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Ponencia clara cuervo. cuerpo con sentido panel-3
1. Cuerpo con sentido
Clara Inés Cuervo Mondragón1
Y Dios Me Hizo Mujer de
Gioconda Belli
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo. (Belli)
Con el anterior poema inició mi participación en este panel de Cuerpo y subjetividad
porque soy mujer y quiero sentir el cuerpo desde las ideas, los sentidos y emociones de
mujer. La poeta nicaragüense crea el cuerpo de mujer desde su cuerpo de mujer. Otros
hombres escritores han logrado estos acercamientos. No obstante, Belli me ha dado la
1 *
Clara Inés Cuervo Mondragón. Licenciada en Español principal de la Universidad Pedagógica Nacional.
Especialista en Pedagogía de la lengua de la Universidad El Bosque. Magistra en Educación de la Pontificia
Universidad Javeriana. Docente de la misma Universidad y de la Universidad Distrital Francisco José de
Caldas. ccuervo@javeriana.edu.co
2. posibilidad de una mirada tejida en un cuerpo de senos y vientre. Hacemos comprensión
del mundo desde la estructura corporal que nos acompaña. Así mismo, la poeta me ha
permitido ese sentir frente a la disimilitud del cuerpo de hombre. Quería palabras de
cuerpo de mujer que me hablaran de los cuerpos de hombre: Eros es el agua : “Entre tus
piernas/el mar me muestra extraños arrecifes/rocas erguidas corales altaneros/contra mi
gruta de caracolas concha nácar/tu molusco de sal persigue la corriente/ el agua corta me
inventa aletas” (Belli).
Esta presentación del tema del panel Cuerpo y educación la sitúo desde una apuesta
concreta: Cuerpo con sentido. Para introducir esta apuesta presentó unos
cuestionamientos del cuerpo en las sociedades de vigilancia y control: ¡Peligro cuerpo a
la vista¡ Luego expongo mi tesis central, Devenires del cuerpo: Expresar, crear, devenir a
la alienación y el control de cuerpo se puede encontrar a través de la comprensión, el
cuidado y el sentido del mismo. Comprensión del cuerpo, anuncia a éste como
complejidad: ideas, emociones, sensaciones, espíritu se tejen con la sangre y el corazón.
Cuidado del cuerpo: de lo patriarcal a lo matrístico, sostiene que el dominio sobre el otro
lacera y violenta el propio cuerpo pues este requiere de otro para ser. Sentido del cuerpo:
experiencia y formación en el devenir es la creación vital con la experiencia formadora de
la literatura. Cierro aludiendo a una pedagogía poética que trascienda los conceptos
instalados en dispositivos enajenantes del cuerpo, por ello, propongo, en compañía de
Fernando Bárcena, el viraje hacia la palabra literaria para reencantar el cuerpo.
¡Peligro, cuerpo a la vista¡
Existen voces-cuerpos de mujer- y voces -cuerpos de hombre- encontrándose,
nombrándose y logrando esa imagen mágica descrita por Jairo Aníbal Niño de que uno
más uno es uno. En este aquí y ahora, con la evidencia de nuestra presencia en la vida:
el cuerpo, podemos enlazarnos, tejernos, formarnos, respetarnos, construir humanidad.
Estas podrían ser algunas de las razones por la cuales distintas sociedades han
silenciado, encarcelado, momificado, reglamentado, exhibido, seducido el cuerpo. Ellas
han gritado: ¡Peligro¡ cuerpo a la vista.
3. La sociedad de la religión cristiana otorgó la connotación de pecado y demonio al cuerpo
y la mujer por su miedo frente a ellos. Las sociedades de la vigilancia y el control,
también, han temido al cuerpo. Por ello, lo han avasallado a través de coser nuestros
orificios, no permitiendo nuestra unión con lo otro o los otros. Estas dos sociedades,
asegura Eva Patricia Gil (Rodriguez, 2005), en nuestro mundo contemporáneo se
superponen. Pero no voy a entrar en la configuración de estos tipos de sociedades y su
modelación de la subjetividad y el cuerpo. Solo quiero referir dos ejemplos desde la
literatura y el cine sobre ellas.
