
Aprender a vivir, decíamos, es aprender a entregarse al prójimo. Lo complicado es saber entregar-
se: cómo, dónde, en qué, para quién… estas son solo algunas de las preguntas que se derivan de
esta sentencia y que requiere del autoconocimiento (Nosce te ipsum) para hacerlo apropiadamente.
OBJETIVOS
- Dar valor a la vida en todas sus etapas.
- Conocer el concepto vocación y su importancia en nuestra vida.
- Entender qué es la adolescencia: nuestra etapa.
UD5
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Aprender a amar
Aprender a amar
SEXTA
UNIDAD
DIDÁCTICA:
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En la amistad de la cual yo hablo, las almas se mezclan y confunden entre sí, conformando
una mixtura tan perfecta que hace que se diluyen mutuamente, sin que sea ya posible volver
a encontrar la costura que las unió. Si me apremian para que diga por qué yo amé a La Boétie,
creo que no podría expresando de otra forma más que ésta: «Porque era él y porque era yo» 1
Michelle de Montaigne
ACTIVIDAD
1. ¿Qué significa para ti amar a otra persona?
2. ¿Crees que hay alguien que puede amarte como tú quieres?
3. ¿Se puede “amar mal” a otra persona? Piensa en alguna ocasión en el que, tratando de
querer bien a una persona, has terminado haciéndole algún mal.
4. En la novela gráfica:
a. ¿Cómo ama Federico a sus compañeros?
b. ¿Cómo ama el abuelo a su nieta Alma?
c. ¿Ves algún otro ejemplo de amor en otro personaje?
5. Durante el funeral del abuelo de Alma, Federico exterioriza su dolor llorando
durante la celebración. ¿Sabes qué es el duelo?
6. Al final de la historia nace Enrique, el hermano de Alma. Piensa ahora en los re-
tos y las dificultades que su madre Aurora debe afrontar. ¿Cuáles serán? ¿Cuáles
serán las alegrías y buenos momentos que vivirá con Alma?
REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 6
En la unidad anterior hemos hablado sobre aprender a vivir que, en realidad, es una formación que
va muy de la mano con el de aprender a amar en tanto que son dos aprendizajes que duran toda una
vida. Amar es una tarea que nos cuesta la vida entera porque implica una donación, una entrega.
2 Michelle de Montaigne (2006): Política y amistad en Montaigne y La Boétie. Valencia: Institución Alfonso el Magnánimo, pág 94.
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En cierta manera aquí hay una gran paradoja: Cuando uno ama se entrega a sí mismo, pero
no pierde absolutamente nada; al contrario, lo gana absolutamente todo porque de alguna
manera esta entrega revierte sobre ti mismo. Anteriormente, habíamos dicho que apren-
der a vivir implicaba saber un cómo, un por qué, un hacia quién… pero amar es mucho
más sencillo cuando ves en el prójimo la fuente de tu felicidad y de tu ser. El amar hay que
vivirlo siempre en gerundio: amando, y no hay término medio.
Podemos amar o podemos no amar, pero no podemos “amar un poquito a quien quiero” o
“amar a veces sí y otras no”. Afrontar nuestra vida amando es una condición vital que regula
toda nuestra existencia y todas nuestras decisiones. Amando se vive en casa, en el colegio,
en el trabajo, con nuestros amigos, con nuestros padres, etc. Es decir, implica toda nuestra
vida y pone por delante siempre al otro antes que a uno mismo.
Amar, a veces, puede confundirse con “querer con grandilocuencia a otra persona” y, tal y
como nos enseña Federico, no es exactamente esto. A menudo, amar significa simplemen-
te intentar ser la mejor versión de uno mismo en una circunstancia. Amar no es hacerle los
deberes al compañero, invitar a casa a un amigo o comerte el pescado del compañero para
que él pueda tener más recreo. Amar se hace en la sencillez de los actos siendo uno mismo
y poniendo el amor por el medio de todas tus acciones, es decir, poniendo bien la mesa,
estando bien en el colegio o comiendo bien el plato del día.
Amar también es dar ejemplo de vida: en el colegio, en el recreo, en casa, con los hermanos, con
tu vocación espiritual y en el mismo momento de morir; también allí podemos dar ejemplo como
lo hace el abuelo de Alma.
La juventud se caracteriza por su ímpetu, a veces irreflexivo, en las cosas que hace. Sig-
nifica, en ocasiones, hacer las cosas antes de pensarlas. Madurar es precisamente empe-
zar a hacer el cambio y hacer las cosas después de haberlas meditado. El adulto empieza
a comprender que hay consecuencias en todas las decisiones que uno toma y en el valor
de poner el amor por el medio. Los abuelos, por tanto, son para los jóvenes y los adultos
una fuente inagotable de experiencia a la que debemos acercarnos y a la que el propio
tiempo nos conduce.
Es cierto que los abuelos tienen un lenguaje y unas maneras que a veces no comprendemos y
que pueden poner distancia entre los dos. Cuentan historias que parece que nada tienen que
ver con nosotros pero cuando las escuchas, atentamente, queriendo entender en sus histo-
rias cómo es, descubres en él mucho de ti mismo. «¿Cómo conociste a la abuela? ¿Cómo era
papá o mamá cuando tenía mi edad? ¿De qué has trabajado?» son algunas preguntas que os
acercarán y darán pie a que él, en su sencillez, te mire y te enseñe cosas que nunca podrías
aprender en el colegio.
