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CAPITULO II
MARCO TEÓRICO SOBRE ETIQUETA, BUENOS MODALES,
RELACIONES HUMANAS Y RELACIONES PÚBLICAS.
A. Generalidades de la etiqueta
En este capítulo se dará a conocer toda la teoría recopilada de lo que es:
etiqueta, buenos modales y las relaciones humanas. El objetivo principal es
tener una base teórica que permita desarrollar la guía con los mejores
conocimientos, y las normas adecuadas para que sean entendibles por el lector.
B. La Etiqueta
Es una parte esencial de la urbanidad. Se le dio este nombre al ceremonial de
los usos, estilos y costumbres que se observan en las reuniones de carácter
elevado y serio y en aquellos actos cuya solemnidad excluye absolutamente
todos los grados de familiaridad y la confianza.
Por extensión se considera la etiqueta, como el conjunto de cumplidos y
ceremonias que debemos emplear en todas las personas y todas las situaciones
de la vida.
Esta especie de etiqueta comunica al trato en general y aun en medio de la más
íntima confianza, cierto grado de circunspección que no excluye la espacian del
alma, ni los actos más afectuosos del corazón, pero que tampoco admite aquella
familiaridad sin reserva y sin freno y relajan los resortes de la estimación y del
respeto, base indispensable de todas las relaciones sociales. /1
1
/ Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño,Editorial Nacional, México D.F 1979
34
1. Historia de la Etiqueta
Si algo ha hecho evolucionar al hombre, esto ha sido la educación. Desde los
tiempos más remotos se conoce la existencia de pautas sociales y normas de
comportamiento. Desde que el hombre está sobre la tierra siempre ha tenido
ciertas formas de comportamiento ante determinados eventos. Aunque todas
estas reglas se encuentran repartidas a lo largo de toda la historia, hay un hecho
definitivo y claro que da un punto de partida importante: la creación de la corte.
Esto dará un auge definitivo a las buenas maneras.
La nobleza, se comentaba en esa época, no se lleva sólamente en la sangre
sino en la forma de comportarse ante el Rey y ante el pueblo. Un hecho que se
debe tener siempre presente en la vida. Se puede ser rico, culto e incluso un
genio, pero todos somos personas y hay que comportarse educadamente con
los demás. El auge de la buenas maneras era glosado por trovadores y novelas
de caballería donde se daban consejos sobre como ser una dama o un caballero
educado.
Aunque muchas de la reglas queden obsoletas o deban transformarse, la buena
educación nunca pasa de moda. Ser educado no es un moda, es algo inherente
a la condición humana. Hace al hombre más libre y más tolerante.
Ser educado no es una moda, aunque algunos piensen lo contrario. Ahora bien,
tampoco se debe abusar, y caer en la pedantería. Todos los excesos son malos.
La buena educación abre muchas puertas y dice mucho de las personas. Dice
una conocida frase de Tayllerand, Príncipe de Benevento: "Solo los tontos se
ríen de la buena educación". Hay que ser natural en sus modales, y no forzarlos.
35
Una frase muy utilizada es “si no sabe, es mejor no fingir (puede caer en un
ridículo espantoso); observe al resto de la gente como se comporta. /2
2. Historia de la apariencia personal
Así como existen reglas para normar los aspectos de la vida social, también hay
ciertos principios generales aceptados respecto a la presentación física; es decir,
reglas de pulcritud de la propia persona y del vestido. Este último no obstante
esta sujeto a los vaivenes de la moda, requiere la consideración de principios
fundamentales e independientes de los dictados, a veces un tanto veleidosos, de
los estilistas.
Ahora se hablará un poco sobre el origen del vestido. La Biblia informa
detalladamente que taparse el cuerpo fue el resultado de la desobediencia de los
buenos de Adán y Eva, nuestros primeros padres, expulsados del paraíso
terrenal por razones que todos conocemos.
Por lo tanto parece que el primer modélico de la historia fue la famosa hoja de
parra que en tan diversas maneras han reproducido los artistas de todos los
tiempos.
A partir de ese momento se desencadenó una verdadera manía por cubrirse y
adornarse el cuerpo y los cabellos en miles de forma distintas. Para ello, el ser
humano ha recurrido a todos los elementos que le rodean, desde pieles y
plumas hasta piedras y plásticos; y desde corales y cristales hasta conchas y
caracoles.
Su vanidad le ha hecho inventar la manera de cultivar gusanos de seda para
tejer finas telas, y de matar millones de “bichitos” para producir un color
especialmente favorecedor a la nobleza: el bermellón.
2
/ http://www.protocolo.org
36
La preocupación por el vestido y todo lo que con el se relaciona ha despertado la
imaginación y la creatividad de los seres humanos.
Y las mujeres son las más obsesionadas por esta actividad. Recientes
estadísticas mundiales al respecto indican que los varones gastan actualmente
35% más que las mujeres en cosméticos. /3
A través de los siglos, muchas veces se ha cambiado de opinión sobre lo que es
bello, elegante, sano y deseable para el cuerpo. Hubo un largo tiempo en que la
belleza se relaciono estrechamente con la abundancia de carnes. También hubo
épocas en que el pelo en la cara de los hombres era obligado y se consideraba
signo de respetabilidad y belleza.
En culturas como la griega solo los hombres de cierta edad y de cierto prestigio
podía usar barba, justo lo contrario de lo que sucede en nuestro mundo actual.
En la época romántica se prefería a los personajes masculinos lánguidos y
flacuchos.
La belleza del bronceado se empezó a apreciar hace menos de 40 años.
Sin embargo se ha exagerado tanto su valor que para obtenerlo no solo nos
arriesgamos hacer víctimas de una insolación, sino que gastamos cantidades
respetables para comprar esas lámparas que tanto daño nos hacen a la piel.
Antes la piel bronceada se consideraba símbolo de pobreza y de poca elegancia,
pues solo tenían las campesinas que trabajaban de sol a sol en los campos.
Los antiguos mayas colocaban una cuenta de jade en la frente de los niños
recién nacidos para que desarrollaran el estrabismo, que era un signo de
belleza.
3
/ Modos Modas y Modales, Rasha Labón Collado, Editorial Trillas, México
37
Los zapatos de metal que se pusieron las mujeres por muchos siglos, en China
los utilizaban para deformar el pie y pareciera pequeño y por lo tanto bello.
Por fortuna, en nuestros tiempos se ha logrado desvanecer muchos de estos
mitos y las costumbres se han hecho más racionales, cómodas y funcionales.
Sin embargo, existen aún ciertas preconcepciones que nos obligan a sacrificios
físicos y económicos, para adecuarnos a los actuales cánones de belleza y
aceptabilidad de nuestra cultura impone.
3. Elementos indispensables de la presentación personal
La salud del cuerpo depende, además de las consideraciones de tipo patológico
que rebasan nuestros conocimientos, y que son materia de estudio de la
medicina, sobre todo de tres elementos fundamentales: el régimen alimenticio, el
descanso y el ejercicio.
En estos tres aspectos somos nosotros los responsables del mantenimiento de
esa maquina tan delicada y tan eficiente que es el cuerpo humano.
Nuestro bienestar depende en un altísimo porcentaje de lo que comemos. Una
dieta bien equilibrada y la vigilancia constante del peso constituyen una
disciplina diaria.
La dieta ideal consiste en comer poco de todo, con regularidad.
Ponerse a dieta por cuenta propia por un largo periodo, sin consultar a un
medico y sin tener idea clara de cómo funciona el metabolismo individual, puede
ser inútil, en el mejor de los casos, o definitivamente perjudicial.
Por tanto el mejor camino es comer con mesura, y ayunar un día al mes después
de un exceso de comida.
El cuerpo, como cualquier máquina, requiere de descanso para ayudar a su
buen funcionamiento. Descansar no quiere decir solamente dormir, significa
entrar en un estado de serena tranquilidad.
38
La tensión y la angustia que nos consumen por la vida agitada de estos tiempos
impiden lograr un descanso realmente reparador. Controlar la angustia y la
tensión requiere de un entrenamiento de años, pero se puede lograr.
4. Ocasiones Sociales
Anselmo Brillant, probablemente uno de los más distinguidos conocidos de
modales de etiqueta de la historia, famosísimo anfitrión, excelente organizador
de fiestas y menús, en sus conocidas Meditaciones (1825) explica cuáles son los
elementos indispensables para hacer una velada agradable y elegante. Me
parece que son juicios tan certeros que aún son válidos y vienen al caso en
nuestro tiempo.
Los invitados no deben ser más de 12 de manera que la conversación sea una y
general. Estos serán seleccionados de forma que sus profesionales sean
distintas, pero sus gustos análogos; que todos puedan conocerse entre sí y se
eviten así las aburridas presentaciones. La iluminación del comedor será tenue,
el servicio limpísimo y la temperatura entre 13 y 16 grados.
Los señores, ocurrentes, pero no burdos; las señoras coquetearán con gracia y
delicadeza.
El orden de los platillos exige que se sirvan de los más delicados a los más
condimentados; y los vinos se comienza por los más claros, luego los mas
perfumados y oscuros.
La cena debe transcurrir con tranquilidad, ya que es la última actividad del día, y
los invitados son como viajeros que comparten la misma meta.
El café se servirá muy caliente y los licores serán escogidos con gran cuidado
por el anfitrión.
39
El salón será suficientemente amplio para consentir que se organice, por
ejemplo, una partida de naipes al final de la cena, dejando espacio para que los
que no juegan puedan conversar a gusto.
Es deber del anfitrión que los invitados se sientan cómodos, en serena compañía
y tal vez puedan hasta tener esperanzas de alguna bella sorpresa
posteriormente.
Los invitados procurarán no despedirse antes de las once, pero a medianoche
es conveniente irse todos. /4
5. De la mesa en general
La mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el
grado de educación y de cultura de una persona, por cuanto son tantas y de
naturaleza tan severa, y sobre todo tan fáciles de quebrantarse, las reglas y las
prohibiciones á que están sometidas las personas.
Según lo anterior, jamás llegará a ser excesivo el cuidado que se ponga en el
modo de conducirse en la mesa, manifestando en todos los actos aquella
delicadeza, moderación y compostura que distinguen siempre en ella al
hombre/mujer verdaderamente finos.
Es importante advertir, antes de entrar en el pormenor de las reglas de esta
sección, que la mayor parte de los excesos y desaciertos en que suele incurrirse
en las reuniones de mesa, aun por personas bajo otros respectos
recomendables, tienen origen en los hábitos que hace contraer el gravísimo error
de pensar, que en la mesa privada ó de familia puede usarse de una amplia é
ilimitada libertad.
4
/ Modos Modas y Modales, Rasha Collado,Editorial Trillas, Primera Edición 1992 México.
40
Tan absurda creencia conduce a prescindir de una multitud de reglas que,
estando fundadas en los principios inalterables de la delicadeza, la propiedad y
el decoro, pertenecen indudablemente a la etiqueta general y absoluta y hace
sacrificar a cada paso la belleza, la dignidad y la elegancia, a una comodidad
que no acierta nunca a concebir el que ha llegado a acostumbrarse a proceder
en todas ocasiones conforme a los preceptos de la urbanidad.
Las costumbres domésticas, a fuerza de la diaria y constante repetición de unos
mismos actos llegan a adquirir sobre el hombre un imperio de todo punto
irresistible, que le domina siempre, que se sobrepone al conocimiento
especulativo de sus deberes, que forma al fin en él una segunda voluntad y le
someten a movimientos meramente maquinales.
Así, cuando se ha contraído malos hábitos en la manera de manejarse en la
propia mesa, es imponible que se deje de deslucir en una mesa extraña, por
grande que sea el cuidado que se ponga en aplicar unas reglas que no son
familiares.
Es, pues, indispensable que se adopte el hábito de observar en la mesa privada
las reglas de la urbanidad. Así porque la familia es acreedora a las mismas
consideraciones que se debe siempre en la mesa a los extraños, como porque
sin este hábito no se podrá proceder en los banquetes con aquella naturalidad y
aquel despejo que aparece siempre en las maneras del hombre culto.
En cuanto al desahogo que permite la íntima confianza que se tenga con la
propia familia, éste se revela, entre la gente fina, en ligeros é imperceptibles
rasgos de la conducta, que no pueden explicarse, y que pertenecen a las
excepciones y diferencias que sabe siempre establecer un sano criterio.
41
REGLAS DE COMPORTAMIENTO EN LA MESA
a. Antes de injerir los alimentos
1. No tomar nunca asiento en la mesa antes que lo hayan hecho los padres,
ó cualesquiera otras personas de mayor respetabilidad que nosotros de
quienes estemos acompañados.
2. La regla anterior no tiene aplicación en las posadas públicas, donde cada
cual toma asiento en la mesa desde el momento en que llega. Más
cuando mediante una invitación especial, se vaya a comer en compañía
de amigos nuestros. No es sólo aquella regla la que se deba observar,
sino todas las demás relativas a los banquetes, con las modificaciones
que sean propias del carácter más o menos serio de la reunión. Tener
presente que la persona que ha convidado debe proceder bajo todos
respectos, y ser considerada por los demás, como si estuviese en su
propia casa.
3. Situarse a una distancia conveniente de la mesa, de manera que no se
quede ni muy próximos ni muy separados, y dar al cuerpo una actitud en
que aparezcan combinadas la naturalidad y la elegancia, sin inclinarse
hacia delante más de lo que sea absolutamente indispensable para comer
con comodidad y aseo.
4. No apoyar nunca en la mesa todo el antebrazo. Y en ningún caso poner
sobre ella los codos. Y téngase presente que es un acto que manifiesta
poca cultura, y que al mismo tiempo comunica al cuerpo un aire no
elegante y tosco, el dejar caer sobre las piernas una mano, ocultándola
así de la vista de los demás, en tanto que se está haciendo uso de la otra
para comer ó beber.
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5. No reclinarse en el respaldo del asiento, ni apoyarse en el de los asientos
de las personas que se tenga á su lado, no tocar a éstas sus brazos con
los nuestros, no estirar las piernas, no hacer, en fin, otros movimientos,
que aquellos que sean naturales y absolutamente imprescindibles.
6. El acto de levantar los codos al dividir con el cuchillo la comida que se
tiene en el plato, ó al tomarla con el tenedor para llevarla a la boca, es
singularmente característico de las personas mal educadas.
7. Jamás ponerse de pie, ni extender el brazo por delante de una persona ó
hacia las que se encuentran en el lado opuesto, con el objeto de alcanzar
algo que esté distante de nosotros, de tomar ó pasar un plato ó cualquier
otra cosa. Valgase en todos los casos de los sirvientes, ó de las personas
que se encuentren á nuestro lado, cuando éstas tengan muy a la mano lo
que necesitemos.
b. Uso de instrumentos y utensilios en la mesa
Cada uno de los instrumentos y utensilios de que se utilicen en la mesa, tienen
su manera peculiar de manejarse; y es observación que no debe omitirse, que
las faltas en este punto, de tan poca entidad real, son sin embargo
características de las personas mal educadas.
1. El cuchillo y el tenedor se toman empuñando el mango con los tres
últimos dedos, y adhiriendo á éste el pulgar por el lado interior y el índice
por encima, el segundo de los cuales debe quedar más avanzado que el
primero, sin que se leve nunca en el cuchillo más allá del principio de la
hoja, ni el tenedor hasta acercarlo a la raíz de los dientes.
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2. La cuchara se toma del modo siguiente: vuelta la palma de la mano hacia
dentro y un tanto hacia arriba, y manteniendo los tres últimos dedos algo
recogidos, se hace descansar la cuchara en el dedo cordial: el índice se
recoge hasta quedar adherido al canto del mango; y el pulgar cae por
último sobre el extremo del mango, pisándolo con la fuerza que sea
indispensable para que la cuchara quede enteramente sujeta.
3. El vaso se toma por la parte más inmediata a su base, con los dedos
índice, cordial y anular todos unidos por el lado del frente, y el pulgar por
el lado interior; recogiendo el meñique de manera que no quede
demasiado separado del anular, y dejando el mayor espacio posible entre
la superficie del vaso y la palma de la mano.
4. Una copa se toma por la columnilla que une el pie a la parte cóncava, con
los dedos índice y cordial por el lado del frente, y el pulgar por el lado
interior, y recogiendo los últimos dedos sin que lleguen á tocar la palma
de la mano.
5. Una botella se toma por el centro de su parte más ancha, con los cuatro
últimos dedos a la derecha, y el pulgar a la izquierda. Siendo de advertir
que cuando la botella haya de manejarse con la mano izquierda, los
dedos tendrán naturalmente una situación inversa, es decir, que los
cuatro últimos dedos quedarán a la izquierda y el pulgar a la derecha.
6. Cuando no se pueda tomar cómodamente la botella de la manera
indicada en el párrafo anterior y se tenga, por tanto, que tomarla por el
cuello, poner especial cuidado en alejar los dedos del extremo superior de
éste cuanto sea posible.
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7. La cuchara y el cuchillo se manejan invariablemente con la mano
derecha; más en cuanto al tenedor, tan sólo podrá manejarse con la
derecha, cuando se tomen comidas que no necesiten ser divididas con el
cuchillo
8. Suele usarse, al tomar del plato la comida con el tenedor en la mano
derecha, auxiliar éste con la mano derecha, auxiliar éste con otra mano
por medio de un pequeño pedazo de pan; pero téngase presente que este
acto produce siempre una impresión muy desagradable a la vista. En las
cosas en que no sea bastante el solo tenedor para tomar la comida,
abstengámonos de pasarlo á la derecha y auxiliémoslo con el cuchillo.
9. El uso de la cuchara y del tenedor está siempre indicado por el contenido
de cada plato, puesto que natural y necesariamente habremos de
servirnos de aquella para tomar los líquidos, y toda comida que no pueda
fácilmente llevarse á la boca con el tenedor, quedando éste por
consiguiente destinado para todos los demás casos. Pero suele verse
empleada la cuchara para comidas que evidentemente pueden tomarse
con el tenedor, y conviene por tanto advertir que este es un abuso
enteramente contrario á la propiedad y á la etiqueta de la mesa.
10. No incurrir nunca en la grave falta de llevar el cuchillo a la boca: éste no
tiene en general otro uso que el de dividir y servir las comidas sólidas con
el auxilio del tenedor, y el de subdividir de la misma manera la parte de
estas comidas que viene a nuestro plato.
11. Respecto del tenedor y la cuchara, no introducirlo en la boca sino aquella
parte que es absolutamente indispensable para tomar la comida con
comodidad y aseo; teniendo el cuidado de que estos instrumentos se
rocen jamás con nuestros dientes, lo cual produce un ruido sumamente
desagradable y chocante.
45
12. El tenedor se lleva a la boca por su extremo, dirigiéndolo a ella
oblicuamente; y la cuchara por su interior de manera que quede paralela a
ella, o dándole también alguna oblicuidad, cuando ella sea enteramente
indispensable.
c. Forma correcta de injerir los alimentos
1. Jamás hacer variar de puesto el pan, que se coloca siempre a la
izquierda, ni los vasos, las copas y las tazas, que se colocan siempre a la
derecha.
2. El pan viene a la mesa en pequeños pedazos o rebanadas; y para ir
tomando la parte que hayamos de llevar a la boca, se tomara el pan con
la mano izquierda y lo dividiremos con la derecha, sin emplear para ello el
cuchillo y sin separar jamás la miga de la corteza.
El ejecutar esta operación con el cuchillo, o con sólo la mano izquierda
apoyando el pan en la mesa, es enteramente impropio de la gente bien
educada.
3. Al partir el pan, situar las manos de manera que las migajas que en este
acto se desprenden, caigan siempre dentro del plato en que se está
comiendo.
4. Jamás separar de una rebanada de pan o de un bizcochuelo, una parte
mayor que la que de una vez que se haya de tomar en la boca.
Es tan sólo propio de gentes mal educadas, el introducir en el café, en el
chocolate, o en cualquiera otro líquido, lo que ya se ha llevado a la boca,
por más natural que parezca esta libertad respecto de una taza o de un
vaso que otro no va a usar.
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5. No es de buen tono comer pan, ni beber licor o agua, hasta que no se ha
acabado de tomar la sopa.
6. Abstenerse severamente de llevar al anfitrión, ú ofrecer a otra persona,
las comidas que hayan estado en los platos y el cubierto que hayan ya
usado; así como de ofrecer el pan que hemos probado, el vaso o la copa
en que hemos bebido, etc., etc., y de ejecutar, en fin, ningún acto que en
alguna manera se oponga a las reglas anteriormente establecidas sobre
el aseo para con los demás.
d. Comportamiento del invitado o titular en la mesa
1. Por regla general, en la mesa no tomar con las manos, ni tocar otra
comida que no este destinado para nosotros. Respecto de las frutas,
jamás despojarlas de su corteza sino por medio del tenedor y el cuchillo;
absteniéndose de servir y de comer aquellas que para esta operación
necesiten de tomarse en las manos, para esta operación necesiten de
tomarse en las manos, las cuales vienen comúnmente a la mesa tan sólo
a constituir fuentes de adorno, o a contribuir a la belleza de otras fuentes.
En las mesas bien dispuestas, con excepción de aquellas pequeñas frutas
de corteza muy sutil, como el durazno, la manzana, etc., las demás se
presentan por lo común despojadas de su corteza y convenientemente
divididas.
2. No comer nunca en forma acelerada, ni demasiado despacio: lo primero
haría pensar que se procura ganar tiempo para comer como glotones,
impediría tomar parte en la conversación, y haría incurrir en las faltas que
la precipitación trae consigo en todos los casos.
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Lo segundo imprimiría cierto aire de desabrimiento y displicencia, que
entibiaría la animación y el contento de los demás, y expondría al invitado,
o bien a hacer el deslucido papel que hace siempre el que se queda al fin
comiendo solo, o a tener que renunciar.
Para evitar esto, a tomar lo indispensable para satisfacer debidamente la
necesidad de alimentarse. En cuanto a la manera de beber, también se
debe huir a un mismo tiempo de la precipitación y de la lentitud.
3. Son actos extraordinariamente impropios y groseros el aplicar el olfato a
las comidas y bebidas, así como él soplarlas cuando están en un alto
grado de calor, y el batir en este mismo caso una bebida, tomando una
parte de ella en la cuchara y vaciándola desde cierta altura en la taza que
la contiene. Siempre que se tema encontrar en alguna cosa un olor o un
sabor desagradable, abstenerse de tomarla, sin manifestar a nadie el
motivo; respecto de las comidas o bebidas calientes, tomarlas poco a
poco y en partes muy pequeñas, que de esta manera pueden siempre
llevarse a la boca, sea cual fuere su grado de calor.
No puede recomendarse, por demasiado repugnante, el uso de vaciar
líquidos calientes que se sirven en tazas, en el pequeño plato que las
acompaña, para conseguir que bajen pronto de calor y beberlos con el
mismo plato.
4. Son también actos groseros, 1º. ,abrir la boca y hacer ruido al mascar: 2º.,
sorber con ruido la sopa y los líquidos calientes, en lugar de atraerlos ala
boca suave y silenciosamente: 3º., hacer sopas en el plato en que se está
comiendo: 4º., dejar en la cuchara una parte del líquido que se ha llevado
a la boca, y vaciarla luego dentro de la taza en que aquél se está
tomando: 5o., tomar bocados tan grandes que impidan el libre uso de la
palabra: 6o., llevar huesos a la boca, por pequeños que sean: 7º.
