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BENEDICTO XVI
                 AUDIENCIA GENERAL
                                                                                  Salmo 110 (109)
                   Plaza de San Pedro
                                                                                  1Oráculo  del Señor a mi Señor:
           Miércoles 16 de noviembre de 2011
                                                                                  «Siéntate a mi derecha,
                    Salmo 110 (109)                                               y haré de tus enemigos
                                                                                  estrado de tus pies».
                                                                                  2Desde Sión extenderá el Señor

                                                                                  el poder de tu cetro:
                                                                                  somete en la batalla a tus enemigos.
                                                                                  3«Eres príncipe desde el día de tu

                                                                                  nacimiento,
                                                                                  entre esplendores sagrados;
                                                                                  yo mismo te engendré, como rocío,
                                                                                  antes de la aurora».
                                                                                  4El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

                                                                                  «Tú eres sacerdote eterno,
                                                                                  según el rito de Melquisedec».
                                                                                  5El Señor a tu derecha, el día de su ira,

                                                                                  quebrantará a los reyes.
                                                                                  6 juzga las naciones,
                                                                                  las llena de cadáveres,
                                                                                  Aplasta cabezas por toda la tierra
                                                                                  7En su camino beberá del torrente,

                                                                                  por eso levantará la cabeza.



El color amarillo en letras o de fondo indica texto de la catequesis. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2011/index_sp.htm
Adaptación a diapositivas, 14 marzo 2012. Emilio Perucha Herranz
Queridos hermanos y hermanas:

 Quiero concluir hoy mis catequesis
sobre la oración del Salterio
meditando uno de los famosos
«Salmos reales»,

 un Salmo que Jesús mismo citó
y que los autores del Nuevo
Testamento retomaron ampliamente
y leyeron en relación al Mesías, a
Cristo.

 Se trata del Salmo 110 según la
tradición judía,
109 según la tradición greco-latina;
 un Salmo muy apreciado
por la Iglesia antigua y
por los creyentes de todas las épocas.

 Esta oración, en los comienzos, tal
vez estaba vinculada a la entronización
de un rey davídico;

sin embargo, su sentido va más allá de
la contingencia específica del hecho
histórico, abriéndose a dimensiones
más amplias y

convirtiéndose de esta forma en
celebración del Mesías
victorioso, glorificado a la derecha de
Dios.
El Salmo comienza con una declaración solemne: «Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus
enemigos estrado de tus pies”» (v. 1).
 Dios mismo entroniza al rey en la gloria, haciéndolo sentar a su derecha, un signo de grandísimo honor y de absoluto
privilegio.
 De este modo, el rey es admitido a participar en el señorío divino, del que es mediador ante el pueblo.
 Ese señorío del rey se concretiza también en la victoria sobre los adversarios, que Dios mismo coloca a sus pies;
  la victoria sobre los enemigos es del Señor, pero el rey participa en ella y su triunfo se convierte en testimonio y signo
del poder divino.
La glorificación regia expresada al inicio de
este Salmo fue asumida por el Nuevo
Testamento como profecía mesiánica;

 por ello el versículo es uno de los más
usados por los autores neotestamentarios,
como cita explícita o como alusión.

 Jesús mismo menciona este versículo a
propósito del Mesías para mostrar que el
Mesías es más que David,
es el Señor de David
(cf. Mt 22, 41-45; Mc 12, 35-37; Lc 20, 41-
44);

  y Pedro lo retoma en su discurso en
Pentecostés anunciando que en la
resurrección de Cristo se realiza esta
entronización del rey

 y que desde ahora Cristo está a la
derecha del Padre, participa en el señorío
de Dios sobre el mundo (cf. Hch 2, 29-35).
En efecto, Cristo es el Señor
entronizado, el Hijo del hombre
sentado a la derecha de Dios que
viene sobre las nubes del cielo,

como Jesús mismo se define
durante el proceso ante el
Sanedrín
(cf. Mt 26, 63-64; Mc 14, 61-62; cf.
también Lc 22, 66-69).

  Él es el verdadero rey que con la
resurrección entró en la gloria a
la derecha del Padre
(cf. Rm 8, 34; Ef 2, 5; Col 3, 1; Hb
8, 1; 12, 2),

 hecho superior a los
ángeles, sentado en los cielos por
encima de toda potestad y con
todos sus adversarios a sus pies,

hasta que la última enemiga,
la muerte, sea definitivamente
vencida por él
(cf. 1 Co 15, 24-26; Ef 1, 20-23; Hb
1, 3-4.13; 2, 5-8; 10, 12-13; 1 P
3, 22).
Y se comprende inmediatamente que este
rey,
que está a la derecha de Dios y participa de
su señorío,

no es uno de estos hombres sucesores de
David,
sino nada menos que el nuevo David,
el Hijo de Dios,
que ha vencido la muerte y participa
realmente en la gloria de Dios.

 Es nuestro rey, que nos da también la vida
eterna.

  Entre el rey celebrado por nuestro Salmo y
Dios existe, por tanto, una relación
inseparable;

los dos gobiernan juntos un único gobierno,
hasta el punto de que el salmista puede
afirmar que es Dios mismo quien extiende el
cetro del soberano dándole la tarea de
dominar sobre sus adversarios,
come reza el versículo 2:

«Desde Sión extenderá el Señor el poder de
tu cetro: somete en la batalla a tus
enemigos».
El ejercicio del poder es un encargo
que el rey recibe directamente del
Señor,

una responsabilidad que debe vivir
en la dependencia y en la obediencia,

convirtiéndose así en signo,
dentro del pueblo,

de la presencia poderosa y
providente de Dios.
El dominio sobre los enemigos, la gloria y la victoria son dones recibidos, que hacen del soberano un
mediador del triunfo divino sobre el mal.




