1. Rom 8:1
Por lo tanto, ya no hay
ninguna condenación para
los que están unidos a
Cristo Jesús,*
2. Rom 8:5
Los que viven conforme a la
naturaleza pecaminosa fijan
la mente en los deseos de tal
naturaleza; en cambio, los
que viven conforme al
Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu.
3. Rom 8:6
La mentalidad pecaminosa es
muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del
Espíritu es vida y paz.
Rom 8:7
La mentalidad pecaminosa es
enemiga de Dios, pues no se
somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo.
Rom 8:8
Los que viven según la naturaleza
pecaminosa no pueden agradar a
Dios.
4. Y Dios, que examina los
corazones, sabe cuál es
la intención del Espíritu,
porque el Espíritu
intercede por los
creyentes conforme a la
voluntad de Dios.
Rom 8:27
5. Rom 8:9
Sin embargo, ustedes no
viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el
Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios vive en
ustedes. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo,
no es de Cristo.
6. Rom 8:10
Pero si Cristo está en
ustedes, el cuerpo está
muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu
que está en ustedes es
vida* a causa de la
justicia.
7. Rom 8:11
Y si el Espíritu de aquel que
levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el
mismo que levantó a Cristo de
entre los muertos también dará
vida a sus cuerpos mortales
por medio de su Espíritu, que
vive en ustedes.
8. Rom 8:12
Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir
conforme a la naturaleza pecaminosa.
Rom 8:13
Porque si ustedes viven conforme a
ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos
del cuerpo, vivirán.
Rom 8:14
Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
9. Joh 3:3 --De veras te aseguro que quien no
nazca de nuevo* no puede ver el reino de Dios -
-dijo Jesús.
Joh 3:4 --¿Cómo puede uno nacer de nuevo
siendo ya viejo? --preguntó Nicodemo--. ¿Acaso
puede entrar por segunda vez en el vientre de su
madre y volver a nacer?
Joh 3:5 --Yo te aseguro que quien no nazca de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios --respondió Jesús--.
Joh 3:6 Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que
nace del Espíritu es espíritu.
Joh 3:7 No te sorprendas de que te haya dicho:
'Tienen que nacer de nuevo.'
Joh 3:8 El viento sopla por donde quiere, y lo
oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a
dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace
del Espíritu
10. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
Joh 3:18 El que cree en él no es condenado,
pero el que no cree ya está condenado por no
haber creído en el nombre del Hijo unigénito de
Dios.
Joh 3:19 Ésta es la causa de la condenación:
que la luz vino al mundo, pero la humanidad
prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos
eran perversos.
Joh 3:20 Pues todo el que hace lo malo
aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor
a que sus obras queden al descubierto.
Joh 3:21 En cambio, el que practica la verdad se
acerca a la luz, para que se vea claramente que
ha hecho sus obras en obediencia a Dios.*
11. Rom 8:15 Y ustedes no
recibieron un espíritu que de
nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta
como hijos y les permite
clamar: "¡Abba! ¡Padre!"
Rom 8:16 El Espíritu mismo le
asegura a nuestro espíritu que
somos hijos de Dios.
12. Rom 8:17 Y si somos hijos,
somos herederos; herederos
de Dios y coherederos con
Cristo, pues si ahora
sufrimos con él, también
tendremos parte con él en
su gloria.
13. Rom 8:26 Así mismo, en nuestra
debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir,
pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras.
Rom 8:27 Y Dios, que examina los
corazones, sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque el Espíritu intercede por
los creyentes conforme a la voluntad de
Dios.
14. Rom 8:28
Ahora bien, sabemos que Dios
dispone todas las cosas para el
bien de quienes lo aman,* los que
han sido llamados de acuerdo con
su propósito.
15. Rom 8:32
El que no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no
habrá de darnos generosamente,
junto con él, todas las cosas?
16. Rom 8:33
¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que
justifica.
Rom 8:34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso
resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.
Rom 8:35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la
angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la
violencia?
Rom 8:36 Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de
muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."*
Rom 8:37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.
Rom 8:38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los demonios,* ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
Rom 8:39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
17. Rom 12:1 Por lo
tanto, hermanos, tomando en cuenta la
misericordia de Dios, les ruego que cada
uno de ustedes, en adoración espiritual,*
ofrezca su cuerpo como sacrificio
vivo, santo y agradable a Dios.
Rom 12:2 No se amolden al mundo
actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán
comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta.
18. Jas 1:2 Hermanos míos, considérense
muy dichosos cuando tengan que
enfrentarse con diversas pruebas,
Jas 1:3 pues ya saben que la prueba de su
fe produce constancia.
Jas 1:4 Y la constancia debe llevar a feliz
término la obra, para que sean perfectos e
íntegros, sin que les falte nada.
Jas 1:5 Si a alguno de ustedes le falta
sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará,
pues Dios da a todos generosamente sin
menospreciar a nadie
19. as 1:6 Pero que pida con fe, sin
dudar, porque quien duda es
como las olas del mar, agitadas y
llevadas de un lado a otro por el
viento.
Jas 1:7 Quien es así no piense que
va a recibir cosa alguna del Señor;
Jas 1:8 es indeciso e inconstante en
todo lo que hace.
20. Rom 7:5 Porque cuando nuestra
naturaleza pecaminosa aún nos
dominaba,* las malas pasiones que la ley
nos despertaba actuaban en los miembros
de nuestro cuerpo, y dábamos fruto para
muerte.
Rom 7:6 Pero ahora, al morir a lo que nos
tenía subyugados, hemos quedado libres de
la ley, a fin de servir a Dios con el nuevo
poder que nos da el Espíritu, y no por medio
del antiguo mandamiento escrito.