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BOLIVIA
EL PROMETEO DE LOS ANDES
Raúl Ruiz Gonzáles
Obra suministrada por la Universidad Mayor San Andrés, Bolivia
1
COLECCIÓN PROBLEMAS DE AMERICA
VOLUMEN II
BOLIVIA
El Promoteo de los Andes
2
RAUL RUIZ GONZALES
BOLIVIA
El Prometeo de los Andes
EDITORIAL PLATINA
BUENOS AIRES
3
Libro de Edición Argentina
C by Editorial Platina
Santa Fe 2970-Buenos Aires
Queda hecho el depósito que
Marca la ley 11.723
4
A la esforzada y combativa clase
Obrera de mi país.
A mi digna y sacrificada madre.
A Guille, mi compañera infatigable,
Cuyo espíritu es la protesta
Encendida contra la injusticia social.
A ella que, como educadora, conoce
El drama que viven la mujer y el
Niño del pueblo boliviano.
5
I. PAISAJE
País mediterráneo, Bolivia limita con varios países: al norte y al este con el Brasil, al sud
con la Argentina y el Paraguay y al oeste con el Perú y Chile. Su territorio se extiende al
occidente del centro geográfico del Continente Sudamericano, con una superficie de
1.098.581 kilómetros cuadrados.
El macizo central de los Andes o Promontorio de América (1), denominado con razón por
el escritor Jaime Mendoza, Macizo Boliviano, constituye en toda su diversidad
geográfica, el variadísimo escenario en el que vive y se desarrolla un pueblo de ricas
tradiciones históricas. “El macizo boliviano —escribe Fernando Diez de Medina— da
contextura fundamental al país, coherencia a la síntesis cósmica de sus paisajes,
fusiona los pueblos que lo habitan y se proyecta al continente.”(2)
A una altura media de 3.700 metros sobre el nivel del mar, el gigantesco Altiplano es, en
realidad, la configuración de dos cordilleras que se desatan de los nudos de
Apolobamba y Vilcanota y se extienden como sus bordes hacia el sud, enlazándose
nuevamente en el nudo de Lípez.
La Cordillera Occidental o de la Costa, sale de Bolivia por el sud hasta las riberas del
Pacífico, formando “un laberinto de sierras y macizos sobre la “puna” de Atacama”(3).
La Cordillera Oriental o interior que atraviesa el territorio boliviano, comprende dos
macizos: el septentrional o de yungas, que en rápida sucesión de valles profundos y
estrechos, desciende hasta las llanuras de la hoya amazónica; y el meridional o de
Charcas, que atravesado de norte a sud por planicies elevadas y valles amplios y
templados, desciende lentamente hasta los llanos de la hoya platense. Diríase mejor. El
macizo boliviano se alza por su flanco marítimo en vertiginosas pendientes, en tanto que
por su flanco oriental se alza desde los llanos que forman su base, lentamente, por
mesetas escalonadas hasta las planicies altas conocidas con el nombre de punas, a
modo de gigantesca gradería.
Las tierras ribereñas del Pacífico constituyen, de esta manera, la plataforma desde
donde se yergue la Cordillera Occidental del macizo boliviano, del mismo modo que “las
tierras bajas de la cuenca del Madera integran, en lo orográfico y en la hidrográfico, el
6
macizo de los yungas; y ]as planicies de la hoya platense, entre el Paraguay y el
Pilcomayo, pertenecen por los mismos conceptos, al macizo de Charcas”.(4)
“Geográficamente —dice Jaime Mendoza—, Bolivia es un país mixto, de tierras altas y
bajas, que se complementan mutuamente... está constituida por dos partes al parecer
divergentes, pero que con su misma oposición están llamadas a formar una maravillosa
unidad.” Comprende en general tres grandes regiones fundamentales, claramente
diferenciadas por su altitud, su topografía, su clima y su fauna y flora.
La región altiplánica, fría y árida, azotada por los vientos, pero soberbia por su
inmensidad, su cielo profundamente azul y sus montañas siempre coronadas de nieve,
comprende parte de los Departamentos de La Paz, Oruro y Potosí y el lado occidental
de Cocha-bamba. Abarca un catorce por ciento del territorio. Los yungas y los valles, de
clima cálido y templado respectivamente, dotados de tierras fecundas para todos los
frutos, se extienden en los Departamentos de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Tarija
y aun Potosí y representan el diez por ciento del territorio. Las tierras bajas, de clima
tórrido, de montes, bosques, llanuras y pampas y de una fertilidad realmente asombrosa,
comprenden el Departamento de La Paz, la parte oriental de Cochabamba, Chuquisaca
y Tarija y en toda su extensión los Departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz,
constituyendo el sesenta por ciento del territorio.
Cada una de estas grandes regiones geográficas tiene sus características propias; y sin
embargo, es necesario destacar el hecho de que en la región de los valles, situada entre
el Altiplano y los llanos, los del macizo septentrional son estrechos y profundos, yungas
de clima cálido y húmedo; y los del macizo meridional son amplios y más altos, de clima
templado y menos húmedo. Asimismo, en la región de las tierras bajas, se distinguen las
selvas del norte en la cuenca del Madera, las llanuras de Chiquitos y las pampas y
arenales del Chaco en la hoya del Plata, lo que tipifica un clima y paisaje variados, si
bien toda esta región tiene, en general, un clima tórrido.
Este es el panorama geográfico que ofrece Bolivia. Es, como dijera su autor, “la síntesis
geográfica de América”. Tiene selvas y montes, llanuras y valles profundos y templados,
Altiplano y montañas de eternas nieves: Illampu, Sajama, Illimani, Parinacota, Huayna
Potosí, Mururata, Chacaltaya y otras; lagos como el Titicaca, el más alto del mundo, a
3.810 metros del nivel del mar y cuyo dominio se comparte con la vecina República del
Perú. En las zonas de influencia de este lago se desarrolló una de las culturas más
antiguas de América, y es célebre, porque una de sus islas, la Isla de Coati (Isla de la
Luna), convertida en penal para delincuentes comunes durante la República es, hasta la
insurrección de abril de 1952, el lugar de confinamiento de los políticos opositores. Tiene
otros lagos como el Poopó, unido al anterior por el río Desaguadero; salares como los de
Coipasa, Uyuni y otros; ríos grandes y caudalosos, navegables muchos de ellos y que
por su sistema hacen de Bolivia el centro hidrográfico del Continente.
Bolivia que, sin lugar a dudas, por su misma posición geográfica, “como clave del
pasado histórico y centro de equilibrio del hemisferio”(5) desempeña un destacado papel
en la historia de América Latina, encierra un potencial de riqueza asombrosa. “Mesa de
7
plata, asentada sobre bases de oro”, como dice Humboldt, el macizo andino es,
ciertamente, de enormes riquezas naturales.
En las cumbres de sus montañas anidan el águila y el cóndor. Este último es símbolo del
escudo patrio.
En las entrañas de sus cerros y en las cuencas de sus ríos, palpitan casi todos los
minerales conocidos, desde el oro y la plata, el estaño y el plomo, el cobre, el cinc, el
antimonio, el wolfram, la fluorita, el hierro, el manganeso, asbesto y muchos otros, hasta
minerales radioactivos.
Sus bosques guardan la quina y el tanino, la castaña, la goma, el cacao, la vainilla, etc. y
una ingente riqueza forestal aún explotada. Es realmente sorprendente la variedad de
maderas que poseen los bosques de la región oriental del país. En ellos anidan aves de
los mas variados plumajes, desde el loro y el papagayo bulliciosos, hasta la elegante
garza que planea sobre las altas y cimbreantes palmeras de las tierras de Mojos; moran
el tapir y fieras como el tigre americano, junto al asustadizo mono.
En los lagos, lagunas y ríos existen peces y caimanes.
Sus valles profundos y templados y sus llanuras orientales, son fecundos para todos los
productos: caña de azúcar, yuca, café, arroz, maní, trigo, maíz, coca, patatas,
legumbres, etc. y frutas de todas clases.
En sus pampas y llanos se crían el ganado vacuno, caballar, ovillo, caprino y otros. Las
llanuras orientales, particularmente en el Departamento del Beni, se hallan expuestas
periódicamente a las inundaciones de los grandes ríos de la cuenca amazónica.
En la aridez del Altiplano, azotado por los vientos fríos que silban en los pajonales, se
siembra la papa, la cañahua, la oca, la quina y la cebada; y por la vastedad
impresionante de estas tierras que se alzan a los 4.000 metros, recorren el guanaco y la
vicuña ariscos, y la llama, como símbolo telúrico que acompaña al indio.
“¡La llama! Adorable bestia que no requiere domadores ni arrieros que le den de
latigazos, ni de ronzales, ni de jáquimas, ni de herrajes, ni de caronas, albardas y
sudaderos. Animal providencial que manumitió a los chullpas y collas de la condición de
bestias cargueras a que estaban reducidos hasta la domesticación de este camélido. Es
el rumiante de los viajes dilatados. Es el portador milenario de la sal común, mercadería
mágica de los collaymarás, desde salares de Coipasa y Uyuni hasta los jocundos valles
y vallejuelos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija.”(6)
La zona estañífera situada en la Cordillera de los Andes a una altura entre los 3.500 y
los 5.000 metros, tiene yacimientos dispersos de condiciones naturales muy diversas La
riqueza de sus vetas es muy variada. Las famosas minas de Llallagua, de la empresa
Catavi, en el Departamento de Potosí son, sin duda, las más ricas. “Hay tres clases de
yacimientos estañíferos, según la clasificación de los geólogos: unas sin plata, otras con
ella y la tercera la de Potosí.” “Naturalmente hay aluviones en varios lugares, que pro-
ducen la tonelada fina a muy bajo costo: Ocurí, Huanuni, Aroifilla son los más
8
importantes... si bien estos aluviones bolivianos son mucho más ricos en estaño que los
de Malaya, pero tienen una masa de mineral mucho menor.” (7)
Durante más de un siglo, en la época de la Colonia, Bolivia, entonces el Alto Perú, figuró
como el primer productor de plata en el mundo. “Bolivia es un país esencialmente
estañífero —dice Raúl Canedo Reyes— más propiamente un país argento-estañífero”;
sin embargo, “la zona cuprífera se extiende desde la frontera con la Argentina, a lo largo
del límite del Altiplano con la Cordillera Occidental hasta la frontera con el Perú... en una
faja de más de 600 kilómetros de longitud”. Los principales yacimientos son Corocoro,
Turco y Chacarilla. ‘La zona de plomo y antimonio se extiende a lo largo de toda la faja
estañífera, en un ancho considerablemente mayor al ocupado por los depósitos de
estaño, es decir, a lo largo de una faja de más de 1.200 kms.” La existencia de wolfram
es también importante y se han descubierto grandes yacimientos de hierro y manganeso
como los de Mutún, cerca de la frontera con el Brasil; hay asimismo asbesto y una gran
variedad de minerales.
Los filones de cuarzo aurífero como en Yani y Amayapampa, los “filones auríferos de
minerales complejos como en la Joya y varios otros tipos de filones metalíferos con oro,
son importantes; pero, las grandes reservas de este metal precioso se encuentran en los
yacimientos aluviales, “en las morrenas glaciares, los depósitos fluvio-glaciares y en las
gravas fluviales.., distribuidos a lo largo de las cordilleras y en las estribaciones de la
Cordillera de Chiquitos”. “La parte más impoitante de los yacimientos aluviales... se
encuentra en los depósitos relativamente modernos y que constituyen las playas a veces
boscosas de los ríos, especialmente el río Kaka, Mapiri, Tipuani, Challana y Zongo.”(8)
La verdad es que Bolivia constituye la zona argento-estañífera más rica del mundo y
además, de acuerdo con Raúl Canedo Reyes, “la zona mineralizada que más tiempo ha
estado en manos de los mineros.
Pero el territorio boliviano posee también petróleo. Según el autorizado dictamen de
geólogos e ingenieros, dos terceras partes se hallan cubiertas de ricos mantos
petrolíferos. “En el flanco este de las últimas estribaciones andinas, existe en Bolivia una
de las más extensas regiones de posibilidades petroleras del Hemisferio Oeste. Se trata,
en primer término, de una faja de territorio que comienza en la frontera con el Perú.
cruza. Bolivia en sentido casi diagonal y llega hasta el límite con la Argentina. Además
de esta zona subandina, toda la región de los llanos hasta el contacto con los basaltos,
cerca de la frontera con el Brasil, ofrece muy serias posibilidades de grandes
acumulaciones de petróleo, según lo hacen presumir los estudios que se llevan a
cabo.”(9)
Sobre esta tierra de grandes recursos naturales, que encierra casi todos los minerales
conocidos, que ofrece los más marcados con-trastes geográficos, con una flora y una
fauna variadísimas, vive, sufre y crea una población de tres millones y medio de
habitantes. La mayoría, el sesenta por ciento, la constituyen los aymará y los quechuas,
descendientes de tiahuanacotas, collas e incas. El treinta por ciento son mestizos,
nacidos de la mezcla de españoles y aborígenes, en un proceso de misogenación que
arranca desde la brutal dominación de los indios por los primeros conquistadores
9
hispanos, hasta nuestros días. El diez por ciento son blancos y salvajes. Estos últimos
habitan las selvas orientales y las pampas del sudeste, en diversas tribus: guarayos,
yuracarés, baures, mojos, movimas, chiquitanos, zamucos, tobas, sirionós, matacos y
muchas otras.
Es típico el vestido del indio, como lo es el del camba y el del mestizo o cholo, y son
distintos los idiomas y dialectos que se hablan, que acentúa diferencias irritantes y
arraiga prejuicios sociales y un raciales, extendidos particularmente entre las diversas
capas de pequeña burguesía.
Desde tiempos remotos, la población de Bolivia se encuentra concentrada en las
regiones altiplánica y de los valles, mientras gran parte de las tierras orientales continúa
virgen y en completo abandono por los poderes públicos.
10
II. SINTESIS RETROSPECTIVA. EL KOLLASUYU
Nuestro propósito no alcanza el extremo ambicioso de examinar la vida de los primeros
pobladores del territorio boliviano, ni menos las diferentes teorías sobre el origen del
hombre americano; pero no podemos menos que adherirnos a las conclusiones de
estudio e investigación, por los cuales se establece que los primeros habitantes de
América vinieron del viejo mundo, en sucesivas migraciones de diferentes culturas.(10)
Sólo el hecho de que a través del tiempo perviva el ayllu. colla, con las naturales
modificaciones impuestas por la dominación incaica, por la conquista y la colonización y
por las trasformaciones operadas durante la República, nos induce a referirnos,
brevemente por cierto, al Collao y al Imperio Incaico.
Esta pervivencia del ayllu adquiere para nosotros singular importancia, puesto que
tipifica una de las peculiaridades nacionales más características de Bolivia; y por eso
mismo, para comprender en sus raíces más profundas la realidad boliviana, el drama del
pueblo boliviano, se hace indispensable, cuando menos, un examen panorámico de la
cultura preincaica, que nos legara el portentoso Tiahuanacu, como prueba de la pujanza
y de la capacidad creadora de las poblaciones nativas.
País de indios, como se dice, Bolivia alienta en el corazón mismo del Continente, lo más
hondo y típicamente americano. Como “símbolo y esencia de lo nativo”, como “puente
inevitable, núcleo originario, fuerza centrípeta equidistante entre el Pacífico, el Amazo-
nas y el Plata” —al decir de Fernando Diez de Medina— Bolivia muestra al mundo
particularidades inconfundibles por su misma composición demográfica y especialmente
por su mayoritaria población aborigen, sometida y explotada durante cerca de tres
siglos, como colonia de la monarquía feudal decadente de España y oprimida durante la
República, sobre la base heredada de ese feudalismo, por el capitalismo monopolista
británico y norteamericano sucesivamente.
Es evidente que los “indios de Bolivia” no constituyen una “raza inferior”, retardataria,
holgazana, viciosa e inútil, como frecuentemente afirman historiadores y sociólogos
nacionales y extranjeros, influidos por absurdas teorías racistas.(11)
11
En realidad, para esa refutación basta TIAHUANACU, que los llamamos cultura
Tupuraya. De ellos se forma más tarde aún la cultura Mojocoya... Hacia tiempos de la
Era llega a Bolivia una corriente cultural proveniente de Nazca en la Costa peruana, por
lo cual llamamos cultura Nazcoide... trae la organización del Estado, con reyes, la vida
en ciudades y el conocimiento del bronce. Al pasar por Tiahuanacu los Nazcoides dieron
origen a la civilización del Tiahuanacu clásico” Edgar Ibarra Grasso: De Antes de
Tiahuanacu en Cochabamba. Publicación especial de El Mundo, del 30 de agosto de
1959. Cochabamba).
A través de sus monumentos y sus relieves, muestra el estilo propio de aquellos
aymaras de la gran Metrópoli Andina y traduce su hondo sentido de la vida, su fina
sensibilidad estética, su vigorosa concepción política y su gran fuerza de dominio. “Este
estilo definidor de la fisonomía y del carácter preapolíneo de Tiahuanacu —según
expresión de Gustavo Adolfo Otero— dramatiza en forma insuperable los pensamientos,
las aspiraciones, la energía viva, en fin, todo el complejo filosófico y social del existir de
aquel pueblo, que en un momento cumbre de su historia, llegó a una posición cenital.”
(12)“...Cultura de glifos y símbolos aún no descifrados —esa maravillosa Puerta del Sol,
ese enigmático signo escalonado, esos monolitos esfíngicos, esa arquitectura
ortogonal— son todo el pasado aprisionado en teoremas de piedra”.(13)
Las ruinas de Tiahuanacu son, ciertamente, la mejor prueba de la grandiosidad a que
llega una de las más viejas culturas de América, y a cuya decadencia y destrucción
sigue el Imperio del Collao, al que nos referiremos a grandes rasgos, sin pretender hacer
la historia de nuestros antepasados y, únicamente, porque los collas ejercen evidente
influencia en las múltiples manifestaciones de la vida del Imperio Incaico, sometido y
dominado a su vez por los conquistadores españoles.
EL IMPERIO DEL COLLAO
Es admirable cómo el Imperio del Collao extiende su dominio a un vasto territorio que,
según algunos, llega hasta Colombia al norte y al sur hasta Chile y Argentina.
Los collas o aymarás, cuyos descendientes forman hoy una nacionalidad mayoritaria y
oprimida, habitan las zonas de influencia del lago Titicaca, lago sagrado, y constituyen
un imperio, sometiendo a numerosas tribus del Altiplano y los valles: ayaviris, pacajes,
larecajas, omasuyus, lupaces, charcas, pacasas, carangas, quillacas, aullagas, urus,
chichas y varias otras. Mas no es del caso examinar la jurisdicción del Collao ni es
imprescindible determinar todos los pueblos que lo forman. Conquistado en el siglo XIV,
después de cruentas batallas, es incorporado al Imperio Incaico con el nombre de
Kollasuyu, integrando así el Tahuantinsuyu.
El nombre de colla que aún hoy se da a los habitantes del Altiplano y de los valles,
deriva de kallana, nombre de tribus de habla aymara.
Lo que nos interesa para el objeto que nos hemos propuesto, es saber que el ayllu como
forma de organización social, la chunca, la minca y la mita como sistema y régimen de
12
trabajo, y la estructura política fundada en el gobierno de los mallcus, jilakatas, kallas y
amautas, son adaptados por los incas y aprovechados por los españoles para sus fines
de colonización.
El ayllu colla como sistema de vida en común, todavía conserva esos vestigios, Ligados
sus miembros por vínculos de sangre, económicos, religiosos y políticos, constituyen la
comunidad establecida sobre un área de territorio denominada marca. Sobre esa cir-
cunscripción geográfica en la que vive y se desarrolla la comunidad indígena (el ayllu),
tiene lugar a través dc un largo proceso de aglutinamiento y como consecuencia
inevitable del desarrollo productivo, la formación y desenvolvimiento de las poblaciones
collas llamadas llajtas.
La agricultura, base de la economía de los collas, se funda en la propiedad colectiva de
la tierra, periódicamente distribuida en parcelas denominadas ccatus. La parte destinada
a la vivienda, conocida con el nombre de sayaña(14), se otorga simplemente en
usufructo. El reparto de la tierra (lihua), ejecutado anualmente por el mallcu-jilakata,
beneficia sin excepción a todas las familias.
Las relaciones sociales consiguientes, como expresión de una forma esencialmente
colectiva de trabajo, incluyen en él a mujeres y niños desde cierta edad.
El huysu, denominado ttajlla entre los incas (arado), la chonta y la lampa(15)
sumamente rudimentarios, de piedra y de cobre, son sus principales instrumentos de
trabajo.
Los collas no saben escribir y no obstante, la invención del sistema de nudos en hilos de
colores (kipus), se atribuye a uno de sus mallcus (Quipuilla). Conocen la alfarería y el
tejido en los que reproducen las expresiones más vivas del arte decorativo tiahuanacota,
lo que quiere decir que son continuadores de esa civilización.
Para el trabajo se organizan en grupos de diez personas en un comienzo y después,
congo consecuencia del propio desarrollo del ayllu y de la necesidad de aumentar la
productividad social del trabajo, posiblemente en grupos de mayor número, adoptando
asimismo, una forma de división del trabajo, que emerge exclusivamente de ese
desarrollo y de las necesidades consiguientes.
Las tierras cultivadas y las piaras de llamas requieren, en efecto, del cuidado celoso del
ayllu, lo que naturalmente, exige el turno para las faenas agrícolas propiamente dichas y
para la vigilancia y cuidado de sus sembradíos y del ganado.(16)
Esta organización del trabajo en tropas, significa trabajo colectivo en la sayaña y en la
marca y se denomina chunca. De esa forma de división del trabajo por turnos, nace la
mita, que justamente quiere decir turno obligatorio, aunque su implantación obedece con
mayor frecuencia a la necesidad de realizar obras públicas: construcción de caminos y
templos, laboreo de minas y otros trabajos.
Los incas conservan el sistema de la mita casi dentro de sus propios marcos; pero los
españoles lo utilizan como forma de esclavizamiento, para saquear el metal precioso de
las entrañas de los cerros, con la desesperada avidez de acumular cuanto antes una for-
13
tuna e irse de retorno a España, dejando en los socavones de las minas enterrados
cientos de miles, millones de mitayos.
La mincca, que hoy mismo se practica en las labores agrícolas, consiste en el trabajo
voluntario a cambio de productos alimenticios. Casi siempre se recurre a este sistema en
ausencia de los varones, viéndose la mujer obligada a utilizar el servicio de la mincca. El
ayni, también practicado en nuestros días por los campesinos quechuas y aymarás
como forma de ayuda, de prestación recíproca de servicios, -expresa la más amplia
solidaridad nacida de los múltiples vínculos del ayllu, que el tiempo no ha podido borrar.
El ayllu, equiparable según Engels a la gens griega, celta, romana o germana, nace de
la familia pulalúa. (17).Los vínculos religiosos se expresan en totems y tabús, que en
resumen son las huacas.(18) Los collas creen en varios diosas. El principal es
Wiracocha y también la madre tierra. Momifican sus muertos y los guardan en tumbas
con el nombre de chullpas, junto con sus ropas y alimentos, sus objetos de uso: de oro,
plata, etc., lo que prueba su creencia en la otra vida.
