3. (14:53) Los evangelios re-
gistran que Jesús fue in-
terpelado en cuatro tribu-
nales antes de ser conde-
nado a muerte, todo esto
ocurrió en la madrugada
del viernes.
(1) Juicio ante Anás (Jn 18:12-24), el sumo sa-
cerdote anterior y suegro de Caifás. Aquí los
soldados romanos fueron despachados.
(14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
4. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Anás era quien realmente gobernaba, pero
los romanos le obligaron a abdicar y cada
cuatro años cambiaban al sumo sacerdote.
Jesús recibió una bofetada de parte de un
guardia. Anás lo envió atado a donde Caifás.
(2) Es el juicio que se registra aquí, es ante el
sumo sacerdote Caifás.
(3) Juicio ante Pilato (citado en 4 evangelios).
(4) Juicio ante Herodes Antipas (Lc 23:6-12).
5. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Pedro y Juan siguieron a los guardas de lejos.
Los soldados romanos entran al palacio de
Caifás y entregan a Jesús, y se retiran.
(14:54) El Sanedrín en
pleno se reunió en el pa-
lacio de Caifás, esperan-
do que trajeran a Jesús;
también debió haber es-
tado su suegro Anás
presente.
6. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Juan, es conocido por los guardas (Jn 18:15),
Zebedeo su padre proveía de pescado fresco
al sumo sacerdote, y logra hacer ingresar a
Pedro, quien se mezcla con los guardas en el
patio de palacio y se calienta cerca del fuego.
El amor y el miedo se hallaban entremezcla-
dos en el corazón de Pedro.
Pedro se acerca al fuego, hacía frío, no sólo
fuera en el cuerpo, sino dentro en su alma
también, su corazón late con fuerza.
7. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Pedro siguió de lejos, pensando en su maes-
tro aprisionado, él tenía que estar enterado y
ver lo que ocurría fuera lo que fuera. Pero
ahora hacía frío, y Pedro recordó la adverten-
cia del Señor ¿por qué estaba allí?
(14:55) Los miembros del Sanedrín ya tienen
la sentencia final, deben condenarlo a muerte.
Ahora deben armar el plan con las pruebas
que justifiquen la pena de muerte para Jesús,
bajo la ley judía.
8. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Compraban a
testigos falsos,
armaban las
acusaciones,
pero todo plan
se desbarataba
y caía, no en-
contraban la
manera de con-
denarlo.
9. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
(14:56) Tan mal ha-
bían improvisado,
que los relatos por
separados de los tes-
tigos no coincidían,
por lo cual las acusa-
ciones quedaban sin
efecto.
“Un solo testigo no basta para condenar a
muerte a una persona” (Nm 35:30c).
10. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
“En caso de algún delito o pecado relaciona-
do con alguna ofensa cometida, no se tomará
en cuenta contra nadie a un solo testigo. La
acusación; se mantendrá sólo por el testimo-
nio de dos o tres testigos” (Dt 19:15).
Tal como se describe en los capítulo apócri-
fos de libro de Daniel: La Historia de Susana.
La acusación contra Jesús no podía ser
admitida porque no habían dos testimonios
consistentes.
11. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
La otra parte de esta acusación se basaba en
la declaración hecha durante la primera puri-
ficación del templo, al inicio del ministerio …
(14:57-59) Esta acusación
era una mezcla de dos
declaraciones que Jesús
había hecho: la primera
parte sobre la destruc-
ción del templo, ocurriría
en el año 70 d.C. (Mr 13:2).
12. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
… de Jesús, relacionada con su propia muer-
te y resurrección. “Jesús les respondió: Des-
truyan este templo, y en tres días lo levanta-
ré” (Jn 2:19).
Pero una vez más, los falsos testigos no
coincidían en los detalles del testimonio. Es
difícil mantener una mentira y caerá pronto.
Alumnos pierden un examen, usan la excusa
se bajó la llanta. El profesor acepta tomarles
el examen y una pregunta era: ¿Cuál llanta?
13. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
¿Te piensas quedar callado? ¿Mira todas las
cosas de las cuales te acusan?
(14:60) Al fracasar en
su intento de procurar
testigos que condenen
a Jesús a la muerte, el
sumo sacerdote se le-
vantó frustrado en me-
dio del concilio, procu-
ró intimidar a Jesús.
14. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
(14:61) El testimonio
de los testigos no exi
gía respuesta y no re
cibió ninguna. Jesús
ni siquiera se inmutó,
callaba, ante los re-
querimientos del su-
mo sacerdote.
Para obtener una respuesta de Jesús, Caifás
le pregunto si Él era realmente el Mesías.
15. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Ante esto, el Sumo Sacerdote, en la forma
más solemne, y haciendo juramento por el
Dios viviente, le exigió a Jesús que les dijera
si era el Cristo, el Hijo de Dios; si creía que Él
era el Mesías y si era divino.
“Te ordeno en el nombre del Dios viviente,
que nos digas si tú eres realmente el Cristo, el
Hijo de Dios” (Mt 26:63).
Ante este tipo requerimiento, Jesús estaba
obligado a responder.
16. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
(14:62) Para su sorpresa y de-
leite, Jesús respondió y dijo
abiertamente: “Yo soy”, pues
en realidad era el Mesías, el
Hijo del Dios Bendito.
