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1
POBREZA Y EDUCACIÓN EN MÉXICO
Susan W. Parker
2008-2009
2
Informe sobre Desarrollo Humano 2008-2009:
Gasto Público para el Desarrollo Humano
“Pobreza y Educación en México”
Susan W. Parker
1. Introducción y Objetivos
El presente documento de investigación se centra en los temas de pobreza, ingreso y
educación en México. Esta investigación tiene dos análisis principales. Primero, nos
enfocamos en la escolaridad de la población Mexicana así como su habilidad cognitiva y la
relación entre dichas variables. Tomando ventaja del carácter longitudinal de la ENNViH,
también presentamos los niveles de escolaridad y habilidad cognitiva para los niños
mexicanos y analizamos cómo cambian estos niveles a través del tiempo. Así mismo, se
presenta una descripción por nivel socioeconómico (medido a través de quintiles de gasto
per cápita, el cual funciona como proxy del ingreso permanente de los individuos) de la
distribución de los indicadores de educación por quintil. Finalmente, dado que la ENNViH
provee información detallada sobre las características de las escuelas a donde asisten los
niños actualmente inscritos, se presenta una relación de los niveles de educación con la
calidad de las escuelas disponibles en México.
Este análisis sobre las tendencias en educación es innovador al menos por tres
razones. En primer lugar, los datos permiten estudiar la asistencia escolar de los niños a
través del tiempo y evaluar así qué niños progresan rápidamente en comparación de los
niños que se van quedando rezagados, de acuerdo a ciertas características socioeconómicas.
En segundo lugar, el análisis permite relacionar la escolaridad y la habilitad cognitiva así
como conocer las diferencias por nivel socio-económico. En tercer y último lugar, por
primera vez en México podemos caracterizar detalladamente la calidad de las escuelas a las
que asisten los niños de acuerdo a su nivel de ingreso y a otras características
socioeconómicas. Las escuelas a las que asisten los niños reflejan la oferta disponible y las
características de las escuelas de la región, de forma que las diferencias en las características
de estas escuelas muestran claramente las diferencias del gasto del gobierno entre áreas
geográficas.
3
Un segundo análisis que se lleva a cabo en esta investigación presenta los niveles de
pobreza en México en 2002 y en 2005, tomando ventaja –una vez más- de la naturaleza
longitudinal de la ENNViH para analizar las transiciones dentro y fuera de la pobreza. Este
análisis también es bastante innovador dado que la ENNViH es la primera base de datos
longitudinal y representativa a nivel nacional, lo cual permite empezar a caracterizar hasta
qué punto la pobreza en México es temporal o permanente. En este trabajo se presenta
evidencia sobre las transiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas oficiales de pobreza
en México entre 2002 y 2005 y por grupo de edad.
El documento está organizado de la siguiente manera. A continuación se presenta
una breve descripción de la Encuesta Nacional Sobre Niveles de Vida de los Hogares, fuente
principal del análisis. Posteriormente se presentan los resultados principales sobre educación
de adultos y niños así como información sobre las características de las escuelas a las que
asisten los niños y al último hay un apartado sobre los niveles de pobreza en México en
2002 y 2005.
2. Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares
La Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNViH) es una base de
datos multi-temática y de corte longitudinal que recoge amplia información sobre
indicadores socioeconómicos, demográficos y de salud de la población mexicana.
La ENNViH es la primera encuesta en México con representatividad a nivel
nacional que parte de un diseño longitudinal, lo cual permite seguir a los mexicanos a lo
largo del tiempo independientemente de sus decisiones de migración. Esto tiene por objeto
estudiar la dinámica económica, demográfica, epidemiológica y migratoria de la población
a través de una encuesta panel de por lo menos 10 años de duración.
El diseño de la muestra de la línea basal estuvo a cargo del Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática (INEGI). La línea basal es una muestra probabilística,
estratificada, multi-etápica e independiente a cada dominio de estudio. El tamaño de la
4
línea basal es de 8,440 hogares con aproximadamente 35,000 entrevistas individuales en
150 localidades de la República Mexicana. La línea basal (ENNViH-1) se llevó a cabo en el
año 2002. El segundo levantamiento (ENNViH-2) se llevó a cabo entre el año 2005-2006
con una tasa de re-contacto del 90 por ciento a nivel hogar. Los levantamientos 3 y 4 están
programados para el año 2009 y 2012, respectivamente.
El carácter multidimensional de la ENNViH facilita el estudio sobre la interrelación
de diferentes fenómenos demográficos y socioeconómicos presentes en la dinámica del
bienestar de la población. Ejemplo de algunos vínculos son: la relación de la salud de un
individuo con su productividad laboral; el vínculo de la pérdida de ingresos familiares con
las decisiones de algunos integrantes del hogar de migrar dentro y fuera del país, y su nexo
con decisiones de inversión en capital humano; la relación de estas decisiones con la
participación de la población en programas de política social; o bien, el efecto de la
incidencia de las tasas de criminalidad y la percepción de inseguridad en la comunidad
sobre el bienestar, el comportamiento y la salud de los mexicanos.
La ENNViH-1 y ENNViH-2 proveen información detallada a nivel individual,
hogar y localidad como: i) patrones de gasto y consumo, decisiones de ahorro, pertenencia
de activos y riqueza familiar, ii) información sobre programas sociales con incidencia
comunitaria; a nivel hogar o individual iii) nivel de escolaridad actual y historial educativo
de todos los integrantes del hogar, iv) tipo de empleo, movilidad y participación laboral de
todos los miembros del hogar mayores a 5 años, v) información sobre uso del tiempo en
actividades concernientes al hogar y la educación de los hijos, vi) medición e interpretación
sobre el estado de salud: auto-percepción y expectativas del individuo sobre su estado de
salud, hábitos cotidianos relacionados con el cuidado o descuido de la salud (deportes,
ingesta de alcohol, tabaquismo, etc.); indicadores de funcionalidad para personas de edad
avanzada; propensión y reporte de enfermedades crónicas; medidas antropométricas (peso y
talla) relacionadas con problemas de nutrición o sobre peso; indicadores biológicos como
presión sanguínea y niveles de hemoglobina (los cuales se encuentran relacionados con
problemas de hipertensión arterial y anemia, respectivamente), vii) información
retrospectiva sobre salud reproductiva e información histórica sobre embarazos,
5
nacimientos y pérdidas sobre las mujeres en edad fértil dentro del hogar (14-45 años de
edad); prácticas y uso de anticonceptivos; información sobre utilización de servicios de
salud durante el embarazo, parto y post parto, y muchos otros temas de gran relevancia.
Además, durante el levantamiento de la encuesta los miembros del hogar entre 5 y 65 años
de edad contestaron un libro que contiene matrices progresivas de Raven. Estas matrices
fueron diseñadas para medir las habilidades cognitivas de las personas, independientemente
de su nivel de alfabetización, es decir, sin necesidad de que las personas sepan leer y
escribir. Dicho instrumento nos permite analizar las habilidades cognitivas de la población
Mexicana, así como relacionarlas con otros indicadores, como logros en la educación
formal.
3. Principales Resultados
Educación
En esta sección se analizan algunos indicadores relacionados con la educación de los adultos
y niños.
En referencia a los adultos, el Cuadro 1 muestra los grados de educación promedio
por grupos de edad y por género así como los resultados de las pruebas cognitivas. Del
cuadro es evidente que los niveles de escolaridad de la población han ido aumentando en el
tiempo. En 2005, hombres entre 15 y 24 años tienen en promedio 9.23 grados de
escolaridad (terminada) mientras que hombres entre 45 y 54 años tienen 6.2. Es importante
remarcar que mientras que entre la población de mayor edad existen diferencias
significativas en los grados de escolaridad completados entre género -favoreciendo a los
hombres-, entre generaciones más jóvenes no existe evidencia de que exista una brecha que
también los favorezca. De hecho, parece ser que existe una pequeña diferencia a favor de
las mujeres.
En cuanto a resultados en la prueba cognitiva, el desempeño entre hombres y
mujeres es bastante similar, siendo los más jóvenes quienes reportan mejores resultados. El
nivel de la prueba disminuye con la edad, probablemente reflejando mejores niveles de
6
habilidad cognitiva entre jóvenes derivados, por ejemplo, de mejoras en nutrición en la
infancia.
(Cuadro 1: Indicadores de -educación para individuos de 15 años y más)
Por su parte, el análisis por quintiles de gasto per cápita muestra que, como es
esperado, los individuos con mayor gasto per cápita tienen un mayor grado de escolaridad
que los individuos en el primer quintil de gasto (casi cuatro años de escolaridad de
diferencia), tanto para el 2002 como para el 2005 (Cuadro 2). Los niveles de la prueba
cognitiva están claramente correlacionados con el nivel de ingreso. Adultos en quintiles
más pobres muestran peores niveles de educación así como peores niveles de habilidad
cognitiva, sugiriendo que ambas variables están relacionadas con la generación de
ingresos.
(Cuadro 2: Indicadores de educación para individuos de 15 años y por quintiles de
gasto per cápita)
A continuación se presenta un análisis sobre las tendencias educativas entre niños.
A diferencia de los adultos, el nivel de escolaridad de los niños cambia a través del tiempo,
por lo cual se presenta un análisis longitudinal sobre los cambios en asistencia escolar a lo
largo de los años. El Cuadro 3 presenta indicadores de escolaridad y habilidad cognitiva
para niños entre 6 y 14 años de edad en 2002 por género. El cuadro también presenta los
niveles educativos en el 2005 por este mismo cohorte de niños del 2002 tres años más tarde
(en 2005). En cuanto a niveles de escolaridad, El Cuadro 3 muestra que para casi todas las
edades, en 2002 las niñas tienen mayor escolaridad que los niños, situación que se repite en
2005 (esta diferencia es más marcada conforme aumenta su edad). De esta forma, se vuelve
inmediatamente aparente que desde edades tempranas los niños comienzan a repetir años
escolares. Por ejemplo, los niños de ocho años tienen únicamente 1.4 años de escolaridad
promedio mientras que uno esperaría que esta estadística fuera cercana a los dos años de
escolaridad. De acuerdo a la información sobre el grado de repetición escolar (columna dos
del Cuadro 3) se pueden ver tasas de repetición extremadamente altas entre niños. A los 14
7
años, cerca de un tercio de los niños y casi 30% de las niñas reportan haber repetido al
menos un año escolar.
A través del tiempo y como sería de esperarse, los niños aumentan su asistencia
escolar, particularmente aquellos que eran más jóvenes en 2002. Por otro lado, la
proporción de aquellos niños que repiten años escolares también aumenta
considerablemente a lo largo del tiempo.
En cuanto a niveles de habilidad cognitiva basada en los resultados de la prueba
Raven, El Cuadro 3 muestra que los resultados globales son bastante parecidos entre
hombres y mujeres y no hay diferencias significativas. Entre 2002 y 2005 se muestran
claras mejorías en dicha prueba por cada grupo de edad, lo cual es consistente con el hecho
de que las capacidades cognitivas aumentan en la etapa de la niñez.
(Cuadro 3: Indicadores de educación de hombres y mujeres de 6 a 14 años de edad)
El Cuadro 4a muestra a los mismos indicadores educativos de los individuos de 6 a
14 años por quintil de gasto per cápita. En primer lugar, es instructivo revisar las cifras de
los niños de 6 a 7 años, quienes apenas empiezan su escolaridad formal. Como es de
esperarse en este grupo específico, no hay diferencias en el logro educativo. Sin embargo,
llama la atención de que desde los seis años ya hay diferencias importantes en el nivel de
capacidad cognitiva de acuerdo al nivel de ingreso/pobreza. En otras palabras, antes de que
pueda haber diferencias en la escolaridad formal de los niños, ya existen grandes diferencias
en su capacidad cognitiva.
