Anualmente, el Instituto Vasco de Competitividad promovido por la Universidad de Deusto publica un informe analizando la situación del tejido empresarial vasco con especial énfasis en el desarrollo de la competitividad.
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INFORME DE COMPETITIVIDAD DEL PAIS VASCO 2018.
Manfred Nolte
El Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra), una iniciativa de partenariado
público-privado promovida por la Universidad de Deusto acaba de publicar el
Informe de Competitividad del País vasco en su edición de 2018 siguiendo la
línea informativa iniciada en 2007.
La empresa vasca se halla en el foco de la actualidad económica, porque junto al
Informe citado, el Departamento de Estudios Laboral Kutxa ha lanzado
igualmente la encuesta de confianza empresarial de nuestras compañías de cara
al cuarto trimestre de 2018.
No es vano subrayar una y otra vez el valor de la empresa. La empresa es la
principal fuente de actividad y el motor económico de una sociedad. En
ocasiones surge una interpretación simplista acerca de la relación entre la
competitividad de las empresas y el bienestar de una sociedad, donde la
competitividad de las empresas se ve exclusivamente como un mero problema
de costes que entra en conflicto con el bien social. Pero la empresa no actúa de
forma aislada y es la interacción entre las empresas y su entorno la que genera
innovación, riqueza y, finalmente, bienestar para una sociedad. No obstante lo
cual el primer peldaño lo construye la empresa y su reto es acrecentar su
productividad y de ahí, en un mercado abierto, su competitividad.
Comenzando por la encuesta de Laboral Kutxa, esta refleja una caída en las
expectativas de nuestras empresas por segundo trimestre consecutivo
registrando un índice de 54,2. Un valor del índice por encima de 50 continúa
señalando a la zona de expansión, lo que resulta congruente con los índices
registrados en otras áreas geográficos, como el conjunto de España (dato
agosto: 53) o la propia Zona Euro (dato agosto: 54,2). No obstante, el registro de
54,2 refleja un retroceso en relación al dato del trimestre anterior que alcanzó el
valor 56,6. La interpretación es que, dentro de una trayectoria de crecimiento
aun vigoroso, nuestras empresas se muestran algo más pesimistas con respecto
a la evolución inmediata de la economía.
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Por su parte, la publicación de Orkestra se centra en el análisis de la
competitividad en el País Vasco con el objetivo de destacar y monitorizar la
capacidad para competir de nuestras empresas ,y en consecuencia, generar
valor económico y social en la población, con el apelativo último de ‘sostenible’,
factor que una economía responsable reclama con voz progresivamente más
poderosa. La competitividad sostenible a largo plazo es la clave del crecimiento,
el empleo y el bienestar.
El informe analiza más de 50 indicadores, comparando el País Vasco con un
grupo de 30 regiones de referencia con características estructurales similares,
constitutivos de un ‘benchmark’ para nuestra comunidad: Aragón, Navarra,
Cantabria y Cataluña en España, y el resto repartidas por Europa. Un recién
creado Observatorio de Competitividad se ofrece a las empresas, sector público
y académicos como guía actualizada de las fortalezas y debilidades del tejido
productivo en Euskadi.
La impresión general destilada del informe es que la economía del País Vasco
ha salido de la recesión económica, que continúa mejorando en numerosos
nichos estadísticos en relación a otras regiones europeas, y que progresa en
términos de bienestar económico y social. Ha crecido el PIB per cápita y la
productividad empresarial también mejora en tendencia desde 2008, aunque la
productividad del trabajo disminuya ligeramente en 2017 sobre el año anterior,
siendo este criterio económicamente determinante para la negociación y fijación
de los salarios. Gran parte del progreso de hoy radica en la reducción de años
atrás de los costes laborales unitarios que se estabilizan, así como a la evolución
de los salarios reales. A la fecha, los costes financieros siguen en mínimos
históricos y dada la inflación existente, aunque moderada, hace que convivamos
en un escenario de tipos de interés reales negativos y que las empresas
dispongan de una financiación a un coste real muy asequible lo que las otorga
una solida situación financiera. También, las pasadas restricciones de crédito
han dado paso a un apoyo bancario más confortable. En su conjunto, los costes
de los factores de producción –capital y trabajo- se hallan en una situación que
recuerda a las coyunturas pasadas más favorables, apoyando –aunque
desigualmente- la recuperación de las cuentas de resultados de las empresas. La
positiva evolución de los resultados de carácter social sugiere que la
recuperación está siendo bastante inclusiva, no obstante lo cual las tasas de
desempleo juvenil, femenino y de larga duración continúan siendo excesivos.
El informe pasa revista al estado de la Innovación, la Educación y la
especialización en nuestra Comunidad Autónoma. Se detecta un descenso en el
gasto de I+D y los niveles de patentes y diseños no son congruentes con las
inversiones realizadas. Euskadi tiene un elevado nivel de estudiantes en
educación terciaria y se sitúa en una posición intermedia en cuanto a formación
profesional, pero dada la incidencia de la formación del capital humano en el
factor productividad procede multiplicar los esfuerzos así como adaptar la
enseñanza a los requerimientos futuros de los productores.
Pero también se hace necesario mostrar precaución, dadas las reacciones
cíclicas que se prevén en el contexto europeo y mundial. Los vientos de cola
amainan y los estragos del neoproteccionismo están aun por evaluar. Los tipos
de interés nominales variarán, pero solo al alza, elevando el coste de los
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capitales. La moderación salarial también ha tocado a su fin. Ambos factores
están llamados a afectar a las cuentas de resultados.
Todo lo cual remite una vez más a la evidencia de que el crecimiento de nuestras
empresas solamente se sostendrá si mejora su eficiencia productiva, haciendo
compatible la elevación de los costes de los factores con la necesaria
competitividad.
A las instancias públicas, por su parte, hay que pedirles tino y moderación en lo
impositivo, promoción de la innovación, aumento de las dotaciones
presupuestarias a I+D+i y un esfuerzo inteligente en las políticas activas de
empleo.