Este poema recopila varios poemas cortos de la autora Amy Loan que exploran temas como el viaje, la memoria, el amor y la pérdida. Los poemas usan imágenes vívidas y a veces crudas para transmitir emociones profundas. La colección parece celebrar la complejidad de la experiencia humana a través del lenguaje poético.
2. Dedicado a:
Sonia Evelyn Moz de Naranjo
en su inmenso amor de madre,
a Cecilia Castillo
en la confidencialidad
y todo aquello que emerge de la poesía,
y a mis hermanos,
que siempre saben
rescatarme de la miseria
y la soledad.
4. Viajera
Traigo en mis caderas algunas esquinas repletas de hombres, que se llevan
las rodillas al rostro, traigo colillas de cigarro en el pelo, agujas clavadas en
la lengua y Siria derramada en los caminos que me han sido dados para
elegir.
Traigo en el pecho el portazo de mi padre cuando dijo adiós, traigo a la
muerte presurosa divulgando mi nombre en los callejones donde las venas
ya no logran coagular.
Traigo en mi espalda la pesada espina, el indescifrable vuelo de las moscas
que buscan ser luciérnagas y reptiles ansiosos por encontrarle un nombre
distinto a la miseria.
Traigo un espejo agrietado por el tiempo donde mi reflejo no es más que el
rumor de las multitudes, que pisan pétalos marchitos después de besarse el
alba.
Traigo arena en la garganta y la pregunta de dónde estará todo aquello que
quedó atrás y no cubrieron mis pasos.
5. Diecisiete
A las mujeres encarceladas
Tal vez mañana corra del crepúsculo de tus manos
y entierre en las heridas de otra boca, las pastillas
que no alcanzaron a llevarme al féretro del silencio.
Tal vez mañana mi vientre albergue un llanto distinto/
donde la aguja y el escarnio dejaron huella.
Cómo desearía que mi ombligo
parara de ser un estanque repleto de bisturís,
y las cruces de ésta orbe donde todos lloran
cesaran de arrebatar tantos gemidos luctuosos.
Tal vez mañana corra del crepúsculo de tus manos
y enrolle en otro cuello tu cordón umbilical.
Tal vez mañana nos olvide el quirófano
y nos podamos olvidar de la frialdad de estos barrotes
donde se desmayan borrosas estelas de sangre.
6. Tarifa
Sentí que el beso advertía el génesis derrumbándose
desde las páginas rasgadas sobre mi sexo [ya no tan mío]
La puerta con un púrpura humeante,
traía consigo a los iracundos corderos,
a los seguidores del espíritu santo,
a los hermosos niños de orgasmos raudos,
a los maridos abyectos con hijos en otra parte
y al infalible arpa del vacío evidente...
Es ahí cuando recuerdo a mi madre hablando de la angustia
que le dejaban las ráfagas del G-3 cuando besaban las puertas
y donde parece tan sencillo relacionar el olor de la pólvora con el látex.
7. Lo que llevo en la piel
Llevo el violín que desgarra la habitación y todos los cortes van
directamente a mis piernas, donde zurcí el dolor de mi ciudad.
Mi falda es un páramo plagado de ojos incandescentes,
mi rostro conoce de sales marinas y mis pechos desnudos
conocen de sábanas y de los espíritus azules que las habitan.
Llevo eternamente en mis tacones ceniza
y humeantes anguilas nocturnas,
llevo un grito pegado a la mordaza,
el color de la frontera en el labial
y una llaga ardiente en la palabra.
8. Memoria
‘’La memoria es una sombra
que nos quema la respiración’’
-André Cruchaga-
Es tarde para recordar las heridas de la abuela,
los dolores de su súplica y la devoción a Cristo
sus manos donde cabían enteras las voces de otro tiempo.
Bajaban por sus arrugas hojas de jazmines frescos,
huesos de amantes calcinados en algún cerro o cantón
por donde seguramente ella caminó descalza.
Siempre congregadas en su ventana tenía sombras y elefantes de cuarzo.
Aquellos ríos donde lavó sus ropas, jamás pudieron borrar
sus caminos silvestres
ni sus tardes, perdida en Chavela Vargas.
Cuando dijo su ‘’ya es tiempo’’ pudo llevarse casi todo,
excepto las canas que se instalaron en mis ojos
y su habitual decir que: a veces el horizonte es sólo una línea recta,
donde no hay nada.
10. En mi(s) pecho(s) encajan tus manos
la selva de tu voz me sostiene,
me hace gravitar como ninfa sobre el estanque
[apenas rozando la humedad]
ya tus hombros se empapan de mi boca,
del tibio espíritu con que mi lengua te recorre,
la fortaleza de tus brazos
es la misma fortaleza del tiempo
¿En qué esquina de tu cuerpo
he dejado la inhóspita distancia
y los miedos del calendario?
En mi(s) pecho(s) encajan tus manos
como en la noche encajan las bocas
como en la rivera encaja la piedra y la luna,
y el humo aquél encaja en el recinto de tu pulmón...
