La última etapa de nuestro VIAJE ha sido un recorrido general por el PAÍS DE LAS PALABRAS: nos da mucha pena que esto se haya acabado, pero, como podemos volver cuando queramos, regresaremos y nos enteraremos de muchas más cosas.
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PALABRAS ARTISTAS, CIENTÍFICAS, PERIODISTAS…
PALABRAS COMPAÑERAS Y AMIGAS
¿Recuerdas que cuando te hablé de LA MÉTRICA dije
algo así como... llegar a la esencia de LA LÍRICA? Pues sí:
llegar a la esencia de LA LÍRICA es conectar con otra de las
maravillas que pueden conseguir las palabras. Y no sólo por
LA LÍRICA, sino también por LA NARRATIVA y por LA
DRAMÁTICA. ¿Sabes quiénes son estas tres? Pues son ARTE,
y son ARTE porque son LITERATURA.
EL ARTE es la transformación de la realidad gracias
a la creatividad, a la imaginación, a la fantasía. EL ARTE
admite muchos procedimientos, muchos materiales, muchas
técnicas (de hecho, hay muchos tipos de actividades
artísticas, y, por lo tanto, de ARTES). Y a las palabras también
les gusta ser artistas.
Cuando las palabras quieren ser artistas, se reúnen en
los grandiosos salones y en las pequeñas salitas de una gran
amiga de LA LENGUA que se llama LITERATURA y que es
ni más ni menos que una de LAS ARTES: es precisamente EL
ARTE que tiene a las palabras como creadoras. Es normal que
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LA LENGUA y LA LITERATURA sean grandes amigas ¿no?, al
fin y al cabo, LA LITERATURA no existiría sin LA LENGUA:
aunque, realmente, sin LA LENGUA ¿qué existiría?
Cuando las palabras se reúnen para hacer
LITERATURA, se mezclan y se combinan de tal manera que
consiguen unas historias asombrosas, más o menos próximas
a la realidad, más o menos fabulosas, pero siempre
imaginativas, creativas; algunas parten de la propia Historia
(con mayúscula) pero luego van inventando, inventando y
resultan maravillas con las que se pueden pasar muy buenos
ratos y, además, aprender mucho.
Las palabras se inventan personajes, situaciones,
hechos, relaciones, conflictos, pasiones... y con ello logran
crear nuevos mundos que a veces resultan muy lejanos del de
verdad y otras veces en cambio no se sabe si son o no son
ciertamente ese mundo real: así de bien funcionan, en unos y
en otros casos. Las palabras también pueden ser artistas de
los sentimientos, de las emociones, de las sensaciones, así,
por sí solas, sin personajes ni hechos ni ambientes, sólo de
palabra a palabra, de corazón a corazón. Incluso, a veces, las
palabras son actores y actrices que montan y representan
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historias espectaculares que se ven y se oyen, con decorados,
música, luces, movimiento... Las palabras también pueden
decir cómo es todo los que existe: pueden mostrar las formas,
los tamaños, los colores, los caracteres, las ideologías... Sí: son
muy descriptivas. (¿Habrá algo de lo que no sean capaces las
palabras?)
A las palabras que se dedican a contar historias las
llaman por aquí narrativas; las sentimentales, emocionales y
anímicas son las líricas, y a las que gustan de actuar se las
conoce como dramáticas. Realmente, no es que las palabras
sirvan precisamente para ser narrativas o líricas o
dramáticas (o descriptivas) y no puedan más que encasillarse
en una o en otra categoría: las palabras hacen lo que quieren
y lo hacen bien porque saben hacerlo, pero lo que ocurre es que
en su país todo ha de estar catalogado y controlado porque
son muchísimas y sirven para todo, y de esta manera,
sistematizadas y catalogadas, se les puede sacar mucho partido
sin que haya confusiones entre lo que es real y lo que no lo
es. Precisamente, lo bueno que tienen las palabras (que lo
mismo sirven para un roto que para un descosido) puede ser
también un problema... ¿Por qué? Pues porque las ideas que
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despiertan se pueden presentar de un modo o de otro y se puede
llegar a generar equívocos y errores que no son convenientes
ya que dan lugar a malentendidos. En el país de las palabras
todo está muy clarito, muy clarito. Los líos puede que vengan
después, pero no es culpa suya.
