1. El palacete Aldaya
Había una pareja que vivía en un pequeño hostal de Barcelona. La mujer, llamada
Marta, había escrito un libro recientemente. Ella y su marido, Antonio, esperaban con
ansia que los resultados fueran buenos y que el éxito acabara con su pobreza. Ya tenían
pensado lo primero que harían con el dinero, comprar la casa con la que habían soñado
tantos años, el palacete de los Aldaya en el 32 de la avenida del Tibidabo, y así salir de
aquel tugurio de mala muerte en el que vivían. De pronto, sonó el timbre que los sacó de
aquel trance armónico; cuando lo oyeron, los dos se abalanzaron sobre la puerta para
abrirla y el cartero se sobresaltó al ver a la pareja peleándose por abrirle. Así que,
asustado, les entregó una carta y se fue. La misiva estaba ricamente adornada con mil y
una filigranas de color dorado y tan solo tres palabras inscritas en ella: PARA MARTA
SHARP.
Antonio estaba impaciente por abrir la carta, sin embargo, Marta no estaba tan segura
por si eran malas noticias, pero el gran apoyo de Antonio la animó a abrirla y casi se le
saltan las lágrimas. De pronto, le inundó una profunda alegría que se compenetraba a la
perfección con una sensación de calor agradable. En la carta decía:
EL LIBRO QUE USTED HA ESCRITO SERÁ UNO DE LOS MEJORES DE ESTE
SIGLO, SE LO ASEGURO.
-¿Qué dice la carta? -preguntó Antonio.
-¡Dice… dice que, seguramente, el libro será uno de los mejores de este siglo! -contestó
Marta.
Aquella noche fue, sin duda, la mejor noche que había pasado la pareja. Se durmieron
pensando en cómo iba a ser su vida a partir de aquel momento, en todo lo que iba a
cambiar…
A la mañana siguiente se levantaron más descansados y más enérgicos que nunca,
estaban dispuestos a empezar una nueva y, sin duda, mejor vida. Nada más empezar el
día se dirigieron a comprar la casa donde iban a empezar su nueva aventura, sin ser
conscientes del enorme mal que se les echaba encima.
La casa era magnífica, todo lo que habían soñado, pero guardaba un oscuro secreto. En
aquella casa sucedió un terrible asesinato que terminó con todo el linaje de los Aldaya
durante una cena familiar, y se contaba que sus fantasmas todavía seguían allí. Desde
entonces las familias que la habían habitado, habían acabado sus días de forma trágica.
2. Ellos, decidieron ignorar todas esas historias sobre fantasmas y los sucesos que las
precedían.
La mudanza duró una semana, pero valió la pena. Al principio no notaron nada raro,
todo les parecía normal en esa casa. En poco tiempo ya eran considerados una pareja de
alto rango social y empezaron a salirles amigos ricos y glamurosos hasta de debajo de
las piedras. Eso les incomodaba un poco.
Pero poco a poco se empezaban a sentir más cansados y desganados, cada segundo que
pasaban en aquel palacete con el que habían soñado tanto tiempo les corroía por dentro
y les mataba lentamente. Cada día les faltaba algo diferente, se sentían como simples
extraños en un mundo desconocido, notaban un vacío que se iba agrandando
rápidamente.
Cada noche en aquella casa era un infierno; escuchaban ruidos extraños, era imposible
dormir y si conseguían conciliar el sueño se despertaban sudando y con náuseas tras una
pesadilla desagradable en la cual acababan muertos. Fueron días horribles para la pareja.
Hasta que un día, el palacete se quemó con la pareja dentro. Hay gente que atribuye
aquel suceso a los espíritus de la casa, el caso sigue abierto hasta el día de hoy, veinte
años después.
Se dice que si entras en sus ruinas, todavía hoy se pueden escuchar los gritos
agonizantes de la pareja consumiéndose por las llamas, lentamente, minuto a minuto,
segundo a segundo.
Jaume Arias Molina. 1.º ESO D