La autoridad del gobierno se halla en manos de los mallcus, elegibles cada año de entre
los miembros más destacados de la comunidad. El mallcu dcl ayllu es el jilakata. Junto a
éste funciona un Consejo de ancianos o auquis, denominado Amauta.(19)
Parece que la decadencia del Collao se debiera a las luchas intestinas de los jefes de
distintos suyus o regiones, como en el caso de los kan y los Zapana. Sea lo que fuere, lo
evidente es, como dice Rigoberto Paredes, que el “Imperio Incaico no fue sino la conti-
nuación y desarrollo del gobierno de los antiguos kollana. Los incas fueron los
restauradores felices de aquella civilización indígena, que se extinguía”.
EL IMPERIO INCAICO
Según la tradición, la conquista del Collao por Pachacuti Inca Yupanqui, el décimo del
Imperio Quechua, es el resultado de grandes luchas y el aplastamiento de sucesivas
rebeliones. Jamás los aymarás se sometieron fácilmente; y desde la iniciación de la con-
quista con Pachacuti Inca Yupanqui, pasan los reinados de dos incas más hasta su
consolidación. Tupaj Amaru Yupanqui fracasa en la lucha contra cl Collao, como fracasa
en la conquista de los Purumancas de lo que es hoy el territorio chileno y fracasa
asimismo en sus expediciones contra los Mojos y los Chiniguanos, cuyos descendientes
habitan hoy el oriente boliviano. Es Tupaj Yupanqui el que recién después de
sangrientas y sucesivas batallas somete al Collao; y desde entonces dos lenguas
mayoritarias se hablan en estas tierras que forman el territorio boliviano: el QUECHUA y
el AYMARA.
Bautista Saavedra dice a propósito: “El quechua fue idioma que representando una
extensa civilización no hizo sino cubrir muy por encima una más honda que ella: la
aymará, sin haber podido borrarla. Raspando un poco el barniz quechua queda como
roca firme el ayunará y su civilización.” (20)
14
El Imperio Incaico se extiende en un territorio de casi cuatro millones de kilómetros
cuadrados, con una población de doce a quince millones de habitantes.(21) Desde el río
Ancasmayu hasta el Maule, comprende parte del Ecuador, los territorios del Perú y
Bolivia y las regiones norteñas de Argentina y Chile. El Tahuantinsuyu significa las
cuatro partes del mundo: Chinchasuyu al norte, Kollasuyu al sur, Antisuyu al este y
Cuntisuyu al oeste. De Cuzco, capital del Imperio, parten grandes rutas a cada uno de
los suyus.
El allyu sufre trasformaciones importantes. Se debilitan los vínculos consanguíneos y
religiosos y se amplían y fortalecen los vínculos económicos y políticos, en beneficio del
Estado centralizado de los Incas, permitiendo la aceptación de allegados (miembros de
otros ayllus) ; y por el sistema de los mitimaes o trasplante de poblaciones, un mayor
aglutinamient0 que impulsa el desarrollo y la trasformación de los sistemas de
organización social y política del ayllu calla. Por eso, no es desacertado afirmar que el
Imperio Incaico constituye un factor de descomposición del ayllu primitivo; si bien es
evidente que en el primer período de dominación quechua algunos ayllus preincásicos
se unen formando aldeas llajtas, con un poder fuertemente centralizado en manos de los
maitcus, jilakatas y amautas, cuyas luchas determinan en definitiva la dominación del
Kollasuyu por los incas.
La actividad fundamental de los incas es también la agricultura, sobre la base de la
propiedad colectiva de la tierra, de los bosques, de las aguas, de los pastos. Como dice
César Antonio Ugarte, los rasgos característicos de la economía incaica son: la “pro-
piedad colectiva de la tierra cultivable por el ayllu o conjunto de familias emparentadas,
aunque dividida en toles individuales intrasferibles; la propiedad colectiva de las aguas,
tierras de pasto y bosques por la Marca o tribu, o sea la federación de ayllus estable-
cidos alrededor de una misma aldea; la cooperación común en el trabajo y la apropiación
individual de las cosechas y frutos”.(22)
En realidad, lo que da fisonomía peculiar a la forma de propiedad de la tierra, es el
reparto que de ella se hace en tres partes: para el culto, el inca y el pueblo. Esta última
distribuida a su vez en lotes individuales intrasferibles, denominados tupus, otorgados en
usufructo.(23)
Minas, cocales, ganado y tierras conquistadas pertenecen al inca. Los jatun-runas o
pueblo, trabajan las tierras del inca y del Sol, cuyas cosechas sirven para atender las
necesidades de la nobleza y del clero, de los funcionarios del Estado, del Ejército y de
las vestales, afilas o vírgenes del Sol. Los enfermos, ancianos, viudas e inválidos no
quedan al margen de los beneficios de la cosecha; pero tampoco son mantenidos en la
ociosidad. (24) En efecto, realizan tareas compatibles con su estado de salud y edad.
En las tierras de comunidad el trabajo se basa en los sistemas de la chunca y la minca.
En las del Sol y del inca, como en las minas, cocales, construcción de caminos, puentes,
templos y otras obras de orden público, rige cl sistema de la mita. El ayni sigue siendo
una forma de ayuda entre los miembros de la comunidad.
La técnica productiva, muy rudimentaria, no llega al uso del hierro y la rueda. Los
instrumentos de trabajo se hacen de piedra, cobre y madera. Los incas conocen el
15
bronce y explotan el oro y la plata con fines suntuarios únicamente. No disponen de
cereales panificables y carecen de animales de carga pesada. Por eso, tiene razón Louis
Baudín al afirmar que el maíz y la llama, constituyen la base de la economía peruana.
Eximios ceramistas y hábiles tejedores, los súbditos del Imperio son explotados en los
obrajes que los españoles instituyen sobre la base de la encomienda.
Para cultivar en las sierras y regiones montañosas de los Andes, utilizan el ingenioso a
la vez que admirable sistema de los andenes y terrazas, que aún hoy se ven. Tienen
acueductos para la irrigación y son buenos constructores de puentes y caminos; mas no
los superan a los collas del Tiahuanacu, en la construcción de templos y monumentos,
pues el arte arquitectónico se halla en un plano mAs elevado en la civilización de
Tiahuanacu que en la civilización incaica.
Campesinos por excelencia, los incas tienen como actividad fundamental la agricultura y
la ganadería. Las artes y los oficios expresan apenas un carácter doméstico y rural. “Los
trabajos públicos, las obras colectivas más admirables del Tahuantinsuyu —dice José
Carlos Martategui— tuvieron un objetivo militar, religioso o agrícola. Los canales de
irrigación de la Sierra y de la Costa, los andenes y terrazas de cultivo de los Andes
quedan como los mejores testimonios del grado de organización económica alcanzado
por el Perú Incaico. Su civilización se caracteriza en sus rasgos dominantes, como una
civilización agraria.”
La tierra constituye la principal fuente de riqueza; y al igual que sus antecesores, la
consideran como a la madre común que da a sus hijos todos sus frutos. Por eso es
objeto de culto. En cierto sentido, hoy mismo tiene ese significado para las poblaciones
campesinas quechuas y aymaras, tradicionalmente liadas a ella. De ahí que su
reivindicación como nacionalidades oprimidas, está íntimamente vinculada a la
reivindicación de la tierra.
“La tierra en la tradición regnícola —dice Luis E. Varcárcel— es la madre común; de sus
entrañas no sólo salen los frutos alimenticios, sino el hombre mismo. La tierra depara
todos los bienes. El culto de la Pacha Mama es par de la heliolatría y como el Sol que no
es de nadie en particular, tampoco el planeta lo es. Hermanados los dos conceptos en la
ideología aborigen, nació el agrarismo, que es propiedad comunitaria dc los campos y
religión universal del astro del día.”.(25)
La siembra en las tierras del Sol, del inca y de la comunidad, se hace en medio de
grandes festividades, para las que los indios se atavían con sus mejores trajes. El hecho
mismo de la siembra con toda una serie de rituales y ceremonias, es ya en sí un acto de
culto a la Pacha Mama. Y ahora mismo, las grandes labores agrícolas se festejan con
kaima (chicha tierna) y se challa (brinda) a la Pacha Mama, para que rinda sus frutos
más jugosos y sazonados, permitiendo una buena cosecha.
Las relaciones en el Imperio Incaico traducen clases sociales claramente
diferenciadas(26): la aristocracia dominante y opresora, representada por los llamados
orejones; los jatun-runas o pueblo, clase productora, explotada y oprimida por la nobleza
16
incaica; y finalmente, los yanakuna, una clase reducida a los servicios domésticos y,
según algunos a la esclavitud.
En la nobleza incaica se distinguen categorías: los grandes señores o Capaj-apo y
Auqui-conas de origen imperial, que después de la rebelión de José Gabriel
Condorcanqui (Tupaj Amaru), son liquidados por los colonizadores españoles. Los
señores de comarcas antiguas incorporadas al Imperio, denominados Apoconas o Cura-
conas, que desempeñan un papel importante en la política colonizadora, bajo la
institución del Cacicazgo. Y los señores por nombramiento en premio de eminentes
servicios prestados al Estado: Allicaj-camachisca o Camachicoj-conas.(27) Entre las
mujeres hay también categorías: a la reina se la llama ckoya.
La aristocracia incaica, como clase dominante, ejerce un inmenso poder sobre todas las
demás del Imperio, y la religión constituye su mejor instrumento de dominación y
sometimiento del pueblo. Las funciones de gobierno se hallan en sus manos: la dirección
del ejército, la administración de justicia y del culto le está reservada. Depositaria de
todos los conocimientos y secretos de la ciencia, goza del privilegio de la educación, de
indudable orientación clasista.
El inca se elige en un comienzo por los sinches o jefes guerreros, y desde Wiracocha la
corona es hereditaria con la formación de una dinastía. Así, la antigua federación de
tribus es sustituida por su unidad en el Imperio, cuya aristocracia se convierte en un
círculo cerrado, dando origen a conflictos como aquél entre Quito y Cuzco que, en último
análisis, es ya la señal inequívoca de una situación de decadencia.
La aristocracia incaica guarda para sí el privilegio de ciertas satisfacciones, como el uso
de joyas, vestidos finos de vicuña; el consumo de chicha y coca; la práctica de la
poligamia, en forma Irrestricta por el inca; la momificación, etc. ‘‘Signos de la suprema
autoridad eran la borla roja sobre la frente (mascaipacha), la diadema dc oro (llautu), el
cetro (sunlurpaucar) y el pájaro sagrado o mdi, signos que se asemejan a los
correspondientes a los faraones.” (28)
Los jatun-runas constituyen la clase oprimida y tienen la obligación de todos los trabajos
de la agricultura, la ganadería, las artes y los oficios, el laboreo de las minas, las
construcciones de puentes, caminos, acueductos, andenes, templos y fortalezas. Tienen
además, la obligación del servicio militar y del postillonaje o Chasquis, el servicio de
mitimaes o ‘trasplante a las poblaciones conquistadas para su asimilación, etc.
El Imperio absorbe la vida de sus súbditos en casi todos sus aspectos. Los jatun-ruuas
dan al inca y a los curacas, sus hijos para que les sirvan y sus hijas para sus
concubinas, para el celibato forzoso e incluso para el sacrificio en honor de la Pacha-
Mama. Constituyen la clase tributaria, sometida y explotada por la nobleza y el clero.
Viven una sobriedad extrema y una sumisión inaudita. La obediencia al inca es ciega.
Como dice Georges Rouma siguiendo a Cieza de Leon: El inca estaba rodeado dc un
profundo respeto. Nadie, cualquiera que fuese su rango, podía aproximársele por pri-
mera vez si no era con los pies descalzos y con una carga al hombro, en signo de
sumisión y de obediencia.” (29)
17
Se le considera hijo del Sol. No puede mirársele de frente. El P. Bernabé Cobo dice al
respecto: “El yugo que sobre sus services tenían estos miserables indios era tan pesado,
que no dudo que si todos los hombres del mundo se juntasen a inventar un género de
sujeción y tiranía tan grande como en la que ellos vivían, no creo que podrían inventar
más de lo que habían alcanzado estos incas para tenerlos sujetos.”(30)
Los yanakuna, sometidos a los trabajos de servidumbre doméstica, son reclutados en
los pueblos dominados por la conquista.
No obstante la centralización del poder, la hábil política incaica permite utilizar las formas
organizativas de las tribus y pueblos conquistados, incorporándolas al mecanismo
estatal del Imperio. La organización colla tiene en esto como en la religión y el sistema
de abajo, una grande influencia.
El sistema de gobierno decimal que comienza con el Chunca-camayoj, a la cabeza de
diez familias en cada ayllu, permite una serie de jerarquías de funcionarios hasta llegar a
la cúspide con el inca.
Es indudable que en la sociedad incaica hay clases sociales bien definidas. Y
justamente por esas diferencias de clases sociales, que ya traducen desigualdades
económicas, sociales y políticas, la propiedad privada de la tierra tiende a establecerse
en el Imperio, cuyo desarrollo productivo es considerable. Prueba de esta afirmación
son: la admirable fortaleza del Cuzco, el crecimiento y la expansión del Imperio, con el
consiguiente ahondamiento de las contradicciones que surgen en el seno de la nobleza
incaica, debido a la supremacía absoluta ejercida por la nobleza del Cuzco. La nobleza
quiteña, a la que se suman los descontentos del bajo Cuzco y los nobles de los pueblos
conquistados, disputa esa supremacía. Esta es la razón por la cual se supone que las
luchas entre Huáscar y Atahualpa (heredero legítimo aquél y éste hermano de Huáscar,
sólo de padre, no obedecen a meras disensiones personales, sino más bien, a pro-
fundas contradicciones sociales y políticas, que acaso habrían sido solucionadas con
una seria trasformación de la sociedad incaica.
De todos modos, sea cualquiera el rumbo que hubiese tomado el Imperio, lo cierto es
que la conquista corta en redondo todo ulterior desarrollo autónomo de esa sociedad
nativa, rompiendo la perspectiva histórica de quechuas y aymarás, que alcanzan a
formar un imperio tan grande y poderoso como el Imperio Incaico, el más avanzado de
los imperios prehispánicos de América.
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III. CONQUISTA Y COLONIAJE.
HOJEADA HISTORICA (Nueva Toledo - Alto Perú)
El Tahuantinsuyu corresponde, según Engels, al estadio medio de la barbarie. Los incas
desconocen la existencia de otras civilizaciones, de otras tierras, de otros mundos más
allá de sus ámbitos. Su horizonte geográfico es limitado e incluso sus relaciones con los
Mayas, Chibbhas, Aztecas y otros, que se desarrollan en el mismo Continente, son
enteramente ocasionales; de ahí que Louis Baudín afirma que los “pueblos de América...
no se ignoraban del todo(31) entre sí. El Imperio de los Incas era conocido en el Darién,
donde los españoles oyeron hablar de él. A su vez los peruanos conocían los países de
América Central”.(32)
De todos modos, dado el grado de cultura de los incas, la aparición de hombres blancos
y barbudos, vestidos con malla de hierro, armados de sables y arcabuces, montados a
caballo —animal que los incas no conocen— la aparición de hombres que hablaban un
idioma incomprensible para los nativos de América, constituye un choque brutal; el
choque de dos mundos, de dos civilizaciones distintas, de dos culturas completamente
diferentes. La consecuencia ineludible de este choque no puede ser otra que la
imposición de una de ellas. La cultura de los conquistadores 4iispanos avasalla la cultura
inferior de los peruanos, mas no la elimina. “A pesar del alud conquistador —dice Luis
Alberto Sánchez— los pobladores genuinos mantuvieron su poderosa influencia en los
conglomerados sociales dc que formaban parte. El arcabuz, el perro, el caballo y la
espada lograron doblegar, pero no exterminar ni destruir la estructura fundamental de
colectividades tan secularmente constituidas.”
Los incas practican un activo trueque entre el Altiplano y los valles próximos, pero no
alcanzan una producción mercantilista, una economía monetaria. Desconocen la
moneda metálica y por tanto el y dinero, los préstamos, el interés, la usura y el trabajo
esclavista.
Las condiciones materiales y espirituales en que se desenvuelve el Imperio a tiempo de
la conquista, muestran apenas el comienzo de un período de transiciones hacia el
esclavismo.
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La situación de absoluto sometimiento de la mujer al hombre, que en el matrimonio
“representa al inca, al señor, mientras la mujer y los hijos al pueblo”; el hecho dc que la
mujer “cumple su doble función económica en la familia al reproducirse en. los hijos y
producir para la sustentación”, bajo “la patria potestad despótica, tiránica y egocéntrica”
del hombre, como aun “puede identificarse a través de la atmósfera de las costumbres
tradicionales de los indios”(33); la abyecta sumisión de los jatun-runas al inca, la
existencia misma de los yanakuna y las luchas en que se hallan empeñados Huáscar y
Atahualpa, son indicios inobjetables de ese período de transiciones a que nos referimos.
Mientras ese es el grado de desarrollo dcl Imperio Incaico, la vieja sociedad feudal del
occidente europeo, en ese mismo tiempo, en el siglo XV, gesta en su entraña una
sociedad nueva: el capitalismo.
El desarrollo de una economía mercantil, con el uso generalizado del dinero y la
expansión sin límites del comercio, que ya entonces establece el mercado mundial,
señalan una trasformación evidente de las relaciones feudales en relaciones capitalistas.
el tributo en especie es sustituido por el tributo en dinero. El dinero ya a fines del siglo
XV corrompe todas las relaciones feudales. Sin dinero ya nadie puede hacer nada. El
dinero es el objeto de toda la actividad humana. La violenta expropiación arroja a los
campesinos, aprendices, oficiales y artesanos, como a simples vendedores de fuerza de
trabajo a los talleres manufactureros El despojo de tierras sigue al movimiento de
cercenamiento La explotación de los pobres por los ricos, la depauperación y la
proletarización traen consigo un nuevo tipo de relaciones de producción, una nueva
forma de sociedad gestada en la entraña de la vieja sociedad feudal.
Lenin explica este proceso del siguiente modo: “Un Sistema económico destinado ya a
los usos dcl mercado ha dado señales de cambio. La adopción de la economía mercantil
constituye la riqueza de una economía individual que depende del mercado. Las fluctua-
ciones de éste originan y agudizan la desigualdad económica, concentrando el dinero
libre en las manos de unos cuantos y causando, al mismo tiempo, la ruina dc otros. El
dinero se emplea naturalmente en la explotación del pobre y se convierte en capital. La
ruina llega a tal grado cuando el campesino se ve obligado a dejar por completo su
tierra, pues ya no puede vender el producto neto de su trabajo; ahora sólo puede vender
su fuerza de trabajo.”
Se operan cambios importantes en la esfera del comercio exterior. Si aún antes del siglo
XV, es el Mar Mediterráneo la principal ruta del tráfico mercantil, hegemonizado en cierto
modo por los mercaderes italianos, cuyas manufacturas alcanzan bastante desarrollo,
particularmente en la ciudad de Florencia, la conquista de Constantinopla, capital del
Imperio Bizantino, y la conquista del Mar Negro por los turcos, ya posesionados del Asia
Menor, asesta un rudo golpe a los mercaderes de Europa y a la economía europea al
aislarla del Cercano Oriente.
A mediados del siglo XV, los árabes, que dominan por mucho tiempo la Península
Ibérica, son expulsados de ella por los españoles. “Desde el 711 duraba la guerra contra
el invasor musulmán —dice Luis Alberto Sánchez—. Después de ocho siglos de lucha
sin tregua, los Reyes Católicos eliminaron de la Península, mediante la toma de
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Granada, al último rey extranjero, Boabdil, llamado el rey chico, quien al ver derrotados
sus ejércitos, desde las sierras de su ciudad perdida, «lloró como mujer lo que no supo
defender como hombre», según la frase atribuida a su acerada madre.”
Las ligas de comerciantes germanos (hansas), organizado ya en los siglos XII y XIV,
constituyen la Gran Liga Hanseática Germana, que en el siglo XV alcanza un formidable
poder económico y político, poniendo de relieve la importancia cada vez mayor de la
nueva clase que surge impetuosa: la burguesía Pero, el cambio de mayor significación
se opera a raíz de la conquista de Constantinopla por los turcos, que cierra el paso de
Europa hacia Oriente por la ruta del Asia Menor y de Siria, ya que los sultanes de Egipto
tienen en sus manos el control del comercio con Oriente por el Mar Rojo. Por eso, “en
todas partes —dice Rostovski— pero particularmente en las ciudades portuarias, los
mercaderes, los sabios, los nobles venidos a menos, los emprendedores sacerdotes
católicos, soñaban con países ultramarinos, ricos en oro, en especias, en telas y
perfumes”; y mientras la nobleza se halla postrada, “los vecinos y los artesanos’’ se
hallan ‘‘por lo menos en movimiento”(34) contra las trabas feudales que impiden su
liberación. En realidad, hacia fines del siglo xv, el feudalismo se muestra en pleno
proceso de descomposición y decadencia.
A su vez, la leyenda sobre la fabulosa riqueza dc las Indias Orientales, que inspirara Las
Mil y Una Noches, incita la ansiedad de oro y el espíritu de aventura, junto a la idea de
encontrar nuevas rutas hacia ellas, señaladas como la fuente capaz de saciar la sed de
riquezas, desencadenada por las trasformaciones operadas en las relaciones feudales;
pero entonces un viaje a la India constituye una travesía peligrosa y dura años enteros,
condicionando precios elevados de las telas, perfumes, especias, etc., en los mercados
europeos; por eso se buscan rutas nuevas, más cortas y menos peligrosas. De esta
manera, la necesidad de surcar los mares y hallar nuevos mundos permite el desarrollo
de condiciones, con el progreso de la ciencia geográfica, la astronomía, el arte militar y
la construcción naval. Tal progreso y la invención de la brújula, crean las posibilidades
dc prolongadas y lejanas expediciones. Esas mismas posibilidades y las guerras en que
se hallan empeñados los reyes, exigen cada vez más dinero, que las monarquías feudal-
absolutistas, recientemente constituidas en Estados centralizados, buscan, igualmente,
en el Lejano Oriente.
España también se convierte en monarquía feudal-absolutista centralizada. “A través de
la cruenta batalla por la emancipación y la unidad hispánicas —dice L. A. Sánchez— se
fueron agrupando los diversos principados y reinos, hasta culminar con. la alianza ma-
trimonial de Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, personeros de los más poderosos
Estados, síntesis de la hispanidad: Castilla por ella y Aragón por él.” La famosa
infantería española, conocida en los siglos xv y xvi como el “azote de Europa”, se forja
en esa lucha y en la seguida contra los piratas de Argel, Marruecos y Túnez, asimilando
de los árabes e italianos, las tácticas de construcción naval de guerra y de combate.
“Y aun el mismo desastre de la caída de Constantinopla en poder de los turcos —dice
Volodia Teitelboim— redundó en mayor brillo para el renacer europeo, pues la huida de
los eruditos del crepúsculo bizantino, enriqueció la cultura de Occidente con un caudal
inestimable.”(35) Pero, lo esencial, lo más importante como consecuencia del monopolio
21
de los sultanes de Egipto y de Siria y de los emires de Turquía, es la necesidad
inaplazable de buscar nuevas rutas a las Indias Orientales, es la búsqueda misma a que
se ven obligados mercaderes, sabios, navegantes y aventureros.
