Al amor se le adjuntan un sinfín de definiciones. Desde poetas hasta filósofos intentaron, en su entendimiento del mundo, dotarlo de características para llegar al significado "real". Pero hay que recordar que lo importante no es qué definición queremos colocarle al "amor", sino ponerlo en práctica con nuestros seres queridos, es decir, con el otro.
Pero es una tarea que, en ocasiones, nos es difícil llevar a cabo. Te invitamos a que escuches al Padre Rogelio, quien nos brinda algunos consejos para que podemos realizar dicha labor lo mejor posible.
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
LA ALEGRÍA DE LA CARIDAD 29 DE OCTUBRE
1. AMOR ES MUCHO MÁS QUE UNA DEFINICIÓN.
“En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado
callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos que era un doctor de la Ley,
le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más
grande de la ley?”
Jesús le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma
y con toda tu mente. Este es el más grande de los mandamientos. Y el segundo es
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos
mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”
1.- En nuestro tiempo, todo mundo habla acerca del amor con pretendida
erudición. Resulta sorprendente el encender la radio o la televisión, ir al cine o
escuchar alguna conferencia, y encontrarnos con un sin fin de personas que
aparentan ser los más doctos acerca de la materia. Más sorprendente aún, nos
debe resultar esa frivolidad con que algunos medios y conductores llegan a
abordar un tema tan trascendente, apropiándose el título de expertos.
2.- Si tú y yo, un día, incursionáramos en una Biblioteca o incursionáramos
en la mar virtual del Internet y nos dedicáramos a inspeccionar en los libros o
referencias que allí se encuentran, nos quedaríamos pasmados ante la gran
cantidad de autores que han escrito sobre este tema entre los cuales se
encuentran: filósofos, pensadores, científicos, teólogos, psicólogos, pedagogos,
sociólogos, terapeutas y místicos,... por sólo referir a algunos.
Si quisiéramos encontrar una definición o una descripción sobre el amor, jamás
terminaríamos de recolectarlas. Son tantas y tan variadas las alusiones que,
acerca del amor, pueden llegar a nuestras manos.
Cuando estudiaba la Filosofía durante mi formación sacerdotal, discutíamos los
alumnos en las aulas con un aire de novedad sobre las opiniones que emitían
santo Tomás de Aquino y san Agustín, el primero Aristotélico y el segundo de
ellos Platónico. Se ama lo que se conoce decía Santo Tomás, Se conoce lo
que se ama decía san Agustín. Y nos preguntábamos los entonces alumnos
del seminario: ¿Qué es primero?, ¿Primero se conoce y luego se ama?, ¿o
primero se ama y luego se conoce? ¿Qué es primero la acción de la inteligencia
o es primero la acción de la voluntad?... Y las discusiones no terminaban.
3.- Ahora bien, ¿Cómo se define el amor? La Madre Teresa de Calcuta, una
mística activa del siglo XX, nos decía “no importa lo que das sino el amor
con el que lo das”. Gabriel Marcel, filósofo personalista abiertamente católico,
2. escribió que “amar a alguien será esperar siempre en él”. Don Manuel
García Morente, Decano de la Facultad de Filosofía en Madrid y, quien después
de reconvertirse, se llegó a ordenar sacerdote, con pleno conocimiento de la
realidad, redactaba “que el amor es el rosal que tiene más rosas y que tiene
más espinas”. Henry David Thoureau defenderá que “el amor debe ser una
luz para la vida y no solamente una llama”.
¿Qué otra definición pudiéramos tener acerca del amor? Erich Fromm escribe
que el amor inmaduro es aquel que dice: “Te amo porque te necesito” y
que el amor maduro es el que dice: “Te necesito porque te amo”. Mucho
antes, decía con entusiasmo el filósofo Platón que, con un solo toque de
amor cualquier persona se convierte en poeta. Blas Pascal, místico del siglo
XVII, en sus Pensamientos dejó escrito: El corazón tiene razones que la
razón no comprende, más tarde este pensamiento se le ha atribuido a
Antoine de Saint Exúpery. Y, en el siglo XIX, Friedrich Nietzsche había dicho lo
mismo al expresar: “Siempre hay un poco de locura en el amor. Pero
siempre hay un poco de razón en la locura”.
Se preguntarán ustedes ¿Habrá otras definiciones o alusiones?: “Ama y haz lo
que quieras” decía también San Agustín. Por su parte, Santo Tomás de
Aquino nos dice: “Ama todo lo que puedas”. San Juan de la Cruz, por otro
lado, escribía: “Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor” y
sentenciaba el mismo místico un poco más adelante: “Que es dolencia de
amor que no se cura, sino con la presencia y la figura”. San Bernardo de
Claraval, en tanto, será el autor de aquella famosa sentencia: “La medida del
amor es amar sin medida”.
4.- ¿Qué tan cierta te parece la siguiente afirmación de La Rochefoucauld: “El
mismo viento que apaga una llama, aviva una hoguera; así pasa con la
ausencia: mata el amor pequeño y acrecienta uno grande”?
En realidad La Rochefoucauld no inventaba nada nuevo, sino que, para mi
gusto, él se inspiró en una antigua seguidilla popular que se cantaba con esta
estrofa:
El amor que te tengo
Parece sombra,
Cuanto más alejado
Más cuerpo toma.
La ausencia es aire
Que apaga el fuego corto
Y enciende el grande.