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Tomar la comida por medio del pan: 8º., arrojar al suelo alguna parte de
las comidas o bebidas: 9º recoger las últimas partículas del contenido de
un plato por medio del pan o de la cuchara: 10o., suspender el plato de un
lado para poder agotar enteramente el líquido que en el se
encuentre:11º., derramar en el plato las gotas de vino que han quedado
en el vaso, para poner en éste el agua que va a beberse: 12º., hacer
muecas o ruido con la boca, para limpiar las encías o extraer de la
dentadura partículas de comida por medio de la lengua.
5. Si la comida o bebida que ya se ha probado es desagradable, o si se
encuentra en el plato un objeto que por algún motivo incite asco, o que
sea realmente asqueroso, guardar de proferir ni la más ligera expresión
sobre el particular, o conducirse de manera que en ninguno de los
movimientos ni en el semblante llegue a notarse desagrado. Poner
disimuladamente a un lado del plato, sin contacto con la comida que en él
se encuentre, las partículas huesosas de las carnes y los huesos de las
frutas que no se pueden evitar llevar a la boca, las espinas de los peces y
cualquiera otra cosa que sea imposible hacer pasar al estómago.
Pero tener presente que este acto, de cualquiera manera que se ejecute,
será siempre desagradable a los que nos observen, y evitarlo por tanto
cuidadosamente en cuanto sea posible, procurando despojar en el plato
las comidas de todas aquellas adherencias antes de llevarlas a la boca.
6. Jamás usar para nada de la orilla del plato. La mantequilla, la sal, la salsa,
y todo lo demás que se sirvan para acompañar la comida principal, son
ejemplos de lo que no se debe poner en la orilla del plato.
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Si se desea deshacer de alguna cosa que se haya tenido ya en la boca,
apresurarse a entregarlo a los sirvientes, pues si es impropio ocupar la
orilla, todavía lo sería más el continuar tomando del contenido del plato,
después de haber hecho semejante mezcla.
7. Cada vez que en el acto de comer se haya de abandonar accidentalmente
alguna de las piezas del cubierto, ésta se colocara dentro del plato, de
manera que el mango descanse sobre la orilla de éste. Y cuando haya de
abandonar a un mismo tiempo el tenedor y el cuchillo, tener además el
cuidado de cruzarlos, poniendo el primero debajo del segundo.
8. Luego que se haya tomado lo bastante del plato, dejar dentro de él el
cubierto que hemos usado, poniendo el tenedor y el cuchillo juntos con el
mango hacia la persona, por ser este el signo que indica a los sirvientes
que deben mudarnos todo esto.
9. Para tomar los líquidos, apoyar el borde del vaso o de la taza en la parte
exterior del labio inferior, y sólo aplicar el labio superior cuando sea
absolutamente indispensable para beber sin ruido. Es altamente impropio
y grosero el introducir el borde del vaso o de la taza en la boca, de modo
que el labio inferior quede cubriendo una parte de su superficie, y el
superior sumergido en el líquido.
10. Jamás beber licor o agua, cuando se tenga aún ocupada la boca con
alguna comida.
11. No olvidar nunca limpiarse los labios inmediatamente antes y después de
beber licor o agua, y cada vez que se advierta no tenerlos
completamente aseados. Pero jamás emplear para esto el mantel, pues
en el caso de no habérsenos destinado una servilleta, debe usarse un
pañuelo que tendremos sobre las rodillas.
50
12. En el acto de beber, ya sea licor, ya sea agua, fijar la vista en el vaso o en
la copa, y no dirijirla nunca hacia ninguna otra parte.
e. Lo que no se debe hacer en la mesa
1. En el momento en que una persona está bebiendo, es notable incivilidad
el dirigirle la palabra, y todavía más cuando ello tiene por objeto hacerle
una pregunta.
2. Siempre se encuentre en la forzosa necesidad de toser, estornudar,
eructar o sonarnos, pensar que estos actos son infinitamente más
desagradables en la mesa que en ninguna otra situación; y al mismo
tiempo procurar ejecutarlos de la manera más disimulada y que menos
llame la atención de los demás. Volverse siempre a un lado, para que
jamás nos queden de frente las viandas en tales momentos.
3. En cuanto a escupir y esgarzar, ya puede considerarse cuán contrarios no
serán estos actos a la severidad de la mesa, cuando están enteramente
prohibidos en todas las demás situaciones sociales
4. Muchas veces es imprescindible en la mesa el limpiarse el sudor, sobre
todo en los climas cálidos; pero tener siempre presente que este acto es
siempre desagradable en sociedad, y ejecutarlo con gran delicadeza que
apenas lo dejemos percibir de los demás.
5. Encontrándose las reglas que deben observarse en los banquetes,
pudiera acaso pensarse que las condiciones expresadas perdían algo de
su severidad, al tratarse de la conversación en la mesa privada o de
familia, y conviene por tanto advertir que semejante suposición sería de
todo punto absurda.
51
Por el contrario, al lado de las familias hablemos de estar todavía más
prevenidos que en los banquetes, a fin de no incurrir en ninguna falta
contra la propiedad y el decoro de la conversación en la mesa; pues la
confianza que nos inspira el círculo doméstico nos expone siempre
fácilmente a incurrir en extravíos de está naturaleza, al paso que la
presencia de los extraños nos impide de suyo cierta suma de respeto que
presta circunspección a nuestra conducta, y nos ayuda en cada caso a
llenar todas las fórmulas y a observar todas las reglas que la urbanidad
establece.
6. Entre los extravíos a que naturalmente se muestran en la mesa la
confianza con la familia, aparece desde luego la propensión a reñir a los
sirvientes, y la de hacer girar la conversación sobre asuntos privados que,
a poco que meditemos, reconoceremos que no es propio ni delicado se
trasciendan fuera de nuestra casa. Respecto de lo primero, pensemos
que si en todas ocasiones hay que ser prudentementes y tolerantes con
los domésticos, así por consideraciones que surgen de su misma
condición y de sus demás circunstancias personales como por la propia
tranquilidad. Nunca se debe ser en este punto más mesurados que
cuando se encuentre en la mesa; ya porque la presencia de muchas
personas hace demasiado mortificantes las reprensiones, circunstancia
que siempre vicia y debilita su efecto; ya porque éstas se oponen
abiertamente al buen humor y al contento que son tan propios de la mesa.
Y en cuanto a lo segundo, bastará recordar que en el acto de la comida
nos encontramos generalmente acompañados de niños y domésticos,
cuya ignorancia puede inducirlos a transmitir fácil e indiscretamente lo que
oyen, para que nos persuadamos de que en la mesa no debe proferirse
jamás ni una sola palabra de que no pueda imponerse todo el mundo.
52
7. Cuando se tenga un motivo interior de tristeza, sobreponerse a el en la
mesa hasta aparecer por lo menos atentos y afables; pues no es justo ni
delicado que en tales momentos a turbar el placer de los demás, con el
aspecto y los movimientos siempre desagradables y aun mortificantes del
dolor y la melancolía.
8. Es una imperdonable grosería el separar del pan parte de su miga, para
traerla entre las manos y jugar con ella. Respecto de llegar en esto hasta
formar pelotillas y arrojarlas a las personas o hacia cualquiera otro objeto,
este es un acto tal, que no concibe pueda verse jamás ni entre personas
de la más descuidada de educación.
9. Jamás enjuaguarse la boca en la mesa, ni donde puede ser observados
en este acto por alguna de las personas de quienes se este acompañado.
El hacer esto con el licor o el agua que se tiene ya en la boca para beber,
es un acto extraordinariamente grosero.
10. Para levantarse de la mesa, esperar a que se ponga de pie la persona
que la presida; a menos que por algún accidente se tenga que retirar
antes, lo cual no hará, sin embargo, sin manifestar a los demás que la
necesidad nos obliga a ello. En las posadas públicas, con excepción de
los casos en que se encuentre en reuniones de invitación, se puede
levantar siempre libremente, sin esperar a que otros lo hagan primero, y
sin excusarse con nadie cuando se tenga que hacer durante la comida.
f. Del modo de trinchar, y del servicio en la mesa
1. Es un punto muy importante de la buena educación el saber trinchar, servir a
los demás y servirse a sí mismo, de oportuna manera, delicada y fácil.
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No nada hay más desagradable que ver a una persona que sirve un plato
intempestivamente, que derrama los líquidos, que distribuye los manjares en
cantidades excesivas, que aparece, en fin, en tales actos llena de perplejidad
y de embarazo.
2. Procurar presentar aquí las reglas más importantes sobre la manera de
ejecutar convenientemente estas operaciones; pero téngase entendido que la
destreza y tino que en general requieren, son casi exclusivamente el
resultado de la observación y de la práctica.
3. Debe tenerse un especial cuidado en no servir nunca un plato fuera de la
oportunidad debida; y bien que en este punto haya alguna variedad, no por
eso dejan de existir reglas que tienen generalmente una aplicación uniforme
y constante, las cuales pueden reducirse a las dos siguientes:
1ª., en la primera mesa, después de tomada la sopa, se sirven el pescado,
los pasteles y todos los demás platos que necesitan del uso principal de la
cuchara, y al fin los platos fuertes, las ensaladas y la caza: 2ª., en los
postres, se sirven en primer lugar las frutas crudas: en segundo lugar los
lacticinios: en tercer lugar las tortas y demás preparaciones de harina: en
cuarto lugar las compotas, frutas secas, etc., y por último los dulces.
4. Jamás ponerse de pie ni para trinchar ni para servir. Este es un acto que
reúne a la vulgaridad e inelegancia, la circunstancia de ser
extraordinariamente molesto y fastidioso para las personas que se
encuentran inmediatas. Y cuando el plato que hayamos de acercarnos con
uno u otro objeto esté distante de nosotros, hagámoslo traer a nuestro puesto
con alguno de los sirvientes.
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5. Para trinchar una ave, se principia por separar de ella el ala y el muslo,
prendiéndola y asegurándola con el tenedor, e introduciendo acertadamente
el cuchillo en las articulaciones; y ejecutada esta operación, se van cortando
longitudinalmente rebanadas delgadas de la parte pulposa, la cual ha
quedado ya descubierta y desembarazada.
6. De las aves pequeñas se deja la caparazón en el trinchero, y se sirven los
cuartos y la pulpa, teniendo el cuidado de dividir aquellos previamente por las
articulaciones; pero de las aves grandes tan sólo se sirve la pulpa, dejando
todo lo demás en el trinchero.
7. Las viandas de carnicería se dividen en rebanadas delgadas que trae huesos
adheridos, se cortan también rebanadas longitudinales, cuando se hace difícil
el corte transversal.
8. El jamón, aunque contiene un hueso, no se corta jamás longitudinalmente,
sino en rebanadas transversales muy delgadas, y dejando a cada una de
ellas la parte de grasa que naturalmente saque en el corte.
9. Las rebanadas de todas estas piezas se sirven con el tenedor, auxiliado
siempre del cuchillo.
10.El pescado no se divide con el cuchillo: la parte que ha de ponerse en cada
uno de los platos se toma con una cuchara, o con una llana de plata a
propósito para este objeto.
11.Para servir un pastel, se corta con el cuchillo la parte de pasta
correspondiente al relleno que va a servirse, y todo ello se pasa al plato por
medio de la cuchara, cuidando de poner en éste la pasta sobre el relleno.
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12.Todos los demás platos se sirven por medio del tenedor el cuchillo, o de la
cuchara, según la naturaleza de cada uno; y cuando es necesario auxiliar la
cuchara, esto se hace con el tenedor.
13.La forma de las partes que se tomen de un original, y la colocación que se les
dé en cada plato al servirlas, deben ofrecer siempre una apariencia
agradable a la vista.
14.La sal y la salsa se toman con una cucharilla que acompaña siempre al
salero y a la salsera; y el azúcar, con unas pinzas que acompañan al
azucarero. La sal puede tomarse a falta de la cucharilla, con un cuchillo que
aun no se haya empleado en ningún otro uso.
15.Jamás tomar la comida del original haciéndola pasar por la orilla del plato, ya
sea que se use para ello del tenedor y el cuchillo, o de la cuchara.
16.Cuando se vaya a servir de un plato a todos los circunstantes, tener presente
el número de éstos, a fin de arreglar las proporciones de manera que no
llegue a apurarse el contenido del plato antes que todos queden servidos.
17.Servir siempre los platos con la delicadeza que es propia de la sobriedad que
en todos se supone, y ser en esto todavía más escrupulosos respecto de las
señoras; para quienes sería un verdadero insulto un plato servido con
exceso.
18.Siempre que toque servir a los demás, cuidar de destinar a las señoras y
demás personas a quienes se deba especial respeto, aquellas partes de los
manjares que sean más agradables y más fáciles de comerse.
19.Cuando se haya de servir salsa a una persona, ponerla siempre al lado y
nunca encima de lo que contenga su plato.
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20.Al hacer circular un plato entre todos los circunstantes, lo cual no se
acostumbra nunca sino en mesas de mucha confianza, cuidar de poner en él
un tenedor o una cuchara, según que el contenido del plato debe tomarse
con uno u otro instrumento
21.Cuando circule un plato común, un caballero no se servirá a sí mismo antes
de haber servido a la señora que tenga a su lado.
22.En el caso del párrafo anterior, los caballeros dejarán siempre para las
señoras, y los inferiores para los superiores, la parte más agradable y más
fácil de comerse de lo que contenga el plato que circula.
23.No servirse nunca demasiado de ningún manjar. Aun en la mesa de familia,
vale más servirse dos veces, que ofrecer a los demás la desagradable
impresión que produce siempre un plato servido con exceso.
24.No poner nunca en el nuestro plato, ni a aun mismo tiempo, ni
sucesivamente, diferentes comidas que hayan sido preparadas para ser
servidas separadamente.
25.Cuando se sirva licor o agua, o se sirva a una persona que éste situada a la
izquierda, tomar la botella con la mano derecha; y cuando se haya de servir a
una persona que ocupe a la derecha, tomarla con la mano izquierda, pues no
debemos jamás servir el licor ni el agua sino por el lado de la botella donde
se encuentre uno u otro pulgar.
26.No poner nunca en el vaso o en la copa mayor cantidad de licor o de agua,
que aquella que vayamos a tomar de una vez. Sin embargo, hay licores
dulces, y con otros que enseñará la práctica de las sociedades de buen tono.
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27.Es sobre manera impropio servir a otra persona licor o agua, hasta llenar
enteramente el vaso o copa.
28.Cuando se nos sirva licor o agua por otra persona, luego que se tenga la
cantidad que es suficiente, indicarlo por medio de la palabra, o bien
levantando suavemente el cuello de la botella con el mismo vaso o con la
copa. Y cuando tengamos que servir a otra persona, hagcerlo sin
precipitación, a fin de que se pueda detener fácil e inmediatamente cuando
ella lo indique, y no vaya a quedar en su vaso o en su copa mayor cantidad
de la que quiera tomar.
29.Al poner en una taza café o cualquiera otro líquido, hacerlo de manera que
no llegue a rebosar.
30.Cuando se serva licor de una botella aun no decentada, poner primero en el
vaso o en la copa una pequeña cantidad, siempre que hayan podido caer
dentro de aquella, al destaparla, algunas partículas de corcho.
31.Siempre que se pida algo a una apersona que se encuentre en la mesa,
emplear una frase atenta, como hágame ud. el favor, tenga ud. la bondad,
etc. Cuando una persona pregunte si se desea tomar de algún plato o de
algún licor para servirnos, estar dispuestos a aceptar el ofrecimiento,
contestando con la frase si ud. me hace el favor, u otra semejante; y cuando
se haya de contestar que no se acepta, dar siempre las gracias a la persona
que nos hace el obsequio de dirigirnos la pregunta.
32.Cuando una persona nos sirva alguna cosa, ya sea a petición nuestra o por
ofrecimiento espontáneo, le daremos las gracias en breves palabras,
haciéndole al mismo tiempo una ligera inclinación de cabeza.
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g. La mesa.
El elemento en torno al cual se desarrolla una reunión es, naturalmente, la mesa.
Ya sea que la ocasión sea formal o informal, la mesa es el centro de la reunión.
Ciertamente, la selección del menú es de primordial importancia, así como la
calidad y cantidad de platillos y bebidas; sin embargo, no hay que olvidar la
presentación de todo ello y el ambiente que se logra crear. Aun cuando el objeto
de esta obra no es el proporcionar recetas de cocina, más adelante se dan
indicaciones útiles al respecto y algunos menús que puedan servir como modelo.
Por el momento, nuestra atención se concentrará en la forma de presentar
elegantemente la mesa. /5
h. Recipiente para lavarse los dedos
En el pasado, en las mesas muy refinadas se colocaba, a la derecha del plato,
un plato hondo con agua y una rebanada de limón para enjuagarse los dedos
después de un platillo de pescado; el platillo se retiraba antes de servir la carne.
En la actualidad, por razones prácticas ya no se usa. Se cuentan muchas
anécdotas acerca de invitados poco vividos o muy despistados que se han
bebido el agua de limpiarse los dedos.
i. Acomodo de los comensales
En todos los casos, el anfitrión y su esposa ocuparán las dos cabeceras de la
mesa. Es de mal gusto ofrecer la cabecera al invitado más importante aunque
se le quiera halagar al máximo; de hecho, el lugar de honor de una mesa es a la
derecha de la señora de la casa, para el invitado varón de más alto rango, y a la
derecha del señor de la casa para la dama invitada más importante.
5
/ Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño, Editora Nacional, 1979 México D.F.
pags.299-313
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En general, el invitado de mayor rango es aquel en cuyo honor se ofrece la cena,
el más importante socialmente o la persona de mayor edad. Se debe procurar
sentar una dama y un caballero, pero nunca a un matrimonio junto.
Debe de tratar de acomodar contiguamente personas que tengan algo en
común.
6. Fiestas familiares
El núcleo familiar es el centro de la vida social y dentro de la familia existen
ciertas circunstancias que todos los pueblos y todas la civilizaciones han
marcado en forma especial según los ritos y costumbres. El nacimiento, la
pubertad, el matrimonio y la muerte son puntos culminantes en la vida de todo
ser humano. Cada grupo social los celebra de manera particular.
En nuestra comunidad existen también tradiciones; algunas son muy antiguas,
otras se han ido incorporando a lo largo del tiempo y otras más tienden a
desaparecer.
a. Nacimiento
El nacimiento de un bebé es un acontecimiento importante para todas las
familias y se anuncia con mayor o menor pompa, según la posición social de
éstas. A los parientes y amigos más íntimos se da la noticia inmediatamente
después del feliz suceso, por medio de llamadas telefónicas. A las personas que
se encuentran en otro lugar, o en otra ciudad, o en otro país se les puede
anunciar por medio de una tarjeta. Existen en el mercado algunas ya impresas
de clara influencia estadounidense; se pueden utilizar estas, o bien, solo enviar
una nota en la que se participa del acontecimiento, con los datos del día del
nacimiento y el nombre que llevará el recién nacido.
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Los amigos, al conocer la noticia, deberán felicitar a los padres, bien con un
telegrama, una nota cariñosa enviada por correo o una visita al hospital o a la
casa. Si la amistad es íntima o si se trata de un pariente cercano, la visita al
hospital es lo esperado; Esta deberá ser muy breve respetando los horarios del
nosocomio. Si se envían flores a la nueva mamá, es conveniente considerar que
las habitaciones del hospital suelen ser reducidas y que por lo tanto, el arreglo
floral no debe demasiado voluminoso. Se deben evitar flores de perfume intenso
o las de excesivo polen, por que pudieran molestar tanto a la madre como al
bebé. Otros regalos usuales para la ocasión son: jabón, loción, perfume,
bombones, revistas o libros de interés para la nueva mamá; no se recomienda
regalar, por ejemplo, un tratado de jurisprudencia medieval, ya que aunque se
trate de una mujer muy culta, después de haber dado a luz, las mujeres no
tienen mucho tiempo ni ganas de lecturas serias.
A la criatura se le lleva algún juguete, un animal de peluche, una cajita de
música u objetos más grandes como una charola, la tina de baño, una cuna o
“moisés”.
Cada familia se pone de acuerdo para surtir al nuevo miembro de las cosas
indispensables; si es el primer hijo o nieto, éstas suelen ser muchísimas. Desde
luego, los regalos voluminosos, como los que se han mencionado, no deben
llevarse por ningún motivo al hospital, lo ideal es que lo reciban al volver a casa.
Si la visita al neonato se hace en casa, se recomienda anunciarse con una
llamada telefónica. Una mamá recién desempacada del hospital en compañía de
un bebé siempre está ocupadísima y, la mayoría de las veces, no con la mejor
disposición. Por tanto, y a menos que sea su hermana o madre, conviene
preguntar cuál es la hora más apropiada para hacerle una visita. Una vez en
casa, no pretenda cargar en la criatura y, desde luego, no la bese; si está
dormida no insista en verla, es mejor que vuelva otra ocasión.
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b. Nombres
Una de las dificultades que con frecuencia surge entre los padres y los abuelos
es el nombre que se le pondrá al bebé. Para evitarlas, sígase la sabia costumbre
de que el padre escoja el nombre de la criatura si es niña, y que la madre elija si
es niño. En nuestra cultura es común que el primogénito lleve el nombre del
padre o de la madre, según el sexo, pero esto no es obligatorio. Esta no es la
costumbre de la mayoría de países occidentales; de hecho suele verse con
extrañeza que el padre y el hijo o la madre y la hija lleven el mismo nombre. Lo
que sí se recomienda enfáticamente, es no buscar nombres demasiado exótico
que a los padres pueden parecerles muy originales, pero que a través de los
años suelen causar innumerables bromas y desazones. También se recomienda,
por razones prácticas no usar más de dos nombres de pila, aunque un solo es
suficiente, cuanto más nombre tenga una persona, más posibilidades tienen de
que los equivoquen en los mil documentos que se tiene que obtener durante la
vida, acta de nacimiento, inscripción a la escuela, pasaporte o tarjeta de crédito.
Lo mismo es válido para nombre en lengua extranjera. Con ellos se corre el
peligro constante de que lo equivoquen en todas partes, amén de los
extravagantes que resulta llamarse Winfred Pérez, Betullah Moreno o peor aún
Iztaccihuatl Martínez.
c. Bautizo
El bautizo suele ser una ocasión básicamente familiar. En la actualidad se lleva a
cabo en la capilla del mismo hospital donde nace la criatura y se celebra
austeramente, con la presencia de los familiares más cercanos: padre, abuelos,
tíos y padrinos. Para festejar se ofrece una copa de champaña o vino blanco y
algún bocadillo comprado en a pastelería. Los padrinos como su nombre lo
indica y la tradición lo establece son las personas que deben hacerse cargo de la
criatura, si uno de los progenitores faltara.
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Por lo tanto deben ser personas jóvenes con aceptable situación económica y
que pudieran desempeñar el papel de padres en caso necesario. En general,
los padrinos suelen ser también miembros de la familia.
Tradicionalmente regalaban el ropón para el niño, aunque en muchas familias
existe un ropón colectivo (entre las más encopetadas es antiguo), que se usa de
generación en generación ya que se emplea una sola vez, es conveniente no
comprarlo especialmente para la ocasión, a menos que las ocasiones
económicas de los padrinos, sean muy holgadas. Así mismo, los padrinos
regalaban a la criatura una medalla de oro con su cadenita; en el reverso de
aquellas se grava el nombre del bebé y la fecha del bautizo. Los otros
concurrentes sino lo han hecho antes llevan un regalo para el niño que puede
ser, cubiertos miniatura de plata, ropa, algún juguete, animales de peluche, o si
se trata de una niña, pendientes, una pulsera de oro o un broche pequeño para
detener el babero. También se acostumbra llevar un regalo para la mamá:
flores, lociones o perfumes, bombones, etc.
