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 Tribunas
—TORREMOLINOS ONÍRICO—




                                        La oscuridad de la
                                          desesperación
LA MENTE no siempre es objeto de si misma; en algunas ocasiones, nuestros recuerdos ejercen un gran peso
sobre ella. Simón Cano Le Tiec intenta plasmar sobre Torremolinos lo que el subconsciente es capaz de generar,
pues en esta ciudad, abundan los recuerdos y las muestras del pasado que permiten formar esas ideas.

                                                                                                                                                                                        INFORMACIÓN




SIMÓN CANO
LE TIEC
TORREMOLINOS




E      l engaño más propicio a
       convertirse en realidad, es
       aquel que nos hacemos
cuando nuestra mente está su-
mida bajo la oscura mirada del
caos moral. Solemos evadirnos de
los alegres pensamientos, y nos
concentramos en la fría mano que
nos señala, la nuestra. Caemos y
sin embargo no nos damos cuen-
ta de que lo hacemos, hasta que la
profundidad del abismo es de-
masiado extensa, y nuestra men-
te queda inmersa bajo un velo de
temor, de tristeza, y de incluso un
grave auto-rechazo.
    La tensión es obvia, y comen-
zamos a recorrer las cálidas are-
nas de la playa, mientras intenta-
mos mirar lo más posible, al Sol,
pensando que de alguna manera
nos ayudará a evadirnos de nues-
tros sentimientos. Es entonces
cuando vemos a un hombre, sen-
tado bajo nuestra visión, en parte
incapacitada por el leve acento de
los rayos solares. Muestra una mi-
rada firme, segura, pero a su vez,
refleja la culpabilidad y el error, o
la pena y la tristeza. Estimulaba la
mente mientras giraba las mani-         “Si se estaba culpando por algo, seguramente fue por lo de la Guerra de los Mundos, pero encontró algo bajo lo que esconder esos pensamientos.”
llas de su reloj.
    Aquella imagen no conseguía            “La tensión es obvia, y            tras me daba las gracias. Por muy       que cambia el rumbo de esos sen-      tal... Aquel hombre... era Orson
evitar hacernos continuar con                                                 agradecido que esté, tenemos ga-        timientos. Generalmente, no to-       Welles. Si se estaba culpando por
nuestra exasperante reflexión mo-         comenzamos a recorrer               nas de huir de ese momento, y           dos nos damos cuenta de su pre-       algo, seguramente fue por lo de
ral. En ese caso, le damos la es-          las cálidas arenas de la           cuando nos alejamos un metro de         sencia, pero siempre hay alguna       la Guerra de los Mundos, pero en-
palda a aquel hombre, así como a                   playa, mientras            él, nos comienza a dirigir la pala-     forma de despertar nuestra mo-        contró algo bajo lo que esconder
la incansable esfera que se cernía       intentamos mirar lo más              bra: Cuando nos sentimos solos          ral, levantar nuestra mirada, y mi-   esos pensamientos. Sólo se dio
sobre él, quien no le devolvía la                                             en este mundo, es cuando de ver-        rar fijamente a todo aquello que      cuenta cuando elevó la mirada ha-
mirada.                                  posible, al Sol, pensando            dad tenemos la imaginación su-          en algún momento temimos a mi-        cia la luz del Sol, y como bien dijo,
