El Instituto Vasco de Estadística publicó un informe en 2020 que muestra que la satisfacción general con la vida de los residentes en Euskadi ha aumentado a pesar de la pandemia, con una puntuación de 7,6 sobre 10. Las personas con mayores ingresos y niveles educativos más altos tienden a dar puntuaciones más altas a su bienestar. Aunque los nuevos índices de desarrollo incluyen variables no económicas, los aspectos tradicionales como los ingresos, la educación y el empleo siguen siendo
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Euskadi en bienestar copia
1. EUSKADI EN BIENESTAR
Manfred Nolte
En junio pasado, EUSTAT, el Instituto Vasco de Estadística, publicó el informe
anual 2020 de la ‘satisfacción global con su vida’ que manifiestan los moradores
en la Comunidad autónoma. Se trata de una encuesta de bienestar personal que
revela la ‘percepción’ del bienestar que disfrutan los residentes en Euskadi.
Aunque la percepción no traduzca al cien por cien la realidad vital de los
individuos en torno a la satisfacción vital, el bienestar o incluso la felicidad,
constituye un indicador interesante de esos tres destacados atributos sicológicos.
Las puntuaciones se realizan sobre un máximo de 10 asumiendo la relatividad de
adjudicar valores cardinales a aspectos difícilmente cuantificables. Pero el
ejercicio es instructivo dentro de la relatividad citada. El gran titular consiste en
que la satisfacción global con su vida de la población de Euskadi mayor de 16años
ha aumentado en 2020 a pesar de la pandemia, de tal manera que con la
excepción del relativo al estado de ánimo -a la salud mental en el más amplio de
los sentidos- mejoran en nuestra comunidad todos los indicadores de bienestar
personal. A pesar de que 2020 azotó con la plaga vírica a los ciudadanos de
Euskadi, como a los de la vasta mayoría del planeta, estos conceden un 7,6 de
nota a su satisfacción con la vida. La puntuación ha ido mejorando sobre la de
2014 (7,1) y también respecto del año 2019, de crecimiento sostenido, cuando la
nota adjudicada fue de 7,4. Como todo el mundo conoce los valores que superan
al 7,5 sobre 10 tienen la consideración de notable alto, a un paso de la excelencia
que señala el sobresaliente.
Al tratarse de una encuesta poblacional, los resultados admiten distintas
segmentaciones. La restricción que impone una columna como esta nos aconseja
remitirnos a algunas correlaciones de renta y en general de índole económica. Y
ello esasí porque nuestroindicador de bienestar asigna mejores puntuaciones (8)
a aquellas personas con rentas de hogar mensuales superiores a 2.500 euros y
valoraciones más bajas a medida que bajan tanto las rentas medias de los hogares
como su nivel de formación e instrucción, situándose a la cabeza (7,9) los que han
cursado estudios universitarios y a su cola (6,8) los que carecen de estudios. Junto
a ellos, los parados puntúan muy bajo (6,9) en comparación con los ocupados
(7,8).
2. El indicador de bienestar personal se despieza en otros subindicadores. Lideran
como media con un 7,7 los indicadores ‘valor de la vida’ y ‘satisfacción con la vida’
mientras que lo cierra con un 4,5 el indicador de ‘confianza en los poderes
públicos’ que en 2014 solo puntuaba un 3,2. Entre ambos discurren los de
‘relaciones personales’, ’satisfacción con la economía del ocio’, y ‘estadode animo’
hasta un total de nueve subindicadores.
Todo ello en unas circunstancias en las que Euskadi ha sido duramente atacado
en su flanco económico, circunstancia que se remonta a décadas atrás y que ha
supuestouna merma del potencial de riqueza en la hora actual, con una tendencia
a la baja en la inversión extranjeray un declive en la actividad industrial. Euskadi,
es conveniente recordarlo, ha perdido un 24% de peso relativoen la distribución
del PIB español entre 1975 y 2019 (Arrieta y otros).
Volviendo a la encuesta, el hecho de que las mejores puntaciones se observen
reiteradamente entre personas que pertenecen a una clase social acomodada nos
conduce a preguntarnos si la felicidad y la prosperidad económica son la misma
cosa o si, cuando menos, se parecen bastante.
En 1.929, Simon Kuznets desarrolló un concepto contable revolucionario llamado
PIB. A pesar de su general aceptación, el PIB tiene lagunas más que razonables.
Nuevos índices han surgido entre los que se pueden destacar los de ‘desarrollo
humano’ y de ‘felicidad global’, ambos de Naciones Unidas. Bruselas presenta
periódicamente su ‘Panorámica de la calidad de vida europea’ y la OCDE ofrece
cada año un ‘Índice de calidad de vida’. Existen muchos más.
Pero, aunque los nuevos indicadores incluyan variables menos utilitaristas que el
PIB, tales como la libertad política, la fe en las Instituciones públicas, la ausencia
de corrupción, la generosidad ciudadana, o los espacios de ocio, hay que subrayar
que siempre vienen acompañados de los componentes tradicionales: el nivel de
la educación y la sanidad, la calidad del empleo, el PIB per cápita, la degradación
medioambiental y otras.
O sea que, para granjearse el anhelado bienestar, cuentan mucho los aspectos
pecuniarios tradicionales.