Si la familia desea festejar especialmente el nacimiento y si los medios
económicos lo permiten se puede hacer una fiesta más grande varias semanas
después, cuando la madre ya se ha recuperado del parto. Se celebra una
ceremonia religiosa en la parroquia de la familia que no es necesario adornar
especialmente, ya que la ceremonia se desarrolla en el bautisterio y al recepción
en la casa de los padres o de los abuelos, no se acostumbra utilizar un lugar
público para el bautizo. En este caso, se invita un mayor número de gente. A
menos que se desee hacer una ocasión verdaderamente excepcional, las
invitaciones se hacen por teléfono, los bautizos suelen celebrarse por la tarde,
de preferencia en un día no laboral, ya sea sábado o domingo. Después de la
ceremonia religiosa se sirve un cóctel, es conveniente, si se tienen más de
veinte invitados, contar con los servicios de uno o más camareros, para
atenderlos.
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En México se acostumbra todavía el “bolo”, que corre por cuenta del padrino, no
así la recepción, que es cubierta por los padres o los abuelos de la criatura
bautizada. El bolo consistía originalmente en moneditas de oro que se reparten
entre los asistentes.
Son pocas las familias que estos tiempos pueden repartir monedas de oro entre
los invitados por los que se regalan pequeños objetos de plata o metal plateado
(ceniceros, charolitas, o decoraciones con el nombre del niño y la fecha del
bautizo. El bolo se puede sustituir con una estampa decorativa, que tenga
religioso o infantil, que lleve impreso en el reverso el nombre de la criatura, de
los padres, de los padrinos, del sacerdote que ofició en la ceremonia y la fecha
en que esta se llevó a cabo. Esta costumbre a desaparecido paulatinamente,
por que es poco práctico y muy costosa, por ello es aceptable hacer una fiesta
de bautizo sin hacer “bolo”.
Desde luego, se espera que todos los convidados lleven un regalo para la
criatura o para la madre, como los descritos con anterioridad. Los almuerzos de
bautizos sólo se siguen realizando en las regiones rurales apartadas, en las
cualquier ocasión se aprovecha como pretexto para hacer una fiesta. En estos
bautizos por demás muy folclórico y alegre se lleva música y se sirve mole. Por
desgracia la vida agitada de las ciudades, impide conservar estas viejas
costumbres campesinas y provincianas, el vestido adecuado para el bautizo es
discreto, como para salir a cenar a un restaurante o para ir al teatro; no se
requiere en absoluto el traje de cóctel, ningún otro adorno llamativo.
d. Primera Comunión
Únicamente, la primera comunión se realiza en forma colectiva, de manera que
un grupo de niños, que frecuenta la misma escuela o que toman clases de
catecismo, juntos hacen esta ceremonia al mismo tiempo.
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Es una costumbre muy práctica que resulta económica para los padres. En
general, una sola persona se hace cargo de los preparativos a nombre de todo el
grupo y los padres simplemente comparten los gastos con la iglesia, las flores, la
música.
Si se desea, se comparten también los gastos del desayuno. O bien, cada uno
por su cuenta organiza el desayuno según sus necesidades y posibilidades
particulares.
Otra forma de hacer la primera comunión más íntima, es aquella que se organiza
entre los miembros de la misma familia; es decir, que dos o más hermanos o
primos de aproximadamente la misma edad (se supone que debe hacerse de los
siete años en adelante y no después de los 12) la realizan juntos.
En este caso, la familia se pone de acuerdo sobre la manera de festejarlo la
ceremonia religiosa se celebra por la mañana (entre las 8 y las 9), por lo que es
conveniente servir después de esta, el desayuno, que suele ser más bien
abundante y puede constar de los siguientes platillos: jugo de frutas, frutas
frescas, huevos revueltos, tamales, atoles, y/o chocolate y pan dulce. El pastel
es poco frecuente además resulta ser excesivo. Dado el clima templado que
disfrutamos en la mayor parte de México es común que los desayunos se sirvan
en el jardín, ya sea de la casa de algún miembro de la familia o en locales que
se alquilan especialmente para la ocasión. Aquí también conviene seleccionar
un día festivo o un sábado, si se quiere tener la seguridad de contar con los
invitados.
A la primera comunión se invita fundamentalmente a los parientes cercanos y a
los amigos íntimos, o bien de los amigos de los niños protagonistas; es decir, se
trata más bien de una fiesta de niños y de pariente. Es de mal gusto
aprovechar esta situación para establecer relaciones sociales y de negocios.
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Las invitaciones se hacen por teléfono y se acepta o se declina la invitación con
toda anticipación en el caso que se invite también al desayuno, pues es
necesario planear número de personas que asistirán.
Para esta ceremonia se acostumbra sólo la madrina, que se selecciona, como
siempre, entre personas muy allegadas.
La madrina tiene como obligación regalar a la criatura un libro de misa, el rosario
y la vela. Si su condición económica lo permite, también el vestido, pero este no
es obligatorio. En el pasado a las niñas se le hacían vestido de primera
comunión excesivos, que parecían más bien de novia. Esto es cursi e impráctico
pues es una prenda que no se usa más que un solo día. Los niños
tradicionalmente vestían pantalones largos por vez primera, pero en la
actualidad ya no se acostumbra; los niños pueden vestirse de traje.
Es elegante el pantalón gris perla y la chaqueta azul marino (que además podrá
utilizar un par de años), camisa blanca y corbata. Sin embargo, es adecuado,
vestir un bonito suéter y un pantalón de casimir (evite, desde luego, los jeans y
los zapatos tenis, sí es que piensa hacer un festejo más o menos formal).
Los regalos adecuados han cambiado mucho en los últimos 20 años, pues
originalmente se hacían regalos de tema religioso, lo cual ocasionaba que las
pobres criaturas, terminaran con tres o cuatro rosarios, varios libros de misa y
biografías de santos. En la actualidad, y con la creciente tendencia a ser más
práctico, se estila regalar cualquier cosa que pueda agradar a una criatura de
esa edad: libros, discos, cassettes, ropa, juguetes, alguna alhaja a las niñas (no
cara naturalmente), artículos deportivos, etc. los regalos religiosos
indispensables los hace la madrina.
El vestuario para los adultos debe ser informal, puesto que es de mañana:
señoras pocas alhajas, y absolutamente prohibido llevar pieles.
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Se acostumbra también repartir (hágase o no desayuno) una estampita religiosa
con el nombre del niño o la niña, el nombre de la madrina, el sacerdote oficiante,
la fecha de la ceremonia y el templo donde esta se llevó a cabo. Estos
recuerdos últimamente poco usuales, se reparten entre los asistentes a
diferencia de la boda religiosa, en la primera comunión, no es de buen gusto
invitar a la gente a la ceremonia y no al desayuno. Es una grosería hacer que
alguien se levante para ir a oír misa y después no ofrecerle desayuno.
e. Quince años
La fiesta de quince años es una de las ocasiones en las que fácilmente puede
caerse en el ridículo y resultar de una cursilería sin límite, sino se tiene el
suficiente tacto para celebrarla con sencillez, elegancia y austeridad.
En otros tiempos en los que las chicas efectivamente no tenían la pasión de ser
vistas y conocidas y en los que el matrimonio se concertaba a muy temprana
edad, esta fiesta tenía por objeto dar a conocer a las niñas casaderas las
amistades de la familia, y acercar candidatos aceptables para el matrimonio. En
la actualidad las muchachas gozan de una mayor libertad, para salir solas, o con
amigos para formar su propio círculo de amistad, por lo que esta fiesta resulta un
tanto obsoleta e innecesaria, sin embargo, existen familias que tienen especial
interés en celebrarla, si usted está incluida en entre estas personas e insiste en
hacerle la fiesta de quince años a su hija, tenga en cuenta lo siguiente: es
necesario que consulte con la muchacha si efectivamente quiere que se celebre
su cumpleaños o prefiere un regalo de otra índole; muchas prefieren hacer un
viaje, abrir su propia índole o comprarse otra cosa verdaderamente útil en vez de
comprarse un vestido de tul, pastel de tres pisos y “chambelán” acartonados, si
la chica está de acuerdo es ella quién debe decidir, quienes serán lo invitados a
su fiesta, entre los que destacarán naturalmente, la gente joven, es absurdo que
a las fiestas de quince años concurran las tía seniles, los tíos calvos, y las
amistades de trabajo del papá y de la mamá.
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No es justo que los padres tomen como pretexto el cumpleaños de una hija, para
agasajar a sus amistades personales o a sus relaciones de trabajo o de negocio.
Si se quiere verdaderamente festejar a una quinceañera hay que dejar que sea
ella la que decida en que forma desea que se haga.
f. Matrimonio
En las familias más tradicionales y cuando la novia es todavía muy joven y vive
en casa de sus padre, se acostumbra la petición de manos, es una ceremonia en
la cual el padre del novio, el hermano mayor o pariente cercano de mayor
prestigio, pide una cita con la familia de la contrayente, para solicitar
formalmente la autorización para el matrimonio. Se sobreentiende, por supuesto,
que esta será concedida.
En esta ocasión, el novio regala el anillo de compromiso a la chica, y de acuerdo
con una costumbre estadounidense, este suele ser de brillantes. En la vieja
tradición hispánica, de la cual somos herederos, el regalo solía ser una pulsera o
aretes de piedras preciosas. De cualquier manera aún sin el regalo, el
compromiso es un acontecimiento social, que para algunos círculos es de gran
trascendencia. Con motivo de esta visita, la familia de la novia, debe invitar a
cenar a los emisarios del joven contrayente.
El matrimonio puede efectuarse mediante el rito civil, el religioso o ambos, en
nuestro país, este último es posterior al matrimonio civil. El primero, por lo
general, es menos formal, en cuanto a la organización; El segundo, conlleva
ciertas reglas más tradicionales, en ambos casos es necesario presentar los
siguientes documentos: Acta de nacimiento, análisis médicos, certificado de
residencia, todo lo cual se presenta ante el juez del Registro Civil.
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Para el matrimonio se requiere el acta de bautizo, la de confirmación (en
ocasiones esta se dispensa) la publicación de amonestaciones en la parroquia a
la que pertenecen los contrayente, y el certificado del Registro Civil.
Existen convenciones tradicionales respecto a la división de los gastos (pero sí
la cenicienta se casa con un Rockefeller o viceversa se entiende que la familia
Rockefeller efectuará todos los gastos).
En general, si los contrayentes son todavía muy jóvenes y no tienen los recursos
económicos necesarios, las familias respectivas se distribuyen los gastos de la
siguiente manera: La familia de la novia se encarga de las invitaciones, los
gastos de la fiesta y la ceremonia, si el matrimonio es religioso, la erogación
suele ser importante por el gasto en flores, música, contribución al templo, etc.
La familia del novio por su parte, cubrirá el costo del vestido de la novia, el ramo,
los anillos, la luna de miel, y el mobiliario del “nidito de amor”.
Pero si los contrayentes son personas autosuficientes, entre los dos cubren los
gastos según las posibilidades de cada uno, a este respecto, son las familias
más tradicionales las que tienden a conservar la costumbre de la división de las
erogaciones.
i. Invitaciones para el matrimonio
Si el matrimonio se celebra con una recepción, es importante entregar las
invitaciones, con suficiente anticipación, estas se entregan personalmente, para
esta tarea siempre es bueno contar con la colaboración de amigos y parientes
cercano, se envía por correo solo las que van a otras ciudades del país o al
extranjero, si el matrimonio no se celebra con una fiesta especial, se envía las
llamadas participaciones.
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En este caso, como no se espera que la gente concurra a la ceremonia, las
tarjetas pueden mandarse por correo para preparar la fiesta de invitados es
indispensable que se reúnan las dos familias de los novios, y se dialogue
abiertamente las prioridades en las invitaciones, no es extraño que esto
constituya, la primera fricción entre las dos familias, ya que cada una tiene sus
invitados ineludibles. El primer criterio, que de debe seguir es que la prioridad
las debe llevar los invitados de los novios y después por parte exactamente
iguales, los padres de cada uno de los contrayentes.
El formato clásico de las invitaciones es: a la izquierda comunican el matrimonio
de los padres de la novia y a la derecha los del novio. En general, se evitan los
títulos académicos u otro tipo distinciones, el sobre siempre se rotula a mano.
ii. Ceremonia matrimonial
En la ceremonia de la boda civil, la familia del novio se coloca a la derecha y la
de la novia a la izquierda, los amigos donde deseen. El novio llegará unos
minutos antes y se colocará delante de la persona que se celebrará la
ceremonia. Los testigos del novio estarán a la izquierda, y los de la novia a la
derecha. Esta llegará acompañada por su padre y se colocará a la izquierda de
su futuro esposo. En la ceremonia religiosa la disposición es la misma, pero el
contrayente espera a su prometida a la puerta de la iglesia y la ayuda a bajar del
automóvil a su llegada. En las bodas especialmente elegante pero un poco
pasadas de moda, se organiza el cortejo nupcial con damas, madrinas y
pajecitos. Desde la entrada a la iglesia, el cortejo se coloca en el orden
siguiente. La novia y su padre (o el varón que la entrega puede ser un hermano
o tío) los pajes que llevan la cola y los anillos; las damas entre las que designa la
madrina de lazo y al de ramo, la primera lleva el lazo en el cortejo, la segunda
recibe el ramo de las manos de la novia al iniciar la ceremonia ante el altar.
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Después de las damas sigue el novio que da el brazo a su madre; la madre de la
contrayente acompaña al padre del novio, y después siguen los familiares y los
testigo invitados a participar en el cortejo siempre por parejas. El resto de los
invitados se van ubicando en el interior del templo para el cortejo que procede a
los acordes de alguna de las varias marcha nupciales.
Una forma más sencilla y tal vez más elegante es que se prescinda del cortejo
en cuyo caso, la novia entrará en la iglesia del brazo de su padre y el novio la
espera a un lado del altar, los demás familiares ya se habrán acomodado
previamente. Para ellos se suele dejar libres las primeras dos filas de bancas
que ocupan, por general, la familia inmediata de los contrayentes.
La tradición de arrojar arroz a los novios a la salida de la iglesia, aún se
acostumbra en muchos círculos y parece divertida, pero la costumbre de atar
latas al coche y pintarrajearlo es deplorable, de pésimo gusto y acoplado a las
películas estadounidenses. Las familias verdaderamente finas de aquel país, ni
muertas permitirían una falta de gusto tan flagrante.
iii. Cómo vestirse al asistir a un matrimonio
Si el matrimonio es por la iglesia y se desea otorgarle solemnidad, la tradición
exige que la novia vaya de blanco, de largo y con cola, y el novio de negro (traje
de etiqueta). Si, en cambio, se desea una ceremonia sencilla es suficiente un
traje obscuro para él y vestido blanco corto para ella. Si el novio es militar o
marino, puede usar su uniforme de gala; esto suele dar colorido a la ceremonia,
pero para ello es necesario solicitar autorización a las autoridades militares
competentes. La novia puede elegir entre la romántica de vestido largo de cola
o, más moderno, un vestido corto, siempre de blanco o de un color pastel.
La novia llevará siempre adornada la cabeza, ya sea con el clásico velo, un
sombrero o simplemente flores de azahar.
71
En lo que respecta a los invitados, el vestido de las señoras dependerá de la
solemnidad con que se celebre la ceremonia, pero si quiere ir realmente
elegante, trate evitar una apariencia ostentosa, sobre todo si es usted una simple
invitada. Los varones se vestirán con traje completo de color oscuro, las damas
utilizarán, de acuerdo con el clima, un vestido de seda o traje sastre. En este
caso no hay reglas particulares como sean las del buen gusto. Sin embargo, es
necesario evitar el color blanco para no competir con la novia, que debe ser la
estrella del espectáculo, se dice que las señoras no deben vestirse de negro, ya
que se trata de una ocasión festiva; pero no es obligatorio.
Si es de noche puede usar un sombrero y joyas; si la ceremonia nupcial es al
medio día, no hay que llevar vestidos muy escotados ni pieles, ya que el clima
de nuestro país no las requiere.
iv. Recepción
En las películas de Hollywood, el matrimonio se realiza en la casa de campo de
la novia, desde donde, en el fondo, se ve la iglesia, de sus antepasados. Esto,
desde luego, no sucede en la vida real. Generalmente, la recepción se ofrece en
el salón de fiestas de un hotel, en un restaurante, en la casa de la novia o en la
de u pariente rico. De acuerdo con el horario de la ceremonia, se servirá un
cóctel una comida o una cena; en la actualidad están de moda las ceremonias
nocturnas, el menú varía según los gustos personales y, sobre todo, las
posibilidades económicas de la familia; lo que si es obligatorio es el pastel de
bodas y el champaña. Se aconseja evitar las cursilísimas figuritas de azúcar
sobre el pastel.
Un consejo: más vale un espléndido cóctel o vino de honor, que un banquete
sin la preparación adecuada. Mejor una sola copa de champaña y bocadillo de
caviar, que tres platillos de mal gusto y mal servidos.
72
Si la boda se celebra con un banquete en el que los comensales están sentados,
el orden será el siguiente; en la mesa de los novios, sus respectivos progenitores
y padrinos, y los invitados de mayor rango y edad, a la derecha del novio la
desposada y a su izquierda la madre de ella é inmediatamente el padre de él. De
ahí en adelante, alternadamente en orden e importancia, se sentarán los
parientes y amigos empezando siempre por la derecha de la novia.
En el resto de las mesas, los invitados se suelen acomodar por grupos de
personas que se conocen entre sí, es conveniente que algún familiar de los
novios esté pendiente de las personas que asistan solas, y no se atrevan a
unirse a un grupo, para acomodarlas con gente de confianza que las atienda, si
el banquete es de pocas personas, y muy formal, se recomienda asignar los
lugares.
v. Regalos
Los más importantes son los de los padres y testigos. Lo mejor es regalar cosas
prácticas y útiles, hace algún tiempo se acostumbraba consultar la lista de
regalos para bodas en tiendas de regalos comerciales. Infórmese si esta lista
existe; seguramente en ella podrá encontrar todo lo que los novios desean y
necesitan: desde una azucarera hasta piezas de plata, desde luego, la
elaboración de esta lista no es elegante ni discreta, pero se acepta solo gracias
a que resulta muy práctico.
El regalo de bodas, se entrega en la casa de la novia por lo menos con cuatro
días de anticipación, sino se puede hacer antes entrégueselo a los novios
después de la boda en su nueva casa, y evite llegar a la ceremonia con el
paquetito entre las manos pues es de pésimo gusto. /6
6
/ Modos, Modas y Modales, Manual de Etiqueta, Editorial Trillas, primera edición, 1992 México.
Págs.106-130.
73
6. Cómo comportarse en lugares públicos y con personas
particulares
a. Comportamiento en espectáculos públicos
Los espectáculos públicos son cada día más numerosos y a ellos asiste con
mayor frecuencia gran número de personas.
Las reglas de urbanidad o de simple respeto humano parecen no existir en
algunos de ellos, los prueba el hecho de que últimamente resulta inevitable la
violencia en los estadios de fútbol en los que se rige absolutamente la ley de la
selva. De cualquier manera, en otro ámbito poco menos cruentos si se observan
algunos principios fundamentales de cortesía y de buenas maneras que es útil
recordar. En este caso, se aplicaría el viejo principio de “no hagas a los demás,
lo que no querrías que te hicieran a tí”.
El mundo del espectáculo está integrado por tres grandes esferas: los
espectáculos que podríamos llamar de tipo deportivo, los espectáculos de masa,
y los que consideran de alta cultura. En el primer caso las reglas de
comportamiento son más flexibles y la única exigencia es la del respeto a la
dignidad y la integridad de los demás. En el segundo, que incluye el cine, el circo
y el teatro, ligero de vodevil, abarcan también espectáculos de carácter informal.
Desde luego, huelga decir que no solo es maleducado sino verdaderamente
peligroso el tratar de no respetar la fila, para tratar de comprar los boletos o
pretender abrirse pasos a codazos y puntapiés para entrar en una sola o en un
recinto público. De ninguna manera se acepta empujar a otras personas para
alcanzar el mejor lugar. Asimismo, apartar el sitio de una persona que debe
ocuparlo en breve si es perfectamente normal pero es inadecuado tratar de
bloquear quince lugares, cada uno con un programa, por si acaso llegan amigos
y conocidos y no liberarlos hasta después que ha comenzado la función.
74
Frecuentemente este tipo de práctica puede ser motivo de fuertes discusiones y
hasta de golpes.
Las señoras y algunos jóvenes de la “onda punk” deben tener en cuenta que las
melenas voluminosas y los adornos vistosos en la cabeza pueden ser un
obstáculo para los desafortunados espectadores que se sienten detrás de ellos.
En los espectáculos que hemos llamado de alta cultura y entre los que se
contaría la opera, el teatro, los conciertos y las conferencias, se deben observar
ciertas reglas, no solo de cortesía hacia los demás sino de respeto para con los
interpretes o los músicos que se presenten.
He aquí algunas de las reglas fundamentales que deben observarse en los
espectáculos públicos:
• Hablar lo menos posible con la persona del lado, y si se hace procurar que
sea en voz muy baja.
• Llegar a tiempo y si no es así, esperar a que termine el primer acto, si se
trata de teatro o la primera ejecución musical, si es un concierto (en el Royal
Festival Hall de Londres, por ejemplo, si uno llega tarde puede oír la primera
parte del concierto en lobby y verlo por televisión pero además de ser
incomodo es molesto).
• No se admite sentarse en un lugar que no es que a uno le corresponde,
cuando son asientos numerados, hasta después del primer acto, si se trata
de una obra teatral, o después del primer número musical si se trata de un
concierto.
75
• En un evento de alta cultura, está estrictamente prohibido comer durante la
función, no así en los espectáculos deportivos o ligeros como el circo o los
coros.
• Cambiar de lugar continuamente es molesto para el resto de los
espectadores.
• Aún cuando no le agrade el espectáculo no debe salir de la sala si no hasta
el intermedio. Si lo hace, está indicando claramente que encuentra el
espectáculo horrendo e insoportable.
• Nunca se debe aplaudir en medio de un número aunque éste implique un
acto de gran virtuosidad. En cambio, si se admite el aplauso al final de un
aria de ópera o de un monólogo teatral, especialmente extraordinario.
Aplaudir a una prima bailarina después de una serie de piruetas es de un
provincialismo extremo.
• Con frecuencia las obras musicales tienen largo silencio entre un movimiento
y otro. Si usted no conoce la obra, absténgase de aplaudir en el primer
silencio cometerá una incorrección. Si no conoce la obra, espere a que la
mayoría del público aplauda o fíjese bien en la actitud del director que
generalmente baja los brazos cuando ha terminado la obra.
• Un espectáculo de alta cultura equivale a una ceremonia, por lo que se
requiere un vestuario adecuado. No necesariamente lujoso, pero sí discreto y
respetuoso. El ser muy “informal” no justifica el mal gusto de presentarse a
un evento de este tipo con el mismo atuendo que se usa para ir de excursión
al desierto de los leones, de la misma manera que sería ridículo presentarse
a un día de campo de traje negro y corbata de seda o con vestido de
noche.