Y es que la vida es esto
de morir todas las noches,
desnudarse completa
y confundirse con la propiedad de la sangre
es verterse entera con los ojos también desnudos,
e hidratar jardines con espuma inocente
muchacho
quiero que te quedes como Dios te trajo al mundo:
inmune,
creyente,
11. y sin miedo
para morder la Manzana.
Estación
La estación más sedienta
es esta donde se anega la fiebre;
el cuerpo desnudo es nada más
un medio.
12. Visión
La voluntad es un barco que se incendia sobre el mar.
Las multitudes apresan una misma palabra en los labios,
cierran los puños,
y en ellos se retuerce la flor prometida.
Por la ventana se desborda la arena.
El fondo duda de su existencia,
los dioses saben de su destino:
trasegar de boca en boca.
Hipertermia.
Preciosa la muerte.
Después de encontrarse:
el naufrago se entera
que está mejor solo.
13. Prohibido
Morirás entre mis piernas, una vez te atrevas a pronunciar ''amor''
y cuando busques en tus dedos, únicamente podrás leer/
nombres anteriores y posteriores a mi presencia.
Tocarás tu costado
afligido por palpar tus costillas,
reptarás sobre pupilas mudas,
querrás encontrar el significado
de los jinetes galopando enardecidos
sobre el campo donde ruedan frutas podridas.
Soy capaz de advertir, que pronto hablarás a todos
del evangelio de mi sexo,
que sangrarás tanto sobre las sábanas de domingo,
que la única forma de resucitar
será escribiendo mi nombre en otro vientre.
Sólo el silencio podrá con tu condena,
y estarás solo como el cadáver acompañado por la lluvia
y los gusanos,
como el viento buscando direcciones,
como un condominio con las ventanas rotas.
15. Dos mujeres que se aman
Dos mujeres que se aman metamorfosean sus falanges/ mientras una flauta
dicta el ritmo que deben llevar las mariposas/ cuando escapan
de los reptiles.
Su beso despide el mismo esplendor/ que despide un cadáver floreciendo
bajo la luna/ y aquellas mujeres escuchan las voces de las multitudes
[que siempre han detestado la primavera.
Sobre sus clavículas llevan tatuado el crepúsculo/
en su estado más virginal/
esperando siempre la pintura invisible
del río/ donde se detienen todas las piedras.
Los tulipanes ligeros/ vuelan a esas comarcas de sal y bahías mudas/
cuya fragua cede fácilmente/ ante una lengua que en la tibieza desaparece.
Las luces de los edificios – finalmente –se desploman/
lamentándose ante el oprobio; de no poder iluminar,
ni hacer palpitar los tejidos de la bestia capitalina/
como lo hacen aquellas dos mujeres/ que se aman.
16. Decisión
Quiero quedarme en ti...
En la hojarasca de tu pecho y su canción de cristales,
en el brote caluroso entre el cual fluctúan mis venas,
en el vaho sobre el que escribimos nuestros nombres,
hasta llegar al ritmo violento y su estación de sal.
Quiero que exilies cada eco atávico de mi vientre,
que pierdas tu brújula una vez anclado al sur,
y delires mientras te tatúo historias circulares en la piel.
Quiero descender por tu barba,
e invocar los diluvios precisos
cerrar las ventanas,
los ojos,
los ardores,
las puertas,
y rogarle a todos los santos
ese bendito:
17. no ser salvados.
Caer
El león de espuma que lamió mis dedos se disolvió
después de haberse sumergido en mis soledades.
La raíz creció y penetró la cubierta de la crisálida,
mi espalda lo hizo creer en una nueva religión
mientras me dejaba caer desnuda,
en ese amor del que hablan
[todos los acantilados.
18. Paseo
Paseo por éstos jardines
llenos de un rocío rojo donde las mariposas aletean
y recuerdan su vieja vida de orugas.
19. Pájaro
Sus plumas eran navajas
y aún conociéndolo libre
me fue imposible eviadir el dolor de su vuelo.
20. Amé
Cosí a tu cuerpo cada signo de pregunta
Y procuré que mi aguja no tocara tus arterias.
Los jinetes de polvo
trajeron metidas en su boca todas las verdades
de las que no se hablaba
hasta que tu ausente mano se hundió en otra mujer.
Con los acontecimientos y la bruma venían silencios,
vanidades de diosas altas y esbeltas que sonríen,
caderas precipitándose a la fiebre nocturna del bar,
carnicería de canciones y películas dirigidas por Kubrick,
rostros pequeños de muñecas con pómulos celuloides en llamas.
Tanto te amé que fui un árbol tras tu beso de otoño...
luego de él:
todas mis hojas cayeron en la maleza
y toda mi desnudez cayó en tus manos.
Sin dolerte.
21. Acto final
Te recrean mis dedos al tocar las espinas.
Fuego creciente.
Tanta desnudez en dos manos sin dueña;
alejada de la flor marina
redefino la tumba que es tu boca.