Los requerimientos nuevos de los Estados nacionales, exigen oro y más oro, y, como
todos, los monarcas ven su fuente inagotable en el Asia, en las “benditas” tierras de las
especias, sedas y perfumes. Así nace la necesidad de revisar los conocimientos de las
ciencias, aun a despecho de la Iglesia y la Teología, porque si bien el oscurantismo
medieval regula y mide el pensamiento filosófico y científico, con los cánones de la fe y
bajo la amenaza de la inquisición, en cambio, las trasformaciones materiales y
espirituales operadas, derrumbando las barreras feudales y teológicas, que limitan el
vuelo del pensamiento humano, abren nuevos horizontes al conocimiento humano. Y
justamente con el ascenso de una burguesía media se produce el florecimiento en la
ciencia. “Y la burguesía, por el desarrollo de su propia producción industrial —dice
Engels— requería una ciencia que descubriera las propiedades físicas de los objetos
naturales y los modos de acción de las fuerzas de la Naturaleza. Hasta ahora la ciencia
había sido la humilde doncella de la Iglesia, a la que no se le permitía sobrepasar los
límites impuestos por la fe, y por esta razón la ciencia no era en absoluto ciencia. La
ciencia se rebeló contra la Iglesia; la burguesía no podía desarrollarse sin la ciencia y,
por tanto, tenía que sumarse a la rebelión”.(36)
La burguesía requiere un mundo más ancho, mercados nuevos, minas y veneros de oro
y plata, requiere un mundo que le abra sus entrañas sin reservas para darle sus
riquezas, que le muestre sus confines “con remotos continentes y pueblos extraños”. Por
eso, el viejo concepto ptolomeico, el “mundo plano” de la concepción teológica, con sus
“orillas” que se precipitan en los abismos insondables e ignorados, es sustituido por el
mundo esférico de Galileo, girando en su propia órbita y en torno del Sol. Esta nueva
concepción abre la perspectivas de conocer otras tierras y descubrir continentes nuevos;
y Colón, un alucinado lector de Marco Polo, un navegante audaz de Génova, descubre
un Continente nuevo el 12 de Octubre de 1492. “Y así fue como, en un año crucial —
dice Luis Alberto Sánchez— España» se dio de pronto cuenta de que, al par que
alcanzaba su íntima unidad política, territorial, religiosa e idiomática, su poder se
proyectaba sobre los mares, avanzando hacia lo ignoto, cirniéndose sobre un mundo del
cual no sólo vendrían especias lujuriosas como de Oriente, sino oro, plata y minerales
preciosos para cimentar más ambiciosas empresas en el propio continente europeo.”
Historiadores soviéticos sostienen que Colón no descubrió América, porque ya conocía
de su existencia a través de los relatos de otros marineros que habían estado antes que
él. A este respecto, Fray Antonio de la Calancha, en Crónica Moralizada, dada a la
publicidad por primera vez en Barcelona en 1638, dice: “...o finalmente sea (y es lo más
cierto) que lo supo (según dicen) Colombo, de un gran marinero llamado Ruifalero,
portugués: huyendo de la India Oriental... y llegando a Sevilla murió en casa de Colón y
le dio la noticia”.
El viaje de Colón habría sido de estudio de las posibilidades de colonización,
encontrándose con una tierra salvaje. De ahí que al arribar a la Isla de Guanahaní, en el
archipiélago de las Lucayas, y al aproximársele algunos nativos, escribiera: “me pareció
22
que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su madre los
parió, y también las mujeres, aunque no vide más dc una harto moza y todos los que yo
vi eran mancebos...”(37)
Según los historiadores soviéticos, las autoridades españolas hicieron circular la versión
de que Colón descubrió una fabulosa riqueza, a fin de interesar en la empresa
colonizadora, y declararon que las nuevas tierras eran las “benditas” de Asia. Afirman si-
mismo, haber encontrado una carta secreta de Colón a los reyes Fernando e Isabel la
Católica, en la que deja en claro, no sólo conocer la posición de las Antillas, sino cómo
podían los españoles usar esas tierras. Sostienen, por último, que Colón habría alterado
el contenido de sus diarios.
En todo caso, la fecha oficial del descubrimiento de América, que Leonardo Da Vinci
llama Nuevo Mundo(38), es el 12 de Octubre de 1492, descubrimiento que influye
decisivamente en el Viejo Mundo. En efecto; el Manifiesto Comunista dice: “El
descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa ofrecieron a la burguesía en
ascenso, un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la
colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios
de cambio y de las mercaderías en general impusieron al comercio, a la navegación y a
la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron con ello el desarrollo
del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición”.
CONQUISTA
En realidad, en 1527 recién empieza la conquista del Perú y no termina con el
desembarco de Pizarro ni con la tragedia de Cajamarca. Esos acontecimientos, cuyo
escenario son el Alto y el Bajo Perú, se hallan forzosamente ligados en el pasado al
largo proceso histórico de cambios fundamentales en la estructura económica y social
de Europa occidental, y se prolongan hasta el virreynato de Toledo, en que recién se
afianza la conquista y comienza la verdadera colonización.
Mas, al llegar a este punto, nos asaltan las dudas de si para comprender la realidad
boliviana, es necesario todo este examen de antecedentes. Al propio tiempo, creemos
sinceramente, que el plasma nacional boliviano se halla en todas esas fuerzas y
procesos que arrancan desde el kollasuyu, la conquista y la Colonia, configurando un
pueblo que se yergue vibrante en la “encrespada geografía” de su territorio, en el
corazón mismo de América Latina. Por eso, no es fácil renunciar al análisis de las luchas
de resistencia de los indios, de los conquistadores entre sí y de la monarquía contra los
conquistadores rebeldes.
Si bien Atahualpa es prácticamente sorprendido, hecho rehén, y finalmente asesinado
en Cajamamca, en nombre de Dios, de la Santa Biblia y del Rey; si bien por esta
sorpresa se produce la matanza de los indios, que en protección de su soberano el inca,
oponen ingenuamente sus pechos descubiertos a la bala y al acero de los con-
quistadores; si bien esta hecatombe hace que los incas crean en un poder sobrenatural
de los conquistadores, desorganizándolos aún más de lo que están a raíz de las luchas
23
entre Huáscar y Atahualpa; en cambio, todo eso es pasajero, una vez que repuestos de
ese golpe fulminante y mortífero, comienzan la lucha de resistencia; comienzan la
“época de leyendas y prodigios”, como dice Luis Alberto Sánchez. “Los indígenas
combatían con clavos y dardos contra los arcabuces, sables, lanzas, caballos y
culebrinas de los españoles. Sin embargo, la guerra crecía.”
Cuando Pizarro y Almagro se dividen el Imperio, tomando para sí el primero, como
gobernador, el reino del Perú con el nombre de Nueva Castilla; y como adelantado,
Almagro, la Nueva Toledo que comprende el Alto Perú, empiezan las contradicciones.
Almagro se siente defraudado. Y comienzan las luchas, sordas y calculadoras en un
principio, rudas y crueles después.
“Almagro había desdeñado —dice Jaime Mendoza— su propia concesión colmada de
riquezas, para ir a la otra, que era sólo una tierra miserable. Había desamparado la
Sierra de la plata para ir al “páramo maldito, sin una mata de hierba y sin una gota de
agua”, que no otra cosa era el gran desierto de Atacama.”(39). Con gran número de
españoles e indios conducidos por Paullu Tupaj, hermano de Huáscar(40), llevándose
consigo a Huillajhuma (Gran Sacerdote), Almagro va a descubrir Chile por el Kollasuyu.
La primera población fundada en el Alto Perú es Paria (1535), cerca de Oruro. Y cuando
Almagro se halla de paso, “no faltaron quienes le sugirieron —escribe J. Mendoza—
dirigirse más bien a los Charcas. Pero, ya se sabe la respuesta del concesionario de
Nueva Toledo... ¡ Es poca cosa para tanta gente honrada! ...”(41)
Divididas de este modo las fuerzas de los conquistadores, Manco se rebela y
Huillajhuma se fuga para combatir junto a su hermano. Todo el país se alza en armas.
Los españoles caen bajo la piedra y la flecha de los incas. La ciudad de los reyes (Lima)
es sitiada. La situación de los conquistadores en el Cuzco es difícil. Pero, al fracasar en
su empresa, decepcionado, Almagro retorna al Perú y a tiempo refuerza, pese a sus
diferencias con Pizarro, las fuerzas de éste para dominar la rebelión incaica. Por su
parte, los incas, comprendiendo la necesidad de cuidar al mismo tiempo la guerra y las
cosechas, a fin de evitar hambre a su pueblo; por atender ambas cosas debilitan sus
fuerzas, ya débiles frente a la enorme superioridad de las armas españolas. La lucha se
torna desigual, y Cahuide, el General indio, al verse “copado” en Saxahuamán, según L.
A. Sánchez, “se subió al más alto parapeto, se envolvió la cabeza en su poncho y se
lanzó al abismo”. “Manco II asistió a su derrota pero no cejó. Con sus más fieles tropas
se retiró a la montaña de Vilcabamba, resuelto a no rendirse, a volver mañana, si ello
fuera posible. El capítulo parece interrumpido, no cerrado. En verdad no volverá a
abrirse antes de dos siglos.”
Las remesas de metales preciosos en gran escala, se inician con el rescate de
Atahualpa, avaluado por Prescott en más de 3.000.000 de libras esterlinas(42), de un
poder adquisitivo superior al actual.
El oro y la plata del Perú, de México, Nueva Grana y Chile, confieren a España, grande
influencia política en Europa hasta fines del siglo xvii, causando al propio tiempo, la
decadencia de sus manufacturas. Esta es la razón por la cual España adoptar una
24
política de protección monopolista, siguiendo las ideas del mercantilismo, que entonces
constituían la teoría y la política económica del capitalismo mercantil.
No olvidemos que el descubrimiento y la conquista son el fruto de la actividad de la
burguesía europea naciente, cuyo talismán son el oro y la plata. Por eso hay diferencia
entre los conquistadores y los colonizadores. Mientras aquellos representan la avanzada
de la burguesía europea; mientras aquellos, hombres ávidos de riqueza, aventureros
audaces, representan una clase nueva, capaz de vencer obstáculos y reducir
resistencias-; éstos, los encomenderos, los colonizadores, son los portavoces y
exponentes de la feudalidad decadente; mientras aquellos son los exponentes de un
mercantilismo que avisora un porvenir despojado de toda vestidura de mojigatería, pro-
veniente de las “relaciones feudales, patriarcales, idílicas”; éstos, son los conservadores.
No olvidemos que el oro “es la palabra mágica que empuja a los españoles por el
Atlántico; cl oro: he aquí lo que ante todo reclama el blanco apenas pone su pie en la
nueva playa descubierta”, conquistadores y adelantados buscan, en efecto, metales
preciosos en grandes cantidades. De ahí que en la Española no escatimen medio alguno
para arrancar de los nativos, si no el oro y la plata que buscan, el “secreto” que les
atribuyen de saber dónde hallar esos metales preciosos. Y como los indios no pueden
darles ni una ni otra cosa, son vejados, torturados, diezmados. Los indios huyen de la
voracidad salvaje de los españoles; huyen de la esclavitud y la muerte.
Para comprender la crueldad de los conquistadores con los nativos de América, y la
actitud de Bartolomé de las Casas en defensa de los indios, baste oír lo que dice José
Martí: ..... pero aquellos conquistadores asesinos debían venir del infierno, no de
España! Español era él también, y su padre y su madre; pero él no salía por las islas
Lucayas a robarse a los indios libres; él no los iba cazando con perros hambrientos, para
matarlos a trabajos en las minas; él no les quemaba las manos y los pies cuando se
sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque no tenían fuerzas; él no
los azotaba hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo dónde había más
oro; él no se gozaba con sus amigos en la hora de comer, porque el indio de la mesa no
pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas; él no se
ponía el jubón de lujo, y aquellas capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la
plaza, a las doce a ver la quema que mandaba hacer la justicia del Gobernador, la
quema de los cinco indios. El los vio quemar, los vio mirar con desprecio de la hoguera a
sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro, ni cargó caña de oro, como
los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el
monte sin más ayuda que su bastón de rama de árbol”.(43)
La escasez de minas en La Española determina la implantación de la encomienda. El
intento de la trata de esclavos fracasa en América, no porque se haya impuesto el
humanitarismo ni porque el Obispo. Las Casas defendiera a los indios, sino porque su
trabajo es necesario en las minas; de ahí que cuando “las condiciones económicas
haden nuevamente beneficiosa la explotación de esclavos, cuando los indios son
diezmados por los españoles, se instituye a pedido de las autoridades católicas la «trata
de negros», que restablece la esclavitud: el edicto de Su Majestad Católica, Carlos 1 de
25
España del futuro Carlos V, es obtenido por demanda del más respetado de los prelados
de España, el Obispo Las Casas”.(44)
En la búsqueda de metales preciosos es que los españoles concentran su atención en el
Alto Perú. “La fama del Macizo Andino que hiciera irrumpir a los bárbaros del Brasil y del
Paraguay, antes del descubrimiento.., apenas realizado éste, llega también a los oídos
civilizados, provocando a poco lluevas corrientes humanas que siguen los dos mares, el
Pacífico y el Atlántico.”(45)
Gonzalo Pizarro, Diego Centeno y Juan de Villarroel hallan la mina de Porco, ya
trabajada por los incas. Con esa mina de plata, crece el poderío y el partido dé Gonzalo
Pizarro en su lucha contra los almagristas y contra el mismo poder real, surgiendo de
parte de encomenderos alineados en las filas de Pizarro, aspiraciones incluso
autonomistas.
Las disputas entre conquistadores, por la posesión de riquezas y la explotación de
indios, alcanza contornos realmente crueles; y cuando la Corona desconoce las
pretensiones de Gonzalo de gobernar Nueva Castilla, a titulo de heredero de su
hermano Francisco, y quiere asimismo poner atajo a los abusos de los encomenderos,
entonces se agranda el partido de Pizarro, que ya venciera a Almagro, y vence también
al Virrey en Añaquito. En esas circunstancias, el Demonio de los Andes, Carvajal, insta a
la escisión del Perú para formar un reino independiente. Estos intentos y el rechazo de
Pizarro a todo enviado del Rey, a toda oposición a explotar minas e indios, constituyen,
sin duda, el primero y más serio intento autonomista de América. Entonces no había
más de dos mil colonizadores y cualquier determinación autonomista habría fracasado
por su mismo aislamiento del resto del mundo y porque esos dos mil extranjeros habrían
sido absorbidos por la población nativa. “...hubiera sido pueril, quimérico, iniciar siquiera
la explotación de las riquezas de América mediante la constitución de un Estado inde-
pendiente... Todas las materias extraíbles del Nuevo Mundo —dice Lincoln Machado
Ribas —valían sobre todo por su cotización cuantiosa en Europa, y desconectada de
ésta, mezquino hubiera sido su aprovechamiento”.(46)
La Gasca sabe aprovechar las contradicciones entre Pizarro y Centeno por la mina de
Porco y entre Centeno y Villarroel por la ‘de Potosí; divide a los pizarristas, los debilita y
finalmente los derrota.
Tiene razón Luis Peñaloza en su Historia Económica de Bolivia, decir que la conquista
hizo del Alto Perú, denominado por las reales capitulaciones Nueva Toledo, apenas un
campamento minero; y que durante la Colonia es un cuerpo político con asiento en las
ciudades, pero siempre condicionado a la explotación de dos riquezas: las del subsuelo,
las minas, y las humanas, los indios encomendados y sometidos a servidumbre, bajo
diversas formas.
La búsqueda y explotación de minas determina la fundación de casi todas las ciudades
bolivianas: Chuquisaca, es decir, Charcas, hoy Sucre, en 1538; Potosí en 1545, La Paz
en 1548, Cochabamba en 1574, Tarija el mismo año, Santa Cruz en 1595, Oruro en
1604 y, en 1599 se instruye el gobierno colonial con el nombre de Real Audiencia de
Charcas, dependiente del Virreynato de Lima primero y después del de Buenos Aires.
26
“Desde entonces —dice José María Camacho— Charcas ocupa entre los grandes
distritos coloniales del Continente, su posición de cuerpo nacional aparte e
inconfundible, lo cual llegaría a servir de base y fundamento para la constitución de la
República de Bolivia.”(47)
EL COLONIAJE
Hay quienes pretenden hallar las raíces de la Nación Andina, en la guerra de la
independencia. Niegan de ese modo, tácitamente, el pasado de su propia formación: el
Kollasuyu y la colonización. Es indiscutible la influencia de la colonización en la
configuración de las características nacionales y regionales de Bolivia; como es
inobjetable que el Kollasuyu constituye su legítimo pasado que se proyecta con sus
grandes contingentes nativos: aymaras y quechuas, perfilando la personalidad boliviana
en sus rasgos más típicamente americanos. Es erróneo disminuir la influencia de la
Colonia en la formación nacional, como es erróneo admitir que la colonización diera fin
con das formas de organización indígena. Desconocer el pasado y desdeñar las fuerzas
vivas de la Nación, como son los indios, es sugerir un “nacionalismo” anquilosado, sin
orígenes, sin ralees y sin perspectivas ni porvenir.
“Queramos o no —dice L. A. Sánchez— sería un absurdo negar que la colonización
española imprimió carácter a nuestras colectividades nacionales y hasta provinciales;
como sería igualmente necio pretender que el virreynato logró borrar totalmente los
restos de organización indígena y callar la voz de la sangre nativa.”
Por eso es necesario el análisis, aunque sea panorámico, del coloniaje, a fin de
comprender la realidad republicana. No es posible desconocer esas fuerzas que con sus
procesos de desarrollo y sus contradicciones, constituyen el pasado innegable de
Bolivia, el plasma que nutriera su carácter personalísimo que exhibe ante el mundo.
¿ Acaso no es un hecho social vivo, el mestizaje que nace de esas fuerzas en un
proceso de misogenación a lo largo de tres siglos?
¿ Acaso ese elemento social no es fruto de ese pasado que vertebra la historia de
Bolivia, acusando peculiaridades nacionales propias?
Pues bien, descubierto el Nuevo Mundo, conquistados y vencidos los nativos, los
españoles se apoderan de América. La bula del Papa Alejandro VI, “padre de Lucrecia y
de César Borgia, el virtuoso del crimen” (48)“legaliza” el 4 de mayo de 1494, el despojo
de todo un continente: tierras, minas, mano de obra y mujeres, son el botín de los
conquistadores. Estos. “no se ocuparon sino de distribuirse y disputarse el pingüe botín
de guerra -dice J. C. Mariátegui—. Despojaron los templos y los palacios de los tesoros
que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres
Todo esto corresponde al proceso de acumulación primitiva del capital. “Sabido es que
en la historia real desempeña un gran papel la conquista, el esclavizamiento, el robo y el
asesinato, la violencia en una palabra... En realidad, los métodos de la acumulación ori-
ginaria fueron cualquier cosa menos idílicos.” (49)
27
Ya Colón inicia el reparto de tierras y de indios en La Española, instituyendo el sistema
de repartimiento y encomiendas. Así se dan las bases para la implantación del régimen
feudal en América, a semejanza del vigente en España, sobre la base de un régimen
agrario colectivista, dislocado por la fuerza y la violencia. Y esto se funda en la religión
católica, lo que no es extraño, porque “la Iglesia Católica Romana —dice Engels— era el
gran centro internacional del feudalismo... Coronaba las instituciones feudales con la
aureola de una consagración divina”(50)
La base teórica de la encomienda es, pues, la religión.
Los nativos, considerados incapaces de gobernarse por sí mismos, son “encomendados”
a españoles que por su audacia se hacen acreedores de la merced real, para inculcarles
la fe y cristianizarlos, 1 aprovechar su trabajo y enriquecerse a costa suya. El indio se
convierte en un siervo. “En teoría, dista de la esclavitud —escribe L. A. Sánchez—,
porque el esclavo se compra y carece de toda libertad; mientras que el indio dispone de
alguna, mas no de valerse de sus medios ni del fruto de su trabajo, ni de la tierra
heredada.”
Bien se dice que los españoles colonizaron América con la cruz y la espada. La cruz y la
espada son los símbolos de dos clases en pugna. La espada representa la burguesía, la
conquista, el triunfo de una clase que aún no había vencido totalmente. La cruz repre-
senta el feudalismo, a los señores feudales, a todo un sistema que aún no había perdido
completamente. Por eso, la colonización de América y por tanto del Alto Perú, tiene ese
doble carácter.
La distribución y la “composición de tierras”, que tiene por objeto redistribuir y
readjudicar grandes extensiones favoreciendo la formación del latifundio, y permitiendo a
los reyes de España vender al aytlu sus propias tierras, constituyen la causa de las
luchas sociales y políticas a lo largo de la historia colonial y republicana de Bolivia.
Cierto es que los colonizadores no tienen interés por la tierra ni ella vale nada sin los
indios. Ellos vienen desde España atraídos por el oro y la plata altoperuanos, a adquirir
riqueza y poder; vienen atraídos por la entraña millonaria del gran Potosí, a hacer “su
América”. Pero, no todos pueden disponer de minas, y entonces se apoderan de tierras
e indios; sin embargo, hay españoles sin encomienda. Peñaloza anota que en 1570, la
Plata, hoy Sucre, tiene 32 encomenderos y 300 vecinos sin encomienda o moradores, y
Potosí 800 españoles casi todos mineros. Esta distribución tiene importancia. De esa
distinción depende la composición del Cabildo.
La encomienda en el Alto Perú significa la asignación de miles de indios. Confiere
riqueza y poder al encomendero. Mas no todas las tierras son distribuidas ni todos los
indios encomendados. Por eso, junto a la propiedad realenga instituida por derecho de
conquista, junto a la propiedad privada de los colonizadores, adjudicada a titulo de
“recompensa”, junto a la propiedad eclesiástica o de “manos muertas”, proveniente de
diezmos, primicias, sínodos, espolios, herencias, donaciones, capellanías y también
despojos, subsiste la propiedad indígena. Junto a la propiedad feudal impuesta por la
Colonia, se mantiene en cierta medida, “la propiedad comunaria de los indios. El ayllu
28
subsiste como una “unidad territorial económica”, con las modificaciones traídas por la
colonización.
Los repartimientos y encomiendas dc los primeros años causan verdadero pánico entre
los indios. Muchos huyen de la triste condición de encomendados, aun abandonando
sus tierras, por verse libre de las exacciones tributarias y dc la explotación de los
encomenderos. Esto significa pérdida para la Corona, pérdida en cuanto al tributo y en
cuanto a la mano de obra; de manera que, a fin de “asegurar la mano de obra para los
trabajos mineros y agrícolas, facilitar el cobro de tributos y, en suma, sistematizar la
explotación del trabajo indígena”(51) , se concentran las poblaciones nativas en las lla-
madas “reducciones”, que generalmente se fundan sobre la base de’ un ayllu.
La Leyes de Indias, favorables en muchos aspectos a los nativos, no se cumplen ni
pueden cumplirse en las condiciones históricas. de la colonización, que en el fondo
representa la lucha de fuerzas contradictorias en la explotación de nativos y en el
saqueo de riquezas del Alto Perú: de un lado la feudalidad decadente; del otro, la joven
burguesía voraz e insaciable. Ambas le imponen a la propia España, la prueba de
trasformarse o quedarse rezagada. En la lucha resiste el feudalismo y España se atrasa
en la historia, arrastrando su agonía a su inmensa colonia. Quizás por esta
circunstancia, las comunidades supervivientes, asentadas en la marca, gozando del
úsufructo de sus parcelas, del aprovechamiento común de aguas, pastos y montes, son
respetadas como tradiciones nativas. Para ellas no hay más que el tributo en señal de
sumisión al soberano. Pero debido a las condiciones sociales impuestas por la Colonia,
la distribución de tierras de comunidad se hace cada vez mas desigual. “Los originarios
—dice Arturo Urquidi— ocupan una situación privilegiada con respecto a los agregados;
y ambas categorías gozan de mayores preeminencias que los utaguagua, cuya
condición es de simples acogidos. Por término medio, los originarios poseen «más o
menos el doble» de tierra que los agregados, mientras que los acogidos suelen carecer
de ella.” En cuanto al tributo, los originarios pagan una tasa menor. El usufructo de la
parcela se convierte en propiedad individual. Pero, así y todo, no es menos cierto que la
comunidad indígena conserva aún fuerte vínculos territoriales y económicos, que hace
justamente una relación de propiedad típica, que debe considerarse para una adecuada
reforma agraria en Bolivia.
