El documento es una oración de sanación dirigida al Espíritu Santo pidiendo que sane las resistencias, los recuerdos resentidos, y los ojos que controlan. También pide sanar la rigidez, el cálculo, la ausencia de gratuidad, la pereza espiritual y apostólica, y la indiferencia. Finalmente da gracias al Espíritu Santo por escuchar y liberar de las aflicciones.
1. ORACIÓN DE SANACIÓN
Espíritu Santo, tú eres el amor en persona. Mi amor no está modelado
sobre el tuyo. Sana mis resistencias: los silencios dolorosos, la mirada
dura, los recuerdos resentidos. Tú eres la libertad. Sana mis ojos que
controlan, que se cansan del límite de los demás y que no dan confianza.
Tú eres el regalo del Padre. Sana en mí lo que es rígido, lo que es cálculo,
ausencia de gratuidad, lo que es pereza espiritual y apostólica, lo que es
indiferencia, lo que en mí no desea el bien de los demás, que busca el
propio interés. Tú que eres «la memoria de Jesús» fortalece mi fe en él,
para que aprenda a seguirlo en todo y a vivir de su Evangelio. Gracias
Espíritu Santo porque me escuchas y me liberas de todo lo que me aflige,
gracias porque no me abandonas y puedo seguir recorriendo los caminos
con todos aquellos que me rodean, mis familiares, amigos, vecinos,
compañeros con los que comparto el diario vivir. Te pido por intercesión de
nuestro Señor Jesucristo y la bienaventurada siempre Virgen María. Amén.
LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Estando Jesús en una de esas ciudades, se presentó un hombre cubierto
de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le hizo esta
súplica: «Señor, si quieres puedes limpiarme» Jesús extendió la mano y lo
tocó, diciendo: «Lo quiero, queda limpio». Y al instante le desapareció la
lepra. Palabra de Dios (Lucas 5,12-13)
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS
Te doy gracias, Yahvé, de todo corazón, por haber escuchado las palabras
de mi boca.
En presencia de los ángeles tañeré en tu honor, me postraré en dirección a
tu santo Templo.
Te doy gracias por tu amor y tu verdad, pues tu promesa supera a tu
renombre.
El día en que te grité, me escuchaste, aumentaste mi vigor interior.
Te dan gracias, Yahvé, los reyes de la tierra, cuando escuchan las
palabras de tu boca; y celebran las acciones de Yahvé: «¡Qué grande es la
gloria de Yahvé! ¡Excelso es Yahvé, y mira al humilde, al soberbio lo
conoce desde lejos!»
Si camino entre angustias, me das vida, ante la cólera del enemigo,
extiendes tu mano y tu diestra me salva. Yahvé lo hará todo por mí.
¡Tu amor es eterno. Yahvé, no abandones la obra de tus manos! (Salmo 138)