O documento discute a fé como um dom de Deus e a resposta do homem à revelação divina. Explica que a fé é necessária para aceitar e entender os ensinamentos de Deus e que só é possível crer por meio da graça do Espírito Santo. Também destaca que a Igreja foi fundada por Cristo para continuar sua missão na Terra com a assistência do Espírito Santo.
Al leer el Evangelio se ve que Jesucristo pide un acto de fe antes de realizar el milagro; y se alegra, y alaba a las personas que -de un modo u otro- manifiestan su fe. La fe es un gran don de Dios, necesario para nuestra salvación; y la respuesta del hombre a la Revelación divina es creer lo que nos ha dicho, apoyados en su autoridad divina. Estudiemos, pues, con atención este tema para saber qué es la fe y poder agradecerla más a Dios. La fe es también necesaria para aceptar y entender lo que Dios enseña, y que está recogido en este libro.
Sabemos con toda certeza que Dios existe porque -mediante las cosas creadas- se puede llegar a demostrar su existencia. Pero hay cuestiones fundamentales para el hombre: ¿cómo es Dios en sí mismo?, ¿quién es Jesucristo?, ¿qué hay después de esta vida?, que no pueden llegar a conocerse, aunque se piense mucho en ellas, si Dios no las hubiera revelado. Nosotros las conocemos por la fe.
La fe es una virtud sobrenatural por la que -apoyados en la autoridad de Dios- creemos las verdades que ha revelado, sabiendo que no puede engañarse ni engañarnos. Es, pues, un asentimiento razonable, libre y sobrenatural, de la inteligencia y de la voluntad, a la Revelación divina. Por la fe creemos a Dios y todo lo que Dios ha revelado. Como el motivo que nos mueve a creer es la autoridad divina -no la evidencia de las verdades reveladas-, la inteligencia del hombre no está determinada a creer y cree libremente, movido por la gracia de Dios.
Creer es un acto del hombre, pero la fe es sobre todo un don sobrenatural, un regalo muy grande que Dios nos hace en el momento del bautismo. Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios internos del Espíritu Santo.
A veces se explica la fe diciendo que es "creer lo que no se ve", lo que parece poco razonable. Sin embargo, aunque muchas cosas que se creen no se comprendan, creer es razonable porque es Dios quien revela, y Dios no puede engañarse ni engañarnos. Tampoco se comprenden muchas cosas de la naturaleza y las admitimos porque las enseña la ciencia. Por tanto "creer" es un acto humano, consciente y libre, que no sólo no contradice sino que dignifica a la persona humana. La fe es libre antes, durante y después del acto de fe.
Cuando rezamos el Credo, una veces decimos: creo en Dios , en singular, porque la fe es un acto de la persona que acepta libremente la autoridad de Dios que revela; en otras ocasiones decimos: creemos en Dios -en plural- para significar que la fe la recibimos, la profesamos y la vivimos en el ámbito comunitario de la Iglesia de Jesucristo, en la que, con Él, que es la Cabeza, formamos un solo Cuerpo todos los creyentes. Así la Iglesia es como la Madre de todos los fieles, como dice San Cipriano al relacionar la fe en Dios con el papel de la Iglesia: "Nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como Madre".
Jesucristo fundó la Iglesia para que continúe su misión en el mundo transmitiendo sus enseñanzas; para eso cuenta con la asistencia del Espíritu Santo. Por eso decimos: "Creo todo lo que dice y enseña la Santa Iglesia, porque es lo que me dice Dios". La certeza de esas verdades no se apoya en las razones que puedan darme los hombres que estudian la Revelación, sino en la autoridad de Dios que las ha revelado; y la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, las transmite íntegras en virtud de la infalibilidad con que Dios la dotó en cosas de fe y moral.
A fé é necessária para a salvação. O afirma o próprio Jesus Cristo: " Quem crer e for baptizado, será salvo; mas quem não crer, será condenado " (Marcos 16,16).). Há um quadro do Apóstolo Tomé que põe os dedo no lado de Cristo. Como resistiu a crer na ressurreição de Jesus, o Senhor reprende-o carinhosamente: "" Tu acreditaste, Tomé, porque Me viste; bem-aventurados os que acreditaram sem terem visto “. (João 20,29). Temos de rezar pelos que não crêem, pedindo a Deus que lhes conceda a graça da fé, ajudando-os com o nosso exemplo e doutrina, exercitando o apostolado da doutrina.
Desde el principio, los cristianos dispusieron de Símbolos o fórmulas de la fe, que resumían la enseñanza de la Revelación divina. Existen varias formulaciones de las verdades de fe, pero ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia el Símbolo de los Apóstoles y el Símbolo de Nicea-Constantinopla. En España puede recitarse en la Misa de los domingos y solemnidades uno u otro -a elección del sacerdote- y es la parte que se conoce como el Credo. Cuando recitamos el Credo, estamos haciendo un acto de fe en las verdades fundamentales que Dios nos ha revelado.
Dios nos ha dado el gran regalo de la fe, y hemos de agradecérselo haciendo con los labios -o sólo con el corazón- actos de fe: - Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo. - Creo en la Santísima Trinidad. - Creo en Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. - Creo que Santa María es Madre de Dios y Madre nuestra. - Creo, Señor, pero aumenta mi fe. - Creo que la Iglesia Católica es mi Madre.