A pesar de que no hay diferencias en escolaridad para el grupo de edad de seis a
siete años en 2002, tres años después para este mismo cohorte de niños ya hay claras
diferencias en los años de escolaridad, en la proporción que repite años escolares y en la
proporción inscrita en la escuela para los niños que tienen entre 9 y 10 años de edad en
2005. Tendencias similares ocurren para todos los grupos de edad del Cuadro 4a.
8
En este cuadro también se muestra el porcentaje de niños inscritos en la escuela por
grupo de edad y para ambas rondas de la ENNViH (2002 y 2005). Al diferenciar por grupos
de edad, el porcentaje más alto de niños inscritos a la escuela se encuentra en el grupo de
niños de entre 8 y 9 años de edad en 2002 (entre el 96 y 100%) y el más bajo se encuentra
entre niños de 12 a 14 años de edad (entre 84 y 95%). Para 2005, el porcentaje de niños
inscritos en la escuela es mayor para los niños entre 6 y 7 años de edad (entre 96 y 98%),
mientras que los niños entre 12 y 14 años de edad siguen siendo los que presentan una
menor proporción inscrita a la escuela (entre 40 y 65%), además de que presentan un
descenso dramático en dicha proporción entre 2002 y 2005. Al hacer el análisis por grupos
de ingreso/pobreza se encuentra que, para cada grupo de edad, los niños más pobres son los
que presentan menores porcentajes de inscripción a la escuela. Una diferencia notoria se
encuentra en el grupo de 12 a 14 años de edad en 2002, en el cual los más pobres tienen una
tasa de inscripción del 84% comparada con una tasa del 95% para niños de mayores
ingresos. Este último indicador probablemente esté relacionado con el factor de que muchos
niños que viven en condiciones de pobreza se ven en la necesidad de salirse de la escuela y
empezar a trabajar desde tempranas edades.
A pesar de que el análisis que se presenta aquí es meramente descriptivo, la
evidencia sugiere que el ingreso del hogar y las condiciones económicas así como la
habilidad cognitiva son determinantes importantes dado que predicen la desigualdad en la
asistencia escolar a lo largo del tiempo. Esto deja claro que el nivel de escolaridad es
altamente disparejo entre grupos de gasto per cápita (por ejemplo niños en el último quintil
de gasto per cápita de 6 a 14 años en el 2002 tienen en promedio 7 años de educación en
2005 mientras que los niños del primer quintil tienen 5.5 años de escolaridad en promedio
en el 2005).
(Cuadro 4a: Indicadores de educación de niños de 6 a 14 años por grupos de edad y
gasto per cápita)
Respecto al tema de habilidad cognitiva, incluso desde que los niños son pequeños
empiezan a aparecer diferencias en el nivel de habilidad cognitiva de acuerdo al nivel de
9
ingreso/pobreza. Dichas diferencias probablemente no son resultado de diferencias en
escolaridad dado que a esa edad todavía no se ha empezado la escolaridad formal. Sin
embargo, es factible que existan diferencias en la proporción de niños por grupo de edad que
asistan o han asistido al kínder. Este tema se analiza en el Cuadro 4b, donde presentamos el
nivel de habilidad así como la proporción de niños inscritos en la escuela de 5 años de edad
en el 2002. El cuadro muestra que efectivamente existen diferencias en la proporción de
niños de 5 años de edad inscritos en la escuela por grupo de ingreso, lo cual refleja
diferencias importantes en la inscripción para educación preescolar1
.
(Cuadro 4b: Indicadores de educación de niños de 5 años de edad y por grupos de
gasto per cápita)
Niveles más bajos de habilidad cognitiva están asociados con mayor incidencia en
desnutrición en la infancia. El cuadro 5 presenta los niveles de habilidad cognitiva por
quintiles, así como talla, niveles de desmedro y el Índice de Masa Corporal de niños. Este
cuadro es consistente con el hecho de que los niños más pequeños que viven en hogares más
pobres tienen mayores índices de desmedro. Después de tres años, diferencias significativas
en la proporción de niños con desmedro persisten. Así, el Cuadro 5 es consistente con el
hecho de que la desnutrición es un factor que claramente predice las diferencias en cuanto a
habilidades cognitivas (Behrman 1996 y Behrman & Deolalikar, 1988).
(Cuadro 5: Habilidad cognitiva e indicadores de salud de niños de 5 a 7 años por
grupo de edad y quintil de gasto per cápita)
Los cuadros anteriores han enfatizado la idea de que las diferencias en el ingreso
familiar pueden predecir hasta cierto punto la eventual asistencia escolar de niños. Mientras
que esto no es sorpresivo, es importante evaluar los factores potenciales que explican esta
relación. A primera vista, una hipótesis obvia es que las familias con mayores ingresos
1
Es importante mencionar que se aprobó una reforma constitucional en noviembre 2002 que establecía la obligatoriedad para todos los
niños de la educación preescolar, así como se delimitaban los periodos para dar cumplimiento a dicha disposición: el tercer año en el
ciclo 2004-2005, el segundo año en el ciclo 2005-2006, y el primer año en el ciclo 2008-2009. Esta reforma quizás podría ayudar a
reducir la evidente brecha educativa en la inscripción en la educación preescolar que existe entre niños proveniente de familias con
bajos recursos versus los de más altos recursos.
10
gastan más en la educación de sus hijos. Una segunda hipótesis es que las familias con
mayores ingresos pueden tener padres con mayor escolaridad que se preocupan más por la
asistencia escolar de sus hijos y por ende dedican más tiempo en el desarrollo educativo de
sus hijos y en actividades como la lectura con ellos. Una tercera hipótesis es que los niños
que viven en zonas más pobres tienen menor acceso a escuelas o asisten a escuelas de menor
calidad. Si el gasto en educación fuera independiente o incluso estuviera relacionado
progresivamente con el ingreso del hogar, no deberían existir diferencias en la calidad de las
escuelas a las que asisten niños pobres y niños no-pobres, con la excepción de diferencias
que pueden surgir al asistir a escuelas privadas. Entonces, una pregunta evidente sería cómo
se comparan las características de las escuelas a las que asisten niños pobres con las de
escuelas a las que asisten niños de mayores ingresos. El análisis siguiente busca responder
esta pregunta.
Es importante remarcar que la ENNViH es la primera base de datos que nos permite
cruzar directamente información a nivel individual y a nivel hogar con información sobre
las características de las escuelas. Algunos estudios previos, en particular los de John Scott
(vea por ejemplo, Scott 2008) estiman la distribución del gasto social entre los hogares por
nivel de ingreso suponiendo un costo promedio por usuario uniforme. Ello mide sobre todo
la desigualdad generada en gasto educativo debido a que en los sectores más pobres de la
sociedad los niños asisten menos tiempo a la escuela.
En el Cuadro 6 empezamos a revisar algunos indicadores escolares relacionados con
la oferta educativa. Este cuadro muestra el tiempo promedio que tardan en llegar a la escuela
(un proxy de la distancia de la escuela), las horas en promedio que pasan los niños en la
escuela así como la razón alumno/maestro. Cabe destacar que en ausencia de información
sobre el presupuesto del gobierno federal y estatal para cada escuela, la razón
alumno/maestro es un excelente proxy de los recursos que se destinan a nivel de escuela ya
que la mayor parte del gasto educativo de una escuela está dirigida a los sueldos de los
maestros. El Cuadro 6 muestra que el tiempo promedio para llegar a la escuela es
relativamente bajo (alrededor de 11 a 12 minutos) y constante entre los 6 y 11 años de edad
y aumenta ligeramente después de los 11 años -como se podría esperar cuando los niños se
11
pasan de primaria a secundaria-. Respecto a horas pasadas en la escuela por día, el dato es
más o menos constante para niños de 6 a 11 años y aumenta después, lo cual también es
consistente con el hecho de que se pasan más horas en la escuela durante la secundaria que
durante la primaria. Finalmente, llama la atención que la razón alumno/maestro disminuye
drásticamente con la edad de los niños, siendo alrededor de 22 niños por salón a los 6 años y
menos de 10 niños por salón para los jóvenes de 14 años.
(Cuadro 6: Características escolares de hombres y mujeres entre 6 y 14 años de edad)
El Cuadro 7 muestra las variables de horas en la escuela, horas de estudio fuera de
la escuela y razón maestro/alumno por quintil de gasto y por grupo de edad. Por todos los
grupos de edad, las horas que pasan en la escuela tienden a ser similares entre quintil -de
alrededor de casi 5 horas por día escolar- aunque hay una ligera tendencia de mayor número
de horas por día en las escuelas a las que asisten niños de familias de mayores ingresos. Lo
que sí llama la atención aún para los niños de 6 a 7 años -quienes apenas están entrando la
escuela- es la diferencia que existe en el número de horas dedicadas a estudiar fuera de la
escuela por quintil. Niños de 6 a 7 años en el quintil más bajo estudian un promedio de 4.3
horas fuera de la escuela mientras que niños de 6 a 7 años en el quintil más alto estudian 6.6
horas a la semana. Respecto a la razón maestro/alumno también son muy llamativas las
grandes diferencias entre quintiles. Para niños del quintil más bajo de ingreso, la razón
maestro/alumno es de 23 alumnos por salón versus 19 para alumnos en el quintil con mayor
ingreso. Ello es una clara reflexión de las diferencias en el gasto educativo que existe entre
niños con familias de menores ingresos versus familias de ingresos más altos. Estos
hallazgos son parecidos para todos los grupos de edad, mostrando que niños en grupos más
pobres tienden a tener clases con una mayor razón de alumnos/maestros, siendo más
dramático el caso para niños entre 12 y 14 años de edad (en 2002 hay cerca de 18 alumnos
por maestro en escuelas donde asisten niños del primer quintil de gasto comparados con 9
alumnos por maestro en escuelas donde asisten niños del último quintil de gasto).
(Cuadro 7: Características escolares de niños entre 6 y 14 años por edad y quintil de
gasto per cápita)
12
En resumen, lo último representa un claro indicador de la calidad de las escuelas así
como del gasto que se ejerce en las mismas (dado que los salarios de los maestros
normalmente ocupan la mayor fracción del gasto). Esto último permite analizar qué tan
diferenciado es el presupuesto que tienen las escuelas a las que asisten niños pobres
comparado con el presupuesto que tienen las escuelas a las que van niños de mayores
ingresos, ya que la infraestructura de los salones y el presupuesto para contratar a docentes
son clara referencia de la diferencia que existe entre niveles de ingreso/pobreza.
El Cuadro 8 muestra una serie de características sobre infraestructura física (si
cuentan con electricidad, baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca) de las escuelas
que hay en la localidad donde residen niños entre 6 y 14 años por grupos de edad y gasto
per cápita en el 2002. En cuanto a las escuelas que cuentan con electricidad, prácticamente
no existen diferencias en el porcentaje que cuenta con esta facilidad, ni por grupo de edad
ni por grupo de gasto per cápita (prácticamente todas rondan entre el 97 y el 100% de
cobertura). Sin embargo, sí existen diferencias notorias entre las escuelas de la localidad
que cuentan con baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca por grupos de gasto per
cápita. Por ejemplo, en cuanto a la infraestructura relacionada con sanitarios, cerca del 79%
de las escuelas de la localidad a las que asisten niños entre 6 y 7 años de edad de menores
recursos cuentan con baños, comparadas con el 96% de las escuelas a las que asisten niños
de la misma edad del quintil más alto de ingreso. Así mismo, un porcentaje muy bajo de
escuelas a las que van niños de esa edad del primer quintil de gasto tienen computadoras
(36%), mientras que este porcentaje es de 57% para escuelas de niños en familias de
mayores ingresos. Este mismo comportamiento se observa para escuelas con pisos limpios
y escuelas con biblioteca, en cada grupo de edad.
El cuadro anterior permite analizar las condiciones físicas en las que se encuentran
las escuelas de las localidades a las que asisten niños pobres comparadas con las escuelas a
las que asisten niños en mejor situación económica. Claramente se ve que los niños de
menores ingresos regularmente acuden a escuelas que se encuentran en condiciones muy
precarias dado que algunas no cuentan con electricidad, baño o tan siquiera pisos limpios.
13
Al hacer el análisis sobre equipamiento más sofisticado como computadoras y bibliotecas
es evidente que el porcentaje que no tiene éstos es todavía más marcado comparado con
niños de familias de mayores recursos.