   Marcos 5. Jesús, en Gerasa, expulsa muchos demonios –Legión-   Jesús en la resurrección vence a la muerte
   que piden ir a una piara de cerdos.
Él domina sobre sus enemigos,
transformándolos, los vence con su
amor.




                     Conversión de
                     san Pablo
Por eso, en el versículo siguiente, se celebra la grandeza del rey.
  El versículo 3, en realidad, presenta algunas dificultades de interpretación.
  En el texto original hebreo se hace referencia a la convocación del ejército, a la cual el pueblo responde generosamente
reuniéndose en torno a su rey el día de su coronación.



                                                       En cambio, la traducción griega de los LXX, que se remonta al
                                                       siglo III-II antes de Cristo, hace referencia
                                                       a la filiación divina del rey, a su nacimiento o generación por parte
                                                       del Señor, y esta es la elección interpretativa de toda la tradición
                                                       de la Iglesia, por lo cual el versículo suena de la siguiente forma:
                                                       «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores
                                                       sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la
                                                       aurora».
Este oráculo divino sobre el rey afirmaría,
por lo tanto,

 una generación divina teñida de
esplendor y de misterio,
 un origen secreto e inescrutable,

  vinculado a la belleza arcana de la
aurora y a la maravilla del rocío que a la
luz de la mañana brilla sobre los campos y
los hace fecundos.

  Se delinea así, indisolublemente
vinculada a la realidad celestial,
  la figura del rey que viene realmente de
Dios,
  del Mesías que trae la vida divina al
pueblo y es mediador de santidad y de
salvación.

 También aquí vemos que todo esto no lo
realiza la figura de un rey davídico, sino el
Señor Jesucristo, que viene realmente de
Dios;
  él es la luz que trae la vida divina al
mundo.

  Con esta imagen sugestiva y enigmática
termina la primera estrofa del Salmo.
A la primera estrofa anterior, la sigue otro oráculo, que abre una nueva perspectiva, en la línea de una
dimensión sacerdotal conectada con la realeza.

 El versículo 4 reza:
«El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”».
Melquisedec era el sacerdote rey de Salem que había bendecido a Abrán y había ofrecido pan y vino después de la
victoriosa campaña militar librada por el patriarca para salvar a su sobrino Lot de las manos de los enemigos que lo
habían capturado (cf. Gn 14).
En la figura de Melquisedec convergen
                                                                                               poder real y sacerdotal,

                                                                                               y ahora el Señor los proclama en una
                                                                                               declaración que promete eternidad:

                                                                                               el rey celebrado por el Salmo será
                                                                                               sacerdote para siempre, mediador de la
                                                                                               presencia divina en medio de su pueblo,
                                                                                               a través de la bendición que viene de
                                                                                               Dios y que en la acción litúrgica se
                                                                                               encuentra con la respuesta de
                                                                                               bendición del hombre.

                                                                                               La Carta a los Hebreos hace referencia
                                                                                               explícita a este versículo (cf. 5, 5-6.10;
                                                                                               6, 19-20) y en él centra todo el capítulo
                                                                                               7,

                                                                                               elaborando su reflexión sobre el
                                                                                               sacerdocio de Cristo.

                                                                                               Jesús —así dice la Carta a los Hebreos
                                                                                               a la luz del Salmo 110 (109)—
                                                                                               es el verdadero y definitivo sacerdote,

                                                                                               que lleva a cumplimiento los rasgos del
                                                                                               sacerdocio de
                                                                                               Melquisedec, haciéndolos perfectos.

Adoración eucarística Jerónimo Jacinto de Espinosa. Museo de Bellas Artes. Valencia. España.
Melquisedec, como dice la Carta a los
Hebreos,
no tenía «ni padre, ni madre, ni
genealogía» (cf. 7, 3a);

por lo tanto,
no era sacerdote según las reglas
dinásticas del sacerdocio levítico.

Así pues, «es sacerdote perpetuamente»
(7, 3c),
prefiguración de Cristo,

 sumo sacerdote perfecto
«que no ha llegado a serlo en virtud de
una legislación carnal,
sino en fuerza de una vida imperecedera»
(7, 16).

 En el Señor Jesús,
que resucitó y ascendió al cielo,
donde está sentado a la derecha del
Padre,

se realiza la profecía de nuestro Salmo y
el sacerdocio de Melquisedec llega a
cumplimiento, porque se hace absoluto y
eterno, se convierte en una realidad que
no conoce ocaso (cf. 7, 24).
Y el ofrecimiento del pan y del vino, realizado por Melquisedec en tiempos de Abrán,
encuentra su realización en el gesto eucarístico de Jesús,
que en el pan y en el vino se ofrece a sí mismo y, vencida la muerte, conduce a la vida a todos los creyentes.
 Sacerdote perpetuamente, «santo, inocente, sin mancha» (7, 26), él,
como dice una vez más la Carta a los Hebreos,
«puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él,
pues vive para siempre para interceder a favor de ellos» (7, 25).
Nota: No he
encontrado imagen       Después de este oráculo divino del versículo 4, con su
                       juramento solemne, la escena del Salmo cambia y el poeta,
del versículo 5a
                       dirigiéndose directamente al rey, proclama:
                         «El Señor está a tu derecha» (v. 5a).
                         Si en el versículo 1 quien se sentaba a la derecha de Dios,
                       como signo de sumo prestigio y de honor, era el rey,
                         ahora es el Señor quien se coloca a la derecha del soberano
                       para protegerlo con el escudo en la batalla y salvarlo de todo
                       peligro.
                         El rey está a salvo, Dios es su defensor y juntos combaten y
                       vencen todo mal.




                        «En lo temporal, Jesucristo es Rey de todo el mundo.
                        Gravemente erraría quien lo negase, puesto que Él ha recibido
                       del Padre un dominio absoluto sobre toda la creación.