La novela Ensayo sobre la ceguera de José Saramago nos visibiliza con virtuosa lucidez
como la subjetividad en una sociedad de vigilancia se pone en cuestionamiento cuando
no siente los ojos de otros mirando sus acciones y por ello, el cuerpo acostumbrado a la
obediencia, al castigo se desborda. Yo soy porque otros me miran, sin ello cuál sentido
de vida tengo. Frente a la sociedad del control, podemos observar la película Truman
Show, donde su vida y su cuerpo son producidos para vender. Son los ojos de muchos
que miran a unos pocos, que viven una vida inventada, esta es la sociedad del simulacro
como expone Eva Patricia Gil. El simulacro en esta película está en doble sentido, todos
los que miran consumen vida de Truman, viven con él, la vida que les ha sido producida.
Ellos son Truman. Pero a su vez Truman, que es mirado, evidencia que vive una vida
inventada, él no es ese, todo está construido y manejado por otro. Su vida no existe. En
esta sociedad los estereotipos de belleza, género, inteligencia, sensibilidad, roles
sociales, vida, entre otros, nos seducen en los placeres fáciles y en la ráfaga de
estímulos que están al orden del día en el consumismo. Esto conforma la subjetividad y
el cuerpo. Es así como mis arrugas, mis líneas, contornos, semblante, mirada, son la
memoria de las vidas vividas en los contextos que he tenido.
Devenires del cuerpo
A partir de estas sociedades soy naufraga, exiliada y expulsada de mi cuerpo. Hay tantos
fragmentos de él que no alcanzo a mirarme en un espejo porque cuando lo hago solo
alcanzó a percibir un ojo, un labio, el corazón, la mano, tal vez el mío, pero casi siempre
son imágenes que disimulan mi cuerpo, son objetos en mi cuerpo. He terminado
borrándome.
4. No. Quiero saber dónde tengo mi ombligo para acordarme que nací de un cuerpo. Abro
los ojos porque no quiero reducirme a no vivir, quiero salir de la caverna y arriesgarme a
la aventura de sentir la tozudez del sol y las alegrías del viento. No quiero ser fragmentos
sino yo en mi complejidad de cuerpo.
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!...
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!
(Loinaz)
Por ello, comprendiendo que no estoy acabada sino condicionada, como lo explicita el
pedagogo Paulo Freire, pretendo devenir a la alienación, al control y la supresión de
estas sociedades a través de la comprensión, el cuidado y sentido que doy a mi cuerpo y
desde ahí entrelazarme con una pedagogía poética.
Comprender el cuerpo: Espíritu y sangre uno solo
¿Qué es mi cuerpo? ¿Soy cuerpo? Las sociedades, que nombre anteriormente,
judeocristiana, de vigilancia y de control se han servido de la visión griega de la
separación cuerpo / alma. Dicha visión nutrió también el paradigma de la racionalidad de
Descartes el cual vino a coadyuvar a estas dos últimas sociedades. Edgar Morin señala:
“Este paradigma determina una doble visión del mundo, en realidad, un desdoblamiento
del mismo mundo: por un lado, un mundo de objetos sometidos a observaciones,
experimentaciones, manipulaciones: por el otro a un mundo de sujetos planteándose
problemas de existencia, de comunicación, de conciencia, de destino.” (Morin, 2000,
pag. 22 y 23)
5. Ese mundo dual de alma y cuerpo asimila, muchas veces, la primera a la razón o al
espíritu y la segunda a la pasión, al instinto, a la debilidad. Niega el cuerpo y el hecho de
que nuestra subjetividad se teje en el cuerpo el cual nos forma, conforma, aguarda,
apasiona, además, evidencia las huellas de cómo se ha configurado nuestra subjetividad :
dolores, alegrías, sufrimientos, alteraciones, alienaciones, relaciones con lo otro y con los
otros. Al respecto Maturana señala:
El niño aprende hablar sin captar símbolos, transformándose en el espacio de
convivencia configurado en sus interacciones con la madre, con el padre y con los otros
niños y adultos que forman su mundo. En este espacio de convivencia su cuerpo va
cambiando como resultado de esa historia y siguiendo un curso contingente a esa
historia. Y el niño que no es expuesto a una historia humana y no vive transformado en
ella según el vivir en ella, no es humano. Esto es y debe ser parte de nuestra
preocupación cotidiana: los niños que crecen en una dictadura, crecen corporalmente de
manera distinta de los niños que crecen en una democracia. En el fondo, es a eso a lo
que hacemos referencia cuando decimos: “lo tiene incorporado”. (Maturana, 1997, pág.
