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PLAGAS, ENFERMEDADESY
ACCIDENTES DE LA ALCACHOFA
RAMIRO GIL ORTEGA
Servicio de Investigación Agroalimentaria. D.G.A.
50080 ZARAGOZA
MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCAY ALIMENTACIÓN
SECRETARÍA GENERAL TÉCNiCA
ÍNDICE
1. Parásitos animales ............................................................... 3
1.1. Lepidópteros ................................................................ 4
1.2. Afidos .......................................................................... 12
1.3. Coleópteros .................................................................. 15
1.4. Dípteros ....................................................................... 18
1.5. Otros parásitos animales .............................................. 18
2. Enfermedades ...................................................................... 23
2.1. Enfermedades producidas por hongos ......................... 23
2.2. Enfermedades producidas por bacterias ...................... 34
2.3. Enfermedades producidas por virus ............................ 37
3. Accidentes ........................................................................... 42
Bibliografía ............................................................................... 51
2
PLAGAS, ENFERMEDADES Y ACCIDENTES
DE LA ALCACHOFA
La presente hoja divulgadora es contin^^ación y complemento de
otra anterior titulada «El cultivo de la alcachofa. Variedades de semi-
Ila», núm. 2097, en la que se trataba no sólo del c^^ ltivo, sino q^^e se
establecía la importanci^^ del mismo, se poní^n al día los conoci-
mientos sobre el desarrollo y propagación de la especie, repasando
los tipos va^-ietales, incluyendo las nuevas variedades de multiplica-
ción por semilla. Dicha publicación finalizaba comentando diversos
aspectos relativos a poscosecha y comercialización. Por tanto. que-
daba pendienCe de tratar las plagas, errFermedades y acciclentes del
cultivo, que son el objeto de esta hoj^. En ella se van repasando todas
las patologías de la especie, dando mayor relevancia a aquéllas que
se consideran más importantes en España. Se pretende que sea una
publicación de tipo eminentemente práctico> por lo que se ha dado
mayor importancia a la descripción de daños junto con los medios de
luch^i, pero sin dejar de trata^- aquellos aspectos de^ la biología q^ie
ay^^den a entender el control de la patología co ^-responcliente. P^l^^a el
completo entendimiento de algunos aspectos de la presente hoja reco-
mendamos ac^^dir a la hoja divL^lgadora previa que nos facilit^^rá la
información compleinentaria neces^^ria.
1. PARÁSITOS ANIMALES
Las plagas que atacan a la alcahofa son en conjunto cerca de u ^^
centena^^, pero sólo algunas de ellas pueden considerarse importantes
en el cultivo. Para la búsqueda del parásito animal causante de daños
sobre alcachofa hemos preparado el cuadro 1.
^
Cuadro 1. Parte de la planta de alcachofa con daños y posibles
parásitos animales causantes de los mismos
Zona afectada' Parásitos animales
Base del tallo y raíz Rosquillas negras (Prodenia) y grises (en
brotes jóvenes), Hydroecia, ratones de campo,
pulgones de raíz.
Tallos Barrenador o taladro (Hydroecia), pulgones.
Hojas Pulgones, rosquillas, polilla (Depressaria),
Hydroecia, Vanesa, Altica (Sphaeroderma),
Apion, Cásida, Submarino (Agromyza),
caracoles, babosas.
Capítulos Polilla (Depressaria), Rosquillas grises
(Agrotis), Hydroecia, pulgones.
Semillas Mosca (Terellia), gorgojo (Larymus),
Lasioderma.
' Cuando un parásito puede afectar a diversas zonas de la planta, se señala en negrita la más
frecuente.
1.1. LEPIDÓPTEi^OS
1.1.1. Barrenador o taladro de la alcachofa (Hydroecia
xanthenes Germ. = Gortyna xanthenes Germ.)
El barrenador o taladro, la plaga fnás importante de la alcacho-
fa, es un noctuido con una sola generación por año. Las mariposas,
de color amarillento con manchas oscuras, que pueden alcanzar una
envergadura de hasta 6 cm, vuelan en octubre-noviembre, haciendo
la puesta 10 a 15 días después sobre los tallos o el envés de las
hojas. Cada hembra puede llegar a poner 500 huevos, que pueden
aparecer en grupos de hasta un centenar en forma de rosario, ^ene-
ralmente en la base de la planta, en las axilas de las hojas m^s vie-
jas ya secas. La incubación suele durar algo más de un mes. lnverna
en estado de huevo o en los primeros estados larvales. Las oru^as,
de color amarillento, con la cabeza marrón, y que pueden llegar a
4
^c
alcanzar hasta 5 cm de longitud, aparecen escalonadamente entre
diciembre y febrero, comienzan mordisqueando las hojas, para
penetrar después en las nerviaciones y luego en el tallo, donde
pasan la mayor parte de su vida, alimentándose de él al mismo tiem-
po que abren agujeros de aireación. A través del tallo pueden pene-
trar en el capítulo. A medida que envejecen van descendiendo por
el tallo hasta alcanzar la base, donde escavan una celda de empu-
pamiento con orificio de salida para el adulto. Crisalida a lo largo
de todo el verano, apareciendo rápidamente los nuevos adultos, que
se aparean en el otoño.
Daños
Los daños más importantes son causados por las larvas qLie per-
foran galerías en los tallos (figura ]), nerviaciones foliares y capítu-
los. A1 dañar también las zuecas y sus yemas, afectan indirectamente
a la producción del año siguiente. La gravedad de los daños directos
es mayor cuando coincide la mayor ^ctividad larval con la produc-
ción comercial de los capítulos, lo que es bastante frecuente.
Fig. 1.-Galería producida por el barrenador o taladro.
5
Medios de lucha
L^^s medios cle I^^cha podríamos dividirlos en culturales, quími-
cos, mecániros y biológicos. Una labor cultural recomendada es
pasar el ^-otwator a las plantaciones ^^fectadas inmediatamente des-
pués de la última ^-ecolección, con lo que se eliminarían las orugas
y pupas presentes en tall^^s y basc ctc la planta. La labor debe ser
superficial, p^u^a evitar dañar las yemas basales yue han de dar lugar
a la próxima cosecha. Etite tipo de p^áctica tnmbién tiene sus incon-
venientes, com^^ rotura de raíces superficiales y contribución a la
difusi^>n de las virosis. Otra práctic^^ cultural interesante es realizar
un cultivo anual cie la alcachofa, que rompe el ciclo del parásito si
se eliminan las iuecas afectadas.
L^^s intervenciones yuímicas podrían plantearse, bien en la fase
de adult^^s, bien en la fase la ^-val. La presencia masiva de adultos en
un periodo relativame ^^te restringido permite ent ^-ever una posibili-
dad de control en ese momcnto, para i ^npedi ^- yue las hembras sean
fecu ^^dadas. Ello se conseguiría no s61o por medios químicos, sino
también po^- otro^ método^ como, por ejemplo, la lucha por confu-
sión, mediante la utilizaciGn de fe ^-omonas sexuales.
El c^>ntrol yuímico de las la ^-vas es el método más efiectivo.
Debe circuncribirse a las más jóvenes, y^^ que, al no habe ^- penetra-
do en ne^-vios y tallos, son más accesibles a la acción del insectici-
da. En la may^^r parte de las regiones alcachoferas, las estaciones
fitopatológicas de avisos suelen vigilar la eclosión de los huevos,
recomendando a los a^^ricultores el momento más oport^^no pa^-a
tratar.
EI insecticida que se utilice debe ^ene ^- una buena acción de con-
tacto. Si se sospechase que las larvas ya no están en la superficie
de la planta, el insecticicla debe tener, además, buena acción de
penetración. Lc^s insecticiclas recomendados son fosforados (acefa-
to, cl^>pi ^-ifos, di^^^inon (también tiene etiecto acaricida y anti trips),
fenih-otion, profenofos (también tiene efecto acaricida), quinal-
fos, etc.) y piretroides (alf^a cipermeU^ina, cipermetrina, deltan^etri-
na, flucitrinato, lambda-cihalotrin (también tiene efecto acaricida),
permetrina, ta^^ fluvalinat^^, etc.). Como los tratamientos pueden
coincidi ^- con épocas de cosecha, es muy importante tener en cuen-
ta los plazos de seguridad de los petticidas utilizados. Las caracte-
rísticas de aquellos que puedcn ser utilizados con plazos máximos
de se^uridad de siete días se resumen en el c^ ^adro 2.
6
Cuadro 2. Características de los insecticidas para el
tratamiento del barrenador o taladro con plazos máximos de
seguridad de siete días (Esparza, 1996)
i tiM t %
Plazo de Toxico-
íl
Peligrosidad sobre fauna útil
er va ( )a a ac segur.
(días)
og a
Pseudovipio,
Allothrobium
Orius Chrysopa,
Sírfidos
Alfacipermetrín (10) 2 Xn AC a a a
Bifentrín (10) 3 Xn AC m-a a m
Cipermetrín (10) 4 Xn AC m-a a a
Deltametrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a
Esfenvalerato (2,5) 3 Xn BC a a a
Flucitrinato (10) 3 Xn AC a a b-a
Fosalone (30) 7 Xn BC m m b-m
Lambda cihalotrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a
Metilclorpirifós (50) 5 Xn BC a-m a m
Permetrín (25) 7 Xn AC m-a a a
Taufluvalinato (24) 7 Xn AC b-a a b-m
a=alta, m=media, b=baja.
Como medio de control mecánico cabe señ^ilar la posibilidad de
seleccionar las zuecas, evitando utilizar aquellas que estén infcctadas
por el noctuido. En cualquier caso, es recomendable la desinfecrión
de las zuecas antes de la plantación. Para ell<^, se stul^er^^^cn en un
caldo insecticida al 2-3 por 1.000 durante 10-15 minute^s.
1.1.2. Polilla de la alcachofa
(Depressaria erinaceella Stgr.)
D. c ri^u^cec^l/c^ tiene una sol^t generación por año. Desde fin^tles ^ie
a^osto hasta primeros de noviembre las mariposas, de color pardo
amarillento, con las alas anteriores de color térreo oscuro y las pos-
teriores blanquecinas y que pueden medir hasta 1,5 cm de largo,
hacen las puestas de huevos, unos 100 a 150 por hembra, tt lo largo
del nervio central o en el envé^s de las hojns. Son de r^^l^^r anaranjad^^
7
y aparecen en grupos de 15 a 30 unidades Su incubación dura alre-
dedor de un mes. Las or^igas, de un tamaño máximo de 2 cm de ]on-
gitud, son de color verdoso, con la cabeza y el protórax más o menos
negruzco, son visibles desde últimos de septiembre hasta noviembre,
o más tarde si el otoño es benigno. Es el momento en el que penetra
en capítulos o, en su ausencia, en nerviaciones de hojas. El insecto
entra en letargo invernal y no se le vuelve a ver hasta el final del
invierno o principios de la primavera. La oruga abandona el capítulo
y se dirige al suelo, donde se envuelve en una especie de capullo
construido con seda y partículas térreas. Crisalida en 20-30 días. Las
mariposas aparecen en junio y suelen vivir ocultas en el suelo, en dia-
pasusia reproductiva, hasta su apareamiento, que se produce entre
septiembre y octubre.
Daños
Las larvas suelen atacar directamente a los capítulos o, si éstos no
están presentes, abren una galeria de longitud variable en el inte-
rior del nervio principal de la hoja. En los capitulos se nutre de las
brácteas más tiernas y del receptáculo.
Medios de lucha
Para el control de esta plaga es muy importante actuar antes de
que las oi-ugas penetren en las nerviaciones de las hojas o en los capí-
tulos, lo que permite utilizar insecticidas de baja toxicidad y con cor-
tos plazos de seguridad. La utilización de insecticidas de fuerte pene-
tración, generalmente los mismos fosforados y piretroides ya citados
para el barrenador, sólo debe considerarse cuando no se han podido
realizar los tratamientos en el momento oportuno, cuando no existe
producción otoñal y, en todo caso, respetando los plazos de seguridad
de los plaguicidas. De todas formas, los tratamientos químicos con-
tra el taladro suelen tener también acción sobre las larvas invernantes
de la polilla, que de esta forma puede ver frenado su desarrollo sin
que lleguemos a percibirlo.
Una forma mecánica de luchar contra esta plaga consiste en aler-
tar a las personas que cosechan los capítulos para que separen aque-
llos atacados, fácilmente reconocibles, que deberán ser destruidos
inmediatamente.
8
1.1.3. Orugas del suelo
Rosquillas grises
Dent^-o de las rosquillas grises, también conocidas como gusanos
grises, t^-ozadores o dormidores, pueden incluirse dive ^-sas especies
de noctuidos como son: Agrotis segetuN^ D. & S., Agrotis ipsilor^
Hfn., Trigono^^hora nieticulosa L., Peridromcr saucia, Mvthinrnn urri-
pirr^cta Hw., Mythimr^a vite/linn Hb, Agrochola lychnidis D. & S., etc.
En Esp^^ña, la especie más importante es, probablemente, A. sc^gerurn
(= Scotia segetum). Este insecto está p^-esente en el campo la mayor
parte del año.
En el estado de larva reciben el nombre de rosqL ^illas grises a
causa de s^^ aspecto enroscado y coloración gris. Su forma es cilín-
drica, pudiendo alcanzar una longitud de hasta 5 cm. Las crisálidas
Cienen ^^n color rojo osc^^ro o amarillento y ^in tamaño aproximado de
2 cm. Suelen estar en el suelo, envueltas en una especie de celda de
tie^-ra. Los adultos tienen 3 a 6 cm de envergadura alar y tienen un
aspecto g^^is blanquecino. Éstos colocan los huevos recubiertos de
una sustancia viscosa en el envés de las hojas o en el suelo, al pie de
las plantas. En climas templados esta especie suele tener una sola
generación anual.
Como todos los noctuidos, las larvas son lucífugas, por lo que
durante el día sólo son activas en el interior del suelo, donde atacan
al cuello cie las plantitas de numerosas especies de huerta.
En el caso de la alcachofa, cuando atacan al nivel del suelo, lo
hacen a los brotes jóvenes, por lo que puede resultar extraordina ^-ia-
mente dañina en la brotación de verano. Sin embargo, los daños
principales son sobre los capítulos y, cuando éstos no están presen-
tes, sobre las hojas. Entre los capítulos, prefieren los más jóvenes,
que pueden devorarlos completamente. Sobre los grandes, pe ^^etran
I^ter^^1 o apicalmente para buscac los tejidos más tiernos.
Rosquillas negras y verdes
Se denomina rosquilla negra a la larva del noctuido Spodo^^tera
littora[is (Bsd.) (= Spodoptera litura, Prodenicr litura L.,). Este
insecto ataca a u^^a gran diversidad de cultivos si encuentra condi-
ciones favorables para su propagación. Una especie próxima,
Spodoptera exigua, conocida vulgarmente como gardama o rosqui-
9
lla verde, también puede producir daños importantes sob ^-e los ct^lti-
vos de alcachota.
S. littora[is está presente en el campo la mayor parte del año, aun-
q^^e más abund^ntemente a lo largo del vera ^^o. Como su nombre
indica, sus larvas tienen la costumbre de em-oscarse, pero a diferen-
cia de las rosq^^illas g^-ises o verdes, tienen una coloración negruzca.
Pueden Ilegar a alcanzar longit^^des de hasta 45 mm. Sus daños se
producen a nivel del cuello en los brotes jóveues, o bien en e] folla-
je de brotes adultos.
Medios de lucha
Para controlar las orugas del sLielo se recomienda que la pulveri-
aación del insecticida alcance el envés de las hojas de forma homo-
génea. Se pueden utilizar piretroides (cipermetrina, deltaineh^ina, f7u-
citrinato, lambda-cihalotrin, taufluvalinaCO, etc.), fosforados (acefato,
clopirifos, diazinon, fenitroiion, profenofos, quinalfos, etc.) e insec-
ticidas biológicos. También es recomendable el uso de cebos envene-
nados, particularmente cuando las orugas son ya grandes. Estos cebos
s^^elen esta^- constiCuidos po ^^ el insecticida, salvado y azuca^-. Se reco-
mienda inclL^ir por cada 0,5 kg de insecticida, otro tanto de aaúcar y
unos 10-12 kg de salvado, mezclándolo todo bien con 5-8 litros de
agua. Esta meacla debe repartirse a voleo a razón de 25-50 kg/ha,
preferentemente al atardecEr, para evitar que el sol la reseque.
1.1.4. Vanesa o parda de la alcachofa
(Pyrameis cardui L.=Vanessa cardui L.)
P. cnr^lui tiene dos generaciones anuales en las condiciones espa-
ñolas de cultivo, aunque en condiciones óptitnas puede llegar a desa-
rrollar hasta nueve generaciones por año. En España, las primei-as
mariposas, m^^y vistosas, que p^^ede tener hasta 6 cm de envergadu-
ra, aparecen en primavera, realizando las puestas en el envés de las
hojas, a lo largo del nervio central, mediante huevos cilíndricos y de
color verde claro que suelen aparecer aislados. En breve aparecen las
larvas, erizadas de espinas (fig^^ra 2), de una longitud de hasta
4,5 cm, y q^^e cuando son jóvenes tienen la cabeza de color naranja y
el resto del c^^eipo amarillo con manchas negras. En fases posteriores
son de color gris amarillento con bandas longitudinales pardas y ama-
rillas. Se alimentan de las partes más tiernas de las plantas. Cuando
10
Fie. 2.-Oruea de vanesa.
se desarrollan completamente, lo q^ ^e suele ser a las tres semanas, cri-
s^^lidan dando una nueva gene ^^ación de rnariposas, que suele hacer la
puesta en julio. La crisálida es muy c^^racterística, ya que pende cabe-
ra abajo del env^s de las hojas, a las yue se adhiere por cl último seg-
mento abdominal.
Daños
Se observan los daños fiundamentalmente en las hojas, donde las
larvas roen hasta dejar solamente los nervios (figura 2). Sucede
toclo tan rápido clue a veees da la imp^-esión de que se hubie ^-a produ-
cido una imprevista e intensa defoliación.
Medios de lucha
Como insecticidas se pueden utilizar los mismos fosforados y
piretroides que los ya citados para el barrenador. Sin embargo, en el
caso de la vanesa no es exigible el poder de penetraci^ín del insecti-
cida.
11
1.1.5. Otros lepidópteros
Ocasionalmente se han citado sobre alcachofa ataques de otros
lepidópteros, como Peridroma saucia (Hiibner) (gusano trozador jas-
peado), Chrvsodeixis chalcites Esp. (medidor o bicho camello),
Autograp/^a gamm^a L. (Plusia), Cossus cossus L., Heliothis (gusano
verde) y Phlogophora. Las larvas del pirálida Ostrinia nubilalis Hb,
insecto que en España ataca frecuentemente al maíz, también pueden
producir ataques foliares (nervios centrales) sobre alcachofa.
1.2. ÁFIDOS
Los pulgones que atacan a la alcachofa presentan un desarrollo
óptimo a temperaturas relativamente bajas. Son Brachycaudus car-
clcci (L.) y Aphis fabae (Scop.), que parasitan la parte aérea, y
Protrarnn spp. y Tram^a spp., que atacan a las raíces. Otras especies
yue también pueden afectar a la alcachofa son el pulgón verde del
melocotonero (Mti^zus persicae ^Sulz.]), el pulbón verde de la alca-
chofa (Capitophorus elaeagni ^del Guercio]) y Dysa^^his cvnarae
(Theo.).
En lo que concierne a los pulgones de los géneros Protramci y
Trama, según Sala y Carpintero (1967) pueden atacar a las raíces de
la alcachofa, dificultando su desarrollo. La repetición del cultivo
puede agravar el problema. El control de los pulgones de raíz requie-
re la aplicación de insecticidas sistémicos de acción descendente si se
apliean al follaje, o bien, si su acción es ascendente, cabría la posibi-
lidad de aplicarlos en el agua de riego.
1.2.1. Pulgón verde del cardo (Brachycaudus cardui [L.])
El pulgón verde; del cardo es una especie cosmopolita que se dis-
tribuye tanto por las zonas cálid^s como por las templadas. Las hem-
bras ápteras son de color verde oliváceo, apareciendo muy temprano
en primavera, causando daños durante toda la estación y posterior-
mente en el otoño. Se desarrolla sobre la cara inferior de las hojas de
alcachofa y preferentemente en la base del capítulo, formando colo-
nias muy densas que causan retrasos de desarrollo, así como enrolla-
miento longitudinal y marchitez de las hojas.
12
1.2.2. Pulgón negro de las habas
(Aphis fabae [Scop.])
Al igual que el anterior, el pulgón negro de las habas o de la remo-
lacha es una especie que se distribuye tanto por las zonas cálidas
como por las templadas. Es polífago, con gran capacidad de adapta-
ción y de multiplicación, aunque menos dañiño que el anterior sobre
alcachofa. Puede afectar primeramente a las hojas y en segundo lugar
a los capítulos (figura 3).
En primavei^a eclosionan los huevos y posteriormente emigran
las hembras aladas, que son dispersadas ftindamentalmente por el
viento. Los ciclos de desarrollo suelen durar una semana a 25° C.
Fuera del intervalo témico de 20-30° C su multiplicación es muy
lenta o difícil. Los adultos son de color negro mate. Las larvas son
de color verdoso, mientras que posteriorinente se muestran más
oscuras. Los huevos, de forma oval alargada, son de color negro
brillante.
Fig. 3.-Colonia de pulgones en base de capítulo.