                       Pero siendo Rey de derecho, de hecho no ha querido fundar
El símbolo más         sino un reino espiritual:
antiguo de Dios
Padre es una            la Iglesia, cuya cabeza invisible es Él,
mano que sale de       y tiene por lugarteniente a San Pedro y sus sucesores.
una nube.               Cristo ejerce su potestad real;
                       sobre las almas, a las cuales gobierna por la fe y por la caridad;
                       sobre la Iglesia, a la cual gobierna por la jerarquía; y
  También es la        sobre la sociedad civil, por cuanto debe ser gobernada
representación         acatando los principios de la ley natural, evangélica y canónica.
figurada más
importante de            Proclamemos hoy la realeza de Cristo, la única que puede
Dios Padre desde       salvar a los pueblos, instaurando en el mundo el imperio de la
                       justicia y la caridad.»
el siglo IV al VIII.
                         Misal de los Fieles (1967).
El rey está a salvo, Dios es su defensor
                                                         y juntos combaten y vencen todo mal.



                                                         Como pruebas de esta afirmación se
                                                         recuerdan en cuatro diapositivas tres de las
                                                         muchas batallas en las que la Historia tiene
                                                         datos que evidencian la ayuda de Dios. Por
                                                         orden cronológico son: La batalla del Puente
                                                         Milvio en el año 312; el encuentro de san León
                                                         Magno con Atila en el año 452 y la batalla de
                                                         Lepanto en 1571.




                                                         Constantino I el Grande tuvo una visión que se
                                                         produjo en dos partes:
                                                          En primer lugar, mientras marchaba con sus
                                                         soldados vio la forma de una cruz frente al Sol.
                                                          Tras esto, tuvo un sueño en el que se le
                                                         ordenaba poner un nuevo símbolo en su
                                                         estandarte, ya que vio una cruz con la
                                                         inscripción «In hoc signo vinces» («Con este
                                                         signo vencerás»).
                                                          Mandándolo pintar de inmediato en los
                                                         escudos de su ejército, venció a Majencio en la
                                                         batalla del Puente Milvio, el 29 octubre 312.



                                                                       Lábaro, estandarte militar de
                                                                       Constantino tras su conversión.


http://es.wikipedia.org/wiki/Constantino_I_(emperador)
Así los versículos finales del Salmo comienzan con la visión del soberano triunfante que, apoyado por el Señor,
habiendo recibido de él poder y gloria (cf. v. 2),
se opone a los enemigos dispersando a los adversarios y juzgando a las naciones.
La escena está dibujada con colores intensos, para significar el dramatismo del combate y la plenitud de la victoria real.
El soberano, protegido por el Señor, derriba todo obstáculo y avanza seguro hacia la victoria. Nos dice:




 Encuentro de León Magno con Atila, fresco de Rafael Sanzio en las estancias del Vaticano (1514).
Representa el triunfo de la Iglesia, cuando el papa León el Grande, hizo frente a Atila, que amenazaba su propia sede en
el año 452.
  El papa lleva una escolta de cardenales a caballo y logra la retirada de los hunos en el río Mincio, cerca de Mantua.
  Incluye las figuras de san Pedro y san Pablo en el cielo sosteniendo espadas. http://es.wikipedia.org/
sí, en el mundo hay mucho mal, hay una batalla permanente entre el bien y el mal, y parece que el mal
es más fuerte.
  No, más fuerte es el Señor, nuestro verdadero rey y sacerdote Cristo, porque combate con toda la
fuerza de Dios y, no obstante todas las cosas que nos hacen dudar sobre el desenlace positivo de la
historia, vence Cristo y vence el bien, vence el amor y no el odio.



                                             La Batalla de Lepanto y el rezo del Santo Rosario:

                                              En tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572),
                                            los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y
                                            preparaban la invasión de la Europa cristiana.

                                             El Papa pidió ayuda a los reyes católicos de Europa.

                                             El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo
                                            Rosario.

                                              El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la
                                            cristiana y musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la
                                            ciudad griega de Lepanto.

                                             Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo
                                            Rosario
                                             La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados
                                            Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por
                                            Don Juan de Austria entró en batalla;
                                             duró hasta altas horas de la tarde pero, al final,
                                            los cristianos resultaron victoriosos.
Pintura representando a Batalla de Lepanto
  San Pío V recibe la visión de la victoria católica en Lepanto           convocada por S.S. Pio V.


 Mientras la batalla transcurría,
en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla;
tuvo una revelación y cuando salió, anunció a los presentes que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los
cristianos.
  Semanas mas tarde llegó finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un
principio, atribuyó el triunfo cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.

El Pontífice envió un mensaje felicitando a los ejércitos vencedores. Dice así:

 "No fueron las técnicas, no fueron las armas, las que nos consiguieron la victoria.
  Fue la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios". (a la que atribuía el triunfo por habérselo
encomendado, a fuer de buen dominico, mediante el rezo del rosario)

 Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las
Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos".
 Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
Es aquí donde se inserta la sugestiva imagen con
la que se concluye nuestro Salmo,
que también es una palabra enigmática:

«En su camino beberá del torrente;
por eso levantará la cabeza» (v. 7).

En medio de la descripción de la batalla,
se perfila la figura del rey que, en un momento de
tregua y de descanso,
bebe de un torrente de agua, encontrando en él
fuerza y nuevo vigor,
para poder reanudar su camino triunfante, con la
cabeza alta, como signo de victoria definitiva.

Es obvio que esta palabra tan enigmática era un
desafío para los Padres de la Iglesia por las
diversas interpretaciones que se podían hacer.