Además de los repartimientos, encomiendas y “tercios de corona”, se desarrolla como
institución “agraria-tributaria”, el yanaconago, que junto con los sistemas de explotación
denominados jamenes, postillones, chacras, tambos, cocales, etc., constituye una forma
“reagravada de esclavitud y servidumbre para los desgraciados vasallos del imperio del
Sol”, según expresión de Julio Paz.(52)
Es cierto que la colonización aporta algunos elementos de progreso para la agricultura:
el arado de hierro, la hoz, el machete y el rastrillo; vegetales: arroz, cebada, trigo,
centeno, caña de azúcar, naranjo, etc.; animales: caballo, asno, buey, cabra, oveja,
cerdo y otros; pero, es también evidente que el colonizador hace abandono de la
actividad agrícola, para dedicar toda su atención a la milena. “La agricultura no creó —
escribe G. A. Otero— en el Alto Perú las mismas fortunas que la minería. Era más bien
una fuente de riqueza para aquellos españoles que hacían vida sedentaria, ociosa y de
29
simple parasitismo... “. Por otra parte, como dice Julio Paz, se prohíben los cultivos
como el olivo y la vid, que hacen competencia a los aceites y vinos de España. “Un
corregidor —agrega— hizo arrancar de Mizque, ciudad floreciente con más de 20.000
habitantes, todas las viñas y sólo permitió el cultivo del ají.”
El núcleo feudal de la sociedad altoperuana se halla constituido por los encomenderos y
los encomendados, por los hacendados y los yanakonas, y, por la Iglesia, la gran
latifundista, cuyas rentas compiten con las de la Corona. En 1896, las rentas reales
alcanzan a 1.255.760 pesos y las del clero a 1.239.000 pesos, menos la pequeña
diferencia de 16.760 pesos.(53) “En torno de los obispados, canonjías, curatos,
conventos, giraba —anota O. A. Otero— toda una. enorme organización feudal... La
clerecía altoperuana alimentaba sus finanzas a expensas de los cholos y de los indios.
Así, la religión de Cristo era una industria de las más saneadas después de la minería.”
La manufactura industrial, cuyo germen se halla en los obrajes, instituidos sobre la base
de la encomienda para la fabricación de tejidos, sombreros y otros artículos, adquiere
alguna importancia en los obrajes de Cochabamba, Mojos y Chiquitos; pero, debido a la
política de monopolio cerrado ejercida por la Metrópoli, es relegada e incluso destruida,
a fin de inducir a los habitantes a comprar esas mercancías de España e impedir la
competencia a la manufactura metropolitana.
Los obrajes, establecimientos prácticamente de explotación esclavista, semejan, según
Humboldt, oscuras cárceles constantemente cerradas, de donde no se permite a los
trabajadores salir a su casa. La mitad de lo que se paga al obrajero pasa a manos del
corregidor a cuenta del tributo y la otra mitad para su manutención; de modo que en los
hechos, no recibe nada. Por eso, y por los castigos y torturas que implican, los obrajes
son temidos y odiados por los indios.
Las misiones, son vastos campos agrícolas y centros de manufactura y artesanía.
Empujados por la leyenda del Gran Paititi o el Dorado, los conquistadores realizan
sucesivas expediciones por el Nordeste, Oriente y Sudeste bolivianos. Acaso como una
ironía a la voracidad de los españoles, los indios se imaginan una serie de ciudades
mitológicas, maravillosas; son el espejismo que presentan a los conquistadores,
“situando siempre cada vez más lejos aquellas poblaciones aladinescas, alma de las
exploraciones coloniales”. Sin embargo, son los religiosos los que internándose por los
bosques del norte, los llanos de Chiquitos al centro y las pampas del sudeste, los que
navegando los grandes ríos afluentes del Amazonas, del Plata y del Paraguay, fundan
misiones. Desde Mojos hasta Chiquitos los jesuitas, por los llanos de Manzo y
Apolobamba los franciscanos y por la región de los ríos Quetato y Manique, desde
Ayopaya, Chapare e Inquisive hasta el norte, los dominicanos?(54)
En 1661, las misiones jesuitas alcanzan a reducir 15.000 neófitos. En 1773, más de
30.000. Se expulsa a los jesuitas a fines del siglo xvii. En 1796, la renta de
Cochabamba, Mojos y Chiquitos, alcanza a 72.600 pesos de un total de 1.853.990 de
renta real del Alto Perú. En 1800, la renta de Mojos es de 44.000 pesos y la de Chiquitos
28.400, de un total de renta real de $ 2.252.100 para todo el Alto Perú.(55) “Cuando
éramos colonos —escribe Peñaloza— comprábamos los efectos de la industria europea
30
a precios altos, que recibíamos de cuarta, sexta u octava mano, en virtud del monopolio
que se ejercía desde Cádiz”, no obstante de que en esa misma época, sólo
Cochabamba llega a producir un millón de varas de tocuyo, fuera de muchos otros
tejidos. Los obrajes de La Paz, Potosi y Oruro, también aportan con su producción,
aunque mucho más Mojos y Chiquitos. “El año 1796 —según el informe del Visitador
Viedma—, Santa Cruz exporta 10.600 arrobas de azúcar y 500 odres de miel” y cada
año a las provincias limítrofes del Alto Perú y Buenos Aires, 1.600 arrobás, de acuerdo
con los datos recogidos por Gustavo Adolfo Otero.
La dominación colonial española tiene en verdad mucha semejanza con la dominación
imperialista de nuestros días. Como aquélla, tiene la misión de matar en sus orígenes el
proceso de industrialización del Alto Perú, y mantener a este país como simple
proveedor dc metales preciosos; el imperialismo norteamericano impide por todos los
medios la industrialización de Bolivia, imponiendo a los gobernantes de este país, la
política que le permita mantenerlo como simple productor de materias primas.
Las misiones que se fundan con la finalidad de “libertar” a los indios, se convierten en
centros de inicua explotación en. nombre de “Dios” y la “Santa Biblia”, bajo el pretexto de
la minoridad atribuida a los nativos.
Como se tiene dicho, a los colonizadores no les interesa la agricultura ni la ganadería ni
la manufactura. Buscan ante todo oro y plata. Por eso, la actividad fundamental del Alto
Perú es la minería.
Muchas minas y veneros de oro, plata, cobre, etc., ya trabajados por los incas, los
“descubren” los españoles. Las minas de plata de Porco y Tupiza y los lavaderos de oro
del Chuquiañu donde se funda La Paz, son los primeros. “Chuquiapu, que
corruptamente llamamos Chuquiabo, quiere decir en lengua general de aquesta tierra,
Chacra o Heredad de oro”(56), etc. Cada “descubrimiento” inmola cientos de vidas de
indios que se resisten, por temor a sus “dioses”, a revelar las minas y veneros por ellos
conocidos; mas la fiebre de metales preciosos conduce a los españoles a conocer casi
todos los veneros, minas y lavaderos de oro, plata, cobre, estaño, etc., que hoy se
conocen y que son muchísimos.
El descubrimiento del cerro de Potosí en 1545, constituye el acontecimiento más notable
de la Colonia. Fabuloso cerro, perforado y vaciado al punto de quedar como un
cascarón, si cabe la hipérbole, su fama abarca el ámbito mundial. Según Barba es la
riqueza descubierta más fabulosa del mundo. El crecimiento de la población de la Gran
Villa Imperial de Potosí, hasta 160.000 habitantes en 1650, da una idea de la atracción
ejercida por la riqueza del portentoso cerro. Peñaloza afirma que Potosí es la fuente
principal de ingresos de la Corona, de la economía española y europea, desde su
descubrimiento hasta principios del siglo xviii.
A base de datos de varios autores, Omiste, citado por Peñaloza, anota que la plata
producida en Potosí desde 1545 hasta 1834, alcanza a la suma de 3.897.215.288, y los
derechos de la Corona a 779.444.857 pesos, con un promedio anual de producción de
pesos
31
813.484.174. Estas cifras prueban con elocuencia la enorme riqueza del Potosí, y, en
verdad, casi toda la plata enviada a España como procedente de Buenos Aires, es del
Alto Perú.
Potosí no solo vacía sus entrañas para la monarquía española, ayuda también, con el
nombre de situado, a la Capitanía General de Chile y a Buenos Aires. Según el mismo
Peñaloza, un 85 % de las rentas de Buenos Aires en 1770, es de Potosí.
Como las tierras, las minas pertenecen a la monarquía por derecho de conquista. Para
las concesiones existe una minuciosa legislación que preserva los derechos de los reyes
de España.
El sistema de trabajo es la mita, que no sólo quiere decir turno, sino también, trabajo
gratuito, a pesar de las Leyes de Indias, que no se cumplen. Hoy mismo se dice mita o
punta al turno de una jornada de las tres que rigen durante las 24 horas del día en las
minas, bajo él régimen del salario. En tiempos de la Colonia, la jornada en Potosí era de
36 hs. sin salir de la misa; y de 18 pesos anuales que se paga al mitayo, 8 se restan a
cuenta de la capitación o tributo, 21/4 para su vestido, y los restantes 73/4 para su
alimentación y el pago de diezmos eclesiásticos(57). Los mitayos siempre resultan
deudores y no se les acepta el pago en dinero, se les cobra en trabajo. Así, los hijos y
los nietos se hallan reatados a las deudas de sus padres. “Los desgraciados indios
arrastrados para la mita. —dice J. Paz— se despedían para siempre de sus ayllus,
porque perecían en las minas o quedaban inutilizados por la violenta faena.”
Los indios de 150 leguas a la redonda se reclutan para las minas de Potosí y
frecuentemente se roban indios de las comunidades y haciendas, provocando pleitos
entre encomenderos y colectores de mitayos (herederos de éstos en la República son
los enganchadores, que contratan obreros por cuenta del patrono, en regiones distantes
del trabajo). A los aborígenes arrancados de su tierra, se les conduce como esclavos,
encadenados, a las minas.
La mita es, en realidad, un trabajo forzado y gratuito, “una forma cruel de esclavitud” y
de exterminio. “La mita minera —escribe Otero— fue una máquina trituradora de
hombres igual que la mita de los obrajes y la coca. Se calcula en 8.000.000 de indios
muertos en la mina del cerro de Potosí en un siglo y medio”, o sea, 53 mii personas por
año, cerca de 150 por día. Ochenta mil mitayos por año se emplean en esas minas. De
cinco mil que entran a los socavones —según tI. Paz— apenas salen 400 por término
medio.
También se emplea, aunque en pequeña escala, el trabajo de los mincados y
aventureros, que gozan. de mejores condiciones de vida que los mitayos. Estos son, en
realidad, los precursores de los trabajadores mineros, asalariados de la República.
Debido a la baratura y abundancia de mano de obra, 110 progresan las técnicas de
producción en las minas, la agricultura, la manufactura obrajera, la artesanía, ni la
técnica de los trasportes que se hacen en recuas de mulas y manadas de llamas, por las
mismas sendas y los mismos caminos trazados por los incas; no obstante, sólo de
32
Potosí se extrae tanta riqueza que según “la frase ya consagrada, bastaba el quinto del
Rey para construir un puente de plata de Potosí al Palacio de Madrid”.
La Casa de la Moneda de Potosí, uno de los pocos monumentos coloniales dejados por
los españoles, y el Banco de San Carlos, con sus funciones de estanco, están ligados
íntimamente a la minería, base de la economía altoperuana.
Según el censo de 1556, la población del Alto Perú alcanza a 370 mii habitantes, “de los
cuales 8.000 son españoles de nacimiento”. El censo de 1796 arroja la cifra de 552.700
y, al iniciarse la República llega a los 500.000. Los españoles de nacimiento y los
nacidos en América, los criollos, que constituyen la minoría de la población, tienen en
sus manos la autoridad civil, militar y eclesiástica, delegada por el Rey. Ellos son los
funcionarios de la Rea Audiencia de Charcas. Ellos, los terratenientes, son los dueños
de minas, de obrajes, del comercio, mientras los mestizos, los indios y los negros, la
gran mayoría de la población, sin acceso a las funciones públicas y sin derecho a poseer
mina sin encomiendas ni obrajes, son los explotados y oprimidos. Los mestizos se
ocupan más en la artesanía, en el pequeño comercio y en el trasporte: son los arrieros
de recuas de mulas que llevan las piñas de plata hasta los puertos de embarque a
España, y también los indios con sus piaras de llamas; pero los indios son ante todo los
encomendados y yanakonas, los pongas y mitanís de la República, los mitayos y los
máncados de las minas, en suma, los que producen. Finalmente los negros, muy pocos,
son los esclavos que trabajan en la Casa de la Moneda, los sirvientes de por ‘vida de las
familias ricas de españoles y criollos. Por eso, tiene razón Gustavo Adolfo Otero, cuando
dice qu~ el indio es el principal actor de la tragedia agraria del coloniaje. “La agricultura
estuvo en poder de la familia indígena, principalmente de la mujer y los niños. Los
hombres que no fueran ancianos, casi en su totalidad estaban ausentes de la
agricultura. Eran llevados a la batalla de la plata, a las líneas de fuego de la mita, de
donde se salvaban fugazmente para rendir el cuerpo cuando no había quedado
sepultado por las ayzas, junto a la tierra madre alumbrada por el Sol.”
Como los racistas del fascismo alemán “sostenían que Alemania, es decir, la burguesía
alemana, estaba destinada por obra de la naturaleza a ser dueña y señora del mundo
entero”; como los racistas anglosajones de hoy (de los EE. UU. e Inglaterra), entienden
que “es la burguesía de las naciones de habla inglesa la llamada a dominar sobre todos
los pueblos”(58), así también los españoles que alcanzan a dominar y a someter por
espacio de tres siglos al Alto Perú, se consideran a sí mismos exponentes de una ‘‘raza
superior”. Es que las potencias comerciales. de ayer, como el imperialismo de hoy,
colonialistas ambos, tratan de justificar la dominación de unos pueblos por otros, como
una consecuencia legítima de esa supuesta superioridad de tinas razas con respecto a
otras.
Políticamente, el Rey de España sustituye al inca y gobierna a través del Consejo de
Indias y la Casa de Contratación desde la. Metrópoli, y a través de la Audiencia de
Charcas aquí mismo, en estrecho madrinaje con la Iglesia, que “es —escribe Otero— el
Proteo que se trasforma en todas las modalidades de la vida social, esencia viva,
sustantivo y base de la historia del Alto Perú en los siglos xvi, xvii, xviii y aun el siglo xix,
prolongados hasta hoy”. Y, ciertamente, prolongándose hasta hoy, porque en los últimos
33
tiempos se presenta una verdadera invasión de monjas, frailes y curas de España,
portavoces del falangismo de Franco; del Canadá y Norteamérica, voceros del
imperialismo yanqui; alemanes, etc., en proporciones tan grandes, que no es exagerado
decir que como en la Colonia están “copando” la vida en los campos, minas y ciudades.
“El hombre de la Colonia —dice Otero— vivía encadenado por la sensación mística, y la
religión católica lo había convertido en un autómata por la vigilancia del confesionario.”
Parece que se quisiera retrotraer esas épocas ya muertas y revivir el pasado. En
realidad, son manifestaciones postreras de un régimen social que está en aguda crisis,
en trance de muerte. El colonialismo se desmorona. El capitalismo cede su campo al
socialismo y está en vías de ser totalmente sustituido.
Una de las instituciones más típicas de la explotación colonial es el Corregimiento, que
se compra para. adquirir el derecho de explotar sin tasa ni medida a los nativos. Los
corregidores tienen la facultad de repartir” entre los indios, obligándoles a pagar precios
elevados, mercancías que éstos no necesitan ni les sirve de nada; de esa manera
amasan fortunas en poco tiempo con el dolor y la miseria de los nativos de América. Son
los funcionarios más temidos y odiados de la Colonia y por eso, debido a los levanta-
mientos indígenas, se instituyen las intendencias, como órganos reguladores de los
corregimientos.
La Monarquía sabe aprovechar algunas instituciones propias del Incario. Establece, en
efecto, como gobierno de enlace entre las masas aborígenes y las autoridades, el
cacicazgo, a semejanza del curacazgo; pero, es evidente que los caciques no son
siempre indios, pues hay también caciques mestizos.
Dada la organización feudal de la sociedad altoperuana, todos los órganos
administrativos, religiosos y militares, se mueven en función del tributo al Soberano. Por
eso el régimen fiscal pesa sobre las espaldas de indios y mestizos. Las rentas como el
quinto del Rey, los estancos, espolios, temporalidades, etc.; las tasas o contribuciones
como el tributo de lo indios, el derecho de Cobos, las medias annatas, censos y
contribuciones de mayorazgos, prestaciones personales corno la mita, el tercio dc
Corona, etc. y los impuestos como los diezmos, primicias, veintenas, huasiveintenas,
alcábalas, almojarifazgos, derechos de aduana, etc., pesan, en último análisis, sobre los
indios y mestizos, que constituyen la masa sujeta en la sumisión y la servidumbre.
Trasunto de una mentalidad aprisionada en los férreos dogmas de la fe, la cultura
colonial, feudal-católica, es en verdad la expresión de una inteligencia tullida. La
educación tiene un sentido esencialmente de clase y poco o ninguna significación.
Ligada como todas las instituciones a la Iglesia, constituye función privativa de los
religiosos al servicio de los hijos de “caballeros”. Las palabras del Virrey de Esquilache al
fundar el Colegio de San Cristóbal de Charcas en 1621, para “criar en letras y en virtud a
los hijos de los caballeros”, definen con exactitud el sentido clasista de la educación
colonial. A base de ese Colegio se funda la Universidad de San Francisco Javier, como
“un símbolo de la filosofía escolástica y de los prejuicios realistas”. “Culturalmente el Alto
Perú es uno de los sectores más atrasados de la dominación hispana. Es verdad que la
Academia Carolina, fundada en esa Universidad, estaría destinada a ser vivero de la
34
insurrección... incuba a los precursores, no sólo de la independencia altoperuana, sino
también... de algunas repúblicas vecinas.”(59)
La imprenta no llega a progresar durante la Colonia a causa del inquisitorialismo
reinante, porque en todo escrito se ve el peligro de la emancipación ideológica. Pero, la
vida colonial no se desarrolla plácidamente, no es una “siesta colonial’’, “un período de
mansedumbre servil de los criollos, que habrían vivido resigne.-dos a un despotismo
extranjero e irresponsable, y aun sin conciencia lúcida como para discernir su situación
de sometimiento.”(60) Al contrario, es vida hondamente agitada por movimientos
sociales y políticos de indios, mestizos y criollos hasta llegar a la independencia.
35
IV. INDEPENDENCIA DEL ALTO PERU.
FUNDACION DE LA REPUBLICA
La protesta, el tumulto y la rebelión constituyen un fenómeno común a todas las colonias
de España en el Nuevo Mundo. No hay ninguna región de la dominación española que
esté libre de agitaciones y conflictos. Y ya se ha visto cómo, apenas pasada la sorpresa,
“familiarizados con las armas de fuego y perdido el terror supersticioso que les inspiran
las detonaciones, el caballo y hasta el aspecto de los hombres blancos”(61), los indios
inician las luchas de resistencia y de liberación del dominio español. De esa naturaleza
es la rebelión del joven inca Manco II; y si bien la superioridad de las armas españolas
permite someter a los rebeldes, no es menos evidente que la resistencia no cede y
alcanza brotes de terrible violencia en distintos períodos de la larga dominación colonial.
Pero, no sólo los indios se rebelan contra la explotación feudal, sino también los negros
allí donde su número es mayor que en el .Alto Perú, y los mestizos y los criollos. Sin
embargo, debe quedar claro que los jatun-runas del Imperio Incaico, los indios,
constituyen la clase explotada por excelencia. Ellos son los encomendados, los
yanakona, los matayos, los trabajadores, en suma, los productores de la economía
altoperuana. Los mestizos son pequeños comerciantes, transportistas y artesanos, y los
negros, esclavos.
Las luchas de los conquistadores entre sí y de éstos contra el poder real, también
cuentan en los movimientos sociales y políticos operados a lo largo de tres siglos
coloniales. Uno de ellos es el liderizado por Gonzalo Pizarro. Se trata de imponer el
régimen de la encomienda y el derecho a explotar tierra e indios; y es innegable que la
Corona transa con éstos, reconociendo su derecho ‘a explotar minas y hombres de
América y enriquecerse a costa del trabajo, del dolor y la vida misma de éstos, a cambio
del derecho de disponer de sus colonias y de una participación jugosa en las fortunas
amasadas con la sangre de mitayos y encomendados. En verdad, ése es el sentido, la
esencia de la vida colonial; y por eso también, únicamente los españoles pueden ejercer
las altas funciones políticas, administrativas, militares y eclesiásticas. “Sólo ellos y los
criollos, sus hijos, podían ser dueños de tierras, de obrajes. Jamás un español era peón;
36
comerciante sí. Jamás egidatario ni peón de minas; capataz sí. Desde luego, de manera
alguna caía en la esclavitud. Ni siquiera en la servidumbre.”(62)
Los españoles traen con su voracidad de riqueza un exaltado fanatismo religioso. Se
agrupan en torno de su cofradía bajo el palio y docel de un “santo” cualquiera; y lo que
en un comienzo parece simple asociación de fe religiosa, se convierte en irreductible
antagonismo político. Ese es el caso de las luchas cruentas e interminables de los
vascongados y vicuñas en el siglo XVII.
Al empezar este siglo, cuando la plata de Potosí fluye a raudales a las bolsas de los
mineros, de los mercaderes, tahures, dueños de mesones, “hacendados”, “moradores”
de La Plata, a las Cájas Reales y “hasta a los piratas de Gran Bretaña y Holanda que
merodean las exportaciones hispánicas en el Mar de Balboa”; cuando “con la plata de
Potosí se adquieren en la Corte de la Villa del Oso y del Madroño, indistintamente,
armas y sedas, especias olorecientes y avituallamientos para. su ejército, libros latinos y
cristales venecianos, joyas y tejidos, barcas y armaduras, perfumes y pólvora”(63), los
vascos se agrupan en torno de la Iglesia de San Agustín y forman la “nación
vascongada”, con la finalidad de controlar económica y políticamente la Gran Villa
Imperial de Potosí; y la controlan, pues la mejor producción de plata es de ellos y las
autoridades surgen de sus recomendaciones. Pero, también los gallegos, castellanos,
extremeños y andaluces, organizan sus cofradías y constituyen grupos opositores a los
vascos.
Al finalizar el primer cuarto de dicho siglo, la pugna alcanza contornos por demás
violentos, arrastrando en sus luchas a criollos nativos, como “carne de cañón”.
