El arte paleocristiano se sitúa en la tradición del arte romano pero es en Bizancio donde, en el contexto de la controversia sobre la licitud de las imágenes -la querella iconoclasta- se define un lenguaje visual propiamente cristiano.
27. .No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás
a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu
Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen, y hago
misericordia a millares, a los que me aman y
guardan mis mandamientos...
La Polémica Iconoclasta
“El Emperador no puede admitir una imagen de Cristo sin voz y sin aliento y, por su parte, la Sagrada Escritura se
opone a la representación de Cristo mediante su mera naturaleza humana; he aquí por qué León y el “nuevo” Constantino
colocan sobre la puerta de su palacio el signo tres veces feliz de la Cruz, gloria de los fieles.”
(Inscripción de la Puerta de Bronce en el Palacio de Constantino V; 726)
“Cuanto más se miren los iconos, más se recordará a quién representan y se los venerará más, besándolos y
postrándose ante ellos, pero sin rendirles la verdadera adoración que solamente conviene a Dios, pero se les ofrecerá incienso y
luces, como se hace con la Santa Cruz y con los Evangelios... Aquel que venera una imagen venera a la persona que ella
representa”.
Declaración del VII Concilio de Nicea; 787)