Así, por ejemplo, san Agustín dice: este torrente
es el ser humano, la humanidad, y Cristo bebió de
este torrente haciéndose hombre, y así,

 entrando en la humanidad del ser humano,
levantó su cabeza y ahora
es la cabeza del Cuerpo místico,
es nuestra cabeza,
es el vencedor definitivo
(cf. Enarratio in Psalmum CIX, 20: pl 36, 1462).
Queridos
      amigos,
    siguiendo la
                         Y, de forma
        línea
                       eminente, los                                                                * el sacerdote
interpretativa del
                          Padres se           * Cristo, el       * es el Verbo       * el Hijo    eterno que, en el
       Nuevo                                                                                                             * el rey que
                          refirieron         Mesías que       engendrado por       encarnado,     misterio del pan
  Testamento, la                                                                                                      levanta la cabeza
                     continuamente a      instaura el reino   el Padre antes de      muerto,       y del vino, dona
  tradición de la                                                                                                     triunfando sobre
                         él en clave       de Dios y vence           toda         resucitado y      la remisión de
 Iglesia ha tenido                                                                                                    la muerte con su
                       cristológica: el   las potencias del    criatura, antes    elevado a los    los pecados y la
       en gran                                                                                                          resurrección.
                      rey cantado por          mundo;            de la aurora;        cielos;       reconciliación
   consideración
                     el salmista es, en                                                                con Dios;
este Salmo como
                          definitiva:
uno de los textos
  mesiánicos más
   significativos.
comentario de san Agustín a este Salmo donde
escribe:                                                                                 Todo esto, por lo
                                                                                         tanto, tenía que ser
                                                                                         profetizado, tenía que ser
«Era necesario conocer al                                                                anunciado, tenía que ser
Hijo único de Dios, que estaba                                                           indicado como destinado a
a punto de venir entre los                                                               suceder, para que, al
hombres, para asumir al                                                                  suceder de improviso, no
hombre y para convertirse en                                                             provocara temor, sino que
hombre a través de la                                                                    más bien fuera aceptado con
naturaleza asumida: él murió,                                                            fe.
resucitó, subió al cielo, está
sentado a la derecha del                                                                        Triunfo de la doctrina
Padre y realizó entre las                                                                       católica y santo
naciones cuanto había                                                                           Tomás de Aquino con
prometido...                                                                                   las artes liberales




 En el ámbito de estas promesas se inserta este Salmo, el cual profetiza, en términos tan seguros como explícitos, a
nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que nosotros no podemos dudar ni siquiera mínimamente que en él está realmente
anunciado el Cristo» (cf. Enarratio in Psalmum CIX, 3: pl 35, 1447).
El acontecimiento pascual de Cristo se convierte de este modo en la realidad a la que nos invita a mirar el Salmo:
 mirar a Cristo para comprender el sentido de la verdadera realeza, para vivir en el servicio y en la donación de uno
mismo, en un camino de obediencia y de amor llevado «hasta el extremo» (cf. Jn 13, 1 y 19, 30).



 Una mirada a Cristo a través de los títulos que aparecen en el Catecismo Iglesia Católica                     http://www.mercaba.org/
      CATECISMO I.C. TÍTULOS DE CRISTO
      Abogado, 519
      Amén de Dios, 1065                          Hijo de David, 439 559
      Cabeza del Pueblo de Dios,                  Hijo de Dios, 423-24 441-                  Primogénito de la humanidad, 381 2790
      Cabeza del Cuerpo, 747 753 782 792-         45 454 1286 2783                           Profeta, 783 904
      95 807 947 1698                             Hijo del Hombre, 440 460                   Reconciliación de Dios con el mundo,
      Camino que lleva al Padre, 2609             Intercesor, mediador, camino hacia Dios,   433 620 1449 2795 2839
      Centro de la Escritura,                     51 65-67 257 294 2574 2634                 Redentor,
      112 117 122 124 126 129 133-                Jesús, 430-35 452 2666                     401 616 622 679 1026 1069 1235 147
      34 139 158                                  Juez, 1051 1059                            6 1992
      Centro del mundo de los ángeles,            Liberador del hombre de todo pecado,       Resurrección y vida, 994
      331 333 351                                 360 420-21 549 976 981-82 987 2637         Revelación de Dios,
      Centro dela vida cristiana, 1618            Luz de las gentes, de los hombres,         50 53 151 240 272 385 2583 2812
      Corazón de la catequesis, 426-29            280 748 1243                               Revelación del Padre, 73 221 238-42 2798
      Cordero de Dios, 608                        Maestro de oración, 2601 2607-             Rey, 783 786 908 2105
      Cristo, 436-                                15 2621 2674 2707 2722 2759 2765-          Sacerdote, 783 1141
      40 453 486 629 690 695 727 745 78 66 2773 2775                                         Salvador,
      3 1289                                      Maestro, experto en enseñar, 108 561       389 846 1019 1359 1507 1584 1741 1
      Cumplimiento de la voluntad del Padre, 2824 Mediador único y verdadero, 65-            846
      Ejemplo, 564 896 1477 2740 2825 2862 67 480 667 771 846                                Santificación de los hombres, 2813
      Ejemplo de amor, 782 1616 1825              Médico de cuerpos y almas,                 Señor, 202 209 446-51 455 668-69
      Ejemplo de pureza, 2345 2348 2394           1421 1458 1484 1503-05 1509                Siervo, 565 623 608
      Enviado de Dios, 422 437                    Mesías, 440 453 547                        Templo de Dios, 1197
      Fin de la Ley, 1953 1965 1977               Misterio de salvación, 774                 Ungido, 453
      Fuente de la evangelización y de la         Nuestra paz, 2305                          Única Palabra de la Sagrada Escritura, 101-04
      predicación, 49 74-76                       Nuevo Adán, 359 411 504                    Verdad, 2466
      Fuente de la esperanza, 1820                Palabra, 241 456-60                        Vid, 755 2074
      Fuente de la gracia, 1642                   Pan de vida, 1338 1406 2837                Vida, 2697
      Heraldo del Reino, 567 865                  Pastor de los hombres, 160 754             Viviente, 625-26 640 662
                                                  Plenitud de las Escrituras, 2763
Rezando con este Salmo, por tanto, pedimos al Señor:
  poder caminar también nosotros por sus sendas, en el seguimiento de Cristo, el rey Mesías,
  dispuestos a subir con él al monte de la cruz para alcanzar con él la gloria,
  y contemplarlo sentado a la derecha del Padre, rey victorioso y sacerdote misericordioso que dona perdón y salvación a
todos los hombres.