67)
Por todo esto, estas sociedades utilizan el cuerpo para sus fines, primero de producción y
luego de consumo. Pero el cuerpo, es un duro hueso de roer pues sus desplazamientos,
necesidades, encuentros, deseos entran en contradicción con los señalados por estas
sociedades. Hay que comprender el cuerpo, en el sentido de la palabra que da Edgar
Morin a comprensión (Morin, 2000), esto es pensar el cuerpo en contexto, en sus
múltiples dimensiones: biológico, sensorial, emocional, social, cultural. Entender que
somos cuerpo de la cabeza a los pies; músculos, piel, sangre tejidos con sensaciones,
emociones, ideas, sexo. Mi espíritu y mi sangre son uno mismo. Al respecto, Álvaro
Restrepo, filosofo y creador del colegio del cuerpo en Cartagena, señala:
El cuerpo es nuestra única pertenencia real en este mundo; lo demás son arandelas
incidentes- Así, pertenecemos a él y él nos pertenece, y por tanto existe diferencia entre
tener un cuerpo y ser un cuerpo. Cuando digo “tengo un cuerpo”, establezco una
distancia entre el yo mental y espiritual, y el físico o material. Cuando digo “soy cuerpo”,
acepto que las ideas, emociones, sensaciones comparten la misma naturaleza de mis
huesos, órganos y músculos. Tan espiritual es mi sangre, como física mi tristeza.
(Restrepo, 2005, Pág. 39)
Este cuerpo de órganos, ideas, sensaciones, emociones tiende puentes hacia el otro,
porque el cuerpo es, esencialmente, social. En palabras de Maturana, lo social está
6. constituido por el amor, que para el biólogo chileno es la aceptación del otro junto a uno
en la convivencia. Esta sociedad la formamos hombres y mujeres como señala Gioconda
Belli con la disimilitud de nuestros cuerpos, de nuestro sexo.
…Te siento, mi compañero, hermoso
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.
(Belli)
Cuidar el cuerpo: de lo patriarcal a lo matrístico
Un cuerpo cuidado es consentido, mimado, acariciado, escuchado, que habla. Un cuerpo
que ha sido curado de las huellas de la violencia, la disciplina, del placer vendido a
montones. Por ello, establezco la necesidad de una ética del cuidado para el cuerpo. En
palabras de L. Boff :
El ethos que cuida y ama es terapéutico y liberador. Sana llagas, despeja el futuro y
crea esperanzas. Con razón dice el sicoanalista Rollo May: “en la actual confusión de
episodios racionalistas y técnicos, perdemos de vista al ser humano. Debemos volver
humildemente al simple cuidado. El mito del cuidado, solo él, nos permite resistir al
cinismo y a la apatía, dolencias psicológicas de nuestro tiempo”. (Boff, 2005, pág. 12)
Este ethos que cuida se puede relacionar con la cultura matrística, según nominación de
Maturana, la cual se opone en esencia a la cultura patriarcal. Esta última se caracteriza
por ser la cultura de la guerra: la posesión de la tierra y de los animales lleva a la defensa
de los mismos y la apropiación de nuevas tierras. De ahí surge ver al otro como enemigo,
asumir su manipulación y hacer una reafirmación del yo hasta llegar a convertirse en
necrófilo. En la actualidad esta cultura está presente en nuestro mundo adulto, aunque,
lamentablemente, ya podemos evidenciar ciertos aspectos de ella en la niñez. Maturana
señala:
La segunda fase de su vida en nuestra cultura patriarcal europea, es vivida por el niño o
niña que entra en ella, o por el adulto que ya se encuentra allí, como un continuo
7. esfuerzo por la apropiación y el control de la conducta de los otros, luchando siempre en
contra de nuevos enemigos, y, en particular, hombre y mujeres entran en la continua
negación reciproca de su sensualidad y de la sensualidad y ternura de la convivencia.