3. ¿Alguien más en la historia quiere incluir algún otro elemento? Cuando a
Sigmund Freud le pidieron una definición acerca de la salud mental y
emocional, dijo: “Es la capacidad de trabajar y amar”. De la misma manera,
Alfred Adler expresó que “Todos los fracasos humanos suelen ser el
resultado de una falta de amor”. Finalmente dentro de los psicoterapeutas,
Karl Menninger, gustaba de repetir una afirmación que no está tan lejana del
pensamiento cristiano: “El amor cura todo. Cura a aquellos que lo dan y
cura a aquellos que lo reciben”.
5.- Y, ¿cuál es la aportación de los poetas? Alfonso Karr dirá que: “el amor
nace de nada y muere de todo”, ¡cuánta verdad tiene! Y, que te parece el
pensamiento de Don Ramón de Campoamor: “Todo en amor es triste, más,
triste y todo, es lo mejor que existe”.
Y también hay los anónimos como aquel que dice: “Ámame menos a la vez y
me amarás por más tiempo”... En lo personal, me agrada ese pensamiento
anónimo que dice que en no ser amado hay mala suerte, pero en no saber
amar hay infelicidad.
¡Oye!, te prometo ya no alargarme más en esta lista de alusiones. Pero por
favor ¡Dime!, qué te parece el siguiente soneto:
“ Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde, animoso.
No hallar fuera del bien centro y reposo,
Mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
Enojado, valiente, fugitivo,
Satisfecho, ofendido, receloso.
Huir el rostro al claro desengaño,
Beber veneno por licor suave,
Olvidar el provecho, amar el daño;
Creer que un cielo en un infierno cabe,
Dar la vida y el alma a un desengaño:
Esto es amor. Quién lo probó lo sabe”.
Que, ¿quién lo escribió?, no me lo vas a creer,… lo escribió un sacerdote, ni
más ni menos que Don Felix Lópe de Vega, aquel que es considerado como
uno de los más grandes baluartes de la letra castellana, ubicado solamente
después de Cervantes.
4. 6.- Pongamos un límite a nuestras inspecciones. Ya que podríamos seguir
ocupando la totalidad del espacio de la reflexión rememorando tantas y tan
distintas alusiones o definiciones acerca del amor.
7.- Y es que todo aquello que con seriedad se diga acerca del amor puede
ser grato e iluminador, pero nos toca ahora, dirigir la mirada hacia Aquél que
personifica el amor. Para los cristianos, el amor ha tenido su pleno significado
en la persona de Cristo Jesús. Se trata del amor verdadero y auténtico. Se trata
de Aquél que siendo enviado por el Padre eterno nos ha manifestado la
proporción y las dimensiones con las que hemos sido amados.
Dios Padre nos dio en la persona de Jesús todo y lo mejor. El Padre no tiene
otro Hijo de reserva, se trata del Único Hijo. En Cristo, se ha despojado a favor
de los hombres.
Tú sabes, que los símbolos nos afectan mucho más que las ideas. Los católicos
tenemos sobre los altares de nuestras iglesias un gran crucifijo. Bajo Él pende
un letrero imaginario y silencioso en el que deberíamos leer cada uno de
nosotros: “Tanto amó Dios al mundo que nos envío a su único Hijo para que
todo el que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna”.
8.- ¿Sabes? Hoy, me entristece el que los cristianos estemos renunciando al
rostro claro del amor que Dios nos ofrece. Me parece lamentable que andemos
en la vida, como si fuéramos limosneando un poco de cariño tras creencias
equivocadas e inseguridades erróneas. ¡Qué triste que, olvidando la grandeza
de nuestra fe, andemos suplicando esperanzas vacías en otros lugares! Es,
verdaderamente lamentable, el que, como lo decía el profeta Jeremías,
hayamos dejado el manantial del agua viva y andemos en búsqueda de esas
cisternas agrietadas.
9.- Lo más lamentable en el cristiano, es el que olvide ese significado del
verdadero amor: ¡Qué extraño el pensamiento de alguien que se quiere llamar
cristiano y que olvida que Cristo vino al mundo para salvar y no para condenar!
Olvidamos que el Señor Jesús vino al mundo como el divino médico, no por los
sanos sino por los enfermos; que como Salvador y Redentor vino al mundo no
por los justos sino por los pecadores.
A todos esos predicadores de la venganza se les olvida el Evangelio de
Jesucristo que nos habla sobre el amor infinito del Padre.
10.- ¡Que mensaje tan distinto y tan distante de lo que el Evangelio nos
anuncia! ¡Qué raro que el día de hoy siga habiendo hombres atemorizados por
5. mensajes de condena y de coacción espiritual y que renuncien a recordar que
Dios es Padre! ¡Qué extraña actitud la del hombre que prefiere el mensaje de
un Dios que castiga, en lugar de contemplar el rostro de un Padre que ama y
que la prueba del amor que nos tiene, es precisamente que sigue a la espera
de cada uno de nosotros!
11.- ¿A qué nos invita la Palabra de Dios el día de hoy? El amor no es una
definición, sino el distintivo fundamental de la enseñanza de Cristo. Por su
parte, el amor auténticamente cristiano –amor a Dios y amor al prójimo-
ennoblece y enriquece siempre al hombre. El amor hace que nos parezcamos
un poco más a Dios.
EL AMOR ES CAUSA, NO EFECTO.
“En aquel tiempo, un doctor de la Ley, le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”
1.- Muy queridos amigos:
Este domingo en que reflexionamos en torno al tema del amor cristiano, quiero
aprovechar el privilegio de este espacio para invitarte a reflexionar sobre el
amor que se manifiesta en lo cotidiano, sobre ese sentimiento tan noble
expresado en la vida diaria.