Y también nosotros, por gracia de Dios convertidos en «linaje elegido, sacerdocio real, nación santa» (cf. 1 P 2, 9),
  podremos beber con alegría en las fuentes de la salvación (cf. Is 12, 3) y proclamar a todo el mundo las maravillas de
aquel que nos «llamó de las tinieblas a su luz maravillosa» (cf. 1 P 2, 9).
Queridos amigos,
en estas últimas catequesis quise
presentaros algunos
Salmos, oraciones preciosas que
encontramos en la Biblia

y que reflejan las diversas situaciones
de la vida
y los distintos estados de ánimo que
podemos tener respecto de Dios.

  Por eso,
quiero renovar a todos la invitación a
rezar con los Salmos,
tal vez acostumbrándose a utilizar la
Liturgia de las Horas de la Iglesia,

Laudes por la mañana,
Vísperas por la tarde,
Completas antes de ir a dormir.

 Nuestra relación con Dios se verá
enriquecida en el camino cotidiano
hacia él

y realizada con mayor alegría
y confianza.

 Gracias.
Saludo cordialmente:
a los peregrinos de lengua española,

en particular
a los fieles de la Diócesis de San Cristóbal,
Venezuela, acompañados por su Obispo,
Monseñor Mario Moronta,

a las religiosas Hijas de María Inmaculada,

así como a los grupos provenientes de
España, México, Chile, Colombia, El Salvador y
otros países latinoamericanos.

 Invito a todos a enriquecer vuestra relación
con Dios con el rezo piadoso de los salmos,
especialmente en la liturgia de las horas.

 Muchas gracias por vuestra visita.

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Benedicto16 oracion(18)salmos110