(Cuadro 8: Infraestructura de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años
por grupos de edad y gasto per cápita en 2002)
El Cuadro 9 replica el análisis anterior en cuanto a la información de la escuela a la
que asisten niños entre 6 y 14 años de edad por grupo de edad y gasto per cápita en 2002
(en lugar de la información sobre las escuelas que hay en la localidad donde residen dichos
niños, como se presentó en el cuadro anterior). En cuanto al acceso a electricidad, escuelas
con excusado, computadoras, pisos limpios y bibliotecas, los indicadores muestran las
mismas tendencias que el cuadro anterior. Adicionalmente, en este cuadro se muestran tres
indicadores más que corroboran los hallazgos previos. En primer lugar, la proporción de
computadoras por alumnos dista mucho de ser pareja entre niveles de ingreso/pobreza.
Como es de suponerse, los niños más pobres asisten a escuelas donde hay menor número de
computadoras y a su vez éstas deben ser compartidas por más estudiantes. En segundo
lugar, se puede ver que mientras que en los quintiles más altos hay casi cuatro libros por
alumno (3.7), en el primer quintil de ingreso/pobreza la relación de libros por alumnos es
de 2.4. Por último, en escuelas más pobres hay menos salones que en las escuelas a las que
asisten los niños con mayores ingresos (10 aulas comparadas con 13).
(Cuadro 9: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por
grupo de edad y gasto per cápita en 2002)
En cuanto a información adicional sobre la calidad de la educación que se imparte
en escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años de edad, el Cuadro 10 muestra
diferentes indicadores como los años de educación y el sueldo del director de las escuelas,
así como de los maestros de éstas. A pesar de que la brecha no es muy grande, sí existen
diferencias en los años de educación del director de una escuela que se encuentra en el
último quintil de gasto en comparación con uno de una escuela del primer quintil (tienen
14
más años de escolaridad los primeros). Así mismo, los directores de las escuelas a las que
asisten niños de mayor ingreso perciben un mayor salario que aquellos que dirigen escuelas
para niños de menores recursos (por ejemplo, el sueldo del director de una escuela a la que
asisten niños de entre 12 y 14 años de edad del primer quintil de gasto es de 7,600 pesos
comparado con el sueldo de 11,200 de un director de escuela de niños del último quintil de
gasto). Esta tendencia se repite para los años de educación del director y el sueldo de los
maestros.
(Cuadro 10: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por
grupos de edad y gasto per cápita en 2002)
En resumen, el análisis sobre las características de las escuelas a las que asisten los
niños muestra claramente que los niños más pobres asisten a escuelas que están en peores
condiciones que las escuelas a las que van niños de familias con mayores recursos. Estas
tendencias son evidentes en una serie de indicadores incluyendo la razón alumno/maestro,
condiciones de infraestructura básica, así como computadoras, bibliotecas, nivel de
escolaridad de los maestros y los salarios de los mismos.
Condiciones de Pobreza
Esta sección presenta un panorama general sobre el porcentaje de individuos que viven en
condiciones de pobreza (alimentaria, de capacidades y patrimonial)2
en 2002 y en 2005,
tanto a nivel nacional como por zonas urbanas. En el ámbito rural, la línea de pobreza
alimentaria corresponde a $598 per cápita, la línea de pobreza de capacidades es de $707
per cápita y la patrimonial es de $1,086. Por su parte, en zonas urbanas, la línea de pobreza
alimentaria corresponde a $809 per cápita, la de capacidades corresponde a $993 y la línea
de pobreza patrimonial es de $1,624 (CONEVAL, 2006).
2
Pobreza Alimentaria: incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aún si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el
hogar en comprar sólo los bienes de dicha canasta. Pobreza de Capacidades: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor
de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más
que para estos fines. Pobreza Patrimonial: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria así como realizar los
gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado
exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.
15
El objetivo de este análisis es utilizar el carácter longitudinal de la ENNViH para
presentar las transiciones de pobreza a lo largo del tiempo. Este análisis longitudinal nos
permite empezar a analizar hasta qué punto la pobreza es de larga o corta duración, lo cual
quizás refleja la ocurrencia de eventos que ocasionan la pérdida de trabajo versus
condiciones estructurales de carácter más permanente. Por lo tanto, en esta sección se
caracteriza la movilidad de la población mexicana dentro y fuera de la pobreza.
El Apéndice 1 detalla cómo se construyen los ingresos en la ENNViH, la cual
presenta fuentes de ingresos extremadamente detalladas las cuales son comparables con la
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Dado que la ENIGH ha
sido históricamente utilizada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (CONEVAL) para desarrollar indicadores oficiales de la población que
vive en condiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas de pobreza, es interesante
analizar diferencias potenciales en el ingreso entre ambas fuentes.
La Gráfica 1 muestra la comparación de la distribución del ingreso total entre la
ENNViH y la ENIGH del 2002. A grandes rasgos, se puede observar que los ingresos
medios son similares aunque la ENNViH presenta colas más dispersas en ambos lados.
Para nuestro análisis, este es un hecho de relevancia porque implica que la ENNViH
presentará estimaciones mayores de la población que vive en condiciones de pobreza que la
ENIGH. Hemos analizado los diferentes tipos de ingreso y las condiciones de recibir
determinados ingresos y los resultados muestran que el monto promedio recibido es similar
entre la ENIGH y la ENNViH, de manera que creemos que las diferencias no se deben al
hecho de que una encuesta u otra esté capturando mejor un tipo de ingreso en particular.
Una explicación alternativa de las diferencias puede deberse a las diferencias en la
proporción de hogares que reportan tener un ingreso. Los hogares en la ENIGH que no
reportan ningún ingreso son sacados de esta encuesta dado que son hogares con
información incompleta. Además, para los hogares que no reportan un ingreso particular, el
ingreso faltante se convierte en cero al momento de sumar el ingreso total. Por lo tanto, si
existen diferencias entre la ENIGH y la ENNViH se deben a la proporción de hogares que
no reportan un ingreso o a la proporción de hogares que reportan cero ingresos, lo cual
16
estaría llevando a estimaciones diferentes sobre la distribución del ingreso entre ambas
fuentes. Una hipótesis es que la ENNViH puede estar capturando mejor a los hogares que
tienen muy pocos ingresos comparados con los que no tienen ingresos (que son eliminados
de las bases de la ENIGH), lo que explicaría así la mayor incidencia de hogares con
menores ingresos en la ENNViH que en la ENIGH. Desafortunadamente, no podemos
explorar directamente esta hipótesis debido a que las bases de datos de la ENIGH sacan a
los hogares que no reportan ingresos.
(Gráfica 1: Distribución del Ingreso Corriente Per Cápita)
Continuando con el análisis sobre la incidencia de pobreza en 2002 y en 2005 el
Cuadro11 muestra la proporción de individuos que se encuentran en condiciones de
pobreza alimentaria y patrimonial en 2002 y 2005 de acuerdo a cifras de la ENNViH. De
acuerdo a ésta, el 36.8% de los individuos vivían en condiciones de pobreza alimentaria en
2002. Al hacer la diferenciación por zona rural/urbana, se observa que el 29.1% de los
individuos sufrían de pobreza alimentaria en zonas urbanas comparados con el 48.1% en
zonas rurales. En cuanto a la pobreza patrimonial, cifras de la ENNViH indican que un
61.3% de los individuos no cuentan con el ingreso suficiente para cubrir su alimentación,
salud, educación, vestido, vivienda y transporte. En zonas rurales este porcentaje es de
71.7% y en zonas urbanas es de 54.3%. Aquí se puede ver que la pobreza ha sido
aproximadamente constante entre el 2002 y el 2005 aunque en zonas urbanas hubo un
ligero aumento en la pobreza medida tanto por la línea de pobreza alimentaria y por la línea
de pobreza patrimonial.
(Cuadro 11: Condiciones de pobreza a nivel nacional y por zona rural/urbana)
El Cuadro 12 muestra las transiciones que se han dado entre 2002 y 2005 de los
individuos que se encontraban en algún tipo de condición de pobreza. En cuanto a la
pobreza alimentaria, alrededor de la mitad de los individuos que vivían bajo esas
circunstancias en 2002 continúan en el mismo estado para 2005. Por otro lado,
17
aproximadamente el 40% de los individuos que no vivían en condiciones de pobreza
alimentaria cayeron a esta situación en 2005. Un porcentaje importante de individuos que
no vivían en condiciones de pobreza en 2002 se encontró en condiciones de pobreza
patrimonial. En total, el 21% de los individuos no se encontró en condiciones de pobreza en
ninguno de los dos años. Esto puede compararse con la fracción que era pobre en 2002
(61%) para mostrar que la fracción de la población que es pobre en algún punto (por
ejemplo en 2002 o en 2005) es significativamente mayor que la fracción de aquellos que
eran pobres en determinado momento. En otras palabras, la pobreza longitudinal toca a una
fracción mayor de la población de la que es evidente en análisis de corte transversal. Sin
embargo, también es relevante el caso de aquélla fracción de las personas que eran pobres
en 2002 pero que dejan la pobreza en 2005. Por ejemplo, de aquéllos que se encontraban en
condiciones de pobreza más extrema (pobreza alimentaria), cerca de un cuarto de éstos
individuos ya no son pobres en 2005, lo cual significa una mejoría notoria en su bienestar.
Estas figuras longitudinales sobre pobreza muestran movilidad sustancial dentro y
fuera de la pobreza y también revelan a una proporción más alta de personas que viven en
estas condiciones de las que estarían en evidencia sólo con cifras de corte transversal.
(Cuadro 12: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en
condiciones de pobreza a nivel nacional)
Los dos siguientes Cuadros (Cuadro 13 y 14) repiten el ejercicio anterior para zonas
urbanas y rurales. Como es de esperarse, los porcentajes de pobreza generales son mucho
mayores en zonas rurales que en zonas urbanas, además de que hay un mayor porcentaje
que cae en la pobreza en zonas rurales que en zonas urbanas. Cerca del 72% de la población
en zonas urbanas es pobre en al menos un año contra 87% en zonas rurales. Una pregunta
interesante relacionada con esto es si aquéllos que son pobres en zonas urbanas lo son por
períodos de tiempo más cortos que los que son pobres en zonas rurales. Primeramente, esta
pregunta puede contestarse al analizar si la población rural o la población urbana parecen
tener más movilidad dentro y fuera de la pobreza. Como podría suponerse, la evidencia
muestra que la pobreza rural tiene mayor probabilidad de ser de mayor duración. De la
18
población en pobreza alimentaria en 2002 (11.2/28.7) sólo 39 por ciento continuaba en
condiciones de pobreza alimentaria en 2005. Sin embargo en áreas rurales 48 (27.7/47.7)
por ciento de aquellos en condiciones de pobreza alimentaria en 2002 continuaba en
condiciones de pobreza alimentaria en 2005. En áreas urbanas, de aquéllos que no estaban
en pobreza en 2002 una fracción mayor permaneció siendo no pobre (59%) a comparación
de zonas rurales (47%) en 2005.
(Cuadro 13: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en
condiciones de pobreza en zonas urbanas)
(Cuadro 14: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en
condiciones de pobreza en zonas rurales)
A continuación el análisis se centra en la transición de pobreza por grupos de edad,
de manera que se pueda juzgar si hay algunas edades que están más inclinadas a vivir en
condiciones de pobreza y particularmente, si están más inclinadas a vivir en condiciones de
pobreza permanente que otros grupos de edad. Los cuadros del 15 a la 17 repiten el análisis
del Cuadro 12 para tres grupos de edad: niños de 0 a 5 años de edad, adultos de 16 a 49
años de edad y adultos de 50 años o mayores.
Los Cuadros 15, 16 y 17 claramente indican que son los niños quienes sufren las
mayores tasas de pobreza tanto de forma longitudinal como por corte transversal.
Únicamente 14% de los niños en México no son pobres en al menos uno de los dos años, lo
cual sugiere que la gran mayoría de niños viven en condiciones de pobreza por lo menos
durante una parte de su niñez. Además, una vez estando en esta situación, es menos
probable que los niños salgan de la pobreza que los adultos. Por ejemplo, de los niños que
vivían en condiciones de pobreza en 2002, el 57% permaneció bajo esta condición en 2005
contra el 45% de los adultos que estaban bajo pobreza alimentaria en 2002.