76
• Si por razones ajenas a su voluntad sufre un ataque de tos es necesario
levantarse y salir de la sala hasta que éste haya pasado por completo. Si se
trata de solo aclararse la garganta, se puede hacer en un momento de
silencio ya sea de la música o del monólogo.
• La antigua procedencia es un palco sigue en vigor; es decir, que las señoras
se sientan en la fila de adelante, dando el mejor lugar a las señoras de mayor
edad; mientras que los señores se acomodan en las filas de atrás,
otorgando siempre el lugar de mejor visibilidad al varón de mayor edad.
b. Comportamiento en el automóvil
A bordo de un vehículo de cuatro ruedas suelen verificarse fenómenos de
metamorfosis verdaderamente inusitados, y así, personas que usualmente, y
paradas en las banquetas, pueden ser educadas, gentiles, dulces y hasta
simpáticas.
Cuando se sientan detrás de un volante se convierten en monstruos
sanguinarios de brutal agresividad e iracunda actitud, sin contar el cambio total
de uso del vocabulario. Efectivamente, el tránsito caótico de las ciudades
modernas convierte a los seres humanos en indescriptibles ejemplares dignos
de la más espeluznante película filmada por Hitchcock. Se requiere un
verdadero esfuerzo de voluntad para conservar la sangre fría y no renegar de las
cuidadosa educación que en todos los demás ámbitos de la vida somos capaces
de demostrar.
77
El automóvil es como una casa miniatura, una pequeña propiedad privada, en la
que el dueño tiene las mismas obligaciones del anfitrión de un castillo, por
ejemplo: antes de abrir la ventanilla pregunta a los demás ocupantes de vehículo
si ellos no les causa molestia, al igual que si enciende la radio, la calefacción o el
aire acondicionado. El asiento contiguo al del conducto se considera el lugar de
honor del automóvil, aún cuando, de acuerdo con las estadísticas de las
compañías de seguros resulta el más peligroso en absoluto.
Que remedio, también ser importantes tienen sus inconvenientes, el ocupante
del asiento de honor debe, a su vez, comprobar que la persona que está detrás
tenga suficiente espacio para acomodar las piernas y adaptará el asiento a las
circunstancias.
Tradicionalmente se acostumbraba que el caballero, abra y cierre la portezuela
de la señora, tanto al subir como al bajar del auto. En la actualidad el feminismo
ha hecho a un lado este requisito, arguyendo que la mujer es perfectamente
capaz de abrir y cerrar una puerta por sí sola, así como de ponerse el abrigo o la
capa de armiño, por lo que los señores que asisten en perpetuar esta tradición,
pueden parecer un poco pasados de moda, sin embargo, sigue siendo un acto
de cortesía muy a preciado por la chica de más de cuarenta años y tal vez hasta
por las señoritas.
Cuando la señora se sienta en el asiento de atrás y en el mismo se va a sentar
el caballero, éste la ayuda a subir al auto y después da la vuelta para entrar por
la portezuela.
Al automóvil, como a la casa, se le aplican ciertas reglas elementales de buen
gusto en la decoración. Evite adornos Kitsch como calcomanías amuletos,
perritos de peluche, muñecos y fotografías de su adorada familia deseándole
buen viaje. Descarte también los asientos de paja y plástico.
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Las reglas de buena educación al volante coinciden, como es natural, con las de
tránsito. Es decir, no se toca el claxon solo cuando es estrictamente necesario,
no se rebasa por la derecha, no se obstruye el tránsito ni se estaciona en doble
fila, se respetan los semáforos en rojo (el rojo de los semáforos no es una
sugerencia, es una orden, además de la multa se ganará la reprobación
silenciosa pero elocuente de la sociedad civil). Cuando se es un verdadero señor
o una verdadera señora lo es en todo momento, también al volante del
automóvil.
No es válido invocar la prisa para ejercitar un comportamiento antisocial. Si tiene
verdaderamente tanto, use el taxi o trabaje menos: nadie tiene la obligación de
sacrificarse para contribuir a que usted haga carrera.
Quién conduce un automóvil debe controlarse, especialmente si lleva consigo a
los propios hijos. Recuerde que para nuestros hijos somos seres perfectos, por
lo menos hasta que no descubren que más bien resultamos detestables; No les
cause una desilusión prematura.
Cuando no se está solo es preferible abstenerse de fumar, si el trayecto es largo
no es largo; de otra manera se debe preguntar a los demás si no les molesta y,
en todo caso, reducir el número de cigarros al mínimo indispensables para no
morir de crisis de abstinencia.
Viajando en el automóvil durante varias horas se descubre si uno
verdaderamente se lleva bien con los amigos, los problemas que más
frecuentemente se presentan son el aire, la música y la calefacción; ejercite su
paciencia. El espíritu democrático impone la voluntad de la mayoría.
Si usted viaja en automóvil como huésped de los dueños del mismo, debe
comportarse como si estuviera en su casa. Es decir, use la máxima discreción,
agradezca después del viaje y en todo caso, ofrézcase a compartir los gastos de
la gasolina, aceite, peaje de la carretera, etc. no lleve demasiado equipaje.
79
Si los propietarios del vehículo no aceptarán su ofrecimiento de compartir los
gastos, invítelos a comer o a cenar después de éste o envíe a la señora un
bonito ramo de flores.
El disfrutar de la enorme dicha de tener un chofer que sea el que se destroce los
nervios en los embotellamientos de la dos de la tarde, implica conocer las reglas
principales en este caso, el sitio de un pasajero en un automóvil con chofer es el
asiento de la derecha de la parte trasera del vehículo.
Actualmente, en un alarde de democracia, si el pasajero es el dueño del
automóvil y viaja solo con el chofer, suele sentarse al lado de este. Si el dueño
del automóvil viaja con una señora, esta ocupa el lugar principal, es decir, el de
la derecha de atrás. En este caso es, naturalmente, el chofer el que abre y cierra
las portezuelas y es obligatorio que se baje para abrirle y cerrarle la portezuela al
pasajero (excepto en el caso en que su patrón va sentado junto a él).
Es conveniente instruir al chofer en el sentido de que por ningún motivo debe
participar en la conversación de los pasajeros, a menos que se le pregunte algo
directamente a él. Por otra parte se debe exigir que su presentación sea siempre
impecable y discreta.
Traje oscuro y camisa azul; en ocasiones especiales: la tradicional: gorra de
visera. En casos informales o durante los meses calurosos: pantalón oscuro y
camisa blanca, de manga larga.
c. Comportamiento dentro de un elevador
El elevador es un lugar público por lo que el comportamiento dentro de él está
sujeto a precisas reglas de cortesía. Si hay otras personas dentro del elevador
cuando usted suba a él, es necesario hacer un breve saludo: “Buenos días” o
“buenas tardes”. Los caballeros se descubren la cabeza como cualquier otro
recinto cerrado, si hay damas presentes.
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Tanto en el elevador de la oficina como en el de la propia casa es recomendable
no hacer comentarios de índole personal y privada en el viaje: corre el riesgo de
que, entre el cuarto y el quinto piso sus confidencias se conviertan en
información pública. Si sube al ascensor con otras personas, pregunte a qué
piso van los demás y espere su turno para oprimir el botón correspondiente.
Despídase brevemente al salir, dejando pasar a las señoras y personas mayores
o de mayor rango primero, si es que el espacio lo permite.
Si el ascensor es demasiado pequeño o está muy lleno, el protocolo puede
causar pocos pisotones y patas. Como en cualquier otro medio de transporte, la
lógica más que la educación, que se deje salir o bajar a las personas que están
dentro antes de abordarlo. Al salir se debe hacer con orden, evitando arrollar a
quién espera abordar el elevador, fumar en el elevador, casi siempre está
prohibido, resulta no sólo molesto para los demás ocupantes, sino muy
peligroso, por tanto absténgase de hacerlo.
d. Comportamiento con el servicio doméstico
El servicio doméstico que hasta hacia poco tiempo disfrutábamos en nuestro
país, empieza a convertirse en una leyenda del pasado. Las viejas criadas, nos
acompañaban desde la cuna hasta el cementerio han desaparecido
completamente. Esperamos que esto verdaderamente un signo de que nuestra
economía ofrece otras alternativas más halagüeñas a las personas que antes no
tenían más posibilidad laboral, dada su escasa preparación, que “la de servir en
casa ajena”.
Sin embargo, si pertenece usted a la privilegiada súper elite de los que todavía
tienen servicio de planta en su casa, es justo y conveniente que recuerde
algunos principios de decencia humana para con las personas que le sirven las
24 horas al día, y que tienen ciertos derechos sacrosantos como seres
humanos, por ejemplo:
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• Dormir en un lugar cómodo, limpio y agradable, durante las horas
obligatorias de descanso.
• Que se les pague el salario convenido con la prioridad acordada y completo.
• Que los obsequios que usted desee hacerles tipo de ropa que ya no le sirve-
no tenga nada que ver con sus derechos laborales (sueldo y horas de
descanso).
• El sirviente, como usted (y así lo provee el art. 123 de nuestra constitución),
tiene derecho a vacaciones pagadas y su aguinaldo de fin de año. La gente
bien nacida le hace también un regalo de Navidad o Reyes.
• Asimismo, y ya que la ley no lo obliga a concertar un seguro medico, el
sirviente tiene derecho a que lo atienda un médico y a las medicinas
correspondientes por cuenta del patrón, en caso de enfermedad.
• El sirviente merece el respeto de sus patrones y sobre todo de los hijos de
éstos – a los que la vida le da la oportunidad única de aprender a respetar
a sus semejantes, aunque estos sean de nivel social inferior, desde que la
tierna infancia -. Aprenda a respetar a sus sirvientes los convertirá
automáticamente en verdaderos señores.
• Por otra parte, una verdadera señora no discute sus asuntos íntimos con la
servidumbre, y mucho menos con el chofer.
Últimamente, conformarse con los servicios de personas que trabajan por día o
hasta por hora – práctica normal en la mayoría de los países altamente
industrializados en los que la doméstica suele llegar a trabajar e un automóvil
mejor que el de la señora de la casa.
82
En este caso, las obligaciones del patrón ya señaladas son igualmente válidas
con la excepción de que no es obligatorio hacerse cargo de los gastos médicos
de este tipo de personal. Obviamente, no viviendo e la casa, tampoco subsiste
el renglón de las habitaciones. /7
C. BUENOS MODALES
1. Historia de los Buenos Modales
El problema de cómo comportarse en compañía de los congéneres (de la misma
especie) ha preocupado a la sociedad civilizada desde tiempos inmemorables.
Los ritos y las danzas religiosas de las tribus más primitivas contenían ya un
elemento formal que podría considerarse de tipo “protocolario”.
Las cortes persas y mesopotámicos poseían un complicado sistema de
etiquetas, paralelo a una minuciosa estratificación de cargos y funciones
estables y de tipo cortesano, leyes jurídicas y normas de comportamiento. Las
primeras quedan claramente consignadas en los códigos y las legislaciones; las
segundas en cambio son acuerdos tácitos que adopta una comunidad y que
pueden modificarse en el transcurso del tiempo, por lo cual es difícil consignarla.
En varias épocas de la historia se han hecho intentos por plasmar las normas de
estos acuerdos tácitos, como lo muestran algunos ejemplos curiosos que se
verán a continuación.
2. Un antiguo código de conducta social
Un antiguo código de conducta social acaba de reeditarse un interesante libro
escrito en el siglo XIV por un franciscano catalán, Francés Eiximenis, asesor de
Pedro el ceremonioso, rey de Cataluña y Aragón e inclusive Patriarca de
Jerusalén.
7
/ Modos, Modas y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México 1992
Págs 178-188.
83
Fray Francés representa una voz medieval que proporciona datos acerca de las
normas de comportamiento que regían la convivencia en aquella época.
Llamó su libro Lo crestia (el cristiano) y en el incluye elementos de estética en el
comportamiento de la actividad erótica, en la mesa y en la ciudad; es decir, un
manual de buenos modales en lo amoroso, sexual y urbano.
Ya desde entonces se probaban las malas costumbres de “las mujeres actuales”
tema que se repite obsesivamente a través de los siglos en la cultura occidental
judeocristiana. Para Fray Francés, un motivo de disgusto eran las mujeres
fenestreres, es decir las que con frecuencia se asomaban a las ventanas para
provocar los deseos lujuriosos de los transeúntes; también las que se paseaban
por la ciudad para lucir su belleza “aun cuando no es día de mercado” y que
mueven el cuerpo con exagerada cadencia “peor que una serpiente”.
Las que se pintaban las pestañas de catorce colores y pasaban el día “cantando,
siempre cantando canciones francesas” andaban todas olorosas con perfumes
escandalosos y zapatos de larga punta, en verano usaban guantes dorados,
cosa que enfurecía a sus maridos.
Los consejos del buen fraile constituyen un manual interesante de buenas
maneras desde luego no es el primero, como se ha visto puesto que revela los
hábitos y las costumbres de la Europa medieval como por ejemplo:
Si la pica una pulga o cualquier otro insecto y le provoca comezón en el cuerpo,
no lo demuestre, compórtese como si estuviese en misa.
Cuando tome un pedazo de carne con la mano y se lo lleve a la boca procure no
chuparse los labios.
Jamás tosa ni se suene en la servilleta, ni en el mantel extendido sobre la mesa.
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Durante una reunión tenga cuidado de no bostezar jamás, por ninguna razón,
sino pudiera evitarlo cúbrase la boca y no produzca ruidos horribles que
molestan a las personas.
El fraile también sugiere prestar atención para no hacer ruido con los dientes o
con los labios, porque no se deben oír ruidos extraños en un convite, y mientras
esta sentado a la mesa evite limpiarse los dientes o las uñas o hacer otra cosa
que provoque asco, como hablar de excrementos, enfermedades repugnantes o
de muerte.
3. La cortesía en el renacimiento
Mientras Erasmo de Rotterdam indicaba en su De convivió las normas del buen
gusto en la mesa y reglamentaba el uso de solo tres dedos el pulgar, el índice y
el medio para tomar los alimentos, en Italia ya se había iniciado el uso de los
cubiertos personales.
En un principio consistían en un mondadientes de metal y la cuchara. No es de
extrañar que fuera precisamente Italia la iniciadora de una vida cortesana más
sofisticada, puesto que se habla del pleno renacimiento, lo que repercutió para
que los gustos fueran mas refinados; la vida social se intensificó como resultado
del gran auge económico y político de algunas ciudades entre las que
sobresalen, Florencia, cuna del renacimiento europeo.
Muchos autores de la época escribieron tratados de buenos modales pero él
más famoso es, sin duda. Monseñor Della Casa, quien entre 1551 y 1554
escribió un libro que más tarde serviría de base a muchos otros publicados en
toda Europa, incluido el famoso Carreño.
85
Se cree que Florentino, Della Casa, nació en 1503 y estudio en Bolonia y
Florencia se hizo clérigo y libertino cosa bastante común en aquel tiempo y
compuso una serie de poesías, por demás licenciosas que más que suscitar
escándalo le abrieron las puertas de la corte pontificia donde fue nombrado
obispo de benevento y más tarde nuncio apostólico ante la República de
Venecia.
Su libro de buenos modales, con detalles de humor tubo éxito extraordinario, se
edito varias veces y se tradujo en varios idiomas.
Su estilo revela el carácter de su autor: joven mundano, poeta licencioso,
prelado y diplomático que en el libro aparecen como un venerable anciano que
da consejos al joven Galateo.
Muchos siglos han pasado y miles de paginas se han escrito sobre el tema
desde que el Galateo hizo su entrada en el mundo civilizado. Hoy algunas de
estas máximas provocan risa, otras sin embargo siguen siendo validas y se
basan en el principio de no ofender a otros de manera alguna.
4. La educación
La buena educación consiste en conocer y aplicar una serie de reglas
establecidas que permiten la convivencia en la sociedad humana.
No se pretende hablar de la llamada “alta sociedad”, sino de la interacción
respetuosa que hace la vida agradable. Independientemente del grado de cultura
o de riqueza de una persona, su educación constituye la característica principal
para ser aceptada y estimada. Cuántas veces se oye decir de fulano o de
perengano: “es muy rico (o poderoso), pero no tiene educación”.
Ser educado significa, básicamente, considerar al prójimo y respetarlo: “no
hagas a otros lo que no quieren que te hagan a ti”. Si, se parte de este principio,
las reglas de la buena educación se derivan lógicamente de él.
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Dos palabras mágicas (o sus equivalentes) encabezan el código de la buena
educación: “por favor” y “gracias”. Después de “mama” y “papá” son las primeras
expresiones que deben enseñarse a un niño como el comienzo de un largo
proceso, toda vez que son el primer paso para obtener lo que se llama “modales
de cuna” o “ser bien nacido”.
Con tiempo y paciencia, en la difícil tarea de convivir con otros, uno se da cuenta
de los grandes y pequeños hechos que puedan ayudar a conducirse con mayor
soltura en la vida familiar, laboral y social. Son pequeños detalles que nadie
enseña y que, a pesar de ser tan obvios, son también muy útiles.
La etiqueta en cambio, se impone sólo en algunas ocasiones formales y se
refiere sobre todo a las costumbres de la mesa y el vestir.
Más formal aún es el protocolo para asistir a funciones oficiales del gobierno o
de la corte (de donde procede la palabra “cortesía” es decir, el comportamiento
en la corte) y sus reglas son rígidas y están claramente establecidas.
Tener buenos modales no quiere decir ser solemne, ni “estirado”, ni aburrido. De
hecho, la naturalidad llevada con elegancia y discreción es la meta máxima a
que se debe aspirar en el interno de poseer realmente una buena educación.
Estrechar la mano con cordialidad, pedir las cosas con gentileza agradecer
efusivamente cualquier servicio que se recibe, evitar la arrogancia a toda costa,
ceder los propios derechos en favor de los más débiles, hacer a un lado el
egoísmo, pensar primero en los demás contestar con educación, aun cuando el
interlocutor haya sido agresivo, jamas recurrir a la violencia son características
del verdadero señor y de la autentica dama.
Aun las personas más ordinarias advierten esta actividad y terminan en respetar,
como los otros, al individuo que posee actitud y terminan en respetar, como los
otros, al individuo que posee estas cualidades.
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A la larga, quien más se beneficia es aquel que a pesar de todo demuestra ser
superior, no por tener poder, dinero o belleza.
5. Cortesía en el trabajo
El ambiente de trabajo o en el medio social. Cuando una dama entra en recinto
cerrado, los varones deben ponerse de pie para saludarla, y no volverán a
sentarse hasta que ella no lo haya hecho. Si están presentes otras mujeres,
estas no deben levantarse a menos que le mujer que llega sea anciana y/o de
gran respeto.
El entrar o salir, el varón es el que abre la puerta y cede el paso a la señora o
señoras que estén con él. Si son dos o más los hombres que deben pasar se
cede el paso al de mayor prestigio o al mas anciano; la regla es valida cuando
dos o más señoras se encuentran en la misma circunstancia.
Dado que en el lugar de trabajo se pasan aproximadamente ocho horas al día,
es ahí donde se pone a prueba la buena educación. Un compañero de trabajo
brillante, pero mal educado merece menos respeto de sus colegas que aquel
que sin muy inteligente da muestras de buena crianza, aun en los momentos de
crisis y nerviosismo.
Cada centro laboral tiene sus propias leyes de comportamiento según el tipo de
trabajo, él numero de personas que lo frecuentas, el nivel cultural de los
trabajadores, etc. En todas circunstancia, el recién llegado debe tratar de
adaptarse lo más pronto posible y de aprender el código de conducta ya
existente /8
8
/ Modos y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México, 1992.
88
6. La conversación
a. De la conversation en General
La conversación es el alma y el alimento de toda sociedad, por cuanto sin ella se
careciera del medio más eficaz de transmitir las ideas y de hacer más agradable
y útil el trato de nuestro semejante. Pero pensemos que él puede conducirnos a
cada paso las situaciones difíciles y deslucidas, cuando no esté precedida por la
dignidad y la discreción, y que no basta el deseo y la facilidad de comunicar
nuestros pensamientos para hacerlo de manera que nos atraigamos el aprecio y
la consideración de todas las personas que nos oyen.
No hay señal más clara que la educación de una persona, depende de su
conversación: el tono y las inflexiones de la voz, la manera de pronunciar, la
elección de los términos, el juego de la fisonomía, los movimientos del cuerpo, y
todas las demás circunstancias físicas y morales que acompañan la enunciación
de las ideas.
Lo anterior da a conocer desde luego el grado de cultura, y delicadeza de cada
cual, desde la persona más vulgar hasta aquellas que poseen las más finas y
elegantes maneras.
La infinita variedad de los asuntos que se tratan en sociedad, los diferentes
grados de instrucción y de experiencia que demuestran los interlocutores, el
empeño natural toma cada cual en discurrir con acierto, y las diversas fases
que presenta el corazón humano, en el comercio general de las opiniones, dan a
la conversación un carácter eminentemente instructivo, y la hacen servir
eficazmente al desarrollo de las facultades y al importante conocimiento del
mundo.
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La conversación debe estar siempre animada de un espíritu de benevolencia y
consideración que se extienda no sólo a todos los circunstantes sino también a
los que no se hallan presentes, siendo muy digno de notarse, que toda idea
ofensiva a personas ausentes, incluye también la falta de ofender el carácter de
los que nos oyen, por cuanto de este modo las consideramos capaces de
hacerse cómplices de semejante acto.
Por muy discretas y muy cultas que sean las personas con quienes
acostumbremos conversar, pensemos que alguna vez podremos oír palabras
que algún irrespecto nos sean desagradables, pues en el ancho espacio que
recorre la conversación, difícil es que sean siempre agradados todos los gustos,
todas las opiniones y todos los caprichos. La tolerancia, que es la virtud más
conservadora de la armonía social, será en semejantes casos nuestra única
guía; y así, dejaremos correr libremente todas las especies que se viertan en
medio de una conversación pacífica y amistosa, sin manifestarnos nunca
ofendidos por lo que evidentemente no se haya dicho con la dañada intención
de mortificarnos.
La afabilidad y la dureza son en todas ocasiones el más poderoso atractivo de la
conversación; pero cuando se habla con señoras, vienen a ser deberes estrictos,
que no se deben apartar jamás.
No tomar nunca la palabra, sin estar seguros que se halles con facilidad todos
los términos y frases que sean indispensables para expresar claramente las
ideas.
Cuando se sostiene un diálogo, ambos interlocutores deben cuidar de conservar
una perfecta inteligencia en la recíproca enunciación de sus ideas, pues es
sobre manera desagradable y aun ridículo, el lleguen a un punto en que hayan
de persuadirse que cada uno hablaba en diferente sentido.
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En el caso de conocer que la persona con quien se habla no nos ha
comprendido, guardar de decirle Vd. No me entiende, ni ninguna otra expresión
semejante que pueda ofender su amor propio. Aunque se crea haber explicado
con bastante claridad, la buena educación exige que se acepte como propia la
falta, y que con suma naturalidad con buen modo decir: Veo que no he tenido la
fortuna de explicarme bien; sin duda no he sabido hacerme entender; o
cualquiera otra cosa concebida en términos análogos.
