Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #4.pptx
El niño de la capea
1. En un pequeño pueblito español, rodeado de
hermosa campiña y famoso por los vinos
exquisitos que en él se elaboraban, vivía una
dulce y preciosa chiquilla a quien llamaban
Carmen la del Mesón. ¿El por qué del mote?
2. Su padre era el dueño del mesón del pueblo, en el cual,
cada noche, Carmen lucía su arte para cantar y bailar pues
su hermosa voz de contralto acompañaba a su exquisita y
grácil figura trigueña donde sobresalían un par de
preciosos y rasgados ojos gitanos orlados de misteriosas
pestañas negras que ensombrecían su mirar y que
aunadas a una larguísima y ensortijada cabellera ,como el
azabache, hacían que fuera una gloria fijar la mirada en
ella; y cuando bailaba…Ah, cuando bailaba… sus pies se
movían ágilmente sobre el entarimado, permitiendo
entrever un par de hermosísimas piernas largas y esbeltas
que completaban el maravilloso físico de la niña más
hermosa del lugar.
3. Ante tanta perfección, fácil es imaginar cuántos
jóvenes habían caído rendidos ante sus encantos; pero
ella, a todos los desanimaba brindándoles una cordial y
sincera amistad.
Una noche, el mejor partido de la región, dueño de
muchísimos viñedos y hatos ganaderos, ve a Carmen y se
enamora de ella; durante algunos meses la corteja con la
aprobación de sus padres y de Don José, el mesonero;
pero es en vano, a pesar de haberle cobrado especial
cariño a Juan Ramón Pedraza, que así se llamaba el
galán, Carmen comprende que no es el AMOR, así con
mayúsculas que ella esperaba en su vida, el
sentimiento que la une a él y así se lo hace saber y
aunque él sigue amándola, quedan como buenos
amigos.
4. ¡ Festival del vino! ¡Fiesta Patronal del pueblo!. Entre las
muchas actividades hay anunciada una corrida de toros
para lo cual han acudido un grupo de jóvenes diestros que
buscan la experiencia que los llevará a la gloria en estos
cotos pueblerinos; y la cantidad de turistas es también
respetable; por la noche, el punto de reunión es el mesón, al
no haber en el remilgado pueblecito, discotecas y otros
centros nocturnos de diversión; allí se dan cita los jóvenes
del pueblo formando abigarrada concurrencia con los
fuereños y entre tanta flor linda, destaca Carmen, quien
rodeada de amigos ríe feliz, esperando el momento de su
actuación. Pero, repentinamente, siente que el corazón le
da un vuelco y pierde la sonrisa, asaeteada por la mirada de
un par de ojos verdes que se rinden de admiración ante su
belleza.
5. Poco después, amigos comunes los presentan y ella se entera que es
uno de los toreros que actuará en unos días más, de nombre Gerardo
Mayorga “El Niño de la Capea” y él se anoticia de que ella es la hija del
dueño del mesón.
A una hora respetable, Carmen presenta su actuación, arrancando
cálidos aplausos de la concurrencia que no duda en premiar su arte.
Huelga decir que ella iba apoderándose para siempre del corazón de
Gerardo.
Entre ambos jóvenes nace una cálida amistad que rápidamente se
convierte en amor, sin que ambos se den cuenta; hasta que una noche
que impensadamente sus labios se unen, ambos expresan su cariño a
borbotones: _“ Te amo, Carmen, nunca me separaré de ti”. Ella
responde, conmovida y gozosa: _ “ Amado mío, siempre estaremos
juntos”. Y así entre abrazos, besos y juramentos, se separan jurándose
amor eterno.
6. Esa noche, ninguno de los dos pudo dormir ante el hecho
inminente de haber encontrado el amor; los 18 años de Carmen
brillan felices por haberlo hallado y los 22 de Gerardo sienten
colmada su virilidad al haber encontrado a la dueña de su
corazón, tanto tiempo ansiada.
Tarde calurosa, el sol brilla en todo su esplendor y el coto
taurino, lleno a reventar, vibra con cada faena de los toreros…y
llega el turno del “ Niño de la Capea” que sale al ruedo garboso y
valiente y cuyo actuar arranca fervorosos oles del respetable. En
un mágico momento, unos ojos negros se enredan en una
mirada verde y Gerardo brinda el toro a quien ya considera la
dueña de su corazón.
7. El mesonero y todos los que estaban al tanto de
este tierno romance sonríen cómplices al
constatar esta pasión…pero ¡ Oh, infortunio!
; el toro coge al infortunado y desprevenido torero y
lo ensarta con las astas a la altura del bajo vientre.
Dos compañeros logran soltarlo, se oye un
horrísono grito y Carmen corre hacia él. Se arrodilla
junto a Gerardo y le pide: “ No te vayas, no me
dejes” pero sólo logra ver sus ojos vidriados por la
muerte y escuchar sus últimas palabras: “ Siempre
te amaré”. Carmen recoge su postrer quejido y
exhalando su último suspiro, Gerardo cae exánime
en los brazos de ella.
8. Carmen se desmaya fulminada por la pena y es
inmediatamente auxiliada por su padre. La
intervención oportuna de un médico hace que la
joven recobre el conocimiento.
Seis días permaneció Carmen en su cama
abatida por el inmenso dolor que sentía, sin querer
comer ni dormir, en una clara resistencia a vivir, a
seguir existiendo sin él.
9. Un día, los que la acompañaban, la vieron
incorporarse y la escucharon susurrar: _“ Gerardo,
querido mío, ayúdame a ir hacia ti y contigo, al cielo”
y, sonriéndole a alguien que sólo ella veía, murió.
Las almas de los dos jóvenes enamorados se fueron
para siempre y juntas al cielo.