1. Filosofía Derecho y política
para el siglo XXI
La democracia constitucional es el paradigma de los tiempos que
transcurren; en efecto, la mejor forma de Estado diseñada hasta
ahora, el Estado constitucional, convive con la forma de gobierno –
la democracia- que ha sabido esquivar los obstáculos de sociedades
tan complejas como en las que nos ha tocado vivir. Y es que la
sociedad mundial, todavía en la infancia de una nueva centuria,
afronta retos de enormes complejidades.
2. Casi siete mil millones de personas conviven en un planeta que
tiene al cambio climático (calentamiento global, efecto
invernadero) como su principal amenaza; de suyo, el número de la
población global acarrea serios conflictos demográficos,
urbanísticos y de asientos humanos. El agua escasea cada vez más,
por lo que analistas e intelectuales de diversas latitudes prevén que
la próxima guerra mundial será por el vital líquido. La globalización,
a su vez, es un fenómeno que ha acercado y, acaso, desvanecido
fronteras, ello para causas loables, como la integración mundial,
pero también para cuestiones no tan gratas, como el
empobrecimiento de unos y el enriquecimiento de otros, la
monopolización y la falta de competencia que ella implica. El
terrorismo y en general las condiciones de paz en inquietante
calma son problemas conexos y de divergentes entendimientos.
En tales condiciones, el panorama no es del todo sombrío, pero el
humo blanco se relativiza. Filosofía, Derecho y política, entonces,
son las claves de la estabilidad, el progreso y el desarrollo; son los
tres grandes ejes conductores de los Estados de nuestros días. No
es gratuito que los pensadores más importantes de las últimas eras
(Luigi Ferrajoli, Norberto Bobbio, Giovanni Sartori, Jürgen
Habermas o el mismo Hans Kelsen) hayan sido filósofos, pero al
mismo tiempo, filósofos del Derecho y filósofos de la política. Y es
que el del Estado es un dilema en el cual ha recaído la reflexión de
la mayor parte de los filósofos de todos los tiempos. Y con
perspectivas tan críticas como las que ofrece el siglo XXI a la
3. sociedad, la tríada se torna no sólo importante, sino
imperiosamente necesaria.
El Estado constitucional y democrático de Derecho postula algo que
incluso en las naciones más avanzadas del orbe pasa desapercibido:
los derechos de los gobernados están antes y por encima de los
poderes de los gobernantes; tal es el nuevo axioma que se
desprende luego de décadas y siglos de lucha. Es por ello que la
filosofía ha centrado su atención en cómo materializar este punto
toral. La filosofía, según su noción etimológica pero también
originaria, es el amor a la sabiduría; no es otra cosa que la
búsqueda constante, insaciable y perenne de la verdad. Y no hay
verdad más importante, más esencial y más suprema que la del
orden social, que la de la vida en común, que la del Estado al fin.
Por tal razón, la filosofía, ciencia de ciencias, indagación de
indagaciones, es el único camino para la construcción de un sistema
público congruente, armonioso y eficaz.