Tener especial cuidado de no perder jamás en sociedad la tranquilidad pues
nada desluce tanto en ella a una persona, como una palabra, un movimiento
cualquiera que indique exaltación o enojo. Cuando los puntos sobre que se
discute se hacen controvertible, se pone prueba la civilidad y la cultura de los
que toman parte de la discusión: y si queremos en tales casos salir con
lucimiento y dar una buena idea de nuestra educación, refrenemos todo
arranque del amor propio, y aparezcamos siempre afables y amables en toda
contradicción que experimentemos en nuestras opiniones.
En ningún caso entrar en discusión con una persona, sobre materiales que no
interesen evidentemente a los demás circulantes. Desde el momento en que
una discusión se observe que el adversario echa mano de sofismas, interpreta
torcidamente los conceptos, o bien empieza a perder la calma y a exaltarse,
abandonar decididamente la cuestión por medio de palabras suaves y corteses.
Evitar siempre entrar en discusión con personas que no sean conocidamente
discretas y de buen carácter; y sobre todo con aquellas que estén siempre
animadas de un espíritu disputador y de contracción.
Si a veces no es lícito comunicar a nuestro razonamiento aquel grado de calor y
energía, que se permiten los hombres cultos en medio de una decente discusión,
tengamos presente que, en sociedad con señoras, jamás debemos salir de un
tono dulce y afable, sean cuales fueren las materias que con ellas discutamos.
Etiqueta
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Etiqueta

  • 1. 33 CAPITULO II MARCO TEÓRICO SOBRE ETIQUETA, BUENOS MODALES, RELACIONES HUMANAS Y RELACIONES PÚBLICAS. A. Generalidades de la etiqueta En este capítulo se dará a conocer toda la teoría recopilada de lo que es: etiqueta, buenos modales y las relaciones humanas. El objetivo principal es tener una base teórica que permita desarrollar la guía con los mejores conocimientos, y las normas adecuadas para que sean entendibles por el lector. B. La Etiqueta Es una parte esencial de la urbanidad. Se le dio este nombre al ceremonial de los usos, estilos y costumbres que se observan en las reuniones de carácter elevado y serio y en aquellos actos cuya solemnidad excluye absolutamente todos los grados de familiaridad y la confianza. Por extensión se considera la etiqueta, como el conjunto de cumplidos y ceremonias que debemos emplear en todas las personas y todas las situaciones de la vida. Esta especie de etiqueta comunica al trato en general y aun en medio de la más íntima confianza, cierto grado de circunspección que no excluye la espacian del alma, ni los actos más afectuosos del corazón, pero que tampoco admite aquella familiaridad sin reserva y sin freno y relajan los resortes de la estimación y del respeto, base indispensable de todas las relaciones sociales. /1 1 / Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño,Editorial Nacional, México D.F 1979
  • 2. 34 1. Historia de la Etiqueta Si algo ha hecho evolucionar al hombre, esto ha sido la educación. Desde los tiempos más remotos se conoce la existencia de pautas sociales y normas de comportamiento. Desde que el hombre está sobre la tierra siempre ha tenido ciertas formas de comportamiento ante determinados eventos. Aunque todas estas reglas se encuentran repartidas a lo largo de toda la historia, hay un hecho definitivo y claro que da un punto de partida importante: la creación de la corte. Esto dará un auge definitivo a las buenas maneras. La nobleza, se comentaba en esa época, no se lleva sólamente en la sangre sino en la forma de comportarse ante el Rey y ante el pueblo. Un hecho que se debe tener siempre presente en la vida. Se puede ser rico, culto e incluso un genio, pero todos somos personas y hay que comportarse educadamente con los demás. El auge de la buenas maneras era glosado por trovadores y novelas de caballería donde se daban consejos sobre como ser una dama o un caballero educado. Aunque muchas de la reglas queden obsoletas o deban transformarse, la buena educación nunca pasa de moda. Ser educado no es un moda, es algo inherente a la condición humana. Hace al hombre más libre y más tolerante. Ser educado no es una moda, aunque algunos piensen lo contrario. Ahora bien, tampoco se debe abusar, y caer en la pedantería. Todos los excesos son malos. La buena educación abre muchas puertas y dice mucho de las personas. Dice una conocida frase de Tayllerand, Príncipe de Benevento: "Solo los tontos se ríen de la buena educación". Hay que ser natural en sus modales, y no forzarlos.
  • 3. 35 Una frase muy utilizada es “si no sabe, es mejor no fingir (puede caer en un ridículo espantoso); observe al resto de la gente como se comporta. /2 2. Historia de la apariencia personal Así como existen reglas para normar los aspectos de la vida social, también hay ciertos principios generales aceptados respecto a la presentación física; es decir, reglas de pulcritud de la propia persona y del vestido. Este último no obstante esta sujeto a los vaivenes de la moda, requiere la consideración de principios fundamentales e independientes de los dictados, a veces un tanto veleidosos, de los estilistas. Ahora se hablará un poco sobre el origen del vestido. La Biblia informa detalladamente que taparse el cuerpo fue el resultado de la desobediencia de los buenos de Adán y Eva, nuestros primeros padres, expulsados del paraíso terrenal por razones que todos conocemos. Por lo tanto parece que el primer modélico de la historia fue la famosa hoja de parra que en tan diversas maneras han reproducido los artistas de todos los tiempos. A partir de ese momento se desencadenó una verdadera manía por cubrirse y adornarse el cuerpo y los cabellos en miles de forma distintas. Para ello, el ser humano ha recurrido a todos los elementos que le rodean, desde pieles y plumas hasta piedras y plásticos; y desde corales y cristales hasta conchas y caracoles. Su vanidad le ha hecho inventar la manera de cultivar gusanos de seda para tejer finas telas, y de matar millones de “bichitos” para producir un color especialmente favorecedor a la nobleza: el bermellón. 2 / http://www.protocolo.org
  • 4. 36 La preocupación por el vestido y todo lo que con el se relaciona ha despertado la imaginación y la creatividad de los seres humanos. Y las mujeres son las más obsesionadas por esta actividad. Recientes estadísticas mundiales al respecto indican que los varones gastan actualmente 35% más que las mujeres en cosméticos. /3 A través de los siglos, muchas veces se ha cambiado de opinión sobre lo que es bello, elegante, sano y deseable para el cuerpo. Hubo un largo tiempo en que la belleza se relaciono estrechamente con la abundancia de carnes. También hubo épocas en que el pelo en la cara de los hombres era obligado y se consideraba signo de respetabilidad y belleza. En culturas como la griega solo los hombres de cierta edad y de cierto prestigio podía usar barba, justo lo contrario de lo que sucede en nuestro mundo actual. En la época romántica se prefería a los personajes masculinos lánguidos y flacuchos. La belleza del bronceado se empezó a apreciar hace menos de 40 años. Sin embargo se ha exagerado tanto su valor que para obtenerlo no solo nos arriesgamos hacer víctimas de una insolación, sino que gastamos cantidades respetables para comprar esas lámparas que tanto daño nos hacen a la piel. Antes la piel bronceada se consideraba símbolo de pobreza y de poca elegancia, pues solo tenían las campesinas que trabajaban de sol a sol en los campos. Los antiguos mayas colocaban una cuenta de jade en la frente de los niños recién nacidos para que desarrollaran el estrabismo, que era un signo de belleza. 3 / Modos Modas y Modales, Rasha Labón Collado, Editorial Trillas, México
  • 5. 37 Los zapatos de metal que se pusieron las mujeres por muchos siglos, en China los utilizaban para deformar el pie y pareciera pequeño y por lo tanto bello. Por fortuna, en nuestros tiempos se ha logrado desvanecer muchos de estos mitos y las costumbres se han hecho más racionales, cómodas y funcionales. Sin embargo, existen aún ciertas preconcepciones que nos obligan a sacrificios físicos y económicos, para adecuarnos a los actuales cánones de belleza y aceptabilidad de nuestra cultura impone. 3. Elementos indispensables de la presentación personal La salud del cuerpo depende, además de las consideraciones de tipo patológico que rebasan nuestros conocimientos, y que son materia de estudio de la medicina, sobre todo de tres elementos fundamentales: el régimen alimenticio, el descanso y el ejercicio. En estos tres aspectos somos nosotros los responsables del mantenimiento de esa maquina tan delicada y tan eficiente que es el cuerpo humano. Nuestro bienestar depende en un altísimo porcentaje de lo que comemos. Una dieta bien equilibrada y la vigilancia constante del peso constituyen una disciplina diaria. La dieta ideal consiste en comer poco de todo, con regularidad. Ponerse a dieta por cuenta propia por un largo periodo, sin consultar a un medico y sin tener idea clara de cómo funciona el metabolismo individual, puede ser inútil, en el mejor de los casos, o definitivamente perjudicial. Por tanto el mejor camino es comer con mesura, y ayunar un día al mes después de un exceso de comida. El cuerpo, como cualquier máquina, requiere de descanso para ayudar a su buen funcionamiento. Descansar no quiere decir solamente dormir, significa entrar en un estado de serena tranquilidad.
  • 6. 38 La tensión y la angustia que nos consumen por la vida agitada de estos tiempos impiden lograr un descanso realmente reparador. Controlar la angustia y la tensión requiere de un entrenamiento de años, pero se puede lograr. 4. Ocasiones Sociales Anselmo Brillant, probablemente uno de los más distinguidos conocidos de modales de etiqueta de la historia, famosísimo anfitrión, excelente organizador de fiestas y menús, en sus conocidas Meditaciones (1825) explica cuáles son los elementos indispensables para hacer una velada agradable y elegante. Me parece que son juicios tan certeros que aún son válidos y vienen al caso en nuestro tiempo. Los invitados no deben ser más de 12 de manera que la conversación sea una y general. Estos serán seleccionados de forma que sus profesionales sean distintas, pero sus gustos análogos; que todos puedan conocerse entre sí y se eviten así las aburridas presentaciones. La iluminación del comedor será tenue, el servicio limpísimo y la temperatura entre 13 y 16 grados. Los señores, ocurrentes, pero no burdos; las señoras coquetearán con gracia y delicadeza. El orden de los platillos exige que se sirvan de los más delicados a los más condimentados; y los vinos se comienza por los más claros, luego los mas perfumados y oscuros. La cena debe transcurrir con tranquilidad, ya que es la última actividad del día, y los invitados son como viajeros que comparten la misma meta. El café se servirá muy caliente y los licores serán escogidos con gran cuidado por el anfitrión.
  • 7. 39 El salón será suficientemente amplio para consentir que se organice, por ejemplo, una partida de naipes al final de la cena, dejando espacio para que los que no juegan puedan conversar a gusto. Es deber del anfitrión que los invitados se sientan cómodos, en serena compañía y tal vez puedan hasta tener esperanzas de alguna bella sorpresa posteriormente. Los invitados procurarán no despedirse antes de las once, pero a medianoche es conveniente irse todos. /4 5. De la mesa en general La mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el grado de educación y de cultura de una persona, por cuanto son tantas y de naturaleza tan severa, y sobre todo tan fáciles de quebrantarse, las reglas y las prohibiciones á que están sometidas las personas. Según lo anterior, jamás llegará a ser excesivo el cuidado que se ponga en el modo de conducirse en la mesa, manifestando en todos los actos aquella delicadeza, moderación y compostura que distinguen siempre en ella al hombre/mujer verdaderamente finos. Es importante advertir, antes de entrar en el pormenor de las reglas de esta sección, que la mayor parte de los excesos y desaciertos en que suele incurrirse en las reuniones de mesa, aun por personas bajo otros respectos recomendables, tienen origen en los hábitos que hace contraer el gravísimo error de pensar, que en la mesa privada ó de familia puede usarse de una amplia é ilimitada libertad. 4 / Modos Modas y Modales, Rasha Collado,Editorial Trillas, Primera Edición 1992 México.
  • 8. 40 Tan absurda creencia conduce a prescindir de una multitud de reglas que, estando fundadas en los principios inalterables de la delicadeza, la propiedad y el decoro, pertenecen indudablemente a la etiqueta general y absoluta y hace sacrificar a cada paso la belleza, la dignidad y la elegancia, a una comodidad que no acierta nunca a concebir el que ha llegado a acostumbrarse a proceder en todas ocasiones conforme a los preceptos de la urbanidad. Las costumbres domésticas, a fuerza de la diaria y constante repetición de unos mismos actos llegan a adquirir sobre el hombre un imperio de todo punto irresistible, que le domina siempre, que se sobrepone al conocimiento especulativo de sus deberes, que forma al fin en él una segunda voluntad y le someten a movimientos meramente maquinales. Así, cuando se ha contraído malos hábitos en la manera de manejarse en la propia mesa, es imponible que se deje de deslucir en una mesa extraña, por grande que sea el cuidado que se ponga en aplicar unas reglas que no son familiares. Es, pues, indispensable que se adopte el hábito de observar en la mesa privada las reglas de la urbanidad. Así porque la familia es acreedora a las mismas consideraciones que se debe siempre en la mesa a los extraños, como porque sin este hábito no se podrá proceder en los banquetes con aquella naturalidad y aquel despejo que aparece siempre en las maneras del hombre culto. En cuanto al desahogo que permite la íntima confianza que se tenga con la propia familia, éste se revela, entre la gente fina, en ligeros é imperceptibles rasgos de la conducta, que no pueden explicarse, y que pertenecen a las excepciones y diferencias que sabe siempre establecer un sano criterio.
  • 9. 41 REGLAS DE COMPORTAMIENTO EN LA MESA a. Antes de injerir los alimentos 1. No tomar nunca asiento en la mesa antes que lo hayan hecho los padres, ó cualesquiera otras personas de mayor respetabilidad que nosotros de quienes estemos acompañados. 2. La regla anterior no tiene aplicación en las posadas públicas, donde cada cual toma asiento en la mesa desde el momento en que llega. Más cuando mediante una invitación especial, se vaya a comer en compañía de amigos nuestros. No es sólo aquella regla la que se deba observar, sino todas las demás relativas a los banquetes, con las modificaciones que sean propias del carácter más o menos serio de la reunión. Tener presente que la persona que ha convidado debe proceder bajo todos respectos, y ser considerada por los demás, como si estuviese en su propia casa. 3. Situarse a una distancia conveniente de la mesa, de manera que no se quede ni muy próximos ni muy separados, y dar al cuerpo una actitud en que aparezcan combinadas la naturalidad y la elegancia, sin inclinarse hacia delante más de lo que sea absolutamente indispensable para comer con comodidad y aseo. 4. No apoyar nunca en la mesa todo el antebrazo. Y en ningún caso poner sobre ella los codos. Y téngase presente que es un acto que manifiesta poca cultura, y que al mismo tiempo comunica al cuerpo un aire no elegante y tosco, el dejar caer sobre las piernas una mano, ocultándola así de la vista de los demás, en tanto que se está haciendo uso de la otra para comer ó beber.
  • 10. 42 5. No reclinarse en el respaldo del asiento, ni apoyarse en el de los asientos de las personas que se tenga á su lado, no tocar a éstas sus brazos con los nuestros, no estirar las piernas, no hacer, en fin, otros movimientos, que aquellos que sean naturales y absolutamente imprescindibles. 6. El acto de levantar los codos al dividir con el cuchillo la comida que se tiene en el plato, ó al tomarla con el tenedor para llevarla a la boca, es singularmente característico de las personas mal educadas. 7. Jamás ponerse de pie, ni extender el brazo por delante de una persona ó hacia las que se encuentran en el lado opuesto, con el objeto de alcanzar algo que esté distante de nosotros, de tomar ó pasar un plato ó cualquier otra cosa. Valgase en todos los casos de los sirvientes, ó de las personas que se encuentren á nuestro lado, cuando éstas tengan muy a la mano lo que necesitemos. b. Uso de instrumentos y utensilios en la mesa Cada uno de los instrumentos y utensilios de que se utilicen en la mesa, tienen su manera peculiar de manejarse; y es observación que no debe omitirse, que las faltas en este punto, de tan poca entidad real, son sin embargo características de las personas mal educadas. 1. El cuchillo y el tenedor se toman empuñando el mango con los tres últimos dedos, y adhiriendo á éste el pulgar por el lado interior y el índice por encima, el segundo de los cuales debe quedar más avanzado que el primero, sin que se leve nunca en el cuchillo más allá del principio de la hoja, ni el tenedor hasta acercarlo a la raíz de los dientes.
  • 11. 43 2. La cuchara se toma del modo siguiente: vuelta la palma de la mano hacia dentro y un tanto hacia arriba, y manteniendo los tres últimos dedos algo recogidos, se hace descansar la cuchara en el dedo cordial: el índice se recoge hasta quedar adherido al canto del mango; y el pulgar cae por último sobre el extremo del mango, pisándolo con la fuerza que sea indispensable para que la cuchara quede enteramente sujeta. 3. El vaso se toma por la parte más inmediata a su base, con los dedos índice, cordial y anular todos unidos por el lado del frente, y el pulgar por el lado interior; recogiendo el meñique de manera que no quede demasiado separado del anular, y dejando el mayor espacio posible entre la superficie del vaso y la palma de la mano. 4. Una copa se toma por la columnilla que une el pie a la parte cóncava, con los dedos índice y cordial por el lado del frente, y el pulgar por el lado interior, y recogiendo los últimos dedos sin que lleguen á tocar la palma de la mano. 5. Una botella se toma por el centro de su parte más ancha, con los cuatro últimos dedos a la derecha, y el pulgar a la izquierda. Siendo de advertir que cuando la botella haya de manejarse con la mano izquierda, los dedos tendrán naturalmente una situación inversa, es decir, que los cuatro últimos dedos quedarán a la izquierda y el pulgar a la derecha. 6. Cuando no se pueda tomar cómodamente la botella de la manera indicada en el párrafo anterior y se tenga, por tanto, que tomarla por el cuello, poner especial cuidado en alejar los dedos del extremo superior de éste cuanto sea posible.
  • 12. 44 7. La cuchara y el cuchillo se manejan invariablemente con la mano derecha; más en cuanto al tenedor, tan sólo podrá manejarse con la derecha, cuando se tomen comidas que no necesiten ser divididas con el cuchillo 8. Suele usarse, al tomar del plato la comida con el tenedor en la mano derecha, auxiliar éste con la mano derecha, auxiliar éste con otra mano por medio de un pequeño pedazo de pan; pero téngase presente que este acto produce siempre una impresión muy desagradable a la vista. En las cosas en que no sea bastante el solo tenedor para tomar la comida, abstengámonos de pasarlo á la derecha y auxiliémoslo con el cuchillo. 9. El uso de la cuchara y del tenedor está siempre indicado por el contenido de cada plato, puesto que natural y necesariamente habremos de servirnos de aquella para tomar los líquidos, y toda comida que no pueda fácilmente llevarse á la boca con el tenedor, quedando éste por consiguiente destinado para todos los demás casos. Pero suele verse empleada la cuchara para comidas que evidentemente pueden tomarse con el tenedor, y conviene por tanto advertir que este es un abuso enteramente contrario á la propiedad y á la etiqueta de la mesa. 10. No incurrir nunca en la grave falta de llevar el cuchillo a la boca: éste no tiene en general otro uso que el de dividir y servir las comidas sólidas con el auxilio del tenedor, y el de subdividir de la misma manera la parte de estas comidas que viene a nuestro plato. 11. Respecto del tenedor y la cuchara, no introducirlo en la boca sino aquella parte que es absolutamente indispensable para tomar la comida con comodidad y aseo; teniendo el cuidado de que estos instrumentos se rocen jamás con nuestros dientes, lo cual produce un ruido sumamente desagradable y chocante.
  • 13. 45 12. El tenedor se lleva a la boca por su extremo, dirigiéndolo a ella oblicuamente; y la cuchara por su interior de manera que quede paralela a ella, o dándole también alguna oblicuidad, cuando ella sea enteramente indispensable. c. Forma correcta de injerir los alimentos 1. Jamás hacer variar de puesto el pan, que se coloca siempre a la izquierda, ni los vasos, las copas y las tazas, que se colocan siempre a la derecha. 2. El pan viene a la mesa en pequeños pedazos o rebanadas; y para ir tomando la parte que hayamos de llevar a la boca, se tomara el pan con la mano izquierda y lo dividiremos con la derecha, sin emplear para ello el cuchillo y sin separar jamás la miga de la corteza. El ejecutar esta operación con el cuchillo, o con sólo la mano izquierda apoyando el pan en la mesa, es enteramente impropio de la gente bien educada. 3. Al partir el pan, situar las manos de manera que las migajas que en este acto se desprenden, caigan siempre dentro del plato en que se está comiendo. 4. Jamás separar de una rebanada de pan o de un bizcochuelo, una parte mayor que la que de una vez que se haya de tomar en la boca. Es tan sólo propio de gentes mal educadas, el introducir en el café, en el chocolate, o en cualquiera otro líquido, lo que ya se ha llevado a la boca, por más natural que parezca esta libertad respecto de una taza o de un vaso que otro no va a usar.
  • 14. 46 5. No es de buen tono comer pan, ni beber licor o agua, hasta que no se ha acabado de tomar la sopa. 6. Abstenerse severamente de llevar al anfitrión, ú ofrecer a otra persona, las comidas que hayan estado en los platos y el cubierto que hayan ya usado; así como de ofrecer el pan que hemos probado, el vaso o la copa en que hemos bebido, etc., etc., y de ejecutar, en fin, ningún acto que en alguna manera se oponga a las reglas anteriormente establecidas sobre el aseo para con los demás. d. Comportamiento del invitado o titular en la mesa 1. Por regla general, en la mesa no tomar con las manos, ni tocar otra comida que no este destinado para nosotros. Respecto de las frutas, jamás despojarlas de su corteza sino por medio del tenedor y el cuchillo; absteniéndose de servir y de comer aquellas que para esta operación necesiten de tomarse en las manos, para esta operación necesiten de tomarse en las manos, las cuales vienen comúnmente a la mesa tan sólo a constituir fuentes de adorno, o a contribuir a la belleza de otras fuentes. En las mesas bien dispuestas, con excepción de aquellas pequeñas frutas de corteza muy sutil, como el durazno, la manzana, etc., las demás se presentan por lo común despojadas de su corteza y convenientemente divididas. 2. No comer nunca en forma acelerada, ni demasiado despacio: lo primero haría pensar que se procura ganar tiempo para comer como glotones, impediría tomar parte en la conversación, y haría incurrir en las faltas que la precipitación trae consigo en todos los casos.
  • 15. 47 Lo segundo imprimiría cierto aire de desabrimiento y displicencia, que entibiaría la animación y el contento de los demás, y expondría al invitado, o bien a hacer el deslucido papel que hace siempre el que se queda al fin comiendo solo, o a tener que renunciar. Para evitar esto, a tomar lo indispensable para satisfacer debidamente la necesidad de alimentarse. En cuanto a la manera de beber, también se debe huir a un mismo tiempo de la precipitación y de la lentitud. 3. Son actos extraordinariamente impropios y groseros el aplicar el olfato a las comidas y bebidas, así como él soplarlas cuando están en un alto grado de calor, y el batir en este mismo caso una bebida, tomando una parte de ella en la cuchara y vaciándola desde cierta altura en la taza que la contiene. Siempre que se tema encontrar en alguna cosa un olor o un sabor desagradable, abstenerse de tomarla, sin manifestar a nadie el motivo; respecto de las comidas o bebidas calientes, tomarlas poco a poco y en partes muy pequeñas, que de esta manera pueden siempre llevarse a la boca, sea cual fuere su grado de calor. No puede recomendarse, por demasiado repugnante, el uso de vaciar líquidos calientes que se sirven en tazas, en el pequeño plato que las acompaña, para conseguir que bajen pronto de calor y beberlos con el mismo plato. 4. Son también actos groseros, 1º. ,abrir la boca y hacer ruido al mascar: 2º., sorber con ruido la sopa y los líquidos calientes, en lugar de atraerlos ala boca suave y silenciosamente: 3º., hacer sopas en el plato en que se está comiendo: 4º., dejar en la cuchara una parte del líquido que se ha llevado a la boca, y vaciarla luego dentro de la taza en que aquél se está tomando: 5o., tomar bocados tan grandes que impidan el libre uso de la palabra: 6o., llevar huesos a la boca, por pequeños que sean: 7º.