Durante los tres años de su
ministerio Jesús no reveló su
mesianismo, pues quería
llevar su misión a buen
puerto.
17. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Pero la hora había llegado para revelar de la
forma más clara ante las autoridades de su
nación. Verían al Hijo del Hombre sentado a la
diestra de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo con poder. Jesús cita a Daniel: “Mien-
tras tenía esta visión durante la noche, vi que
en las nubes del cielo venía alguien semejan-
te a un hijo de hombre, el cual se acercó al
Anciano entrado en años, y hasta se le pidió
acercarse más a él” (Dn 7:13).
18. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Aquí no existió vacilación ni duda. Ahora sus
palabras, como antes había sido su silencio,
fueron solemnes, enfáticas, sosegadas, y
majestuosas. Y su afirmación de que lo era
fue unida a que Dios les mostraría que lo era,
en su resurrección, en su sentarse a la dies-
tra del Padre, y que ellos también lo verían:
que vendría en las nubes del cielo y que trae-
rían sobre la ciudad de Jerusalén y la nación
la tempestad final de juicio.
19. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
(14:63) Algunas ve-
ces es un error ha-
blar, pero también en
ocasiones permane-
cer en silencio es un
crimen. Jesús esco-
gió hablar y propor-
cionar a sus enemi-
gos la evidencia que
buscaban.
20. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
El objetivo había sido alcanzado. Todos ellos
lo habían oído; qué necesidad había de testi-
gos. En un gesto de profundo sentimiento,
rasgando su manto, el sumo sacerdote clamó:
¿qué más necesidad tenemos de testigos?
Por medio de una pregunta, impropia por ser
auto incriminadora, Caifás realizó lo que todos
los falsos testigos habían procurado hacer sin
lograrlo: la evidencia para condenar a Jesús a
la muerte.
21. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
(14:64) Con tal de llevar a
cabo su propósito, de
condenar a muerte a Je-
sús, no le importó al Sa-
nedrín violar sus propios
procedimientos en este
juicio.
Se han hallado hasta 14 violaciones al proce-
dimiento del juicio: No se permitía al Sanedrín
reunirse por la noche ni en días de fiesta.
22. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Cada miembro de la corte debía votar indivi-
dualmente; pero Jesús fue sentenciado por la
acción del grupo.
La malicia inexorable y el odio implacable
que le tenían a Jesús hizo que pasaran por
encima de la ley para destruirlo.
Caifás había respondido blasfemia. Entonces,
volviéndose a los reunidos, les hizo la pre-
gunta que precedía a la sentencia de muerte:
¿Qué les parece?”.
23. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Ellos podían contestar: “¡Para vida!” o “¡Para
muerte!”. En este caso contestaron: 'Es reo de
muerte'. Pero la sentencia oficial de muerte,
aun no fue pronunciada. A ellos no les estaba
permitido pronunciarla.
Todos lo condenaron, declarándole que era
digno merecedor del castigo. Pues según la
ley la blasfemia contra Dios se condenaba de
una sola manera: “Que todo el que blasfeme
contra mi nombre sea condenado a muerte …
24. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
… y que toda la congregación lo apedreé. Si
blasfeman contra mi nombre, serán condena-
dos a muerte” (Lev 24:16).
(14:65) Fueron los miembros del Sanedrín los
que estuvieron comprometidos en los inex-
cusables abusos que siguieron al proceso
judicial de Jesús.
Entonces lo entregaron a los oficiales de la
guardia del templo, quienes le “recibieron a
bofetadas”.
25. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Los guardias y los sir
vientes de Caifás le
propinaron toda cla-
se de insultos repug-
nantes y ultrajes. No-
ten lo que le hicieron:
(1) le escupieron, (2)
le cubrieron el rostro,
(3) le dieron de puñetazos, (4) se burlaron de
él y (5) le daban de bofetadas.
26. (14:53-65) Juicio ante el Sanedrín
Jesús no se defiende, no contraataca, por lo
que sabemos, no salió una palabra de sus
labios ni una queja ni un murmullo ni una ex-
presión de indignada reprensión ni el grito de
su cuerpo afligido y adolorido.
“Se verá angustiado y afligido, pero jamás
emitirá una queja; será llevado al matadero,
como un cordero; y como oveja delante de
sus trasquiladores se callará y no abrirá su
boca” (Is 53:7).
27. Conclusión
Después de todo, ¿no es verdad que Él era, o
bien el Cristo, el Hijo de Dios, o bien un
blasfemo? Este Hombre, solo y en calma
entre esos falsos jueces apasionados y los
falsos testigos. Majestuoso en su silencio,
majestuoso en su hablar; impasible ante las
amenazas a que hablara, indiferente a las
amenazas cuando habló. El Juez entre sus
jueces, el Testigo ante sus testigos: ¿quién
era, el Cristo o un impostor blasfemo?
28. Conclusión
Que la historia decida; que la conciencia de la
humanidad den la respuesta. Si Él hubiera
sido lo que decía Israel, merecía la muerte en
la cruz; si era lo que proclaman las campanas
de Navidad y los cánticos de la mañana de
resurrección, entonces con razón le adora-
mos como el Hijo del Dios viviente, el Cristo,
el Salvador de los hombres. “A los suyos vino
y los suyos no le recibieron” (Jn 1:11).
¿Lo has recibido en tu vida?