Este documento discute la importancia de la trascendencia humana a través del amor y la procreación. Argumenta que el matrimonio fomenta la dominación, la mentira y la infidelidad en las relaciones debido al sentido de propiedad que crea. En cambio, propone que la unión de dos personas basada en la amistad sincera y el amor libre, sin un contrato, puede lograr la trascendencia a través de la crianza de hijos motivada por el afecto mutuo en lugar de un deber legal.
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El amor en la trascendencia humana
1. EL AMOR EN LA TRASCENDENCIA HUMANA
Pedro Fulleda Bandera
La sociedad humana está obligada a trascender, pues sólo con el tránsito de una
generación a otra se hará realidad su desarrollo frente a las crudas exigencias de la
Naturaleza. El ser humano necesita trascender, pues gracias a ello su esencia espiritual se
conservará de hijos a nietos y demás descendientes, haciendo válida la obra de la vida.
Trascender conlleva la máxima aspiración de la inteligencia humana, tanto en lo individual
como en lo social. Por eso cada individuo inteligente se empeña en ocupar, con sus
pensamientos y acciones, un lugar en el recuento histórico de sus semejantes.
Mientras la inseminación artificial y la clonación humana no sean prácticas
plenamente aceptadas y establecidas, el único modo de trascendencia biológica que tiene
el Homo Sapiens es mediante la procreación sexual. La relación íntima entre personas de
sexos diferentes ha tenido, a lo largo de la historia humana, este propósito, al margen de
normas morales y legales que la civilización fue instaurando con su evolución social. La sabia
Naturaleza contribuye a ese fin de forma determinante… Así, el homo macho posee
capacidad física para preñar a infinidad de mujeres, y superar los límites de la gestación,
que inhabilita durante meses la capacidad reproductiva del homo hembra, lo cual permitió a
la especie humana crecer y multiplicarse para dominar el planeta. Esto es absolutamente
real, aunque moleste a movimientos feministas que pretendan desconocer el rol de
fornicador por excelencia del homo macho y aspiran a la igualdad total entre los sexos,
imposible de alcanzar, pues somos biológicamente diferentes.
En ese fundamento biológico establecido por la Naturaleza están las consabidas
causas del machismo y de la dominación masculina sobre las féminas, asumiéndolas, desde
siempre como objetos de placer. Las mujeres se adaptaron a esa condición, al extremo de
que, conscientemente o no, participan en el mercado sexual vendiendo sus imágenes en
concursos de belleza, desfiles de modas, y otras exigencias de la sociedad de consumo,
bajo el reclamo de un determinado “libre albedrío” que, en gran medida, contribuye a la
desestabilización de la sociedad. Esta, históricamente ha pretendido normalizar las
relaciones humanas mediante leyes y procedimientos “civilizados”, uno de los cuales es el
matrimonio. Concebido como la unión legal entre un hombre y una mujer, surgió como
necesidad sobre todo de tipo administrativo, no biológico, pues, para tener hijos no hace falta
estar casados; pero para establecer condiciones de vida y derecho a bienes materiales sí…
2. Mas, como dice el dicho, “es peor el remedio que la enfermedad”, pues, el matrimonio
trae aparejadas varias consecuencias:
Primero: se instaura el sentido de propiedad en el seno de la pareja, la dominación de
uno sobre otro, el hábito de decir; “eres mío (mía)”, causa de infinidad de males como la
celopatía y la violencia doméstica.
Segundo: lo anterior hace necesaria la mentira en las relaciones íntimas, disimular los
verdaderos sentimientos, bien por temor a represalias violentas o a la pérdida de
beneficios materiales.
Tercero: lo anterior hace inevitable la infidelidad, buscar en las sombras las verdaderas
pasiones y sentimientos que no se encuentran en la relación matrimonial.
Cuarto: todo lo anterior desencadena la esclavitud conyugal. ¡Nunca mejor usado el
término!... conyugal significa con yugo, que como explica el diccionario, es el “dominio u
opresión que una o varias personas ejercen despóticamente sobre otras”.
A estas alturas de mi diatriba es lógico suponer que estoy en contra del matrimonio,
lo cual es cierto por considerarlo una gran inutilidad sentimental, a pesar de que tengo más
de 40 años de casado (¿será justamente por eso…?). Pero no estoy en contra del amor…
ese profundo estado afectivo que puede relacionar entre sí a dos personas (de distintos o
iguales sexos) para compartir empeños comunes en la vida. El amor puede manifestarse de
varias formas:
Paternal/maternal: el de padres y madres hacia los hijos, siendo inconmensurable.
Filial: el de los hijos hacia padres y madres, comúnmente indefinido y condicionado.
Fraternal: el de los hermanos y amigos, que puede llegar a ser incondicional.
Divino: desde la fe que se profesa, siendo reverencial, basado en el respeto y el temor.
Conyugal: el menos real, sustentado por un contrato social entre las partes.
El amor ha de estar presente en todo empeño de trascendencia humana. Sin dudas
trascenderá aquello que se construya con amor, cualquiera sea su naturaleza. Bien sea la
escritura de un libro, la creación de una obra de arte, la forja de una profunda amistad, o la
unión entre dos seres para procrear un hijo. Para esto último no hace falta un procedimiento
artificial, como es el matrimonio. Se requiere de una amistad sin barreras, donde cada una
de las partes esté decidida a asumir luego sus deberes paternales/maternales sin la
necesidad de un contrato social… simplemente por amor. Semejante amor no aceptará el
sentido de propiedad, erradicará la mentira, hará innecesaria la infidelidad, y no dará sitio a
la esclavitud conyugal. ¡ESTARÁ BASADO EN EL PLENO EJERCICIO DE LA LIBERTAD!