¿Sabes? Mucha gente habla sobre el amor como si fuera algo que uno puede
dar, lo mismo que se da un ramo de flores, una tarjeta o una caja de
chocolates. En lo personal, yo no considero que el amor sea algo que podamos
dar.
El amor es, más bien, una fuerza interior que nos permite dar otras cosas y,
más aún, darnos a nosotros mismos. El amor cristiano es el poder que nos
motiva. Es el amor el que nos faculta para ofrecerle fortaleza y vigor,
generosidad y atención, libertad y paz a otra persona. El amor no es un efecto,
sino la “primer” causa de todos esos efectos que nos pueden hablar de la
bondad. El amor no es un producto sino un verdadero productor. El amor es
una fuerza infinitamente superior al dinero, al vapor, al viento, al agua, a las
radiaciones, a la misma electricidad y a cualquier otro generador de energía.
Sin embargo, el amor no tendrá ningún valor si es que no podemos dar algo al
6. otro por medio de él. No te confundas, cuando hablo de algo no me refiero
precisamente a las cosas, sino principalmente a nuestra acciones.
3.- El Apóstol san Pablo cuando describe las cualidades de la vivencia del
amor cristiano nos enuncia quince cualidades: comprensivo, servicial, no
envidioso, no jactancioso, no engreído, decoroso, no interesado, no irritable, no
toma en cuenta el mal, se alegra con la verdad, todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta, no acaba nunca.
Evidentemente nos resulta imposible hablar de todas estas cualidades que
posee el amor. Es por ello que he elegido hablar sobre una de las
manifestaciones más bellas del amor, es decir uno de los mejores efectos que
tiene esta causa llamada amor: la comprensión.
He elegido la comprensión porque simultáneamente siempre me ha llamado la
atención la razón que pudo tener el Apóstol san Pablo para que al describir el
amor la coloque en el primer lugar. Yo sé que pudiera aparecer cualquier otra
de las cualidades como la primera, pero también es de considerarse el que se
ponga esta y no otra.
4.- La comprensión, en su expresión más elemental, se identifica como esa
cualidad por la cual las personas somos capaces de entender al otro, y esto
genera la tolerancia en el trato diario. La comprensión es nuestra capacidad de
aceptación de las razones en los actos y sentimientos de la otra persona.
Ray Bradbury, el afamado escritor norteamericano de ciencia ficción, autor de
“Las Crónicas Marcianas”, escribe acerca de la empatía y la comprensión lo
siguiente: “Componían la población gigantes y enanos. Los enanos se erguían al andar,
para no abochornar a aquellos, y los gigantes se agachaban para que los enanos no se
sintieran fuera de lugar. ¿No está ahí el secreto de la vida? ¿No radica en la habilidad de
meternos dentro de la cabeza de otros para contemplar el milagro de la vida y decir: ¡Ah!
Entonces así es como vosotros la veis.” Y en la realidad el ser comprensivo significa
decirle al otro: ¡Ah! Entonces es así como ves las cosas, así es como sientes la
vida, así es como disfrutas la existencia, así es como padeces lo que ha
sucedido…
En la vida de nuestras familias es urgente la vivencia de la comprensión, ya que
todos necesitamos que el otro, que dice que tanto nos ama, sea capaz de
ponerse en nuestro lugar, de que viva lo que yo estoy viviendo, de que sienta lo
que yo estoy sintiendo, y de que experimente el dolor o el cansancio como yo lo
estoy experimentando. Y es que cuando esto no sucede se vive una de las así
llamadas soledades malas: la de la incomprensión, por la cual podemos estar
7. rodeados de muchas personas pero social y familiarmente nos estamos
muriendo en la soledad.
5.- ¿Sabes? Hace ya algunos años, leía un pensamiento de Charles
Ferdinand Ramuz, un escritor suizo de lengua francesa, quien fue condecorado
por su país antes de que saliera el Euro, en los billetes de 200 francos suizos.
El pensamiento de Ramuz habla de un matrimonio que hace una revisión de la
vida en la celebración de sus 30 años de casados. Es un verdadero poema lo
que él le dice a ella:
" Te acuerdas mujer, no había nada para comenzar, todo estaba por hacer. Y nos
metimos en la lucha, pero ha sido duro, demasiado duro. Hace falta coraje, hace falta
perseverancia, hace falta amor. Y el amor no es lo que uno cree cuando se empieza, el
amor no es tan sólo esos besos o esas caricias, el amor no es tan sólo esas palabras que
susurramos al oído; el amor no es ni siquiera el estar tan juntos el uno del otro. El tiempo
de la vida es largo y el día de la boda es un sólo día, fue luego, tu te acuerdas, fue luego
cuando comenzó la vida.
Hay que hacer y se deshace, hay que volver a hacer y se vuelve a deshacer.
Y luego vienen los hijos, hay que alimentarlos, hay que vestirlos, hay que educarlos. Es
algo que nunca termina. Y luego caían enfermos, tú te pasabas la noche en vela y yo tenía
que trabajar de la mañana hasta la noche y luego no nos comprendían. Quizá ahora que
están casados comprendan muchas de las cosas que vivimos en familia.
A veces uno se desespera, el tiempo pasa y no se avanza y a veces pareciera como si
fuéramos para atrás.