Por otra parte, las palabras son igualmente capaces de
ser grandes científicas, en cuyo caso no cambiarán nada de
la realidad, sino que la explicarán, la analizarán, la
clasificarán (después de mucho y mucho estudio de todo lo
que ha existido y existe) para que cualquiera pueda conocerlo
todo (o casi todo). A mí me parece que, como las palabras
siempre han estado sujetas a tantos estudios e investigaciones,
ellas mismas han aprendido a estudiar, a investigar y, claro
está, a contar todo lo que han estudiado e investigado, y,
dependiendo de cada caso, lo cuentan para que esté al alcance
de todo el mundo o lo cuentan de un modo más reservado,
más restringido, para algunos grupos... Ciertamente, las
palabras saben mucho.
Las palabras saben tanto que son capaces de tratar todos
los temas y con todos los niveles de facilidad y de dificultad;
saben tanto que pueden hacer que sean “reales” los seres, las
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cosas que ni siquiera existen, o pueden hacer que estén
presentes acontecimientos que sucedieron hace mucho pero
que mucho tiempo, incluso antes de que las palabras
propiamente dichas existieran. (¿No te parece
extraordinario?)
Las palabras se dedican a cualquier tipo de actividad,
desde las más sublimes hasta las más vulgares, desde las más
idealistas hasta las más materialistas, desde las más
generales a las más particulares... En segundos te pueden
poner en contacto con el principio de los tiempos o con lo que
ahora mismo está ocurriendo; te pueden poner en contacto con
lo que tienes ahí mismo, a tu lado, o con lo que está pasando...
sabe Dios dónde. Viviendo con las palabras lo puedes tener
todo al alcance de la mano... y cuantas más palabras conozcas
más posibilidades tienes de saberlo todo, todo, todo. Y de
relacionarte con todo el mundo. Y de tener más y más
experiencias, e intercambiarlas. Tienes la posibilidad de
hacerte grande, grande, grande. Tienes la posibilidad de
entender y de hacerte entender. Tienes la posibilidad de
saber.
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ASÍ SON LAS CIUDADES DE LAS PALABRAS
Las palabras tienen su país muy bien organizado,
porque son muchas, y con eso de tener cuatro facetas, cuatro
caras, puede que, cuando se quiera encontrar a una palabra,
se la quiera buscar por una, por otra o por varias de sus
caras a la vez, y, para que no haya líos de localización, EL
SISTEMA se ha encargado de que en su país todo esté muy bien
ordenado.
Al parecer, en ese país hay dos modos de hallar y de
identificar a cada palabra. Uno de los modos es el que llaman
el orden alfabético, que consiste en tener a todas las palabras
censadas, es decir, registradas en unos libros especiales que
comúnmente se llaman diccionarios. EL SISTEMA controla el
que se considera el diccionario general, en el que están todas
las palabras apuntadas en forma de lista y según las letras
que las forman siguiendo el alfabeto o abecedario. Además
de figurar todas las palabras una por una, en el diccionario
general aparecen también los detalles que permiten
identificar y diferenciar a unas de otras, como, por ejemplo,
detalles de ortografía, de categoría gramatical, de
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significación, de origen de la palabra (etimología), de
posibilidades de uso... Además de este diccionario general,
que es el censo oficial de las palabras, también hay otros
diccionarios más específicos, como los que se refieren a las
profesiones, a determinadas Ciencias y Artes, a curiosidades
y anécdotas... Los hay más amplios o más abreviados, y los
hay no sólo en papel sino también en formato electrónico,
para ordenador y tal, que las palabras se han ido amoldando
al paso del tiempo y viven de un modo muy moderno y muy
actual, no te vayas a creer. Bueno, en resumen: en los
diccionarios (del tipo que sean) están todas, como las personas
en las guías de teléfono que usamos normalmente. El otro
modo, que a mí me llamó más la atención, es el de los distritos
en que tienen distribuidas sus ciudades, distritos que allí se
llaman campos semánticos.
Estos distritos que llaman campos semánticos están
directamente atendidos por LA SEMÁNTICA, aunque,
evidentemente, con la colaboración de las otras Ministras: LA
FONÉTICA y LA FONOLOGÍA, por una parte, y LA
MORFOLOGÍA y LA SINTAXIS, por otra.
