Desempleo en Chile para el año 2022 según criterios externos
(293)long la farsa ha terminado.
1. 1
LA FARSA HA TERMINADO.
Manfred Nolte
Ya está. Ya ha terminado la campaña con la solemne rúbrica de la jornada
electoral. Ya tenemos ganadores, potenciales coaligados y presuntos perdedores
aunque no pueda atisbarse aun con certeza la composición del futuro gobierno
de la Nación. Ya se están desmontando las carpas, extinguiendo los humos de
las últimas velas, recogiendo los aperos útiles y los sobrantes, poniendo punto
final a esa caótica carrera democrática que constituyen todas las elecciones,
donde no hay árbitros, o no aparecen, para pitar empujones y codazos, para
denunciar trampas, insultos y mentiras, que ya son tantas y tan sutilmente
diseminadas por todos los entresijos de mítines, debates, tertulias e
informativos de la prensa escrita o radiada, que increíblemente los tomamos por
normales.
Ahí están los votos, aunque apenas una minoría se haya tomado el tiempo, el
interés o la molestia de leer su letra pequeña, que es una letra muy grande de
derechos y obligaciones. No hablo ya de calibrar diferencias o establecer
comparaciones. Un puñado de estudiosos o profesionales y politólogos habrán
ojeado los programas oficiales de los partidos, que con la marcha de la campaña
electoral han ido ajustando el discurso, quitando por aquí, añadiendo por allá.
Donde dije digo, digo Diego. Aunque algunos organismos de investigación han
hecho su labor profesional, con rigor y seriedad, sus webs o sus blogs han
ofrecido una mercancía preciosa que ha pasado desapercibida, que el viento sin
memoria de la inercia, la vulgaridad o la molicie se ha llevado sin rubor ni
pretensión, porque nos comportamos como pordioseros del método, de lo
conceptual, de lo que hay que estudiar y cuesta tiempo y trabajo. Hemos votado
por fintas, por flashes, eslóganes o anecdotarios. No todos. Porque también
existe el voto ciego, el de cuna, el de la militancia histórica, familiar,
disciplinada y férrea que otorgará la confianza al partido por encima de
cualquier avatar que se haya cruzado en el camino de nuestras siglas del alma,
porque se es de tal o cual formación ‘de toda la vida’, cuando gana y también
cuando pierde. A esos votos les sobran programas y razones.
2. 2
Se ha votado también con el castigo aunque este debería afectar a muchos o a
casi todos. La corrupción es un pecado sin arrepentimiento ni remordimiento
que provoca tarde o temprano su penitencia y se halla tan extendido y
generalizado que solo los recién llegados, los que acaban de estrenar las sillas en
la tribuna legislativa, se hallen libre de ella. La corrupción ha sido como una
calima imperceptible caliente y fría según conviniese a su propósito que se ha
colada por debajo de puertas y ventanas, en pueblos y ciudades, en
ayuntamientos, ministerios o embajadas, en empresas menudas o en las
multinacionales de la mayor reputación y postín que han contaminado el
planeta y engañado a millares de ciudadanos trucando los tubos de escape de
sus utilitarios. Todos estamos con la regeneración democrática, entre otras
cosas porque es aplicable como principio a la totalidad del espectro político en
activo.
Y luego viene el voto económico, otra variante punitiva. Aquel que se incuba en
la queja reiterada por todo lo que afecta a nuestro bienestar y nuestro bolsillo
con independencia de cualquier sintonía política o sociológica. Golpes como el
provocado por la gran recesión en curso inducen, como es comprensible, a una
situación de descontento popular. El grado de expresión dependerá de su
capacidad de organización y en general, en las sociedades democráticas,
elegirán el voto de castigo como arma de expresión. Los necesarios recortes que
han debido revertir los excesos de otros tiempos de falsa prosperidad hacen
lanzas de las cañas de los políticos en el poder. La rotación política se reputa
por el votante como buena. Los votantes pueden mostrar un resentimiento en
general hacia los partidos ‘clásicos’ tradicionalmente dominantes y desvían su
voto hacia nuevos partidos, en ocasiones de signo populista, o simplemente
inexpertos carentes de pasado aunque repletos de incógnitas futuras. Suerte que
en estos comicios recién cerrados, España no ha tenido que sufrir a formaciones
antieuropeistas, antisistema y xenófobas. No al menos del corte de las que se
están advirtiendo en otros países europeos, algunos lindando hombro con
hombro con el nuestro.
Y luego, como ha venido siendo la inveterada historia de las elecciones, los
políticos han exhibido la más sonrojante y despectiva de las caras,
transportándonos a un país de fantasía simplemente imposible, con arengas y
soflamas incumplibles. Desde la convocatoria electoral, los candidatos han
prometido al pueblo más de 250.000 millones de euros en mejoras, alrededor
del 25% del PIB español. Los políticos en periodo electoral se topan con unos
incentivos desproporcionados para mentir tanto sobre los contenidos y
viabilidad de sus programas como en general acerca de sus oponentes, a los que
criminalizan con toda suerte de infamias, calumnias e injurias simplemente
porque no hay penalidad alguna asociada a ello y se trata tan solo de ganar votos
a toda costa.
Por supuesto que siempre hay espacio para el optimismo y el progreso, y la
situación presente es claramente esperanzadora, pero debe quedar claro que lo
que fue la economía española antes de la crisis no volverá a ser. Que la crisis,
apenas vencida, sigue su pesado curso y que los desgarros económicos sobre
nuestro tejido social están ahí para quedarse durante algún tiempo aun. Que
está sin resolver el paro estructural de nuestra economía y el socavamiento
3. 3
demográfico igualmente estructural de nuestra población con su grave
incidencia sobre pensiones, sanidad y demás esquemas de bienestar social. Que
la deuda pública y privada que vamos a traspasar a generaciones futuras es
odiosa y desmesurada. Que nuestros pactos con Europa y Bruselas están para
ser observados y ello se traduce aun en completar reformas, reducir del déficit y
gran sacrificio. Y una larga lista más.
Seamos cautos. La farsa electoral ya ha terminado.