Te acuerdas mujer, todas aquellas luchas, todos aquellos combates, solamente tú estabas
allí y así yo pude apoyarme en tí y tú pudiste apoyarte en mí.
Tuvimos la gracia de estar juntos y soportamos juntos los golpes, soportamos juntos las
dificultades...
Sabes mujer, el amor no es lo que uno cree cuando se empieza, el amor no es de un día, el
amor es de siempre. El amor es ayudarse, el amor es comprenderse.
Gracias mujer por el gran amor que me has tenido, gracias por tu comprensión.
5.- Muy querido amigo:
Es aquí en donde ahora quisiera marcar el viraje cristiano sobre esos errores
garrafales en muchas de nuestras expresiones de la vida diaria. Algunos dicen
8. que el amor a primera vista es algo grandioso. Les quiero decir que lo más
grandioso que existe no es precisamente el amor a primera vista, sino el que
entre dos personas haya amor después de que se han mirado todos los días
durante muchos años.
Me agrada la forma de decirlo de Hermann Conde de Keyserling: “La máxima
felicidad del matrimonio, cosa que los jóvenes ignorarán siempre, es la de envejecer
juntos.”
6.- Tantas cosas más se podrían hablar acerca del amor; tantos efectos más
tendríamos que referir sobre esta causa que engendra la vida y que es la única
capaz de sostenerla.
Debemos decir que el amor es algo invisible, inmaterial, y, sin embargo, su
existencia es tan positiva y tan real como la existencia del mismo acero. El
amor verdadero tiene la aérea, ingrávida, ligera y tenue consistencia del humo
y, no obstante, es, en mucho, más poderoso que la misma muerte y que
cualquier otra realidad en la vida.
Y, sin embargo, hoy nos hace falta comprender que la vivencia de ese amor
adeudado a Dios y al prójimo, debe expresarse en lo cotidiano.
Jesucristo, nos invita para que no entablemos con la humanidad doliente una
relación de filantropía colectiva. Para Jesús lo que cuenta es el individuo. Se
trata de una invitación que nos hace para el amor individual y personal, en nada
semejante con el anonimato ni con la distancia. Jesús nos ha enseñado a ver al
otro como persona.
7.- Es fácil amar lo abstracto y no lo concreto. Es fácil decir que amamos al
prójimo como categoría, y resulta demasiado difícil amar al que realmente está
próximo en mi vida.
No te olvides que todos esos mandamientos que en el decálogo nos refieren los
deberes para con el prójimo se inician con el cuarto mandamiento: “Honrarás a tu
padre y a tu madre”. Es decir, el amor al prójimo y los buenos frutos para con ellos
se inician con la propia familia.
¿No te resulta extraño el que alguien que se dice cristiano no vea por sus
padres, porque así se lo exige su religión o porque así se lo dice su Pastor?
¡Qué contradicción más lamentable! Se está anulando la Palabra de Dios por
sus nuevas tradiciones, o por esos nuevos fariseísmos.
9. 8.- Quisiera no perder la triple oportunidad coincidente en este momento: la
que me ofrece el Evangelio, la que me permite este espacio y la que me
obsequias con tu atención. No quiero dejar a un lado el iluminar otro más de
nuestros sofismas.
Uno de los objetivos de este espacio de reflexión, radica en el que la verdad
prevalezca por la sola fuerza de la verdad.
9.- Dicen o, mejor dicho, decimos tantas gentes que el amor es ciego, y
¡claro! Lo pronunciamos siempre a nuestra conveniencia.
En la realidad el amor no puede ser ciego sino clarividente, puesto que el amor
es capaz de elegir entre mil personas a la que se ama y descubre, en esa
persona, cualidades tan excelsas, ocultas al ojo indiferente del que no está
enamorado. El amor es tan clarividente que es capaz de discernir sobre la
intención en el corazón del otro, y puede distinguir entre un sentimiento que
puede ser, tan genuino como para querer comprometer el mañana, o tan
mentiroso como para sólo querer pasar un buen momento... El amor no es
ciego, lo ciego es el instinto, que no puede medir el riesgo de contagio, ni la
destrucción de la familia, ni la prostitución de los sentimientos más nobles. Lo
ciego es la animalidad y la pasión, lo ciego es la sola inclinación de los
sentidos. Nada lo detiene, Ni lo oirá siquiera.
¡Ojalá!, que nuestros jóvenes comprendieran que la puerta del amor es tan
estricta como estrecha, y sus exigencias infinitamente más profundas y
penetrantes. Al joven que, por lo que se refiere a sus relaciones con una joven,
me preguntan: “¿Por qué no podría yo?”, es relativamente fácil contestarle:
“Porque está mal” o “Porque es pecado” – y entonces condenarle, aunque él mismo, o
toda su generación por lo menos, hacen caso omiso a semejante condena-. Mucho más
exigente es responderle con la pregunta: “¿La amas?” o “¿Hasta qué punto la amas- en
realidad?”, y ayudarle a que por sí mismo decida que, si no la ama o no la ama muy
profundamente, su acto es inmoral, o que, si la ama, ha de respetarla tanto, que ya no le
será posible tomarse la menor libertad con ella”.
10.- Muy queridos amigos:
En Jesucristo, que se ofrece en la cruz hemos comprendido que el amor
auténtico no se limita a dar, sino que se expresa en el darnos a nosotros
mismos.
10. EL AMOR ES DE DIOS Y DIOS ES EL AMOR.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente. Este es el más grande de los mandamientos. Y el segundo es semejante a
éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan
toda la ley y los profetas”.