  • 1. BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL Salmo 110 (109) Plaza de San Pedro 1Oráculo del Señor a mi Señor: Miércoles 16 de noviembre de 2011 «Siéntate a mi derecha, Salmo 110 (109) y haré de tus enemigos estrado de tus pies». 2Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. 3«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora». 4El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». 5El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. 6 juzga las naciones, las llena de cadáveres, Aplasta cabezas por toda la tierra 7En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. El color amarillo en letras o de fondo indica texto de la catequesis. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2011/index_sp.htm Adaptación a diapositivas, 14 marzo 2012. Emilio Perucha Herranz
  • 2. Queridos hermanos y hermanas: Quiero concluir hoy mis catequesis sobre la oración del Salterio meditando uno de los famosos «Salmos reales», un Salmo que Jesús mismo citó y que los autores del Nuevo Testamento retomaron ampliamente y leyeron en relación al Mesías, a Cristo. Se trata del Salmo 110 según la tradición judía, 109 según la tradición greco-latina; un Salmo muy apreciado por la Iglesia antigua y por los creyentes de todas las épocas. Esta oración, en los comienzos, tal vez estaba vinculada a la entronización de un rey davídico; sin embargo, su sentido va más allá de la contingencia específica del hecho histórico, abriéndose a dimensiones más amplias y convirtiéndose de esta forma en celebración del Mesías victorioso, glorificado a la derecha de Dios.
  • 3. El Salmo comienza con una declaración solemne: «Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”» (v. 1). Dios mismo entroniza al rey en la gloria, haciéndolo sentar a su derecha, un signo de grandísimo honor y de absoluto privilegio. De este modo, el rey es admitido a participar en el señorío divino, del que es mediador ante el pueblo. Ese señorío del rey se concretiza también en la victoria sobre los adversarios, que Dios mismo coloca a sus pies; la victoria sobre los enemigos es del Señor, pero el rey participa en ella y su triunfo se convierte en testimonio y signo del poder divino.
  • 4. La glorificación regia expresada al inicio de este Salmo fue asumida por el Nuevo Testamento como profecía mesiánica; por ello el versículo es uno de los más usados por los autores neotestamentarios, como cita explícita o como alusión. Jesús mismo menciona este versículo a propósito del Mesías para mostrar que el Mesías es más que David, es el Señor de David (cf. Mt 22, 41-45; Mc 12, 35-37; Lc 20, 41- 44); y Pedro lo retoma en su discurso en Pentecostés anunciando que en la resurrección de Cristo se realiza esta entronización del rey y que desde ahora Cristo está a la derecha del Padre, participa en el señorío de Dios sobre el mundo (cf. Hch 2, 29-35).
  • 5. En efecto, Cristo es el Señor entronizado, el Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios que viene sobre las nubes del cielo, como Jesús mismo se define durante el proceso ante el Sanedrín (cf. Mt 26, 63-64; Mc 14, 61-62; cf. también Lc 22, 66-69). Él es el verdadero rey que con la resurrección entró en la gloria a la derecha del Padre (cf. Rm 8, 34; Ef 2, 5; Col 3, 1; Hb 8, 1; 12, 2), hecho superior a los ángeles, sentado en los cielos por encima de toda potestad y con todos sus adversarios a sus pies, hasta que la última enemiga, la muerte, sea definitivamente vencida por él (cf. 1 Co 15, 24-26; Ef 1, 20-23; Hb 1, 3-4.13; 2, 5-8; 10, 12-13; 1 P 3, 22).
  • 6. Y se comprende inmediatamente que este rey, que está a la derecha de Dios y participa de su señorío, no es uno de estos hombres sucesores de David, sino nada menos que el nuevo David, el Hijo de Dios, que ha vencido la muerte y participa realmente en la gloria de Dios. Es nuestro rey, que nos da también la vida eterna. Entre el rey celebrado por nuestro Salmo y Dios existe, por tanto, una relación inseparable; los dos gobiernan juntos un único gobierno, hasta el punto de que el salmista puede afirmar que es Dios mismo quien extiende el cetro del soberano dándole la tarea de dominar sobre sus adversarios, come reza el versículo 2: «Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos».
  • 7. El ejercicio del poder es un encargo que el rey recibe directamente del Señor, una responsabilidad que debe vivir en la dependencia y en la obediencia, convirtiéndose así en signo, dentro del pueblo, de la presencia poderosa y providente de Dios.
  • 8. El dominio sobre los enemigos, la gloria y la victoria son dones recibidos, que hacen del soberano un mediador del triunfo divino sobre el mal. Marcos 5. Jesús, en Gerasa, expulsa muchos demonios –Legión- Jesús en la resurrección vence a la muerte que piden ir a una piara de cerdos.
  • 9. Él domina sobre sus enemigos, transformándolos, los vence con su amor. Conversión de san Pablo
  • 10. Por eso, en el versículo siguiente, se celebra la grandeza del rey. El versículo 3, en realidad, presenta algunas dificultades de interpretación. En el texto original hebreo se hace referencia a la convocación del ejército, a la cual el pueblo responde generosamente reuniéndose en torno a su rey el día de su coronación. En cambio, la traducción griega de los LXX, que se remonta al siglo III-II antes de Cristo, hace referencia a la filiación divina del rey, a su nacimiento o generación por parte del Señor, y esta es la elección interpretativa de toda la tradición de la Iglesia, por lo cual el versículo suena de la siguiente forma: «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora».
  • 11. Este oráculo divino sobre el rey afirmaría, por lo tanto, una generación divina teñida de esplendor y de misterio, un origen secreto e inescrutable, vinculado a la belleza arcana de la aurora y a la maravilla del rocío que a la luz de la mañana brilla sobre los campos y los hace fecundos. Se delinea así, indisolublemente vinculada a la realidad celestial, la figura del rey que viene realmente de Dios, del Mesías que trae la vida divina al pueblo y es mediador de santidad y de salvación. También aquí vemos que todo esto no lo realiza la figura de un rey davídico, sino el Señor Jesucristo, que viene realmente de Dios; él es la luz que trae la vida divina al mundo. Con esta imagen sugestiva y enigmática termina la primera estrofa del Salmo.
  • 12. A la primera estrofa anterior, la sigue otro oráculo, que abre una nueva perspectiva, en la línea de una dimensión sacerdotal conectada con la realeza. El versículo 4 reza: «El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”».
  • 13. Melquisedec era el sacerdote rey de Salem que había bendecido a Abrán y había ofrecido pan y vino después de la victoriosa campaña militar librada por el patriarca para salvar a su sobrino Lot de las manos de los enemigos que lo habían capturado (cf. Gn 14).