“Hasta el rango social y emperifollado apuntaba por la golilla de estos nuevos señores --
dice Armando Alba—, los vascos, que veían por muy menos a extremeños, gallegos,
andaluces o castellanos, que derraban un ojo para ver a medias a criollos y nativos y
que cerraos ojos herméticamente para no ver a la morería trashumante a otra gente de
Europa.”(64) Entonces asoma en la conciencia de los criollos, la intuición de su mayor
derecho que el de los peninsulares, al goce y disfrute de las riquezas y del poder de la
tierra en que nacieron; y fundan el grupo de los vicuñas, cuyo exponente bravío, audaz y
rebelde es Alonso de Ibáñez. Es un grupo proscrito de toda garantía. A los vicuñas se
les declara al margen de la ley, como hoy se considera a los comunistas”, escribe Alba.
No se puede afirmar que los vicuñas adquieren de golpe y porrazo una conciencia clara
de la libertad. Pero es innegable que protagonizan un movimiento de sentido
nacionalista. Combatir a los españoles de España y exigir derechos en razón de ser
ellos españoles de América, tiene, ciertamente, ese sentido nacionalista que arde, casi
dos siglos después, sería el principio de la auto-y la independencia del Alto Perú.
Los vicuñas eran un bando corajudo —agrega Alba— que contendió con los foráneos
por la hegemonía de la Villa. Actitud muy justa nacida de una lógica reacción ante el
oprobio en que se les hacía vivir a los otros grupos... estallido del conflicto de la
desigualdad económica, que produjo el terrible lance a muerte; en último término
movimiento insurreccional impetuoso contra el sistema económico de ese tiempo, que
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  • 1. BOLIVIA EL PROMETEO DE LOS ANDES Raúl Ruiz Gonzáles Obra suministrada por la Universidad Mayor San Andrés, Bolivia
  • 2. 1 COLECCIÓN PROBLEMAS DE AMERICA VOLUMEN II BOLIVIA El Promoteo de los Andes
  • 3. 2 RAUL RUIZ GONZALES BOLIVIA El Prometeo de los Andes EDITORIAL PLATINA BUENOS AIRES
  • 4. 3 Libro de Edición Argentina C by Editorial Platina Santa Fe 2970-Buenos Aires Queda hecho el depósito que Marca la ley 11.723
  • 5. 4 A la esforzada y combativa clase Obrera de mi país. A mi digna y sacrificada madre. A Guille, mi compañera infatigable, Cuyo espíritu es la protesta Encendida contra la injusticia social. A ella que, como educadora, conoce El drama que viven la mujer y el Niño del pueblo boliviano.
  • 6. 5 I. PAISAJE País mediterráneo, Bolivia limita con varios países: al norte y al este con el Brasil, al sud con la Argentina y el Paraguay y al oeste con el Perú y Chile. Su territorio se extiende al occidente del centro geográfico del Continente Sudamericano, con una superficie de 1.098.581 kilómetros cuadrados. El macizo central de los Andes o Promontorio de América (1), denominado con razón por el escritor Jaime Mendoza, Macizo Boliviano, constituye en toda su diversidad geográfica, el variadísimo escenario en el que vive y se desarrolla un pueblo de ricas tradiciones históricas. “El macizo boliviano —escribe Fernando Diez de Medina— da contextura fundamental al país, coherencia a la síntesis cósmica de sus paisajes, fusiona los pueblos que lo habitan y se proyecta al continente.”(2) A una altura media de 3.700 metros sobre el nivel del mar, el gigantesco Altiplano es, en realidad, la configuración de dos cordilleras que se desatan de los nudos de Apolobamba y Vilcanota y se extienden como sus bordes hacia el sud, enlazándose nuevamente en el nudo de Lípez. La Cordillera Occidental o de la Costa, sale de Bolivia por el sud hasta las riberas del Pacífico, formando “un laberinto de sierras y macizos sobre la “puna” de Atacama”(3). La Cordillera Oriental o interior que atraviesa el territorio boliviano, comprende dos macizos: el septentrional o de yungas, que en rápida sucesión de valles profundos y estrechos, desciende hasta las llanuras de la hoya amazónica; y el meridional o de Charcas, que atravesado de norte a sud por planicies elevadas y valles amplios y templados, desciende lentamente hasta los llanos de la hoya platense. Diríase mejor. El macizo boliviano se alza por su flanco marítimo en vertiginosas pendientes, en tanto que por su flanco oriental se alza desde los llanos que forman su base, lentamente, por mesetas escalonadas hasta las planicies altas conocidas con el nombre de punas, a modo de gigantesca gradería. Las tierras ribereñas del Pacífico constituyen, de esta manera, la plataforma desde donde se yergue la Cordillera Occidental del macizo boliviano, del mismo modo que “las tierras bajas de la cuenca del Madera integran, en lo orográfico y en la hidrográfico, el
  • 7. 6 macizo de los yungas; y ]as planicies de la hoya platense, entre el Paraguay y el Pilcomayo, pertenecen por los mismos conceptos, al macizo de Charcas”.(4) “Geográficamente —dice Jaime Mendoza—, Bolivia es un país mixto, de tierras altas y bajas, que se complementan mutuamente... está constituida por dos partes al parecer divergentes, pero que con su misma oposición están llamadas a formar una maravillosa unidad.” Comprende en general tres grandes regiones fundamentales, claramente diferenciadas por su altitud, su topografía, su clima y su fauna y flora. La región altiplánica, fría y árida, azotada por los vientos, pero soberbia por su inmensidad, su cielo profundamente azul y sus montañas siempre coronadas de nieve, comprende parte de los Departamentos de La Paz, Oruro y Potosí y el lado occidental de Cocha-bamba. Abarca un catorce por ciento del territorio. Los yungas y los valles, de clima cálido y templado respectivamente, dotados de tierras fecundas para todos los frutos, se extienden en los Departamentos de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Tarija y aun Potosí y representan el diez por ciento del territorio. Las tierras bajas, de clima tórrido, de montes, bosques, llanuras y pampas y de una fertilidad realmente asombrosa, comprenden el Departamento de La Paz, la parte oriental de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija y en toda su extensión los Departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz, constituyendo el sesenta por ciento del territorio. Cada una de estas grandes regiones geográficas tiene sus características propias; y sin embargo, es necesario destacar el hecho de que en la región de los valles, situada entre el Altiplano y los llanos, los del macizo septentrional son estrechos y profundos, yungas de clima cálido y húmedo; y los del macizo meridional son amplios y más altos, de clima templado y menos húmedo. Asimismo, en la región de las tierras bajas, se distinguen las selvas del norte en la cuenca del Madera, las llanuras de Chiquitos y las pampas y arenales del Chaco en la hoya del Plata, lo que tipifica un clima y paisaje variados, si bien toda esta región tiene, en general, un clima tórrido. Este es el panorama geográfico que ofrece Bolivia. Es, como dijera su autor, “la síntesis geográfica de América”. Tiene selvas y montes, llanuras y valles profundos y templados, Altiplano y montañas de eternas nieves: Illampu, Sajama, Illimani, Parinacota, Huayna Potosí, Mururata, Chacaltaya y otras; lagos como el Titicaca, el más alto del mundo, a 3.810 metros del nivel del mar y cuyo dominio se comparte con la vecina República del Perú. En las zonas de influencia de este lago se desarrolló una de las culturas más antiguas de América, y es célebre, porque una de sus islas, la Isla de Coati (Isla de la Luna), convertida en penal para delincuentes comunes durante la República es, hasta la insurrección de abril de 1952, el lugar de confinamiento de los políticos opositores. Tiene otros lagos como el Poopó, unido al anterior por el río Desaguadero; salares como los de Coipasa, Uyuni y otros; ríos grandes y caudalosos, navegables muchos de ellos y que por su sistema hacen de Bolivia el centro hidrográfico del Continente. Bolivia que, sin lugar a dudas, por su misma posición geográfica, “como clave del pasado histórico y centro de equilibrio del hemisferio”(5) desempeña un destacado papel en la historia de América Latina, encierra un potencial de riqueza asombrosa. “Mesa de
  • 8. 7 plata, asentada sobre bases de oro”, como dice Humboldt, el macizo andino es, ciertamente, de enormes riquezas naturales. En las cumbres de sus montañas anidan el águila y el cóndor. Este último es símbolo del escudo patrio. En las entrañas de sus cerros y en las cuencas de sus ríos, palpitan casi todos los minerales conocidos, desde el oro y la plata, el estaño y el plomo, el cobre, el cinc, el antimonio, el wolfram, la fluorita, el hierro, el manganeso, asbesto y muchos otros, hasta minerales radioactivos. Sus bosques guardan la quina y el tanino, la castaña, la goma, el cacao, la vainilla, etc. y una ingente riqueza forestal aún explotada. Es realmente sorprendente la variedad de maderas que poseen los bosques de la región oriental del país. En ellos anidan aves de los mas variados plumajes, desde el loro y el papagayo bulliciosos, hasta la elegante garza que planea sobre las altas y cimbreantes palmeras de las tierras de Mojos; moran el tapir y fieras como el tigre americano, junto al asustadizo mono. En los lagos, lagunas y ríos existen peces y caimanes. Sus valles profundos y templados y sus llanuras orientales, son fecundos para todos los productos: caña de azúcar, yuca, café, arroz, maní, trigo, maíz, coca, patatas, legumbres, etc. y frutas de todas clases. En sus pampas y llanos se crían el ganado vacuno, caballar, ovillo, caprino y otros. Las llanuras orientales, particularmente en el Departamento del Beni, se hallan expuestas periódicamente a las inundaciones de los grandes ríos de la cuenca amazónica. En la aridez del Altiplano, azotado por los vientos fríos que silban en los pajonales, se siembra la papa, la cañahua, la oca, la quina y la cebada; y por la vastedad impresionante de estas tierras que se alzan a los 4.000 metros, recorren el guanaco y la vicuña ariscos, y la llama, como símbolo telúrico que acompaña al indio. “¡La llama! Adorable bestia que no requiere domadores ni arrieros que le den de latigazos, ni de ronzales, ni de jáquimas, ni de herrajes, ni de caronas, albardas y sudaderos. Animal providencial que manumitió a los chullpas y collas de la condición de bestias cargueras a que estaban reducidos hasta la domesticación de este camélido. Es el rumiante de los viajes dilatados. Es el portador milenario de la sal común, mercadería mágica de los collaymarás, desde salares de Coipasa y Uyuni hasta los jocundos valles y vallejuelos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija.”(6) La zona estañífera situada en la Cordillera de los Andes a una altura entre los 3.500 y los 5.000 metros, tiene yacimientos dispersos de condiciones naturales muy diversas La riqueza de sus vetas es muy variada. Las famosas minas de Llallagua, de la empresa Catavi, en el Departamento de Potosí son, sin duda, las más ricas. “Hay tres clases de yacimientos estañíferos, según la clasificación de los geólogos: unas sin plata, otras con ella y la tercera la de Potosí.” “Naturalmente hay aluviones en varios lugares, que pro- ducen la tonelada fina a muy bajo costo: Ocurí, Huanuni, Aroifilla son los más
  • 9. 8 importantes... si bien estos aluviones bolivianos son mucho más ricos en estaño que los de Malaya, pero tienen una masa de mineral mucho menor.” (7) Durante más de un siglo, en la época de la Colonia, Bolivia, entonces el Alto Perú, figuró como el primer productor de plata en el mundo. “Bolivia es un país esencialmente estañífero —dice Raúl Canedo Reyes— más propiamente un país argento-estañífero”; sin embargo, “la zona cuprífera se extiende desde la frontera con la Argentina, a lo largo del límite del Altiplano con la Cordillera Occidental hasta la frontera con el Perú... en una faja de más de 600 kilómetros de longitud”. Los principales yacimientos son Corocoro, Turco y Chacarilla. ‘La zona de plomo y antimonio se extiende a lo largo de toda la faja estañífera, en un ancho considerablemente mayor al ocupado por los depósitos de estaño, es decir, a lo largo de una faja de más de 1.200 kms.” La existencia de wolfram es también importante y se han descubierto grandes yacimientos de hierro y manganeso como los de Mutún, cerca de la frontera con el Brasil; hay asimismo asbesto y una gran variedad de minerales. Los filones de cuarzo aurífero como en Yani y Amayapampa, los “filones auríferos de minerales complejos como en la Joya y varios otros tipos de filones metalíferos con oro, son importantes; pero, las grandes reservas de este metal precioso se encuentran en los yacimientos aluviales, “en las morrenas glaciares, los depósitos fluvio-glaciares y en las gravas fluviales.., distribuidos a lo largo de las cordilleras y en las estribaciones de la Cordillera de Chiquitos”. “La parte más impoitante de los yacimientos aluviales... se encuentra en los depósitos relativamente modernos y que constituyen las playas a veces boscosas de los ríos, especialmente el río Kaka, Mapiri, Tipuani, Challana y Zongo.”(8) La verdad es que Bolivia constituye la zona argento-estañífera más rica del mundo y además, de acuerdo con Raúl Canedo Reyes, “la zona mineralizada que más tiempo ha estado en manos de los mineros. Pero el territorio boliviano posee también petróleo. Según el autorizado dictamen de geólogos e ingenieros, dos terceras partes se hallan cubiertas de ricos mantos petrolíferos. “En el flanco este de las últimas estribaciones andinas, existe en Bolivia una de las más extensas regiones de posibilidades petroleras del Hemisferio Oeste. Se trata, en primer término, de una faja de territorio que comienza en la frontera con el Perú. cruza. Bolivia en sentido casi diagonal y llega hasta el límite con la Argentina. Además de esta zona subandina, toda la región de los llanos hasta el contacto con los basaltos, cerca de la frontera con el Brasil, ofrece muy serias posibilidades de grandes acumulaciones de petróleo, según lo hacen presumir los estudios que se llevan a cabo.”(9) Sobre esta tierra de grandes recursos naturales, que encierra casi todos los minerales conocidos, que ofrece los más marcados con-trastes geográficos, con una flora y una fauna variadísimas, vive, sufre y crea una población de tres millones y medio de habitantes. La mayoría, el sesenta por ciento, la constituyen los aymará y los quechuas, descendientes de tiahuanacotas, collas e incas. El treinta por ciento son mestizos, nacidos de la mezcla de españoles y aborígenes, en un proceso de misogenación que arranca desde la brutal dominación de los indios por los primeros conquistadores
  • 10. 9 hispanos, hasta nuestros días. El diez por ciento son blancos y salvajes. Estos últimos habitan las selvas orientales y las pampas del sudeste, en diversas tribus: guarayos, yuracarés, baures, mojos, movimas, chiquitanos, zamucos, tobas, sirionós, matacos y muchas otras. Es típico el vestido del indio, como lo es el del camba y el del mestizo o cholo, y son distintos los idiomas y dialectos que se hablan, que acentúa diferencias irritantes y arraiga prejuicios sociales y un raciales, extendidos particularmente entre las diversas capas de pequeña burguesía. Desde tiempos remotos, la población de Bolivia se encuentra concentrada en las regiones altiplánica y de los valles, mientras gran parte de las tierras orientales continúa virgen y en completo abandono por los poderes públicos.
  • 11. 10 II. SINTESIS RETROSPECTIVA. EL KOLLASUYU Nuestro propósito no alcanza el extremo ambicioso de examinar la vida de los primeros pobladores del territorio boliviano, ni menos las diferentes teorías sobre el origen del hombre americano; pero no podemos menos que adherirnos a las conclusiones de estudio e investigación, por los cuales se establece que los primeros habitantes de América vinieron del viejo mundo, en sucesivas migraciones de diferentes culturas.(10) Sólo el hecho de que a través del tiempo perviva el ayllu. colla, con las naturales modificaciones impuestas por la dominación incaica, por la conquista y la colonización y por las trasformaciones operadas durante la República, nos induce a referirnos, brevemente por cierto, al Collao y al Imperio Incaico. Esta pervivencia del ayllu adquiere para nosotros singular importancia, puesto que tipifica una de las peculiaridades nacionales más características de Bolivia; y por eso mismo, para comprender en sus raíces más profundas la realidad boliviana, el drama del pueblo boliviano, se hace indispensable, cuando menos, un examen panorámico de la cultura preincaica, que nos legara el portentoso Tiahuanacu, como prueba de la pujanza y de la capacidad creadora de las poblaciones nativas. País de indios, como se dice, Bolivia alienta en el corazón mismo del Continente, lo más hondo y típicamente americano. Como “símbolo y esencia de lo nativo”, como “puente inevitable, núcleo originario, fuerza centrípeta equidistante entre el Pacífico, el Amazo- nas y el Plata” —al decir de Fernando Diez de Medina— Bolivia muestra al mundo particularidades inconfundibles por su misma composición demográfica y especialmente por su mayoritaria población aborigen, sometida y explotada durante cerca de tres siglos, como colonia de la monarquía feudal decadente de España y oprimida durante la República, sobre la base heredada de ese feudalismo, por el capitalismo monopolista británico y norteamericano sucesivamente. Es evidente que los “indios de Bolivia” no constituyen una “raza inferior”, retardataria, holgazana, viciosa e inútil, como frecuentemente afirman historiadores y sociólogos nacionales y extranjeros, influidos por absurdas teorías racistas.(11)
  • 12. 11 En realidad, para esa refutación basta TIAHUANACU, que los llamamos cultura Tupuraya. De ellos se forma más tarde aún la cultura Mojocoya... Hacia tiempos de la Era llega a Bolivia una corriente cultural proveniente de Nazca en la Costa peruana, por lo cual llamamos cultura Nazcoide... trae la organización del Estado, con reyes, la vida en ciudades y el conocimiento del bronce. Al pasar por Tiahuanacu los Nazcoides dieron origen a la civilización del Tiahuanacu clásico” Edgar Ibarra Grasso: De Antes de Tiahuanacu en Cochabamba. Publicación especial de El Mundo, del 30 de agosto de 1959. Cochabamba). A través de sus monumentos y sus relieves, muestra el estilo propio de aquellos aymaras de la gran Metrópoli Andina y traduce su hondo sentido de la vida, su fina sensibilidad estética, su vigorosa concepción política y su gran fuerza de dominio. “Este estilo definidor de la fisonomía y del carácter preapolíneo de Tiahuanacu —según expresión de Gustavo Adolfo Otero— dramatiza en forma insuperable los pensamientos, las aspiraciones, la energía viva, en fin, todo el complejo filosófico y social del existir de aquel pueblo, que en un momento cumbre de su historia, llegó a una posición cenital.” (12)“...Cultura de glifos y símbolos aún no descifrados —esa maravillosa Puerta del Sol, ese enigmático signo escalonado, esos monolitos esfíngicos, esa arquitectura ortogonal— son todo el pasado aprisionado en teoremas de piedra”.(13) Las ruinas de Tiahuanacu son, ciertamente, la mejor prueba de la grandiosidad a que llega una de las más viejas culturas de América, y a cuya decadencia y destrucción sigue el Imperio del Collao, al que nos referiremos a grandes rasgos, sin pretender hacer la historia de nuestros antepasados y, únicamente, porque los collas ejercen evidente influencia en las múltiples manifestaciones de la vida del Imperio Incaico, sometido y dominado a su vez por los conquistadores españoles. EL IMPERIO DEL COLLAO Es admirable cómo el Imperio del Collao extiende su dominio a un vasto territorio que, según algunos, llega hasta Colombia al norte y al sur hasta Chile y Argentina. Los collas o aymarás, cuyos descendientes forman hoy una nacionalidad mayoritaria y oprimida, habitan las zonas de influencia del lago Titicaca, lago sagrado, y constituyen un imperio, sometiendo a numerosas tribus del Altiplano y los valles: ayaviris, pacajes, larecajas, omasuyus, lupaces, charcas, pacasas, carangas, quillacas, aullagas, urus, chichas y varias otras. Mas no es del caso examinar la jurisdicción del Collao ni es imprescindible determinar todos los pueblos que lo forman. Conquistado en el siglo XIV, después de cruentas batallas, es incorporado al Imperio Incaico con el nombre de Kollasuyu, integrando así el Tahuantinsuyu. El nombre de colla que aún hoy se da a los habitantes del Altiplano y de los valles, deriva de kallana, nombre de tribus de habla aymara. Lo que nos interesa para el objeto que nos hemos propuesto, es saber que el ayllu como forma de organización social, la chunca, la minca y la mita como sistema y régimen de
  • 13. 12 trabajo, y la estructura política fundada en el gobierno de los mallcus, jilakatas, kallas y amautas, son adaptados por los incas y aprovechados por los españoles para sus fines de colonización. El ayllu colla como sistema de vida en común, todavía conserva esos vestigios, Ligados sus miembros por vínculos de sangre, económicos, religiosos y políticos, constituyen la comunidad establecida sobre un área de territorio denominada marca. Sobre esa cir- cunscripción geográfica en la que vive y se desarrolla la comunidad indígena (el ayllu), tiene lugar a través dc un largo proceso de aglutinamiento y como consecuencia inevitable del desarrollo productivo, la formación y desenvolvimiento de las poblaciones collas llamadas llajtas. La agricultura, base de la economía de los collas, se funda en la propiedad colectiva de la tierra, periódicamente distribuida en parcelas denominadas ccatus. La parte destinada a la vivienda, conocida con el nombre de sayaña(14), se otorga simplemente en usufructo. El reparto de la tierra (lihua), ejecutado anualmente por el mallcu-jilakata, beneficia sin excepción a todas las familias. Las relaciones sociales consiguientes, como expresión de una forma esencialmente colectiva de trabajo, incluyen en él a mujeres y niños desde cierta edad. El huysu, denominado ttajlla entre los incas (arado), la chonta y la lampa(15) sumamente rudimentarios, de piedra y de cobre, son sus principales instrumentos de trabajo. Los collas no saben escribir y no obstante, la invención del sistema de nudos en hilos de colores (kipus), se atribuye a uno de sus mallcus (Quipuilla). Conocen la alfarería y el tejido en los que reproducen las expresiones más vivas del arte decorativo tiahuanacota, lo que quiere decir que son continuadores de esa civilización. Para el trabajo se organizan en grupos de diez personas en un comienzo y después, congo consecuencia del propio desarrollo del ayllu y de la necesidad de aumentar la productividad social del trabajo, posiblemente en grupos de mayor número, adoptando asimismo, una forma de división del trabajo, que emerge exclusivamente de ese desarrollo y de las necesidades consiguientes. Las tierras cultivadas y las piaras de llamas requieren, en efecto, del cuidado celoso del ayllu, lo que naturalmente, exige el turno para las faenas agrícolas propiamente dichas y para la vigilancia y cuidado de sus sembradíos y del ganado.(16) Esta organización del trabajo en tropas, significa trabajo colectivo en la sayaña y en la marca y se denomina chunca. De esa forma de división del trabajo por turnos, nace la mita, que justamente quiere decir turno obligatorio, aunque su implantación obedece con mayor frecuencia a la necesidad de realizar obras públicas: construcción de caminos y templos, laboreo de minas y otros trabajos. Los incas conservan el sistema de la mita casi dentro de sus propios marcos; pero los españoles lo utilizan como forma de esclavizamiento, para saquear el metal precioso de las entrañas de los cerros, con la desesperada avidez de acumular cuanto antes una for-