19
(Cuadro 15: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los niños entre 0 y 15 años
de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional)
Respecto a los adultos de 16 a 49 años y adultos de 50 años o mayores, los Cuadros
16 y 17 muestran que tanto sus niveles de pobreza como los cambios en el tiempo son
parecidos y bastante menores que las mismas cifras para niños. Los adultos tienen menores
proporciones en la pobreza y cuando viven en condiciones de pobreza, tienden a salir más
rápidamente de ésta que los niños.
(Cuadro 16: Evidencia longitudinal sobre transiciones de individuos entre 16 y 49
años de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional)
(Cuadro 17: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los adultos de 50 años o más
en condiciones de pobreza a nivel nacional)
El Cuadro 18 muestra las transiciones de pobreza para la población beneficiaria del
Programa de Desarrollo Humano Oportunidades. Hay varios aspectos de interés en este
cuadro. En primer lugar, a pesar de que el mecanismo de focalización de Oportunidades es
diferente al mecanismo que se utiliza para medir la pobreza oficial en México, es
interesante analizar cuál es la proporción de hogares beneficiarios de Oportunidades que se
clasifican como pobres de acuerdo a la medición oficial. En segundo lugar, es interesante
estudiar hasta qué grado existe movimiento dentro y fuera de la pobreza entre los
beneficiarios de Oportunidades. El cuadro muestra que la gran mayoría de estos
beneficiarios se clasifican como pobres en al menos una de las tres definiciones de pobreza
oficiales. A lo largo del tiempo, es importante remarcar que solamente el 5% de los
beneficiarios de Oportunidades no son pobres ni en 2002 ni en 2005, lo cual muestra que
hay muy pequeñas tasas de fuga. La movilidad dentro y fuera de la pobreza entre
beneficiarios de Oportunidades también es muy baja, aún menor que la señalada para la
población general en el Cuadro 12.
20
(Cuadro 18: Porcentaje de individuos en condiciones de pobreza que son beneficiarios
de Oportunidades)
En general, estas tendencias son consistentes con dos conjeturas. En primera
instancia, son consistentes con un excelente nivel de focalización del Programa
Oportunidades, el cual captura a la población que vive en condiciones de pobreza y a la
población que es más propensa a tener menos movilidad para salir de la pobreza. Sin
embargo, hasta cierto se puede considerar que el Programa Oportunidades no esté dando
como resultado una mayor movilidad fuera de la pobreza dadas las bajas tasas de movilidad
fuera ésta en comparación con el nivel nacional. Estudios de evaluación posteriores de
Oportunidades deberían considerar no solamente el efecto del programa en reducir la
pobreza sino en aumentar la movilidad para salir de ésta.
El análisis global sobre las transiciones de pobreza ha mostrado que el uso de
información longitudinal para medirla permite ver que una mayor fracción de la población
experimenta pobreza de la que es evidente en encuestas de corte transversal. De forma
complementaria, esta evidencia sugiere que la pobreza no es permanente para aquéllos que
la viven, sino que una gran proporción de aquéllos que son pobres en 2002 ya no sufren de
pobreza en 2005. Adicionalmente, presentamos transiciones por grupos de edad que
demuestran que los niños no sólo tienen mayores índices de pobreza sino que también
tienen menor probabilidad de tener transiciones dentro y fuera de ésta. Es decir, la pobreza
es relativamente más permanente en el caso de niños que para adultos.
El Cuadro 19 muestra los rezagos a nivel hogar que existen en México, tanto para
los individuos que vivieron en condiciones de pobreza en 2002 y 2005; para los que
salieron de la pobreza en 2005; para los que entraron a la pobreza en 2005 y para los
individuos que no fueron pobres en ninguno de los dos periodos, en zonas urbanas. En
cuanto a las características del hogar, se puede ver que aquéllos considerados como pobres
estructurales (pobres en ambos períodos) tienen en promedio hogares de mayor tamaño que
los no pobres. Así mismo, el índice de hacinamiento es mucho mayor para los pobres
estructurales y para los pobres en alguno de los dos períodos (ya sea en 2002 o en 2005)
21
que para los no pobres en ambos periodos. Como es de esperarse, es mayor el porcentaje de
hogares con piso de tierra, sin excusado y drenaje y sin aparatos electrodomésticos para el
caso de pobres estructurales que para los no pobres. En cuanto a características
demográficas, los hogares con pobreza estructural tienen mayor número de niños (tanto de
0 a 5 años como de 6 a 12). Por el contrario, los hogares no pobres en ambos períodos
tienen mayor número de adultos. Los indicadores de las características del jefe del hogar
muestran que es mucho más probable que el jefe de hogar de estas viviendas no tenga
instrucción (12%) a comparación de los hogares no pobres en ambos periodos (6%).
En el Cuadro 19 también se muestran las características laborales del jefe del hogar
(de 26 a 45 años de edad) en cada período de estudio. Este cuadro es muy útil para explicar
cómo el estado laboral de las personas es un factor explicativo de la entrada y salida de la
pobreza. Por ejemplo, para aquellos individuos en hogares donde el jefe del hogar estaba
trabajando en 2002 pero no en 2005, el índice de pobreza en 2002 fue de 11% contra 31%
en 2005. Contrariamente, para aquellos hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en
2002 pero sí en 2005, 21% eran pobres en 2002 y sólo 5% lo eran en 2005. Por ende, se
puede observar que la pobreza a través de un periodo de tiempo está claramente asociada
con las transiciones dentro del mercado de trabajo.
En cuestiones de formalidad e informalidad en el trabajo, los hogares que fueron
pobres en algún momento en el tiempo (en ambos años, en 2002 o en 2005) tienen mayores
niveles de informalidad que los hogares no pobres.
(Cuadro 19: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal:
zonas urbanas)
El cuadro anterior permite ver que, como es de esperarse, los hogares que viven en
condiciones de pobreza estructural en zonas urbanas presentan peores condiciones de vidas
(tanto demográficas como escolares y laborales) que los individuos que no fueron pobres en
ningún período. Así mismo, aquellos hogares que salieron de la pobreza en 2005 tienen
mejores niveles de vida que los hogares que entraron a la pobreza en el mismo año.
22
A continuación, el Cuadro 20 repite el análisis anterior para los individuos y
hogares en zonas rurales. Con respecto a las características del hogar, este cuadro muestra
consistencia con los indicadores de pobreza generales, es decir, los hogares que se
encuentran en peores condiciones de vivienda son los pobres en ambas rondas y los de
mejores condiciones son los no pobres en ambas rondas. Entre dichos extremos se
encuentran los hogares que son pobres solamente en alguna de las dos rondas (en 2002 o en
2005).
Sobre las características del hogar se puede ver que, a diferencia de las zonas
urbanas, en las zonas rurales hay mayor índice de hacinamiento, menor porcentaje de
hogares con excusado, drenaje y aparatos electrodomésticos, tanto para individuos pobres
en ambos periodos, como para los pobres en un solo periodo o los que nunca fueron pobres
(evidentemente los pobres presentan peores condiciones que los no pobres). Así mismo,
los individuos que viven en zonas urbanas tienen mayores niveles de escolaridad que los
que viven en zonas rurales.
Este mismo patrón se observa en relación a características escolares, esto es, los
individuos que tienen menor nivel de escolaridad son los que presentan pobreza estructural,
mientras que los individuos que tienen mayor educación no fueron pobres en ninguna
ronda. En cuanto a las características laborales del jefe del hogar, el Cuadro 20 muestra una
relación importante entre el trabajo del jefe y la pobreza del hogar, es decir, cuando el jefe
pierde su trabajo, es más probable que el hogar entre a la pobreza (el nivel de pobreza pasa
de 11% en 2002 a 24% en 2005) y cuando el jefe encuentra un trabajo, es más probable
que el hogar salga de ésta (la pobreza pasa de 15% en 2002 a 8% en 2005).
(Cuadro 20: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal:
zonas rurales)
En general, los cuadros anteriores muestran consistencia con el hecho de que la
probabilidad de caer en la pobreza aumenta cuando los individuos tienen un menor nivel de
23
escolaridad, siendo los pobres estructurales los que se encuentran en peores condiciones
demográficas y socioeconómicas. En cuestiones laborales, las últimas tablas explican
claramente cómo el estado laboral de una persona influye en la entrada y salida de ésta de
la pobreza, es decir, aquéllos individuos que viven en hogares donde el jefe del hogar
trabajaba en 2002 pero no en 2005 presentan mayores niveles de pobreza en el segundo
periodo, mientras que los hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en 2002 pero sí en
2005 presentan menores niveles de pobreza en 2005, y por ende una mejoría en sus
condiciones de vida.
24
4. Referencias
Behrman, Jere R. & Deolalikar, Anil B., 1988. "Health and nutrition," Handbook of
Development Economics, in: Hollis Chenery & T.N. Srinivasan (ed.), Handbook of
Development Economics, edition 1, volume 1, chapter 14, pages 631-711, Elsevier.
Behrman, Jere R. 1996. “Impact of health and nutrition on education.” World Bank
Research Observer (February) 11(1):23-37.
Christakis NA, Fowler JH. “The Spread of Obesity in a Large Social Network over 32
Years”. New England Journal of Medicine. 2007 Jul 26; 357(4):370-9.
Fernald Lia, Juan Pablo Gutierrez, Lynnette M. Neufeld, Gustavo Olaiz, Stefano M.
Bertozzi, Michele Mietus-Snyder, and Paul J. Gertler. “High Prevalence of Obesity Among
the Poor in Mexico”. JAMA, June 2, 2004; 291: 2544 - 2545.
Rubalcava, Luis y Teruel, Graciela (2006). “Guía de Usuario de la Encuesta Nacional sobre
Niveles de Vida de los Hogares Primera Ronda”.
Rubalcava, Luis y Teruel, Graciela (2008). “Guía de Usuario de la Encuesta Nacional sobre
Niveles de Vida de los Hogares Segunda Ronda”.
Sadana, R. (2001). "Self report versus observed health status: Evaluation of cross-
population comparability," Prepared for Global conferences on summary measures of
population health, Geneva: World Health Organization.
Scott, John. 2008. Redistributive Constraints under High Inequality:The Case of Mexico.
Mimeo. CIDE.
Secretaria de Salud “Salud en México 2004”, Secretaria de Salud, México DF, 2004.
25
Secretaria de Salud “Salud en México 2001-2005. Información para la rendición de
cuentas”, Secretaria de Salud, México DF, 2005.
26
Apéndice 1: Construcción de la variable de ingresos con la ENNViH.
La construcción de ingresos para la estimación de pobreza se realizó con base en la
metodología oficial del Comité Científico para la Medición de la Pobreza. Se utilizaron los
siguientes libros de la ENNVIH 2002 y 2005: Libro I, Libro II, Libro IIIA, Libro IIIB,
Libro V y Libro Proxy.
Para la construcción de ingresos se sumaron los ingresos monetarios y no
monetarios de la encuesta, realizando un neteo de los regalos dados y recibidos por los
hogares encuestados, esto es, restando los regalos dados de los recibidos. Los ingresos no
monetarios fueron extraídos del Libro I donde se reporta ingreso no monetario por pago en
especie, autoconsumo y/o regalos para los siguientes rubros: alimentos, vestido y calzado,
bienes de limpieza, enseres domésticos, transporte público y privado, servicios médicos,
materiales para la escuela y artículos para recreación. Con base en el Libro I fueron
extraídos los regalos dados y recibidos por el hogar que a su vez, en el caso de los regalos
dados por el hogar, fueron descontados del ingreso corriente total per cápita (ingreso
monetario y no monetario).
Para la conformación del ingreso monetario se sumaron los siguientes ingresos
obtenidos de los Libros II, IIIA, IIIB, V y Proxy: ingreso neto agrícola (ingreso por ventas
menos costos agrícolas); ingresos por negocios propios; ingresos por renta de la propiedad;
trasferencias de gobierno y transferencias privadas; remuneraciones al trabajo de obreros y
campesinos y cuentas propias; ingresos por negocios propios de campesinos propietarios de
parcela; patrones y cuentas propia; remuneraciones al trabajo de menores de 15 años y
transferencias de miembros no residentes.
Todos los ingresos fueron deflactados a agosto de 2002 y 2005 -respectivamente-
según periodo de levantamiento del hogar y de periodicidad del rubro en cuestión.