  • 14. En la figura de Melquisedec convergen poder real y sacerdotal, y ahora el Señor los proclama en una declaración que promete eternidad: el rey celebrado por el Salmo será sacerdote para siempre, mediador de la presencia divina en medio de su pueblo, a través de la bendición que viene de Dios y que en la acción litúrgica se encuentra con la respuesta de bendición del hombre. La Carta a los Hebreos hace referencia explícita a este versículo (cf. 5, 5-6.10; 6, 19-20) y en él centra todo el capítulo 7, elaborando su reflexión sobre el sacerdocio de Cristo. Jesús —así dice la Carta a los Hebreos a la luz del Salmo 110 (109)— es el verdadero y definitivo sacerdote, que lleva a cumplimiento los rasgos del sacerdocio de Melquisedec, haciéndolos perfectos. Adoración eucarística Jerónimo Jacinto de Espinosa. Museo de Bellas Artes. Valencia. España.
  • 15. Melquisedec, como dice la Carta a los Hebreos, no tenía «ni padre, ni madre, ni genealogía» (cf. 7, 3a); por lo tanto, no era sacerdote según las reglas dinásticas del sacerdocio levítico. Así pues, «es sacerdote perpetuamente» (7, 3c), prefiguración de Cristo, sumo sacerdote perfecto «que no ha llegado a serlo en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera» (7, 16). En el Señor Jesús, que resucitó y ascendió al cielo, donde está sentado a la derecha del Padre, se realiza la profecía de nuestro Salmo y el sacerdocio de Melquisedec llega a cumplimiento, porque se hace absoluto y eterno, se convierte en una realidad que no conoce ocaso (cf. 7, 24).
  • 16. Y el ofrecimiento del pan y del vino, realizado por Melquisedec en tiempos de Abrán, encuentra su realización en el gesto eucarístico de Jesús, que en el pan y en el vino se ofrece a sí mismo y, vencida la muerte, conduce a la vida a todos los creyentes. Sacerdote perpetuamente, «santo, inocente, sin mancha» (7, 26), él, como dice una vez más la Carta a los Hebreos, «puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive para siempre para interceder a favor de ellos» (7, 25).
  • 17. Nota: No he encontrado imagen Después de este oráculo divino del versículo 4, con su juramento solemne, la escena del Salmo cambia y el poeta, del versículo 5a dirigiéndose directamente al rey, proclama: «El Señor está a tu derecha» (v. 5a). Si en el versículo 1 quien se sentaba a la derecha de Dios, como signo de sumo prestigio y de honor, era el rey, ahora es el Señor quien se coloca a la derecha del soberano para protegerlo con el escudo en la batalla y salvarlo de todo peligro. El rey está a salvo, Dios es su defensor y juntos combaten y vencen todo mal. «En lo temporal, Jesucristo es Rey de todo el mundo. Gravemente erraría quien lo negase, puesto que Él ha recibido del Padre un dominio absoluto sobre toda la creación. Pero siendo Rey de derecho, de hecho no ha querido fundar El símbolo más sino un reino espiritual: antiguo de Dios Padre es una la Iglesia, cuya cabeza invisible es Él, mano que sale de y tiene por lugarteniente a San Pedro y sus sucesores. una nube. Cristo ejerce su potestad real; sobre las almas, a las cuales gobierna por la fe y por la caridad; sobre la Iglesia, a la cual gobierna por la jerarquía; y También es la sobre la sociedad civil, por cuanto debe ser gobernada representación acatando los principios de la ley natural, evangélica y canónica. figurada más importante de Proclamemos hoy la realeza de Cristo, la única que puede Dios Padre desde salvar a los pueblos, instaurando en el mundo el imperio de la justicia y la caridad.» el siglo IV al VIII. Misal de los Fieles (1967).
  • 18. El rey está a salvo, Dios es su defensor y juntos combaten y vencen todo mal. Como pruebas de esta afirmación se recuerdan en cuatro diapositivas tres de las muchas batallas en las que la Historia tiene datos que evidencian la ayuda de Dios. Por orden cronológico son: La batalla del Puente Milvio en el año 312; el encuentro de san León Magno con Atila en el año 452 y la batalla de Lepanto en 1571. Constantino I el Grande tuvo una visión que se produjo en dos partes: En primer lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol. Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la inscripción «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército, venció a Majencio en la batalla del Puente Milvio, el 29 octubre 312. Lábaro, estandarte militar de Constantino tras su conversión. http://es.wikipedia.org/wiki/Constantino_I_(emperador)
  • 19. Así los versículos finales del Salmo comienzan con la visión del soberano triunfante que, apoyado por el Señor, habiendo recibido de él poder y gloria (cf. v. 2), se opone a los enemigos dispersando a los adversarios y juzgando a las naciones. La escena está dibujada con colores intensos, para significar el dramatismo del combate y la plenitud de la victoria real. El soberano, protegido por el Señor, derriba todo obstáculo y avanza seguro hacia la victoria. Nos dice: Encuentro de León Magno con Atila, fresco de Rafael Sanzio en las estancias del Vaticano (1514). Representa el triunfo de la Iglesia, cuando el papa León el Grande, hizo frente a Atila, que amenazaba su propia sede en el año 452. El papa lleva una escolta de cardenales a caballo y logra la retirada de los hunos en el río Mincio, cerca de Mantua. Incluye las figuras de san Pedro y san Pablo en el cielo sosteniendo espadas. http://es.wikipedia.org/
  • 20. sí, en el mundo hay mucho mal, hay una batalla permanente entre el bien y el mal, y parece que el mal es más fuerte. No, más fuerte es el Señor, nuestro verdadero rey y sacerdote Cristo, porque combate con toda la fuerza de Dios y, no obstante todas las cosas que nos hacen dudar sobre el desenlace positivo de la historia, vence Cristo y vence el bien, vence el amor y no el odio. La Batalla de Lepanto y el rezo del Santo Rosario: En tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. El Papa pidió ayuda a los reyes católicos de Europa. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla; duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.
  • 21. Pintura representando a Batalla de Lepanto San Pío V recibe la visión de la victoria católica en Lepanto convocada por S.S. Pio V. Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla; tuvo una revelación y cuando salió, anunció a los presentes que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. El Pontífice envió un mensaje felicitando a los ejércitos vencedores. Dice así: "No fueron las técnicas, no fueron las armas, las que nos consiguieron la victoria. Fue la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios". (a la que atribuía el triunfo por habérselo encomendado, a fuer de buen dominico, mediante el rezo del rosario) Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