(Maturana, 1993, págs. 44-45)
Esa negación de la sensualidad ha llegado a su paroxismo con todas las formas de
negación y exterminio humano: campos de concentración, torturas, genocidios. Pero los
seres humanos, en nuestro origen humano, hemos vivido la sensualidad y la aceptación
del otro, esto fue en la cultura matrística que infiere, el biólogo chileno, existió en Europa
entre siete y cinco mil años antes de Cristo. En ésta no había dominio sobre los otros ni la
tierra. Los seres humanos eran nómadas, agricultores y recolectores. El cuerpo no era
territorio de apropiación ni dominación sino el sentido de vida: no centrado en la
procreación sino en la comunión sensual. Maturana explica:
El sexo y el cuerpo eran aspectos naturales de la vida, no fuentes de vergüenza u
obscenidad y la sexualidad tiene que haberse vivido en la interconectividad de la
existencia no primariamente como una fuente de procreación sino como una fuente de
placer, sensualidad y ternura en la estética de la armonía de un vivir en el que la
presencia de todo tenía su legitimidad a través de su participación en la totalidad. Las
relaciones humanas no eran las relaciones de control o dominación, sino de
congruencia y cooperación, no en la realización de un gran plan cósmico, pero si en un
vivir interconectado en el cual la estética y la sensualidad eran su expresión normal.
(Maturana, 1993, pág. 48)
Recuperar nuestro cuerpo es recuperar nuestro origen de aceptación del otro que solo es
posible a través del tejido de la sensualidad, con las emociones y el pensamiento, es
decir de mirarnos, acariciarnos, cuidarnos, contenernos, alimentarnos, responder el uno
por el otro. Esta responsabilidad que se entiende cuando me descentro de mí mismo para
responsabilizarme y responder en pleno por el otro. Hay que entender que nuestro yo es
el resultado de que alguien nos haya cuidado, como señala Paula Gil hablando de
Levinas. (Gil, 2009)
Esta ética del cuidado es biofílica, promueve la vida a través de nuestra sensualidad, de
sentirnos plenos, alegres, bellos, expandidos en la flor, el árbol, la luna, la mariposa. Es la
condición humana unida a la vida. Negando así esa fuerza de abstracción presente en las
religiones dogmáticas, las ciencias positivistas y las sociedades de vigilancia y control
que niegan el profundo sentido terrenal, por tanto mágico, de nuestro cuerpo. Fernando
Pessoa siente de esta manera.
8. Pues queréis que tenga un misticismo
Bien lo tengo.
Soy místico, más sólo con el cuerpo.
Mi alma es sencilla y no piensa.
Mi misticismo es no querer saber
Es vivir y no pensar que vivo.
No sé lo que la naturaleza es: la canto.
Vivo en la cima de un otero,
En una casa encalada y solitaria
Y esto me define. (Pessoa)
Sentido del cuerpo: experiencia y formación en el devenir
No podemos seguir viviendo en este artificio que ha hecho del mundo un reino de la
supresión del otro al separar realidad- imaginación, sujeto-objeto, cuerpo-mente, hombre-
mujer. Tampoco continuar en estas sociedades que nos instauran un sentido de vida
enlazado a sus requerimientos: el trabajo bajo la prescripción de la producción y el placer
(estímulos) bajo la prescripción del consumo. Hay que recuperar el sentido humano.
¿Qué entiendo por sentido? Crear. Estar abierto al devenir, romper con el lenguaje que
prescribe, instituye, determina, codifica, enmudece. Ser expresivo: voy construyendo lo
que soy con lo que no ha sido. Renovación, apertura, posibilidad, como afirma Jorge
Larrosa.
Este sentido es experiencia que ha sido determinada, asustada, momificada por los
detentores del poder. Colocada en el mismo sitio, domesticada en experimento y
concepto. Jorge Larrosa (Larrosa, 1998) explora su sentido, desnudándola en palabra
poética que se deja tocar, subvertir, explotar, implotar, ser desde otro momento y otro
espacio en este espacio y este momento.. Larrosa nos dice, experiencia es que nos pase
algo, que nos afecte este cúmulo de tiempo y espacio, de presencias, creando otras
huellas, otras presencias del cuerpo. En la experiencia no existe distancia ni ausencia,
somos en lo que no somos, en los sabores nunca probados, en los sonidos insonables, en
los colores que son y no son prismas del blanco y del negro. Así la palabra experiencia
nos hace alumbrar lo que somos, formación humana que se logra a través de la
afectación y conmoción de mi cuerpo. Dicha formación, afirma Larrosa, se da en el
devenir plural y creativo que hace llegar hacer lo que se es.