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A lo que vamos. Los campos semánticos funcionan
agrupando a las palabras según su significación general y
común, o sea, como los miembros de una misma familia,
que pueden vivir muy cerca unos de otros y, cuando vas a
buscar a uno, de paso, puedes conocer y saludar a los demás.
Cada uno de estos distritos tiene un nombre, que es el de la
significación general, y, dentro de estos distritos es frecuente
encontrar barrios en que se reúnen las palabras de modo más
restringido dentro de su significación general. Por ejemplo,
si quieres encontrar palabras que se refieran al calzado, pues
te vas al distrito correspondiente y ahí puedes encontrar
zapato, zapatilla, sandalia, chancla, bota, botín, zueco...
Incluso puedes ir por barrios como el del calzado deportivo,
de baile, de trabajo... O buscas ropa, interior o exterior, de la
parte de arriba o de la de abajo, de señora, de caballero, de
bebé... (Parece una tienda ¿no?, pero es que es así: las
palabras permiten clasificar y organizar la realidad, todo lo
que nos rodea). Si quieres localizar alguna palabra más
anímica, te vas al distrito del sentimiento y al barrio del
sentimiento positivo o del sentimiento negativo, y te
encuentras con los buenos y con los malos: alegría,
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satisfacción, amor, felicidad ... desesperación, odio,
angustia, tristeza (hay muchos: me imagino que tú ya los
conoces). Por cierto: para algunas palabras, en esto, también
hay diccionarios especializados que recogen las palabras que
significan lo mismo o que significan lo contrario: si estás
pensando en sinónimos y antónimos, has acertado (yo ya te
había comentado algo de esto ¿verdad?).
Además de en estos campos semánticos (o
conceptuales), las palabras se organizan en otros campos, es
decir, que están localizables en varias domiciliaciones: algo
así como que tienen varias direcciones... como lo que
hacemos con el correo electrónico, que podemos tener varios
(y varios buzones) y en todos se nos puede encontrar. Está
claro ¿no?, pues eso. Por ejemplo: también hay campos
asociativos, que son los grupos de palabras que de alguna
manera tienen algo que ver y que se van evocando unas tras
otras (alpinista, cuerda, escalada, crampón... o rico, mico,
pico... que viene muy bien para hacer rimas); hay campos
etimológicos (por el origen de las palabras) en el que se juntan
las palabras que tienen el mismo lexema, como monte,
montaña, montaraz, montañismo, montañero..., y también
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hay campos léxicos (según los sinónimos), para palabras
como detener, parar, estacionar, inmovilizar, trabar... Y, en
ocasiones, incluso se organizan por jerarquías léxicas, es decir
considerando algo así como una palabra general de la que
luego salen palabras más concretas, más particulares, como
de la palabra flor, de la que salen rosa, clavel, azucena,
amapola... (te diré que, vistas así, están clasificadas con unos
nombres muy raros: se conocen como hiperónimos (flor) e
hipónimos (las flores, que son cohipónimos) ¡Vaya
nombrecitos!
Y hasta hay diferencias
asociativas según se hagan
diferencias de género… bueno:
una tabla sobre toooodo lo que
interesa ver y listo, que esto es
muy largo para contarlo ahora.
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MUSEOS, ARCHIVOS, BIBLIOTECAS, ACADEMIAS…
Como las palabras son unos seres tan especiales (ya te
habrás dado cuenta), han sido muy respetadas desde siempre;
han sido estudiadas por grandes y pequeños sabios; han sido
incluso “veneradas” por representar la esencia de la vida, del
amor, de la paz (y de la guerra), de la convivencia, de la
sociedad, de la Religión, de la Filosofía, del Arte, de la
Ciencia, de la Cultura, de la Historia...
Todo lo que somos lo somos gracias a las palabras,
con las que aprendemos y enseñamos, con las que nos
relacionamos con toda la gente, con las que podemos transitar
entre el bien y el mal, pasear por la tierra y por cielo, viajar
del pasado al futuro con billete de ida y vuelta, entremezclar
o distinguir la realidad y la fantasía, alejarnos del atraso y
caminar hacia el progreso.