1.- Estimados amigos:
Les agradezco infinitamente el que con su consideración favorezcan este
espacio de reflexión cristiana.
Quisiera compartirte una referencia a un maravilloso cuento del escritor
Giovanni Papinni, en el que uno de los mejores exponentes del nuevo arte se
ha dado a la tarea de ir reduciendo paulatinamente un largo poema como
aquellos que escribió Dante de Alighieri en la Divina Comedia y John Milton
en el Paraíso Pérdido, hasta llegar de manera pretensiosa a sintetizarlo en
una sola palabra. Luego, una vez concluida la faena, no satisfecho aún con su
maravilloso trabajo de síntesis artística, termina por suprimir la última palabra
llegando así, según él, a lograr, ! Oh, prodigio del genio!, la "poesía pura".
Pues bien, mi muy querido amigo:
Hoy te tengo que decir que en el cristianismo existe una palabra que quedará
siempre después de cualquier ejercicio de síntesis en cualquier persona que
conozca auténticamente el cristianismo: la palabra Amor,... y también tengo
que referirte que esta palabra también podrá ser borrada para alcanzar la
síntesis perfecta de una sola manera: a fuerza de dar la vida por el amigo,
puesto que allí se encuentra la expresión más auténtica del amor de Cristo y del
amor del Cristiano. Los cristianos hemos encontrado en la elocuencia del
silencio de la cruz nuestra poesía más pura.
2.- Y esto lo tenemos que asimilar el día de hoy en que aquél Doctor de la
Ley le pregunta al Señor Jesucristo sobre el mandamiento más grande de la
Ley mosaica, y se nos dice que lo hacía para ponerle una prueba, en muy poco
podemos imaginarnos la trampa a que es sometido si sólo consideráramos que
la ley judía estuviera compuesta por un Decálogo, es decir, por aquellos diez
mandamientos que todos conocemos desde niños.
La ley judía estaba compuesta objetivamente por un conjunto de 678 preceptos,
de los cuales 365 eran prescripciones y 313 eran prohibiciones. Es decir 365
preceptos en lenguaje positivo: Amarás al Señor tu Dios, Santificarás el sábado,
Honrarás a tu padre y a tu madre..., y otros 313 preceptos estaban el lenguaje
11. negativo: No tomarás el nombre de Dios en vano, no matarás, no fornicarás, no
levantarás falso testimonio ni mentirás... ¡Se trata de 365 prescripciones y 313
prohibiciones! Estos 678 preceptos salían del libro del Éxodo y del
Deuteronomio, e inundaban también el libro del Levítico, el de los Números, e
incluso el Génesis. Los preceptos de la Ley mosaica eran de tres tipos:
Morales, Jurídicos y Cultuales.
3.- Los fariseos más observantes se ufanaban de cumplir con cada uno de
los 678 preceptos y, ¡digamos que la ley era tan importante para ellos que hasta
en un lenguaje simbólico ellos afirmaban que la ley estaba compuesta por 612
preceptos, no por querer reducirlos, sino porque era la cifra que resultaba de la
suma de los días del año judío con el número que se creía, que eran los
miembros del cuerpo humano! Con esto ellos querían expresar que no podía
pasar un solo día ni podía haber una sola parte del hombre que no estuviera
comprometida en el cumplimiento de la Ley de Dios.
Esta forma piadosa de pensar, se encuentra en la raíz de la multiplicación de
las normas, de tal manera que llegaban a encuadrar toda la vida del judío en la
oración y les guiaban en las peripecias de la vida. La Toráh, es decir la ley, se
convertía en una especie de barrera o protección para cada persona y para sus
semejantes.
4.- Maestro: ¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley? A Jesús no le
están preguntando en realidad sobre aquellos Diez Mandamientos ya conocidos
por todos, sino sobre los 678 o 612 preceptos que ellos incluían. El Señor lo
sabe perfectamente.
5.- Y es aquí en donde surge la grandeza de la enseñanza del Señor: Él no
nos hablará sobre 678 o sobre 612 mandamientos, ni siquiera sobre diez, y
hasta podría decirte que tampoco nos habla de 2 mandamientos, sino que Él,
todo lo reduce a un mandamiento, es un solo precepto: el mandamiento del
amor, el cual tiene dos caras, dos expresiones, dos presencias o dos relaciones
vitales: Dios y el prójimo.
El mandamiento más importante es el precepto del amor que se concentra en
un código binario que tiene una multiplicidad de manifestaciones y de
operaciones. En esta concentración del código binario: Dios y el prójimo, todo y
todos entran, nadie se debe escapar en el horizonte de las posibilidades.
6.- “El segundo mandamiento es semejante al primero”. Hace dos mil
años que fueron pronunciadas estas palabras. Pero hoy llegan a nuestros oídos
con un tono muy diferente.
12. La infinitud de posibilidades surge de este antiguo código binario, pero también
emerge de la acción ordenada: amar. Y es que en realidad el amor no es
“legalizable” y no puede ser preceptuado; simple y sencillamente, cuando la
acción del hombre no llega a la vivencia del amor no se es en verdad cristiano.
Y es que nunca se ama bastante. El amor es tan grande, que el amor es
identificado con Dios mismo. Y que nuestro amor no sea limitado, surge de la
manifestación de un Dios que ama y que no admite ni fronteras ni muros.