  • 14. 13 tuna e irse de retorno a España, dejando en los socavones de las minas enterrados cientos de miles, millones de mitayos. La mincca, que hoy mismo se practica en las labores agrícolas, consiste en el trabajo voluntario a cambio de productos alimenticios. Casi siempre se recurre a este sistema en ausencia de los varones, viéndose la mujer obligada a utilizar el servicio de la mincca. El ayni, también practicado en nuestros días por los campesinos quechuas y aymarás como forma de ayuda, de prestación recíproca de servicios, -expresa la más amplia solidaridad nacida de los múltiples vínculos del ayllu, que el tiempo no ha podido borrar. El ayllu, equiparable según Engels a la gens griega, celta, romana o germana, nace de la familia pulalúa. (17).Los vínculos religiosos se expresan en totems y tabús, que en resumen son las huacas.(18) Los collas creen en varios diosas. El principal es Wiracocha y también la madre tierra. Momifican sus muertos y los guardan en tumbas con el nombre de chullpas, junto con sus ropas y alimentos, sus objetos de uso: de oro, plata, etc., lo que prueba su creencia en la otra vida. La autoridad del gobierno se halla en manos de los mallcus, elegibles cada año de entre los miembros más destacados de la comunidad. El mallcu dcl ayllu es el jilakata. Junto a éste funciona un Consejo de ancianos o auquis, denominado Amauta.(19) Parece que la decadencia del Collao se debiera a las luchas intestinas de los jefes de distintos suyus o regiones, como en el caso de los kan y los Zapana. Sea lo que fuere, lo evidente es, como dice Rigoberto Paredes, que el “Imperio Incaico no fue sino la conti- nuación y desarrollo del gobierno de los antiguos kollana. Los incas fueron los restauradores felices de aquella civilización indígena, que se extinguía”. EL IMPERIO INCAICO Según la tradición, la conquista del Collao por Pachacuti Inca Yupanqui, el décimo del Imperio Quechua, es el resultado de grandes luchas y el aplastamiento de sucesivas rebeliones. Jamás los aymarás se sometieron fácilmente; y desde la iniciación de la con- quista con Pachacuti Inca Yupanqui, pasan los reinados de dos incas más hasta su consolidación. Tupaj Amaru Yupanqui fracasa en la lucha contra cl Collao, como fracasa en la conquista de los Purumancas de lo que es hoy el territorio chileno y fracasa asimismo en sus expediciones contra los Mojos y los Chiniguanos, cuyos descendientes habitan hoy el oriente boliviano. Es Tupaj Yupanqui el que recién después de sangrientas y sucesivas batallas somete al Collao; y desde entonces dos lenguas mayoritarias se hablan en estas tierras que forman el territorio boliviano: el QUECHUA y el AYMARA. Bautista Saavedra dice a propósito: “El quechua fue idioma que representando una extensa civilización no hizo sino cubrir muy por encima una más honda que ella: la aymará, sin haber podido borrarla. Raspando un poco el barniz quechua queda como roca firme el ayunará y su civilización.” (20)
  • 15. 14 El Imperio Incaico se extiende en un territorio de casi cuatro millones de kilómetros cuadrados, con una población de doce a quince millones de habitantes.(21) Desde el río Ancasmayu hasta el Maule, comprende parte del Ecuador, los territorios del Perú y Bolivia y las regiones norteñas de Argentina y Chile. El Tahuantinsuyu significa las cuatro partes del mundo: Chinchasuyu al norte, Kollasuyu al sur, Antisuyu al este y Cuntisuyu al oeste. De Cuzco, capital del Imperio, parten grandes rutas a cada uno de los suyus. El allyu sufre trasformaciones importantes. Se debilitan los vínculos consanguíneos y religiosos y se amplían y fortalecen los vínculos económicos y políticos, en beneficio del Estado centralizado de los Incas, permitiendo la aceptación de allegados (miembros de otros ayllus) ; y por el sistema de los mitimaes o trasplante de poblaciones, un mayor aglutinamient0 que impulsa el desarrollo y la trasformación de los sistemas de organización social y política del ayllu calla. Por eso, no es desacertado afirmar que el Imperio Incaico constituye un factor de descomposición del ayllu primitivo; si bien es evidente que en el primer período de dominación quechua algunos ayllus preincásicos se unen formando aldeas llajtas, con un poder fuertemente centralizado en manos de los maitcus, jilakatas y amautas, cuyas luchas determinan en definitiva la dominación del Kollasuyu por los incas. La actividad fundamental de los incas es también la agricultura, sobre la base de la propiedad colectiva de la tierra, de los bosques, de las aguas, de los pastos. Como dice César Antonio Ugarte, los rasgos característicos de la economía incaica son: la “pro- piedad colectiva de la tierra cultivable por el ayllu o conjunto de familias emparentadas, aunque dividida en toles individuales intrasferibles; la propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la Marca o tribu, o sea la federación de ayllus estable- cidos alrededor de una misma aldea; la cooperación común en el trabajo y la apropiación individual de las cosechas y frutos”.(22) En realidad, lo que da fisonomía peculiar a la forma de propiedad de la tierra, es el reparto que de ella se hace en tres partes: para el culto, el inca y el pueblo. Esta última distribuida a su vez en lotes individuales intrasferibles, denominados tupus, otorgados en usufructo.(23) Minas, cocales, ganado y tierras conquistadas pertenecen al inca. Los jatun-runas o pueblo, trabajan las tierras del inca y del Sol, cuyas cosechas sirven para atender las necesidades de la nobleza y del clero, de los funcionarios del Estado, del Ejército y de las vestales, afilas o vírgenes del Sol. Los enfermos, ancianos, viudas e inválidos no quedan al margen de los beneficios de la cosecha; pero tampoco son mantenidos en la ociosidad. (24) En efecto, realizan tareas compatibles con su estado de salud y edad. En las tierras de comunidad el trabajo se basa en los sistemas de la chunca y la minca. En las del Sol y del inca, como en las minas, cocales, construcción de caminos, puentes, templos y otras obras de orden público, rige cl sistema de la mita. El ayni sigue siendo una forma de ayuda entre los miembros de la comunidad. La técnica productiva, muy rudimentaria, no llega al uso del hierro y la rueda. Los instrumentos de trabajo se hacen de piedra, cobre y madera. Los incas conocen el
  • 16. 15 bronce y explotan el oro y la plata con fines suntuarios únicamente. No disponen de cereales panificables y carecen de animales de carga pesada. Por eso, tiene razón Louis Baudín al afirmar que el maíz y la llama, constituyen la base de la economía peruana. Eximios ceramistas y hábiles tejedores, los súbditos del Imperio son explotados en los obrajes que los españoles instituyen sobre la base de la encomienda. Para cultivar en las sierras y regiones montañosas de los Andes, utilizan el ingenioso a la vez que admirable sistema de los andenes y terrazas, que aún hoy se ven. Tienen acueductos para la irrigación y son buenos constructores de puentes y caminos; mas no los superan a los collas del Tiahuanacu, en la construcción de templos y monumentos, pues el arte arquitectónico se halla en un plano mAs elevado en la civilización de Tiahuanacu que en la civilización incaica. Campesinos por excelencia, los incas tienen como actividad fundamental la agricultura y la ganadería. Las artes y los oficios expresan apenas un carácter doméstico y rural. “Los trabajos públicos, las obras colectivas más admirables del Tahuantinsuyu —dice José Carlos Martategui— tuvieron un objetivo militar, religioso o agrícola. Los canales de irrigación de la Sierra y de la Costa, los andenes y terrazas de cultivo de los Andes quedan como los mejores testimonios del grado de organización económica alcanzado por el Perú Incaico. Su civilización se caracteriza en sus rasgos dominantes, como una civilización agraria.” La tierra constituye la principal fuente de riqueza; y al igual que sus antecesores, la consideran como a la madre común que da a sus hijos todos sus frutos. Por eso es objeto de culto. En cierto sentido, hoy mismo tiene ese significado para las poblaciones campesinas quechuas y aymaras, tradicionalmente liadas a ella. De ahí que su reivindicación como nacionalidades oprimidas, está íntimamente vinculada a la reivindicación de la tierra. “La tierra en la tradición regnícola —dice Luis E. Varcárcel— es la madre común; de sus entrañas no sólo salen los frutos alimenticios, sino el hombre mismo. La tierra depara todos los bienes. El culto de la Pacha Mama es par de la heliolatría y como el Sol que no es de nadie en particular, tampoco el planeta lo es. Hermanados los dos conceptos en la ideología aborigen, nació el agrarismo, que es propiedad comunitaria dc los campos y religión universal del astro del día.”.(25) La siembra en las tierras del Sol, del inca y de la comunidad, se hace en medio de grandes festividades, para las que los indios se atavían con sus mejores trajes. El hecho mismo de la siembra con toda una serie de rituales y ceremonias, es ya en sí un acto de culto a la Pacha Mama. Y ahora mismo, las grandes labores agrícolas se festejan con kaima (chicha tierna) y se challa (brinda) a la Pacha Mama, para que rinda sus frutos más jugosos y sazonados, permitiendo una buena cosecha. Las relaciones en el Imperio Incaico traducen clases sociales claramente diferenciadas(26): la aristocracia dominante y opresora, representada por los llamados orejones; los jatun-runas o pueblo, clase productora, explotada y oprimida por la nobleza
  • 17. 16 incaica; y finalmente, los yanakuna, una clase reducida a los servicios domésticos y, según algunos a la esclavitud. En la nobleza incaica se distinguen categorías: los grandes señores o Capaj-apo y Auqui-conas de origen imperial, que después de la rebelión de José Gabriel Condorcanqui (Tupaj Amaru), son liquidados por los colonizadores españoles. Los señores de comarcas antiguas incorporadas al Imperio, denominados Apoconas o Cura- conas, que desempeñan un papel importante en la política colonizadora, bajo la institución del Cacicazgo. Y los señores por nombramiento en premio de eminentes servicios prestados al Estado: Allicaj-camachisca o Camachicoj-conas.(27) Entre las mujeres hay también categorías: a la reina se la llama ckoya. La aristocracia incaica, como clase dominante, ejerce un inmenso poder sobre todas las demás del Imperio, y la religión constituye su mejor instrumento de dominación y sometimiento del pueblo. Las funciones de gobierno se hallan en sus manos: la dirección del ejército, la administración de justicia y del culto le está reservada. Depositaria de todos los conocimientos y secretos de la ciencia, goza del privilegio de la educación, de indudable orientación clasista. El inca se elige en un comienzo por los sinches o jefes guerreros, y desde Wiracocha la corona es hereditaria con la formación de una dinastía. Así, la antigua federación de tribus es sustituida por su unidad en el Imperio, cuya aristocracia se convierte en un círculo cerrado, dando origen a conflictos como aquél entre Quito y Cuzco que, en último análisis, es ya la señal inequívoca de una situación de decadencia. La aristocracia incaica guarda para sí el privilegio de ciertas satisfacciones, como el uso de joyas, vestidos finos de vicuña; el consumo de chicha y coca; la práctica de la poligamia, en forma Irrestricta por el inca; la momificación, etc. ‘‘Signos de la suprema autoridad eran la borla roja sobre la frente (mascaipacha), la diadema dc oro (llautu), el cetro (sunlurpaucar) y el pájaro sagrado o mdi, signos que se asemejan a los correspondientes a los faraones.” (28) Los jatun-runas constituyen la clase oprimida y tienen la obligación de todos los trabajos de la agricultura, la ganadería, las artes y los oficios, el laboreo de las minas, las construcciones de puentes, caminos, acueductos, andenes, templos y fortalezas. Tienen además, la obligación del servicio militar y del postillonaje o Chasquis, el servicio de mitimaes o ‘trasplante a las poblaciones conquistadas para su asimilación, etc. El Imperio absorbe la vida de sus súbditos en casi todos sus aspectos. Los jatun-ruuas dan al inca y a los curacas, sus hijos para que les sirvan y sus hijas para sus concubinas, para el celibato forzoso e incluso para el sacrificio en honor de la Pacha- Mama. Constituyen la clase tributaria, sometida y explotada por la nobleza y el clero. Viven una sobriedad extrema y una sumisión inaudita. La obediencia al inca es ciega. Como dice Georges Rouma siguiendo a Cieza de Leon: El inca estaba rodeado dc un profundo respeto. Nadie, cualquiera que fuese su rango, podía aproximársele por pri- mera vez si no era con los pies descalzos y con una carga al hombro, en signo de sumisión y de obediencia.” (29)
  • 18. 17 Se le considera hijo del Sol. No puede mirársele de frente. El P. Bernabé Cobo dice al respecto: “El yugo que sobre sus services tenían estos miserables indios era tan pesado, que no dudo que si todos los hombres del mundo se juntasen a inventar un género de sujeción y tiranía tan grande como en la que ellos vivían, no creo que podrían inventar más de lo que habían alcanzado estos incas para tenerlos sujetos.”(30) Los yanakuna, sometidos a los trabajos de servidumbre doméstica, son reclutados en los pueblos dominados por la conquista. No obstante la centralización del poder, la hábil política incaica permite utilizar las formas organizativas de las tribus y pueblos conquistados, incorporándolas al mecanismo estatal del Imperio. La organización colla tiene en esto como en la religión y el sistema de abajo, una grande influencia. El sistema de gobierno decimal que comienza con el Chunca-camayoj, a la cabeza de diez familias en cada ayllu, permite una serie de jerarquías de funcionarios hasta llegar a la cúspide con el inca. Es indudable que en la sociedad incaica hay clases sociales bien definidas. Y justamente por esas diferencias de clases sociales, que ya traducen desigualdades económicas, sociales y políticas, la propiedad privada de la tierra tiende a establecerse en el Imperio, cuyo desarrollo productivo es considerable. Prueba de esta afirmación son: la admirable fortaleza del Cuzco, el crecimiento y la expansión del Imperio, con el consiguiente ahondamiento de las contradicciones que surgen en el seno de la nobleza incaica, debido a la supremacía absoluta ejercida por la nobleza del Cuzco. La nobleza quiteña, a la que se suman los descontentos del bajo Cuzco y los nobles de los pueblos conquistados, disputa esa supremacía. Esta es la razón por la cual se supone que las luchas entre Huáscar y Atahualpa (heredero legítimo aquél y éste hermano de Huáscar, sólo de padre, no obedecen a meras disensiones personales, sino más bien, a pro- fundas contradicciones sociales y políticas, que acaso habrían sido solucionadas con una seria trasformación de la sociedad incaica. De todos modos, sea cualquiera el rumbo que hubiese tomado el Imperio, lo cierto es que la conquista corta en redondo todo ulterior desarrollo autónomo de esa sociedad nativa, rompiendo la perspectiva histórica de quechuas y aymarás, que alcanzan a formar un imperio tan grande y poderoso como el Imperio Incaico, el más avanzado de los imperios prehispánicos de América.
  • 19. 18 III. CONQUISTA Y COLONIAJE. HOJEADA HISTORICA (Nueva Toledo - Alto Perú) El Tahuantinsuyu corresponde, según Engels, al estadio medio de la barbarie. Los incas desconocen la existencia de otras civilizaciones, de otras tierras, de otros mundos más allá de sus ámbitos. Su horizonte geográfico es limitado e incluso sus relaciones con los Mayas, Chibbhas, Aztecas y otros, que se desarrollan en el mismo Continente, son enteramente ocasionales; de ahí que Louis Baudín afirma que los “pueblos de América... no se ignoraban del todo(31) entre sí. El Imperio de los Incas era conocido en el Darién, donde los españoles oyeron hablar de él. A su vez los peruanos conocían los países de América Central”.(32) De todos modos, dado el grado de cultura de los incas, la aparición de hombres blancos y barbudos, vestidos con malla de hierro, armados de sables y arcabuces, montados a caballo —animal que los incas no conocen— la aparición de hombres que hablaban un idioma incomprensible para los nativos de América, constituye un choque brutal; el choque de dos mundos, de dos civilizaciones distintas, de dos culturas completamente diferentes. La consecuencia ineludible de este choque no puede ser otra que la imposición de una de ellas. La cultura de los conquistadores 4iispanos avasalla la cultura inferior de los peruanos, mas no la elimina. “A pesar del alud conquistador —dice Luis Alberto Sánchez— los pobladores genuinos mantuvieron su poderosa influencia en los conglomerados sociales dc que formaban parte. El arcabuz, el perro, el caballo y la espada lograron doblegar, pero no exterminar ni destruir la estructura fundamental de colectividades tan secularmente constituidas.” Los incas practican un activo trueque entre el Altiplano y los valles próximos, pero no alcanzan una producción mercantilista, una economía monetaria. Desconocen la moneda metálica y por tanto el y dinero, los préstamos, el interés, la usura y el trabajo esclavista. Las condiciones materiales y espirituales en que se desenvuelve el Imperio a tiempo de la conquista, muestran apenas el comienzo de un período de transiciones hacia el esclavismo.
  • 20. 19 La situación de absoluto sometimiento de la mujer al hombre, que en el matrimonio “representa al inca, al señor, mientras la mujer y los hijos al pueblo”; el hecho dc que la mujer “cumple su doble función económica en la familia al reproducirse en. los hijos y producir para la sustentación”, bajo “la patria potestad despótica, tiránica y egocéntrica” del hombre, como aun “puede identificarse a través de la atmósfera de las costumbres tradicionales de los indios”(33); la abyecta sumisión de los jatun-runas al inca, la existencia misma de los yanakuna y las luchas en que se hallan empeñados Huáscar y Atahualpa, son indicios inobjetables de ese período de transiciones a que nos referimos. Mientras ese es el grado de desarrollo dcl Imperio Incaico, la vieja sociedad feudal del occidente europeo, en ese mismo tiempo, en el siglo XV, gesta en su entraña una sociedad nueva: el capitalismo. El desarrollo de una economía mercantil, con el uso generalizado del dinero y la expansión sin límites del comercio, que ya entonces establece el mercado mundial, señalan una trasformación evidente de las relaciones feudales en relaciones capitalistas. el tributo en especie es sustituido por el tributo en dinero. El dinero ya a fines del siglo XV corrompe todas las relaciones feudales. Sin dinero ya nadie puede hacer nada. El dinero es el objeto de toda la actividad humana. La violenta expropiación arroja a los campesinos, aprendices, oficiales y artesanos, como a simples vendedores de fuerza de trabajo a los talleres manufactureros El despojo de tierras sigue al movimiento de cercenamiento La explotación de los pobres por los ricos, la depauperación y la proletarización traen consigo un nuevo tipo de relaciones de producción, una nueva forma de sociedad gestada en la entraña de la vieja sociedad feudal. Lenin explica este proceso del siguiente modo: “Un Sistema económico destinado ya a los usos dcl mercado ha dado señales de cambio. La adopción de la economía mercantil constituye la riqueza de una economía individual que depende del mercado. Las fluctua- ciones de éste originan y agudizan la desigualdad económica, concentrando el dinero libre en las manos de unos cuantos y causando, al mismo tiempo, la ruina dc otros. El dinero se emplea naturalmente en la explotación del pobre y se convierte en capital. La ruina llega a tal grado cuando el campesino se ve obligado a dejar por completo su tierra, pues ya no puede vender el producto neto de su trabajo; ahora sólo puede vender su fuerza de trabajo.” Se operan cambios importantes en la esfera del comercio exterior. Si aún antes del siglo XV, es el Mar Mediterráneo la principal ruta del tráfico mercantil, hegemonizado en cierto modo por los mercaderes italianos, cuyas manufacturas alcanzan bastante desarrollo, particularmente en la ciudad de Florencia, la conquista de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, y la conquista del Mar Negro por los turcos, ya posesionados del Asia Menor, asesta un rudo golpe a los mercaderes de Europa y a la economía europea al aislarla del Cercano Oriente. A mediados del siglo XV, los árabes, que dominan por mucho tiempo la Península Ibérica, son expulsados de ella por los españoles. “Desde el 711 duraba la guerra contra el invasor musulmán —dice Luis Alberto Sánchez—. Después de ocho siglos de lucha sin tregua, los Reyes Católicos eliminaron de la Península, mediante la toma de
  • 21. 20 Granada, al último rey extranjero, Boabdil, llamado el rey chico, quien al ver derrotados sus ejércitos, desde las sierras de su ciudad perdida, «lloró como mujer lo que no supo defender como hombre», según la frase atribuida a su acerada madre.” Las ligas de comerciantes germanos (hansas), organizado ya en los siglos XII y XIV, constituyen la Gran Liga Hanseática Germana, que en el siglo XV alcanza un formidable poder económico y político, poniendo de relieve la importancia cada vez mayor de la nueva clase que surge impetuosa: la burguesía Pero, el cambio de mayor significación se opera a raíz de la conquista de Constantinopla por los turcos, que cierra el paso de Europa hacia Oriente por la ruta del Asia Menor y de Siria, ya que los sultanes de Egipto tienen en sus manos el control del comercio con Oriente por el Mar Rojo. Por eso, “en todas partes —dice Rostovski— pero particularmente en las ciudades portuarias, los mercaderes, los sabios, los nobles venidos a menos, los emprendedores sacerdotes católicos, soñaban con países ultramarinos, ricos en oro, en especias, en telas y perfumes”; y mientras la nobleza se halla postrada, “los vecinos y los artesanos’’ se hallan ‘‘por lo menos en movimiento”(34) contra las trabas feudales que impiden su liberación. En realidad, hacia fines del siglo xv, el feudalismo se muestra en pleno proceso de descomposición y decadencia. A su vez, la leyenda sobre la fabulosa riqueza dc las Indias Orientales, que inspirara Las Mil y Una Noches, incita la ansiedad de oro y el espíritu de aventura, junto a la idea de encontrar nuevas rutas hacia ellas, señaladas como la fuente capaz de saciar la sed de riquezas, desencadenada por las trasformaciones operadas en las relaciones feudales; pero entonces un viaje a la India constituye una travesía peligrosa y dura años enteros, condicionando precios elevados de las telas, perfumes, especias, etc., en los mercados europeos; por eso se buscan rutas nuevas, más cortas y menos peligrosas. De esta manera, la necesidad de surcar los mares y hallar nuevos mundos permite el desarrollo de condiciones, con el progreso de la ciencia geográfica, la astronomía, el arte militar y la construcción naval. Tal progreso y la invención de la brújula, crean las posibilidades dc prolongadas y lejanas expediciones. Esas mismas posibilidades y las guerras en que se hallan empeñados los reyes, exigen cada vez más dinero, que las monarquías feudal- absolutistas, recientemente constituidas en Estados centralizados, buscan, igualmente, en el Lejano Oriente. España también se convierte en monarquía feudal-absolutista centralizada. “A través de la cruenta batalla por la emancipación y la unidad hispánicas —dice L. A. Sánchez— se fueron agrupando los diversos principados y reinos, hasta culminar con. la alianza ma- trimonial de Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, personeros de los más poderosos Estados, síntesis de la hispanidad: Castilla por ella y Aragón por él.” La famosa infantería española, conocida en los siglos xv y xvi como el “azote de Europa”, se forja en esa lucha y en la seguida contra los piratas de Argel, Marruecos y Túnez, asimilando de los árabes e italianos, las tácticas de construcción naval de guerra y de combate. “Y aun el mismo desastre de la caída de Constantinopla en poder de los turcos —dice Volodia Teitelboim— redundó en mayor brillo para el renacer europeo, pues la huida de los eruditos del crepúsculo bizantino, enriqueció la cultura de Occidente con un caudal inestimable.”(35) Pero, lo esencial, lo más importante como consecuencia del monopolio
