Carta de Sabrina Shorff enviada al juez Kevin Castel
La intervención criminal de estados unidos en honduras
1. La intervención criminal de Estados Unidos en
Honduras, México y América Central
26/05/12 Por MOPASSOL
La militarización estadounidense de Honduras, con cinco bases y centros
de operaciones además de Palmerola (estratégica para la IV Flota), la
reciente masacre de integrantes de la comunidad miskita en el Río Patuca,
para facilitar la ocupación de la zona y la imposición del corredor
mesoamericano de agrocombustibles, la invasión de las agencias de
Estados Unidos en el continente y la militarización de la región en ascenso,
entre otros indicadores, nos muestran que es hora de decir basta al crimen
y detener la guerra de baja intensidad, la invasión silenciosa de las
fundaciones del poder imperial y la militarización que intenta una
recolonización regional en el siglo XXI.
La reciente masacre de integrantes de la comunidad miskita en el Río Patuca, en
Honduras, el pasado 11 de mayo cuando dos helicópteros de la agencia antidrogas
de Estados Unidos (DEA en sus siglas en ingles), dispararon sobre una canoa en la
que viajaban los campesinos matando a dos mujeres embarazadas, dos hombres e
hiriendo gravemente a otros cuatro, evidencia no sólo la continuidad del terrorismo
de Estado impuesto por el golpe militar de junio de 2009 contra el presidente
Manuel Zelaya, sino también la trágica ocupación militar norteamericana en ese
país.
Detrás de este ataque que “se investiga” en Washington -según se informa- no sólo
se advierte la militarización estadounidense de Honduras, con cinco bases y centros
de operaciones además de Palmerola (estratégica para la IV Flota) sino que se trata
de un ataque directo contra los miskitos, para facilitar la ocupación de la zona y la
imposición del corredor mesoamericano de agrocombustibles.
Los asesinatos cotidianos de campesinos, dirigentes sindicales y políticos, maestros,
estudiantes y periodistas –en este caso suman 25 asesinados desde principios de
2010- permiten comprobar que el actual gobierno de Porfirio Lobo, surgido de
elecciones convocadas y digitadas por los militares golpistas de junio de 2009, es
sólo una continuidad de esa dictadura. Los asesinatos cometidos por la fuerzas de
ocupación en este país son cotidianos y evidencian que ése es el proyecto-guión de
Estados Unidos para América Latina, si los dejamos avanzar. La tasa de crímenes
alcanza al 86,5 por cada cien mil habitantes. Se estiman alrededor de 700
homicidios mensuales y unas 20 víctimas diarias. El 55 por ciento de los homicidios
ocurrieron en la zona norte del país (Atlántida, Cortés y Francisco Morazán). El 84,6
2. por ciento con armas de fuego, Y en casi el 28 por ciento de los asesinatos
participaron sicarios.
Se conoce que hay asesores israelíes, paramilitares y sicarios colombianos, después
de un acuerdo de los golpistas con el ex presidente de Colombia Alvaro Uribe, así
como ex militares argentinos y de la Fundación Uno América, que participó
activamente en el golpe. Centenares de personas han sido detenidas y torturadas.
Pero al no poder doblegar la resistencia y al entender que no tienen posibilidad de
ganar en nuevas elecciones, la represión aumenta cada día. No podemos dejar solo
al pueblo hondureño. Es nuestro deber pronunciarnos solidariamente ante las
enérgicas denuncias que realizan las organizaciones populares de Honduras,
denuncias que la gran prensa silencia de manera sistemática.
Lo más grave, en el caso de los miskitos fue el intento de justificación de esos
asesinatos por parte del Director de la Policía Nacional, Ricardo Ramírez Cid, quien
dijo que ”hubo un intercambio de disparos en la escena”. Aún cuando se observó
que las víctimas estaban desarmadas y los sobrevivientes hospitalizados en La
Ceiba relataron que les dispararon a mansalva con ametralladoras y granadas. Lo
mismo sucede con los crímenes y amenazas contra los campesinos del Aguán. El
pueblo miskito es uno de los más golpeados por la tragedia de la ocupación de ese
país centroamericano, así como por la corrupción policial y militar en el tema del
narcotráfico, además del feudalismo imperante en esa zona del país, sumida en una
enorme pobreza. Hay más de 1700 lisiados y decenas de muertos en la comunidad
miskita.
El diario New York Times en su edición del pasado 5 de mayo encabeza un artículo
señalando que la "Armada de los Estados Unidos, usando lecciones del conflicto de
la década pasada (Irak) en la guerra que está siendo peleada en la selva miskita,
ha construido un campamento (centro operativo) con poca notoriedad pública pero
con apoyo del gobierno hondureño". El citado artículo reconoce la instalación de
tres “bases de operaciones de avanzada” ubicadas en Mocorón, Puerto Castilla y El
Aguacate”.