De esta manera, la única señal visible de los seguidores de Cristo será el amor
efectivo a los demás al estilo del mismo Cristo. Yo sé que la siguiente
afirmación te puede provocar molestia. Pero tengo que decir que: ni la
obediencia ni la castidad, ni la pobreza ni la humildad, ni las cuatro virtudes
cardinales ni la lectura diaria y a toda hora de la Biblia, ni una falda larga para
caminar en la calle ni un crucifijo en el pecho, ni siquiera la fe, ni la esperanza
nos caracterizan a los cristianos. Lo único que puede caracterizar al cristiano es
el amor.
7.- Decía una antigua canción de Roberto Carlos, que editó en 1986, una
frase que posee una gran verdad: “amor es nuestro sentimiento y no matar
el mandamiento”. El quilataje del amor verdadero es insospechable.
Hoy, quizá tenemos que enfatizar que el Señor en el Evangelio, ha querido
ratificar el precepto del amor al prójimo. Esto es lo más importante de todo. Le
preguntaban sobre el más importante de los mandamientos, y Él quiso decirnos
que la importancia la ocupan dos personas: Dios y el prójimo.
El amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, ya de
por sí ocupaba el primer lugar en los números ordinales del Decálogo. La
novedad del Evangelio estribará en que Jesús le da al amor al prójimo la
máxima categoría al compararlo con el primer mandamiento de la ley: “Y el
segundo es semejante a éste: Amarás al Prójimo como a ti mismo”. El
verdadero amor a Dios se concretiza inevitable e inconfundiblemente en el
amor al hombre.
8.- El amor concentra toda la ley moral, porque todos los otros mandamientos
son y debieran ser la manifestación del amor.
El Señor le añade a la validez del prójimo o próximo, esas nuestras distancias
que nos separan de los más alejados, aunque estén ubicados junto a nosotros.
Al mismo tiempo, el prójimo no puede limitarse a la propia nación, ciudad, raza,
color o religión. El hombre, todo hombre se convierte en prójimo, estando
próximo o alejado.
13. Entendamos que no se trata tan sólo de no ser egoísta, sino de vivir
plenamente la alteridad a través de la caridad hasta las últimas consecuencias,
empezando por el amor interpersonal a nivel de dúo, y esto no es tan sólo el
esponsal, sino también el paterno-filial, el filial-paterno, así como el fraternal; de
allí se extiende a todas las dimensiones de relación humana: familiar,
profesional, económico, laboral, social y político.
El prójimo es el que se encuentra en tu camino, pero también el que crece a tu
lado. Aquel que trabaja, se alegra o llora a tu lado. El que ama u odia a tu lado.
Aquel de quien dices: me molesta verle, o no puedo verle. Aquel de quien nada
dices, de quien nada piensas, porque pasas sin mirarle, y ni siquiera lo has
visto o no le has querido ver...
9.- La invitación a amar al “prójimo” nos debe abrir a la posibilidad de amar
en la incondicionalidad. Nos puede suceder que no reconozcamos a Cristo en
el “otro”, pero en la medida en que hayamos respondido a la llamada de la
incondicionalidad del amor, habremos respondido a Cristo, aunque no nos
demos cuenta, porque Cristo es la profundidad del amor.
Cristo nos llega a decir que es más importante nuestra acción que nuestra sola
intencionalidad. Acaso, ¿No me quieres creer que es mucho más importante la
intensidad e incondicionalidad del amor que el solo reconocer a Cristo y
alabarle en nuestras asambleas o liturgias? Entonces, te invito a que dediques
un día de tu vida a meditar cristianamente el texto de San Mateo capítulo 25,
versículos 31 al 46: “Señor cuando te vimos hambriento, sediendo,
desnudo, enfermo, encarcerlado o de forastero y te asistimos..., cuando lo
hicieron con uno de estos pequeños, conmigo lo hicieron...” Ellos ni
siquiera se habían dado cuenta de que estaban sirviendo a Cristo, lo importante
fue que amaron sin condiciones.
10.- El amor típicamente cristiano no podemos imaginarlo como si fuese un
amor distinto o de naturaleza diversa al de un genuino amor humano, se trata
más bien de una intensidad y profundidad todavía mayores. El amor cristiano
debe llevarnos hasta la entrega de la propia vida por los demás.
Si todo hombre, incluyendo los judíos, tiene obligación de amar al prójimo como
a sí mismo, por imperativo de la ley natural inscrita en la conciencia o por la ley
mosaica inscrita en tablas de piedra, el cristiano debe llevar su amor hasta el
fin, por precepto, ejemplo y gracia de Jesús,... y esto lo deberíamos recordar los
cristianos cuando contemplamos un Santo Cristo.
San Agustín, fue algo atrevido al expresar que: “Cristo no era necesario sino
para enseñarnos el amor”. Sin embargo, tiene una gran parte de razón si
14. consideramos que aunque ya estaba el mandamiento en el decálogo para los
judíos y en la conciencia para todo hombre, nos faltaba ese modelo de amor
encarnado que rompe todos los moldes del simple altruismo y hasta de la
filantropía, y al contemplar con tranquilidad al crucificado deberíamos
avergonzarnos de amar tan poco y, al mismo tiempo, debería animarnos para
que amemos más.
11.- Amar y ser buen prójimo es cosa que duele, pues después del pecado,
¡óyelo bien!, amar es crucificarse por el prójimo. El amor auténticamente
cristiano se escribe con cuatro letras y se pronuncia con doce: se escribe
“amar”, pero se pronuncia “sacrificarse”.
EL AMOR AUTÉNTICO.
