El romanticismo exalta la libertad creativa del artista solitario y su conexión con lo sublime e infinito. Los románticos a menudo viven al margen de la sociedad y se rebelan contra las convenciones establecidas. Se sienten atraídos por la naturaleza salvaje y lo fantástico, y escapan a mundos ideales del pasado o la imaginación. Buscan emociones fuertes a través de contrastes como lo bello y lo terrible, y lo racional e irracional.
9. SE REBELA EN LO ARTÍSTICO PERO TAMBIÉN
FRENTE A SU REALIDAD (ROMANTICISMO
LIBERAL)
• Intentar, desafiar, persistir, perseverar, ser fiel a sí mismo, pelear a brazo partido con el
destino, dejar asombrada a la catástrofe cuando ve qué poco miedo nos da, ora
enfrentarse al poder injusto y ora rebelarse contra la victoria ebria, resistir, plantar cara:
ése es el ejemplo que necesitan los pueblos y la luz que los electriza. "Los miserables"
(1862)
10. PERO VIVIR A LA CONTRA LE EMPUJA A LA
LOCURA Y SUICIDIO
13. SAMUEL T. COLERIDGE
El hielo estaba aquí, el hielo estaba allí, el hielo estaba
todo alrededor: ¡crujía y gruñía, y rugía y aullaba; como
ruidos en lo salvaje!
14. Pero también por lo
crepuscular,
fantasmagórico,
nocturno… como
puerta hacia el otro
mundo
15.
16.
17.
18. ¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño, soñaras? ¿Y si
al soñar fueras al cielo y allí recogieras una extraña
y hermosa flor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras
la flor en tu mano? Ah, ¿Entonces qué?
19. Pero ahí no se agota todo.
EXALTACIÓN de lo
PINTORESCO
Se idealiza el terruño
26. EL HOMBRE ROMÁNTICO GUSTA DE LOS
CONTRASTES
Se extasía ante la belleza angelical de la
mujer
Se entregan a la mujer fatal
27. Sueñan con un ideal más allá, con el
infinito
Se entregan a sus peores pesadillas, a lo
monstruoso
28.
29. EN TEATRO Y NOVELA SE CONSOLIDA EL GUSTO POR HISTORIAS
NOVELESCAS, EXTREMAS, «CULEBRONES» LLENOS DE INCIDENTES
TERRIBLES.
30. ME GUSTA VER SEMBLANTES TRISTES EN
TIEMPO CLARO Y ALGUNA ALEGRE RISA OÍR
ENTRE LOS TRUENOS; BELLO Y FEO ME
GUSTAN: DULCES PRADOS, CON LLAMAS
OCULTAS EN SU VERDE, Y UN REÍRSE ZUMBÓN
ANTE UNA MARAVILLA.
JOHN KEATS