  • 16. 48 Tomar la comida por medio del pan: 8º., arrojar al suelo alguna parte de las comidas o bebidas: 9º recoger las últimas partículas del contenido de un plato por medio del pan o de la cuchara: 10o., suspender el plato de un lado para poder agotar enteramente el líquido que en el se encuentre:11º., derramar en el plato las gotas de vino que han quedado en el vaso, para poner en éste el agua que va a beberse: 12º., hacer muecas o ruido con la boca, para limpiar las encías o extraer de la dentadura partículas de comida por medio de la lengua. 5. Si la comida o bebida que ya se ha probado es desagradable, o si se encuentra en el plato un objeto que por algún motivo incite asco, o que sea realmente asqueroso, guardar de proferir ni la más ligera expresión sobre el particular, o conducirse de manera que en ninguno de los movimientos ni en el semblante llegue a notarse desagrado. Poner disimuladamente a un lado del plato, sin contacto con la comida que en él se encuentre, las partículas huesosas de las carnes y los huesos de las frutas que no se pueden evitar llevar a la boca, las espinas de los peces y cualquiera otra cosa que sea imposible hacer pasar al estómago. Pero tener presente que este acto, de cualquiera manera que se ejecute, será siempre desagradable a los que nos observen, y evitarlo por tanto cuidadosamente en cuanto sea posible, procurando despojar en el plato las comidas de todas aquellas adherencias antes de llevarlas a la boca. 6. Jamás usar para nada de la orilla del plato. La mantequilla, la sal, la salsa, y todo lo demás que se sirvan para acompañar la comida principal, son ejemplos de lo que no se debe poner en la orilla del plato.
  • 17. 49 Si se desea deshacer de alguna cosa que se haya tenido ya en la boca, apresurarse a entregarlo a los sirvientes, pues si es impropio ocupar la orilla, todavía lo sería más el continuar tomando del contenido del plato, después de haber hecho semejante mezcla. 7. Cada vez que en el acto de comer se haya de abandonar accidentalmente alguna de las piezas del cubierto, ésta se colocara dentro del plato, de manera que el mango descanse sobre la orilla de éste. Y cuando haya de abandonar a un mismo tiempo el tenedor y el cuchillo, tener además el cuidado de cruzarlos, poniendo el primero debajo del segundo. 8. Luego que se haya tomado lo bastante del plato, dejar dentro de él el cubierto que hemos usado, poniendo el tenedor y el cuchillo juntos con el mango hacia la persona, por ser este el signo que indica a los sirvientes que deben mudarnos todo esto. 9. Para tomar los líquidos, apoyar el borde del vaso o de la taza en la parte exterior del labio inferior, y sólo aplicar el labio superior cuando sea absolutamente indispensable para beber sin ruido. Es altamente impropio y grosero el introducir el borde del vaso o de la taza en la boca, de modo que el labio inferior quede cubriendo una parte de su superficie, y el superior sumergido en el líquido. 10. Jamás beber licor o agua, cuando se tenga aún ocupada la boca con alguna comida. 11. No olvidar nunca limpiarse los labios inmediatamente antes y después de beber licor o agua, y cada vez que se advierta no tenerlos completamente aseados. Pero jamás emplear para esto el mantel, pues en el caso de no habérsenos destinado una servilleta, debe usarse un pañuelo que tendremos sobre las rodillas.
  • 18. 50 12. En el acto de beber, ya sea licor, ya sea agua, fijar la vista en el vaso o en la copa, y no dirijirla nunca hacia ninguna otra parte. e. Lo que no se debe hacer en la mesa 1. En el momento en que una persona está bebiendo, es notable incivilidad el dirigirle la palabra, y todavía más cuando ello tiene por objeto hacerle una pregunta. 2. Siempre se encuentre en la forzosa necesidad de toser, estornudar, eructar o sonarnos, pensar que estos actos son infinitamente más desagradables en la mesa que en ninguna otra situación; y al mismo tiempo procurar ejecutarlos de la manera más disimulada y que menos llame la atención de los demás. Volverse siempre a un lado, para que jamás nos queden de frente las viandas en tales momentos. 3. En cuanto a escupir y esgarzar, ya puede considerarse cuán contrarios no serán estos actos a la severidad de la mesa, cuando están enteramente prohibidos en todas las demás situaciones sociales 4. Muchas veces es imprescindible en la mesa el limpiarse el sudor, sobre todo en los climas cálidos; pero tener siempre presente que este acto es siempre desagradable en sociedad, y ejecutarlo con gran delicadeza que apenas lo dejemos percibir de los demás. 5. Encontrándose las reglas que deben observarse en los banquetes, pudiera acaso pensarse que las condiciones expresadas perdían algo de su severidad, al tratarse de la conversación en la mesa privada o de familia, y conviene por tanto advertir que semejante suposición sería de todo punto absurda.
  • 19. 51 Por el contrario, al lado de las familias hablemos de estar todavía más prevenidos que en los banquetes, a fin de no incurrir en ninguna falta contra la propiedad y el decoro de la conversación en la mesa; pues la confianza que nos inspira el círculo doméstico nos expone siempre fácilmente a incurrir en extravíos de está naturaleza, al paso que la presencia de los extraños nos impide de suyo cierta suma de respeto que presta circunspección a nuestra conducta, y nos ayuda en cada caso a llenar todas las fórmulas y a observar todas las reglas que la urbanidad establece. 6. Entre los extravíos a que naturalmente se muestran en la mesa la confianza con la familia, aparece desde luego la propensión a reñir a los sirvientes, y la de hacer girar la conversación sobre asuntos privados que, a poco que meditemos, reconoceremos que no es propio ni delicado se trasciendan fuera de nuestra casa. Respecto de lo primero, pensemos que si en todas ocasiones hay que ser prudentementes y tolerantes con los domésticos, así por consideraciones que surgen de su misma condición y de sus demás circunstancias personales como por la propia tranquilidad. Nunca se debe ser en este punto más mesurados que cuando se encuentre en la mesa; ya porque la presencia de muchas personas hace demasiado mortificantes las reprensiones, circunstancia que siempre vicia y debilita su efecto; ya porque éstas se oponen abiertamente al buen humor y al contento que son tan propios de la mesa. Y en cuanto a lo segundo, bastará recordar que en el acto de la comida nos encontramos generalmente acompañados de niños y domésticos, cuya ignorancia puede inducirlos a transmitir fácil e indiscretamente lo que oyen, para que nos persuadamos de que en la mesa no debe proferirse jamás ni una sola palabra de que no pueda imponerse todo el mundo.
  • 20. 52 7. Cuando se tenga un motivo interior de tristeza, sobreponerse a el en la mesa hasta aparecer por lo menos atentos y afables; pues no es justo ni delicado que en tales momentos a turbar el placer de los demás, con el aspecto y los movimientos siempre desagradables y aun mortificantes del dolor y la melancolía. 8. Es una imperdonable grosería el separar del pan parte de su miga, para traerla entre las manos y jugar con ella. Respecto de llegar en esto hasta formar pelotillas y arrojarlas a las personas o hacia cualquiera otro objeto, este es un acto tal, que no concibe pueda verse jamás ni entre personas de la más descuidada de educación. 9. Jamás enjuaguarse la boca en la mesa, ni donde puede ser observados en este acto por alguna de las personas de quienes se este acompañado. El hacer esto con el licor o el agua que se tiene ya en la boca para beber, es un acto extraordinariamente grosero. 10. Para levantarse de la mesa, esperar a que se ponga de pie la persona que la presida; a menos que por algún accidente se tenga que retirar antes, lo cual no hará, sin embargo, sin manifestar a los demás que la necesidad nos obliga a ello. En las posadas públicas, con excepción de los casos en que se encuentre en reuniones de invitación, se puede levantar siempre libremente, sin esperar a que otros lo hagan primero, y sin excusarse con nadie cuando se tenga que hacer durante la comida. f. Del modo de trinchar, y del servicio en la mesa 1. Es un punto muy importante de la buena educación el saber trinchar, servir a los demás y servirse a sí mismo, de oportuna manera, delicada y fácil.
  • 21. 53 No nada hay más desagradable que ver a una persona que sirve un plato intempestivamente, que derrama los líquidos, que distribuye los manjares en cantidades excesivas, que aparece, en fin, en tales actos llena de perplejidad y de embarazo. 2. Procurar presentar aquí las reglas más importantes sobre la manera de ejecutar convenientemente estas operaciones; pero téngase entendido que la destreza y tino que en general requieren, son casi exclusivamente el resultado de la observación y de la práctica. 3. Debe tenerse un especial cuidado en no servir nunca un plato fuera de la oportunidad debida; y bien que en este punto haya alguna variedad, no por eso dejan de existir reglas que tienen generalmente una aplicación uniforme y constante, las cuales pueden reducirse a las dos siguientes: 1ª., en la primera mesa, después de tomada la sopa, se sirven el pescado, los pasteles y todos los demás platos que necesitan del uso principal de la cuchara, y al fin los platos fuertes, las ensaladas y la caza: 2ª., en los postres, se sirven en primer lugar las frutas crudas: en segundo lugar los lacticinios: en tercer lugar las tortas y demás preparaciones de harina: en cuarto lugar las compotas, frutas secas, etc., y por último los dulces. 4. Jamás ponerse de pie ni para trinchar ni para servir. Este es un acto que reúne a la vulgaridad e inelegancia, la circunstancia de ser extraordinariamente molesto y fastidioso para las personas que se encuentran inmediatas. Y cuando el plato que hayamos de acercarnos con uno u otro objeto esté distante de nosotros, hagámoslo traer a nuestro puesto con alguno de los sirvientes.
  • 22. 54 5. Para trinchar una ave, se principia por separar de ella el ala y el muslo, prendiéndola y asegurándola con el tenedor, e introduciendo acertadamente el cuchillo en las articulaciones; y ejecutada esta operación, se van cortando longitudinalmente rebanadas delgadas de la parte pulposa, la cual ha quedado ya descubierta y desembarazada. 6. De las aves pequeñas se deja la caparazón en el trinchero, y se sirven los cuartos y la pulpa, teniendo el cuidado de dividir aquellos previamente por las articulaciones; pero de las aves grandes tan sólo se sirve la pulpa, dejando todo lo demás en el trinchero. 7. Las viandas de carnicería se dividen en rebanadas delgadas que trae huesos adheridos, se cortan también rebanadas longitudinales, cuando se hace difícil el corte transversal. 8. El jamón, aunque contiene un hueso, no se corta jamás longitudinalmente, sino en rebanadas transversales muy delgadas, y dejando a cada una de ellas la parte de grasa que naturalmente saque en el corte. 9. Las rebanadas de todas estas piezas se sirven con el tenedor, auxiliado siempre del cuchillo. 10.El pescado no se divide con el cuchillo: la parte que ha de ponerse en cada uno de los platos se toma con una cuchara, o con una llana de plata a propósito para este objeto. 11.Para servir un pastel, se corta con el cuchillo la parte de pasta correspondiente al relleno que va a servirse, y todo ello se pasa al plato por medio de la cuchara, cuidando de poner en éste la pasta sobre el relleno.
  • 23. 55 12.Todos los demás platos se sirven por medio del tenedor el cuchillo, o de la cuchara, según la naturaleza de cada uno; y cuando es necesario auxiliar la cuchara, esto se hace con el tenedor. 13.La forma de las partes que se tomen de un original, y la colocación que se les dé en cada plato al servirlas, deben ofrecer siempre una apariencia agradable a la vista. 14.La sal y la salsa se toman con una cucharilla que acompaña siempre al salero y a la salsera; y el azúcar, con unas pinzas que acompañan al azucarero. La sal puede tomarse a falta de la cucharilla, con un cuchillo que aun no se haya empleado en ningún otro uso. 15.Jamás tomar la comida del original haciéndola pasar por la orilla del plato, ya sea que se use para ello del tenedor y el cuchillo, o de la cuchara. 16.Cuando se vaya a servir de un plato a todos los circunstantes, tener presente el número de éstos, a fin de arreglar las proporciones de manera que no llegue a apurarse el contenido del plato antes que todos queden servidos. 17.Servir siempre los platos con la delicadeza que es propia de la sobriedad que en todos se supone, y ser en esto todavía más escrupulosos respecto de las señoras; para quienes sería un verdadero insulto un plato servido con exceso. 18.Siempre que toque servir a los demás, cuidar de destinar a las señoras y demás personas a quienes se deba especial respeto, aquellas partes de los manjares que sean más agradables y más fáciles de comerse. 19.Cuando se haya de servir salsa a una persona, ponerla siempre al lado y nunca encima de lo que contenga su plato.
  • 24. 56 20.Al hacer circular un plato entre todos los circunstantes, lo cual no se acostumbra nunca sino en mesas de mucha confianza, cuidar de poner en él un tenedor o una cuchara, según que el contenido del plato debe tomarse con uno u otro instrumento 21.Cuando circule un plato común, un caballero no se servirá a sí mismo antes de haber servido a la señora que tenga a su lado. 22.En el caso del párrafo anterior, los caballeros dejarán siempre para las señoras, y los inferiores para los superiores, la parte más agradable y más fácil de comerse de lo que contenga el plato que circula. 23.No servirse nunca demasiado de ningún manjar. Aun en la mesa de familia, vale más servirse dos veces, que ofrecer a los demás la desagradable impresión que produce siempre un plato servido con exceso. 24.No poner nunca en el nuestro plato, ni a aun mismo tiempo, ni sucesivamente, diferentes comidas que hayan sido preparadas para ser servidas separadamente. 25.Cuando se sirva licor o agua, o se sirva a una persona que éste situada a la izquierda, tomar la botella con la mano derecha; y cuando se haya de servir a una persona que ocupe a la derecha, tomarla con la mano izquierda, pues no debemos jamás servir el licor ni el agua sino por el lado de la botella donde se encuentre uno u otro pulgar. 26.No poner nunca en el vaso o en la copa mayor cantidad de licor o de agua, que aquella que vayamos a tomar de una vez. Sin embargo, hay licores dulces, y con otros que enseñará la práctica de las sociedades de buen tono.
  • 25. 57 27.Es sobre manera impropio servir a otra persona licor o agua, hasta llenar enteramente el vaso o copa. 28.Cuando se nos sirva licor o agua por otra persona, luego que se tenga la cantidad que es suficiente, indicarlo por medio de la palabra, o bien levantando suavemente el cuello de la botella con el mismo vaso o con la copa. Y cuando tengamos que servir a otra persona, hagcerlo sin precipitación, a fin de que se pueda detener fácil e inmediatamente cuando ella lo indique, y no vaya a quedar en su vaso o en su copa mayor cantidad de la que quiera tomar. 29.Al poner en una taza café o cualquiera otro líquido, hacerlo de manera que no llegue a rebosar. 30.Cuando se serva licor de una botella aun no decentada, poner primero en el vaso o en la copa una pequeña cantidad, siempre que hayan podido caer dentro de aquella, al destaparla, algunas partículas de corcho. 31.Siempre que se pida algo a una apersona que se encuentre en la mesa, emplear una frase atenta, como hágame ud. el favor, tenga ud. la bondad, etc. Cuando una persona pregunte si se desea tomar de algún plato o de algún licor para servirnos, estar dispuestos a aceptar el ofrecimiento, contestando con la frase si ud. me hace el favor, u otra semejante; y cuando se haya de contestar que no se acepta, dar siempre las gracias a la persona que nos hace el obsequio de dirigirnos la pregunta. 32.Cuando una persona nos sirva alguna cosa, ya sea a petición nuestra o por ofrecimiento espontáneo, le daremos las gracias en breves palabras, haciéndole al mismo tiempo una ligera inclinación de cabeza.
  • 26. 58 g. La mesa. El elemento en torno al cual se desarrolla una reunión es, naturalmente, la mesa. Ya sea que la ocasión sea formal o informal, la mesa es el centro de la reunión. Ciertamente, la selección del menú es de primordial importancia, así como la calidad y cantidad de platillos y bebidas; sin embargo, no hay que olvidar la presentación de todo ello y el ambiente que se logra crear. Aun cuando el objeto de esta obra no es el proporcionar recetas de cocina, más adelante se dan indicaciones útiles al respecto y algunos menús que puedan servir como modelo. Por el momento, nuestra atención se concentrará en la forma de presentar elegantemente la mesa. /5 h. Recipiente para lavarse los dedos En el pasado, en las mesas muy refinadas se colocaba, a la derecha del plato, un plato hondo con agua y una rebanada de limón para enjuagarse los dedos después de un platillo de pescado; el platillo se retiraba antes de servir la carne. En la actualidad, por razones prácticas ya no se usa. Se cuentan muchas anécdotas acerca de invitados poco vividos o muy despistados que se han bebido el agua de limpiarse los dedos. i. Acomodo de los comensales En todos los casos, el anfitrión y su esposa ocuparán las dos cabeceras de la mesa. Es de mal gusto ofrecer la cabecera al invitado más importante aunque se le quiera halagar al máximo; de hecho, el lugar de honor de una mesa es a la derecha de la señora de la casa, para el invitado varón de más alto rango, y a la derecha del señor de la casa para la dama invitada más importante. 5 / Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño, Editora Nacional, 1979 México D.F. pags.299-313
  • 27. 59 En general, el invitado de mayor rango es aquel en cuyo honor se ofrece la cena, el más importante socialmente o la persona de mayor edad. Se debe procurar sentar una dama y un caballero, pero nunca a un matrimonio junto. Debe de tratar de acomodar contiguamente personas que tengan algo en común. 6. Fiestas familiares El núcleo familiar es el centro de la vida social y dentro de la familia existen ciertas circunstancias que todos los pueblos y todas la civilizaciones han marcado en forma especial según los ritos y costumbres. El nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la muerte son puntos culminantes en la vida de todo ser humano. Cada grupo social los celebra de manera particular. En nuestra comunidad existen también tradiciones; algunas son muy antiguas, otras se han ido incorporando a lo largo del tiempo y otras más tienden a desaparecer. a. Nacimiento El nacimiento de un bebé es un acontecimiento importante para todas las familias y se anuncia con mayor o menor pompa, según la posición social de éstas. A los parientes y amigos más íntimos se da la noticia inmediatamente después del feliz suceso, por medio de llamadas telefónicas. A las personas que se encuentran en otro lugar, o en otra ciudad, o en otro país se les puede anunciar por medio de una tarjeta. Existen en el mercado algunas ya impresas de clara influencia estadounidense; se pueden utilizar estas, o bien, solo enviar una nota en la que se participa del acontecimiento, con los datos del día del nacimiento y el nombre que llevará el recién nacido.
  • 28. 60 Los amigos, al conocer la noticia, deberán felicitar a los padres, bien con un telegrama, una nota cariñosa enviada por correo o una visita al hospital o a la casa. Si la amistad es íntima o si se trata de un pariente cercano, la visita al hospital es lo esperado; Esta deberá ser muy breve respetando los horarios del nosocomio. Si se envían flores a la nueva mamá, es conveniente considerar que las habitaciones del hospital suelen ser reducidas y que por lo tanto, el arreglo floral no debe demasiado voluminoso. Se deben evitar flores de perfume intenso o las de excesivo polen, por que pudieran molestar tanto a la madre como al bebé. Otros regalos usuales para la ocasión son: jabón, loción, perfume, bombones, revistas o libros de interés para la nueva mamá; no se recomienda regalar, por ejemplo, un tratado de jurisprudencia medieval, ya que aunque se trate de una mujer muy culta, después de haber dado a luz, las mujeres no tienen mucho tiempo ni ganas de lecturas serias. A la criatura se le lleva algún juguete, un animal de peluche, una cajita de música u objetos más grandes como una charola, la tina de baño, una cuna o “moisés”. Cada familia se pone de acuerdo para surtir al nuevo miembro de las cosas indispensables; si es el primer hijo o nieto, éstas suelen ser muchísimas. Desde luego, los regalos voluminosos, como los que se han mencionado, no deben llevarse por ningún motivo al hospital, lo ideal es que lo reciban al volver a casa. Si la visita al neonato se hace en casa, se recomienda anunciarse con una llamada telefónica. Una mamá recién desempacada del hospital en compañía de un bebé siempre está ocupadísima y, la mayoría de las veces, no con la mejor disposición. Por tanto, y a menos que sea su hermana o madre, conviene preguntar cuál es la hora más apropiada para hacerle una visita. Una vez en casa, no pretenda cargar en la criatura y, desde luego, no la bese; si está dormida no insista en verla, es mejor que vuelva otra ocasión.
  • 29. 61 b. Nombres Una de las dificultades que con frecuencia surge entre los padres y los abuelos es el nombre que se le pondrá al bebé. Para evitarlas, sígase la sabia costumbre de que el padre escoja el nombre de la criatura si es niña, y que la madre elija si es niño. En nuestra cultura es común que el primogénito lleve el nombre del padre o de la madre, según el sexo, pero esto no es obligatorio. Esta no es la costumbre de la mayoría de países occidentales; de hecho suele verse con extrañeza que el padre y el hijo o la madre y la hija lleven el mismo nombre. Lo que sí se recomienda enfáticamente, es no buscar nombres demasiado exótico que a los padres pueden parecerles muy originales, pero que a través de los años suelen causar innumerables bromas y desazones. También se recomienda, por razones prácticas no usar más de dos nombres de pila, aunque un solo es suficiente, cuanto más nombre tenga una persona, más posibilidades tienen de que los equivoquen en los mil documentos que se tiene que obtener durante la vida, acta de nacimiento, inscripción a la escuela, pasaporte o tarjeta de crédito. Lo mismo es válido para nombre en lengua extranjera. Con ellos se corre el peligro constante de que lo equivoquen en todas partes, amén de los extravagantes que resulta llamarse Winfred Pérez, Betullah Moreno o peor aún Iztaccihuatl Martínez. c. Bautizo El bautizo suele ser una ocasión básicamente familiar. En la actualidad se lleva a cabo en la capilla del mismo hospital donde nace la criatura y se celebra austeramente, con la presencia de los familiares más cercanos: padre, abuelos, tíos y padrinos. Para festejar se ofrece una copa de champaña o vino blanco y algún bocadillo comprado en a pastelería. Los padrinos como su nombre lo indica y la tradición lo establece son las personas que deben hacerse cargo de la criatura, si uno de los progenitores faltara.