Y por todo lo anterior (aunque dicho de una manera tan
general y tan rápida) es por lo que desde siempre se ha
intentado conocer a las palabras cuanto más mejor, y
conservarlas y explicarlas y comprenderlas, y eso es lo que
se ha hecho en los museos, en los que se han guardado todas
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las muestras posibles de inscripciones, de manuscritos, de
libros especiales, de textos fundamentales para la
Humanidad. Se ha hecho en los museos y en las bibliotecas,
de las que hay muchísimas: en grandes y pequeños edificios
oficiales, en autobuses que van de un lado para otro o en
nuestras casas, en los colegios e institutos, en universidades,
fundaciones… porque en cualquier estantería o en cualquier
rincón puede haber una pequeña gran biblioteca que nos
ponga en contacto con lo que hemos sido y con lo que somos,
e incluso con lo que seremos.
Las palabras guardan la Historia y la Sociedad, la Vida
de toda la gente y la de cada cual; por eso, todo lo que cuentan
las palabras está organizado, catalogado, registrado en los
archivos, en los nacionales o en los que cada familia tiene de
sus componentes, y van transmitiéndose de generación en
generación para que no se pierda la vida que ya ha pasado y se
pueda preparar bien la que está por venir.
Y, para que las palabras puedan seguir siendo útiles en
todos los aspectos, es por lo que, en las academias del idioma,
también se revisan sus usos, los antiguos y los actuales, y los
usos que tienen las palabras en las distintas actividades, y en
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los distintos territorios y en las distintas épocas. Y se
establecen y se revisan y se acomodan las reglas por las cuales
las palabras hacen que la comunicación sea siempre efectiva
y eficaz.
En cualquier parte del mundo en la que haya una
comunidad que tenga conciencia de sí misma y de las demás,
habrá algún museo, algún archivo, alguna biblioteca o
academia... Y, aunque ni siquiera haya una palabra escrita o
dibujada o grabada, siempre habrá alguien que irá contando,
de viva voz, al resto de la comunidad su Historia, su
Religión, su Ciencia, su Arte, su Vida, y lo que esta persona
cuente pasará a otra que se lo contará a las demás... y así,
sucesivamente, todo lo de la comunidad pasará de generación
en generación y se conservará mientras esa comunidad
mantenga su idiosincrasia, su peculiaridad, su modo de ser
propio e identificador.
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¿NOS METEMOS EN INTERNET?
Y, por si no crees todo eso que digo de la cantidad de
personas, individualmente o en grupo, que se han dedicado en
cuerpo y alma a las palabras, te invito a que te entretengas un rato
(que puede ser muuuuy largo) a entrar por Internet en alguna Real
Academia, como la de la Lengua o la de la Historia, en alguna
catedral, en alguna biblioteca, en alguna universidad; en algún
museo, arqueológico o etnográfico, por ejemplo: si lo haces, tienes
para rato, eso te lo aseguro. O también puedes contactar con
estudiosos como Saussure, Chomsky, Coseriu, Alarcos Llorach,
Menéndez Pidal, Rafael Lapesa, Gili Gaya, Jean Piaget, Bertil
Malberg, André Martinet, Charles Bally, Ignacio Bosque,
Francisco Marcos Marín, Hjemslev, Jakobson, Edward Sapir, Juan
Alcina Franch, José Manuel Blecua, María Moliner, Joan
Corominas, Leonard Bloomfield, Lázaro Carreter, Vicente Tusón,
Pierre Giraud, Juan L. Alborg, Ruiz Ramón, Vidal Lamíquiz,
Antonio Quilis, Joseph Fernández, Navarro Tomás, Bertrand
Russell, Segura Munguía, Manuel Alvar, Veikko Väänänen,
Trubetzkoy, George Mounin… No sigo: la lista (como “la historia”)
es interminable. Y seguro que hay mucha gente que, sin estar en Internet,
ha dejado una huella muy intensa en otra gente que la recuerda con
gratitud y cariño por haber despertado o incrementado su aprecio por las
palabras.
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CÓMO LLEGAR AL PAÍS DE LAS PALABRAS
No sé si te lo creerás, pero una de las mejores cosas
que ha tenido mi viaje al país de las palabras es que me ha
resultado muy fácil llegar a él. Y a ti también te resultará muy
fácil llegar si te decides a hacerlo. ¿Sabes por qué? Pues porque
no hay más que asomarse al interior de la cabeza... y ya
estamos en el país de las palabras. Sí: así es; porque está en
nuestro cerebro, en el cerebro de cada persona, y, realmente,
no es que tengamos que ir a ningún país: lo llevamos puesto,
de modo que ya ves lo sencillo que es hacer este viaje.
