1. A VUELTAS CON EL DINERO ‘FIAT’ O ‘FIDUCIARIO’.
Manfred Nolte
La época estival puede ser ocasión propicia para poner las luces largas y salirse
del análisis de lo cotidiano, generalmente dotado más de urgencias y cotilleos
superficiales que de enjundias sustantivas y enriquecedoras. Se observa, por
ejemplo, con creciente profusión una crítica de las monedas ‘fiat’ (dinero
fiduciario) impuestas en la total generalidad de los estados del planeta y también
un cierto retorno nostálgico hacia el metalismo, fundamentalmente al patrón oro,
desaparecido igualmente en la totalidad de países del mundo. Verter algo de luz
en el tema justificaría el cometido de esta columna veraniega.
¿Qué es el dinero fiat? Desde luego no tiene nada que ver con la popular marca
de coches italiana. Paradójicamente serefiere a los euros, dólares, yuanes, rublos,
coronas o pesos vigentes en los sistemas monetarios de los distintos países que
los emiten, o sea al dinero que todos tocamos y conocemos. En la actualidad los
bancos centrales de los países concernidos emiten dinero en cantidades
controladas bajo el criterio de estabilizar los precios del país, evitar la inflación,
pero sin ahogar, en su caso, el progresode la economía. Recuérdese que el dinero
de un área monetaria es la suma de los billetes de circulación y de los depósitos a
la vista del sistema bancario. Sobre ambos pilares la autoridad monetaria ejerce
una vigilancia estricta y sistemática. ‘Fiat’ significa ‘hágase’ lo que retrata el
carácter unilateral y autoritario de la creación de estedinero por partedel Estado.
‘Fiduciario’ se refiere a que la colectividad, el país, le otorga su fe (fides, fiducia)
con carácter abrumadoramente mayoritario.
2. La respuesta a la pregunta de si esto siempre fue así es negativa. Durante
centurias el dinero en circulación tenía valor intrínseco y su precio no era sino el
del peso del metal de ley en el que estaba denominado, generalmente oro o plata.
La acuñación de este tipo de monedas era generalmente un monopolio del
Estado. Con el paso del tiempo los tiques o recibos que las casas de cambios o los
banqueros entregaban como título de propiedad a sus depositantes, fueron
aceptados como medio de cambio y de pago, aunque siempre podían ser
cambiados por monedas o lingotes de valor intrínseco.
El progreso y la multiplicación del comercio mundial incrementó el dinero en su
acepción contable (los depósitos a la vista) agilizando las transacciones y
constituyéndose en una fuente de progreso para los países. La convertibilidad en
oro por parte del Banco central se mantuvo vigente para corporaciones y
particulares, con notables altibajos, hasta el final de la segunda guerra mundial.
Fue la era del llamado ‘patrón oro’ que tocó a su fin con la creación de las
Instituciones Internacionales posbélicas de Bretton Woods y la instalación del
llamado sistema de ‘patrón cambios oro’ que se extendería hasta noviembre de
1971.
Bajo el sistema del ‘patrón cambios oro’ la redención de las monedas nacionales
en oro solamente atañía a los estados soberanos que tuvieran saldos acreedores
frente a otro país. Si Francia tenia superávit comercial con Estados Unidos y
acumulaba un exceso de dólares podía exigir del tesoro americano el canje de
tales dólares por oro de ley a un tipo internacionalmente convenido, 35 dólares la
onza troy.
El progreso imparable de los intercambios internacionales hizo insuficiente el
stock de oro existente. Ello, unido a la picaresca gala de exigir la conversión
sistemática en oro de sus haberes en dólares, llevó a la ruina las existencias de
Fort Knox y a la decisión de Nixon en 1971 de poner término a la convertibilidad
en oro de las monedas. Había nacido la era de los cambios flotantes y de la
exclusividad de las monedas fiduciarias.
Algunas respetables escuelas económicas, como la austriaca, y otras muchas
voces menos autorizadas piden la vuelta al respaldo oro de las monedas en curso
en un sueño inviable que sus detractores tachan de especulación sin sentido. El
gran economista John MaynardKeynes se refirió al patrón oro como una ‘reliquia
bárbara’ en alusión a su inviabilidad monetaria.
Una moneda solo es un medio para la prosperidad de la sociedad. Lo relevante es
si la renta per cápita real de una sociedad es más alta en la actualidad que bajo el
antiguo régimen de convertibilidad, si crece a mayor ritmo, si la tasa de
desempleo es más baja y así con otros aspectos fundamentales similares. Y la
respuesta es positiva. Sin olvidar que el comercio internacional crece y la oferta
de oro es estable, por lo que el oro no puede ser un referente para el crecimiento
de la economia real.
3. Mayor atención merece la crítica hacia la desmedida actuación de los Bancos
Centrales en los escenarios de las dos últimas crisis globales. Pero de ello ya
hemos hablado, y volveremos a hacerlo, largo y tendido.
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