El procedimiento fue clasificar a los hogares de acuerdo a su estatus de pobreza (con las
distintas líneas de pobreza) y clasificar a todos los individuos dentro de tales hogares como
pobres. Si un individuo cambia de hogar entre el 2002 y el 2005, se clasifica como pobre en
27
el 2005 de acuerdo a la pobreza del hogar donde residen en el 2005. Las matrices de
transición fueron construidas con base en los individuos aparecidos en ambos periodos, así
como aquellos que reportaron ingreso corriente total per cápita mayor a cero. Esto es
debido a que la ENIGH, encuesta utilizada para el cálculo oficial de pobreza, elimina de la
base original aquellos hogares que reportaron ingreso corriente total igual a cero.

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Pobreza 1 susan_w-_parker

  • 1. 1 POBREZA Y EDUCACIÓN EN MÉXICO Susan W. Parker 2008-2009
  • 2. 2 Informe sobre Desarrollo Humano 2008-2009: Gasto Público para el Desarrollo Humano “Pobreza y Educación en México” Susan W. Parker 1. Introducción y Objetivos El presente documento de investigación se centra en los temas de pobreza, ingreso y educación en México. Esta investigación tiene dos análisis principales. Primero, nos enfocamos en la escolaridad de la población Mexicana así como su habilidad cognitiva y la relación entre dichas variables. Tomando ventaja del carácter longitudinal de la ENNViH, también presentamos los niveles de escolaridad y habilidad cognitiva para los niños mexicanos y analizamos cómo cambian estos niveles a través del tiempo. Así mismo, se presenta una descripción por nivel socioeconómico (medido a través de quintiles de gasto per cápita, el cual funciona como proxy del ingreso permanente de los individuos) de la distribución de los indicadores de educación por quintil. Finalmente, dado que la ENNViH provee información detallada sobre las características de las escuelas a donde asisten los niños actualmente inscritos, se presenta una relación de los niveles de educación con la calidad de las escuelas disponibles en México. Este análisis sobre las tendencias en educación es innovador al menos por tres razones. En primer lugar, los datos permiten estudiar la asistencia escolar de los niños a través del tiempo y evaluar así qué niños progresan rápidamente en comparación de los niños que se van quedando rezagados, de acuerdo a ciertas características socioeconómicas. En segundo lugar, el análisis permite relacionar la escolaridad y la habilitad cognitiva así como conocer las diferencias por nivel socio-económico. En tercer y último lugar, por primera vez en México podemos caracterizar detalladamente la calidad de las escuelas a las que asisten los niños de acuerdo a su nivel de ingreso y a otras características socioeconómicas. Las escuelas a las que asisten los niños reflejan la oferta disponible y las características de las escuelas de la región, de forma que las diferencias en las características de estas escuelas muestran claramente las diferencias del gasto del gobierno entre áreas geográficas.
  • 3. 3 Un segundo análisis que se lleva a cabo en esta investigación presenta los niveles de pobreza en México en 2002 y en 2005, tomando ventaja –una vez más- de la naturaleza longitudinal de la ENNViH para analizar las transiciones dentro y fuera de la pobreza. Este análisis también es bastante innovador dado que la ENNViH es la primera base de datos longitudinal y representativa a nivel nacional, lo cual permite empezar a caracterizar hasta qué punto la pobreza en México es temporal o permanente. En este trabajo se presenta evidencia sobre las transiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas oficiales de pobreza en México entre 2002 y 2005 y por grupo de edad. El documento está organizado de la siguiente manera. A continuación se presenta una breve descripción de la Encuesta Nacional Sobre Niveles de Vida de los Hogares, fuente principal del análisis. Posteriormente se presentan los resultados principales sobre educación de adultos y niños así como información sobre las características de las escuelas a las que asisten los niños y al último hay un apartado sobre los niveles de pobreza en México en 2002 y 2005. 2. Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares La Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNViH) es una base de datos multi-temática y de corte longitudinal que recoge amplia información sobre indicadores socioeconómicos, demográficos y de salud de la población mexicana. La ENNViH es la primera encuesta en México con representatividad a nivel nacional que parte de un diseño longitudinal, lo cual permite seguir a los mexicanos a lo largo del tiempo independientemente de sus decisiones de migración. Esto tiene por objeto estudiar la dinámica económica, demográfica, epidemiológica y migratoria de la población a través de una encuesta panel de por lo menos 10 años de duración. El diseño de la muestra de la línea basal estuvo a cargo del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI). La línea basal es una muestra probabilística, estratificada, multi-etápica e independiente a cada dominio de estudio. El tamaño de la
  • 4. 4 línea basal es de 8,440 hogares con aproximadamente 35,000 entrevistas individuales en 150 localidades de la República Mexicana. La línea basal (ENNViH-1) se llevó a cabo en el año 2002. El segundo levantamiento (ENNViH-2) se llevó a cabo entre el año 2005-2006 con una tasa de re-contacto del 90 por ciento a nivel hogar. Los levantamientos 3 y 4 están programados para el año 2009 y 2012, respectivamente. El carácter multidimensional de la ENNViH facilita el estudio sobre la interrelación de diferentes fenómenos demográficos y socioeconómicos presentes en la dinámica del bienestar de la población. Ejemplo de algunos vínculos son: la relación de la salud de un individuo con su productividad laboral; el vínculo de la pérdida de ingresos familiares con las decisiones de algunos integrantes del hogar de migrar dentro y fuera del país, y su nexo con decisiones de inversión en capital humano; la relación de estas decisiones con la participación de la población en programas de política social; o bien, el efecto de la incidencia de las tasas de criminalidad y la percepción de inseguridad en la comunidad sobre el bienestar, el comportamiento y la salud de los mexicanos. La ENNViH-1 y ENNViH-2 proveen información detallada a nivel individual, hogar y localidad como: i) patrones de gasto y consumo, decisiones de ahorro, pertenencia de activos y riqueza familiar, ii) información sobre programas sociales con incidencia comunitaria; a nivel hogar o individual iii) nivel de escolaridad actual y historial educativo de todos los integrantes del hogar, iv) tipo de empleo, movilidad y participación laboral de todos los miembros del hogar mayores a 5 años, v) información sobre uso del tiempo en actividades concernientes al hogar y la educación de los hijos, vi) medición e interpretación sobre el estado de salud: auto-percepción y expectativas del individuo sobre su estado de salud, hábitos cotidianos relacionados con el cuidado o descuido de la salud (deportes, ingesta de alcohol, tabaquismo, etc.); indicadores de funcionalidad para personas de edad avanzada; propensión y reporte de enfermedades crónicas; medidas antropométricas (peso y talla) relacionadas con problemas de nutrición o sobre peso; indicadores biológicos como presión sanguínea y niveles de hemoglobina (los cuales se encuentran relacionados con problemas de hipertensión arterial y anemia, respectivamente), vii) información retrospectiva sobre salud reproductiva e información histórica sobre embarazos,
  • 5. 5 nacimientos y pérdidas sobre las mujeres en edad fértil dentro del hogar (14-45 años de edad); prácticas y uso de anticonceptivos; información sobre utilización de servicios de salud durante el embarazo, parto y post parto, y muchos otros temas de gran relevancia. Además, durante el levantamiento de la encuesta los miembros del hogar entre 5 y 65 años de edad contestaron un libro que contiene matrices progresivas de Raven. Estas matrices fueron diseñadas para medir las habilidades cognitivas de las personas, independientemente de su nivel de alfabetización, es decir, sin necesidad de que las personas sepan leer y escribir. Dicho instrumento nos permite analizar las habilidades cognitivas de la población Mexicana, así como relacionarlas con otros indicadores, como logros en la educación formal. 3. Principales Resultados Educación En esta sección se analizan algunos indicadores relacionados con la educación de los adultos y niños. En referencia a los adultos, el Cuadro 1 muestra los grados de educación promedio por grupos de edad y por género así como los resultados de las pruebas cognitivas. Del cuadro es evidente que los niveles de escolaridad de la población han ido aumentando en el tiempo. En 2005, hombres entre 15 y 24 años tienen en promedio 9.23 grados de escolaridad (terminada) mientras que hombres entre 45 y 54 años tienen 6.2. Es importante remarcar que mientras que entre la población de mayor edad existen diferencias significativas en los grados de escolaridad completados entre género -favoreciendo a los hombres-, entre generaciones más jóvenes no existe evidencia de que exista una brecha que también los favorezca. De hecho, parece ser que existe una pequeña diferencia a favor de las mujeres. En cuanto a resultados en la prueba cognitiva, el desempeño entre hombres y mujeres es bastante similar, siendo los más jóvenes quienes reportan mejores resultados. El nivel de la prueba disminuye con la edad, probablemente reflejando mejores niveles de
  • 6. 6 habilidad cognitiva entre jóvenes derivados, por ejemplo, de mejoras en nutrición en la infancia. (Cuadro 1: Indicadores de -educación para individuos de 15 años y más) Por su parte, el análisis por quintiles de gasto per cápita muestra que, como es esperado, los individuos con mayor gasto per cápita tienen un mayor grado de escolaridad que los individuos en el primer quintil de gasto (casi cuatro años de escolaridad de diferencia), tanto para el 2002 como para el 2005 (Cuadro 2). Los niveles de la prueba cognitiva están claramente correlacionados con el nivel de ingreso. Adultos en quintiles más pobres muestran peores niveles de educación así como peores niveles de habilidad cognitiva, sugiriendo que ambas variables están relacionadas con la generación de ingresos. (Cuadro 2: Indicadores de educación para individuos de 15 años y por quintiles de gasto per cápita) A continuación se presenta un análisis sobre las tendencias educativas entre niños. A diferencia de los adultos, el nivel de escolaridad de los niños cambia a través del tiempo, por lo cual se presenta un análisis longitudinal sobre los cambios en asistencia escolar a lo largo de los años. El Cuadro 3 presenta indicadores de escolaridad y habilidad cognitiva para niños entre 6 y 14 años de edad en 2002 por género. El cuadro también presenta los niveles educativos en el 2005 por este mismo cohorte de niños del 2002 tres años más tarde (en 2005). En cuanto a niveles de escolaridad, El Cuadro 3 muestra que para casi todas las edades, en 2002 las niñas tienen mayor escolaridad que los niños, situación que se repite en 2005 (esta diferencia es más marcada conforme aumenta su edad). De esta forma, se vuelve inmediatamente aparente que desde edades tempranas los niños comienzan a repetir años escolares. Por ejemplo, los niños de ocho años tienen únicamente 1.4 años de escolaridad promedio mientras que uno esperaría que esta estadística fuera cercana a los dos años de escolaridad. De acuerdo a la información sobre el grado de repetición escolar (columna dos del Cuadro 3) se pueden ver tasas de repetición extremadamente altas entre niños. A los 14
  • 7. 7 años, cerca de un tercio de los niños y casi 30% de las niñas reportan haber repetido al menos un año escolar. A través del tiempo y como sería de esperarse, los niños aumentan su asistencia escolar, particularmente aquellos que eran más jóvenes en 2002. Por otro lado, la proporción de aquellos niños que repiten años escolares también aumenta considerablemente a lo largo del tiempo. En cuanto a niveles de habilidad cognitiva basada en los resultados de la prueba Raven, El Cuadro 3 muestra que los resultados globales son bastante parecidos entre hombres y mujeres y no hay diferencias significativas. Entre 2002 y 2005 se muestran claras mejorías en dicha prueba por cada grupo de edad, lo cual es consistente con el hecho de que las capacidades cognitivas aumentan en la etapa de la niñez. (Cuadro 3: Indicadores de educación de hombres y mujeres de 6 a 14 años de edad) El Cuadro 4a muestra a los mismos indicadores educativos de los individuos de 6 a 14 años por quintil de gasto per cápita. En primer lugar, es instructivo revisar las cifras de los niños de 6 a 7 años, quienes apenas empiezan su escolaridad formal. Como es de esperarse en este grupo específico, no hay diferencias en el logro educativo. Sin embargo, llama la atención de que desde los seis años ya hay diferencias importantes en el nivel de capacidad cognitiva de acuerdo al nivel de ingreso/pobreza. En otras palabras, antes de que pueda haber diferencias en la escolaridad formal de los niños, ya existen grandes diferencias en su capacidad cognitiva. A pesar de que no hay diferencias en escolaridad para el grupo de edad de seis a siete años en 2002, tres años después para este mismo cohorte de niños ya hay claras diferencias en los años de escolaridad, en la proporción que repite años escolares y en la proporción inscrita en la escuela para los niños que tienen entre 9 y 10 años de edad en 2005. Tendencias similares ocurren para todos los grupos de edad del Cuadro 4a.
