1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.294 • 3 de abril de 2016
¡La buena noticia para todos! • De la Divina Misericordia
¡SIGUE LA PASCUA!
Mensaje de La Palabra de Dios para esta semana
Hoy domingo de la misericordia el evangelio cuenta que Jesús derrama
sobre los apóstoles al Espíritu Santo, les desea paz y da a sus discípulos,
el poder de perdonar los pecados. Cada uno de nosotros debe pedir al
Espíritu el don de reconocer en el otro a un hermano, saber perdonar al
que se arrepiente y nos pide el perdón. También pidamos la capacidad de
reconocer nuestros errores para solicitar el perdón al que hemos ofendido.
Mientras completamos el dibujo, pensemos la alegría quenos trae Jesús resucitado.
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Segunda lectura: Apocalipsis 1, 9-13. 17-19
o, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones,
el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Pat-
mos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui
arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta,
que decía: –Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete Iglesias: a Éfeso, a
Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea. Me di vuelta para ver de quién
era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante
a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de
oro. Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo:
–No temas: yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre
y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que
sucederá en el futuro. El significado misterioso de las siete estrellas que has visto en mi mano y de
los siete candelabros de oro es el siguiente: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias,
y los siete candelabros son las siete Iglesias.
Y
l atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban
con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús
y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron
de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los
envío a ustedes”.
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán per
donados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Tomás, uno de los doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros
discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos
en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás.
Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La
paz esté con ustedes!”.
Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado.
En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran
relatados en este libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios, y creyendo, tengan vida en su nombre.
Evangelio: Juan 20, 19-31
A
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3. —Dale, abu, nos acompañas a cosechar... dijeron
las chicas. Vamos con mamá a la finca de arriba.
La dueña nos deja entrar y sacar la fruta que ella
no va a usar.
Cada niño tomó una bolsa y a la abuela le dieron
unas sacas, que son bolsas
grandes. Se pusieron pan-
talones largos a pesar del
calor, porque el camino más
corto era atravesando el
bosque lleno de espinos y
amor seco. También había
millones de hormigas, bi-
chos extraños, alacranes y
serpientes. “Todo es parte
de la naturaleza”, le decían
los niños y ella, ni loca, iba
a manifestar el miedo que
le daban algunos de esos
animales.
—Abu, no te preocupes, los pumas no bajan cuan-
do ven gente y los zorros tampoco, porque prefie-
ren entrar al gallinero por la noche. Los animales
nos tienen más miedo a nosotros que nosotros a
ellos. La abuela no decía nada, porque ya les ha-
bía explicado que estos comentarios le daban más
miedo en lugar de calmarla. Había decidido que si
su familia vivía feliz allí, ese también era un lugar
apropiado para ella.
Siguió a la más pequeña con la excusa de que iba
lento, para que no se retrasara, pero en realidad,
trataba de poner los pies en el mismo lugar que
ella lo hacía. Si había una espina, su nietita la
evitaba. Si saltaba para no pisar una piedra, era
porque estaba floja y, bajo esa piedra, tal vez se
escondía algún animal. Alguien puede pensar que
la abuela se sentiría mal aprendiendo a caminar
detrás de una pequeña niña, pero no era así, esta-
ba feliz de seguir aprendiendo día a día cosas que
ni siquiera sabía que no sabía.
Llegaron a la finca caminando por el canal y pa-
saron por el alambrado. Ahí
estaban los árboles repletos
de duraznos.
— ¿Esto no será trabajo in-
fantil? –dijo la abuela.
—¡Ya vas a ver cómo traba-
jan!—le contestó su hija.
Efectivamente, los niños
dejaron las bolsas a un cos-
tado y se dedicaron a correr,
trepar a los árboles y comer
fruta.
—Esto es lo que debe hacer
un niño en la cosecha, jugar,
disfrutar, encontrarse con la naturaleza, distinguir
qué fruta está buena, cuál va para dulce, cuál para
los chanchos…
Esa tarde juntaron varias bolsas y las arrastraron
entre dos hasta el camino para levantarlas más
tarde con la camioneta. Al día siguiente, bien tem-
prano, se reunieron en la cocina y, entre mate y
charla de por medio, pelaron y cortaron la fruta;
luego la llevaron a otras mujeres que tenían una
gran paila de cobre para hacer el dulce. También
les llevaron los frascos fajinados con alcohol y
otros elementos necesarios para envasar el dulce.
Los varones, que habían ido a trabajar al campo,
les alcanzaron la leña necesaria.
Esa noche, la abuela comenzó el cuento:
—Hace muchos, muchos años, mucho antes de
que mis abuelos nacieran, existió un pueblo en el
Cuentos de vida
Cuento de cooperación
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
La abuela fue a visitar a sus nietos y nietas que vivían en la montaña. Todas las noches, antes de
dormir, les contaba un cuento. “Un cuento de la cabeza”, decía la nieta menor, es decir un cuento
inventado. La abuela estaba convencida de que los relatos salían de la vida, pero le resultaba
muy interesante el decir de su nieta. Puedes pedir todos los relatos a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
que cada habitante caminaba mirándose los pies.
Sólo les preocupaba no tropezar con una piedra
o con otro pie. Podían reconocer a un vecino por
el calzado o la forma de caminar, pero nunca se
habían visto el rostro. Cada uno se preocupaba
por lo suyo sin importar lo que le pasaba al otro.
En épocas de vacas gordas, es decir de prosperi-
dad y necesidades satisfechas, vivían tranquilos,
ocupándose cada uno de lo suyo. Sin embargo,
cuando comenzó la escasez de productos, a cau-
sa de guerras entre pueblos vecinos, la materia
prima y la comida dejaron de llegar al pueblo;
cada uno sintió que se le terminaba el mundo,
que estaba todo perdido. Algunos quisieron sal-
varse solos, como si un pequeño salvavidas pu-
diera soportar la gran tempestad que se acerca.
Un niño tuvo el gran coraje de levantar la vista
y alcanzarle a un vecino una bufanda que se le
había caído. Los que lo rodeaban, contagiados
por la sorpresa, fueron levantando poco a poco
la mirada mientras aguantaban la respiración y…
no pasó nada.
Fue el primer gesto para que a partir de ese día,
recordado años más adelante con una gran fiesta
denominada “Fiesta de la bufanda”, los vecinos
se convirtieran en habitantes del mismo pueblo
y completaran la frase que los acompañó hasta
ese día: “Cada uno en lo suyo y… en todo, todos”.
Voy por un caminito, voy por el otro y mañana,
te cuento otro.
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
Teléfono (011) 5555-2424 / Fax: (011) 5555-2425 / E-mail: inescasala@gmail.com / Impreso en G.S.Gráfica s.r.l.
Charlone 958 - B1868DZF Piñeyro, Avellaneda, Bs. As. Correo Argentino Suc. 2 (B): Franqueo a pagar cuenta 14.471.
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Para pensar y
conversar después
de leer el relato
Investiga acerca del trabajo infantil y
los derechos de los niños.
¿Qué significa en tu vida: “Cada uno
en lo suyo y… en todo, todos”?
Jesús, siempre,
camina junto
a nosotros.
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