Aprender a amar significa aprender a ser, aprender a vivir en la entrega hacia los demás.
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OBJETIVOS
- Conocer la extensión de la palabra amor.
- Conocer la diferencia entre amar y querer.
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Qué jóvenes dejamos
al mundo
Qué jóvenes dejamos
al mundo
SÉPTIMA
UNIDAD
DIDÁCTICA:
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“No paramos de preguntarnos qué mundo dejaremos a nuestro hijos, cuando la cuestión es
qué hijos dejamos a este mundo”.
Leopoldo Abadía
ACTIVIDAD
1. ¿Qué papel juega el abuelo de Alma en su vida? ¿Qué piensas que habría pasado
si Alma no hubiera ido a la residencia?
2. ¿Hay aspectos de tu vida que prefieres aparcar o no abordar? ¿Sabes por qué?
3. Realizar un árbol genealógico en un A3 tan extenso como te sea posible. Puedes
incorporar imágenes, fechas y lugares de nacimiento y/o defunción, oficios,
etc.
4. Hay quien dice que “se puede escribir un libro de cualquier persona y que, ade-
más, resulte interesantísimo. ¿Crees que es cierto? ¿Puedes verlo en tu árbol
genealógico?
5. ¿Crees que la sociedad recordará de manera distinta a los abuelos y padres de
esta generación?
6. ¿Cómo te gustaría que recordaran a tu generación vuestros hijos y nietos?
7. ¿Cómo te gustaría que te vieran tus hijos a tu edad? ¿Crees que las acciones de
un adolescente pueden tener una repercusión futura en la educación de sus
hijos?
REFLEXIÓN SOBRE LA UNIDAD DIDÁCTICA 7
A lo largo de las distintas unidades, hemos avanzado por un camino de autoconocimiento
que no ha hecho más que empezar. Por difícil que parezca, todas las acciones que rea-
lizamos pasan por responder, entender y amar esta pregunta: ¿Quién soy yo? Algunas
veces, podremos dilucidar la respuesta con facilidad y en otras ocasiones deberemos
esmerarnos un poco más hasta el punto de tener que “movernos”, “probar” con nuevas
actividades o trabajos.
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El mundo del adolescente común suele estar acotado a “casa y escuela”. Es un mundo que
puede resultar muy escueto para conocernos porque, alegóricamente, la vida es un camino
que nosotros debemos recorrer (homo viator) y eso implica movimiento y en algunos casos
muchas, muchas aficiones que nos permitan poner nuestros límites más allá de lo posible,
luego la realidad ya nos pondrá en nuestro sitio, pero vale la pena tener una mente y un
cuerpo activos. Ahí está la diferencia entre la primera y la segunda protagonista de la his-
toria. La primera es definida como una “flor mustia” y la segunda rebosa vitalidad y alegría.
La pregunta acerca de nuestro ser es la piedra angular de nuestro recorrido vital tanto a
un nivel espiritual como social. Sabiendo quién soy yo, tendré a un tiro de piedra la res-
puesta a la pregunta “para qué estoy aquí” tanto para la vocación espiritual (sacerdocio,
matrimonio, convento…) como social (qué puedo hacer para el mundo: profesor, policía,
empresario, mecánico, panadero). Estas dos vertientes terminarán de definir la pregunta
“para qué estoy aquí”.
¿Qué pasa si no sé quién soy ni para qué sirvo? ¿Cómo puedo saberlo? Una cosa debemos
tener clara y segura: hay una respuesta a estas preguntas porque el resto la tiene; en este
sentido no somos distintos al resto. Empieza por saber qué te gusta hacer y qué deseas
en tu vida. Aléjate de la mustiedad del no sé o me da igual que te harán más daño que bien.
Busca una afición, mira en YouTube a gente que la practique y valora seriamente si es para
ti. Esta es una decisión importante para la edad de un adolescente: saber invertir su tiem-
po libre en otras cosas que no sean videoconsolas, juegos, Instagram, TikTok… porque nos
mantienen activos y nos ayudarán en un futuro a tomar otras decisiones de vital impor-
tancia: modalidad en el bachillerato o FP, carrera universitaria, especialidades, trabajos…
pero, sobre todo, es una apuesta a nivel personal que ayudará a madurar, a acertar y a
equivocarse y, en definitiva, a crecer a nivel personal.
El mundo del adolescente puede ser tan limitado como el de Alma antes de conocer todo
el amor que sentía su abuelo por ella. Todo depende, entonces, con la mirada de recono-
cimiento del abuelo por su nieta: conozco tu valor y tu valor es alto. Así miraba el abuelo
de Alma a su nieta: En catalán esta clase de afecto se verbaliza con las siguientes palabras:
T’estimo, es decir, te tengo en alta estima, en alto valor. Así debemos mirarnos más a me-
nudo, con una mirada de aprecio, de amor. ¡Qué simple es a veces! Todo gracias a una mi-
rada: la mirada de su abuelo.
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