  • 8. 8 En este cuadro también se muestra el porcentaje de niños inscritos en la escuela por grupo de edad y para ambas rondas de la ENNViH (2002 y 2005). Al diferenciar por grupos de edad, el porcentaje más alto de niños inscritos a la escuela se encuentra en el grupo de niños de entre 8 y 9 años de edad en 2002 (entre el 96 y 100%) y el más bajo se encuentra entre niños de 12 a 14 años de edad (entre 84 y 95%). Para 2005, el porcentaje de niños inscritos en la escuela es mayor para los niños entre 6 y 7 años de edad (entre 96 y 98%), mientras que los niños entre 12 y 14 años de edad siguen siendo los que presentan una menor proporción inscrita a la escuela (entre 40 y 65%), además de que presentan un descenso dramático en dicha proporción entre 2002 y 2005. Al hacer el análisis por grupos de ingreso/pobreza se encuentra que, para cada grupo de edad, los niños más pobres son los que presentan menores porcentajes de inscripción a la escuela. Una diferencia notoria se encuentra en el grupo de 12 a 14 años de edad en 2002, en el cual los más pobres tienen una tasa de inscripción del 84% comparada con una tasa del 95% para niños de mayores ingresos. Este último indicador probablemente esté relacionado con el factor de que muchos niños que viven en condiciones de pobreza se ven en la necesidad de salirse de la escuela y empezar a trabajar desde tempranas edades. A pesar de que el análisis que se presenta aquí es meramente descriptivo, la evidencia sugiere que el ingreso del hogar y las condiciones económicas así como la habilidad cognitiva son determinantes importantes dado que predicen la desigualdad en la asistencia escolar a lo largo del tiempo. Esto deja claro que el nivel de escolaridad es altamente disparejo entre grupos de gasto per cápita (por ejemplo niños en el último quintil de gasto per cápita de 6 a 14 años en el 2002 tienen en promedio 7 años de educación en 2005 mientras que los niños del primer quintil tienen 5.5 años de escolaridad en promedio en el 2005). (Cuadro 4a: Indicadores de educación de niños de 6 a 14 años por grupos de edad y gasto per cápita) Respecto al tema de habilidad cognitiva, incluso desde que los niños son pequeños empiezan a aparecer diferencias en el nivel de habilidad cognitiva de acuerdo al nivel de
  • 9. 9 ingreso/pobreza. Dichas diferencias probablemente no son resultado de diferencias en escolaridad dado que a esa edad todavía no se ha empezado la escolaridad formal. Sin embargo, es factible que existan diferencias en la proporción de niños por grupo de edad que asistan o han asistido al kínder. Este tema se analiza en el Cuadro 4b, donde presentamos el nivel de habilidad así como la proporción de niños inscritos en la escuela de 5 años de edad en el 2002. El cuadro muestra que efectivamente existen diferencias en la proporción de niños de 5 años de edad inscritos en la escuela por grupo de ingreso, lo cual refleja diferencias importantes en la inscripción para educación preescolar1 . (Cuadro 4b: Indicadores de educación de niños de 5 años de edad y por grupos de gasto per cápita) Niveles más bajos de habilidad cognitiva están asociados con mayor incidencia en desnutrición en la infancia. El cuadro 5 presenta los niveles de habilidad cognitiva por quintiles, así como talla, niveles de desmedro y el Índice de Masa Corporal de niños. Este cuadro es consistente con el hecho de que los niños más pequeños que viven en hogares más pobres tienen mayores índices de desmedro. Después de tres años, diferencias significativas en la proporción de niños con desmedro persisten. Así, el Cuadro 5 es consistente con el hecho de que la desnutrición es un factor que claramente predice las diferencias en cuanto a habilidades cognitivas (Behrman 1996 y Behrman & Deolalikar, 1988). (Cuadro 5: Habilidad cognitiva e indicadores de salud de niños de 5 a 7 años por grupo de edad y quintil de gasto per cápita) Los cuadros anteriores han enfatizado la idea de que las diferencias en el ingreso familiar pueden predecir hasta cierto punto la eventual asistencia escolar de niños. Mientras que esto no es sorpresivo, es importante evaluar los factores potenciales que explican esta relación. A primera vista, una hipótesis obvia es que las familias con mayores ingresos 1 Es importante mencionar que se aprobó una reforma constitucional en noviembre 2002 que establecía la obligatoriedad para todos los niños de la educación preescolar, así como se delimitaban los periodos para dar cumplimiento a dicha disposición: el tercer año en el ciclo 2004-2005, el segundo año en el ciclo 2005-2006, y el primer año en el ciclo 2008-2009. Esta reforma quizás podría ayudar a reducir la evidente brecha educativa en la inscripción en la educación preescolar que existe entre niños proveniente de familias con bajos recursos versus los de más altos recursos.
  • 10. 10 gastan más en la educación de sus hijos. Una segunda hipótesis es que las familias con mayores ingresos pueden tener padres con mayor escolaridad que se preocupan más por la asistencia escolar de sus hijos y por ende dedican más tiempo en el desarrollo educativo de sus hijos y en actividades como la lectura con ellos. Una tercera hipótesis es que los niños que viven en zonas más pobres tienen menor acceso a escuelas o asisten a escuelas de menor calidad. Si el gasto en educación fuera independiente o incluso estuviera relacionado progresivamente con el ingreso del hogar, no deberían existir diferencias en la calidad de las escuelas a las que asisten niños pobres y niños no-pobres, con la excepción de diferencias que pueden surgir al asistir a escuelas privadas. Entonces, una pregunta evidente sería cómo se comparan las características de las escuelas a las que asisten niños pobres con las de escuelas a las que asisten niños de mayores ingresos. El análisis siguiente busca responder esta pregunta. Es importante remarcar que la ENNViH es la primera base de datos que nos permite cruzar directamente información a nivel individual y a nivel hogar con información sobre las características de las escuelas. Algunos estudios previos, en particular los de John Scott (vea por ejemplo, Scott 2008) estiman la distribución del gasto social entre los hogares por nivel de ingreso suponiendo un costo promedio por usuario uniforme. Ello mide sobre todo la desigualdad generada en gasto educativo debido a que en los sectores más pobres de la sociedad los niños asisten menos tiempo a la escuela. En el Cuadro 6 empezamos a revisar algunos indicadores escolares relacionados con la oferta educativa. Este cuadro muestra el tiempo promedio que tardan en llegar a la escuela (un proxy de la distancia de la escuela), las horas en promedio que pasan los niños en la escuela así como la razón alumno/maestro. Cabe destacar que en ausencia de información sobre el presupuesto del gobierno federal y estatal para cada escuela, la razón alumno/maestro es un excelente proxy de los recursos que se destinan a nivel de escuela ya que la mayor parte del gasto educativo de una escuela está dirigida a los sueldos de los maestros. El Cuadro 6 muestra que el tiempo promedio para llegar a la escuela es relativamente bajo (alrededor de 11 a 12 minutos) y constante entre los 6 y 11 años de edad y aumenta ligeramente después de los 11 años -como se podría esperar cuando los niños se
  • 11. 11 pasan de primaria a secundaria-. Respecto a horas pasadas en la escuela por día, el dato es más o menos constante para niños de 6 a 11 años y aumenta después, lo cual también es consistente con el hecho de que se pasan más horas en la escuela durante la secundaria que durante la primaria. Finalmente, llama la atención que la razón alumno/maestro disminuye drásticamente con la edad de los niños, siendo alrededor de 22 niños por salón a los 6 años y menos de 10 niños por salón para los jóvenes de 14 años. (Cuadro 6: Características escolares de hombres y mujeres entre 6 y 14 años de edad) El Cuadro 7 muestra las variables de horas en la escuela, horas de estudio fuera de la escuela y razón maestro/alumno por quintil de gasto y por grupo de edad. Por todos los grupos de edad, las horas que pasan en la escuela tienden a ser similares entre quintil -de alrededor de casi 5 horas por día escolar- aunque hay una ligera tendencia de mayor número de horas por día en las escuelas a las que asisten niños de familias de mayores ingresos. Lo que sí llama la atención aún para los niños de 6 a 7 años -quienes apenas están entrando la escuela- es la diferencia que existe en el número de horas dedicadas a estudiar fuera de la escuela por quintil. Niños de 6 a 7 años en el quintil más bajo estudian un promedio de 4.3 horas fuera de la escuela mientras que niños de 6 a 7 años en el quintil más alto estudian 6.6 horas a la semana. Respecto a la razón maestro/alumno también son muy llamativas las grandes diferencias entre quintiles. Para niños del quintil más bajo de ingreso, la razón maestro/alumno es de 23 alumnos por salón versus 19 para alumnos en el quintil con mayor ingreso. Ello es una clara reflexión de las diferencias en el gasto educativo que existe entre niños con familias de menores ingresos versus familias de ingresos más altos. Estos hallazgos son parecidos para todos los grupos de edad, mostrando que niños en grupos más pobres tienden a tener clases con una mayor razón de alumnos/maestros, siendo más dramático el caso para niños entre 12 y 14 años de edad (en 2002 hay cerca de 18 alumnos por maestro en escuelas donde asisten niños del primer quintil de gasto comparados con 9 alumnos por maestro en escuelas donde asisten niños del último quintil de gasto). (Cuadro 7: Características escolares de niños entre 6 y 14 años por edad y quintil de gasto per cápita)
  • 12. 12 En resumen, lo último representa un claro indicador de la calidad de las escuelas así como del gasto que se ejerce en las mismas (dado que los salarios de los maestros normalmente ocupan la mayor fracción del gasto). Esto último permite analizar qué tan diferenciado es el presupuesto que tienen las escuelas a las que asisten niños pobres comparado con el presupuesto que tienen las escuelas a las que van niños de mayores ingresos, ya que la infraestructura de los salones y el presupuesto para contratar a docentes son clara referencia de la diferencia que existe entre niveles de ingreso/pobreza. El Cuadro 8 muestra una serie de características sobre infraestructura física (si cuentan con electricidad, baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca) de las escuelas que hay en la localidad donde residen niños entre 6 y 14 años por grupos de edad y gasto per cápita en el 2002. En cuanto a las escuelas que cuentan con electricidad, prácticamente no existen diferencias en el porcentaje que cuenta con esta facilidad, ni por grupo de edad ni por grupo de gasto per cápita (prácticamente todas rondan entre el 97 y el 100% de cobertura). Sin embargo, sí existen diferencias notorias entre las escuelas de la localidad que cuentan con baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca por grupos de gasto per cápita. Por ejemplo, en cuanto a la infraestructura relacionada con sanitarios, cerca del 79% de las escuelas de la localidad a las que asisten niños entre 6 y 7 años de edad de menores recursos cuentan con baños, comparadas con el 96% de las escuelas a las que asisten niños de la misma edad del quintil más alto de ingreso. Así mismo, un porcentaje muy bajo de escuelas a las que van niños de esa edad del primer quintil de gasto tienen computadoras (36%), mientras que este porcentaje es de 57% para escuelas de niños en familias de mayores ingresos. Este mismo comportamiento se observa para escuelas con pisos limpios y escuelas con biblioteca, en cada grupo de edad. El cuadro anterior permite analizar las condiciones físicas en las que se encuentran las escuelas de las localidades a las que asisten niños pobres comparadas con las escuelas a las que asisten niños en mejor situación económica. Claramente se ve que los niños de menores ingresos regularmente acuden a escuelas que se encuentran en condiciones muy precarias dado que algunas no cuentan con electricidad, baño o tan siquiera pisos limpios.