9. Exponiendo mi cuerpo- subjetividad mía- puedo formarme, transformarme, deformarme.
Para ello, requiero aventurarme, arriesgarme, salir de la caverna, reconciliarme con mi
comienzo niño el cual me avizora que yo he sido creador y cuidador de mí y del otro,
desde ese sentido del comienzo expresado por el filósofo Fernando Bárcena (Barcena,
2005). Ese comienzo que nos desinstala de esta realidad homogénea y neutral y nos
lanza a la aventura del devenir en un tiempo que es uno y muchos, un momento que está
aquí y allá convertido en múltiples lugares y no lugares, soy desde la flor que ha sido
astro luminoso. Mi cuerpo ya no es encierro de dolores y alegrías sino que hay remolinos
de vidas y muertes, energías que chocan, se abren, se multiplican.
La literatura fractal de mi cuerpo
Esta experiencia la asumo con esa apuesta que hace el ser humano por librarse del
pensamiento racionalizador: el arte. La magia de esta si cuenta con un lector mago, hace
explotar en múltiples sentidos la realidad desde un efecto dialógico: polifonía de voces.
Esto quiero hablarlo especialmente desde la literatura. Para acercarme a ella me uno a
las voces de Paz, Wasserman y Larrosa:
Cada palabra o grupo de palabras es una metáfora. Y así mismo es un instrumento
mágico, esto es, algo susceptible de cambiarse en otra cosa y de transmutar aquello
que toca: la palabra pan, tocada por la palabra sol , a su vez se vuelve en alimento
luminoso. (Paz, 1998, pág. 34)
Del simple escuchar nacía el verbo. La forma adquiría luz por virtud de la palabra
inolvidable. Caspar saborea la palabra en el lenguaje, la siente amarga o dulce, le sacia
y lo deja insatisfecho. Muchas palabras tiene rostros; o resuenan como las campanas en
la oscuridad; o son con llamas en la bruma. J. Wassermann citado por (Barcena, 2005,
pág. 53)
La literatura y la vida muestran su intimidad cuando la vida ha desplegado su sentido y
por tanto se ha convertido ya en literatura. Solo allí en el espacio imaginario de la
literatura la vida alcanza su verdad pero en tanto que esté apartada y como alejada de
sí misma”. (Larrosa, 1998, pág. 97)
Estos autores devienen la literatura a la expansión misma de la vida y avizoran almas
tejidas de aquellos que se atreven a decir lo no dicho. En el mismo sentido diría, las
palabras poéticas son la extensión de mi cuerpo. Sentidos, emociones e ideas se estiran
10. en la palabra para revertirse en mi propia sangre. Es por ello, que invoco la poesía para
que detenga la esquizofrenia, el cinismo, la perversidad soldada en mi cuerpo.
La palabra literaria, como tal vez los saberes ancestrales, son otros conocimientos de
nuestro cuerpo y si en un momento los escuchamos habrían más curaciones que
enfermedades. Acercarnos a nuestros ojos, rostro, contornos, huesos, piel, sangre.
Entenderlos más allá de las prescripciones médicas o los placeres inmediatos. Dice Mario
Benedetti:
La mujer que tiene los pies hermosos
nunca podrá ser fea
mansa suele subirle la belleza
por tobillos, pantorrillas y muslos
demorarse en el pubis
que siempre ha estado más allá de todo canon
rodear el ombligo como a uno de esos timbres
que si se les presiona tocan para Elisa
reivindicar los lúbricos pezones a la espera
entreabir los labios sin pronunciar saliva
y dejarse querer por los ojos espejo
la mujer que tiene los pies hermosos
sabe vagabundear por la tristeza. (Benedetti)
La palabra literaria me hace comprender racionalizaciones que se han hecho de mi
cuerpo, pienso en la belleza y en esa cortadura que hace de ella Manuel Bandeira
cuando escribe:
Lo que yo adoro en ti
No es tu belleza.
