Libra es un proyecto de moneda digital global lanzado por Facebook y un consorcio de empresas. A diferencia de criptomonedas como Bitcoin, Libra planea operar de forma transparente y cumplir con las regulaciones contra el blanqueo de capitales. Sin embargo, la necesidad de cumplir con las normas también podría limitar la universalidad de Libra. Los reguladores financieros deberán supervisar cuidadosamente el desarrollo de Libra para evitar posibles problemas.
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Libra: la nueva moneda digital de Facebook y su impacto en el sistema financiero
1. LIBRA
En gran mayoría de las veces, las cosas no son sencillas. En su interpretación
entran en juego diversas variables, algunas de ellas técnicas y de difícil
comprensión. No siempre es posible simplificar un proceso o una nueva
construcción en un número reducido de palabras, y que además estas sean
unívocas, inteligibles, sin dobleces ni zonas oscuras.
Lo anterior es decididamente aplicable al mundo de las criptomonedas, de las que
Bitcoin es su exponente más representativo. Pero Bitcoin navega por sus propias
aguas desde hace ya diez años y en ese plazo se ha escrito sobre su esencia y
funcionamiento lo suficiente para establecer los límites y posibilidades de su
proyecto. En estas mismas páginas se han volcado repetidos comentarios al
respecto.
Ahora aparece la nueva moneda ‘Libra’, una construcción informática que forma
parte de un consorcio de más de cien grandes industrias financieras entre las que
se hallan los gigantes PayPal, eBay, Lyft, Uber, Visa, MasterCard o Spotify. Libra
es la base, la moneda digital en la que descansan los servicios de pagos de todas
las empresas del consorcio. La específica de Facebook lleva por nombre ‘Calibra’.
Calibra es la plataforma digital para los pagos no solo de Facebook sino también
de WhatsApp y Messenger, una multiplataforma que permitirá enviar remesas de
la nueva moneda a todo el mundo interconectado, gratis o a un coste muy
reducido.
El progreso es ciertamente imparable y de ahí que lo que comienza siendo un
intrusismo acaba haciéndose su hueco y obteniendo la homologación en el nuevo
espacio social. El dinero digital aspira a desbancar a los circuitos bancarios
tradicionales y a actuar sin compromisos regulatorios de los bancos centrales.
2. En la web oficial Libra, un libro blanco describe la misión de su proyecto de la
siguiente manera: “Una sencilla moneda global y una infraestructura financiera
que empodera a miles de millones de personas”. Como cada unidad de libra
creada llevará una contrapartida de divisas convertibles a un ‘Fondo de divisas
Libra’, la nueva moneda digital se irroga la característica de un valor intrínseco,
lo que otorgará confianza al sistema, confiriéndole el estatus de moneda estable
(stablecoin). El fondo será gestionado por la ‘Asociación Libra’ compuesta por 28
de sus miembros fundadores, con sede en Ginebra. A partir de ahí creará una
megared informática para producir cobros y pagos instantáneos a lo largo y ancho
del planeta, evitando la exclusión, creando puestos de trabajo y reduciendo las
demoras y comisiones habituales del circuito bancario.
Lo cual nos conduce a la pregunta pertinente: ¿Hay algún valor añadido en la
creación de una nueva moneda virtual?, y aunque lo haya, ¿cuales son sus riesgos
y externalidades negativas para el sistema?
El dinero es una decisiva creación humana cuyas primeras huellas figuran ya en
el código de Hammurabi en el siglo 18 antes de Cristo. Con su invención como
unidad de cuenta el trueque de mercancías se sustituyó por compraventas
dinerarias produciéndose un salto gigantesco en el comercio y posteriormente en
las finanzas. Al ser el dinero un medio de pago facilitó el crédito mediante el pago
de un interés, precios que se atribuía a prescindir de la liquidez y diferir el
consumo al futuro. Como depósito de valor completó sus funciones y dada la
enorme influencia que la masa de dinero tiene sobre los precios, los poderes
públicos monopolizaron su acuñación, vigilaron sus posibles falsificaciones y
controlaron su crecimiento siempre paralelo al crecimiento de la economía real.