  • 13. 13 Al hacer el análisis sobre equipamiento más sofisticado como computadoras y bibliotecas es evidente que el porcentaje que no tiene éstos es todavía más marcado comparado con niños de familias de mayores recursos. (Cuadro 8: Infraestructura de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por grupos de edad y gasto per cápita en 2002) El Cuadro 9 replica el análisis anterior en cuanto a la información de la escuela a la que asisten niños entre 6 y 14 años de edad por grupo de edad y gasto per cápita en 2002 (en lugar de la información sobre las escuelas que hay en la localidad donde residen dichos niños, como se presentó en el cuadro anterior). En cuanto al acceso a electricidad, escuelas con excusado, computadoras, pisos limpios y bibliotecas, los indicadores muestran las mismas tendencias que el cuadro anterior. Adicionalmente, en este cuadro se muestran tres indicadores más que corroboran los hallazgos previos. En primer lugar, la proporción de computadoras por alumnos dista mucho de ser pareja entre niveles de ingreso/pobreza. Como es de suponerse, los niños más pobres asisten a escuelas donde hay menor número de computadoras y a su vez éstas deben ser compartidas por más estudiantes. En segundo lugar, se puede ver que mientras que en los quintiles más altos hay casi cuatro libros por alumno (3.7), en el primer quintil de ingreso/pobreza la relación de libros por alumnos es de 2.4. Por último, en escuelas más pobres hay menos salones que en las escuelas a las que asisten los niños con mayores ingresos (10 aulas comparadas con 13). (Cuadro 9: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por grupo de edad y gasto per cápita en 2002) En cuanto a información adicional sobre la calidad de la educación que se imparte en escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años de edad, el Cuadro 10 muestra diferentes indicadores como los años de educación y el sueldo del director de las escuelas, así como de los maestros de éstas. A pesar de que la brecha no es muy grande, sí existen diferencias en los años de educación del director de una escuela que se encuentra en el último quintil de gasto en comparación con uno de una escuela del primer quintil (tienen
  • 14. 14 más años de escolaridad los primeros). Así mismo, los directores de las escuelas a las que asisten niños de mayor ingreso perciben un mayor salario que aquellos que dirigen escuelas para niños de menores recursos (por ejemplo, el sueldo del director de una escuela a la que asisten niños de entre 12 y 14 años de edad del primer quintil de gasto es de 7,600 pesos comparado con el sueldo de 11,200 de un director de escuela de niños del último quintil de gasto). Esta tendencia se repite para los años de educación del director y el sueldo de los maestros. (Cuadro 10: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por grupos de edad y gasto per cápita en 2002) En resumen, el análisis sobre las características de las escuelas a las que asisten los niños muestra claramente que los niños más pobres asisten a escuelas que están en peores condiciones que las escuelas a las que van niños de familias con mayores recursos. Estas tendencias son evidentes en una serie de indicadores incluyendo la razón alumno/maestro, condiciones de infraestructura básica, así como computadoras, bibliotecas, nivel de escolaridad de los maestros y los salarios de los mismos. Condiciones de Pobreza Esta sección presenta un panorama general sobre el porcentaje de individuos que viven en condiciones de pobreza (alimentaria, de capacidades y patrimonial)2 en 2002 y en 2005, tanto a nivel nacional como por zonas urbanas. En el ámbito rural, la línea de pobreza alimentaria corresponde a $598 per cápita, la línea de pobreza de capacidades es de $707 per cápita y la patrimonial es de $1,086. Por su parte, en zonas urbanas, la línea de pobreza alimentaria corresponde a $809 per cápita, la de capacidades corresponde a $993 y la línea de pobreza patrimonial es de $1,624 (CONEVAL, 2006). 2 Pobreza Alimentaria: incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aún si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar en comprar sólo los bienes de dicha canasta. Pobreza de Capacidades: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más que para estos fines. Pobreza Patrimonial: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria así como realizar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.
  • 15. 15 El objetivo de este análisis es utilizar el carácter longitudinal de la ENNViH para presentar las transiciones de pobreza a lo largo del tiempo. Este análisis longitudinal nos permite empezar a analizar hasta qué punto la pobreza es de larga o corta duración, lo cual quizás refleja la ocurrencia de eventos que ocasionan la pérdida de trabajo versus condiciones estructurales de carácter más permanente. Por lo tanto, en esta sección se caracteriza la movilidad de la población mexicana dentro y fuera de la pobreza. El Apéndice 1 detalla cómo se construyen los ingresos en la ENNViH, la cual presenta fuentes de ingresos extremadamente detalladas las cuales son comparables con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Dado que la ENIGH ha sido históricamente utilizada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) para desarrollar indicadores oficiales de la población que vive en condiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas de pobreza, es interesante analizar diferencias potenciales en el ingreso entre ambas fuentes. La Gráfica 1 muestra la comparación de la distribución del ingreso total entre la ENNViH y la ENIGH del 2002. A grandes rasgos, se puede observar que los ingresos medios son similares aunque la ENNViH presenta colas más dispersas en ambos lados. Para nuestro análisis, este es un hecho de relevancia porque implica que la ENNViH presentará estimaciones mayores de la población que vive en condiciones de pobreza que la ENIGH. Hemos analizado los diferentes tipos de ingreso y las condiciones de recibir determinados ingresos y los resultados muestran que el monto promedio recibido es similar entre la ENIGH y la ENNViH, de manera que creemos que las diferencias no se deben al hecho de que una encuesta u otra esté capturando mejor un tipo de ingreso en particular. Una explicación alternativa de las diferencias puede deberse a las diferencias en la proporción de hogares que reportan tener un ingreso. Los hogares en la ENIGH que no reportan ningún ingreso son sacados de esta encuesta dado que son hogares con información incompleta. Además, para los hogares que no reportan un ingreso particular, el ingreso faltante se convierte en cero al momento de sumar el ingreso total. Por lo tanto, si existen diferencias entre la ENIGH y la ENNViH se deben a la proporción de hogares que no reportan un ingreso o a la proporción de hogares que reportan cero ingresos, lo cual
  • 16. 16 estaría llevando a estimaciones diferentes sobre la distribución del ingreso entre ambas fuentes. Una hipótesis es que la ENNViH puede estar capturando mejor a los hogares que tienen muy pocos ingresos comparados con los que no tienen ingresos (que son eliminados de las bases de la ENIGH), lo que explicaría así la mayor incidencia de hogares con menores ingresos en la ENNViH que en la ENIGH. Desafortunadamente, no podemos explorar directamente esta hipótesis debido a que las bases de datos de la ENIGH sacan a los hogares que no reportan ingresos. (Gráfica 1: Distribución del Ingreso Corriente Per Cápita) Continuando con el análisis sobre la incidencia de pobreza en 2002 y en 2005 el Cuadro11 muestra la proporción de individuos que se encuentran en condiciones de pobreza alimentaria y patrimonial en 2002 y 2005 de acuerdo a cifras de la ENNViH. De acuerdo a ésta, el 36.8% de los individuos vivían en condiciones de pobreza alimentaria en 2002. Al hacer la diferenciación por zona rural/urbana, se observa que el 29.1% de los individuos sufrían de pobreza alimentaria en zonas urbanas comparados con el 48.1% en zonas rurales. En cuanto a la pobreza patrimonial, cifras de la ENNViH indican que un 61.3% de los individuos no cuentan con el ingreso suficiente para cubrir su alimentación, salud, educación, vestido, vivienda y transporte. En zonas rurales este porcentaje es de 71.7% y en zonas urbanas es de 54.3%. Aquí se puede ver que la pobreza ha sido aproximadamente constante entre el 2002 y el 2005 aunque en zonas urbanas hubo un ligero aumento en la pobreza medida tanto por la línea de pobreza alimentaria y por la línea de pobreza patrimonial. (Cuadro 11: Condiciones de pobreza a nivel nacional y por zona rural/urbana) El Cuadro 12 muestra las transiciones que se han dado entre 2002 y 2005 de los individuos que se encontraban en algún tipo de condición de pobreza. En cuanto a la pobreza alimentaria, alrededor de la mitad de los individuos que vivían bajo esas circunstancias en 2002 continúan en el mismo estado para 2005. Por otro lado,
  • 17. 17 aproximadamente el 40% de los individuos que no vivían en condiciones de pobreza alimentaria cayeron a esta situación en 2005. Un porcentaje importante de individuos que no vivían en condiciones de pobreza en 2002 se encontró en condiciones de pobreza patrimonial. En total, el 21% de los individuos no se encontró en condiciones de pobreza en ninguno de los dos años. Esto puede compararse con la fracción que era pobre en 2002 (61%) para mostrar que la fracción de la población que es pobre en algún punto (por ejemplo en 2002 o en 2005) es significativamente mayor que la fracción de aquellos que eran pobres en determinado momento. En otras palabras, la pobreza longitudinal toca a una fracción mayor de la población de la que es evidente en análisis de corte transversal. Sin embargo, también es relevante el caso de aquélla fracción de las personas que eran pobres en 2002 pero que dejan la pobreza en 2005. Por ejemplo, de aquéllos que se encontraban en condiciones de pobreza más extrema (pobreza alimentaria), cerca de un cuarto de éstos individuos ya no son pobres en 2005, lo cual significa una mejoría notoria en su bienestar. Estas figuras longitudinales sobre pobreza muestran movilidad sustancial dentro y fuera de la pobreza y también revelan a una proporción más alta de personas que viven en estas condiciones de las que estarían en evidencia sólo con cifras de corte transversal. (Cuadro 12: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en condiciones de pobreza a nivel nacional) Los dos siguientes Cuadros (Cuadro 13 y 14) repiten el ejercicio anterior para zonas urbanas y rurales. Como es de esperarse, los porcentajes de pobreza generales son mucho mayores en zonas rurales que en zonas urbanas, además de que hay un mayor porcentaje que cae en la pobreza en zonas rurales que en zonas urbanas. Cerca del 72% de la población en zonas urbanas es pobre en al menos un año contra 87% en zonas rurales. Una pregunta interesante relacionada con esto es si aquéllos que son pobres en zonas urbanas lo son por períodos de tiempo más cortos que los que son pobres en zonas rurales. Primeramente, esta pregunta puede contestarse al analizar si la población rural o la población urbana parecen tener más movilidad dentro y fuera de la pobreza. Como podría suponerse, la evidencia muestra que la pobreza rural tiene mayor probabilidad de ser de mayor duración. De la
  • 18. 18 población en pobreza alimentaria en 2002 (11.2/28.7) sólo 39 por ciento continuaba en condiciones de pobreza alimentaria en 2005. Sin embargo en áreas rurales 48 (27.7/47.7) por ciento de aquellos en condiciones de pobreza alimentaria en 2002 continuaba en condiciones de pobreza alimentaria en 2005. En áreas urbanas, de aquéllos que no estaban en pobreza en 2002 una fracción mayor permaneció siendo no pobre (59%) a comparación de zonas rurales (47%) en 2005. (Cuadro 13: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en condiciones de pobreza en zonas urbanas) (Cuadro 14: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en condiciones de pobreza en zonas rurales) A continuación el análisis se centra en la transición de pobreza por grupos de edad, de manera que se pueda juzgar si hay algunas edades que están más inclinadas a vivir en condiciones de pobreza y particularmente, si están más inclinadas a vivir en condiciones de pobreza permanente que otros grupos de edad. Los cuadros del 15 a la 17 repiten el análisis del Cuadro 12 para tres grupos de edad: niños de 0 a 5 años de edad, adultos de 16 a 49 años de edad y adultos de 50 años o mayores. Los Cuadros 15, 16 y 17 claramente indican que son los niños quienes sufren las mayores tasas de pobreza tanto de forma longitudinal como por corte transversal. Únicamente 14% de los niños en México no son pobres en al menos uno de los dos años, lo cual sugiere que la gran mayoría de niños viven en condiciones de pobreza por lo menos durante una parte de su niñez. Además, una vez estando en esta situación, es menos probable que los niños salgan de la pobreza que los adultos. Por ejemplo, de los niños que vivían en condiciones de pobreza en 2002, el 57% permaneció bajo esta condición en 2005 contra el 45% de los adultos que estaban bajo pobreza alimentaria en 2002.