13
1.2.3. Daños de los pulgones
Los daños directos causan debilitamiento de la planta y retrasos
de desarrollo. Como transmisores de virus (ver apartado 2.3), los
pulgones juegan también un papel indirecto en la sanidad de las
plantaciorres. Ahora bien, desde el mo ^^^ento que la principal vía dc
multiplicación de la alcahofa es la vegetativa, la transmisión de las
virosis está más asegurad^l por esta vía que por la de los áfidos. En
el caso de variedades de multiplicación po ^- semilla, al partir de
material de plantación natw^almente libre de virl^ s, el papel de los
áfidos en la sanidad de los cultivos de alcachofa pod ^-ía ser mtís
importante.
Otro daño indirecto de los p^il^ones es la denominada «ne^rilla»
o«fumagina». Ésta se produce por el desarrollo de hongos sobre la
melaza que segreg^^n las larvas.
1.2.4. Medios de lucha contra pulgones
Los trata^t^ientos químicos de los pul^ones suelen hacerse más
necesacios en primavera y otoño. Se aconseja tratar a partir de la pre-
sencia de ]0 pul^ones verdes por hoja o de 1 pul^ón negro/ho_ja. Los
insecticidas recomendados son los especificados en el cuadro 3.
Cuadro 3. Insecticidas utilizables en el control de los pulgones
(Pedén, 1996)
Materia activa Plazo de seguridad (días) Familia química
Etiofencarb 7 C (S)
Deltametrina 2 P
Ometoato 14 OF (S)
Heptenofos 3 OF (S)
Acefato 14 OF (S)
Pirimicarb 7 C
Endosulfán 15 OF
Metilparatión 15 OF
C=carbonato; OF=organofosforado; P=piretroide; S=sistémico.
14
1.3. COLEÓPTEROS
Enh-e loti coleópteros que atacan a la alcachofa debemos citar
como más importantes las especies Sphue^^odc i-mrr r^^hichnn Gr^ells,
A^^iun c•urduoi^^.^m Kirb. y Cnssidn clc^ff'l^^rutu Suffr., que estudiaremos
en detalle m^is aclelante. También han sido citados con^o plagas de la
alcachof^a cl cris^>mélido Timarchu ^^ii^^c^luiclc^s H. Sch^iff., los curcu-
IiGnid<^s O/io^-r-f^ti^r^cus cribi^icol/is Gyll. y C/c^nnr^.c piger Scop., el
cscurabcido Pe^^todon ^^^rnct^rtus L., el elatérido A,^^r^iotcs y los melón-
tidos Ann.rru, Melo/nr7thu yArnphir^^allon.
1.3.1. Altica o pulguilla de la alcachofa
(Sphaeroderma rubidum Gr^ells, o bien,
Sphaeroderma testaceum Fabr.)
Este insect^^ es un pequeño escarabajo semiesférico. de 3 a 4 mm
de lar^^o, cle color amarillo rojizo brillante, yuc suele dar grandes sal-
ros, y a>n una sola ^eneración anual. Sus adultos sucaen aparecer en
masa sobre los cultivos alrededor del mes de octubre, royendo supe ^--
ficialmente cl parénquima foliar. Tras el apareamiento, ponen los
h^^evos tiob^-e los ne^-vios de las hojas más tiernas, en una especie de
agujero prcparado al efecto. Las larvas, de color blanc^^ amarillento,
con I^^ cabera y patas mar^°ones, pueden alcanrar hasta 7 mm, pene-
C^and^^ en las nerviaciones para pasar después cntre las dos epidermis
de 1^^ hoja. En diciembre se dejan caer sobrc el suelo, enterrándose
para invernar. Llegada la primavera se transforman en ninfa, pudien-
d^^ en esa época aparecer ya los primeros adultos. Después de una
diapausia estival, los adultos reinici^^n el vuelo, realizand^^ los aco-
plamientos.
Daños
Suelen se^- mí^s importantes los daños causados po ^- las la^-vas que
por I<^s adultos. Éstos suelen roer la superficie^ de la hoja sin lleg^u- a
pert^orarla. Las larvas escavan galerías sinuosas y de dimensiones
cada vez mayores entre las dos epidermis de la ho,ja. En caso de
f^^erte infestación, el ataque puede interesar toda la superficie foliar,
yue tc^•mina secándose. En casos g ^•avcs puede provocar el marchita-
miento de la planta.
15
1.3.2. Apión de la alcachofa (Apion carduorum Kirb.)
EI escarabajo, de un tamaño que varía entre 2 y 4 mm, es de color
azul oscuro, más negruzco en el dorso, pero siempre brillante. Su
cabeza se prolonga formando un pico largo arqueado hacia abajo.
Inverna en estado adulto. Durante 1a primavera la hembra efectúa la
puesta en pequeños orificios excavados al efecto, generalmente en el
peciolo y el nervio principal de la hoja. Las larvas, cilíndricas, cur-
vadas, de color blanco amarillento y desprovistas de patas, de hasta
5 mm, labran galerías en los peciolos y nerviaciones de las hojas,
donde se transforman en ninfa. Los primeros adultos suelen salir de
la celda ninfal al final de la primavera. Posee una sola generación
anual.
Daños
Las larvas labran galerías en los peciolos y nerviaciones principa-
les de las hojas y en las de los pedúnculos florales. Éstos también
pueden llegar a ser roídos superficialmente. Así, se puede observai°
tanto el amarilleamiento y marchitamiento de las hojas afectadas,
síntoma más característico, como la alteración del desarrollo de los
capítulos, que no pueden ser comercializados. Los adultos causan
daños menos evidentes, consistentes en el erosionamiento o agujerea-
miento de las hojas al alimentarse de las mismas.
1.3.3. Cásida de la alcachofa (Cassida defflorafa Suffr.)
Este insecto tiene la forma de una pequeña tortuga. Alcanza 6 a
7 mm de largo y su color es negruzco en la primera generación y
verde claro en la segunda y definitiva. Pasa el invierno en estado
adulto. En primavera ataca las hojas, realizando la puesta en el
envés de las mismas en grupos de, aproximadamente, una docena
de huevos. Las larvas son de color verde pardo, de forma ovalada y
aplanada. Poseen apéndices rodeados de espinas y dos salientes lar-
gos del último segmento que constituyen una horquilla. El ano está
situado encima de ella, con la que retiene los excrementos forman-
do una masa gelatinosa con la cual se protegen. Se alimentan tam-
bién de las hojas, pasando a ninfas un mes después de su nacimien-
to. A principios del verano se observan las larvas de la segunda
generación.
16
Fig. 4.-Adultos y larvas de cásida alimentándose sobre hoja.
Daños
La cásida es un crisomélido cuyos ataques suelen ser más corrien-
tes en las zonas de cultivo del interior peninsular que en las de la
costa mediterránea. Los daños son producidos sobre las hojas, tanto
por los adultos como por las larvas (figura 4), yue se alimentan de
ellas. Los adultos producen peyueñas pero numerosas mordeduras
de contornos angulosos yue Ilegan a atravesar el limbo, mientras yue
las larvas se alimentan fundamentalmente de la epidermis, es decir,
sin atravesar el limbo.
1.3.4. Medios de lucha contra los coleópteros
Un buen método preventivo consiste en eliminar las malas hierbas
presentes en el cultivo, así como las yue se encuentran en las inme-
diaciones. En cualquier caso, el control químico es el método más
utilizado. Se pueden utilizar piretroides además de otras materias
activas, como acefato, alfacipermetrín, bifentrín, cipermetrín, diazi-
nón, fenitrotión, etc.
17
1.4. DÍPTEROS
1.4.1. Submarino o minador de la alcachofa (Agromyza)
El submarino de la alcachofa tiene unas tres ge^neraciones anuales.
Los primeros adultos, unas mosquitas de 3-4 mm, de color ne^ro, con
el cuello fino y de color gris, aparecen en primavera y hacen las pues-
tas en peq^^eñas hendiduras que practican en la epidermis, junto a las
nerviaciones, en el envés de las hojas. Las larvas, de hasta 7 inm de
longitud, de color blanco, cilíndricas, finas y ^nuy curvadas, practican
galerías entre las dos epider^nis, donde viven. Para pasar a ninfas se
dejan caer al suelo y se entierran, volviendo a salir unos meses más
tarde.
Los daños son causados por las larvas, denominadas submarinos
por la propiedad que tienen de abrir galerías cortas y rectilíneas en
las nerviaciones o el parénquima foliar.
Se deben r^tiliz^r insecticidas sistémicos o de acción penetrante
para Ilegar hasta las larvas en el interior de las hojas. Uno de los más
recomendables podría ser el fosforado acefato.
1.5. OTROS PARÁSITOS ANIMALES
1.5.1. Trips de las flores
(Frankliniella occidentalis Pergande)
Los trips, aunque puede afectar a la alcachofa, no constituyen una
plaga importante. Su consideración ac^uí se debe a que es el vector
más eficaz a la hora de transmitir el virus del bronceado del
tomate (TSW V ).
Los adultos, de forma alargada cilíndrica terminada en punta, ^^n
tamaño reducido, de I a I,5 mm, y un color marrón que les hace pasar
inadvertidos, vuelan en busca de las flores, alimentándose preferen-
temente del polen. Por esta razón. al no Ilegar el cultivo comercial de
la alcachofa a esta fase y no ser visitado por los trips, la incidencia de
la plaga y la consecuente enfermedad del TSWV resulta pequeña
sobre la alcachofa.
Las temperat^^ras más favorables para su desarrollo son las próxi-
mas a 20° C, pero a 15° C también puede desarrollarse, por lo que, al
aire libre, suele estar presente en todas las épocas del año excepto el
invierno.
18
Las est^ategias de control de trips están íntimamente ligadas al
hecho de yue son vectores de virus. Por ello recomendamos t^tmbién
tener en cuenta el apart^^do 2.3. I. EI principal método de control son
los tratamientos químicos. Al ser los trips insectos picadores chupa-
dores, utilizaremos productos que tengan buena acción por contacto
o sistzmica. Como se sitúan en lu;^ares muy protegidos de la planta,
es convenientc mojar bien ésta. También es recomendable utilirar
alternativ^^mente insecticidas con diferente modo de acción p^^ra evi-
tar la aparición de resistencias. Entre las materias activas más
corrientemente utilizadas destacan algunos piretroides, como ciper-
meh^ín, cit'ulh-ín, bifentrín, deltamentrín, etc.: organosfosforados,
comu malati<ín, fenitrotión, naled, clorpirifós, etc.; carbama^os, como
formetan^^to, metioc^irb, etc., o de otras familias, como avermectina o
acrinatrín. Otras mate ^°ias activas polivalentes, aunc^ue con menor efi-
cacia específica, cc^mo el fosforado diazinon y el carbamato propo-
xur, pueden ser también introducidas ^n las rotaciones de tratamien-
tos. En cualq^^ ier caso, la elección se restringirá a aquellos productos
au[^^riz^^dos sohrc alcachofia.
1.5.2. Arácnidos
Los ataques de arácnidos no son corrientes en alcachofa, siendo
muchas veces controlados i ^^directamente con ot^os tratamientos pesti-
cidas. Así, los insecticidas fosforados diazinon y profenofos y los pire-
troides tlucitrinato y tau Fluvalinato, todos ellos co^rientemente utiliza-
dos en alcachofa, tienen acción acaricida. Las especies más corrientes
en alcahofa s^n Tc^t^^cmrrln^.c tc^luriu.l y Br_^^ohia pruc:tiosu Koch. Estas
especies prefieren colonizar las zonas próximas a las venas.
1.5.3. Nemátodos
Los problenu^s i^emate^lógicos en alcachofa se pueden clasificar
en tres: nemátode^^ trans ^l^isores de virus, ne ^nátodos formadores cle
nGdul ^^s y nemátodos endoparásitos. Los dos primeros gr^ ^poti n<^
parecen importantes en España.
Entre los nemát<^dos endoparásitos se encuentran clive ^sas es^e-
cies del género Pruwlenc•h ^^s. Se dcscriben como síntom^^s la presen-
cia en la parccla de rodales de plantas con la vegetación reducida
y retrasada. A nivel de r^^íz puede obse ^-varse necrosis. Como métc^-
dos de control se señalan los siguientes:
19
• Procurar para las plantas buenas condicones de vegetación, es
decir, suelos sanos, fértiles y de pH neutro.
• Desinfectar el suelo antes del transplante.
• Cultivar durante al menos tres meses Tagetes patula (clavel de
la India), planta de acción nematicida menos eostosa y más eco-
lógica que la geodesinfección química.
Se debe controlar la importación de material vegetal afectado por
virosis transmisibles par nemátodos o infestado con nemátodos pató-
genos c^omo Meloidogyne chitwoodi o M. hapla. Estas especies no
están presentes en España y, por sus bajas exigencias térmicas, po-
drían desarrollarse durante la época de cultivo invernal de la alca-
chofa.
1.5.4. Moluscos: caracoles y babosas
Entre los moluscos gasterópodos, atacan a la alcachofa diversas
especies pertenecientes tanto a la familia helícidae (con concha, cara-
coles) como a la de los limacidue (con un pequeño rudimento de con-
cha, babosas).
Estos gasterópodos salen fuera de sus escondites al final del
invierno, llegando a]as plantas de alcachofa, donde roen hojas (figu-
ra 5) y capítulos, hasta la llegada de los calores estivales, cuando se
aletargan. Este letargo lo interrumpen temporalmente con la presen-
cia de humedad, ya sea por lluvia u otros motivos. En cualquier caso,
se activan de nuevo en otoño, permaneciendo así hasta los primeros
fríos invernales. Entonces se hunden en el suelo, colocándose con la
abertura hacia an^iba.
Debido a su preferencia por la humedad, estos moluscos son prin-
cipalmente activos durante la mañana, por la tarde y por la noche.
Realizan varias puestas a lo largo del año, generalmente en grupos de
60-90 huevos, que depositan en un nido cilíndrico de pared lisa prac-
ticado en el suelo a muy poca profundidad. Estos nidos suelen estar
localirados en lugares frescos y umbríos. La incubación dura alrede-
dor de un mes y los nuevos individuos no se reproducen hasta pasa-
do un año.
En los alcachofares dañan las hojas, tallos y capítulos. Las hojas
son perforadas, dejando las típicas manchas de secreción mucosa pla-
teada y brillante. Las lesiones pueden favorecer la proliferación de
algunas enfermedades. Sobre los capítulos producen erosiones de las
20
Fig. 5.-Perforaciones
producidas por caracoles.
brácteas exteriores. Estas lesiones se oscurecen posteriormente, dán-
dole a la alcachofa una apariencia indeseable.
Las medidas de control más frecuentes consisten en la aplicación
de cebos o tratamientos. Como producto más efectivo hay que reco-
mendar el metaldehído, pero se conocen otros muchos, como metio-
carb, caldo bordelés, sevin, isolano, sulfato de hierro, etc. El metal-
dehído puede pulverizarse, o bien emplearse en forma de cebos con
harina de trigo o salvado y agua (para las proporciones y dosis ver la
preparación de cebos para las rosquillas). También se comercializa en
forma de gránulos para esparcir a voleo.
21
1.5.5. Roedores
Los daños procl^^cidos por los roedo^-es consisten en perforaciones
en las raíces más carnosas, de donde pasan internamente al c^iello,
causancio el desprendimiento de la yema apicaL Las plantas inicial-
^nente afectadas se suelen encontrar en los lí^nites de la parcela de
cultivo (figura 6), junto a ribazos donde viven los roedores. Las plan-
tas afectadas pierden vigor frente a las sanas y muestran falta de
agua mediante un cambio de coloración en el follaje. Posterior-
mente se observa el desprendimiento de la yema apical y el mar-
chitamiento definitivo.
Pi^. 6.-Límite de parcela
^itacado por ratones.
^^
Se reco ^niendan tratamientos con endosulfan a dosis altas. Así
mismo, se puede recurrir a la introducción de fosfito de aluminio en
las madriguecas, o a la colocación de tt-ampas con anticoagula ^^tes,
como brodifacoum, bromadiolona, clorofacinona, difenacoum o
flocoumafen. Pero no hay que descartar ot^-os tnedios de lucha,
como la realización de cultivos anuales o la colocación en las par-
celas de soportes, p^^ra que durante la noche sirvan de apoyo a las
aves rapaces nocturnas para que mantenban controlada la població ^^
de roedores. También se recomienda el uso de perros ratoneros al
efectuar los riegos.
2. ENFERMEDADES
2.1. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR HONGOS
2.1.1. Alternariosis (Alternaria spp.)
La alternariosis no es un^^ enfermedad grave de la ^lcachofia.
Como síntomas de la enfermedad se puede señalar la presencia de
manchas oscuras y redondeadas sobre las hojas de mediana edad.
EI honbo inverna, bien mediante conidios, bien tnediante restos mice-
liares, sobre residuos vegetales. Las esporas de Alternarrca están pre-
sentes, a través del aire, en todas partes. La temperatura óptima de
crecimiento del hongo se encuentra entre 12 y 20° C. Sobre las aonas
infectadas se vuelven a producir numerosos co^^idios que propagan la
infección al ser trasmitidos por el viento, agua e insectos. Las altas
h^unedades favorecen el desa^-rollo de la enfermedad. Si fuera nece-
sario su control se recomienda 1^^ utilización de ditiocarbamatos
(mancoceb, maneb, zineb, metiram, ziram, etc.).
2.1.2. Ascochitosis o roya de cabeza
(Ascochyta cynarae Maffei)
Ascoc/^wn es responsabilizada de podredumbres ocasionales par-
donegruzcas, brill^ntes y húmedas, sob ^^e los capítulos. Requiere
humedades altas y temperaturas bajas. Ascoch_vt^^ también p^^eden
atacar, a^mc^ue con menos frecuencia, a tallos y hojas. Las manchas
sobre los tallos son primero translúcidas y después negras, que se
desecan poste^-iormente. Sin embarQo, lo m^^s típico son las mnnchas
^3
sobre las brácteas, que se inician a partir de la parte más aguda, dese-
cándola (figura 7). C^iando esas manchas son viejas, sobre ellas, en
círculos concéntricos, es fácil observar con una l^ipa unos puntos
pequeños, esféricos oscuros y brillantes, que son los picnidios, que a
su vez contienen las esporas incoloras del hongo. Normalmente, las
lesiones son más frecuentes en los ápices de las brácteas basales.
A partir de ese punto, con tiempo húmedo y en plantas en crecimien-
to rápido, se puede extender a la vez hacia el interior y la base, de tal
forma que la enfermedad puede afectar a todo el capítulo. Otras veces
los ataques de Ascochytu son la vía de entrada para otros agentes cau-
santes de podredumbres blandas.
Fig. 7.-Ascochitosis
sobre capítulos.
24
&Métodos de control
Es difícil inCervenir contra A.1^c^^ch^^tc^ ^ma vez presente, debido a
largo período de cosecha de los capítulos. Nuestra recomendacicín es
realirar pulverizaciones con mar^eb, ^ineb, etc., hasta el momento de
inicio de la cosecha en que se podría utilizar cimoxanilo, producto
sistémico con un período de seguridad corto.
2.1.3. Mildiu (Bremia lactucae Regel)
Sintomatológicamente puede ser ccmfundida con oidiopsis, pero a
diferencia de éste, el mildiu requiere temperaturas i ^wernales benignas
acompañadas de Iluvias o rocíos. Su temperatura ^ptima de crecimien-
to es dc 15° C. Los conidios germinan pret^eriblemente entre 4 y 17° C,
pero pueden hacerlo entre -3° y 31° C. En el caso del mildiu, se obser-
van en la parte superior de las hojas inferiores grandes manchas de
color pálido que pasan a amarillo, lue^o a pardorrojizo y terminan
desecándose. Dichas manchas están ^eneralmente delimitadas por las
peyueñas nerviaduras, y, en las faties iniciales, en condiciones de fuer-
te h^une^iad, se corresponden con manchas blancas en el envés debidas
a las I'ructificaciones del hongo. En caso de ataques graves, el conjun-
to dcl follaje se puede desecar. En ]as brácteas de los capítulos los ata-
ques son más raros y generalmente se inician en su cara interna.
Cuando aparecen, se observa que las brácteas ^ifectadas to ^^^an un color
pardo. Los ataques en los capítulos pueden resultar benignos, pero Ics
predi^ponen para ataques de Ascoc%_^^tu o Botr^^tis d^^rante fases poste-
riores, incluidas las de poscosecha.
Métodos de contro/
Como técnica cultural preventiva se recomiendan los marcos de
plantacibn amplios para facili^ar la aireación. Se aconsejan trat^u»icn-
toti prcventivos con productos derivados del cobre, ditiocarbamatos
(mancoceb, maneb, zineb, metiram, ziram, etc.) o ftalimidas. Cuando
la enfennedad se haga presente es conveniente utilizar fungicidas sis-
témicos de los grupos de fenilamidas (metalaxil, benalaxil, oxadixil,
ofurace, etc.), fosfonados (fosetil-AI) y etilureas (cimoxamil). Se reco-
mienda no abusar de estos productos sistémicos y, en todo caso, alter-
nar en I^^s tratamientos los productos de grupos diferentes, para evit^u^
la aparición de cepas del hongo resistcntes a los mismos.