El Comando Sur del Pentágono está auspiciando en toda Centroamérica lo que
llaman “estados fallidos” para justificar las intervenciones en nombre de la
seguridad nacional, el viejo esquema con que sembraron dictaduras en todo el
3. continente en el siglo XX. En esa dirección apuntan los “acuerdos de seguridad” que
Estados Unidos viene estableciendo con los países de la región.
A la situación de Honduras que se agrava cada día sumando ya miles de muertos,
se suma la tragedia mexicana, sobre la que se extiende un silencio cómplice. Desde
que México firmó con Estados Unidos el Plan Mérida en el año 2006 (una réplica del
Plan Colombia) y Washington envió armas y asesores para una supuesta guerra
contra el narcotráfico, más de 55 mil personas han sido secuestradas y asesinadas
en forma atroz, sembrando el terror en el norte de ese país. Existen unos diez mil
desaparecidos. Las Fuerzas Armadas intervienen directamente en el conflicto y
nadie ignora a esta altura de los acontecimientos que la mayoría de esos muertos
nada tienen que ver con el narcotráfico y que Estados Unidos entregó armas a los
grupos paramilitares como los Zetas, como se ha descubierto investigando la
Operación Castaway (Operación Náufrago) o Rápido y Furioso.
Supuestamente, se trataba de una operación encubierta de la DEA para entregar
armas y “conocer” las vías del contrabando. Pero esas armas fueron a parar a
manos de los paramilitares mexicanos, que se entrenan en tortura con la población
civil, y con inmigrantes que van hacia Estados Unidos y son asesinados y
despedazados, como se ha visto en la aparición de cadáveres en distintos lugares.
México ha sido convertido en un estado fallido, y caótico que según políticos
republicanos amenaza ahora “la seguridad de Estados Unidos”, y por lo tanto podría
ser pasible de una intervención, especialmente si en las elecciones próximas no
ganan sus “elegidos” como gobernantes. Las armas de EE.UU también fueron para
las “maras” creadas en ese país y luego enviadas a sus países de origen, tanto El
Salvador como Honduras y Guatemala, con la finalidad de mantener el crimen y el
caos.
Honduras bajo terrorismo de Estado encubierto y Guatemala, donde el feminicidio y
la violencia del viejo militarismo y paramilitarismo contrainsurgente se potencia con
la llegada a la presidencia de un oficial de los “Kaibiles” la fuerza especial más
brutal de todos los tiempos, preparada en Estados Unidos y autora de crímenes de
lesa humanidad y de desaparición de aldeas enteras, cuyos pobladores fueron
eliminados.
Estos integran la cifra de más de 90 mil desaparecidos durante las dictaduras
militares guatemaltecas, la más alta de América Latina considerando además la
población de poco más de diez millones de habitantes.
Esta es parte de la realidad centroamericana, a lo que se añade el gobierno
derechista de Panamá, que ya ha producido matanzas indígenas, persecución de
trabajadores y firmado con Estados Unidos la instalación de doce bases militares y
centros operativos rodeando todo el país, que había logrado liberarse del Comando
Sur a fines de 1999.
La tragedia ilimitada en Centroamérica se continúa con la virtual ocupación de
Colombia con por lo menos ocho bases militares extranjeras y un terrorismo de
Estado encubierto desde hace años y ahora en una supuesta “Democracia de
Seguridad”, donde continúan las matanzas militares y paramilitares día por día y se
impide cualquier proceso de paz que signifique producir un verdadero cambio en
ese país. Colombia es el país de América Latina que junto con Guatemala, tiene la
mayor cifra de muertos y desaparecidos del continente a lo largo del siglo XX y lo
que va del XXI.
4. Ante esta realidad, a lo que se unen los tratados de libre comercio firmados con
varios gobiernos de la región, la invasión de las agencias de Estados Unidos en el
continente y la militarización de la región en ascenso, con las consecuencias
sociales y políticas que estamos viendo, el Movimiento por la Paz, la Soberanía y la
Solidaridad entre los Pueblos (Mopassol), llama a organizaciones populares a
extender su solidaridad y realizar actos y demandas para detener la masacre de
pueblos hermanos y denunciar los graves peligros de una profundización de la
intervención extranjera, que inevitablemente se extendería hacia todo el
continente.
Es hora de decir basta al crimen y detener la guerra de baja intensidad, la invasión
silenciosa de las fundaciones del poder imperial y la militarización que intenta una
recolonización regional en el siglo XXI. www.ecoportal.net
Buenos Aires, Argentina, 23 de mayo de 2012
LLAMADO URGENTE DEL MOPASSOL - Movimiento por la Paz, la Soberanía y la
Solidaridad entre los Pueblos - www.mopassol.com.ar