  • 22. 21 de los sultanes de Egipto y de Siria y de los emires de Turquía, es la necesidad inaplazable de buscar nuevas rutas a las Indias Orientales, es la búsqueda misma a que se ven obligados mercaderes, sabios, navegantes y aventureros. Los requerimientos nuevos de los Estados nacionales, exigen oro y más oro, y, como todos, los monarcas ven su fuente inagotable en el Asia, en las “benditas” tierras de las especias, sedas y perfumes. Así nace la necesidad de revisar los conocimientos de las ciencias, aun a despecho de la Iglesia y la Teología, porque si bien el oscurantismo medieval regula y mide el pensamiento filosófico y científico, con los cánones de la fe y bajo la amenaza de la inquisición, en cambio, las trasformaciones materiales y espirituales operadas, derrumbando las barreras feudales y teológicas, que limitan el vuelo del pensamiento humano, abren nuevos horizontes al conocimiento humano. Y justamente con el ascenso de una burguesía media se produce el florecimiento en la ciencia. “Y la burguesía, por el desarrollo de su propia producción industrial —dice Engels— requería una ciencia que descubriera las propiedades físicas de los objetos naturales y los modos de acción de las fuerzas de la Naturaleza. Hasta ahora la ciencia había sido la humilde doncella de la Iglesia, a la que no se le permitía sobrepasar los límites impuestos por la fe, y por esta razón la ciencia no era en absoluto ciencia. La ciencia se rebeló contra la Iglesia; la burguesía no podía desarrollarse sin la ciencia y, por tanto, tenía que sumarse a la rebelión”.(36) La burguesía requiere un mundo más ancho, mercados nuevos, minas y veneros de oro y plata, requiere un mundo que le abra sus entrañas sin reservas para darle sus riquezas, que le muestre sus confines “con remotos continentes y pueblos extraños”. Por eso, el viejo concepto ptolomeico, el “mundo plano” de la concepción teológica, con sus “orillas” que se precipitan en los abismos insondables e ignorados, es sustituido por el mundo esférico de Galileo, girando en su propia órbita y en torno del Sol. Esta nueva concepción abre la perspectivas de conocer otras tierras y descubrir continentes nuevos; y Colón, un alucinado lector de Marco Polo, un navegante audaz de Génova, descubre un Continente nuevo el 12 de Octubre de 1492. “Y así fue como, en un año crucial — dice Luis Alberto Sánchez— España» se dio de pronto cuenta de que, al par que alcanzaba su íntima unidad política, territorial, religiosa e idiomática, su poder se proyectaba sobre los mares, avanzando hacia lo ignoto, cirniéndose sobre un mundo del cual no sólo vendrían especias lujuriosas como de Oriente, sino oro, plata y minerales preciosos para cimentar más ambiciosas empresas en el propio continente europeo.” Historiadores soviéticos sostienen que Colón no descubrió América, porque ya conocía de su existencia a través de los relatos de otros marineros que habían estado antes que él. A este respecto, Fray Antonio de la Calancha, en Crónica Moralizada, dada a la publicidad por primera vez en Barcelona en 1638, dice: “...o finalmente sea (y es lo más cierto) que lo supo (según dicen) Colombo, de un gran marinero llamado Ruifalero, portugués: huyendo de la India Oriental... y llegando a Sevilla murió en casa de Colón y le dio la noticia”. El viaje de Colón habría sido de estudio de las posibilidades de colonización, encontrándose con una tierra salvaje. De ahí que al arribar a la Isla de Guanahaní, en el archipiélago de las Lucayas, y al aproximársele algunos nativos, escribiera: “me pareció
  • 23. 22 que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más dc una harto moza y todos los que yo vi eran mancebos...”(37) Según los historiadores soviéticos, las autoridades españolas hicieron circular la versión de que Colón descubrió una fabulosa riqueza, a fin de interesar en la empresa colonizadora, y declararon que las nuevas tierras eran las “benditas” de Asia. Afirman si- mismo, haber encontrado una carta secreta de Colón a los reyes Fernando e Isabel la Católica, en la que deja en claro, no sólo conocer la posición de las Antillas, sino cómo podían los españoles usar esas tierras. Sostienen, por último, que Colón habría alterado el contenido de sus diarios. En todo caso, la fecha oficial del descubrimiento de América, que Leonardo Da Vinci llama Nuevo Mundo(38), es el 12 de Octubre de 1492, descubrimiento que influye decisivamente en el Viejo Mundo. En efecto; el Manifiesto Comunista dice: “El descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa ofrecieron a la burguesía en ascenso, un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercaderías en general impusieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron con ello el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición”. CONQUISTA En realidad, en 1527 recién empieza la conquista del Perú y no termina con el desembarco de Pizarro ni con la tragedia de Cajamarca. Esos acontecimientos, cuyo escenario son el Alto y el Bajo Perú, se hallan forzosamente ligados en el pasado al largo proceso histórico de cambios fundamentales en la estructura económica y social de Europa occidental, y se prolongan hasta el virreynato de Toledo, en que recién se afianza la conquista y comienza la verdadera colonización. Mas, al llegar a este punto, nos asaltan las dudas de si para comprender la realidad boliviana, es necesario todo este examen de antecedentes. Al propio tiempo, creemos sinceramente, que el plasma nacional boliviano se halla en todas esas fuerzas y procesos que arrancan desde el kollasuyu, la conquista y la Colonia, configurando un pueblo que se yergue vibrante en la “encrespada geografía” de su territorio, en el corazón mismo de América Latina. Por eso, no es fácil renunciar al análisis de las luchas de resistencia de los indios, de los conquistadores entre sí y de la monarquía contra los conquistadores rebeldes. Si bien Atahualpa es prácticamente sorprendido, hecho rehén, y finalmente asesinado en Cajamamca, en nombre de Dios, de la Santa Biblia y del Rey; si bien por esta sorpresa se produce la matanza de los indios, que en protección de su soberano el inca, oponen ingenuamente sus pechos descubiertos a la bala y al acero de los con- quistadores; si bien esta hecatombe hace que los incas crean en un poder sobrenatural de los conquistadores, desorganizándolos aún más de lo que están a raíz de las luchas
  • 24. 23 entre Huáscar y Atahualpa; en cambio, todo eso es pasajero, una vez que repuestos de ese golpe fulminante y mortífero, comienzan la lucha de resistencia; comienzan la “época de leyendas y prodigios”, como dice Luis Alberto Sánchez. “Los indígenas combatían con clavos y dardos contra los arcabuces, sables, lanzas, caballos y culebrinas de los españoles. Sin embargo, la guerra crecía.” Cuando Pizarro y Almagro se dividen el Imperio, tomando para sí el primero, como gobernador, el reino del Perú con el nombre de Nueva Castilla; y como adelantado, Almagro, la Nueva Toledo que comprende el Alto Perú, empiezan las contradicciones. Almagro se siente defraudado. Y comienzan las luchas, sordas y calculadoras en un principio, rudas y crueles después. “Almagro había desdeñado —dice Jaime Mendoza— su propia concesión colmada de riquezas, para ir a la otra, que era sólo una tierra miserable. Había desamparado la Sierra de la plata para ir al “páramo maldito, sin una mata de hierba y sin una gota de agua”, que no otra cosa era el gran desierto de Atacama.”(39). Con gran número de españoles e indios conducidos por Paullu Tupaj, hermano de Huáscar(40), llevándose consigo a Huillajhuma (Gran Sacerdote), Almagro va a descubrir Chile por el Kollasuyu. La primera población fundada en el Alto Perú es Paria (1535), cerca de Oruro. Y cuando Almagro se halla de paso, “no faltaron quienes le sugirieron —escribe J. Mendoza— dirigirse más bien a los Charcas. Pero, ya se sabe la respuesta del concesionario de Nueva Toledo... ¡ Es poca cosa para tanta gente honrada! ...”(41) Divididas de este modo las fuerzas de los conquistadores, Manco se rebela y Huillajhuma se fuga para combatir junto a su hermano. Todo el país se alza en armas. Los españoles caen bajo la piedra y la flecha de los incas. La ciudad de los reyes (Lima) es sitiada. La situación de los conquistadores en el Cuzco es difícil. Pero, al fracasar en su empresa, decepcionado, Almagro retorna al Perú y a tiempo refuerza, pese a sus diferencias con Pizarro, las fuerzas de éste para dominar la rebelión incaica. Por su parte, los incas, comprendiendo la necesidad de cuidar al mismo tiempo la guerra y las cosechas, a fin de evitar hambre a su pueblo; por atender ambas cosas debilitan sus fuerzas, ya débiles frente a la enorme superioridad de las armas españolas. La lucha se torna desigual, y Cahuide, el General indio, al verse “copado” en Saxahuamán, según L. A. Sánchez, “se subió al más alto parapeto, se envolvió la cabeza en su poncho y se lanzó al abismo”. “Manco II asistió a su derrota pero no cejó. Con sus más fieles tropas se retiró a la montaña de Vilcabamba, resuelto a no rendirse, a volver mañana, si ello fuera posible. El capítulo parece interrumpido, no cerrado. En verdad no volverá a abrirse antes de dos siglos.” Las remesas de metales preciosos en gran escala, se inician con el rescate de Atahualpa, avaluado por Prescott en más de 3.000.000 de libras esterlinas(42), de un poder adquisitivo superior al actual. El oro y la plata del Perú, de México, Nueva Grana y Chile, confieren a España, grande influencia política en Europa hasta fines del siglo xvii, causando al propio tiempo, la decadencia de sus manufacturas. Esta es la razón por la cual España adoptar una
  • 25. 24 política de protección monopolista, siguiendo las ideas del mercantilismo, que entonces constituían la teoría y la política económica del capitalismo mercantil. No olvidemos que el descubrimiento y la conquista son el fruto de la actividad de la burguesía europea naciente, cuyo talismán son el oro y la plata. Por eso hay diferencia entre los conquistadores y los colonizadores. Mientras aquellos representan la avanzada de la burguesía europea; mientras aquellos, hombres ávidos de riqueza, aventureros audaces, representan una clase nueva, capaz de vencer obstáculos y reducir resistencias-; éstos, los encomenderos, los colonizadores, son los portavoces y exponentes de la feudalidad decadente; mientras aquellos son los exponentes de un mercantilismo que avisora un porvenir despojado de toda vestidura de mojigatería, pro- veniente de las “relaciones feudales, patriarcales, idílicas”; éstos, son los conservadores. No olvidemos que el oro “es la palabra mágica que empuja a los españoles por el Atlántico; cl oro: he aquí lo que ante todo reclama el blanco apenas pone su pie en la nueva playa descubierta”, conquistadores y adelantados buscan, en efecto, metales preciosos en grandes cantidades. De ahí que en la Española no escatimen medio alguno para arrancar de los nativos, si no el oro y la plata que buscan, el “secreto” que les atribuyen de saber dónde hallar esos metales preciosos. Y como los indios no pueden darles ni una ni otra cosa, son vejados, torturados, diezmados. Los indios huyen de la voracidad salvaje de los españoles; huyen de la esclavitud y la muerte. Para comprender la crueldad de los conquistadores con los nativos de América, y la actitud de Bartolomé de las Casas en defensa de los indios, baste oír lo que dice José Martí: ..... pero aquellos conquistadores asesinos debían venir del infierno, no de España! Español era él también, y su padre y su madre; pero él no salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres; él no los iba cazando con perros hambrientos, para matarlos a trabajos en las minas; él no les quemaba las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque no tenían fuerzas; él no los azotaba hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo dónde había más oro; él no se gozaba con sus amigos en la hora de comer, porque el indio de la mesa no pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas; él no se ponía el jubón de lujo, y aquellas capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la plaza, a las doce a ver la quema que mandaba hacer la justicia del Gobernador, la quema de los cinco indios. El los vio quemar, los vio mirar con desprecio de la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro, ni cargó caña de oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el monte sin más ayuda que su bastón de rama de árbol”.(43) La escasez de minas en La Española determina la implantación de la encomienda. El intento de la trata de esclavos fracasa en América, no porque se haya impuesto el humanitarismo ni porque el Obispo. Las Casas defendiera a los indios, sino porque su trabajo es necesario en las minas; de ahí que cuando “las condiciones económicas haden nuevamente beneficiosa la explotación de esclavos, cuando los indios son diezmados por los españoles, se instituye a pedido de las autoridades católicas la «trata de negros», que restablece la esclavitud: el edicto de Su Majestad Católica, Carlos 1 de
  • 26. 25 España del futuro Carlos V, es obtenido por demanda del más respetado de los prelados de España, el Obispo Las Casas”.(44) En la búsqueda de metales preciosos es que los españoles concentran su atención en el Alto Perú. “La fama del Macizo Andino que hiciera irrumpir a los bárbaros del Brasil y del Paraguay, antes del descubrimiento.., apenas realizado éste, llega también a los oídos civilizados, provocando a poco lluevas corrientes humanas que siguen los dos mares, el Pacífico y el Atlántico.”(45) Gonzalo Pizarro, Diego Centeno y Juan de Villarroel hallan la mina de Porco, ya trabajada por los incas. Con esa mina de plata, crece el poderío y el partido dé Gonzalo Pizarro en su lucha contra los almagristas y contra el mismo poder real, surgiendo de parte de encomenderos alineados en las filas de Pizarro, aspiraciones incluso autonomistas. Las disputas entre conquistadores, por la posesión de riquezas y la explotación de indios, alcanza contornos realmente crueles; y cuando la Corona desconoce las pretensiones de Gonzalo de gobernar Nueva Castilla, a titulo de heredero de su hermano Francisco, y quiere asimismo poner atajo a los abusos de los encomenderos, entonces se agranda el partido de Pizarro, que ya venciera a Almagro, y vence también al Virrey en Añaquito. En esas circunstancias, el Demonio de los Andes, Carvajal, insta a la escisión del Perú para formar un reino independiente. Estos intentos y el rechazo de Pizarro a todo enviado del Rey, a toda oposición a explotar minas e indios, constituyen, sin duda, el primero y más serio intento autonomista de América. Entonces no había más de dos mil colonizadores y cualquier determinación autonomista habría fracasado por su mismo aislamiento del resto del mundo y porque esos dos mil extranjeros habrían sido absorbidos por la población nativa. “...hubiera sido pueril, quimérico, iniciar siquiera la explotación de las riquezas de América mediante la constitución de un Estado inde- pendiente... Todas las materias extraíbles del Nuevo Mundo —dice Lincoln Machado Ribas —valían sobre todo por su cotización cuantiosa en Europa, y desconectada de ésta, mezquino hubiera sido su aprovechamiento”.(46) La Gasca sabe aprovechar las contradicciones entre Pizarro y Centeno por la mina de Porco y entre Centeno y Villarroel por la ‘de Potosí; divide a los pizarristas, los debilita y finalmente los derrota. Tiene razón Luis Peñaloza en su Historia Económica de Bolivia, decir que la conquista hizo del Alto Perú, denominado por las reales capitulaciones Nueva Toledo, apenas un campamento minero; y que durante la Colonia es un cuerpo político con asiento en las ciudades, pero siempre condicionado a la explotación de dos riquezas: las del subsuelo, las minas, y las humanas, los indios encomendados y sometidos a servidumbre, bajo diversas formas. La búsqueda y explotación de minas determina la fundación de casi todas las ciudades bolivianas: Chuquisaca, es decir, Charcas, hoy Sucre, en 1538; Potosí en 1545, La Paz en 1548, Cochabamba en 1574, Tarija el mismo año, Santa Cruz en 1595, Oruro en 1604 y, en 1599 se instruye el gobierno colonial con el nombre de Real Audiencia de Charcas, dependiente del Virreynato de Lima primero y después del de Buenos Aires.
  • 27. 26 “Desde entonces —dice José María Camacho— Charcas ocupa entre los grandes distritos coloniales del Continente, su posición de cuerpo nacional aparte e inconfundible, lo cual llegaría a servir de base y fundamento para la constitución de la República de Bolivia.”(47) EL COLONIAJE Hay quienes pretenden hallar las raíces de la Nación Andina, en la guerra de la independencia. Niegan de ese modo, tácitamente, el pasado de su propia formación: el Kollasuyu y la colonización. Es indiscutible la influencia de la colonización en la configuración de las características nacionales y regionales de Bolivia; como es inobjetable que el Kollasuyu constituye su legítimo pasado que se proyecta con sus grandes contingentes nativos: aymaras y quechuas, perfilando la personalidad boliviana en sus rasgos más típicamente americanos. Es erróneo disminuir la influencia de la Colonia en la formación nacional, como es erróneo admitir que la colonización diera fin con das formas de organización indígena. Desconocer el pasado y desdeñar las fuerzas vivas de la Nación, como son los indios, es sugerir un “nacionalismo” anquilosado, sin orígenes, sin ralees y sin perspectivas ni porvenir. “Queramos o no —dice L. A. Sánchez— sería un absurdo negar que la colonización española imprimió carácter a nuestras colectividades nacionales y hasta provinciales; como sería igualmente necio pretender que el virreynato logró borrar totalmente los restos de organización indígena y callar la voz de la sangre nativa.” Por eso es necesario el análisis, aunque sea panorámico, del coloniaje, a fin de comprender la realidad republicana. No es posible desconocer esas fuerzas que con sus procesos de desarrollo y sus contradicciones, constituyen el pasado innegable de Bolivia, el plasma que nutriera su carácter personalísimo que exhibe ante el mundo. ¿ Acaso no es un hecho social vivo, el mestizaje que nace de esas fuerzas en un proceso de misogenación a lo largo de tres siglos? ¿ Acaso ese elemento social no es fruto de ese pasado que vertebra la historia de Bolivia, acusando peculiaridades nacionales propias? Pues bien, descubierto el Nuevo Mundo, conquistados y vencidos los nativos, los españoles se apoderan de América. La bula del Papa Alejandro VI, “padre de Lucrecia y de César Borgia, el virtuoso del crimen” (48)“legaliza” el 4 de mayo de 1494, el despojo de todo un continente: tierras, minas, mano de obra y mujeres, son el botín de los conquistadores. Estos. “no se ocuparon sino de distribuirse y disputarse el pingüe botín de guerra -dice J. C. Mariátegui—. Despojaron los templos y los palacios de los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres Todo esto corresponde al proceso de acumulación primitiva del capital. “Sabido es que en la historia real desempeña un gran papel la conquista, el esclavizamiento, el robo y el asesinato, la violencia en una palabra... En realidad, los métodos de la acumulación ori- ginaria fueron cualquier cosa menos idílicos.” (49)
  • 28. 27 Ya Colón inicia el reparto de tierras y de indios en La Española, instituyendo el sistema de repartimiento y encomiendas. Así se dan las bases para la implantación del régimen feudal en América, a semejanza del vigente en España, sobre la base de un régimen agrario colectivista, dislocado por la fuerza y la violencia. Y esto se funda en la religión católica, lo que no es extraño, porque “la Iglesia Católica Romana —dice Engels— era el gran centro internacional del feudalismo... Coronaba las instituciones feudales con la aureola de una consagración divina”(50) La base teórica de la encomienda es, pues, la religión. Los nativos, considerados incapaces de gobernarse por sí mismos, son “encomendados” a españoles que por su audacia se hacen acreedores de la merced real, para inculcarles la fe y cristianizarlos, 1 aprovechar su trabajo y enriquecerse a costa suya. El indio se convierte en un siervo. “En teoría, dista de la esclavitud —escribe L. A. Sánchez—, porque el esclavo se compra y carece de toda libertad; mientras que el indio dispone de alguna, mas no de valerse de sus medios ni del fruto de su trabajo, ni de la tierra heredada.” Bien se dice que los españoles colonizaron América con la cruz y la espada. La cruz y la espada son los símbolos de dos clases en pugna. La espada representa la burguesía, la conquista, el triunfo de una clase que aún no había vencido totalmente. La cruz repre- senta el feudalismo, a los señores feudales, a todo un sistema que aún no había perdido completamente. Por eso, la colonización de América y por tanto del Alto Perú, tiene ese doble carácter. La distribución y la “composición de tierras”, que tiene por objeto redistribuir y readjudicar grandes extensiones favoreciendo la formación del latifundio, y permitiendo a los reyes de España vender al aytlu sus propias tierras, constituyen la causa de las luchas sociales y políticas a lo largo de la historia colonial y republicana de Bolivia. Cierto es que los colonizadores no tienen interés por la tierra ni ella vale nada sin los indios. Ellos vienen desde España atraídos por el oro y la plata altoperuanos, a adquirir riqueza y poder; vienen atraídos por la entraña millonaria del gran Potosí, a hacer “su América”. Pero, no todos pueden disponer de minas, y entonces se apoderan de tierras e indios; sin embargo, hay españoles sin encomienda. Peñaloza anota que en 1570, la Plata, hoy Sucre, tiene 32 encomenderos y 300 vecinos sin encomienda o moradores, y Potosí 800 españoles casi todos mineros. Esta distribución tiene importancia. De esa distinción depende la composición del Cabildo. La encomienda en el Alto Perú significa la asignación de miles de indios. Confiere riqueza y poder al encomendero. Mas no todas las tierras son distribuidas ni todos los indios encomendados. Por eso, junto a la propiedad realenga instituida por derecho de conquista, junto a la propiedad privada de los colonizadores, adjudicada a titulo de “recompensa”, junto a la propiedad eclesiástica o de “manos muertas”, proveniente de diezmos, primicias, sínodos, espolios, herencias, donaciones, capellanías y también despojos, subsiste la propiedad indígena. Junto a la propiedad feudal impuesta por la Colonia, se mantiene en cierta medida, “la propiedad comunaria de los indios. El ayllu
  • 29. 28 subsiste como una “unidad territorial económica”, con las modificaciones traídas por la colonización. Los repartimientos y encomiendas dc los primeros años causan verdadero pánico entre los indios. Muchos huyen de la triste condición de encomendados, aun abandonando sus tierras, por verse libre de las exacciones tributarias y dc la explotación de los encomenderos. Esto significa pérdida para la Corona, pérdida en cuanto al tributo y en cuanto a la mano de obra; de manera que, a fin de “asegurar la mano de obra para los trabajos mineros y agrícolas, facilitar el cobro de tributos y, en suma, sistematizar la explotación del trabajo indígena”(51) , se concentran las poblaciones nativas en las lla- madas “reducciones”, que generalmente se fundan sobre la base de’ un ayllu. La Leyes de Indias, favorables en muchos aspectos a los nativos, no se cumplen ni pueden cumplirse en las condiciones históricas. de la colonización, que en el fondo representa la lucha de fuerzas contradictorias en la explotación de nativos y en el saqueo de riquezas del Alto Perú: de un lado la feudalidad decadente; del otro, la joven burguesía voraz e insaciable. Ambas le imponen a la propia España, la prueba de trasformarse o quedarse rezagada. En la lucha resiste el feudalismo y España se atrasa en la historia, arrastrando su agonía a su inmensa colonia. Quizás por esta circunstancia, las comunidades supervivientes, asentadas en la marca, gozando del úsufructo de sus parcelas, del aprovechamiento común de aguas, pastos y montes, son respetadas como tradiciones nativas. Para ellas no hay más que el tributo en señal de sumisión al soberano. Pero debido a las condiciones sociales impuestas por la Colonia, la distribución de tierras de comunidad se hace cada vez mas desigual. “Los originarios —dice Arturo Urquidi— ocupan una situación privilegiada con respecto a los agregados; y ambas categorías gozan de mayores preeminencias que los utaguagua, cuya condición es de simples acogidos. Por término medio, los originarios poseen «más o menos el doble» de tierra que los agregados, mientras que los acogidos suelen carecer de ella.” En cuanto al tributo, los originarios pagan una tasa menor. El usufructo de la parcela se convierte en propiedad individual. Pero, así y todo, no es menos cierto que la comunidad indígena conserva aún fuerte vínculos territoriales y económicos, que hace justamente una relación de propiedad típica, que debe considerarse para una adecuada reforma agraria en Bolivia. Además de los repartimientos, encomiendas y “tercios de corona”, se desarrolla como institución “agraria-tributaria”, el yanaconago, que junto con los sistemas de explotación denominados jamenes, postillones, chacras, tambos, cocales, etc., constituye una forma “reagravada de esclavitud y servidumbre para los desgraciados vasallos del imperio del Sol”, según expresión de Julio Paz.(52) Es cierto que la colonización aporta algunos elementos de progreso para la agricultura: el arado de hierro, la hoz, el machete y el rastrillo; vegetales: arroz, cebada, trigo, centeno, caña de azúcar, naranjo, etc.; animales: caballo, asno, buey, cabra, oveja, cerdo y otros; pero, es también evidente que el colonizador hace abandono de la actividad agrícola, para dedicar toda su atención a la milena. “La agricultura no creó — escribe G. A. Otero— en el Alto Perú las mismas fortunas que la minería. Era más bien una fuente de riqueza para aquellos españoles que hacían vida sedentaria, ociosa y de
