Texto: Juan Luis Álvarez
Nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898. De eso no hay duda, pero más de un siglo después aún no sabemos dónde murió. Federico García Lorca, tal vez el poeta español más admirado en el mundo, se llevó el secreto de su fusilamiento en 1936 a su tumba. Pero ésta sigue sin encontrarse. De su vida nos queda su obra. De su muerte, ni una sepultura.
1. LORCA:
LA BÚSQUEDA DE LOS
RESTOS DEL POETA
SE HA CONVERTIDO
EN UN POLÉMICO
JEROGLÍFICO.TRAS
EL FRACASO DE
ALFACAR,COBRA
FUERZA COMO
FOSA UN PARAJE
CERCANO LLAMADO
EL CARACOLAR
Y
oséqueestásaquí/entreestos
árboles, esta hierba / que un
día te vieron morir / por de-
fender tu patria y tu tierra”.
Los versos están envueltos en
un plástico transparente. Des-
cansanentreunagrancruzhechadeflores
en el barranco deVíznar (Granada), sobre
unas fosas comunes con miles de cadáve-
res de la Guerra Civil.Al fondo, una placa
de piedra dice: “Lorca somos todos”.
La inscripción no falta del todo a la ver-
dad,porquesísesabequeFedericoGarcía
Lorca murió en esa zona, el barranco de
Víznar.Y que fue en agosto de 1936. Pero
aún –y han pasado 73 años– no se sabe
con exactitud en qué sitio ni, tampoco,
otros detalles del fusilamiento del poeta,
nacido en Fuente Vaqueros (también en
Granada) el 5 de junio de 1898. De dónde
partió la orden de detenerle, cómo llegó
allí, quiénes lo fusilaron, qué día y, sobre
todo, dónde está su cadáver, son incógni-
tas que testigos, historiadores, geofísicos
o arqueólogos no han sabido –o querido–
despejar todavía.
El último intento terminó el pasado 18
de diciembre, cuando la Junta deAndalu-
cía hizo público el informe sobre las ex-
cavaciones de unas supuestas fosas con
cadáveres de la Guerra Civil en Alfacar,
el pueblo pegado a Víznar donde termi-
na el barranco del mismo nombre. Mes y
medio de trabajo y 70.000 euros después,
el resultado es contundente: “En toda el
área excavada nunca se realizaron fosas
deenterramiento.Elestudionodejalugar
a duda alguna”, dicen los técnicos.
Era, decíamos, el último intento –por
ahora, claro– de hallar la tumba de Lor-
ca, aunque oficialmente no se buscase al
poeta.Dehecho,unadelascosasquesíse
sabenesquemurióencompañíadealme-
nos tres personas más: Dióscoro Galindo,
un maestro republicano de Pulianas, y los
banderilleros anarquistas Francisco Gala-
Arriba, Francisco
González Arroyo
señala el punto de
El Caracolar dónde
podrían estar los
restos de Lorca.
A la izquierda, las
carpas que cubrían
las excavaciones,
500 metros más
al oeste, en el
parque dedicado al
poeta. Sobre estas
líneas, imagen
familiar de Federico
y, a la derecha,
los enterradores
del barranco de
Víznar: el del
centro, con una
niña, es ‘Manolillo el
comunista’, en quien
Ian Gibson se basó
para buscar el lugar
ahora descartado.
12 interviú 4 de enero de 2010 www.interviu.es interviú 13
LORCA:
12 interviú 4 de enero de 2010
Nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898. De eso no hay
duda, pero más de un siglo después aún no sabemos dónde
murió. Federico García Lorca, tal vez el poeta español más
admirado en el mundo, se llevó el secreto de su fusilamiento
en 1936 a su tumba. Pero ésta sigue sin encontrarse. De su
vida nos queda su obra. De su muerte, ni una sepultura.
[Juan Luis ÁLVAREZ / Fotos: Javier CANDIAL]
jlalvarez.interviu@grupozeta.es
LA CUNA SÍ,
LA TUMBA NO
E2-LORCA-1758 F.indd 12-13 30/12/09 14:25:08
2. el poeta estuvo en el Gobierno Civil toda
esa noche y el día siguiente.Y tal vez par-
te de ese tiempo en la cercana comisaría
de policía.
Los hermanos de Miguel Rosales, José
(Pepiniqui,elmásosado)yLuis(elpoeta)
se encorajinan al saber que lo han deteni-
do cuando estaba invitado en su casa. Pe-
piniqui incluso amenaza con una pistola
al propio comandante Valdés en su des-
pacho; su hermano Luis tiene una fuerte
trifulca con Ruiz Alonso. Entre la noche
del 16 y la mañana del 17 lo ven y hablan
con él; pero cuando al día siguiente van a
buscarlo con la intención de liberarlo, ya
no lo encuentran: le han dado el paseo.