  • 30. 62 Por lo tanto deben ser personas jóvenes con aceptable situación económica y que pudieran desempeñar el papel de padres en caso necesario. En general, los padrinos suelen ser también miembros de la familia. Tradicionalmente regalaban el ropón para el niño, aunque en muchas familias existe un ropón colectivo (entre las más encopetadas es antiguo), que se usa de generación en generación ya que se emplea una sola vez, es conveniente no comprarlo especialmente para la ocasión, a menos que las ocasiones económicas de los padrinos, sean muy holgadas. Así mismo, los padrinos regalaban a la criatura una medalla de oro con su cadenita; en el reverso de aquellas se grava el nombre del bebé y la fecha del bautizo. Los otros concurrentes sino lo han hecho antes llevan un regalo para el niño que puede ser, cubiertos miniatura de plata, ropa, algún juguete, animales de peluche, o si se trata de una niña, pendientes, una pulsera de oro o un broche pequeño para detener el babero. También se acostumbra llevar un regalo para la mamá: flores, lociones o perfumes, bombones, etc. Si la familia desea festejar especialmente el nacimiento y si los medios económicos lo permiten se puede hacer una fiesta más grande varias semanas después, cuando la madre ya se ha recuperado del parto. Se celebra una ceremonia religiosa en la parroquia de la familia que no es necesario adornar especialmente, ya que la ceremonia se desarrolla en el bautisterio y al recepción en la casa de los padres o de los abuelos, no se acostumbra utilizar un lugar público para el bautizo. En este caso, se invita un mayor número de gente. A menos que se desee hacer una ocasión verdaderamente excepcional, las invitaciones se hacen por teléfono, los bautizos suelen celebrarse por la tarde, de preferencia en un día no laboral, ya sea sábado o domingo. Después de la ceremonia religiosa se sirve un cóctel, es conveniente, si se tienen más de veinte invitados, contar con los servicios de uno o más camareros, para atenderlos.
  • 31. 63 En México se acostumbra todavía el “bolo”, que corre por cuenta del padrino, no así la recepción, que es cubierta por los padres o los abuelos de la criatura bautizada. El bolo consistía originalmente en moneditas de oro que se reparten entre los asistentes. Son pocas las familias que estos tiempos pueden repartir monedas de oro entre los invitados por los que se regalan pequeños objetos de plata o metal plateado (ceniceros, charolitas, o decoraciones con el nombre del niño y la fecha del bautizo. El bolo se puede sustituir con una estampa decorativa, que tenga religioso o infantil, que lleve impreso en el reverso el nombre de la criatura, de los padres, de los padrinos, del sacerdote que ofició en la ceremonia y la fecha en que esta se llevó a cabo. Esta costumbre a desaparecido paulatinamente, por que es poco práctico y muy costosa, por ello es aceptable hacer una fiesta de bautizo sin hacer “bolo”. Desde luego, se espera que todos los convidados lleven un regalo para la criatura o para la madre, como los descritos con anterioridad. Los almuerzos de bautizos sólo se siguen realizando en las regiones rurales apartadas, en las cualquier ocasión se aprovecha como pretexto para hacer una fiesta. En estos bautizos por demás muy folclórico y alegre se lleva música y se sirve mole. Por desgracia la vida agitada de las ciudades, impide conservar estas viejas costumbres campesinas y provincianas, el vestido adecuado para el bautizo es discreto, como para salir a cenar a un restaurante o para ir al teatro; no se requiere en absoluto el traje de cóctel, ningún otro adorno llamativo. d. Primera Comunión Únicamente, la primera comunión se realiza en forma colectiva, de manera que un grupo de niños, que frecuenta la misma escuela o que toman clases de catecismo, juntos hacen esta ceremonia al mismo tiempo.
  • 32. 64 Es una costumbre muy práctica que resulta económica para los padres. En general, una sola persona se hace cargo de los preparativos a nombre de todo el grupo y los padres simplemente comparten los gastos con la iglesia, las flores, la música. Si se desea, se comparten también los gastos del desayuno. O bien, cada uno por su cuenta organiza el desayuno según sus necesidades y posibilidades particulares. Otra forma de hacer la primera comunión más íntima, es aquella que se organiza entre los miembros de la misma familia; es decir, que dos o más hermanos o primos de aproximadamente la misma edad (se supone que debe hacerse de los siete años en adelante y no después de los 12) la realizan juntos. En este caso, la familia se pone de acuerdo sobre la manera de festejarlo la ceremonia religiosa se celebra por la mañana (entre las 8 y las 9), por lo que es conveniente servir después de esta, el desayuno, que suele ser más bien abundante y puede constar de los siguientes platillos: jugo de frutas, frutas frescas, huevos revueltos, tamales, atoles, y/o chocolate y pan dulce. El pastel es poco frecuente además resulta ser excesivo. Dado el clima templado que disfrutamos en la mayor parte de México es común que los desayunos se sirvan en el jardín, ya sea de la casa de algún miembro de la familia o en locales que se alquilan especialmente para la ocasión. Aquí también conviene seleccionar un día festivo o un sábado, si se quiere tener la seguridad de contar con los invitados. A la primera comunión se invita fundamentalmente a los parientes cercanos y a los amigos íntimos, o bien de los amigos de los niños protagonistas; es decir, se trata más bien de una fiesta de niños y de pariente. Es de mal gusto aprovechar esta situación para establecer relaciones sociales y de negocios.
  • 33. 65 Las invitaciones se hacen por teléfono y se acepta o se declina la invitación con toda anticipación en el caso que se invite también al desayuno, pues es necesario planear número de personas que asistirán. Para esta ceremonia se acostumbra sólo la madrina, que se selecciona, como siempre, entre personas muy allegadas. La madrina tiene como obligación regalar a la criatura un libro de misa, el rosario y la vela. Si su condición económica lo permite, también el vestido, pero este no es obligatorio. En el pasado a las niñas se le hacían vestido de primera comunión excesivos, que parecían más bien de novia. Esto es cursi e impráctico pues es una prenda que no se usa más que un solo día. Los niños tradicionalmente vestían pantalones largos por vez primera, pero en la actualidad ya no se acostumbra; los niños pueden vestirse de traje. Es elegante el pantalón gris perla y la chaqueta azul marino (que además podrá utilizar un par de años), camisa blanca y corbata. Sin embargo, es adecuado, vestir un bonito suéter y un pantalón de casimir (evite, desde luego, los jeans y los zapatos tenis, sí es que piensa hacer un festejo más o menos formal). Los regalos adecuados han cambiado mucho en los últimos 20 años, pues originalmente se hacían regalos de tema religioso, lo cual ocasionaba que las pobres criaturas, terminaran con tres o cuatro rosarios, varios libros de misa y biografías de santos. En la actualidad, y con la creciente tendencia a ser más práctico, se estila regalar cualquier cosa que pueda agradar a una criatura de esa edad: libros, discos, cassettes, ropa, juguetes, alguna alhaja a las niñas (no cara naturalmente), artículos deportivos, etc. los regalos religiosos indispensables los hace la madrina. El vestuario para los adultos debe ser informal, puesto que es de mañana: señoras pocas alhajas, y absolutamente prohibido llevar pieles.
  • 34. 66 Se acostumbra también repartir (hágase o no desayuno) una estampita religiosa con el nombre del niño o la niña, el nombre de la madrina, el sacerdote oficiante, la fecha de la ceremonia y el templo donde esta se llevó a cabo. Estos recuerdos últimamente poco usuales, se reparten entre los asistentes a diferencia de la boda religiosa, en la primera comunión, no es de buen gusto invitar a la gente a la ceremonia y no al desayuno. Es una grosería hacer que alguien se levante para ir a oír misa y después no ofrecerle desayuno. e. Quince años La fiesta de quince años es una de las ocasiones en las que fácilmente puede caerse en el ridículo y resultar de una cursilería sin límite, sino se tiene el suficiente tacto para celebrarla con sencillez, elegancia y austeridad. En otros tiempos en los que las chicas efectivamente no tenían la pasión de ser vistas y conocidas y en los que el matrimonio se concertaba a muy temprana edad, esta fiesta tenía por objeto dar a conocer a las niñas casaderas las amistades de la familia, y acercar candidatos aceptables para el matrimonio. En la actualidad las muchachas gozan de una mayor libertad, para salir solas, o con amigos para formar su propio círculo de amistad, por lo que esta fiesta resulta un tanto obsoleta e innecesaria, sin embargo, existen familias que tienen especial interés en celebrarla, si usted está incluida en entre estas personas e insiste en hacerle la fiesta de quince años a su hija, tenga en cuenta lo siguiente: es necesario que consulte con la muchacha si efectivamente quiere que se celebre su cumpleaños o prefiere un regalo de otra índole; muchas prefieren hacer un viaje, abrir su propia índole o comprarse otra cosa verdaderamente útil en vez de comprarse un vestido de tul, pastel de tres pisos y “chambelán” acartonados, si la chica está de acuerdo es ella quién debe decidir, quienes serán lo invitados a su fiesta, entre los que destacarán naturalmente, la gente joven, es absurdo que a las fiestas de quince años concurran las tía seniles, los tíos calvos, y las amistades de trabajo del papá y de la mamá.
  • 35. 67 No es justo que los padres tomen como pretexto el cumpleaños de una hija, para agasajar a sus amistades personales o a sus relaciones de trabajo o de negocio. Si se quiere verdaderamente festejar a una quinceañera hay que dejar que sea ella la que decida en que forma desea que se haga. f. Matrimonio En las familias más tradicionales y cuando la novia es todavía muy joven y vive en casa de sus padre, se acostumbra la petición de manos, es una ceremonia en la cual el padre del novio, el hermano mayor o pariente cercano de mayor prestigio, pide una cita con la familia de la contrayente, para solicitar formalmente la autorización para el matrimonio. Se sobreentiende, por supuesto, que esta será concedida. En esta ocasión, el novio regala el anillo de compromiso a la chica, y de acuerdo con una costumbre estadounidense, este suele ser de brillantes. En la vieja tradición hispánica, de la cual somos herederos, el regalo solía ser una pulsera o aretes de piedras preciosas. De cualquier manera aún sin el regalo, el compromiso es un acontecimiento social, que para algunos círculos es de gran trascendencia. Con motivo de esta visita, la familia de la novia, debe invitar a cenar a los emisarios del joven contrayente. El matrimonio puede efectuarse mediante el rito civil, el religioso o ambos, en nuestro país, este último es posterior al matrimonio civil. El primero, por lo general, es menos formal, en cuanto a la organización; El segundo, conlleva ciertas reglas más tradicionales, en ambos casos es necesario presentar los siguientes documentos: Acta de nacimiento, análisis médicos, certificado de residencia, todo lo cual se presenta ante el juez del Registro Civil.
  • 36. 68 Para el matrimonio se requiere el acta de bautizo, la de confirmación (en ocasiones esta se dispensa) la publicación de amonestaciones en la parroquia a la que pertenecen los contrayente, y el certificado del Registro Civil. Existen convenciones tradicionales respecto a la división de los gastos (pero sí la cenicienta se casa con un Rockefeller o viceversa se entiende que la familia Rockefeller efectuará todos los gastos). En general, si los contrayentes son todavía muy jóvenes y no tienen los recursos económicos necesarios, las familias respectivas se distribuyen los gastos de la siguiente manera: La familia de la novia se encarga de las invitaciones, los gastos de la fiesta y la ceremonia, si el matrimonio es religioso, la erogación suele ser importante por el gasto en flores, música, contribución al templo, etc. La familia del novio por su parte, cubrirá el costo del vestido de la novia, el ramo, los anillos, la luna de miel, y el mobiliario del “nidito de amor”. Pero si los contrayentes son personas autosuficientes, entre los dos cubren los gastos según las posibilidades de cada uno, a este respecto, son las familias más tradicionales las que tienden a conservar la costumbre de la división de las erogaciones. i. Invitaciones para el matrimonio Si el matrimonio se celebra con una recepción, es importante entregar las invitaciones, con suficiente anticipación, estas se entregan personalmente, para esta tarea siempre es bueno contar con la colaboración de amigos y parientes cercano, se envía por correo solo las que van a otras ciudades del país o al extranjero, si el matrimonio no se celebra con una fiesta especial, se envía las llamadas participaciones.
  • 37. 69 En este caso, como no se espera que la gente concurra a la ceremonia, las tarjetas pueden mandarse por correo para preparar la fiesta de invitados es indispensable que se reúnan las dos familias de los novios, y se dialogue abiertamente las prioridades en las invitaciones, no es extraño que esto constituya, la primera fricción entre las dos familias, ya que cada una tiene sus invitados ineludibles. El primer criterio, que de debe seguir es que la prioridad las debe llevar los invitados de los novios y después por parte exactamente iguales, los padres de cada uno de los contrayentes. El formato clásico de las invitaciones es: a la izquierda comunican el matrimonio de los padres de la novia y a la derecha los del novio. En general, se evitan los títulos académicos u otro tipo distinciones, el sobre siempre se rotula a mano. ii. Ceremonia matrimonial En la ceremonia de la boda civil, la familia del novio se coloca a la derecha y la de la novia a la izquierda, los amigos donde deseen. El novio llegará unos minutos antes y se colocará delante de la persona que se celebrará la ceremonia. Los testigos del novio estarán a la izquierda, y los de la novia a la derecha. Esta llegará acompañada por su padre y se colocará a la izquierda de su futuro esposo. En la ceremonia religiosa la disposición es la misma, pero el contrayente espera a su prometida a la puerta de la iglesia y la ayuda a bajar del automóvil a su llegada. En las bodas especialmente elegante pero un poco pasadas de moda, se organiza el cortejo nupcial con damas, madrinas y pajecitos. Desde la entrada a la iglesia, el cortejo se coloca en el orden siguiente. La novia y su padre (o el varón que la entrega puede ser un hermano o tío) los pajes que llevan la cola y los anillos; las damas entre las que designa la madrina de lazo y al de ramo, la primera lleva el lazo en el cortejo, la segunda recibe el ramo de las manos de la novia al iniciar la ceremonia ante el altar.
  • 38. 70 Después de las damas sigue el novio que da el brazo a su madre; la madre de la contrayente acompaña al padre del novio, y después siguen los familiares y los testigo invitados a participar en el cortejo siempre por parejas. El resto de los invitados se van ubicando en el interior del templo para el cortejo que procede a los acordes de alguna de las varias marcha nupciales. Una forma más sencilla y tal vez más elegante es que se prescinda del cortejo en cuyo caso, la novia entrará en la iglesia del brazo de su padre y el novio la espera a un lado del altar, los demás familiares ya se habrán acomodado previamente. Para ellos se suele dejar libres las primeras dos filas de bancas que ocupan, por general, la familia inmediata de los contrayentes. La tradición de arrojar arroz a los novios a la salida de la iglesia, aún se acostumbra en muchos círculos y parece divertida, pero la costumbre de atar latas al coche y pintarrajearlo es deplorable, de pésimo gusto y acoplado a las películas estadounidenses. Las familias verdaderamente finas de aquel país, ni muertas permitirían una falta de gusto tan flagrante. iii. Cómo vestirse al asistir a un matrimonio Si el matrimonio es por la iglesia y se desea otorgarle solemnidad, la tradición exige que la novia vaya de blanco, de largo y con cola, y el novio de negro (traje de etiqueta). Si, en cambio, se desea una ceremonia sencilla es suficiente un traje obscuro para él y vestido blanco corto para ella. Si el novio es militar o marino, puede usar su uniforme de gala; esto suele dar colorido a la ceremonia, pero para ello es necesario solicitar autorización a las autoridades militares competentes. La novia puede elegir entre la romántica de vestido largo de cola o, más moderno, un vestido corto, siempre de blanco o de un color pastel. La novia llevará siempre adornada la cabeza, ya sea con el clásico velo, un sombrero o simplemente flores de azahar.
  • 39. 71 En lo que respecta a los invitados, el vestido de las señoras dependerá de la solemnidad con que se celebre la ceremonia, pero si quiere ir realmente elegante, trate evitar una apariencia ostentosa, sobre todo si es usted una simple invitada. Los varones se vestirán con traje completo de color oscuro, las damas utilizarán, de acuerdo con el clima, un vestido de seda o traje sastre. En este caso no hay reglas particulares como sean las del buen gusto. Sin embargo, es necesario evitar el color blanco para no competir con la novia, que debe ser la estrella del espectáculo, se dice que las señoras no deben vestirse de negro, ya que se trata de una ocasión festiva; pero no es obligatorio. Si es de noche puede usar un sombrero y joyas; si la ceremonia nupcial es al medio día, no hay que llevar vestidos muy escotados ni pieles, ya que el clima de nuestro país no las requiere. iv. Recepción En las películas de Hollywood, el matrimonio se realiza en la casa de campo de la novia, desde donde, en el fondo, se ve la iglesia, de sus antepasados. Esto, desde luego, no sucede en la vida real. Generalmente, la recepción se ofrece en el salón de fiestas de un hotel, en un restaurante, en la casa de la novia o en la de u pariente rico. De acuerdo con el horario de la ceremonia, se servirá un cóctel una comida o una cena; en la actualidad están de moda las ceremonias nocturnas, el menú varía según los gustos personales y, sobre todo, las posibilidades económicas de la familia; lo que si es obligatorio es el pastel de bodas y el champaña. Se aconseja evitar las cursilísimas figuritas de azúcar sobre el pastel. Un consejo: más vale un espléndido cóctel o vino de honor, que un banquete sin la preparación adecuada. Mejor una sola copa de champaña y bocadillo de caviar, que tres platillos de mal gusto y mal servidos.
  • 40. 72 Si la boda se celebra con un banquete en el que los comensales están sentados, el orden será el siguiente; en la mesa de los novios, sus respectivos progenitores y padrinos, y los invitados de mayor rango y edad, a la derecha del novio la desposada y a su izquierda la madre de ella é inmediatamente el padre de él. De ahí en adelante, alternadamente en orden e importancia, se sentarán los parientes y amigos empezando siempre por la derecha de la novia. En el resto de las mesas, los invitados se suelen acomodar por grupos de personas que se conocen entre sí, es conveniente que algún familiar de los novios esté pendiente de las personas que asistan solas, y no se atrevan a unirse a un grupo, para acomodarlas con gente de confianza que las atienda, si el banquete es de pocas personas, y muy formal, se recomienda asignar los lugares. v. Regalos Los más importantes son los de los padres y testigos. Lo mejor es regalar cosas prácticas y útiles, hace algún tiempo se acostumbraba consultar la lista de regalos para bodas en tiendas de regalos comerciales. Infórmese si esta lista existe; seguramente en ella podrá encontrar todo lo que los novios desean y necesitan: desde una azucarera hasta piezas de plata, desde luego, la elaboración de esta lista no es elegante ni discreta, pero se acepta solo gracias a que resulta muy práctico. El regalo de bodas, se entrega en la casa de la novia por lo menos con cuatro días de anticipación, sino se puede hacer antes entrégueselo a los novios después de la boda en su nueva casa, y evite llegar a la ceremonia con el paquetito entre las manos pues es de pésimo gusto. /6 6 / Modos, Modas y Modales, Manual de Etiqueta, Editorial Trillas, primera edición, 1992 México. Págs.106-130.
  • 41. 73 6. Cómo comportarse en lugares públicos y con personas particulares a. Comportamiento en espectáculos públicos Los espectáculos públicos son cada día más numerosos y a ellos asiste con mayor frecuencia gran número de personas. Las reglas de urbanidad o de simple respeto humano parecen no existir en algunos de ellos, los prueba el hecho de que últimamente resulta inevitable la violencia en los estadios de fútbol en los que se rige absolutamente la ley de la selva. De cualquier manera, en otro ámbito poco menos cruentos si se observan algunos principios fundamentales de cortesía y de buenas maneras que es útil recordar. En este caso, se aplicaría el viejo principio de “no hagas a los demás, lo que no querrías que te hicieran a tí”. El mundo del espectáculo está integrado por tres grandes esferas: los espectáculos que podríamos llamar de tipo deportivo, los espectáculos de masa, y los que consideran de alta cultura. En el primer caso las reglas de comportamiento son más flexibles y la única exigencia es la del respeto a la dignidad y la integridad de los demás. En el segundo, que incluye el cine, el circo y el teatro, ligero de vodevil, abarcan también espectáculos de carácter informal. Desde luego, huelga decir que no solo es maleducado sino verdaderamente peligroso el tratar de no respetar la fila, para tratar de comprar los boletos o pretender abrirse pasos a codazos y puntapiés para entrar en una sola o en un recinto público. De ninguna manera se acepta empujar a otras personas para alcanzar el mejor lugar. Asimismo, apartar el sitio de una persona que debe ocuparlo en breve si es perfectamente normal pero es inadecuado tratar de bloquear quince lugares, cada uno con un programa, por si acaso llegan amigos y conocidos y no liberarlos hasta después que ha comenzado la función.
  • 42. 74 Frecuentemente este tipo de práctica puede ser motivo de fuertes discusiones y hasta de golpes. Las señoras y algunos jóvenes de la “onda punk” deben tener en cuenta que las melenas voluminosas y los adornos vistosos en la cabeza pueden ser un obstáculo para los desafortunados espectadores que se sienten detrás de ellos. En los espectáculos que hemos llamado de alta cultura y entre los que se contaría la opera, el teatro, los conciertos y las conferencias, se deben observar ciertas reglas, no solo de cortesía hacia los demás sino de respeto para con los interpretes o los músicos que se presenten. He aquí algunas de las reglas fundamentales que deben observarse en los espectáculos públicos: • Hablar lo menos posible con la persona del lado, y si se hace procurar que sea en voz muy baja. • Llegar a tiempo y si no es así, esperar a que termine el primer acto, si se trata de teatro o la primera ejecución musical, si es un concierto (en el Royal Festival Hall de Londres, por ejemplo, si uno llega tarde puede oír la primera parte del concierto en lobby y verlo por televisión pero además de ser incomodo es molesto). • No se admite sentarse en un lugar que no es que a uno le corresponde, cuando son asientos numerados, hasta después del primer acto, si se trata de una obra teatral, o después del primer número musical si se trata de un concierto.
  • 43. 75 • En un evento de alta cultura, está estrictamente prohibido comer durante la función, no así en los espectáculos deportivos o ligeros como el circo o los coros. • Cambiar de lugar continuamente es molesto para el resto de los espectadores. • Aún cuando no le agrade el espectáculo no debe salir de la sala si no hasta el intermedio. Si lo hace, está indicando claramente que encuentra el espectáculo horrendo e insoportable. • Nunca se debe aplaudir en medio de un número aunque éste implique un acto de gran virtuosidad. En cambio, si se admite el aplauso al final de un aria de ópera o de un monólogo teatral, especialmente extraordinario. Aplaudir a una prima bailarina después de una serie de piruetas es de un provincialismo extremo. • Con frecuencia las obras musicales tienen largo silencio entre un movimiento y otro. Si usted no conoce la obra, absténgase de aplaudir en el primer silencio cometerá una incorrección. Si no conoce la obra, espere a que la mayoría del público aplauda o fíjese bien en la actitud del director que generalmente baja los brazos cuando ha terminado la obra. • Un espectáculo de alta cultura equivale a una ceremonia, por lo que se requiere un vestuario adecuado. No necesariamente lujoso, pero sí discreto y respetuoso. El ser muy “informal” no justifica el mal gusto de presentarse a un evento de este tipo con el mismo atuendo que se usa para ir de excursión al desierto de los leones, de la misma manera que sería ridículo presentarse a un día de campo de traje negro y corbata de seda o con vestido de noche.
