Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Hojita de los niños 7 febrero
1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.284 • 07 de febrero de 2016
¡La buena noticia para todos! • Domingo 5º durante el año
COLUMNAS VIAJERAS
Mensaje de La Palabra de Dios para esta semana
“Naveguen mar adentro”
Esta frase de Jesús está relacionada con lo que nos dice Francisco:
venzan la indiferencia. Dejen la comodidad. Puede ser que a nosotros
nos vaya bien, que no tengamos problemas pero, seguir a Jesús significa
dejar el bienestar propio para hacer algo para el bien común.
El miércoles 10 de febrero será Miércoles de Ceniza, el día que em-
pieza la Cuaresma, tiempo en el cual revisamos nuestras actitudes. Po-
demos pensar especialmente en cómo construimos la paz y cómo vivimos
la misericordia.
Colocar cada columna en su lugar para leer una frase relacionada
con un texto que habla del perdón.
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Segunda lectura: 1 Corintios 15, 1-11
ermanos: Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado,
que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella
son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, ha-
brán creído en vano.
Les he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuer-
do con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de
quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han
muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció
también a mí, que soy como el fruto de un aborto.
Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que
he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue
estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la
gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y
esto es lo que ustedes han creído.
H
n una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús
para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del
lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pes-
cadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las
barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y
enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le
respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú
lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes es-
taban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para
que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy
un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad
de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo,
compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pes-
cador de hombres”. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Evangelio: Lucas 5, 1-11
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3. ¡Perdonar, perdonar, siempre perdonar! Lucas se
pasó la vida perdonando. Cuando era pequeño,
perdonaba a su hermano menor que le sacaba los
juguetes, le pegaba con un palo, le tiraba las cosas
de la escuela y le rompía las hojas del cuaderno de
clase para hacer sus dibujos. En la escuela, como
se portaba bien y le gustaba estudiar, también lo
molestaban. Se burlaban, lo
tomaban de punto y él siem-
pre tenía que perdonar.
Perdonaba y aceptaba for-
mar parte de los grupos
de trabajo que después se
aprovechaban de él porque
terminaba haciendo todo
solo. Perdonaba y prestaba
la pelota en el recreo aun-
que nunca le hacían un pase,
perdonaba y te invitaba a su
cumpleaños aunque a él no
lo invitaras… Siempre era él
el que tenía que perdonar.
A veces lo conversaba con sus padres y ellos le de-
cían, orgullosos, que era porque a él no había na-
da que perdonarle; que siempre hacía todo bien.
Lucas tenía la impresión de que sus padres no se
daban cuenta de lo que sentía, pero le agradaba lo
que escuchaba y no profundizaba el tema.
Pasaron los años y nada cambió en la universidad
ni en el trabajo.
A Lucas se le hacía difícil tener amigos y mantener
relaciones estables con las personas. Se cansan de
mí porque soy bueno, pensaba, porque siempre los
perdono.
En la vida ocurre que lo que sentimos se nos mani-
fiesta en el cuerpo, en el rostro, y Lucas a pesar de
ser joven, parecía un viejo.
Cierta tarde, al salir de su trabajo, se cruzó con Ma-
bel, su catequista de cuando iba a la parroquia pa-
ra la Confirmación. En esa época, Mabel le parecía
una mujer grande. Él tenía doce y Mabel dieciséis.
Pero ahora, que él tenía cuarenta, parecía mucho
mayor que ella.
Lucas la reconoció inmediatamente y la llamó. Ella
giró la cabeza, se detuvo, lo miró a los ojos y pre-
guntó:
—¿Lucas? ¿Eres Lucas?
¿Qué cambiado estás? ¿Qué
te pasó?
Mabel se caracterizaba por
la sinceridad, siempre decía
lo que pensaba.
Lucas la invitó a tomar un
café y permanecieron varias
horas conversando en la con-
fitería. Le contó de su vida y
de cómo hizo caso a lo que
aprendió en catequesis y lo
que le enseñaron sus padres.
A Mabel le llamó mucho la atención porque, si hu-
biera hecho lo que intentó enseñarle, ahora ten-
dría que estar feliz y no apesadumbrado. Tendría
que tener amigos, poder compartir su vida con
alguien… el camino de Jesús siempre nos acerca a
otros.
Lucas le explicó que él siempre tenía que perdo-
nar y esto lo cansó, lo puso de mal humor y le hizo
desconfiar de los demás y de las enseñanzas que
había recibido.
Mabel se quedó pensativa. Algo había fallado.
—¿Me repetís lo que dijiste?
—Sí, dije que yo siempre tuve que perdonar…
—Eso, es eso —lo interrumpió Mabel—. Lo que fa-
lla es el “tener”. Vos perdonaste siempre como una
obligación, como un deber. El perdón sirve para re-
componer los lazos que se rompieron, para empe-
Cuentos de la Misericordia
Perdonar las ofensas
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
Si desean la serie completa, la pueden solicitarla a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
zar nuevamente, pero vos te instalaste en el lugar
de víctima, en el lugar de “soy el mejor”. Mabel se-
guía tan cruda como siempre en sus comentarios,
pero a Lucas no le importó, porque sintió que se
lo decía desde el cariño.
Se despidieron y Lucas caminó hasta su casa
pensando en lo que le había dicho Mabel. Al día
siguiente, en el trabajo, un compañero le pidió
disculpas porque no había terminado el trabajo
que tenían que entregar. No era la primera vez
que lo hacía, siempre confiaba en que Lucas no
se enojaría y resolvería el problema. Sin embargo,
ese día Lucas le dijo:
—Está bien, si no lo terminaste, ve a decirle al je-
fe... ¿por qué me lo decís a mí?
Lucas esperaba que el mundo se cayera sobre él,
pero pasó todo lo contrario. Desde ese momento
comenzaron a respetarlo y valorarlo. Ya no era el
que cargaba con la responsabilidad de otros. Aho-
ra era un buen tipo de verdad, porque lo sentía, no
porque tuviera la obligación. A veces, ser buena
persona, no quiere decir evitar las confrontacio-
nes, sino resolverlas con justicia y misericordia.
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
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En Uruguay: SAN PABLO, Colonia 1591 (11200) MONTEVIDEO.
Tel.:24018332, cels.:09494307/095728681, Mail: libreria@san-pablo.com.uy
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
Perdonar con misericordia no significa dejar que
nos pasen por encima, o invitar al que nos hace
daño a almorzar a casa. Perdonar es algo más com-
plejo que implica de las dos partes un movimiento.
Tampoco quiere decir que nos aguantamos cual-
quier cosa.
Hay veces que perdonar es no desear el mal del
otro. Parece poco, pero no lo es.
¿Perdonamos de corazón como medio para conso-
lidar relaciones?
Que siempre
sintamos hambre
de justicia y de paz.
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