Segúnlosindicios,FedericollegaaVíz-
narel17oel18demadrugada.Nosesabe
bienquiéneslotrasladan.Pasasusúltimas
horasenelcortijoVillaConchaencompa-
ñía de los que luego fueron fusilados con
él. Fuma y pide rezar un Padrenuestro, lo
que hace con ayuda de uno de sus guar-
dianes, José Jover, porque “a mí se me ha
olvidado”. Lo matan de madrugada. Pero
¿dónde? ¿Por orden de quién? A los po-
cos años, el oprobio internacional sacudió
el franquismo, que jamás recompensó a
Valdés ni a Ruiz Alonso por esos días de
plomo. “Qué luto para la España / qué
vergüenza en el planeta / de haber mata-
do a un poeta / nacido de sus entrañas”,
cantóVioletaParraenlacanciónUnríode
sangre.Lodemásesleyenda.EnGranada
queda, para siempre, la cuna donde nació,
en FuenteVaqueros.Y su tumba, seguro.
Una tumba que sigue sin nombre.
LORCA:LACUNASÍ,LATUMBANO
TESTIGOS,HISTORIADORES,
ARQUEÓLOGOSY DESCENDIENTES
NO DESPEJAN LA INCÓGNITA
Gabriel Pozo es historiador y
periodista –estuvo muchos
años en el Ideal, un diario clave en
la ejecución del poeta porque en él
trabajó Ruiz Alonso, su “asesino”
oficial– y acaba de publicar Lor-
ca, el último paseo (Ultramarina.
Granada, 2009), un libro a caballo
entre el análisis documental y la
recogida de testimonios: “El sitio
más probable del fusilamiento y
enterramiento de Lorca es El Ca-
racolar, a mitad de camino entre
Víznar y Alfacar –dice–. Es lo que
se desprende de los libros de
Penón y Molina Fajardo. Más raro
es que esté bajo el parque erigido
en su memoria (donde se han rea-
lizado las excavaciones), porque
el terreno es muy duro. Ni en las
fosas grandes de Víznar: éstas,
pozos para el agua, en realidad,
las descubrieron los matarifes días
después y les vinieron al pelo: ya
no tenían que cavar”.
Agustín Penón fue de los prime-
ros investigadores de la muerte del
poeta. Nacionalizado norteamerica-
no, volvió a España y escribió un
diario, entre 1955 y 1956, con sus
resultados –el franquismo le dejó
hacer porque pensaba que era de la
CIA–; pero no lo publicó en vida. Se
lo dejó, en una maleta, a su amigo
William Layton, el dramaturgo. Éste
conoció al hispanista Ian Gibson en
1978 y ambos estudiaron durante
dos años el diario. En 1980, Gibson
se lo quedó para publicarlo; lo hizo,
incompleto, en 1989, con el título
Diario de una búsqueda lorquiana.
Pasó inadvertido. Layton recuperó
el archivo en 1991. En 2001 apa-
reció íntegro en Miedo, olvido y
fantasía (Comares), editado por
Marta Ossorio.
Eduardo Molina Fajardo, otro in-
vestigador, publicó póstumamente
Los últimos días de García Lorca
(Plaza&Janés) en 1983. Sostiene
tambiénlatesisdeElCaracolar.Am-
bos autores –Penón y Fajardo– son
ampliamente citados por el profesor
Pozo en su libro, que ya apuntaba el
resultado fallido de las excavaciones
cuando salió a la venta, a principios
del mes pasado.
dí y JoaquínArcollas.A los cuatro habría
quesumarles,posiblemente,dosfusilados
más: el inspector de tributos Fermín Rol-
dán y el hostelero Miguel Cobo. Son los
restos de todos ellos –salvo Lorca, cuya
familia nunca quiso remover su cadáver,
y el maestro, cuya nieta, Nieves Galindo,
se echó atrás al final– los que se han bus-
cado a petición de sus descendientes y a
través de la Asociación para la Recupe-
ración de la Memoria Histórica (ARMH)
de Granada.
En la búsqueda no ha faltado la polémi-
ca. Primero, porque en el convenio firma-
do a cinco bandas entre la Consejería de
Justicia de la Junta, laARHM, elAyunta-
mientodeAlfacar,laDiputación ylaUni-
versidad de Granada no se dejaba claro a
quiénes se estaba buscando y por encargo
de quién. Por ejemplo, la familia Galadí
tiene dos ramas, una adoptiva y otra de
sangre, y ésta última se oponía;Arcollas,
por su parte, falleció sin descendencia y
fue la CGT, como tributo a su militancia
en la CNT, quién lo pidió a última hora.
Pero también porque no se sabía exac-
tamente el lugar ni por dónde empezar.
Según el anterior presidente de laARMH,
Francisco González Arroyo –auténtico
motor de las exhumaciones desde hace
años–, “se ha estado buscando en el peor
sitio,500metrosmásalládedondeestaba
el campo de instrucción, en El Caracolar,
justoenmediodelbarranco.Hanexcava-
do en Fuente Grande y en la parte donde
hay más piedra”.