  • 44. 76 • Si por razones ajenas a su voluntad sufre un ataque de tos es necesario levantarse y salir de la sala hasta que éste haya pasado por completo. Si se trata de solo aclararse la garganta, se puede hacer en un momento de silencio ya sea de la música o del monólogo. • La antigua procedencia es un palco sigue en vigor; es decir, que las señoras se sientan en la fila de adelante, dando el mejor lugar a las señoras de mayor edad; mientras que los señores se acomodan en las filas de atrás, otorgando siempre el lugar de mejor visibilidad al varón de mayor edad. b. Comportamiento en el automóvil A bordo de un vehículo de cuatro ruedas suelen verificarse fenómenos de metamorfosis verdaderamente inusitados, y así, personas que usualmente, y paradas en las banquetas, pueden ser educadas, gentiles, dulces y hasta simpáticas. Cuando se sientan detrás de un volante se convierten en monstruos sanguinarios de brutal agresividad e iracunda actitud, sin contar el cambio total de uso del vocabulario. Efectivamente, el tránsito caótico de las ciudades modernas convierte a los seres humanos en indescriptibles ejemplares dignos de la más espeluznante película filmada por Hitchcock. Se requiere un verdadero esfuerzo de voluntad para conservar la sangre fría y no renegar de las cuidadosa educación que en todos los demás ámbitos de la vida somos capaces de demostrar.
  • 45. 77 El automóvil es como una casa miniatura, una pequeña propiedad privada, en la que el dueño tiene las mismas obligaciones del anfitrión de un castillo, por ejemplo: antes de abrir la ventanilla pregunta a los demás ocupantes de vehículo si ellos no les causa molestia, al igual que si enciende la radio, la calefacción o el aire acondicionado. El asiento contiguo al del conducto se considera el lugar de honor del automóvil, aún cuando, de acuerdo con las estadísticas de las compañías de seguros resulta el más peligroso en absoluto. Que remedio, también ser importantes tienen sus inconvenientes, el ocupante del asiento de honor debe, a su vez, comprobar que la persona que está detrás tenga suficiente espacio para acomodar las piernas y adaptará el asiento a las circunstancias. Tradicionalmente se acostumbraba que el caballero, abra y cierre la portezuela de la señora, tanto al subir como al bajar del auto. En la actualidad el feminismo ha hecho a un lado este requisito, arguyendo que la mujer es perfectamente capaz de abrir y cerrar una puerta por sí sola, así como de ponerse el abrigo o la capa de armiño, por lo que los señores que asisten en perpetuar esta tradición, pueden parecer un poco pasados de moda, sin embargo, sigue siendo un acto de cortesía muy a preciado por la chica de más de cuarenta años y tal vez hasta por las señoritas. Cuando la señora se sienta en el asiento de atrás y en el mismo se va a sentar el caballero, éste la ayuda a subir al auto y después da la vuelta para entrar por la portezuela. Al automóvil, como a la casa, se le aplican ciertas reglas elementales de buen gusto en la decoración. Evite adornos Kitsch como calcomanías amuletos, perritos de peluche, muñecos y fotografías de su adorada familia deseándole buen viaje. Descarte también los asientos de paja y plástico.
  • 46. 78 Las reglas de buena educación al volante coinciden, como es natural, con las de tránsito. Es decir, no se toca el claxon solo cuando es estrictamente necesario, no se rebasa por la derecha, no se obstruye el tránsito ni se estaciona en doble fila, se respetan los semáforos en rojo (el rojo de los semáforos no es una sugerencia, es una orden, además de la multa se ganará la reprobación silenciosa pero elocuente de la sociedad civil). Cuando se es un verdadero señor o una verdadera señora lo es en todo momento, también al volante del automóvil. No es válido invocar la prisa para ejercitar un comportamiento antisocial. Si tiene verdaderamente tanto, use el taxi o trabaje menos: nadie tiene la obligación de sacrificarse para contribuir a que usted haga carrera. Quién conduce un automóvil debe controlarse, especialmente si lleva consigo a los propios hijos. Recuerde que para nuestros hijos somos seres perfectos, por lo menos hasta que no descubren que más bien resultamos detestables; No les cause una desilusión prematura. Cuando no se está solo es preferible abstenerse de fumar, si el trayecto es largo no es largo; de otra manera se debe preguntar a los demás si no les molesta y, en todo caso, reducir el número de cigarros al mínimo indispensables para no morir de crisis de abstinencia. Viajando en el automóvil durante varias horas se descubre si uno verdaderamente se lleva bien con los amigos, los problemas que más frecuentemente se presentan son el aire, la música y la calefacción; ejercite su paciencia. El espíritu democrático impone la voluntad de la mayoría. Si usted viaja en automóvil como huésped de los dueños del mismo, debe comportarse como si estuviera en su casa. Es decir, use la máxima discreción, agradezca después del viaje y en todo caso, ofrézcase a compartir los gastos de la gasolina, aceite, peaje de la carretera, etc. no lleve demasiado equipaje.
  • 47. 79 Si los propietarios del vehículo no aceptarán su ofrecimiento de compartir los gastos, invítelos a comer o a cenar después de éste o envíe a la señora un bonito ramo de flores. El disfrutar de la enorme dicha de tener un chofer que sea el que se destroce los nervios en los embotellamientos de la dos de la tarde, implica conocer las reglas principales en este caso, el sitio de un pasajero en un automóvil con chofer es el asiento de la derecha de la parte trasera del vehículo. Actualmente, en un alarde de democracia, si el pasajero es el dueño del automóvil y viaja solo con el chofer, suele sentarse al lado de este. Si el dueño del automóvil viaja con una señora, esta ocupa el lugar principal, es decir, el de la derecha de atrás. En este caso es, naturalmente, el chofer el que abre y cierra las portezuelas y es obligatorio que se baje para abrirle y cerrarle la portezuela al pasajero (excepto en el caso en que su patrón va sentado junto a él). Es conveniente instruir al chofer en el sentido de que por ningún motivo debe participar en la conversación de los pasajeros, a menos que se le pregunte algo directamente a él. Por otra parte se debe exigir que su presentación sea siempre impecable y discreta. Traje oscuro y camisa azul; en ocasiones especiales: la tradicional: gorra de visera. En casos informales o durante los meses calurosos: pantalón oscuro y camisa blanca, de manga larga. c. Comportamiento dentro de un elevador El elevador es un lugar público por lo que el comportamiento dentro de él está sujeto a precisas reglas de cortesía. Si hay otras personas dentro del elevador cuando usted suba a él, es necesario hacer un breve saludo: “Buenos días” o “buenas tardes”. Los caballeros se descubren la cabeza como cualquier otro recinto cerrado, si hay damas presentes.
  • 48. 80 Tanto en el elevador de la oficina como en el de la propia casa es recomendable no hacer comentarios de índole personal y privada en el viaje: corre el riesgo de que, entre el cuarto y el quinto piso sus confidencias se conviertan en información pública. Si sube al ascensor con otras personas, pregunte a qué piso van los demás y espere su turno para oprimir el botón correspondiente. Despídase brevemente al salir, dejando pasar a las señoras y personas mayores o de mayor rango primero, si es que el espacio lo permite. Si el ascensor es demasiado pequeño o está muy lleno, el protocolo puede causar pocos pisotones y patas. Como en cualquier otro medio de transporte, la lógica más que la educación, que se deje salir o bajar a las personas que están dentro antes de abordarlo. Al salir se debe hacer con orden, evitando arrollar a quién espera abordar el elevador, fumar en el elevador, casi siempre está prohibido, resulta no sólo molesto para los demás ocupantes, sino muy peligroso, por tanto absténgase de hacerlo. d. Comportamiento con el servicio doméstico El servicio doméstico que hasta hacia poco tiempo disfrutábamos en nuestro país, empieza a convertirse en una leyenda del pasado. Las viejas criadas, nos acompañaban desde la cuna hasta el cementerio han desaparecido completamente. Esperamos que esto verdaderamente un signo de que nuestra economía ofrece otras alternativas más halagüeñas a las personas que antes no tenían más posibilidad laboral, dada su escasa preparación, que “la de servir en casa ajena”. Sin embargo, si pertenece usted a la privilegiada súper elite de los que todavía tienen servicio de planta en su casa, es justo y conveniente que recuerde algunos principios de decencia humana para con las personas que le sirven las 24 horas al día, y que tienen ciertos derechos sacrosantos como seres humanos, por ejemplo:
  • 49. 81 • Dormir en un lugar cómodo, limpio y agradable, durante las horas obligatorias de descanso. • Que se les pague el salario convenido con la prioridad acordada y completo. • Que los obsequios que usted desee hacerles tipo de ropa que ya no le sirve- no tenga nada que ver con sus derechos laborales (sueldo y horas de descanso). • El sirviente, como usted (y así lo provee el art. 123 de nuestra constitución), tiene derecho a vacaciones pagadas y su aguinaldo de fin de año. La gente bien nacida le hace también un regalo de Navidad o Reyes. • Asimismo, y ya que la ley no lo obliga a concertar un seguro medico, el sirviente tiene derecho a que lo atienda un médico y a las medicinas correspondientes por cuenta del patrón, en caso de enfermedad. • El sirviente merece el respeto de sus patrones y sobre todo de los hijos de éstos – a los que la vida le da la oportunidad única de aprender a respetar a sus semejantes, aunque estos sean de nivel social inferior, desde que la tierna infancia -. Aprenda a respetar a sus sirvientes los convertirá automáticamente en verdaderos señores. • Por otra parte, una verdadera señora no discute sus asuntos íntimos con la servidumbre, y mucho menos con el chofer. Últimamente, conformarse con los servicios de personas que trabajan por día o hasta por hora – práctica normal en la mayoría de los países altamente industrializados en los que la doméstica suele llegar a trabajar e un automóvil mejor que el de la señora de la casa.
  • 50. 82 En este caso, las obligaciones del patrón ya señaladas son igualmente válidas con la excepción de que no es obligatorio hacerse cargo de los gastos médicos de este tipo de personal. Obviamente, no viviendo e la casa, tampoco subsiste el renglón de las habitaciones. /7 C. BUENOS MODALES 1. Historia de los Buenos Modales El problema de cómo comportarse en compañía de los congéneres (de la misma especie) ha preocupado a la sociedad civilizada desde tiempos inmemorables. Los ritos y las danzas religiosas de las tribus más primitivas contenían ya un elemento formal que podría considerarse de tipo “protocolario”. Las cortes persas y mesopotámicos poseían un complicado sistema de etiquetas, paralelo a una minuciosa estratificación de cargos y funciones estables y de tipo cortesano, leyes jurídicas y normas de comportamiento. Las primeras quedan claramente consignadas en los códigos y las legislaciones; las segundas en cambio son acuerdos tácitos que adopta una comunidad y que pueden modificarse en el transcurso del tiempo, por lo cual es difícil consignarla. En varias épocas de la historia se han hecho intentos por plasmar las normas de estos acuerdos tácitos, como lo muestran algunos ejemplos curiosos que se verán a continuación. 2. Un antiguo código de conducta social Un antiguo código de conducta social acaba de reeditarse un interesante libro escrito en el siglo XIV por un franciscano catalán, Francés Eiximenis, asesor de Pedro el ceremonioso, rey de Cataluña y Aragón e inclusive Patriarca de Jerusalén. 7 / Modos, Modas y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México 1992 Págs 178-188.
  • 51. 83 Fray Francés representa una voz medieval que proporciona datos acerca de las normas de comportamiento que regían la convivencia en aquella época. Llamó su libro Lo crestia (el cristiano) y en el incluye elementos de estética en el comportamiento de la actividad erótica, en la mesa y en la ciudad; es decir, un manual de buenos modales en lo amoroso, sexual y urbano. Ya desde entonces se probaban las malas costumbres de “las mujeres actuales” tema que se repite obsesivamente a través de los siglos en la cultura occidental judeocristiana. Para Fray Francés, un motivo de disgusto eran las mujeres fenestreres, es decir las que con frecuencia se asomaban a las ventanas para provocar los deseos lujuriosos de los transeúntes; también las que se paseaban por la ciudad para lucir su belleza “aun cuando no es día de mercado” y que mueven el cuerpo con exagerada cadencia “peor que una serpiente”. Las que se pintaban las pestañas de catorce colores y pasaban el día “cantando, siempre cantando canciones francesas” andaban todas olorosas con perfumes escandalosos y zapatos de larga punta, en verano usaban guantes dorados, cosa que enfurecía a sus maridos. Los consejos del buen fraile constituyen un manual interesante de buenas maneras desde luego no es el primero, como se ha visto puesto que revela los hábitos y las costumbres de la Europa medieval como por ejemplo: Si la pica una pulga o cualquier otro insecto y le provoca comezón en el cuerpo, no lo demuestre, compórtese como si estuviese en misa. Cuando tome un pedazo de carne con la mano y se lo lleve a la boca procure no chuparse los labios. Jamás tosa ni se suene en la servilleta, ni en el mantel extendido sobre la mesa.
  • 52. 84 Durante una reunión tenga cuidado de no bostezar jamás, por ninguna razón, sino pudiera evitarlo cúbrase la boca y no produzca ruidos horribles que molestan a las personas. El fraile también sugiere prestar atención para no hacer ruido con los dientes o con los labios, porque no se deben oír ruidos extraños en un convite, y mientras esta sentado a la mesa evite limpiarse los dientes o las uñas o hacer otra cosa que provoque asco, como hablar de excrementos, enfermedades repugnantes o de muerte. 3. La cortesía en el renacimiento Mientras Erasmo de Rotterdam indicaba en su De convivió las normas del buen gusto en la mesa y reglamentaba el uso de solo tres dedos el pulgar, el índice y el medio para tomar los alimentos, en Italia ya se había iniciado el uso de los cubiertos personales. En un principio consistían en un mondadientes de metal y la cuchara. No es de extrañar que fuera precisamente Italia la iniciadora de una vida cortesana más sofisticada, puesto que se habla del pleno renacimiento, lo que repercutió para que los gustos fueran mas refinados; la vida social se intensificó como resultado del gran auge económico y político de algunas ciudades entre las que sobresalen, Florencia, cuna del renacimiento europeo. Muchos autores de la época escribieron tratados de buenos modales pero él más famoso es, sin duda. Monseñor Della Casa, quien entre 1551 y 1554 escribió un libro que más tarde serviría de base a muchos otros publicados en toda Europa, incluido el famoso Carreño.
  • 53. 85 Se cree que Florentino, Della Casa, nació en 1503 y estudio en Bolonia y Florencia se hizo clérigo y libertino cosa bastante común en aquel tiempo y compuso una serie de poesías, por demás licenciosas que más que suscitar escándalo le abrieron las puertas de la corte pontificia donde fue nombrado obispo de benevento y más tarde nuncio apostólico ante la República de Venecia. Su libro de buenos modales, con detalles de humor tubo éxito extraordinario, se edito varias veces y se tradujo en varios idiomas. Su estilo revela el carácter de su autor: joven mundano, poeta licencioso, prelado y diplomático que en el libro aparecen como un venerable anciano que da consejos al joven Galateo. Muchos siglos han pasado y miles de paginas se han escrito sobre el tema desde que el Galateo hizo su entrada en el mundo civilizado. Hoy algunas de estas máximas provocan risa, otras sin embargo siguen siendo validas y se basan en el principio de no ofender a otros de manera alguna. 4. La educación La buena educación consiste en conocer y aplicar una serie de reglas establecidas que permiten la convivencia en la sociedad humana. No se pretende hablar de la llamada “alta sociedad”, sino de la interacción respetuosa que hace la vida agradable. Independientemente del grado de cultura o de riqueza de una persona, su educación constituye la característica principal para ser aceptada y estimada. Cuántas veces se oye decir de fulano o de perengano: “es muy rico (o poderoso), pero no tiene educación”. Ser educado significa, básicamente, considerar al prójimo y respetarlo: “no hagas a otros lo que no quieren que te hagan a ti”. Si, se parte de este principio, las reglas de la buena educación se derivan lógicamente de él.
  • 54. 86 Dos palabras mágicas (o sus equivalentes) encabezan el código de la buena educación: “por favor” y “gracias”. Después de “mama” y “papá” son las primeras expresiones que deben enseñarse a un niño como el comienzo de un largo proceso, toda vez que son el primer paso para obtener lo que se llama “modales de cuna” o “ser bien nacido”. Con tiempo y paciencia, en la difícil tarea de convivir con otros, uno se da cuenta de los grandes y pequeños hechos que puedan ayudar a conducirse con mayor soltura en la vida familiar, laboral y social. Son pequeños detalles que nadie enseña y que, a pesar de ser tan obvios, son también muy útiles. La etiqueta en cambio, se impone sólo en algunas ocasiones formales y se refiere sobre todo a las costumbres de la mesa y el vestir. Más formal aún es el protocolo para asistir a funciones oficiales del gobierno o de la corte (de donde procede la palabra “cortesía” es decir, el comportamiento en la corte) y sus reglas son rígidas y están claramente establecidas. Tener buenos modales no quiere decir ser solemne, ni “estirado”, ni aburrido. De hecho, la naturalidad llevada con elegancia y discreción es la meta máxima a que se debe aspirar en el interno de poseer realmente una buena educación. Estrechar la mano con cordialidad, pedir las cosas con gentileza agradecer efusivamente cualquier servicio que se recibe, evitar la arrogancia a toda costa, ceder los propios derechos en favor de los más débiles, hacer a un lado el egoísmo, pensar primero en los demás contestar con educación, aun cuando el interlocutor haya sido agresivo, jamas recurrir a la violencia son características del verdadero señor y de la autentica dama. Aun las personas más ordinarias advierten esta actividad y terminan en respetar, como los otros, al individuo que posee actitud y terminan en respetar, como los otros, al individuo que posee estas cualidades.
  • 55. 87 A la larga, quien más se beneficia es aquel que a pesar de todo demuestra ser superior, no por tener poder, dinero o belleza. 5. Cortesía en el trabajo El ambiente de trabajo o en el medio social. Cuando una dama entra en recinto cerrado, los varones deben ponerse de pie para saludarla, y no volverán a sentarse hasta que ella no lo haya hecho. Si están presentes otras mujeres, estas no deben levantarse a menos que le mujer que llega sea anciana y/o de gran respeto. El entrar o salir, el varón es el que abre la puerta y cede el paso a la señora o señoras que estén con él. Si son dos o más los hombres que deben pasar se cede el paso al de mayor prestigio o al mas anciano; la regla es valida cuando dos o más señoras se encuentran en la misma circunstancia. Dado que en el lugar de trabajo se pasan aproximadamente ocho horas al día, es ahí donde se pone a prueba la buena educación. Un compañero de trabajo brillante, pero mal educado merece menos respeto de sus colegas que aquel que sin muy inteligente da muestras de buena crianza, aun en los momentos de crisis y nerviosismo. Cada centro laboral tiene sus propias leyes de comportamiento según el tipo de trabajo, él numero de personas que lo frecuentas, el nivel cultural de los trabajadores, etc. En todas circunstancia, el recién llegado debe tratar de adaptarse lo más pronto posible y de aprender el código de conducta ya existente /8 8 / Modos y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México, 1992.
  • 56. 88 6. La conversación a. De la conversation en General La conversación es el alma y el alimento de toda sociedad, por cuanto sin ella se careciera del medio más eficaz de transmitir las ideas y de hacer más agradable y útil el trato de nuestro semejante. Pero pensemos que él puede conducirnos a cada paso las situaciones difíciles y deslucidas, cuando no esté precedida por la dignidad y la discreción, y que no basta el deseo y la facilidad de comunicar nuestros pensamientos para hacerlo de manera que nos atraigamos el aprecio y la consideración de todas las personas que nos oyen. No hay señal más clara que la educación de una persona, depende de su conversación: el tono y las inflexiones de la voz, la manera de pronunciar, la elección de los términos, el juego de la fisonomía, los movimientos del cuerpo, y todas las demás circunstancias físicas y morales que acompañan la enunciación de las ideas. Lo anterior da a conocer desde luego el grado de cultura, y delicadeza de cada cual, desde la persona más vulgar hasta aquellas que poseen las más finas y elegantes maneras. La infinita variedad de los asuntos que se tratan en sociedad, los diferentes grados de instrucción y de experiencia que demuestran los interlocutores, el empeño natural toma cada cual en discurrir con acierto, y las diversas fases que presenta el corazón humano, en el comercio general de las opiniones, dan a la conversación un carácter eminentemente instructivo, y la hacen servir eficazmente al desarrollo de las facultades y al importante conocimiento del mundo.
  • 57. 89 La conversación debe estar siempre animada de un espíritu de benevolencia y consideración que se extienda no sólo a todos los circunstantes sino también a los que no se hallan presentes, siendo muy digno de notarse, que toda idea ofensiva a personas ausentes, incluye también la falta de ofender el carácter de los que nos oyen, por cuanto de este modo las consideramos capaces de hacerse cómplices de semejante acto. Por muy discretas y muy cultas que sean las personas con quienes acostumbremos conversar, pensemos que alguna vez podremos oír palabras que algún irrespecto nos sean desagradables, pues en el ancho espacio que recorre la conversación, difícil es que sean siempre agradados todos los gustos, todas las opiniones y todos los caprichos. La tolerancia, que es la virtud más conservadora de la armonía social, será en semejantes casos nuestra única guía; y así, dejaremos correr libremente todas las especies que se viertan en medio de una conversación pacífica y amistosa, sin manifestarnos nunca ofendidos por lo que evidentemente no se haya dicho con la dañada intención de mortificarnos. La afabilidad y la dureza son en todas ocasiones el más poderoso atractivo de la conversación; pero cuando se habla con señoras, vienen a ser deberes estrictos, que no se deben apartar jamás. No tomar nunca la palabra, sin estar seguros que se halles con facilidad todos los términos y frases que sean indispensables para expresar claramente las ideas. Cuando se sostiene un diálogo, ambos interlocutores deben cuidar de conservar una perfecta inteligencia en la recíproca enunciación de sus ideas, pues es sobre manera desagradable y aun ridículo, el lleguen a un punto en que hayan de persuadirse que cada uno hablaba en diferente sentido.
  • 58. 90 En el caso de conocer que la persona con quien se habla no nos ha comprendido, guardar de decirle Vd. No me entiende, ni ninguna otra expresión semejante que pueda ofender su amor propio. Aunque se crea haber explicado con bastante claridad, la buena educación exige que se acepte como propia la falta, y que con suma naturalidad con buen modo decir: Veo que no he tenido la fortuna de explicarme bien; sin duda no he sabido hacerme entender; o cualquiera otra cosa concebida en términos análogos. Tener especial cuidado de no perder jamás en sociedad la tranquilidad pues nada desluce tanto en ella a una persona, como una palabra, un movimiento cualquiera que indique exaltación o enojo. Cuando los puntos sobre que se discute se hacen controvertible, se pone prueba la civilidad y la cultura de los que toman parte de la discusión: y si queremos en tales casos salir con lucimiento y dar una buena idea de nuestra educación, refrenemos todo arranque del amor propio, y aparezcamos siempre afables y amables en toda contradicción que experimentemos en nuestras opiniones. En ningún caso entrar en discusión con una persona, sobre materiales que no interesen evidentemente a los demás circulantes. Desde el momento en que una discusión se observe que el adversario echa mano de sofismas, interpreta torcidamente los conceptos, o bien empieza a perder la calma y a exaltarse, abandonar decididamente la cuestión por medio de palabras suaves y corteses. Evitar siempre entrar en discusión con personas que no sean conocidamente discretas y de buen carácter; y sobre todo con aquellas que estén siempre animadas de un espíritu disputador y de contracción. Si a veces no es lícito comunicar a nuestro razonamiento aquel grado de calor y energía, que se permiten los hombres cultos en medio de una decente discusión, tengamos presente que, en sociedad con señoras, jamás debemos salir de un tono dulce y afable, sean cuales fueren las materias que con ellas discutamos.