Y fíjate en otro detalle: como no sólo tenemos cerebro
sino que disponemos de todo un cuerpo, con una serie de
sistemas y órganos y múltiples posibilidades comunicativas,
estamos preparados para poder usar las palabras en toda su
extensión; incluso cuando nuestro cuerpo tiene alguna
deficiencia, nos reorganizamos de algún modo para que, de
alguna manera, podamos estar en contacto con los demás,
usando propiamente las palabras o usando variantes de lo
que, en general, entendemos por palabras. Sólo si la
disfunción es muy grave, extensa y profunda, llega a ser
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prácticamente imposible la comunicación, al menos hasta
donde sabemos.
Y si hablamos de las palabras, cierto, cierto, cierto que
son ellas las que viajan: entran y salen y van y vienen; y
pueden salir solas y volver acompañadas, de modo que cada
vez podemos tener más y más palabras en nuestro cerebro y
en nuestras relaciones con los demás. Precisamente es por eso
de nuestras relaciones por lo que las palabras van y vienen,
nos las intercambiamos, nos las regalamos, las cedemos, las
prestamos, las vamos poniendo a nuestro alrededor y en
nuestras cosas: ¿no te has fijado en que las palabras están por
todas partes? Están en los libros, en la ropa, en la carretera,
en el buzón de correos, en la agenda, en el dinero, en los
trenes, en las tiendas, en la radio, la tele, las revistas...
¿Sabes por qué es esto? Esto es porque (creo que ya te lo he
dicho) somos más de siete mil millones de personas en el
mundo, y todas esas personas tenemos nuestro propio país de
las palabras; y antes de ahora ya ha habido gente que nos ha
dejado algo, poco o mucho, de lo que cada cual ha vivido en
su respectivo país de las palabras. Y como las personas
siempre estamos relacionándonos con otras personas (y con
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todo lo que nos rodea) es algo así como que el país de las
palabras es uno y a la vez millones, porque las palabras no
conocen fronteras... aunque... sí: con esto de las fronteras hay
un “pero”.
El “pero” es que todos esos millones de personas no
somos del mismo país (políticamente hablando), lo cual nos
lleva (otra vez) al “problema” que supone la diferencia de los
idiomas, porque los países de la gente sí que tienen
fronteras, sí que tienen diferencias de costumbres, de
ideologías, de caracteres y, claro está, de idiomas. ¿Y
entonces...? Pues, vaya, alguna solución sí hay: podemos
aprender varias lenguas (de hecho, hay mucha gente que es
bilingüe o hasta políglota), o podemos disponer de personas
que actúan como intérpretes, y gente que traduce los
escritos... ¿Qué haríamos, si no, con las películas o los libros
en versión original?, ¿o al llegar al aeropuerto de una ciudad
extranjera?, ¿o al coger el manual de instrucciones de
cualquier aparato de esos internacionales?
A mí me gustaría mucho saber varias lenguas; me
gustaría mucho tener en mi cerebro varios países de palabras,
y entender todas las canciones, por ejemplo, o leer cualquier
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libro en su lengua original, o poder indicarle el camino sin
problemas a cualquier turista con el que me encontrara por la
calle... Bueno, por ahora, con mi lengua me puedo comunicar
con más de quinientos millones de personas, y
chapurreando me puedo apañar con gente de algunas otras
lenguas, aunque, claro, no es lo mismo, ya se sabe. En fin,
mientras no aprenda más y mi país de las palabras sea
monolingüe, confiaré en la traducción, y, con el tiempo, ya
veré hasta dónde puedo llegar: de todos modos, mi lengua da
para mucho y para todo (como la de cualquiera), y, cuando lo
necesite, siempre habrá algo o alguien que me abra las
fronteras de otros países de palabras. Seguro. Por ahora me
cabe la satisfacción de poder decir que yo he leído, y en
versión original, esa maravilla que empieza diciendo:
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ETAPA 8 DEL VIAJE AL PAÍS DE LAS PALABRAS
8.- ACABAMOS DANDO UN PASEO GENERAL
3. Palabras artistas, científicas, periodistas... palabras
compañeras y amigas.