25
2.1.4. Oidiopsis (Leveillula taurica [Lev] Arn.)
La oidiopsis, ceniza, sendra o blanqueta, es ^ina de las enfermeda-
des más extendidas en alcachofia, pudiendo destruii- gran parte de la
masa foliar, reduciendo la producción. La infección comienza en
algunas hojas aisladas, extendiéndose con rapidez, si las condiciones
son favorables, al resto de la planta, con la excepción de las hojas
más jóvenes. Como quiera que es en el envés donde se observan los
primeros síntomas (figura 8) y esa zona de la planta pasa mas inad-
vertida, hay que estar atento si se quiere conU^olar la enfermedad en
^ii^a fase temprana. En el envés de las hojas se forma un micelio
externo, gris blanquecino, muy abundante, que queda mezclado
con la pilosidad propia de la planta. Es en el haz donde se obser-
va^^ los síntomas más evidentes, es decir, manchas amarillas difu-
sas que se necrosan por el centro. Todo ello produce senescencia
prematura y caída de hojas. Con menos frecuencia también ataca a
los capítulos.
Fig. 8.-Manchas de oidiopsis en env^ti de h<ija.
? ^i
Epidemiología
Este hongo, que se conserva en los residuos vegetales de los cul-
tivos precedentes y sobre otras plantas huéspedes cultivadas o no, se
difunde mediante conidios. Éstos ge ^-minan dando 1'ilamentos mice-
liares que penetcan por los estomas en el parénquima de las hojas.
Loti mismos estomas facilitan la salid^ ^ de los conidiói'oros, produ-
ciendo la eFloresecencia típica. Es, por tanto, a dif^rencia de otros
oidios, un end^^parásito, lo que tiene importancia para cl t^atamiento
químico del mismo.
Es una enfenneciad típica de cli ^^^as cálidos, ya sean hí^ medos o
tiecos, pero muy ra^-a en cli^nati t^^íos. Sus condiciones óptimas de
desar^-ollo son 20° C y 70% de humedad ^^elativa. Sin embar^o, para
la germinación de los conidios podrían ser necesaria^ humedades
rel^^tivas todavía mayores. Las épocas más corriente^ dc su presencia
son primavera y ot<mo.
Métodos de control
El azufre resulta tóxico para la alcachofa, por ello, deben utilizar-
^e oh^os productos preventivos de la enfiermedad, entre ellos el qui-
nometionato y dinocap, añadiéndoles un mojante y procurando
impregnar el envé^ dc las hoj^^s. Una vez instalada I^^ enfermedad y
dado el carácter e ^^doparásito del agente causal, no yucda más reme-
dio que rec^urir a productos sistémicos de los grupos de triazoles
(pe^lconazol, triadimenol, tetr^^conazol, miclobutanil, hexaclonaze^l,
ciproconazol), hidroxipirimidinas (fenarimol, nuarimol), piperacinas
(triforina), piridinas (pirifenox), pirimidinas (bupirimato), etc. En el
caso de los p^^oductos sisté^nicos, es reco ^nendable alternar aquellos
c^uc pertenezcan a distinto grup^^ químico en los lrala ^nientos sucesi-
vos, para evitar cl desarrollo de ccpas del hon^o resistent^s a los mis-
m^^s. De los pre^ductos a ^-riba citados el que tiene el plazo de seQuri-
dt^d más corto es el pirifenox.
2.1.5. Podredumbre gris o botritis (Botrytis cinerea Fr.)
Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del capítulo. En
poscosecha es cor^-iente que se inicien a partir de la zona de corte del
receptáculo. Otras veces lo hacen a parti ^- de las ^^rietati en el ápice de
las brárteas externas. De persistir las condicione^ favo ^-ables, los
^^
capítulos se recubren de un polvillo blanco grisáceo. Entonces la
enfermedad se propaga a la^ brácteas interiores y es fácil hallar entre
las mismas los esclerocios negros y, a veces, frucCificacioncs conídi-
cas características de ]a especie.
En campo, en condiciones propicias, la en1'ermedad puede propa-
garse desde la herida producida al cortar los capítulos, hacia abajo
hasta alcanrar las ramas late^ales.
En poscosecha la enfei-medad se evidencia eomo zonas deprimi-
das sobre las brácteas externas y sobre el pedúnculo. En condi-
ciones de humedad alta las dept^esiones son de color pardo o pardo
rojizo, húmedas e inodoras. Los bordes aparecen bien definidos y
aparentan esta^^ hinchados dc agua. En condiciones secas las lesiones
tienen un color pardo oscuro, se muestran secas y consistentes y los
bordes no aparecen embebidos en agua. Las lesiones por Bot^ytis se
diferencian de las causadas por roces porque en las primeras la lesión
penetra más profundamente. También se ha señalado que la comer-
cialización de los capítulo^ con hojas adheridas al tallo hacen a las
inflorescencias más susceptibles a los ataques deBotrytis^.
Epidemiología
E] hongo permanece en cl suelo y en los restos vegetales. En pre-
sencia de altas humedades las esporas son transportadas por las
corrientes de aire. Las heridas en la epidermis facilitan la inl^ección,
pero también puede producirse sobre tejido sin heridas si está sufi-
cientemente húmedo. Los tejidos debilitados por condiciones desfa-
vorables también facilitan la infección. Las esporas se reproducen
con temperaturas relativamente frías cn presencia de humedades
superiores al 80°l0. Su óptimo se encuenh^a enh^e l8 y 2S° C, pero el
hongo es acCivo por encima de 0° C.
Métodos de control
Dada la imposibilidad de intewenir en el campo sobre los facto-
^-es climáticos yue favorecen los ataques de Bon.^^tis, los métodos de
control eficaces contra esta enfermedad son los químicos. Los h-ata-
mientos con fungicidas específicos serán a base de dicarboximidas o
antiesclerociales (vinclozolina, iprodiona, procimidona, clozolinato),
sulfamidas (diclot7uanida) y benzimidazoles (benomilo, carbenda-
ziin, metil-tiofanato). La aparición de cepas de B. cirzer^ec^ resistentes
^^
a los fungicidas sistémicos obliga a la rotación de los fungicidas en
el programa de tratamientos.
En la fase de poscosecha es importante minimizar los daños sobre
los capítulos, reducir los tiempos de transporte y mantener la hume-
dad y temperatura bajas, preferiblemente entre 0° y 4° C.
2.1.6. Podredumbres de cuello y raíz
En muchas ocasiones los agricultores comprueban que, una vez
realizada la plantación estival de las estacas, éstas no brotan, o bien
que, iniciada ésta, empiezan a aparcer brotes ^narchitos por podre-
clumbres de cuello. Sobre las plantas afectadas es posible encontrar
^liversos hongos de suelo. En muchos casos los ataques se producen
por el oportunismo de estos parásitos, que aprovechan el estado de
debilidad de las plantas, debido a que inician la brotación de sus
yemas sin tener un sistema radicular potente. Además, esto sucede en
situación de maxima dificultad para la planta, es decir, con calor esti-
val y con problemas de humedad, ya sea por defecto como por exce-
so de riego. Los daños pueden verse^ agravados si los terrenos de
plantación están seriamente infectados o euando la infección viene
con el propio material de plantación.
Los principales agentes causantes de estas podredumbres juveniles
estivales son Rhizoctonin y Sclerotium, mientras que Sclerotinia,
menos exigente en temperatura que los anteriores, atacaría en otoño y
muchas veces sobre plantas ya afectadas por los ot ^-os dos agentes. Por
lo demás, Scleroti^^m es más propio de terrenos de textura arenosa,
mientras que Rhi;.octoniu prefiere los de textura arcillosa. En suelos
ricos en materia orgánica puede aparecer Rose/lirria. Tan^bién se han
señalado marchitamientos de plantas de alcachofa asociados a fenó-
menos de asfixia radic^^lar debida a exceso de humedad producida por
Iluvias abundantes, malos drenajes, campos mal nivelados, etc.
Rhizoctonia solani
R. salnni inicia su infección en ]as raicillas más jóvenes sobre las
c^ue el micelio presenta, en su fase más adulta, los llamados rizomo ^•-
fos, gruesas hifas de color marrón q^^e con la ayuda de una lupa se
hacen visibles sobre los tejidos infectados. Las consecuencias de sus
ataques son mayores en b^-otes jóvenes que en plantas bien esCableci-
das, sobre las que la enfermedad produce una reducción del vigor que
^y
muchas veces puede pasar inadvertida. Las infecciones con este
hon^^o son favocecidas por temperaturas entre 20 y 30° C.
Sclerotinia sclerofiorum
Los síntomas de S. scle^otior^^m suelen consistir en enmoheci-
mientos blancos que aparecen sobre el tallo y el cuello, fo^°^^ándose
esclerocioti en el interior de los tallos, pudiendo Ilegar a producir la
muerte de las pl^inCas. Tanibién han sido señalados at^iques aéreos de
este hongo. Es decir, que el hongo, que se de^arrolla a nivel del suelo,
puede afectar a c^ialquier parte de la planta en contacto con el mismo
(figura 9). EI daño más coi^-iente es la podredumbre del tallo y de la
Fig. 9.-Atayue de escle-
rutinia en base ^e tall^^.
^^)
raír. Tambi^n puede afectar a una sola rama de la planta y orasi^^nal-
mente a los capítulos en poscosecha. Los esclerocios, compactos y
^^randes (2-15 mm), son inicialmente blancos, pero se tornan negros
y duros (figura 9). Suelen ser más alargados y aplastados quc esféri-
cos. Éstos, capaces de pervivir en el suelo durante tres años, consti-
tuyen el o^^igcn de la enfermedad. Ésta se ve favorecid^^ por humed<^-
des altas y temperaturns entre 21 y 25° C. Pero una vez se ha inicia-
do, puede desarrollarse a temperaturas de hasta 0° C.
Sclerotium rolfsii
La enfermeclad producida por S. rolfsii se inicia e^n la base del
tallo. Éste se recubre de un micelio albodonoso que, a veces, también
se extiende al s^^elo alrede^ior de la base de la planta. Sob^-e el mice-
lio se diferencian los esclerocios, redondos, blanquecinos, más tar^ie
de color marrón oscuro, y del tamaño de un grano de mostara. Etit^;
proceso se ve aco ^^^pañado de una m^lrchiCez de] brote afectado, lo
yue generalmente es el primer síntoma observado por el agricultor.
La enfermeclad producida por Scleroti^mi es típica de climas cáli-
doti (su temperatur^ óptima de desarrollo es de 30 a 35° C) y h^^ me-
cios, aunyue la expresión de los síntomas puede se ^^ mas severa duran-
te los períodos ^ecos subsi^ruientes. Los suelos ácidos o fertilizado^
en exceso crn^ nitrógeno han sido señalados como favorecedores dc
su clesarrollo. S^^Ic^^^otium posee una lar^a capacidad de supervivencia
en los suelo^. Ello es ciebido, por un lado, a que es una esperic con
un alto n^^ mero dc hospedantes; por otro, a su alta c^^pacidad saprofí-
tica y, además, por la capacidad de supervivencia de los cscler^^ci^^s
en condiciones poco favorables.
Métodos de control
La lucha c^^nU-a las podredurnbres cle cuello y raíz es bastante
problemátict^, debido al carácter polífago de los patógenoti resp ^^n-
sables y a s^^ elevada capacidad de superviviencia en el suel^^. Por
cllo es más fácil c^^ntrolarl^^5 actua ^^do antes de q^^e los ^^taques se
^rodurctin.
Dacla su exigcncia en elevadas hu ^uedades en el suelo, es impor-
tante la realiiaci<ín de riegc^^ racionales, particularmente en los mcscs
estivaleti. En este sentido, el riego localizado puede disminuir de
f^^rnu^ clara los rie^gos. También es importante la realización de una
31
buena alternativa que impida que en la misma parcela se cultiven
demasiado frecuentemente alcachofas o especies próximas. Así
mismo, es importante emplear material de plantación sano. Por ello
es absolutamente necesario proceder a la desinfección del mismo
mediante la inmersión durante 10 minutos en un caldo fungicida. En
este sentido también puede ser efectivo un tratamiento posplantación,
dirigiendo el pulverizador al cuello de la estaca o vía agua de riego.
En suelos con abundante materia orgánica se previenen mejor los ata-
ques de Rhizoctonia.
Para Rhi^octonia los fungicidas recomendados son: PCNB (quin-
toceno), iprodiona, clortalonil, carboxin, flutalonil, pencicuron, tria-
dimefon y metiltiofanato. Para Sclerotium podemos utilizar carben-
dazim, procimidona, dicloran, etc. El reparto de PCNB en forma de
^ránulos por toda la parcela también es una práctica recomendable.
Para Sclerotinia disponemos de los fungicidas: captan, tiram, carben-
dazim, vinclozolin, benomilo, procimidona, iprodiona, diclofluanida,
clortalonil, etc.
2.1.7. Verticiliosis (Verticillium spp.)
La importancia de la verticiliosis ha sido señalada especialmente
tras la época de plantación. Entonces los ataques de Verticillium se
originarían a partir del suelo infectado, actuando el hongo como
saprofito o parásito de debilidad, como ya se explicó para los agen-
tes causantes de las poderedumbres de cuello. Otra posibilidad sería
que los esquejes de plantación vinieran infectados por el hongo.
Sintomatología y daños
La verticiliosis pasa muchas veces inadvertida por causar frecuen-
ternente una leve reducción del vigor de la planta acompañada de
una pérdida de turgencia. La enfermedad se extiende en manchas
más o menos amplias, de acuerdo con la porción de suelo infectado por
el hongo, que suele estar irregularmente dispuesto en la parcela. Las
primeras manifestaciones se presentan en las hojas basales, sobre las
que se observa marchitamiento, seguido de amarilleamiento y final-
mente desecación. La desecación suele iniciarse en el borde del limbo
(figura l0), pudiendo afectar a la lámina completa o a una mitad del
mismo, a partir del nervio central. En hojas jóvenes puede observarse
pérdida de turgencia y abarquillamiento que le hace mostrar el envés.
^2
Fig. 10.-Desecación del borde del limbo por Verticillium.
Las plantas afectadas muestran un tono grisáceo, alcanza^^ menos porCe
y producen pocos capítulos y de ta ^maño reducido. Más raramente
puede aparece^^ disi^netría en los capítulos de las plantas enfermas.
Generalmente el anillo vascular de las hojas y tallos afectados se pre-
senta marrón en todo o en parte de su perímeh-o. Sobre brotes jóvenes
se puede Ilegar a producir el desecamiento completo del mismo. Más
raramente se ha señalado la muerte de plantas adultas.
Epidemiología
Los microesclerocios de V. dahliae pueden sobrevivir en el suelo
hasta 15 años. Pero la infección también puede iniciarse a partir del
micelio presente en los residuos del cultivo precedente o en el mate-
^-ial de plantación. La infección se inicia en la raíz, directamente o a
través de heridas, y puede permanecer inerte hasta que se dan las con-
diciones adecuadas de temperatura para i ^^fectar, más o menos inte^^-
samente, a los vasos de las hojas y del tallo. Por ello, una parcela
infectada puede mostrarse como sana dura^7te períodos calurosos y
empezar a most^-ar síntomas con una bajada de temperaturas.
33
Métodos de control
El control de la enfe^-medad se reduce a evitar material de planta-
ción y parcelas contaminadas, ya que el contro] químico no es efec-
tivo. Se ha señalado como una solución la rotación con cultivos no
susceptibles, pero nuest^^a experiencia nos indica lo contrario. La uti-
lización de densidades de plantación altas puede reducir ligeramente
la incidencia de la enfermedad. Niveles altos de mate^-ia orgánica en
el suelo (2GIo) también reducen los efectos del hongo.
En regiones con altas temperaturas de verano y alta insolación,
una técnica interesante para el co ^^trol de Verticilliurn es la inactiva-
ción térmica del hongo vía solarizacibn del suelo. También es posible
la desinfección qufir^ ica del suelo, aunc^ue su alto coste lo hace prohi-
bitivo en el c^iltivo de la alcachofa.
2.1.8. Viruela (Ramularia cynarae Sacc.)
El hongo Rurriialut-ra cvnurcic ataca a las hojas, produciendo
lesiones pequeñas, irregulares y angulosas, al quedar delimitadas
por las nerviaciones. Las manchas suelen ser de color gris y, en el
centro de las mismas, es posible observar a simple vista un moho
blanco en cl quc se encuentran las f'ructificaciones del hongo, incolo-
ras y dispuestas en ramilletes. Aunque, raramente, las manchas pue-
den invadir el conjunto del limbo y desecarlo. En ocasiones la enfier-
medad afecta a las brácteas de los capítulos con manchas blanqueci-
nas que los dep ^-ecian.
Las concliciones de humedad alta y temperatu ^-a suave favorecen
el desar^-ollo de la vi ^-uela. Es decir, esencialmente se produce en las
mismas circunstancias q^^e la acochitosis, pero la viruela afecta prin-
cipalmente al folla_je. En climas secos rai-a ^nente ataca a las hojas vie-
jas, pero en clima hú ^nedo puede afectv- al conjunto de la planta. En
caso de ser necesario recomendamos los mis ^nos tratamientos que
para el mildiu.
2.2. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR BACTERIAS
2.2.1. Grasa (Xanthomonas sp.)
Sobre las brácteas ai'ectadas por grasa apa ^-ecen unas manchas
aceitosas de aspecto translúcido que, bien pasan a marrones, o
bien, en tiempo húmedo, producen una exudación amarillenta.
34
Cuando afectan a la base del capítulo, el tallo puede necrosarse par-
cialmente, con lo q^^e al creeer el capítulo se curva dandc^ el aspecto
de un cayado. Más raramente afecta a las hojas, generalmente en el
envés a la altura de las nerviaciones, con síntomas parecidos a los de
las brácteas.
Epidemiología
Se suelen producir después de heladas, particularmente cuando a las
mismas sib^^en días cálidos con humedades altas. El desprendimiento
de la epidermis de la bráctea (figura IS), consecuencia de la helada,
facilita la entrada de la bacteria. que también puede penetrar por los
estomas. Los ataques también pueden seguir a borrascas primaverales.
Métodos de control
Las mejores medidas de control son las culturales. Entre ellas
podemos citar la elección de esquejes sanos, evitar las humedades
altas en la parcela, procw-ando su aireaci^^n mediante marcos de plan-
tación amplios y desarrollos moderac^os de la vegetación. En el
mismo sentido, habría que evitar el riego por aspersión y las fiertili-
zaciones excesivas con nitrógeno.
La lucha química resulta muy difícil, ya que dado lo imprevisto de
los ataques de ^rasa, cogen al a^ricultor por so^-presa y durante la
cosecha hay que mantener los plazos de seguridad. Durante las pri-
meras fases del cultivo es recomendable el tratamiento semanal con
productos a base de cobre. Si tie sospechase que los esquejes pudie-
ran venir infectados, se pu^de recurrir ^ ^ la desinfecci6n con antibib-
ticos como la kasu^amicina.
2.2.2. Podredumbre bacteriana (Erwinia carotovora
[Jones] Bergey et al, var. carotovora Dye)
Los primeros síntomas visibles de la podredumb ^^e bacteriana sue-
len ser los típicos de las podredumbres de cuello, es decir, un mar-
chitamiento general de la planta (figura 1 I). Debajo del cuello
puede observarse una podred^unbre blancla de la raíz, s^^bre todo en
su parte med^^ lar. Los vasos aparecen pardos varios ce ^^tímetros por
encima de la lesión. La planta suele reaccionar emitiendo nuevos bro-
tes hasta su muerte. Otras veces, si las rondiciones yue favorecen la
^S
Fig. I I.-Marchitamiento general por ataque de ErH^irric^.
enfennedad desaparecen, algunos de estos brotes pueden establecer
un crecimiento que nunca Ilega a ser normal. La infección se produ-
ce normalmente en el aparato radical, pero eventualmente puede
afectar a otras partes de la planta.
Epidemiología
La bacteria se mantiene en restos vegetales en el campo. Es trans-
rnitida por ii^sectos, útiles de trabajo, manos y agua de riego. Pero su
principal vía de entrada son las heridas. Por ello, en ocasiones ha sido
señal^ida su estrecha correlación con heridas producidas por atayues
de insectos. Una vez dentro de los tejidos, se multiplica con profusión
en los espacios intercelulares, terminando por disolver las paredes de
las células, invadiéndolas.
Esta bacteria puede crecer en un rango muy amplio de temperatu-
ras, entre 5 y 37° C, estando su óptimo en 22-27° C. No soporta tem-
peraturas s^iperiores a 50° C.
Como quiera que es el agua el principal vehículo de la bacteria,
la enfermedad se manifiesta más intensamente durante períodos Ilu-
36
viosos o tras riegos estivales abundantes. Se observa con frecuencia
en terenos arcillosos, mal aireados, en el período de agosto a sep-
tiembre, atenuándose gradualmente a medida que la temperatura
desciende, parándose totalmente con los fríos invernal^s. Se obser-
va más frecuentemente en plantaciones plurianuales, debido a que
la poda de la pa^•te vieja de las plantas provoca heridas en las mis-
mas que favorecen el desarrollo de la enfermedad con los primeros
riegos estivales.
Métodos de control
El control de la pod^-edumbre bacteriana se basa casi exclusiva-
mente en prácticas culturales y sanitarias de tipo preventivo, siendo
muy parecidas a las utilizadas para las podredumbres fúngicas de
cuello. En concreto se recomienda:
• Utilizar rotaciones de cultivo con especies no sensibles a la
enfermedad, en particular los cereales.
• Utilizar esquejes provenientes de alcachofa ^^es no infectados.
En Codo caso, desinfectarlos con productos a base de cobre.
• Evitar humedades altas en las plantaciones, favoreciendo el dre-
naje de los suelos y utilizando marcos de plantación que favorezcan
la ventilación del cultivo.
• Combatir los insectos responsables de lesiones mecánicas en las
raíces.
• También es recomendable cualquier tratamiento que favarezca
el endurecimiento de los tejidos, ya sea mediante la reducción de los
aportes de nitrógeno y materia orgánica, ya mediant^ el aporte de
cobre. A este metal se le at ^-ib^^ye, además de una acción específica
sobre la enfermedad, de endurecimiento de los tejidos.
