2. Como hemos venido viendo desde el domingo
anterior en el que hablamos de la entrada
triunfal de Jesús a Jerusalén. Durante los
últimos días que Jesús paso en Jerusalén antes
de su crucifixión, se dedico entre otras cosas, a
exasperar a los líderes religiosos judíos para
que éstos le dieran muerte. Tal pareciera que
Jesús estaba ansioso por ir a la cruz, ansioso
por morir. ¿Qué era lo que motivaba a Jesús
para desear tan fervientemente que llegara la
hora de su muerte en la cruz?
4. “Fijemos la mirada en Jesús, el
iniciador y perfeccionador de nuestra
fe, quien por el gozo que le
esperaba, soportó la
cruz, menospreciando la vergüenza
que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de
Dios.”
5. ¿Lo Motivaba la cruz?
• La cruz era un lugar de
tormento terrible.
• La cruz era un lugar de
vergüenza.
• Morir en la cruz era la
manera más
horrible, cruel, doloros
a y despreciable de
morir.
6. La cruz no fue su motivación.
• La cruz fue algo que
tuvo que soportar.
• La cruz fue algo que
tuvo que
menospreciar.
• La cruz era el solo el
medio, no era el fin.
7. Su motivación, el gozo que le
esperaba.
• Hacer la voluntad de su
Padre era motivo de gozo
para Jesús.
• Hacer posible la
Salvación para los
hombres, era motivo de
gozo para Jesús.
• Ver con su Omnisciencia
la salvación de
muchos, era motivo de
gozo para Jesús.
8. Su motivación, el gozo que le
esperaba.
• Regresar a su hogar
celestial, a su trono,
junto a su Padre,
recibiendo todo el
honor, la gloria y la
alabanza que él
merece, era motivo
de gozo para Jesús.
9. Su gozo debe ser nuestro gozo.
• Jesús quiere que su
gozo esté en nosotros.
(Juan 15:11)
• Jesús quiere que su
gozo se cumpla en
nosotros. (Jn. 17:13)
• Jesús quiere ser
nuestro
ejemplo, estandarte y
motivación.
(Hebreos 12:2)
10. Recordemos las palabras de uno para quien Jesús era toda su
motivación:
“Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que
ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con
gloria eterna.
Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también
viviremos con él;
Si sufrimos, también reinaremos con él;
Si le negáremos, él también nos negará.
Si fuéremos infieles, él permanece fiel;
El no puede negarse a sí mismo.
2 Timoteo 2: 10-13.