  • 22. Es aquí donde se inserta la sugestiva imagen con la que se concluye nuestro Salmo, que también es una palabra enigmática: «En su camino beberá del torrente; por eso levantará la cabeza» (v. 7). En medio de la descripción de la batalla, se perfila la figura del rey que, en un momento de tregua y de descanso, bebe de un torrente de agua, encontrando en él fuerza y nuevo vigor, para poder reanudar su camino triunfante, con la cabeza alta, como signo de victoria definitiva. Es obvio que esta palabra tan enigmática era un desafío para los Padres de la Iglesia por las diversas interpretaciones que se podían hacer. Así, por ejemplo, san Agustín dice: este torrente es el ser humano, la humanidad, y Cristo bebió de este torrente haciéndose hombre, y así, entrando en la humanidad del ser humano, levantó su cabeza y ahora es la cabeza del Cuerpo místico, es nuestra cabeza, es el vencedor definitivo (cf. Enarratio in Psalmum CIX, 20: pl 36, 1462).
  • 23. Queridos amigos, siguiendo la Y, de forma línea eminente, los * el sacerdote interpretativa del Padres se * Cristo, el * es el Verbo * el Hijo eterno que, en el Nuevo * el rey que refirieron Mesías que engendrado por encarnado, misterio del pan Testamento, la levanta la cabeza continuamente a instaura el reino el Padre antes de muerto, y del vino, dona tradición de la triunfando sobre él en clave de Dios y vence toda resucitado y la remisión de Iglesia ha tenido la muerte con su cristológica: el las potencias del criatura, antes elevado a los los pecados y la en gran resurrección. rey cantado por mundo; de la aurora; cielos; reconciliación consideración el salmista es, en con Dios; este Salmo como definitiva: uno de los textos mesiánicos más significativos.
  • 24. comentario de san Agustín a este Salmo donde escribe: Todo esto, por lo tanto, tenía que ser profetizado, tenía que ser «Era necesario conocer al anunciado, tenía que ser Hijo único de Dios, que estaba indicado como destinado a a punto de venir entre los suceder, para que, al hombres, para asumir al suceder de improviso, no hombre y para convertirse en provocara temor, sino que hombre a través de la más bien fuera aceptado con naturaleza asumida: él murió, fe. resucitó, subió al cielo, está sentado a la derecha del Triunfo de la doctrina Padre y realizó entre las católica y santo naciones cuanto había Tomás de Aquino con prometido...  las artes liberales En el ámbito de estas promesas se inserta este Salmo, el cual profetiza, en términos tan seguros como explícitos, a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que nosotros no podemos dudar ni siquiera mínimamente que en él está realmente anunciado el Cristo» (cf. Enarratio in Psalmum CIX, 3: pl 35, 1447).
  • 25. El acontecimiento pascual de Cristo se convierte de este modo en la realidad a la que nos invita a mirar el Salmo: mirar a Cristo para comprender el sentido de la verdadera realeza, para vivir en el servicio y en la donación de uno mismo, en un camino de obediencia y de amor llevado «hasta el extremo» (cf. Jn 13, 1 y 19, 30). Una mirada a Cristo a través de los títulos que aparecen en el Catecismo Iglesia Católica http://www.mercaba.org/ CATECISMO I.C. TÍTULOS DE CRISTO Abogado, 519 Amén de Dios, 1065 Hijo de David, 439 559 Cabeza del Pueblo de Dios, Hijo de Dios, 423-24 441- Primogénito de la humanidad, 381 2790 Cabeza del Cuerpo, 747 753 782 792- 45 454 1286 2783 Profeta, 783 904 95 807 947 1698 Hijo del Hombre, 440 460 Reconciliación de Dios con el mundo, Camino que lleva al Padre, 2609 Intercesor, mediador, camino hacia Dios, 433 620 1449 2795 2839 Centro de la Escritura, 51 65-67 257 294 2574 2634 Redentor, 112 117 122 124 126 129 133- Jesús, 430-35 452 2666 401 616 622 679 1026 1069 1235 147 34 139 158 Juez, 1051 1059 6 1992 Centro del mundo de los ángeles, Liberador del hombre de todo pecado, Resurrección y vida, 994 331 333 351 360 420-21 549 976 981-82 987 2637 Revelación de Dios, Centro dela vida cristiana, 1618 Luz de las gentes, de los hombres, 50 53 151 240 272 385 2583 2812 Corazón de la catequesis, 426-29 280 748 1243 Revelación del Padre, 73 221 238-42 2798 Cordero de Dios, 608 Maestro de oración, 2601 2607- Rey, 783 786 908 2105 Cristo, 436- 15 2621 2674 2707 2722 2759 2765- Sacerdote, 783 1141 40 453 486 629 690 695 727 745 78 66 2773 2775 Salvador, 3 1289 Maestro, experto en enseñar, 108 561 389 846 1019 1359 1507 1584 1741 1 Cumplimiento de la voluntad del Padre, 2824 Mediador único y verdadero, 65- 846 Ejemplo, 564 896 1477 2740 2825 2862 67 480 667 771 846 Santificación de los hombres, 2813 Ejemplo de amor, 782 1616 1825 Médico de cuerpos y almas, Señor, 202 209 446-51 455 668-69 Ejemplo de pureza, 2345 2348 2394 1421 1458 1484 1503-05 1509 Siervo, 565 623 608 Enviado de Dios, 422 437 Mesías, 440 453 547 Templo de Dios, 1197 Fin de la Ley, 1953 1965 1977 Misterio de salvación, 774 Ungido, 453 Fuente de la evangelización y de la Nuestra paz, 2305 Única Palabra de la Sagrada Escritura, 101-04 predicación, 49 74-76 Nuevo Adán, 359 411 504 Verdad, 2466 Fuente de la esperanza, 1820 Palabra, 241 456-60 Vid, 755 2074 Fuente de la gracia, 1642 Pan de vida, 1338 1406 2837 Vida, 2697 Heraldo del Reino, 567 865 Pastor de los hombres, 160 754 Viviente, 625-26 640 662 Plenitud de las Escrituras, 2763
  • 26. Rezando con este Salmo, por tanto, pedimos al Señor: poder caminar también nosotros por sus sendas, en el seguimiento de Cristo, el rey Mesías, dispuestos a subir con él al monte de la cruz para alcanzar con él la gloria, y contemplarlo sentado a la derecha del Padre, rey victorioso y sacerdote misericordioso que dona perdón y salvación a todos los hombres. Y también nosotros, por gracia de Dios convertidos en «linaje elegido, sacerdocio real, nación santa» (cf. 1 P 2, 9), podremos beber con alegría en las fuentes de la salvación (cf. Is 12, 3) y proclamar a todo el mundo las maravillas de aquel que nos «llamó de las tinieblas a su luz maravillosa» (cf. 1 P 2, 9).
  • 27. Queridos amigos, en estas últimas catequesis quise presentaros algunos Salmos, oraciones preciosas que encontramos en la Biblia y que reflejan las diversas situaciones de la vida y los distintos estados de ánimo que podemos tener respecto de Dios. Por eso, quiero renovar a todos la invitación a rezar con los Salmos, tal vez acostumbrándose a utilizar la Liturgia de las Horas de la Iglesia, Laudes por la mañana, Vísperas por la tarde, Completas antes de ir a dormir. Nuestra relación con Dios se verá enriquecida en el camino cotidiano hacia él y realizada con mayor alegría y confianza. Gracias.
  • 28. Saludo cordialmente: a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Diócesis de San Cristóbal, Venezuela, acompañados por su Obispo, Monseñor Mario Moronta, a las religiosas Hijas de María Inmaculada, así como a los grupos provenientes de España, México, Chile, Colombia, El Salvador y otros países latinoamericanos. Invito a todos a enriquecer vuestra relación con Dios con el rezo piadoso de los salmos, especialmente en la liturgia de las horas. Muchas gracias por vuestra visita.