2.3. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR VIRUS
Los virus no tienen estructura celular. La información genética
está directamente empayuetada en una envuelta p^-oteica. Po^- ello los
virus sólo pueden multiplicarse en el interior c1e las células vivas que
parasitan. De ahí se entenderá que no es posible emplear métodos
directos de lucha química, pues los productos que evitan la multipli-
cación del virus interfieren con la celula hospedante. Tampoco se
con^^cen productos que impidan la penetración dcl virus en la célula.
Esta situación marca las diferencias con los métodos de control de
37
oU-os patógenos o de las plagas, casos en los q^^e se pueden emplear
productos q^^ímicos con mayor o menor éxito.
A continuaci6n reseñamos los virus que conside^-amos más impor-
tantes en España.
2.3.1. Virus del bronceado del tomate
(TSWV, «tomato spotted wilt virus»)
Con la aparicibn de este virus en la horticultura española, también
sobre alcachofa, ha pasado a ser uno de los problemas virales más
importantes en el ^írea mediterránea. No obsta ^^te, sus daños sobre
esta especie son mucho ^nenores que sobre otras, como to ^nate, pi-
mienCo, lechuga, etc.
Sintomatología
Los síntomas cle este virus consisten en la aparición de tonalida-
des gris plata en las hojas que, a veces, muestran asimetría del
limbo. Los brotes }^ueden aparecer retorcidos y los capítulos asimé-
Fi^,. 12.-Síntoma^ del virus del bronccado (TSWV).
3H
tricos. También es frecuente la apariciGn de necrosis, marchitamien-
tos e incluso muerte de plantas.
Transmisión
En condiciones naturales su princip^^I vía de tr^^nsmisión son
diversas especies de tisanópteros, entre las que^ destaca Frunklinic^ll^^
occiclen^cilrs Per^ande (ver apartado 1.5.1 ). La transmi^i ^ín e^ de tipe^
persistente circulativo, con multiplicaci^ín del virus cn cl insecto.
Debe^n ser la^ la^vas las que se alimenten sobre plantati infectadas
para que la generación de adultos sea infectiva, ya que éslos no p^ ^e-
dcn infectarse directamente. Tampoco U^antimiten la enfermedad a la
t^eneración si^^uiente.
Con trol
Como para todas las enfennedades producidas por virus, los
métodos dc conh-ol son esencialmente preventivos. Se reducen a evi-
tar la introduccibn de plantas contaminadas o de material de propa-
gacicín procedente de ést^^s y a la realizaci6n de determinadas prácti-
cas culturales yue se detallan más adelante. EI control del vector no
h^^ dacio resultados satisftic^orios.
Las prácticas cult^^rales recomendadas para evitar las infecciones
por TSWV se pueden resumir así:
• Evitar otros cultivos sensibles e ^^ las proximidadeti y eliminar
las malas hicrbas de los ribazos. Esto debe de hacerse cuando éstas
son jóvenes, ya que cuando son adultas se obli^a a la emigración de
los trips a los cultivos y^^demás se eliminnn sus depredadores, lo
cual, en definitiva, es pe ^judicial.
• Eliminar las primera^ plantas con síntomas.
• Como yuiera que los adultos vuelan en busca de las f7ores, ali-
mentándosc prefe:rentemente del polen, cuando se acabe la cosecha
no se debe dejar florecer a las plantas de ^^Icachofa para evitar que los
trips se sitúen sobre ella^.
2.3.2. Virus de la degeneración de la alcachofa
(ADV, «artichoke degeneration virus»)
El virus de la degeneración de la alcachofa (ADV) y el virus laten-
te de l^^ ^^Icachofia (ALV) p^^drían ser el mis^^^o virus. Sin embargo,
3^)
hay yue tener en cuenta que bajo el nombre de degeneración se des-
criben diversos problemas en la alcaehofa distintos del causado por
los virus (ver apartado 3.8).
2.3.3. Virus latente de la alcachofa
(ALV, «artichoke latent virus»)
EI virus ]atente de la alcahofa está ampliamente distribuido sobre
los cultivos de alcachofa en todo el mundo. Su importancia es de pri-
mer orden en ]a costa mediterr^nea española, mientras que su inci-
dencia es menor en los cultivos del interior. Antes de la aparición del
TSWV éste era el virus más importante en los alcachofares españo-
les. Produce reducciones de vigor en la planta que repercuten en
reducciones de precocidad y de cosecha que pueden llegar al 50%,
especialmente cuando las plantas sufren infecciones mixtas de virus.
Desde este punto de vista, el virus debería dejar de ser considerado
como latente, habiéndose propuesto una nueva denominación para él:
virus Y de la alcachofa («artichoke virus Y» , AVY).
Sintomatología
Como su propio nombre indica, lo más frecuente es que las plan-
tas no muestren síntomas de virus. Cuando éstos aparecen, se hacen
más evidentes sobre las hojas, que se presentan más hendidas de lo
normal sin llegar a ser del tipo cardero, mostrando ocasionalmente un
mosaico amarillo (figura l3). Las brácteas se decoloran y los capítu-
los pierden tamaño, particularmente anchura, y se abren precozmen-
te. Las reducciones de precocidad y producción pueden ser notables.
Hay que señalar un error, según el cual las plantas carderas o
cuaresmeras deberían sus peculiaridades, esencialmente falta de
precocidad y presencia de hojas altamente hendidas, a infecciones
por ALV y ADV. Sin embargo, las plantas carderas, denominadas
así porque son de hoja hendida tipo cardo, o también llamadas mar-
ceras y cuaresmeras, porque son de producción tardía, son real-
mente una mutaei6n espontánea que se produce en todas las varie-
dades precoces de alcachofa, entre ellas la variedad Blanca de
Tudela. Es cierto que a mayor cantidad de virus presente en una
planta, más se reduce la precocidad y producción respecto a plantas
del mismo clon, ya sea éste del tipo normal de alcachofa como del
tipo cardero. Quizá este efecto de reducción de la precocidad y del
40
Fig. 13.-Mosaico amarillo producido por ALU.
rendimiento es el que ha podido llevar a confundir plantas nor^^^a-
les altamente virosadas con plantas carderas, porque las plantas
mutadas a carderas resultan menos precoces y productivas que el
material normal de origen. Sin embargo, los clones carderos tam-
bién pueden resultar infectados por virus, produciéndose una reduc-
ción adicional en la precocidad y el rendimiento. En ningún caso,
ya consideremos clones normales o carderos, he ^r^os observado que
la infección por virus produjera cambios importantes en el aspecto
de la planta, ya sea en hojas o en capítulos. En el apartado 3.8 se
analiza en detalle este asunto.
Control
Aparte de su transmisión mediante el material vegetal infectado,
el ALV se transmite de for^na no persisCente mediante varias especies
de áfidos, por ello el tratamicnto químico de los ^ífidos no puede reco-
mendarse como método de control. En el caso de un virus como éste,
yue prácticamente infecta el 100% del material vegeta] de alcachofa
de multiplic^^ciGn vegetativa, la selección sanitaria ^nediante el culti-
41
vo in vitro de ápices meristemáticos puede ser una solución. Sin
embargo, aunq^^e mediante esta técnica se pueden obtener plantas
libres de virus, los resultados no han sido los deseados en variedades
precoces de alcahofa. En cualquier caso, se ha comprobado que las
plantas libres de virus se reinfectan en el plazo de uno o dos años tras
su plantación al aire libre.
2.3.4. Identificación y diagnóstico de virus
La identificación de los virus requiere la asistencia de laboratorios
especializados. Aun en el caso del TSWV, cuyos síntomas se pueden
considerar de los más característicos, la identificación debe ser siem-
pre confirmada por especialistas.
3. ACCIDENTES
3.1. ATROFIA NO PARASITARIA DEL CAPÍTULO
La denomianció u de atrofia no parasitaria, en oposición a la atro-
fia parasitaria, se debe a]a necesidad de distinguir entre la primera y
los casos, general ^r^ente raros, de atrofia de] capítulo producida por
larvas de lepidópteros, que dañan la intloresecencia deformándola.
La atrofia no parasitaria del capítulo se produce sobre las varie-
dades precoces de alcachofa cuando se enltivan con temperaturas
altas. Suele suceder cuando se inician los rie^os muy precozmente en
el verano, con vistas a producir alcachofas a finales de septiembre o
principios de octubre. En concreto, se ha señalado este fienómeno
cuando la temperatura máxima diaria supera los 25° C en el momen-
to en que el ápice caulinar pasa de la fase vegetativa a la generativa,
lo que suele suceder unos dos ^neses después de iniciados los riegos
de verano.
Este fenómeno es más frecuente sobre los capítuloti principales
que pueden verse afectados en un 70-80°l0, mientras que el resto de
la planta no muestra alteraciones inorfológicas perceptibles. Los
capítulos afectados muestran ^^na ausencia total o parcial de t7oreci-
Ilas. Ello repercute sobre la parte co ^Tespondiente del receptáculo
floral, que aparece necrótico. Las brácteas internas no se desarrollan
bien y son de color parduzco. Las br^ícteas externas son a veces esca-
42
Fig. 14.-AU'ofia cle
ca^ílul^^.
sas y muy alargadas (figura 14). Exteri^>rmente se observa una re-
ducción en el tamaño y una alteración en la forma del capítulo
(figw-a 14).
Los tratamientos con boro, calcio o clormequat no han pcrmitido
reducir este accidente. Sin embargo, la aplicación de damino^ide, un
retardante ciel crecimiento de la planta y, por tanto, del al^irgamiento del
tallo, ha dado resultados interesantes. Los mejores efectos se han con-
seguido con daminozide aplicado a 4.000 ppm durante los períodos con
temperatwas superiores a 25° C. Cuando se han utilizado dosi^ ^upe-
riores, o bien en períodos con temperatw as inferiores a 25° C, sc pro-
duce una reducción en la longitud de los tallos y en los rendimientos.
EI conU^ol de la aU^ofia utilizando riegos climatizantes, tratando de
bajar lu temper^itur^^ y los reyuerimientos hídricos de la planta dw-a ^^-
43
te la fase de alargamiento del t^illo, no han dado resultados satisfac-
torios. Se ha señalado que los tratamientos con ácido ^iberélico favo-
rece^1 la ^itrofia.
3.2. DAÑOS POR CALOR
Dejando a un lado l^s alteraciones típicas del calor, como la pér-
dida de calidad de los capítulos o el fe ^^ómeno de la atrofi^i, hay que
señalar que la introducción de las variedades de alcachofia de mul-
tiplicación por semilla puede obliga ^-nos a desarrollar plantaciones
de alcachofa durante la época estival, al menos en su fase vegetati-
va. En nuestra corta expericncia con las variedades de alcachofa de
semilla, es frecuente observar alteraciones en las plántulas c^^an-
do éstas se ven sometidas a tempe ^aturas altas. Dichas alteraciones
se inician mediante el deseca ^7^iento de las hojas más viejas en
varios puntos (síntoma tipo «cribado»), que evolucionan al deseca-
miento completo de las mism^is. Si las condiciones persisten, sigue
el desecamiento de las hojas más j6venes y la muerte de la planta.
Por el contrario, si las condiciones desfavorables cesan, se obtierva
recuperación. Este síndrome pa^-ece afectar más intensamcnte a las
pla^^tas más jóvenes.
En relación con e] te ^na de daños por calor hay que señalar que las
altas temperaturas también pucden dificultar la ge ^-minación de las
semillas de alcachofa, c^ryo ópti ^^^o está en torno a 20° C.
3.3. DAÑOS POR GRANIZO
EI golpe del granizo causa daños principalmente en los tejidos más
tiernos, es decir, en las hojas, que son perforadas, mientras que los capí-
t^^los suelen sufrir magulladuras en sus b^ácteas, depreciando la pro-
ducción. Para evitar infecciones se recomienda el tratamiento con un
fungicida a base de cobre en las 24 horas inmediatas a la granizada.
3.4. DAÑOS POR HELADAS
Los daños por heladas en alcachofa dependen directamente de la
temperatura que se alcance durante el proceso. Desde 0° C hasta
-4° C son soportadas mejor po ^- el follaje que por los capít^^ los
(figura 1_5). Si la planta está en 1^ase productiva, soporta mejo ^- la
helada si no se han cosechado capítulos, ya que la planta se mues-
44
tra muy sensible en las zonas de corte de los tallos. Asímismo, si la
temperatura sube mucho al día siguiente, los daños son mayores
yue si la oscilaciGn térmica ent^-e el día y la noche no es fuerte.
Igualmente un suelo h^^medo y sin exceso de nitrógeno reduce los
daños por helada. También se señalan I^s déficits de potasio y fós-
i^oro como facto ^-es sensibilizantes f^-ente a heladas. Otros aspectos
promotores son los marcos claros de plantación frente a los estre-
chos y el uso de giberelinas.
A menos de -4° C puede helv^se la parte subterr^ínea de la plan-
ta, con lo cual se pierde la posibilidad de su recuperación. En caso
contrario, es capaz de rebrota ^°, pero, evidentemente, se produce un
gran retraso en el desarrollo del cultivo. Los daños sobre las hojas,
aunque suele^n ser menos graves que cn los capítulos, resultan evi-
Fig. I5.-Síntomus suaves
de helada sobre brácte^is
externa^.
45
dcntes. Adcm^ís de en el limbo, en cuyo marben se observan áreas
cloróticas que sucesivamente se necrosan, en el nervio central se
puede obsevar necrosis de la epidermis, que se despega del resto del
tejido. Con helt^das más fuertes se pueden producir agrietamientos
longitudinales en la zona basal del ne ^^vio principal (figw^a 16) que
pueden ]legxr a producir su roCura. Sobre los capítulos pueden pro-
ducirse daños ^uaves consistentes e ^^ el ahuecamiento y desprendi-
miento de la epidermis externa de las brácteas exterioces. Esto los
hace inservibles para una comercialización de calidad, ya que
muestran un tono ligeramente pardo. Si los daños son mayores se
producen Enncgrecimientos en las brácteas que hace a los capítul ^^s
completame^^te desechables. Se suele obse^-va^- mayor sensibilidad
en los capítulos de menos de 50 g, con an^plias necrosis en las brác-
teas y el receptác^^lo.
En relaci6n con la sensibildad varietal, hay una relación directa
entre precocidad y sensibilidad 1^rente a la helada. La protecciGn de
las plantaciones de alcachofa con las mantas textiles no está claro que
sea una solucibn para la luch^ co^^tra las helada^.
Fig. 1(i.-^grietamientos lon^*itu^linulcs de los peciolos produci^os por heladas.
46
3.5. DANOS POR PESTICIDAS
Los clañc^s cie pesticidas pueden ser ocasi<^naclos por derivas pro-
d^^cid^^s por el viento al utilizar herbicidas en parcelas vecinas, por
la utilización de pesticidas no autorizados o por la utilización de
pesticida^ autorizados a dosis superiores a la recomendada. La rea-
liraci^ín de h-atamientos correctos, pe^-o en m^>mentos en los que se
produrcan fue^-tes insolaciones y/o temper^^twas, también pueden
ocatiionar yuem^^^luras. La contaminació^^ del suelo con un herbici-
da residual procedenCe del cultivo ^ ^nCerior y In contaminacibn de
los eyuipos de tratamiento o de las aguas de rie^^^^ tambi^n pueden
ocnsi^^nar alteraciones sobre el cultivo. Se ha señalado a la alca-
ch^^fa como especial ^nente sensible a los daños por herbicidas no
id^^ne^^s yue provocan deformaciones en las hojas, que pierden su
tur^^encia.
3.6. DAÑOS POR SALINIDAD
Lu ^alinidad no es un factor limit^^nte para el cultivo de la alca-
chofa, que es considerado como resistente o moderadamente toleran-
te. Cuando las plantas de alcachofia se cultivan en condiciones de
salinidacl pe^-mancnte, se ha comprobado la capacidad de esta especie
para acumult^r hasta 140 g de Na por kilog ^amo cle materia seca en
los tejidos de sus hojas más viejas. Esto permitiría a las hojas más
j^ívenes mantc:nerse por debajo de niveles letales de sales, pudiendo
así la pl<u^ta mantene^- un crecimiento y desarrollo activos.
En ^^r^^si<^nes se han señalado dañc^s p^^r vientos salinos cuando
és^os baten sobre plantaciones en paccelas prbximas al ma ^^. Pueden
evitarse mediante la instalación de los op^>rtunos cortavientos.
Como sínromas de salinidad, tanto en el suclo como en c l a^ua de
riego, se ha sr:ñalado la presencia de necrosis marginales que se
extienden a las zonas intervenales de las hoj^^s más viejas de la alca-
chofa. En general no se observan efectos visibles sobre los capítulos,
aunque sí sobre la masa de follaje, c^ue result^^ reducida, y sobre el
renclimiento de Ic^ti capítulos (Cuadros 4 y 5). Tambié^1 se produce
una mayor depretiión en la masa de follaje que en la radicular. Así
^^^ismo, se ha señalado a la salinidad como la causante de cleficiencias
de C^^, yue se m^^nifestaría mediante ^u^a decoloración ^^^urrón sobre
las brácteas internas de los capítulos.
47
Cuadro 4. Porcentaje de reducción de cosecha de capítulos
de alcachofa en función de la conductividad eléctrica
del suelo
Conductividad eléctrica del
extracto saturado del suelo (dS/m)
Porcentaje de reducción
de cosecha
4,8 0
5,7 10
7,1 25
9,5 50
14,2 100
Cuadro 5. Porcentaje de reducción de cosecha en función de la
conductividad eléctrica del agua de riego
Conductividad eléctrica del
agua de riego (dS/m)
Porcentaje de reducción
de cosecha
2,7 0
3,4 10
4,4 25
6,2 50
9,7 100
3.7. DAÑOS POR VIENTO
Se han señalado efectos nocivos de los vienios c^ílidos cuando
éstos coinciden con la brotación estival de los esquejes de las nuevas
plant^iciones. Debido a que tras la plant^ición el desarrollo del siste-
ma radicular es escaso, los vientos cálidos pueden provocar una
den^anda de transpiración que, al no ser satisfecha, produce decai-
mienlos en los brotes. En estas circunstancias sólo cabe estar atentos
a yue el riego de la parcela sea suficiente.
3.8. DEGENERACIÓN
EI término « de^eneración» en el cultivo de la aleachofa dcbería
considerarse un término maldito, es decir, a evitar en la medida de lo
4^i
posible. En efiecto, con la expresibn « degener^ción de la alcachofi^t»
se describen una serie de fenómenos, en nuestra opinió ^^ hasta h-es, de
diferente casuística. El hecho de que e^tos fenómenos tengan al^^unos
aspe^cCOS en com^^n, el más importante la pérdida de precocidad, y de
y^^e puedan aparecer conjuntamente en las plantaciones, puede lle-
va^-nos a confusiones yue nos impid^in realizar el diagnóstico co ^-rec-
tci. Para evitarlo vamot a describirlos a continuación con det'alle.
Falta de vernalización
El primero de los fenómenos de degEneración, falta de ve ^-naliza-
ci^ín, es exclusivo, en Espa^^a, de las ronas costeras del Levante y del
Sur. En ellas la alcachofa Blanc^^ de Tudela presenta un problema de
pérclida progresiva de precocidad a lo la^-^o de multiplicaciones vege-
tativas sucesivas. Se atribuye este fenómeno a que cuando e^n verano
se reinician loti riegos en la plantación, un cierto núme ^-o de las yemas
axilares que entran en vegetación, por no haber sufrido el efecto
ind^^ctor del frío, no puecíen dar capítulos en otoño y retrasan la pro-
ducción hasta la p^-imavera siQuiente. Para paliar este fenb ^neno, los
alcachoferos de Levante y sur de España acuden a zonas del interior
peninsular a proveerse de nuevo material de plantación. Lo hacen en
la scguriciad de yue las zuecas, por haber sufrido el efecto vernali-
zante del frío, van a desarrolla^- brotes precozinente productivos.
Virosis
El seQundo de los fenómenos está provocado por la^ infecciones
por los virus ADV y ALV, uno de cuyos principales síntomas es la
p^rdida de precocidad. La presencia de estos virus no altera sustan-
ci^^Imente la morfología de las hojas típicas de cada variedad, aunque
sí podrían most^-arse li^*eramente más hendidas de lo normal y, así
mismo, causar def^^rmaciones en loti capítulos, qi ^e se mostra ^ían fal-
tos de consistenria y con las brácte^^s curvadas hacia ^ifuera.
Ocasionalmente poelrían aparecer mosaicos (figura 13).
Mutaciones
El tercero de los fen6menos es la aparición de plantas mutadas,
particularmente I^^s denominadas «c^u-deras» o«cuaresmeras». Una
de las principales caracte^^ísticas de estas plantas mutaclas es que su
49
hoja de brotación es hendida en lugar de la típica h^ja entera de
«Blanca de Tudela». Otra es que se produce una not^tble pérdida de
precocidad. Este hecho es el que podría Ilevar a conl'undir las plantas
«carderas» con plantas altamente virosadas o faltas de vernalización.
Los clones carderos también pueden resultar infectados por virus,
produciéndose una reducción adicional en la precocidad y el rendi-
miento. En ningún caso, ya consideremos clones normales, o ya sean
carderos, hemos observado que la infección por virus produjera cam-
bios morfolóQicos importantes en el aspecto de la planta.