4. Una de las ARTES: la LITERATURA.
5. Palabras artistas.
6. Palabras científicas.
8. Así son las ciudades de las palabras.
8. El censo de las palabras.
9. Los distritos de sus ciudades.
13. Museos, archivos, bibliotecas academias...
16. ¿Nos metemos en Internet?
17. Cómo llegar al país de las palabras.
1.- POR AQUÍ EMPEZAMOS
Voy conociendo a las palabras.
VÍDEO 4 CARAS
Conflicto entre las cuatro caras de las palabras.
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Por fin las cuatro caras se ponen de acuerdo.
LAS 4 CARAS EN INTERRELACIÓN
Unos ejemplos que demuestran que las cuatro caras no se pueden
separar.
Lo que sé de la Reina, su Primer Ministro y el Gobierno.
Organigrama de control para la comunicación eficaz.
LOS 4 SISTEMAS EN INTERRELACIÓN
2.- DESPUÉS ESTUVIMOS DE VISITA
En casa de la expresión
LOS 4 FORMANTES DEL SONIDO
LOS HIJOS VOCÁLICOS DE LA EXPRESIÓN
LOS HIJOS CONSONÁNTICOS
TODOS LOS HIJOS VESTIDOS DE LETRAS
TABLAS FONOLÓGICAS
TABLAS DEL ACENTO
FOTOS DE LA ACENTUACIÓN
LÍNEAS TONALES
La Prosa y la Poesía
LOS 4 RITMOS MÉTRICOS
3.- FUIMOS A LA GRAN EMPRESA DEL PAÍS DE LAS PALABRAS
El trabajo de las palabras.
PLACA DE LA EMPRESA EN LA QUE TRABAJAN LAS PALABRAS.
Puestos de trabajo.
Los que mandan: EL SUJETO y EL PREDICADO.
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EL JEFE SUJETO.
EL JEFE PREDICADO.
TABLAS CON LAS DISTRIBUCIONES DE LOS TRABAJOS Y LOS
TRABAJADORES.
ESQUEMAS BÁSICOS.
OTROS ESQUEMAS (por si acaso).
4.- MÁS TARDE CONOCIMOS A LOS TRABAJADORES
Un poco de MORFOLOGÍA (y algo más de SINTAXIS)
FICHAS DE LOS TRABAJADORES DEL GRUPO NOMINAL
EL SUSTANTIVO, el JEFE del GRUPO NOMINAL
EL ARTÍCULO
EL ADJETIVO DETERMINATIVO
EL ADJETIVO CALIFICATIVO
EL PRONOMBRE, el SUSTITUTO del SUSTANTIVO
FICHAS DE LOS TRABAJADORES DEL GRUPO VERBAL
EL VERBO, el JEFE del GRUPO VERBAL
LOS 3 REFUERZOS DEL VERBO, sus “vitaminas”
EL GRUPO VERBAL
FICHAS DE LOS ENLACES
LA PREPOSICIÓN
LA CONJUNCIÓN COORDINANTE
LA CONJUNCIÓN SUBORDINANTE SUSTANTIVA
LA CONJUNCIÓN SUBORDINANTE ADVERBIAL
EL RELACIONANTE ADVERBIO RELATIVO
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EL RELACIONANTE PRONOMBRE RELATIVO
COORDINACIÓN: 4 ideas básicas que se juntan en una.
SUBORDINACIÓN: 6 ideas básicas que se juntan en una.
EL EQUIPO DEL SUSTANTIVO
EL EQUIPO DEL VERBO
EL EQUIPO DE LOS ENLACES
LA INTERJECCIÓN
5.- LUEGO HABLAMOS CON LA SIGNIFICACIÓN
¡La de cosas que me contaron la significación y LA
SEMÁNTICA!
El ADN de las palabras.
Células especializadas.
Curiosidades del signo lingüístico.
Palabras vistas al microscopio.
Los cuatro componentes del signo lingüístico en el mensaje.
¡Cómo cambian las cosas!
6.- NOS MOVIMOS ENTRE LA LENGUA Y LAS LENGUAS
La lengua (más) madre.
TABLA DE LAS DECLINACIONES
TABLA DE LAS PREPOSICIONES
LA LENGUA y las lenguas.
Detalles sobre el idioma y los idiomas.