El hombre común, atado a los placeres y apegos piensa que la santidad no es posible de alcanzar; prefieren la mundanalidad a la felicidad definitiva que otros han realizado. A esto contribuye la idea de que los santos son personas martirizadas, que viven en cuevas, montañas o conventos. Que ser santo es vivir apartado, en una completa renunciación ascética y que es imprescindible renunciar a todo para poder alcanzar la santidad.
Vivir en santidad e integridad es simplemente aceptar ser santo, la verdadera santificación se ve con nuestro testimonio en la vida cotidiana, en el trabajo, en la casa, en la intimidad con los más allegados, en las conversaciones con amigos, en los estudios o simplemente caminando por las calles.
La respuesta está en decidir a quién quiero escuchar o a los dominios de mi mente, o al mandato de mi corazón. Despertar al CAMINO DE LA SANTIDAD es despertar a la voluntad de Dios que se convertirá en nuestra propia voluntad.
UN SER SANTO DIJO:” Cada uno dentro de la gran tarea de la salvación, asume una misión específica, y cada uno debe transmitir un mensaje.”
La cultivación de virtudes consiste en ir cambiando los hábitos egocéntricos y el carácter, sometiendo la mente a los mandatos del corazón de tal manera que podamos ser útiles a los demás haciendo con ello la voluntad de Dios.
La sabiduría nos llegará paulatinamente conforme renunciemos a nosotros mismos (nuestros apegos, pensamientos egoístas) por el amor al prójimo y la obediencia a Dios.
Entenderemos que la vida verdadera esta en aceptar las pruebas, mirar los obstáculos como bendiciones y realizarnos en la gratitud por las bendiciones y no en la presunción por nuestros logros. Entonces desecharemos la imposición a los demás de nuestros pensamientos, deseos o creencias, y el acaparamiento de cosas y bienes sin estimar las necesidades de mis hermanos a quienes Jesucristo llamo el prójimo.
La cultivación de virtudes consiste en ir cambiando los hábitos egocéntricos y el carácter, sometiendo la mente a los mandatos del corazón de tal manera que podamos ser útiles a los demás haciendo con ello la voluntad de Dios.
La sabiduría nos llegará paulatinamente conforme renunciemos a nosotros mismos (nuestros apegos, pensamientos egoístas) por el amor al prójimo y la obediencia a Dios.
Entenderemos que la vida verdadera esta en aceptar las pruebas, mirar los obstáculos como bendiciones y realizarnos en la gratitud por las bendiciones y no en la presunción por nuestros logros. Entonces desecharemos la imposición a los demás de nuestros pensamientos, deseos o creencias, y el acaparamiento de cosas y bienes sin estimar las necesidades de mis hermanos a quienes Jesucristo llamo el prójimo.
Confucio dijo “ Al ver una persona virtuosa y eminente de pensar imitarla,
Al ver una persona no virtuosa ni eminente, debe reflexionar.”
Por tanto debo agradecer a esa persona no virtuosa ni eminente q
17. San Mateo 12:35
“El hombre bueno,
del buen tesoro de su corazón
saca lo bueno;
y el hombre malo,
del mal tesoro de su corazón
saca lo malo;
porque de la abundancia del corazón
habla la boca.”
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19. La cultivación de virtudes consiste en ir cambiando los
hábitos egocéntricos y el carácter,
EGOISMO IRA TEMOR MENTIRA
CELOS RESENTIMIENTO CODICIA
19
25. Por una parte el alma nos conduce al conocimiento espiritual
y, por otra, nos desvía hacia la mundanalidad.
¿Cuándo se calmarán por completo mis ansiedades?
¿Cuándo finalizarán mis inquietudes?
¿Cuándo poseerá mi alma su santidad?
¿Cuándo detendrá su vuelo mi capricho para concentrarse e n la verdad
interior?
¿Cuándo mi alma se absorberá en el Espíritu Supremo como se apacigua una ola
agigantada en el seno de un mar en calma? ¿Cuándo la luz de la razón disipará
esta sombría nube de ignorancia que envuelve a mi esencia divina con el velo
de esta forma lamentable?
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26. “El santo no es un ángel,
es hombre en carne y hueso
que sabe levantarse
y volver a caminar.
El santo no se olvida
del llanto de su hermano,
ni piensa que es más bueno
subiéndose a un altar.
Santo es el que vive su fe con alegría
y lucha cada día pues vive para amar”.
Cesáreo Gabaraín autor de
Pescador de hombres
26
27. Benedicto XVI afirma:
«El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y
por su perfecta verdad
que éstas lo irán progresivamente transformando.
Por esta belleza y verdad está dispuesto
a renunciar a todo, también a sí mismo.
Le es suficiente el amor de Dios,
que experimenta y transmite en el servicio humilde
y desinteresado al prójimo.»
27
28. Juan Pablo I :
“Dios detesta las faltas, porque son faltas.
Pero, por otra parte, ama, en cierto sentido,
las faltas en cuanto le dan ocasión a Él de
mostrar su misericordia y a nosotros de
permanecer humildes y de comprender
también y compadecer las faltas del prójimo”
28
EL diario vivir está lleno de sufrimientos: catástrofes, epidemias, crímenes, enfermedades y crisis económicas que nos afectan directa o indirectamente pues somos parte de una gran todo social, humano, político.
Entonces, es frecuente que reaccionemos disgustados con Dios por cuanto no comprendemos porque Él no actúa con el fin de detener estos grandes problemas que generan que personas inocentes sufran por los desafueros de otros malvados. O que grandes comunidades se vean afectadas por sucesos naturales o errores de parte de personas o grandes corporaciones que dañan el entorno natural, ecológico o social. Como la deforestación, derrames de petróleo, etc.
El ser humano construye y también destruye, nos destruimos a nosotros mismos, y a la naturaleza por nuestras ambiciones, paradójicamente también somos testigos de un proceso de avances tecnológicos sin precedentes. Sin embargo para poder frenar el proceso destructivo que genera el egoísmo todos deberíamos asumir una misma actitud y una misma responsabilidad con nuestro prójimo y con nuestro planeta. En realidad a los ojos de Dios, Somos Uno.
Estamos esencialmente integrados o unificados.
Un ser santo dijo:
En este universo usted es una unidad físicamente,
y el prójimo también es una unidad,
pero en la visión de Dios todos somos solamente una unidad.
Lo que se siembra se cosecha
BERTOLT BRECHT, ESCRIBIÓ:
“No aceptes lo habitual como cosa natural.
Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada,
De humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar.”