    Cuando estamos a punto de ol-          que de alguna manera               ficiente como para vivir ajenos a       rar. Siempre encontraremos algo       todo final es grandioso, exube-
vidar esa deplorable escena, oí-          nos ayudará a evadirnos             los hechos que nos deberían afec-       bajo lo que esconder nuestros te-     rante... se dio cuenta de que el so-
mos unos rápidos pasos, acompa-                        de nuestros            tar, es cuando creemos que la vida      mores, nuestras culpas y nuestras     nido de las olas rompiendo con-
ñados de algún reclamo, así que                                               que se nos ha propuesto no es la        penas, pero si no lo encontramos,     tra sus oídos era aquella épica con-
nos giramos, y vemos correr a ese                   sentimientos.”            propiciada por nuestra persona,         es porque no estamos preparados.      clusión que Torremolinos le es-
hombre, que se dirige hacia no-                                               evidentemente, nos hace sentir en       Yo he buscado solucionarlo de va-     taba entregando.
sotros. Antes de cesar el paso, nos                                           una profunda soledad que en po-         rias maneras, pero sólo lo haces         Aunque no sepamos si de ver-
pregunta si podríamos encenderle                                              cos casos se da. Pero todos sabe-       cuando sientes que debes. Yo no       dad sentía aquello, sólo sabemos
un cigarrillo. Actuamos con em-                                               mos que un final es grandioso, exu-     miraría hacia atrás, a menos que      que de haber sido él, nosotros nos
patía, y lo hacemos, aunque su                                                berante de muchos sentimientos          sea para emplear los recuerdos a      habríamos perdonado, sólo si de
comportamiento esté dando lu-                                                 y emociones, no es un reflejo de        mi favor. Los que son más oscu-       verdad se sentía culpable. A no-
gar a muchas sospechas; un cam-                                               la tristeza ni de las penas más pro-    ros, no los olvido, porque forman     sotros no nos podía evadir aquel
bio tan repentino, una faz alegre,                                            fundas. Créeme, hay sensaciones         parte de un pasado, que forma         respetable momento, en el que
totalmente contraria a la que vi-                                             mucho mejores que perecer bajo          parte de mi.                          observamos el ya cabizbajo Sol,
sualizamos en él. Entonces, cuan-                                             la atenta mirada del Sol, y caer           Entonces reconocemos a aquel       mientras nosotros nos alzamos
do el humo comienza a soplar                                                  muerto ante su magnificencia. Me        hombre. La mirada segura, aleja-      ante él, y vemos como Orson deja
fuertemente contra mi, gracias a                                              arrepiento de muchas cosas, pero        da de si misma, como reflejo de la    de figurar en nuestra emergente
la potente y repentina brisa, mien-                                           siempre hay un punto de inflexión       firmeza moral, la agudeza men-        ilusión.

