Este documento discute cómo el sistema educativo en México continúa reproduciendo las desigualdades socioeconómicas y de género a pesar de los avances en cobertura. Aunque la proporción de personas con educación primaria incompleta ha disminuido desde 1960, aún existe un alto nivel de desigualdad educativa. Se argumenta que para abordar las desigualdades se necesitan políticas redistributivas y un cambio cultural, no solo aumentar los años de escolaridad.
1. UNIVERSIDAD POPULAR AUTONOMA DEL
ESTADO DE PUEBLA
POLITICA EDUCATIVA
MTRA: MARGARITA CORTEZ BARRIENTOS
L.E.P: ALMA FELISA GOMEZ CEBALLOS
MATRICULA: 7500149
EDUCACION Y DESIGUALDAD
2. EDUCACION Y DESIGUALDAD
México ha tenido momentos brillantes de la actuación de masas y momentos lúcidos de los
gobernantes en materia educativa, como el periodo que va de Vasconcelos a Jaime Torres
Bodet. No obstante, esos episodios no han cambiado sustantivamente la desigual vida
social mexicana en el rubro educativo. Si se ve la estadística educativa en sí misma, los
avances pueden parecer formidables. Si se comparan con otras experiencias nacionales, o si
se les ubica frente al avance del conocimiento, aparece descarnadamente la miseria
educativa mexicana. Es bueno recordarlo ahora que se anuncia el inicio de la formulación
del Plan Nacional de Desarrollo en su capítulo educativo.
México es, para ir directo al centro de nuestro mayor trance social, una de las patrias más
cercanas al corazón de la desigualdad social profunda.
Los siguientes datos conforman una muestra, desde distintos ángulos, de lo que sucede con
la relación entre desigualdad y educación. Repitamos en primer lugar lo que ocurre con la
población económicamente activa (PEA) en la actualidad.
De acuerdo con datos del INEGI, se observa que en 2004 el 10 por ciento de las personas
más pobres de la PEA no pueden terminar la instrucción primaria. En el otro extremo, las
personas cuentan con algo más de 13 años de escolaridad promedio. La relación no
pareciera tan impresionante. Sin embargo, es de anotarse que 70 por ciento de la PEA no
cuenta con secundaria completa. México es una nación con alta desigualdad, también en la
escolaridad, al tiempo que es un país de muy baja escolaridad promedio nacional (9.03
años promedio de la PEA).
Veamos la evolución de los tres niveles educativos en perspectiva histórica con datos de
INEGI. Revisemos, en primer lugar, el rezago educativo. En este caso hablamos de una
definición internacional, y comprende las siguientes categorías: sin instrucción, primaria
incompleta, primaria completa, y secundaria incompleta. En 1960 la población en rezago
ascendía a 94.8 por ciento de la población.
Vivíamos en ese año en las cavernas de la ignorancia en relación con un desarrollo del
conocimiento que ya era imposible entonces enumerar en términos de descubrimientos
científicos y desarrollos técnicos.
En 2005 ese rezago llegaba a 45.9 por ciento: Ciertamente podemos hablar de un cambio
sustantivo entre 1960 y 2005, pero ciertamente también el indicador no ha cambiado su
definición, a pesar del gigantesco avance del conocimiento. Contar con sólo secundaria
incompleta, podía ser visto como rezago en 1960; pero en 2005, ese 45.9 es
cualitativamente distinto. Es decir, quienes están hoy en rezago están sensiblemente más
lejos del conocimiento acumulado que quienes lo estaban en 1960 respecto al conocimiento
acumulado en aquel año. Anotemos, complementariamente, que en 1960 sólo uno por
ciento de la población poseía estudios superiores.
En 2005, el segmento de población con estudios superiores había aumentado notablemente,
pero sólo había llegado a 13 por ciento de la población. En efecto, se trata de otro ángulo
3. de la desigualdad. Es claro que vivimos una exclusión que no sólo depende del propio
sistema educativo.
La baja calidad media de los estudios superiores del país, la profunda desigualdad
interinstitucional y su total falta de coordinación nacional; la ruina escolar en que se
encuentra la instrucción básica oficial; y el embudo constituido por el bachillerato, el nivel
educativo con la menor tasa de absorción y la mayor tasa de abandono son problemas
reales y con muy pocas soluciones.
CRITICA PERSONAL
Se ha escrito mucho sobre la educación como mecanismo de superación de la desigualdad
social. Sin embargo, como reconocen todos los analistas, las causas de la desigualdad dicen
relación con la concentración del ingreso en un 10% de la población. A lo cual se agregan
pautas culturales muy arraigadas, relacionadas con la discriminación y el no respeto de la
diferencia. Plantear como solución más y mejor educación para enfrentar la desigualdad
social, permite esquivar temas conflictivos como la necesidad de políticas redistributivas y
de un cambio cultural.
La idea central de este artículo es que el sistema educacional mexicana, a pesar de los
logros alcanzados en materia de cobertura solamente, continúa reproduciendo las
desigualdades socioeconómicas y de género. En consecuencia, para terminar con ellas no
basta con aumentar los años de estudios y pretender mejorar la calidad de la educación.
Para enfrentar las desigualdades se requiere abrir un amplio debate sobre el rol de las
políticas en la construcción de un modelo de desarrollo capaz de romper con la
reproducción de las desigualdades socialmente construidas. Se requiere debatir, también,
sobre qué tipo de educación se necesita para hacerlo realidad.
Otro factor determinante son las posibilidades de los alumnos al elegir una escuela o la
educación que tendrán en el futuro o en el presente ya que es absolutamente impensable
que colegios que seleccionan a sus alumnos tengan el mismo resultado académico que
aquellos cuyos alumnos son los eternos rechazados. Pero además es impensable que tengan
el mismo resultado colegios que cuentan con recursos económicos para educar en relación
a aquellos que carecen de éstos e inevitablemente se está hablando también de desigualdad
Los estudios consultados concuerdan que las pretensiones de igualar la calidad de la
educación son ilusorias cuando existe un sistema educacional tan segmentado socio-
económicamente. Intentar cerrar la brecha implicaría llevar a cabo una efectiva política de
discriminación positiva, ya que son las escuelas donde asisten los alumnos más pobres las
que necesitan más recursos y mejor gestión. Para ello se requiere un rol activo del Estado,
así como también que éste cuente con los recursos necesarios para implementar políticas
educativas eficaces y eficientes. Sin embargo, para cerrar la brecha las políticas no pueden
limitarse a nivel de escuela. La brecha educacional, expresada en la diferencia de resultados
académicos, también se explica por la segmentación socio-residencial de la población y las
características psicosociales de la familia de origen. No se ha planteado con suficiente
fuerza algo que es obvio: lo que pasa en los colegios es un reflejo de lo que pasa en los
hogares. No sólo los colegios son muy distintos sino también el tipo de alumno (a) que
pertenece a ellos.