3.9. ORIFICIO APICAL
El orificio ^lpical de los capítulos es un fienómeno que se observa
en diversas variedades de alcachofa (figura 17), provocando enve ^--
decimiento de las brácteas internas y la consecuente pérdida de cali-
dad. En la zona del Valle del Ebro este accidente aparece claramente
ligado a la climatolo^^ía, ya que se muestra únicamente en los prime-
ros capítulos que aparecen al final del invierno, es decir, cuando se
recupera la producción tras las heladas.
Fi^^. 17.-OriPicio apical.
50
BIBLIOGRAFÍA
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Técnicas de Alcachofa. ITGA. Tudela: 142-148. 1966.
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51
PUBLICACIONES DEL
MINISTERIO DEAGRICULTURA PESCAYALIMENTACIÓN
SECRETARIA GENERALTECNICA
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  • 1. PLAGAS, ENFERMEDADESY ACCIDENTES DE LA ALCACHOFA RAMIRO GIL ORTEGA Servicio de Investigación Agroalimentaria. D.G.A. 50080 ZARAGOZA MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCAY ALIMENTACIÓN SECRETARÍA GENERAL TÉCNiCA
  • 2. ÍNDICE 1. Parásitos animales ............................................................... 3 1.1. Lepidópteros ................................................................ 4 1.2. Afidos .......................................................................... 12 1.3. Coleópteros .................................................................. 15 1.4. Dípteros ....................................................................... 18 1.5. Otros parásitos animales .............................................. 18 2. Enfermedades ...................................................................... 23 2.1. Enfermedades producidas por hongos ......................... 23 2.2. Enfermedades producidas por bacterias ...................... 34 2.3. Enfermedades producidas por virus ............................ 37 3. Accidentes ........................................................................... 42 Bibliografía ............................................................................... 51 2
  • 3. PLAGAS, ENFERMEDADES Y ACCIDENTES DE LA ALCACHOFA La presente hoja divulgadora es contin^^ación y complemento de otra anterior titulada «El cultivo de la alcachofa. Variedades de semi- Ila», núm. 2097, en la que se trataba no sólo del c^^ ltivo, sino q^^e se establecía la importanci^^ del mismo, se poní^n al día los conoci- mientos sobre el desarrollo y propagación de la especie, repasando los tipos va^-ietales, incluyendo las nuevas variedades de multiplica- ción por semilla. Dicha publicación finalizaba comentando diversos aspectos relativos a poscosecha y comercialización. Por tanto. que- daba pendienCe de tratar las plagas, errFermedades y acciclentes del cultivo, que son el objeto de esta hoj^. En ella se van repasando todas las patologías de la especie, dando mayor relevancia a aquéllas que se consideran más importantes en España. Se pretende que sea una publicación de tipo eminentemente práctico> por lo que se ha dado mayor importancia a la descripción de daños junto con los medios de luch^i, pero sin dejar de trata^- aquellos aspectos de^ la biología q^ie ay^^den a entender el control de la patología co ^-responcliente. P^l^^a el completo entendimiento de algunos aspectos de la presente hoja reco- mendamos ac^^dir a la hoja divL^lgadora previa que nos facilit^^rá la información compleinentaria neces^^ria. 1. PARÁSITOS ANIMALES Las plagas que atacan a la alcahofa son en conjunto cerca de u ^^ centena^^, pero sólo algunas de ellas pueden considerarse importantes en el cultivo. Para la búsqueda del parásito animal causante de daños sobre alcachofa hemos preparado el cuadro 1. ^
  • 4. Cuadro 1. Parte de la planta de alcachofa con daños y posibles parásitos animales causantes de los mismos Zona afectada' Parásitos animales Base del tallo y raíz Rosquillas negras (Prodenia) y grises (en brotes jóvenes), Hydroecia, ratones de campo, pulgones de raíz. Tallos Barrenador o taladro (Hydroecia), pulgones. Hojas Pulgones, rosquillas, polilla (Depressaria), Hydroecia, Vanesa, Altica (Sphaeroderma), Apion, Cásida, Submarino (Agromyza), caracoles, babosas. Capítulos Polilla (Depressaria), Rosquillas grises (Agrotis), Hydroecia, pulgones. Semillas Mosca (Terellia), gorgojo (Larymus), Lasioderma. ' Cuando un parásito puede afectar a diversas zonas de la planta, se señala en negrita la más frecuente. 1.1. LEPIDÓPTEi^OS 1.1.1. Barrenador o taladro de la alcachofa (Hydroecia xanthenes Germ. = Gortyna xanthenes Germ.) El barrenador o taladro, la plaga fnás importante de la alcacho- fa, es un noctuido con una sola generación por año. Las mariposas, de color amarillento con manchas oscuras, que pueden alcanzar una envergadura de hasta 6 cm, vuelan en octubre-noviembre, haciendo la puesta 10 a 15 días después sobre los tallos o el envés de las hojas. Cada hembra puede llegar a poner 500 huevos, que pueden aparecer en grupos de hasta un centenar en forma de rosario, ^ene- ralmente en la base de la planta, en las axilas de las hojas m^s vie- jas ya secas. La incubación suele durar algo más de un mes. lnverna en estado de huevo o en los primeros estados larvales. Las oru^as, de color amarillento, con la cabeza marrón, y que pueden llegar a 4
  • 5. ^c alcanzar hasta 5 cm de longitud, aparecen escalonadamente entre diciembre y febrero, comienzan mordisqueando las hojas, para penetrar después en las nerviaciones y luego en el tallo, donde pasan la mayor parte de su vida, alimentándose de él al mismo tiem- po que abren agujeros de aireación. A través del tallo pueden pene- trar en el capítulo. A medida que envejecen van descendiendo por el tallo hasta alcanzar la base, donde escavan una celda de empu- pamiento con orificio de salida para el adulto. Crisalida a lo largo de todo el verano, apareciendo rápidamente los nuevos adultos, que se aparean en el otoño. Daños Los daños más importantes son causados por las larvas qLie per- foran galerías en los tallos (figura ]), nerviaciones foliares y capítu- los. A1 dañar también las zuecas y sus yemas, afectan indirectamente a la producción del año siguiente. La gravedad de los daños directos es mayor cuando coincide la mayor ^ctividad larval con la produc- ción comercial de los capítulos, lo que es bastante frecuente. Fig. 1.-Galería producida por el barrenador o taladro. 5
  • 6. Medios de lucha L^^s medios cle I^^cha podríamos dividirlos en culturales, quími- cos, mecániros y biológicos. Una labor cultural recomendada es pasar el ^-otwator a las plantaciones ^^fectadas inmediatamente des- pués de la última ^-ecolección, con lo que se eliminarían las orugas y pupas presentes en tall^^s y basc ctc la planta. La labor debe ser superficial, p^u^a evitar dañar las yemas basales yue han de dar lugar a la próxima cosecha. Etite tipo de p^áctica tnmbién tiene sus incon- venientes, com^^ rotura de raíces superficiales y contribución a la difusi^>n de las virosis. Otra práctic^^ cultural interesante es realizar un cultivo anual cie la alcachofa, que rompe el ciclo del parásito si se eliminan las iuecas afectadas. L^^s intervenciones yuímicas podrían plantearse, bien en la fase de adult^^s, bien en la fase la ^-val. La presencia masiva de adultos en un periodo relativame ^^te restringido permite ent ^-ever una posibili- dad de control en ese momcnto, para i ^npedi ^- yue las hembras sean fecu ^^dadas. Ello se conseguiría no s61o por medios químicos, sino también po^- otro^ método^ como, por ejemplo, la lucha por confu- sión, mediante la utilizaciGn de fe ^-omonas sexuales. El c^>ntrol yuímico de las la ^-vas es el método más efiectivo. Debe circuncribirse a las más jóvenes, y^^ que, al no habe ^- penetra- do en ne^-vios y tallos, son más accesibles a la acción del insectici- da. En la may^^r parte de las regiones alcachoferas, las estaciones fitopatológicas de avisos suelen vigilar la eclosión de los huevos, recomendando a los a^^ricultores el momento más oport^^no pa^-a tratar. EI insecticida que se utilice debe ^ene ^- una buena acción de con- tacto. Si se sospechase que las larvas ya no están en la superficie de la planta, el insecticicla debe tener, además, buena acción de penetración. Lc^s insecticiclas recomendados son fosforados (acefa- to, cl^>pi ^-ifos, di^^^inon (también tiene etiecto acaricida y anti trips), fenih-otion, profenofos (también tiene efecto acaricida), quinal- fos, etc.) y piretroides (alf^a cipermeU^ina, cipermetrina, deltan^etri- na, flucitrinato, lambda-cihalotrin (también tiene efecto acaricida), permetrina, ta^^ fluvalinat^^, etc.). Como los tratamientos pueden coincidi ^- con épocas de cosecha, es muy importante tener en cuen- ta los plazos de seguridad de los petticidas utilizados. Las caracte- rísticas de aquellos que puedcn ser utilizados con plazos máximos de se^uridad de siete días se resumen en el c^ ^adro 2. 6
  • 7. Cuadro 2. Características de los insecticidas para el tratamiento del barrenador o taladro con plazos máximos de seguridad de siete días (Esparza, 1996) i tiM t % Plazo de Toxico- íl Peligrosidad sobre fauna útil er va ( )a a ac segur. (días) og a Pseudovipio, Allothrobium Orius Chrysopa, Sírfidos Alfacipermetrín (10) 2 Xn AC a a a Bifentrín (10) 3 Xn AC m-a a m Cipermetrín (10) 4 Xn AC m-a a a Deltametrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a Esfenvalerato (2,5) 3 Xn BC a a a Flucitrinato (10) 3 Xn AC a a b-a Fosalone (30) 7 Xn BC m m b-m Lambda cihalotrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a Metilclorpirifós (50) 5 Xn BC a-m a m Permetrín (25) 7 Xn AC m-a a a Taufluvalinato (24) 7 Xn AC b-a a b-m a=alta, m=media, b=baja. Como medio de control mecánico cabe señ^ilar la posibilidad de seleccionar las zuecas, evitando utilizar aquellas que estén infcctadas por el noctuido. En cualquier caso, es recomendable la desinfecrión de las zuecas antes de la plantación. Para ell<^, se stul^er^^^cn en un caldo insecticida al 2-3 por 1.000 durante 10-15 minute^s. 1.1.2. Polilla de la alcachofa (Depressaria erinaceella Stgr.) D. c ri^u^cec^l/c^ tiene una sol^t generación por año. Desde fin^tles ^ie a^osto hasta primeros de noviembre las mariposas, de color pardo amarillento, con las alas anteriores de color térreo oscuro y las pos- teriores blanquecinas y que pueden medir hasta 1,5 cm de largo, hacen las puestas de huevos, unos 100 a 150 por hembra, tt lo largo del nervio central o en el envé^s de las hojns. Son de r^^l^^r anaranjad^^ 7
  • 8. y aparecen en grupos de 15 a 30 unidades Su incubación dura alre- dedor de un mes. Las or^igas, de un tamaño máximo de 2 cm de ]on- gitud, son de color verdoso, con la cabeza y el protórax más o menos negruzco, son visibles desde últimos de septiembre hasta noviembre, o más tarde si el otoño es benigno. Es el momento en el que penetra en capítulos o, en su ausencia, en nerviaciones de hojas. El insecto entra en letargo invernal y no se le vuelve a ver hasta el final del invierno o principios de la primavera. La oruga abandona el capítulo y se dirige al suelo, donde se envuelve en una especie de capullo construido con seda y partículas térreas. Crisalida en 20-30 días. Las mariposas aparecen en junio y suelen vivir ocultas en el suelo, en dia- pasusia reproductiva, hasta su apareamiento, que se produce entre septiembre y octubre. Daños Las larvas suelen atacar directamente a los capítulos o, si éstos no están presentes, abren una galeria de longitud variable en el inte- rior del nervio principal de la hoja. En los capitulos se nutre de las brácteas más tiernas y del receptáculo. Medios de lucha Para el control de esta plaga es muy importante actuar antes de que las oi-ugas penetren en las nerviaciones de las hojas o en los capí- tulos, lo que permite utilizar insecticidas de baja toxicidad y con cor- tos plazos de seguridad. La utilización de insecticidas de fuerte pene- tración, generalmente los mismos fosforados y piretroides ya citados para el barrenador, sólo debe considerarse cuando no se han podido realizar los tratamientos en el momento oportuno, cuando no existe producción otoñal y, en todo caso, respetando los plazos de seguridad de los plaguicidas. De todas formas, los tratamientos químicos con- tra el taladro suelen tener también acción sobre las larvas invernantes de la polilla, que de esta forma puede ver frenado su desarrollo sin que lleguemos a percibirlo. Una forma mecánica de luchar contra esta plaga consiste en aler- tar a las personas que cosechan los capítulos para que separen aque- llos atacados, fácilmente reconocibles, que deberán ser destruidos inmediatamente. 8
  • 9. 1.1.3. Orugas del suelo Rosquillas grises Dent^-o de las rosquillas grises, también conocidas como gusanos grises, t^-ozadores o dormidores, pueden incluirse dive ^-sas especies de noctuidos como son: Agrotis segetuN^ D. & S., Agrotis ipsilor^ Hfn., Trigono^^hora nieticulosa L., Peridromcr saucia, Mvthinrnn urri- pirr^cta Hw., Mythimr^a vite/linn Hb, Agrochola lychnidis D. & S., etc. En Esp^^ña, la especie más importante es, probablemente, A. sc^gerurn (= Scotia segetum). Este insecto está p^-esente en el campo la mayor parte del año. En el estado de larva reciben el nombre de rosqL ^illas grises a causa de s^^ aspecto enroscado y coloración gris. Su forma es cilín- drica, pudiendo alcanzar una longitud de hasta 5 cm. Las crisálidas Cienen ^^n color rojo osc^^ro o amarillento y ^in tamaño aproximado de 2 cm. Suelen estar en el suelo, envueltas en una especie de celda de tie^-ra. Los adultos tienen 3 a 6 cm de envergadura alar y tienen un aspecto g^^is blanquecino. Éstos colocan los huevos recubiertos de una sustancia viscosa en el envés de las hojas o en el suelo, al pie de las plantas. En climas templados esta especie suele tener una sola generación anual. Como todos los noctuidos, las larvas son lucífugas, por lo que durante el día sólo son activas en el interior del suelo, donde atacan al cuello cie las plantitas de numerosas especies de huerta. En el caso de la alcachofa, cuando atacan al nivel del suelo, lo hacen a los brotes jóvenes, por lo que puede resultar extraordina ^-ia- mente dañina en la brotación de verano. Sin embargo, los daños principales son sobre los capítulos y, cuando éstos no están presen- tes, sobre las hojas. Entre los capítulos, prefieren los más jóvenes, que pueden devorarlos completamente. Sobre los grandes, pe ^^etran I^ter^^1 o apicalmente para buscac los tejidos más tiernos. Rosquillas negras y verdes Se denomina rosquilla negra a la larva del noctuido Spodo^^tera littora[is (Bsd.) (= Spodoptera litura, Prodenicr litura L.,). Este insecto ataca a u^^a gran diversidad de cultivos si encuentra condi- ciones favorables para su propagación. Una especie próxima, Spodoptera exigua, conocida vulgarmente como gardama o rosqui- 9
  • 10. lla verde, también puede producir daños importantes sob ^-e los ct^lti- vos de alcachota. S. littora[is está presente en el campo la mayor parte del año, aun- q^^e más abund^ntemente a lo largo del vera ^^o. Como su nombre indica, sus larvas tienen la costumbre de em-oscarse, pero a diferen- cia de las rosq^^illas g^-ises o verdes, tienen una coloración negruzca. Pueden Ilegar a alcanzar longit^^des de hasta 45 mm. Sus daños se producen a nivel del cuello en los brotes jóveues, o bien en e] folla- je de brotes adultos. Medios de lucha Para controlar las orugas del sLielo se recomienda que la pulveri- aación del insecticida alcance el envés de las hojas de forma homo- génea. Se pueden utilizar piretroides (cipermetrina, deltaineh^ina, f7u- citrinato, lambda-cihalotrin, taufluvalinaCO, etc.), fosforados (acefato, clopirifos, diazinon, fenitroiion, profenofos, quinalfos, etc.) e insec- ticidas biológicos. También es recomendable el uso de cebos envene- nados, particularmente cuando las orugas son ya grandes. Estos cebos s^^elen esta^- constiCuidos po ^^ el insecticida, salvado y azuca^-. Se reco- mienda inclL^ir por cada 0,5 kg de insecticida, otro tanto de aaúcar y unos 10-12 kg de salvado, mezclándolo todo bien con 5-8 litros de agua. Esta meacla debe repartirse a voleo a razón de 25-50 kg/ha, preferentemente al atardecEr, para evitar que el sol la reseque. 1.1.4. Vanesa o parda de la alcachofa (Pyrameis cardui L.=Vanessa cardui L.) P. cnr^lui tiene dos generaciones anuales en las condiciones espa- ñolas de cultivo, aunque en condiciones óptitnas puede llegar a desa- rrollar hasta nueve generaciones por año. En España, las primei-as mariposas, m^^y vistosas, que p^^ede tener hasta 6 cm de envergadu- ra, aparecen en primavera, realizando las puestas en el envés de las hojas, a lo largo del nervio central, mediante huevos cilíndricos y de color verde claro que suelen aparecer aislados. En breve aparecen las larvas, erizadas de espinas (fig^^ra 2), de una longitud de hasta 4,5 cm, y q^^e cuando son jóvenes tienen la cabeza de color naranja y el resto del c^^eipo amarillo con manchas negras. En fases posteriores son de color gris amarillento con bandas longitudinales pardas y ama- rillas. Se alimentan de las partes más tiernas de las plantas. Cuando 10
  • 11. Fie. 2.-Oruea de vanesa. se desarrollan completamente, lo q^ ^e suele ser a las tres semanas, cri- s^^lidan dando una nueva gene ^^ación de rnariposas, que suele hacer la puesta en julio. La crisálida es muy c^^racterística, ya que pende cabe- ra abajo del env^s de las hojas, a las yue se adhiere por cl último seg- mento abdominal. Daños Se observan los daños fiundamentalmente en las hojas, donde las larvas roen hasta dejar solamente los nervios (figura 2). Sucede toclo tan rápido clue a veees da la imp^-esión de que se hubie ^-a produ- cido una imprevista e intensa defoliación. Medios de lucha Como insecticidas se pueden utilizar los mismos fosforados y piretroides que los ya citados para el barrenador. Sin embargo, en el caso de la vanesa no es exigible el poder de penetraci^ín del insecti- cida. 11
  • 12. 1.1.5. Otros lepidópteros Ocasionalmente se han citado sobre alcachofa ataques de otros lepidópteros, como Peridroma saucia (Hiibner) (gusano trozador jas- peado), Chrvsodeixis chalcites Esp. (medidor o bicho camello), Autograp/^a gamm^a L. (Plusia), Cossus cossus L., Heliothis (gusano verde) y Phlogophora. Las larvas del pirálida Ostrinia nubilalis Hb, insecto que en España ataca frecuentemente al maíz, también pueden producir ataques foliares (nervios centrales) sobre alcachofa. 1.2. ÁFIDOS Los pulgones que atacan a la alcachofa presentan un desarrollo óptimo a temperaturas relativamente bajas. Son Brachycaudus car- clcci (L.) y Aphis fabae (Scop.), que parasitan la parte aérea, y Protrarnn spp. y Tram^a spp., que atacan a las raíces. Otras especies yue también pueden afectar a la alcachofa son el pulgón verde del melocotonero (Mti^zus persicae ^Sulz.]), el pulbón verde de la alca- chofa (Capitophorus elaeagni ^del Guercio]) y Dysa^^his cvnarae (Theo.). En lo que concierne a los pulgones de los géneros Protramci y Trama, según Sala y Carpintero (1967) pueden atacar a las raíces de la alcachofa, dificultando su desarrollo. La repetición del cultivo puede agravar el problema. El control de los pulgones de raíz requie- re la aplicación de insecticidas sistémicos de acción descendente si se apliean al follaje, o bien, si su acción es ascendente, cabría la posibi- lidad de aplicarlos en el agua de riego. 1.2.1. Pulgón verde del cardo (Brachycaudus cardui [L.]) El pulgón verde; del cardo es una especie cosmopolita que se dis- tribuye tanto por las zonas cálid^s como por las templadas. Las hem- bras ápteras son de color verde oliváceo, apareciendo muy temprano en primavera, causando daños durante toda la estación y posterior- mente en el otoño. Se desarrolla sobre la cara inferior de las hojas de alcachofa y preferentemente en la base del capítulo, formando colo- nias muy densas que causan retrasos de desarrollo, así como enrolla- miento longitudinal y marchitez de las hojas. 12
  • 13. 1.2.2. Pulgón negro de las habas (Aphis fabae [Scop.]) Al igual que el anterior, el pulgón negro de las habas o de la remo- lacha es una especie que se distribuye tanto por las zonas cálidas como por las templadas. Es polífago, con gran capacidad de adapta- ción y de multiplicación, aunque menos dañiño que el anterior sobre alcachofa. Puede afectar primeramente a las hojas y en segundo lugar a los capítulos (figura 3). En primavei^a eclosionan los huevos y posteriormente emigran las hembras aladas, que son dispersadas ftindamentalmente por el viento. Los ciclos de desarrollo suelen durar una semana a 25° C. Fuera del intervalo témico de 20-30° C su multiplicación es muy lenta o difícil. Los adultos son de color negro mate. Las larvas son de color verdoso, mientras que posteriorinente se muestran más oscuras. Los huevos, de forma oval alargada, son de color negro brillante. Fig. 3.-Colonia de pulgones en base de capítulo. 13
