2. Narra la leyenda que en el convento de San Diego, de la ciudad de Quito-
Ecuador, vivía hace algunos siglos un sacerdote joven, el padre
Almeida, el mismo que se caracterizaba por su afición a las juergas y al
aguardiente.
3. Todas las noches, él iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle,
pero como esta era muy alta, él se subía hasta ella, apoyándose en la
escultura de un Cristo yaciente. Hasta que una vez el Cristo ya cansado
de tantos abusos, cada noche le preguntaba al juerguista: ¿Hasta cuando
padre Almeida? , a lo que él respondía: “Hasta la vuelta Señor”.
4. Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su
ánimo festivo y tomaba hasta embriagarse. Al amanecer regresaba al
convento.
5. Tanto le gustaba la juerga, que sus planes eran seguir con este ritmo de
vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo
cambiar definitivamente.
6. Pues una madrugada el padre Almeida regresaba borracho,
tambaleándose por las empedradas calles quiteñas, rumbo al convento,
cuando de pronto vio que se aproximaba un cortejo fúnebre. Le pareció
muy extraño este tipo de procesión a esa hora, y como era
curioso, decidió ver el interior del ataúd, y al acercarse vio su propio
cuerpo dentro del mismo.
7. Del susto se le quitó la borrachera, corrió desesperadamente hacia el
convento, del que nuca volvió a escaparse para irse de juerga.