Jesús respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente. Este es el más grande de los mandamientos. Y el segundo es
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
1.- “Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas." Dice un
Proverbio Turco.
Tratemos de descifrar algún aspecto perteneciente al amor auténtico:
Según Enrique Rojas (Director del Instituto Español de investigaciones
psiquiátricas y catedrático en la facultad de Psiquiatría de la Universidad de
Madrid, autor de los textos: El amor inteligente, El hombre light, Una teoría de la
felicidad) el amor es el elemento más importante de la afectividad, pero en torno
a él existe una lexicografía confusa. "A cualquier cosa se le llama amor.
Existen muchas palabras relacionadas con él: enamorarse, querer,
desear, gustar, buscar, necesitar... Hay muchos matices y la educación es
necesaria para saber distinguir entre unas y otras", advirtió.
El mismo Enrique Rojas, durante una Conferencia en la Universidad de Navarra
el 21 de Noviembre de 2001, comentó: “que si hasta ahora había dos
epidemias en el mundo moderno, la droga y el SIDA," ahora existe una
tercera: la epidemia de rupturas conyugales". Al respecto señaló como en
algunos países, como EEUU, Japón, Alemania o Inglaterra, alrededor del 50%
de las parejas están rotas.
15. 2.- Acerca de esa deficiencia en torno a la apreciación del amor provocada
por la explosión semántica sobre este término, y que ya ha mencionado el
mismo Papa Benedicto XVI, te invito a que distingamos lo que es el amor y
aquello que sólo queda en el enamoramiento.
¿Sabes? Alguna ocasión escuchaba que “el matrimonio no es para los
enamorados sino para aquellos que aman...”, y tengo que decir que aunque
en aquellos tiempos no lo asimilaba, hoy he llegado a comprenderlo en el más
lamentable dolor que se genera en la constatación.
El enamoramiento suele ser más un estado de las emociones, que un estado
de los sentimientos y de los rectos pensamientos
El enamorado es aquel que vive su vida como en un sueño, es aquel que siente
caminar sobre las nubes y que ha sido deslumbrado por una figura imponente
que le ha cegado y, cómo sucede en esto del deslumbre, todas las cosas se
viven en la subjetividad: no se perciben defectos, no hay inconvenientes, no
existen errores en la vida y la persona del otro,... digamos que se trata de
aquella vivencia que en el lenguaje coloquial expresamos con “esas
palomillas que revolotean en el estómago...”
A diferencia del enamorado aquel que ama auténticamente es alguien que vive
en las coordenadas del espacio y del tiempo, está situado en la realidad,
alguien que vive en el aquí y ahora de la objetividad, que tiene los pies en la
tierra, es alguien que ve las cosas con claridad y que es capaz de ver los
defectos en el otro y de decir así le acepto, así le amo, aún cuando más que
palomillas en el estómago se tenga que “hacer de tripas el corazón”.
3.- El error que se genera con la actitud anterior lo expresaban los antiguos
en sus cantares:
“ Mozo, que a tus pocos años
por unos ojos de pierdes,
sin mirar si son castaños,
negros, azules o verdes”
Digamos que el matrimonio es para aquellos que más que enamorados saben
lo que es el amor auténtico, aquellos que más que vivir el amor romántico viven
el amor real. Y así, conforme el superinflado concepto del “amor romántico” o
enamoramiento decrezca en la sociedad moderna, junto con él podrá ir
disminuyendo la tasa de divorcios. Hace mucho tiempo que Goethe observó:
“El amor es una cosa ideal; el matrimonio, una cosa real; la confusión de
lo real con lo ideal nunca queda impune, un día nos cobra la factura.”
16. Para asimilar la necesidad de que el amor prevalezca sobre el sólo
enamoramiento tenemos que comprender que la vida no está hecha de una
sola pieza sino que por lo general suele ser la formación de diferentes escenas
en las que se escribe la trama del existir. Esto también se aplica al matrimonio.
4.- Muchos enamorados idealizan la luna de miel y se olvidan de aquello que
se vive en el día siguiente, se han preparado para la boda pero no para el
matrimonio. Se dice que el llamarle al período post-celebratorio de la ceremonia
matrimonial como Luna de Miel nace de una costumbre escandinava de tomar
un vino de miel fermentada. Otros dicen que se debe a que el primer mes del
matrimonio es cuando hay ternura y placer. En lo personal, me agrada como lo
define el Oxford English Dictionary, que lo refiere y relaciona con el período
lunar: “El mutuo afecto de las personas recién casadas es comparable con
la luna cambiante, que no bien llega a su plenitud y empieza a decrecer”.
Esto tenemos que comprenderlo para no tenerle miedo a los cuartos
menguantes de nuestra vida, luego ha de venir la luna nueva y empezarán los
cuartos crecientes que conducirán a una luna llena de nuevo.
Creo así mismo, que junto con las fases del período lunar, los seres humanos
también tienen sus estaciones. Hay entereza en las personas que soportan los
helados vientos de las dificultades y las tormentas que asaltan el corazón, y que
tienen la resistencia y la fortaleza de carácter para aguardar serenamente los
días de abril.
5.- En este sentido siempre he considerado que el amor no es una flor de
invernadero, sino una planta silvestre, el amor es hijo de una noche lluviosa, de
una hora soleada; es un brote de una semilla silvestre, llevado camino abajo
por un viento salvaje.