  • 14. 1.2.3. Daños de los pulgones Los daños directos causan debilitamiento de la planta y retrasos de desarrollo. Como transmisores de virus (ver apartado 2.3), los pulgones juegan también un papel indirecto en la sanidad de las plantaciorres. Ahora bien, desde el mo ^^^ento que la principal vía dc multiplicación de la alcahofa es la vegetativa, la transmisión de las virosis está más asegurad^l por esta vía que por la de los áfidos. En el caso de variedades de multiplicación po ^- semilla, al partir de material de plantación natw^almente libre de virl^ s, el papel de los áfidos en la sanidad de los cultivos de alcachofa pod ^-ía ser mtís importante. Otro daño indirecto de los p^il^ones es la denominada «ne^rilla» o«fumagina». Ésta se produce por el desarrollo de hongos sobre la melaza que segreg^^n las larvas. 1.2.4. Medios de lucha contra pulgones Los trata^t^ientos químicos de los pul^ones suelen hacerse más necesacios en primavera y otoño. Se aconseja tratar a partir de la pre- sencia de ]0 pul^ones verdes por hoja o de 1 pul^ón negro/ho_ja. Los insecticidas recomendados son los especificados en el cuadro 3. Cuadro 3. Insecticidas utilizables en el control de los pulgones (Pedén, 1996) Materia activa Plazo de seguridad (días) Familia química Etiofencarb 7 C (S) Deltametrina 2 P Ometoato 14 OF (S) Heptenofos 3 OF (S) Acefato 14 OF (S) Pirimicarb 7 C Endosulfán 15 OF Metilparatión 15 OF C=carbonato; OF=organofosforado; P=piretroide; S=sistémico. 14
  • 15. 1.3. COLEÓPTEROS Enh-e loti coleópteros que atacan a la alcachofa debemos citar como más importantes las especies Sphue^^odc i-mrr r^^hichnn Gr^ells, A^^iun c•urduoi^^.^m Kirb. y Cnssidn clc^ff'l^^rutu Suffr., que estudiaremos en detalle m^is aclelante. También han sido citados con^o plagas de la alcachof^a cl cris^>mélido Timarchu ^^ii^^c^luiclc^s H. Sch^iff., los curcu- IiGnid<^s O/io^-r-f^ti^r^cus cribi^icol/is Gyll. y C/c^nnr^.c piger Scop., el cscurabcido Pe^^todon ^^^rnct^rtus L., el elatérido A,^^r^iotcs y los melón- tidos Ann.rru, Melo/nr7thu yArnphir^^allon. 1.3.1. Altica o pulguilla de la alcachofa (Sphaeroderma rubidum Gr^ells, o bien, Sphaeroderma testaceum Fabr.) Este insect^^ es un pequeño escarabajo semiesférico. de 3 a 4 mm de lar^^o, cle color amarillo rojizo brillante, yuc suele dar grandes sal- ros, y a>n una sola ^eneración anual. Sus adultos sucaen aparecer en masa sobre los cultivos alrededor del mes de octubre, royendo supe ^-- ficialmente cl parénquima foliar. Tras el apareamiento, ponen los h^^evos tiob^-e los ne^-vios de las hojas más tiernas, en una especie de agujero prcparado al efecto. Las larvas, de color blanc^^ amarillento, con I^^ cabera y patas mar^°ones, pueden alcanrar hasta 7 mm, pene- C^and^^ en las nerviaciones para pasar después cntre las dos epidermis de 1^^ hoja. En diciembre se dejan caer sobrc el suelo, enterrándose para invernar. Llegada la primavera se transforman en ninfa, pudien- d^^ en esa época aparecer ya los primeros adultos. Después de una diapausia estival, los adultos reinici^^n el vuelo, realizand^^ los aco- plamientos. Daños Suelen se^- mí^s importantes los daños causados po ^- las la^-vas que por I<^s adultos. Éstos suelen roer la superficie^ de la hoja sin lleg^u- a pert^orarla. Las larvas escavan galerías sinuosas y de dimensiones cada vez mayores entre las dos epidermis de la ho,ja. En caso de f^^erte infestación, el ataque puede interesar toda la superficie foliar, yue tc^•mina secándose. En casos g ^•avcs puede provocar el marchita- miento de la planta. 15
  • 16. 1.3.2. Apión de la alcachofa (Apion carduorum Kirb.) EI escarabajo, de un tamaño que varía entre 2 y 4 mm, es de color azul oscuro, más negruzco en el dorso, pero siempre brillante. Su cabeza se prolonga formando un pico largo arqueado hacia abajo. Inverna en estado adulto. Durante 1a primavera la hembra efectúa la puesta en pequeños orificios excavados al efecto, generalmente en el peciolo y el nervio principal de la hoja. Las larvas, cilíndricas, cur- vadas, de color blanco amarillento y desprovistas de patas, de hasta 5 mm, labran galerías en los peciolos y nerviaciones de las hojas, donde se transforman en ninfa. Los primeros adultos suelen salir de la celda ninfal al final de la primavera. Posee una sola generación anual. Daños Las larvas labran galerías en los peciolos y nerviaciones principa- les de las hojas y en las de los pedúnculos florales. Éstos también pueden llegar a ser roídos superficialmente. Así, se puede observai° tanto el amarilleamiento y marchitamiento de las hojas afectadas, síntoma más característico, como la alteración del desarrollo de los capítulos, que no pueden ser comercializados. Los adultos causan daños menos evidentes, consistentes en el erosionamiento o agujerea- miento de las hojas al alimentarse de las mismas. 1.3.3. Cásida de la alcachofa (Cassida defflorafa Suffr.) Este insecto tiene la forma de una pequeña tortuga. Alcanza 6 a 7 mm de largo y su color es negruzco en la primera generación y verde claro en la segunda y definitiva. Pasa el invierno en estado adulto. En primavera ataca las hojas, realizando la puesta en el envés de las mismas en grupos de, aproximadamente, una docena de huevos. Las larvas son de color verde pardo, de forma ovalada y aplanada. Poseen apéndices rodeados de espinas y dos salientes lar- gos del último segmento que constituyen una horquilla. El ano está situado encima de ella, con la que retiene los excrementos forman- do una masa gelatinosa con la cual se protegen. Se alimentan tam- bién de las hojas, pasando a ninfas un mes después de su nacimien- to. A principios del verano se observan las larvas de la segunda generación. 16
  • 17. Fig. 4.-Adultos y larvas de cásida alimentándose sobre hoja. Daños La cásida es un crisomélido cuyos ataques suelen ser más corrien- tes en las zonas de cultivo del interior peninsular que en las de la costa mediterránea. Los daños son producidos sobre las hojas, tanto por los adultos como por las larvas (figura 4), yue se alimentan de ellas. Los adultos producen peyueñas pero numerosas mordeduras de contornos angulosos yue Ilegan a atravesar el limbo, mientras yue las larvas se alimentan fundamentalmente de la epidermis, es decir, sin atravesar el limbo. 1.3.4. Medios de lucha contra los coleópteros Un buen método preventivo consiste en eliminar las malas hierbas presentes en el cultivo, así como las yue se encuentran en las inme- diaciones. En cualquier caso, el control químico es el método más utilizado. Se pueden utilizar piretroides además de otras materias activas, como acefato, alfacipermetrín, bifentrín, cipermetrín, diazi- nón, fenitrotión, etc. 17
  • 18. 1.4. DÍPTEROS 1.4.1. Submarino o minador de la alcachofa (Agromyza) El submarino de la alcachofa tiene unas tres ge^neraciones anuales. Los primeros adultos, unas mosquitas de 3-4 mm, de color ne^ro, con el cuello fino y de color gris, aparecen en primavera y hacen las pues- tas en peq^^eñas hendiduras que practican en la epidermis, junto a las nerviaciones, en el envés de las hojas. Las larvas, de hasta 7 inm de longitud, de color blanco, cilíndricas, finas y ^nuy curvadas, practican galerías entre las dos epider^nis, donde viven. Para pasar a ninfas se dejan caer al suelo y se entierran, volviendo a salir unos meses más tarde. Los daños son causados por las larvas, denominadas submarinos por la propiedad que tienen de abrir galerías cortas y rectilíneas en las nerviaciones o el parénquima foliar. Se deben r^tiliz^r insecticidas sistémicos o de acción penetrante para Ilegar hasta las larvas en el interior de las hojas. Uno de los más recomendables podría ser el fosforado acefato. 1.5. OTROS PARÁSITOS ANIMALES 1.5.1. Trips de las flores (Frankliniella occidentalis Pergande) Los trips, aunque puede afectar a la alcachofa, no constituyen una plaga importante. Su consideración ac^uí se debe a que es el vector más eficaz a la hora de transmitir el virus del bronceado del tomate (TSW V ). Los adultos, de forma alargada cilíndrica terminada en punta, ^^n tamaño reducido, de I a I,5 mm, y un color marrón que les hace pasar inadvertidos, vuelan en busca de las flores, alimentándose preferen- temente del polen. Por esta razón. al no Ilegar el cultivo comercial de la alcachofa a esta fase y no ser visitado por los trips, la incidencia de la plaga y la consecuente enfermedad del TSWV resulta pequeña sobre la alcachofa. Las temperat^^ras más favorables para su desarrollo son las próxi- mas a 20° C, pero a 15° C también puede desarrollarse, por lo que, al aire libre, suele estar presente en todas las épocas del año excepto el invierno. 18
  • 19. Las est^ategias de control de trips están íntimamente ligadas al hecho de yue son vectores de virus. Por ello recomendamos t^tmbién tener en cuenta el apart^^do 2.3. I. EI principal método de control son los tratamientos químicos. Al ser los trips insectos picadores chupa- dores, utilizaremos productos que tengan buena acción por contacto o sistzmica. Como se sitúan en lu;^ares muy protegidos de la planta, es convenientc mojar bien ésta. También es recomendable utilirar alternativ^^mente insecticidas con diferente modo de acción p^^ra evi- tar la aparición de resistencias. Entre las materias activas más corrientemente utilizadas destacan algunos piretroides, como ciper- meh^ín, cit'ulh-ín, bifentrín, deltamentrín, etc.: organosfosforados, comu malati<ín, fenitrotión, naled, clorpirifós, etc.; carbama^os, como formetan^^to, metioc^irb, etc., o de otras familias, como avermectina o acrinatrín. Otras mate ^°ias activas polivalentes, aunc^ue con menor efi- cacia específica, cc^mo el fosforado diazinon y el carbamato propo- xur, pueden ser también introducidas ^n las rotaciones de tratamien- tos. En cualq^^ ier caso, la elección se restringirá a aquellos productos au[^^riz^^dos sohrc alcachofia. 1.5.2. Arácnidos Los ataques de arácnidos no son corrientes en alcachofa, siendo muchas veces controlados i ^^directamente con ot^os tratamientos pesti- cidas. Así, los insecticidas fosforados diazinon y profenofos y los pire- troides tlucitrinato y tau Fluvalinato, todos ellos co^rientemente utiliza- dos en alcachofa, tienen acción acaricida. Las especies más corrientes en alcahofa s^n Tc^t^^cmrrln^.c tc^luriu.l y Br_^^ohia pruc:tiosu Koch. Estas especies prefieren colonizar las zonas próximas a las venas. 1.5.3. Nemátodos Los problenu^s i^emate^lógicos en alcachofa se pueden clasificar en tres: nemátode^^ trans ^l^isores de virus, ne ^nátodos formadores cle nGdul ^^s y nemátodos endoparásitos. Los dos primeros gr^ ^poti n<^ parecen importantes en España. Entre los nemát<^dos endoparásitos se encuentran clive ^sas es^e- cies del género Pruwlenc•h ^^s. Se dcscriben como síntom^^s la presen- cia en la parccla de rodales de plantas con la vegetación reducida y retrasada. A nivel de r^^íz puede obse ^-varse necrosis. Como métc^- dos de control se señalan los siguientes: 19
  • 20. • Procurar para las plantas buenas condicones de vegetación, es decir, suelos sanos, fértiles y de pH neutro. • Desinfectar el suelo antes del transplante. • Cultivar durante al menos tres meses Tagetes patula (clavel de la India), planta de acción nematicida menos eostosa y más eco- lógica que la geodesinfección química. Se debe controlar la importación de material vegetal afectado por virosis transmisibles par nemátodos o infestado con nemátodos pató- genos c^omo Meloidogyne chitwoodi o M. hapla. Estas especies no están presentes en España y, por sus bajas exigencias térmicas, po- drían desarrollarse durante la época de cultivo invernal de la alca- chofa. 1.5.4. Moluscos: caracoles y babosas Entre los moluscos gasterópodos, atacan a la alcachofa diversas especies pertenecientes tanto a la familia helícidae (con concha, cara- coles) como a la de los limacidue (con un pequeño rudimento de con- cha, babosas). Estos gasterópodos salen fuera de sus escondites al final del invierno, llegando a]as plantas de alcachofa, donde roen hojas (figu- ra 5) y capítulos, hasta la llegada de los calores estivales, cuando se aletargan. Este letargo lo interrumpen temporalmente con la presen- cia de humedad, ya sea por lluvia u otros motivos. En cualquier caso, se activan de nuevo en otoño, permaneciendo así hasta los primeros fríos invernales. Entonces se hunden en el suelo, colocándose con la abertura hacia an^iba. Debido a su preferencia por la humedad, estos moluscos son prin- cipalmente activos durante la mañana, por la tarde y por la noche. Realizan varias puestas a lo largo del año, generalmente en grupos de 60-90 huevos, que depositan en un nido cilíndrico de pared lisa prac- ticado en el suelo a muy poca profundidad. Estos nidos suelen estar localirados en lugares frescos y umbríos. La incubación dura alrede- dor de un mes y los nuevos individuos no se reproducen hasta pasa- do un año. En los alcachofares dañan las hojas, tallos y capítulos. Las hojas son perforadas, dejando las típicas manchas de secreción mucosa pla- teada y brillante. Las lesiones pueden favorecer la proliferación de algunas enfermedades. Sobre los capítulos producen erosiones de las 20
  • 21. Fig. 5.-Perforaciones producidas por caracoles. brácteas exteriores. Estas lesiones se oscurecen posteriormente, dán- dole a la alcachofa una apariencia indeseable. Las medidas de control más frecuentes consisten en la aplicación de cebos o tratamientos. Como producto más efectivo hay que reco- mendar el metaldehído, pero se conocen otros muchos, como metio- carb, caldo bordelés, sevin, isolano, sulfato de hierro, etc. El metal- dehído puede pulverizarse, o bien emplearse en forma de cebos con harina de trigo o salvado y agua (para las proporciones y dosis ver la preparación de cebos para las rosquillas). También se comercializa en forma de gránulos para esparcir a voleo. 21
  • 22. 1.5.5. Roedores Los daños procl^^cidos por los roedo^-es consisten en perforaciones en las raíces más carnosas, de donde pasan internamente al c^iello, causancio el desprendimiento de la yema apicaL Las plantas inicial- ^nente afectadas se suelen encontrar en los lí^nites de la parcela de cultivo (figura 6), junto a ribazos donde viven los roedores. Las plan- tas afectadas pierden vigor frente a las sanas y muestran falta de agua mediante un cambio de coloración en el follaje. Posterior- mente se observa el desprendimiento de la yema apical y el mar- chitamiento definitivo. Pi^. 6.-Límite de parcela ^itacado por ratones. ^^
  • 23. Se reco ^niendan tratamientos con endosulfan a dosis altas. Así mismo, se puede recurrir a la introducción de fosfito de aluminio en las madriguecas, o a la colocación de tt-ampas con anticoagula ^^tes, como brodifacoum, bromadiolona, clorofacinona, difenacoum o flocoumafen. Pero no hay que descartar ot^-os tnedios de lucha, como la realización de cultivos anuales o la colocación en las par- celas de soportes, p^^ra que durante la noche sirvan de apoyo a las aves rapaces nocturnas para que mantenban controlada la població ^^ de roedores. También se recomienda el uso de perros ratoneros al efectuar los riegos. 2. ENFERMEDADES 2.1. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR HONGOS 2.1.1. Alternariosis (Alternaria spp.) La alternariosis no es un^^ enfermedad grave de la ^lcachofia. Como síntomas de la enfermedad se puede señalar la presencia de manchas oscuras y redondeadas sobre las hojas de mediana edad. EI honbo inverna, bien mediante conidios, bien tnediante restos mice- liares, sobre residuos vegetales. Las esporas de Alternarrca están pre- sentes, a través del aire, en todas partes. La temperatura óptima de crecimiento del hongo se encuentra entre 12 y 20° C. Sobre las aonas infectadas se vuelven a producir numerosos co^^idios que propagan la infección al ser trasmitidos por el viento, agua e insectos. Las altas h^unedades favorecen el desa^-rollo de la enfermedad. Si fuera nece- sario su control se recomienda 1^^ utilización de ditiocarbamatos (mancoceb, maneb, zineb, metiram, ziram, etc.). 2.1.2. Ascochitosis o roya de cabeza (Ascochyta cynarae Maffei) Ascoc/^wn es responsabilizada de podredumbres ocasionales par- donegruzcas, brill^ntes y húmedas, sob ^^e los capítulos. Requiere humedades altas y temperaturas bajas. Ascoch_vt^^ también p^^eden atacar, a^mc^ue con menos frecuencia, a tallos y hojas. Las manchas sobre los tallos son primero translúcidas y después negras, que se desecan poste^-iormente. Sin embarQo, lo m^^s típico son las mnnchas ^3
  • 24. sobre las brácteas, que se inician a partir de la parte más aguda, dese- cándola (figura 7). C^iando esas manchas son viejas, sobre ellas, en círculos concéntricos, es fácil observar con una l^ipa unos puntos pequeños, esféricos oscuros y brillantes, que son los picnidios, que a su vez contienen las esporas incoloras del hongo. Normalmente, las lesiones son más frecuentes en los ápices de las brácteas basales. A partir de ese punto, con tiempo húmedo y en plantas en crecimien- to rápido, se puede extender a la vez hacia el interior y la base, de tal forma que la enfermedad puede afectar a todo el capítulo. Otras veces los ataques de Ascochytu son la vía de entrada para otros agentes cau- santes de podredumbres blandas. Fig. 7.-Ascochitosis sobre capítulos. 24
  • 25. &Métodos de control Es difícil inCervenir contra A.1^c^^ch^^tc^ ^ma vez presente, debido a largo período de cosecha de los capítulos. Nuestra recomendacicín es realirar pulverizaciones con mar^eb, ^ineb, etc., hasta el momento de inicio de la cosecha en que se podría utilizar cimoxanilo, producto sistémico con un período de seguridad corto. 2.1.3. Mildiu (Bremia lactucae Regel) Sintomatológicamente puede ser ccmfundida con oidiopsis, pero a diferencia de éste, el mildiu requiere temperaturas i ^wernales benignas acompañadas de Iluvias o rocíos. Su temperatura ^ptima de crecimien- to es dc 15° C. Los conidios germinan pret^eriblemente entre 4 y 17° C, pero pueden hacerlo entre -3° y 31° C. En el caso del mildiu, se obser- van en la parte superior de las hojas inferiores grandes manchas de color pálido que pasan a amarillo, lue^o a pardorrojizo y terminan desecándose. Dichas manchas están ^eneralmente delimitadas por las peyueñas nerviaduras, y, en las faties iniciales, en condiciones de fuer- te h^une^iad, se corresponden con manchas blancas en el envés debidas a las I'ructificaciones del hongo. En caso de ataques graves, el conjun- to dcl follaje se puede desecar. En ]as brácteas de los capítulos los ata- ques son más raros y generalmente se inician en su cara interna. Cuando aparecen, se observa que las brácteas ^ifectadas to ^^^an un color pardo. Los ataques en los capítulos pueden resultar benignos, pero Ics predi^ponen para ataques de Ascoc%_^^tu o Botr^^tis d^^rante fases poste- riores, incluidas las de poscosecha. Métodos de contro/ Como técnica cultural preventiva se recomiendan los marcos de plantacibn amplios para facili^ar la aireación. Se aconsejan trat^u»icn- toti prcventivos con productos derivados del cobre, ditiocarbamatos (mancoceb, maneb, zineb, metiram, ziram, etc.) o ftalimidas. Cuando la enfennedad se haga presente es conveniente utilizar fungicidas sis- témicos de los grupos de fenilamidas (metalaxil, benalaxil, oxadixil, ofurace, etc.), fosfonados (fosetil-AI) y etilureas (cimoxamil). Se reco- mienda no abusar de estos productos sistémicos y, en todo caso, alter- nar en I^^s tratamientos los productos de grupos diferentes, para evit^u^ la aparición de cepas del hongo resistcntes a los mismos. 25
  • 26. 2.1.4. Oidiopsis (Leveillula taurica [Lev] Arn.) La oidiopsis, ceniza, sendra o blanqueta, es ^ina de las enfermeda- des más extendidas en alcachofia, pudiendo destruii- gran parte de la masa foliar, reduciendo la producción. La infección comienza en algunas hojas aisladas, extendiéndose con rapidez, si las condiciones son favorables, al resto de la planta, con la excepción de las hojas más jóvenes. Como quiera que es en el envés donde se observan los primeros síntomas (figura 8) y esa zona de la planta pasa mas inad- vertida, hay que estar atento si se quiere conU^olar la enfermedad en ^ii^a fase temprana. En el envés de las hojas se forma un micelio externo, gris blanquecino, muy abundante, que queda mezclado con la pilosidad propia de la planta. Es en el haz donde se obser- va^^ los síntomas más evidentes, es decir, manchas amarillas difu- sas que se necrosan por el centro. Todo ello produce senescencia prematura y caída de hojas. Con menos frecuencia también ataca a los capítulos. Fig. 8.-Manchas de oidiopsis en env^ti de h<ija. ? ^i