  • 19. 19 (Cuadro 15: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los niños entre 0 y 15 años de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional) Respecto a los adultos de 16 a 49 años y adultos de 50 años o mayores, los Cuadros 16 y 17 muestran que tanto sus niveles de pobreza como los cambios en el tiempo son parecidos y bastante menores que las mismas cifras para niños. Los adultos tienen menores proporciones en la pobreza y cuando viven en condiciones de pobreza, tienden a salir más rápidamente de ésta que los niños. (Cuadro 16: Evidencia longitudinal sobre transiciones de individuos entre 16 y 49 años de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional) (Cuadro 17: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los adultos de 50 años o más en condiciones de pobreza a nivel nacional) El Cuadro 18 muestra las transiciones de pobreza para la población beneficiaria del Programa de Desarrollo Humano Oportunidades. Hay varios aspectos de interés en este cuadro. En primer lugar, a pesar de que el mecanismo de focalización de Oportunidades es diferente al mecanismo que se utiliza para medir la pobreza oficial en México, es interesante analizar cuál es la proporción de hogares beneficiarios de Oportunidades que se clasifican como pobres de acuerdo a la medición oficial. En segundo lugar, es interesante estudiar hasta qué grado existe movimiento dentro y fuera de la pobreza entre los beneficiarios de Oportunidades. El cuadro muestra que la gran mayoría de estos beneficiarios se clasifican como pobres en al menos una de las tres definiciones de pobreza oficiales. A lo largo del tiempo, es importante remarcar que solamente el 5% de los beneficiarios de Oportunidades no son pobres ni en 2002 ni en 2005, lo cual muestra que hay muy pequeñas tasas de fuga. La movilidad dentro y fuera de la pobreza entre beneficiarios de Oportunidades también es muy baja, aún menor que la señalada para la población general en el Cuadro 12.
  • 20. 20 (Cuadro 18: Porcentaje de individuos en condiciones de pobreza que son beneficiarios de Oportunidades) En general, estas tendencias son consistentes con dos conjeturas. En primera instancia, son consistentes con un excelente nivel de focalización del Programa Oportunidades, el cual captura a la población que vive en condiciones de pobreza y a la población que es más propensa a tener menos movilidad para salir de la pobreza. Sin embargo, hasta cierto se puede considerar que el Programa Oportunidades no esté dando como resultado una mayor movilidad fuera de la pobreza dadas las bajas tasas de movilidad fuera ésta en comparación con el nivel nacional. Estudios de evaluación posteriores de Oportunidades deberían considerar no solamente el efecto del programa en reducir la pobreza sino en aumentar la movilidad para salir de ésta. El análisis global sobre las transiciones de pobreza ha mostrado que el uso de información longitudinal para medirla permite ver que una mayor fracción de la población experimenta pobreza de la que es evidente en encuestas de corte transversal. De forma complementaria, esta evidencia sugiere que la pobreza no es permanente para aquéllos que la viven, sino que una gran proporción de aquéllos que son pobres en 2002 ya no sufren de pobreza en 2005. Adicionalmente, presentamos transiciones por grupos de edad que demuestran que los niños no sólo tienen mayores índices de pobreza sino que también tienen menor probabilidad de tener transiciones dentro y fuera de ésta. Es decir, la pobreza es relativamente más permanente en el caso de niños que para adultos. El Cuadro 19 muestra los rezagos a nivel hogar que existen en México, tanto para los individuos que vivieron en condiciones de pobreza en 2002 y 2005; para los que salieron de la pobreza en 2005; para los que entraron a la pobreza en 2005 y para los individuos que no fueron pobres en ninguno de los dos periodos, en zonas urbanas. En cuanto a las características del hogar, se puede ver que aquéllos considerados como pobres estructurales (pobres en ambos períodos) tienen en promedio hogares de mayor tamaño que los no pobres. Así mismo, el índice de hacinamiento es mucho mayor para los pobres estructurales y para los pobres en alguno de los dos períodos (ya sea en 2002 o en 2005)
  • 21. 21 que para los no pobres en ambos periodos. Como es de esperarse, es mayor el porcentaje de hogares con piso de tierra, sin excusado y drenaje y sin aparatos electrodomésticos para el caso de pobres estructurales que para los no pobres. En cuanto a características demográficas, los hogares con pobreza estructural tienen mayor número de niños (tanto de 0 a 5 años como de 6 a 12). Por el contrario, los hogares no pobres en ambos períodos tienen mayor número de adultos. Los indicadores de las características del jefe del hogar muestran que es mucho más probable que el jefe de hogar de estas viviendas no tenga instrucción (12%) a comparación de los hogares no pobres en ambos periodos (6%). En el Cuadro 19 también se muestran las características laborales del jefe del hogar (de 26 a 45 años de edad) en cada período de estudio. Este cuadro es muy útil para explicar cómo el estado laboral de las personas es un factor explicativo de la entrada y salida de la pobreza. Por ejemplo, para aquellos individuos en hogares donde el jefe del hogar estaba trabajando en 2002 pero no en 2005, el índice de pobreza en 2002 fue de 11% contra 31% en 2005. Contrariamente, para aquellos hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en 2002 pero sí en 2005, 21% eran pobres en 2002 y sólo 5% lo eran en 2005. Por ende, se puede observar que la pobreza a través de un periodo de tiempo está claramente asociada con las transiciones dentro del mercado de trabajo. En cuestiones de formalidad e informalidad en el trabajo, los hogares que fueron pobres en algún momento en el tiempo (en ambos años, en 2002 o en 2005) tienen mayores niveles de informalidad que los hogares no pobres. (Cuadro 19: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal: zonas urbanas) El cuadro anterior permite ver que, como es de esperarse, los hogares que viven en condiciones de pobreza estructural en zonas urbanas presentan peores condiciones de vidas (tanto demográficas como escolares y laborales) que los individuos que no fueron pobres en ningún período. Así mismo, aquellos hogares que salieron de la pobreza en 2005 tienen mejores niveles de vida que los hogares que entraron a la pobreza en el mismo año.
  • 22. 22 A continuación, el Cuadro 20 repite el análisis anterior para los individuos y hogares en zonas rurales. Con respecto a las características del hogar, este cuadro muestra consistencia con los indicadores de pobreza generales, es decir, los hogares que se encuentran en peores condiciones de vivienda son los pobres en ambas rondas y los de mejores condiciones son los no pobres en ambas rondas. Entre dichos extremos se encuentran los hogares que son pobres solamente en alguna de las dos rondas (en 2002 o en 2005). Sobre las características del hogar se puede ver que, a diferencia de las zonas urbanas, en las zonas rurales hay mayor índice de hacinamiento, menor porcentaje de hogares con excusado, drenaje y aparatos electrodomésticos, tanto para individuos pobres en ambos periodos, como para los pobres en un solo periodo o los que nunca fueron pobres (evidentemente los pobres presentan peores condiciones que los no pobres). Así mismo, los individuos que viven en zonas urbanas tienen mayores niveles de escolaridad que los que viven en zonas rurales. Este mismo patrón se observa en relación a características escolares, esto es, los individuos que tienen menor nivel de escolaridad son los que presentan pobreza estructural, mientras que los individuos que tienen mayor educación no fueron pobres en ninguna ronda. En cuanto a las características laborales del jefe del hogar, el Cuadro 20 muestra una relación importante entre el trabajo del jefe y la pobreza del hogar, es decir, cuando el jefe pierde su trabajo, es más probable que el hogar entre a la pobreza (el nivel de pobreza pasa de 11% en 2002 a 24% en 2005) y cuando el jefe encuentra un trabajo, es más probable que el hogar salga de ésta (la pobreza pasa de 15% en 2002 a 8% en 2005). (Cuadro 20: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal: zonas rurales) En general, los cuadros anteriores muestran consistencia con el hecho de que la probabilidad de caer en la pobreza aumenta cuando los individuos tienen un menor nivel de
  • 23. 23 escolaridad, siendo los pobres estructurales los que se encuentran en peores condiciones demográficas y socioeconómicas. En cuestiones laborales, las últimas tablas explican claramente cómo el estado laboral de una persona influye en la entrada y salida de ésta de la pobreza, es decir, aquéllos individuos que viven en hogares donde el jefe del hogar trabajaba en 2002 pero no en 2005 presentan mayores niveles de pobreza en el segundo periodo, mientras que los hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en 2002 pero sí en 2005 presentan menores niveles de pobreza en 2005, y por ende una mejoría en sus condiciones de vida.
  • 24. 24 4. Referencias Behrman, Jere R. & Deolalikar, Anil B., 1988. "Health and nutrition," Handbook of Development Economics, in: Hollis Chenery & T.N. Srinivasan (ed.), Handbook of Development Economics, edition 1, volume 1, chapter 14, pages 631-711, Elsevier. Behrman, Jere R. 1996. “Impact of health and nutrition on education.” World Bank Research Observer (February) 11(1):23-37. Christakis NA, Fowler JH. “The Spread of Obesity in a Large Social Network over 32 Years”. New England Journal of Medicine. 2007 Jul 26; 357(4):370-9. Fernald Lia, Juan Pablo Gutierrez, Lynnette M. Neufeld, Gustavo Olaiz, Stefano M. Bertozzi, Michele Mietus-Snyder, and Paul J. Gertler. “High Prevalence of Obesity Among the Poor in Mexico”. JAMA, June 2, 2004; 291: 2544 - 2545. Rubalcava, Luis y Teruel, Graciela (2006). “Guía de Usuario de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares Primera Ronda”. Rubalcava, Luis y Teruel, Graciela (2008). “Guía de Usuario de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares Segunda Ronda”. Sadana, R. (2001). "Self report versus observed health status: Evaluation of cross- population comparability," Prepared for Global conferences on summary measures of population health, Geneva: World Health Organization. Scott, John. 2008. Redistributive Constraints under High Inequality:The Case of Mexico. Mimeo. CIDE. Secretaria de Salud “Salud en México 2004”, Secretaria de Salud, México DF, 2004.
  • 25. 25 Secretaria de Salud “Salud en México 2001-2005. Información para la rendición de cuentas”, Secretaria de Salud, México DF, 2005.
  • 26. 26 Apéndice 1: Construcción de la variable de ingresos con la ENNViH. La construcción de ingresos para la estimación de pobreza se realizó con base en la metodología oficial del Comité Científico para la Medición de la Pobreza. Se utilizaron los siguientes libros de la ENNVIH 2002 y 2005: Libro I, Libro II, Libro IIIA, Libro IIIB, Libro V y Libro Proxy. Para la construcción de ingresos se sumaron los ingresos monetarios y no monetarios de la encuesta, realizando un neteo de los regalos dados y recibidos por los hogares encuestados, esto es, restando los regalos dados de los recibidos. Los ingresos no monetarios fueron extraídos del Libro I donde se reporta ingreso no monetario por pago en especie, autoconsumo y/o regalos para los siguientes rubros: alimentos, vestido y calzado, bienes de limpieza, enseres domésticos, transporte público y privado, servicios médicos, materiales para la escuela y artículos para recreación. Con base en el Libro I fueron extraídos los regalos dados y recibidos por el hogar que a su vez, en el caso de los regalos dados por el hogar, fueron descontados del ingreso corriente total per cápita (ingreso monetario y no monetario). Para la conformación del ingreso monetario se sumaron los siguientes ingresos obtenidos de los Libros II, IIIA, IIIB, V y Proxy: ingreso neto agrícola (ingreso por ventas menos costos agrícolas); ingresos por negocios propios; ingresos por renta de la propiedad; trasferencias de gobierno y transferencias privadas; remuneraciones al trabajo de obreros y campesinos y cuentas propias; ingresos por negocios propios de campesinos propietarios de parcela; patrones y cuentas propia; remuneraciones al trabajo de menores de 15 años y transferencias de miembros no residentes. Todos los ingresos fueron deflactados a agosto de 2002 y 2005 -respectivamente- según periodo de levantamiento del hogar y de periodicidad del rubro en cuestión. El procedimiento fue clasificar a los hogares de acuerdo a su estatus de pobreza (con las distintas líneas de pobreza) y clasificar a todos los individuos dentro de tales hogares como pobres. Si un individuo cambia de hogar entre el 2002 y el 2005, se clasifica como pobre en
  • 27. 27 el 2005 de acuerdo a la pobreza del hogar donde residen en el 2005. Las matrices de transición fueron construidas con base en los individuos aparecidos en ambos periodos, así como aquellos que reportaron ingreso corriente total per cápita mayor a cero. Esto es debido a que la ENIGH, encuesta utilizada para el cálculo oficial de pobreza, elimina de la base original aquellos hogares que reportaron ingreso corriente total igual a cero.