El amor auténtico llegará cuando el amor se escriba con las diez letras del
sacrificio, o con las siete letras del respeto. Cuando el matrimonio madura, la
persona se vuelve tolerante con las diferencias de la manera de ser del
cónyuge. Si ella es muy sociable y él muy sedentario y casero, no hay problema
si ella sale a divertirse con sus amigas y él se queda en casa viendo un buen
partido de béisbol. Cada cual se alegra de que el otro la esté pasando bien, y
ninguno de los dos guardará resentimientos.
A esto le llamo yo “amor generoso”. El amor se torna egoísta cuando ella lo
obliga a salir o él la retiene en casa. Esto no es verdadero amor; más bien es
control y por lo tanto es una expresión del amor egoísta.
17. Hace falta el amor generoso para sobrevivir a los altibajos de una relación
duradera. Hace falta amor generoso para prestarse el uno al otro la debida
atención y para aprender el uno del otro.
6.- Refiriendo el proverbio turco con el que iniciamos la reflexión: “Por el
amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas." Resulta
adecuado que recuerdes aquello que escribía Don Manuel García Morente: “El
amor es el rosal que tiene más rosas y más espinas” y que conozcas
aquello que escribió Sara Insúa de Palacios: “No hay rosa sin espinas, no
hay amor sin dolor”.
La diferencia entre el enamorado y el que ama se puede distinguir, tal como se
distingue a aquellos que erróneamente han pensado que la vida siempre sería
como un lecho de rosas: al enamorado se le oye quejarse de las espinas y al
que ama cuando siente que las espinas le punzan las manos expresa desde el
fondo del corazón: la rosa lo vale todo.
7.- Y en esto del amor las palabras son importantes tanto para la mujer
como,... para el hombre, ¡aunque tú no lo creas!
Lo anterior, me ha recordado aquella famosa tragedia griega que han llamado
la tragedia del Bósforo, el Bósforo es un estrecho que une el Mar del Mármara
y el Mar Negro. Bósforo significa 'el paso de buey' y ubica los límites de Europa
y de Asia Menor, separa las ciudades de las antiguas Constantinopla, hoy
Estambul y la Ciudad de Calcedonia, Hoy llamada Kadikoi.
Cuenta la tragedia griega que en un lado del Bósforo vivía un jóven que todos
los días al terminar las jornadas de trabajo esperaba ver a su amada al otro
lado del Bósforo. El único problema estribaba en que tenía que nadar para
llegar a ver a su amada, las aguas estaban gélidas, frías y eran varios
kilómetros los que tenía que nadar. Pero ella lo vale todo y aquel joven se
apresuraba sus labores para que al caer la tarde pudiera cruzar nadando
aquellas frías aguas. Al salir del agua, la recompensa lo esperaba, su amada
estaba a la otra orilla de aquel estrecho del mar con una son risa angelical
dibujada en su rostro de enamorada y cuando aquel joven todavía no terminaba
de desentumirse aquella joven le preguntaba: 'Me amas'.
Les advierto que se trata de una tragedia, la tragedia de las diferencias entre el
hombre y la mujer, unas diferencias que lejos de enriquecer empobrecen, una
diferencias de lejos de unir distancian. La diferencia de la psicología del hombre
y la psicología de la mujer. Para el hombre, sus afanes le deben decir todo a la
mujer, para la mujer es necesario escuchar las palabras. El problema estriba en
la incapacidad de observar pero también en la incapacidad de interpretar tanto
18. del lado de la mujer como del lado del hombre. La mujer necesita de las
palabras, pero el hombre también.
A algunas personas les cuesta más trabajo que a otras, pero aunque se diga
torpemente, con vacilación o con un susurro, las palabras “te quiero” dichas a
alguien querido crearán el más importante e imperecedero de los recuerdos.
8.- ¿Te acuerdas de la película “El violinista en el tejado”? Allí se plantea
el tema: ¿el amor es algo objetivo o es sólo un sentimiento? Los protagonistas
forman un matrimonio bien avenido, con seis hijas que sucesivamente van
enamorándose y contrayendo matrimonio. En una de las escenas, el padre, al
observar el apasionado enamoramiento de una de las hijas (y pensando que el
no siente eso hacia su esposa), se dirige a su mujer Golde, algo confundido y
mantienen el siguiente diálogo: “¿Me amas?” –“¿Te amo?” (contesta ella en
tono de sorpresa) “-Si, ¿me amas?” –“Durante veinticinco años he lavado
tu ropa, guisado tus comidas, limpiado tu casa, te he dado hijos, he
ordeñado la vaca. Después de veinticinco años ¿por qué me hablas del
amor? Soy tu mujer”, responde ella intrigada. “-Todo eso ya lo se, pero
¿me amas?”, insiste él. –“-Durante veinticinco años he vivido contigo,
luchando contigo, pasando hambre contigo. Durante veinticinco años mi
cama ha sido la tuya. Si eso no es el amor, entonces ¿qué es?” dice ella al
borde del desconcierto, ya rayando la duda de no saber quién es ni dónde
está. –“Entonces ¿me amas?” – “Supongo que sí”, concluye ella. Y él: “-Y
yo supongo que también te amo. Esto no cambia nada, pero incluso así,
después de veinticinco años, es bonito saberlo”. En otros muchas
películas es ella la que suele preguntar, para escuchar lo mismo del
marido y al final decir: “entonces, ¿por qué no me lo dices más a
menudo... lo necesito”.
El amor está hecho de esas cosas pequeñas y es preciso escuchar aquello que
todos pensamos que el otro debiera conocer, pero que es preciso aprender a
pronunciar y aprender a escuchar.