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  • 1. Torremolinos información DEL 13 AL 19 DE AGOSTO DE 2011 Cultura 11 Tribunas —TORREMOLINOS ONÍRICO— La oscuridad de la desesperación LA MENTE no siempre es objeto de si misma; en algunas ocasiones, nuestros recuerdos ejercen un gran peso sobre ella. Simón Cano Le Tiec intenta plasmar sobre Torremolinos lo que el subconsciente es capaz de generar, pues en esta ciudad, abundan los recuerdos y las muestras del pasado que permiten formar esas ideas. INFORMACIÓN SIMÓN CANO LE TIEC TORREMOLINOS E l engaño más propicio a convertirse en realidad, es aquel que nos hacemos cuando nuestra mente está su- mida bajo la oscura mirada del caos moral. Solemos evadirnos de los alegres pensamientos, y nos concentramos en la fría mano que nos señala, la nuestra. Caemos y sin embargo no nos damos cuen- ta de que lo hacemos, hasta que la profundidad del abismo es de- masiado extensa, y nuestra men- te queda inmersa bajo un velo de temor, de tristeza, y de incluso un grave auto-rechazo. La tensión es obvia, y comen- zamos a recorrer las cálidas are- nas de la playa, mientras intenta- mos mirar lo más posible, al Sol, pensando que de alguna manera nos ayudará a evadirnos de nues- tros sentimientos. Es entonces cuando vemos a un hombre, sen- tado bajo nuestra visión, en parte incapacitada por el leve acento de los rayos solares. Muestra una mi- rada firme, segura, pero a su vez, refleja la culpabilidad y el error, o la pena y la tristeza. Estimulaba la mente mientras giraba las mani- “Si se estaba culpando por algo, seguramente fue por lo de la Guerra de los Mundos, pero encontró algo bajo lo que esconder esos pensamientos.” llas de su reloj. Aquella imagen no conseguía “La tensión es obvia, y tras me daba las gracias. Por muy que cambia el rumbo de esos sen- tal... Aquel hombre... era Orson evitar hacernos continuar con agradecido que esté, tenemos ga- timientos. Generalmente, no to- Welles. Si se estaba culpando por nuestra exasperante reflexión mo- comenzamos a recorrer nas de huir de ese momento, y dos nos damos cuenta de su pre- algo, seguramente fue por lo de ral. En ese caso, le damos la es- las cálidas arenas de la cuando nos alejamos un metro de sencia, pero siempre hay alguna la Guerra de los Mundos, pero en- palda a aquel hombre, así como a playa, mientras él, nos comienza a dirigir la pala- forma de despertar nuestra mo- contró algo bajo lo que esconder la incansable esfera que se cernía intentamos mirar lo más bra: Cuando nos sentimos solos ral, levantar nuestra mirada, y mi- esos pensamientos. Sólo se dio sobre él, quien no le devolvía la en este mundo, es cuando de ver- rar fijamente a todo aquello que cuenta cuando elevó la mirada ha- mirada. posible, al Sol, pensando dad tenemos la imaginación su- en algún momento temimos a mi- cia la luz del Sol, y como bien dijo, Cuando estamos a punto de ol- que de alguna manera ficiente como para vivir ajenos a rar. Siempre encontraremos algo todo final es grandioso, exube- vidar esa deplorable escena, oí- nos ayudará a evadirnos los hechos que nos deberían afec- bajo lo que esconder nuestros te- rante... se dio cuenta de que el so- mos unos rápidos pasos, acompa- de nuestros tar, es cuando creemos que la vida mores, nuestras culpas y nuestras nido de las olas rompiendo con- ñados de algún reclamo, así que que se nos ha propuesto no es la penas, pero si no lo encontramos, tra sus oídos era aquella épica con- nos giramos, y vemos correr a ese sentimientos.” propiciada por nuestra persona, es porque no estamos preparados. clusión que Torremolinos le es- hombre, que se dirige hacia no- evidentemente, nos hace sentir en Yo he buscado solucionarlo de va- taba entregando. sotros. Antes de cesar el paso, nos una profunda soledad que en po- rias maneras, pero sólo lo haces Aunque no sepamos si de ver- pregunta si podríamos encenderle cos casos se da. Pero todos sabe- cuando sientes que debes. Yo no dad sentía aquello, sólo sabemos un cigarrillo. Actuamos con em- mos que un final es grandioso, exu- miraría hacia atrás, a menos que que de haber sido él, nosotros nos patía, y lo hacemos, aunque su berante de muchos sentimientos sea para emplear los recuerdos a habríamos perdonado, sólo si de comportamiento esté dando lu- y emociones, no es un reflejo de mi favor. Los que son más oscu- verdad se sentía culpable. A no- gar a muchas sospechas; un cam- la tristeza ni de las penas más pro- ros, no los olvido, porque forman sotros no nos podía evadir aquel bio tan repentino, una faz alegre, fundas. Créeme, hay sensaciones parte de un pasado, que forma respetable momento, en el que totalmente contraria a la que vi- mucho mejores que perecer bajo parte de mi. observamos el ya cabizbajo Sol, sualizamos en él. Entonces, cuan- la atenta mirada del Sol, y caer Entonces reconocemos a aquel mientras nosotros nos alzamos do el humo comienza a soplar muerto ante su magnificencia. Me hombre. La mirada segura, aleja- ante él, y vemos como Orson deja fuertemente contra mi, gracias a arrepiento de muchas cosas, pero da de si misma, como reflejo de la de figurar en nuestra emergente la potente y repentina brisa, mien- siempre hay un punto de inflexión firmeza moral, la agudeza men- ilusión.