2. El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo, de los que eternamente procede como Amor subsistente. Así como la Palabra de Dios es el Hijo, el Amor de Dios es el Espíritu Santo.
3. El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 1) “Señor” , porque es Dios, y porque gobierna y dirige nuestras vidas para llevarnos a la santidad; 2) “Dador de vida” , porque así como el alma da la vida al cuerpo, así la gracia—don del Espíritu Santo—da la vida al alma;
4. El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 3) “que procede del Padre y del Hijo” , porque es el Amor que procede de Ellos (cf CEC, 246-248) ; 4) “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria” porque, por ser Dios, debe ser adorado y glorificado junto con Ellos;
5. El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 5) “que habló por los profetas” : pues movidos por Él, los profetas nos enseñaron los misterios de Dios.
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7. La misión del Espíritu Santo Encarnación Por obra del Espíritu Santo, el Hijo —enviado por el Padre— se hizo hombre en las entrañas de la Santísima Virgen .
8. Pentecostés El Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para dar vida a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Se revela plenamente la Trinidad.
9. La misión del Espíritu Santo "El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios" (CEC, 737) .
10. La misión del Espíritu Santo "El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios" (CEC, 737).
11. La misión del Espíritu Santo Esta animación de la Iglesia por el Espíritu Santo permanece a lo largo de la historia, garantizando que se conserve el depósito de la Revelación, de modo que la Iglesia continúe siempre llevando las almas a Dios: por la fidelidad a ese divino depósito por la administración de los sacramentos
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13. El Espíritu y la santificación de las almas "Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados" (CEC, 734).
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15. Tratar al Espíritu Santo Para muchos cristianos, el Espíritu Santo es el Gran Desconocido. Quien busca sinceramente la santidad, debe buscar cada vez más intensamente su trato, porque es Él quien nos ha de santificar.
16. Tratar al Espíritu Santo "Ven, ¡oh Santo Espíritu!: ¡ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos; fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo; inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
17. Tratar al Espíritu Santo ¡Oh!, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!; quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras...” San Josemaría Escrivá, abril de 1934.
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19. Los dones del Espíritu Santo Sabiduría: hace comprender la maravilla de Dios y buscarlo sobre todas las cosas y en nuestro trabajo y obligaciones.
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24. Los dones del Espíritu Santo Piedad: mueve a tratar a Dios con confianza de hijos.
25. Los dones del Espíritu Santo Temor de Dios: induce a huir de las ocasiones de pecar, no ceder a la tentación y evitar lo que pueda entristecer a Dios, a temer separarnos de quien amamos y es la razón de nuestro ser y vivir.
26. Los frutos del Espíritu Santo Los frutos del Espíritu Santo son actos que el cristiano en estado de gracia realiza bajo el impulso del Paráclito, y que muestran la docilidad a sus mociones.
27. Los frutos del Espíritu Santo Así como los frutos de un árbol indican el árbol que los ha dado, así los frutos del Espíritu Santo indican su presencia y actividad en el alma.
28. Los frutos del Espíritu Santo Caridad : es el amor sobrenatural a Dios y a nuestros hermanos, y es como la raíz y alma de toda virtud y obra buena.
29. Los frutos del Espíritu Santo Alegría o gozo : es la consolación interior que sienten los justos en el servicio de Dios, como una recompensa anticipada.
30. Los frutos del Espíritu Santo Paz: es el dominio y señorío del hombre espiritual sobre sus apetitos y pasiones.
31. Los frutos del Espíritu Santo Paciencia: es el valor en el sufrimiento, y aun el deseo de arrostrarlo más y más en vista de las eternas recompensas.
32. Los frutos del Espíritu Santo Longanimidad : es la firme esperanza y completa seguridad en las promesas de Dios.
33. Los frutos del Espíritu Santo Bondad: es el deseo de hacer el bien a todos, y de hacer los mayores sacrificios para que se propague y difunda dicho bien.
34. Los frutos del Espíritu Santo Benignidad : apacibilidad de carácter, suavidad de trato, blandura de condición, para atraer a todos los hombres a la verdad y al bien, y cautivarlos en obsequio de Nuestro Señor.
35. Los frutos del Espíritu Santo Mansedumbre: es freno en las impaciencias y ardores de cualquier pasión, hasta del mismo celo por Dios, cuando lo piden la discreción y prudencia, para que no se comprometan con algún desorden sus mismos intereses divinos.
36. Los frutos del Espíritu Santo Fidelidad : es la firme lealtad a Dios y al prójimo, no faltando a ambos en lo que se les debe, o por razón de justicia, o por razón de caridad.
37. Los frutos del Espíritu Santo Modestia : es la lucha contra los arranques del amor propio, el deseo de huir de vanas alabanzas y de evitar la publicidad de las buenas acciones, cuando no exija otra cosa el mayor servicio de Dios.
38. Continencia : es la templanza y moderación en el uso de las cosas exteriores, tanto de placer, como de honra y de riquezas, dentro de lo que permite la misma ley de Dios. Los frutos del Espíritu Santo
39. Los frutos del Espíritu Santo Castidad : es el apartamiento absoluto de toda sensualidad impura, según corresponde a cada estado, a tenor de los dictámenes de la ley de Dios, o por el deseo de mayor perfección.