  • 30. 29 simple parasitismo... “. Por otra parte, como dice Julio Paz, se prohíben los cultivos como el olivo y la vid, que hacen competencia a los aceites y vinos de España. “Un corregidor —agrega— hizo arrancar de Mizque, ciudad floreciente con más de 20.000 habitantes, todas las viñas y sólo permitió el cultivo del ají.” El núcleo feudal de la sociedad altoperuana se halla constituido por los encomenderos y los encomendados, por los hacendados y los yanakonas, y, por la Iglesia, la gran latifundista, cuyas rentas compiten con las de la Corona. En 1896, las rentas reales alcanzan a 1.255.760 pesos y las del clero a 1.239.000 pesos, menos la pequeña diferencia de 16.760 pesos.(53) “En torno de los obispados, canonjías, curatos, conventos, giraba —anota O. A. Otero— toda una. enorme organización feudal... La clerecía altoperuana alimentaba sus finanzas a expensas de los cholos y de los indios. Así, la religión de Cristo era una industria de las más saneadas después de la minería.” La manufactura industrial, cuyo germen se halla en los obrajes, instituidos sobre la base de la encomienda para la fabricación de tejidos, sombreros y otros artículos, adquiere alguna importancia en los obrajes de Cochabamba, Mojos y Chiquitos; pero, debido a la política de monopolio cerrado ejercida por la Metrópoli, es relegada e incluso destruida, a fin de inducir a los habitantes a comprar esas mercancías de España e impedir la competencia a la manufactura metropolitana. Los obrajes, establecimientos prácticamente de explotación esclavista, semejan, según Humboldt, oscuras cárceles constantemente cerradas, de donde no se permite a los trabajadores salir a su casa. La mitad de lo que se paga al obrajero pasa a manos del corregidor a cuenta del tributo y la otra mitad para su manutención; de modo que en los hechos, no recibe nada. Por eso, y por los castigos y torturas que implican, los obrajes son temidos y odiados por los indios. Las misiones, son vastos campos agrícolas y centros de manufactura y artesanía. Empujados por la leyenda del Gran Paititi o el Dorado, los conquistadores realizan sucesivas expediciones por el Nordeste, Oriente y Sudeste bolivianos. Acaso como una ironía a la voracidad de los españoles, los indios se imaginan una serie de ciudades mitológicas, maravillosas; son el espejismo que presentan a los conquistadores, “situando siempre cada vez más lejos aquellas poblaciones aladinescas, alma de las exploraciones coloniales”. Sin embargo, son los religiosos los que internándose por los bosques del norte, los llanos de Chiquitos al centro y las pampas del sudeste, los que navegando los grandes ríos afluentes del Amazonas, del Plata y del Paraguay, fundan misiones. Desde Mojos hasta Chiquitos los jesuitas, por los llanos de Manzo y Apolobamba los franciscanos y por la región de los ríos Quetato y Manique, desde Ayopaya, Chapare e Inquisive hasta el norte, los dominicanos?(54) En 1661, las misiones jesuitas alcanzan a reducir 15.000 neófitos. En 1773, más de 30.000. Se expulsa a los jesuitas a fines del siglo xvii. En 1796, la renta de Cochabamba, Mojos y Chiquitos, alcanza a 72.600 pesos de un total de 1.853.990 de renta real del Alto Perú. En 1800, la renta de Mojos es de 44.000 pesos y la de Chiquitos 28.400, de un total de renta real de $ 2.252.100 para todo el Alto Perú.(55) “Cuando éramos colonos —escribe Peñaloza— comprábamos los efectos de la industria europea
  • 31. 30 a precios altos, que recibíamos de cuarta, sexta u octava mano, en virtud del monopolio que se ejercía desde Cádiz”, no obstante de que en esa misma época, sólo Cochabamba llega a producir un millón de varas de tocuyo, fuera de muchos otros tejidos. Los obrajes de La Paz, Potosi y Oruro, también aportan con su producción, aunque mucho más Mojos y Chiquitos. “El año 1796 —según el informe del Visitador Viedma—, Santa Cruz exporta 10.600 arrobas de azúcar y 500 odres de miel” y cada año a las provincias limítrofes del Alto Perú y Buenos Aires, 1.600 arrobás, de acuerdo con los datos recogidos por Gustavo Adolfo Otero. La dominación colonial española tiene en verdad mucha semejanza con la dominación imperialista de nuestros días. Como aquélla, tiene la misión de matar en sus orígenes el proceso de industrialización del Alto Perú, y mantener a este país como simple proveedor dc metales preciosos; el imperialismo norteamericano impide por todos los medios la industrialización de Bolivia, imponiendo a los gobernantes de este país, la política que le permita mantenerlo como simple productor de materias primas. Las misiones que se fundan con la finalidad de “libertar” a los indios, se convierten en centros de inicua explotación en. nombre de “Dios” y la “Santa Biblia”, bajo el pretexto de la minoridad atribuida a los nativos. Como se tiene dicho, a los colonizadores no les interesa la agricultura ni la ganadería ni la manufactura. Buscan ante todo oro y plata. Por eso, la actividad fundamental del Alto Perú es la minería. Muchas minas y veneros de oro, plata, cobre, etc., ya trabajados por los incas, los “descubren” los españoles. Las minas de plata de Porco y Tupiza y los lavaderos de oro del Chuquiañu donde se funda La Paz, son los primeros. “Chuquiapu, que corruptamente llamamos Chuquiabo, quiere decir en lengua general de aquesta tierra, Chacra o Heredad de oro”(56), etc. Cada “descubrimiento” inmola cientos de vidas de indios que se resisten, por temor a sus “dioses”, a revelar las minas y veneros por ellos conocidos; mas la fiebre de metales preciosos conduce a los españoles a conocer casi todos los veneros, minas y lavaderos de oro, plata, cobre, estaño, etc., que hoy se conocen y que son muchísimos. El descubrimiento del cerro de Potosí en 1545, constituye el acontecimiento más notable de la Colonia. Fabuloso cerro, perforado y vaciado al punto de quedar como un cascarón, si cabe la hipérbole, su fama abarca el ámbito mundial. Según Barba es la riqueza descubierta más fabulosa del mundo. El crecimiento de la población de la Gran Villa Imperial de Potosí, hasta 160.000 habitantes en 1650, da una idea de la atracción ejercida por la riqueza del portentoso cerro. Peñaloza afirma que Potosí es la fuente principal de ingresos de la Corona, de la economía española y europea, desde su descubrimiento hasta principios del siglo xviii. A base de datos de varios autores, Omiste, citado por Peñaloza, anota que la plata producida en Potosí desde 1545 hasta 1834, alcanza a la suma de 3.897.215.288, y los derechos de la Corona a 779.444.857 pesos, con un promedio anual de producción de pesos
  • 32. 31 813.484.174. Estas cifras prueban con elocuencia la enorme riqueza del Potosí, y, en verdad, casi toda la plata enviada a España como procedente de Buenos Aires, es del Alto Perú. Potosí no solo vacía sus entrañas para la monarquía española, ayuda también, con el nombre de situado, a la Capitanía General de Chile y a Buenos Aires. Según el mismo Peñaloza, un 85 % de las rentas de Buenos Aires en 1770, es de Potosí. Como las tierras, las minas pertenecen a la monarquía por derecho de conquista. Para las concesiones existe una minuciosa legislación que preserva los derechos de los reyes de España. El sistema de trabajo es la mita, que no sólo quiere decir turno, sino también, trabajo gratuito, a pesar de las Leyes de Indias, que no se cumplen. Hoy mismo se dice mita o punta al turno de una jornada de las tres que rigen durante las 24 horas del día en las minas, bajo él régimen del salario. En tiempos de la Colonia, la jornada en Potosí era de 36 hs. sin salir de la misa; y de 18 pesos anuales que se paga al mitayo, 8 se restan a cuenta de la capitación o tributo, 21/4 para su vestido, y los restantes 73/4 para su alimentación y el pago de diezmos eclesiásticos(57). Los mitayos siempre resultan deudores y no se les acepta el pago en dinero, se les cobra en trabajo. Así, los hijos y los nietos se hallan reatados a las deudas de sus padres. “Los desgraciados indios arrastrados para la mita. —dice J. Paz— se despedían para siempre de sus ayllus, porque perecían en las minas o quedaban inutilizados por la violenta faena.” Los indios de 150 leguas a la redonda se reclutan para las minas de Potosí y frecuentemente se roban indios de las comunidades y haciendas, provocando pleitos entre encomenderos y colectores de mitayos (herederos de éstos en la República son los enganchadores, que contratan obreros por cuenta del patrono, en regiones distantes del trabajo). A los aborígenes arrancados de su tierra, se les conduce como esclavos, encadenados, a las minas. La mita es, en realidad, un trabajo forzado y gratuito, “una forma cruel de esclavitud” y de exterminio. “La mita minera —escribe Otero— fue una máquina trituradora de hombres igual que la mita de los obrajes y la coca. Se calcula en 8.000.000 de indios muertos en la mina del cerro de Potosí en un siglo y medio”, o sea, 53 mii personas por año, cerca de 150 por día. Ochenta mil mitayos por año se emplean en esas minas. De cinco mil que entran a los socavones —según tI. Paz— apenas salen 400 por término medio. También se emplea, aunque en pequeña escala, el trabajo de los mincados y aventureros, que gozan. de mejores condiciones de vida que los mitayos. Estos son, en realidad, los precursores de los trabajadores mineros, asalariados de la República. Debido a la baratura y abundancia de mano de obra, 110 progresan las técnicas de producción en las minas, la agricultura, la manufactura obrajera, la artesanía, ni la técnica de los trasportes que se hacen en recuas de mulas y manadas de llamas, por las mismas sendas y los mismos caminos trazados por los incas; no obstante, sólo de
  • 33. 32 Potosí se extrae tanta riqueza que según “la frase ya consagrada, bastaba el quinto del Rey para construir un puente de plata de Potosí al Palacio de Madrid”. La Casa de la Moneda de Potosí, uno de los pocos monumentos coloniales dejados por los españoles, y el Banco de San Carlos, con sus funciones de estanco, están ligados íntimamente a la minería, base de la economía altoperuana. Según el censo de 1556, la población del Alto Perú alcanza a 370 mii habitantes, “de los cuales 8.000 son españoles de nacimiento”. El censo de 1796 arroja la cifra de 552.700 y, al iniciarse la República llega a los 500.000. Los españoles de nacimiento y los nacidos en América, los criollos, que constituyen la minoría de la población, tienen en sus manos la autoridad civil, militar y eclesiástica, delegada por el Rey. Ellos son los funcionarios de la Rea Audiencia de Charcas. Ellos, los terratenientes, son los dueños de minas, de obrajes, del comercio, mientras los mestizos, los indios y los negros, la gran mayoría de la población, sin acceso a las funciones públicas y sin derecho a poseer mina sin encomiendas ni obrajes, son los explotados y oprimidos. Los mestizos se ocupan más en la artesanía, en el pequeño comercio y en el trasporte: son los arrieros de recuas de mulas que llevan las piñas de plata hasta los puertos de embarque a España, y también los indios con sus piaras de llamas; pero los indios son ante todo los encomendados y yanakonas, los pongas y mitanís de la República, los mitayos y los máncados de las minas, en suma, los que producen. Finalmente los negros, muy pocos, son los esclavos que trabajan en la Casa de la Moneda, los sirvientes de por ‘vida de las familias ricas de españoles y criollos. Por eso, tiene razón Gustavo Adolfo Otero, cuando dice qu~ el indio es el principal actor de la tragedia agraria del coloniaje. “La agricultura estuvo en poder de la familia indígena, principalmente de la mujer y los niños. Los hombres que no fueran ancianos, casi en su totalidad estaban ausentes de la agricultura. Eran llevados a la batalla de la plata, a las líneas de fuego de la mita, de donde se salvaban fugazmente para rendir el cuerpo cuando no había quedado sepultado por las ayzas, junto a la tierra madre alumbrada por el Sol.” Como los racistas del fascismo alemán “sostenían que Alemania, es decir, la burguesía alemana, estaba destinada por obra de la naturaleza a ser dueña y señora del mundo entero”; como los racistas anglosajones de hoy (de los EE. UU. e Inglaterra), entienden que “es la burguesía de las naciones de habla inglesa la llamada a dominar sobre todos los pueblos”(58), así también los españoles que alcanzan a dominar y a someter por espacio de tres siglos al Alto Perú, se consideran a sí mismos exponentes de una ‘‘raza superior”. Es que las potencias comerciales. de ayer, como el imperialismo de hoy, colonialistas ambos, tratan de justificar la dominación de unos pueblos por otros, como una consecuencia legítima de esa supuesta superioridad de tinas razas con respecto a otras. Políticamente, el Rey de España sustituye al inca y gobierna a través del Consejo de Indias y la Casa de Contratación desde la. Metrópoli, y a través de la Audiencia de Charcas aquí mismo, en estrecho madrinaje con la Iglesia, que “es —escribe Otero— el Proteo que se trasforma en todas las modalidades de la vida social, esencia viva, sustantivo y base de la historia del Alto Perú en los siglos xvi, xvii, xviii y aun el siglo xix, prolongados hasta hoy”. Y, ciertamente, prolongándose hasta hoy, porque en los últimos
  • 34. 33 tiempos se presenta una verdadera invasión de monjas, frailes y curas de España, portavoces del falangismo de Franco; del Canadá y Norteamérica, voceros del imperialismo yanqui; alemanes, etc., en proporciones tan grandes, que no es exagerado decir que como en la Colonia están “copando” la vida en los campos, minas y ciudades. “El hombre de la Colonia —dice Otero— vivía encadenado por la sensación mística, y la religión católica lo había convertido en un autómata por la vigilancia del confesionario.” Parece que se quisiera retrotraer esas épocas ya muertas y revivir el pasado. En realidad, son manifestaciones postreras de un régimen social que está en aguda crisis, en trance de muerte. El colonialismo se desmorona. El capitalismo cede su campo al socialismo y está en vías de ser totalmente sustituido. Una de las instituciones más típicas de la explotación colonial es el Corregimiento, que se compra para. adquirir el derecho de explotar sin tasa ni medida a los nativos. Los corregidores tienen la facultad de repartir” entre los indios, obligándoles a pagar precios elevados, mercancías que éstos no necesitan ni les sirve de nada; de esa manera amasan fortunas en poco tiempo con el dolor y la miseria de los nativos de América. Son los funcionarios más temidos y odiados de la Colonia y por eso, debido a los levanta- mientos indígenas, se instituyen las intendencias, como órganos reguladores de los corregimientos. La Monarquía sabe aprovechar algunas instituciones propias del Incario. Establece, en efecto, como gobierno de enlace entre las masas aborígenes y las autoridades, el cacicazgo, a semejanza del curacazgo; pero, es evidente que los caciques no son siempre indios, pues hay también caciques mestizos. Dada la organización feudal de la sociedad altoperuana, todos los órganos administrativos, religiosos y militares, se mueven en función del tributo al Soberano. Por eso el régimen fiscal pesa sobre las espaldas de indios y mestizos. Las rentas como el quinto del Rey, los estancos, espolios, temporalidades, etc.; las tasas o contribuciones como el tributo de lo indios, el derecho de Cobos, las medias annatas, censos y contribuciones de mayorazgos, prestaciones personales corno la mita, el tercio dc Corona, etc. y los impuestos como los diezmos, primicias, veintenas, huasiveintenas, alcábalas, almojarifazgos, derechos de aduana, etc., pesan, en último análisis, sobre los indios y mestizos, que constituyen la masa sujeta en la sumisión y la servidumbre. Trasunto de una mentalidad aprisionada en los férreos dogmas de la fe, la cultura colonial, feudal-católica, es en verdad la expresión de una inteligencia tullida. La educación tiene un sentido esencialmente de clase y poco o ninguna significación. Ligada como todas las instituciones a la Iglesia, constituye función privativa de los religiosos al servicio de los hijos de “caballeros”. Las palabras del Virrey de Esquilache al fundar el Colegio de San Cristóbal de Charcas en 1621, para “criar en letras y en virtud a los hijos de los caballeros”, definen con exactitud el sentido clasista de la educación colonial. A base de ese Colegio se funda la Universidad de San Francisco Javier, como “un símbolo de la filosofía escolástica y de los prejuicios realistas”. “Culturalmente el Alto Perú es uno de los sectores más atrasados de la dominación hispana. Es verdad que la Academia Carolina, fundada en esa Universidad, estaría destinada a ser vivero de la
  • 35. 34 insurrección... incuba a los precursores, no sólo de la independencia altoperuana, sino también... de algunas repúblicas vecinas.”(59) La imprenta no llega a progresar durante la Colonia a causa del inquisitorialismo reinante, porque en todo escrito se ve el peligro de la emancipación ideológica. Pero, la vida colonial no se desarrolla plácidamente, no es una “siesta colonial’’, “un período de mansedumbre servil de los criollos, que habrían vivido resigne.-dos a un despotismo extranjero e irresponsable, y aun sin conciencia lúcida como para discernir su situación de sometimiento.”(60) Al contrario, es vida hondamente agitada por movimientos sociales y políticos de indios, mestizos y criollos hasta llegar a la independencia.
  • 36. 35 IV. INDEPENDENCIA DEL ALTO PERU. FUNDACION DE LA REPUBLICA La protesta, el tumulto y la rebelión constituyen un fenómeno común a todas las colonias de España en el Nuevo Mundo. No hay ninguna región de la dominación española que esté libre de agitaciones y conflictos. Y ya se ha visto cómo, apenas pasada la sorpresa, “familiarizados con las armas de fuego y perdido el terror supersticioso que les inspiran las detonaciones, el caballo y hasta el aspecto de los hombres blancos”(61), los indios inician las luchas de resistencia y de liberación del dominio español. De esa naturaleza es la rebelión del joven inca Manco II; y si bien la superioridad de las armas españolas permite someter a los rebeldes, no es menos evidente que la resistencia no cede y alcanza brotes de terrible violencia en distintos períodos de la larga dominación colonial. Pero, no sólo los indios se rebelan contra la explotación feudal, sino también los negros allí donde su número es mayor que en el .Alto Perú, y los mestizos y los criollos. Sin embargo, debe quedar claro que los jatun-runas del Imperio Incaico, los indios, constituyen la clase explotada por excelencia. Ellos son los encomendados, los yanakona, los matayos, los trabajadores, en suma, los productores de la economía altoperuana. Los mestizos son pequeños comerciantes, transportistas y artesanos, y los negros, esclavos. Las luchas de los conquistadores entre sí y de éstos contra el poder real, también cuentan en los movimientos sociales y políticos operados a lo largo de tres siglos coloniales. Uno de ellos es el liderizado por Gonzalo Pizarro. Se trata de imponer el régimen de la encomienda y el derecho a explotar tierra e indios; y es innegable que la Corona transa con éstos, reconociendo su derecho ‘a explotar minas y hombres de América y enriquecerse a costa del trabajo, del dolor y la vida misma de éstos, a cambio del derecho de disponer de sus colonias y de una participación jugosa en las fortunas amasadas con la sangre de mitayos y encomendados. En verdad, ése es el sentido, la esencia de la vida colonial; y por eso también, únicamente los españoles pueden ejercer las altas funciones políticas, administrativas, militares y eclesiásticas. “Sólo ellos y los criollos, sus hijos, podían ser dueños de tierras, de obrajes. Jamás un español era peón;
  • 37. 36 comerciante sí. Jamás egidatario ni peón de minas; capataz sí. Desde luego, de manera alguna caía en la esclavitud. Ni siquiera en la servidumbre.”(62) Los españoles traen con su voracidad de riqueza un exaltado fanatismo religioso. Se agrupan en torno de su cofradía bajo el palio y docel de un “santo” cualquiera; y lo que en un comienzo parece simple asociación de fe religiosa, se convierte en irreductible antagonismo político. Ese es el caso de las luchas cruentas e interminables de los vascongados y vicuñas en el siglo XVII. Al empezar este siglo, cuando la plata de Potosí fluye a raudales a las bolsas de los mineros, de los mercaderes, tahures, dueños de mesones, “hacendados”, “moradores” de La Plata, a las Cájas Reales y “hasta a los piratas de Gran Bretaña y Holanda que merodean las exportaciones hispánicas en el Mar de Balboa”; cuando “con la plata de Potosí se adquieren en la Corte de la Villa del Oso y del Madroño, indistintamente, armas y sedas, especias olorecientes y avituallamientos para. su ejército, libros latinos y cristales venecianos, joyas y tejidos, barcas y armaduras, perfumes y pólvora”(63), los vascos se agrupan en torno de la Iglesia de San Agustín y forman la “nación vascongada”, con la finalidad de controlar económica y políticamente la Gran Villa Imperial de Potosí; y la controlan, pues la mejor producción de plata es de ellos y las autoridades surgen de sus recomendaciones. Pero, también los gallegos, castellanos, extremeños y andaluces, organizan sus cofradías y constituyen grupos opositores a los vascos. Al finalizar el primer cuarto de dicho siglo, la pugna alcanza contornos por demás violentos, arrastrando en sus luchas a criollos nativos, como “carne de cañón”. “Hasta el rango social y emperifollado apuntaba por la golilla de estos nuevos señores -- dice Armando Alba—, los vascos, que veían por muy menos a extremeños, gallegos, andaluces o castellanos, que derraban un ojo para ver a medias a criollos y nativos y que cerraos ojos herméticamente para no ver a la morería trashumante a otra gente de Europa.”(64) Entonces asoma en la conciencia de los criollos, la intuición de su mayor derecho que el de los peninsulares, al goce y disfrute de las riquezas y del poder de la tierra en que nacieron; y fundan el grupo de los vicuñas, cuyo exponente bravío, audaz y rebelde es Alonso de Ibáñez. Es un grupo proscrito de toda garantía. A los vicuñas se les declara al margen de la ley, como hoy se considera a los comunistas”, escribe Alba. No se puede afirmar que los vicuñas adquieren de golpe y porrazo una conciencia clara de la libertad. Pero es innegable que protagonizan un movimiento de sentido nacionalista. Combatir a los españoles de España y exigir derechos en razón de ser ellos españoles de América, tiene, ciertamente, ese sentido nacionalista que arde, casi dos siglos después, sería el principio de la auto-y la independencia del Alto Perú. Los vicuñas eran un bando corajudo —agrega Alba— que contendió con los foráneos por la hegemonía de la Villa. Actitud muy justa nacida de una lógica reacción ante el oprobio en que se les hacía vivir a los otros grupos... estallido del conflicto de la desigualdad económica, que produjo el terrible lance a muerte; en último término movimiento insurreccional impetuoso contra el sistema económico de ese tiempo, que