La belleza es en nosotros donde existe.
La belleza es un concepto.
Y la belleza es triste.
No es triste en sí,
Sino porque hay en ella de fragilidad e incertidumbre (Bandeira)
La palabra literaria es fractal de mis sentidos y emociones. Los cinco sentidos no
configurados sólo desde su aspecto biológico sino tejidos en la forma del ser. Hay que
abrirnos al mundo, explorarlo como si estuviera naciendo, dejar nuestras precauciones,
11. presunciones y prejuicios, iniciar el mundo con la desnudez de los sentidos. Pedagogía
del comienzo de la que nos habla F. Bárcena. Aprender con los sentidos es la invitación
que también el filósofo Hindú Jiddu Krishnamurty nos hace para comprender el proceso
de vivir: “Sólo a través de la sensibilidad a todo cuanto nos rodea, tiene comienzo una
diferente clase de pensar no limitada por nuestro condicionamiento” (Krishnamurty, 1998,
pág. 86). Los seres humanos estamos en el mundo por la piel, los ojos, los oídos, la nariz,
la lengua. Por la apertura que ellos nos dan. Estos son los orificios, las ausencias que
necesitan un otro que los complete Ellos buscan contacto, olor, sabor, imagen, color,
sonido.
Los sentidos están tejidos con mis emociones que son disposiciones corporales en un
dominio de acción, según lo configura Maturana. La vergüenza, el odio, la alegría, el
amor, la pasión disponen nuestro actuar. Maturana señala “las emociones corresponden o
se constituyen en modos distintos de ver, oír, oler, tocar y moverse” (Maturana,
Emociones y lenguaje en educación y Política, 1998, pág. 207). Así pues cuando, yo
estoy apasionada mi cuerpo deja de restringirse para la acción, inventa tiempo de más y
siempre hay lugar. Cuando amo soy apertura de sensaciones. Los poetas nos hacen
comprender esto con sus versos:
Palabra literaria del amor y la caricia:
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. (Salinas)
Palabra literaria del amor y el olor:
Me persigue tu olor, me persigue y me posee.
No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti,
no es el aroma que llevas como una prenda más:
es tu olor más esencial, tu halo único. (Agudelo)
Palabra literaria del amor y el gusto:
Tu cuerpo son todas las frutas.
Te abrazo y corren las mandarinas;
12. te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca. (Belli)
Palabra literaria del amor y el oír
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas. (Neruda)
Cierre
A veces nuestras pedagogías golpean fuertemente los cuerpos de aquella niñez y
juventud que están anhelantes de territorios nuevos que reencanten el mundo. Pues
hemos sido cuerpos del dolor infringido en estas sociedades de la guerra, cuerpos vacios
de experiencia en estas sociedades del consumo. Por ello, mi apertura es a una
pedagogía que se tome en serio la palabra crear y esta solo puede ser posible a partir de
la memoria de nuestras arrugas, líneas, contornos, semblantes, aquella escritura que han
tejido lo otro y los otros en mi cuerpo para que nuevas caricias se acomoden desde
manos no pensadas, que puedan apasionar y aventurar una formación del devenir. “La
caricia es un no saber: es una ausencia de programación, es un lanzarse a la aventura sin
saber lo que se busca” Levinas citado por (Bárcena, 2000, pág. 196)
Todo ello, emergido y religado con las palabras de Bárcena en su texto el Aprendizaje del
dolor:
Referido a Auschwitz, la palabra "dolor" es una "voz" distinta a las voces que dominan el
discurso pedagógico contemporáneo. Se trata de esa "otra voz" de la que hablaba
Octavio Paz: la palabra poética y esa dimensión del lenguaje capaz de decirnos más
cosas y más en profundidad sobre la complejidad de la condición humana, una
condición que incluye, por supuesto, también la inhumana conditio. El poema es la casa
de la presencia. Es la morada donde habita el testimonio, aquello que no se puede
"decir" pero sí "mostrar". La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Como
actividad capaz de cambiar el mundo, la palabra poética es revolucionaria por
naturaleza, y como ejercicio del espíritu, actividad intrínsecamente liberadora: más que
una forma literaria, el poema es el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre.
(Bárcena, El aprendizaje del dolor)
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