  • 27. Epidemiología Este hongo, que se conserva en los residuos vegetales de los cul- tivos precedentes y sobre otras plantas huéspedes cultivadas o no, se difunde mediante conidios. Éstos ge ^-minan dando 1'ilamentos mice- liares que penetcan por los estomas en el parénquima de las hojas. Loti mismos estomas facilitan la salid^ ^ de los conidiói'oros, produ- ciendo la eFloresecencia típica. Es, por tanto, a dif^rencia de otros oidios, un end^^parásito, lo que tiene importancia para cl t^atamiento químico del mismo. Es una enfenneciad típica de cli ^^^as cálidos, ya sean hí^ medos o tiecos, pero muy ra^-a en cli^nati t^^íos. Sus condiciones óptimas de desar^-ollo son 20° C y 70% de humedad ^^elativa. Sin embar^o, para la germinación de los conidios podrían ser necesaria^ humedades rel^^tivas todavía mayores. Las épocas más corriente^ dc su presencia son primavera y ot<mo. Métodos de control El azufre resulta tóxico para la alcachofa, por ello, deben utilizar- ^e oh^os productos preventivos de la enfiermedad, entre ellos el qui- nometionato y dinocap, añadiéndoles un mojante y procurando impregnar el envé^ dc las hoj^^s. Una vez instalada I^^ enfermedad y dado el carácter e ^^doparásito del agente causal, no yucda más reme- dio que rec^urir a productos sistémicos de los grupos de triazoles (pe^lconazol, triadimenol, tetr^^conazol, miclobutanil, hexaclonaze^l, ciproconazol), hidroxipirimidinas (fenarimol, nuarimol), piperacinas (triforina), piridinas (pirifenox), pirimidinas (bupirimato), etc. En el caso de los p^^oductos sisté^nicos, es reco ^nendable alternar aquellos c^uc pertenezcan a distinto grup^^ químico en los lrala ^nientos sucesi- vos, para evitar cl desarrollo de ccpas del hon^o resistent^s a los mis- m^^s. De los pre^ductos a ^-riba citados el que tiene el plazo de seQuri- dt^d más corto es el pirifenox. 2.1.5. Podredumbre gris o botritis (Botrytis cinerea Fr.) Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del capítulo. En poscosecha es cor^-iente que se inicien a partir de la zona de corte del receptáculo. Otras veces lo hacen a parti ^- de las ^^rietati en el ápice de las brárteas externas. De persistir las condicione^ favo ^-ables, los ^^
  • 28. capítulos se recubren de un polvillo blanco grisáceo. Entonces la enfermedad se propaga a la^ brácteas interiores y es fácil hallar entre las mismas los esclerocios negros y, a veces, frucCificacioncs conídi- cas características de ]a especie. En campo, en condiciones propicias, la en1'ermedad puede propa- garse desde la herida producida al cortar los capítulos, hacia abajo hasta alcanrar las ramas late^ales. En poscosecha la enfei-medad se evidencia eomo zonas deprimi- das sobre las brácteas externas y sobre el pedúnculo. En condi- ciones de humedad alta las dept^esiones son de color pardo o pardo rojizo, húmedas e inodoras. Los bordes aparecen bien definidos y aparentan esta^^ hinchados dc agua. En condiciones secas las lesiones tienen un color pardo oscuro, se muestran secas y consistentes y los bordes no aparecen embebidos en agua. Las lesiones por Bot^ytis se diferencian de las causadas por roces porque en las primeras la lesión penetra más profundamente. También se ha señalado que la comer- cialización de los capítulo^ con hojas adheridas al tallo hacen a las inflorescencias más susceptibles a los ataques deBotrytis^. Epidemiología E] hongo permanece en cl suelo y en los restos vegetales. En pre- sencia de altas humedades las esporas son transportadas por las corrientes de aire. Las heridas en la epidermis facilitan la inl^ección, pero también puede producirse sobre tejido sin heridas si está sufi- cientemente húmedo. Los tejidos debilitados por condiciones desfa- vorables también facilitan la infección. Las esporas se reproducen con temperaturas relativamente frías cn presencia de humedades superiores al 80°l0. Su óptimo se encuenh^a enh^e l8 y 2S° C, pero el hongo es acCivo por encima de 0° C. Métodos de control Dada la imposibilidad de intewenir en el campo sobre los facto- ^-es climáticos yue favorecen los ataques de Bon.^^tis, los métodos de control eficaces contra esta enfermedad son los químicos. Los h-ata- mientos con fungicidas específicos serán a base de dicarboximidas o antiesclerociales (vinclozolina, iprodiona, procimidona, clozolinato), sulfamidas (diclot7uanida) y benzimidazoles (benomilo, carbenda- ziin, metil-tiofanato). La aparición de cepas de B. cirzer^ec^ resistentes ^^
  • 29. a los fungicidas sistémicos obliga a la rotación de los fungicidas en el programa de tratamientos. En la fase de poscosecha es importante minimizar los daños sobre los capítulos, reducir los tiempos de transporte y mantener la hume- dad y temperatura bajas, preferiblemente entre 0° y 4° C. 2.1.6. Podredumbres de cuello y raíz En muchas ocasiones los agricultores comprueban que, una vez realizada la plantación estival de las estacas, éstas no brotan, o bien que, iniciada ésta, empiezan a aparcer brotes ^narchitos por podre- clumbres de cuello. Sobre las plantas afectadas es posible encontrar ^liversos hongos de suelo. En muchos casos los ataques se producen por el oportunismo de estos parásitos, que aprovechan el estado de debilidad de las plantas, debido a que inician la brotación de sus yemas sin tener un sistema radicular potente. Además, esto sucede en situación de maxima dificultad para la planta, es decir, con calor esti- val y con problemas de humedad, ya sea por defecto como por exce- so de riego. Los daños pueden verse^ agravados si los terrenos de plantación están seriamente infectados o euando la infección viene con el propio material de plantación. Los principales agentes causantes de estas podredumbres juveniles estivales son Rhizoctonin y Sclerotium, mientras que Sclerotinia, menos exigente en temperatura que los anteriores, atacaría en otoño y muchas veces sobre plantas ya afectadas por los ot ^-os dos agentes. Por lo demás, Scleroti^^m es más propio de terrenos de textura arenosa, mientras que Rhi;.octoniu prefiere los de textura arcillosa. En suelos ricos en materia orgánica puede aparecer Rose/lirria. Tan^bién se han señalado marchitamientos de plantas de alcachofa asociados a fenó- menos de asfixia radic^^lar debida a exceso de humedad producida por Iluvias abundantes, malos drenajes, campos mal nivelados, etc. Rhizoctonia solani R. salnni inicia su infección en ]as raicillas más jóvenes sobre las c^ue el micelio presenta, en su fase más adulta, los llamados rizomo ^•- fos, gruesas hifas de color marrón q^^e con la ayuda de una lupa se hacen visibles sobre los tejidos infectados. Las consecuencias de sus ataques son mayores en b^-otes jóvenes que en plantas bien esCableci- das, sobre las que la enfermedad produce una reducción del vigor que ^y
  • 30. muchas veces puede pasar inadvertida. Las infecciones con este hon^^o son favocecidas por temperaturas entre 20 y 30° C. Sclerotinia sclerofiorum Los síntomas de S. scle^otior^^m suelen consistir en enmoheci- mientos blancos que aparecen sobre el tallo y el cuello, fo^°^^ándose esclerocioti en el interior de los tallos, pudiendo Ilegar a producir la muerte de las pl^inCas. Tanibién han sido señalados at^iques aéreos de este hongo. Es decir, que el hongo, que se de^arrolla a nivel del suelo, puede afectar a c^ialquier parte de la planta en contacto con el mismo (figura 9). EI daño más coi^-iente es la podredumbre del tallo y de la Fig. 9.-Atayue de escle- rutinia en base ^e tall^^. ^^)
  • 31. raír. Tambi^n puede afectar a una sola rama de la planta y orasi^^nal- mente a los capítulos en poscosecha. Los esclerocios, compactos y ^^randes (2-15 mm), son inicialmente blancos, pero se tornan negros y duros (figura 9). Suelen ser más alargados y aplastados quc esféri- cos. Éstos, capaces de pervivir en el suelo durante tres años, consti- tuyen el o^^igcn de la enfermedad. Ésta se ve favorecid^^ por humed<^- des altas y temperaturns entre 21 y 25° C. Pero una vez se ha inicia- do, puede desarrollarse a temperaturas de hasta 0° C. Sclerotium rolfsii La enfermeclad producida por S. rolfsii se inicia e^n la base del tallo. Éste se recubre de un micelio albodonoso que, a veces, también se extiende al s^^elo alrede^ior de la base de la planta. Sob^-e el mice- lio se diferencian los esclerocios, redondos, blanquecinos, más tar^ie de color marrón oscuro, y del tamaño de un grano de mostara. Etit^; proceso se ve aco ^^^pañado de una m^lrchiCez de] brote afectado, lo yue generalmente es el primer síntoma observado por el agricultor. La enfermeclad producida por Scleroti^mi es típica de climas cáli- doti (su temperatur^ óptima de desarrollo es de 30 a 35° C) y h^^ me- cios, aunyue la expresión de los síntomas puede se ^^ mas severa duran- te los períodos ^ecos subsi^ruientes. Los suelos ácidos o fertilizado^ en exceso crn^ nitrógeno han sido señalados como favorecedores dc su clesarrollo. S^^Ic^^^otium posee una lar^a capacidad de supervivencia en los suelo^. Ello es ciebido, por un lado, a que es una esperic con un alto n^^ mero dc hospedantes; por otro, a su alta c^^pacidad saprofí- tica y, además, por la capacidad de supervivencia de los cscler^^ci^^s en condiciones poco favorables. Métodos de control La lucha c^^nU-a las podredurnbres cle cuello y raíz es bastante problemátict^, debido al carácter polífago de los patógenoti resp ^^n- sables y a s^^ elevada capacidad de superviviencia en el suel^^. Por cllo es más fácil c^^ntrolarl^^5 actua ^^do antes de q^^e los ^^taques se ^rodurctin. Dacla su exigcncia en elevadas hu ^uedades en el suelo, es impor- tante la realiiaci<ín de riegc^^ racionales, particularmente en los mcscs estivaleti. En este sentido, el riego localizado puede disminuir de f^^rnu^ clara los rie^gos. También es importante la realización de una 31
  • 32. buena alternativa que impida que en la misma parcela se cultiven demasiado frecuentemente alcachofas o especies próximas. Así mismo, es importante emplear material de plantación sano. Por ello es absolutamente necesario proceder a la desinfección del mismo mediante la inmersión durante 10 minutos en un caldo fungicida. En este sentido también puede ser efectivo un tratamiento posplantación, dirigiendo el pulverizador al cuello de la estaca o vía agua de riego. En suelos con abundante materia orgánica se previenen mejor los ata- ques de Rhizoctonia. Para Rhi^octonia los fungicidas recomendados son: PCNB (quin- toceno), iprodiona, clortalonil, carboxin, flutalonil, pencicuron, tria- dimefon y metiltiofanato. Para Sclerotium podemos utilizar carben- dazim, procimidona, dicloran, etc. El reparto de PCNB en forma de ^ránulos por toda la parcela también es una práctica recomendable. Para Sclerotinia disponemos de los fungicidas: captan, tiram, carben- dazim, vinclozolin, benomilo, procimidona, iprodiona, diclofluanida, clortalonil, etc. 2.1.7. Verticiliosis (Verticillium spp.) La importancia de la verticiliosis ha sido señalada especialmente tras la época de plantación. Entonces los ataques de Verticillium se originarían a partir del suelo infectado, actuando el hongo como saprofito o parásito de debilidad, como ya se explicó para los agen- tes causantes de las poderedumbres de cuello. Otra posibilidad sería que los esquejes de plantación vinieran infectados por el hongo. Sintomatología y daños La verticiliosis pasa muchas veces inadvertida por causar frecuen- ternente una leve reducción del vigor de la planta acompañada de una pérdida de turgencia. La enfermedad se extiende en manchas más o menos amplias, de acuerdo con la porción de suelo infectado por el hongo, que suele estar irregularmente dispuesto en la parcela. Las primeras manifestaciones se presentan en las hojas basales, sobre las que se observa marchitamiento, seguido de amarilleamiento y final- mente desecación. La desecación suele iniciarse en el borde del limbo (figura l0), pudiendo afectar a la lámina completa o a una mitad del mismo, a partir del nervio central. En hojas jóvenes puede observarse pérdida de turgencia y abarquillamiento que le hace mostrar el envés. ^2
  • 33. Fig. 10.-Desecación del borde del limbo por Verticillium. Las plantas afectadas muestran un tono grisáceo, alcanza^^ menos porCe y producen pocos capítulos y de ta ^maño reducido. Más raramente puede aparece^^ disi^netría en los capítulos de las plantas enfermas. Generalmente el anillo vascular de las hojas y tallos afectados se pre- senta marrón en todo o en parte de su perímeh-o. Sobre brotes jóvenes se puede Ilegar a producir el desecamiento completo del mismo. Más raramente se ha señalado la muerte de plantas adultas. Epidemiología Los microesclerocios de V. dahliae pueden sobrevivir en el suelo hasta 15 años. Pero la infección también puede iniciarse a partir del micelio presente en los residuos del cultivo precedente o en el mate- ^-ial de plantación. La infección se inicia en la raíz, directamente o a través de heridas, y puede permanecer inerte hasta que se dan las con- diciones adecuadas de temperatura para i ^^fectar, más o menos inte^^- samente, a los vasos de las hojas y del tallo. Por ello, una parcela infectada puede mostrarse como sana dura^7te períodos calurosos y empezar a most^-ar síntomas con una bajada de temperaturas. 33
  • 34. Métodos de control El control de la enfe^-medad se reduce a evitar material de planta- ción y parcelas contaminadas, ya que el contro] químico no es efec- tivo. Se ha señalado como una solución la rotación con cultivos no susceptibles, pero nuest^^a experiencia nos indica lo contrario. La uti- lización de densidades de plantación altas puede reducir ligeramente la incidencia de la enfermedad. Niveles altos de mate^-ia orgánica en el suelo (2GIo) también reducen los efectos del hongo. En regiones con altas temperaturas de verano y alta insolación, una técnica interesante para el co ^^trol de Verticilliurn es la inactiva- ción térmica del hongo vía solarizacibn del suelo. También es posible la desinfección qufir^ ica del suelo, aunc^ue su alto coste lo hace prohi- bitivo en el c^iltivo de la alcachofa. 2.1.8. Viruela (Ramularia cynarae Sacc.) El hongo Rurriialut-ra cvnurcic ataca a las hojas, produciendo lesiones pequeñas, irregulares y angulosas, al quedar delimitadas por las nerviaciones. Las manchas suelen ser de color gris y, en el centro de las mismas, es posible observar a simple vista un moho blanco en cl quc se encuentran las f'ructificaciones del hongo, incolo- ras y dispuestas en ramilletes. Aunque, raramente, las manchas pue- den invadir el conjunto del limbo y desecarlo. En ocasiones la enfier- medad afecta a las brácteas de los capítulos con manchas blanqueci- nas que los dep ^-ecian. Las concliciones de humedad alta y temperatu ^-a suave favorecen el desar^-ollo de la vi ^-uela. Es decir, esencialmente se produce en las mismas circunstancias q^^e la acochitosis, pero la viruela afecta prin- cipalmente al folla_je. En climas secos rai-a ^nente ataca a las hojas vie- jas, pero en clima hú ^nedo puede afectv- al conjunto de la planta. En caso de ser necesario recomendamos los mis ^nos tratamientos que para el mildiu. 2.2. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR BACTERIAS 2.2.1. Grasa (Xanthomonas sp.) Sobre las brácteas ai'ectadas por grasa apa ^-ecen unas manchas aceitosas de aspecto translúcido que, bien pasan a marrones, o bien, en tiempo húmedo, producen una exudación amarillenta. 34
  • 35. Cuando afectan a la base del capítulo, el tallo puede necrosarse par- cialmente, con lo q^^e al creeer el capítulo se curva dandc^ el aspecto de un cayado. Más raramente afecta a las hojas, generalmente en el envés a la altura de las nerviaciones, con síntomas parecidos a los de las brácteas. Epidemiología Se suelen producir después de heladas, particularmente cuando a las mismas sib^^en días cálidos con humedades altas. El desprendimiento de la epidermis de la bráctea (figura IS), consecuencia de la helada, facilita la entrada de la bacteria. que también puede penetrar por los estomas. Los ataques también pueden seguir a borrascas primaverales. Métodos de control Las mejores medidas de control son las culturales. Entre ellas podemos citar la elección de esquejes sanos, evitar las humedades altas en la parcela, procw-ando su aireaci^^n mediante marcos de plan- tación amplios y desarrollos moderac^os de la vegetación. En el mismo sentido, habría que evitar el riego por aspersión y las fiertili- zaciones excesivas con nitrógeno. La lucha química resulta muy difícil, ya que dado lo imprevisto de los ataques de ^rasa, cogen al a^ricultor por so^-presa y durante la cosecha hay que mantener los plazos de seguridad. Durante las pri- meras fases del cultivo es recomendable el tratamiento semanal con productos a base de cobre. Si tie sospechase que los esquejes pudie- ran venir infectados, se pu^de recurrir ^ ^ la desinfecci6n con antibib- ticos como la kasu^amicina. 2.2.2. Podredumbre bacteriana (Erwinia carotovora [Jones] Bergey et al, var. carotovora Dye) Los primeros síntomas visibles de la podredumb ^^e bacteriana sue- len ser los típicos de las podredumbres de cuello, es decir, un mar- chitamiento general de la planta (figura 1 I). Debajo del cuello puede observarse una podred^unbre blancla de la raíz, s^^bre todo en su parte med^^ lar. Los vasos aparecen pardos varios ce ^^tímetros por encima de la lesión. La planta suele reaccionar emitiendo nuevos bro- tes hasta su muerte. Otras veces, si las rondiciones yue favorecen la ^S
  • 36. Fig. I I.-Marchitamiento general por ataque de ErH^irric^. enfennedad desaparecen, algunos de estos brotes pueden establecer un crecimiento que nunca Ilega a ser normal. La infección se produ- ce normalmente en el aparato radical, pero eventualmente puede afectar a otras partes de la planta. Epidemiología La bacteria se mantiene en restos vegetales en el campo. Es trans- rnitida por ii^sectos, útiles de trabajo, manos y agua de riego. Pero su principal vía de entrada son las heridas. Por ello, en ocasiones ha sido señal^ida su estrecha correlación con heridas producidas por atayues de insectos. Una vez dentro de los tejidos, se multiplica con profusión en los espacios intercelulares, terminando por disolver las paredes de las células, invadiéndolas. Esta bacteria puede crecer en un rango muy amplio de temperatu- ras, entre 5 y 37° C, estando su óptimo en 22-27° C. No soporta tem- peraturas s^iperiores a 50° C. Como quiera que es el agua el principal vehículo de la bacteria, la enfermedad se manifiesta más intensamente durante períodos Ilu- 36
  • 37. viosos o tras riegos estivales abundantes. Se observa con frecuencia en terenos arcillosos, mal aireados, en el período de agosto a sep- tiembre, atenuándose gradualmente a medida que la temperatura desciende, parándose totalmente con los fríos invernal^s. Se obser- va más frecuentemente en plantaciones plurianuales, debido a que la poda de la pa^•te vieja de las plantas provoca heridas en las mis- mas que favorecen el desarrollo de la enfermedad con los primeros riegos estivales. Métodos de control El control de la pod^-edumbre bacteriana se basa casi exclusiva- mente en prácticas culturales y sanitarias de tipo preventivo, siendo muy parecidas a las utilizadas para las podredumbres fúngicas de cuello. En concreto se recomienda: • Utilizar rotaciones de cultivo con especies no sensibles a la enfermedad, en particular los cereales. • Utilizar esquejes provenientes de alcachofa ^^es no infectados. En Codo caso, desinfectarlos con productos a base de cobre. • Evitar humedades altas en las plantaciones, favoreciendo el dre- naje de los suelos y utilizando marcos de plantación que favorezcan la ventilación del cultivo. • Combatir los insectos responsables de lesiones mecánicas en las raíces. • También es recomendable cualquier tratamiento que favarezca el endurecimiento de los tejidos, ya sea mediante la reducción de los aportes de nitrógeno y materia orgánica, ya mediant^ el aporte de cobre. A este metal se le at ^-ib^^ye, además de una acción específica sobre la enfermedad, de endurecimiento de los tejidos. 2.3. ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR VIRUS Los virus no tienen estructura celular. La información genética está directamente empayuetada en una envuelta p^-oteica. Po^- ello los virus sólo pueden multiplicarse en el interior c1e las células vivas que parasitan. De ahí se entenderá que no es posible emplear métodos directos de lucha química, pues los productos que evitan la multipli- cación del virus interfieren con la celula hospedante. Tampoco se con^^cen productos que impidan la penetración dcl virus en la célula. Esta situación marca las diferencias con los métodos de control de 37