Al otorgar el Estado poder liberatorio a una moneda y definirla como de curso
legal los deudores están obligados a aceptar dicha moneda en pago de las deudas
pendientes.
¿Cuántos de los atributos que adornan legalmente a una moneda se encuentran
en constructos tales como Bitcoin, Ethereum, Ripple, Litecoin y resto de
pretendidas monedas virtuales? Prácticamente ninguno, aunque construyan un
reducido universo financiero en el que jueguen a ser moneda y de paso encubran
transacciones de dudosa catadura moral o aun proscritas y criminales.
Bitcoin posee unas características muy singulares. Atesora valor derivado de una
ingeniosa minería informática que genera unidades con un techo máximo, 21
millones de unidades, con el coste implícito de la referida minería; es previsible
en su aparición según unos algoritmos preestablecidos; descentralizado ya que
no tiene un único dueño y las decisiones se toman por todos los jugadores de la
comunidad; desagregado ya que cualquier terminal informática puede validar las
nuevas operaciones; global en su alcance geográfico; anónimo en la medida en
que no indaga en la identidad de sus participantes ni mantiene registro alguno de
datos personales al conocerse las operaciones pero no sus propietarios u
ordenantes; facial en ausencia de tipo alguno de activo subyacente; de código
abierto en el que cualquier persona tiene opción de revisar el código fuente y
público. Aun así, ningún ordenamiento jurídico en el mundo le ha conferido hasta
la fecha el rango de moneda, menos aun de moneda de curso legal.
3. Pero Libra es un proyecto diferente que entra directamente en conflicto con la
industria bancaria actual, erigiéndose en su directa competencia. A diferencia de
Bitcoin anticipa en su libro blanco que desea jugar en completa transparencia
como el resto de los competidores bancarios. Eso implica que, como estos
últimos, tendrá que asumir el principio KYC (‘know your customer, conoce a tu
cliente), es decir que deberán identificar y verificar la identidad de sus usuarios,
asegurándose de la legalidad y veracidad de todas las transacciones y del origen
y destino de los fondos. Si esto es así, la nueva moneda y la nueva red estarán
sujetas a las normativas bancarias y de prevención de blanqueo de cada Estado
en que tenga presencia operativa.
Pero la norma, deseable en sus fines, siempre es limitativa y en este caso
impondrá barreras a la tecnología, impidiendo un sistema de pagos ciego a sus
cumplimientos normativos. La legalidad es una necesaria frontera para la
libertad técnica. La universalidad de Libra chocará diariamente con la necesidad
de bloquear millones de operaciones de usuarios incumplidores de los estándares
legales, desmontando su pretendido automatismo universal.
Libra nace con un pie forzado adicional. Ser hijo intelectual de una marca como
Facebook que ha vulnerado olímpica y reiteradamente la privacidad de sus
usuarios. Que el gigante informático disponga de la radiografía financiera de los
clientes, además de sus datos básicos anteriores, añade un factor adicional de
preocupación al proyecto.
Los reguladores de los distintos países harán bien en vigilar con atención el
desarrollo de esta iniciativa con 2.400 millones de usuarios potenciales para
evitar males mayores. Todas las catástrofes financieras del mundo moderno han
venido precedidas por regulaciones laxas o inexistentes y una supervisión
insuficiente. Hasta la fecha los reguladores no han establecido reglas especificas
para los crioptoactivos, argumentando que las vigentes nomas de protección del
consumidor o las referentes a los títulos valores son suficientes.
Afortunadamente, Francia que ostenta la presidencia del G7 ha solicitado ya la
creación de un grupo de trabajo formado por bancos centrales y funcionarios del
FMI para estudiar la nueva presunta moneda.