2. A través del tiempo, las emociones que han reflejado los ideales olímpicos se mantienen inalterables, pese a los avatares y riesgos que han acechado al deporte. Por ejemplo, la fe de la atleta estadounidense Wilma Rudolph, ganadora de los 100 metros en Roma, quien sufriera poliomielitis cuando niña, sigue inspirando a muchos niños en el mundo que padecen la enfermedad. La nobleza del alemán Luz Long, quien proporcionó a Jesse Owens sobre la pista de Berlín 1936 los consejos que permitieron al americano ganar el oro en el salto largo, lo que provocó la ira de Hitler, se mantiene como ejemplo excelso de fraternidad. Momentos preciados, invaluables, como cuando una niña de 17 años llamada Olga nos enseñó que nuestras diferencias no son tan grandes como parecen; o cuando un padre accedió a la pista para ayudar a su hijo lastimado para terminar juntos la carrera y conmover al planeta. Son imágenes que mantienen vivo el mensaje de paz y humanismo. "Lo importante en los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar." "Lo esencial en la vida no es vencer sino luchar bien." Pierre de Coubertin