  • 38. oU-os patógenos o de las plagas, casos en los q^^e se pueden emplear productos q^^ímicos con mayor o menor éxito. A continuaci6n reseñamos los virus que conside^-amos más impor- tantes en España. 2.3.1. Virus del bronceado del tomate (TSWV, «tomato spotted wilt virus») Con la aparicibn de este virus en la horticultura española, también sobre alcachofa, ha pasado a ser uno de los problemas virales más importantes en el ^írea mediterránea. No obsta ^^te, sus daños sobre esta especie son mucho ^nenores que sobre otras, como to ^nate, pi- mienCo, lechuga, etc. Sintomatología Los síntomas cle este virus consisten en la aparición de tonalida- des gris plata en las hojas que, a veces, muestran asimetría del limbo. Los brotes }^ueden aparecer retorcidos y los capítulos asimé- Fi^,. 12.-Síntoma^ del virus del bronccado (TSWV). 3H
  • 39. tricos. También es frecuente la apariciGn de necrosis, marchitamien- tos e incluso muerte de plantas. Transmisión En condiciones naturales su princip^^I vía de tr^^nsmisión son diversas especies de tisanópteros, entre las que^ destaca Frunklinic^ll^^ occiclen^cilrs Per^ande (ver apartado 1.5.1 ). La transmi^i ^ín e^ de tipe^ persistente circulativo, con multiplicaci^ín del virus cn cl insecto. Debe^n ser la^ la^vas las que se alimenten sobre plantati infectadas para que la generación de adultos sea infectiva, ya que éslos no p^ ^e- dcn infectarse directamente. Tampoco U^antimiten la enfermedad a la t^eneración si^^uiente. Con trol Como para todas las enfennedades producidas por virus, los métodos dc conh-ol son esencialmente preventivos. Se reducen a evi- tar la introduccibn de plantas contaminadas o de material de propa- gacicín procedente de ést^^s y a la realizaci6n de determinadas prácti- cas culturales yue se detallan más adelante. EI control del vector no h^^ dacio resultados satisftic^orios. Las prácticas cult^^rales recomendadas para evitar las infecciones por TSWV se pueden resumir así: • Evitar otros cultivos sensibles e ^^ las proximidadeti y eliminar las malas hicrbas de los ribazos. Esto debe de hacerse cuando éstas son jóvenes, ya que cuando son adultas se obli^a a la emigración de los trips a los cultivos y^^demás se eliminnn sus depredadores, lo cual, en definitiva, es pe ^judicial. • Eliminar las primera^ plantas con síntomas. • Como yuiera que los adultos vuelan en busca de las f7ores, ali- mentándosc prefe:rentemente del polen, cuando se acabe la cosecha no se debe dejar florecer a las plantas de ^^Icachofa para evitar que los trips se sitúen sobre ella^. 2.3.2. Virus de la degeneración de la alcachofa (ADV, «artichoke degeneration virus») El virus de la degeneración de la alcachofa (ADV) y el virus laten- te de l^^ ^^Icachofia (ALV) p^^drían ser el mis^^^o virus. Sin embargo, 3^)
  • 40. hay yue tener en cuenta que bajo el nombre de degeneración se des- criben diversos problemas en la alcaehofa distintos del causado por los virus (ver apartado 3.8). 2.3.3. Virus latente de la alcachofa (ALV, «artichoke latent virus») EI virus ]atente de la alcahofa está ampliamente distribuido sobre los cultivos de alcachofa en todo el mundo. Su importancia es de pri- mer orden en ]a costa mediterr^nea española, mientras que su inci- dencia es menor en los cultivos del interior. Antes de la aparición del TSWV éste era el virus más importante en los alcachofares españo- les. Produce reducciones de vigor en la planta que repercuten en reducciones de precocidad y de cosecha que pueden llegar al 50%, especialmente cuando las plantas sufren infecciones mixtas de virus. Desde este punto de vista, el virus debería dejar de ser considerado como latente, habiéndose propuesto una nueva denominación para él: virus Y de la alcachofa («artichoke virus Y» , AVY). Sintomatología Como su propio nombre indica, lo más frecuente es que las plan- tas no muestren síntomas de virus. Cuando éstos aparecen, se hacen más evidentes sobre las hojas, que se presentan más hendidas de lo normal sin llegar a ser del tipo cardero, mostrando ocasionalmente un mosaico amarillo (figura l3). Las brácteas se decoloran y los capítu- los pierden tamaño, particularmente anchura, y se abren precozmen- te. Las reducciones de precocidad y producción pueden ser notables. Hay que señalar un error, según el cual las plantas carderas o cuaresmeras deberían sus peculiaridades, esencialmente falta de precocidad y presencia de hojas altamente hendidas, a infecciones por ALV y ADV. Sin embargo, las plantas carderas, denominadas así porque son de hoja hendida tipo cardo, o también llamadas mar- ceras y cuaresmeras, porque son de producción tardía, son real- mente una mutaei6n espontánea que se produce en todas las varie- dades precoces de alcachofa, entre ellas la variedad Blanca de Tudela. Es cierto que a mayor cantidad de virus presente en una planta, más se reduce la precocidad y producción respecto a plantas del mismo clon, ya sea éste del tipo normal de alcachofa como del tipo cardero. Quizá este efecto de reducción de la precocidad y del 40
  • 41. Fig. 13.-Mosaico amarillo producido por ALU. rendimiento es el que ha podido llevar a confundir plantas nor^^^a- les altamente virosadas con plantas carderas, porque las plantas mutadas a carderas resultan menos precoces y productivas que el material normal de origen. Sin embargo, los clones carderos tam- bién pueden resultar infectados por virus, produciéndose una reduc- ción adicional en la precocidad y el rendimiento. En ningún caso, ya consideremos clones normales o carderos, he ^r^os observado que la infección por virus produjera cambios importantes en el aspecto de la planta, ya sea en hojas o en capítulos. En el apartado 3.8 se analiza en detalle este asunto. Control Aparte de su transmisión mediante el material vegetal infectado, el ALV se transmite de for^na no persisCente mediante varias especies de áfidos, por ello el tratamicnto químico de los ^ífidos no puede reco- mendarse como método de control. En el caso de un virus como éste, yue prácticamente infecta el 100% del material vegeta] de alcachofa de multiplic^^ciGn vegetativa, la selección sanitaria ^nediante el culti- 41
  • 42. vo in vitro de ápices meristemáticos puede ser una solución. Sin embargo, aunq^^e mediante esta técnica se pueden obtener plantas libres de virus, los resultados no han sido los deseados en variedades precoces de alcahofa. En cualquier caso, se ha comprobado que las plantas libres de virus se reinfectan en el plazo de uno o dos años tras su plantación al aire libre. 2.3.4. Identificación y diagnóstico de virus La identificación de los virus requiere la asistencia de laboratorios especializados. Aun en el caso del TSWV, cuyos síntomas se pueden considerar de los más característicos, la identificación debe ser siem- pre confirmada por especialistas. 3. ACCIDENTES 3.1. ATROFIA NO PARASITARIA DEL CAPÍTULO La denomianció u de atrofia no parasitaria, en oposición a la atro- fia parasitaria, se debe a]a necesidad de distinguir entre la primera y los casos, general ^r^ente raros, de atrofia de] capítulo producida por larvas de lepidópteros, que dañan la intloresecencia deformándola. La atrofia no parasitaria del capítulo se produce sobre las varie- dades precoces de alcachofa cuando se enltivan con temperaturas altas. Suele suceder cuando se inician los rie^os muy precozmente en el verano, con vistas a producir alcachofas a finales de septiembre o principios de octubre. En concreto, se ha señalado este fienómeno cuando la temperatura máxima diaria supera los 25° C en el momen- to en que el ápice caulinar pasa de la fase vegetativa a la generativa, lo que suele suceder unos dos ^neses después de iniciados los riegos de verano. Este fenómeno es más frecuente sobre los capítuloti principales que pueden verse afectados en un 70-80°l0, mientras que el resto de la planta no muestra alteraciones inorfológicas perceptibles. Los capítulos afectados muestran ^^na ausencia total o parcial de t7oreci- Ilas. Ello repercute sobre la parte co ^Tespondiente del receptáculo floral, que aparece necrótico. Las brácteas internas no se desarrollan bien y son de color parduzco. Las br^ícteas externas son a veces esca- 42
  • 43. Fig. 14.-AU'ofia cle ca^ílul^^. sas y muy alargadas (figura 14). Exteri^>rmente se observa una re- ducción en el tamaño y una alteración en la forma del capítulo (figw-a 14). Los tratamientos con boro, calcio o clormequat no han pcrmitido reducir este accidente. Sin embargo, la aplicación de damino^ide, un retardante ciel crecimiento de la planta y, por tanto, del al^irgamiento del tallo, ha dado resultados interesantes. Los mejores efectos se han con- seguido con daminozide aplicado a 4.000 ppm durante los períodos con temperatwas superiores a 25° C. Cuando se han utilizado dosi^ ^upe- riores, o bien en períodos con temperatw as inferiores a 25° C, sc pro- duce una reducción en la longitud de los tallos y en los rendimientos. EI conU^ol de la aU^ofia utilizando riegos climatizantes, tratando de bajar lu temper^itur^^ y los reyuerimientos hídricos de la planta dw-a ^^- 43
  • 44. te la fase de alargamiento del t^illo, no han dado resultados satisfac- torios. Se ha señalado que los tratamientos con ácido ^iberélico favo- rece^1 la ^itrofia. 3.2. DAÑOS POR CALOR Dejando a un lado l^s alteraciones típicas del calor, como la pér- dida de calidad de los capítulos o el fe ^^ómeno de la atrofi^i, hay que señalar que la introducción de las variedades de alcachofia de mul- tiplicación por semilla puede obliga ^-nos a desarrollar plantaciones de alcachofa durante la época estival, al menos en su fase vegetati- va. En nuestra corta expericncia con las variedades de alcachofa de semilla, es frecuente observar alteraciones en las plántulas c^^an- do éstas se ven sometidas a tempe ^aturas altas. Dichas alteraciones se inician mediante el deseca ^7^iento de las hojas más viejas en varios puntos (síntoma tipo «cribado»), que evolucionan al deseca- miento completo de las mism^is. Si las condiciones persisten, sigue el desecamiento de las hojas más j6venes y la muerte de la planta. Por el contrario, si las condiciones desfavorables cesan, se obtierva recuperación. Este síndrome pa^-ece afectar más intensamcnte a las pla^^tas más jóvenes. En relación con e] te ^na de daños por calor hay que señalar que las altas temperaturas también pucden dificultar la ge ^-minación de las semillas de alcachofa, c^ryo ópti ^^^o está en torno a 20° C. 3.3. DAÑOS POR GRANIZO EI golpe del granizo causa daños principalmente en los tejidos más tiernos, es decir, en las hojas, que son perforadas, mientras que los capí- t^^los suelen sufrir magulladuras en sus b^ácteas, depreciando la pro- ducción. Para evitar infecciones se recomienda el tratamiento con un fungicida a base de cobre en las 24 horas inmediatas a la granizada. 3.4. DAÑOS POR HELADAS Los daños por heladas en alcachofa dependen directamente de la temperatura que se alcance durante el proceso. Desde 0° C hasta -4° C son soportadas mejor po ^- el follaje que por los capít^^ los (figura 1_5). Si la planta está en 1^ase productiva, soporta mejo ^- la helada si no se han cosechado capítulos, ya que la planta se mues- 44
  • 45. tra muy sensible en las zonas de corte de los tallos. Asímismo, si la temperatura sube mucho al día siguiente, los daños son mayores yue si la oscilaciGn térmica ent^-e el día y la noche no es fuerte. Igualmente un suelo h^^medo y sin exceso de nitrógeno reduce los daños por helada. También se señalan I^s déficits de potasio y fós- i^oro como facto ^-es sensibilizantes f^-ente a heladas. Otros aspectos promotores son los marcos claros de plantación frente a los estre- chos y el uso de giberelinas. A menos de -4° C puede helv^se la parte subterr^ínea de la plan- ta, con lo cual se pierde la posibilidad de su recuperación. En caso contrario, es capaz de rebrota ^°, pero, evidentemente, se produce un gran retraso en el desarrollo del cultivo. Los daños sobre las hojas, aunque suele^n ser menos graves que cn los capítulos, resultan evi- Fig. I5.-Síntomus suaves de helada sobre brácte^is externa^. 45
  • 46. dcntes. Adcm^ís de en el limbo, en cuyo marben se observan áreas cloróticas que sucesivamente se necrosan, en el nervio central se puede obsevar necrosis de la epidermis, que se despega del resto del tejido. Con helt^das más fuertes se pueden producir agrietamientos longitudinales en la zona basal del ne ^^vio principal (figw^a 16) que pueden ]legxr a producir su roCura. Sobre los capítulos pueden pro- ducirse daños ^uaves consistentes e ^^ el ahuecamiento y desprendi- miento de la epidermis externa de las brácteas exterioces. Esto los hace inservibles para una comercialización de calidad, ya que muestran un tono ligeramente pardo. Si los daños son mayores se producen Enncgrecimientos en las brácteas que hace a los capítul ^^s completame^^te desechables. Se suele obse^-va^- mayor sensibilidad en los capítulos de menos de 50 g, con an^plias necrosis en las brác- teas y el receptác^^lo. En relaci6n con la sensibildad varietal, hay una relación directa entre precocidad y sensibilidad 1^rente a la helada. La protecciGn de las plantaciones de alcachofa con las mantas textiles no está claro que sea una solucibn para la luch^ co^^tra las helada^. Fig. 1(i.-^grietamientos lon^*itu^linulcs de los peciolos produci^os por heladas. 46
  • 47. 3.5. DANOS POR PESTICIDAS Los clañc^s cie pesticidas pueden ser ocasi<^naclos por derivas pro- d^^cid^^s por el viento al utilizar herbicidas en parcelas vecinas, por la utilización de pesticidas no autorizados o por la utilización de pesticida^ autorizados a dosis superiores a la recomendada. La rea- liraci^ín de h-atamientos correctos, pe^-o en m^>mentos en los que se produrcan fue^-tes insolaciones y/o temper^^twas, también pueden ocatiionar yuem^^^luras. La contaminació^^ del suelo con un herbici- da residual procedenCe del cultivo ^ ^nCerior y In contaminacibn de los eyuipos de tratamiento o de las aguas de rie^^^^ tambi^n pueden ocnsi^^nar alteraciones sobre el cultivo. Se ha señalado a la alca- ch^^fa como especial ^nente sensible a los daños por herbicidas no id^^ne^^s yue provocan deformaciones en las hojas, que pierden su tur^^encia. 3.6. DAÑOS POR SALINIDAD Lu ^alinidad no es un factor limit^^nte para el cultivo de la alca- chofa, que es considerado como resistente o moderadamente toleran- te. Cuando las plantas de alcachofia se cultivan en condiciones de salinidacl pe^-mancnte, se ha comprobado la capacidad de esta especie para acumult^r hasta 140 g de Na por kilog ^amo cle materia seca en los tejidos de sus hojas más viejas. Esto permitiría a las hojas más j^ívenes mantc:nerse por debajo de niveles letales de sales, pudiendo así la pl<u^ta mantene^- un crecimiento y desarrollo activos. En ^^r^^si<^nes se han señalado dañc^s p^^r vientos salinos cuando és^os baten sobre plantaciones en paccelas prbximas al ma ^^. Pueden evitarse mediante la instalación de los op^>rtunos cortavientos. Como sínromas de salinidad, tanto en el suclo como en c l a^ua de riego, se ha sr:ñalado la presencia de necrosis marginales que se extienden a las zonas intervenales de las hoj^^s más viejas de la alca- chofa. En general no se observan efectos visibles sobre los capítulos, aunque sí sobre la masa de follaje, c^ue result^^ reducida, y sobre el renclimiento de Ic^ti capítulos (Cuadros 4 y 5). Tambié^1 se produce una mayor depretiión en la masa de follaje que en la radicular. Así ^^^ismo, se ha señalado a la salinidad como la causante de cleficiencias de C^^, yue se m^^nifestaría mediante ^u^a decoloración ^^^urrón sobre las brácteas internas de los capítulos. 47
  • 48. Cuadro 4. Porcentaje de reducción de cosecha de capítulos de alcachofa en función de la conductividad eléctrica del suelo Conductividad eléctrica del extracto saturado del suelo (dS/m) Porcentaje de reducción de cosecha 4,8 0 5,7 10 7,1 25 9,5 50 14,2 100 Cuadro 5. Porcentaje de reducción de cosecha en función de la conductividad eléctrica del agua de riego Conductividad eléctrica del agua de riego (dS/m) Porcentaje de reducción de cosecha 2,7 0 3,4 10 4,4 25 6,2 50 9,7 100 3.7. DAÑOS POR VIENTO Se han señalado efectos nocivos de los vienios c^ílidos cuando éstos coinciden con la brotación estival de los esquejes de las nuevas plant^iciones. Debido a que tras la plant^ición el desarrollo del siste- ma radicular es escaso, los vientos cálidos pueden provocar una den^anda de transpiración que, al no ser satisfecha, produce decai- mienlos en los brotes. En estas circunstancias sólo cabe estar atentos a yue el riego de la parcela sea suficiente. 3.8. DEGENERACIÓN EI término « de^eneración» en el cultivo de la aleachofa dcbería considerarse un término maldito, es decir, a evitar en la medida de lo 4^i
  • 49. posible. En efiecto, con la expresibn « degener^ción de la alcachofi^t» se describen una serie de fenómenos, en nuestra opinió ^^ hasta h-es, de diferente casuística. El hecho de que e^tos fenómenos tengan al^^unos aspe^cCOS en com^^n, el más importante la pérdida de precocidad, y de y^^e puedan aparecer conjuntamente en las plantaciones, puede lle- va^-nos a confusiones yue nos impid^in realizar el diagnóstico co ^-rec- tci. Para evitarlo vamot a describirlos a continuación con det'alle. Falta de vernalización El primero de los fenómenos de degEneración, falta de ve ^-naliza- ci^ín, es exclusivo, en Espa^^a, de las ronas costeras del Levante y del Sur. En ellas la alcachofa Blanc^^ de Tudela presenta un problema de pérclida progresiva de precocidad a lo la^-^o de multiplicaciones vege- tativas sucesivas. Se atribuye este fenómeno a que cuando e^n verano se reinician loti riegos en la plantación, un cierto núme ^-o de las yemas axilares que entran en vegetación, por no haber sufrido el efecto ind^^ctor del frío, no puecíen dar capítulos en otoño y retrasan la pro- ducción hasta la p^-imavera siQuiente. Para paliar este fenb ^neno, los alcachoferos de Levante y sur de España acuden a zonas del interior peninsular a proveerse de nuevo material de plantación. Lo hacen en la scguriciad de yue las zuecas, por haber sufrido el efecto vernali- zante del frío, van a desarrolla^- brotes precozinente productivos. Virosis El seQundo de los fenómenos está provocado por la^ infecciones por los virus ADV y ALV, uno de cuyos principales síntomas es la p^rdida de precocidad. La presencia de estos virus no altera sustan- ci^^Imente la morfología de las hojas típicas de cada variedad, aunque sí podrían most^-arse li^*eramente más hendidas de lo normal y, así mismo, causar def^^rmaciones en loti capítulos, qi ^e se mostra ^ían fal- tos de consistenria y con las brácte^^s curvadas hacia ^ifuera. Ocasionalmente poelrían aparecer mosaicos (figura 13). Mutaciones El tercero de los fen6menos es la aparición de plantas mutadas, particularmente I^^s denominadas «c^u-deras» o«cuaresmeras». Una de las principales caracte^^ísticas de estas plantas mutaclas es que su 49
  • 50. hoja de brotación es hendida en lugar de la típica h^ja entera de «Blanca de Tudela». Otra es que se produce una not^tble pérdida de precocidad. Este hecho es el que podría Ilevar a conl'undir las plantas «carderas» con plantas altamente virosadas o faltas de vernalización. Los clones carderos también pueden resultar infectados por virus, produciéndose una reducción adicional en la precocidad y el rendi- miento. En ningún caso, ya consideremos clones normales, o ya sean carderos, hemos observado que la infección por virus produjera cam- bios morfolóQicos importantes en el aspecto de la planta. 3.9. ORIFICIO APICAL El orificio ^lpical de los capítulos es un fienómeno que se observa en diversas variedades de alcachofa (figura 17), provocando enve ^-- decimiento de las brácteas internas y la consecuente pérdida de cali- dad. En la zona del Valle del Ebro este accidente aparece claramente ligado a la climatolo^^ía, ya que se muestra únicamente en los prime- ros capítulos que aparecen al final del invierno, es decir, cuando se recupera la producción tras las heladas. Fi^^. 17.-OriPicio apical. 50
  • 51. BIBLIOGRAFÍA - ESPARZA, M.: Plagas de la alcachofa en Navarra. I Jornadas Técnicas de Alcachofa. ITGA. Tudela: 142-148. 1966. - GARCÍA MORATÓ, M.: Enfermedades criptogámicas de la alcachofa en la Comunidad Valenciana. Agrícola Uergel, 165: S l 7- 523. 1995. - GIL ORTEGA, R.: Variabilidad intraclonal en la alcachofa «Tudela» . ITEA, 45: 2-18. 1981. - SALA, F.; CARPINTERO, C.: La alcachofa. Ministerio de Agricultura. Madrid. 149 pp. 1967. - TELLO, J. C.: Enfermedades criptogámicas en hortalizas. Comunicaciones INIA. Serie Protección Vegetal, 22. 1984. 51
  • 52. PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DEAGRICULTURA PESCAYALIMENTACIÓN SECRETARIA GENERALTECNICA CENTRO DE PUBLICACIONES Paseo de la Infanta Isabel, I- 28014 Madrid LS.B.N.: 84-491-0439-4 - N.LP.O.: Z51-99-045-X - Depósi[o legal: M. 46827-1999 (10.000 ejemplares). Imprime: EGRAF, S. A. c/ Luis I. 3 al 7- 28031 Much^id.