En efecto, los trabajos toparon con roca
a menos de 90 centímetros de la superfi-
cie, cuando una tumba precisaba al me-
nos de metro y medio de profundidad.Y
tambiénharesultadopolémicoseguirapie
juntillas las tesis de Ian Gibson, el hispa-
nistabritánicoquemáshapublicadosobre
la muerte de Lorca y que en los últimos
tiempos ha sido bastante discutido, inclu-
so en el seno de la ARMH: disensiones
internasprovocaronqueGonzálezArroyo
dejara la presidencia en manos de Mari-
bel Brenes, alumna del vicepresidente, el
profesor Rafael Gil Bracero, ambos más
partidariosdelasteoríasdelbritánico: “Yo
apostaba por El Caracolar y así lo puse
en el informe que le envié al juez Balta-
sar Garzón –instructor del caso–, pero se
descartó. Creo que no querían encontrar
nada de verdad”, diceArroyo, rotundo.
Poco fiable
El historiador Gabriel Pozo (ver recua-
dro de la página 14) cree que a Arroyo
no le falta razón: “La principal fuente de
Gibson no era muy fiable, porque ahora
sabemos que esa persona llegó allí el 21
de agosto y que a Federico lo mataron
en la madrugada del 18. No pudo estar
presente”. Se refiere a Manuel Castilla, el
enterradorapodadoManolilloelcomunis-
ta, que habló con Gibson en 1955 seña-
lándole el lugar. “Pero diez años después
–añadePozo–,yareconocíaquenoestaba
seguro, que había cambiado el paisaje...
YomedecantaríaporElCaracolar, como
dice Arroyo, en línea con Agustín Penón
y Eduardo Molina Fajardo”.
El Caracolar está en el barranco deVíz-
nar,amitaddecaminoentreFuenteGran-
de (Alfacar), al oeste, donde se han hecho
las excavaciones, y las fosas comunes con
los miles de cadáveres, más hacia el este
(Víznar). Las tres zonas están separadas
porunos500metros,peroesenladelcen-
tro donde se hallaba el campo de instruc-
ciónenelqueQueipodeLlanovisitóalas
tropas–lamayoría,falangistas–acantona-
das en Víznar al comienzo de la guerra.
Allí tuvo lugar el acto castrense del 15 de
agosto de 1936, en conmemoración de la
Virgen,olvidadaenlaRepública.Allí “al-
guien” –probablemente el mayor de los
Rosales,Miguel–comentóaRamónRuiz
Alonso, enviado del entonces diario cató-
lico Ideal a la parada militar– que el poeta
estaba en la casa de la familia Rosales.
Ruiz Alonso –el padre de la fallecida
actrizEmmaPenella(verrecuadrodeesta
página)– es quien ha cargado histórica-
mente con la responsabilidad de la muerte
del poeta. Lo que está claro es que fue él
quien, ese mismo día, lo denunció en el
Gobierno Civil –a cuyo frente estaba el
comandante JoséValdés– y quien lo fue a
buscaracasadelosRosalesaldíasiguien-
te, 16 de agosto, de donde salió “con un
traje oscuro sobre el pijama de rayas, sin
esposar, en una hora imprecisa de la tar-
de”, según todos los historiadores.
A partir de ahí poco se sabe. Parece que
Sobre estas líneas, cuna donde Federico pasó sus primeros
meses de vida. Esta situada en un anexo a la habitación de sus
padres, en la casa de Fuente Vaqueros donde nació en 1898. A
la izquierda, las excavaciones donde se creía que podría estar su
tumba, en Alfacar. La imagen es del mes pasado.
UN SIGLO ENTRE DOS IMÁGENES
a mi padre
Emma Penella falleció en 2007. Era
hija de Ramón Ruiz Alonso, el
“asesino” oficial de Lorca. Pero antes
de morir quiso contarle al historiador
Gabriel Pozo lo que su padre, a su vez,
le confesó antes de fallecer, en 1978:
“El mayor de los Rosales [tenía que ser
Miguel] le comentó a mi padre que ‘el
ahijado de Fernando de los Ríos’ estaba
en su casa. Él lo contó a sus compañeros
de la CEDA y éstos, al gobernador civil
[Valdés], que dijo que bien, que le darían
un escarmiento, pero que necesitaba
una denuncia en regla”.
Según la actriz, su padre jamás supu-
so que lo matarían: “Se limitó a hacer
tres cosas: transcribir la denuncia de la
CEDA [era linotipista], llevarla a Valdés
y sacar a Lorca de casa de los Rosales.
Eso fue todo lo que me dijo. A Lorca lo
mataron por las disputas entre cedistas
y falangistas, pero mi padre... murió en
vida”. El “escarmiento” terminó en Víz-
nar, ante el pelotón de fusilamiento.
DEL “ESCARMIENTO” AL PAREDÓN
Gabriel Pozo, historiador y periodistaGabriel Pozo, historiador y periodistahistoriador y periodista
“YO APOSTARÍA
POR EL CARACOLAR”
La actriz Emma
Penella.
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